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Sacramentos de La Reconciliacion y Uncion de Los Enfermos

Este documento presenta información sobre dos sacramentos católicos: el sacramento de la reconciliación y el sacramento de la unción de los enfermos. Describe los nombres, propósitos y procedimientos de cada uno. También explica conceptos como la penitencia interior, las diversas formas de penitencia en la vida cristiana, y los efectos de recibir estos sacramentos. El documento proporciona una guía detallada sobre estos importantes sacramentos de la Iglesia Católica.

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Sacramentos de La Reconciliacion y Uncion de Los Enfermos

Este documento presenta información sobre dos sacramentos católicos: el sacramento de la reconciliación y el sacramento de la unción de los enfermos. Describe los nombres, propósitos y procedimientos de cada uno. También explica conceptos como la penitencia interior, las diversas formas de penitencia en la vida cristiana, y los efectos de recibir estos sacramentos. El documento proporciona una guía detallada sobre estos importantes sacramentos de la Iglesia Católica.

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Universidad Santa María la Antigua


Sede Santiago
Facultad de Humanidades y Teología
Técnico en Religión, Ética y Valores

Materia:
Sacramento y Vida

Tema:
Los Sacramentos de la reconciliación y Unción de los Enfermos

Profesor:
Iván Vergara

Estudiante:
Elda Núñez
6-714-1656

Fecha:
10-11-2022
2

INDICE
INTRODUCION……………………………………………………………………………3
I PARTE SACRAMENTO DE LA RECONCILIACION
EL NOMBRE DE ESTE SACRAMENTO……………………………………………….4
LA CONVERSIÓN DE LOS BAUTIZADOS……………………………………………5
LA PENITENCIA INTERIOR…………………………………………………………….6
DIVERSAS FORMAS DE PENITENCIA EN LA VIDA CRISTIANA………………6-7
EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA Y DE LA RECONCILIACIÓN……….7-10
LOS ACTOS DEL PENITENTE………………………………………………………10
EL MINISTRO DE ESTE SACRAMENTO………………………………………….11
LOS EFECTOS DE ESTE SACRAMENTO………………………………………….11
LAS INDULGENCIAS…………………………………………………………………..11
LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA………………12-13
II PARTE UNCION DE LOS ENFERMOS
FUNDAMENTOS EN LA ECONOMÍA DE LA SALVACIÓN…………………….13
QUIEN RECIBE Y QUIEN ADMINISTRA ESTE SACRAMENTO……………13-14
EFECTOS DE LA CELEBRACIÓN DE ESTE SACRAMENTO……………....14-15
LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO………………………….……………….15
RECOMEDACION………………………………………………………………………16
CONCLUSION …………………………………………………………………………..17
BIBLIOGRAFIA………………………………………………………………………...18
ANEXOS ……………………………………………………………………………19-20
3

INTRODUCCION

El sacramento de la reconciliación nos concede el perdón y la sanación que


necesitamos.

Al sanar a los enfermos, Jesús decía con frecuencia: Tus pecados te son
perdonados. Él vino a sanar el cuerpo y, sobre todo, a sanar el alma al predicar el
arrepentimiento para el perdón de los pecados.

Preparación. Debemos empezar con una oración, ubicándonos ante la presencia de


Dios, nuestro Padre Amado. Buscamos sanación con el perdón, a través del
arrepentimiento y una decisión de no pecar más. Entonces revisamos nuestras
vidas desde nuestra última confesión, buscando nuestros pensamientos, palabras
y acciones que no estuvieron conforme al mandamiento de Dios de

amarlo a él y a los demás por medio de la obediencia a sus leyes y las leyes de Su
Iglesia.

