Las alas de la esfinge (Comisario Montalbano 15)
Por Andrea Camilleri
3.5/5
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Información de este libro electrónico
Camilleri dibuja con finísimo detalle los desvelos íntimos de su famoso personaje, que en pleno debate amoroso y existencial se desdobla en un afilado diálogo consigo mismo.
Después de lo acaecido en Ardores de agosto, la relación entre Montalbano y Livia ha dado un giro tan pronunciado que Salvo se encuentra sumido en un mar de dudas, presa de un profundo desasosiego que el paso del tiempo no parece sino agravar.
En tal estado de ánimo se encuentra el comisario cuando una llamada de Catarella lo obliga a zambullirse en la investigación de un crimen. Ha aparecido el cadáver desnudo de una joven, y la única pista sobre su identidad es un tatuaje en la espalda que representa una pequeña esfinge, una mariposa nocturna. Cuando la imagen se difunde por televisión, Montalbano y sus ayudantes irán tirando de un hilo que los conducirá hasta La Buena Voluntad, una asociación benéfica respaldada por importantes personajes cuya aparente misión es redimir a chicas de la calle y guiarlas por el buen camino. Sin embargo, al comisario más famoso de Italia las buenas intenciones de la dichosa asociación enseguida le huelen a estiércol, cosa que irremediablemente lo mete en un buen lío cuando su jefe le recrimina andar investigando a personalidades intachables. Pero el olfato de Montalbano puede más que la flagrante incompetencia de sus superiores, lo que lo llevará a vérselas con nuevas y crueles manifestaciones del crimen organizado.
Con mano maestra, Andrea Camilleri sigue dibujando con trazo fino los desvelos de su famoso personaje, en pleno debate amoroso y existencial. Sus teatrales excesos y geniales estrategias para sonsacar información forman parte de su persona tanto como su sabiduría de zorro viejo, su sentido del humor o su golosa sensualidad. Aunque parezca difícil, con cada nueva entrega de la serie Montalbano se supera a sí misma.
La crítica ha dicho...
«Camilleri ha sabido ocupar un vacío endémico en la literatura italiana contemporánea, el de una narrativa de entretenimiento de alto nivel que favorezca el placer de la lectura sin recurrir a lo banal ni a lo simple.»
L'Espresso
Andrea Camilleri
Andrea Camilleri nació en 1925 en Porto Empedocle, provincia de Agrigento, Sicilia, y murió en Roma en 2019. Durante cuarenta años fue guionista y director de teatro y televisión e impartió clases en la Academia de Arte Dramático y en el Centro Experimental de Cine. En 1994 creó el personaje de Salvo Montalbano, el entrañable comisario siciliano protagonista de una serie que consta de treinta y cuatro entregas. También publicó otras tantas novelas de tema histórico, y todos sus libros han ocupado siempre el primer puesto en las principales listas de éxitos italianas. Andrea Camilleri, traducido a treinta y seis idiomas y con más de treinta millones de ejemplares vendidos, es uno de los escritores más leídos de Europa. En 2014 fue galardonado con el IX Premio Pepe Carvalho.
