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Folleto La Confesión y Examen de Conciencia

El documento proporciona una guía para una confesión general, incluyendo un examen de conciencia detallado basado en los mandamientos de la ley de Dios, los preceptos de la Iglesia y los pecados capitales. Se enfatiza la importancia de reconocer y enumerar los pecados mortales, así como la necesidad de practicar virtudes y cumplir con los deberes de estado. También incluye oraciones y reflexiones para ayudar en la preparación espiritual antes de la confesión.
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Folleto La Confesión y Examen de Conciencia

El documento proporciona una guía para una confesión general, incluyendo un examen de conciencia detallado basado en los mandamientos de la ley de Dios, los preceptos de la Iglesia y los pecados capitales. Se enfatiza la importancia de reconocer y enumerar los pecados mortales, así como la necesidad de practicar virtudes y cumplir con los deberes de estado. También incluye oraciones y reflexiones para ayudar en la preparación espiritual antes de la confesión.
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LA CONFESIÓN

EXAMEN DE CONCIENCIA
(Para preparar una buena confesión general, de toda la vida o del año)*
Es necesario acusar en confesión al menos todos los pecados mortales que se
recuerden. Se debe indicar también su especie y su número. Para ello, pedir a
Dios la gracia de conocer bien sus faltas, y examinarse atentamente. Para una
confesión general (de toda la vida o de varios años), se puede usar el examen
detallado que sigue, escribiendo sus pecados según las diferentes épocas de
su vida.

___________________________________________________________
* Las personas que acostumbran a confesarse cada semana o muy a menudo, bien pueden hacer el
examen más sencillo, recorriendo solamente las faltas en que suelen incurrir de ordinario.

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ORACIÓN PARA EXAMINARSE BIEN
Santísima Virgen María, Madre mía, dignaos obtenerme un verdadero dolor
de haber ofendido a Dios, el firme propósito de corregirme, y la gracia de
hacer una buena confesión.

También se puede rezar el Veni Sancte Spíritus:


Ven, Espíritu Santo, Sin tu ayuda,
Y envía desde el cielo Nada hay en el hombre,
Un rayo de tu luz. Nada que sea inocente.
Ven, Padre de los pobres; Lava lo que está manchado,
Ven, dador de las gracias; Riega lo que es árido,
Ven, lumbre de los corazones. Cura lo que está enfermo.
Consolador óptimo, Doblega lo que es rígido,
Dulce huésped del alma, Calienta lo que es frío,
Dulce refrigerio. Dirige lo que está extraviado.
Descanso en el trabajo, Concede a tus fieles,
En el ardor tranquilidad, Que en ti confían,
Consuelo en el llanto. Tus siete sagrados dones.
¡Oh luz santísima!, Dales el mérito de la virtud.
Llena lo más íntimo Dales el puerto de la salud,
De los corazones de tus fieles. Dales el eterno gozo.
Amén. Aleluya.

MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS


Primer Mandamiento: Amar a Dios sobre todas las cosas.
Olvidarse de Dios. Faltar a sus oraciones, o hacerlas mal. Negar o dudar de
alguna verdad de la fe católica. Descuidar su formación religiosa. Ir a actos de
culto de sectas falsas o a reuniones de sociedades prohibidas (sectas
protestantes, comunismo, masonería, etc.). Leer libros o revistas impíos.
Supersticiones, adivinaciones, horóscopos, etc... Desesperar o hablar contra
la Providencia. Callar pecados mortales en la confesión. Comulgar en pecado
mortal. Faltarle el respeto a la Iglesia y a sus Ministros. No amar a Dios sobre
todas las cosas. Avergonzarse de las prácticas de piedad.
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Segundo Mandamiento: No jurar su santo nombre en vano.
Juramentos falsos, inútiles, o malos (jurar vengarse). Imprecaciones (deseos
malos) contra sí mismo o contra otros. Maldecir. Blasfemias o palabras
irreligiosas. Usar sin respeto el nombre de Dios o de los santos, o las palabras
de la Sagrada Escritura. Faltar a algún voto o promesa hecha a Dios.

