Modulo 2 Simbolismo en Dibujos Infantiles
Modulo 2 Simbolismo en Dibujos Infantiles
El color no solo afecta nuestra percepción visual, sino que también tiene un impacto en nuestro
estado de ánimo y comportamiento. Cambiar un esquema de color puede alterar nuestro
temperamento e influir en cómo nos sentimos y actuamos. Esto se debe a que el color tiene efectos
tanto sobre el cuerpo como sobre la mente.
La Escola d'Art i Superior de Disseny de les Illes Balears (2020) subraya que, a lo largo de la
historia, diferentes culturas y sociedades han dado significados únicos a los colores, y su
simbolismo se ha relacionado con campos como la religión, la ciencia y la ética. Por otro lado, el
estudio de Rivas, M. (2017), destaca que el color puede transmitir ideas sin necesidad de usar el
lenguaje verbal. El color tiene su propio lenguaje, capaz de provocar una respuesta emocional en
nosotros.
Este fenómeno, conocido como sinestesia cromática, ocurre gracias a la interacción entre los
efectos psicológicos y fisiológicos del color. Cada tono tiene una vibración que influye en nuestra
percepción y puede despertar distintas actitudes, desde activas hasta pasivas. En resumen, el
color es mucho más que una simple sensación visual; es una experiencia emocional que puede
afectar profundamente nuestras vidas.
La psicología del color es un campo fascinante que estudia cómo la luz y los colores influyen en
nuestras emociones. Desde tiempos ancestrales, la habilidad humana para percibir los colores ha
sido clave para nuestra adaptación al entorno, ayudándonos a responder mejor a lo que nos rodea.
Según Moreno, V. (2018), este estudio ha evolucionado hasta convertirse en una ciencia aplicada
a muchos aspectos de la vida diaria, desde el diseño de espacios hasta las campañas publicitarias.
Existe un consenso general en que cada color transmite una sensación específica. Por ejemplo,
un cuarto pintado de azul puede hacernos sentir más fríos, mientras que uno rojo puede generar
una sensación de calidez. Esta capacidad del color para influir en cómo nos sentimos ha sido
aprovechada por distintas industrias. Los colores no solo tienen connotaciones visuales, sino
también emocionales: los tonos cálidos como el rojo o el amarillo tienden a ser percibidos como
alegres y energizantes, mientras que los colores fríos como el azul o el verde se asocian más con
la tranquilidad, aunque en ciertos casos también con la tristeza.
En definitiva, el color es mucho más que una simple percepción visual; tiene un poder emocional
que afecta cómo nos sentimos y actuamos en nuestro día a día.
En la psicología del color, cada tono tiene su propio significado y evoca una serie de emociones y
asociaciones que influyen en nuestra percepción y comportamiento. En la cultura occidental, varios
colores han sido vinculados a ciertos simbolismos, aquí algunos ejemplos:
• Amarillo: Asociado al sol, es un color que irradia alegría, optimismo y energía. Se dice
que estimula los centros nerviosos y se relaciona tanto con la inteligencia como con
emociones intensas como la envidia o la ira. Aunque también puede simbolizar cobardía
o traición, el amarillo evoca poder y buen humor. Mezclado con negro, adquiere un tono
verdoso que sugiere desconfianza o recelo.
• Naranja: Como mezcla de amarillo y rojo, es cálido y vibrante. Este color representa
entusiasmo y euforia, ideal para levantar el ánimo de los más tímidos o tristes. En
pequeñas dosis, el naranja es un gran estimulante, pero en grandes áreas puede ser
demasiado atrevido. Simboliza pasión y exaltación, aunque, cuando se oscurece o mezcla
con negro, puede evocar sensaciones de opresión o engaño.
• Blanco: Representa la pureza y la inocencia. Al ser la suma de todos los colores, simboliza
la paz y lo absoluto. El blanco siempre aporta una sensación positiva y calmante, y cuando
se mezcla con otros colores, suaviza sus efectos, añadiendo un toque de claridad y
frescura.
• Gris: Al ser una mezcla de blanco y negro, simboliza la neutralidad. Es un color que
sugiere calma, pero también puede tener connotaciones de tristeza o melancolía. Al estar
entre dos extremos, el gris representa una fusión entre el bien y el mal, entre la luz y la
oscuridad
¿Primarios Vs Secundarios?
Los colores, además de alegrar nuestra vida, tienen su propia clasificación y efecto sobre nuestras
emociones. Se pueden categorizar de diferentes maneras: según su origen (primarios,
secundarios, terciarios), según el modelo de color (como el CMY o el RGB), por su lugar en el
círculo cromático, o incluso por su temperatura, es decir, si son cálidos o fríos.
En general, los colores cálidos como el rojo, el naranja y el rojo-anaranjado son los que más nos
estimulan. Por el contrario, los tonos fríos como los azules, los verdes azulados o los violetas
tienden a ser más relajantes. Incluso dentro de los azules, por ejemplo, un azul turquesa (que tiene
un toque de amarillo) puede resultar un poco más vibrante que un azul ultramar (que tira hacia el
violeta y es más calmado).
En el ámbito de la decoración, los colores que transmiten más tranquilidad y confort son los verdes,
los azules claros, y los violetas suaves. Colores cálidos como el crema, marfil, beige o gamuza
tienen una cualidad alegre y ligeramente estimulante, pero sin ser abrumadores. Sin embargo, es
importante utilizarlos en la medida justa, ya que en la naturaleza los colores vivos como los rojos,
naranjas o azules brillantes no suelen aparecer en grandes extensiones, sino en pequeños toques
o detalles que añaden vida a un paisaje.