EL Sacramento de la unción de los enfermos La gracia principal es fortalecer la


virtud de la esperanza para ayudar a la persona enferma a no desesperarse y
fortalecerla contra cualquier temor a la muerte. También les ayuda a soportar
cualquier sufrimiento causado por su enfermedad o lesiones y los une al Cristo
sufriente que se acerca a ellos y les brinda consuelo espiritual. Para aquellos que
no pueden hacer una confesión oral de sus pecados, también les ofrece perdón.
Este es un gran regalo porque permite que se otorgue la gracia ordinaria del perdón
sacramental incluso en esta circunstancia extrema. A veces, la administración de
este sacramento resulta en la curación de la persona enferma e incluso la curación
milagrosa no está fuera de la posibilidad real, pero no hay garantía de que dicha
curación ocurra en ningún caso en particular
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1. SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

El nombre de este
sacramento
El Catecismo de la Iglesia
católica menciona diversos nombres
que ha tomado el sacramento de la
penitencia. Son los siguientes:
• Sacramento de conversión, ya que
es un signo de la conversión a la que el
mismo Jesucristo ha llamado (cf. Lc
15, 18).
• Sacramento de la confesión, pues una de sus partes principales es la
confesión de los pecados cometidos por el penitente.

• Sacramento del perdón, pues a través de la absolución sacramental el


penitente recibe el perdón de Dios.
• Sacramento de la reconciliación, pues junto al perdón de Dios se otorga la
reconciliación con Dios (cf. 2 Cor 5, 20) y con la Iglesia.
• Sacramento de la alegría. De este modo llamaba san Josemaría a este
sacramento ya que, a través de él, se recupera la paz y el gozo que lleva
consigo la amistad con Dios.

Toma también el nombre de penitencia porque esta es la última parte del camino de
conversión que, según la teología del sacramento, realiza el penitente para recibir
el perdón de sus pecados.
5

La conversión de los bautizados


La llamada de Cristo a la conversión resuena continuamente en la vida de los
bautizados. Esta conversión es una tarea
ininterrumpida para toda la Iglesia, que,
siendo santa, recibe en su propio seno a los
pecadores.

Jesús llama a la conversión. Esta llamada


es una parte esencial del anuncio del Reino:
"El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios
está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva. En la predicación de la Iglesia, esta
llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su
Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y
fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo se renuncia al mal y se
alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida
nueva.

Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los


cristianos. Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia
que "recibe en su propio seno a los pecadores" y que siendo "santa al mismo tiempo
que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la
renovación". Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el
movimiento del "corazón contrito", atraído y movido por la gracia (a responder al
amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero.

De ello da testimonio la conversión de S. Pedro tras la triple negación de su Maestro.


La mirada de infinita misericordia de Jesús provoca las lágrimas del arrepentimiento
y, tras la resurrección del Señor, la triple afirmación de su amor hacia él (. La
segunda conversión tiene también una dimensión comunitaria. Esto aparece en la
llamada del Señor a toda la Iglesia: "¡Arrepiéntete!"
6

La penitencia interior
La conversión comienza en nuestro interior: la que se limita a apariencias externas
no es verdadera conversión. Uno no se puede oponer al pecado, en cuanto ofensa
a Dios, sino con un acto verdaderamente bueno, acto de virtud, con el que se
arrepiente de aquello con lo que ha contrariado la voluntad de Dios y busca
activamente eliminar ese desarreglo con todas sus consecuencias. En eso consiste
la virtud de la penitencia.

La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una


conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una
aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido.
Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la
esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia.

La penitencia no es una obra exclusivamente humana, un reajuste interior fruto de


un fuerte dominio de sí mismo, que pone en juego todos los resortes del
conocimiento propio y una serie de decisiones enérgicas. «La conversión es
primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a él nuestros
corazones: “Conviértenos, Señor, y nos convertiremos” (Lam 5,21). Dios es quien
nos da la fuerza para comenzar de nuevo» (Catecismo, 1432)

Diversas formas de penitencia en


la vida cristiana

• Diversas formas de penitencia


en la vida cristiana
La conversión nace del corazón, pero no se
queda encerrada en el interior del hombre, sino
que fructifica en obras externas, poniendo
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en juego a la persona entera, cuerpo y alma. Entre ellas destacan, en primer lugar,
las que están incluidas en la celebración de la Eucaristía y las del sacramento de
la Penitencia, que Jesucristo instituyó para que saliéramos victoriosos en la lucha
contra el pecado.

Además, el cristiano tiene otras muchas formas de poner en práctica su deseo de


conversión. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno,
la oración, la limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con
relación a Dios y con relación a los demás» (Catecismo, 1434). A esas tres formas
se reconducen, de un modo u otro, todas las obras que nos permiten rectificar el
desorden del pecado.