Otros títulos de la serie Las alas de la esfinge (Comisario Montalbano 15) ( 30 )
- El perro de terracota (Comisario Montalbano 2) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- La forma del agua (Comisario Montalbano 1) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
- El ladrón de meriendas (Comisario Montalbano 3) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
- La excursión a Tindari (Comisario Montalbano 7) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- Un mes con Montalbano (Comisario Montalbano 5) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
- La nochevieja de Montalbano (Comisario Montalbano 6) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
- El miedo de Montalbano (Comisario Montalbano 9) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- La paciencia de la araña (Comisario Montalbano 12) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- El primer caso de Montalbano (Comisario Montalbano 11) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- Un giro decisivo (Comisario Montalbano 10) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- La edad de la duda (Comisario Montalbano 18) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- La voz del violín (Comisario Montalbano 4) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- El olor de la noche (Comisario Montalbano 8) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
- El campo del alfarero (Comisario Montalbano 17) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- Ardores de agosto (Comisario Montalbano 14) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
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- Las alas de la esfinge (Comisario Montalbano 15) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- La luna de papel (Comisario Montalbano 13) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
- Una voz en la noche (Comisario Montalbano 24) Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
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Comentarios para Las alas de la esfinge (Comisario Montalbano 15)
257 clasificaciones17 comentarios
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Jul 7, 2025 Montalbano and Livia are having distance relationship problems as usual, but it's getting worse. He's disillusioned with his job. The body of a young woman is recovered from the trash dump. Half her face has been blown off. She has one distinguishing feature--a butterfly-like tattoo--which may help identify her. The team has a feeling she may be an immigrant. When the body fails to match that of any known missing person, they begin investigating immigrants who may have arrived illegally. The butterfly-like moth tattoo is a clue and he uncovers other women with the same tattoo--four including the deceased woman--but they are all missing as well. It takes some careful police work and missed meetings with Livia to uncover the perpetrator. I listened to the audio book. Not the best in the series, but probably not the worst either.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Jun 27, 2023 3.5*
 July 2022 re-read via audiobook: I love Grover Gardner's narration but I miss translator Stephen Saratelli's footnotes, so informative about the food and culture of Sicily.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Nov 17, 2022 Like his lady love, Livia, I've taken a fairly lengthy break from Inspector Montalbano, but unlike her, I had a great time with this reunion. This is one of the most entertaining entries in the series, from a standpoint of humor, and I thought the working-it-all-out part was done better than sometimes as well. Montalbano has to solve the murder of a young woman shot in the face, and dumped naked in a garbage pit, her only identifying mark a Sphinx moth tattooed on her shoulder blade. He discovers that several lovely young Russian women have recently been "imported" to the region by an association purportedly trying to save them from prostitution, and all of them had the same tattoo. A few red herrings (but not enough other fresh fish---too little cuisine featured in this one), and a faked kidnapping complicate his life, while he worries about whether to "have it out" with Livia and try to salvage their relationship. (As usual, I'm not at all sure she's worth the trouble, but it's not my call.)
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Dec 7, 2020 The dead woman has a tattoo of a moth with four wings on her shoulder. Identifying her is difficult, but Montalbano learns that four Russian women were brought into Sicily together. He's also handling a woman who contends that her husband was kidnapped and refuses to believe a photo Salvo obtains showing him living it up in Cuba. On top of that his relationship with Livia is again in trouble.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Nov 16, 2019 Salvo is not enjoying being on the outs with Livia and the death and disappearance he is investigating and the arson he is not investigating all get the commissioner on his case, not to mention rain keeping the fishing fleet from sailing so there are days without fresh fish. But he manages to deal with at least some of his problems.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5May 23, 2019 A young woman is found dead: shot through the lower left jaw, teeth shattered, stripped naked, thrown to the bottom of a dump in a ravine, with the identifying tattoo of a Sphinx Moth on the left shoulder.
 She was one of a group of four young Russian "housekeepers" finding employment through a local diocese's "charitable" foundation.
 Luckily for Montalbano, she is partially identified by Ingrid by the tattoo... as well as others when the tattoo is shown on the local television station...
 As Montalbano & his group of policemen investigate, the foundation is investigated and a few high ranking men & church members are brought under suspicion....
 I enjoy Montalbano, his group of policemen, Ingrid, his connections. I enjoy his sense of humor, culinary adventures and his friend Ingrid. On the peripheral still hangs his "love" Livia, whom he needs to let go of, once and for all....