Los tonos claros de los colores cálidos, como los cremas y rosas, sugieren delicadeza, feminidad,
hospitalidad y alegría. En cambio, cuando se oscurecen con predominio de rojo, evocan vitalidad,
poder y estabilidad. Los colores fríos, en sus versiones claras, transmiten frescura, expansión,
descanso y esperanza; pero en tonos más oscuros, con predominio de azul, pueden inspirar
melancolía, misterio o incluso pesadez.
Así, tanto en la decoración como en la vida cotidiana, los colores no solo pintan el mundo exterior,
sino que también influyen en nuestro estado de ánimo y emociones.
Emociones y colores
Las emociones son una parte fundamental de nuestra experiencia humana, y la palabra en sí
proviene del latín "moveré," que significa "mover hacia afuera." Esto refleja que las emociones son
estados mentales que nos empujan a actuar de manera casi automática. Son reacciones rápidas,
impulsivas e intuitivas, que surgen sin que tengamos un control total sobre ellas. En resumen, una
emoción es como un impulso natural que nos ayuda a adaptarnos al entorno.
Las artes, en todas sus formas, juegan un papel importante en el desarrollo personal y emocional.
Nos ayudan a reflexionar y procesar nuestras experiencias, ofreciendo un medio de comunicación
más profundo que las palabras. Las imágenes, las formas y los sonidos pueden expresar
emociones complejas y nos permiten explorar temas difíciles de manera segura y creativa. A través
de ellas, encontramos una forma de entendernos mejor a nosotros mismos y al mundo que nos
rodea.
Es interesante notar que los seres humanos a menudo sentimos y expresamos emociones a
diferentes niveles, muchas veces sin ser conscientes de ello. Por ejemplo, podríamos sentir
tristeza, pero expresar enojo, o mostrar frustración cuando en realidad estamos experimentando
miedo o inseguridad. Las emociones son complejas y, en muchos casos, nos permiten descubrir
más de lo que aparentamos en la superficie.
El desarrollo emocional comienza desde la primera infancia, un período clave para el crecimiento
del cerebro y el aprendizaje. En estos primeros años, se establecen las bases de nuestras
habilidades sociales, cognitivas, motoras y, por supuesto, emocionales. Es un tiempo en el que el
cerebro, especialmente en sus primeras etapas, es muy receptivo y moldeable, lo que los expertos
llaman “plástico”. Esta plasticidad permite que el cerebro forme muchas conexiones entre las
neuronas, preparándose para futuros aprendizajes.
Sin embargo, para que este desarrollo emocional y cerebral sea efectivo, el niño necesita algo
más que sus propias capacidades genéticas: necesita un entorno lleno de interacciones
significativas. La presencia de un adulto que ofrezca afecto, cuidado y estabilidad es crucial para
asegurar un crecimiento emocional saludable. Este adulto comprometido ayuda a fortalecer áreas
clave del cerebro, como el lóbulo frontal, que se encargan de funciones tan importantes como la
atención, la autorregulación y la flexibilidad mental. A la larga, esto permitirá que el niño desarrolle
habilidades como la planificación y la resolución de problemas.
El papel de las relaciones seguras y afectivas es tan importante que, según los expertos, pueden
proteger al niño de patrones negativos, como el maltrato, y ofrecer un ambiente propicio para que
sus emociones se desarrollen de manera equilibrada. Como señala Vega-Arce y Nuñez-Ulloa
(2017), promover vínculos estables es clave para un desarrollo emocional sano.
En resumen, las emociones empiezan a tomar forma desde muy temprano, pero dependen en
gran medida de un entorno afectivo y estimulante que les permita florecer. Así, el cuidado y las
interacciones positivas con los adultos sientan las bases para un desarrollo emocional sólido que
acompañará al niño a lo largo de su vida.
Inteligencia Emocional
La inteligencia emocional juega un papel clave en todo proceso creativo, desde identificar
problemas importantes hasta generar ideas originales y superar obstáculos. Esta habilidad no solo
nos permite ser más conscientes de nuestras emociones, sino también gestionarlas de manera
que impulsen nuestra creatividad. En el arte, las emociones son el motor principal; son la materia
prima para crear.
Durante el proceso artístico, las emociones —ya sean de alegría, tristeza, frustración o
entusiasmo— no se clasifican en "positivas" o "negativas." Todas cumplen una función esencial.
Lo importante es cómo las manejamos y utilizamos para enriquecer nuestras ideas y avanzar en
la creación. Las emociones también influyen en nuestros rasgos y actitudes, haciendo que
nuestras experiencias personales se conviertan en impulsores poderosos de la creatividad.
En este sentido, la inteligencia emocional no solo ayuda a los artistas o creadores, sino también a
cualquier persona que desee reflexionar y enfrentar retos personales. Manejar bien las emociones
nos permite persistir cuando nos enfrentamos a la frustración o los obstáculos, y es precisamente
esta gestión emocional la que marca la diferencia en cómo enfrentamos y resolvemos problemas.
Emociones “positivas”
Las emociones positivas, como la alegría o el amor, nos brindan bienestar y satisfacción. Según
algunos estudios, estas emociones no solo nos hacen sentir bien, sino que también nos ayudan a
desarrollar habilidades intelectuales, físicas y sociales, haciendo que nuestros recursos
personales crezcan y se fortalezcan. En la vida cotidiana, así como en procesos artísticos, estas
emociones potencian nuestras capacidades y nos conectan con los demás. Colores como el
amarillo, rojo y naranja suelen asociarse con este tipo de emociones, transmitiendo energía y
calidez.
Por otro lado, las emociones negativas, aunque nos generan sensaciones incómodas o
desagradables, también cumplen una función importante: nos protegen y ayudan a enfrentar
situaciones de peligro o amenaza. Estas emociones, como el miedo o la tristeza, son esenciales
para nuestra supervivencia y nos permiten tomar decisiones que nos mantienen a salvo.
