Informe sobre MCMI-II en Psicología
Informe sobre MCMI-II en Psicología
 4. Interpretación de la personalidad…………………………………………………………………….. 6
     a. Respuestas llamativas……………..……………………………………………………………. 9
     b. Interpretación de los resultados………………………………………………………………… 11
     c. Hipótesis planteadas……………………………………………………………………………. 11
     d. Conclusiones……………………………………………………………………………………. 13
6. Referencias bibliográficas……………………………………………………………………………. 17
7. Anexos………………………………………………………………………………………………… 18
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1. Descripción del modelo de personalidad del cuestionario
    Este intento de integrar diferentes modelos teóricos y perspectivas de intervención lleva a Millon a
    basarse en diversas ideas como la de los tipos psicológicos de Carl Jung, el sistema clasificatorio
    del DSM-IV, la sociobiología de Wilson, la teoría evolucionista y la teoría de las diferencias
    individuales y los rasgos de personalidad de Buss.
    De este modo, la perspectiva integradora de Millon se plasma en la propuesta de una serie de estilos
    y subgrupos esencialmente nomotéticos; permitiendo establecer, a través de su propuesta de
    intervención, una terapia específica que pueda abordarse desde distintos modelos de tratamiento.
    En el modelo de Millon, la normalidad y la patología son entendidas como conceptos relativos; pues
    son consideradas como puntos representativos dentro de un continuo y no como categorías
    nominales discretas (Millon, 2002). Este hecho implica que las características básicas de la
    personalidad adaptativa, considerada normal, sean las mismas que las de la personalidad patológica.
    Por tanto, la diferencia entre estilo y trastorno se encontraría en la flexibilidad mostrada frente a la
    adaptación al entorno; pues mientras los estilos de personalidad serían flexibles y constructivos, las
    personalidades patológicas estarían asociadas a conductas más rígidas, inflexibles y autofrustrantes.
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    De este modo, el cuestionario de personalidad que se analizará puede ser entendido como un
    instrumento de evaluación psicológica basado en la continuidad entre la normalidad y el trastorno;
    permitiendo, gracias a esta premisa fundamental, que las intervenciones terapéuticas ofrezcan una
    mayor flexibilidad para tratar los diferentes trastornos que en su modelo agrupa en tres grupos o
    clústeres:
    Millon emplea los principios de la Teoría de la Evolución para explicar la estructura y la dinámica
    de los estilos de personalidad; por lo que la personalidad sería entendida como un estilo de
    funcionamiento adaptativo, más o menos distintivo, que el miembro de una determinada especie
    presenta en su relación con el ambiente.
    Así, cada principio evolutivo estaría asociado a una de las dimensiones propuestas por Millon;
    distribuyéndose del siguiente modo:
   Aunque su última versión es la cuarta, teniendo en cuenta el material aportado, el grupo de trabajo se
   basará en las dos versiones anteriores; destacando que, con respecto al MCMI-II, la tercera edición
   presenta dos nuevas escalas (depresivo, estrés postraumático) y una serie de respuestas llamativas para
   alertar al profesional de los síntomas correspondientes a áreas de especial importancia como anorexia,
   bulimia, abuso infantil…
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El MCMI-III es un cuestionario para adultos con características cínicas, de aplicación individual y
con una duración aproximada de entre 20 y 30 minutos, que cuenta con 175 ítems cuyo formato de
respuesta es el de “verdadero-falso”.
Estos ítems han sido organizados en una serie de escalas creadas para la evaluación de la personalidad:
❖ Eje II:
     - 11 escalas básicas que evalúan patrones de personalidad clínicos (esquizoide, evitativo, depresivo,
         dependiente, histriónico, narcisista, antisocial, agresivo/sádico, compulsivo, negativista/pasivo-
         agresivo y autodestructivo).
❖ Eje I:
- 3 síndromes de gravedad severa (trastorno del pensamiento, depresión mayor y trastorno delirante).
También es importante señalar que existen ítems concretos, agrupados bajo categorías diferentes,
cuyo objetivo es el de aportar información llamativa respecto a posibles problemas específicos; por
lo que servirían para que el profesional clínico pueda indagar en aquellos aspectos susceptibles de ser
problemáticos para el paciente en cuestión:
- Alienación interpersonal.
