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Principios - Prueba Judicial

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Universidad San Gregorio de Portoviejo

Carrera de Derecho

Materia:

Cátedra Integradora: Praxis Procesal Integral

Estudiante:

Andrade Menéndez Michelle Grace

González Cantos Jhon Jairo

Mato Cobeña Janina Nannet

Zambrano Alarcón René Sebastián

Curso y paralelo:

8 “A”

Período académico:

Octubre 2024- marzo 2025


La prueba judicial: Principios y conceptualizaciones en el derecho procesal
contemporáneo
Desde la perspectiva procesal, las pruebas se consideran actos jurídicos, ya que

implican la intervención de la voluntad humana que pueden manifestarse tanto como

actos materiales (escritura pública que sustenta un contrato) como actos procesales, al ser

incorporadas al proceso para respaldar pretensiones y/o excepciones. De allí, deviene su

diversificación con los medios de prueba, propios de cualquier proceso investigativo

judicial, siendo así que:

La prueba judicial, en sentido estricto, son los argumentos o razones que generan

certeza en el juez sobre los hechos, por su parte, los medios de prueba son los

instrumentos o elementos, como testimonios o documentos, que las partes o el

juez utilizan para obtener dichas razones (Canale & Tuzet, 2021, p. 35).

Entonces, probar consiste en introducir al proceso, mediante medios y

procedimientos las razones necesarias para asegurarle al juez, bajo el concepto de

convencimiento, la existencia de determinados hechos que permitan dar un sentido a la

construcción histórica de la teoría del caso seguida y que, con base a eso, el juez en su

papel de impartir justicia pueda emitir criterio lo más cercano a la verdad.

Ahora bien, teniendo en consideración que la prueba judicial es eje central por el

que la audiencia, más allá de ser un proceso de presentación y conocimiento de hechos se

convierte en una batalla probatoria sólida y comprobable; se necesita estructurar los

principios que configuran el estatuto procesal de la prueba, de allí, los siguientes en

mención:
a) Principios primarios de la prueba

1. Principio de la necesidad de la prueba y de la prohibición de aplicar

el conocimiento privado del juez sobre los hechos

Este principio se refiere a la necesidad de que los hechos que fundamentan la

decisión tomada por el juez sean demostrados a través de pruebas eficaces y obtenidas de

forma legal (es decir, sin albur de obtención mediante medio violento o ilegal), ya sean

testimoniales, documentales o periciales, pero que hayan sido propiamente anunciadas,

admitidas y practicadas durante la ejecución del proceso por parte de los sujetos

procesales involucrados.

Bajo esa concepción, deviene el sentido de neutralidad del ente judicial pues se le

prohíbe al juez utilizar percepciones personales, morales o bajo influenza y/o presión

social para evaluar lo mencionado durante un caso, pues este, si llegase a hacer uso de

pensamiento externo a derecho, puede implicar a priori la vulneración de la tutela judicial

efectiva. En cambio, el juez puede utilizar su conocimiento privado sobre hechos que se

han utilizado en audiencia para ordenar la práctica de pruebas de oficio con el fin de

acreditarlos.

Dicha acción si bien conflictiva, debido a que ante cualquier duda existente y que

no haya sido aclarada por el sujeto a cargo de probar (actor o activo) no se puede imponer

resolución en contra del demandado; resulta apropiada al rigor del concepto de este

principio, el cual, no es más que “aportar pruebas que demuestren que los hechos son

reales, verosímiles, comprobables y que existen” (Carrera, 2022, p. 63), todo ello, con la

finalidad misma de buscar la verdad judicial.


Cabe recalcar que esta permisibilidad tiene sus propias excepciones relacionadas

al hecho a probar pues si este es de conocimiento público, admitido por ambas partes,

notoriamente imposibles o que la ley los presume, carecen de obligatoriedad probatoria,

tal como indica el artículo 163 del Código Orgánico General de Procesos (COGEP).

2. Principio de unidad de la prueba

Este principio, lindándose con el anterior, representa la necesidad de considerar el

conjunto probatorio de un proceso como un todo integral, a pesar de que las pruebas

presentadas sean de naturalezas diversas (Díaz, 2022), es decir, para que el juez pueda

emitir un resultado debe; en primera instancia, estar consciente de la totalidad de

elementos probatorios presentados; y, en segunda instancia, valorar cada una de las

pruebas (sean malas o buenas) a fin de conformar un conjunto que motive su designio.

Tal afirmación es, de hecho, establecida en el COGEP en sus artículos 89 y 164,

de los cuales, se adhiere la responsabilidad judicial de que, aunque cada prueba por sí sola

puede tener un valor, la valoración debe realizarse en conjunto (no fragmentariamente),

aplicando las reglas de la sana crítica y proporcionando una motivación adecuada en la

sentencia o auto.