En resumen, todas las emociones, ya sean positivas o negativas, tienen un propósito en nuestra
vida y en nuestra expresión artística. La clave está en reconocerlas, entenderlas y manejarlas para
sacar lo mejor de ellas, tanto en nuestras creaciones como en nuestra vida diaria.
Emociones negativas
Las emociones negativas, según Ruiz (2023), son aquellas que nos generan sensaciones
incómodas o sentimientos desagradables, como la ira, la tristeza, la frustración y el miedo. Aunque
no sean las más placenteras, cumplen un papel fundamental en nuestra vida: nos ayudan a
protegernos y a sobrevivir. Estas emociones son como una alarma interna que nos avisa cuando
algo no va bien. Por ejemplo, la ira puede surgir cuando sentimos que hemos sido tratados
injustamente, y el miedo nos alerta ante posibles peligros. A menudo se relacionan con colores
neutros, como los grises o los verdes oscuros, que transmiten una sensación de pesadez o
melancolía.
Podemos notar estas emociones en la forma en que actuamos, en nuestras expresiones faciales,
en cómo hablamos o en cómo reaccionamos ante los demás, especialmente en situaciones de
conflicto. Aunque a veces quisiéramos evitar sentirlas, son parte natural de la vida y nos permiten
crecer y adaptarnos a los retos.
Por otro lado, también existen las emociones ambiguas, que tienen un pie en lo positivo y otro en
lo negativo. Entre ellas están la sorpresa, la esperanza y la compasión. La sorpresa, por ejemplo,
puede ser tanto agradable como inquietante, dependiendo de la situación. La esperanza nos llena
de optimismo, pero también nos enfrenta al miedo de que algo no suceda como esperamos. Estas
emociones ambiguas son complejas y enriquecen nuestra experiencia emocional, ayudándonos a
conectarnos de manera más profunda con los demás y con nosotros mismos.
Las etapas del dibujo infantil según el enfoque de Viktor Lowenfeld son una ventana fascinante al
desarrollo mental y creativo de los niños. En su obra "Desarrollo de la capacidad creadora" (1947),
Lowenfeld explora cómo los pequeños atraviesan diferentes fases mientras crecen, y cómo sus
dibujos reflejan sus emociones, pensamientos y avances en el desarrollo físico e intelectual. ¡Cada
garabato cuenta una historia!
En esta fase, los niños comienzan su viaje creativo con garabatos desordenados. Estos trazos
aparentemente sin sentido son en realidad una forma de expresión libre y espontánea. Los
pequeños pasan por varias subetapas, desde el garabateo descontrolado, donde dibujan sin mirar
el papel y sin controlar sus movimientos, hasta el garabateo controlado, cuando empiezan a
dominar el lápiz y a llenar el espacio con intención. Finalmente, llegan al garabateo con nombre,
donde los niños, alrededor de los tres años y medio, comienzan a bautizar sus creaciones, aunque
los adultos no siempre entiendan qué representan.
Aquí es cuando las formas comienzan a tomar sentido. Los niños empiezan a dibujar monigotes o
figuras simples como círculos para las cabezas y líneas para las piernas. Aunque los objetos
todavía no tienen proporciones o relaciones espaciales precisas, los pequeños ya muestran interés
por representar el mundo que los rodea. En cuanto al color, aunque lo eligen por gusto más que
por realismo, ya se empieza a ver una conexión entre lo que dibujan y los colores que utilizan.
Durante esta etapa, el dibujo se vuelve más organizado y los niños desarrollan lo que Lowenfeld
llama un "esquema". Esto significa que cada vez que dibujan un objeto, lo hacen de la misma
manera hasta que una nueva experiencia los lleva a cambiar esa representación. También
comienzan a entender la relación entre los objetos y el espacio, representando la figura humana
con mayor detalle y estableciendo conexiones entre los elementos de sus dibujos, como la
aparición de una línea base para ubicar los objetos en un plano.
Los niños entran en una fase donde buscan que sus dibujos se parezcan más a la realidad. Se
vuelven más detallados y cuidadosos con las proporciones y los espacios. Descubren conceptos
como la superposición (cuando un objeto cubre a otro) y la tercera dimensión, lo que les permite
crear dibujos más dinámicos y cercanos a su entorno real. Además, el uso del color se vuelve más
sofisticado, diferenciando tonalidades según los objetos que representen, como el "verde árbol" o
el "verde hierba".
Fases avanzadas: pseudonaturalista y de decisión
Finalmente, entre los 12 y 14 años, los niños entran en la etapa pseudonaturalista, donde sus
dibujos se vuelven más realistas y subjetivos, y su capacidad de pensamiento abstracto comienza
a desarrollarse. La etapa de decisión es la última fase, donde deciden si seguir explorando su
creatividad a través del arte o dejarlo como una parte del pasado.
Para Lowenfeld y Brittain, el arte es crucial para el desarrollo del niño, pues refleja su pensamiento,
emociones y cómo percibe el mundo que lo rodea.
Cuando analizamos un dibujo, cada parte de la hoja tiene un significado especial que nos ayuda
a entender mejor lo que la persona está expresando. A continuación, exploramos el simbolismo
de las distintas zonas de la hoja:
1. Zona Superior
Esta zona se asocia con lo intelectual y lo mental. Aquí encontramos los ideales, la fantasía, la
imaginación y las aspiraciones. También refleja la energía, el entusiasmo, el optimismo y la euforia.
Es como el rincón donde residen nuestros sueños y pensamientos más elevados.
2. Zona Media
La zona media representa los afectos y sentimientos. Es el reflejo del YO y del presente,
simbolizando lo cotidiano y lo emocional. Aquí se encuentra la conexión con nuestras vivencias
diarias y cómo nos sentimos en este momento.