- Inestabilidad emocional.
- Potencial auto-destructivo.
- Abuso en la infancia.
- Trastornos de la alimentación.
Una vez realizado el cuestionario, las puntuaciones de las 24 escalas se convierten, mediante una
tabla, a puntuaciones transformadas que van desde 0 hasta 115; teniendo en cuenta el género y los
índices de prevalencia de los trastornos en las poblaciones para las que se ha adaptado dicho
cuestionario.
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   Respecto a las puntuaciones, debemos tener en cuenta lo establecido para cada uno de los siguientes
   rangos o puntuaciones específicas:
    - Puntuación superior a 85: Refleja prominencia del síndrome en el eje I y patología predominante,
      que podría considerarse como un trastorno de la personalidad, en el eje II.
   En el caso concreto de España, en el año 2007 se realizó la adaptación del cuestionario (desde la
   primera fase de traducción, hasta la obtención final de las puntuaciones de prevalencia de la población
   española);   construyéndose, además, una base de datos en la que se analizaron los informes
   psicológicos aportados por 105 profesionales.
   Es importante señalar, también, el hecho de que el MCMI-III haya sido capaz de recoger la variedad
   y heterogeneidad que presenta la forma de sentir, pensar, relacionarse y comportarse de un paciente;
   por lo que, junto con otras técnicas de evaluación necesarias e imprescindibles (historia clínica,
   entrevista, observación, aplicación de otros tests, datos reportados por otras personas... ), permitirá formular
   hipótesis de trabajo iniciales, así como llegar a conclusiones iniciales que deberán ser contrastadas a
   lo largo del tratamiento.
   Es importante comenzar señalando que, a pesar de que el cuestionario fue aplicado a dos voluntarios,
   únicamente se han valorado los resultados del segundo (descartando los resultados obtenidos del primer
   sujeto experimental);   tomando esta decisión debido a que el grupo se percató de que existía una
   incoherencia entre el test aplicado y el manual de corrección del que disponíamos.
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   Así, el grupo de trabajo contaba con un cuestionario correspondiente al MCMI-II; mientras que el
   manual disponible correspondía al MCMI-III, por lo que la primera decisión que se tomó fue la
   invalidar los resultados obtenidos del primer sujeto y contactar con un nuevo voluntario.
   Por tanto, esta persona a quien se ha aplicado el cuestionario por segunda vez es un varón, de 28 años,
   a quien se facilitó un consentimiento informado en el que se explicaba que la información obtenida
   sería utilizada con fines académicos y en el que se garantizaba su anonimato y la confidencialidad de
   sus respuestas; por lo que, lógicamente, en el informe no se facilitarán más datos de carácter personal.
   Es importante señalar que, de forma previa a la aplicación del cuestionario, el sujeto recibió una serie
   de instrucciones; incidiendo en la necesidad de que respondiese a todas las preguntas de la manera
   más sincera posible y haciéndole saber que en este cuestionario no existían respuestas correctas o
   incorrectas, por lo que no debía sentir presión alguna en su realización.
   Por tanto, se solicitó a la persona voluntaria que tratase de elegir aquellas respuestas que mejor se
   ajustasen a su forma de ser.
Posteriormente, se llevó a cabo el mismo procedimiento para la aplicación del segundo cuestionario.
4. Interpretación de la personalidad
   Durante la interpretación de los resultados, el grupo de trabajo se percató de que los ítems evaluados
   en el manual del MCMI-III, no se correspondían con los ítems del cuestionario que parecía
   corresponder al MCMI-II; por lo que, como se ha comentado anteriormente, se tomó la decisión de
   descartar las respuestas del primer sujeto experimental y recurrir a un segundo voluntario que no
   hubiese recibido información previa y, por tanto, no aportase información contaminada por la
   experiencia previa.
   Aprovechando esta situación, se consideró que podría ser el hecho de aplicar ambos cuestionarios
   (MCMI-II y MCMI-III) al mismo sujeto; pues, de este modo, podríamos comprobar si ambos cuestionarios
   guardaban relación entre sí al ser analizados con un mismo manual (en este caso, el manual que se nos
   facilitó en su momento fue el del MCMI-III).
   Así, la comparación que se ha hecho de ambos resultados está basado en las similitudes o diferencias
   encontradas de forma visual tras realizar ambas gráficas (anexo I); pues hemos considerado que
   ayudaban a ver, de manera sencilla, la posible relación existente.
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Por tanto, a continuación trataremos de desarrollar la interpretación de la personalidad del sujeto en
función de los resultados obtenidos; para lo que es importante comenzar señalando que estos
resultados, y fundamentalmente los derivados de las escalas de control, nos han ofrecido una serie de
datos que nos han llevado a concluir que la persona evaluada se ha mostrado reveladora, abierta y
expresiva.
De este modo, el sujeto no parece presentar ningún trastorno grave de la personalidad, ni se refleja la
posible presencia de patrones de comportamiento disfuncionales que hayan podido dificultar el
afrontamiento de problemas cotidianos a lo largo de su historia personal; si bien es cierto que el sujeto
presenta una serie de puntuaciones que indican la prominencia del trastorno de ansiedad (escala A).
Por otra parte, cabe destacar el hecho de que el sujeto no presente puntuaciones de corte destacables
que apunten a un posible trastorno de la personalidad; pues el perfil obtenido a través del MCMI-III
sugiere una configuración de la personalidad en la que predominaría fundamentalmente el rasgo
antisocial y, en menor medida, rasgo esquizoide y negativista.
Para poder comprender este perfil, comenzaremos señalando que el rasgo antisocial debe ser
entendido como un patrón general de desprecio y violación de los derechos de las personas del propio
entorno (relacionado con los ítems 7, 13, 14, 17, 21, 38, 41, 52, 53, 93, 101, 113, 122, 136, 139, 166 y 172);
mientras que el rasgo esquizoide se definiría como un patrón general caracterizado por el
distanciamiento de las relaciones sociales, así como por la restricción de la expresión emocional en el
plano interpersonal en diversos contextos (relacionado con los ítems 4, 10, 27, 32, 38, 46, 48, 57, 92, 101,
105, 142, 148, 156, 165 y 167).
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Además, parece valorar el sentido de libertad y busca su independencia; mostrándose desconfiado con
las personas, los lugares, las obligaciones o las rutinas; lo que le lleva a ser una persona muy reservada
y selectiva en sus relaciones interpersonales
Así, se observa una gran reticencia a llevar a cabo acciones enfocadas a satisfacer las expectativas de
los demás y aparece envidia, e incluso rabia, contra aquellas personas a las que valore como más
afortunadas.
No obstante, y aunque las puntuaciones obtenidas en el eje II no parecen indicar una configuración de
la personalidad que pueda llegar a resultar problemática, lo cierto es que en el eje I sí se dan
puntuaciones de corte destacables para valorar la posible presencia de un trastorno de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad deben ser entendidos como la aparición de sentimientos de desbordamiento
e incapacidad para afrontar los problemas cotidianos; llevando al paciente a desarrollar conductas de
evitación que le permitan alejarse de aquellas situaciones que le provoquen altos niveles de ansiedad.
Por otra parte, ante la presencia de este trastorno se producen profundos sentimientos de malestar y
de ansiedad cuando el sujeto no logra evitar situaciones ansiógenas; provocando la aparición de
sensaciones de tensión física, inquietud, desasosiego, inseguridad e incluso dificultades para conciliar
el sueño.
Por tanto, es frecuente que las personas que padecen trastornos de ansiedad acaben desarrollando un
estado generalizado de tensión que se manifiesta a través de movimientos nerviosos, tendencia a
sobresaltarse fácilmente, a tener reacciones exageradas ante determinados acontecimientos y a
mostrar una hipervigilancia exagerada del entorno; por lo que, como parece lógico, existirá una gran
dificultad e incluso incapacidad para alcanzar la relajación.
También resulta importante señalar que los trastornos de ansiedad provocan que la persona tienda a
interpretar los conflictos cotidianos de forma distorsionada y con una gran susceptibilidad;
generalizándose, este tipo de dificultades, a diferentes ámbitos de la vida de la persona.
De este modo, y ante los resultados obtenidos, sería muy importante el hecho de continuar indagando
para poder llevar a la conclusión de si se trata de un estado de ansiedad generalizada o si los resultados
obtenidos son fruto de un estado transitorio debido a la etapa vital en la que se encuentra el sujeto
evaluado.
