¿QUÉ ES EL APRENDIZAJE SERVICIO?
El aprendizaje-servicio es una propuesta pedagógica en la que la solidaridad y la participación
ciudadana activa, además de ser contenidos de aprendizaje, pueden ser en sí mismas una manera
novedosa de aprender contenidos, adquirir competencias y habilidades y modificar actitudes, si es
planificada adecuadamente.
Es decir, la propuesta del aprendizaje-servicio no solo promueve la formación ciudadana y el
aprendizaje de valores en la práctica sino que, además instala una forma de aprender más, de
aprender mejor, un modo de dar sentido y relevancia social al conocimiento. Constituye una forma de
aprendizaje activo y significativo, situado en el contexto de una comunidad que se convierte en un
lugar de participación, pero también de aprendizaje.
                    “Al describir experiencias de aprendizaje-servicio (APS), todo lo
                   que se nos cuenta resulta cercano, pero algo en ellas es también
                    nuevo (...). Se trata de una propuesta conocida en cada una de
                   sus etapas y; en cambio, original en cuanto la enlazamos en una
                             actividad compleja de aprendizaje y servicio.”
                     Puig Rovira-Palos Rodríguez (2006). “Rasgos pedagógicos del
                  aprendizaje-servicio” Cuaderno de Pedagogía N° 357, mayo, p.61.
Hay centenares de definiciones de “aprendizaje-servicio” que circulan en el mundo en diversas
lenguas, pero todas ellas comparten tres rasgos comunes.
El primero es que toda experiencia de aprendizaje-servicio implica el desarrollo de un servicio
solidario destinado a atender necesidades reales y sentidas por una comunidad. Y en esta frase
cada palabra tiene peso propio. Porque el aprendizaje-servicio no es solo hacer un diagnóstico, no es
solo reflexionar sobre los males del mundo, sino que implica pasar de la descripción de una realidad a
intentar transformarla, a través de una intervención solidaria concreta. Por otra parte, esa actividad
tiene que vincularse con una necesidad real y sentida por la comunidad, identificada “junto con” ella y
no “para” ella, para no caer en la tentación de ofrecer a la comunidad lo que la escuela, el Instituto de
Formación Docente o la Universidad cree que necesita y perder la oportunidad de escuchar cuáles son
las prioridades de esa comunidad, o cuáles son las necesidades que realmente son acuciantes para
ella.
Un segundo rasgo fundamental de los proyectos de aprendizaje-servicio es el protagonismo juvenil.
Para que este tipo de experiencias solidarias sean realmente educativas tienen que estar
protagonizadas por los estudiantes; los niños, niñas y jóvenes deben apropiarse del proyecto, de su
intencionalidad, deben ser quienes propongan iniciativas, reflexionen, monitoreen y corrijan el rumbo
de la intervención desde el diagnóstico inicial, su planeamiento hasta su evaluación final.
Y, finalmente, lo que hace original a la propuesta del aprendizaje-servicio en el vasto mundo del
voluntariado y del servicio social comunitario es que estas acciones solidarias están articuladas
intencionadamente con los contenidos de aprendizaje. Contenidos tanto de aprendizaje disciplinar,
competencias, actitudes que se favorecen, habilidades que se fomentan, procesos de crecimiento que
se acompañan; es decir, un planteo integral de aprendizaje.
En un buen proyecto de aprendizaje-servicio, el componente aprendizaje incluye contenidos
curriculares, reflexión sobre las prácticas, desarrollo de competencias para la ciudadanía y el trabajo, y
también actividades de investigación -sobre todo en la Educación Superior-. Es decir,
simultáneamente, niños, niñas y jóvenes aprenden contenidos académicos y, a la vez, realizan tareas
importantes y de responsabilidad en su comunidad y en la propia institución educativa.
Este tipo de proyecto apunta simultáneamente a mejorar la calidad educativa, la calidad de vida local y
la respuesta ciudadana porque permite aprender con otros, en escenarios concretos y reales, a través
de acciones útiles y significativas.
Intencionalidad pedagógica-Intencionalidad solidaria
Se trata, por lo tanto, en los proyectos de aprendizaje-servicio, de sostener simultáneamente la
intención pedagógica de mejorar la calidad de los aprendizajes y la intención solidaria de ofrecer una
respuesta participativa a una necesidad social.
En las instituciones educativas, muchas veces, se desarrollan en forma paralela o inconexa dos tipos
de experiencias: por un lado, actividades con objetivos específicamente académicos, como trabajos de
campo o pasantías, para que los estudiantes apliquen metodologías de investigación y tomen contacto
con la realidad concreta en función de un aprendizaje disciplinar determinado. Por otro lado, en
muchos Jardines de Infantes, escuelas primarias y secundarias, institutos terciarios y universidades se
desarrollan actividades solidarias: campañas en beneficio de una causa de la propia comunidad o de
otras (recolección de alimentos, de ropas, libros, forestación, apoyo escolar, etc.).