Con el ayuno se entiende no sólo la renuncia moderada al gusto en los alimentos,


sino también todo lo que supone exigir al cuerpo y no darle gusto con el fin de
dedicarnos a lo que Dios nos pide para el bien de los demás y el propio. Como
oración podemos entender toda aplicación de nuestras facultades espirituales
inteligencia, voluntad, memoria unirnos a Dios Padre nuestro en conversación
familiar e íntima. Con relación a los demás, la limosna no es sólo dar dinero u otros
bienes materiales a los necesitados, sino también otros tipos de donación: compartir
el propio tiempo, cuidar a los enfermos, perdonar a los que nos han ofendido,
corregir al que lo necesita para rectificar, dar consuelo a quien sufre, y otras muchas
manifestaciones de entrega a los demás.

La Iglesia nos impulsa a las obras de penitencia especialmente en algunos


momentos, que nos sirven además para ser más solidarios con los hermanos en la
fe. Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de
Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes
de la práctica penitencial de la Iglesia
8

El sacramento de la penitencia y de la reconciliación


A pesar de que el Bautismo borra todo pecado, nos hace hijos de Dios y dispone a
la persona para recibir el regalo divino de la gloria del Cielo, sin embargo, en esta
vida quedamos aún expuestos a caer en el pecado; nadie está eximido de tener que
luchar contra él, y las caídas son frecuentes. Jesús nos ha enseñado a rezar en el
Padrenuestro: «Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a
los que nos ofenden», y esto no de vez en cuando, sino todos los días, muy a
menudo. El apóstol S. Juan dice también: Si decimos: ‘no tenemos pecado’, nos
engañamos y la verdad no está en nosotros. Y a los cristianos de primera hora en
Corinto, san Pablo exhortaba: «En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con
Dios.

Así pues, la llamada de Jesús a la conversión: «El tiempo se ha cumplido y el Reino


de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1,15), no se dirige
sólo a los que aún no le conocen, sino a todos los fieles cristianos que también
deben convertirse y avivar su fe.

• Cristo instituyó este sacramento

«Cristo instituyó el sacramento de la Penitencia en favor de todos los miembros


pecadores de su Iglesia, ante todo para los que, después del Bautismo, hayan caído
en el pecado grave y así hayan perdido la gracia bautismal y lesionado la comunión
eclesial. El sacramento de la Penitencia ofrece a éstos una nueva posibilidad de
convertirse y de recuperar la gracia de la justificación.

Jesús, durante su vida pública, no sólo exhortó a los hombres a penitencia, sino que
acogiendo a los pecadores los reconciliaba con el Padre. Al dar el Espíritu Santo a
sus apóstoles, Cristo resucitado les confirió su propio poder divino de perdonar los
pecados: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Es un poder que se
transmite a los obispos, sucesores de los apóstoles como pastores de la Iglesia, y
a los presbíteros, que son también sacerdotes del Nuevo Testamento,
9

colaboradores de los obispos, en virtud del sacramento del Orden. «Cristo quiso
que toda su Iglesia, tanto en su oración como en su vida y su obra, fuera el signo y
el instrumento del perdón y de la reconciliación que nos adquirió al precio de su
sangre. Sin embargo, confió el ejercicio del poder de absolución al ministerio
apostólico.

Recibe diversos nombres según se ponga de relieve un aspecto u otro. «Se


denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y
eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano
pecador de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia»
«de la confesión porque […] la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un
elemento esencial de este sacramento» del perdón porque, por la absolución
sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente el perdón y la paz» (ibidem);
«de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la
conversión

• Sacramento de la Reconciliación con Dios y con la Iglesia

Quienes se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de


Dios el perdón de la ofensa hecha a Él y al mismo tiempo se reconcilian con la
Iglesia, a la que hirieron pecando, y que colabora a su conversión con la caridad,
con el ejemplo y las oraciones.

Porque el pecado es una ofensa hecha o Dios, que rompe nuestra amistad con él,
la penitencia “tiene como término el amor y el abandono en el Señor”. El pecador,
por tanto, movido por la gracia del Dios misericordioso, se pone en camino de
conversión, retorna al Padre, que: «nos amó primero», y a Cristo, que se entregó
por nosotros, y al Espíritu Santo, que ha sido derramado copiosamente en nosotros

Por arcanos y misteriosos designios de Dios, los hombres están vinculados entre sí
por lazos sobrenaturales, de suerte que el pecado de uno daña a los demás, de la
misma forma que la santidad de uno beneficia a los otros”, por ello la penitencia
10

lleva consigo siempre una reconciliación a los demás, de la misma forma que la
santidad de uno beneficia a quienes el propio pecado perjudica

Los actos del penitente


Los actos del penitente son: el arrepentimiento, la confesión o manifestación de los
pecados al sacerdote y el propósito de realizar la reparación y las obras de
penitencia.

• El arrepentimiento (llamado también contrición) debe estar inspirado en


motivaciones que brotan de la fe. Si el arrepentimiento es concebido por
amor de caridad hacia Dios, se le llama "perfecto"; si está fundado en otros
motivos se le llama "imperfecto".
• El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe
confesar al sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aún y
de los que se acuerda tras examinar cuidadosamente su conciencia. Sin ser
necesaria, de suyo, la confesión de las faltas veniales está recomendada
vivamente por la Iglesia.
• El confesor impone al penitente el cumplimiento de ciertos actos de
"satisfacción" o de "penitencia", para reparar el daño causado por el pecado
y restablecer los hábitos propios del discípulo de Cristo.
• Sólo los sacerdotes que han recibido de la autoridad de la Iglesia la facultad
de absolver pueden ordinariamente perdonar los pecados en nombre de
Cristo.

La estructura fundamental de la Penitencia


Los elementos esenciales del sacramento de la Reconciliación son dos: los actos
que lleva a cabo el hombre, que se convierte bajo la acción del Espíritu Santo, y la
absolución del sacerdote, que concede el perdón en nombre de Cristo y establece
el modo de la satisfacción. Los actos del penitente.
11

El ministro de este sacramento


Cristo confió el ministerio de la reconciliación a sus Apóstoles, a los obispos,
sucesores de los Apóstoles, y a los presbíteros, colaboradores de los obispos, los
cuales se convierten, por tanto, en instrumentos de la misericordia y de la justicia
de Dios. Ellos ejercen el poder de perdonar los pecados en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo.

Los efectos de este sacramento


Los efectos del sacramento de la Penitencia son: la reconciliación con Dios y, por
tanto, el perdón de los pecados; la reconciliación con la Iglesia; la recuperación del
estado de gracia, si se había perdido; la remisión de la pena eterna merecida a
causa de los pecados mortales y, al menos en parte, de las penas temporales que
son consecuencia del pecado; la paz y la serenidad de conciencia y el consuelo del
espíritu; el aumento de la fuerza espiritual para el combate cristiano.

Las indulgencias
Las indulgencias son la remisión ante Dios de la pena temporal merecida por los
pecados ya perdonados en cuanto a la culpa, que el fiel, cumpliendo determinadas
condiciones, obtiene para sí mismo o para los difuntos, mediante el ministerio de la
Iglesia, la cual, como dispensadora de la redención, distribuye el tesoro de los
méritos de Cristo y de los santos.

. Las indulgencias son un medio para la remisión de la pena temporal debida por los
pecados y que la Iglesia otorga, siempre y cuando se cumplan unas condiciones.
Todo pecado necesita de una purificación, ya sea aquí o después de la muerte, en
cuyo caso la purificación se lleva a cabo en el Purgatorio. Hay dos tipos de
indulgencias: parcial o plenaria. La primera perdona toda la pena y la segunda solo
una parte de la pena debida por los pecados. Mediante las indulgencias, los fieles
pueden alcanzar para sí mismos y también para las almas del Purgatorio la remisión
de las penas temporales, consecuencia de los pecados. El cristiano que quiere
12

purificarse de su pecado y santificarse con la ayuda de la gracia de Dios no se


encuentra solo.

Así el recurso a la comunión de los santos permite al pecador contrito estar antes y
más eficazmente purificado de las penas del pecado.