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Feb 20, 2017 I love this series and love Inspector Montalbano, not many books translate well but these ones do. A great little group of characters that have been pulled together with always some interesting crimes or murders for him to solve. Good, light, fun reading and I look forward to continuing with the next book in the series. Although I do have to say he needs to sort out his love life before it is too late! Haven't read these? Do give them a try.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Nov 7, 2016 I read this one twice, because it wasn't marked in my library, and liked it each time.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Jun 1, 2016 This is my first Inspector Montalbano book (even though it's book 11 in the series) but it won't be my last. I really enjoyed the backdrop of Sicily and its people and culture. I particularly appreciated that the Mafia background was present, but was not the defining element of the story. That made the storyline more interesting. Plus, Montalbano is such an interesting character. I really enjoyed this book. 
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mar 26, 2016 First, my compliments to Stephen Sartarelli on his translation and notes compiled for the reader to understand every nuance of Camilleri's written word.
 Some say that the pace of the book is slow, but, I enjoyed this differing flavor on a detective novel. Camilleri is able to immerse us in the world of Inspector Montalbano: his love and enjoyment of mediterranean food coupled with a detailed description of the sea and the warm and rocky Sicilian geography. With a mix of humor, cynicism, compassion, and love of good food, Montalbano goes into battle against the powerful and the corrupt who are determined to block his path. This is a"delicious" discovery for mystery afficionados and fiction lovers. (less)
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Aug 27, 2015 Just goes to show that policework is little changed regardless of country. And SOME policemen are too creative by half! This is a good thing!
 Inspector Montalbano works for a jurisdiction in Sicily and knows how to sidestep both his superior and nearby jurisdictions. He also knows how to script and act (with the able assist of his fellows) to get to the bottom of things. And those fellows! Each is useful in his own way, including the one who is comic relief by way of indecipherable handwriting and total mangling of names.
 The initial crime is murder, but there are many more woven into this tale. Like Colombo, all is solved in the end, except, perhaps, in his personal life. The laughs are low key, but still make for laugh-out-loud moments. The publisher's summary will give an overview without spoilers. I plan to begin with #1 and devour this whole series!
 Many thanks to Stephen Sartarelli for making this book and series available to English speakers!
 I like the the way Grover Gardner interprets the characters. Italian speakers may not approve of a Brooklyn accent for one of the police, but it provides North Americans with added fun.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Jan 24, 2015 This installment was just an okay read for me. While the crimes had some interesting nuances to them, and I continue to enjoy how Camilleri makes connections between separate crimes in these stories but for the most part, this was a story about the bureaucracy and the struggles of departments trying to do their jobs without things like money for gas for the department cars, etc. This one almost felt as though Camilleri was churning the story out and was not giving the plot and character focus the previous books convey. Even the usual supporting cast of characters seemed to be just going through the motions this time. This is the eleventh book in a series that has seen all eleven books released over a six year period, with two book a year being released for three consecutive years, so some form of writers burnout should probably be expected. One thing I will mention in passing is that while I try to not take sides with the characters in the books I read - because, I mean, really, why would I?! - I have to admit to totally being in the Livia camp now. Seriously. I continue to enjoy the Inspector Montalbano series but I think I have finally reached saturation point with my back to back audiobook reads. I need a break from the series, but I will come back to it.
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Oct 26, 2013 With Montalbano's bitterness about his ever-increasing age, I have to admit that I've found the last two books in this series not as enjoyable as the rest. I'm from the school that believes getting older is better than its many alternatives, and it's best to put up and shut up. Montalbano did not attend the same school. Fortunately, he spends very little time grousing about the inevitable in this installment, so my enjoyment factor shot back up to its usual level.
 Another element that can adversely affect my enjoyment is Montalbano's relationship with Livia. Too often, their squabbling has appeared to be squabbling for its own sake, but in The Wings of the Sphinx, their disagreements show that they both realize that they are at a very serious crossroads in their relationship.
 One of the things I enjoy most about Camilleri's series is the economy of his writing. He packs food, travel, musings about life, death, aging, the government, as well as humor and an intriguing murder investigation into fewer pages than many writers today. His economy of style doesn't sacrifice plot or character either. And I can't say enough about Stephen Sartarelli's translation. It's clear and engaging yet still gives English readers the flavor of Sicilian speech. He also includes notes in the back that can enlighten us about various items mentioned in the story. (But it's possible to ignore them and not lose anything in the reading.)