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a. Respuestas llamativas:
   Tras realizar un análisis pormenorizado de las respuestas obtenidas del sujeto evaluado, nos resulta
   importante mencionar algunos aspectos que deben ser tenidos en cuenta; destacando que los ítems
   evaluados a continuación tendrían correspondencia con diferentes criterios evaluados en la cuarta
   edición del Diagnostic and Statitiscal Manual of Mental Disorders (DSM-IV).
   Así, en cuanto a la preocupación por la salud, se observa una respuesta afirmativa en 4 de los 10
   ítems (señalados a continuación); por lo que sería conveniente el hecho de indagar más en los motivos
   que llevan al sujeto a responder de esta manera, así como en la posibilidad de que este tipo de
   preocupaciones sean transitorias o estables en el tiempo:
- Ítem 1: “Últimamente parece que me quedo sin fuerzas, incluso por la mañana”.
- Ítem 55: “En las últimas semanas me he sentido agotado sin ningún motivo especial”.
- Ítem 27: “Cuando puedo elegir, prefiero hacer las cosas solo”.
- Ítem 48: “Hace mucho tiempo decidí que lo mejor es tener poco que ver con la gente”.
    - Ítem 99: “Cuando estoy en una reunión social, en grupo, casi siempre me siento tenso y
      cohibido”.
    - Ítem 167: “Tengo mucho cuidado en mantener mi vida como algo privado, de manera que nadie
      pueda aprovecharse de mí”.
   la persona con sus familiares, así como la posible existencia de experiencias pasadas que le lleven a
   desarrollar comportamientos de mayor dureza emocional y comportamental ante determinadas
   personas o situaciones:
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 - Ítem 9: “Frecuentemente critico mucho a la gente que me irrita”.
- Ítem 14: “Algunas veces puedo ser bastante duro y desagradable con mi familia”.
- Ítem 87: “A menudo me enfado con la gente que hace las cosas lentamente”.
 - Ítem 96: “En el pasado la gente decía que yo estaba muy interesado y apasionado por
   demasiadas cosas”.
- Ítem 116: “He tenido que ser realmente duro con algunas personas para mantenerlas a raya”.
 - Ítem 134: “Algunas veces, cuando las cosas empiezan a torcerse en mi vida me siento como si
   estuviera loco o fuera de la realidad”.
Otro de los aspectos en los que se han obtenido respuestas llamativas está relacionado con el
potencial auto-destructivo, observando respuesta afirmativa en 2 de los 9 ítems (señalados a
continuación);   siendo muy importante que se preste atención a los aspectos relacionados con estos
ítems y que se ponga el foco en los posibles riesgos asociados a este tipo de pensamientos:
- Ítem 112: “He estado abatido y triste mucho tiempo en mi vida desde que era bastante joven”.
- Ítem 128: “Me siento profundamente deprimido sin ninguna razón que se me ocurra”.
En cuanto a los ítems asociados a los posibles abusos en la infancia, el sujeto evaluado ha respondido
de manera afirmativa a 1 de los 2 que existen en el cuestionario (señalado a continuación); por lo que
resultaría muy interesante el hecho de indagar en su pasado:
- Ítem 81: “Me avergüenzo de algunos de los abusos que sufrí cuando era joven”.
Finalmente, encontramos también algunas respuestas llamativas que se relacionan con posibles
trastornos de la alimentación; pues se obtiene una respuesta afirmativa en 3 de los 4 ítems (señalados
a continuación), tratándose de un porcentaje muy alto que nos debe llevar a la búsqueda de una mayor
- Ítem 155: “Estoy dispuesto a pasar hambre para estar aún más delgado de lo que estoy”.
Por tanto, y siempre desde nuestro punto de vista, se debería prestar una atención especial a los
aspectos relacionados con el potencial-autodestructivo y con los posibles trastornos de la
alimentación; pues consideramos que, con la información obtenida del cuestionario, son los que más
riesgo pueden representar para el sujeto evaluado.
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b. Interpretación de los resultados:
   En primer lugar, y como explican Cardenal et. al (2007), es importante incidir en el carácter continuo
   entre lo entendido como “normal” y lo entendido como “patológico”; por lo que nos centraremos en
   esos rasgos que, incluso sin presentar una puntuación superior a 75, se encuentran más acentuados.