La celebración del sacramento de la penitencia


La celebración del sacramento de la penitencia.

En referencia a la estructura del ritual de la penitencia es la siguiente:

• Saludo y bendición del sacerdote.


• Lectura de la palabra de Dios para la contrición y el arrepentimiento.
• Confesión.
• Imposición y aceptación de la penitencia.
• Absolución.
• Alabanza de acción de gracias.
• Despedida con bendición del sacerdote.

En líneas generales, el primer acto del sacramento de la penitencia es la contrición,


es decir arrepentimiento y resolución de no volver a pecar por parte del penitente.
Seguidamente se produce la confesión de los pecados al sacerdote y la penitencia
por la reparación del daño causado. En cuanto a la absolución de los pecados, es
el elemento esencial del sacramento ya que realiza la reconciliación.

• La fórmula de la
absolución en la Iglesia
latina es:
Dios, Padre misericordioso, que reconcilió
consigo al mundo por la muerte y la
resurrección de su Hijo y derramó el Espíritu
Santo para la remisión de los pecados, te
conceda, por el ministerio de la Iglesia, el
13

perdón y la Paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo.

• La fórmula de la absolución en la liturgia bizantina es:


Que el Dios que por el profeta Natán perdonó a David cuando confesó sus pecados,
y a Pedro cuando lloró amargamente y a la pecadora cuando derramó lágrimas a
sus pies, y al publicano, y al pródigo, que este mismo Dios, por medio de mi,
pecador, os perdone en esta vida y en la otra y que os haga comparecer sin
condenaros en su temible tribunal. El que es bendito por los siglos de los siglos.

En resumen, el sacramento de la penitencia está constituido por el conjunto de tres


actos por parte del penitente (arrepentimiento, confesión y penitencia) y por la
absolución del sacerdote.

2. UNCION DE LOS ENFERMOS

Fundamentos en la economía de la salvación


El sacramento de la unción de los enfermos es un sacramento de curación, el cual
es un regalo de Dios que ayuda a sanar y purificar el espíritu de quien lo recibe. A
través de él, se pide al Señor, la salud del cuerpo, del alma y del espíritu del cristiano
que pasa por una grave enfermedad o vejez avanzada. Asimismo, al recibir la
unción bien dispuesto y en gracia, si es la voluntad de Dios, puede obtenerse,
incluso, la curación o la salud que necesita el enfermo.

Quien recibe y quien administra este sacramento


La Unción de los Enfermos es para los católicos que están enfermos o enfrentan
situaciones que amenazan la vida (como una cirugía mayor o una emergencia
médica grave), así como para aquellos que pueden estar enfrentando una muerte
inmanente. Debido a la idea de que llamar al sacerdote para este sacramento puede
significar renunciar a un ser querido moribundo, muchos católicos esperan hasta
14

demasiado tarde para llamar al sacerdote. Hacer esto corre el riesgo de dejar a la
persona moribunda sin las gracias importantes de este sacramento.

Solo los sacerdotes (obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los


enfermos. Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este
sacramento. Los fieles en particular, los familiares y amigos, deben alentar a los
enfermos a llamar al sacerdote para recibir la Unción de los enfermos.

La celebración del sacramento


El sacramento como tal, se administra dentro de una celebración litúrgica y solo los
sacerdotes obispos y presbíteros, pueden administrarlo. La liturgia sacramental, en
su forma renovada, concuerda con lo que dice la Carta de Santiago. Comienza con
la imposición de manos del sacerdote en silencio y con una alabanza del aceite
consagrado, que en su forma básica se remonta al siglo IV

El signo sacramental quedó fijado en la Constitución apostólica del Pablo VI del


modo siguiente: "El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a
aquellos cuyo estado de salud implica un peligro de muerte, ungiéndoles en la frente
y en las manos con aceite de oliva consagrado en la forma reglamentaria... y
pronunciando las siguientes palabras: Por esta santa unción y por su bondadosa
misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Amén"

Usualmente, el aceite utilizado en este sacramento ha sido bendecido por el Obispo


en la Misa Crismal del Jueves Santo, en la que se bendicen también los óleos
sagrados que a lo largo de todo el año se van a utilizar para el Bautismo, la
Confirmación y el Orden Sagrado.

