[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
230 vistas36 páginas

Asensi Crítica Límite El Limíte de La Crítica

Este documento analiza las relaciones entre la deconstrucción y la teoría literaria. Explora cuatro niveles de relación: 1) entre el estructuralismo y el postestructuralismo, 2) entre la deconstrucción y el postestructuralismo, 3) entre la teoría literaria y la deconstrucción, y 4) entre la crítica literaria deconstructiva y la deconstrucción.

Cargado por

Danilo Esquivel
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
230 vistas36 páginas

Asensi Crítica Límite El Limíte de La Crítica

Este documento analiza las relaciones entre la deconstrucción y la teoría literaria. Explora cuatro niveles de relación: 1) entre el estructuralismo y el postestructuralismo, 2) entre la deconstrucción y el postestructuralismo, 3) entre la teoría literaria y la deconstrucción, y 4) entre la crítica literaria deconstructiva y la deconstrucción.

Cargado por

Danilo Esquivel
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 36

,.

;--

ESTUDIO INTRODUCTORIO:
CRITICA LfMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA*
(Teoria literaria y deconstruccion)

MANUEL ASENSI

0. INTRODUCCI6N: LOS CUATRO VERTICES DEL MARCO

Sabemos que J. Derrida no es ni un teorico literario ni


un filosofo en el sentido estricto y que, al mismo tiempo,
habla de y usa la literatura y la filosofia. En sus textos se

"' Nota explicativa: Aunque Ia serie de Lecturas en Ia que se inserta este


libro tiene como objetivo prioritario Ia recopilacion de textos representa-
tivos de las principales direcciones de investigacion teorico-literarias de las
ultimas decadas, dejando por ello de !ado introducciones y prologos, en
esta ocasion nos hemos permitido colocar al rente de esta antologia -sin
que ello presuponga ninguna alteracion en Ia linea habitual de dicha
serie- un estudio en razon del complejo Iugar que ocupa Ia deconstruc-
cion en el ambito de Ia teoria y criticas literarias. Complejidad esta debida
tanto a los ascendientes de esta corriente y a Ia practica de su habla, como a
su m a nera de leer y relacionarse con los textos. Hemos tratado, pues, con
este ensayo de llevar a cabo un ejercicio de delimitacion que, a! menos esa
es nuestra esperanza, contribuya al esclarecimiento de las relaciones entre Ia
corriente deconstruccionista y Ia teoria literaria.
Seria una alta imperdonable por mi parte acabar esta escueta nota
explicativa sin admitir las muchas deudas contraidas en Ia preparaci6n de
este volumen. Vaya, en primer Iugar, mi reconocimiento a los autores de
los textos seleccionados, en especial a Joseph Hillis Miller, Maurizio Ferra-
ris y Cesar Nicobis, que con generosidad e interes han respondido a nuestra
solicitud de traduccion y reproduccion de sus trabajos, y al profesor Jose
Antonio Mayoral por su apoyo y estimulo constantes sin los que tal vez este
trabajo no se habria podido realizar. A don Lidio Nieto, director de esta
coleccion, por haber favorecido con interes el proyecto de este libro. Mi
agradecimiento tambien a Geraint Williams y Carme Pastor, traductores de
este libro. Y, por ultimo, mi gratitud a los profesores Javier Gonzalez, Daniel
Arenas, Concepcion Hermosilla y Amparo Molina por haber colaborado
no solo en las traducciones sino tambien en labores de correccion de texws y
de apoyo moral. A todos ellos, Ia expresion sincera de mi mayor agrade-
cimiento.
10 MANUEL ASENSI CRITICA LIMITE/ EL LIMITE DE LA CRITICA
ll

establece un dialogo particular con Platon, Husserl, Aristo- En definitiva, parece claro que la deconstruccion juega un
teles, Heidegger, Levinas, etc., pero al describir su forma de papel importante en el pensamiento contemporaneo y, por
escritura se la califica de gongorina 1 . Sabemos tambien que esa misma razon, en disciplinas como la teoria y critica Iite-
ese habla y ese uso no hacen perdurar el mismo estado de rarias, pero, a la vez1 parece tambien claro que ese papel y
cosas primitivo y que el resultado dista mucho de ofrecer un sus consecuencias son lo mas dificil de encuadrar. Situacion
discurso enmarcado y definido. Es frecuente por ello oir paradojica, pues, entre el reconocimiento y la negacion,
voces que llaman la atencion sobre la poca claridad de las entre la indefinicion y el hecho.
implicaciones entre la deconstruccion y los estudios litera- Nuestra tesis de partida es que las relaciones entre lu
l rios 2 Y, sin embargo, se reconoce la existencia de una cri- deconstruccion y la teoria literaria solo pueden plantearse
tica literaria deconstructiva con sus manifiestos, sus polemi- en terminos de conflicto, paradoja y limite (en el sentido
1 cas y sus detractores y defensores. En la actualidad la biblio- etimologico de estas palabras). La deconstruccion _choca
grafia sobre los Yale Critics y, en general, sobre los criticos lucha con, turba, inquieta a la teoria literaria _que, de ese
postestructurales es amplisima 3 Ademas se plantean .serias modo,semueve paractojicamente~n-u~ ~mbral. DiZ:ho con-
dudas en torno a la diferencia (a la ruptura epistemologica, flicto plantea, ante todo, un problema de delimitacion que,
pongamos por caso) entre los deconstruccionistas y los lejos de constituir una situacion de precariedad, dibuja el
estructuralistas, marxistas, etc. 4 Mas a{m: se ponen interro- modo de proceder deconstructivo. Ahora bien, el conflicto
gantes alrededor de las relaciones que median entre aquellos delimitativo al que nos referimos se situa en varios niveles
que forman parte del propio panorama postestructural 5 . que conviene poner de relieve:
Por otro lado, este, y no es necesario insistir en ello, no se l. Relacion entre el estructuralismo y el postestructu-
limita a la teoria literaria, sino que interviene en la filoso- ralismo.
fia, en la historia, en la psicologia, en la antropologia, etc. 2. Relacion entre la deconstruccion y el postestructura-
lismo.
1 VINCENT B. LEICH, Deconstructive Criticism, Columbia University 3. Relacion entre la teoria literaria y la deconstruccion.
Press, 1983. 4. Relacion entre la critica literaria deconstructiva y la
2 Es el caso de RooOLPHE GASCHE, La deconstruccion como crltica, en decons truccion.
este mismo volumen, y The lain of the mirror. Derrida and the philosophy ~Como pensar el despues del estructuralismo?: ~es una
of reflection, Harvard University Press, 1986; o el de J. CULLER, Sabre la
superacion, un ir mas alla del estructuralismo, una alterna-
deconstruccion, Madrid, Catedra, 1984 (ed. orig., Cornell University Press,
1982); SILVANO PETROSINO, f. Derrida e la Iegge del possibile, Guida Edi- tiva?; ~0 sera, en cambio, una extension de este ultimo?
tori, 1983. Opinion parecida mantiene J. MARIA POZUELO YvANCOS en Estas tres preguntas -y la denominacion post-- ~no
Teorla del lenguaje literario, Madrid, Gatedra, 1988. implican una forma iluminista y progresiva de plantear la
3 Vid. 1a bibliografia final de este volumen. Por otra parte, advertimos
cuestion? Mas aun: ~quienes son los estructuralistas y quie-
que en esta introducci6n se dejaran de !ado, por motivos obvios, personali-
nes los postestructuralistas? Elijamos tres ejemplos entre los
dades bien conocidas en el ambito de Ia deconstrucci6n como Joseph
Riddef, Eugenio Donato o el grupo de Paris. muchos disponibles: Josue V. Harari, en su antologia de
' JosuE: V. HARARI trata esta cuesti6n en su introducci6n a! libro Tex- 1979 Textual Strategies, Perspectives in Post-structuralist
6
tual Strategies (Perspectives in Post-Structuralist Criticism), Cornell Uni- Criticism , incluye en calidad de postestructuralistas a
versity Press, 1979, que !leva como titulo Critical Factions/ Critical Fic- R. Barthes, Louis Marin, Michel Foucault, Paul de Man,
tions>>, pags. 17-72.
5 Vid. PAUL A. BovE:, Variations on Authority: Some Deconstructive
Jacques Derrida, Michel Serres, Eugenio Donato, Gerard
Transformations of the New Criticism, en JONATHAN ARAC et alii editores, Genette, Edward W. Said, G. Deleuze, etc. Vincent B.
The Yale Critics: Deconstruction in America, University of Minnesota
Press, 1983, pags. 3-19. 6 Lease Ia nota 4.
12
MANUEL ASEt'<SI C:RITICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA 13

Leitch, en Deconstructive Criticism, An Advanced Introduc- de la deconstruccion? 11 ~Acaso una figura como Paul-
tion (1983), agrupa nombres como J. Lacan, C. Levi-Strauss, Ricoeur no sintetiza, por ejemplo en La metaphore vive
J. Derrida, J. H. Miller, G. Hartman, Ph. Lacoue-Labarthe, ( 1975 ), una posicion estructuralista, pragmatica y herme-
M. Heidegger, H. White, W. Spanos, R. Barthes, etc. Quen- neutica? Mas ambigiiedades: hablamos de una linea Hei-
tin Skinner en su compilaci6n The Return of Grand degger-Derrida-De Man-Miller, pero tambien hablarnos de
Theory in the Human Sciences (1985) 7 nos presenta textos una linea Heidegger-Spanos-Bove 12 La antologia prepa-
sobre Hans-Georg Gadamer, Jacques Derrida, M. Foucault, rada por J. Antonio Mayoral, Pragmritica de la comunica-
Thomas Kuhn, John Rawls, Jiirgen Habermas, Louis Al- cion literaria (1987) 13, incluye, entre otros, el nombre deS.
thusser, etc. La sola menci6n de los integrantes citados en J. Schmidt, bien conocido como representante de la lingiiis-
estos tres libros sirve, por razones obvias y que no es necesa- tica del texto. Y asi un largo etcetera (nivel 2).
rio indicar, para que ellector se encuentre ante la imposibi- ~Existe una teoria literaria deconstructiva? ~Podemos
lidad de decidir quien es mas o menos estructuralista o hablar de una corriente de critica literaria deconstructiva
quien es mas 0 menos post-estructuralista (nivel 1). que se alinee junto al formalismo, la estilistica, el estructu-
Dentro del movimiento posterior (o alternativo, por mo- ralismo, la semiotica, la estetica de la recepcion, etc.? Estas
tivos cronol6gicos) al estructuralismo y junto a la decons- preguntas parecen ociosas desde el momento en que estan
trucci6n encontramos otras tendencias como la pragmatica, insertas dentro de un libro que lleva como titulo y lema
la lingiiistica del texto, la estetica de la recepci6n, el des- precisamente teoria literaria y deconstruccion y desde el
truccionismo, el paracriticismo, la genealogia, la hermeneu- momento en que referirse ala critica literaria de ese cariz es
tica, etc. Las relaciones entre la deconstruccion (en sentido algo ya institucionalizado, al menos desde un punto de vista
amplio) y esas otras corrientes (tambien en sentido amplio) social universitario. Y, sin embargo (ya lo referiamos al
constituyen un objetivo dificil de determinar desde el mo- principia), la claridad de la vinculacion entre la teoria lite-
menta en que convertir en una unidad bien diferenciada raria y la deconstruccion es cuestionada en varios sentidos:
cada una de elias es algo complicado. El mismo G. Hart- J. Maria Pozuelo sugiere que el analisis deconstructivo es
man, en el prefacio al conocido manifiesto de Yale, Decons- dificilmente aplicable a los textos literarios y ala teoria lite-
truction and Criticism (1979), habla de dos tipos de decons- raria en general 14; R. Gasche mantiene la tesis de que i~
tructores, los boa-deconstructors y los barely decons- critica literaria deconstructiva es el resultado de una mala \,;/
tructionist 8 Es frecuente oir, en este sentido, que no existe interpretacion y mala aplicacion de conceptos provenien~es
la deconstruccion sino las deconstrucciones 9 Po~; otra parte, del debate ilos6ico 15 ; Paul A. Bove sostiene que la critic:~
~donde situariamos la hermeneutica gadameriana?, ~mas deconstructiva es la prolongacion ligeramente transformada
cerca de Jauss y de la estetica de la recepcion? 10 , ~mas cerca de (y en ningun caso la ruptura con) las preocupaciones y

7 Version espanola de CONSUELO VAZQUEZ DE PRAGA, El retorno de la 11 Vid. )EAN GREISCH, Hermeneutique et Grammatologie, Paris, Edi-

Gran Teoria en las ciencias humanas, Madrid, Alianza Universidad, 1988. tions du CNRS, 1977.
s Prefacio a Deconstruction and Criticism, New York, The Seabury 12 Se trata del destruccionismo, variante de critica literaria de ilia-

Press, 1979. cion heideggeriana. Vid. W. C. SPANOS, Martin Heidegger and the Ques-
9 MAURIZIO FERRARIS, La Svolta Testuale (Il decostruz.ionismo m tion of Literature, Bloomington, Indiana U. P., 1979; PAUL A. BovE:,
Derrida, Lyotard, gli Yale CriticS), Unicopli, 1986. Destructive Poetics: Heidegger and American Poetry, New York U. P.,
1o El propio Hans Robert Jauss reconoce la influencia de Gadamer en 1980.
sus planteamientos. Vid. La historia literaria como desafio a la ciencia 1s Madrid, Arco, 1987.
literaria, en VV.AA., La actual ciencia literaria alemana, Salamanca, 14 Teoria del lenguaje literario, op. cit.