Pero, solo hablaremos de experiencias de aprendizaje-servicio cuando se da la intersección de
estos dos tipos de actividades; es decir, cuando en el desarrollo de un proyecto estén presentes
simultáneamente la intención pedagógica y la intención solidaria.
En el caso de la Educación Superior, los proyectos de aprendizaje-servicio logran articular las
diferentes misiones de la universidad: docencia, extensión e investigación. La universidad se concibe
como parte integrante de la comunidad, a cuyas demandas responde desde sus tres misiones básicas.
Retroalimentación y aportes entre los saberes de la comunidad y los académicos.
Cuando se realizan experiencias de aprendizaje-servicio, los aprendizajes académicos mejoran la
calidad del servicio ofrecido. El servicio demanda una mejor formación integral, estimula la adquisición
o producción de nuevos conocimientos para resolver adecuadamente la necesidad detectada y todo
redunda en un mayor compromiso ciudadano.
A su vez, los conocimientos y las estrategias propios de las comunidades desafían los Conocimientos
específicamente académicos; los problemas imprevistos obligan a plantear nuevas preguntas, nuevas
estrategias, y en ese sentido, el trabajo solidario genera nuevos conocimientos e impacta en una mejor
formación de los estudiantes y en una producción académica de mayor rigor y pertinencia social.
Además, en las comunidades hay muchos saberes producidos desde el afuera de la educación formal:
saberes ancestrales, saberes populares que pueden entrar en diálogo con el conocimiento científico y
enriquecerlo.
Aprendizaje-servicio y participación ciudadana
Un proyecto de aprendizaje-servicio contribuye significativamente en la formación para el ejercicio
activo, participativo y solidario de la ciudadanía, porque permite pasar del discurso a la práctica, exige
aprender a ser solidario y participativo en la vida real, a tratar con los variados matices de la vida
cotidiana, y a sustituir el entusiasmo inicial por la perseverancia cotidiana en terreno para sortear
obstáculos, superar y resolver problemas.
Este tipo de experiencia conlleva una reflexión sobre los contextos socioeconómicos y políticos en los
que se sitúa el problema a abordar; así como sobre las responsabilidades y roles de los organismos
públicos, las organizaciones sociales y los ciudadanos en torno a esas problemáticas.
De tal modo que cada acción tendiente a cubrir una ausencia de servicio o una restitución de derechos
que deberían estar cubiertos, es necesario que esté acompañada de una reflexión sobre esa realidad y
sus motivos. Así, un proyecto de aprendizaje-servicio puede constituir el paso necesario hacia la
ciudadanía madura que se requiere para una aproximación crítica a los problemas sociales y para
pensar la dimensión política que tienen las intervenciones comunitarias.
Las experiencias solidarias se enriquecen si aprovechan la acción y la sinergia de otras instituciones
que actúan en la comunidad, organizaciones sociales, organismos estatales, empresas… con las que
se pueda efectuar acuerdos, convenios alianzas o redes. Además de contribuir a la sustentación del
proyecto, sus logros fortalecerán el tejido social y la participación ciudadana comprometida.
         Los estudiantes de la escuela N° 27 “Héroes de Malvinas” del barrio
         “2 de Abril” de Lomas de Zamora se propusieron prevenir el dengue
         en su comunidad. Pero no sólo investigaron, no sólo diseñaron
         folletos, no sólo montaron una carpa en la calle más concurrida de
         su barrio, un barrio que tiene gravísimos problemas económicos, y
         donde los chicos identificaron muchísimos focos de riesgo para la
         infección del dengue. Ellos no se quedaron en la descripción del
         problema. Se dijeron: “no queremos esto”, y sacaron fotos de las
         pilas de basura en la calle, del agua estancada, armaron un petitorio
         para su Municipalidad y juntaron firmas para que los vecinos le
         pudieran decir a sus representantes locales: “queremos que este
         problema concreto se resuelva”.
Aprendizaje-servicio e inclusión educativa
Se puede decir que los proyectos de aprendizaje-servicio son una herramienta de inclusión educativa
porque contribuyen a mejorar el presentismo, a disminuir la repitencia y la deserción escolar y a
mejorar los rendimientos acádemicos de los niños, niñas y jóvenes en situaciones de vulnerabilidad
-según evidencias de investigación de Argentina, Chile 1 y otros países latinoamericanos-.
En este tipo de actividades, los niños, niñas y jóvenes en situación de riesgo dejan de ser
considerados -y de considerarse- “destinatarios” de acciones para asumirse como protagonistas. Las
actividades solidarias les dan la confianza para comenzar a creer que son capaces de hacer cosas que
ni ellos mismos creían posible, y ese fortalecimiento de la autoestima y de la motivación para aprender
permite pensar y generar proyectos a futuro, y -como señalaba el Dr. Furco3- esos “factores
mediadores” influyen en que falten menos a clase, en que estén más motivados para estudiar, en que
fracasen menos en la escuela y continúen allí.