3. Principio de la comunidad de la prueba

El principio de la comunidad de la prueba, también conocido como principio de

la adquisición, se deriva de la unidad de la prueba y establece que una vez que una prueba

es legalmente introducida al proceso, no le pertenece exclusivamente a la parte que la

aporta, sino que, por el contrario, es propia al proceso que se le adjudica.

Esta prueba debe ser considerada para determinar la existencia o inexistencia de

los hechos, independientemente de a quién favorezca, así, aunque una parte la haya
presentado, la otra parte puede también invocar dicha prueba si esta resulta relevante para

el caso, garantizando que la prueba sea valorada de manera objetiva y sin prejuicios hacia

el origen de su aporte.

Una de las consecuencias del principio de la comunidad de la prueba es la

posibilidad de renunciar o desistir de una prueba ya recibida, una vez que ha sido

incorporada al proceso, esto asegura que la prueba, al ser parte del conjunto probatorio,

no pueda ser retirada o desestimada sin más, garantizando su relevancia para la resolución

del caso; no obstante, hay que aclarar una cuestión y es que:

Independiente de la razón de renuncia o desistimiento de una prueba ya anunciada

y admitida en un proceso, imposible resulta de pensar esa acción una vez

practicado el elemento pues únicamente anunciada y admitida forma parte del

expediente como forma de revisión; y, contrario es practicada cuando el juez y el

proceso conocen de la misma y sirven de modo decisorio de juicio (Plaza-Tintín,

2020, p. 47).

Además, cuando varios procesos se acumulan o se reúnen, la práctica de la prueba

en uno de ellos es válida en todos, ya que, si el juez llega a una convicción sobre un hecho

común a las diversas causas, no sería lógico que los efectos de esa convicción no se

apliquen a todas las causas involucradas, a pesar de que se resuelvan mediante una única

sentencia.

4. Principio de lealtad y probidad o veracidad de la prueba

Para generar entendimiento de este principio se debe hacer alusión a otro que, si

bien es cierto, no corresponde a una directriz rectora en la prueba, si establece su marco


accesorio, el cual, corresponde al principio del interés púbico en la función de la prueba

antes, durante y después audiencia.

Teniendo en cuenta que el objetivo fundamental de la prueba para el proceso

jurisdiccional es proporcionar al juez la certeza necesaria para que pueda emitir su fallo

conforme a la justicia y, de forma privada el interés de las partes por obtener un beneficio

propio o defender sus pretensiones, existe también un interés propio del colectivo público

quienes, “con base a la publicidad de los procesos pueden entrar a las salas para

asegurarse de que el hacer justicia sea conforme a normas de derecho y no

arbitrariedades” (Dellepiane, 2020, p. 98).

Ahora bien, una vez esclarecido esa cuestión la probidad, lealtad y probidad

corresponde a que, si la prueba es común y cumple una función de interés general, debe

ser utilizada con el propósito de esclarecer la realidad de los hechos, no para ocultarla ni

distorsionarla con el fin de engañar al juez ya que el objeto de esta es que la decisión

judicial se base en hechos objetivos, garantizando la transparencia y justicia.

La probidad y veracidad de la prueba requieren sinceridad en su presentación,

especialmente en documentos y testimonios, así como autenticidad en los medios de

prueba como huellas, rastros y objetos observados directamente por el juez siendo

propicio que no se altere su contenido ni su forma con el fin de ocultar la verdad (Meroi,

2021); por ello, este principio es aplicable tanto a las partes involucradas en el proceso

como a los testigos, peritos, funcionarios responsables de la custodia de documentos y la

expedición de copias, y a los traductores e intérpretes.


5. Principio de formalidad y legalidad de la prueba

Este principio establece que la prueba debe cumplir con ciertos requisitos

extrínsecos e intrínsecos, de tal forma que, los requisitos extrínsecos incluyen las

formalidades relacionadas con el tiempo, modo y lugar, las cuales pueden variar según el

tipo de proceso y el sistema procesal utilizado (oral, escrito, inquisitivo, dispositivo). Y,

por otro lado, los requisitos intrínsecos, por otro lado, se refieren a la ausencia de vicios

como dolo, error, violencia o inmoralidad en el medio mismo de la prueba. (Manobanda-

Armijo, 2023)

Además, la prueba debe ser aportada por sujetos legitimados, como el juez (en

caso de facultades inquisitivas) o las partes involucradas (en caso de facultades

dispositivas), quienes deben contar con la legitimidad para presentar la prueba, asimismo,

el funcionario encargado de recibir o tomar la prueba debe tener la jurisdicción y

competencia procesal necesarias para garantizar su validez.

6. Principio de preclusión de la prueba

El principio de la preclusión de la prueba, derivado del principio de formalidad y

legitimidad, se refiere a la oportunidad y el momento en que las pruebas pueden ser

presentadas y recibidas en el proceso cuyo objetivo es evitar que una de las partes

sorprenda a la otra con pruebas de último momento, las cuales no podrían ser

adecuadamente controvertidas, o que se planteen cuestiones sobre las cuales la parte

contraria no pueda ejercer su derecho de defensa. (Paredes, 2022)

7. Principio de contradicción de la prueba

Este principio establece que la parte contra la cual se presenta una prueba debe

tener la oportunidad procesal de conocerla y discutirla, garantizando así que todas las
partes estén informadas y puedan intervenir de manera activa; de ahí que en Ecuador por

ejemplo para procesos tanto de lato conocimiento como aquellos sumarísimos exista un

espacio en las primeras fases del proceso que permite a las partes discutir entre ellos para

sanear que, y cuales pruebas continúan a la siguiente sección,

Este principio está estrechamente vinculado con los principios de unidad y

comunidad de la prueba, ya que, si las partes tienen la posibilidad de utilizar a su favor

los medios de prueba presentados por el adversario, resulta lógico que también tengan la

oportunidad de participar en su práctica, garantizando la contradicción y la audiencia

bilateral dentro del proceso en cuanto cada parte tenga la oportunidad de presentar

pruebas y refutaciones. (Tenempaguay, 2022)

De dicho principio rector se desprende otro que se relaciona, mismo que se

establece en función a la igualdad de oportunidad de la prueba, la cual, no debe

confundirse con la contradicción pues mientras ella implica que las partes puedan conocer

y disputar las pruebas presentadas en su contra, la igualdad de oportunidad asegura que

ambas partes tengan las mismas oportunidades para presentar sus propias pruebas,

solicitar la práctica de pruebas y contradecir las pruebas presentadas por la parte contraria.

(Prieto, 2020)

8. Principio de inmediación y dirección judicial del proceso

Para garantizar la eficacia de la prueba, el cumplimiento de sus formalidades, la

lealtad e igualdad en el debate, y una contradicción efectiva, es esencial que el juez asuma

un papel activo en la dirección de la prueba ello implica que el juez debe resolver de

manera inmediata sobre la admisibilidad de las pruebas y participar en su recepción

(Romero-Duque, 2021) ya que de no ser así, el debate probatorio podría transformarse en


una lucha privada entre las partes, perdiendo la prueba su carácter de acto procesal de

interés público, lo cual comprometería la justicia y el orden del proceso.

9. Principio de la concentración de la prueba

Este principio establece que la práctica de la prueba debe realizarse en una sola

etapa del proceso, buscando evitar la repetición innecesaria o la presentación fragmentada

de pruebas, según Schonke (2023) practicar pruebas de forma fragmentada o repetida

"pone en peligro no pocas veces la averiguación de la verdad" (p.75), ya que dificulta el

cotejo adecuado y la apreciación completa de los hechos.

10. Principio de conducencia, pertinencia y utilidad de la prueba

Este principio implica que el tiempo y el trabajo de los funcionarios judiciales y

las partes no “deben desperdiciarse en la recepción de medios probatorios que, por sí

mismos o por su contenido, resulten claramente improcedentes o inútiles para los fines

del proceso” (Cappelletti, 2023) en tanto la idea es evitar la inclusión de pruebas que no

aporten valor al caso, promoviendo una gestión más eficiente y concentrada de los

recursos procesales.

Y en los sistemas procesales que permiten la libertad en la elección de los medios

probatorios, lo que implica también una libertad en su valoración, cualquier medio de

prueba puede ser considerado idóneo, siempre y cuando no esté expresamente prohibido,

sin embargo, lo que puede ocurrir es que una prueba determinada sea considerada

impertinente si no guarda relación con los hechos relevantes del caso.


b) Principios auxiliares o secundarios de la prueba

1. Principio de naturalidad y espontaneidad de la prueba

El principio de naturalidad o espontaneidad de la prueba se refiere a la exigencia

de que los medios probatorios sean obtenidos de manera genuina, sin alteraciones ni

manipulaciones indebidas (Grünstein, 2021), es así como este principio prohíbe y

sanciona el uso de testimonios, dictámenes, traducciones o copias que hayan sido

falsificados o modificados, ya sea con fines de lucro o mediante coacción, como amenazas

a testigos o peritos, ya que estos actos constituyen delitos.

Además, abarca la prohibición de alterar materialmente objetos o cosas que deban

ser utilizados como prueba, como huellas, documentos originales o elementos físicos que

sirvan como evidencia, bajo dicho concepto esta directriz se vincula estrechamente con

el principio de probidad y veracidad de la prueba, ya que busca garantizar la autenticidad

y la integridad de los medios probatorios, asegurando que se respeten los derechos de las

personas involucradas y la verdad en el proceso judicial.