 The Wings of the Sphinx is another strong book in one of my favorite series. I look forward to more.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Apr 2, 2013 Salvo Montalbano faces his life at 56 years of age and the problems with his relationship with Lucia. The mystery is interesting but not as captivating as usual.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mar 31, 2013 When a young woman's body is found in a rubbish dump Inspector Silvio Montalbano and his team are at first baffled. Her face has been severely damaged so the only identifying feature they have to go on is a tattoo of what appears to be a butterfly on her shoulder and Montalbano uses his friends in the local media to publicise this and try to drum up some information. Eventually the team is led to a charitable organisation in which things are not always what they appear to be.
 I read my first Camilleri novel only last year and while I liked it, I did not fall in love with its protagonist as so many other readers have done. However on my second meeting with this character and his environment I am well and truly smitten. This is, quite simply, a delightfully concise book full of humour and warmth and I revelled in its myriad of little joys that felt like they were hidden just for me.
 Montalbano is once again worried about his advancing years but whereas this annoyed me a little in the previous book here I found it amusing and at times even poignant. The depiction of two Montalbanos inside his head who argue with each other about his motivations and behaviour is priceless (and relief-inducing because it's nice to know I'm not the only one who hears such voices). He is also experiencing some difficulties with his long-time love interest Livia but he doesn't let this get in the way of his investigating. Well not much anyway. In the end he wades through all these personal problems, stands up to the ever-present political and business interests who try to influence his work and even untangles all the wrongly transcribed messages from his devoted but fairly useless desk sergeant Catarella to solve the crime with intelligence and a dash of panache.
 Much of the enjoyment in the book stems from the word play and language games with which the book is littered; a testament both to Camilleri and his translator Stephen Sartarelli. I cannot think of any aspect of translation that would be more difficult to get right than the range of both obvious and subtle humour on display here. But the book is not all laughter and lightness; alongside the almost slapstick moments such as a police department which can't afford petrol for its cars there are touching elements too like Montalbano's growing intolerance for the death he is confronted with in his work and on his television screen.
 I read this book in not much more than a single sitting and enjoyed every minute of it. The implausible but nevertheless compelling set pieces, the seriousness with which Montalbano treats lunch and the brilliant depiction of local life and customs are a welcome treat. In the middle of a cold and gloomy winter you can't ask for much more than a book which puts a smile on your face for several days.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Jun 8, 2012 Montalbano is feeling his age. He is 56, beginning to ponder his own mortality, experiencing some minor physical reminders of the need to slow down, questioning his long-term relationship and failure to seal the commitment with Livia, and now must solve the murder of a young girl whose only identifying mark is a butterfly tattooed on her left shoulder. When he learns the mark is not a butterfly but a specific type of moth, he is able to trace the young lady to a mysterious and secretive organization connected with the Catholic Church. Here is where Montalbano shines. He is not afraid to take on those in power, even when told to back down by his superiors. This one isn't as light as some of the others, but it's a well-plotted mystery with many complex characters holding it together.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Jan 12, 2010 Not much meat to the actual mystery this time out, but otherwise as pleasing as the rest.
Vista previa del libro
Las alas de la esfinge (Comisario Montalbano 15) - Andrea Camilleri
1
Pero ¿adónde habían ido a parar aquellas primeras horas de la mañana en que, nada más despertar, se sentía atravesado sin motivo por una especie de corriente de pura felicidad?
No se trataba de que el día se presentara despejado, sin viento y enteramente iluminado por el sol, no; era otra sensación que no dependía de su naturaleza de meteorólogo. Si hubiera querido explicársela a sí mismo, era algo así como sentirse en armonía con todo el universo creado, perfectamente sincronizado con un gran reloj sideral y exactamente colocado en el espacio, en el punto preciso que se le había asignado desde el momento de nacer.
¿Bobadas? ¿Fantasías? Tal vez.
Pero el hecho indiscutible era que antes experimentaba esa sensación bastante a menudo, mientras que desde hacía unos cuantos años, adiós muy buenas. Desaparecida. Borrada. Es más, ahora las primeras horas de la mañana le provocaban muchas veces y de muy buen grado una especie de rechazo, de negativa instintiva a aprobar lo que lo esperaba tras haber tenido que aceptar el nuevo día, aunque no previera ninguna molestia en el transcurso de la jornada. Y la confirmación se la daba la manera en que se comportaba nada más despertar.
Ahora, en cuanto abría los ojos, volvía a cerrarlos de inmediato y permanecía unos segundos a oscuras, mientras que antes, en cuanto abría los ojos, los mantenía abiertos casi de par en par para absorber ávidamente la luz del día.
«Y eso es con toda seguridad un efecto de la edad», pensó.
Pero a esta conclusión se rebeló de inmediato Montalbano segundo:
«Pero ¿qué historia es ésa de la edad? ¿Cómo es posible que a los cincuenta y seis años te sientas viejo? ¿Quieres saber la verdad?»
«No», contestó Montalbano primero.
«Pues te la voy a decir de todas maneras. Tú quieres sentirte viejo porque te resulta cómodo. Puesto que te has cansado de lo que eres y lo que haces, te estás construyendo la coartada de la vejez. Pero si eso es lo que sientes, ¿por qué no presentas una buena carta de dimisión y te largas?»
«¿Y qué hago después?»
«Haces el viejo. Te buscas un perro para que te haga compañía, sales por la mañana a comprar el periódico, te sientas en un banco, sueltas el perro y te pones a leer, empezando por las esquelas.»
«¿Por qué por las esquelas?»
«Porque si lees que alguien de tu edad ha muerto mientras que tú sigues vivito y coleando, experimentas cierta satisfacción que te ayuda a seguir viviendo un mínimo de veinticuatro horas más. Al cabo de una hora...»
«Al cabo de una hora os vais a tomar por culo tú y tu perro», dijo Montalbano primero, helado ante aquella perspectiva.
«Pues entonces levántate, vete a trabajar y no me toques los cojones», replicó Montalbano segundo.
Mientras se duchaba, sonó el teléfono. Fue a contestar tal como estaba, dejando a su espalda un reguero de agua. Total, más tarde llegaría Adelina y lo limpiaría.
—Dottori, ¿qué he hecho, lo he despertado?
—No, Catarè; ya estaba despierto.
—¿Seguro seguro, dottori? ¿No me lo dice por cumplido?
—No; quédate tranquilo. ¿Qué hay?
—Dottori, ¿qué puede haber para que yo lo llame a primera hora de la mañana?
—Catarè, ¿eres consciente de que cuando me llamas nunca me das una buena noticia?
En cuestión de un momento la voz de Catarella adquirió un tono quejumbroso.
—¡Ah, dottori, dottori! ¿Y eso por qué lo dice? ¿Me quiere hacer sufrir? Si por mí fuera, cada mañana lo despertaría con una buena noticia, qué sé yo, que ha ganado treinta mil millones en la lotería, que lo han nombrado jefe de policía, que...
Montalbano no había oído abrirse la puerta, y de pronto se vio ante Adelina, que lo estaba mirando con la llave todavía en la mano. ¿Cómo era posible que la mujer hubiese llegado tan temprano? Azorado, se volvió instintivamente de cara al teléfono, de tal manera que sus vergüenzas no quedaran a la vista. Al parecer, la parte posterior masculina es menos vergonzosa que la anterior. La asistenta se retiró inmediatamente a la cocina.
—Catarè, ¿a que va a resultar que ya sé por qué me llamas? Han encontrado un muerto. ¿Acierto?
—Sí y no, dottori.
—¿En qué me equivoco?
—Se trata de una muerta fiminina.
—Oye, pero ¿no está por ahí el dottor Augello?
—Ya está en el lugar, dottori. Pero ahora mismo el dottori acaba de llamar para que yo lo llame a usted porque dice que es mijor que vaya usted también, dottori, personalmente en persona.
—¿Dónde la han encontrado?
—En el Sarsetto, dottori, justo donde el puente miricano.
Quedaba muy lejos, en la carretera de Montelusa. Y a Montalbano no le apetecía nada sentarse al volante.
—Envíame un coche.
—Los coches están en el garaje, pero no pueden salir, dottori.
—¿Se han averiado todos al mismo tiempo?
—No, señor dottori; funcionan. Pero es que no hay dinero para comprar gasolina. Fazio llamó a Montelusa, pero le dijeron que tuviera paciencia, que lo envían dentro de unos días, pero poquito... Ahora mismo sólo pueden circular los de la brigada móvil y el de escolta para el onorevoli Garruso.
—Se llama Garrufo, Catarè.
—Bueno, como se llame. Basta que usía comprenda de quién hablo, dottori.
Montalbano soltó un taco. Las comisarías no tenían gasolina, los tribunales no tenían papel, los hospitales no tenían termómetros, y entretanto los del Gobierno moribundo sólo pensaban en la construcción del puente sobre el estrecho. Pero la gasolina para las inútiles escoltas de los ministros, los viceministros, los jefes de grupo, los senadores, los honorables diputados del Congreso, los diputados regionales, los jefes de gabinete, los subalternos, ésa nunca faltaba.
—¿Has avisado al ministerio público, a la Científica, al dottor Pasquano?
—Sí, señor, pero el dottori Guaspano se ha cabreado mucho.
—¿Por qué?
—Dice que como él no tiene el don de la bicuidad, no podrá estar allí antes de unas dos horas. Dottori, ¿le importa darme una explicación?
—Dime.
—¿Qué es eso de la bicuidad?
—Que uno puede encontrarse simultáneamente en dos sitios distintos y alejados el uno del otro. Dile a Augello que voy para allá.
Montalbano se dirigió al cuarto de baño y se vistió.
—Ya tiene listo el café —le advirtió Adelina.
En cuanto entró en la cocina, la asistenta lo miró y le dijo:
—Pero ¿sabe que usía es todavía un hombre muy guapo?
¿Todavía? ¿Qué significaba ese todavía? El comisario se molestó. Pero inmediatamente hizo su aparición Montalbano segundo:
«¡Pues no! ¡No puedes cabrearte! ¡Te contradices a ti mismo si hace apenas una hora te sentías un viejo decrépito!»
Mejor cambiar de tema.
—¿Cómo es que hoy has venido tan temprano?
—Porque tengo que darme prisa e ir a Montelusa a hablar con el juez Sommatino.
Era el juez de vigilancia de la cárcel donde estaba cumpliendo condena Pasquale, el hijo menor de Adelina, un delincuente habitual que el propio Montalbano había detenido varias veces y de cuyo primogénito había sido padrino de bautismo.
—Parece que el juez hablará en favor de un arresto domiciliario.
El café era bueno.
—Dame otra taza, Adelì.
Puesto que el dottor Pasquano iba a llegar tarde, podía tomárselo con calma.
En la época de los griegos, el Salsetto era un río, pero en la época de los romanos se convirtió en un torrente, en un riachuelo durante la época de la unificación de Italia, después, en la época del fascismo, en un arroyo de mierda, y finalmente, con la llegada de la democracia, en un vertedero de basura ilegal. Durante el desembarco de 1943, los americanos construyeron, sobre el lecho ya seco, un puente metálico que unos años después desapareció de la noche a la mañana, desmontado completamente por los ladrones de hierro. Pero el lugar había conservado su nombre. Montalbano llegó a una explanada donde había cinco vehículos de la policía, dos automóviles privados y los furgones para trasladar los cadáveres al depósito. Los coches policiales pertenecían todos a la Jefatura de Montelusa y los privados eran uno de Mimì Augello y otro de Fazio.
«¿Cómo es posible que en Montelusa tengan gasolina para parar un tanque mientras que a nosotros nos falta?», se preguntó el comisario, contrariado.
Prefirió no darse ninguna respuesta.
Augello se le acercó en cuanto lo vio bajar del coche.
—Pero, Mimì, ¿no podías rascarte los cojones tú solito?
—Salvo, a ti no hay quien te entienda.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que si no te hubiese pedido que vinieras, después me habrías dejado atontado con tus «y por qué no me has dicho esto y por qué no me has dicho lo otro».
—¿Cómo es la muerta?
—Está muerta.
—Mimì, una respuesta así es peor que un disparo a traición. Como me sueltes otra, te pego un tiro en legítima defensa. Te lo vuelvo a preguntar: ¿cómo es la muerta?
—Jovencita. Poco más de veinte años. Y parece muy guapa.
—¿La habéis identificado?
—¡Pero qué dices! Está desnuda, y no hay ropa, ni siquiera un bolsito.
Habían llegado al borde de la explanada.
Una especie de sendero de cabras conducía al vertedero, situado unos diez metros más abajo. Justo al final del sendero había un grupo de personas entre las cuales reconoció a Fazio, el jefe de la Científica, y al dottor Pasquano, inclinado sobre algo que parecía un maniquí. En cambio, el fiscal Tommaseo se encontraba en medio del sendero, desde donde vio al comisario.
—Espere, Montalbano, ya estoy aquí.
—Pero ¿cómo? ¿Ha venido Pasquano? —preguntó el comisario.
Mimì lo miró perplejo.
—¿Por qué no tendría que haber venido? Llegó hace media hora.
Por lo visto, el cabreo con el pobre Catarella había sido una broma.
Pasquano era célebre por su mal carácter y tenía especial empeño en ser considerado un hombre imposible, por eso muchas veces se dedicaba a hacer teatro, para conservar la fama.
—¿No baja? —preguntó Tommaseo, acercándose sin resuello.
—¿Y para qué voy a bajar? Ya la ha visto usted.
—Debía de ser muy guapa. Un cuerpo maravilloso —dijo el fiscal con los ojos brillantes a causa de la excitación.
—¿Cómo la han matado?
—Un disparo en la cara con un revólver de gran calibre. Está absolutamente irreconocible.
—¿Por qué piensa que ha sido un revólver?
—Porque los de la Científica no han encontrado el casquillo.
—¿Qué ha ocurrido según usted?
—¡Pero si está clarísimo, querido amigo! Bueno pues: la pareja llega a la explanada, baja del coche, recorre el sendero y llega al arenal para ocultarse. La chica se desnuda, y después, una vez terminado el acto sexual... —Se detuvo, se lamió los labios, tragó saliva al pensar en la imagen del acto—. Entonces el hombre le pega un tiro en la cara.
—¿Por qué?
—Bueno, eso ya lo veremos.
—Oiga, pero ¿brillaba la luna?
Tommaseo lo miró desconcertado.
—Verá, no se trataba de un encuentro romántico, la luna no era necesaria, sólo se trataba de...
—Ya he comprendido de qué se trataba, dottor Tommaseo. Pero lo que quiero decir es que en estas últimas noches no brillaba la luna, así que tendríamos que haber encontrado dos cadáveres.
Tommaseo se quedó estupefacto.
—¿Por qué dos?
—Porque, bajando en medio de una oscuridad total por ese senderito, el hombre tendría que haberse desnucado con toda seguridad.
—¡Pero qué me dice, Montalbano! ¡Debían de tener una linterna! ¡Imagínese si no estaban organizados! En fin, yo, por desgracia, debo irme. Ya hablaremos. Buenos días.
—¿Tú crees que fue eso lo que ocurrió? —le preguntó Montalbano a Mimì cuando Tommaseo se fue.
—¡Eso para mí es una de las consabidas fantasías sexuales de Tommaseo! ¿Por qué tenían que bajar al vertedero a echar un polvo? ¡Ahí abajo hay un pestazo que corta la respiración! ¡Y unas ratas capaces de comerte vivo! ¡Podían hacerlo muy bien en esta explanada, que es famosa por la cantidad de gente que viene a follar! Pero ¿no has visto cómo está el suelo? ¡Hay todo un mar de preservativos!
—¿Le has hecho esa observación a Tommaseo?
—Pues claro. ¿Y sabes qué me contestó?
—Me lo puedo imaginar.
—Me contestó que igual esos dos se fueron a follar al vertedero porque, en medio de la mierda, disfrutaban más. El gusto de la depravación, ¿comprendes? ¡Cosas que sólo se le pueden ocurrir a alguien como Tommaseo!
—Muy bien. Pero si la chica no era una puta profesional, es posible que aquí en esta explanada, con tantos coches y con los camiones que pasan...
—Los camiones que se dirigen al vertedero no pasan por aquí, Salvo. Descargan al otro lado, donde hay una pendiente más cómoda que se hizo especialmente para los vehículos pesados.
En la parte superior del sendero apareció la cabeza de Fazio.
—Buenos días, dottore.
—¿Les falta mucho?
—No, dottore; una media hora más.
A Montalbano no le apetecía ver a Vanni Arquà, el jefe de la Científica. Le inspiraba una antipatía visceral, ampliamente correspondida.
—Ya vienen —dijo Mimì.
—¿Quiénes?
—Mira hacia allí —contestó Augello señalando en dirección a Montelusa.
En la carretera de tierra que llevaba al vertedero desde la provincial se estaba levantando una nube de polvo idéntica a un tornado.
—¡Virgen santísima, los periodistas! —exclamó el comisario. Seguro que alguien de Jefatura se había ido de la lengua—. Nos vemos en el despacho —dijo, encaminándose a toda prisa hacia su automóvil.
—Yo vuelvo ahí abajo —repuso Mimì.
La verdadera razón por la cual no había querido bajar al vertedero era que no deseaba ver lo que habría tenido que ver: el cadáver de una chica de poco más de veinte años. Antes le daban miedo los moribundos mientras que los muertos no le causaban la menor impresión. Ahora, de unos años a esta parte, no soportaba la contemplación de muertos asesinados todavía en la flor de la edad. En su interior surgía una rebelión absoluta en presencia de algo que consideraba contrario a la naturaleza, una especie de sacrilegio máximo, aunque el muerto fuera un delincuente y tal vez incluso un asesino. ¡Y no hablemos de los chiquillos! El comisario apagaba inmediatamente el televisor en cuanto el telediario mostraba cuerpos de niños destrozados, muertos a causa de la guerra, el hambre, la enfermedad.
—Es tu paternidad frustrada —había sido la conclusión de Livia, dicha con cierta perversidad, cuando él le comentó la cuestión.
—Jamás había oído hablar de la paternidad frustrada, siempre de la maternidad frustrada —replicó él.
—Si no se trata de paternidad frustrada —insistió Livia—, a lo mejor quiere decir que sufres un complejo de abuelo.
—Pero ¿cómo puedo sufrir un complejo de abuelo si no he sido padre?
—¿Y eso qué tiene que ver? ¿Sabes lo que es un embarazo psicológico?
—Cuando una mujer presenta todos los signos de estar embarazada y sin embargo no lo está.
—Justamente. Lo tuyo es una abuelitis psicológica.
Y, como es natural, la discusión había terminado de mala manera.
Desde la puerta de la comisaría oyó hablar a Catarella, muy alterado.
—No, siñor jefe supirior, el dottori no puede ponerse al teléfono porque