Siempre que sea posible, la unción debe ofrecerse pronto al enfermo y se le debe
administrar en una celebración en la que esté presente la comunidad local, por lo
menos mediante los familiares, amigos y algunas de las personas que lo asisten.
15

La celebración litúrgica consta de las siguientes partes:


• Saludo y preparación
• Liturgia de la Palabra
• Liturgia sacramental, que a su vez se compone de: imposición de manos por
parte del sacerdote, alabanza del aceite consagrado, signo sacramental por
el que se unge la frente y las manos del enfermo al tiempo que se dice " Por
esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la
gracia del Espíritu Santo. Amén"

Además, puede participar el enfermo de la comunión del Cuerpo de Cristo que, en


peligro de muerte, se llama viático, es decir, alimento para el último viaje.

Efectos de la celebración de este sacramento


La unción une al enfermo a la Pasión de Cristo para su bien y el de toda la Iglesia;
obtiene consuelo, paz y ánimo; obtiene el perdón de los pecados (si el enfermo no
ha podido obtenerlo por el sacramento de la reconciliación), restablece la salud
corporal (si conviene a la salud espiritual) y prepara para el paso a la vida eterna.
16

RECOMENDACIONES

Es importantes que los estudiantes conozcan que la importancia que tiene los
sacramentos de la reconciliación y de la unción de los enfermos, ya que por medio
de estos signos nos reencontremos nuevamente con Dios.

Una confesión ayuda al alma a liberar el peso que los ocasiona los pecados, es ahí
donde trabajaremos con los estudiantes a que participen y de esta manera crear un
hábito frecuente.

Organizaremos misas en los colegios y abriremos y espacio para las confesiones


para que los alumnos decida participar de este sacramento, además de
documentarlo con material, donde deberán investigar y profundizar sobre este
sacramento, donde realizaran un ensayo sobre los efectos que, con llevar al
confesar nuestros pecados,

De igual manera lo hará con el sacramento de la unción de los enfermos, creando


sentimientos empáticos sobre la dolencia de personas allegadas y familiares que
estén pasando por una enfermedad y se conviertan en personas que brinde apoyo
espiritual en esta circunstancia y transmitan la importancia de ceder a este
sacramento.
17

CONCLUSION

Con la confección de este trabajo podemos concluir lo siguiente:

• Las confecciones nos reconcilian con Dios, ya al confesar nuestros pecados


estamos liberando la carga lleva nuestra alma y de esta manera abrirnos a
recibir la gracias y misericordia de nuestro Padre Celestial.

• Realizar las confecciones de manera habitual es importantes, para fortalecer


cada día nuestro espíritu y corregir nuestras faltas y de esta manera ser
mejores cristianos.

• En el sacramento de reconciliación el sacerdote es el intermediario de


escucharlas nuestras faltas y que son perdonas en nombre de Nuestro
Señores Jesucristo.

• El sacramento de la Unción de los Enfermos, nos enseña que las


enfermedades nos acercan a Dios por la suplica de pedir consuelos y
sanación a las dolencias.

• La unción une a la persona enferma a la pasión de Cristo, de esta manera


ver el sufrimiento como el camino a la salvación, y de manera obtener perdón
de nuestros pecados y consuelo de poder se merecedores de la vida eterna.
18

BIBLIOGRAFIA

• https://docs.google.com/document/preview?hgd=1&id=1M8vbfktfjrl8NQZrn0
H03WMsj6vTdoph0frNHw5ucac
• https://www.marialuzdivina.com/paginas/ctc/p1501.php
• https://torremar.edu.ec/la-uncion-de-los-enfermos/
• https://sercomunicacion.es/el-protocolo-del-sacramento-de-la-penitencia/
• https://orecinos84.wordpress.com/2013/03/18/307-quien-es-el-ministro-del-
sacramento-de-la-reconciliacion/
• https://es.catholic.net/op/articulos/71496/cat/379/que-es-el-sacramento-de-
la-uncion-de-los-enfermos.html#modal
• https://attleborocatholics.org/es/learn/7-sacraments/el-sacramento-de-la-
uncion-de-los-enfermos
19

ANEXOS
20

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