Tercer Mandamiento: Santificar domingos y fiestas.


Faltar a misa en domingo o día de precepto.* Llegar a misa con retraso.
Distraerse voluntariamente en ella. Profanar el domingo con reuniones o
diversiones peligrosas. Trabajar o mandar trabajar, sin necesidad, en trabajos
serviles, durante gran parte del día.
* Los días de precepto en Chile son: Asunción de María (15 de agosto); Todos los Santos (1 de
noviembre); Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre) y Navidad (25 de diciembre).

Cuarto Mandamiento: Honrar padre y madre.


Hijos: Desobedecer a los padres. Tratarles con dureza y sin respeto. Causarles
pena y disgusto. No asistirles durante su vida y en el momento de su muerte.
No rezar por ellos. No tomar en cuenta sus sabios consejos. Tratar mal a sus
hermanos, reñir con ellos. Desobedecer a los superiores civiles o religiosos.
Juzgarlos y criticarlos injustamente. Fomentar el mal espíritu. Padres: No hacer
rezar en familia. Mal uso de los bienes. Descuidar la educación de sus hijos,
catecismo, primera comunión, etc... Mandarlos a escuelas malas. No
vigilarlos, corregirlos y castigarlos cuando hace falta. No acostumbrarlos a
renunciarse, sacrificarse, vencer sus caprichos. Tratarlos con demasiada
aspereza y sin paciencia. Permitirles frecuentaciones, diversiones y películas
peligrosas para la fe, la castidad, etc... Darles mal ejemplo, mentir o discutir
en su presencia, etc...

Quinto Mandamiento: No matar.


Matar, golpear, herir, injuriar. Causar algún daño. Enojarse, desear vengarse,
desear el mal. Odio, rencores. Negarse a perdonar. Impaciencia. Dureza para
con los pobres y los que sufren. Malos consejos. Escandalizar a otros e
inducirlos a pecar con ejemplos, conversaciones, modos de vestir, libros
malos, etc... Aborto.* Eutanasia. Imprudencias en la carretera.
* El aborto es castigado por la Iglesia con una excomunión.
Sexto y noveno Mandamientos:
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No fornicar. No desear la mujer del prójimo.
Detenerse voluntariamente en pensamientos o deseos contrarios a la pureza.
Conversaciones deshonestas. Libros, diarios, películas malas, televisión.
Miradas culpables. Acciones deshonestas, solo, o con otros.* Vestidos
indecentes. Familiaridades entre novios. Todo fraude en el uso del
matrimonio. Onanismo, preservativos, píldoras, esterilización, etc. Negar
injustamente el débito conyugal.
* Todo lo que sea buscar o admitir el placer sexual fuera del uso lícito del matrimonio, es pecado mortal.
Nota: Se deben precisar las circunstancias que cambian la especie del pecado
(adulterio, incesto, homosexualidad, bestialidad...). El que no quiere renunciar a la
ocasión próxima del pecado no puede recibir la absolución ni seguir comulgando.

Séptimo y décimo Mandamientos:


No hurtar. No codiciar los bienes ajenos.
Cometer o ayudar a cometer injusticias, fraudes, robos. Causar daño a otro
en sus bienes. No restituir. No pagar sus deudas. Engañar en las ventas,
contratos, transacciones. Coimas y otras ganancias injustas. Usura. Precios
injustos. Juegos por dinero.

Octavo Mandamiento: No mentir.


Mentiras. Juicios temerarios. Hablar mal del prójimo. Sembrar la discordia
con chismes. Calumnias. Falsos testimonios. Violar un secreto, leer cartas,
etc...

PRECEPTOS DE LA IGLESIA
Primer Precepto: Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
(ver el tercer Mandamiento de la ley de Dios).
Segundo Precepto: Confesar por lo menos una vez dentro del año, o si
hay peligro de muerte, o si se ha de comulgar.
Tercer Precepto: Comulgar por Pascua Florida.
Cuarto Precepto: Ayuno y abstinencia.*
* Según la disciplina actual, el ayuno obliga solamente el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

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La abstinencia obliga todos los viernes del año, aunque puede ser sustituida por otra práctica de
piedad. El ayuno consiste en una sola comida importante por día; la abstinencia, en la privación de
carnes y grasas animales.
Quinto Precepto: Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.