   Además, y siendo conscientes de que se debería considerar la propia biografía y las singularidades
   de la persona evaluada, resulta importante aclarar que estas interpretaciones no deben utilizarse con
   fines diagnósticos; pues, más allá del carácter didáctico de este informe, la aplicación aislada del
   MCMI no nos puede llevar a considerar los resultados como concluyentes.
   En este sentido, también cabe destacar que el sujeto no ha acudido a consulta, simplemente se ofreció
   voluntario para realizar el cuestionario. No obstante, si se ha mostrado preocupado por su situación
   actual; concretamente a nivel personal y laboral.
c. Hipótesis planteadas:
Tras analizar los resultados obtenidos, el grupo de trabajo se ha planteado dos hipótesis:
     1. El posible trastorno de ansiedad del sujeto está influido por la configuración de rasgos
        antisociales, esquizoides y negativistas:
        Consideramos que la interrelación que se produce entre estos tres rasgos de personalidad es
        perfecta para la aparición de ansiedad y que el hecho de alejarse de lo tradicional, salirse de la
        norma, la búsqueda de libertad, la tendencia a la impulsividad y la desconfianza o el desagrado
        hacia personas aparentemente afortunadas podrían chocar con las expectativas sociales del
        entorno más cercano; provocando en la persona evaluada una presión que desembocaría en un
        estado de ansiedad debido a que, para ella, esas normas serían muy diferentes.
        Por tanto, la interpretación que hace esta persona de las diferentes situaciones sería muy distinta
        a la visión de su entorno más cercano, dando lugar al surgimiento de conflictos interpersonales;
        por lo que, según Sánchez (2003), podría encajar en la categoría de personas con problemas
        interpersonales.
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   Por otra parte, es importante señalar que autores como Chiepa y Cupani (2011) encontraron una
   correlación negativa entre la afabilidad y la responsabilidad con el trastorno antisocial;
   mientras que Caballo et. al (2009) concluyeron que también existía correlación negativa entre
   la extraversión y el trastorno esquizoide de la personalidad.
   De este modo, y teniendo en cuenta los resultados del sujeto evaluado, estos hallazgos podrían
   explicar la posible aparición de problemas interpersonales, así como dificultades por parte de
   esta persona para resolver conflictos; llevándola a tratar de escapar de las situaciones
   desagradables a través del aislamiento y el desarrollo de conductas de evitación.
   También es importante señalar que, teniendo en cuenta las respuestas llamativas mencionadas
   previamente, pensamos que las experiencias que ha vivido el sujeto evaluado han podido influir
   en la presencia de este posible trastorno de ansiedad; lo que se refleja en esa configuración de
   rasgos de personalidad que se encuentra lejana a los límites establecidos por el propio modelo
   para ser considerados como desadaptativos.
   En conclusión, creemos que en este caso concreto sería muy importante el hecho de indagar en
   la relación familiar y en las experiencias tempranas; poniendo especial atención en los posibles
   problemas que podrían derivar del potencial auto-destructivo y de la relación con la comida.
2. Los resultados obtenidos a través de la aplicación del MCMI-II y del MCMI-III serían
   diferentes al aplicar a ambos cuestionarios las reglas de evaluación del MCMI-III:
   Parece lógico pensar que cada versión del cuestionario debe ser corregida utilizando las
   instrucciones equivalentes; por lo que, a lo largo del desarrollo del informe, nos encontramos
   con el problema de contar con una versión diferente del cuestionario (MCMI-II) y del manual
   para la corrección (MCMI-III).
   Ante esta situación, el grupo de trabajo decidió llevar a cabo una comparación de los resultados
   obtenidos a través de la aplicación de ambos cuestionarios al mismo sujeto (anexo I), siendo
   interpretadas las respuestas con las reglas de evaluación de la tercera versión.
   A pesar de la hipótesis planteada y de que las puntuaciones eran diferentes, nos encontramos
   con que los resultados obtenidos en la aplicación de ambos cuestionarios mostraban bastante
   similitud; por lo que se debería desarrollar una mayor investigación para concluir si esta
   semejanza es debida al simple azar o al hecho de que ambos cuestionarios mantengan cierta
   equivalencia a pesar de que su corrección se lleve a cabo con el manual de diferentes versiones.
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        Además, sería muy interesante el hecho de desarrollar esta misma prueba con diferentes sujetos
        experimentales.
d. Conclusiones:
   Tras haber trabajado con el MCMI, nos gustaría plantear una serie de conclusiones relacionadas con
   algunas de las dificultades o problemas que nos hemos encontrado.
   En primer lugar, nos gustaría señalar que nos resultó algo complicado el hecho de determinar si cada
   una de las escalas del MCMI-III era válida para evaluar los trastornos presentes en el DSM-IV.
   Así, teniendo en cuenta las conclusiones obtenidas en Choca y Van Denburg (1998), así como en
   Choca et. al (1992), las ocho escalas básicas de personalidad originales estarían midiendo estilos más
   que trastornos de la personalidad.
   Por tanto, estos autores consideran que la obtención de puntuaciones altas en estas escalas básicas
   debería considerarse como una medida de las asunciones básicas de la persona, de sus actitudes más
   destacadas y de su forma característica de interactuar; pero no sería posible afirmar que cualquier
   elevación en las puntuaciones sería señal de la presencia de alguna patología.
   Por su parte, Millon difiere con esta interpretación de los resultados del MCMI y continúa
   sosteniendo que las puntuaciones elevadas deben considerarse como indicador de la existencia de
   trastornos de la personalidad; lo que se puede observar a través de dos ejemplos bastante claros que
   serán explicados posteriormente:
      1. Ítem 7: “Si mi familia me presiona, es probable que me enfade y me resista a hacer lo que
          ellos quieren”.
2. Ítem 139: “Se me da muy bien inventar excusas cuando me meto en problemas”.
   A través de estos dos ítems, estaríamos analizando la resistencia pasiva a rendir en la rutina social y
   en las tareas laborales (ítem 7), así como una deshonestidad caracterizada por mentir repetidamente,
   utilizar alias o estafar a otras personas para obtener beneficio o placer (ítem 139).
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    Por tanto, la simple presencia de estas afirmaciones no debería llevarnos a asumir la presencia de un
    problema que conduzca a un trastorno.
    Por poner un ejemplo relacionado con el ítem 7, podríamos encontrarnos con una persona que se
    encuentre formando parte de una familia desestructurada; por lo que las exigencias que puedan
    requerirle no tienen por qué ser coherentes con su forma de entender la vida o le causen un rechazo
    que provoque la resistencia e incluso la aparición de sentimientos como la tristeza o la ira.
    De este modo, y una vez más, es importante recalcar la importancia que tiene el hecho de considerar
    información adicional sobre el sujeto y sobre el entorno en el que se desarrolla su vida; pues esta
    conducta, que podría parecer desadaptativa en circunstancias normales, podría ser adaptativa en
    otros contextos.
    Así, como afirma Viktor Frankl (2021), podríamos llegar a la conclusión de que “ante una situación
    anormal, una reacción anormal constituye una conducta normal”.
   En primer lugar, es importante comenzar señalando que la aplicación de forma aislada de la versión
   adaptada del MCMI-III no nos permite llegar a conclusiones fiables.
   Por tanto, los datos obtenidos deben ser considerados con cautela y servir, únicamente, como guía
   para observar aquellos aspectos en los que fijar nuestra atención; debiendo considerar con cautela
   cualquier interpretación que se pueda realizar respecto a la personalidad del sujeto experimental.
   También es importante señalar el hecho de que, para realizar una evaluación fiable y lo más certera
   posible, no deberíamos limitarnos a los datos obtenidos a través de un cuestionario; sino que sería
   importante utilizar otras herramientas que aporten información adicional (otros cuestionarios,
   entrevistas, observación, información aportada por personas cercanas al sujeto…) .
   En cuanto a los resultados obtenidos, los datos parecen indicar que el sujeto presenta un alto nivel de
   ansiedad; aunque, tras una conversación en la que se pide su opinión respecto a estas conclusiones, la
   propia persona que ha realizado el cuestionario indica no estar de acuerdo con el resultado.
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Por tanto, aunque las percepciones del paciente se deben tener en cuenta y en principio se puede
descartar el hecho de que padezca algún tipo de trastorno relacionado con la ansiedad, siempre es
conveniente mostrar cierto escepticismo y tratar de obtener una mayor información; sobre todo
cuando, como en este caso, los resultados del cuestionario y las percepciones del sujeto muestran
realidades diferentes.