15 La deconstruccion como critica>>, op. cit.


Anaya, 1971.
14 MANUEL ASEI'\SI CRiTICA LIMJTE/ EL LIMITE DE LA CRfTICA 15

f conceptos del New Criticism 16'; J. Culler afirma que, aun- deconstruccion y Ia critica literaria deconstructiva, ~no esta-
\ que la deconstrucci6n puede afectar el proceder de los criti- remos incurriendo en el error de actuar a traves de defini-
1 cos, ello no implica un cambio sustancial en la critica lite- ciones que la propia deconstruccion rechaza? Porque, como
/ raria 17 ; Silvano Petrosino insiste en que la deconstruccion es logico, planteando la relacion entre lQ. deconstruccion y
'-es una reflexion fundamentalmente filosofica y en que se Ia critica literaria deconstructiva, entre Derrida y los criticos
debe rechazar lo que ei denomina la escolastica derri- norteamericanos, presuponemos que la deconstruccion es
diana, es decir, las aplicaciones de la deconstruccion fuera definible, decidible, que, en definitiva, es.'. Y es justamente
jdel campo filosofico 18 ; Maurizio Ferraris defiende que la en esa estructura predicativa del tipo S es P donde co-
V contaminacion entre la deconstruccion y la teoria literaria mienzan los problemas: Derrida descarto en su momento la
! _es un aspecto nuclear de la misma deconstruccion 19 ; Anto- palabra deconstruccion por equivoca 22 y propuso susti-
nio Garcia Berrio propone una integracion positiva de la tuirla por esta otra: diseminacion, la cual solo se puede
deconstruccion en la teoria literaria 20 ; el propio Derrida comprender en el interior de una cadena de indecibles 23
[ escribe que la deconstruccion no es ni un analisis ni una como himen, pharmacon, suplemento, grama>>, pa-
1 critica, puesto que esos conceptos estan sometidos ellos
rergon, etc. Sarah Kofman se pregunta como se puede
'( mismos a una deconstruccion 21 ~Como hablar? pues, de un arriesgar alguien a escribir un discurso con sentido a propo-
analisis literario deconstructivo 0 de una critica deconstruc- sito de una escritura que se ofrece como un juego sin sen- v

tiva? La pregunta basica del nivel3 sigue en pie: ~como tido, y establece Ia necesidad de escribir sobre Derrida, pero I
entender una teoria literaria deconstructiva? sin tratar de comprender ni lo que nos ha querido decir ni ,
Por ultimo (nivel 4), en la medida en que el proyecto lo que sus textos dan a entender 24 Nos hallamos, pues, ante
\~ I deconstructivo de Derrida excede, en principio, el ambito una situacion paradojica que, como tendremos ocasion de
especificamente teorico-lit~ ~como estudiar las relacio- comprobar, es necesario explotar para obtener determinados
nes entre su discurso y el de Paul de Man, J. H . Miller, resultados.
G. Hartman, H. Bloom, etc.? Ya hemos visto en el nivel Naturalmente el estudio de esos cuatro niveles, con sus
anterior que algunos estudiosos consideran la critica litera- correspondientes apartados y subniveles, ofrece un vasto
ria deconstructiva como una mala interpretacion y mala campo de atencion que, aunque esperamos afrontarlo en un
aplicacion del corpus derridiano, mientras que otros consi- futuro proximo, excede los limites de esta introduccion. En
deran esa contaminacion como un aspecto fundamental de este trabajo pretendemos solo avanzar determinadas hipote-
la deconstruccion. Entonces, ~es Ia critica literaria decons- sis a proposito de los niveles 3 y 4, si bien, con ello, se arras-
tructiva una critica literaria en el sentido tradicional del traran cuestiones relacionadas con los puntos I y 2.
termino? AI hacer Ia pregunta por Ia relacion entre la Hemos dicho anteriormente que las relaciones entre la
deconstruccion y la teoria literaria solo pueden plantearse
16 Variations on Authority ... , op. cit. en terminos de conflicto, paradoja y limite. La vinculacion
17 Sabre la deconstruccion, op. cit. entre estas tres palabras se hace evidente cuando se atiende a
1s jacques Derrida e la Iegge del possibile, NaP.oles, Guida Editori,
1983. 22 I bid.
19La Svolta Testuale ... , op. cit. 23
Como reconoce DERRIDA en Introduction a l'origine de la geometrie,
2o Teor!a de la literatura, Madrid, Catedra, 1989.
Ia palabra indecible>> solo posee un valor analogico, pues es un <<concepto
21 En Lettre a un ami japonais, en Psyche. Inventions de l'autre,
negativo que no tiene sentido sino por referencia irreductible a! ideal de Ia
Paris, Galilee. Trad. espanola de Cristina de Peretti en el suplemento 13 de decibilidad>>, pags. 39-42.
Ia revista Anthropos, "~Como no hablar?" y otros textos, marzo, 1989, 4
2 En Un philosophe "Unheimlich ", publicado en el volumen L ectu -
pag. 86-89. res de Derrida, Paris, Galilee, 1984, pag. 25.
16 MANUEL ASENSI
CRITICA LfMITE/ EL LIMITE DE LA CRITICA
17
sus nucleos etimologicos: el confligo representa la accion encaminada al conocer), practicas (actividad cognoscltlva
de chocar, de confrontar, de turbar e inquietar; el limes encaminada al obrar) y poeticas (actividad cognoscitiva
hace referencia a una senda entre dos campos, a un umbral encaminada al hacer). Dejando de lado, por el momento, el
(limen), y, par ultimo, la para-doxa denota que alga es problema de la categoria filosofica de cada uno de ellos,
contrario a la opinion comun, de donde su utilizacion en la los tres poseen un mismo denominador comun, el s.er acti-
retorica tanto en los genera causarum (enfrentamiento con vidades cognoscitivas, medios de conocimiento y saber.
el sentimiento juridico y con la conciencia general de los Como tales actividades hacen uso de un mismo instrumento
val ores y la verdad) como en los genera demostrativum (dis- formal: la logica. Uno de los elementos fundamentales de la
cursos elogiosos en alabama de objetos indignos del elogio ), logica (aparte del juicio y el razonamiento) es el concepto o
como en las figuras (convivencia en la misma rase o dis- partes en que se descompone el juicio (sujeto y predicado) y
curso de conceptos contrarios) 25 De estas tres palabras que se refiere a la oocri.a, a lo esencial, al ser presente. :Ef)
resaltaremos que apuntan hacia una tension no resuelta: el concepto se manifiesta en la definicion cuya finalidad es , (

choque es ellugar en el que se diferencian-indiferencian las identificar la esencia y separarla de todo aquello con lo que j
\1.//
fuerzas que en ei intervienen sin que pueda decidirse la pudiera confundirse 26 El ideal de esa definicion es lograr \ v/
balanza hacia uno u otro lado; el limite indica la senda que una unicidad y univocidad de sentido, lo que podriamos \
no es ni un camino ni otro, que es un camino y el otro, y denominar una denotacion pura. Asi pues, cuando Aristo- \
cuya tension no permite tampoco decidirse hacia uno u otro teles escribe en el inicio de la Poetica: -~
lado; la paradoja hace que el choque entre contrarios se
resuelva en una situacion no de sintesis, sino de indecibili-
dad semejante a los anteriores casas sefialados. Hablemos de Ia poetica en si y de sus especies, de Ia
~Par que la relacion entre la deconstruccion y la teoria potencia propia de cada una, y de como es preciso construir
literaria solo puede plantearse en terminos de conflicto, las fabulas si se quiere que Ia composici6n poetica resulte
paradoja y limite? No es dificil comprender que la teoria bien, y asimismo del numero y naturaleza de sus partes, e
literaria contemporanea recibe sus bases de reflexi6n de una igualmente de las demas cosas penenecientes a Ia misma
tradici6n occidental que se remonta a Arist6teles y Platon investigaci6n ... 27
(entendiendo estos dos nombres en el sentido de unos cor-
pora forjados por toda una tradici6n hist6rica). Al decir esta aplicando ese mismo principia definitorio a la ciencia
bases de reflexi6n queremos significar que en el corpus encargada de estudiar una actividad cuyo lenguaje es a todas
aristotelico y plat6nico estan puestos los caminos y las luces diferente del que ella utiliza: el lenguaje propio de la
directrices -el marco general- que las poeticas y la critica poesia, de la tragedia, de la epica que, ademas de su caracter
y teoria literarias posteriores han seguido. En ningun caso basicamente imitativo, no discurre a traves de palabras uni-
nos referimos (lo que seria una ingenuidad) a una supuesta vocas, sino a traves de palabras con sentido alterado o des-
inmovilidad de la teoria literaria desde Aristoteles y Plat6n. plazado. Con ella, se establecen tres niveles diferentes y
Es ese marco general el que ahara debemqs tener en cuenta: complementarios de delimitacion y diferenciaci6n: en pri-
mer lugar, una delimitacion entre el sujeto de estudio (la
a) Como es bien sabido, Arist6teles clasifica las ciencias poetica subordinada a los principios generales de la metafi-
(btto"'trlJlll) en tres generos: teoreticas (actividad cognoscitiva
6
2 Vid. ARIST6TELES, Tratados de Lbgica (organon), introducci6n, tra-
25 HEINRICH LAUSBERG, Manual de retbrica literaria, Madrid, Gredos,
ducci6n y notas de Miguel Candel San Martin, Madrid, Gredos, 1982.
1976, pags. 113-114, 214-215 (vol. I) y 312 (vol. III). 7
2 De Ia traducci6n de V. Garcia Yebra, Madrid, Gredos, 1974, 1447a 10.
r

