Que Historia de La Filosofia Se Necesita en America Latina
Que Historia de La Filosofia Se Necesita en America Latina
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              “¿Qué historia de la filosofía se necesita en
                          América Latina?”
ACE apenas medio siglo en la mayor parte de las universidades latinoamericanas era rara
         (1) H EGEL, G.W.F. Lec c i o n es sobre historia de la filosofía. Fondo de Cultura Económica. México. 1955.
p. 95.
6                                                                               P ABLO GUADARRAMA GONZÁL EZ
         (2) F E R N Á N D E Z   RETAMAR, R.: Para el perfil definitivo del hombre. Editorial Letras Cubanas. La Habana.
1985. p. 538.
         (3) G ONZÁLEZ CASANOVA, P .: “ Nuevas formas de pensar en el mun d o a c t u a l ” . Casa de las Américas. nº.
188. La Habana. julio-septiembre. 1992. p. 12.
          (4) “ Desde esta perspectiva, lo que se llama recepción de la filosofía latinoamericana en Europa, y lo mismo
podría decirse de la recepción europea de la filosofía en Asia y África, es una especi e de eco de la filosofía europea
misma. Se busc a e n e fecto, la resonancia de tal o cual corriente europea o de este o aquel pensador europeo, pero
nunca se busca aquello que quizá la filosofía europea nunca pueda encontrar desde dentro de sí misma, a saber: una
filosofía diferente.” FORNET-BETANCOURT, R.: Estudios de Filosofía Latinoamericana. UNA M . México. 1992. p.
112.
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          (5) “ ... hay u na filosofía hispanoamericana, con estilo propio, con medio comunicativos que le son
específicos -entre ellos el de la comunicación oral- y con u n a t emática congruente con esa profundización del
inmanentismo que habría caracterizado a nuestra América según el maestro Gaos.” Roig, A.A. El p e n s a m iento
latinoamericano y su aventura II. Centro Editor de América Latina. Tucumán. 1994. p. 117.
          (6) “ ... no existe una filosofía latinoamericana simplement e p o rque aún no se ha hecho ningún aporte
importante y colectivo a esta disciplina, tenemos que reconocer, sin embargo, qu e l a práctica filosófica ha logrado
entre nosotros un estadio de madurez, podríamos decir d e mayoría de edad, en el manejo de las cuestiones
filosóficas”. SIE R R A M E J ÍA, R.: Apreciación de la filosofía analítica Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
1987. p. 124.
        (7) VARGAS L O ZANO, G.: “ Filosofía y autenticidad de la cultura latinoamericana”. Cuadernos americanos.
Nueva Época. México. n.º 46. Julio-agosto. 1994. p. 168-169.
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que no siempre resultan deformadoras de la realidad; así como el progresivo intercambio entre
los países latinoamericanos.
        2. Un cambio en los mecanismos de dominación por parte de los países económicamente
fuertes obliga a tomar en consideración las particularidades culturales de cada región y país para
ensayar nuevas fórmulas que presupongan el reconocimiento de los valores culturales de cada
pueblo y posibiliten una mejor manipulación ideológica de su intelectualidad, líderes políticos
y sectores de la población más activos.
        3. El papel desempeñado por un notable grupo de investigadores que desde los años
cuarenta tomó auge fundamentalmente en M éxico, Perú, Uruguay, Argentina, Venezuela y Cuba,
que promovió la edición de obras inéditas y agotadas de pensadores latinoamericanos
prestigiosos, así como de varias monografías de historia de las ideas por países y en general de
la región. Este movimiento de historia de las ideas filosóficas constituyó un p equeño motor
impulsor del actual auge de estos estudios, en el que se destacaron inicialmente Leopoldo Zea(8),
Augusto Salazar Bondy (9), Arturo Andrés Roig (10), y hasta Francisco M iró Quesada quien sin
abandonar el terreno de la filosofía pura ha cultivado con fervor en los últimos años los estudios
histórico-filosóficos (11). A la que se añade una prolífica y nueva generación de investigadores.