3. Zona Inferior
Esta área está relacionada con los impulsos y instintos. Es el espacio de lo biológico, las
necesidades básicas, lo material, lo concreto y lo sexual. También abarca lo inconsciente, lo que
a menudo actúa sin que nos demos cuenta.
4. Zona Izquierda
La zona izquierda está vinculada a las vivencias del pasado, especialmente a la figura materna.
Aquí residen la dependencia, la historia infantil, y los recuerdos. Es un espacio de refugio y
protección, donde encontramos nuestra introversión y desconfianza.
5. Zona Central
Esta es la zona del presente, del aquí y ahora. Nos conecta con la realidad inmediata, donde
vivimos nuestras experiencias actuales.
6. Zona Derecha
Por último, la zona derecha se asocia con la extraversión y el futuro. Aquí se encuentran nuestros
proyectos, la integración con el entorno y la confianza en resolver dificultades. También refleja la
identificación con la figura paterna y la expansión vital.
Además de considerar las zonas mencionadas, hay varios ítems formales que vamos a evaluar en
el análisis del dibujo:
Estos elementos nos ayudarán a entender mejor el mensaje detrás del dibujo y a obtener una
visión más completa de la persona que lo creó.
Cuando el dibujo se sitúa en la parte superior, indica un alto nivel de aspiraciones y un gran
esfuerzo por alcanzar metas. Esto sugiere que la persona tiene un buen nivel de energía, una
inclinación hacia lo intelectual y lo espiritual, así como ideales que pueden parecer casi
inalcanzables. Puede también reflejar una búsqueda de satisfacciones en el mundo de la fantasía
en lugar de en la realidad, junto con un toque de optimismo, alegría y euforia.
Si el dibujo se encuentra en la zona inferior, puede interpretarse como una señal de inseguridad y
dependencia. Esta ubicación sugiere que la persona tiende a ser más práctica y concreta, y está
muy arraigada a la realidad. Puede indicar una inclinación hacia los instintos y, en algunos casos,
posibles tendencias depresivas.
Un dibujo en el borde inferior indica una mayor necesidad de apoyo y una sensación de inseguridad
y dependencia. Esto es común en niños pequeños, quienes a menudo buscan el respaldo de sus
cuidadores.
Cuando un dibujo se sitúa en la zona central, revela un equilibrio emocional y una buena
adaptación al entorno. La persona que lo creó vive el presente con objetividad y seguridad. Sin
embargo, si el dibujo es muy grande, puede sugerir una tendencia hacia el narcisismo.
En ocasiones, los dibujos pueden aparecer en las esquinas o vértices de la hoja. Para analizarlos
de manera más específica, podemos dividir la hoja en cuatro partes iguales utilizando líneas
imaginarias, tanto en sentido horizontal como vertical. Esto nos permitirá obtener dos cuadrantes
superiores, dos inferiores, dos derechos y dos izquierdos, facilitando una interpretación más
detallada de la ubicación del dibujo.
Georges-Henri Luquet fue un destacado profesor francés que dedicó gran parte de su vida a
entender el dibujo infantil. Su interés comenzó al observar los dibujos de su hija, lo que lo llevó a
publicar en 1913 su primer libro sobre el tema. Sin embargo, su obra más influyente, El dibujo
infantil, salió a la luz en 1927 y es considerada pionera en el estudio del dibujo desde una
perspectiva evolutiva.
Luquet creía que los dibujos de los niños eran, en esencia, "realistas". Según él, todos los estadios
de desarrollo del dibujo tienen algo en común: la intención de representar el mundo que les rodea.
En sus propias palabras, el dibujo infantil es "realista por la naturaleza de los motivos que trata".
Luquet identificó varias etapas en la evolución del dibujo, cada una con características únicas:
1. Realismo Fortuito: Esta es la primera etapa, que se desarrolla entre los 2 y 3 años. Aquí, los
niños empiezan a garabatear sin intención de representar algo en particular. Sin embargo, a
medida que trazan líneas, comienzan a notar similitudes con objetos de la realidad. ¡Es como un
juego donde la creatividad se mezcla con la casualidad!
2. Realismo Fallido: Alrededor de los 3 años, los niños intentan hacer dibujos más precisos. Pero
se enfrentan a desafíos, como dificultades motoras o problemas de atención. Esto puede llevar a
dibujos desproporcionados, donde la cabeza puede ser mucho más grande que el cuerpo, por
ejemplo. Aquí, el deseo de ser realista choca con la habilidad.
3. Realismo Intelectual: A los 5 años, los niños superan algunos de sus obstáculos y comienzan
a crear dibujos más detallados. Sin embargo, su visión de la realidad no siempre coincide con la
de un adulto. Por ejemplo, pueden incluir objetos en sus dibujos como si fueran transparentes o
desde un ángulo que parece imposible. Es una fase fascinante donde el conocimiento del niño
influye en su arte.
4. Realismo Visual: A partir de los 8 años, los niños alcanzan una etapa en la que su dibujo refleja
mejor la perspectiva real. Aquí, comienzan a utilizar la profundidad y a organizar sus dibujos de
manera más coherente. El desarrollo del pensamiento crítico también aparece en esta etapa, ya
que los niños ahora pueden ver y representar el mundo con mayor precisión.
Luquet asignó edades aproximadas para cada etapa del desarrollo del dibujo: el realismo fortuito
entre los 2 y 3 años, el realismo fallido alrededor de los 3 años, el realismo intelectual cerca de los
5 años, y el realismo visual a partir de los 8 años. Es importante destacar que, aunque un niño
alcance una nueva etapa, siempre pueden seguir mostrando características de las etapas
anteriores.
El enfoque de Luquet nos permite entender cómo los dibujos de los niños no son solo arte, sino
una ventana a su desarrollo mental y emocional.
