MAD.RID
ISSN
2171-7842
Nº 52
JULIO
2018
CONSEJO EDITORIAL
Coordinador
- Francisco J. García Tartera
Editores
- Antonio Martínez Fernández
- Lilianne Boudon Gorraiz
- Javier Pérez-Castilla Álvarez
DISEÑO E IMAGEN
- Francisco J. García Tartera
- Inmaculada Del Rosal Alonso
MAQUETACIÓN
- Francisco J. García Tartera
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ANTERIORES Y BBDD
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ACTUALIZACIÓN
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2171-7842
DOCENTE
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EDITORIAL
ISSN
2171-7842
Número 52
(JULIO, 2018)
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Por fin llegó el mes de julio y también por fin podemos presentar el
N.º 52, correspondiente a la publicación bimestral de MAD.RID.
No sé por qué, pero siempre cuesta más realizar este número. Seguramente se debe a
la situación extraña de este mes, ya sin clase y sin alumnos, parece que la vida se
empieza a ver de otro color y la mente va por libre, sin formar el tándem al que nos
hemos acostumbrado el resto del año.
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ANTERIORES Y BBDD
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No es mala señal sentirse así, diferente, pues la monotonía dentro de la dinámica
rutina de nuestras clases hace que perdamos objetividad y que nuestras miras
alcancen cada vez menos distancia, puesto que nuestro centro se convierte en nuestro
mundo para los siguientes 10 meses, y a ese mundo nos consagramos en cuerpo y
alma.
Me viene a la cabeza la canción de Julio Iglesias “La vida sigue igual” para describir
y relacionar hechos relevantes con la presentación de este número 52. Y sí, en muchos
aspectos nada ha cambiado, pero en otros…
Un cambio relevante a mi entender es que nos acostamos con el penúltimo número de
MAD.RID (N.º 51) y nos hemos levantado en el último (N.º 52) con nuevo
Presidente de Gobierno de la Nación, el señor Pedro Sánchez, del PSOE, que tras
una moción de censura al anterior presidente, Sr. Mariano Rajoy, consiguió obtener
la mayoría suficiente como para a ser él y su partido los encargados de liderar el
futuro de los españoles, comprometiéndose a convocar Elecciones generales cuanto
antes.
A fecha de hoy, tras casi dos meses en la presidencia, las manifestaciones desde la
Moncloa van en el sentido de mantener esta situación hasta agotar la legislatura en
2020. Ya veremos qué nos depara el futuro.
Mientras nos llega ese futuro, os deseamos desde la redacción unas felices y merecidas
vacaciones.
Francisco J. García Tartera
Coordinador y redactor de MAD.RID
ISSN 2171-7842
2 / 124
- AUTOR
- ESTER GONZÁLEZ CHICO
- TEMA
- BIOLOGÍA / GEOLOGÍA
- TÍTULO
LOS RESIDUOS RADIOACTIVOS II
ISSN
2171-7842
- NIVEL
- ESO; BACH.
- AUTOR
- JOSÉ MANUEL CARMONA
CONCHA
CONSEJO EDITORIAL
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- Francisco J. García Tartera
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- Antonio Martínez Fernández
- Lilianne Boudon Gorraiz
- Javier Pérez-Castilla Álvarez
- TEMA
- FCT
- TÍTULO
- F.C.T.
EN
ELÉCTRICA
UNA
EMPRESA
- NIVEL
- BACH, FP (CGS).
- AUTOR
DISEÑO E IMAGEN
- FRANCISCO CABALLERO DÍAZ
- Francisco J. García Tartera
- Inmaculada Del Rosal Alonso
- TEMA
- ORIENTACIÓN; PRL
- TÍTULO
MAQUETACIÓN
- Francisco J. García Tartera
AFECTACIÓN DEL SÍNDROME DE
ESTAR QUEMADO O BURNOUT EN
LOS DOCENTES. MEDIDAS
PREVENTIVAS Y DE
INTERVENCIÓN ACTUALES
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- AUTOR
- ANTONIO DADER
GARCÍA
- TEMA
- DIBUJO
- TÍTULO
SISTEMA DIÉDRICO
(TRADICIONAL Y DIRECTO).
PROCEDIMIENTOS: GIROS
- NIVEL
- ESO; BACH.; FP (CGS)
MAD.RID
- AUTOR
- RAÚL SALCEDO
MARTÍNEZ
- TEMA
- TECNOLOGÍA
- TÍTULO
- AUTOR
NÚMEROS
ANTERIORES Y BBDD
- NIVEL
- ESO; BACH; UNIV.
- ESTHER ROMERO
CABALLERO
- TEMA
- ORIENTACIÓN
- TÍTULO
ENTRADAS Y SALIDAS
DIGITALES EN “ARDUINO”
- NIVEL
- ESO; BACH.
LA PSICOMOTRICIDAD EN LA
ETAPA DE EDUCACIÓN
INFANTIL
- NIVEL
- ESO; BACH; UNIV.
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3 / 124
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- Francisco J. García Tartera
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- Francisco J. García Tartera
R
E Listado de autores
V
I - ESTER GONZÁLEZ
S CHICO
T
A- JOSÉ MANUEL
Títulos
Págs.
LOS RESÍDUOS
RADIOACTIVOS II
09 – 28
F.C.T. EN UNA EMPRESA
ELÉCTRICA
30 – 37
FRANCISCO
CABALLERO DÍAZ
AFECTACIÓN DEL SÍNDROME
DE ESTAR QUEMADO O
BURNOUT EN LOS
DOCENTES. MEDIDAS
PREVENTIVAS Y DE
INTERVENCIÓN ACTUALES
39 – 82
-
ANTONIO DADER
GARCÍA
SISTEMA DIÉDRICO
(TRADICIONAL Y DIRECTO).
PROCEDIMIENTOS: GIROS
-
RAÚL SALCEDO
MARTÍNEZ
ENTRADAS Y SALIDAS
DIGITALES EN “ARDUINO”
-
ESTHER ROMERO
CABALLERO
LA PSICOMOTRICIDAD EN LA
ETAPA DE EDUCACIÓN
INFANTIL
CARMONA CONCHA
N
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84 – 100
102 – 108
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NÚMEROS
ANTERIORES Y BBDD
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ÍNDICE
ISSN 2171-7842
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Nº 52. JULIO, 2018
ÍNDICE
ESTER GONZÁLEZ CHICO
LOS RESÍDUOS RADIOACTIVOS II
1
INTRODUCCIÓN
2
GESTIÓN DE LOS RESIDUOS RADIACTIVOS
3
GESTIÓN DE LOS RESIDUOS DE ALTA ACTIVIDAD (R.A.A.)
4
REFERENCIAS
11
11
24
28
JOSÉ MANUEL CARMONA CONCHA
F.C.T. EN UNA EMPRESA ELÉCTRICA
1
INTRODUCCIÓN
2
PRIMEROS PASOS
32
32
FRANCISCO CABALLERO DÍAZ
AFECTACIÓN DEL SÍNDROME DE ESTAR QUEMADO O BURNOUT EN LOS DOCENTES.
MEDIDAS PREVENTIVAS Y DE INTERVENCIÓN ACTUALES
1.
INTRODUCCIÓN
41
2.
MARCO TEÓRICO
43
3.
METODOLOGÍA
48
4.
ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS
48
5.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
65
6.
REFERENCIAS
67
7.
ANEXOS
79
ANTONIO DADER GARCÍA
SISTEMA DIÉDRICO (TRADICIONAL Y DIRECTO. PROCEDIMIENTOS: GIROS.
1
INTRODUCCIÓN
2
CAPÍTULO 2: GIRO DE UN PUNTO
3
CAPÍTULO 3: GIRO DE UNA RECTA
4
CAPÍTULO 3: GIRO DE UN PLANO
4
CAPÍTULO 3: GIRO DE UN CUERPO GEOMÉTRICO
5
REFERENCIAS
RAÚL SALCEDO MARTÍNEZ
ENTRADAS Y SALIDAS DIGITALES EN “ARDUINO”
1
INTRODUCCIÓN
2
ESTRUCTURA BÁSICA DE UN PROGRAMA DE ARDUINO
3
CONFIGURACIÓN DE UN PIN DIGITAL COMO SALIDA
4
ESCRITURA EN UN PIN DIGITAL
5
GENERACIÓN DE RETARDOS
6
LA INSTRUCCIÓN #DEFINE
7
CONFIGURACIÓN DE UN PIN DIGITAL COMO ENTRADA
8
LECTURA DE UN PIN DIGITAL
9
REFERENCIAS
104
104
104
105
105
106
106
107
108
ESTHER ROMERO CABALLERO
LA PSICOMOTRICIDAD EN LA ETAPA DE EDUCACIÓN INFANTIL
1
INTRODUCCIÓN
2
EL DESARROLLO PSICOMOTOR EN LOS NIÑOS HASTA LOS SEIS AÑOS
3
LAS LEYES FUNDAMENTALES DE DESARROLLO PSICOMOTOR
4
METODOLOGÍA DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE PSICOMOTRICIDAD
5
ACTIVIDADES DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
6
RECURSOS MATERIALES
7
CONCLUSIÓN
8
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ISSN 2171-7842
112
113
115
116
117
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119
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Nº 52. JULIO, 2018
ISSN 2171-7842
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Nº 52. JULIO, 2018
Procedimientos selectivos para ingreso a los Cuerpos
de Secundaria, Formación Profesional y Régimen
Especial. Criterios de evaluación
21-06-2018
Procedimientos selectivos para accesos a los Cuerpos
de Secundaria, FP y RE. Listas definitivas de
aspirantes con titulación concordante.
21-06-2018
Procedimientos selectivos para ingreso a los Cuerpos
de Secundaria, Formación Profesional y Régimen
Especial.Modificación del tribunal 9 de la especialidad
de Filosofía
19-06-2018
Procedimientos selectivos para ingreso a los Cuerpos
de Secundaria, Formación Profesional y Régimen
Especial. Modificación de las citaciones y distribución
de opositores por Tribunal
19-06-2018
Procedimientos selectivos para ingreso a los Cuerpos
de Secundaria, Formación Profesional y Régimen
Especial. Nota informativa
18-06-2018
Representación de la obra de teatro Valentina y la luna,
en el IES Isaac Newton
18-06-2018
Procedimientos selectivos para ingreso a los Cuerpos
de Secundaria, Formación Profesional y Régimen
Especial. Nota informativa Habilitación Lingüística/
Acreditación en Inglés Avanzado.
18-06-2018
Formación. Oferta de cursos on line 2018 válidos para
sexenios y oposiciones de la Comunidad de Madrid
16-06-2018
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LOS RESIDUOS RADIACTIVOS II
ESTER GONZALO CHICO
Cita APA recomendada:
GONZALO CHICO, Ester (julio de 2018). Los residuos radiactivos II. MAD.RID. Revista
de Innovación Didáctica de Madrid. Nº 52. Pág. 09-28. Madrid. Recuperado el
día/mes/año
de
https://www.csif.es/contenido/comunidad-de-
madrid/ensenanza/205631
ISSN 2171-7842
9 / 124
Nº 52. JULIO, 2018
INDICE
LOS RESIDUOS RADIACTIVOS II
RESUMEN
ABSTRACT
En esta segunda y última publicación,
conoceremos la gestión aplicada a los
residuos radiactivos de media y baja actividad
tanto sólidos como líquidos y a los residuos
de alta actividad, en cuanto a los tratamientos
aplicados y los tipos de acondicionamientos
disponibles.
In this second and last publication, we´ll know
the management applied to the medium and
low activity radioactive residues, both solid
and liquid, and high activity radioactive
residues, in terms of the treatments applied
and the types of conditioning available.
PALABRAS CLAVE
KEY WORDS
medium
Radiación, media y baja actividad, gestión, Radiation,
management,
alta actividad, semidesintegración.
semidesintegration.
and
high
low
activity,
activity,
ÍNDICE
1
INTRODUCCIÓN
11
2
GESTIÓN DE LOS RESIDUOS RADIACTIVOS
11
2.1 RESIDUOS DE BAJA Y MEDIA ACTIVIDAD (R.B.M.A) ....................................................... 11
2.1.1 RESIDUOS LÍQUIDOS 12
2.1.2 RESIDUOS SÓLIDOS 16
2.1.3 TRANSPORTE. 19
2.1.4 ALMACENAMIENTO DE LOS RESIDUOS
20
GESTIÓN DE LOS RESIDUOS DE ALTA ACTIVIDAD (R.A.A.)
24
3
3.1 ALMACENAMIENTOS TEMPORALES. ................................................................................ 24
3.2 ALMACENAMIENTOS DEFINITIVOS ................................................................................... 26
REFERENCIAS
28
4
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1 INTRODUCCIÓN
Se denomina tratamiento de los residuos radiactivos al conjunto de procesos físicos y químicos
que llevan consigo el cambio de alguna característica del residuo generado inicialmente, con el
objetivo de optimizar la seguridad y/o la economía de su gestión.
Los tres conceptos básicos de tratamiento son:
-
Reducción del volumen de los residuos. (Evaporación, filtración, centrifugación,
descontaminación).
Eliminación de determinados radionucleidos. (Precipitación, desgasificación).
Cambios de composición. (Solidificación / reacción de cementación).
-
Se denomina acondicionamiento de los residuos radiactivos al conjunto integral de
operaciones que transforman el residuo radiactivo en un producto final aceptable para su
transporte y/o almacenamiento temporal y/o almacenamiento definitivo.
Las instalaciones de tratamiento y acondicionamiento de residuos de baja y media
actividad existentes en las centrales nucleares españolas están basadas en los procesos
de cementación de los residuos sólidos húmedos (resinas, concentrados, lodos) y en la
compactación para la reducción de volumen de sólidos compresibles secos (papel, textil,
etc...). También se han instalado en algunas centrales nucleares plantas para la desecación
de concentrados y lodos, que dan lugar a importantes reducciones del volumen de los
residuos.
2 GESTIÓN DE LOS RESIDUOS RADIACTIVOS
2.1 RESIDUOS DE BAJA Y MEDIA ACTIVIDAD (R.B.M.A)
•
•
PRETRATEMIENTO: consiste en la separación de los residuos radiactivos según su
estado físico (sólido o líquido) y su actividad (intensidad con que se desintegra el
material radiactivo).
TRATAMENTO PRINCIPAL: consiste en la concentración del residuo radiactivo para
obtener un volumen lo más pequeño posible (minimización). Para ello se realiza la
siguiente separación:
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Por una parte se separa la
mayoría del residuo con
actividad muy baja que
permite su evacuación o
reutilización. A esta parte se
la denomina
FRACCIÓN
DESCONTAMINADA
Por otra parte se separa el
resto del residuo que
presenta actividad “alta” y que
se encuentra en volumen
pequeño. A esta parte se la
denomina
RESIDUO RADIACTIVO
CONCENTRADO
•
INMOVILIZACIÓN Y ENVASADO: consiste en introducir el residuo radiactivo en un
contenedor apropiado e inyectar una sustancia inerte, como puede ser el cemento,
asfalto, hormigón..., dejando así el residuo radiactivo en forma sólida y evitando su
dispersión por el medio ambiente.
2.1.1 RESIDUOS LÍQUIDOS
•
PRETRATAMIENTO: consiste en la separación de los distintos tipos de residuos
radiactivos líquidos con características diferentes y posteriormente, poder mezclar
aquéllas que sean semejantes. También se puede hacer la separación según su
composición química.
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RESIDUOS
RADIACTIVOS
LÍQUIDOS
•
SEPARACIÓN DE RESIDUOS
RADIACTIVOS LÍQUIDOS
SEGÚN SUS
CARACTERÍSTICAS O SU
COMPOSICIÓN QUÍMICA
MEZCLA DE RESIDUOS
RADIACTIVOS LÍQUIDOS
DE CARACTERÍSTICAS
SEMEJANTES
TRATAMENTO PRINCIPAL: consiste en la reducción de volumen y para ello se
pueden utilizar varios métodos:
A.
MÉTODOS FÍSICOS: se basan en propiedades físicas de la materia. Como
ejemplo de este tipo de métodos podemos indicar:
1. FILTRACIÓN: se emplean filtros (sustancias porosas) que permiten en paso
de la corriente líquida, pero no de las partículas sólidas no disueltas. Así
conseguimos la separación.
2. CENTRIFUFAGACIÓN: se emplean máquinas (llamadas centrífugas) que son
semejantes a “lavadoras”. Si en ellas introducimos la corriente líquida con el
residuo radiactivo, cuando las ponemos en funcionamiento (giran a alta
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velocidad) las partículas sólidas tienden a moverse hacia la periferia (por la
fuerza centrífuga), quedando en la zona central la corriente líquida.
3. EVAPORACIÓN: consiste en eliminar el agua del residuo radiactivo líquido
obligándola a cambiar de estado (pasa de estado líquido a estado vapor). Así,
una vez evaporada el agua nos quedará un residuo que estará formado
principalmente, por sales y radionucleidos.
4. INCINERACIÓN: este método consiste en la quema de residuos líquidos
radiactivos que contengan disolventes combustibles, y de los que no se espera
recuperar nada.
B.
MÉTODOS QUÍMICOS: se basan en propiedades químicas de la materia; en
estos métodos se dan reacciones químicas entre los residuos radiactivos y demás
componentes con los que se encuentran, de manera que se consigue separar el
residuo radiactivo del resto de sustancias que le acompañan.
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Veamos algunos ejemplos de métodos químicos:
1. PRECIPITACIÓN QUÍMICA: consiste en la adición de reactivos químicos
adecuados, al residuo radiactivo, con la finalidad de que éste se separe del resto
del líquido formando un precipitado.
Al final se obtiene un líquido clarificado (líquido que no presenta residuo
radiactivo o está en proporción muy baja) y unos barros (que contienen el
residuo radiactivo; constituyen el precipitado).
CORRIENTE
LÍQUIDA
LÍQUIDO
CLARIFICADO
RESIDUO
RADIACTTU
RBINA
DEBASTIDO
REACTIVO
QUÍMICO
ADECUADO
BARROS=
PRECIPITADO
2. INTERCAMBIO IÓNICO: consiste en hacer pasar el residuo radiactivo por
una resina en la que se encuentra incorporada una sustancia que va a
“robar” al residuo de la corriente líquida en la que se encuentra.
RESINA:
COLUMNA DE
INTERCAMBIO
IÓNICO
SUSTANCIA
QUE VA A
“ROBAR” AL
RESIDUO
RADIACTIVO
CORRIENTE LÍQUIDA
PURIFICADA
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•
INMOVILIZACIÓN Y ENVASADO: ya hemos comentado que la inmovilización consiste
en la conversión de los residuos radiactivos en sólidos, y que se realiza mezclando
dicho residuo con sustancias inertes apropiadas, como el hormigón,
cemento...formándose así un bloque compacto que evita la dispersión de los
radionucleidos por el ambiente. Todo ésto se realiza en BIDONES METÁLICOS
normalizados (con unas medidas y características definidas).
2.1.2 RESIDUOS SÓLIDOS
•
PRETRATAMIENTO: consiste en facilitar posteriores operaciones de transporte,
almacenamiento,... Para ellos se realizan distintos procesos:
A.
SEGREGACIÓN Y CLASIFICACIÓN: se separan los sólidos en función de sus
propiedades físico-químicas y del tipo de contaminación que poseen. Así, se
pueden destacan los siguientes grupos de residuos radiactivos sólidos:
COMPACTABLES:
Como por ejemplo, el papel, la tela...
NO COMPACTABLES:
Como por ejemplo, el hormigón, los metales...
INCINERABLES:
Como por ejemplo, la materia orgánica
B.
REDUCCIÓN DEL TAMAÑO DEL RESIDUO: se puede conseguir mediante el
troceado, el triturado (se emplea antes de incinerar el residuo radiactivo, con el fin
de aumentar la superficie que se va a quemar) y el desmantelado (consiste en
desmontar equipos grandes o partes de instalaciones).
C.
DESCONTAMINACIÓN: es un proceso que consiste en eliminar el residuo
radiactivo existente en la SUPERFICIE de un sólido.
Para ello se pueden utilizar distintos métodos como, por ejemplo:
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1. MÉTODOS FÍSICOS (MECÁNICOS): se realiza una limpieza, utilizando
estropajos embebidos en agua y detergente o utilizando chorros de agua o
vapor sobre la superficie a limpiar.
También se puede levantar una capa, más o menos gruesa, del material
contaminado (decapar).
2. MÉTODOS QUÍMICOS: se sumerge el sólido contaminado en una solución
que contiene productos químicos descontaminantes (como por ejemplo: Ácido
Nítrico). Posteriormente, esta solución se considerará residuo radiactivo,
teniéndola que tratar.
•
TRATAMIENTO PRINCIPAL:
A.
COMPACTACIÓN: es un método que consiste en reducir el volumen de los
residuos radiactivos. Ésto se puede conseguir de dos formas distintas:
1. PRECOMPACTACIÓN: con este método se pretende disminuir el volumen de
los residuos a medida que se va llenando el bidón metálico. Lo malo de este
método es que cuando cesa la fuerza de compactación, el residuo tiende a
volver a su posición inicial. Se podría evitar utilizando cintas o discos o tirantes
que mantuvieran el volumen en su posición.
2. COMPACTACIÓN: con este método se consigue compactar el volumen del
residuo radiactivo sin que vuelva a recuperar su forma habitual. Para ello se
compacta el bidón metálico donde se introduce el residuo radiactivo, dando
como resultado una especie de “pastilla” de compactación del residuo
radiactivo.
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B.
INCINERACIÓN: se trata de quemar (de manera controlada) los residuos sólidos
cuya composición mayoritaria sea materia orgánica. Con ésto se consigue una
reducción del volumen y del peso de los residuos.