        4. Un may or int ercambio académico no sólo entre los investigadores del área con la
celebración de los congresos interamericanos, y nacionales, sino también con intelectuales de
otras latitudes, que reconocen la existencia de una producción filosófica latinoamericana digna
de consideración, por lo que comienzan a promover con rigor científico este tipo de
investigaciones.
        5. El s urgimiento de algunos sectores de las nuevas generaciones de profesionales
de las ciencias sociales en América Latina, que como reacción al acostumbrado
eurocentrismo, desde los años cincuent a enarbolaron lo nacional y especialmente a
partir de los rebeldes sesenta y el descubrimiento de la riqueza del pensamiento en es t os
países , asumieron además posiciones de rechazo a las tradicionales fuentes de
alimentación intelectual, y se volcaron, no siempre sin caer en posiciones algo extremas, a la
         (8) “ Zea ha consagrado la filo s o fí a d e n uestra América, porque se consagró a la filosofía de nuestra
América no desde la marginación y la barbarie, sino contra ellas. Zea só lo tiene deudas recíprocas con su América,
porque A mé rica le debe también haber contribuido a su multilateral y genuino descubrimiento.” G UADARRAMA, P .
“ Urdimbres d e l p e n s a miento de Leopoldo Zea frente a la marginación y la barbarie”. América Latina. Historia y
destino. Homenaje a Leopoldo Zea UAEM. México. 1993. T. III. p. 281.
           (9) Véase: SOBREVILLA, D. Repensando la tradición nacional I. Editorial Hipatia. Lima. 1989. v . 2. p.
383-606.
          (10) “ (...) en sus investigaciones sobre el pensamiento latinoamericano mismo, que han servido no sólo para
arrojar nueva luz sobre el desarrollo de nuestras i d e a s, sino también para inspirar y promover el estudio científico
de nuestro pasado conceptual. Mas que nada, sin embargo su aporte, ha sido filosó fi c o , pues es en la originalidad
y peso de las ideas filosóficas de Roig que encontramos el valor permanente de su obra .” Gracia, Jorge. “ Roig y la
función de la filos o fí a e n A mérica Latina”, en: Rodríguez Lapuente, Manuel y Horacio Cerutti Guldberg. Arturo
Andrés Roig. Filósofo e historiador de las ideas. Universidad de Guadalajara. 1989, p. 309.
         (11) “ En cierta manera, la historia del pensamiento filosófico propi o , le es más extraña al latinoamericano
que la historia del pensamiento europeo.”. MIRÓ Q UESADA, F.: Despertar y proyecto del filosofar latinoamericano.
Fondo de Cultura Económica. México. 1974, p. 40.
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         (12) W OJCIESZAK, J.: “ Ensayo y filosofía: el caso latinoamericano”. El ensayo en nuestra América. UNAM.
México. 1993. p. 575.
(13) L ARROYO, F.: La filosofía iberoamericana. Editorial P orrúa. México. 1978. p. 32.
         (14) “ ... es bien sabido cómo la historia de las ideas no puede separarse de la de las letras en ningún país,
pero menos que ninguno en los de lengua españ ola, donde no existe una filosofía independiente de la literatura en
la misma forma, o en la misma proporción, que en los países clá s i c o s d e la primera, sino un ‘ pensamiento’ que se
funde con la literatura a través de tra n s iciones insensibles, o que sólo se encuentran en plena literatura.” G AOS, J.:
Pensamiento de lengua española. Editorial Stylo. México. 1945. p. 146.
        (16) GERSTENBERG, B.: “ P hilosophisches Denken im präkolumbischen Mexiko und die P hilosophie der
Kolonialzeit in Lateinamerika” en Moritz Ralf, Hiltrud Rüstau y Gerd Rüdiger Hoffma n . W ie und warum enstand
Philosophie in verschiedene Regionen der Erde. Dietz Verlag. Berlin. 1988. p. 233.
10                                                                          P ABLO GUADARRAMA GONZÁLEZ
hasta que se hizo más pujante en la antesala de la Ilustración con el reformismo electivo (17). Ese
segundo eclecticismo (Gaos) que se p rodujo en América Latina contribuyó notablemente al
desarrollo de la filosofía moderna, a sentar las bases para la superación de la escolástica y a
preparar la maduración de la conciencia emancipativa de estos pueblos.
        4. Los sacerdotes que cultivaron la filosofía durante el predominio de la escolástica no
redujeron su labor a la reproducción de la escolástica europea. (18) Su preocupación por múltiples
problemas de la circunstancia americana se reflejó en los elementos de originalidad de su
pensamiento.
        5. Los pensadores latinoamericanos que se han destacado desde la Ilustración, han estado
al tanto del desarrollo de la ciencia y muchos de ellos han combinado su labor filosófica con el
cultivo de algunas disciplinas científicas, con bellas formas de expresión literaria, que han hecho
atribuirle, con razón, un rasgo de carga estética a sus ideas.
        6. La mayor parte de los pensadores latinoamericanos que se han caracterizado por una
posición más auténtica, han vinculado su labor a la preocupación política y a las exigencias
histórico-sociales de cada época histórica.
        7. En los filósofos latinoamericanos no es apreciable la identificación de manera absoluta
y fidedigna con una escuela de pensamiento o filósofo. Su heterodoxia les ha p ermit ido
elaboraciones propias y evoluciones tan significativas que siempre dificultan las clasificaciones
de los investigadores y exigen mejores periodizaciones y determinación de la especificidad de
su pensamiento.
        8. De la misma forma que ha habido un eclecticismo, una ilustración, un positivismo y
hasta un marxismo sui géneris en América Lat ina, como testimonio de la creatividad de los
latinoamericanos, ha habido intentos de crear una “filosofía latinoamericana” y una “filosofía
de la liberación” con esa condición. Aunque no hayan podido evidenciar ras gos de absoluta
independencia intelectual y propuestas ideológicas novedosas (19), como en algunos momentos,
en la búsqueda de una alternativa al marxismo (20), sí han logrado formulaciones propias y dignas
de cons ideración por parte de filósofos de distintas latitudes, como lo demuestra la obra de
Enrique Dussel.
        9. En el desarrollo de la filosofía latinoamericana se ha producido una permanente
lucha de las ideas humanistas y desalienadoras que a la larga se han impuesto contra
         (17) MONAL, I:. Las ideas en la América Latina. Una antología del pensamiento filosófico, político y social
Casa de las Américas. La Habana. 1985. p. 22.
          (18) Véase: MARQUÍNEZ A RGOTE , G ., y otros: La filosofía en América Latina. Editorial El Búho. Bogotá.
1993. p. 81-107.
          (19) En 1976 Dussel sintetizaba la filosofía de la liberación como “ filosofía postmoderna, popular,
feminista, de la juventud, de los oprimidos, de los condenados de la tierra, condenados del mundo y de la historia”.
D USSEL, E. Filosofía de la liberación. Ediciones La Aurora. Buenos Aires. 1985. p. 9.
         (20) “ It should be emphasized that Dussel was actually trying to construct a religiously grounded socialist
theory that should serve as an alternative to M a r xi s m.”. SCHUTTE, O.: Cultural Identity and Social Liberation in
Latin American Thougt. SUNY. New York. 1993. p. 180.
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         Todo estudio de historia de las ideas exige una adecuada perspectiva metodológica, y ésta
se incrementa cuando se trata de abordar con cierto nivel de circunscripción territorial o cultural.
         Una de las primeras incógnitas consiste en precisar desde cuándo la filosofía se ha
constituido en una actividad específica, o incluso una profesión propia en el ambiente intelectual
latinoamericano.
         Esta consideración, que para Europa no ha tenido mucha significación, donde no ha
importado tanto si la filosofía era cultivada por sacerdotes, científicos, funcionarios,
diplomáticos o profesores de distintas disciplinas, sí ha tenido una significación especial para
el ámbito latinoamericano, donde el criterio ampliamente reconocido de Francisco Romero sobre
la existencia de una generación de los “fundadores” a principios del siglo XX, que a partir del
personalismo (21) parecía descalificar a todos los que anteriormente en estas tierras incursionaban
en ese campo y no hubiesen atendido adecuadamente el tema de la personalidad.
         Sin embargo, es indudable que en América Latina desde el siglo XVI la filosofía estuvo
en manos de sacerdotes, algunos de los cuales la enaltecieron y hoy forman parte de lo mejor de
su historia, y luego fue des arrollada por ilustres laicos de las más disímiles profesiones:
abogados, médicos, diplomáticos, profesores, etc.
         La filosofía ha ampliado tanto su radio de acción que si antes era considerada una de las
artes exclusivas de una élite de eruditos, hoy se llega al extremo de vulgarizar el uso de su
concepto p ara s ugerir una pauta a seguir, por ejemplo, la filosofía que anima un evento
académico, de un programa de estudios o de un proyecto cualquiera.
         Una historia de la filosofía no puede desvirtuar su objeto de estudio y extenderse de
forma indiscriminada hacia todo lo que sea simplemente denominado como filosofía. Para ello
se requiere ante todo, una claridad teórica respecto al concepto de esta disciplina que siempre
presupondrá el ejercicio del pensamiento y la capacidad racional de análisis sobre un objeto de
máxima generalidad con la intención de determinar cómo se constituyen los p rincipios de la
realidad e inducir la actitud que se debe asumir ante ella.
         Es imprescindible reconocer que la filos ofía ha aumentado cada vez su esfera
de acción e incursionado no sólo en terrenos novedosos, incluso para las ciencias
constituidas, sino para todas las formas del saber, por lo que la determinación de su objeto
        (21) CAPPELLETTI, Á.: “ Francisco Romero y el espiritualismo latinoamericano del siglo XIX”, en Francisco
Romero. Maestro de la filosofía latinoamericana. Sociedad Interamericana de Filosofía. Caracas. 1983. p. 44.
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         (22) K EMPF MERCADO, M.: Historia de la filoso f í a e n América Latina. Editorial ZIG-ZAG. Santiago de
Chile. 1958. p. 29-30
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          (23) “ En lo que respecta a su tentativa de tratar las cosas de ma n e r a materialista, tengo que decirle ante
todo, que el método materialista se convierte en su contrario cuando no se le trata como hilo conductor en el estudio
histórico, sino como un patrón termina d o , conforme al que los hechos históricos se ordenan.” Engels F. Carta a P .
Ernst. en MARX, K. y F. E NGELS, F. Über Geschicte der Philosophie. Verlag reclam. Leipzig. 1983. p. 87.
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que los fracasos siempre demandan chivos expiatorios, sobre todo lo más lejanos posible, para
exculpar a los responsables vivos.
        También en América Latina ha habido, y hay que revelarlo de la mejor forma posible,
tendencias empiristas que se han enfrentado al logicismo abstracto; concepciones racionalistas
en confrontación con aquellas, así como las modalidades de voluntarismo e irracionalismo;
corrientes conservadoras frente a posiciones progresistas y liberales, etc.
        En el devenir del pensamiento filosófico latinoamericano se ha desplegado una tendencia
humanista y desalienadora que se ha tenido que enfrentar en las distintas épocas a tareas
diferentes, pero imbuida siempre de la misma misión: situar al hombre latinoamericano en
niveles superiores de humanización. Su combate ha sido contra las fuerzas que de distinto modo
han tratado de enajenarlo.
        La tarea actual consiste en ir desentrañando algunas de tales contradicciones y sus
superaciones específicas. Se necesita precisar esas corrientes y tendencias, así como descubrir
otras subyacentes que apenas comienz an a manifestarse y no han logrado la conformación
suficiente para ser delimitadas con claridad.
        La labor del investigador de la historia de la filosofía debe ser pronosticadora de las
posibles tendencias o rumbos por los que puede discurrir la evolución futura del pensamiento
filosófico. No sólo debe ser descriptiva y explicativa del pasado. El presente vivo y dinámico
tiene que estar en el prisma permanente de su visión del pasado y del futuro.
        La historia de la filosofía latinoamericana no p uede reducir su misión a incrementar
volúmenes de bibliotecas o a satisfacer exigencias exclusivas de especialistas. Ella tiene que
trascender a otras esferas no sólo intelect uales, sino también populares y para ello tiene
necesidad de acudir a otras vías, sin abandonar las tradicionales y ya probadamente eficaces.
        Tiene que acudir a los medios de comunicación masiva, la prensa, la radio y la televisión
a fin de revelar la riqueza cultural contenida en el pensamiento de cada pueblo para demostrar
la verdad consistente en que la intelectualidad de América Latina ha sabido pensar con cabeza
propia.
        Sobre todo se trata de evidenciar que la mayoría de nuestros pensadores más
significativos no han sido meros reproductores de ideas ajenas y extrañas, sino en la mayoría de
los casos hombres de su tiempo con los pies en la tierra americana y el intelecto en ejercicio
permanente de reflexión crítica y reservada ante los distintos “ismos”.
con la historia europea, pero no tanto con la de esta región. Pues aunque América desde el siglo
XVI se articuló a la gestación del capitalismo mundial, su participación ha sido como proveedora
de riquezas de los países más desarrollados.
         Durante siglos se ha inculcado el criterio de que siempre las ideas seguirían llegando de
Europa y no resulta sencillo eliminar esta opinión, incluso de las mentes más aventajadas. Y si
las ideas se ges t aban en aquellas latitudes pues también desde ahí debían llegar las
periodizaciones y clasificaciones.
         Sin embargo, la investigación histórico-filosófica demuestra que no es tan sencillo el
asunto. La recepción de ideas nunca es pasiva. Ha habido recepción de ideas externas,
lógicamente, pero de forma activa, crítica, aport adora y auténtica. La tarea no consiste en
elaborar periodizaciones que conduzcan al otro extremo, esto es, ignorar el devenir universal de
la filosofía.
         La cuestión consiste en buscar el aristotélico punto medio o la síntesis dialéctica para la
conformación de las periodizaciones. Nadie dudará de que ellas son necesarias porque facilitan
la comprensión de la complejidad social, siempre en última ins t ancia rebelde a toda
periodización o clasificación. Gústenos o no, todo en este mundo es definido; a todos siempre
nos definen. Al menos al hombre de hoy en día le es imposible vivir sin definiciones y se resiste
a la idea de la posible orfandad filosófica.
         Las periodizaciones de la his toria de la filosofía jamás podrán ser exclusivas de la
actividad filosófica porque no serían adecuadas. Ellas no pueden circunscribirse a delimitar el
puro devenir de las ideas, pues como tal éste no existe, ya que es expresión siempre de múltiples
contextualidades, entre las cuales el de las ideas anteriormente existentes que fomentan a las
nuevas, es muy importante, pero no exclusivo.
         Cualquier p eriodización de la historia de la filosofía debe tomar en consideración el
grado de desarrollo científico-técnico a nivel mundial, así como el contexto específico en que
se generan las ideas; los conflictos socioeconómicos, políticos e ideológicos entre los cuales
emergen las inquietudes filosóficas; las particularidades de otras expresiones de la vida espiritual
de la sociedad dado s u nivel de religiosidad, desarrollo del arte y la literatura, grados de
comunicabilidad, nivel de intercambio con otros países y culturas que faciliten la actualización
respecto a la producción filosófica de otras tierras, etc.
         A juicio de Horacio Cerutti, “en general las periodizaciones con que se trabaja o bien
derivan de la historia política, o bien reflejan una concepción inmanente del desarrollo filosófico
con independencia, incluso, de las grandes ideologías p olít ico-sociales. Con toda su
arbitrariedad, la periodización reclama de algún modo cierto tipo de fundamentación estructural,
lo cual presupone afrontar la dificultad -p ara una concepción materialista- de explicar la
articulación entre base y superestructura sin caer en el mecanicismo” (24).
        (24) CERUTTI, H.: Hacia una m e t o d o l o g í a de la historia de las ideas ( filosóficas) en América Latina.
Universidad de Guadalajara. 1986. p. 70.
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          (25) “ Tanto uno como extremo nacen de una deficiente metodología cuya esencia consiste en absolu t i z a r
una cara de la moneda, ciertos aspectos del proceso histórico-filosófico, separándolos y contraponiéndolos a otros”.
D EMENCHONOK, E.: Filosofía latinoamericana. Problemas y tendencias Editorial El Búho. 1990. p. 20.
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       U na p rimera posible respuesta a la pregunta que nos inquieta, sería considerar que
se necesita una historia de la filosofía que no se limite a caracterizar, clasificar y periodizar.
      (26) Véase: MAGALLÓN, M.: Dialéctica de la filosofía latinoamericana. Una fil o s o fía en la historia.
UNAM: México. 1991.
         (28) E LLACURÍA, I.: Filosofía de la realidad histórica UCA Editores. El Salvador. 1990. p. 39
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Además de estas funciones, que son necesarias y propias de toda actividad investigativa en las
ciencias sociales, la his toria de la filosofía en América Latina debe revelar todos los efectos
posibles que hayan tenido las ideas en diferentes épocas y circunstancias.
         Debe determinar las distintas esferas sobre las cuales han repercutido. Sobre todo a partir
de la experiencia acumulada, debe sugerir los nuevos terrenos en que la filosofía pueda ser cada
día más auténtica y aportadora a la cultura y al enriquecimiento espiritual y mat erial de los
pueblos latinoamericanos, como parte significativa de esta humanidad, que cada vez incrementa
su reconocimiento a la función emancipatoria de la filosofía, aunque las fuerzas pragmáticas del
actual orden tecno-utilitario mundial imperante traten inútilmente de hacerla sucumbir.
         La filosofía siempre ha tenido y tendrá sus propias demandas, las que nacen o se
engendran como resultado de su propio desarrollo como ejercicio del p ensamiento que tiene
necesidad de perfeccionar sus instrumentos epistémicos. Pero nunca se ha alimentado
exclusivamente de sí misma, sino de múltiples esferas de la realidad que le sugieren problemas,
y de otras manifestaciones de la vida espiritual que le aportan muchos fermentos nutritivos y
sugerencias, objeto también de reflexión.
         La filosofía en América Latina tiene obligación de conformarse a partir de su entorno
inmediato, pero además de aquellas mediaciones que le proveen lo más fructífero de la herencia
filosófica y cultural de nuestros pueblos.
         En el caso tan conflictivo de estas tierras como de otras regiones del mundo, donde las
huellas de la dependencia no pueden cicatrizar en tanto se mantengan las actuales circunstancias
la filosofía expresa en mayor medida los elementos sociopolíticos de su contenido.
         La filosofía en América Latina tiene que ocuparse de los destinos del hombre
contemporáneo ante los desafíos que plantean múltiples problemas globales , ecológicos,
demográficos, integradores, migratorios, interétnicos, tecnológicos, etc. Aun cuando múltiples
disciplinas abordan cada uno de estos problemas, la filosofía está obligada a planteárselos desde
la perspectiva totalizadora con que debe apreciarlos el hombre real y no el de las estadísticas, con
sus preocupaciones y propuestas resolutivas.
         La crisis civilizadora que embarga a todo el orbe tiene manifestaciones muy disímiles
según la región en que se desenvuelva el que practica la filosofía. Es muy distinto plantearse los
problemas globales en París que en Port au Prince, independientemente de la nacionalidad de
origen del que reflexiona.
         Si la filosofía en América Latina, como vaticinaba Alberdi y han constatado las
investigaciones, se caracteriza por la marcada preocupación política y por el vínculo con los
problemas sociales de cada época y circunstancias, hoy menos que nunca tiene motivos para
estimular actitudes evasivas de academicismo estéril, asepsia ideológica y neutralidad axiológica.
         Primero, porque en verdad estas últimas nunca han existido en parte alguna, y segundo,
porque el prestigio del filosofar dependerá de que los hombres de las más diversas
posiciones sociales y p rofesiones vean en él un instrumento necesario para la
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