MANUEL ASENSI CRfTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRfTICA 19


18

sica o filosofia primera) y su objeto (las actividades poeti- historia. Los lenguajes de la poetica no han sido siempre
cas). Lo que se afirma en el texto aristotelico es que el len- identicos: no es lo mismo la poetica de Aristoteles que la
guaje de la poesia (metaforico, espeso, elocutivo, en fin) es poetica de Horacia, no son lo mismo los dialogos del Fra-
distinto dellenguaje que se esta utilizando o se debe utilizar castoro o el Pinciano que las exposiciones de Gracian o
al hablar de la poesia (un lenguaje transparente, no metafo- Luzan, no es lo mismo la critica de Azorin que- la de
rico, etc.). Dicho en otros terminos, la filosofia estudia, Damaso Alonso, etc. Tampoco se han considerado del
delimita y clasifica la poesia, lo que es, sus diferencias con mismo modo las relaciones entre la poetica y la filosofia, ni
respecto a otras actividades artisticas, sus partes cualitativas las relaciones entre la literatura y las demas artes 28 Sin
y cuantitativas, su bondad o maldad, su lenguaje, etc. En embargo, no seria dificil demostrar que una diferencia basi-
segundo Iugar, una delimitacion en el mismo sujeto de ca y fundamental ha perdurado a lo largo de la historia de
estudio, pues la Poetica -centrada en la triada poiesis- la critica literaria: la que media entre el lenguaje que habla
mimesis-catarsis- no es la Retorica -objetivada en los de la literatura (que puede usar diversos vehiculos de expre-
medios aptos para la persuasion- , ni la Etica, ni, por sion, incluido el de la literatura) y la propia literatura.
supuesto, la filosofia primera, teologia natural o metafisica. Habria que sefialar aqui lo que la teoria literaria del roman-
Esta delimitacion tiene la finalidad, segun escribe el propio ticismo aleman de Jena supuso en un doble sentido: en
Aristoteles, de proporcionar los medios adecuados para cuanto. al intento de trastocar los papeles de esa diferencia
marcar una diferencia -explicita en esta obra e implicita en historica yen cuanto ala preparacion de lo que conocemos
el sentido de que gobierna la totalidad de su proyecto hoy como teoria literaria moderna 29 Deberia consignarse,
filosofico- entre el en si de Ia Poetica (rccpi rcotT]nKft<; asimismo, el papel que jugo Mallarme en la crisis de la
m'rrft<;) y el de la Etica, la Fisica, la Matematica ... Hay ahi un relacion entre ellenguaje que habla de la literatura y la lite-
principia de diferenciacion que persiste a pesar del hecho de ratura. Pero lo que ahora nos interesa subrayar es que la
que el arte -y la estetica- hasta el siglo XVIII no sea inde- diferencia entre esos dos lenguajes se agudizo a partir de
pendiente ni de la etica ni de la metafisica: que la tragedia, Kant (no hay metodo sino fisico-matematico, y solo con el
por ejemplo, fuera juzgada bien desde el punto de vista de se puede penetrar en el orbe de la cosa en si) y de ]. S. Mill
su bondad o maldad en cuanto a los efectos sobre el publico, al considerar que las ciencias del espiritu tienden a com-
0 bien desde la optica de su sujecion a la estructuracion cau- prenderse desde los esquemas de las ciencias de la natura-
sal de la realidad, no borra el que necesitara de un discurso leza. H. -G. Gadamer, que ha dedicado un estudio definitivo
y de un tratado que fueran, de hecho, independientes del a este fenomeno, lo ve de este modo: _La autorreflexion
dedicado a la retorica, a la etica, o a la metafisica. De hecho, logica de las ciencias del espiritu, que en el siglo XIX acom-
ello no constituye un impedimenta para reconocer lo que pafia a su configuracion y desarrollo, esta dominada ente-
afirmabamos anteriormente: que es la filosofia la que estu- ramente por el modelo de las ciencias naturales. Un indicia
dia la poesia. En tercer Iugar, se pone de relieve una dife- de ello es la misma historia de la palabra "ciencia del espi-
renciacion en el objeto de estudio: la poesia no es la histo- ritu"' la cual solo obtiene el significado habitual para nos-
ria, ni Homero tiene nada que ver con Empedocles, la otros en su forma plural. Las ciencias del espiritu se com-
poesia no es la auletica ni la citaristica, la poesia no es la
pintura ni la escultura. Es necesario prestar atencion a los 2s Vid ., por ejemplo, ]. E. SPINGARN, A History of Literary Criticism,
Londres, 1899. 0 de RENE WELLEK, Historia de la critica moderna, Madrid,
medios, a los objetos y a las formas de imitacion que dife-
Gredos, 1988 (ed. orig. , Yale U. P., 1965).
rencian a la poesia de las demas artes. 29 Puede consultarse el excelente estudio de Ph. LACOUE-LABARTHE y
Los tres niveles de diferenciacion que acabamos de sefia- jEN-L. NANCY, L 'absolu Litteraire. Theorie de la litterature du romantisme
lar han sufrido cambios y transformaciones a lo largo de la alleman, Paris, Seuil , 1978.
r-- -~

20 MANUEL ASE:\SI
l CRITICA LiMITE/ EL LIMITE DE LA CRfTICA 21

prenden a si mismas tan evidentemente por analogia con las como esta compuesta la fabula, cuales son sus partes y cwil
naturales, que incluso la resonancia idealista que conllevan su naturaleza. Dicho de otro modo, se trata de apresar el
el concepto de espiritu y ciencia del espiritu retrocede a un objeto de estudio con la finalidad, en este caso, de llegar a
segundo plano 3. realizar composiciones poeticas correctas. Quiere ella decir
No descubrimos nada al sefialar que esa ha sido la tonica que en lo fundamental el objeto de la Poetica no es..sustan-
general a Jo largo del siglo XX (par lo menos hasta los afios cialmente diferente del objeto de las otras ciencias. ~y que es
sesenta). El estudio del lenguaje, con Ia lingiiistica a Ia lo fundamental? Escribe Aristoteles en la Metajisica que
cabeza, ha buscado par todos los medias el estatuto de cien- ... el Ente se dice de varios modos; pero todo ente se dice en
cia empirica. ~Como pensar sino los proyectos de Saussure, arden a un solo principia. Unos, en efecto, se dicen entes
Hjemslev, Bloomfield, Jespersen, Chomsky, Trubetzkoy y porque son substancias; otros, porque son afecciones de la
un largo etcetera? ~Como entender, par la misma razon, los substancia; otros, porque son camino hacia la substancia, o
proyectos teorico-literarios del formalismo ruso, el estructu- corrupciones o privaciones o cualidades de la substancia ...
ralismo checo, Ia glosematica, el estructuralismo frances, la (l003b 5). Lo fundamental es una forma peculiar de enten-
semiotica, entre otros? En todos elias, y dentro de su propia der el ser del ente como simple-presencia que posibilita la
1
. especificidad historica, se considera de primer arden la cons- captacion, estudio y clasificacion de Ia ouaia del objeto. Es
,. truccion de un metalenguaje que sea capaz de dar cuenta del cierto que la filosofia es, para Aristoteles, una actividad que
lenguaje objeto. Las discusiones y diferentes posiciones en no se ordena ni al placer ni a la necesidad. Es cierto que
torno al estatuto de ese metalenguaje (logico o matematico), ella, entre otras casas, marca una considerable distancia
o a su Iugar (exterior ala lengua natural o interior), no nos entre la ciencia y Ia teoria griegas y la ciencia y la teoria
deben impedir reconocer la fosilizacion de una diferencia modernas. Aquellas no estan destinadas ni presididas par la
asentada en el modelo aristotelico. Diferencia que, ademas, tecnica; estas, en cambia, si. Y, sin embargo, tal y como ha
y es facil comprender la razon, se refiere tambien al propio puesto de relieve Heidegger, aquellas posibilitan, a traves de
metalenguaje (la lingiiistica, la teoria literaria, la historia, su concepcion del ser como simple-presencia, la existencia y
la antropologia, tienen cada una de elias su propia especifi- desarrollo de estas ultimas. Heidegger observa un nexo de
cidad como discursos cientificos. A ella contribuyo decidi- conexion entre la metafisica clasica y la tecnica moderna.
damente la autonomia de la estetica en el siglo XVIII como No solo eso: considera que la tecnica es la culminacion de la
disciplina independiente de la etica 0 de la metafisica) y al metafisica 31 . Tal nexo de conexion se puede deducir de
propio lenguaje objeto (necesidad de diferenciar entre lo estas palabras: ... un rasgo unico y determinado atraviesa
espedfico literario y otras especificidades artisticas o no todas esas significaci ones [del ser]. Muestra Ia comprension
art is ticas). del verba "ser" en un determinado horizonte, a partir del
cual dicho comprender se llena de contenido. La limitacion
b) Volvamos al inicio de la Poetica: aparte de las dife- del sentido del "ser" se mantiene dentro del ambito de la
rencias que en el se engendran, hallamos otro aspecto que presencia y de lo que tiene el caracter de estar-ante de la
llama poderosamente la atencion. Aristote_les habla de un consistencia y de la subsistencia ... 32_
proyecto destinado a averiguar las especies de la poetica, En la medida en que la teoria literaria (como antes la
lingiiistica) se ha autocomprendido segun los principios
1o Verdad y metoda, Salamanca, Sigueme, 1977, pag. 31. A las conse-
1
cuencias que de ello se pueden deducir hemos dedicado un trabajo anterior, 3 Vid. iQuti es metafisica? y otros ensayos, Buenos Aires, Siglo XX,
MANUEL ASENSI, Theoria de la lectura (para una crltica paradojica), Ma- 1986
1
drid, Hiperion, 1987. 2 De Introduccion a la metafisica, Buenos Aires, Nova, 1969, pag. 129.
l
22 MANUEL ASENS! I CRfTICA LiMITE/ EL LIMITE DE LA CRfTICA 23

propios de las ciencias empiricas, un rasgo primordial de armonia de las partes, es decir, con la formula general de la
estas ha sido arrastrado en el proceso de cientificidad: la unidad en Ia variedad 34 0 por decirlo con palabras de Pia-
tecnica. La teoria literaria del siglo XX (al menos, la mayor ton: todo discurso debe, como un ser vivo, tener cuerpo que
parte de ella) ha lanzado sus redes tecnicas, por IJtilizar la le sea propio, cabeza y pies y medio y extremos exactamente
metafora popperiana 33 , para apresar el objeto de estudio. proporcionados entre si y en exacta relaci6n con el con-
Sus metodos, sus herramientas, sus conceptos, su utillaje en junto 35_ La fortuna de la metafora del organismo, vehicuJ
general (pensemos, por ejemplo, en los esquemas de comen- !ada a traves de Horacio para Ia modernidad 36 , se manifiesta
tario de textos) asi lo demuestran. Sin darle ningun conte- includable a cualquiera que se acerque minimamente a la
nido peyorativo a la expresi6n, hay que decir que la teoria y historia de Ia teoria literaria moderna y, en su version posi-
critica literarias del siglo XX son, en el sentido que venimos tiva, negativa o desplazativa, a la teoria literaria contem-
apuntando, formas tecnicas de teoria y/ o critica literaria. poranea.
Formas tecnicas que llevan consigo una contradicci6n:
mientras la tecnica cientifica tiene un fin performativo, la d) El cuarto aspecto sobre el que queremos llamar la
teoria literaria no lo puede tener en el mismo sentido, si atencion es policefalico por la variedad de implicaciones a
bien ello podria introducirnos rapidamente en el ambito de que ha dado Iugar. Aristoteles y Plat6n piensan el lenguaje
la discusi6n ideol6gica con la siguiente pregunta: ~es cierto desde una 6ptica semi6tica (relaci6n entre un simbolo y algo
que la teoria y critica literarias tecnicas no poseen una per- que se halla fuera del simbolo), mediativa (entre un autor y
formatividad socioinstitucional? un receptor, entre el lenguaje y el mundo) y heterogenea
(diferencia, por ejemplo. entre el habla viva y Ia escritura).
c) Un tercer nucleo en torno al que se ha desarrollado la Estas palabras pertenecientes al inicio del m:pi l:pJ..lT)Vdac;
teoria literaria occidental es el que se conoce como metafora son suficientemente representativas: Los sonidos emitido-s ,
del organismo. En efecto, Aristoteles al tratar la fabula por Ia voz son los simbolos de los estados del alma, y las i "
escribe: Hemos quedado en que la tragedia es imitacion de palabras escritas, los simbolos de las palabras emitidas por la ,
una accion completa y entera, de cierta magnitud; pues una voz. De ellas se desprenden varias consecuencias: j
\
cosa puede ser entera y no tener magnitud. Es entero lo que
tiene principia, medio y fin( ... ). Es, pues, necesario que las l. El lenguaje es pensado en terminos semi6ticos: opo-
fabulas bien construidas no comiencen por cualquier punto sicion entre una realidad fisica (el sonido, el signans, el
ni terminen en otro cualquiera (... ). Ademas, puesto que lo semainon) y una realidad psiquica (el sentido, el signatum,
bello, tanto un animal como cualquier cosa compuesta de el semainomenon), de modo que cada sonido debe poseer
partes, no solo debe tener orden en estas, sino tambien una una significacion (consignable por el emisor y recuperable
magnitud que no puede ser cualquiera (1450b 25-40, 1451 a por el receptor) y noes posible -por impensable- que haya
5-15). El discurso poetico, la tragedia en este caso concreto pal a bras y rases sin significaci on (M etajisica, 1006a 30).
(pero no solo ella), se halla supeditada ala teoria clasica de la Cada sonido posee y debe poseer, segun el modelo 16gico
belleza; que enlaza con las nociones de ritmo, simetria y

33 Metafora que, a su vez, es una amplificatio respecto a Ia de Navalis 3< BERNARD BOSANQUET, Historia de La estetica, Buenos Aires, Nueva
(Las teorias son redes: solo quien lance cogera): Las teorias son redes Vision, 1970, pags. 11 y siguientes.
que lanzamos para apresar aquello que llamamos " el mundo " : para racio- 35 Fedro o del amor> >, en Ditilogos, Mexico, Porrua, 1984, pag. 650.
nalizarlo, explicarlo y dominarlo. Y tratamos de que Ia malla sea cada vez 36 Vid. A. GARCIA BERRIO, Formacion de La teoria literaria moderna , 2

mas fina, KARL POPPER, La logica de la investigacion cientlfica, Madrid, vols., Madrid, Cupsa, 1977.
Tecnos, 1965, pag. 57. 37 Fedro o del amor, op. cit., pag. 658.

,,,
32 MAI'W1. .\SF.:\SI
CldTICA LiMITE, EL LIMITE 0 LA CRiTJCA
33
SICIOnes (o, incluso, el propio concepto de oposici6n tan
metatexto se niega tanto Ia cientzjicidad plena no metafzsica
caro al estructuralismo) sabre las que se edifica estan regu-
de la ciencia como Ia aprehensi6n de la obra en su conjunto
ladas par Ia metafisica. En 1967 escribia ya Derrida: En el
total, asi como la existencia de un lenguaje que posea la
campo del pensamiento occidental, y especialmente en
caracteristica de transparencia. Es evidente Ia relaci6n que
Francia, el discurso dominante -Uamemosle "estructura-
guarda lo que estamos diciendo con el problema de la
lismo"- sigue aprehendido hoy, en toda una capa de su
autorreflexividad tal y como es desarrollado par Merleau-
estratificaci6n, y a veces Ia mas fecunda, en Ia metafisica
Ponty o por ].-F. Lyotard 55 . iC6mo, pues, ignorar la pre-
- el logocentrismo- que se pretende en el mismo mo-
sencia de lo que se denomina metalenguaje? iC6mo hacer
menta, como se dice tan a Ia ligera, haber " sobrepasado" 52 .
caso omiso de una relaci6n (la del lenguaje y el metalen-
No es, pues, arriesgado afirmar que aqui se encuentra
guaje) que no se presenta con los rasgos de una mera exte-
uno de los primeros motivos de divergencia entre el estruc-
rioridad? Maurizio Ferraris resume muy bien el problema:
turalismo y Ia deconstrucci6n. En efecto, es suficientemente
nada es mas dificil de justificar, en el ambito de las cien-
conocida la filiaci6n met6dica (kantiana) del estructura-
cias del espiritu, que una distinci6n entre metalenguaje y
lismo tocante al caracter cientifico que reivindic6 para sus
lenguaje objeto. Sabre todo porque alli donde no se posea
actividades en los diferentes ambitos. Ese caracter cientifico,
una competencia absoluta (la tmica para no resultar unila-
en el caso concreto de Ia teoria literaria, comienza par pre-
teral), toda traducci6n met6dica, es decir, metalingiiistica, y
suponer Ia situaci6n de exterioridad met6dica con respecto
toda objetivaci6n, resulta injustificada: iCual seria el punto
al objeto de estudio, Ia posibilidad particular de captar Ia
de vista externo, y extrafio al circulo del espiritu objetivo,
obra literaria en su totalidad estructural 53 y la viabilidad de
en el que nos situariamos para objetivar Ia materia elegida
~i un lenguaje transparente (el metalenguaje) que construya para examen? 56
l~!i modelos ideales de explicaci6n de los decursos, por ejemplo
Esa no es raz6n, sin embargo, para afirmar que la
narrativos o poeticos. La deconstrucci6n, por su desplaza-
deconstrucci6n supone una negaci6n de Ia cientificidad y
miento de la cuesti6n del marco y par motivos que todavia
una caida en una arbitrariedad vacia y logomaquica 57. Tal

I
no hemos explicitado aqui, debe entenderse como una in-
vez sea ese uno de los peligros que acechan a algunas de sus
dagaci6n (que no un rechazo simple y llano) sabre el esta-
practicas, sobre todo las mas institucionalizadas (aunque
tuto metafisico del metoda con sus consiguientes implica-
esto mismo podria ser dicho tambien del estructuralismo, o
ciones. En esto, la deconstrucci6n y la hermeneutica gada-
del marxismo, etc.), pero lo que debe tenerse presentees que
meriana van parejas. Derrida escribe, par ejemplo: No hay
f fuera-del-texto 54 AI no admitir Ia posicion exterior del
la deconstrucci6n, mas que una negaci6n de Ia ciencia, es
un intento de diseminar todo lo que liga ei concepto y las
normas de Ia cientificidad a Ia ontoteologia, a! logocen-
52 De la gramatologia, op . cit., pag. 132. El trabajo de Ph. Lacoue- trismo, a] fonologismo . Un trabajo inmenso e interminable
Labanhe incluido aqui analiza una de las venientes de este problema. que debe evitar sin cesar que la transgresi6n del proyecto
53 No se trata tanto de que el estructuralismo pretendiera agotar Ia obra
clasico de la ciencia recaiga en el empirismo pre-cien-
literaria concreta (que, por otra parte, le interesaba menos que determina-
55
das propiedades sistematicas y comunes a otras obras) como de una forma
Vid. Ronoi.PHE GAscHr, La deconstruccion como critica, en este
volumen.
de entender el enfrentamiento con dicha obra literaria. Esa forma podria
56
ser calificada de <<focalizacion total>> y de ello seria un ejemplo ilustrativo el
57 En <<Problemi del testualismo, Universita di Urbino, 1985, pag. 20.
trabajo de R. JAKOBSON y CLAUOE LEVI-STRAUSS, <<"Les Chats" de Charles
Asi lo hace, por ejemplo, RENE WH.LEK en <<Destroying Literary Stu-
Baudelaire (1962), publicado en su version en espafiol en Posibilidades y
dies, The New Criterion, diciembre de 1983. Vid., ademas, Ia nota 5 del
limites del antilisis estructural, op. cit., pags. 143-201.
capitulo I del libra de J. DERRIDA, Memorias para Paul de Man, Barcelona ,
Ibid., pag. 202. Gedisa. 1989.
MANUEL AS!Ci\SI CRfTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA 43
42

para un signo, para la unidad de un significado y un signi- sentido activo, ser distinto, disimilar en cuanto a la natura-
ficante, de producirse en la plenitud de un presente y de una leza, la cualidad o la forma. En efecto, la differance
presencia absoluta 86 De ahi que rente a y antes de una implica un efecto de diferenciacion sin el que, por razones
semiologia (fundada sobre el valor de presencia del signo) obvias, no podria haber diferencias.
situe una gramatologia (cuyo sujeto seria esa diferencia
entendida como huella no-originaria, es decir, como archi- 3. Conecta con el differo Iatino, que significa fun-
huella). El nuevo concepto de escritura (que evidentemente damentalmente esparcir, diseminar, y que alude clara-
no es un concepto y que ya no tiene nada que ver con el mente a la diseminacion semantica de todo signo, dado su
concepto corriente de escritura) es lo que excede, comprende caracter iterativo.
y precede al lenguaje, su condicion de posibilidad, y ya no
designa el vehiculo de un conjunto de unidades preexisten- 4. Conecta, asimismo, con el significado del verbo dife-
tes en el habla, sino el modo de produccion que constituye rir>>, es decir, aplazar, posponer>>: la diferencia arrastra
todas esas unidades: la escritura como espaciamiento, arti- necesariamente un efecto de para luego que pertenece a la
culacion y diferenciacion. La (archi)escritura, en sentido estructura de todo signo en general. La idealidad de la
derridiano, conecta con (es otra forma de referirse a) la forma (Form) de la presencia misma implica, en efecto, que
(archi)huella, la diferencia, la differance. ~Pero por que pueda repetirse hasta el infinito, que su re-torno, como
diffbance? retorno de lo mismo, sea necesario hasta el infinito e ins-
crito en la presencia como tal 87.
l. Entre differance y difference no hay una diferen- ~Que relacion guardan la dijjerance -con los cuatro
cia fonica, pues en frances una expresion suena exactamente valores que se le atribuyen-, la archihuella, la archiescri-
como la otra. De ese modo, la primera escapa a la voz, a la tura, con lo que podriamos denominar el usa del signo en
hi
phone, a aquello que de entrada pretende criticar. No se la esfera comunicativa?, ~que relacion guardan con los con-
oye. Suena igual. Hay algo silencioso que, sin embargo, ceptos (empiricos, pero no solo empiricos) de emisor, recep-
acaece: el grafema a de differance que se ve, que se con- tor o contexto? Recuerdese que en un momenta de La voz y
templa, pero no se oye. El lector advierte, ve una diferen- el fenomeno se afirmaba que la estructura de repeticion que
cia, pero se trata de un advertir, de un ver>> que no es posibilita la existencia del signo en general compromete la
meramente visual porque no lo ve todo completamente. distincion entre un uso ficticio y un uso efectivo de este. Si
Ve la a, pero nove la diferencia que media entre diffe- se comparan las caracteristicas del concepto vulgar de escri-
rance y difference ya que la diferencia es lo que transcu- tura (representacion, expresion y comunicacion a distancia,
rre, como un abrir y cerrar de ojos, entre la una y la otra sin signo de signo, ausencia del destinatario, ausencia del remi-
I
!,
detenerse jamas en una de las dos. No solo eso: la diferencia tente, ausencia del contexto original) con las del que seria
(ahora ya differance) es lo que posibilita la existencia de su opuesto, el habla efectiva (marcada fundamentalmente
ambas y hasta el propio hecho de la lectura. La diferencia es por la presencia); si se atiende a las consecuencias de aque-
activa y pasiva. llas caracteristicas (l) la ruptura con el horizonte de la
comunicacion como comunicaci6n de las conciencias o de
2. Differance realiza, ademas, un trabajo de asuncion la presencia 0 como transporte linguistico 0 semantico del
semantica, pues captura el significado de diferenciarse en querer-decir; 2) la sustraccion (... ) al horizonte semantico 0

87
86 Ibid., pag. 90. La voz y el fenom eno, op. cit. , pag. 121.

I' .i

I
jl'!.l,
52 MANUEL ASENSI C:RiTICA LiMITE/ EL LIMITE DE LA CRITICA 53

yunoon, contrastivos ), coherencia, topico, comen- tres puntas: 1) la interpretacion del texto consiste en seguir
to>>, foco, macroestructuras, y otro largo etcetera 104 Los ellaberinto historico (una etimologia sin valores de origen)
conceptos provienen, en ocasiones, de contextos anteriores y que propane el injerto textual y va de figura en figura, de
sufren transformaciones. En cambio, en otras, hay que for- concepto en concepto, de motivo mitico en motivo mitico, a
jarlos de nuevo, incluso en una direccion algebraica o traves de una repeticion que de ninguna manera es una
logica. Pero en cualquier caso, su funcion es la misma: parodia 10 8; 2) el critico debe proceder, para ello, tratando
construir un aparato teorico, metodologico y terminologico, de encontrar el elemento que en el sistema estudiado es al6-
transparente, no contradictorio y denotative, apto para cons- gico y rompe con la unidad de senti do; 3) ahora bien, para
tuir modelos explicativos de la obra literaria o del sistema Miller eso no significa que se deba deconstruir el texto lite-
-que no del decurso- literario 10 5. rario, pues este se auto-deconstruye a si mismo sin necesidad
Las respuestas deconstructivas a este problema son dife- de ningun suplemento. El critico unicamente sefiala esa
rentes segun se trate de Derrida, de de Man, Miller o Hart- auto-deconstruccion. Esta idea (que hasta cierto punta
man, pero en todas elias encontramos un rasgo comun: el separa a Miller de Derrida) esta perfectamente plasmada en
reconocimiento de que esa actividad tecnica de la teoria estas palabras: La deconstruccion no es el desmantela-
literaria que descansa en el valor de presencia y transparen- miento de una estructura de un texto, sino la demostracion
cia del metalenguaje es una metafisica que no puede domi- de que este se ha deconstruido ya a si mismo !09_
nar (ni agotar, ni reproducir total o parcialmente) ni el Que el texto no puede ser dominado por una critica
injerto del texto literario ni el del suyo propio, modelados tecnica es algo que Paul de Man nos dice a traves de su
ambos sobre un movimiento de presencia-ausencia 106 Esa particular concepcion de la lectura, que tanto tiene que ver,
es la razon por la que, sin excluir una determinada anda- desde nuestro punto de vista, con el concepto heideggeriano
dura, las deconstrucciones no han producido ningun meta- de la no-ve,rdad como error. Si, por su parte, Heidegger
do en sentido estricto ni ninguna conceptualidad. En todo afirma que lo erroneo no es una falta aislada, sino el reino
caso (como sucede con Derrida o Miller) se desconceptua- (el sefiorio) de la historia, donde se enlazan, intrincados,
liza, se disemina tanto el texto literario como la conceptua- todos los modos del errar 110 , de Man nos dira que la lec-
lidad misma de los metalenguajes. De ahi que Miller nos tura erronea noes una posibilidad que el critico tiene'junto
diga que existen dos tipos de critica: la metafzsica, funda- a su opuesta, la lectura correcta, sino el requisite necesario
mentada en valores tales como la presencia, la diferencia de toda lectura. Hay que entender que cuando de Man habla
lenguaje/metalenguaje, la oposicion literallfigurado, la idea de la lectura como error no esta utilizando el criteria cien~
de una lectura correcta (monosemica o polisemica) y tifico de adecuaci6n/inadecuaci6n de la proposici6n a la
adecuada, y la deconstructiva, cuya estrategia se centra en cosa, sino que esta refiriendose a que no existe una lectura
una afirmacion y en una negacion de la anterior a traves de plena dado el caracter retorico del texto literario. Para de
una escritura que sigue el libre y laberintico juego del Man, la retorica (la alegoria) del texto -que no se limita
texto 10 7. El proyecto deconstructivo de Miller se centra en
Criticism, en Bulletin of the American Academy of Arts and Sciences,
Junio, 1979, pags. 18-19.
I04 Vid., por ejemplo, de TEUN A. VAN DIJK, Texto y contexto (seman- 108
De <<Stevens' Rock and Criticism as Cure>>, en Georgia Review, pri-
tica y pragmatica del discurso), Madrid, Catedra, 1980. mavera de 1976, pag. 341. Vid. tambien como ejemplo ilustrativo de lo
1os La propuesta hjemsleviana es, en este sentido, ejemplar.
dicho su trabajo <<EI critico como anfitrion>>, en este mismo volumen.
I06 Vid. el analisis de este mismo problema en mi libra Theoria de Ia 109
Ibid.
lectura (para una critica paradojica), op. cit. 110
<<De Ia esencia de Ia verdad>>, en iQwf es metafisica? y otros ensayos,
10 7 J. HILLIS MILLER, On the Edge: The Crossways of Contemporary
op. cit., pags. 126 y siguientes.
62 MANUEL ASL:'\SI CRITICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRfTICA 63

materiales diversos que estan, entre si, interrelacionados. finitud, es decir, de la posibilidad de aprehender el texto en
Saussure y su concepcion de la lengua como un sistema de su globalidad. Para Derrida, como para Miller ode Man, el
entidades interdependientes, El Circulo Lingiiistico de Praga texto, en calidad de injerto, no puede ser aprehendido como
y Hjemslev, con su idea de estructura como sistema de tal globalidad, ya que la escritura circula en un movimiento
dependencias internas, llegan hasta una nocion de estruc- incesante de remision que convierte a la totalidad en parte
tura ya bien delimitada, esto es, una red de dependencias e de una totalidad mayor que nunca esta presente. El juego de
implicaciones mutuas que unos elementos mantienen con la escritura, el juego de la presencia-ausencia, el de la inde-
todos los demas de esa red sistematica y autonoma. Sal- cibilidad, evitan la posibilidad de enmarcar el texto (recuer-
vando todas las diferencias debidas a la distancia historica y dese el parergon) y, por tanto, de captar una totalidad que
a planteamientos epistemologicos distintos, hay que decir supondria un interior y un exterior, asi como una escritura
que la idea de estructura continua la metafora clasica del cerrada sobre si misma. Esta es una de las razones por la que
organismo que, de igual modo, planteaba una relacion de un analisis deconstructivo no enfrenta nunca la totalidad de
equilibria y funcionalidad de las partes de un corpus. Es, ya un texto o de una obra. Derrida hablara del si en el Uli-
lo apuntabamos, uno de los vertices del marco de la teoria ses, de Ia escritura en Saussure, del suplemento en
literaria (que sera desarrollado para la modernidad, entre Rousseau, del blanco o del pliegue en Mallarme, de
otros, por Hegel: recuerdese que, segun el filosofo, la obra una nota de Sein und Zeit, del titulo y de la nota a pie de
poetica debe formar un todo organico completo, cuyas prin- pagina de Ia Crztica del ]uicio, del nombre de Francis
cipales caracteristicas serian la unidad, la independencia y Ponge, pero nunca nos ofrecera, como Jakobson, Levi-
la perfeccion en si misma) 126 . Como se sabe, la organicidad Strauss, Greimas, Propp o el mismo Barthes, un analisis de
y estructuralidad de la obra literaria, tan en boga a lo largo un poema en su globalidad o de una narracion desde una
de los afios sesenta, ha sufrido en los ultimos tiempos optica narratologica. He ahi otra de las diferencias entre el
importantes variaciones, sobre todo por el rechazo de la estructuralismo y la deconstruccion. En segundo Iugar, por-
idea de inmanencia y de la total autonomia del texto. Ello, que a los ojos de la deconstruccion el sentido es intermina-
sin embargo, no ha sido obice para que la idea de estructura blemente alegorico (De Man) y, por ello, doble. El texto
haya continuado en escuelas mas recientes como la pragma- ofrece unas fisuras, unos margenes, unas fallas, un parer-
tica (para la que la unidad de sentido de la obra viene dada gon, unos quiasmos que borran la posible homogeneidad
por el contexto), la lingiiistica del texto (que habla, recor- del sentido del texto, su superficie aparentemente unitaria.
demoslo, de coherencia y conexion) y la estetica de la recep- La funcion del deconstructor es la de provocar, descubrir o
cion (que pone enfasis en la actualizacion de la estructura sefialar ese momenta en que el sentido se contradice a si
por parte del lector). mismo y se torna indecidible. Y, por ultimo, porque el cen-
Se tenga una concepcion ontologica (la estructura como tro de una estructura posee la funcion de detener el libre
objeto organizado), se tenga una concepcion operatoria (la juego de la escritura que se mueve sin ningun eje que la
estructura como modelo construido a partir de una abstrac- reduzca: Derrida ha aplicado la deconstruccion a todos los
i cion), la idea de estructura supone que la obra literaria es factores que pueden funcionar como centros estructurales, el
1una totalidad de sentido centrada. La deconstruccion parte significado trascendental, el contenido, el tema, el contexto,
justamente de una toma de distancia respecto a esos tres el metalenguaje, etc. (podria decirse que tocante a este
conceptos (totalidad, sentido, centro): en primer Iugar par- punto la deconstruccion no ve demasiadas diferencias entre
que el concepto de totalidad es correlativo del concepto de la nocion de autor o de querer-decir como aquello que ase-
gura Ia unicidad de sentido y, por tanto, Ia posibilidad de
I26 Estetica, Buenos Aires, Siglo XX (8 vol.), 1983. una interpretacion objetiva, y la nocion semiotica de sujeto

'llif.
MANUEL ASE I\ SI ( .RI T ICA L!MITE/ EL LiMITE DE LA CRf T ICA 73
72

texto y las condiciones socio-historicas es metafisica en Ia por las instituciones con el fin de fijar una interpretacion,
medida en que trabaja sobre la articulacion interior/ exterior puede ofrecernos una idea de Ia funcion politica del descen-
estando el primer elemento de Ia pareja determinado por el tramiento textual.
segundo, lo que supone establecer una relacion de depen- Volviendo a uno de los textos que hemos utilizado en
dencia entre el escrito, el texto o el documento (lo interior) y este trabajo, el Parergon, encontramos las siguientes pala-
sus condiciones externas que, desde ese momenta, uncia- bras de Derrida referidas a la relacion entre Ia institucion y
nan como el significado trascendental (sea del tipo que sea) Ia diferencia exterior/ interior: Segun las consecuencias de
que organiza Ia totalidad. Ese proceso institucionaliza a tra- su logica, ella (la deconstruccion) acomete no solo Ia edifi-
ves de una demarcacion general (determinacion del sentido, cacion interna, semantica y formal a Ia vez, de los filosofe-
determinacion de las dependencias, texto ideologico domi- mas, sino lo que se le asignaria como su emplazamiento
nante, etc.) favorecida por esa supuesta verdad trascendental externo, sus condiciones de ejercicio extrinsecas: las formas
cuyos efectos alcanzan incluso Ia estructuracion departa- historicas de su pedagogia, las estructuras sociales, econo-
mental. En realidad, Ia acusacion de metafisica lanzada por micas o politicas de esta institucion pedagogica. Es porque
Ia deconstruccion contra Ia determinabilidad del contexto alcanza las estructuras solidas, las instituciones "materia-
no va acompafiada de Ia negacion de este, sino del recono- les" , y no solamente los discursos o las representaciones
cimiento de Ia imposibilidad de recuperarlo, objetivarlo y significantes, que la deconstrucci6n se distingue siempre de
tJ dejarlo dispuesto para el analisis. Y nose puede recuperar el un analisis o de una " critica". Y para ser pertinente, tra-
\ contexte precisamente por un estar constantemente en-con- baja, lo mas estrictamente posible, en ese Iugar en el que la
1 texto (para Ia deconstruccion estudiar el contexto es, pues, disposicion denominada "interna" de lo filosofico se articu-
recontextualizar), tesis similar a la que mantiene Gadamer la de forma necesaria (interna y externa) con las condiciones
para quien se hace historia desde Ia historia y no desde fuera y formas institucionales de Ia ensefianza. Y ello hasta el
de Ia historia. Ahora bien, al contrario que Gadamer, quien punto de que el concepto mismo de institucion sera asu-
plantea Ia posibilidad de una continuidad entre el pasado y mido bajo un tratamiento deconstructivo 15o_ En perspec-
el presente 14 9, Derrida entiende que entre el contexto pasado tiva deconstructiva, ese trabajo de perturbacion al que nos
(el contexto objeto) y el contexto de estudio presente (el venimos refiriendo, no puede realizarse desde un exterior
contexte sujeto) existe una ruptura y una discontinuidad puro (que niega en virtud de que su mantenimiento presu-
que provoca una recontextualizacion infinita. Es mas: esa pone de nuevo una demarcacion y una objetividad metafi-
no posibilidad de recuperar (de saturar) el contexte es la sica), sino desde una pluralidad de escrituras situadas en un
otra cara de una practica consistente en desestabilizar los interior/ exterior del edificio que se pretende deconstruir
contextos iniciales para sustraerse a Ia plena autoridad del (Weber afirma que Ia deconstruccion prescribe y proscribe
significado trascendental. El que Ia practica deconstructiva Ia cuestion de Ia institucion) 15 1
no atienda a los factores contextuales debe entenderse como Por esa razon, no se puede aceptar la interpretacion de
una actividad que, no queriendo presuponer las determina- Said, segun la cualla deconstruccion entiende el texto como
ciones provenientes de un supuesto exterior, (no) evita los algo que habita en un universe hermetico. Eso solo tendria
efectos institucionales a partir de una constante perturba- sentido si Ia deconstruccion fuera un formalismo. Y Ia
cion de los contextos. La ligazon entre los textos sagrados de deconstruccion es, en realidad, quiasmica, es decir, se mueve
una epoca (no solo los religiosos) y Ia hermeneutica creada entre Ia negacion-afirmacion del simbolo (se afirma la auto-

149Vid. MAURIZI O FERRARIS, Gadamer e Derrida: !'alternativa tra dia- 15o Op. cit., pag. 24.
15 1 Loc. cit., pag. 5.
]ogo e scrittura, en Eutopias, vol. III, 1~88.
:"
rI
I