También sus docentes, los coordinadores de los proyectos, las autoridades, a través de las acciones
específicas en terreno, ven desempeñarse a estos niños, niñas y jóvenes de forma diferente a la del
aula y los pueden apreciar en sus potencialidades e iniciativas, lo cual ayuda a cambiar la mirada y a
desechar “profecías autocumplidas”. Allí, establecen otro tipo de relación con ellos debido a la
situación que promueve la experiencia y ese “plus” de confianza en las capacidades y potenciales del
otro opera como un refuerzo y autoafirmación positivos.
El equipo docente -en la ejecución del proyecto- ensaya y se apropia de estrategias pedagógicas
difíciles de implementar en el aula, propias de un trabajo en terreno- decisiones grupales, corrimiento
de roles, delegación de responsabilidades, construcción de liderazgos, etc- que redundan en beneficio
de la permanencia activa y sentida en el sistema escolar.
Condiciones para fortalecer las experiencias de aprendizaje-servicio
Los proyectos de aprendizaje-servicio producen impactos estadísticamente significativos sólo si reúnen
ciertos requisitos, entre otros :
Duración suficiente: Hay consenso entre los investigadores en cuanto a que el mínimo de tiempo que
se requiere para que un proyecto de aprendizaje-servicio tenga un impacto significativo es de seis
meses.
1
  2 Eroles, D. “El aprendizaje-servicio en las políticas educativas chilenas”. En Ministerio de
Educación, Ciencia y Tecnología (2005). Aprendizaje y servicio solidario en la Educación
Superior y en los sistemas educativos latinoamericanos. Actas del 7mo. Seminario Internacional
“Aprendizaje y servicio solidario”, República Argentina, Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología, Unidad de Programas Especiales, Programa Nacional Educación
Solidaria, p. 118-120.
3 Furco, A. “Impacto de los proyectos de aprendizaje-servicio”. En Ministerio de Educación,
Ciencia y Tecnología (2005). Aprendizaje y servicio solidario en la Educación Superior y en
los sistemas educativos latinoamericanos. Actas del 7mo. Seminario Internacional “Aprendizaje
y servicio solidario”, República Argentina, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología,
Unidad de Programas Especiales, Programa Nacional Educación Solidaria, p.19-26.
4 Tapia, M. N. “Excelencia académica y aprendizaje-servicio en la escuela y la Educación
Superior”. En Ministerio de Educación (2009). Excelencia Académica y Solidaridad. Actas
del 11mo. Seminario Internacional “Aprendizaje y Servicio Solidario”, República Argentina,
Ministerio de Educación, Programa Nacional Educación Solidaria, p. 37-67.
5 Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Programa Nacional Educación Solidaria
(2007) 10 años de Aprendizaje y Servicio Solidario en Argentina, Buenos Aires, pp. 3
Una experiencia breve puede ser interesante, pero es más difícil que deje en la vida de los estudiantes
o de la comunidad el tipo de huella que puede generar una experiencia sostenida por un semestre o
por todo un ciclo lectivo.
Intensidad significativa: entendemos por “intensidad” la frecuencia con que se realizan las
actividades solidarias. Para que las intervenciones en la comunidad cumplan con su potencial carácter
formativo la frecuencia tendrá que ser semanal o quincenal y con una carga horaria
significativa. Si bien la calidad del servicio no está directamente relacionada con la intensidad, los
lazos de confianza, compromiso y responsabilidad se afianzan con el tiempo. Al intensificarse el
vínculo, la resolución conjunta de las demandas y necesidades de la comunidad, se convierte en un
hábito y la posibilidad de dejar capacidad instalada es indudablemente mayor.
   Las experiencias de aprendizaje-servicio5:
   • Fortalecen la calidad educativa, porque para solucionar problemas
   concretos hay que saber más que para dar una lección o una prueba,
   y porque en el terreno se aprenden conocimientos, se adquieren
   competencias y habilidades que no pueden encontrarse en los
   libros.
   • Educan para la ciudadanía, porque no se agotan en el diagnóstico
   o la denuncia y avanzan en el diseño y ejecución de proyectos
   transformadores de la realidad.
   • Son prácticas inclusivas, porque alientan el protagonismo -aun de
   aquellos con capacidades diversas o condiciones de máxima vulnerabilidad-,
   porque contribuyen a superar la pasividad de la cultura
   clientelista al comprometerse activa y eficazmente en proyectos de
   desarrollo local.
   • Permiten articular redes entre la escuela y las organizaciones de la
   comunidad, lo cual facilita la tarea de la escuela y encuentra soluciones
   articuladas a problemas comunes.
   • Cambian la visión social de los niños, niñas y jóvenes, porque dejan
   de ser un “problema” o “la esperanza del mañana” al convertirse
   en activos protagonistas del presente.
El presente material corresponde a las pg. 11 a 16 del texto: