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2024. “Pasajes sonoros: Escritos sobre música, volumen I” es una colección de escritos sobre acontecimientos musicales: canciones, atmósferas, tradiciones, anécdotas, sinfonías, géneros, voces, mercancías, tecnologías, artefactos,... more
2024. “Pasajes sonoros: Escritos sobre música, volumen I” es una colección de escritos sobre acontecimientos musicales: canciones, atmósferas, tradiciones, anécdotas, sinfonías, géneros, voces, mercancías, tecnologías, artefactos, desplazamientos y sonidos.

Bob Dylan nos acerca a la industria de suvenires de linchamientos del siglo XX. Nueva York es un relato de terror, según la atmósfera que Richard Hell capturó a mediados de la década de 1970, y es una fantasía luminosa de independencia, según Taylor Swift, cuarenta años más tarde. El folklore musical de la región andina central se inventa en estaciones de radio y despachos gubernamentales y se marca como milenario, inmemorial y ancestral a pedido de la industria de identidades nacionales. La música clásica no siempre fue clásica y basta con abrir y cerrar un paraguas frente a un piano para cuestionar su legitimidad. Componer una sinfonía puede conducir al paredón de fusilamiento bajo un régimen totalitario y, por la misma razón, estrenarla en esas condiciones puede convertirla en una leyenda de libertad.

Grupos de garaje-surf bolivianos y peruanos de la década de 1960 escuchan a los Rolling Stones e inventan el punk rock. Que es la música que tocaban las Slits, en el Londres de 1977, reversionando a un cura llamado Michel de Certeau. Un maleante de nombre Pedro Navaja, amparado por las restricciones y las posibilidades de la salsa, pone a prueba las imágenes resbaladizas del tango y todas las representaciones que esas imágenes autorizan.

Hay vanguardia en Berlín, nostalgia en Folly Beach, psicodelia en San Petersburgo, discos olvidados en La Paz y cantores reencontrados en Buenos Aires. Hay imitadores, estrafalarios, tergiversaciones, matanzas, nihilistas, jipis drogones, bandoneones, surfers, canciones tan tontas que son geniales y errores de sistema de iTunes que alcanzan el primer puesto en los rankings musicales. Está Sandro, que nos dice que no deberíamos tomarnos en serio nada de todo esto, y está Joe Strummer, que nos enseña que el futuro no está escrito, y cuando Regina Spektor propone un brindis por las cosas que nos importan, eso hacemos: brindamos por lo que nos importa.

Es un libro entretenido, no pretende enseñar a vivir, no hace quedar mal a las ciencias antropológicas, no hay charlatanería trascendental y, por sobre todo, cuando se trata de música, apuesta no por el cinismo, no por el desdén, sino por dejarse encantar.
2022. En 1922 se publicó Los Argonautas del Pacífico Occidental, la etnografía de Bronislaw Malinowski que sentó las bases de la antropología moderna, hoy convertida en antropología clásica: el canon. Como suele ocurrir con los buenos... more
2022. En 1922 se publicó Los Argonautas del Pacífico Occidental, la etnografía de Bronislaw Malinowski que sentó las bases de la antropología moderna, hoy convertida en antropología clásica: el canon. Como suele ocurrir con los buenos inventos, y la antropología de Malinowski no fue ninguna excepción, hubo allí una combinación de corrientes de pensamiento de época, transformaciones sociales, intereses geopolíticos, malentendidos, suerte, de la buena o de la mala, y un sentido loable de la oportunidad.
2022. Mujeres Creando es un colectivo anarco feminista boliviano. Nació en el mismo momento en el que nacía el riot grrrl. Trayectos diferentes, mismo destino: la naturalización de la cultura legítima.
2022. ¿Se sigue hablando de "la ciencia del hombre" para referirse a la antropología? Las agendas contemporáneas parecerían indicar que no, pero la evidencia documental sugiere lo contrario. O mejor: indica que la elección y uso de... more
2022. ¿Se sigue hablando de "la ciencia del hombre" para referirse a la antropología? Las agendas contemporáneas parecerían indicar que no, pero la evidencia documental sugiere lo contrario. O mejor: indica que la elección y uso de palabras es un poco más embrollada.
2021. Es el viejo problema de las ciencias sociales: ¿existe lo popular más allá del gesto violento que lo suprime y lo confina? Cualquier interrogante sobre lo popular implica una pregunta por algún otro, por lo dominado y lo subalterno,... more
2021. Es el viejo problema de las ciencias sociales: ¿existe lo popular más allá del gesto violento que lo suprime y lo confina? Cualquier interrogante sobre lo popular implica una pregunta por algún otro, por lo dominado y lo subalterno, por lo desplazado, lo subordinado, por una representación social, cultural y política impuesta, una identidad asignada. También envuelve una ausencia: aquello que aparece apartado de la conversación, aquello que no tiene capacidad de nombrarse a sí mismo y que debe ser hablado por alguien más, aquello que está excluido hasta que se lo incorpora con violencia al discurso público. Lo popular no puede hablarse desde lo popular; hablar sobre lo popular es hablar una lengua que no es popular. Supone usar una lengua docta, mediática, académica, institucional, letrada, artística, etcétera, pero siempre distinta, y desigual, a la lengua adscripta como popular. Nombrar lo popular implica la presencia de relaciones de dominación, de hegemonía y de jerarquización, relaciones de explotación, ocultamiento y estratificación.
2021. “Vaxxie” es un neologismo surgido a finales de 2020 para referirse a las fotografías del momento de la vacunación contra Covid-19 que se comparten en redes sociales. Estas imágenes dialogan, continúan y se diferencian de otras... more
2021. “Vaxxie” es un neologismo surgido a finales de 2020 para referirse a las fotografías del momento de la vacunación contra Covid-19 que se comparten en redes sociales. Estas imágenes dialogan, continúan y se diferencian de otras estrategias de comunicación sanitaria que incluyen fotografías y que se volvieron norma durante el siglo veinte. También plantean la pregunta de la pertinencia de estas imágenes en regiones donde el principal problema no es el escepticismo, sino la falta de abastecimiento y las irregularidades de distribución.
2021. Ridgeway es un pequeño pueblo rural del condado de Fairfield, cuarenta kilómetros al norte de Columbia, la capital estatal de Carolina del Sur. No existe ninguna razón para ir a Ridgeway excepto que quieras ir a Ridgeway por alguna... more
2021. Ridgeway es un pequeño pueblo rural del condado de Fairfield, cuarenta kilómetros al norte de Columbia, la capital estatal de Carolina del Sur. No existe ninguna razón para ir a Ridgeway excepto que quieras ir a Ridgeway por alguna razón. El interior está lleno de lugares así. Ésta es sólo una historia acerca de un tipo que una tarde tocó un par de canciones con su guitarra. Era una música toscamente interpretada, repleta de certezas y cavilaciones, de límites y posibilidades. Era una música antigua, no por las fechas de composición de las canciones, sino por el impulso que la dominaba, por los deseos y las frustraciones que la arrastraban. Era una música repleta de personajes superfluos, de seres solitarios, embaucadores, charlatanes, bandidos, moribundos, jóvenes pendencieros en busca de amor, ancianos expulsados de su propia existencia. Era una música acerca de perder: el trabajo, el dinero, las esperanzas, los seres queridos, la libertad, el amor, la suerte, el hogar, la vida. Una música acerca de un hombre exiliado en su propio país, de una cultura desterrada de su propia época. Ocurrió en Ridgeway.
2021. La historia británica marxista de los años sesenta redescubrió al curioso artefacto que manipulaban los antropólogos: la cultura. La "historia desde abajo" volvió la conversación más estimulante. Permitió construir herramientas y... more
2021. La historia británica marxista de los años sesenta redescubrió al curioso artefacto que manipulaban los antropólogos: la cultura. La "historia desde abajo" volvió la conversación más estimulante. Permitió construir herramientas y miradas, ya no sólo directivas. Permitió enseñar a pensar, en lugar de enseñar qué debías pensar.
2020. La película danesa Hævnen se estrenó en agosto de 2010 y al año siguiente ganó los premios Oscar y Globo de Oro en el rubro Mejor película en idioma extranjero. Las representaciones cinematográficas de África, como las de Hævnen,... more
2020. La película danesa Hævnen se estrenó en agosto de 2010 y al año siguiente ganó los premios Oscar y Globo de Oro en el rubro Mejor película en idioma extranjero. Las representaciones cinematográficas de África, como las de Hævnen, son referencias estilísticas que atraviesan géneros: hambre, pobres, negros, militares, polvo, masacres, refugiados y una única salvación, que es buena voluntad de la Europa blanca, urbana y burguesa, bien dispuesta a cumplir los roles que el pasado colonial le reserva.
2020. Kurt Cobain tituló su canción más famosa por una marca de desodorantes para jovencitas. El espíritu adolescente de los años 90 traía microcápsulas especiales y no dejaba manchas blancas en la ropa. La música grunge olía a Brisas de... more
2020. Kurt Cobain tituló su canción más famosa por una marca de desodorantes para jovencitas. El espíritu adolescente de los años 90 traía microcápsulas especiales y no dejaba manchas blancas en la ropa. La música grunge olía a Brisas de California, Rosa Romántica, Talco Suave de Bebé, Frescor Caribeño y Surf del Océano. Todos los que alguna vez escucharon "Smells Like Teen Spirit" lo saben: Kurt Cobain olía a Teen Spirit, el desodorante.

Es fascinante la confianza con la que esta historia se repite en ámbitos tan diversos. Aparece en biografías voluminosas, artículos de diarios y revistas, monografías académicas y entradas enciclopédicas. Conforma una bien extendida tradición oral fogueada durante casi tres décadas por fanáticos, cronistas, oyentes, biógrafos, conocedores, partícipes, reporteros y desprevenidos. No es que la historia sea del todo falsa; es que quizás no sea del todo cierta. Y acaso ahí radique su gracia.
2020. “Están vendiendo postales del ahorcamiento” es la primera línea de “Desolation Row”, la canción de Bob Dylan de 1965. La canción trajo de regreso algo que muchos habían olvidado o que no conocían: la industria de las postales de los... more
2020. “Están vendiendo postales del ahorcamiento” es la primera línea de “Desolation Row”, la canción de Bob Dylan de 1965. La canción trajo de regreso algo que muchos habían olvidado o que no conocían: la industria de las postales de los linchamientos. Durante medio siglo, cualquier buen linchamiento en Estados Unidos debía cerrarse con una foto. Como en una boda. O una inauguración de obra pública. La foto de los linchados y los linchadores se imprimía en postales. Y las postales se vendían, se regalaban, se coleccionaban. El linchamiento al que se refería el joven Dylan ocurrió en 1920 en Duluth, Minnesota, su ciudad natal. Un siglo más tarde, Minnesota volvió a las agendas públicas no por postales de linchamientos sino por videos de tipos negros bajo rodillas de tipos blancos. Lo cual es, por supuesto, una casualidad. O quizás no lo sea.
2020. Folly Beach es una pequeña localidad isleña de la costa atlántica del condado de Charleston, Carolina del Sur, en el sur profundo de Estados Unidos. Tiene unos 2700 residentes permanentes y está unida a tierra firme por un único... more
2020. Folly Beach es una pequeña localidad isleña de la costa atlántica del condado de Charleston, Carolina del Sur, en el sur profundo de Estados Unidos. Tiene unos 2700 residentes permanentes y está unida a tierra firme por un único puente. Dicen que por situarse en una isla barrera, un cordón de arena largo y estrecho en paralelo a la costa continental, Folly Beach es “el borde de América”, si por “América” se entiende Estados Unidos y su idea hiperbólica de nación. Es un buen eslogan para imprimir en remeras y calcomanías. Y Folly Beach está repleto de eslóganes impresos en remeras y calcomanías.

Dicen también que Folly Beach es el último pueblo costero auténtico de América. Otro buen eslogan. “Auténtico” significa, aquí, excepcionalmente adaptado al mercado de la nostalgia. O del retro, más bien, porque la nostalgia es una demanda imposible de ser satisfecha por el mercado. Desde Coney Island, en Brooklyn, hasta lo más profundo del sur del país, montones de localidades costeras apuestan a representar en el espacio público la añoranza compartida por un pasado al que se percibe como más honesto, sencillo y encantador. Apuntan, como escribió Maxine Swann en su novela Niños hippies a propósito de otra cosa, a replicar un mundo que se ha ido. Un mundo que era perfecto. Porque era el mundo antes de que el mundo cambiara.
Las islas tienen muchos mitos fundacionales. Tal vez sea así porque los límites físicos se imponen con brutalidad y exponen la necesidad de levantar puentes antes que muros. Los isleños saben cómo resguardar sus mitos, cómo inventarlos y convertirlos en narraciones coherentes para ellos mismos y para los demás. Pronto aprenden a vivir en esos mitos.

En Folly Beach existe una delicada conjugación entre lo heredado por la comunidad y lo soñado por cada individuo. Una conexión entre las raíces y la imaginación que da por resultado la fantasía de una playa en la que te sentirás siempre bienvenido y en casa.

El destino común de los pueblos costeros depende de las decisiones, las convicciones y los deseos de cada uno de sus habitantes. Una mala temporada veraniega, una inundación o un huracán afectan a todo el mundo. Cada acción individual se experimenta como una intervención pública absoluta, una compleja modalidad de participación política: el color de la fachada y la tipografía del letrero de una tienda resguardan, alteran o atentan contra la identidad de la comunidad. Por eso los relatos colectivos tienden a volverse asuntos personales y los testimonios individuales asumen una función pública.
“Nosotros, los normales” (IndieLibros, 2019) es un libro acerca de la música de GG Allin y de cómo esta música, y los símbolos y los gestos provocados por esta música, instauraron nuevas normalidades cotidianas sin que apenas nos diéramos... more
“Nosotros, los normales” (IndieLibros, 2019) es un libro acerca de la música de GG Allin y de cómo esta música, y los símbolos y los gestos provocados por esta música, instauraron nuevas normalidades cotidianas sin que apenas nos diéramos cuenta. La pregunta es cómo una música particularmente mala y orillera, impulsada por el racismo, la xenofobia, la pedofilia, la coprofilia y la misoginia, por la llamada al asesinato, a la violación y al abuso de menores, consiguió ―si es que lo hizo, y la premisa es que sí― volverse cultura aceptada. Cultura legítima. Parte de la silenciosa familiaridad de los actos diarios. Pero también objeto de celebración: de diferencia.

“Incluso la peor pesadilla que uno imagine para acorralar y estremecer al público (golpearlo con una botella, romperle la nariz, arrojarle mierda) conseguirá, a lo sumo, ampliar las opciones de lo que el mercado tiene para ofrecer y de lo que los consumidores pueden elegir”, se lee hacia la mitad de este libro. En los Estados Unidos de los años 80 y 90 del siglo XX, GG Allin hizo todo eso y mucho más. Allin es una figura menor, acaso demasiado menor, en la historia de la música del siglo XX. Si merece la pena detenerse en él es porque consiguió representar de manera brutal y cristalina el problema de cómo comportarse frente a los límites del discurso musical: cómo dominar una tradición y qué hacer una vez que se la ha dominado, si ampliarla, desconocerla o destrozarla, y qué significan exactamente cualquiera de estas alternativas.

No importa si nunca escuchaste esas canciones. Mejor si no lo hiciste, pocas valen la pena. Tampoco importa si nunca oíste hablar de GG Allin; el tipo era un pelmazo y deberíamos haberlo dejado atrás hace mucho, pero no lo hicimos (todavía aparece en tesis universitarias, documentales, cancioneros de karaokes turísticos, en el libro que estás por leer). Lo que sí importa es que, en tu vida cotidiana, estás asumiendo como espacios de libertad algunas de las restricciones generadas por las transgresiones surgidas a partir de esa música. Ésa es la hipótesis.

Transgredir prohibiciones es una banalidad. Sucede todo el tiempo. Tenemos reglas previstas por ritos, por costumbres, por géneros discursivos y por acuerdos de sentido para contener, crear, distribuir, vender y consumir transgresiones. Si la prohibición dice “No hagas eso”, la transgresión le responde: “Yo hago lo que quiero”. Y lo dice en conformidad con un conjunto de reglas bien constituidas para que algo así pueda ser dicho.

GG Allin fue una excepción a las reglas, y a la vez, un principio de reglamentación para todas las demás excepciones. Un recordatorio, tan pertinente para la música de punk rock y para cualquier otra música de tradición popular, de que si fuiste capturado por los lenguajes de época, atrapado por los imperativos del poder, entonces, tal vez, no eras tan radical como pensabas.

https://www.bajalibros.com/AR/Nosotros-los-normales-GG-Ailli-Marcelo-Pisarro-eBook-1744047
2019. Vivimos en una sociedad archivada. Mejor aún, una sociedad digitalmente archivada. Nuestros dispositivos electrónicos (computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes, pantallas de todo tipo) nos dan acceso a infinidad de carpetitas... more
2019. Vivimos en una sociedad archivada. Mejor aún, una sociedad digitalmente archivada. Nuestros dispositivos electrónicos (computadoras, tabletas, teléfonos inteligentes, pantallas de todo tipo) nos dan acceso a infinidad de carpetitas amarillas que, a su vez, contienen otra infinidad de carpetitas amarillas en las que archivamos ―nosotros o alguien más― una innumerable cantidad de documentos. Toda clase de documentos: fotos, libros, canciones, películas, artículos de periódicos, la tarea de la escuela, clases de la universidad, el papeleo impositivo, estudios médicos, contactos, conversaciones, videos, correspondencia, rutinas de ejercicios físicos, declaraciones de amor, lo que se imaginen. Y ni siquiera deben imaginarlo, sólo tienen que echar un vistazo a sus archivos.

Todo está ahí, en esas abultadas carpetitas amarillas. Al menos eso creemos: que efectivamente todo está ahí. En el disco rígido, en la nube, el chip, en esa cosa que ya parece tan natural como los árboles y las estrellas llamada internet. Uno de los rasgos de nuestra sociedad archivada es que aquello que no está guardado en las carpetitas amarillas, aquello que no está digitalizado y en línea, parece no existir. No lo tenemos en cuenta. Lo ignoramos.

Los archivos tradicionales no sólo deben enfrentarse con sus dificultades habituales (recortes de presupuesto, falta de personal calificado y de mobiliario idóneo, instrumentos de descripción inadecuados, desmembramiento de fondos documentales) sino encontrar un lugar en esta realidad digitalizada. Ser capaces de suplir la demanda de acceso inmediato a la información, pero también de organizarla, de sistematizarla, de interpretarla. De encontrar una voz clara en un espacio atestado de gritos desperdigados.
2018. A comienzos del siglo XXI, los canales televisivos globales especializados en documentales de divulgación científica, tecnológica y cultural cambiaron su género predominante, inclinándose de manera casi exclusiva por el formato de... more
2018. A comienzos del siglo XXI, los canales televisivos globales especializados en documentales de divulgación científica, tecnológica y cultural cambiaron su género predominante, inclinándose de manera casi exclusiva por el formato de reality show. Si antaño se imponían diferencias identitarias entre consumidores de documentales de canales como History o Discovery, y consumidores de shows de telerrealidad de televisión abierta, hacia la segunda década del siglo XXI estas categorías estaban perimidas. La primacía del reality show y de las pseudociencias en canales antaño entregados a la noción de “objetividad” nos habla de una nueva manera de comprender las construcciones cotidianas de la realidad y de los hechos empíricos.
2018. Cada 7 de febrero se celebra, en Humahuaca, Jujuy, norte de Argentina, el Día del Carnavalito. La fecha conmemora la muerte del guitarrista porteño Edmundo P. Zaldívar (h.), quien, cuando tenía 24 años, compuso por encargo para la... more
2018. Cada 7 de febrero se celebra, en Humahuaca, Jujuy, norte de Argentina, el Día del Carnavalito. La fecha conmemora la muerte del guitarrista porteño Edmundo P. Zaldívar (h.), quien, cuando tenía 24 años, compuso por encargo para la radio para la cual trabajaba una canción que cambió el mapa musical del norte argentino e inventó una tradición folklórica: “El Humahuaqueño”.

El folklore es un artefacto propio de los modernos estados nacionales; como tal, asume sus mañas. La principal, su origen objetivamente reciente en contraste con la antigüedad subjetiva que se le asigna. Es corriente que el folklore, en especial el del noroeste, se adjetive como ancestral, milenario e inmemorial. Se lo fabricó de ese modo: para que se hundiera en un pasado remoto y nebuloso, en ese tiempo mítico siempre maleable en el que se pierden todas las narraciones nacionales.

En ese tiempo, un musicólogo recogía canciones a las que vinculaba con culturas en extinción, les quitaba las partes complejas, alteraba su estructura para eliminar las formas asimétricas, prescindía de los instrumentos locales y las transcribía en una partitura para piano que se usaba en la clase escolar y en el espectáculo de ballet. Luego esta música, ya adaptada al gusto urbano, inserta en el mercado del entretenimiento de masas y en la industria de “ídolos populares”, componente del proyecto estético y moral de las élites conservadoras, libre de actores sociales e identidades históricas indeseables, pensada explícitamente como representación de otra cosa, volvía a los espacios que representaba y ocupaba el lugar de su representación.
2018. El Rally París-Dakar nació en 1978 como puesta en escena de las aventuras de exploración colonialista del periodo de entreguerras. Los corredores salían de París y marchaban 10.000 kilómetros a campo traviesa hasta Dakar, capital de... more
2018. El Rally París-Dakar nació en 1978 como puesta en escena de las aventuras de exploración colonialista del periodo de entreguerras. Los corredores salían de París y marchaban 10.000 kilómetros a campo traviesa hasta Dakar, capital de Senegal. Los guiños narrativos resultaban traslúcidos: el viajero que abandona el centro urbano y cosmopolita de la moderna civilización europea para sumergirse en el territorio exótico y subalterno de las antiguas colonias africanas. El viaje suponía un desplazamiento por un espacio cultural discontinuo y estanco. Se dejaba un universo concluso y cerrado (“París”) y se ingresaba en otro universo igualmente concluso y cerrado (“África”). En 2009 la aventura colonialista encontró un nuevo espacio homogéneo y subordinado: “Latinoamérica”. Y Bolivia peleó durante años para ser parte del trayecto. Esto produjo problemas, disputas, choques: el país que en el siglo XXI se hizo fuerte con el lenguaje de la descolonización, abrazó como gesto patriótica nacional que el Dakar se corriera en su tierra. Con un caso testigo en Tarabuco, Chuquisaca, el texto se pregunta qué es, en la Bolivia del siglo XXI, en la Bolivia de Evo Morales, la identidad de un grupo étnico originario.
2017. La Confederación colapsó hace un siglo y medio. Duró sólo cuatro años, entre 1861 y 1865, cuando once estados sureños proclamaron la secesión y se desató la guerra civil entre el Sur y el Norte. Uno de los móviles, acaso el... more
2017. La Confederación colapsó hace un siglo y medio. Duró sólo cuatro años, entre 1861 y 1865, cuando once estados sureños proclamaron la secesión y se desató la guerra civil entre el Sur y el Norte. Uno de los móviles, acaso el principal, fue el futuro de la esclavitud. En el norte, en la Unión, pugnaban por la abolición; en el sur, en la Confederación, se intentaba proteger una forma de vida que dependía de ella. Lo resolvieron a los tiros.

Es un caso de memoria selectiva, pero también de olvido selectivo. “Si la memoria común de la guerra es que se trató acerca de la esclavitud ―escribió hace unos años Alfred L. Brophy, profesor de leyes en la Universidad de Alabama―, las acciones de aquellos que pelearon contra la Unión parecen inmorales. Sin embargo, si la miramos como una lucha por la autodeterminación política, como personas honorables peleando por su patria, tenemos un sentido muy diferente de la guerra”.
Hubo dos picos de producción de monumentos de esta memoria confederada heroica, blanca, romántica, tradicionalista y rebelde. El primero fue a comienzos del siglo XX, cuando las leyes Jim Crow de segregación racial de los estados sureños acorralaron cualquier intento de integración de los afroamericanos; el otro pico fue en la década de 1960, cuando los movimientos por los derechos civiles pugnaban por la desegregación racial en el sur, particularmente en las escuelas. La memoria confederada era un dique de contención, un desafío, un artilugio para vincular una historia legitimada con una identidad amenazada.

Las banderas de guerra aparecieron en esta misma época. Durante un siglo habían permanecido confinadas en museos, cementerios y dramones históricos al estilo Lo que el viento se llevó. En los años 50 y 60 emergieron como respuesta regional a la apertura racial. Empezaron a flamear en espacios oficiales (como el capitolio de Columbia, en 1961); el diseño se sumó a las banderas estatales (como en Georgia, en 1956). Este sentido del símbolo (tuvo otros: simplemente era un objeto cool) comprometía al presente: una afirmación de hegemonía blanca ante los desafíos propuestos por los movimientos civiles y por las leyes federales.
2017. Donald Trump es el primer presidente blanco de Estados Unidos. Lo es en el mismo sentido en que Barack Obama fue el primer presidente negro. Por segunda vez en la historia estadounidense, la raza del candidato presidencial jugó un... more
2017. Donald Trump es el primer presidente blanco de Estados Unidos. Lo es en el mismo sentido en que Barack Obama fue el primer presidente negro. Por segunda vez en la historia estadounidense, la raza del candidato presidencial jugó un papel central en la distribución de votos, rechazos y simpatías, en el modo en que se suponía que un ciudadano debía comportarse por pertenecer a una raza y no a otra. Desde George Washington, en 1789, hasta George W. Bush, en 2009, todos los presidentes (y quienes compitieron con chances reales por el cargo) fueron varones blancos. Los votantes blancos elegían presidentes blancos y las minorías sólo estaban ahí para darle color al escrutinio; esto era un hecho naturalizado de la vida política hasta que dejó de serlo. Un presidente negro, un electorado latino capaz de balancear los comicios hacia un lado o hacia el opuesto, exigieron un nuevo escenario: la conversión de la identidad racial blanca en programa político blanco.
2017. El jazz se inventó en 1917. La afirmación es discutible, por no decir desacertada, pero la opinión de las personas que estuvieron allí también cuenta. Es que la canción “Livery Stable Blues” de la Original Dixieland Jass Band se... more
2017. El jazz se inventó en 1917. La afirmación es discutible, por no decir desacertada, pero la opinión de las personas que estuvieron allí también cuenta. Es que la canción “Livery Stable Blues” de la Original Dixieland Jass Band se publicó en marzo de 1917 y, por convención, arbitraria como toda convención, obtuvo la medalla de primera grabación comercial de jazz. La banda venía de Nueva Orleans, Louisiana, en el sur de Estados Unidos, pero había obtenido cierto reconocimiento en los clubes de Chicago y Nueva York, en el norte, donde estaban la fama, los contratos y el dinero. Nadie en Nueva Orleans consideraba a ese sonido una primicia; hacía décadas que se lo escuchaba en las calles, las casas y las cantinas. Un siglo más tarde, en Nueva Orleans, el jazz es cultura hegemónica: puede darte oxígeno al igual que puede asfixiarte. El jazz es capaz de edificar un universo concluso y estático en el que cada uno desempeña un papel más o menos previsible. También es capaz de crear los puentes de fuga.
2017. En 1961 se publicó The Death and Life of Great American Cities, libro traducido al español como Muerte y vida de las grandes ciudades. La autora era periodista, ensayista y activista; se llamaba Jane Jacobs. La primera oración de la... more
2017. En 1961 se publicó The Death and Life of Great American Cities, libro traducido al español como Muerte y vida de las grandes ciudades. La autora era periodista, ensayista y activista; se llamaba Jane Jacobs. La primera oración de la primera página sugiere que no se andaba con rodeos: “Este libro es un ataque contra el actual urbanismo y la reconstrucción urbana”. Jacobs vivía en el Greenwich Village de Manhattan y ese mismo año, en 1961, se opuso a que Robert Moses, el “maestro constructor” que esculpió el perfil moderno de Nueva York entre 1930 y 1970, concretara su proyecto de demoler parte de su vecindario para erigir otra autopista. De ese libro y de esa intervención pública se dijo, todavía se sigue diciendo, que cambiaron el curso del urbanismo del siglo XX.

Jane Jacobs nació en 1916 y falleció en 2006. Durante 2016 se realizaron homenajes por el centenario de su nacimiento en todas las grandes ciudades del planeta. Se celebró la historia y el mito, la imposibilidad de mantenerlos por separado. Hay una historia: Muerte y vida de las grandes ciudades, su primer libro, es uno de los ensayos más influyentes del urbanismo del siglo XX, una crítica rabiosa contra “las ideas ortodoxas” de la modernidad. Cuando Charles Jencks hizo escuela al afirmar que la arquitectura moderna había muerto en 1972 con la demolición del complejo habitacional Pruitt-Igoe, aclaró que eso ocurrió “después de diez años de ser azotada por críticos como Jane Jacobs”. El libro se publicó cuando el paradigma moderno comenzaba a desmoronarse a la espera de la próxima novedad: la posmodernidad, si no hay otra manera de llamarla.

Los paradigmas urbanísticos contemporáneos (espacios comunales, disminución de tráfico vehicular, preservación del patrimonio histórico, medios de transporte alternativos, economías locales, reciclaje, etc.) tienen algo del libro de Jacobs, incluso en lo negativo, pues también ella estaba cargada de buenas intenciones. El infierno que provocó, al menos en Greenwich Village, fue la elitización residencial: la gentrificación convirtió al barrio en uno de los más costosos y exclusivos de Estados Unidos.
2016. Una aproximación a las asimetrías económicas, raciales y sociales envueltas en la festividad de Halloween, tal como se la celebra en un barrio de clase media acomodada de Columbia, capital de South Carolina, sur de Estados Unidos.... more
2016. Una aproximación a las asimetrías económicas, raciales y sociales envueltas en la festividad de Halloween, tal como se la celebra en un barrio de clase media acomodada de Columbia, capital de South Carolina, sur de Estados Unidos.  Halloween no es una celebración homogénea y uniforme, un paquete de significación compacto y sin fisuras. Es una festividad en permanente negociación, impugnación y debate. Habita una zona de contacto, en el sentido que Mary Louise Pratt le asigna al concepto: “Espacios sociales donde culturas dispares se encuentran, chocan y se enfrentan, a menudo dentro de relaciones altamente asimétricas de dominación y subordinación”. En el sur profundo, adquiere sus propias formas de exclusión y de subordinación.
2016. En junio de 2015 un muchacho de 21 años llamado Dylann Roof asesinó a balazos a nueve personas afroamericanas en la iglesia episcopal Mother Emanuel de la ciudad costera de Charleston, South Carolina. El objetivo, dijo, era iniciar... more
2016. En junio de 2015 un muchacho de 21 años llamado Dylann Roof asesinó a balazos a nueve personas afroamericanas en la iglesia episcopal Mother Emanuel de la ciudad costera de Charleston, South Carolina. El objetivo, dijo, era iniciar una guerra racial. Lo que provocó, más bien, fue una guerra simbólica: una discusión sobre el significado de los símbolos de la vida pública e histórica del sur estadounidense. Denmark Vesey, la bandera de guerra de la confederación, todos esos símbolos salieron a la luz pública. Y fueron debatidos en las calles, en las aulas, en las páginas de los diarios.

Todo símbolo es una convención social, un acuerdo de sentido sometido a disputas por el control de su significación: cosas hechas, cosas que pueden deshacerse. Los símbolos generaron violencia real, material, produjeron disparos y muertos reales, pero pronto esos hechos fueron devueltos con más virulencia hacia el terreno de los símbolos y los hicieron tambalear, caer al suelo, destrozarse. Y según lo que les exigen a la historia y lo que la historia les exige a ellos, los símbolos que se destrozan contra el suelo producen más ruido que un disparo en una iglesia. Incluso que decenas de disparos en una iglesia.
2016. Yavi está a 16 kilómetros de La Quiaca, en la Puna, en la provincia de Jujuy, norte de Argentina, justo en la línea fronteriza con Bolivia, a más de 3500 metros de altura sobre el nivel del mar. Las doctrinas son grupos de personas... more
2016. Yavi está a 16 kilómetros de La Quiaca, en la Puna, en la provincia de Jujuy, norte de Argentina, justo en la línea fronteriza con Bolivia, a más de 3500 metros de altura sobre el nivel del mar. Las doctrinas son grupos de personas que vienen desde las comunidades agrícolas y pastoriles cercanas a Yavi, entonando cantos que remedan lamentos, para la celebración de la misa por el Viernes Santo, en la iglesia de San Francisco, y del posterior viacrucis por el pueblo, que se extiende durante toda la noche y concluye al amanecer. Hasta la década de 1960 se celebraban festividades similares en otros pueblos del altiplano (Iruya, Susques, Cochinoca, Santa Victoria), pero los viejos murieron y los jóvenes perdieron el interés, los cantos se olvidaron y nadie escribió otros nuevos, los pobladores pasaron la página, se desentendieron. Hace apenas medio siglo que las doctrinas se asocian exclusivamente con Yavi y hace muchos menos años que la burocracia gubernamental comenzó a incentivar la celebración porque se trata de un método para figurar en el trazado cartográfico de la cultura regional y nacional.
2015. “Spoiler” es el nombre de la información no requerida que adelanta partes importantes de un relato de ficción, de aquellos elementos que el semiólogo Roland Barthes, en Introducción al análisis estructural del relato, su ensayo de... more
2015. “Spoiler” es el nombre de la información no requerida que adelanta partes importantes de un relato de ficción, de aquellos elementos que el semiólogo Roland Barthes, en Introducción al análisis estructural del relato, su ensayo de 1966, llamaba “funciones cardinales”: los “nudos del relato” que inauguran o concluyen una incertidumbre. En su acepción contemporánea, el spoiler se vincula con el renacimiento y la renovada legitimidad del serial televisivo del siglo XXI y con la posibilidad de romper los patrones de consumo vigentes hasta hace apenas una década o dos.

El miedo al spoiler ―el miedo a no consumir de modo correcto el producto, a no obtener la plena satisfacción prometida por toda mercancía― surge cuando el show televisivo ya no está atado a cierta hora de un día de la semana y puede consumirse cuando el espectador lo disponga. Este espectador que traza su propio recorrido convive con otros espectadores que trazan sus propios recorridos y desintegran las nociones de espacio como pieza fija en un territorio demarcado por límites políticos y geográficos. Los efectos de los soportes mundializados de información e interacción son difíciles de controlar. La amenaza acecha en cualquier enlace, texto e imagen.
2015. ¿Cómo se relacionan el saqueo y la guerra con la eficacia biológica? ¿Es posible mantener las viejas relaciones? La antropología permite acercarse de esta manera a los conflictos de otredades lejanas y distantes, pero se vuelve más... more
2015. ¿Cómo se relacionan el saqueo y la guerra con la eficacia biológica? ¿Es posible mantener las viejas relaciones? La antropología permite acercarse de esta manera a los conflictos de otredades lejanas y distantes, pero se vuelve más problemático cuando las categorías recaen sobre las sociedades de quienes arrojan las categorías.
2015. Instagram es un ingenio diseñado para capturar imágenes a través de la cámara del teléfono y compartirlas en esa red o en otras. Acaso su rápido crecimiento indica itinerarios culturales y pautas de consumo ajustados a la fotografía... more
2015. Instagram es un ingenio diseñado para capturar imágenes a través de la cámara del teléfono y compartirlas en esa red o en otras. Acaso su rápido crecimiento indica itinerarios culturales y pautas de consumo ajustados a la fotografía de la segunda década del siglo XXI. O acaso sugiere otra versión de un juego tan archisabido como la fotografía misma: “Fotografiar es apropiarse siempre de lo fotografiado”, escribió la ensayista Susan Sontag en la década de 1970. Por más que lo fotografiado y lo apropiado sean los fideos con tuco del almuerzo o la siesta del gato. Las fotografías de Instagram tienen formato cuadrado, como en las cámaras instantáneas de Kodak y Polaroid remedadas en su logo. Y tienen filtros y marcos que les dan su aspecto amarillento. Lo que no poseen es su excepcionalidad (la constancia fotográfica de los sucesos que rompen con lo cotidiano), y tampoco la legitimidad del paso del tiempo. Para eso están los filtros, como si lo instantáneo hubiera pasado de las propiedades del rollo auto-revelable a la capa de nostalgia (lo encantador, lo triste, lo inocente, lo sincero) que se le echa encima a lo ordinario: las compras del supermercado, el perro tendido en un rincón de la casa, el viaje diario en colectivo rumbo al trabajo o la escuela.
2014. El antropólogo brasileño Roberto DaMatta publicó su libro "Carnavais, malandros e heróis" en 1979. Tiene un artículo que hizo escuela, “Você sabe com quem está falando?”, y que dio pie a otro artículo que también hizo escuela, “¿Y a... more
2014. El antropólogo brasileño Roberto DaMatta publicó su libro "Carnavais, malandros e heróis" en 1979. Tiene un artículo que hizo escuela, “Você sabe com quem está falando?”, y que dio pie a otro artículo que también hizo escuela, “¿Y a mí, qué me importa?”, del politólogo argentino Guillermo O’Donnell, que apareció como paper en 1984, luego compilado en "Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización", libro de 1997. DaMatta examinaba esa interpelación que oía en las ríspidas interacciones de Río de Janeiro, interacciones que revelaban agudas jerarquizaciones sociales: “Você sabe com quem está falando?” (¿Vos sabés con quién estás hablando?), preguntaba el sujeto de una posición jerárquica superior al sujeto de una posición jerárquica inferior. Lo que seguía a esa pregunta era un silencio. En Buenos Aires, dijo O’Donnell en 1984, había oído expresiones similares: “¿Usted quién se cree que soy yo?”, sólo que lo que seguía no era un silencio sino otra pregunta: “¿Y a mí qué mierda me importa?”.

Es un tema de jerarquías, y lo interesante es que en Buenos Aires, al mandar a la mierda al interlocutor, la jerarquía se ratifica en el mismo momento en que se la impugna. Se la certifica de la manera más irritante para el “superior” (se lo manda a la mierda), pero de todos modos se la valida. Se la cuestiona, pero se la autoriza. Se la ensucia, pero se la reconoce.
2013. La poesía llamada “popular” es una poesía híbrida. Eso escribió el historiador Antonio Sánchez Romeralo en El villancico. Estudios sobre la lírica popular en los siglos XV y XVI, su libro de 1969. Propuso que frente a la tesis... more
2013. La poesía llamada “popular” es una poesía híbrida. Eso escribió el historiador Antonio Sánchez Romeralo en El villancico. Estudios sobre la lírica popular en los siglos XV y XVI, su libro de 1969. Propuso que frente a la tesis romántica (todo en la poesía popular es obra del pueblo) y frente a la tesis anti-romántica (el pueblo no crea), el villancico recordaba que poco o nada puede explicarse sin el auxilio entre lo letrado y lo iletrado: “El villancico viene de no sabemos dónde; viene desde no sabemos bien cuándo. No conocemos apenas sus orígenes ni su historia. Todo es misterioso en torno a esta canción, a esta poesía. Pero es antigua; ha vivido largo tiempo en la memoria de las gentes; los padres se la han ido dejando a sus hijos, y así a lo largo de generaciones. Su estilo se ha ido formando en este largo e ignorado proceso de conservación, repetición, ajuste y recreación”.

Romeralo estaba hablando de conservar la memoria de una manera específica. Sócrates ―el personaje de Platón― atacaba la escritura con una fábula o un mito, esto es, un discurso típicamente oral. La escritura amenazaba la memoria; la herencia oral evitaba el olvido. Hoy esta idea suena extraña, tan extraña como sonaba la escritura antes de su difusión cultural: cuando pudo archivarse, de manera más o menos permanente, el hecho fáctico y documentado de que no sabemos bien dónde ni cuándo surgieron las poesías que leemos y las canciones que cantamos.
La construcción histórica y política "Occidente" le debe más de lo que dice a la construcción histórica y política "Oriente". Los reclamos son justos. Pero a veces se pasan de la raya.
2013. Gregor Johann Mendel nació en 1822 en una granja de Heizendorf, un pueblito que formaba parte del Imperio Austrohúngaro, y que hoy, gracias a las arbitrariedades de la geopolítica, se llama Hynčice, es parte de la República Checa y... more
2013. Gregor Johann Mendel nació en 1822 en una granja de Heizendorf, un pueblito que formaba parte del Imperio Austrohúngaro, y que hoy, gracias a las arbitrariedades de la geopolítica, se llama Hynčice, es parte de la República Checa y tiene una población de 232 habitantes repartidos en 58 viviendas. Estudió tres años en la Universidad Palacký de Olomouc y otros dos en la Universidad de Viena. Se instruyó en filosofía, física y matemática; no consiguió el título de profesor que buscaba y se recluyó en la abadía de Santo Tomás de Brünn, Imperio Austrohúngaro, luego Brno, Checoslovaquia, y hoy Brno, República Checa. En Santo Tomás dictó clases, en especial de física, y en 1867 fue nombrado abad. Falleció casi veinte años más tarde, en 1884, a causa de una nefritis crónica. El compositor checo Leoš Janáček tocó el órgano en su funeral.

Esto pudo haber sido todo: una nota al pie de página en la biografía de Janáček. Sin embargo, estaban los guisantes. Entre 1856 y 1863 Mendel experimentó con unas 29.000 plantas de arvejas que sembró y manipuló en el jardín del monasterio. Las cultivó, vio crecer, las cruzó; tomó notas, hizo cálculos, trazó hipótesis, las confirmó, las refutó. Repitió todo desde el comienzo. Así, durante años.

Su trabajo lo cambió todo. La idea de mezcla se sustituyó por el concepto de unidad y esta conclusión revolucionó el conocimiento de la vida. Lo notable es que Mendel obtuvo estos resultados con arvejas, papel, lápiz, matemática y paciencia. La primera novedad fue que se resolvía el gran dilema teórico del siglo XIX, el funcionamiento del mecanismo de la herencia. La segunda novedad fue que la conclusión resultó del tratamiento matemático de un problema biológico.

El 8 de febrero de 1865 Mendel leyó la primera parte de sus conclusiones en la Sociedad de Historia Natural de Brünn en Moravia; completó la lectura el 8 de marzo. Habló de las arvejas y del 9:3:3:1, de las características dominantes y recesivas, de los homocigotos y los heterocigotos. Nadie entendió qué decía ese cura. Sus colegas no lo trataron de hereje ni de chiflado; no propusieron expulsarlo de la sociedad por charlatán ni quemarlo en una pira. Sólo no lo comprendieron, miraron para otro lado, se rascaron la cabeza, bostezaron. Al año siguiente, de todas maneras, la monografía se publicó bajo el título de “Experimentos sobre hibridación de plantas”. Quedó a resguardo en algunas bibliotecas europeas, juntando polvo en el último estante de la estantería.
2013. La creencia se prolongó durante cientos de años en Francia e Inglaterra. Ya estaba presente en el siglo XI y no raleó hasta comienzos del siglo XIX. Nadie tenía razones para dudar de ella. Simplemente así era como funcionaban las... more
2013. La creencia se prolongó durante cientos de años en Francia e Inglaterra. Ya estaba presente en el siglo XI y no raleó hasta comienzos del siglo XIX. Nadie tenía razones para dudar de ella. Simplemente así era como funcionaban las cosas del mundo: los reyes poseían la facultad de curar escrófulas, una infección que afecta los ganglios linfáticos y a la que se conocía ―cuando nadie pensaba en antibióticos ni en microrganismos patógenos― como “el mal del rey”. El rey tocaba al enfermo, hacía la señal de la cruz, y el enfermo se curaba. Este don no pertenecía a un rey en particular, sino que cualquiera que accedía al trono obtenía esta facultad milagrosa de sanación.

El historiador francés Marc Bloch publicó su libro Los reyes taumaturgos en 1924. Es uno de los más grandiosos libros de historia escritos en el siglo XX. Hay un aspecto que atañe a la historiografía: Bloch estudió un tema “menor” que hasta entonces quedaba marginado del campo de la historia; abarcó un lapso de tiempo enorme; utilizó materiales y fuentes hasta ese momento marginadas del estudio académico de la historia; posiblemente inauguró con ese libro la “historia de las mentalidades” o la “historia de la conciencia”; y quizás inauguró también una disciplina académica, la “antropología histórica” o la “historia antropológica”.

Bloch fue uno de los historiadores más importantes del siglo XX, aunque se haya desentendido del siglo XX cuando éste ni siquiera había llegado a la mitad. Junto a su colega Lucien Febvre fundó, en 1929, Annales d'histoire économique et sociale, la publicación académica que definió el modo de hacer historia en Francia y en buena parte de las academias occidentales. Escribió libros esenciales, como La sociedad feudal (1939) y La historia rural de Francia (1931), y otros pequeños y hermosos, como Extraña derrota (1940). Bloch había nacido en 1886. Peleó en la Primera Guerra Mundial, obtuvo el grado de capitán y una cruz de guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando ya era un reconocido historiador de 53 años, decidió enrolarse de nuevo para participar de la resistencia francesa contra la ocupación nazi. En junio de 1944 murió en el paredón de fusilamiento por orden de la Gestapo.
2013. Los discursos acerca de la diversidad cultural siguen siendo profundamente territoriales y estancos. Las culturas se entienden como entes cerrados y coherentes, sin posibilidad de diálogos ni fugas, sin negociaciones, relaciones,... more
2013. Los discursos acerca de la diversidad cultural siguen siendo profundamente territoriales y estancos. Las culturas se entienden como entes cerrados y coherentes, sin posibilidad de diálogos ni fugas, sin negociaciones, relaciones, pérdidas y préstamos. Estas miradas provocan traspiés a la hora de entender, no sólo los parámetros de valoración diferentes, sino los propios.

En general hay tres elementos que se prestan a confusión. El primero es la identificación de uno con su propia cultura; el segundo es la comprensión de aquél que tiene otra cultura; el tercero, los parámetros a través de los cuales juzgamos a todas estas culturas. Poco importa ahora cómo se defina “cultura”. Hace cuarenta años, cuando publicó su libro La interpretación de las culturas, el antropólogo Clifford Geertz dijo que ese “todo sumamente complejo” del que se había servido el pionero E. B. Tylor en 1871 para definir “cultura” oscurecía más de lo que aclaraba. Que había tantas definiciones de la cultura como personas que se dedicaban a estudiarla; que “el eclecticismo es contraproducente no porque haya únicamente una dirección en la que resulta útil moverse, sino porque justamente hay muchas y es necesario elegir entre ellas”.

En la vida cotidiana no suele ser necesaria la elección. Todos parecemos entender qué es una cultura y la idea que nos hacemos de ella no difiere mucho del “todo sumamente complejo” del evolucionista Tylor. Esas culturas pueden ser descriptas de manera aceptablemente objetiva, por más paladas de tierra epistemológica que se hayan arrojado sobre la objetividad. Esas gentes creen en esto, comen aquello otro, bailan estos bailes, cantan estas canciones, se aparean según estas reglas, se identifican con tal derrotero histórico y se autorretratan de tal manera. Sin embargo, alertó el semiólogo Umberto Eco, una cosa es decir que algo es una cultura y otra distinta decir sobre la base de qué parámetros la juzgamos. Cuando se establecen parámetros, entonces se está en posición de afirmar que, para alguien, una cultura es superior a otra, que no todas son iguales, ni tampoco deseables; y además, también es posible sostener que algunos sistemas de valores son ―para alguien― mejores o peores que otros.
2012. Todas las sociedades tienen mitos encargados de cumplir la función de proveer un lenguaje que permita expresar estados informulados o informulables, y no es excepcional que muchos de estos mitos se articulen dentro de los límites... more
2012. Todas las sociedades tienen mitos encargados de cumplir la función de proveer un lenguaje que permita expresar estados informulados o informulables, y no es excepcional que muchos de estos mitos se articulen dentro de los límites políticos y culturales de los estados-nación. Que articulen asimismo estos límites. Que los legitimen, los expliquen, los ensalcen, los trivialicen, los vuelvan sentido común.

En un aspecto más o menos formal, los mitos nacionales son narraciones acerca de algún episodio del pasado debidamente desvirtuado, hiperbolizado y esquematizado. Tienen que inspirar, aleccionar, plantar estandartes morales colectivos entre los miembros de una comunidad y, en última instancia, como escribió Greil Marcus en "The shape of thing to come", convertir en nación a una colección de edificios y de personas sin ninguna razón para hablar entre sí.

Quien mejor entendió los mitos fue Claude Lévi-Strauss. Estaba obsesionado con los mitos, los miraba con iguales dosis de fascinación y de recelo. Y aunque los acechó y los coleccionó durante toda su vida (una vida de cien años), no consiguió asirlos. No logró dominarlos. Lévi-Strauss entrevió que los mitos tienen algo indescifrable, una dimensión borrosa que representa los límites de la inteligibilidad. Había renunciado al reinado del significado: los mitos no significan nada. Lo interesante, decía, no es tanto cómo las personas piensan los mitos sino cómo éstos se piensan entre sí sin que las personas lo noten. Escribía en tono críptico, se andaba con rodeos, ensayaba párrafos misteriosos. No quería, o no podía, revelar demasiado. Greil Marcus afirmó que los buenos misterios no pueden resolverse pero pueden convertirse en misterios mucho mejores. Lévi-Strauss puso en escena, paso por paso, una versión del mismo juego: los mitos no pueden resolverse, se desdoblan al infinito, son irrealizables e interminables. Pero pueden volverse todavía más misteriosos.

Corría a contramano de las corrientes del siglo XX. Las definiciones de “mito” se superponen, se ignoran, juguetean entre la jerga académica más depurada y la expresión coloquial apenas meditada. “¿Qué es un mito en la actualidad?”, se preguntó Roland Barthes en Mitologías. “El mito es un habla”, respondió, y acto seguido se excusó con una llamada y una nota al pie: “Se me objetarán mil otros sentidos de la palabra mito”.

Los otros mil sentidos marchan en la dirección de desmitificar lo que aparece mitificado, revelar el misterio antes que atizarlo. Se trata del viejo sueño iluminista de una sociedad racional liberada del lastre de los mitos irracionales. Es una idea poderosa, aunque haya algo irracional en el propósito de una sociedad enteramente racional y aunque la posibilidad de acabar con los mitos sea uno de los grandes mitos de la modernidad. Y esto confirma la dirección contra la cual remaba Lévi-Strauss: el mito como un misterio que debe ser expuesto.
2012. En los últimos años se volvió una mala muletilla la afirmación de que todo es cultura. Ya no en un sentido específico y de algún modo bienintencionado (el eslogan “Disco es cultura”, por ejemplo), sino en un sentido que bordea el... more
2012. En los últimos años se volvió una mala muletilla la afirmación de que todo es cultura. Ya no en un sentido específico y de algún modo bienintencionado (el eslogan “Disco es cultura”, por ejemplo), sino en un sentido que bordea el relativismo más nihilista: que todo sea cultura quiere decir que entonces nada es cultura. Y en cualquier caso, decir que algo ―ya ni hablar de todo― es cultura es una manera poco educada de evitar precisar qué entiende uno por cultura.

“El concepto de cultura flota en una indeterminación singular”, escribió Hans-Georg Gadamer en Elogio de la teoría. “Cultura es una de las dos o tres palabras más complicadas de la lengua inglesa”, señaló Raymond Williams en Palabras claves. Pocas veces ha sido tan necesario recordar que una cosa es el objeto de estudio y otra cosa es el estudio de ese objeto: que una cosa es la cultura como hecho empírico y otra cosa es la cultura como construcción teórica.

Ahora bien, ¿y si se trasciende esta distinción? ¿Y si la cultura como hecho empírico sólo es perceptible mediante la cultura como construcción teórica?
2012. El antropólogo francés Marc Augé publicó en 1992 un libro titulado "Los no lugares: Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad". Le bastó, a Augé, una sola línea para determinar qué propiedades definían a un... more
2012. El antropólogo francés Marc Augé publicó en 1992 un libro titulado "Los no lugares: Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad". Le bastó, a Augé, una sola línea para determinar qué propiedades definían a un lugar y, acto seguido, imaginarse qué sucedería si estas propiedades desaparecían: “Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar”. El no lugar era un sitio diferenciado por la negación: de la identidad, de las relaciones, de la historia.

“No lugar” es uno de esos pocos conceptos que saltan el vallado de las ciencias sociales y humanas para insertarse en un campo de desempeño más amplio. Globalización, mundialización, deconstrucción, género, patriarcado, posmodernidad, flexibilización, son otros buenos ejemplos. Este salto del cerco disciplinario supone una doble pérdida: de contexto y de subtexto. Cuando estos conceptos ganan terreno en un campo social menos acotado, dejan tras de sí el contexto y el subtexto que forma parte de los presupuestos del discurso científico: espacios de enunciación, corrientes de pensamiento perpetuadas, discutidas o impugnadas, notas al pie de página, chicanas, guiños, paradigmas desafiados o consentidos, hipótesis acerca de cómo funciona el mundo que posicionan a ese concepto en una tradición y no en otra, tradiciones que ese concepto busca destruir, tradiciones que es capaz de conjurar.
2012. Las páginas de la historia del pop se escriben con atisbos de transformaciones que rápidamente son asumidos como parte de las estructuras de cambio y continuidad de la vida pública, como respuestas esperadas en una industria cuya... more
2012. Las páginas de la historia del pop se escriben con atisbos de transformaciones que rápidamente son asumidos como parte de las estructuras de cambio y continuidad de la vida pública, como respuestas esperadas en una industria cuya principal actividad es la fabricación y la eliminación de símbolos de identidad y conjunción, símbolos de transformación social: la representación de un acto de libertad.

En 2012 muchas personas, especialmente quienes tienen bien memorizados libros como "Rastros de carmín" de Greil Marcus, recordaron todas las gestas silenciadas del punk en relación al caso del colectivo feminista ruso Pussy Riot: música punk, asalto a la Catedral de Cristo Salvador, arengas contra Vladimir Putin, arresto, prisión, juicio, protestas, apoyo, debates, condena. ¿Se tratará de otro componente de una misma tradición? ¿O responderá a una tradición diferente?
2012. Los escombros de las Torres Gemelas neoyorquinas todavía echaban humo cuando ya empezaba a proclamarse que la posmodernidad había muerto. Tenía su gracia, y no sólo porque siempre tiene su gracia escuchar los argumentos de personas... more
2012. Los escombros de las Torres Gemelas neoyorquinas todavía echaban humo cuando ya empezaba a proclamarse que la posmodernidad había muerto. Tenía su gracia, y no sólo porque siempre tiene su gracia escuchar los argumentos de personas que se sienten más a gusto presenciando entierros que anunciando nacimientos. La muerte de la posmodernidad (una categoría de periodización cultural que indica que las sociedades capitalistas contemporáneas atraviesan una fase histórica que se opone o se diferencia, que continúa o rechaza, que supera una fase inmediatamente anterior, llamada moderna) se explicaba valiéndose de hipótesis, conceptos, estéticas y presupuestos asociados al mismo lenguaje posmoderno: globalización, simulacro, imagen, verdad, realidad, poder, espectáculo, símbolo, signo. “Constatemos el fracaso, práctico, de las esperanzas posmodernas”, propuso en 2012 Gianni Vattimo. “Pero, ciertamente, no en el sentido de volvernos ‘realistas’ pensando que la verdad certificada (‘¿por quién?’ nunca un realista se lo pregunta) nos salvará”. ¿De qué esperanzas hablaba?

El 15 de julio de 1972, el complejo habitacional estatal Pruitt-Igoe de St. Louis, la segunda ciudad más grande del Estado de Missouri, en el medio oeste estadounidense, comenzó a ser demolido por considerárselo un lugar inhabitable para las personas de escasos recursos que allí residían. Negros, todos ellos. La demolición, que se completó en los siguientes cuatro años, fue interpretada como una alegoría exculpatoria del autoritarismo arquitectónico moderno, como una rápida corrección de los signos del lenguaje urbano. El hombre camina entre signos, escribió Calvino, pero sólo repara en ellos cuando los reconoce como signos de otra cosa: un cartel con un sacamuelas señala la casa de un dentista, un jarro indica una taberna, una balanza al herborista.

Si los edificios son signos de otra cosa, si la forma y el lugar que ocupan en la ciudad están indicando una función, ¿signo de qué era el Pruitt-Igoe? ¿Qué quería decir que lo echaran abajo? ¿O que alguien celebrara el acontecimiento?
2012. Los jesuitas llegaron al oriente del actual territorio boliviano en el siglo XVII. Levantaron misiones en Moxos, al norte, en el Departamento del Beni, a partir de 1681; y en Chiquitos, al oeste de Santa Cruz, a partir de 1691. En... more
2012. Los jesuitas llegaron al oriente del actual territorio boliviano en el siglo XVII. Levantaron misiones en Moxos, al norte, en el Departamento del Beni, a partir de 1681; y en Chiquitos, al oeste de Santa Cruz, a partir de 1691. En 1767 la orden jesuita fue expulsada de América por orden del Rey de España. En 1990 la Unesco declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad a seis pueblos de la Chiquitanía: San José, San Javier, Concepción, San Rafael, Santa Ana, San Miguel. Durante la remodelación de las iglesias misionales (a veces la reconstrucción, pues el grado de deterioro era muy importante) se hallaron unas 7000 partituras de música compuesta entre los siglos XVII y XVIII. Y entonces hicieron lo que la sociedad contemporánea hace con estos materiales: un parque temático en forma de festival.

En la Chiquitanía la iconografía andina asociada a Bolivia —iconografía devenida artefacto identitario, turístico, una baratija de mercado, un atributo político y cultural— estalla. No hay que tomar Sorojchi Pills por el mal de altura. No hay cactus sino palmeras, guayacanes y palos borrachos (en flor, en esta época, bellísimos). No se ven llamas ni alpacas sino zorros, carpinchos y caimanes. La tierra es roja; en el desayuno se comen cuñapés y empanadas de arroz; nadie usa aguayos. Brasil y Paraguay están cerca, se intuyen.

A diferencia de otras misiones del continente, las del oriente boliviano siguieron habitadas, dieron paso a pueblos, la vida cotidiana prevaleció. En los años 70 del siglo XX, al remodelarse los templos, se encontraron millares de partituras con composiciones indias, españolas, mestizas, de los siglos XVII y XVIII. “En días festivos se oye una música excelente de voces e instrumentos: órganos, arpas, violines, flautas y chirimías”, escribió un observador en 1773, cuando los jesuitas ya habían sido expulsados. La música permaneció. Los chicos de estos pueblos aprenden a tocar el violín, a cantar, a afinar órganos. Aprenden el oficio del lutier, del carpintero, del esteta. Empiezan a tocar solos, preguntan, a veces obtienen una beca, se van a Santa Cruz o Cochabamba o Sucre, vuelven con nuevos trucos, los enseñan. Cada biografía supone cruces culturales, negociaciones, aprendizajes y desaprendizajes. Por eso las partituras van en el centro del cuento. No como artefacto recuperado ni reservorio de la tradición, sino como símbolo, objeto sagrado, un talismán: la legitimidad misma del acto de ejecutar y escuchar esta música.
A veinte años de la edición de "Los no lugares: Espacios de anonimato. Una antropología de la sobremodernidad", el libro del antropólogo francés Marc Augé que puso en debate qué es un lugar y qué un no-lugar, su impronta sigue explicando... more
A veinte años de la edición de "Los no lugares: Espacios de anonimato. Una antropología de la sobremodernidad", el libro del antropólogo francés Marc Augé que puso en debate qué es un lugar y qué un no-lugar, su impronta sigue explicando buena parte de la producción cultural de finales del siglo XX que desembocó en su libro. Y acaso también a este siglo XXI que nos toca.
2011. La crisis argentina de diciembre de 2001 provocó la emergencia o la cristalización de diferentes identidades sociales en conflicto. También, de diferentes símbolos y distintos usos de esos símbolos. La cacerola —golpearla, usarla... more
2011. La crisis argentina de diciembre de 2001 provocó la emergencia o la cristalización de diferentes identidades sociales en conflicto. También, de diferentes símbolos y distintos usos de esos símbolos. La cacerola —golpearla, usarla para cocinar, no hacerlo— fue uno de ellos. Valiéndose de las categorías estructurales binarias y dicotómicas propuestas por Claude Lévi-Strauss medio siglo antes, se analiza cómo el artefacto “cacerola” fue empleado en el espacio público por las clases medias, “la gente”, para distinguirse de otros actores sociales a los que etiquetaban, despectivamente, como revoltosos y politizados: los movimientos piqueteros.
2011. Un juicio de pares de publicación académica permite recordar una enseñanza de las tejedoras andinas: hay que amarrar con fuerza para conseguir agarrarle el ánimo.
2011. Toda vivienda supone un uso material y simbólico del espacio, y si cada sociedad construye una idea específica de vivienda, en cada tipo de vivienda se construye una idea específica de sociedad. El living es un espacio abiertamente... more
2011. Toda vivienda supone un uso material y simbólico del espacio, y si cada sociedad construye una idea específica de vivienda, en cada tipo de vivienda se construye una idea específica de sociedad. El living es un espacio abiertamente pedagógico, descaradamente social. En la cocina se preparan y a veces consumen alimentos; el dormitorio está dispuesto para el descanso nocturno y la actividad sexual; el baño se utiliza para la higiene personal y para la evacuación. Estas funciones biológicas parecen ausentes en el living, cuyo propósito sería la reproducción del núcleo doméstico de una forma de organización social determinada: occidental, capitalista, monógama, urbana y suburbana.

En cuanto mecanismo productor de sentido el living es más que una suma de objetos materiales (paredes, sillones, mesas, cuadros, artilugios electrónicos y cucharitas de té). Representa un momento de la historia del capitalismo en el que éste es incapaz de reproducir directamente las relaciones de su unidad doméstica básica y que se obliga a elaborar ciertos dispositivos de socialización (como el living televisivo) que hacen —parafraseando a Clifford Geertz a propósito de la riña de gallos en Bali— que la experiencia corriente y cotidiana resulte comprensible al exhibirla como actos y objetos despojados de sus consecuencias prácticas y reducidos (o elevados) al nivel de las puras apariencias, en el que la significación de esos actos y objetos puede estar vigorosamente más articulada y ser más exactamente percibida.
En cuanto a las imágenes y su manipulación, la sociedad contemporánea entró en un estado de suspicacia que roza, y casi siempre traspasa, la llana paranoia. Es una especie de alerta permanente, la constante sospecha de que lo que uno está... more
En cuanto a las imágenes y su manipulación, la sociedad contemporánea entró en un estado de suspicacia que roza, y casi siempre traspasa, la llana paranoia. Es una especie de alerta permanente, la constante sospecha de que lo que uno está viendo no está realmente allí: basta con mirar lo que ofrecen, y lo que sirven, las grandes cadenas de comida rápida, para argumentar que acaso sea más, o menos, que paranoia.
El género biográfico suele estructurar su narración en torno al acto célebre del biografiado. ¿Pero qué pasa si cambiamos el acto célebre? ¿Qué narraciones conseguiríamos si el acto célebre fue olvidarse un sombrero?
Iluminar un solo acontecimiento de una vida no es una malformación del género biografía, una canallada reduccionista, sino un instrumento narrativo que permite enfocar un hecho que concentra todos los demás hechos y les da sentido:... more
Iluminar un solo acontecimiento de una vida no es una malformación del género biografía, una canallada reduccionista, sino un instrumento narrativo que permite enfocar un hecho que concentra todos los demás hechos y les da sentido: ordenar el caos de puntos suspensivos, filas de asteriscos, signos de interrogación, párrafos omitidos y espacios en blanco. La biografía ordena ese revoltijo que es la vida. Sólo paga un pequeño precio a cambio: volverse límpida, sin prestigios, sin los falsos atractivos de lo desconocido.
Las redes sociales aparecieron y eso fue todo. No hubo anticipación ni expectativas. Pero no salieron de la nada. Tienen una historia. Y, a falta de una historia mejor, puede decirse que las redes sociales son un invento de la antropología.
La puja entre dos conceptos define gran parte de las relaciones del espacio social del territorio fronterizo del área metropolitana que rodea a la Ciudad de Buenos Aires: pueblo y suburbio. El primero asume el pasado que intenta... more
La puja entre dos conceptos define gran parte de las relaciones del espacio social del territorio fronterizo del área metropolitana que rodea a la Ciudad de Buenos Aires: pueblo y suburbio. El primero asume el pasado que intenta preservarse; el otro, el cambio que lo amenaza.
2010. “El turista consume servicios y experiencias que convierte en signos: hace un trabajo de transformación semiótica —escribieron Scott Lash y John Urry en Economías de signos y espacio—. El turista estetiza, por así decir, objetos que... more
2010. “El turista consume servicios y experiencias que convierte en signos: hace un trabajo de transformación semiótica —escribieron Scott Lash y John Urry en Economías de signos y espacio—. El turista estetiza, por así decir, objetos que originalmente no eran estéticos. Convierte referentes en significantes”. Este trabajo de transformación semiótica vale para cualquier “usuario” de la ciudad, sea visitante ocasional o vecino de toda la vida. La conversión de referentes en significados, si bien no está predeterminada, sí está al menos orientada. Semiótica básica: el objeto comunica la función que debe ser ejercida a través del mismo objeto. Si el diseño de las calles es rectilíneo, por ejemplo, uno sigue trayectos rectilíneos. Una calle rectilínea es un estímulo a desplazarse de manera rectilínea. Esto implica un doble proceso. Primero, aprender a desplazarse rectilíneamente en un trazado rectilíneo; segundo, reconocer el estímulo y llevar a cabo su función. El espacio social, tematizado, es un dispositivo comunicativo cuya función es acotar usos posibles y significados múltiples: comunicar una función y restringir otras.

La presencia de Cervantes y su Quijote en la ciudad bonaerense de Azul (y no, por ejemplo, de Shakespeare y Hamlet) establece ciertos recorridos transculturales y no otros, propone una manera específica de convertir los referentes en significados: de relacionar talleres de Eloisa Cartonera, obras de Francisco Salamone, rastros de gauchos y malones, el teatro comunitario del grupo Catalinas Sur, un torneo de polo, copleras jujeñas y un postre local de amarettis y naranjas amargas llamado Dulcinea, y que todo forme parte de un universo coherente. Dispositivo comunicativo: primero, aprender a desplazarse en un universo cervantizado; segundo, reconocer el estímulo y llevar a cabo la función.
2010. Modernidad y posmodernidad, más que como conceptos periodizadores históricos, deben tratarse y emplearse como conceptos de periodización cultural. Es probable que las fechas no coincidan con la categoría, o que la categoría deba... more
2010. Modernidad y posmodernidad, más que como conceptos periodizadores históricos, deben tratarse y emplearse como conceptos de periodización cultural. Es probable que las fechas no coincidan con la categoría, o que la categoría deba adaptarse a cada nuevo fenómeno que se pretenda abarcar. No sería un inconveniente. La hipótesis es que lo que una categoría de periodización cultural organiza no es un hecho histórico sino un cronotopo, aunque se lo trate como si fuese palimpsesto o sinécdoque. Organiza discursos, configuraciones espaciotemporales de sentido. Expresa una afinidad, correspondencia o conexión entre eventos culturales separados en el tiempo y en el espacio. Está dando a entender, inicialmente, una relación que nuestra tradición cultural ha legitimado. Un modelo explicativo, una categoría de periodización cultural, funciona de esa manera: estrechando relaciones entre fragmentos y encontrando una manera para que estos fragmentos, y estas relaciones, sean capaces de contar una historia en común, sean capaces de decirnos algo sobre alguna cosa.
2010. Puede acudirse al mito del eterno retorno o a la fiesta revolucionaria de Henri Lefebvre para argumentar, una vez más, que el Mundial de Fútbol, como rito, logra gobernar toda la vida social y suspende, por un periodo acotado,... more
2010. Puede acudirse al mito del eterno retorno o a la fiesta revolucionaria de Henri Lefebvre para argumentar, una vez más, que el Mundial de Fútbol, como rito, logra gobernar toda la vida social y suspende, por un periodo acotado, cualquier otro principio de realidad. Es el tiempo de la fiesta y pone entre paréntesis al tiempo mismo.

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2022. Ben Wilson recorre el trayecto de las urbanizaciones desde los primeros asentamientos hasta la pandemia de Covid-19; Adrián Gorelik examina ese exitoso producto de la imaginación social que fue la ciudad latinoamericana. Ambas... more
2022. Ben Wilson recorre el trayecto de las urbanizaciones desde los primeros asentamientos hasta la pandemia de Covid-19; Adrián Gorelik examina ese exitoso producto de la imaginación social que fue la ciudad latinoamericana. Ambas historias se cruzan en una librería de shopping suburbano.
2022. Reseña de “¿Se puede separar la obra del autor? Censura, cancelación y derecho al error” (Capital Intelectual, 2022), de Gisèle Sapiro.
2020. Reseña de “Un horizonte vertical: Paisaje urbano de Buenos Aires (1910-1936)”, (Ampersand, 2020), de Catalina Fara.
2017. Los cuarenta y tres ensayos breves de "El sonido de los sueños" (Debate, 2017) de Diego Fischerman son artesanías musicales precisas, eruditas, exhaustivas y entretenidas, con pinceladas técnicas, melancólicas y burlonas si las... more
2017. Los cuarenta y tres ensayos breves de "El sonido de los sueños" (Debate, 2017) de Diego Fischerman son artesanías musicales precisas, eruditas, exhaustivas y entretenidas, con pinceladas técnicas, melancólicas y burlonas si las circunstancias lo demandan. Aunque los núcleos temáticos giran alrededor del jazz, la mal llamada “música clásica”, el tango y el rock de los años 60 y 70, queda la sospecha de que todo puede escucharse, pensarse y narrarse: la cercanía entre drama y comedia en la Sinfonía Nº 41 de Mozart, el grano de la voz de Tom Waits, la noche de Buenos Aires según el Gato Leandro Barbieri, la dificultad de comprender a The Who sin las acentuaciones a contratiempo ni la independización del bajo, el misterioso derrotero de Domenico Zipoli en las misiones jesuitas del siglo XVIII, la reinvención cinematográfica del Viejo Oeste por Ennio Morricone o el modo en que Billie Holiday apretaba los dientes al cantar “Strange Fruit”. Entre otras muchas cosas.
2016. Reseña de "El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del siglo XVI" (Ariel, 2016), de Carlo Ginzburg.
2015. Reseña de "Jazz Argentino. La música 'negra' del país 'blanco'" (Gourmet Musical, 2015), de Berenice Corti.
2015. Reseña de "Mis chistes, mi filosofía" (Anagrama, 2015), de Slavoj Žižek.
2015. Reseña de "Viajes. De la Amazonia a las Malvinas" (Seix Barral, 2014), de Beatriz Sarlo.
2015. "Porno nuestro. Crónicas de sexo y cine" (Marea, 2014) es el libro de las periodistas Daniela Pasik y Alejandra Cukar acerca de la industria del cine para adultos de Argentina en la segunda década del siglo XXI. O mejor, acerca de... more
2015. "Porno nuestro. Crónicas de sexo y cine" (Marea, 2014) es el libro de las periodistas Daniela Pasik y Alejandra Cukar acerca de la industria del cine para adultos de Argentina en la segunda década del siglo XXI. O mejor, acerca de la falta de una industria, acerca del agujero que quedó luego de un despegue que no fue tal, de una suma de estrategias de subsistencia que ocupan el espacio de una factoría de baratijas y de símbolos que no consiguió hacer pie, que trastabilló, que cayó, que anda renga y en muletas. "Porno nuestro" es una crónica sobre buscavidas y sobrevivientes, sobre personas que salen a ganarse el pan a veces como pueden y otras veces como dicen que quieren; sobre gente que quizás, de haber nacido en el mundo de Wallace, hubiese tenido una vida diferente de la que tuvo. También es un relato acerca de lo que ocurre cuando el deseo de sobresalir en un área específica de la industria del entretenimiento se convierte en la certeza de que ya no queda una industria en la cual sobresalir. O que nunca existió en ninguna parte. 

La historia de esta industria fallida aparece retaceada, insinuada y desplazada por las urgencias del presente rabioso de la crónica; sin embargo, pueden unirse los jirones y darle una forma, una cronología y un destino. Empieza con una película pionera de comienzos del siglo XX y acaba en clubes nocturnos en los que unos cuantos trasnochados pagan por participar en castings de películas que quizás sólo existan en la imaginación de sus productores. Es el decorado de fondo para los personajes de la narración, pero también una hipótesis de trabajo: frente a la ausencia de una industria audiovisual pornográfica emergen el rebusque, la inventiva y otras múltiples destrezas para mantenerse a flote.
2014. “Subrayados. Leer hasta que la muerte nos separe”, el libro de la escritora, periodista y crítica cultural argentina María Moreno, responde a un tipo de escritura, o quizás de edición de escritura, con la que resulta difícil... more
2014. “Subrayados. Leer hasta que la muerte nos separe”, el libro de la escritora, periodista y crítica cultural argentina María Moreno, responde a un tipo de escritura, o quizás de edición de escritura, con la que resulta difícil sentirse cómodo. Es recurrente en todos los géneros, en todas las áreas de conocimiento. Una suerte de habla de gueto, producida en el gueto y para el gueto, que no contempla a nadie que lo exceda. Una escritura excluyente. No necesariamente por las palabras o por el sentido de las palabras. Uno lo entiende, todo, las palabras y el sentido que producen. Sólo que no acaba de comprender de qué le están hablando porque no forma parte de ese gueto, no maneja los códigos ni los contenidos, y su interlocutor no parece tener ningún deseo de integrarlo en la conversación. Ocurre como cuando un desconocido, en una fiesta, le cuenta a uno que caminaba con Juan y se encontraron con Ana, y uno no sabe quiénes son Juan ni Ana, y el desconocido de la fiesta ni siquiera pensó en decir que caminaba con su hijo Juan y se encontraron con la prima Ana. No estamos obligados a saberlo todo. Por suerte.
2013. Todo empieza con una anécdota. El escritor y periodista estadounidense Charles C. Mann estaba en un huerto escolar. Los alumnos habían cultivado unos cien tipos de tomates. Un estudiante le ofreció una variedad desarrollada en... more
2013. Todo empieza con una anécdota. El escritor y periodista estadounidense Charles C. Mann estaba en un huerto escolar. Los alumnos habían cultivado unos cien tipos de tomates. Un estudiante le ofreció una variedad desarrollada en Ucrania en el siglo XIX. Mann se sorprendió. Creía que los tomates se habían originado en México. ¿Cómo habían llegado a Ucrania?

Estaba equivocado. Los tomates no se originaron en México sino en la región andina central. La mayor incógnita no es cómo llegaron a Ucrania sino cómo ―o por qué― viajaron de los Andes a México, donde los cultivadores indígenas hicieron sus frutos más grandes y más comestibles. A partir del siglo XVI los europeos esparcieron el tomate por todo el planeta. En cada rincón del mundo, en cada continente y en cada población, el tomate tuvo un notable impacto cultural. ¿Cómo pensar la gastronomía del sur de Italia sin tomates?

La anécdota continúa. Mann revolvía los anaqueles de una librería de viejo; encontró un ejemplar de Imperialismo ecológico: La expansión biológica de Europa, 900-1900, el libro de 1986 del historiador Alfred W. Crosby. Lo abrió y leyó el primer párrafo del prólogo, que es sólo una oración: “Los emigrantes europeos y sus descendientes están en todas partes, y eso requiere una explicación”. Obtuvo un salvoconducto, la clase de autorización que emerge al hallar una ocurrencia personal cristalizada en discurso público. “Comprendía exactamente lo que quería decir Crosby ―reconoció Mann―. La mayoría de los africanos vive en África, la mayoría de los asiáticos en Asia y la mayoría de los indígenas americanos en América. En cambio los descendientes de europeos abundan en Australia, en toda América y en el sur de África. Trasplantados con éxito, en muchos de esos lugares constituyen la mayoría de la población; es un hecho evidente, pero yo nunca lo había pensado antes. Ahora me preguntaba: ¿por qué es así? Desde el punto de vista ecológico eso es tan asombroso como los tomates de Ucrania”.
2013. Esther Hermitte fue la primera argentina titulada como antropóloga social. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago, por entonces dominada por el estructural-funcionalismo. Esa tesis doctoral, dirigida por Julian Pitt-Rivers... more
2013. Esther Hermitte fue la primera argentina titulada como antropóloga social. Obtuvo su doctorado en la Universidad de Chicago, por entonces dominada por el estructural-funcionalismo. Esa tesis doctoral, dirigida por Julian Pitt-Rivers y publicada en 1970 bajo el título de Poder sobrenatural y control social, es la que examina Rosana Guber en “La articulación etnográfica”. “Creo que es el fin de año más solitario que he pasado en mi vida”, escribió Hermitte en su diario, el 31 de diciembre de 1960, treinta años antes de morir. Eso no aparece en la tesis doctoral final, y de eso se trata, también, la articulación etnográfica. Nada está dicho de antemano, por eso hay que pensar en costuras y no en rompecabezas.
2013. "La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo" de Gilles Lipovetsky se publicó en 1983. Se trataba de una colección de textos que se remontaban hasta 1979 y que articulaban una misma idea: el capitalismo moderno... more
2013. "La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo" de Gilles Lipovetsky se publicó en 1983. Se trataba de una colección de textos que se remontaban hasta 1979 y que articulaban una misma idea: el capitalismo moderno había provocado una complicada ruptura en el mundo occidental y había conducido a una sociedad individualista, risueña, cool, respetuosa de las diferencias e irrespetuosa de las jerarquías, ávida de identidad, apática y narcisista, escéptica de los grandes relatos y de los corsés ideológicos, emancipada de los centros y de las represiones, desenfadada, irónica, nostálgica, consumista, ligera, en fin, posmoderna. El optimismo de Lipovetsky resultaba desmedido e hipnótico; era irresistible.

La sociedad capitalista occidental ―parecía decir― se había transformado en la aldea de los Pitufos. La personas eran simultáneamente iguales y diferentes (Pitufo Poeta, Pitufo Gruñón, Pitufo Goloso, Pitufo Genio, Pitufo Fortachón...); remarcaban su universalidad al expresar su individualidad y confirmaban su individualidad al reconocerse como sujetos universales. Y al final del día todos cantaban y bailaban alegres por el bosque. Si el embajador de la modernidad era Conan el Destructor, el representante de la posmodernidad era Forrest Gump.

El libro fue un éxito inmediato y Lipovetsky no se detuvo. Le siguieron dos trabajos que completaron su trilogía: "El imperio de lo efímero", de 1987, y "El crepúsculo del deber", de 1992. Muchas observaciones de Lipovetsky se convirtieron en sentido común, en prácticas mundanas desapercibidas, pero con el siglo XXI se produjo un cambio de época: ya no se celebraba la indiferencia y la liviandad aunque la indiferencia y la liviandad siguieran siendo las pasiones que gobernaban. "La era del vacío" se volvió un libro de lectura culposa; pocos se atrevían a admitir con qué fruición lo habían leído y saqueado. Lipovetsky se cruzó de brazos. Dijo que el concepto de “posmodernidad” era falso, un invento. Propuso uno nuevo: “Hipermodernidad”. Pero los enterados pudieron estar seguros de que contemplaban un entierro antes que un nacimiento.
2013. Theodor Adorno, Walter Benjamin y Max Horkheimer se acercaron a Karl Marx gracias a Historia y conciencia de clase: Estudios de dialéctica marxista (Grijalbo, 1969), la colección de ensayos del filósofo y crítico literario György... more
2013. Theodor Adorno, Walter Benjamin y Max Horkheimer se acercaron a Karl Marx gracias a Historia y conciencia de clase: Estudios de dialéctica marxista (Grijalbo, 1969), la colección de ensayos del filósofo y crítico literario György Lukács publicada en 1923. No fueron los únicos. Junto a Marxismo y filosofía de Karl Korsch, también de 1923, la obra de Lukács funda lo que años después Maurice Merleau-Ponty llamará “marxismo occidental”: una corriente de pensamiento marxista alejada de la doctrina soviética que incluye referentes disímiles como Antonio Gramsci, Jürgen Habermas, Raymond Williams, Bertolt Brecht, Louis Althusser, Marshall Berman, la Escuela de Fráncfort y la Escuela de Birmingham, entre tantas otras fuentes.

Lukács nació en Hungría en 1885 y falleció en 1971. Fue teórico político, historiador, esteta, un rotundo analista literario. Escribió decenas de libros, y sin embargo, siempre parecía regresar a Historia y conciencia de clase, trabajo que recopilaba ensayos compuestos entre 1919 y 1922. En ese libro Lukács rehuía del marxismo rígido y mecanicista de la Segunda Internacional. “En cuestiones de marxismo ―escribió―, la ortodoxia se refiere exclusivamente al método”. Al sostener que el marxismo era un método dialéctico y no un dogma sagrado, regresaba a las raíces hegelianas de Marx. No duró mucho. Pronto se desdijo y pasó a ocupar el papel de incendiario que recibe su título de bombero, por usar una expresión de Umberto Eco. Durante los siguientes cincuenta años se desentendió de ese libro.

En 1967, el mismo año en que Guy Debord rescató Historia y conciencia de clase de los anaqueles de los anticuarios y lo citó al principio del segundo capítulo de La sociedad del espectáculo, Lukács reeditó su libro. Escribió un prólogo de más de cuarenta páginas para explicar por qué había abjurado, por qué todavía abjuraba, de su obra de 1923. “Cuando en 1933 volví a la Unión Soviética y se me abrió la perspectiva de una actividad fecunda [...], me resultó una necesidad táctica el distanciarme de Historia y conciencia de clase, para no perjudicar la lucha real contra las teorías libertarias oficiales o semioficiales”. Hacia 1929, explicó, había encontrado una nueva luz en los Manuscritos de 1844 de Marx. “Con ello se hundían definitivamente los fundamentos teóricos de lo más propio de Historia y conciencia de clase. El libro me ha llegado a ser completamente ajeno y extraño, exactamente igual que me lo resultaron en 1918-1919 mis escritos anteriores”. Y concluyó: “Ya entonces [en 1929], como sigo pensando hoy [en 1967], consideraba sincera y objetivamente falsa Historia y conciencia de clase. Y también considero hoy acertado el que más tarde, cuando con los defectos de este libro se fabricaron consignas de moda, yo me defendiera contra la identificación de todo eso con mis propios y auténticos esfuerzos”.
2012. El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss escribió las tres conferencias que componen" L’Anthropologie face aux problèmes du monde moderne" en la primavera de 1986. Fueron dictadas en Tokio, Japón. Se publicaron un cuarto de siglo... more
2012. El antropólogo francés Claude Lévi-Strauss escribió las tres conferencias que componen" L’Anthropologie face aux problèmes du monde moderne" en la primavera de 1986. Fueron dictadas en Tokio, Japón. Se publicaron un cuarto de siglo después, en 2011, en francés; y en español, en 2012, como "La antropología frente a los problemas del mundo moderno".

Es un documento extraño para quienes están habituados a esa máquina infernal de la cultura (como la llamó su colega Clifford Geertz) que Lévi-Strauss inventó para dar cuenta de los hechos curiosos que describía o para sus curiosas explicaciones de estos hechos curiosos. Lejos de esos sistemas de estructuras dicotómicas simétricas e inversas que se enredan con otros sistemas de estructuras dicotómicas simétricas e inversas y generan —en concreto— páginas y páginas de ejemplos que desafían la paciencia de los más férreos devotos, La antropología frente… es uno de esos libros que se leen de un tirón en una noche de insomnio. Y que se disfrutan, no que se padecen.

En la primavera de 1986 Lévi-Strauss tenía 77 años. No hablaba para iniciados, no predicaba a conversos; más bien, era un evangelizador. La antropología tiene muchos textos así, grandes referentes que explican con afán didáctico por qué esta disciplina marginal puede dar respuestas a un mundo que se está yendo por el retrete. Algunos son particularmente latosos; Margaret Mead, en ese sentido, se lleva la palma.

La obra de Lévi-Strauss parece suspendida entre dos tragedias: por un lado, el fracaso de la Ilustración, ese sueño de una sociedad racional e igualitaria que desembocaría en los hornos de Auschwitz; por el otro, las consecuencias del colonialismo occidental que corrompía los rincones todavía prístinos del planeta. En sus trabajos se oye la nota melancólica: él se reconocía en ambas tradiciones. Era un humanista, como lo era Jean-Jacques Rousseau, a quien admiraba, a quien en 1962 distinguió como “el fundador de las ciencias del hombre”; y era un científico, el rostro de la corriente de pensamiento más importante del siglo XX, el estructuralismo. Sabía, como humanista y como científico, que estaba condenado a destruir todo lo que quisiera conocer y comprender; que estaba condenado a asesinar todo lo que amaba. Tristes trópicos, su libro de viajes de 1955, fue un modo decirlo; El pensamiento salvaje, su obra teórica más precisa, publicada en 1962, fue otro modo.

Sin embargo, en 1986, en Japón, Lévi-Strauss volvió al comienzo. Explicó pedagógicamente qué había pasado con el sueño de Occidente, de dónde había salido la antropología y por qué esos pueblos distantes en el tiempo y en el espacio podían decirle algo a las grandes sociedades industrializadas.
2012. La antropóloga Anne Chapman decía que la ciencia y la religión responden a la búsqueda del significado de la vida. Que aunque sean muy disímiles, ambas acompañan hacia un futuro incierto. “Un camino conduce al origen divino del... more
2012. La antropóloga Anne Chapman decía que la ciencia y la religión responden a la búsqueda del significado de la vida. Que aunque sean muy disímiles, ambas acompañan hacia un futuro incierto. “Un camino conduce al origen divino del hombre y de todos los seres vivos. Resulta placentero recorrerlo, tiene muchas señales y altares a lo largo del camino, pero es un viaje en círculo que termina en el mismo lugar donde empezó. Otro camino se dirige al origen natural de todas las especies. Es difícil de transitar, está lleno de espinas, callejones sin salida y desvíos, pero conduce a un horizonte de infinitas posibilidades”.

Hay aquí una idea. Ciencia y religión cruzan caminos de diversos modos, a veces amistosos, a veces tensos, a veces silenciosos. El estudio científico de las religiones, más específicamente el estudio sociológico de las religiones, es una de las posibilidades para estos encuentros. "Manual de sociología de la religión" (Siglo XXI, 2012), el libro del sociólogo italiano Roberto Cipriani, traza un mapa de esos recorridos, de esas concurrencias. 

“La fórmula más simple para definir la sociología de la religión consiste en afirmar que analiza la fenomenología religiosa con el auxilio de instrumentos teóricos y empíricos que son típicos de la sociología”. Así comienza Cipriani su manual, y luego recuerda que el lazo entre sociología, en general, y sociología de la religión, en particular, es muy estrecho. Durkheim, Comte, Webber, Simmel, Parsons, muchos de los grandes auspiciantes de la sociología de la religión son grandes protagonistas de la sociología a secas. Algunos asumen una perspectiva académica militante, a favor o en contra de perspectivas confesionales o anticonfesionales específicas; otros asumen posiciones neutrales, huyen de las aplicaciones prácticas inmediatas, si bien, alerta el profesor de la Universidad de Roma, “no son muchos los que eligen la solución de la equidistancia no evaluativa y una mirada ausente de prejuicios”.
2012. Reseña de "Después de la música: El siglo XX y más allá" (Eterna Cadencia, 2012), de Diego Fischerman.
2011. Reseña de "Las estrategias de la reproducción social" (Siglo XXI, 2011), de Pierre Bourdieu.
2011. Raymond Williams fue una de las figuras prominentes de “la nueva izquierda”. Escribió, investigó e impartió clases sobre literatura, arte, política, medios y cultura. Su enfoque, una reelaboración del marxismo en clave gramsciana,... more
2011. Raymond Williams fue una de las figuras prominentes de “la nueva izquierda”. Escribió, investigó e impartió clases sobre literatura, arte, política, medios y cultura. Su enfoque, una reelaboración del marxismo en clave gramsciana, tuvo un rol predominante en la emergencia y consolidación de diversos campos de estudios culturales.

La televisión no agota todas las tecnologías. Pero todas las lecturas acerca de la tecnología pueden agotarse en la televisión, y al agotarse, dejan el terreno desbrozado para entablar mejores hipótesis, para entrelazar mejores conclusiones; en última instancia, para ensayar decisiones más sensatas a propósito del futuro de todas las tecnologías. Eso pensaba el académico, escritor y crítico marxista Raymond Williams en la primera mitad de la década de 1970. Acaso lo pensaba también antes, acaso lo pensaría hasta su muerte en 1988. El libro que plasma esa perspectiva, sin embargo, es de 1974. Se titula Televisión. Tecnología y forma cultural (Paidós, 2011) y acaba de conocerse la primera traducción en español.

Es legítimo preguntarse qué aportes significativos al estudio de la televisión del siglo XXI —más allá de su valor anecdótico, más allá de ser autoría de uno de los más perspicaces intelectuales de la centuria pasada— puede proponer un trabajo de 1974. La respuesta es que unos cuantos. Williams fue un analista astuto; sabía plantearse los interrogantes correctos y sacudirlos hasta que los interrogantes incorrectos se caían por baladíes. Las preguntas que dejó regadas siguen vigentes, aunque el paso de las décadas le adhieran cierto reproche filial: las malas preguntas, que ya eran rancias en 1974, siguen sosteniendo buena parte de las discusiones teóricas contemporáneas acerca del vínculo entre sociedad y tecnología.
2011. Los diarios escritos por Bronislaw Malinowski en la década de 1910, mientras hacía el trabajo de campo que se convertiría en un pilar de la antropología moderna, nos muestran una imagen diferente de la legada por “Los argonautas del... more
2011. Los diarios escritos por Bronislaw Malinowski en la década de 1910, mientras hacía el trabajo de campo que se convertiría en un pilar de la antropología moderna, nos muestran una imagen diferente de la legada por “Los argonautas del Pacífico Occidental”: un hombre irritado, cansado, medio perdido, harto de los negros primitivos y con ganas de follarse a cualquier mujer que se le cruzara por su carpita de antropólogo.

Una imagen bastante alejada del Malinowski objetivo, positivista y funcionalista, en última instancia un poco sobrado, que aparecía en Los argonautas y que por casi medio siglo sustentó esa tontería de que los antropólogos son una especie de máquina de empatía humana que registran imparcialmente las cualidades de las culturas y las analizan con la misma ausencia de subjetividades.

No obstante, esos incómodos diarios revelaron que el texto académico permite decir verdades poderosas a condición de mentir, omitir, adornar y exagerar. Para probarlo hubo que convertir el legado del gran prócer de la antropología en una biografía de revista obscena: demostrar que ninguna vida soporta el escrutinio, que nada hay más indigno que la intimidad expuesta.
2011. Reseña de "Una historia de la violencia. Del final de la Edad Media a la actualidad" (Paidós, 2011), de Robert Muchembled.
2010. El sociólogo y antropólogo brasileño Renato Ortiz comenzó su libro de 2004, Taquigrafiando lo social, con esta afirmación: “Las ciencias sociales viven de los conceptos. Tallarlos es un arte. No necesariamente en el sentido... more
2010. El sociólogo y antropólogo brasileño Renato Ortiz comenzó su libro de 2004, Taquigrafiando lo social, con esta afirmación: “Las ciencias sociales viven de los conceptos. Tallarlos es un arte. No necesariamente en el sentido artístico de la palabra, sino en cuanto artesanía, un hacer, como decía Wright Mills”. El objeto sociológico es un artefacto construido pieza por pieza, con cuidado, sutilmente. Puede compararse la tarea con un tipo específico de quehacer doméstico: la costura. “Coser requiere habilidad y cierto conocimiento —escribió Ortiz—. Y es sólo con la práctica, acumulada a lo largo de los años, como se llega a confeccionar, satisfactoriamente, una prenda, una toalla, un adorno”.

En este aspecto, “gueto” es uno de los peores conceptos de las ciencias sociales: está descosido, deshilachado, con una manga al revés, sin botones, retazos de colores burdamente zurcidos por manos inexpertas. Nótese que ni siquiera suele aparecer en los diccionarios especializados en ciencias sociales. Desprovisto de carácter crítico, descuidadamente tallado, la categoría de “gueto” es una versión apenas pulida del sentido común de una sociedad de determinado tiempo y determinado lugar. Un término descriptivo, dado por sentado, despolitizado. Rasgado por élites gobernantes, por ciudadanos biempensantes, por medios de comunicación, por la comprometida burguesía universitaria. Todos entendemos qué es un gueto y eso basta. No se necesita hacerle bordados ni coserle dobladillos.

Las dos caras de un gueto. Ensayos sobre marginalización y penalización (Siglo XXI, 2010), colección de diez textos del sociólogo francés Loïc Wacquant, propone remediar esta falencia y tallar un concepto relacional que conciba al gueto como un instrumento institucional formado por cuatro elementos: estigma, coacción, confinamiento espacial y enclaustramiento organizativo. Y que abarque, este concepto de gueto, el uso del espacio a fin de conciliar dos objetivos contrapuestos: extracción económica y ostracismo social.
2010. Reseña de "Degenerados, anormales y delincuentes" (Marea Editorial, 2010), de Gabo Ferro.
2010. Reseña de "El sentido social del gusto. Elementos para una sociología de la cultura" (Siglo XXI, 2010), de Pierre Bourdieu.
2009. A Claude Lévi-Strauss le gustaba decir que cualquier principio de orden es mejor que ningún principio de orden. La mente no tolera un universo desordenado, se resiste a que haya cabos sueltos o cosas que sucedan porque sí. Y como no... more
2009. A Claude Lévi-Strauss le gustaba decir que cualquier principio de orden es mejor que ningún principio de orden. La mente no tolera un universo desordenado, se resiste a que haya cabos sueltos o cosas que sucedan porque sí. Y como no admite el caos, se lanza a estrechar nexos, entablar vínculos, entretejer acontecimientos que dan pie a nuevas estructuras cognitivas.

“La clasificación ―escribió Lévi-Strauss en 'El pensamiento salvaje'―, cualquiera que sea, posee una virtud propia por relación a la inexistencia de la clasificación”.

Una buena manera de forzar un principio de orden es introduciendo vacas en la ecuación. Nunca falla. En un librito muy ameno, "Bueno para comer: Enigmas de alimentación y cultura" (Alianza Editorial, 2009), publicado en 1985 en inglés y traducido al español por primera vez en 1989, el antropólogo estadounidense Marvin Harris habló del “enigma de la vaca sagrada”.

Se refería al “más célebre de los hábitos alimenticios irracionales”, la prohibición de sacrificar y consumir carne de vaca en la India. En ese país viven 1.150 millones de personas y un 27,5% está por debajo de la línea de pobreza (es decir, más de 316 millones). La India tiene también la mayor población de vacunos del mundo, unos 193 millones de Bos indicus (más unos 78 millones de búfalos). Entre un cuarto y la mitad son animales enfermos, inútiles, desnutridos, que vagan por los campos o que entorpecen el tráfico en las ciudades. A pesar de la necesidad de proteínas, minerales, calorías y vitaminas que padecen, los hindúes se niegan a comer su carne. “El rechazo de la carne de vaca debido a las creencias hindúes es lo que constituye el enigma, no la respuesta”. Las otras grandes religiones no tienen ningún reparo particular respecto a la carne vacuna. ¿Por qué el hinduismo es distinto?
2009. Al final no sería desacertado comparar a la metafísica con las cucarachas: aunque se piense que fueron erradicadas de la casa, allí están, prontas a asomar sus antenitas y corretear por la sala de estar. El relato que Dardo Scavino... more
2009. Al final no sería desacertado comparar a la metafísica con las cucarachas: aunque se piense que fueron erradicadas de la casa, allí están, prontas a asomar sus antenitas y corretear por la sala de estar. El relato que Dardo Scavino (Buenos Aires, 1964, profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Versalles) está siguiendo en El señor, el amante y el poeta. Notas sobre la perennidad de la metafísica (Eterna Cadencia, 2009) es similar: aunque se le haya tirado todo el Flit posible, aunque se la haya dado por muerta y enterrada, la pregunta metafísica no sólo sobrevivió, sino que estuvo, y está, en el corazón del pensamiento contemporáneo. La pregunta de la metafísica es la pregunta por la arjê, por qué hay algo en vez de nada. Aunque con diferentes nombres y formas, a esta pregunta por la arjê se la encuentra en Friedrich Nietzsche, en Aristóteles, Richard Rorty, Jacques Lacan, Judith Butler, David Hume, Jacques Derrida y en cualquiera que se pregunte por la dominación o el poder.
Reseña de Oscar Conde (comp.), “Poéticas del rock. Volumen 1 & 2”, Marcelo Héctor Oliveri Editor, 2007 y 2008
2007. "Una historia sentimental de las ciencias", escrito por el físico y editor francés Nicolas Witkowski, es un libro de chimentos. Publicada por Siglo XXI, la obra, originalmente editada en francés en 2003, es un recuento de aventuras... more
2007. "Una historia sentimental de las ciencias", escrito por el físico y editor francés Nicolas Witkowski, es un libro de chimentos. Publicada por Siglo XXI, la obra, originalmente editada en francés en 2003, es un recuento de aventuras y desdichas de célebres e ignotos pensadores que entre los siglos XVI y XIX pergeñaron una cosa maravillosa: la ciencia moderna.

“¿Por qué —se pregunta, retóricamente, Witkowski— la historia de las ciencias, la que pesa un asno muerto en las obras especializadas e inyecta dosis casi letales de sedantes en los manuales escolares, es tan aburrida? Quizá porque esa historia es totalmente reacia a cualquier simplificación: o bien uno cuenta todo, y no solamente acerca de la ciencia, o se expone, siempre de manera harto torpe, a extraer de una vida de investigación lo que sería propiamente científico, eliminando (o arrojando como anecdótico) todo el resto, vale decir, todo cuanto contribuye a volverlo inteligible”.

La historia de la ciencia está hecha de estos grandes momentos absurdos. De traiciones, romances, celos, robos y tropelías. Y también de pasión, de paciencia y búsqueda, de esa constancia que siempre roza la terquedad y el heroísmo. La historia de la ciencia quizás la escriben los que ganan, pero la hacen asimismo los que pierden.
2007. Los diccionarios especializados son una buena herramienta en diversas disciplinas académicas. La antropología no es la excepción, en especial cuando sus entradas están firmadas por entendidos (Mauss explicando el potlatch, Polanyi... more
2007. Los diccionarios especializados son una buena herramienta en diversas disciplinas académicas. La antropología no es la excepción, en especial cuando sus entradas están firmadas por entendidos (Mauss explicando el potlatch, Polanyi la economía primitiva: a cada entrada su especialista). Así que a primera vista ―en la estantería junto a enciclopedias y diccionarios― este “Abecedario de antropologías”, de Luis Pancorbo, podría pasar por otro volumen enciclopédico especializado. Pero no hay que juzgar un libro sólo por la tapa. Pancorbo amuchó las palabras que oyó por ahí siguiendo el ponderado recurso de la curiosidad etnográfica. Quizás por olvidar que no toda curiosidad es etnográfica, o que aún la curiosidad etnográfica sigue reglas de producción, el resultado es un cambalache léxico de incierta utilidad académica. Variado no siempre es mejor. Es verdad que este Abecedario es un libro ameno y los libros amenos nunca están de más, pero el contenido formal será exiguo si se lo compara con ―por ejemplo― la versión en inglés de Wikipedia.
2007. “Locos por la radio. Una historia social de la radiofonía en la Argentina, 1923-1947” abarca el período delimitado por dos sucesos fundamentales en la transformación social producida por la introducción de la radiofonía en... more
2007. “Locos por la radio. Una historia social de la radiofonía en la Argentina, 1923-1947” abarca el período delimitado por dos sucesos fundamentales en la transformación social producida por la introducción de la radiofonía en Argentina: la transmisión de la pelea entre Luis Ángel Firpo y Jack Dempsey en septiembre de 1923, la nacionalización de las emisoras por el gobierno de Juan Domingo Perón en 1947.

La elección no es fortuita. El combate de Firpo-Dempsey hizo que miles de personas compraran un aparato de radio por primera vez, que se reunieran en casas o calles para escuchar la retransmisión de los cables: catapultó el proceso que convierte una curiosidad técnica en un hecho cotidiano. Y desde mediados hasta fines de 1947 el Estado adquirió y controló las emisoras de radio, hasta entonces propiedad del sector privado. Eso selló la definitiva introducción de la radiofonía en el ámbito de la política nacional.
2006. En el siglo XIX una idea que hoy podría resultar casi trivial cambió el mundo: colocar una máquina a vapor sobre ruedas y combinarla con un sistema de rieles. El ferrocarril ofreció un medio rápido, seguro y masivo de transporte de... more
2006. En el siglo XIX una idea que hoy podría resultar casi trivial cambió el mundo: colocar una máquina a vapor sobre ruedas y combinarla con un sistema de rieles. El ferrocarril ofreció un medio rápido, seguro y masivo de transporte de mercaderías y personas; cambió las escalas geográficas y productivas; amplió las comunicaciones y las cantidades intercambiadas. Desarrolló industrias (como la siderúrgica y la mecánica), incentivó mercados financieros (Wall Street, por ejemplo) y muy pronto los ferrocarriles se convirtieron no sólo en las mayores empresas nacionales sino en modelos de empresas capitalistas modernas. En la segunda mitad del siglo XIX comenzaron los intentos de traerlos a América Latina. Las vías del tren significaban progreso. Pero en términos menos grandilocuentes y más mundanos, también significaban nuevos negocios.

"La primera gran empresa de los argentinos. El ferrocarril del Oeste (1854-1862)" (Fondo de Cultura económica, 2006), de Jorge Schvarzer y Teresita Gómez, indaga los ocho años iniciales del Ferrocarril del Oeste (FCO), primera empresa ferroviaria argentina.

En ese momento el tren no se sumaba a un proceso tecnológico en marcha sino que lo iniciaba; no mejoraba el transporte sino que lo creaba. “Para llevar a cabo el ferrocarril había que crear una empresa (aunque, por entonces, se pensó en su forma jurídica antes que en los temas organizativos, que recién aparecerían mucho después), dominar la tecnología, forjar un camino sobre una ruta casi inexistente, desarrollar el tráfico y manejar una actividad cualitativamente diferente a lo habitual en el medio”. Aunque suene a fábula corporativa, el tren produjo todo un mundo nuevo. Desde telégrafos y sistemas de agua hasta nuevas formas de sociabilidad y ocio. Y claro: nuevos negocios.
2006. La literatura académica sobre la “cuestión piquetera” es cuantiosa y diversa, aunque algunos elementos parecen constantes: el piquetero como nuevo actor social, el movimiento como sujeto que negocia con el Estado, que resiste las... more
2006. La literatura académica sobre la “cuestión piquetera” es cuantiosa y diversa, aunque algunos elementos parecen constantes: el piquetero como nuevo actor social, el movimiento como sujeto que negocia con el Estado, que resiste las políticas neoliberales, que restituye los lazos sociales roídos por el individualismo y el repliegue a lo privado. Es una visión rupturista y encantada: antes de los piquetes no había nada, con el piquetero llegó un sujeto participativo y horizontal que se opone al puntero clientelista y verticalista. El piquetero es una nueva forma de identidad social y el piquete, la instancia privilegiada de producción de dicha identidad.

Cruzando la Sarmiento. Una etnografía sobre piqueteros en la trama social del sur del Gran Buenos Aires (Antropofagia, 2006), de la antropóloga argentina Julieta Quirós, demuele estas afirmaciones con la herramienta más vieja de la antropología: el texto etnográfico. Quirós recupera la tradición de Bronislaw Malinowski, sepultada bajo ochenta años de experimentos y de injertos: relato en primera persona, contexto de situación, interacción con gente y no con movimientos o sus líderes.

La hipótesis: que quienes hacen piquetes son más que piqueteros, que no hay una nueva identidad social, que marchar no implica dignificación instantánea sino una suma de experiencias contradictorias.