7-l MANUEL ASF:\Sl C:RiTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA 75

nomia de la escritura con respecto a los significados tras- zamiento operado en los principales conceptos que las sus-
cendentales y se niega que la escritura solo remita a si: tentan (tema, forma, metalenguaje, texto, contexto, cohe-
recuerdese la ilimitada transitividad de la escritura hacia la rencia, etc.) y a una reinscripcion de esos mismos terminos
(otra) escritura) y la negacion-afirmacion de la alegoria (la para llevar a cabo un tipo de practica textual que conoce-
escritura se separa del querer-decir de un emisor o del mos como deconstruccion. Hay que advertir, sin embargo,
querer-decir de un receptor, asi como de las referencias espe- que ella no significa en modo alguno desvalorizar el trabajo
dficas contextuales, es decir, la escritura noes el medium de ya realizado por esa teoria y critica literarias. Seria absurdo,
todos esos factores; pero la escritura afirma la necesidad de par ejemplo, rechazar la excelente investigacion de Damaso
remitir incesantemente a otra escritura y de provocar per- Alonso en torno al Polijemo y la obra general de Gongora
turbaciones en el edificio institucional). Entender ese quias - par el hecho de que la deconstruccion desplace los presu-
mo es entender verdaderamente el concepto de "escritura" puestos de la estilistica. Como seria absurdo rechazar la
tal y como lo concibe y lo practica la deconstruccion: ni la narratologia de orientacion estructural. Tan absurdo como

~
ura escritura ni la pura transitividad de la escritura. "Libre negar de lleno el marco general de la teoria literaria tal y
uego de la escritura" significa, en realidad, la sustraccion a como esta establecido en el corpus aristotelico. Dos notas de
ado horizonte de significado trascendental. Estamos de La doble secuencia aclaran esa postura de la deconstruc-
acuerdo con Weber cuando mantiene la tesis de que hay cion. En la 18, Derrida advierte, a proposito de Mallarme, f
buenas razones para pensar que la deconstruccion nos pro- sabre los peligros que conlleva la negacion pura y simple de
porciona nuevas vias para problematizar nuestra concep-
cion de lo que son las instituciones, de la forma en que elias
trabajan y, par lo tanto, de la forma en que nosostros traba-
aquello que se pretende deconstruir: Seria imprudente \
anular las parejas de oposiciones metafisicas, desmarcar de
elias simplemente todo texto (suponiendo que fuese posi-
I
jamos en elias para lievar a cabo cierto numero de transfor- ble). El analisis estrategico debe ser constantemente reajus-
maciones>> 152 . Si bien reconoce que, paradojicamente, la tado. Par ejemplo, la deconstruccion de las parejas de opo-
deconstruccion en sentido riguroso no puede hacerse cargo sicion metafisicas podria descebar, neutralizar el texto de
de esa cuestion (la de la institucion) sin ir "mas alla" de si Mallarme y servir a los intereses invertidos en su interpreta-
misma ("mas alla" designa aqui un movimiento de despla- cion tradicional y dominante, es decir, hasta aqui, masiva-
zamiento que no es ni dialectico ni totalizante, sino mas mente idealista 15 4 . En la nota 33, Derrida apunta hacia la
bien una ambivalente dislocacion ... ) 153. necesidad de ese trabajo de una critica literaria rigurosa: Se
trata de sefialar la necesidad rigurosisima de la operacion
"critica" y de no entablar ninguna polemica, y menos aun
3. LA PARADOJA, EL LIMITE de buscar desacreditar, par poco que sea, admirables traba-
jos 155.
El conflicto entre la deconstruccion y la teoria literaria Y, sin embargo, la deconstruccion noes ni un analisis ni
surge, como hemos tenido ocasion de comprobar, par la una critica, ni una variante del marco de la teoria literaria
desestabilizacion que aquella provoca en el marco general ni una modalidad negativa de critica. No hay, en rigor, unaj
de esta. Esa desestabilizacion ha conducido a una utilizacion critica literaria deconstructiva ni una critica literaria decons- !
afirmativa y negativa de las diversas variantes de teoria y tructiva, y ella no porque la deconstruccion pertenezca al
critica literarias. En todos los casas, asistimos a un despla- dominio filosofico y su traduccion a otros ambitos resulte-'

152 Ibid., pag. s. 1 4


5 Op. cit., pags. 313-314.
153 Ibid. '5' Ibid., pag. 346.
f!!
76 MANUEL ASENSI CRI T ICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRJTICA 77

erronea. Como seiiala Maurizio Ferraris, esas traducciones y cientifico, pero que esten ahi operando. La paradoja de la
contaminaciones se deben ala estructura descentrada misma deconstruccion consiste, pues, en que no siendo una teoria
de la deconstruccion 156 . Ahara bien, traduccion no quiere literaria ni una filosofia trabaja en el interior de los funda-
i decir identificacion: la deconstruccion no puede identifi- mentos de ambas. Podemos pensar, par ella, en un tipo de

t
carse con una teoria de la literatura, porque desplaza los actividad que en otro Iugar hemos llamado theoria de la
fundamentos mismos de esta, como no puede identificarse, lectura, lectura en proceso o critica paradojica 158 y que
por la misma razon, ni con el psicoana.lisis, ni con el mar- aprovecharia las consecuencias de esa relacion entre la teo-
xismo, ni con una filosofia general. Tocante a lo que nos ria literaria, la hermeneutica y la deconstrucci6n.
preocupa en esta introduccion, hay que reconocer que el Derrida escribe: Mis textos no pertenecen ni al registro
conflicto entre la teoria literaria y la practica deconstructiva "filosofico" ni al registro "literario". Comunican de esta
significa que esta funciona como lo otro de aquella, una forma, eso espero al menos, con otros que, por haber ope-
otredad que no es antitetica, pero que desplaza constante- rado una cierta ruptura, ya no se llaman ni "filos6ficos" ni
mente sus fundamentos. "literatos" 159 . La paradoja hace que el discurso decons-
Miller reconoce que la deconstrucci6n no es ninguna tructivo lleve a cabo una lectura radical de la ley del genera,
nueva (exterior, alternativa) via de liberaci6n: El nihilismo es decir, de la ley segun la cual un texto participa de uno o
se ha hecho a si mismo en el interior de la casa de la metafi- de mas generos sin que exista la posibilidad de moverse en
sica occidental. El nihilismo es el fantasma latente encrip- un fuera-del-genero, pero sin que esa participaci6n sea
tado en el interior de cualquier expresion del sistema logo- nunca una pertenencia. Marcando el genera, el texto se des-
centrico (... ).Ambos, logocentrismo y nihilismo, mantienen marca en virtud de lo que produce la marca o huella: impu-
una relacion entre si que no es ni una antitesis y que no reza, corrupcion, descomposicion, perversion, deformaci6n,
s.- f< \,..,if puede ser sintetizada en una Aufhebu~__dialectica (... ). Cada
( c:H',e_(< r \
cancerizacion 160 . Por ello, el texto deconstructivo es plural,
.e\-<..1-'"'( uno es el enemigo mortal del otro, invisible para el otro, heterogeneo, policefalico: el discurso derridiano radicaliza
como su fantasma inconsciente 157 Dejando de lado ahora esa ley generica y lleva hasta un tipo de escritura que
la discusi6n entre Derrida y Miller a prop6sito del termino podriamos calificar de la mezcla. En el texto Ulysse
nihilismo y del aspecto auto-deconstructivo del texto gramophone (si bien el mas representative y el que mas
literario, dejando de lado la discusi6n que ambos han man- obsesiones ha provocado es Glas) 161 encontramos registros
tenido a proposito del caracter monstrUOSO>> de la decons- propios dellenguaje literario (utilizacion constante de polip-
truccion, debemos advertir que el hecho de que la decons- totos, paronomasias, derivaciones, isocolons, ficciones, pre-
trucci6n sea lo otro de la teoria literaria con la teoria guntas retoricas), del lenguaje filosofico (tratamiento del
literaria indica, como seiialaba Samuel Weber, que la de- Si en el Ulises como condicion trascendental del propio
construcci6n pierde su fuerza como discurso al identificarse lenguaje y de la marca), del lenguaje metalingiiistico (habla
meramente o con el discurso filos6fico o con el discurso sabre el Ulises), dellenguaje que mezcla todas las anteriores
te6rico-literario. La deconstrucci6n, como lo otro de la teo- categorias (par ejemplo, tratar las propias experiencias de
ria literaria, tiene la funci6n de descentrar la autoridad que Derrida como programofanadas en el Ulises) y cuestiona el
ahi se provoca mediante la producci6n de significados tras- marco y el borde textual. El discurso de Hartman se preo-
cendentales, asi como la de articular saberes y presupuestos
que, en principia, parezcan ajenos al discurso literario y 158 En Th eor!a de Ia lectura, op. cit.
1
59 Posiciones, op. cit. , pag. 92.
1
156 Lac. cit. 60 De <<La loi du genre>>, en Glyph, op. cit.
157 En The critic as host>>, 2. version, op. cit., pag. 228. 1 1
" Paris, Galilee, 1974.
..,u..
j.

'
t
78 MAN l l EL r\'- l: :\ .~1

cupa por ellenguaje literario en la medida en que la critica


puede reflejarlo y no convertirse en Ia invisible de esa rela- I
cion (de ahi su esteticismo) sin que ello suponga llegar
hasta el derridadaismo)) 162 . El de De Man se centra, fun- FRONTERAS DE LA LITERATURA.
damentalmente, en el lenguaje literario (que no coincide PROCESOS
con Ia literatura))) y a! entenderlo como autodeconstructor
deconstruye incluso Ia deconstruccion derridiana. El de
Miller se plantea como un uso imprevisible de Ia retorica
para desmontar Ia unidad de sentido y Ia presencia del
texto. Son este tipo de discursos los que llamamos discursos
limites, no porque ocupen una posicion vanguardista, sino
porque se mueven en la indecibilidad del marco que no es
ni el adentro ni el afuera, ni el veneno ni el medicamento,
ni Ia filosofia ni la literatura.
Ignorando Ia practica hueca y vacia de Ia deconstruccion
sociologica (e institucionalizada), pensamos que Ia teoria
literaria debe tener presente la deconstrucci6n, pero no
como una variedad mas de critica ni tampoco como algo
Sin aplicaci6n)) en su ambito. Una teoria literaria que no
ignore Ia deconstruccion es una theoria que, desplazando su
marco, acude a un tipo de practica discursiva que, desde un
trabajo riguroso, mueve la literatura lejos de todo aquello
que pretende hipotecarla, controlarla o hacerla depender de
supuestas verdades externas)). Y ahora podemos preguntar:
~se puede llamar arbitrariedad a Ia necesidad de recorrer Ia
bibliotecha de Babel?

162 H artman se distancia de Derrida en Sav ing the T ext: Literature/ De-

rrida! Philosophy, John Hopkins Univ. Press, 1981.