Para ello, y con la finalidad de obtener información adicional que permita arrojar algo de luz ante las
informaciones contradictorias obtenidas, se ha decidido consultar a la persona que ha hecho llegar el
cuestionario al sujeto experimental; confirmándose, tras esta consulta, la información aportada por el
propio sujeto experimental.
De este modo, y a pesar de que la versión adaptada del MCMI-III indique un alto nivel de ansiedad,
ambas personas sugieren que este resultado no describe la realidad general; afirmando, en ambos
casos, que no consideran que pueda existir algún tipo de trastorno relacionado con la ansiedad.
Por tanto, y teniendo en cuenta esta realidad, tampoco se podría descartar la posibilidad de que el
sujeto experimental haya estado sufriendo ansiedad durante mucho tiempo y sin ser consciente de
ello; lo que, tal y como señalan Etchebarne, Gómez y Roussos (2019), podría ser relevante para
redefinir ese posible trastorno de ansiedad hacia un trastorno de ansiedad generalizada que se
caracterizaría por la presencia de ansiedad generalizada y persistente, durante al menos 9 meses, con
una frecuencia de aparición diaria.
En este sentido, a través de sus diferentes versiones, el MCMI ha demostrado ser muy útil para la
medición de ciertos aspectos de la personalidad; permitiendo mostrar la posible presencia de
trastornos psicológicos.
Sin embargo, y para finalizar, es importante volver a señalar el hecho de que para realizar una correcta
evaluación y para diagnosticar un trastorno, es fundamental la aplicación de otros cuestionarios y la
obtención de otro tipo de información que permita tener una mayor seguridad en las afirmaciones que
se puedan realizar.
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Finalmente, y a modo de conclusión, nos gustaría añadir una reflexión del propio Millon que nos
permitirá valorar, de una forma mucho más ajustada a su propio pensamiento, lo que pretende con
este cuestionario (Millon y Davis, 1998):
     “La medicina ha aprendido que ni los síntomas -los estornudos y las toses-, ni tampoco
     las infecciones intrusas -los virus y las bacterias- son la clave de la salud o la
     enfermedad. Más bien, el último determinante es la competencia de la propia capacidad
     defensiva del cuerpo. Así, también en la psicopatología, la clave del bienestar
     psicológico no es ni la ansiedad, ni la depresión, ni los estresores de la temprana niñez
     o de la vida contemporánea. Más bien, es el equivalente mental del sistema
     inmunológico del cuerpo -aquella estructura y estilo de procesos psíquicos que
     representan nuestra capacidad general de percibir y de afrontar nuestro mundo
     psicosocial- es decir, el constructo psicológico que denominamos personalidad”.
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6. Referencias bibliográficas:
 - Caballo, V.E., Guillén, J.L. y Salazar, I.C. (2009). Styles, traits and disorders of personality: inter-
   relationships and differences associated to sex. Psico, 40 (3), 319-327
 - Cardenal, V.; Sánchez, M.P. y Ortiz-Tallo, M. (2007). Los trastornos de personalidad según el
   modelo de Millon: una propuesta integradora. Clínica y Salud, 18 (3), 305-324.
 - Chiepa, J. y Cupami, M. (2011). Relación entre el modelo de los cinco factores y los trastornos de
   personalidad. III Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología. XVIII
   Jornadas de Investigación. VII Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de
   Psicología – Universidad de Buenos Aires.
 - Etchebarne, I., Penedo, J. M. G., Roussos, A. J., Bogiaizian, D., Bunge, E. L., Challú, L., ... & Westra,
   H. A. (2019). Nuevos desarrollos en el tratamiento del Trastorno de Ansiedad Generalizada:
   Abordajes psicoterapéuticos, farmacológicos y debates actuales. Miño y Dávila.
 - Millon, T. (2002). Assessment is not enough: The SPA should participate in constructing a
   comprehensive clinical science of personality. Journal of Personality Assessment, 78 (2), 209-218.
- Millon, T. y Davis, R. (1998). Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Masson.
 - Sánchez, R. (2003). Theodore Millon, una teoría de la personalidad y su patología. PsicoUSF, 8 (2),
   163-173.
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7. Anexos:
a. Anexo I:
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