La incineradora es una cámara doble, donde se alcanzan altas temperaturas que
permiten quemar los residuos. Debe existir un correcto tratamiento de gases.
•
INMOVILIZACIÓN Y ENVASADO: los bidones metálicos donde se han recogido los
residuos radiactivos nos lo podíamos encontrar de dos formas distintas:
BIDONES METÁLICOS SIN PRENSAR:
Aquéllos que su contenido no ha permitido la prensa total del bidón. Se
encuentran inmovilizados con una sustancia inerte apropiada (hormigón,
cemento, asfalto...).
BIDONES METÁLICOS PRENSADOS:
Aquéllos que su contenido ha permitido la prensa total del bidón,
obteniéndose “pastillas”.
Tanto en un caso como en otro, los bidones son introducidos en contenedores mayores,
rellenándose los huecos existentes entre ellos con sustancia inerte apropiada
(hormigón, cemento, asfalto...).
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2.1.3 TRANSPORTE.
El transporte de residuos radiactivos se realiza según legislación: en Europa la legislación
vigente es el ACUERDO EUROPEO para el TRANSPORTE DE MERCANCÍAS PELIGROSAS
POR CARRETERA (ADR). En dicha legislación se indica las medidas establecidas con objeto
de minimizar la probabilidad de que ocurra un accidente y en el caso de que suceda, cómo se
puede reducir sus efectos.
MEDIDAS DE SEGURIDAD:
• El conjunto formado por el residuo radiactivo a transportar y el embalaje que lo rodea,
se denomina bulto. El tamaño del embalaje debe ser directamente proporcional a la
cantidad de radiactividad del residuo radiactivo que se transporte.
• Los bultos son sometidos a distintos tipos de pruebas, como caída libre, resistencia al
calor, golpes, …
• La seguridad en los vehículos de transporte de residuos radiactivos, es mayor. Por
ejemplo: blindaje, sistemas automáticos, ….
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• Formación a sus conductores, que en caso de riesgo, avisarán a las autoridades y
pondrán en marcha un protocolo de actuación para minimizar los riesgos.
2.1.4 ALMACENAMIENTO DE LOS RESIDUOS
Almacenamiento subterráneo: formaciones geológicas creadas por el hombre
generalmente en el subsuelo. Una vez lleno, se cierra y no necesia vigilancia.
Almacenamiento en superfice con barreras de ingeniería: en España se utiliza este
tipo de almacenamiento para los R.B.M.A.. Está situado en El Cabril (Córdoba). Este
CENTRO DE ALMACENAMIENTO DE EL CABRIL, comenzó a funcionar en el año
1992 y dispone de una serie de edificios y estructuras, tales como:
o
EDIFICIO DE ACONDICIONAMIENTO: en él se tratan y acondicionan todos los
R.B.M.A. tanto líquidos como sólidos.
o
LABORATORIO DE VERIFICACIÓN DE CALIDAD: verifican y controlan los
bultos que llegan a la instalación o aquéllos que son acondicionados. También
realizan investigación para mejora de los procesos.
o
EDIFICIOS DE SERVICIOS Y CONTROL: en ellos se engloban la mayoría de los
edificios restantes, que apoyan las actividades que se realizan en la instalación,
como por ejemplo: fabricación de contenedores de hormigón, recepción, taller de
mantenimiento, servicios técnicos, servicios generales, seguridad industrial y
administración.
o
ESTRUCTURAS DE ALMACENAMIENTO: se trata de dos explanadas con dos
filas de celdas cada una.
En una de las explanadas hay 16 celdas y en la otra 12 celdas, habiendo un total de 28
celdas, en toda la estructura de almacenamiento.
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https://www.ecestaticos.com/image/clipping/654/1d236335a9930fb670f05c2cd0492db8/el-almacen-de-el-cabrilfoto-foro-nuclear.jpg
El proceso de llenado de celdas, sería el siguiente:
1º. El residuo se introduce en un contenedor. Si el residuo es compactable, una vez
cerrado el contenedor, se compactará obteniendo las “pastillas”.Si el residuo no es
compactable, se introducirá en el contenedor una matriz (cemento, ...) que lo
inmovilizará y lo aislará del exterior.
http://www.foroiberam.org/documents/193375/193711/Barriles_s.jpg/94543efa-6c5d4391-a792-3785a009df5d?t=1366444594722
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2º. Después se llenan con ellos unos contenedores, en los que caben: 18 bidones no
compactados. O bien, entre 35 y 45 bidones compactados (depende de su grado de
compactación).
http://img.europapress.es/fotoweb/fotonoticia_20130418142204_800.jpg
3º. Esos contenedores son los que se van depositando en las celdas de El Cabril; en cada
una de ellas, caben unos 320 contenedores.
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Mientras se van llenando las celdas, se
sitúan sobre ellas un techo móvil, que
impide la entrada de precipitaciones
durante el llenado. Una vez concluida
esta operación, la celda se sella con
hormigón y se trasladaría el techo móvil a
la celda siguiente de llenado.
4º. Una vez se sellen todas las celdas, la estructura de almacenamiento debe ser
cubierta con material impermeable (arcilla o material plástico) para impedir la
infiltración del agua procedente de las precipitaciones; seguidamente se
acondicionaría la zona (con arena y plantaciones) para que el impacto visual se
reduzca al mínimo.
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3 GESTIÓN DE LOS RESIDUOS DE ALTA ACTIVIDAD
(R.A.A.)
3.1 ALMACENAMIENTOS TEMPORALES.
A. PISCINAS: fabricadas en hormigón, donde el agua actuaría como refrigerante, como
blindaje para las radiaciones que sigue emitiendo el combustible “gastado”y como
almacenamiento seguro.Todas las centrales nucleares disponen de una piscina de
almacenamiento de combustible “gastado”.
http://zetaestaticos.com/badajoz/img/noticias/0/249/249405_1.jpg
El agua de refrigeración tiene un sistema de purificación, cuya finalidad es:
•
•
Mantener el agua transparente, para facilitar la manipulación de los elementos
combustibles.
Eliminar las partículas sólidas, disueltas y en suspensión, que escapan por difusión a
través de las vainas del combustible.
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B. ALMACENAMIENTO EN SECO: sólo tiene lugar tras un periodo de tiempo en el que
los elementos combustibles se han refrigerado en las piscinas de las centrales
nucleares. Utiliza como elemento refrigerante un gas que puede ser el aire o un gas
inerte.
Existen varias modalidades de almacenamiento en seco:
1. ALMACENAMIENTO EN CÁMARAS: el combustible gastado se almacena en
bastidores situados en el interior de bóvedas de hormigón. La refrigeración puede
ser por convección natural (entra el aire exterior de forma natural) o por convección
forzada (se fuerza la entrada de aire mediante impulsores y extractores).
2. ALMACENAMIENTO EN COFRE DE HORMIGÓN: son cofres cilíndricos
construidos con hormigón armado en cuyo interior hay colocados uno o varios
elementos combustibles dentro de una estructura metálica. Posee un tapón blindado
que da hermeticidad a la estructura. La refrigeración se da por radiación (dentro del
recipiente metálico), por conducción (a través del hormigón) y por convección
natural (en la superficie externa del cofre).
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3. ALMACENAMIENTO EN CONTENEDORES METÁLICOS:
Se trata de contenedores cilíndricos metálicos en cuyo interior poseen celdillas o
bastidores en los que se introducen directamente los elementos combustibles.
Presenta una serie de ventajas, como son:
-
Es el mejor sistema de almacenamiento en seco.
No produce efluentes radiactivos.
Su operación y mantenimiento es más sencillo que el de las piscinas.
La clausura y mantenimiento es sencilla.
3.2 ALMACENAMIENTOS DEFINITIVOS
Tras el periodo de almacenamiento temporal, hay que proceder al transporte de estos residuos
a INSTALACIONES DE REPROCESAMIENTO o de TRANSMUTACIÓN o a
ALMACENAMIENTO DEFINITIVO.
El transporte se realiza en contenedores especiales, forrados de gruesas paredes de Acero y
Plomo, lo que evita el riesgo de irradiación. Además, estos contenedores pueden soportar
pruebas de choque, fuego e inmersión, al igual que ocurría con los R.B.M.A.
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INSTALACIONES DE REPROCESAMIENTO:
En ellas se recupera buena parte del Uranio no consumido y del Plutonio producido (forman
parte del combustible “gastado”) durante la reacción de fisión nuclear, los cuales se emplean
en la fabricación de nuevos elementos combustibles.
Después de esta labor de recuperación, quedan pequeños volúmenes de R.A.A. que son
solidificados en una matriz de vidrio (VITRIFICADOS, el vidrio es un material muy resistente
a la corrosión y a la humedad); después son incluidos en hormigón y encapsulados dentro
de depósitos de Acero.
INSTALACIONES DE TRANSMUTACIÓN:
Consiste en la transformación de isótopos radiactivos de alta actividad (R.A.A.), en otros de
baja actividad (R.B.M.A.) o incluso no radiactivos, mediante el bombardeo con neutrones del
combustible “gastado”. Con ello conseguimos la minimización de los residuos radiactivos
que se generan en las centrales nucleares.
Estas cápsulas de Acero se almacenan de forma definitiva en minas profundas
(de 500 a
1000m) situadas en formaciones geológicas estables, de tipo salino, arcilloso o granítico, cuya
estructura se ha mantenido inalterada durante millones de años y que carecen de corrientes de
agua que pudieran provocar corrosiones. Queda así asegurada la estabilidad del
almacenamiento.
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4 REFERENCIAS
LAFUENTES BENANCHES, M. (2014). Almacén temporal centralizado (ATC) en la gestión de
residuos radiactivos. Editorial ARANZADI.
ORIGEN Y GESTION DE RESIDUOS RADIACTIVOS (s.f.). Ilustre Colegio Oficial de
Físicos.
Autoría
−
−
ESTER GONZALO CHICO
I.E.S. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (MADRID)
INDICE
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VALORAR ESTE ARTÍCULO
F.C.T. EN UNA EMPRESA ELÉCTRICA
JOSÉ MANUEL CARMONA CONCHA
Cita recomendada (APA):
CARMONA CONCHA, José Manuel (julio de 2018). F.C.T. en una empresa
eléctrica. MAD.RID. Revista de Innovación Didáctica de Madrid. Nº 52.
Pág.
30-37.
Madrid.
Recuperado
el
día/mes/año
de
https://www.csif.es/contenido/comunidad-de-madrid/ensenanza/205631
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INDICE
F.C.T. EN UNA EMPRESA ELÉCTRICA
RESUMEN
ABSTRACT
En este artículo se realiza una descripción
In this article a simple description of the
sencilla de las tareas que realizó un alumno tasks carried out by a student in a company is
en una empresa como parte de la Formación made as part of the training in work centers to
en Centros de Trabajos para conseguir el get the F.P. test.
título de F.P.
PALABRAS CLAVE
KEY WORDS
Educación, Empresa, Formación Profesional
Education, Company, Professional Training
ÍNDICE
1
2
INTRODUCCIÓN
PRIMEROS PASOS
32
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1 INTRODUCCIÓN
Este artículo ha surgido como guía para aquellos alumnos pertenecientes al Ciclo Formativo de
Grado Superior de Automatización y Robótica Industrial, que tienen que realizar las FCT,
Formación en Centros de Trabajo, en una empresa.
.
Y el principal objetivo de este artículo, es quitar el miedo a los alumnos de formación
profesional que tienen que realizar las prácticas en una empresa. Se ha descrito el trabajo que
realmente realizan durante una semana de trabajo. Viene acompañado de fotos reales
realizadas en la propia empresa.
2 PRIMEROS PASOS
LUNES
Hoy nada más llegar a las 8:00 me he metido al almacén a terminar de inventariar la estantería
que me dejé a mitad el día anterior, esto me ha llevado alrededor de las 2 horas y media, sobre
las 10:30, el electricista del turno de mañana me ha llevado con él para arreglar una campana
de extracción de gases, que no absorbía los gases, ya que los cables del motor encargado de
este trabajo, estaban medio sueltos y no hacían contacto, al final después de buscar en las
instrucciones de la maquina, hemos resuelto el problema. Esto nos habrá llevado alrededor de
una hora. Desde las 11:00 hasta las 12:00 el encargado me ha enseñado algunas zonas donde
era necesario cambiar unos fluorescentes, y desde las 12:00 hasta las 13:00, me he cogido
una escalera y he cambiado arededor del unos 16 tubos.
Por la tarde, he seguido cambiando fluorescentes desde las 15:00 hasta las 18:00.
MARTES
Hoy nada más llegar a la empresa sobre las 8:00, he cambiado un par de fluorescentes que
me quedaron ayer sin poner que me ha costado 30 minutos, y después me he ido al almacén
mientras el electricista acababa un trabajo que estaba haciendo y he estado 1 hora más o
menos. Sobre las 10:00 el jefe de mantenimiento me ha dado una vuelta por la fabrica
enseñándome maquinas, autómatas, robots, y el proceso desde que se crea el producto hasta
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que se empaqueta. A las 11:00 el jefe de mantenimiento me ha dejado con los electricistas que
estaban en la zona de acondicionamiento haciendo un mantenimiento preventiva a una
empaquetadora que al igual que casi el resto de las maquinas de la empresa, son
automatizadas, y me he quedado con ellos, que me han explicado en su totalidad el
funcionamiento y los mecanismos de los que se compone esta máquina. También me han
explicado en qué consistía el mantenimiento preventivo, que es el mantenimiento que se
realiza una maquina, para evitar así fallos innecesarios. También hemos estado reparando los
brazos de un elevador de palés que funciona mediante neumática. El fallo de esta máquina era
que recibía demasiada presión, entonces al levantar los palés, lo hacía tan rápido que corría el
riesgo de que se deterioraran las cajas que contenían. Después de reducir la presión y de
cambiar los reguladores, ya que el de subida estaba roto, la maquina ha vuelto a su
funcionamiento normal. Esto lo estado realizando desde las 11:00 hasta las 13:00.
Por la tarde, desde las 15:00, hasta las 15:45 más o menos he estado con el electricista del
turno de tarde intentando arreglar una maquina seca manos de un baño, pero resulta que el
sensor que activaba el motor y luego lo desactivaba estaba roto, así que lo hemos dejado a un
lado hasta que nos traigan la pieza correspondiente. Una vez hecho esto, hemos ido al taller
donde hemos cogido la herramienta necesaria para hacer el mantenimiento preventivo a otra
máquina. Mientras el electricista y un mecánico realizaban el mantenimiento, yo me he puesto
a cambiar 8 fluorescentes de las oficinas principales, y 4 de la zona de acondicionamiento, esto
me ha llevado desde las 16:30 hasta las 18:00.
MIÉRCOLES
Hoy por la mañana, nada más llegar, me he ido con los mecánicos para hacer una preventiva a
una empaquetadora, ya que los electricistas, estaban ocupados. Hasta las 10:30 he estado con
los mecánicos, después me he ido con un electricista de 10:30 en adelante, hasta las 13:00, a
decentar el cuadro de una maquina de la cámara blanca, que tenía gran parte de los cables por
fuera de las canaletas y entre los dos los hemos vuelto a meter dentro de estas. También
faltaba un par de trozos de las tapas de las canaletas, las he medido con el metro y he ido al
cuarto de los tubos para buscar tapas de las mismas dimensiones, una vez las he encontrado,
he ido al taller, las he cortado y seguido las he ido a poner. Después de decentar el cuadro, y
revistar unas 2 o 3 veces, hemos ido a cambiar una fuente de alimentación de un PC de una
envasadora, hemos desmontado la caja donde se encontraba el equipo y hemos sustituido la
fuente de alimentación por otra nueva.
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Por la tarde sobre las 15:20 y hasta las 17:00, me he ido con el electricista porque le habían
llamado para ver si podÍa arreglar un fallo que daba la envasadora, hemos ido y después de
una hora mirando y comprobando el funcionamiento con otro motor distinto, al final resulta que
solo era un final de carrera que estaba roto, y que la pantalla del PC no lo identificaba.
Después de acabar y de volver a dejar todo el material que no hemos empleado, al electricista
le han llamado para una urgencia que yo no podía ir, entonces me he ido con los mecánicos
del turno de tarde y hemos estado limpiando una maquina con un liquido desinfectante, y
engrasando las cadenas etc. A las 18:00 me he ido.
JUEVES
Hoy sobre las 9:00 me he puesto a poner unos enchufes en acondicionados, poner 2 enchufes
me ha llevado el resto de la mañana, ya que no solo tenía que poner los enchufes, sino que
también tenía que extender el cable por una canaleta bastante mal accesible y con correíllas
asegurarlo para que no se moviera. Por último esta manguera la he llevado a un cuadro, donde
he dejado 1 metro sobrante.
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Por la tarde he corregido un par de mejoras en los enchufes que puse por la mañana, que el
electricista de por la mañana no me dijo, que eran por ejemplo poner en las terminaciones de
los cables, unos terminales que se crimpaban con una herramienta especifica, para que no se
vieran los pelos de cobre, y también en la caja donde se ponen los enchufes, en el lateral
donde se mente la manguera, en vez de dejarlo así sin nada, me ha dicho que les ponga unos
acoples, con una rosca que se apretaba con una tuerca desde dentro y por fuera tenía otra
rosca que estrangulaba el cable para que al meterlo por dentro de este acople ni saliera ni
entrase, ni se filtrase agua. Los he cambiado todos los de esta mañana y seguido me he
puesto a poner otro enchufe pero no me ha dado tiempo a terminar así que lo he dejado para el
día siguiente.
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VIERNES
Hoy nada más llegar me he puesto con lo de los enchufes, porque aun me quedaba por acabar
un par de líneas. Cuando he tirado la manguera y la he sujetado a la canaleta, me he puesto a
unir los terminales de los cables a tres fichas en el cuadro de cada línea, empleando la misma
herramienta que la otra vez para crimpar los terminales de cada hilo.
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Una vez terminado esto me he ido con el electricista del turno a revisar un par de cuadros
principales, ya que debido a la tormenta tenían alguna derivación, al revisarlos, nos hemos
dado cuenta de que les entraba algo de humedad, los hemos secado, y comprobado y al final
los hemos puesto a funcionar. En la ultima hora, he estado trayendo unos paquetes del
almacén a la zona de repuestos, cables, PIAs, etc.
Autoría
− JOSÉ MANUEL CARMONA CONCHA
− I.E.S. PALOMERAS (Vallecas – Madrid)
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VALORAR ESTE ARTÍCULO
AFECTACIÓN DEL SÍNDROME DE ESTAR QUEMADO O
BURNOUT EN LOS DOCENTES. MEDIDAS PREVENTIVAS Y
DE INTERVENCIÓN ACTUALES
FRANCISCO CABALLERO DÍAZ
Cita recomendada (APA):
CABALLERO DÍAZ, Fco. (julio de 2018). Afectación del síndrome de estar quemado
en el trabajo o burnout. Medidas preventivas y de intervención actuales.
MADRID. Revista de Innovación Didáctica de Madrid. Nº 52. Pág. 39-82.
Madrid.
Recuperado
el
día/mes/año
de
https://www.csif.es/contenido/comunidad-de-madrid/ensenanza/205631
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ÍNDICE
AFECTACIÓN DEL SÍNDROME DE ESTAR QUEMADO
O BURNOUT EN LOS DOCENTES. MEDIDAS
PREVENTIVAS Y DE INTERVENCIÓN ACTUALES
RESUMEN
ABSTRACT
Los docentes se enfrentan a menudo a
muy diversas situaciones de estrés que
pueden llegar a poner en juego su
bienestar psicológico, con repercusiones
directas en su medio social y laboral. Se
puede originar de esta forma el síndrome
de estar quemado en el trabajo o burnout.
Las
denominadas
estrategias
de
afrontamiento son respuestas de los
docentes ante su malestar. Del mismo
modo, se requiere llevar a cabo unas
medidas preventivas y de intervención
eficaces desde todos los sectores
implicados para abarcar integralmente la
problemática expuesta.
Docents face many different stressful
situations in their jobs that can be risky for
their social and psicological well-being,
also those situations might produce direct
consequences in their social and work
environment. This way, it causes the
burnout syndrom. We can see the need of
strategies as answers to the discomfort of
the docent, even so we could carry out
preventive measures and effective
intervention controls from all the involved
sectors.
PALABRAS CLAVE
KEY WORDS
Estrés laboral, síndrome de burnout, Worked stress, burnout syndrom, risk
factores de riesgo, variables protectoras y factors, protective variables and coping.
afrontamiento.
ÍNDICE
1.
2.
3.
4.
4.1
4.2
4.3
4.4
4.5
5.
6.
7.
INTRODUCCIÓN
41
MARCO TEÓRICO
43
METODOLOGÍA
48
ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS
48
Proceso de desarrollo del síndro8me de burnout. ................................................................. 50
Causas y variables relacionadas con el burnout en profesores. ........................................... 52
Consecuencias del SQT en el profesorado. .......................................................................... 57
Modelos teóricos del síndrome del burnout. .......................................................................... 58
Intervención y medidas preventivas. 60
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
65
REFERENCIAS
67
ANEXOS
79
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1. INTRODUCCIÓN
Los datos relativos a los problemas derivados del estrés en los trabajadores a
nivel tanto global como a nivel europeo y nacional son ciertamente preocupantes.
Según Guerrero Barona y Rubio Jiménez (2008), y en la misma línea de Ponce Díaz,
Bulnes Bedón, Aliaga Tovar, Atalaya Pisco, y Huertas Rosales (2005), el estrés se
encuentra en el origen del 50% de las bajas laborales de la Unión Europea; estos
autores llegan a asegurar que los docentes son los profesionales que mayores niveles
de estrés experimentan.