PECADOS CAPITALES
Soberbia: Pensamientos de vanidad. Desprecio de los demás.
Susceptibilidad. Terquedad. Ser esclavo del "qué dirán" y de la moda.
Avaricia: Apego excesivo al dinero o a otras cosas. No hacer limosnas con
algo de mi superfluo.
Lujuria: (Ver sexto y noveno Mandamientos de la Ley de Dios).
Envidia: Tristeza por el bien de los demás. Alegría por el mal que les ocurre.
Sentimientos de envidia, celos.
Gula: Exceso en el comer y en el beber. Embriaguez.
Ira: (Ver quinto Mandamiento de la Ley de Dios).
Pereza: Al levantarse. En el trabajo. En las obligaciones religiosas. Perder el
tiempo. Ociosidad.

VIRTUDES QUE DEBEMOS PRACTICAR*


(Examen más detallado para confesarse mejor)
* La vida moral gira alrededor de las tres virtudes teologales y las cuatro virtudes cardinales. Para
cada virtud mencionamos los actos principales que se deben practicar, y luego los pecados contrarios.

Fe
Debemos: Creer todo lo que Dios nos ha revelado, y nos enseña por su
Iglesia. Amar la Tradición y desconfiar de las novedades. Estudiar el
catecismo y la doctrina cristiana. Lectura espiritual. Hacer frecuentes actos de
fe, especialmente al recibir los sacramentos, al rezar, etc... Conformar nuestra
conducta a los principios de la fe. Profesar con valor nuestra fe y saber
defenderla. Ser apóstol. Luchar contra el error.

Es pecado: Rechazar alguna verdad revelada. Consentir en dudas contra la

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fe. Indiferentismo (pensar o decir que todas las religiones son buenas). Vivir
todo el día sin Dios. Esconder su fe por cobardía.

Esperanza
Debemos: Pensar con frecuencia en el Cielo y en los bienes eternos.
Desearlos ardientemente. Despreciar los bienes y placeres de esta vida. Vivir
en un santo temor de ofender a Dios.
Es pecado: Desconfiar de la bondad y providencia de Dios. Pretender que
es imposible vivir como verdadero cristiano. No pedir la gracia para ello.
Poner toda su confianza en sus propias fuerzas y no en Dios. Presunción
(valerse de la misericordia de Dios para pecar). Ponerse en ocasión de pecado.

Caridad
Debemos: Amar a Dios más que a todo, y al prójimo por amor de Dios. Hacer
frecuentes actos de amor de Dios. Vivir en su presencia. Buscar agradarle en
todo. Deseo de la perfección. Servirlo con alegría. Procurar que Jesús reine.
Examen de conciencia diario. Confesión frecuente. Visita al Santísimo
Sacramento. Estimar y honrar a nuestros hermanos. Asistirlos y ayudarlos.
Soportar sus defectos. Delicadeza en el trato con los demás. Guardarse de la
murmuración. Limosnas. Buscar con celo el bien de las almas.
Es pecado: Indiferencia religiosa y tibieza espiritual. No obrar con intención
recta. Hacer las cosas para ser visto de los hombres. Afecto excesivo por las
creaturas. Odio al prójimo. Desprecio. Rencores. Juzgar mal a los demás.
Hablar mal de ellos. Murmuración. Envidia. Discordias. Riñas. Dar mal
ejemplo. Causar escándalo. Aprobar la mala conducta de los amigos.

Prudencia
Debemos: Obrar en todo con prudencia e inteligencia, según lo que
conviene para alcanzar nuestra salvación y perfección. Reflexionar antes de
actuar. Docilidad para aprender de la experiencia. Docilidad a los consejos
del director espiritual, de los superiores, de los amigos. Organización.
Prontitud para obrar el bien.
Es pecado: Precipitación. Hacer todo "a la buena de Dios". Inconstancia. Negligencia.
Usar de astucia y pequeños engaños para "salirse con la suya". Perder el tiempo.