2. Principio de la inmaculación de la prueba

El principio de la inmaculación de la prueba, como una aplicación del principio

de la inmaculación del proceso que tiene como objetivo asegurar que los medios

probatorios presentados en el proceso estén libres de vicios, tanto intrínsecos como

extrínsecos, que puedan comprometer su eficacia o validez.

La prueba en derecho a diferencia de otras ramas debe estar lo más limpia posible,

de tal forma que el juzgador que la evalúe no tenga duda sobre su veracidad y

licitud (…) ya que este elemento probatorio permite determinar la limpieza de un

proceso sin discusión alguna (De La Torre, 2023, p. 17).


Esta exigencia responde a la necesidad de mantener la integridad del proceso

judicial y evitar que elementos defectuosos o contaminados afecten la verdad de los

hechos en cuestión, lo cual, promueve la economía procesal al garantizar que solo se

admita evidencia válida y legítima, preservando la eficiencia y la calidad del juicio.

3. Principio de la Carga de la Prueba y de la Autorresponsabilidad de

las Partes por su Inactividad

Este principio exige que, en un proceso judicial, una de las partes tiene la

responsabilidad de aportar la prueba de ciertos hechos que invoca a su favor, o de aquellos

de los cuales se deduce lo que pide (exceptuando las establecidas en el art.163 del

COGEP) en este sentido, si la parte que tiene la carga de probar no presenta evidencia

suficiente para respaldar sus argumentos, el juez debe fallar en su contra.

Este principio también implica que las partes asumen la autorresponsabilidad por

su comportamiento en el proceso, ya que si no presentan pruebas que sustenten sus

reclamaciones o no refutan las que la parte contraria ha aportado (Calvinho, 2020),

sufrirán las consecuencias en la decisión final, así, las partes pueden incurrir en una

inactividad probatoria total o parcial, con el riesgo de que esta omisión resulte en un fallo

desfavorable.
En conclusión, la prueba judicial, como elemento esencial en el proceso, cumple

con la función de garantizar que las decisiones del juez se basen en hechos comprobados,

contribuyendo a la justicia y transparencia del sistema judicial, y es a lo largo de los

principios que rigen su validez y eficacia, se destaca la importancia de su correcta

apreciación y valoración, la cual debe estar alineada con normas

Los principios como la contradicción, la igualdad de oportunidades y la carga de

la prueba refuerzan la idea de que el proceso no debe ser solo un ejercicio de exposición

de hechos, sino un espacio en el que las partes puedan participar de manera equitativa y

activa para defender sus derechos y obligaciones.

Además, esta debe ser comprendida como un acto procesal de interés público, en

el que la veracidad, la lealtad y la ausencia de vicios son esenciales para garantizar que el

proceso no se vea viciado por manipulaciones o engaños, en este orden de ideas, los

principios que aseguran la probidad de los medios probatorios, como la autenticidad de

los documentos o la espontaneidad de los testimonios, son fundamentales para evitar que

se distorsione la realidad en favor de una de las partes, lo cual, se vincula con el principio

de la autorresponsabilidad, en el que cada parte debe estar consciente de que su éxito o

fracaso en el proceso depende de su capacidad para presentar y defender adecuadamente

las pruebas que respalden su versión de los hechos.


Referencias

Benfeld, J. S. (2023). De la prueba de los hechos a la verificación del supuesto normativo.

Hechos institucionales y sana crítica. Revista chilena de derecho, 125-147.

Calvinho, G. (2020). A favor de la carga de la prueba. Estudios de derecho, 167-199.

Canale, D., & Tuzet, G. (2021). La justificación de la decisión judicial. Lima: Palestra

Editores.

Cappelletti, M. (2023). La oralidad y las pruebas en el proceso civil. Ediciones Olejnik.

Carrera, E. C. (2022). La prueba de oficio en la legislación ecuatoriana. Revista

Metropolitana de Ciencias Aplicadas, 57-66.

De La Torre, C. (2023). Adminisbilidad de la prueba saneada. Derecho Crítico: Revista

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Dellepiane, A. (2020). Nueva teoría de la prueba. Librieriatis.

Díaz, E. J. (2022). Principio elemental de la prueba suficiente en el derecho. Revista de

Ciencias Iuris, 111-153.

Grünstein, M. A. (2021). La prueba como elemento esencial del debido procedimiento.

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Manobanda-Armijo, D. D. (2023). La prueba documental frente al principio de

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Romero-Duque, M. G. (2021). Los Estándares de Prueba para las Diversas Decisiones

Judiciales. Revista Jurídica Latinoamericana, 22-28.

Tenempaguay, H. A. (2022). Vulneración de los principios constitucionales de igualdad,

inmediación, publicidad, contradicción, en el debido proceso a las partes

intervinientes en las audiencias telemáticas, al momento de producir la prueba

documental. Polo del Conocimiento: Revista científico-profesional, 519-537.

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