Los informes de la Organización Mundial de la Salud sobre el bienestar laboral
evidencian la relevancia del estrés laboral como un problema de salud pública (OMS
citado en Extremera, Rey y Pena, 2010b). En cuanto a los grupos que conforman la
población de riesgo, los distintos autores ponen de manifiesto que el estrés ocupacional
surgiría como resultado del desequilibrio entre un exceso de las demandas o
exigencias laborales y unos recursos limitados en el trabajador y su entorno para
afrontar la situación estresante (Aldrete-Rodríguez, Aranda-Beltrán, Valencia-Abundiz y
Salazar-Estrada, 2011; Extremera, Durán y Rey, 2010a; Rosario Yslado, Llerme Nuñez
y Roger Norabuena, 2009).
Son múltiples y variados los problemas de nuestra sociedad cambiante y plural.
Prueba de ello son los constantes cambios sufridos en nuestro sistema educativo que
se han venido implantando en las últimas décadas (Torres González, 2010; Vidal y
Nicasio García, 2009), cumpliendo las exigencias de los organismos internacionales,
delegando responsabilidades y competencias educativas en los profesores (Barraza
Macías, 2010; Zaitegi, 2010; Cruz Pérez y Ovalle Sosa, 2009) y, a su vez, creando una
cierta inestabilidad educativa e inseguridad en los docentes sobre su labor, puesto que
no siempre esas exigencias vienen acompañadas de los medios necesarios para poder
responder a las mismas (Murillo Estepa y Becerra Peña, 2009). Se da lugar pues a la
generalización de esta situación de alto nivel de estrés junto a su mala gestión que
afecta de manera cotidiana al cuerpo docente, produciéndose así una disminución de
su satisfacción profesional, entendiendo ésta como una comparativa entre la realidad y
lo que según sus expectativas debería ser (Serrano Díaz y Guil Bozal, 2014).
Este menoscabo del bienestar del profesorado sucede desde niveles mínimos de
cansancio hasta posibilitar el surgimiento de enfermedades laborales. En la literatura se
suele hablar de malestar docente, y hay un sinfín de investigaciones que versan sobre
éste (véase Gómez Ortiz, Perilla Toro y Hermosa Rodríguez, 2014; Menghi y Oros,
2014; Aldrete-Rodríguez et al., 2011; Cruz Pérez y Ovalle Sosa, 2009; Ayuso Marente y
Guillén Gestoso, 2007; Cornejo Chávez y Quiñónez, 2007; Martínez Ávila, Serrano
Díaz y Amador Velázquez, 2007), llegando incluso a mencionar sintomatología
depresiva asociada con el estrés laboral (Matud Aznar, García Rodríguez y Matud
Aznar, 2006). Los medios de comunicación —televisión, prensa escrita y digital, radio,
etcétera— sacan a relucir con frecuencia ejemplos de ello, creando las corrientes de
opinión ciudadana que pueden resultar nocivas de cara a la enseñanza.
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Por otro lado, los docentes sienten a menudo problemas derivados de su
ejercicio profesional (Freire, Oliveira, Ximenes Neto, Nogueira Ferreira y Vieira Gomes,
2015; Extremera et al., 2010b; Arís Redó, 2009). Refieren Esteve y sus compañeros
(Esteve y et al., citado en García Carrasco y Bernal Guerrero, 2008) que más de la
mitad de los educadores admite que sus problemas están directamente relacionados
con el desempeño de su trabajo. Esto lleva a plantear la presente investigación sobre el
síndrome de estar quemado en los profesionales de la enseñanza. ¿Qué les está
ocurriendo a los profesores? ¿Refieren problemas de salud relacionados con su labor
docente, merma su bienestar mientras se dedican a instruir y a educar a sus alumnos?
Bolívar Botía (2004) explica en su investigación sobre la educación secundaria
en España que este malestar docente no es sino el síntoma de un mal mayor: la crisis
de identidad de los educadores. Esto es razonable si se tiene en cuenta que estas
nuevas exigencias del contexto educativo exhortan a una redefinición de la identidad
docente que requiere del surgimiento de nuevos roles profesionales adecuados a las
demandas actuales y futuras (Bolívar Botía, Fernández Cruz y Molina Ruiz, 2016;
Ávalos y Sotomayor, 2012; Arís Redó, 2012; Aldrete, González y Preciado, 2008).
Una vez el profesor ha fracasado en sus intentos por superar la situación
estresante, es decir, cuando la situación se cronifica, el malestar aumenta y la salud del
docente se degrada. Es entonces cuando se da el caldo de cultivo perfecto para que el
síndrome de estar quemado en el trabajo haga su aparición.
Gil-Monte (2003) señala que el burnout se encuentra entre los riesgos laborales
de carácter psicosocial más relevantes en la actualidad. Prueba de ello —insiste este
autor— es el apunte de que dicho síndrome se sitúa entre las principales causas de
accidentalidad y absentismo entre las profesiones de servicios.
En otras investigaciones llevadas a cabo en diferentes países con población
docente se ha encontrado un rango amplio de prevalencia de esta patología que se
extiende desde el 12,5% hasta el 80%, aunque Gantiva Díaz, Jaimes Tabares y Villa
Orozco (2010) nos advierten de que esta variación tan destacable puede deberse a la
utilización de diferentes medidas de burnout o a los distintos tipos de labores que
realiza el colectivo analizado. En consonancia con estas informaciones, Freire y sus
colaboradores (2015) subrayan que en el ámbito concreto de la enseñanza, los
trabajadores más afectados son precisamente los educadores, especialmente
expuestos a los riesgos psicosociales por sus características laborales.
Tomando unos pocos informes y a modo de ejemplo, se observa que la
prevalencia del burnout en los profesores es alta (véase para comprobarlo: Gómez et
al., 2014; Aldrete, Vázquez, Aranda, Contreras y Oramas, 2012; Galván Salcedo,
Aldrete Rodríguez, Preciado Serrano y Medina Aguilar, 2010; Rosario Yslado et al.,
2009; Andrea, Padilla, Gómez-Restrepo, Rodríguez, Dávila, Avella-García, Caballero,
Vives, Mora, Márquez, Prieto, Sandoval, Cotes y Hernández, 2009; Prieto Ursúa y
Bermejo Toro, 2006), tanto en Latinoamérica como en España. Aranda (2011) ofrece
unas oscilaciones de la prevalencia del burnout en los docentes españoles según
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distintos autores, distinguiendo el periodo de enseñanza: las cifras del síndrome
reportadas fluctúan entre el 43%-88% en maestros de educación infantil, del 43%-80%
en docentes de la primaria, del 36,6%-80% en los de la secundaria y, en el ámbito
universitario, las cifras se mueven entre el 68%-94,7%. Fernández-Puig, Longás
Mayayo, Chamarro Lusarby y Virgili Tejedor (2015), al igual que Oramas Viera, Almirall
Hernández y Fernández (2007), advierten que aunque la prevalencia sea elevada, los
docentes que experimentan niveles graves de burnout se reducen a un número que
baja de 3% a un 13% de afectados.
Sin embargo, a la hora de establecer diferencias de resultado en cuanto a las
tres dimensiones básicas del burnout, no hay un consenso. Posiblemente se deba a la
utilización de diferentes medidores y a sus características intrínsecas.
Son muchos los autores que exponen la necesidad de investigar sobre el
síndrome de desgaste profesional —su estudio ha sido abordado desde el primer tercio
del siglo XX y continúa siendo un tema en boga— (Arquero y Donoso, 2013; Vidal y
Nicasio García, 2009; Aldrete et al., 2008), el cual se ha constituido como un mal
presente en nuestro sistema laboral, educativo y, a grandes rasgos, se puede afirmar
que es una problemática que traspasa fronteras y se extiende por todo Occidente y
Latinoamérica —regiones homólogas—, entre otros (Marenco-Escuderos y ÁvilaToscano, 2015).
2. MARCO TEÓRICO
A pesar de que el DSM-V (2014) y el CIE-10 (2003) no definen el burnout, el
mismo fue declarado por la Organización Mundial de la Salud en el año 2000 como un
factor de riesgo laboral capaz de afectar a la salud mental y el bienestar de los
trabajadores (Saborío Morales y Hidalgo Murillo, 2015).
No obstante, Shirom afirma que el síndrome de burnout no se solapa con otros
constructos de orden psicológico, y lo define como una forma de cansancio cognitivo
(Shirom citado en Martínez Pérez, 2010). Se puede demostrar que esta patología se
diferencia del tedio o aburrimiento, de la fatiga, de la depresión, del acoso laboral o
mobbing, del estrés general y del estrés laboral. Eso, sin embargo, no quita que se
puedan compartir algunos síntomas o procesos de evolución similares. Precisemos las
diferencias.
Cuando se habla de síndrome de estar quemado, no se está refiriendo al tedio
experimentado por la persona, porque el burnout es generado por repetidas presiones
emocionales, mientras que el aburrimiento tiene un origen mucho más difuso, ya que
puede producirse por cualquier tipo de presión, falta de motivación e innovación en el
ámbito laboral del sujeto (Pines y Krafy citado en Martínez Pérez, 2010). Otra diferencia
sustancial es aportada por Hallberg cuando focaliza la diferencia de ambos términos en
el proceso de desarrollo: cuando aumenta el agotamiento emocional, disminuye el tedio
(Hallberg citado en Martínez Pérez, 2010). Por otro lado, Farber (1983) limita el burnout
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a las profesiones asistenciales y considera que el tedio o aburrimiento aparece en otros
tipos de trabajos que no poseen características humanitarias.
Tampoco se hace alusión a la fatiga cuando se expone el síndrome de burnout
(Quiceno y Alpi, 2007), por el agotamiento emocional de éste último en las personas
que lo experimentan (Oramas Viera et al., 2007). El proceso de recuperación en la
fatiga física es rápido y puede estar acompañado de sentimientos de bienestar. El
burnout, en cambio, es de recuperación lenta y va asociada a sentimientos profundos
de fracaso (Martínez Pérez, 2010).
Gil-Monte aclara que el síndrome de quemarse en el trabajo debe interpretarse
como una forma de acoso laboral, pero no es equivalente a las presiones psicológicas
del mobbing, puesto que este último es un estresor laboral ocasionado por un conflicto
interpersonal asimétrico, donde existe un acosado y un acosador, mientras que el
burnout es una respuesta a los estresores crónicos laborales (Gil-Monte citado en
Margarita Quiceno y Vinaccia Alpi, 2007).
Los investigadores conciben la depresión y el burnout como entidades
separadas. La depresión es el trastorno de salud mental con mayor incidencia en el
profesorado —y en progresivo aumento en la actualidad—, el cual reporta una cierta
asociación con puntuaciones altas en burnout (Aguaded Gómez y Almeida Pires
Cavaco, 2016; Cornejo Chávez y Quiñónez, 2007). Sin embargo, Leiter y Durup (1994)
defienden que sus patrones de desarrollo y etiología son distintos, aunque los dos
fenómenos pueden compartir algunos síntomas, especialmente relacionados con el
cansancio emocional. El sentimiento de culpa es el síntoma más destacado de la
depresión, siendo la cólera o la rabia los más predominantes de nuestro síndrome
(DSM-V-TR, 2014; CIE-10, 2003). De acuerdo con el pionero Freudenberger (1974), la
depresión es una de las consecuencias más características del burnout. En la misma
línea, la Teoría de COR sugiere que las primeras fases de la depresión se
corresponden con las últimas etapas del síndrome de estar quemado (Hobfoll y Shirom
citado en Martínez Pérez, 2010).
El estrés guarda una estrecha relación con este síndrome, como queda
explicitado en el informe de la OIT (1993) titulado El trabajo en el mundo, sin dejar de
ser, por ello, dos cuestiones bien diferenciadas (Gil-Monte, 2003). Tanto el burnout
como la cara negativa del estrés, se han convertido en un riesgo ocupacional
significativo de la profesión docente (Robaina Palmés, Flores Robaina, Jenaro Río,
Cruz Ortiz y Avram, 2010; Prieto Ursúa y Bermejo Toro, 2006). Gamboa, González y
González (2008) señalan que debido a esta relación, es difícil establecer una clara
diferencia entre estrés y burnout. Sin embargo, el primero es un proceso psicológico
adaptativo que conlleva efectos positivos y negativos (véase anexo 1), mientras que el
burnout sólo se refiere a los efectos nocivos para el sujeto y su entorno (Martínez
Pérez, 2010). Tomando como referencia las tres fases clásicas propuestas por Cannon
y Selye sobre el estrés —alarma, resistencia y agotamiento—, sería en la última donde
podríamos situar el inicio del síndrome estudiado (Cannon y Selye citado en Román
Collazo y Hernández Rodríguez, 2011).
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Por lo que a pesar de ser un fenómeno complejo y multidimensional (Guerrero
Barona y Vicente Castro, 1999), el estrés positivo o eustrés se caracterizaría por ser
una respuesta positiva de adaptación ante una situación amenazante; y el estrés
negativo o distrés se referiría a un fracaso en dicho proceso adaptativo que conlleva la
experimentación de sentimientos negativos (Reyes Pérez, 2015; Gutiérrez Delgado y
Valadez Ramírez, 2011; Zavala Zavala, 2008; Guerrero Barona y Vicente Castro,
1999).
En el presente trabajo trataremos de mostrar la relación que existe entre el
estrés negativo y el síndrome de burnout (Martínez, Grau, Llorens, Cifre y GarcíaRenedo, 2005; Salanova, Martínez y Lorente, 2005). De esta forma, el estrés laboral
puede considerarse como el riesgo psicosocial en el trabajo, en tanto que obtenga las
características descritas de su tipología negativa: el distrés aplicado al trabajo. Es más,
el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) califica al estrés
laboral como el principal y más extendido de estos riesgos (INSHT citado en Reyes
Pérez, 2015).
Y se entiende por riesgo psicosocial en el trabajo (Reyes Pérez, pp. 5, 2015)
“aquella vivencia, situación o hecho cuyo nacimiento se produce como consecuencia
del trabajo y se traduce en un posible riesgo para la salud del trabajador con
consecuencias de gran importancia”.
Entonces, ¿en qué consiste el estrés laboral? ¿Por qué en el presente estudio
se focaliza en esta tipología de estrés? El estrés laboral ha sido definido por Albesa
como (Albesa citado en Barrena Mendoza, pp. 13, 2015) “un conjunto de reacciones
emocionales, fisiológicas, cognitivas y del comportamiento a ciertos aspectos adversos
o nocivos del contenido, organización o entorno de trabajo. Es un estado que se
caracteriza por elevados niveles de excitación y angustia, con la frecuente sensación
de no poder hacer frente a la situación”. Mientras que para responder a la segunda
pregunta, muchos autores exponen que los profesionales de la enseñanza están
especialmente expuestos al estrés laboral y al burnout (Sastre Cagigal, 2012; Marrau,
2009; Matud Aznar et al., 2006). Esteras, Chorot y Sandín (2014) indican que el estrés
laboral se erige como un factor fundamental de vulnerabilidad del cansancio emocional,
una de las tres dimensiones del burnout y, a juicio de estos autores, la más relevante.
Ahora bien, existen diferencias sustanciales entre estas dos últimas nociones. El
estrés laboral se puede dar cuando consideramos que la cantidad de demandas o
exigencias sobrepasan nuestros recursos para superarlas, y esta situación nos produce
un cierto agotamiento. Mientras que cuando la situación se mantiene, el estrés se
cronifica —ya no es estrés episódico, sino el preludio del burnout—, lo que trae consigo
una falta de implicación en el trabajo asociada a un agotamiento psíquico mayor que no
mejora con el descanso de la persona. Es razonable entonces que muchos autores
califiquen al síndrome de desgaste profesional como una respuesta al estrés crónico
(Menghi y Oros, 2014; Gutiérrez Delgado y Valadez Ramírez, 2011; González Ramírez,
Landero Hernández y Moral de la Rubia, 2009; Guerrero Barona y Rubio Jiménez,
2005).
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Una vez se han descrito las diferencias y similitudes del burnout con respecto a
otros conceptos, cabe definirlo y concretarlo debidamente. Así pues, una manera de
iniciar nuestra aproximación al síndrome de burnout es hacer un análisis semántico de
las dos palabras que lo componen. De acuerdo con la Real Academia Española (2014),
la palabra síndrome proviene etimológicamente del término griego concurso y comporta
dos acepciones. La primera de ellas relaciona este vocablo con una patología:
«conjunto de síntomas característicos de una enfermedad o un estado
determinado»; y la segunda acepción se focaliza en la situación concreta donde se
produce: «conjunto de signos o fenómenos reveladores de una situación
generalmente negativa». Por ello, Tejero González y Fernández Díaz (2007) nos
aseguran que desde la perspectiva puramente lingüística, la palabra síndrome puede
ser empleada para aludir desde los síntomas de una afección menor, hasta los de un
trastorno patológico.
Por otra parte, la palabra anglosajona burnout (verbo to burn, pasado y participio
pasado: burnt o burned indistintamente) se traduce en castellano por estar quemado,
consumido, apagado (Carlin y Garcés de los Fayos, 2010), aunque no existe un
término concreto para todos al respecto, comúnmente se barajan varios, como
cansancio emocional (García Carrasco y Bernal Guerrero, 2008), síndrome de
desgaste profesional (Morín Apela, 2014), agotamiento profesional (Arias Galicia y
González Zermeño, 2009), trastorno sociolaboral (Fariña, Arce y Suárez, 2006) y
síndrome de cansancio profesional (Gamboa et al., 2008), entre otros.
Pedro R. Gil-Monte (2005) recopila al menos diecinueve expresiones diferentes
en castellano y las organiza en tres grandes grupos. Una agrupación queda formada
por las denominaciones basadas en la traducción al castellano de la palabra burnout,
entre otras: síndrome de quemarse por el trabajo, síndrome de estar quemado en el
trabajo, síndrome de estar quemado y quemazón profesional. Otro grupo recoge los
apelativos no basados en la traducción lingüística del término burnout, pero sí en la
concepción semántica del mismo, por ejemplo: desgaste psicológico por el trabajo,
desgaste ocupacional, desgaste profesional, agotamiento profesional y síndrome de
cansancio emocional. Finalmente, quedaría el conjunto de términos de aquellos autores
que entienden que el estrés es la base del burnout y utilizan esta palabra para referirse
al síndrome, como se ejemplifica a continuación: estrés crónico laboral asistencial,
estrés laboral asistencial, estrés profesional y estrés laboral.
Llegados a este punto, cabe definir el síndrome de estar quemado en el trabajo o
burnout en palabras de Gil-Monte (pp. 183, 2003) como “una respuesta al estrés laboral
crónico caracterizada por la tendencia de los profesionales a evaluar negativamente su
habilidad para realizar el trabajo y para relacionarse con las personas a las que
atienden, por la sensación de estar agotados a nivel emocional, por el desarrollo de
sentimientos negativos, y de actitudes y conductas de cinismo hacia las personas
destinatarias del trabajo, que son vistas de manera deshumanizada debido al
endurecimiento afectivo del profesional”. Solo añadir que las tres grandes dimensiones
del burnout señaladas en la anterior definición —agotamiento emocional,
despersonalización y reducida realización personal— están presentes en la mayoría de
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las investigaciones realizadas sobre la citada temática (véase a modo de ejemplo:
Marenco-Escuderos y Ávila-Toscano, 2016a; Arquero y Donoso, 2013; Lledó,
Perandones, Lorenzo, Herrera, Lledó, Fernández, Yáñez, Colomina, Pereyra, Roig,
Sánchez y Blasco, 2013; Salanova y Llorens, 2008; Martínez Ávila et al., 2007).
Es importante poner de manifiesto que la comunidad científica no ha llegado a
un término acordado y común para referirse al mencionado daño psicosocial (Sánchez
Llull, March y Cerdá y Ballester Brage, 2015). No obstante, aunque exista un amplio
corolario de nombres para ello, sí parece existir un consenso generalizado entre los
estudiosos del síndrome con respecto a su origen, dimensiones, desarrollo y
consecuencias, como se verá más adelante. Asimismo, quedan recogidos a
continuación los objetivos que se establecen en la presente investigación:
- Obtener un conocimiento sobre la incidencia real del problema y las variables
asociadas al burnout en la docencia.
- Exponer las distintas teorías e ideas principales de sus artífices y demás
investigadores sobre esta enfermedad laboral para alcanzar una visión
contrastada de la temática expuesta.
- Identificar las medidas preventivas y de intervención (estrategias de
afrontamiento) sobre el síndrome de estar quemado en el ámbito educativo.
- Concienciar sobre la problemática expuesta para mejorar la concepción sobre el
burnout y para fomentar futuras investigaciones e implicaciones prácticas.
La hipótesis de partida consiste en concebir que los educadores afectados por el
síndrome de burnout puede que muestren unas características concretas referidas a la
falta de recursos psicosociales —ineficaz gestión del estrés, falta de asertividad y
resiliencia, factores motivacionales asociados, estrategias de resolución de conflictos
incorrectas, pocas habilidades sociales…— y ambientales o del entorno social,
organizacional y del ámbito educativo-laboral —carencia de apoyos sociales, relaciones
negativas entre los compañeros docentes, percepciones sociales ambiguas de sus
roles, desinformación sobre sus derechos, convenios, actuaciones sindicales,
etcétera—, encaminados a la prevención eficaz de dicho mal.
Se sugiere que existe un patrón y un contexto determinados que influyen,
posibilitan su aparición y mantienen el burnout. Lo que sin duda sería una grave
cuestión, si entendemos que en el proceso de enseñanza-aprendizaje se requiere de
un profesorado competente, y a la vez sano, que instruya y eduque a las generaciones
insertas en este proceso didáctico sobre unos conocimientos y valores necesarios.