~':

MANUEL ASENSI CRiTICA LfMITE/ EL LiMITE DE LA CRiTICA 65


64

de la enunciacion: bien se trate de una instancia empirica, son, en general, las caracteristicas de una teoria de la inter-
bien de una instancia textual, su funcion es la misma, textualidad: l) El texto se constituye en una unidad de sen-
actuar como centro organizador del texto). Ello demuestra tido que, a la vez, es una replica-absorcion de otros textos.
bien a las claras cual es la postura deconstructiva rente ala El texto extranjero se integra en una nueva y mayor estruc-
nocion de estructura 127. turaci6n de sentido que deshace la equiparaci6n entre el
Se podria preguntar: ese intento de dinamizar la obra intertexto y la parodia. 2) La intertextualidad habita el
literaria, esa tendencia hacia una concepcion polifonica del espacio de la escritura, noel de la meta-escritura, y desarro-
texto 128, ~no esta prevista por la teoria de la intertextualidad lla un conjunto de elementos (los gramas) susceptibles de
iniciada por Bajtin y teorizada posteriormente por Kris- ser identificados, definidos y analizados (por ejemplo, la
teva? 129. Seria absurdo negar la conexion existente entre la diferencia entre la cita y la no-cita, entre lo lectoral y lo
teoria de la intertextualidad y la teoria del injerto tal y como escritural, entre lo extranjero y lo local, etc.). 3) Tal inter-
es practicada por los deconstruccionistas. Ambas teorias se textualidad, tal paragramaticidad, puede ser formalizada
proponen, a partir de la nocion de dialogismo, superar los desde un lenguaje distinto como, por ejemplo, el de las
defectos inherentes al estructuralismo, esto es, el estatismo y matematicas o el del generativismo.
el no-historicismo 130 , y pensar el texto (el dialogico: es Si bien es preciso reconocer los puntos de conexion exis-
decir, el carnaval, la menipea y la novela polifonica) como tentes entre la teoria de la intertextualidad y la del injerto,
una escritura que lee otra escritura, que se lee a si misma y hay que darse cuenta tambien de la diferencia entre amb~3:~-,
que se construye en una genesis destructiva. Kristeva, en No seria un gran desacierto afirmar que la deconstruccion /
particular, hace funcionar conjuntamente a Bajtin, al Saus- es una intertextualidad radicalizada. En efecto, una de la~
sure de los anagramas, a Freud y al generativismo. Desde el consecuencias del caracter iterativo de todo signo es la de
punto de vista del semanalisis solo existen, hasta ese mo- funcionar como Ul(a esponja 131 que absorbe los fragmentos
mento, dos metodologias capaces de dar cuenta de la semio- de las escrituras de la tradici6n y de la actualidad. La ley de
logia de los paragramas: las matematicas y metamatemati- la escritura-esponja es la ley de la impureza: La esponja 13 2
cas y la lingiiistica generativa (aunque no sean pertene- esponjea el nombre propio, lo situa fuera de si, lo desplaza y
cientes a una logica cientifica). De ese modo se llega a la lo pierde, lo ensucia tambien para hacer de el un nombre
formulacion de la teoria del texto como un doble, escritura- comun, lo contamina a traves del contacto con el objeto mas
lectura, que esta doblemente orientado: hacia un acto de despreciable, mas incalificable, hecho para retener todas las
reminiscencia (o evocacion de otra escritura) y hacia un acto impurezas 133 Ese funcionamiento, visto por de Man a tra-
de intimaci6n (o transformacion de la anterior escritura). El ves de ese concepto quiasmico que es la alegoria, evita que
texto como lectura o evocaci6n implica dos tipos de gramas en algun momento pueda considerarse el texto como una
lectorales (el texto extranjero como reminiscencia y el texto unidad de sentido completa, como una estructuracion de
extranjero como cita), mientras que el texto como intima- sentido, pues la impureza fragmentaria de la escritura-es-
cion o escritura esta compuesto por los denominados gra- ponja convierte el corpus textual, ya lo apuntabamos pagi-
mas escriturales (fonicos, semicos y sintagmaticos). Tres nas atras, en un corpus de fallas, de dobles caras, de fisuras.
Asi, mientras la teoria de la intertextualidad sostiene que la
127 Vid. El signo, el juego y Ia estructura en el discurso de las ciencias
humanas, en La escritura y la dijerencia, op. cit.
1 1
12s GRACIELA REYES, Polifonla textual, Madrid, Gredos, 1984. 3Vid. Signeponge, Paris, Seuil, 1988.
1
129 Vid. Semibtica, 2 vols., Madrid, Fundamentos, 1978, y La revolution L'eponge es Ia esponja, pero tambien el borde
32 y el nombre transfor-
du langage poetique, Paris, Seuil, 1974. mado de Francis Ponge. (N. T .)
1~0 Semibtica, I, pag. 227.
m 1bid. , pags. 54-55.
1

MANl1El. .\~F.:\Sl
66 C:RiTIC,\ !.lMITE/ fL LiMITE DE LA CRITICA 67

absorcion de otras textualidades, incluso de otros sistemas como intimacion y el texto local, sino que mas bien consi-
semioticos, se resuelve en una nueva unidad de sentido dera todas esas diferencias como productos de una misma
(Kristeva observa, por ejemplo, que todos los sub-gramas y citabilidad general que podria resolverse, como sugiere
las gramas parciales son una expansion de la funcion que Derrida, en una teoria de la modalidad injertual. Si toda
organiza el texto) 13 \ la teoria del injerto sostiene que dicha huella se caracteriza por su iterabilidad y si nada escapa a Ia
absorcion crea un corpus agujereado (valga la metafora) que huella, ~no es logico que para la deconstruccion todo en el
evita la unicidad de sentido, un modo de funcionamiento texto sea extranjero y local a Ia vez y en un mismo Iugar?
que mezcla constantemente niveles referenciales y figurati-
vos. No solo eso: la teoria de Ia intertextualidad o de la IV. Hablando de las diferentes formas de entender Ia
transposicion delimita el intertexto dentro del espacio del critica literaria a proposi.to de De Sanctis y Croce, Gramsci
texto litera rio (la intertextualidad es del texto) y, de forma escribe: El tipo de critica literaria propia de la filosofia de
consecuente con su idea de la unicidad de sentido, lo vuelve la praxis es ofrecido por De Sanctis, no por Croce ni por
identificable, determinable y decidible. Los analisi~ de la ningun otro (menos aun por Carducci): en ella deben fun-
propia Kristeva sobre Liutreaumont y Mallarme son un dirse la lucha por una nueva cultura, es decir, por un nuevo
buen ejemplo de ello. El semanalisis es el instrumento ade- humanismo, la critica de las costumbres, de los sentimientos
cuado de esa analitica. En cambia, para la deconstruccion el y de las concepciones del mundo con la critica estetica o
injerto no est3. delimitado ni en el texto ni en el metatexto. puramente artistica 135 . Gramsci representa bastante bien lo
Ello quiere significar dos cosas: que el metatexto no escapa que podria ser una critica literaria de inspiracion marxista
a la injertualidad (la intertextualidad pertenece a la relacion alejada de unos planteamientos iniciales bastante simplifi-
texto-metatexto) y, por tanto, puede ser analizado en su cadores y reduccionistas (recordemos algunas de las criticas
propia impureza y fragmentariedad (De Man), del mismo de los teoricos marxistas a los formalistas rusos y tambien la
modo que puede evidenciar sus propios injertos (Derrida); y teoria artistica marxista pos-revolucionaria), una critica lite-
que el injerto no es identificable en terminos de unidades raria que atiende tanto a la dominante estetico-artistica de
que habitan un espacio-ahi del texto: para la escritura- la obra literaria como a su dimension de incidencia y reflejo
esponja no hay unidades reducibles a gramas, porque el social activo. Si bien, en ultima instancia, se sefiala la
grama no es una unidad y, sobre todo, porque no es perti- dependencia (social, no artistica) del aspecto estetico con
nente la distincion grama lectorallgrama escritural o la dis- respecto al componente socio-ideologico extraliterario tam-
tincion texto extranjero/texto local. Dichas distinciones pre- bien manifiesto en la propia estructura de la obra. Althus-
suponen una posibilidad de analisis y discernimiento que es ser, por ejemplo, plantearia esa misma cuestion en terminos
ajena como tal ala deconstruccion. El grama lectoral, desde de Aparatos Ideologicos del Estado, que funcionando
la optica del injerto, es a la vez lectoral y escritural y su masivamente mediante la ideologia, son plurales y se mani-
Jectura remite a otra escritura que es una lectura de otra fiestan en estratos como, por ejemplo, la escuela, la familia,
escritura. El grama escritural, desde la misma optica, es ala la informacion y, por supuesto, la literatura 136_ Esa ideolo-
vez escritural y lectoral y su escritura remite a otra lectura gia que, segun la tesis enunciada por Althusser, tiene una
que es una escritura de otra lectura. Mas aun: el grama lec- existencia material 137 , ha guiado tambien (por supuesto, de
toral o el escritural pertenecen no a la estructura del texto, 135
ANTONIO GRAMSCI, Letteratura e v ita nazionale, Torino, Editori
sino a la relacion texto-metatexto. Por lo demas, la teoria Riuniti , 1977, pag. 6.
del injerto no diferencia entre el texto como cita, el texto 1 6
3 Vid . <<Ideologia y aparatos ideologicos de Estado>>, en Escritos, Bar-
celona, Laia, 1974, pags. 105-170.
1
134 Semiotica, vol. I , pag. 240. 37 Ibid. , pags. 148 y siguientes.

I,
'W -
I II
t;
!

MANUEL ASE!'\SI CRiTICA LiMITE! EL LiMITE DE LA CRiTICA 69


68

forma diferente) la investigacion de Foucault centrada en la varlo a cabo es poner restricciones a proposito de lo que se
nocion de discurso y de archivo 138 . AI examinar los discur- puede hacer al interpretarlos 139
sos de diferentes disciplinas y tratar de descubrir las reglas El concepto de situacion (to place) del texto (genitivo
que forman sus configuraciones especificas, no le interesa objetivo y subjetivo) en el mundo es, a los ojos de Said,
tanto quien habla en elias o que leyes linguisticas las fundamenta l tanto en relacion con el texto literario (la tra-
gobiernan como lo que aquellas reglas determinan: quien dicion novelistica occidental, desde D. Quijote, esta llena de
puede hablar, de que se puede hablar, como se debe hablar, ejemplos de textos que insisten no solo en su realidad cir-
lo que es verdadero, lo que es falso, lo que es razonable o cunstancial, sino tambien en su estatus de estar ya reali-
irrazonable. Para Foucault lo unico que escapa y precede al zando una funcion, una referencia, o un significado en el
discurso son determinados aspectos de la medicina clinica, mundo) 140 como en relacion con el ensayo, forma tradicio-
las relaciones sociales, las circunstancias economicas y socia- nal a traves de la que se ha expresado la critica (la proble-
les. Esa interaccion entre lo discursivo y lo no discursivo matica central del ensayo como forma es su lugar, por el
determina que el archivo no equivalga al texto de los que yo entiendo una serie de tres formas diferentes, pero
deconstruccionistas, pues mientras este funciona separada- conectadas, mediante las que el ensayo ha sido la forma en
mente de cualquier significado trascendental, aquel esta que el critico se toma y se coloca a si mismo para hacer su
determinado por el contexto historico. obra>>) 141 El texto impone limites y constricciones dentro de
Sea con una orientacion marxista (de indole gramsciana, su contexto de la misma forma que el archivo foucaultiano
por ejemplo), sea con una orientacion no necesariamente esta sujeto a unas reglas coercitivas dadas en contextos his-
- 0 no solo- marxista (la pragmatica linguistica, la este- toricos determinados. Said recuerda a este respecto la tesis
tica de la recepcion, la genealogia), la nocion de contexto nietzscheana segun la cuallos textos no son un intercambio
tiene la funcion de delimitar las producciones e interpreta- democratico entre autor y receptor, sino hechos de poder.
ciones del sentido de un texto, asi como la forma de hacer En un principio parece que la oposicion entre la vision de
historia de la literatura. La vinculacion entre el contexto y Foucault, Said o los pragmaticos y la de Derrida y los
lo que delimita y produce el sentido ha sido claramente deconstruccionistas, corresponde a dos orientaciones presen-
expuesta por Edward W. Said en The Text, the Wordl, the tes en el romanticismo del siglo XIX: aquella que ve el texto
Critic: Mi principal cometido ahora - escribe Said- es como un medio para llegar hasta una realidad no textual
discutir las razones por las que los textos imponen constric- (Hegel, Shelling) y aquella otra que identifica libro y mun-
ciones y limites a sus interpretaciones. La teoria critica do de forma que la escritura deviene una dimension auto-
reciente [la alusion ala deconstruccion es mas que evidente] noma y autorreferencial (Flaubeit, Mallarme, Valery) 142.
ha puesto enfasis en el caracter ilimitado de la interpreta- Esta division, que de algun modo se corresponde con la
cion. Parte de dicho enfasis se debe a una concepcion del oposicion establecida por Richard Rorty entre textualismo
texto como algo que existe totalmente dentro de un uni- fuerte y textualismo debil 143 , es la que ha conducido a afir-
verso textual hermetico, alejandrino, y que no tiene nin- mar que la cuestion del contexto constituye el agujero negro
guna conexion con la actualidad. Me opongo a ese punto de
vista no simplemente porque los textos estan en el mundo, l39 josuf: V. HARARI, Critical Factions/ Critical Fictions, en Textual