El dibujo es mucho más que un simple garabato en una hoja de papel. Para los niños, es una
poderosa herramienta de expresión que refleja su capacidad para representar el mundo que los
rodea. Según el psicólogo Delval (1998), esta habilidad comienza a desarrollarse al final de la
etapa sensorio-motora, donde los niños empiezan a utilizar símbolos para referirse a cosas y
situaciones sin necesidad de interactuar físicamente con ellas. Esta capacidad se llama función
semiótica, un término que Piaget (1977) usó para describir este fascinante proceso.
Piaget identificó al menos cinco formas en las que se manifiesta la función semiótica en los niños,
entre las que destacan las siguientes:
1. Imitación Diferida: Al principio, los niños imitan acciones en el momento en que las ven. Sin
embargo, a medida que avanzan en su desarrollo, comienzan a imitar cosas que han observado
en el pasado, incluso horas después. Por ejemplo, una niña que ha visto a un amigo hacer una
rabieta puede reproducir esa misma escena más tarde, mostrando así que tiene una
representación interna de lo que ha imitado.
2. Juego Simbólico: Esta es una etapa emocionante donde el juego se convierte en una forma
de representar situaciones de manera simbólica. Los niños pueden usar un palo de escoba para
simbolizar un caballo, dando vida a su imaginación. Este tipo de juego no solo les ayuda a ejercitar
sus habilidades, sino que también les permite explorar y crear significados en sus interacciones.
3. Dibujo: El dibujo es otra forma maravillosa en que los niños representan la realidad. No se trata
solo de copiar lo que ven, sino de plasmar lo que saben sobre el objeto. Por ello, el dibujo se
convierte en un acto creativo y lúdico que refleja su comprensión del mundo. A través de los
dibujos, los niños expresan sus intereses, preocupaciones y emociones, conectando
profundamente con su mundo interno.
4. Imágenes Mentales: A medida que los niños crecen, también desarrollan imágenes mentales,
que son representaciones internas de situaciones o objetos. Estas imágenes son más que simples
recuerdos; incluyen el conocimiento que tienen sobre lo que han visto. Así, pueden evocar estas
imágenes incluso cuando el objeto no está presente, como cuando recuerdan a su gato y dicen
"miau" sin verlo.
Georges-Henri Luquet, un pionero en el estudio del dibujo infantil, ha brindado valiosas ideas que
son útiles tanto para educadores como para investigadores. Según Sáinz (2002), Luquet llevó a
cabo su investigación de manera independiente, sin basarse en teorías anteriores, lo que lo
convierte en una figura clave en este campo.
Luquet (1927) sostiene que el dibujo de un niño es, en esencia, realista. En su obra "El dibujo
infantil", presenta varios conceptos que ayudan a entender mejor lo que significa este realismo:
1. La Intención
Para Luquet, el dibujo es una forma de juego que también tiene un componente comunicativo. Los
niños dibujan no solo para expresarse, sino también para que otros vean su obra. Aunque
inicialmente pueden copiar a los adultos, pronto comienzan a desarrollar sus propias ideas y
representaciones internas. Además, distingue entre dos conceptos importantes:
- Analogía morfológica, que se refiere a la similitud entre un objeto y su representación.
2. La Interpretación
Mientras dibujan, los niños interpretan su obra. Esta interpretación varía según el parecido que
ellos encuentren entre su dibujo y la imagen mental que tienen del objeto. Por lo tanto, la intensidad
de esta interpretación puede cambiar dependiendo de cómo se sientan con su creación.
3. El Tipo
Luquet también habla sobre el tipo de representación que un niño utiliza en una serie de dibujos.
A medida que evolucionan, algunos aspectos de su forma de dibujar permanecen constantes,
mientras que otros cambian. Sin embargo, a veces estos cambios pueden dificultar su progreso
artístico.
4. Modelo Interno
Cuando un niño dibuja de memoria, utiliza un "modelo interno" que ha creado en su mente
relacionado con lo que desea representar. Este modelo interno también influye en cómo interpreta
su dibujo y el significado que le otorga.
Luquet define el dibujo infantil como realista desde sus inicios, ya que los temas y sujetos que los
niños eligen son naturales para ellos. En su análisis, distingue entre dos tipos de dibujos:
1. Realismo Fortuito (hasta los 2 años): Los niños comienzan a hacer trazos y líneas sin una
intención específica. Con el tiempo, pueden ver similitudes entre sus dibujos y objetos reales,
dando lugar a interpretaciones espontáneas.
2. Realismo Fallido (de 2 a 5 años): En esta etapa, los niños comienzan a entender mejor la
intención y la ejecución de sus dibujos, pero se enfrentan a desafíos como la falta de coordinación
motriz y atención, lo que puede resultar en dibujos desproporcionados o imperfectos.
3. Realismo Intelectual (de 5 a 9 años): Aquí, los niños superan algunas de las limitaciones
anteriores y pueden crear dibujos más realistas. Sin embargo, su percepción de la realidad sigue
siendo diferente de la de los adultos, ya que destacan ciertos detalles y utilizan perspectivas
inusuales.
4. Realismo Visual (a partir de los 9 años): En esta etapa, sus dibujos se asemejan más a la
realidad, a medida que comienzan a dibujar lo que realmente ven en lugar de lo que recuerdan.
Las características del realismo intelectual se van desvaneciendo, dando paso a representaciones
más precisas y coherentes.
El estudio de Luquet sobre el dibujo infantil nos ofrece una ventana fascinante hacia el desarrollo
cognitivo y emocional de los niños. A través de sus dibujos, no solo se expresan creativamente,
sino que también nos muestran cómo interpretan y comprenden el mundo que los rodea. Este
conocimiento es valioso para padres y educadores, ya que nos ayuda a fomentar la creatividad y
la expresión de los más pequeños en su camino de descubrimiento.
La técnica del dibujo de una persona es una herramienta fascinante que permite observar cómo
alguien se enfrenta a una situación en la que tiene que dibujar una figura humana. Esta técnica,
más allá de solo pedir una imagen, nos da pistas sobre la forma en que la persona se orienta, se
expresa y se adapta al entorno. Tanto el proceso del dibujo como el resultado final ofrecen datos
muy valiosos para un análisis psicológico.
El análisis de los dibujos de figuras humanas es una técnica utilizada en psicología para
comprender aspectos emocionales y psicosexuales de quien los realiza. Desde la primera figura
que dibuja hasta los detalles más pequeños, cada elección en el dibujo puede ofrecer una visión
de la forma en que la persona se ve a sí misma y a los demás.
Primero, se le entrega a la persona un lápiz y una hoja de papel en blanco. Se le pide que dibuje
una persona, sin dar demasiadas instrucciones. Esta simple tarea puede generar algunas
preguntas o comentarios sobre las habilidades artísticas del examinado, a lo que el examinador
responderá con frases como “dibuje lo que prefiera, como prefiera”, sin dar más detalles. Lo
importante es que la persona se sienta cómoda y que entienda que el dibujo no está relacionado
con talento artístico, sino con expresar lo que quiera.
Durante este proceso, el examinador observará no solo el dibujo en sí, sino también cómo la
persona actúa antes y mientras dibuja. Las dudas, preguntas y hasta los movimientos corporales
pueden ser tan reveladores como el dibujo mismo. Por ejemplo, si el examinado es reticente o si
tiene dudas sobre su habilidad para dibujar, esto puede reflejar ciertos rasgos de su personalidad
o estado emocional.
El dibujo completo debe incluir cuatro partes básicas del cuerpo: cabeza, torso, brazos y piernas.
Si falta alguna de estas áreas, se considera incompleto. En algunos casos, si el dibujo es muy
básico, como una figura de palotes o un esbozo rápido, se pedirá al examinado que realice otro
dibujo, esta vez más detallado. De igual forma, si se dibuja solo un hombre o una mujer, se le
pedirá que dibuje también una figura del sexo opuesto.
El psicólogo presta atención tanto al dibujo como a la conducta de la persona. ¿La persona se
siente segura al empezar el dibujo o muestra inseguridad? ¿Necesita muchas indicaciones o
puede adaptarse fácilmente a la tarea? Las respuestas, tanto verbales como no verbales,
proporcionan información sobre la confianza, la ansiedad y otros aspectos emocionales.
En resumen, la técnica del dibujo de una persona no solo revela cómo alguien dibuja, sino cómo
se enfrenta a los desafíos, cómo se expresa y cómo interactúa con su entorno. Es una ventana a
la forma en que cada individuo se maneja en situaciones ambiguas, permitiendo a los psicólogos
entender mejor su mundo interior.
La mayoría de las personas tienden a dibujar primero una figura de su mismo sexo. Sin embargo,
en algunos casos, especialmente en aquellos que requieren tratamiento psicoterapéutico, la
primera figura puede ser del sexo opuesto. Esto no significa que dibujar una figura de otro sexo
sea algo negativo o indicativo de un diagnóstico en particular. De hecho, los psicólogos
experimentados advierten sobre los peligros de hacer generalizaciones basadas en un solo dato.
Lo interesante es explorar por qué la persona eligió dibujar una figura del sexo opuesto, ya que
esto puede ofrecer pistas sobre su identidad o relaciones importantes, como una fuerte
dependencia o fijación hacia una figura del sexo opuesto.
¿Qué nos dicen las descripciones de las figuras?
A través de la simple descripción de las figuras, es posible identificar aspectos muy reveladores.
Todos los individuos, desde niños pequeños hasta adultos sin experiencia artística, transmiten
algo de sí mismos en sus dibujos. Por ejemplo, si comparamos dos figuras, podríamos notar
diferencias significativas en su tamaño, postura o en los detalles que destacan. Esto nos permite
interpretar algunos aspectos psicológicos.
Imaginemos dos dibujos: en uno, el hombre es más pequeño y está quieto, mientras que la mujer
tiene los brazos extendidos y parece estar en movimiento. Esto podría interpretarse como que,
para el examinado, el hombre es más pasivo e introvertido, mientras que la mujer es más activa y
extrovertida. Los detalles como los brazos y las manos también son importantes, ya que estas
partes del cuerpo son las que nos conectan con el mundo, actúan, castigan o defienden. Si los
brazos están retraídos hacia el cuerpo, puede sugerir una tendencia hacia la introversión; si están
extendidos, puede indicar extraversión.
Los pequeños detalles también nos hablan de la personalidad de quien dibuja. Por ejemplo, si los
detalles de la ropa están muy cuidados, como un cinturón bien definido o un escote detallado, esto
podría sugerir que la persona es meticulosa y tiene una tendencia a ser compulsiva,
preocupándose por el orden. Si el dibujo del saco de un hombre se hace y se rehace hasta que
las proporciones son perfectas, refuerza esta idea de compulsividad.
Comparando las figuras dibujadas, se pueden obtener interpretaciones que van más allá de lo que
vemos en el papel. Por ejemplo, una persona que dibuja un hombre más pequeño y una mujer
más agresiva podría estar expresando sentimientos de pasividad e inseguridad en su relación con
las mujeres, a quienes podría percibir como dominantes o amenazantes. Estos dibujos pueden
revelar necesidades emocionales, como la búsqueda de apoyo o nutrición, y conflictos internos
relacionados con su identidad psicosexual.
En resumen, el análisis de un dibujo de una figura humana es una ventana a las emociones y
pensamientos más profundos de una persona. Desde la primera figura que dibuja hasta el más
mínimo detalle, cada elección es una pista para entender cómo ve el mundo y a sí misma.