En resumidas cuentas, se busca analizar qué causas inciden mayormente en la
aparición del burnout, cómo afecta éste al bienestar de los profesionales de la
educación reglada y qué medidas se están proponiendo e implementando para hacerle
frente.
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3. METODOLOGÍA
Puesto que se trata de un estudio exploratorio y descriptivo en torno a la
temática expuesta, la metodología utilizada tiene una base humanístico-interpretativa y
cualitativa debido a que se trata de comprender el porqué de la cuestión: sus causas y
consecuencias, las variables asociadas al burnout, su incidencia en la docencia, qué
medidas funcionan para paliarlo, para evitar que se produzca…
Según Hernández Sampieri, Fernández Collado y Baptista Lucio (2010), el
enfoque cualitativo se caracteriza por recopilar los datos para descubrir o afinar las
investigaciones en cuanto al proceso interpretativo. Este estudio, por tanto, sigue una
metodología cualitativa, mediante un diseño exploratorio y descriptivo, dado que se
inicia con el planteamiento de una problemática, se elabora una revisión de la literatura
correspondiente al tema concreto, se delimita y define el alcance del estudio, sus
objetivos e hipótesis de partida y, por último, se relacionan los datos obtenidos para la
presentación de conclusiones finales.
Consecuentemente, el método utilizado no podía ser otro que la búsqueda
bibliográfica para establecer una comparación entre las investigaciones sobre dicho
síndrome.
Dialnet
(https://dialnet.unirioja.es/),
Academia.edu
(https://www.academia.edu/),
Researchgate (https://www.researchgate.net/) y Google Académico se encuentran entre las
bases de datos utilizadas para la búsqueda bibliográfica precedente a la redacción del
presente estudio.
4. ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS
A mediados de los 70, el psiquiatra Herbert Freudenberger (1974) describió una
patología psiquiátrica que experimentaban algunos voluntarios que trabajaban con
toxicómanos en la Free Clinic de Nueva York. Observó cómo muchos de ellos, en un
periodo de alrededor de un año, sufrían de forma progresiva una pérdida de energía
hasta llegar al agotamiento, síntomas de ansiedad y depresión, así como
desmotivación en su trabajo, elegido por vocación, y agresividad con los pacientes.
No es hasta 1974 cuando Freudenberger utiliza la palabra burnout, que se usaba
para designar a los toxicómanos que experimentaban los efectos del consumo crónico.
También era un vocablo aceptado en el ámbito deportivo cuando un profesional no
lograba conseguir la cota de éxito propuesta, a pesar del esfuerzo realizado.
La inmensa mayoría de los autores está de acuerdo en situar a Freudenberger
como el creador de este constructo (Carlin y Garcés, 2010; Gamboa, 2008; Salanova y
Llorens, 2008). No obstante, Thomas Mann describe un caso en su obra The
Buddenbrooks, en el año 1922 (Oramas Viera et al., 2007). Posteriormente, Sánchez
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Llull y sus compañeros (2015) nos señalan que es Graham Greene en su novela A burn
out case quien, en 1960, lo conceptualiza como agotamiento emocional y describe sus
consecuencias en el trabajador. Estas últimas informaciones son coherentes. Con todo,
se le atribuye a Freudenberger su descubrimiento científico, aunque existan pruebas
literarias y cinematográficas previas versadas sobre dicha terminología.
Dos años más tarde de la acotación terminológica establecida por
Freudenberger, la psicóloga social Cristina Maslach asentó las bases para la
investigación de esta enfermedad laboral (Maslach citado en Díaz Bambula y Carolina
Gómez, 2016) mediante su invención: el cuestionario Maslach Burnout Inventory, una
técnica pionera para medir dicha patología en los trabajadores. Si bien se ha ido
actualizando, el MBI se erige como el más utilizado para medir este constructo y se
considera el instrumento básico para evaluarlo (Aranda, 2011; Moreno-Jiménez et al.,
en González Ramírez et al., 2009; Maylén, Rojas, Johana, Zapata y Grisales, 2008;
Viloria, Paredes y Paredes, 2003), inspirador principal de otros autores para desarrollar
técnicas de medición del síndrome en distintos profesionales (véase el anexo 2 para un
repaso de las técnicas de medición del burnout más notables).
Ejemplo de ello es el primer cuestionario utilizado para evaluar el burnout en el
profesorado de Dworkin y Dworkin, quienes en 1976 sugirieron una técnica de medición
del síndrome que recopilaba información sobre cuatro variables: falta de significado,
falta de control, ausencia de normas y aislamiento (Dworkin y Dworkin citado en
Moreno Jiménez, Garrosa Hernández y González Gutiérrez, 2000). Mientras que en
español tenemos el Cuestionario de Burnout del Profesorado (CBP-R) como uno de los
más importantes (Saltijeral Méndez y Ramos Lira, 2015; Moreno Jiménez et al., 2000).
Posteriormente, Maslach y Jackson (1981) establecieron, en consonancia con
los hallazgos de Freudenberger, un modelo trifactorial que recoge las tres dimensiones
necesarias que debe tener el síndrome de estar quemado para poder catalogarlo como
tal:
o El agotamiento emocional describe sentimientos de estar abrumado y agotado
emocionalmente por el trabajo. Se caracteriza por una ausencia o falta de
energía, entusiasmo y un sentimiento de escasez de recursos. A estos
sentimientos pueden sumarse los de frustración y tensión en los trabajadores
que se ven incapaces de dar más de sí debido a la sensación de sobreesfuerzo
físico y agotamiento psicológico.
o La despersonalización es la respuesta impersonal, carente de sentimientos
hacia los sujetos que son ayudados, servidos o, en este caso, instruidos y
educados: los alumnos. Se observa entonces una actitud distante, fría en el
profesional en sus contactos interpersonales.
o Y la disminución de la realización personal en el trabajo, que se explica
como una tendencia del trabajador a autoevaluarse de forma negativa, es decir,
elabora autopercepciones de inferioridad que le hacen tener un bajo concepto de
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sí mismo. No se siente realizado como persona y profesional y al mismo tiempo,
se siente infeliz consigo mismo, insatisfecho con su desarrollo profesional,
experimenta una caída en cuanto a su percepción de competencia (baja
autoeficacia) y de éxito laboral y una merma en su capacidad para interactuar
con los demás.
Se ha llegado a afirmar que esta patología afecta mayormente a profesionales
que realizan trabajos asistencias, donde tienen contacto directo con otras personas a
las que cuidan u ofrecen sus servicios (Cáceres Villarroel, Campillay Lira, Cuitanic
Vergara y Bargsted Aravena, 2015; Fariña et al., 2006).
Las publicaciones sobre el tema se inician en el ámbito deportivo (Medina
Mojena y García Ucha, 2002) y en el sanitario (Betancur, Guzmán, Lema, Pérez,
Pizarro, Salaza, Uribe y Vásquez, 2012), para extenderse a los contextos educativo
(Marrau, 2004) y de los Servicios Sociales (Lázaro Fernández, 2004), pasando a su vez
por un gran tapiz de profesionales e incluso llegando a impregnar entornos como el de
los bomberos (Moreno Jiménez, Morett Natera, Rodríguez Muñoz y Morante Benadero,
2006), el de los cuidadores (Martínez, Méndez y García-Sevilla, 2015), las amas de
casa (González Ramírez, 2009), los estudiantes (Cabello Vélez y Santiago Hernández,
2016) y los voluntarios (Carena Colón y Canuto Juárez, 2009), por mencionar algunos.
Volviendo a la clasificación del presente daño psicosocial, podemos clasificarlo
mediante distintas categorías. Ayuso Marente (2015) hace una diferenciación del
burnout como estado y burnout como proceso. Desde una perspectiva clínica, se
entiende como estado por ser una consecuencia del estrés laboral crónico. En este
sentido lo estudian autores como Freudenberger, Pines y Aaronson. Desde una visión
psicosocial, puede ser abordado como un proceso que se despliega como respuesta
de la confluencia de características personales y del entorno laboral, con
manifestaciones bien diferenciadas en distintas etapas. Maslach, Jackson, Leiter,
Schaufeli y Gil-Monte parten de esta orientación en sus investigaciones.
Otros investigadores clasifican el síndrome en las dos siguientes tipologías
(Ponce Díaz et al., 2005): el burnout activo se caracteriza por el mantenimiento de
una conducta asertiva, con muestras de irritabilidad y hostilidad; se relaciona con los
factores organizacionales o elementos externos a la profesión. Mientras que en el
burnout pasivo predominan los sentimientos de retirada y apatía.
4.1
Proceso de desarrollo del síndrome de burnout.
Jerry Edelwich y Archie Brodsky (1980) definen el burnout como “una pérdida
progresiva del idealismo, energía y motivos vividos por la gente en las profesiones de
ayuda, como resultado de las condiciones de trabajo” (Edelwich y Brodsky citado en
Hodgson Suárez y Soto, 2013). Estos autores proponen cuatro fases o etapas por las
cuales pasa todo individuo con burnout:
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1) Etapa de idealismo y entusiasmo: el individuo posee un alto nivel de energía
para el trabajo, expectativas poco realistas sobre él y aún no sabe lo que puede
alcanzar con éste. La persona se involucra demasiado y existe una sobrecarga
de trabajo voluntario. Al comienzo de su carrera existen bastantes motivaciones
intrínsecas. Hay una sobrevalorización de su capacidad profesional que le lleva a
no reconocer los límites internos y externos, algo que puede repercutir en sus
tareas profesionales. El incumplimiento de expectativas le provoca, en esta
etapa, un sentimiento de desilusión que hace que el trabajador pase a la
siguiente etapa.
2) Etapa de estancamiento: supone una disminución de las actividades
desarrolladas cuando el individuo constata la irrealidad de sus expectativas,
ocurriendo la pérdida del idealismo y del entusiasmo. El individuo empieza a
reconocer que su vida necesita algunos cambios, que incluyen necesariamente el
ámbito profesional.
3) Etapa de apatía: es la fase central del síndrome de estar quemado en el trabajo.
La frustración de las expectativas lleva al individuo a la paralización de sus
actividades, desarrollando apatía y falta de interés. Entonces empiezan a surgir
los problemas emocionales, conductuales y físicos.
4) Etapa de distanciamiento: la persona está crónicamente frustrada en su trabajo
y experimenta sentimientos de vacío total que pueden manifestarse en forma de
distanciamiento emocional y desvalorización profesional. Hay una inversión del
tiempo dedicado al trabajo con relación a la primera etapa. La persona pasa a
evitar los retos y trata sobre todo de no arriesgar la seguridad del puesto de
trabajo, pues cree que a pesar de inadecuado, posee compensaciones —el
sueldo, por ejemplo— que justifican la pérdida de satisfacción.
Una de las respuestas comunes en esta fase es la tentativa de retirada de la
situación frustrante. Se evita el contacto con los compañeros y hay faltas al
trabajo. En muchas ocasiones se da el abandono de éste y, en los casos más
extremos, de profesión.
Esta clasificación por fases está comúnmente aceptada por los investigadores
del síndrome estudiado (Ramos Santana 2017; Egea Cánovas, 2015; Contreras
Morales, 2013; Aguilar Parra, Barros Calderón y Caro Guio, 2011), si bien es cierto que
no se halla información acerca de la temporalidad de cada etapa. Tal vez esta
peculiaridad se deba a que, dependiendo de las circunstancias ambientales y de las
características personales, cada persona experimenta una evolución y traspaso de
etapas diferente. Aunque podríamos decir que el síndrome adquiere su mayor
intensidad y se refleja claramente en su última etapa, cuando la problemática se
cronifica.
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4.2
Causas y variables relacionadas con el burnout en profesores.
Se puede afirmar la gravedad del síndrome de quemazón profesional por sus
efectos nocivos a nivel personal, social y laboral. Según refieren Letelier, Navarrete y
Farfàn, (2014), analizando los datos de la Organización Internacional de Trabajadores y
la Organización Mundial de la Salud, tanto el burnout como el moobing o acoso laboral
afectan a millones de personas en nuestro tiempo. Guerrero Barona y Rubio Jiménez
(2005) llegan incluso a afirmar que la mitad de las bajas laborales en la Unión Europea
tienen como causa primigenia el estrés.
A mediados de este proceso de investigación, cabe preguntarse: ¿Cuál es el
perfil epidemiológico de padecer burnout entre el personal docente? El síndrome de
estar quemado surge como respuesta a situaciones estresantes que provocan que el
individuo esté más predispuesto a padecerlo. La clave en la aparición del burnout está
en esa interacción entre las características propias del sujeto y los condicionantes del
trabajo que propician el surgimiento del estrés laboral crónico, es decir, crean el camino
ideal para la aparición y consolidación del burnout.
Existen determinados factores de riesgo que propician su aparición, como la
naturaleza de la tarea, la variable organizacional, la variable interpersonal (familia,
amigos, compañeros y otras redes de apoyo social) y la variable individual
(características del profesional como la edad, el sexo, la experiencia, los rasgos de
personalidad…) (Quiceno y Alpi, 2007).
La naturaleza de la tarea se refiere a qué tipo de tareas se tienen que realizar
que puedan generar un alto nivel de estrés, en función de las dificultades que
supongan, de la experiencia previa que el docente tenga en la realización de dichas
tareas o, en ausencia de la experiencia, de las habilidades de que disponga para
llevarlas a cabo.
La propia naturaleza de la labor docente constituye para muchos autores una
fuente de estrés influyente en la presencia del burnout, ya que entre el elevado número
de funciones del educador se encuentran: actualizar e impartir conocimientos, mediar
entre sus alumnos, atender las demandas de los padres/tutores, tareas administrativas,
adaptarse a las nuevas tecnologías, hacer frente a los cambios legislativos,
pedagógicos, sociales, etcétera (Marenco-Escuderos y Ávila-Toscano, 2016a; RuizCalzado y Llorent, 2016).
A esto se añaden las peculiaridades que rodean el sistema de enseñanza
español, donde distintas problemáticas agravan la situación de estrés laboral docente,
como pueden ser: el acoso escolar, el absentismo y fracaso estudiantil, la falta de
apoyo entre el personal docente, la carencia de apoyo y supervisión institucional, la
ausencia de reconocimiento, la ambigüedad de rol —estrés de rol versus satisfacción
laboral—, una mayor ratio de alumnos por aula, la falta de control sobre el propio
trabajo, la sobrecarga laboral… (Esteras et al., 2014; Díaz Bambula, López Sanchez y
Varela Arévalo, 2012; Gismero-González, Bermejo, Prieto, Cagigal, García y
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Hernández, 2012; Muñoz Muñoz y Correa Otálvaro, 2012; Latorre Reviriego y Sáez
Carreras, 2009; ANPE, 2006; Prieto Ursúa y Bermejo Toro, 2006).
En cuanto a la experiencia profesional —relacionada a su vez, con la variable de
edad de los educadores—, se encuentra que los profesores novatos y más jóvenes se
suelen mostrar más preocupados por el juicio de sus alumnos y las opiniones de
padres y supervisores, suelen tener mayores sentimientos de ineficacia y experimentar
mayores niveles de estrés (Arias Gallegos y Jiménez Barrios, 2013; Barbosa Ramírez,
Muñoz Ortega, Rueda Villamizar y Suárez Leiton, 2009; Esteve, 2009; Yslado et al.,
2009); y cuanto mayor es su antigüedad como formadores, presentan menores niveles
de desgaste profesional (Aguilar Calderón, 2013). Sin embargo, se encuentran estudios
que postulan que dicho síndrome aumenta progresivamente con los años de profesión,
encontrándose un aumento del cansancio emocional entre los 35 y los 55 años (Andrea
et al., 2009) y, más concretamente, la prevalencia aumenta cuando se lleva entre 10 y
15 años ejercitando la docencia (Botella del Cid, Longás Mayayo y Gómez Hinojosa,
2010; Barbosa Ramírez et al., 2009). En contraste con estos datos, Prieto Ursúa y
Bermejo Toro (2006) no encontraron apoyo empírico suficiente como para afirmar que
los profesores menos experimentados mostraran más síntomas de estrés.
Las características organizacionales hacen mención a las circunstancias que
se generan por la propia estructura de la institución educativa. Aquí se sitúa la jornada
laboral, la gestión de urgencias no previstas como la falta de previsión de las
suplencias, el exceso de burocratización, etcétera.
Latorre Reviriego y Sáez Carreras (2009) han analizado el tipo de centro
educativo, concluyendo que los profesores de centros concertados obtienen niveles
más altos de estrés, lo que se compensa, sugieren ambos, por obtener también unos
niveles de apoyo y satisfacción mayores que los mismos profesionales en los centros
públicos. Por contraposición, Cáceres Villarroel y sus colaboradores (2015) indican que
los docentes de colegios subvencionados presentaron mayores índices de factores de
riesgo psicosocial en el trabajo, burnout y mayor cantidad de bajas médicas que los de
colegios públicos. No obstante, Arias Gallegos y Jiménez Barrios (2013) muestran que
los profesores de instituciones de gestión pública presentan mayor despersonalización
—relacionada con la falta de apoyo—, mientras que los docentes de la privada
presentan menor realización profesional.
Atendiendo a la relación de variables tales como el sueldo y la variable de
permanencia en el centro, se postula que la situación de interinidad —ergo, de
inestabilidad laboral—, al igual que las bajas retribuciones económicas se asocian a
estados de ansiedad y estrés mayores. Esta situación de bajos salarios y falta de
control sobre la permanencia en el trabajo afecta mayormente a los interinos y
docentes de la privada y concertada (Ayuso Marente y Guillén Gestoso, 2007; Vera
Ávila, 1992). Aunque prestando atención al tipo de contrato, otros investigadores llegan
a exponer que los profesores con contrato indefinido presentan un nivel más elevado
de burnout y se encuentran más agotados emocionalmente y menos satisfechos con su
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trabajo que aquellos con contrato temporal (Ruiz-Calzado y Llorent, 2016; FernandezPuig et al., 2015).
Algunos autores han puesto más énfasis en la jornada de trabajo, revelándonos
que los profesores a tiempo completo —en comparación con los que trabajan a jornada
parcial— sufren con mayor frecuencia niveles de estrés elevados e incluso burnout
(Arias Galicia y González Zermeño, 2009). En otras palabras, resulta correcta la
siguiente relación directa: a mayor número de horas trabajadas, mayor riesgo de
padecer el síndrome (Correa-Correa, Muñoz-Zambrano y Chaparro, 2010).
Asimismo, otros factores de riesgo como el exceso de ruido —conducente a la
pérdida de voz— y las deficiencias de las infraestructuras de la enseñanza contribuyen
al malestar docente y al aumento de su estrés laboral (Fernandez-Puig et al., 2015;
Andrea et al., 2009; Bermúdez de Alvear, Martínez Arquero, Ríus Díaz y Esteve
Zarazaga, 2004).
Las variables sociodemográficas se obtienen de la investigación poblacional y
entre estas variables cabe citar: el sexo, la edad, la ocupación y el estado civil.
Respecto a la variable del sexo del profesorado, se afirma que las mujeres
experimentan un mayor cansancio/agotamiento emocional que los hombres. Mientras
que la despersonalización y el cinismo es más pronunciada en los varones. Sin
embargo, no se encuentran diferencias en cuanto a la realización personal en la
actividad docente (Fernández-Puig et al., 2015; Serrano Díaz y Guil Bozal, 2014; Arís
Redó, 2012; Extremera et al., 2010b; Robaina Palmés et al., 2010). Con todo, no hay
evidencia contrastada de que las mujeres tengan sistemáticamente niveles más altos
de burnout que los hombres y viceversa (Botella del Cid et al., 2010; Barbosa Ramírez
et al., 2009; Latorre Reviriego y Sáez Carreras, 2009).
En función de su situación ocupacional, los educadores situados en cargos de
dirección, jefatura de estudios, secretaría y equipos de orientación obtienen resultados
más bajos de burnout —asimismo la prevalencia es menor— que los que se dedican
únicamente a la enseñanza (Serrano Díaz y Guil Bozal, 2014; Prieto Ursúa y Bermejo
Toro, 2006). No obstante, esta afirmación no significa que los profesionales con menos
funciones docentes no puedan sufrir un alto desgaste profesional (Tejero González,
Fernández Díaz y Carballo Santaolalla, 2010), tan solo se admite que, en comparación
con sus compañeros, los resultados son menos cuantiosos y graves (Andrea et al.,
2009).
Se puede decir que la familia reduce el síndrome de burnout al proporcionar
energía, resistencia, recursos emocionales y autoestima al sujeto —puede actuar como
un factor protector— (Marenco-Escuderos y Ávila-Toscano, 2016a; Maylén at al., 2008;
ANPE, 2006), pero también puede incrementar dicho mal, ya que no deja de suponer
un esfuerzo adicional, esto es, también puede convertirse en una fuente de estrés
(Serrano Díaz y Guil Bozal, 2014; Moriana Elvira y Herruzo Cabrera, 2004).
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Las variables individuales o de personalidad serían las causas que generan
el síndrome de burnout que tienen que ver con las cualidades personales. Aunque no
existe un perfil delimitado de profesor quemado, sí que se pueden identificar
determinados rasgos de personalidad más propensos a ser alcanzados por el
agotamiento emocional.
Estas son algunas de las características inherentes al profesional que motivan la
aparición del síndrome: alta motivación para la ayuda, alto grado de empatía, alto grado
de altruismo, baja autoestima, constancia en la acción, tendencia a la sobre-implicación
emocional, locus de control externo, expectativas poco realistas sobre su labor, baja
autoeficacia y reducidas habilidades sociales (Torres y Lajo, 2008; Moriana Elvira y
Herruzo Cabrera, 2004; Medina Mojena y García Ucha, 2002).
En relación con las características personales relacionadas con el estrés hay
que tener en cuenta la susceptibilidad de cada uno al mismo, dado que existe una
determinada influencia de ciertas características personales en la aparición del estrés,
y por tanto, hay personas que tienen una mayor vulnerabilidad a padecer burnout
dependiendo de su tipo de personalidad y, por ende, del estilo de afrontamiento
cognitivo y conductual que muestren. Consecuentemente, los distintos autores
clasifican tres perfiles de personalidad según el tipo de afrontamiento en relación al
estrés (Fernández Arata, 2016; López, Ramírez, Esteve y Anarte, 2002; Eagleston,
Chesney y Rosenman, 1988; Temoshok y Fox, 1984; Friedman y Rosenman, 1974):
▪
▪
▪
Personalidad Tipo A: este tipo de comportamiento incluye disposiciones de
conducta tales como la ambición, agresividad, competitividad, impaciencia,
tensión muscular, estados de alerta, rapidez en la forma de hablar y en la
ejecución de las actividades, así como irritabilidad y aumento del potencial para
la hostilidad y la cólera. Las personas tipo A perciben demasiadas cosas como
una amenaza a su control del entorno, están habitualmente entregadas a su
profesión, mientras que descuidan otros aspectos de su vida tales como la
familia, los amigos, el ocio, etcétera.
Personalidad Tipo B: contrario a la personalidad tipo A, las personas de este
grupo se ven mínimamente afectados por los ataques cardíacos al llegar a la
edad madura, no presentan hiperactividad motora y tienen menor reactividad
fisiológica frente a situaciones de estrés. Estas personas realizan sus tareas con
competencia, sin necesidad de cogniciones de control ambiental, ni éxito
permanente.
Personalidad Tipo C: este patrón está presente en muchos sujetos afectados
por el cáncer, quienes presentan un estilo pasivo y cooperativo, actitudes de
resignación y escasa expresión al exterior. Estas personas obtienen una peor
evolución frente al estrés, dado que no manifiestan sus síntomas, ni expresan
sus problemas, pudiendo agravar así determinadas patologías.
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El locus de control también afectará como una variable protectora o como un
factor de riesgo, dependiendo de las atribuciones causales que el sujeto haga sobre su
situación. Rotter (1964) habla de locus de control interno cuando el sujeto atribuye
los éxitos y fracasos al efecto de sus propias acciones. Por regla general, estas
personas valoran muy positivamente el esfuerzo invertido en las tareas, la habilidad y la
responsabilidad personal. Quienes tienen una puntuación alta en locus de control
interno son menos dependientes, menos ansiosos, se manejan mejor ante situaciones
de estrés, tienen mayor autoeficacia y presentan mejor ajuste social (Valle et al., 1999
en Sanz Aparicio et al., 2013). Por ende, el locus de control interno se convierte en un
factor protector contra el burnout.
Por contraposición, se refiere al locus de control externo cuando el sujeto
atribuye sus éxitos y fracasos a factores ajenos a él, por ejemplo, como resultado del
azar, a consecuencia del destino, la suerte, otras personas, etcétera. En este caso, la
percepción del sujeto de que lo que acontece no tiene ninguna relación con su
conducta y, por tanto, interpreta que su esfuerzo no influye en el resultado. Por regla
general, estas personas atribuyen los méritos y las responsabilidades a otras personas
o a circunstancias ajenas a ellos. Ergo, el locus de control externo predispone a la
indefensión aprendida y a la aparición del burnout (Sanz Aparicio et al., 2013).
No obstante, también constan otras variables personales denominadas
protectoras, como es el sentido del humor. Para ser más específicos, los autores citan
el humor afiliativo —bromear con otros para hacerles reír, para facilitar las relaciones
interpersonales, reducir los conflictos y favorecer la regulación emocional— como una
estrategia efectiva de oposición ante las situaciones generadoras de estrés (Lago
Castro, 2016; Fernández Abascal, García Rodríguez, Jiménez Sánchez, Martín Díaz y
Domínguez Sánchez, 2011; D' Anello Koch, D' Orazio, Barreat Montero y Escalante,
2009; Jáuregui Narváez y Fernández Solís, 2009).
Del mismo modo, la autoeficacia se erige como una variable moderadora del
estrés laboral (Merino Tejedor y Lucas Mangas, 2015). Este constructo surge de la
teoría social cognitiva de Bandura (1977), donde se detalla que la autoeficacia
percibida es una valoración de la capacidad de uno para organizar y llevar a cabo un
tipo concreto de actuación. Por consiguiente, las personas con un elevado nivel de
autoeficacia se encuentran más motivadas intrínsecamente por las tareas, se plantean
metas de aprendizaje más altas que implican mayor reto, persisten más en ellas y
experimentan menos reacciones emocionales adversas, frente a aquellas otras
personas que se juzgan ineficaces o dudan de sus capacidades para llevar a cabo las
tareas (Perandones González, Herrera Torres y Lledó Carreres, 2013; Sanz Aparicio et
al., 2013; Gismero-González et al., 2012; Bermejo Toro y Prieto Ursúa, 2005). En este
sentido, la autoestima del docente depende en gran medida de su percepción de
competencia (Extremera et al., 2010a).
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Finalmente, existe una relación inversamente proporcional entre el padecimiento
del burnout y el aumento del apoyo social, puesto que la red social de los individuos les
sirve como amortiguador de las situaciones estresantes y les proporciona recursos —
auto-concepción positiva, percepción de eficacia, alta autoestima, entre otros— para el
bienestar personal y profesional (Marenco-Escuderos y Ávila-Toscano, 2016b; Jiménez
Figueroa, Jara Gutiérrez y Miranda Celis, 2012; Villardefrancos Pol, 2012; Latorre
Reviriego, 2006; Aranda Beltrán, Pando Moreno y Pérez Reyes, 2004).
4.3
Consecuencias del SQT en el profesorado.
La sintomatología del síndrome de estar quemado en la actividad profesional se
detecta a distintos niveles —a nivel psicosomático, emocional, conductual, cognitivo y
social—, aunque cabe señalar que no siempre existe una correlación directa con las
características personales, el apoyo grupal o los aspectos organizacionales. En gran
medida, dichos síntomas aparecen condicionados por lo que Isabel Paula ha venido
llamando la valoración cognitiva primaria, la cual es elaborada por cada persona
atendiendo a los factores personales y contextuales. Por ello, indica esta autora, una
misma situación puede tener efectos físicos y psicosociales diferentes en las personas
que la experimentan en función de la valoración que hacen de la misma (Paula, 2016).
Hay que tener en cuenta que los aspectos personales pueden variar en el tiempo
en función de factores tales como la edad, las necesidades y expectativas y los estados
de salud y fatiga. Obviamente, todos estos factores actúan entre sí e influyen en el nivel
de estrés experimentado por el docente, tanto en el puesto de trabajo como fuera de él.
Por tanto, en la génesis del estrés laboral cronificado —y la consiguiente
aparición del burnout— interactúan las características personales con las
circunstancias ambientales. Por ello es necesario conocer las características relevantes
del individuo, para poder predecir las posibles consecuencias de determinados
estresores del contexto laboral (Fidalgo Vega, 2005a).
En lo que se refiere a aquellas consecuencias que han sido detalladas por
diferentes autores (Ramos Santana, 2017; Aranda, 2011; Quiceno y Vinaccia Alpi,
2007; ANPE, 2006; Carlin y Garcés de los Fayos, 2010; Gamboa et al., 2008; Marrau,
2004), y sólo a modo de listado, podemos señalar como los principales los síntomas
expuestos a continuación:
➢ Síntomas emocionales: depresión, indefensión, desesperanza, irritación,
apatía, desilusión, pesimismo, hostilidad, falta de tolerancia, acusaciones a
los clientes/pacientes (compañeros y alumnos, en nuestro caso), supresión
de sentimientos.
➢ Síntomas cognitivos: pérdida de significado, pérdida de valores,
desaparición de expectativas, modificación del autoconcepto, pérdida de
autoestima, desorientación cognitiva, pérdida de la creatividad, distracción,
cinismo, criticismo generalizado.
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➢ Síntomas conductuales: evasión de responsabilidades, absentismo
laboral e intenciones de abandonar la organización, desvalorización,
autosabotaje, desconsideración hacia el propio trabajo, conductas
inadaptadas, desorganización, sobreimplicación, evitación de decisiones,
aumento del uso de cafeína, alcohol, tabaco y drogas.
➢ Síntomas sociales: aislamiento y sentimientos de fracaso, evitación de
contactos, conflictos interpersonales (entre familiares, compañeros, con los
clientes y jefes…), formación de grupos críticos, evitación profesional.
➢ Síntomas psicosomáticos: cefaleas, dolores osteomusculares, pérdida
de apetito, cambios de peso, disfunciones sexuales, insomnio, fatiga crónica,
hipertensión, enfermedades cardiovasculares, alteraciones gastrointestinales,
aumento de ciertas determinaciones analíticas (colesterol, triglicéridos,
glucosa, ácido úrico, etcétera).
4.4
Modelos teóricos del síndrome del burnout.
No existe un único modelo para explicar etiológicamente el fenómeno del
burnout. Cada autor ha puesto el foco de atención en una serie de variables para
explicar el síndrome objeto de estudio. Así pues, investigadores como Gil-Monte
(1997), Aris Redó (2009), Carlin y Garcés de los Fayos (2010), Longás (2010) y
Montoya Zuluaga y Moreno Moreno (2012) aglutinan las diversas perspectivas en
cuatro modelos diferentes:
•
•
Las teorías sociocognitivas del yo (Cherniss, 1993; Harrison, 1983; Pines,
1993; Thompson, Page y Cooper, 1993; Bandura, 2001) están centradas en la
experiencia del sujeto, por lo que nociones como la autoeficacia y el
autoconcepto adquieren una relevancia particular. Estos autores manifiestan que
las cogniciones se modifican por los efectos y las consecuencias observadas.
Por otro lado, el modelo de competencia social de Harrison (1983) se basa en
barreras o ayudas que reciben los profesionales, los cuales disminuyen o
aumentan la competencia profesional. Cabe decir también que el modelo de
autoeficacia de Cherniss (1993) afirma que la consecución de los objetivos
aumenta la eficacia y viceversa. El Modelo Existencial de Pines (1993) afirma
que sólo se queman aquellos sujetos con una alta motivación. Plantea que la
raíz del desarrollo del burnout se encuentra a partir de la necesidad de las
personas de hallar el significado existencial de su vida y, al percatarse de que su
trabajo no se lo proporciona, aparece una sensación de fracaso que puede llevar
aparejada la aparición del burnout.
Las teorías del intercambio social (Buunk y Schaufeli, 1993 y Hobfoll y
Freddy, 1993) están fundamentadas en la relación equitativa entre el sujeto y las
personas con las que se trabaja. Sus autores plantean que cuando un
profesional, da o percibe que da más de lo que recibe, le puede suponer un
malestar interno que incida en la aparición del burnout. Según Buunk y Schaufeli
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(1993) una persona que perciba esta descompensación, sufrirá la incertidumbre
de no saber cómo actuar, provocándole inseguridad a la hora de realizar bien su
trabajo y miedo a ser criticado por sus compañeros. Por otro lado, Hobfoll y
Freddy (1993), defendían que las conductas de las personas cambiaban cuando
éstos percibían que sus motivaciones estaban amenazadas o negadas.
•
•
Las teorías organizacionales (Golembiewski, Munzenrider y Carter, 1983; Cox,
Kuk y Leiter, 1993 y Winnubst, 1993) postulan que una mala estructura
organizativa puede provocar problemas a la hora de afrontar el burnout. Así
Golembiewski, Munzenrider y Carter (1988), dan mucha importancia al rol de la
persona y más concretamente a las disfunciones de rol, con respecto a la
aparición del síndrome de desgaste profesional. Por otro lado, otros autores
manifiestan que el agotamiento emocional es el aspecto más esencial para
desarrollar el burnout (Cox, Kuk y Leiter, 1993); y siguiendo al modelo teórico de
Leiter (1993), los sentimientos de agotamiento emocional surgirían como una
respuesta del sujeto a los estresores laborales y, una vez éstos se cronificasen,
los profesionales desarrollarían actitudes de despersonalización como una
manera de amortiguar éstos, mientras que la baja realización personal en el
trabajo se daría a consecuencia de la falta de apoyo y la falta de oportunidades
para desarrollarse profesionalmente. Finalmente, el modelo de Gil-Monte y Peiró
(1997) cabría añadirlo en este apartado, ya que explica el síndrome teniendo en
cuenta variables de tipo organizacional, personal y estrategias de afrontamiento.
Plantea que el burnout una consecuencia del estrés laboral percibido (conflicto y
ambigüedad de rol), y surge como resultado de un proceso de reevaluación
cognitiva cuando la forma de afrontamiento a la situación amenazante es
inadecuada.
Las teorías ecológicas (Aris, 2009) tienen su principal influencia en la teoría
ecológica de Bronfenbrenner y se fundamentan en la interacción de distintos
sistemas que se dan en la organización escolar: microsistema, mesosistema,
exosistema y macrosistema. El microsistema sería la organización directa con la
cual trabajamos y sus características: la familia, el centro educativo, los
amigos... El mesosistema incluye la interrelación de dos o más entornos o
microsistemas en los que la persona participa de manera activa, como pueden
ser la relación entre la familia y la escuela mediante los servicios de asistentes
sociales, proyectos de intervención educativa, actividades extraescolares.
Seguidamente, el exosistema hace referencia las fuerzas que rodean o influyen
a lo que sucede en los microsistemas. Lo conforman por ejemplo la naturaleza
del trabajo de los progenitores, relaciones que mantiene un profesor con el resto
del claustro, etcétera. Finalmente, tenemos el macrosistema, el cual engloba las
condiciones sociales, culturales y estructurales que determinan en cada cultura
los rasgos generales de las instituciones, los contextos, las relaciones… Ergo
está constituido por los valores propios de una cultura y sus costumbres. El
burnout sería en este caso el resultado de un desequilibrio entre los diferentes
sistemas, ya que sus diferentes normas y exigencias podrían entrar en conflicto.
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4.5
Medidas preventivas y de intervención actuales.
Resulta conveniente comenzar este apartado señalizando que, para que las
medidas preventivas y de intervención gocen de eficacia, deben darse conjuntamente
desde los distintos niveles sobre el síndrome de desgaste profesional (Guerrero
Barona, 2003).
4.5.1 Medidas preventivas y de intervención individuales.
La mejor forma de prevenir el burnout docente a escala individual consiste en el
aprendizaje, desde que se es un joven alumno hasta convertirse en el posterior
docente, de las competencias socioemocionales que le permitan mantener niveles de
bienestar óptimos (Rodríguez-Hidalgo, Calmaestra y Dios, 2014; García-Martínez,
Fernández-Ozcorta, Rodríguez-Peláez y Tornero Quiñones, 2013; Peñalva Vélez,
López Goñi y Landa González, 2012).
Muchos autores se refieren al fortalecimiento de la personalidad, a la
personalidad eficaz, como aquella que más se parece al patrón B de personalidad
definido anteriormente. En otras palabras, inciden en la importancia de desarrollar
personas resilientes, capaces de enfrentarse a los problemas de forma activa,
comprometida, tomando el control de la situación, viendo un reto en los estímulos
potencialmente estresantes y, por ende, resistiendo al burnout (Aguaded Gómez y
Almeida Pires Cavaco, 2016; Pizarro, Raya Plaza, Castellanos y Ordóñez, 2016;
Moreno Jiménez, B., Arcenillas Fernández, M. V., Morante Benadero y Garrosa
Hernández, 2005; Moreno Jiménez, Morett Natera, Rodríguez Muñoz y Morante
Benadero, 2006).
Llegados a este punto, cabe citar la otra cara de la moneda: el engagement.
Sería el concepto teóricamente opuesto al burnout (Montoya Zuluaga y Moreno
Moreno, 2012); Carrasco González, De la Corte, León Rubio, 2010), cuyo estudio es
relativamente reciente y parte de la Psicología Positiva (Seligman y Csikszentmihalyi,
2000). El trabajador engaged (comprometido o implicado) disfruta de su trabajo
intensamente, se muestra entusiasmado cuando lo realiza, le pone pasión y va más
allá de las demandas que su institución le requiere (Bernal Guerrero y Donoso
González, 2013; García-Renedo, Llorens, Cifre y Salanova, 2006).
Ahora bien, es necesario hablar de las estrategias y técnicas de afrontamiento
que emplea cada individuo respecto del síndrome de burnout. Primeramente, Guerrero
Barona (2002) define el afrontamiento como la puesta en marcha de estrategias que
engloban procesos cognitivos y conductuales para manejar las demandas internas y
externas. Y acorde con los distintos investigadores, las dos estrategias de
afrontamiento del estrés son las siguientes: las que se centran en la resolución de los
problemas —afrontamiento activo, planificación, supresión de actividades distractoras y
búsqueda de apoyo social— y las que se focalizan en la regulación emocional —búsqueda de apoyo emocional y social, reinterpretación positiva, aceptación, desahogo y
religión— (Acosta Contreras y Burguillos Peña, 2014; Hernández Zamora, Olmedo
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Castejón e Ibáñez Fernández, 2014). Aunque Quaas (2006) añade una tercera vía: la
evitación del afrontamiento, cuyas técnicas se refieren a la negación, la desconexión
conductual y el consumo de drogas.
4.5.2 Medidas preventivas y de intervención grupales.
Cabe resaltar también lo variopinto que se contempla el tapiz actual de las
técnicas llevadas a cabo para implementar esta prevención e intervención sobre las
personas afectadas por el síndrome. Se puede observar, por ejemplo, como Mañas
Mañas, Franco Justo, Gil Montoya y Gil Montoya (2014) aplican la educación
consciente o mindfulness en el ámbito de la enseñanza; mientras que Lago Castro
(2016) aplica a los maestros de educación especial la musicoterapia como modelo
terapéutico. Y Franco Junto (2008) ha diseñado un programa de relajación y mejora de
la autoestima en profesores de Educación Infantil a través de la creatividad, y la
estimulación cognoscitiva que ésta produce.
Desde luego, la intervención grupal requiere de dinámicas de grupo bien
fundamentadas y lideradas, al menos en su origen y hasta estar medianamente
constituidas, por psicólogos sociales y/o trabajadores sociales que sepan encauzar los
conflictos tratados allí y su resolución, aprovechando el impulso de la sinergia que nace
de la intervención grupal (Aguaded Gómez y Almeida Pires, 2016; Perandones
González et al., 2013).
Una línea común a la mayoría de investigadores actuales sobre esta temática
resulta ser la aplicación de la Inteligencia Emocional (IE) entre los educadores, dado
que se perciben a sí mismos carentes de tal formación (Pena Garrido y Extremera
Pacheco, 2012; Palomera Martín, Gil-Olarte Márquez y Brackett, 2006) y se muestran
necesitados de competencias en habilidades sociales para afrontar su profesión
(Pertegal-Felices, Castejón-Costa y Martínez, 2011; Camacho González y Padrón
Hernández, 2005).
Es importante seguir desarrollando —como se está haciendo últimamente, e. g.:
Pérez-Escoda, Filella Guiu, Soldevilla y Fondevilla, 2013; Merchán Romero y González
Hermosell, 2012; Pena Garrido y Repetto Talavera, 2008— programas de inteligencia
emocional con los docentes desde la formación anterior a su puesta en el contexto
laboral-educativo y durante su desarrollo profesional en el mismo (Muñoz de Morales
Ibáñez, 2005), la cual es muy deficiente en la actualidad según relatan los mismos
profesores (Suberviola-Ovejas, 2011), a pesar del consenso cada vez mayor al
respecto sobre su función terapéutica para contrarrestar el estrés docentes y
prevenir/afrontar los efectos del burnout (Maldonado Aibar y Villar Angulo, 1999).
La inteligencia emocional engloba aspectos de afrontamiento del estrés docente
como pueden ser la regulación emocional, las habilidades sociales para establecer una
comunicación eficaz en los equipos de trabajo y en las instituciones, el desarrollo de la
empatía, el fortalecimiento de la motivación y el autoconocimiento (Muñoz de Morales
Ibáñez, 2005; Martínez et al., 2015; Aguaded Gómez y Almeida Pires, 2016).
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A modo de ejemplo en lo que respecta a la educación emocional, se pueden
citar el Modelo de Personalidad y Relaciones Humanas (PRH), creado por André
Rochais en 1970 y de perspectiva humanista, que tiene muy presentes los testimonios
de los profesores (Rochais citado en Fernández Domínguez, 2005). Y el Modelo de de
Mayer y Salovey (1997), el cual considera que la EI se conceptualiza por medio de
cuatro habilidades básicas: percepción, evaluación y expresión de emociones, la
emoción como facilitadora del pensamiento, el conocimiento emocional y la regulación
de las emociones (para su análisis, véase Cabello, Ruiz-Aranda y Fernández-Berrocal,
2010; Fernández Berrocal y Extremera Pacheco, 2005).
Desde una perspectiva social, juegan un papel crucial la involucración real de los
padres de los alumnos, la escucha activa de estos últimos, la coordinación institucional
entre el centro educativo y los organismos sociales —como las fundaciones y
asociaciones cercanas al centro de formación— y, finalmente, el apoyo de todos ellos
hacia los docentes (Hernández Prados y López Lorca, 2006; Zaitegi, 2010).
4.5.3 Medidas preventivas y de intervención legales y organizacionales.
Todos los que intervienen en materia de Prevención de Riesgos Laborales (PRL)
velan por un fin común: reducir al máximo posible la siniestralidad laboral y, a su vez,
promocionar entornos saludables y seguros donde los trabajadores desarrollen su labor
de la mejor manera posible (Morales de Labra, 2014).
En su recomendación 194, la Conferencia Internacional de Trabajo de la OIT
(2002), hace una recomendación sobre la lista de enfermedades profesionales y
aunque no reconoce el burnout como enfermedad profesional, es de esperar que lo
incluya, señala Ramos Santana (2017), ya que, recoge alguna similares, tales como en
su epígrafe 2.4.1. Trastornos de estrés postraumático y 2.4.2. Otros trastornos
mentales o del comportamiento no mencionados en el punto anterior cuando se haya
establecido, científicamente o por métodos adecuados a las condiciones y la práctica
nacionales, un vínculo directo entre la exposición a los factores de riesgo que resulte
de las actividades laborales y los trastornos mentales o del comportamiento contraído
por el trabajador.
Pasando del marco internacional al comunitario, la Unión Europea intenta
armonizar la política social en sus Estados miembros (Gárate Castro, 2010). Prueba de
ello es el artículo 118A del Acta Única Europea (1986), el cual dice así: “Los Estados
miembros procurarán promover la mejora, en particular, del medio de trabajo, para
proteger la seguridad y la salud de los trabajadores, y se fijarán como objetivo la
armonización, dentro del progreso, de las condiciones existentes en ese ámbito".
Posteriormente, la Directiva Marco sobre salud y seguridad en el trabajo (Directiva
89/391 CEE), adoptada en 1989, constituyó un hito fundamental para la mejora en este
ámbito, dado que garantizaba unos requisitos mínimos en materia de salud y seguridad
en toda Europa y, al mismo tiempo, permitía a los Estados miembros mantener esos
mínimos o establecer medidas al respecto. De cara a nuestros homólogos europeos,
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nuestro país procedió también a redactar y aplicar el Real Decreto 486/1997 en
cumplimiento de la Directiva 89/654/CEE.
En el ámbito nacional, la Constitución refiere el derecho a la vida y la integridad
física y moral (art. 15) y que los poderes públicos velarán por la seguridad e higiene en
el trabajo, y por el bienestar de los trabajadores (art. 40.2). Además, en el artículo 43
queda recogida la idea de protección de la salud y la inclusión de medidas preventivas
necesarias para ello. Es en el segundo párrafo del artículo 35 donde cita el posterior
desarrollo legislativo laboral que será recogido en el Estatuto de los Trabajadores (RDL
2/2015, de 23 de octubre), en el cual encontramos referenciada la protección de la
salud de los trabajadores de manera directa en sus apartados sobre la PRL, y de forma
indirecta en todos los demás, ya que, por ejemplo, los tipos de contratos de trabajo, las
condiciones salariales o el despliegue de los convenios colectivos, infieren
significativamente en el bienestar laboral de los trabajadores, el desarrollo empresarial
adecuado y, en definitiva, en la aparición o no de riesgos psicosociales (para una
revisión véase Moreno Jiménez y Báez León, 2013), ambientales y/o biológicos en los
implicados en dicha actividad profesional.
Más adelante, se desarrolla la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención
de Riesgos Laborales (véase López Rubia, 2013, para un análisis de las
modificaciones sufridas en esta norma), la cual instituye al Instituto Nacional de
Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) como un organismo público perteneciente
al Ministerio de Empleo y Seguridad Social autorizado para investigar sobre las
condiciones de seguridad y salud en el trabajo, promocionar el bienestar de los
trabajadores en sus empresas y coordinarse con las instituciones donde las
Comunidades Autónomas han delegado las competencias en materia de PRL. También
se crea en el citado Ministerio la Fundación Estatal para la PRL, para llevar a cabo
funciones similares en las pymes de nuestro país.
Seguidamente, el Real Decreto 39/1997, de 17 de enero, por el que se aprueba
el Reglamento de los Servicios de Prevención sigue dando forma a la PRL. Y será la
Orden TIN/2504/2010, de 20 de septiembre la que ampliará las funciones de dicho RD
(véase anexo 3 para un visionado de la configuración normativa básica de PRL).
Una vez descrito el panorama jurídico que posibilita la intervención que rodea a
la PRL, cabe focalizar la atención en el síndrome de desgaste profesional, el cual no
está catalogado en el Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre como una
enfermedad profesional (RD 1299/2006), por lo que el criterio jurisprudencial,
amparado en la Ley General de la Seguridad Social, lo considera como un accidente de
trabajo (Reyes Pérez, 2015; Martínez de Viergol, 2005). Por consiguiente, se entiende
por accidente de trabajo “toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por
consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena” (art. 156, RDL 8/2015).
Finalmente, esta consideración queda bien ejemplificada en las sentencias judiciales
recogidas en el trabajo de Ramos Santana (2017).
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Desde el punto de vista político-administrativo, correspondería a la Inspección de
Trabajo asegurarse de que la normativa actual se cumple en materia preventiva, tanto
en el sector público como en el privado, y aplicar las medidas correspondientes de no
ser así. Además de contar con el apoyo constante de la Inspección Educativa para que
los docentes se sientan respaldados en todo momento durante el desempeño de sus
funciones.
Pasando al plano empresarial y, tomando la legislación vigente como punto de
apoyo, se entiende que dependiendo de las características de la empresa —como por
ejemplo, el número de empleados o la peligrosidad del sector donde se desarrolle el
trabajo—, la organización de la acción preventiva será asumida por el propio
empresario, podrá ser delegada en trabajadores designados, se creará un servicio de
PRL propio o se contratarán los servicios de una empresa externa (servicio de
prevención ajeno), aunque también se pueden coordinar varias empresas cercanas
geográficamente y que desempeñen funciones similares para contratar un servicio de
prevención mancomunado (Ley 31/1995, de PRL).
Se creará el Comité de Seguridad y Salud —para empresas con 50 trabajadores
o más—, formado por los delegados de prevención —que son los representantes de los
trabajadores con funciones específicas en materia preventiva— y el empresario o sus
representantes. Del mismo modo, se redactará en la empresa un plan de prevención de
riesgos laborales para la identificación de los posibles riesgos y la valoración de la
magnitud de los que no han podido evitarse. Asimismo, se elaborará un plan de
autoprotección para actuar frente a posibles situaciones de emergencia y un plan de
evacuación que recogerá las instrucciones, las vías de salida y el punto de reunión en
caso de evacuación del centro de trabajo (RD 393/2007; Ley 31/1995, de PRL).
Se requiere la mayor implicación de los responsables de Recursos Humanos y
los cargos directivos sobre el bienestar de sus empleados juega un papel esencial
(Ramos Santana, 2017). A nivel grupal, ellos pueden prevenir el burnout reduciendo el
estrés laboral. ¿De qué manera? Favoreciendo la comunicación efectiva, creando un
ambiente de aprecio y confianza, tomando decisiones consensuadas, fomentando la
cooperación —versus individualismo— entre padres/tutores y centros educativos
(Pascual Baños, Monfort Pañego y González Herrero, 2008; Hernández Prados y
López Lorca, 2006).
Para luchar contra el burnout y tender hacia el engagement, el Modelo de las
Características del Puesto (MCP) de Hackman y Oldhman (1980), analizado más
recientemente por Boada i Grau, Diego Vallejo y Agulló Tomás (2004), busca
determinar qué condiciones laborales permiten una alta motivación intrínseca en los
trabajadores. Finalmente, los doctores Leiter y Maslach (2000) proponen el
denominado chequeo preventivo organizacional para analizar los puntos débiles y
fuertes de una estructura empresarial y efectuar los posibles ajustes que eviten el
surgimiento del síndrome de estar quemado en el trabajo (véase Gascón, Olmedo y
Ciccotelli, 2002, para una discusión sobre el citado chequeo preventivo).
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5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
No cabe duda de que la identidad profesional de muchos y cada vez más
docentes se haya dañada (Bolívar Botia, 2004; Ávalos y Sotomayor, 2012) y la
percepción que tienen de su competencia y autoeficacia resultan deficientes; merman
su autoestima y menoscaban su autoconcepto (Bermejo Toro y Prieto Arsúa, 2005)
como agentes educativos clave para el bienestar social, por lo que autores como Bailey
Moreno, Flores Fahara, Rivera y Eufracia (2016) proponen la reestructuración de los
esquemas cognitivos de éstos como medio para lograr su bienestar mental.
El burnout es una patología severa, relativamente reciente, que está relacionada
con el ámbito laboral y el estilo de vida que se lleva. Es un trastorno emocional
provocado por el trabajo y conlleva graves consecuencias físicas, psíquicas, sociales y
organizacionales cuando el fenómeno se somatiza. Esta situación puede conllevar la
aparición de la ansiedad o la depresión, que dan lugar a numerosas bajas laborales.
Estos síntomas terminan invadiendo la vida social y familiar del afectado, que
opta por aislarse y quedarse solo. De esta forma, se produce una caída en barrena de
la persona, ya que se delimitan cada vez más sus fuentes de apoyo social y acaba
cayendo en una especie de retraimiento social que agrava su sensación de aislamiento
y soledad.
Las profesiones relacionadas con el mundo sanitario, de la educación o los
Servicios Sociales suelen ser las que más incidencia reflejan en las estadísticas
(Betancur et al., 2012; Lázaro Fernández, 2004; Marrau, 2004), porque están en
contacto con personas con problemas y suelen ser ellos los que deben solucionarlos.
La frustración se produce cuando perciben que su trabajo no es productivo o que se
esfuerzan en balde.
Una de las principales características del síndrome es que se produce en
profesiones que uno ha elegido libremente, es decir, son más vocacionales que
obligatorias, lo que no deja de ser curioso. Muchos autores refieren la aparición de esta
patología laboral en las profesiones asistenciales o de ayuda (Marenco-Escuderos y
Ávila-Toscano, 2016b; Díaz Bambula, López Sánchez y Varela Arévalo, 2012; Ayuso
Marente, 2015; Gómez et al., 2014; Aranda Beltrán et al., 2004). Tal vez sea esta la
causa por la cual los profesionales se implican más emocionalmente, y terminan
perjudicados en lo más profundo de su ser.
Las condiciones laborales de los docentes españoles están propiciando el auge
del estrés laboral en los profesionales y su posterior padecimiento del síndrome de
desgaste profesional, lo que llega a ser un problema social y de salud pública (Arís
Redó, 2012). Existen datos que respaldan la relación entre las condiciones de trabajo y
la salud laboral, la productividad y la permanencia en el puesto por parte de los
trabajadores (Parra citado en Cornejo Chávez y Quiñónez, 2007; Ponce Díaz et al.,
2005). Por ello, resulta acertado hacer una llamada de atención a las autoridades
competentes en garantizar la salud docente, a fin de conseguir estabilidad laboral en el
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profesorado, mayor motivación e implicación de estos profesionales y mejores
resultados académicos y de crecimiento personal del alumnado.
Más allá de las cifras de pérdidas económicas, Letelier y sus colaboradores
(2014) se lamentan de la inactividad de las instituciones competentes en la materia y
achacan esta inobservancia al (pp. 29) “efecto de naturalización de sus síntomas”, los
cuales llegan a ser vistos por la ciudadanía como una situación o estado cotidiano
(Cáceres Villarroel et al., 2015) al que solo cabe acostumbrarse, padecerlo y
resignarse. Por esta razón, hacen una crítica a las actuaciones que se centran en los
cambios organizacionales, pero no entran a remediar los daños psicosociales como el
estrés y la sobrecarga laboral, el acoso laboral, el agotamiento emocional (Letelier et
al., 2014). Esta situación se agrava notablemente en el caso de España, dado que el
burnout no está reconocida como una enfermedad profesional —como sí ocurre en
países europeos homólogos como Dinamarca, Finlandia o Suecia— (Barrena
Mendoza, 2015), a pesar de que el INSHT se refiere a éste como un riesgo psicosocial
que afecta notablemente a los trabajadores en su desempeño laboral y su bienestar
psicosocial y, por consiguiente, elabora notas técnicas preventivas como la NTP 704
(Fidalgo Vega, INSHT, 2005), la NTP 705 (Fidalgo Vega, INSHT, 2005) y la NTP 732
(Bresó Esteve, Salanova y Schaufeli, INSHT, 2006).
Si bien es cierto que otros educadores mantienen a raya el mal desgranado en
estas páginas mediante factores protectores como la resiliencia (Agueded Gómez y
Almeida Pires, 2016), la empatía (Martínez et al., 2015), la formación continua que
mantiene la llama de la ilusión y la pasión por la labor docente, esto es, el engagement,
puesto que el educador engaged posee una personalidad resistente que le ayuda a
sobreponerse frente al estrés (Moreno Jiménez et al., 2006; Montoya Zuluaga y Moreno
Moreno, 2012).
Son fundamentales también la vigilancia y correcciones oportunas desde las
organizaciones docentes, un desarrollo legislativo minucioso y la instauración paulatina
de una cultura preventiva. Sin olvidarnos de las organizaciones ciudadanas, el apoyo
de los padres a sus docentes, en quienes delegan parte de la educación de sus hijos, y
la intermediación veraz de los medios de comunicación. En resumen, se requiere no
solo la implicación de los docentes, sino también la unión de los distintos agentes
educativos (Suberviola-Ovejas, 2011; Gerrero Barona y Rubio Jiménez, 2005).
Se considera, pues, acertada la hipótesis de partida, ya que logrando superar los
objetivos propuestos en esta investigación, todo parece indicar que los educadores
afectados por este síndrome muestran unas características concretas referidas a la
falta de recursos psico-sociales y organizacionales encaminados a la prevención e
intervención eficaces de dicha enfermedad laboral.
Necesariamente, el proceso de cambio para mitigar el malestar docente y sus
consecuencias asociadas pasa por el filtro de la formación del personal docente, como
hemos podido observar. Para ello, se propone la implantación en el sistema de
educación reglada de una asignatura obligatoria sobre educación emocional.
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Como propuesta investigadora, se considera conveniente que los resultados
sobre el desempeño docente en burnout se relacionen en el futuro con el rendimiento
académico de sus estudiantes. Sería también pertinente llegar a un consenso sobre la
mejor técnica para medir el burnout de manera que puedan establecer comparativas
más certeras entre los estudios, examinando al profesorado en las distintas etapas del
sistema educativo formal (Zaldívar Colado, Estrada Lizárraga, Qui Orozco, Moncada
Estrada y Aguilar Calderón, 2013): educación infantil, primaria, secundaria, formación
profesional y etapa universitaria. En definitiva, se espera que los resultados descritos y
discutidos en este documento sean punto de partida para futuros estudios relacionados
con la temática expuesta.
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7. ANEXOS
Anexo 1. Tabla de los 50 efectos del estrés negativo o distrés.
1. Dolores de cabeza frecuentes, mandíbula
apretada, dolor.
2. Crujir, rechinar de dientes.
3. Tartamudeo.
4. Temblores, manos, labios temblorosos.
5. Dolor de cuello y espalda, espasmos
musculares.
6. Mareos, debilidad, vértigo.
7. Sonidos que zumban, que estallan.
8. Ruborizaciones frecuentes, sudor.
9. Pies o manos con sudor o fríos.
10. Boca seca, problemas para deglutir.
11. Frecuentes resfriados, infecciones y herpes.
12. Erupciones, picaduras, carne de gallina.
13. Ataques de alergia inexplicados o
frecuentes.
14. Dolor de estómago, de pecho; náusea.
15. Evacuación excesiva, flatulencias.
16. Constipación, diarrea.
17. Dificultad de respirar, suspiros.
18. Ataques repentinos de pánico.
19. Dolores de pecho, palpitaciones.
20. Frecuente micción.
21. Pobre deseo o desempeño sexual.
22. Ansiedad excesiva, preocupación, culpa,
nerviosismo.
23. Depresión, cambios súbitos en el humor.
24. Cólera acrecentada, hostilidad, frustración.
25. Apetito incrementado o disminuido.
26. Insomnio, pesadillas o sueños inquietantes.
27. Dificultad de concentración.
28. Olvido, desorganización, confusión.
29. Dificultad en tomar decisiones.
30. Problemas para aprender nueva
información.
31. Sentirse sobrecargado o abrumado.
32. Expresiones con voz llorosa, pensamientos
suicidas.
33. Sentimiento de soledad o desvaloración.
34. Poco interés en apariencia y puntualidad.
35. Hábitos nerviosos, jugueteo, sonar los pies.
36. Incrementada frustración, irritabilidad y
nerviosismo.
36. Sobre reacción a pequeñas molestias.
38. Número incrementado de pequeños
accidentes.
39. Comportamiento obsesivo o compulsivo.
40. Eficiencia o productividad laboral reducida.
41. Pretextos para encubrir un trabajo mal
hecho.
42. Habla rápida o mascullada.
43. Posturas defensivas o de sospecha
excesivas.
44. Problemas de comunicación o de compartir.
45. Alejamiento social y distanciamiento.
46. Cansancio constante, debilidad, fatiga.
47. Uso de drogas o medicamentos sin receta
médica.
48. Aumento o disminución de peso sin llevar
dieta.
49. Aumento en el consumo de cigarros, drogas
o alcohol.
50. Tendencia a las apuestas o compras
impulsivas.
Fuente: The American Institute of Stress (Zavala Zavala, 2008).
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Anexo 2. Listado de cuestionarios más importantes para evaluar el burnout.
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Nacional (España)
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Prevención. Jefatura del Estado. BOE núm. 27, de 31 de enero de 1997.
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salud en los lugares de trabajo. Jefatura del Estado. BOE núm. 97, de 23 de abril de 1997.
Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre, por el que se aprueba el cuadro de enfermedades
profesionales en el sistema de la Seguridad Social y se establecen criterios para su notificación y
registro. Jefatura del Estado. BOE núm. 302, de 19 de diciembre de 2006.
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Real Decreto 393/2007, de 23 de marzo, por el que se aprueba la Norma Básica de
Autoprotección de los centros, establecimientos y dependencias dedicados a actividades que
puedan dar origen a situaciones de emergencia. Jefatura del Estado. BOE núm. 72, de 24 de
marzo de 2007.
Orden TIN/2504/2010, de 20 de septiembre, por la que se desarrolla el RD 39/1997, de 17 de enero, por el
que se aprueba el Reglamento de los Servicios de Prevención, en lo referido a la acreditación de entidades
especializadas como servicios de prevención, memoria de actividades preventivas y autorización para
realizar la actividad de auditoría del sistema de prevención de las empresas. Jefatura del Estado. BOE núm.
235, de 28 de septiembre de 2010.
Real Decreto Legislativo 2/2015, de 23 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la
Ley del Estatuto de los Trabajadores. Jefatura del Estado. BOE núm. 255, de 24 de octubre de
2015.
Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la
Ley General de la Seguridad Social. Jefatura del Estado. BOE núm. 261, de 31 de octubre de
2015.
Fuente: elaboración propia.
Autoría
−
−
FRANCISCO CABALLERO DÍAZ
Interino de Secundaria.
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VALORAR ESTE ARTÍCULO
SISTEMA DIÉDRICO (TRADICIONAL Y DIRECTO).
PROCEDIMIENTOS: GIROS
ANTONIO DADER GARCÍA
Cita recomendada (APA):
DADER GARCÍA, Antonio (julio de 2018). Sistema diédrico (Tradicional y Directo).
Procedimientos: Giros. MAD.RID. Revista de Innovación Didáctica de
Madrid. Nº 52. Pág. 84-100. Madrid. Recuperado el día/mes/año de
https://www.csif.es/contenido/comunidad-de-madrid/ensenanza/205631
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ÍNDICE
RESUMEN
ABSTRACT
Planteamientos en los procedimientos del Approaches in the procedures of the Diédrico
sistema Diédrico: Giros
system: Gyration
PALABRAS CLAVE
Diédrico Dirécto,
representación
Giros,
KEY WORDS
sistemas
de Diédrico
systems
Dirécto,
gyration
representation
ÍNDICE
1
2
3
4
4
5
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 2: GIRO DE UN PUNTO
CAPÍTULO 3: GIRO DE UNA RECTA
CAPÍTULO 3: GIRO DE UN PLANO
CAPÍTULO 3: GIRO DE UN CUERPO GEOMÉTRICO
REFERENCIAS
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1. CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN
Giros
FUNDAMENTOS.
En las artículos anteriores se ha empleado el procedimiento de las
proyecciones auxiliares o cambio de planos, que es muy utilizado
por su sencillez .Tanto las proyecciones auxiliares como los giros
tienen como principal finalidad conseguir posiciones favorables
para la resolución, de forma simplificada, de cuestiones que por
otros métodos pueden resultar mucho más laboriosas.
Así como en las proyecciones auxiliares los elementos permanecen
fijos, añadiéndose proyecciones sobre planos, que forman siempre
diedros rectos con uno de los planos anteriores, en los giros los
elementos rotan en torno a una recta (eje de giro), para ocupar
una posición favorable del elemento geomñetrico, obteniéndose
las proyecciones de las nuevas posiciones.
Al girar un punto A en torno a un eje, recta e, describe una
circunferencia contenida en un plano a perpendicular al eje, y
que contiene al punto A siendo su centro el punto I, intersección
del eje con dicho plano, y el radio la distancia del punto al eje de
giro.
De este modo, una de las proyecciones de la trayectoria que sigue
el punto en la rotación, será un arco de circunferencia, y la otra
proyección es un segmento .
En un giro intervienen: eje, ángulo y sentido de giro. La elección
de los elementos que intervienen en un giro, se hace en función
de la posición a la que se quiere llevar el elemento geométrico
que se gira.
Fig 1
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GIRO DE UN PUNTO RESPECTO UN EJE PERPENDICULAR
AL PLANO HORIZONTAL .
Al girar un punto en torno a un eje perpendicular al plano
horizontal, el arco que describe el punto se proyecta sobre el plano
horizontal en verdadera magnitud y sobre el plano vertical, según
un segmento paralelo a la L. T. Hay que observar que la cota del
punto permanece constante, (Fig. 2). En la figura 3, se observa el
giro anterior en el método clásico, y en la figura 4, en el método
directo.
Fig 2
Se puede elegir como eje, una recta cualquiera, aunque
generalmente, se usa la perpendicular al plano horizontal para
favorecer la sencillaez de las construcciones, al ser el plano a que
contiene al punto A, paralelo al horizontal y perpendicular al eje
de giro, proyectándose, en proyección horizontal, como una
circunferencia de radio la distacia del punto A al eje e, viéndose
ésta en verdadera magnitud.
En la figura 2 de análisis, se observa que, al girar el punto A un
ángulo f, la proyección horizontal A´gira con radio r el ángulo
f, y se obtiene A´que es la proyección horizontal del punto
girado. La circunferencia descrita por A en el giro, se proyecta
sobre el vertical, según una recta perpendicular a las líneas de
referencia entre alzado y planta (lo que nos sirve para el método
dirécto de la figura 4), es decir, no varía la cota de los puntos
girados alrededor de un eje perpendicular al horizontal.
Fig 3
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Fig 4
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GIRO DE UN PUNTO RESPECTO A UN EJE PERPENDICULAR AL
VERTICAL.
Al girar un punto en torno a un eje perpendicular al plano vertical,
el arco que describe el punto se proyecta sobre el plano vertical en
verdadera magnitud, y sobre el plano horizontal, según un segmento
paralelo a la L. T. Hay que observar que el alejamiento del punto
permanece constante (Fig. ). En las figuras 5 y 6, se observa el giro
anterior en los métodos clásico y directo, respectivamente
Fig 4
Fig 5
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Fig 6
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GIRO DE UN PUNTO RESPECTO A UN EJE PERPENDICULAR AL PERFIL.
La figura muestra como en este caso, el giro debe efectuarse en la
tercera proyección, permaneciendo constante la desviación del
punto. El eje de giro perpendicular al plano de perfil es menos
utilizado que los anteriores, porque los problemas de giro pueden
resolverse mediante ejes perpendiculares a los planos horizontal y
vertical.
En la figura 7 podemos apreciar dicho eje perpendicular al perfil
en una representación tridimensional, y en las siguientes figuras 8
y 9, como lo expresamos mediante las proyecciones en el sistema
tradicional y en el método directo.
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GIRO DE UNA RECTA
Al girar un conjunto, bastará con girar los elementos
que definen dicho conjunto, un mismo ángulo y en el
mismo sentido. Para girar una recta bastará con girar dos
de sus puntos, en el mismo sentido y el mismo ángulo.
Es interesante, para futuras aplicaciones, observar que el
giro axial, con eje perpendicular al P. H., se reduce en la
proyección horizontal a un giro central en torno a e’
(Figs. 10 y 11).
Esta forma de efectuar el giro puede plantearnos
problemas para conocer el ángulo a girar, si se desea
que la recta pase a ocupar después del giro, una posición
concreta. Por la simplificación que podemos obtener,
debemos considerar dos casos:
a)El eje corta a la recta.
b) El eje y la recta se cruzan.
Las figuras muestran el caso en el que la recta y el eje se
cruzan. Para ello basta tomar dos puntos de la recta que
después de girrlos nos proporcionan el giro completo
de la recta.
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GIROS DE UNA RECTA EN TORNO A ELJES QUE SE CORTEN
CON ELLA
Si la recta y el eje de giro se cortan, es suficiente girar un solo
punto de la recta, ya que el punto de corte I es fijo al ser un punto
perteneciente al eje. En la figura 12, se gira, en el método clásico,
la recta r en torno a un eje de giro e perpendicular al P. H. que se
corta con la recta en el punto I. En la figura 13, se efectúa, en el
método directo, el giro de r en torno a un eje e perpendicular al
vertical.
r'
GIRO DE UNA RECTA EN TORNO A EJES QUE SE CRUCEN
CON ELLA
Si la recta y el eje de giro se cruzan, tendremos que girar dos
puntos de la recta. Podemos utilizar la perpendicular común al
eje y a la recta, cuya proyección horizontal será normal a r´, en
el caso de utilizar un eje perpendicular al vertical,y nos dará el
primer punto de giro. El punto en proyección vertical mantendrá
la cota original. En cualquier posición del giro de la recta r´ r´´
, su proyección horizontal r´, se conservará tangente a la
circunferencia de centro e´y radio la distantacia e´A´. Bastará
tomar otro punto B´y obtener su nueva proyección horizontal,
y referirlo todo a la proyección vertical sabiendo que se mantendrá
la cota del punto B elegido.Figs 14 y 15.
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TRANSFORMACIÓN DE UNA RECTA OBLICUA EN
PARALELA AL VERTICAL.
Para esta transformación empleamos un eje de giro
perpendicular al P. H. Si giramos en torno a un eje que
se corte con la recta, es suficiente girar un punto hasta
conseguir que la proyección horizontal de la recta sea
paralela a la L. T.
(Fig. 16). Si el eje empleado se cruza con la recta, nos
podemos apoyar en el giro central indicado con anterioridad. Trazamos desde e’ un segmento perpendicular a r’
que nos indica, con facilidad, el ángulo que se necesita
girar para conseguir la transformación (Fig. 17).
TRANSFORMACIÓN DE UNA RECTA OBLICUA EN
UNA RECTA PARALELA AL PLANO HORIZONTAL.
Para esta transformación, empleamos un eje de giro
perpendicular al P. V. Si giramos en torno a un eje que
se corte con la recta, es suficiente girar un punto hasta
conseguir que la proyección vertical de la recta sea paralela
a la L. T.
(Fig. 18). Si el eje empleado se cruza con la recta, nos
podemos apoyar en el giro central indicado con anterioridad. Trazamos desde e” un segmento perpendicular a r”
que nos indica, con facilidad, el ángulo que se necesita
girar para conseguir la transformación (Fig. 19).
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TRANSFORMACIÓN DE UNA RECTA OBLICUA EN
PERPENDICULAR AL HORIZONTAL
Para la transformación de una recta oblicua en perpendicular
al P. H. es necesario realizar dos giros: el primero, en torno a
un eje perpendicular al P. H., con la finalidad de transformar
la recta en paralela al P. V.; posteriormente, y enlazando
con este, un segundo giro con eje perpendicular al P. V.
En las figuras 20 y 21, se efectúa dicha transformación en
los métodos clásico y directo, respectivamente.
TRANSFORMACIÓN DE UNA RECTA OBLICUA EN
PERPENDICULAR AL VERTICAL.
Para la transformación de una recta oblicua en perpendicular
al P. V. es necesario realizar dos giros: el primero, en torno a
un eje perpendicular al P. V., con la finalidad de transformar
la recta en paralela al P. H.; posteriormente, y enlazando
con este, un segundo giro con eje perpendicular al P. H.
En las figuras 22 y 23, se efectúa dicha transformación en
los métodos clásico y directo, respectivamente.
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GIRO DE PLANOS
Si giramos los elementos que definen geométricamente
a un plano, este resulta girado. El punto de intersección
del eje de giro con el plano es un punto fijo al efectuar
el giro. Al girar un plano en torno a un eje perpendicular
al P. H., la traza horizontal girada es la traza horizontal
del plano en la nueva posición (Fig. 24). Si el giro se
efectúa en torno a un eje perpendicular al P. V., se
cumple la misma propiedad con la traza vertical (Fig.
25).
TRANSFORMACIÓN DE UN PLANO OBLICUO
EN PROYECTANTE HORIZONTAL
Un plano oblicuo se puede transformar en perpendicular
al P. H. girándolo en torno a un eje perpendicular al P.
V. girando la traza vertical hasta situarla perpendicular
a la línea de tierra, por ser esta la característica del plano
proyectante horizontal. En la figura 26, empleamos
un eje de giro perpendicular al P. V. por encima del
horizontal, y en la figura 27, se gira en torno a un eje
también perpendicular al P. V., pero contenido en el
P. H., con lo que el punto de intersección del eje y el
plano es inmediato.
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TRANSFORMACIÓN DEL PLANO (ABC) EN PROYECTANTE HORIZONTAL.(DIÉDRICO DIRECTO)
Para transformar el plano en proyectante horizontal,
situamos una frontal de plano f, y mediante un eje de
giro e perpendicular al P. V. cortándose con ella, la
transformamos en perpendicular al P. H., definiendo el
ángulo de giro necesario para conseguir que el plano se
transforme en proyectante horizontal (Fig. 28.)
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TRANSFORMACIÓN DE UN PLANO OBLICUO EN
PROYECTANTE VERTICAL.
Un plano oblicuo se puede transformar en perpendicular al
P. V. girándolo en torno a un eje perpendicular al P. H.
girando la traza horizontal hasta situarla perpendicular a la
línea de tierra (característica del plano proyectante vertical).
En la figura 29 empleamos un eje de giro perpendicular al
P. H. por delante del vertical, y en la figura 30, se gira en
torno a un eje, también perpendicular al P. H., contenido
en el P. V. con lo que se simplifica el punto de intersección
I y, por consiguiente, la transformación.
Transformación del plano oblicuo (A, B, C) en
proyectante vertical. (MÉTODO DIRÉCTO)
Para transformar el plano en proyectante vertical, situamos
una horizontal de plano, y mediante un eje de giro
e perpendicular al P. H., cortándose con ella, la
transformamos en perpendicular al P. V. Así se determina,
además, el ángulo de giro necesario para conseguir que el
plano se transforme en proyectante vertical (Fig. 31).
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TRANSFORMACIÓN DE UN PLANO OBLICUO
EN PARALELO AL HORIZONTAL.
Para transformar un plano oblicuo en paralelo al P.
H. tenemos que realizarlo en dos fases: en la primera, girar el plano en torno a un eje perpendicular
al P. H. para transformarlo en proyectante vertical.
En esta posición, girar nuevamente en torno a otro
eje perpendicular al P. V., transformando el plano
en paralelo al P. H. (Fig. 32).
Transformación del plano oblicuo (A, B, C) en
B"2
horizontal. (Método Dirécto)
Operamos, como en el caso anterior, con dos giros.
En el primero, con eje de giro perpendicular al P.
H. y apoyándonos en una horizontal de plano,
transformamos este en proyectante vertical, y en
el segundo, con eje de giro perpendicular al P. V.
pasando por A, se transforma el plano en paralelo
al P. H. (Fig. 33).
C"2
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TRANSFORMACIÓN DE UN PLANO OBLICUO EN
PARALELO AL VERTICAL.
Para transformar un plano oblicuo en paralelo al P. V.
tenemos que realizarlo en dos fases: en la primera, giramos
el plano en torno a un eje perpendicular al P. V. para
transformarlo en proyectante horizontal.
Esta posición se gira en torno a otro eje perpendicular al
P. H., transformando el plano en paralelo al P. V. (Fig. 34).
Transformación de un plano oblicuo (A, B, C) en frontal
(Método Dirécto)
Operamos, como en el caso anterior, con dos giros. En el
primero, con eje de giro perpendicular al P. V. y
apoyándonos en una frontal de plano, transformamos
este en proyectante horizontal. En el segundo, con eje de
giro perpendicular al P. H. pasando por C, se transforma
el plano en paralelo al V. (Fig. 35).
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GIRO DE UN CUERPO GEOMÉTRICO.
En esta cuestión nos limitamos a girar los puntos o elementos
geométricos que definen el cuerpo. En la la figura 36, giramos la
pirámide VABC, en torno a un eje vertical que pasa por el vértice,
un ángulo de 60º, y en la figura 37, se gira un tetraedro 180º en
torno a un eje de punta que pasa por el vértice A. Observar la
simetría central del alzado.
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2. REFERENCIAS
Bertán Guasp, J. (s.f.). Geometría descriptiva. Sistema diédrico directo. Editorial
Donostiarra, S.A. San Sebastián.
Gonzalo G., J. (2009). Sistema diédrico directo. Editorial Donostiarra, S.A. San Sebastián.
Victoriano González García, V.; López Poza, Román; Nieto Oñate, M. (s.f.). Sistemas de
representación. Sistema diédrico. Tomo I. Editorial Texgraf. C/ Panaderos
39. Valladolid.
Autoría
−
−
ANTONIO DADER GARCÍA
I.E.S. Valle Inclán. Torrejón de Ardoz. Madrid
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VALORAR ESTE ARTÍCULO
ENTRADAS Y SALIDAS DIGITALES EN ARDUINO
RAÚL SALCEDO MARTÍNEZ
Cita recomendada (APA):
SALCEDO MARTÍNEZ, Raúl (julio de 2018). Entradas y salidas digitales en arduino.
MAD.RID. Revista de Innovación Didáctica de Madrid. Nº 52. Pág. 102-108.
Madrid. Recuperado el día/mes/año de https://www.csif.es/contenido/comunidadde-madrid/ensenanza/205631
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ÍNDICE
ENTRADAS Y SALIDAS DIGITALES EN ARDUINO
RESUMEN
ABSTRACT
Este artículo pretende adentrar al lector al
mundo de la robótica dándole un enfoque
didáctico de aplicación en el aula.
Los sistemas digitales, como por ejemplo un
microcontrolador tipo Arduino, usan la lógica
de dos estados representados por dos niveles
de tensión eléctrica, uno alto, High y otro bajo,
Low. Por abstracción, dichos estados se
sustituyen por ceros y unos, lo que facilita la
aplicación de la lógica y la aritmética binaria.
Si el nivel alto se representa por 1 y el bajo
por 0, se habla de lógica positiva y en caso
contrario de lógica negativa.
This article aims to introduce the reader to the
world of robotics by giving a didactic approach
to application in the classroom.
Digital systems, such as an Arduino-type
microcontroller, use the logic of two states
represented by two voltage levels, one High
and one Low. By abstraction, these states are
replaced by zeros and ones, which facilitates
the application of logic and binary arithmetic. If
the high level is represented by 1 and the low
level by 0, we speak of positive logic and in
the opposite case of negative logic.
PALABRAS CLAVE
KEY WORDS
Arduino, robótica, domótica, programación, Arduino, robotics, domotics, programming,
digital.
digital.
ÍNDICE
1
2
3
4
5
6
7
8
9
INTRODUCCIÓN
104
ESTRUCTURA BÁSICA DE UN PROGRAMA DE ARDUINO
CONFIGURACIÓN DE UN PIN DIGITAL COMO SALIDA
ESCRITURA EN UN PIN DIGITAL
GENERACIÓN DE RETARDOS
LA INSTRUCCIÓN #DEFINE
CONFIGURACIÓN DE UN PIN DIGITAL COMO ENTRADA
LECTURA DE UN PIN DIGITAL
REFERENCIAS
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1 INTRODUCCIÓN
Una señal digital es un tipo de señal generada por algún tipo de fenómeno electromagnético en
que cada signo que codifica el contenido de la misma puede ser analizado en término de
algunas magnitudes que representan valores discretos, en lugar de valores dentro de un cierto
rango. Por ejemplo, el interruptor de la luz sólo puede tomar dos valores o estados: abierto o
cerrado, o la misma lámpara: encendida o apagada.
2 ESTRUCTURA BÁSICA DE UN PROGRAMA DE ARDUINO
La estructura básica del lenguaje de programación de Arduino es bastante sencilla y se
compone, como mínimo, de dos funciones que son necesarias en todos los programas: la
función setup () y la función loop ().
La función setup () se ejecuta una sola vez, cuando el microcontrolador arranca después de un
reset. Por tanto, en esta función se deben escribir las instrucciones de inicialización de los
recursos del microcontrolador que se vayan a emplear. Por ejemplo, los pines digitales que se
vayan utilizar habrá que definirlos como pines de entrada o salida; si se va a realizar
comunicación por puerto serie, habrá que definir su velocidad, etc.
Es importante tener en cuenta que esta función siempre debe estar incluida en el programa,
aunque no haya que realizar ninguna inicialización. En ese caso, la función quedaría vacía.
Después de ejecutar las instrucciones de la función setup () el microcontrolador comienza a
ejecutar las de la función loop (). Esta función, como su propio nombre indica, es un bucle. Por
tanto, una vez que el microcontrolador haya ejecutado todas las instrucciones que hayamos
escrito en esta función, volverá de nuevo al principio y empezará a ejecutarlas otra vez. Es
decir, la ejecución de esta función se realiza de forma cíclica, lo que posibilita que el programa
esté respondiendo continuamente a los eventos externos que se produzcan en nuestra placa.
3 CONFIGURACIÓN DE UN PIN DIGITAL COMO SALIDA
Cuando vamos a escribir en un pin digital de Arduino, antes de poder usarlo es necesario
configurarlo como pin de salida. Para ello disponemos de la instrucción:
pinMode(pin, modo)
donde:
• pin es el número del pin digital que queremos configurar, que en Arduino UNO será
cualquier número entre el 0 y el 13.
• modo hace referencia al modo en el que va a trabajar dicho pin, que en este caso será
OUTPUT. Existen otros modos, como veremos un poco más adelante, que son INPUT,
es decir, entrada; e INPUT_PULLUP, es decir, entrada con resistencia interna de pull up
habilitada.
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Todos los pines digitales que vayamos a utilizar deben haber sido configurados previamente
con esta instrucción. Lógicamente, esta instrucción debe colocarse en la función setup(), que
es la que se ejecuta al principio para configurar correctamente todos los recursos del
microcontrolador.
4 ESCRITURA EN UN PIN DIGITAL
Cuando hemos configurado un pin digital como pin de salida, podemos escribir en él un ´1´
lógico, lo que equivale a 5V aproximadamente, o un ´0´ lógico, lo que equivale a 0V
aproximadamente. Para ello disponemos de la instrucción:
digitalWrite(pin, valor)
donde:
•
•
pin es el número del pin donde queremos escribir, y que previamente
debe haber sido configurado como pin de salida.
valor es el valor que queremos escribir en el pin, que puede ser HIGH
(1 lógico) o LOW (0 lógico).
5 GENERACIÓN DE RETARDOS
Cuando programamos tenemos que tener en cuenta que la velocidad de ejecución de las
instrucciones por parte del microcontrolador es realmente rápida, ya que la placa de Arduino
UNO dispone de un reloj de 16MHz de frecuencia. Es decir, las instrucciones se ejecutan a un
ritmo de 16 millones de instrucciones por segundo (en realidad es un poco menos, ya que
muchas de las instrucciones que escribimos en Arduino se dividen en varias instrucciones al
compilarlas, pero igualmente la velocidad es muy alta).
Por tanto, en muchas ocasiones será necesario generar un retardo, es decir, hacer que el
microcontrolador se espere para que no vaya tan veloz, porque de lo contrario irá tan rápido
que no veremos lo que hace.
El LED se apagará y encenderá todo el tiempo, pero lo hará a una velocidad tan elevada que
nosotros lo percibiremos siempre encendido. Lo que podemos hacer para solucionar este
problema es decirle al microcontrolador que, una vez encendido el LED, se espere un tiempo
antes de apagarlo. Esto se realiza con la instrucción:
delay(tiempo).
Donde tiempo es la cantidad de tiempo, expresada en milisegundos, que queremos que el
microcontrolador se espere sin hacer nada.
Es importante tener en cuenta que, durante el tiempo indicado en la instrucción delay(), el
microcontrolador detiene la ejecución del programa, por lo que, si sucede algún evento externo,
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por ejemplo, la activación de un pulsador, el microcontrolador no será capaz de detectarlo. Por
tanto, si bien la instrucción delay() es muy útil, hay que emplearla con precaución.
En Arduino existe otra manera mucho más interesante para generar retardos, pero para ello se
requiere la instrucción millis().
6 LA INSTRUCCIÓN #DEFINE
Si en un mismo programa tenemos muchas entradas y salidas, se hace muy difícil recordar en
qué número de pin tenemos conectada cada entrada o salida. Para solucionar esto tenemos la
instrucción #define. Esta instrucción permite dar un nombre, el que nosotros queramos, a un
valor constante:
#define nombre valor_constante
Utilizando la instrucción #define podemos escribir los programas de una forma mucho más fácil
de leer, ya que podemos asignar un nombre a cada uno de los pines que estamos utilizando.
La instrucción #define únicamente se puede emplear al principio del programa, antes de
escribir la función setup(). Además, esta instrucción no debe finalizar en punto y coma.
7 CONFIGURACIÓN DE UN PIN DIGITAL COMO ENTRADA
Para hacer una lectura de un pin digital, el pin que vamos a leer debe haber sido configurado
en la función setup() como pin de entrada, utilizando para ello la instrucción pinMode() de la
siguiente manera:
pinMode(pin, INPUT)
Aunque esta es la forma más normal de configurar un pin como entrada, en algunas ocasiones
es necesario emplear una variante de esta configuración: cuando queremos leer el valor que
nos proporciona un interruptor o un pulsador. En estos casos hay que tener un cuidado
especial a la hora de conectar estos dispositivos con Arduino.
Supongamos que queremos conectar un interruptor simple a un pin de Arduino. La forma más
fácil de hacerlo sería la que se muestra a continuación:
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Sin embargo, esta conexión presenta un grave problema: cuando el interruptor se encuentra
cerrado, la tensión de entrada al pin es de 0V, pero cuando se encuentra abierto, al pin de
Arduino no le entra ninguna tensión concreta, ya que se queda al aire. Esto podría hacer que
Arduino realizara lecturas erróneas. Por tanto, este tipo de conexión NUNCA debe realizarse.