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Justicia
Debemos: Antes morir que cometer cualquier injusticia. Restituir si es el
caso. Hacer pasar el bien común antes que el interés propio. Tener el culto
del deber. Amar el trabajo bien hecho. Obedecer a sus superiores y buscar el
bien de sus inferiores. Usar sus bienes para la utilidad de todos y no solamente
para la propia. Amar y ayudar a la familia y a la patria.
Pecados: (ver los Mandamientos de la Ley de Dios). Prometer mucho y no
cumplir nada. No devolver lo prestado. Avaricia. Llegar siempre tarde al
trabajo, a sus citas, ¡a misa! Descuidar sus obligaciones. No pedir perdón por
sus faltas o errores.

Religión
Debemos: Entregamos a Dios con fervor, para cumplir su voluntad. Rezar
con atención y perseverancia. Devoción tierna y sólida a la Santísima Virgen,
a los Ángeles y a todos los santos. Reparar por los pecados y consolar al
Corazón Inmaculado de María. Imitar sus virtudes. Meditación. Rosario solo
o en familia. Adorar a Dios y ofrecerle sacrificios. Asistir con frecuencia a la
Santa Misa. Santificar el domingo.
Pecados: Falta de contrición en la confesión, de fervor en la comunión y
acción de gracias, y de atención en las oraciones. No cumplir sus votos.

Fortaleza
Debemos para salvamos estar dispuestos a morir o sufrir cualquier cosa
antes que pecar gravemente. Sufrir con paciencia. Atacar con valor y audacia
los obstáculos puestos al bien. Desear hacer cosas grandes. Preparar nuestra
alma para el martirio si Dios se dignara llamarnos a él. Perseverar en el bien
toda nuestra vida, a pesar de las dificultades.
Es pecado: Temer más los males temporales que el infierno. Apartarse del
bien por temor o debilidad. Exponerse al peligro con temeridad, confiando
demasiado en sus fuerzas. Ambición, vanagloria, jactancia, hipocresía (fingir
una virtud que no se tiene). Molicie (huir de todo esfuerzo, y rendirse a la
primera dificultad). Pereza. Ocio. Desaliento.
Templanza
Debemos usar de los bienes sensibles según las necesidades de la vida

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presente. Huir de las cosas torpes, amar la belleza de la virtud. Abstinencia y
sobriedad en las comidas. Pequeñas privaciones. Ayunos. Castidad y pudor.
Evitar todo contacto sensual. Huir de las ocasiones. Mortificar la imaginación,
pensamientos de vanidad, envidias, etc... Mortificar sobre todo la voluntad
propia con la obediencia. Reconocer fácilmente sus faltas o errores y pedir
perdón. No singularizarse en nada. No buscar el éxito sino el servicio de Dios.
Aceptar y amar las humillaciones, que son lo que más nos santifica.
Mansedumbre. Modestia. Amor de la pobreza, moderación y simplicidad.
Amar el silencio, recogimiento.
Pecados: Gula. Comer fuera de tiempo o con exceso. Hablar demasiado y
con bufonería. Lujuria (ver el sexto Mandamiento). Bailes. Miradas malas. Ver
y dejar ver programas malos en la televisión. Droga, etc. Insensibilidad y
crueldad. Soberbia. Susceptibilidad. Respeto humano y miedo del "qué
dirán". No aceptar ninguna observación. Amor desordenado de la propia
libertad e independencia. Curiosidad en cosas malas o inútiles. Exceso en el
juego y diversiones. No tomar nada en serio.

Pero no es pecado: pena de muerte contra los criminales. Guerra justa.


Santa indignación contra los que pervierten las almas, difunden el error y
escandalizan a los inocentes. ( Tampoco es pecado cortar un árbol o matar
un animal!) Para los casados, es bueno y virtuoso tener muchos hijos,
educándolos cristianamente.

DEBERES DE ESTADO
Examinarse diligentemente sobre el cumplimiento de sus obligaciones
familiares, profesionales, etc... según el propio estado y condición:
- El religioso sobre el cumplimiento de sus votos y reglas, el sacerdote sobre
su breviario, misa, predicaciones, catecismos, confesiones, visita a los
enfermos, etc...
- Los padres de familia sobre la educación de sus hijos.
- Los esposos sobre su vida doméstica, amor y ayuda mutua en la virtud,
obediencia de la mujer a su marido.
- El estudiante sobre sus estudios, etc...
- El fiel esclavo de María, por su parte, no se olvidará de sus obligaciones

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particulares de amar y servir a nuestra Reina y Madre del Cielo.

MODO PRÁCTICO DE CONFESARSE


Luego de haber realizado el examen de conciencia, se reza el Acto de Contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y
Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre
todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me
pesa porque podéis castigarme con las penas eternas del infierno. Ayudado
de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme
y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco Señor mi vida,
obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y así como lo suplico,
así confío en que me los perdonaréis por los méritos de vuestra Preciosísima
Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y perseverar en
tu amor y santo servicio hasta el fin de mis días. Amén.

Luego de rezado el acto de contrición, hay que acercarse al confesor,


arrodillándose ante él, diciendo "Ave María Purísima. Padre, hace ... que no me
confieso, cumplí (o no) la penitencia que se me impuso en la última confesión y me acuso
de..." Si uno no se anima a decirlo todo bien, se puede pedirle al sacerdote que
nos ayude.
Al terminar la confesión, se puede añadir, sobre todo si en la confesión uno
no se ha acusado de nada grave: "Me acuso, Padre, de todos los pecados de mi vida
pasada y en particular de aquellos que cometí contra tal mandamiento... o contra la virtud
de... Pido perdón a Dios por ellos, y a vos, Padre, penitencia y absolución".
Atendamos a lo que nos diga el confesor y a la penitencia que nos impondrá,
y mientras nos dé la absolución, digamos con todo fervor nuevamente el Acto
de Contrición.

DESPUÉS DE LA CONFESIÓN
Se debe cumplir sin demora con la penitencia impuesta por el sacerdote. No

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se debe olvidar agradecer a Dios por la gran gracia del perdón recibido. Sobre
todo, no hay que dejarse llevar por los escrúpulos. Si el demonio intenta
preocuparnos o confundirnos, no debemos discutir con él. Jesús no ha
instituido el Sacramento de la Penitencia para torturarnos, sino para
liberarnos. Lo que nos pide, a cambio de su amor, es una gran lealtad al
acusarnos de nuestras faltas (especialmente de las graves) y de la sinceridad al
prometer evitar realmente todas las ocasiones de pecado. Esto es lo que
acabamos de hacer. Agradezcamos a Nuestro Señor Jesucristo y a su
Santísima Madre: "Ve, y no peques más".

"Señor, abandono mi pasado a vuestra misericordia,


mi presente a vuestro amor, mi futuro a vuestra providencia"
(San Pío de Pietrelcina)

LAS INDULGENCIAS
Se llama Indulgencia al perdón de la pena temporal debida por los pecados
que han sido perdonados ya en cuanto a la culpa. Este perdón lo concede la
Iglesia fuera del Sacramento de la Penitencia. En las Indulgencias, la Iglesia
aplica a los vivos (a modo de absolución) y a los difuntos (a modo de sufragio)
las satisfacciones infinitas de Jesucristo y las satisfacciones sobreabundantes
de la Santísima Virgen y de los Santos. Estas satisfacciones constituyen el
tesoro espiritual de la Iglesia.
Pueden conceder Indulgencias el Sumo Pontífice y aquellos a quienes el
Sumo Pontífice se lo concediere, ya sea a título personal, ya sea a título de
derecho anejo a un cargo, como son los Obispos.

CLASES DE INDULGENCIAS
Las indulgencias se dividen en dos clases:
Plenarias: perdonan toda la pena temporal merecida por los pecados.
Parciales: perdonan sólo una parte de la pena temporal merecida por los pecados.