Este tipo de interpretaciones sobre el dibujo de la figura humana sugieren que cada parte del
cuerpo representa aspectos del mundo interior de la persona que lo dibuja. Es un enfoque
simbólico que atribuye significados psicológicos a las características y detalles de las figuras,
estableciendo relaciones entre la forma en que se dibuja y el estado emocional, cognitivo o social
de la persona. Sin embargo, la validez de estas interpretaciones es limitada y puede perderse
cuando se trata de una persona específica, ya que los significados atribuidos a cada parte corporal
son generalizaciones y no necesariamente aplicables a todos.
Por ejemplo:
- Los ojos, como símbolo de la percepción del mundo y la comunicación social, pueden
interpretarse en términos de cuán abiertos o receptivos son, mientras que la boca puede denotar
expresión emocional o incluso elementos de sensualidad y comunicación verbal.
- El cabello y la nariz están relacionados con la sexualidad y sensualidad, sugiriendo que los
detalles en estos elementos podrían reflejar la manera en que una persona se conecta con
aspectos de su sexualidad.
- El cuello podría interpretarse como una señal de control intelectual sobre los impulsos, lo que
alude a la capacidad de autocontrol y manejo de los deseos o emociones.
En términos de adaptación al entorno y contacto con los demás, los brazos y manos juegan un
papel clave en cómo la persona interactúa con su entorno físico y social. La representación de las
piernas, por otro lado, puede relacionarse con el grado de contacto con la realidad, estabilidad y
seguridad, lo que implica un nivel de confianza o arraigo en el mundo físico.
El Test Proyectivo del Hongo es una técnica proyectiva utilizada principalmente para evaluar
aspectos emocionales y de la personalidad de los sujetos, siendo especialmente útil en la
población infantil. La simplicidad del dibujo del hongo y su estructura permite la expresión
espontánea de conflictos, mecanismos de defensa y características psicológicas que pueden no
ser accesibles mediante métodos más directos. A continuación, se describen las estrategias de
aplicación, la ficha técnica y los factores de interpretación detallados para el Test del Hongo.
Ficha Técnica
- Instrucciones: Se le pide al sujeto que dibuje un hongo en una hoja de papel. No se ofrecen más
detalles para evitar influir en la espontaneidad del dibujo.
- Áreas que evalúa: Expresión emocional, mecanismos de defensa, manejo de conflictos internos,
nivel de ansiedad, características de la personalidad y autoimagen.
Estrategias de Aplicación
1. Instrucciones generales:
El examinador proporciona una hoja de papel y un lápiz al sujeto, explicándole que debe dibujar
un hongo de la manera que desee. Se debe prestar especial atención a no condicionar el dibujo,
manteniendo las instrucciones generales y evitando preguntas que puedan influir en el proceso.
El tono debe ser relajado, para que el sujeto no sienta que está siendo evaluado de manera
estricta. Ejemplo:
Se exigen 3 Pruebas: dos solitarias y una de la familia. En la primera se le indica al sujeto: ¨Dibuje
Ud. un hongo ¨, al terminar se le retira de la vista del sujeto y lo rotulamos como Hongo ¨ A ¨, se le
entrega otra hoja en blanco diciendo: ¨ Dibuje usted suavemente un hongo solitario ¨. Al retirarla
se le rotula como Hongo ¨ B ¨, al mismo tiempo se le entrega una tercera hoja de papel indicando
¨ Dibuje usted una familia de Hongos ¨. Que se rotulará como Hongo ¨ C ¨.
El espacio debe ser tranquilo y sin distracciones, ya que el objetivo es que el dibujo refleje el
estado emocional interno del sujeto. A menudo, los niños o adolescentes pueden preguntar si lo
están haciendo "bien", y el examinador debe reiterar que no hay respuestas correctas o
incorrectas.
Se debe aclarar que el dibujo no será juzgado en términos artísticos, sino que es una
representación libre. Esto es importante para que el sujeto no sienta presión por realizar un dibujo
"perfecto".
Factores de Interpretación
El Test del Hongo se interpreta a través de tres factores principales representados en los hongos
A, B y C, los cuales corresponden a diferentes niveles de organización psicológica, expresión
emocional y defensas psicológicas. Los dibujos se clasifican en uno de estos tipos de hongo, y
cada uno tiene implicaciones particulares para el análisis de la personalidad.
- Descripción: El hongo A se caracteriza por una estructura simétrica, con una línea de base
definida, una cabeza redondeada y un tallo central proporcionado.
- Interpretación: Este tipo de dibujo sugiere una personalidad organizada y adaptada, con buenos
recursos de control emocional y defensas bien establecidas. Indica que el sujeto presenta una
buena integración del yo, mostrando equilibrio emocional, capacidad de adaptación y manejo
adecuado de la realidad.
- Descripción: El hongo B muestra una estructura más desorganizada, a menudo con la cabeza
deformada, el tallo desproporcionado o signos de inestabilidad en la línea de base.
- Interpretación: Este tipo de dibujo puede reflejar un estado emocional inestable, con posibles
conflictos internos no resueltos. Los sujetos que dibujan este tipo de hongo suelen estar
enfrentando ansiedades, frustraciones o dificultades en el manejo de sus emociones.
- Descripción: El hongo C suele presentar una forma muy irregular, a menudo con distorsiones
extremas en el tamaño o forma del tallo y la cabeza. Puede carecer de simetría y parecer
inacabado o "deformado".
Consideraciones Finales
El Test del Hongo es una herramienta valiosa en la evaluación psicológica proyectiva porque
permite acceder a contenidos inconscientes del sujeto a través de una tarea aparentemente
sencilla. Sin embargo, la interpretación de los resultados debe realizarse siempre en conjunto con
otros métodos y técnicas diagnósticas, ya que el test en sí mismo no es suficiente para un
diagnóstico completo.