Para evitar que en ningún momento el pin se quede al aire, es decir, sin una tensión definida,
se puede utilizar una resistencia que conecte al pin con VCC. A esta resistencia se le llama
resistencia de pull-up.
La placa Arduino UNO dispone de resistencias de pull-up internas en cada uno de los pines
digitales, pudiendo activarlas o desactivarlas de forma individual. Para activar la resistencia de
pull-up de un pin de nuestro Arduino se utiliza la función pinMode() con el parámetro
INPUT_PULLUP:
pinMode (pin, INPUT_PULLUP)
Por tanto, cuando tengamos que conectar un interruptor o un pulsador a nuestra placa Arduino,
debemos activar la resistencia de pull-up interna del pin al que lo vayamos a conectar,
simplificando así las conexiones.
8 LECTURA DE UN PIN DIGITAL
Una vez configurado un pin como entrada, cuando queramos leer el valor de un pin digital
utilizaremos la siguiente instrucción:
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digitalRead(pin)
Donde pin es el número del pin que queremos leer (del 0 al 13 en Arduino UNO).
Esta función leerá el valor del pin y devolverá uno de los siguientes valores: HIGH
(valor alto) o LOW (valor bajo).
9 REFERENCIAS
BANZI, Massimo (2016). Introducción a Arduino. Ed. Anaya Multimedia. Madrid.
https://create.arduino.cc/projecthub
https://www.luisllamas.es/tutoriales-de-arduino/
RIBAS LEQUERICA, Oscar (2015). Arduino Para Jóvenes Y No Tan Jóvenes. Ed. Anaya
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TORRENTE ARTERO, Oscar (2016). El mundo GENUINO-ARDUINO. Ed. RC Libros.
Madrid.
Autoría
−
−
RAÚL SALCEDO MARTÍNEZ
IES Manuela Malasaña (Móstoles)
ÍNDICE
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LA PSICOMOTRICIDAD EN LA ETAPA DE EDUCACIÓN INFANTIL
ESTHER ROMERO CABALLERO
Cita recomendada (APA):
ROMERO CABALLERO, Esther (julio de 2018). La psicomotricidad en la etapa de
educación infantil. MAD.RID. Revista de Innovación Didáctica de Madrid. Nº 52.
Pág.
110-120.
Madrid.
Recuperado
el
día/mes/año
de
https://www.csif.es/contenido/comunidad-de-madrid/ensenanza/205631
ISSN 2171-7842
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Nº 52. JULIO, 2018
ÍNDICE
LA PSICOMOTRICIDAD EN LA ETAPA DE EDUCACIÓN INFANTIL.
RESUMEN
ABSTRACT
En la etapa de la Educación Infantil, se
considera esencial trabajar la psicomotricidad
de forma globalizada con la finalidad de
contribuir al desarrollo integral de los niños
desde las edades más tempranas.
At the stage of Infant Education , it is
considered essential to work in a globalized
motor skills in order to contribute to the
development of the children from the earliest
ages.
A través del juego y diversas actividades
motrices, los niños van a adquirir el
progresivo conocimiento de su propio cuerpo,
el de los demás y el entorno en el que se
encuentran inmersos.
Through play and various motor activities,
children will acquire the progressive
knowledge of his own body, that of others and
the environment in which they are immersed.
Además el juego constituye una de las
mayores fuentes de aprendizaje, debido a que
mediante la actividad lúdica se favorece la
construcción de aprendizajes significativos.
En este sentido el niño y a niña son los
principales protagonistas del proceso de
enseñanza-aprendizaje.
In addition the game is one of the largest
sources of learning, because recreational
activity by building significant learning is
favored. In this sense the boy and girl are the
main protagonists in the process of teaching
and learning.
In Infant Education, psychomotricity acquires
a great importance, due to it provedes a great
En la Educación Infantil, la psicomotricidad educational value.
adquiere una gran importancia, debido a que
lo otorga un gran valor educativo.
PALABRAS CLAVE
KEY WORDS
Psicomotricidad,
juego,
capacidades Psychomotricity , game , sensory abilities,
sensoriales, percepción, desarrollo integral y perception , integral development, significant
aprendizaje significativo.
learning.
ÍNDICE
1
INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE TRABAJAR LA PSICOMOTRICIDAD EN
INFANTIL
112
2
EL DESARROLLO PSICOMOTOR EN LOS NIÑOS Y NIÑAS HASTA LOS SEIS AÑOS
113
3
LAS LEYES FUNDAMENTALES DE DESARROLLO PSICOMOTOR
115
4
METODOLOGÍA DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE PSICOMOTRICIDAD
116
5
ACTIVIDADES DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
117
6
RECURSOS MATERIALES
118
7
CONCLUSIÓN
119
8
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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INDICE
1 INTRODUCCIÓN: LA IMPORTANCIA DE TRABAJAR LA
PSICOMOTRICIDAD EN LA ETAPA DE EDUCACIÓN
INFANTIL
En las últimas décadas, la Educación Infantil ha adquirido una importancia y consideración
social relevantes, configurándose como una etapa educativa con entidad propia, dotada de
unas características que la definen y, a su vez, diferencian de niveles posteriores.
La Educación Infantil adquiere importancia por sí misma si se respetan las peculiaridades y
características propias de este ciclo educativo en cuanto a su funcionamiento, metodología y
diferencias que existen en relación con otros tramos de la educación. Se trata de dotar al
alumnado de las competencias, destrezas, hábitos y actitudes que puedan facilitar su posterior
adaptación a la Educación Primaria.
A través del movimiento se va organizando mentalmente el mundo exterior por lo que las
actividades de psicomotricidad en la Educación Infantil van encaminadas a conseguir, con el
movimiento físico, la activación de lo mental P. Picp y P. Vayer opinan que hay un estrecho
paralelismo entre el desarrollo de las funciones motrices, del movimiento y de la acción, y el
desarrollo de las funciones psíquicas.
El niño/a con las actividades de psicomotricidad, adquiere nociones espaciales, temporales, de
lateralidad, relativas a su cuerpo, a los objetos, a situaciones que le facilitan la adquisición de
nuevos aprendizajes, desarrolla sus capacidades.
Por tanto se puede destacar que a través de la participación activa del niño y la niña, mediante
el juego se contribuye al desarrollo físico, afectivo, social, sensorial e intelectual del niño y lde
la niña desde la etapa de Educación Infantil (0-6 años).
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2 EL DESARROLLO PSICOMOTOR EN LOS NIÑOS Y NIÑAS
HASTA LOS SEIS AÑOS
El desarrollo motor del niño y la niña en la Educación Infantil, se produce gracias a la
adquisición progresiva del esquema corporal:
- El esquema corporal es la percepción consciente que tenemos de nuestro propio cuerpo, la
experiencia que cada uno tiene de su cuerpo en movimiento o en estado estático, en un cierto
equilibrio espacio-temporal y en sus relaciones con el mundo circundante.
La constitución del esquema corporal, que es la integración en el campo de la conciencia del
individuo de las partes de su cuerpo, es la experiencia fundamental gracias a la cual cada
individuo se diferencia de los otros y tiene en todo momento la sensación de ser él mismo. Esta
imagen de nuestro cuerpo, necesaria para vivir, se elabora progresivamente a partir de
múltiples impresiones sensoriales.
Paso a analizar cada uno de los elementos que componen el esquema corporal.
a) Control tónico o tono: Tono es el estado de tensión que acompaña a toda actividad
cinética-postural estática y dinámica; no es de intensidad constante sino infinitamente variable
en cada músculo y armonizada en cada momento en el conjunto de la musculatura en función
de la estática y dinámica general del individuo.
Para desarrollar el control de la tonicidad se deben utilizar ejercicios tendentes a proporcionar
al niño el máximo de sensaciones posibles de su propio cuerpo, en diversas posiciones: de pie,
sentado, reptando, a gatas, etc. en actitudes estáticas o en desplazamiento, y todo ello con
distintos grados de dificultad que exigirán del niño adoptar para cada uno de sus segmentos
corporales diversos grados de tensión muscular.
b) Control postural o equilibrio: El equilibrio es otro de los componentes fundamentales del
esquema corporal. La actitud equilibrada no se corresponde con el sentido físico del término
sino que es un desequilibrio permanente pero constantemente compensado que asegura una
disponibilidad inmediata en todos los sentidos. La mala actitud es más estable que la actitud
correcta, de ahí la dificultad del niño de solucionar sus problemas de equilibración.
El desarrollo del equilibrio se consigue por medio de actividades estáticas o dinámicas y en los
distintos niveles de altura y distintas posiciones del cuerpo, de tal modo que el niño tome
conciencia de su cuerpo desde muchas actitudes y distintos puntos de apoyo.
c) Relajación: La relajación como elemento que influye en el desarrollo psicomotor de los
niños, se puede definir como el grado de distensión que en un momento determinado es
necesario dar a determinado músculo. La relajación, lógicamente, implica toma de conciencia.
Ejercicios de relajación se puede empezar a realizar a partir de los tres años, teniendo en
cuenta que en un principio deben ser ejercicios "segmentarios", contraer una determinada parte
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del cuerpo, para posteriormente pasar a la relajación de el; el segmento se debe ir
aumentando, hasta llegar a ejercicios de relajación globales, de todo el cuerpo.
d) Respiración: La respiración es una función mecánica y automática, se realiza en dos
tiempos: inspiración, o toma de aire; espiración, o expulsión del aire.
La forma de trabajo de la respiración será: alrededor de los dos años y medio, tres años educar
al niño en que tome conciencia de la respiración, realización de ejercicios de ritmo, toma de
conciencia del control de tono muscular. Alrededor de los cuatro, cinco años, los ejercicios
deben ir en la línea de que el niño tome conciencia de la respiración; ejercicios abdominales,
en el sentido de que el niño vaya adquiriendo este tipo de respiración; ejercicios motrices,
asociados a los dos tiempos de la respiración.
e) Coordinación de movimientos: La coordinación motriz da al individuo la posibilidad de
contraer grupos musculares de forma independiente así como de inhibir movimientos parásitos
o innecesarios.
La coordinación motriz se desarrolla con ejercicios tendentes a poner en funcionamiento los
miembros superiores, los inferiores y movimientos alternados de brazos y piernas. Se trata de
enseñar al niño, a través de ejercicios, a utilizar los segmentos corporales y a utilizar con
eficacia el tono muscular. Este aprendizaje se desarrolla conjuntamente con la toma de
conciencia del sujeto de sus posibilidades motrices y con la localización de los segmentos y
elementos que toman parte en la puesta a punto de su cuerpo en el mundo.
f) Lateralización: La lateralización se define como la dominancia lateral de un lado del cuerpo
sobre otro. Se manifiesta en la preferencia por servirse normalmente de un ojo, mano, oído y
pie. La lateralización es el reflejo del predominio motriz de un lado del cuerpo, de los
segmentos derecho o izquierdo del cuerpo. Es normal que los niños en la etapa de Educación
Infantil usen indistintamente una mano u otra, ello es debido a que su lateralización no esta aun
definida, este es un proceso largo, estableciéndose la lateralidad alrededor de los 5-7 años.
g) Nociones espaciales: La noción del espacio no es una noción dada, se va adquiriendo en
el transcurso del desarrollo psicomotor del niño. Es en principio la diferenciación del yo corporal
con respecto al mundo exterior y en el interior de ese "espacio" interno el establecimiento de un
esquema corporal cada vez más diferenciado. En la percepción del espacio corporal dependen
tanto la vista como el vivenciarlo. Los conceptos espaciales que se deben trabajar en
Educación Infantil son: arriba-abajo, encima-debajo, cerca-lejos, delante-detrás, dentro-fuera,
junto-separado, lleno-vacío, a un lado-a otro, izquierda-derecha, primero-ultimo, principio-final,
en medio.
h) Nociones temporales: La organización del tiempo es igualmente fundamental para el
desarrollo psicomotor; por otra parte las nociones temporales están íntimamente ligadas a las
nociones espaciales. Siguiendo a Lapierre-Aucouturier este nos dice: "no hay espacio
vivenciado fuera del tiempo.
Los conceptos temporales que se deben trabajar en el aula de Educación Infantil son: antesdespués, anterior-posterior, principio-final, primero-ultimo.
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El tiempo es preciso trabajarlo a través de ejercicios que impliquen: duración, ritmo,
simultaneidad, sucesión.
3 LAS LEYES
PSICOMOTOR
FUNDAMENTALES
DE
DESARROLLO
Los movimientos de los niños en las primeras semanas son fundamentalmente incontrolados,
no coordinados, proceden a modo de sacudidas y afectan tanto a los brazos como a las
piernas; el niño de estas edades no controla su cuerpo, su cabeza cae para los lados cuando
no esta sujeta o apoyada, no se puede mantener sentado, ....... Conforme avanza el tiempo el
niño va presentando un cuadro distinto: sus movimientos son controlados y voluntarios,
controla la posición de su cuerpo, de los brazos y piernas, es capaz de gatear, andar. El paso
de una situación a otra se realiza a través de un proceso de progresivo dominio corporal. Este
proceso sigue dos leyes:
a) Ley céfalo-caudal, nos indica que se controlan antes las partes del cuerpo que están más
próximas a la cabeza, extendiéndose luego el control hacia abajo. El niño sostiene la cabeza
antes de ser capaz de mantenerse sentado y es capaz de servirse de sus extremidades
superiores antes de hacer uso de las inferiores. El control de los músculos del cuello se
adquiere antes que el control de los músculos del tronco; y el control de los brazos es anterior
al de las piernas.
b) Ley próximo-distal hace referencia a que se controlan antes las partes que están más
cerca del eje corporal que aquellas otras que están más alejadas de dicho eje. Así la
articulación del hombro se controla antes que la del codo, que a su vez se controla antes que la
de la muñeca,....... Esa es la razón por la que los garabatos desordenados preceden a los
garabatos en zig-zag, que exigen apenan un movimiento de barrido del codo y que son
anteriores a los garabatos circulares, que exigen cierta rotación de la muñeca.
Como consecuencia de estas dos leyes, el movimiento del niño va integrando y controlando
voluntariamente mayor número de grupos musculares, con lo cual se va haciendo
progresivamente más preciso y permite incorporar repertorios psicomotores muy complejos y
especializados, que abren nuevas perspectivas a la percepción.
Poder coger y controlar un objeto entre los dedos índice y pulgar de
una mano, es una habilidad que puede aplicarse a múltiples tareas,
y desde luego mucho más compleja que dar manotazos. Este
proceso madurativo va enriqueciendo el bagaje de lo que se ha
llamado "psicomotricidad fina", concepto más avanzado a lo que se
denomina "psicomotricidad gruesa". La ley próximo- distal explica
por que el dominio de la psicomotricidad fina es posterior al dominio
de la psicomotricidad gruesa.
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4 METODOLOGÍA DE
PSICOMOTRICIDAD
ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
DE
La metodología para llevar a cabo el proceso educativo de la psicomotricidad debe ser
eminentemente activa, participativa y flexible. En este sentido, se rige por el pricnipio de
actividad supuesto que el niño y la niña aprenden a través de su propia acción. Además
favorece el trabajo en equipo, mediante actividades lúdica desarrollan habilidades sociales de
para la relación con sus compañeros.
Como criterios metodológicos puedo señalar:
- Las sesiones de psicomotricidad, se dividen en una sesión por semana para caga grupo.
- Generalmente estas sesiones son impartidas por la maestra figura de apoyo.
- Los espacios deden ser amplios y carentes de peligros. Lo ideal sería que contáramos con un
espacio exclusivo para las sesiones de psicomotricidad con todo el material que necesitáramos.
- Las actividades tendrán un carácter lúdico y el juego se utilizará como estrategia
metodológica.
- Las normas y reglas serán claras y sencillas. Debemos establecer unas normas de
comportamiento en la sala de psicomotricidad.
- Las actividades deben estar adaptadas a las características de los niños y atender a la
diversidad.
- Es recomendable preparar con antelación todo el material que vamos a necesitar para el
desarrollo de la sesión, con la finalidad de aprovechar todo el tiempo de actividad con el
alumnado.
- Las sesiones se dividen en las siguientes partes fundamentales:
Asamblea. Tiene lugar en un espacio con unal alfombra reservado para este
momento, para que los niños se sienten en ella y cantemos una canción y
expliquemos lo que vamos a hacer ese día.
Desarrollo. Dependiendo de las actividades, algunas serán dirigidas y otras
libres, con diversos material y diferentes agrupamientos, en función a la
programación de psicomotricidad de cada una de las edades.
Recogida de material. Después de cada actividad es muy importante dedicar
un tiempo para recoger todo el material que hemos utilizado para el desarrollo
de las actividades propuestas.
Relajación y vuelta a la calma. A continuación de las actividades motrices
propuestas, es recomendable preparar una sesión de relajación, con música
tranquila, los niños se tumban en las colchonetas e intentan relajarse.
Representación. Si disponemos de tiempo es aconsejable que los niños
representen las experiencias vividas, a través de un dibujo o modelado.
Salida y despedida. Al finalizar la sesión, cantamos una canción de despedida
y formamos la fila para volver a clase.
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5 ACTIVIDADES DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
A continuación propongo diversas actividades motrices y juegos que podemos incluir en las
sesiones de psicomotricidad. Al principio las normas deben ser claras y sencillas, adaptadas a
las capacidades cognitivas de los niños. También es importante proponer juegos en equipo,
para fomentar actitudes de compañerismo y respeto hacia los demás.
Juego: “Cuento motor”. Sentados en círculo en una alfombra, leemos un
cuento y los niños han de interpretarlo realizando las acciones que se
narran en el mismo.
Juego: “Las estatuas”. Ponemos música movida y los niños bailan al
ritmo, al pararla tiene que parar y quedarse quietos como estatuas.
Juego: “Jugamos con pelotas”. Con pelotas blandas hacemos diferentes
movimientos; las lanzamos hacia arriba.abajo, arrastrar, pasar la pelota a
un compañero, carreras con pelotas, etc.
Juego: “Cada uno a su casita”. Distribuimos aros por el suelo, mediante
palmadas vamos indicando el número de niños que se tienen que meter
dentro del aro.
Juego: “Hacemos carreras”. Hacemos dos equipos se colocan en fila,
una al lado de la otra, proponemos carreras corriendo, saltando con los
pies juntos, a parata coja, haciendo zig-zag con conos, etc.
Juego: “Circuitos”. Proponemos circuitos con diverso material, como
aros, banco suecos, túneles, colchonetas, conos, pelotas, triciclos, etc.
En este caso, tenemos que indicar de forma clara y precisa la actividad a
realizar con cada material.
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Juego: “Ratón que te pilla el gato”. Los niños forman un corro, y mientras
cantamos la canción. Un niño hace de ratón y otro niño hace de gato. El
gato debe perseguir al ratón hasta que lo pille y luego se intercamban los
papeles.
Juego: “Sigue el ritmo de la música”. En este caso necesitamos un
pandero, un triándulo o cualquier instrumento musical. Los hiños siguen
el ritmo propuesto por el maestro/a.
Juego: “Baile de las sillas. Necesitamos tantas sillas como niños haya en
el grupo y música. En este caso, colocamos las sillas en forma de círculo.
Mientras que la música suena los niños giran alrededor de las siilas,
cuando la música pare, deben buscar lo más rápidamente posible una
silla para sentarse. Iremos quitando sillas, cuando paremos la música.
“Juegos con cuerdas”. Los niños saltan a la cuerda mientras cantan
diversas canciones como: “Al pasar la barca”, “el cocherito leré”, “el
osito”, “reloj qué hora es”, etc.
“Juegos populares”. Es primordial trabajar nuestras tradiciones y entre
ellas están juegos como: la rayuela, la gallinita cieda, la zapatilla por
detrás, el corro de la patata, etc.
6 RECURSOS MATERIALES
El material de nuestras salas de psicomotricidad está organizado de acuerdo a la edad de los
niños. Las salas ofrecen variadas posibilidades de exploración sensorial y motriz. Consideran
equipamiento didáctico elaborado en material blando, diverso y colorido, que permite a los
niños y niñas descubrir la capacidad motora de su cuerpo, control de sí mismo, independencia
de sus movimientos y la disponibilidad de su cuerpo de acuerdo a la acción que quiera realizar,
todo esto en un ambiente lúdico y seguro a través de la acción creativa y la expresión de sus
emociones. Entre el material puedo destacar:
a) Materiales fijos como espaderas, espejos y bancos suecos.
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b) Materiales móviles: aros, pelotas blandas pequeñas-grandes, cochonetas, picas, conos,
paracaídas, cuerdas, cintas de colores, sacos, bloques de construcciones, telas, túneles,
cojines de goma, etc.
7 CONCLUSIÓN
Como se puede observar a través de este artículo, es fundamental trabajar la psicomotricidad
desde la etapa de la Educación Infantil.
La psicomotricidad permite el desarrollo integral del niño, a través de la interacción de su propio
cuerpo con el entorno. Se promueve la actividad lúdica, debido a que los niños aprenden y
contruyen una imagen positiva de sí mismos a través de diversos juegos, tal y como he
propuesto en este artículo.
Además fomenta la construcción de aprendizajes significativos, porque el niño y la niña son los
principales protagonistas del proceso educativo, así como el desarrollo integral de la persona.
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8 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Autoría
-
ESTHER ROMERO CABALLERO
CEIP BUENOS AIRES. PINTO (MADRID)
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provisional de Instancias presentadas.
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definitivas. .> Lista definitiva de las calificaciones obtenidas por los
aspirantes que han realizado la prueba de acreditación del
conocimiento del castellano.
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Edición
ISSN 2171-7842
12-06-2018
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