CONDICIONES PARA GANAR LAS INDULGENCIAS


Primero. Estar bautizado y no tener excomunión.

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Segundo. Tener intención —por lo menos en general— de ganarla.
Tercero. Cumplir íntegramente las obras prescritas.
Cuarto. Estado de gracia, por lo menos en el momento de acabar de cumplir
las obras prescritas. Para ganar la Indulgencia plenaria es necesario no tener
ningún pecado venial y, por tanto, estar desligado de todo afecto al pecado.
Si alguno no llega a ganar una indulgencia plenaria, por algún óbice que él
pone, gana una parte del perdón, mayor o menor, según sean sus
disposiciones.

APLICACIÓN DE LAS INDULGENCIAS


A menos que se declare lo contrario, quien gana una Indulgencia concedida
por el Sumo Pontífice puede aplicarla a las almas del Purgatorio. Fuera de este
caso, no puede aplicarse ninguna Indulgencia en favor de aquellos que todavía
viven, sino que sólo puede ganarse para uno mismo.

"CONDICIONES ACOSTUMBRADAS"
Se emplea corrientemente esta expresión para indicar lo que es preciso hacer
para ganar una Indulgencia plenaria. ¿Cuáles son estas "condiciones"?
Primero. Confesión
(puede hacerse dentro de los ocho días que inmediatamente preceden al que
tiene fijada la Indulgencia, y también dentro de la octava que sigue).
Segundo. Comunión
(puede hacerse en la víspera del mismo día y dentro de la octava que sigue).
Tercero. Oración por las intenciones del Sumo Pontífice
(no basta con una oración mental: debe ser vocal —excepto para los
sordomudos—), elegida libremente por los fieles, a no ser que haya sido
señalada alguna determinada. Las "intenciones del Sumo Pontífice" son:
la exaltación de la Iglesia Católica; la extirpación de las herejías; la propagación
de la fe; la conversión de los pecadores; la paz y concordia de los príncipes
cristianos.

DEVOCIÓN A LA SAGRADA EUCARISTÍA

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La Eucaristía es el más grande de todos los
sacramentos, y produce en el alma efectos admirables
si se recibe con las debidas disposiciones.
¿Qué es el sacramento de la Eucaristía? La
Eucaristía es un sacramento en el cual, por la
admirable conversión de toda la substancia del
pan en el Cuerpo de Jesucristo y de toda la
substancia del vino en su preciosa Sangre, se
contiene verdadera, real y sustancialmente el
Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad del
mismo Jesucristo Nuestro Señor, bajo las
especies del pan y del vino, para nuestro
sostén espiritual.

Efectos. Unión estrecha con Jesucristo, aumento de la vida de la gracia y del


fervor de la caridad, fuerza más grande contra el pecado y disminución de la
concupiscencia, perdón de los pecados veniales, prenda de la resurrección
gloriosa: tales son los beneficios de este alimento divino y celestial remedio.
Disposiciones. El fruto de la comunión se obtiene en proporción del fervor
con el cual se recibe. Sin embargo, para comulgar con provecho, incluso cada
día, las únicas condiciones requeridas son:
1° Estar en estado de gracia;
2° Tener una intención recta y piadosa, es decir, el deseo de agradar a Dios y hacerse mejor;
3° Observar el ayuno eucarístico. Abstenerse durante una hora antes de la
comunión, de alimentos sólidos y de bebidas; el agua no rompe el ayuno.
Obligación. Hay obligación de comulgar todos los años por Pascua Florida
o de Resurrección y, además, en peligro de muerte. Pero el deseo de la Iglesia,
respondiendo al deseo de Nuestro Señor, es que los fieles comulguen más a
menudo, e incluso, si lo pueden, todos los días, ya que la Eucaristía debiera
ser ”el remedio cotidiano de nuestras dolencias cotidianas”.
He mandado imprimir y difundir este folleto In Memoriam Gisela Silva Encina, R.I.P.
( † 29/07/2015) Rogad al Señor por su eterno descanso.

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