Este test, al igual que otras pruebas proyectivas, requiere de un análisis profundo del contexto del
individuo, su historia de vida y la observación clínica del comportamiento durante la ejecución.
Cada dibujo debe ser interpretado dentro del marco general del estado emocional del sujeto y sus
circunstancias actuales, con el fin de brindar una visión más completa de su estructura psicológica.
El Test Proyectivo del Hongo es una herramienta útil para explorar aspectos emocionales y de la
personalidad de manera proyectiva, en especial cuando se utiliza en conjunto con otras pruebas.
La correcta interpretación del test permite a los clínicos acceder a una comprensión más profunda
de los conflictos internos, mecanismos de defensa y características de la personalidad de sus
pacientes.
Colores
El Test de los Colores de Lüscher es una técnica proyectiva que utiliza la elección de colores para
identificar el estado emocional y los conflictos internos de una persona. Desarrollado por el
psicoterapeuta suizo Max Lüscher, este test se basa en la idea de que los colores que preferimos
y evitamos reflejan aspectos clave de nuestra personalidad, nuestros deseos, y nuestras
ansiedades. A través de la selección de una serie de colores específicos, el test permite analizar
no solo cómo la persona se siente en el momento, sino también cómo percibe sus relaciones
interpersonales y su futuro.
Este test está diseñado para ofrecer un análisis emocional profundo, incluyendo la autoimagen, la
capacidad de disfrutar y de rendir, las relaciones personales y las expectativas de futuro. Además,
permite identificar áreas de conflicto, incluso aquellas que están a nivel inconsciente,
proporcionando una visión integral de los retos emocionales que puede estar enfrentando la
persona evaluada.
Factores de Interpretación
El Test de los Colores de Lüscher evalúa la elección de colores en cuatro áreas (azul, verde,
rojo y amarillo), las cuales se interpretan de acuerdo a la preferencia y orden que la persona les
asigna. Cada color tiene un significado emocional y psicológico específico:
• Rojo: Está asociado con la energía, el deseo y la acción. La elección del rojo revela el
nivel de vitalidad y pasión que la persona siente o necesita.
Además de la interpretación individual de cada color, el test analiza cómo los colores se combinan
y se ordenan. Las secuencias numéricas obtenidas de las elecciones del sujeto permiten identificar
estados emocionales y posibles conflictos. También se presta atención a los colores de conflicto
que pueden revelar dificultades inconscientes o tensiones internas.
Modo de Aplicación
Se debe proporcionar una iluminación adecuada, preferiblemente luz natural o una fuente de luz
que simule la luz diurna. El examinador prepara un conjunto de tarjetas de colores (azul, verde,
rojo, amarillo), las cuales serán utilizadas para la prueba.
2. Instrucciones al sujeto:
Se le pide al evaluado que observe las tarjetas de colores y que elija el color que más le guste de
una serie de cuatro, colocándolo a la izquierda. Luego, deberá ordenar los restantes colores según
su preferencia, siempre de izquierda a derecha. Este procedimiento se repite para las cuatro series
de colores: azul, verde, rojo y amarillo.
3. Registro de resultados:
Cada vez que el sujeto organiza una serie de colores, el examinador registra la secuencia numérica
resultante (por ejemplo, 3 4 2 1). Este proceso se repite hasta que se han completado las cuatro
series.
4. Interpretación inicial:
Una vez que se ha registrado la elección de todas las series, el examinador compara las
secuencias obtenidas con las descripciones preestablecidas en el manual del test. Esto le permite
interpretar las emociones, conflictos, y la situación anímica general del evaluado.
Estrategias de Aplicación
• Evaluación Horizontal:
Cada serie de colores (azul, verde, rojo, amarillo) se evalúa individualmente, basándose en el
orden en que fueron seleccionados. El examinador identifica la secuencia y consulta el manual
para obtener una interpretación detallada del estado emocional de la persona, su autoimagen
y sus relaciones interpersonales.
• Evaluación Vertical:
• Análisis de Conflictos:
Uno de los componentes más útiles del test es la detección de colores de conflicto. El test
identifica posibles tensiones internas, señaladas por la aversión o evitación de ciertos colores.
Estas áreas de conflicto suelen estar relacionadas con factores inconscientes que pueden
estar generando estrés emocional.
• Consejos de conducta:
Basado en los resultados del test, se pueden ofrecer consejos conductuales al evaluado
para mejorar su bienestar emocional. Estos consejos están respaldados por la teoría
científica que subyace en el Test de los Colores de Lüscher y pueden ayudar al sujeto a
gestionar sus conflictos internos, encontrar un mejor equilibrio emocional y tomar
decisiones más acertadas en su vida personal.
El Test de los Colores de Lüscher es una herramienta valiosa para los psicólogos clínicos y
proyectivos que buscan comprender los aspectos más profundos de la personalidad y el estado
emocional de una persona. Al ser un test no invasivo, ofrece una manera rápida y efectiva de
detectar conflictos emocionales y orientar el tratamiento o intervención adecuada. Gracias a su
base científica y su capacidad de proyectar lo inconsciente a través de la elección de colores, el
test proporciona una visión integral del mundo emocional del sujeto.
Referencias consultadas
Sarmiento Berna, T. M. (2023). La psicología del color como herramienta, para la expresión de
emociones, de los estudiantes de la escuela de formación en artes plásticas del Colegio San José
de Usme IED, por medio de la pintura mural.
Marín Lacambra, M., & Larraz Rábanos, N. El dibujo infantil como herramienta de análisis para
conocer la percepción familiar del niño. Estudio de casos.
Herrero Fernández, J. (2021). El dibujo infantil como forma de expresión. Interpretando el alma
infantil.
Valero Pacheco, S. M. Niños, colores y emociones: Reconociendo las emociones con niños de 4
años a partir de la pintura (Master's thesis, Universidad de La Sabana).