sino tambien porque como textos se situan a si mismos - es Strategies, op. cit., pag. 171.
140
Ibid. , pag. 177.
decir, una de sus funciones como textos es lade situarse a si 111 Ibid., pag. 184.
mismos- y actuan en el mundo. Mas aun: su forma de lle- 112
Vid. MAURIZIO FERRARIS, ]. Derrida: deconstruccion y ciencias del
espiritu, en este volumen.
143
158 La arqueologia del saber, Buenos Aires, Siglo XXI, 1981. Consequences of Pragmatism, University of Minnesota Press, 1982.
70 MANUEL ASENSJ CRfTICA LfMITE/ EL LIMITE DE LA CRiTICA 71

de Ia deconstruccion 144 Tesis ciertamente sorprendente en mas tempranas articulaciones 147 . Lo que sucede es que esa
un sentido y no tanto en otro. Por un !ado, se comprende cuesti6n de la instituci6n y del contexto esta ttatada de una
que Said (y con el toda una linea de opinion) se refiera a la manera especifica en la que conviene detenerse. En princi-
deconstruccion como una forma de pensar el texto en ter- pia, tanto desde una pragmatica (o estetica de la recepci6n)
minos de algo que existe en un universo hermetico. Se como desde una perspectiva marxista, el contexto es lo
comprende, incluso, que se vea en la deconstruccion una recuperable, aquello de lo que se puede dar cuenta mediante
practica gratuita y arbitraria. Pero, por otro, ello se com- un dejarlo disponible para el analisis. La viabilidad de una
prende a condicion de leer la deconstruccion de un modo focalizacion que tiende hacia lo global (la pragmatica estu-
determinado que no estamos seguros de que sea la forma dia el conjunto total de condiciones contextuales que hacen
mas compleja e interesante. Ciertamente, esa gratuidad y posible un acto de habla feliz; el marxismo se ofrece como la ,
arbitrariedad constituye uno de los posibles efectos de la disciplina capaz de atender tanto al punto de vista de una
denominada deconstruccion sociologica e institucionaliza-
I
1 da. De la decontextualizacion sistematica de todo texto,
superestructura y de los vencedores como al de una
infraestructura y de los vencidos) 148 es lo que caracteriza-
1 del juego libre de la escritura y de la interpretacion se ria esos proyectos, de forma que, por ejemplo, seria posible
' transita rapidamente a una forma hueca y vacia de usar los hablar y recuperar tanto los aspectos estetico-formales de un
I textos literarios y filosoficos. Pero, tal vez, no sea esa forma texto como el Lazarillo de Tormes, como las circunstancias
\ mas que uno de los materiales sobre los que recae con politico-ideologicas y econ6micas en que fue producido.
mayor crudeza la deconstruccion. Es preciso, pues, aclarar Dicho de otro modo, seria posible analizar sus aspectos
\. algunos terminos. internos en relaci6n - generalmente de dependencia- con
~En que sentido niega la deconstruccion el contexto? sus aspectos externos. Ahara bien, seria dificil negar que en
Derrida escribe que la escritura supone la posibilidad de ese tipo de planteamientos se producen dos efectos sustan-
funcionamiento separado (... )de su querer-decir "original" ciales: l) una demarcaci6n entre lo externo y lo intern a, y
y de su pertenencia a un contexto saturable y obligato- 2) una determinabilidad, una fijeza de los elementos contex-
rio 14 5. En otros lugares, se refiere ala escritura como aque- tuales y del mismo contexto. Tanto uno como otro tienen la
llo que no remite mas que a si misma y, por tanto, parece finalidad de distribuir y delinear competencias: Ia referida a
como si los aspectos socio-contextuales no contaran para lo literario, la referida a la hist6rico, la referida a lo econ6-
nada en su analisis que, ciertamente, no los integra. Pero, mico, asi como sus posibles o imposibles articulaciones.
por otra parte, suele citarse tambien el hecho de que los Nuestra distribuci6n departamental da buena cuenta de esas
escritos de Derrida estan marcados progresivamente por la competencias y demarcaciones.
intervencion institucional 146 , comenzando por su resistencia Para la deconstrucci6n esa forma de comprender el con-
al plan Haby. Ello puede parecer contradictorio y, sin
embargo, no lo es. ~Por que? En primer Iugar, porque como
147
afirma Samuel Weber en un trabajo muy Iucido a proposito Demarcations: Deconstruction, Institutionalisation, Ambivalence,
en Working Papers and pre-publications, Univerista di Urbino, num. 145,
del tema que estamos tratando: La cuestion de la institu- junio, 1985, pag. 5.
cion esta inscrita en el proyecto deconstructivo desde sus 148
G. Vattimo escribe a prop6sito de Ia Tesis de filosofia de Ia historia
de W. Benjamin: En consecuencia, esta [Ia revoluci6n] pretende Ilevar a
144 ROBERT SCHOLES, Deconstruction and Communication>>, Critical
termino una especie de redenci6n que haga justicia (... )a todo aquello que
Inquiry, 14, 2, pags. 278-295, 1988. ha sido excluido y olvidado en Ia historia lineal de los vencedores. Desde
115 Lac. cit.
este punto de vista, Ia revoluci6n habria de recuperar todo el pasado (Dia-
14 6 Asi lo plantea MAUR!ZIO FERRARIS en Derrida, 1975-1981. Sviluppi
lectica, diferencia y pensamiento debil, en GIANNI VATTIMO y PIER ALDO
teoretici e fortuna filosofica, Unicopli, 1984. Rm ITn (eds.). El pensamiento debil, Madrid, dtedra, 1988, pags. 18-42).
54 MANUEL ASI::I'\SI CRiTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRiTICA 55

unicamente a los textos considerados hasta ahara como entendimiento literario es bipartito, y que requiere un dis-
literarios y que abarca tambien el metalenguaje- hace curso literario (textos) y un discurso literario-critico (comen-
que este produzca un efecto de desplazamiento continuo (un tario o textos asociadas), y que si se privilegia demasiado los
moverse entre la promesa de una verdad, un referente o una textos de ficci6n sabre los de no-ficci6n (de la literatura
literalidad y la ruptura de esa promesa) que, sustrayendose "primaria" sabre la "secundaria") se reifica todavia mas la
al horizonte de los referentes, torna imposible su asuncion literatura y se trastorna nuestra capacidad de leeD> 113 Para
plena: el tropo se desdobla sin cesar y por esa raz6n la lec- Hartman, lo que esta amenazado por ese tipo de critica lite-
tura, que atiende siempre a uno de los pliegues posibles de raria tecnica (cuya posibilidad de practica tampoco eli-
la epifora, es una dinamica entre vision y ceguera. El mina) es la lectura, sabre todo porque la teoria y la critica
tropo (la alegoria) se intercala siempre entre el texto y su literarias sufren una especie de complejo de inferioridad
lectura, en el texto como texto y en el texto como texto y respecto a la literatura. Por ese motivo, la deconstrucci6n
como lectura. Ello da via libre para que de Man analice (y hartmaniana propane una potenciacion de la lectura a par-
se autoanalice) incluso la lectura deconstructiva que De- tir de un lenguaje critico que desarrolle en si mismo toda la
rrida realiza sabre Rousseau en terminos de esa misma creatividad propia de la literatura. No se trata de volver a
dinamica entre vision y ceguera 111 : Derrida abre y ocul- Pater (como no se trata de volver a Azorin), pero ello no
ta el texto de Rousseau como Heidegger abre y oculta el significa que ellenguaje de la critica deba adoptar la rigidez
texto de Holderlin 112 . Derrida y Heidegger al ocultar sus propia de la denominada ciencia, mas bien deberia refle-
respectivos textos comentados hacen decir a Rousseau y a xionar, en un vis-a-vis, tanto sabre si misma como sabre su
Holderlin no lo que estos dicen, sino lo que ellos quieren objeto inmediato, la obra de arte. Deberia reflexionar sabre
decir de forma igualmente aleg6rica. Derrida y Heidegger, sus deudas hist6ricas (quiza no sea tan distinta de la herme-
al abrir sus respectivos textos comentados, hacen de su lec- neutica religiosa como a lo mejor pretendia ser) y sabre la
tura err6nea algo realmente productivo. Pero ella no signi- posibilidad de que, despues de todo, sea una forma de
fica que no sea posible deconstruir a Derrida y Heidegger a arte ... 114.
traves de Rousseau y Holderlin. La lectura, para de Man, es
ese errar continuo que ni una critica tecnica ni una decons- II. En segundo Iugar, el conflicto de la deconstrucci6n
tructiva pueden detener. Por ella, la deconstruccion dema- con la teoria y critica literaria se extiende a todas las facetas
niana es, entre otras casas, una deconstruccion de lecturas y que esta ha adoptado partiendo siempre del marco aristote-
su concepto de literatura un lenguaje que prefigura su pro- lico-plat6nico. Si, aunque sea de forma aproximativa y con
pia malinterpretacion. el fin de sistematizar mejor nuestro estudio, dividimos la
Alga similar a esa deconstruccion (que no negacion) de critica literaria en las siguientes variantes (que, como es
la critica 'tomo tecnica hallamos en Geoffrey Hartman, facil advertir, constituyen desarrollos de los ejes aristotelicos
quien considera que el caracter restrictivo del lenguaje de planteados en el primer apartado ): l) contenidista (critica
tendencias teoricas como, por ejemplo, la semiotica, la lin- preocupada, sabre todo, par el estudio tematico -en oca-
giiistica o (como el lo denomina significativamente) el siones en relacion con el psicoanalisis- de la obra. Los
estructuralismo tecnico, conducen a un empobrecimiento estudios de J. Pierre Richard, G. Bachelard, e incluso Ch.
de la lectura: La unica certeza que tenemos es que el Mauron serian un buen ejemplo de ella); 2) sintomatica
(basada fundamentalmente en la hermeneutica de Schleier-
Retorica de Ia ceguera, en este volumen.
11 1
113
Vid. Heidegger's Exegeses of Holderlin>>, en Blindness and Insight,
11 2 De El destino de Ia lectura, en este volumen.
111
op. cit., pags. 246-266. Ibid.

~
i1.'.1
,,
__,
~J'"

:>6 MANUEL ASF:'\Sl CRiTJCA LIMITE/ EL LIMITE DE LA CRiTICA 57

macher, su maxima manifestacion seria la estilistica, sabre parodiada) a proposito de la teoria y critica literarias, enten-
todo en su variante idealista, para la cual los rasgos del deremos la segunda razon del conflicto entre la deconstruc-
estilo est<in en conexion con los rasgos afectivos del alma cion y la teoria literaria. Una practica deconstructiva no
-como afirma Amado Alonso, a toda particularidad idio- puede pretender apropiarse del contenido o del tema de
matica en el estilo corresponde una particularidad psiqui- la obra literaria, ante todo porque dichas nociones impli-
ca- 115 y para la que lo fundamental es el estudio del estilo can: a) La posibilidad de que el analisis llegue hasta unas
significante para llegar hasta la particularidad significativa unidades y se detenga en elias. Y el injerto evita, precisa-
de la obra y de su autor); 3) formalista (al menos en su ver- mente, el cese de una circula<>:ion textual y, por tanto, el
sion mas radical, pretendio acabar con los tematismos, psi- tema o el contenido no serian mas que otra forma de nom -
cologismos y contenidismos en general, y centrarse en la brar la presencia plena del texto (no hay nucleo tema-
obra literaria como simbolo -en el sentido que le dieron a tico, unicamente efectos de temas que se hacen pasar por la
este termino los romanticos alemanes de Jena- ll 6 , como cosa misma o por el sentido mismo, escribe Derrida) 117;
materia exclusivamente formal); 4) estructuralista (esencial- b) La viabilidad de una duplicacion del texto literario
mente preocupada por analizar, via inmanencia, el modo de mediante la recuperacion de la monosemia o de la polise-
funcionamiento sistematico de la obra con el fin de llegar a mia. El injerto impide esa duplicacion discurriendo por
la construccion de una gramatica universal); 5) sintomatica- entre una diseminacion que nunca debe ser confundida con
semiotica (podria incluirse dentro de este apartado tanto la una polisemia y que vuelve indecidible el tema y/ o el con-
semiotica de orientacion greimasiana como la semiotica tenido. Miller insiste en que ello supondria la reduccion del
peirciana orientada hacia una vision global de la obra lite- libre juego del texto y evitaria la estrategia consistente en
raria, es decir, hacia un estudio pragmatico -pensemos en perseguir el laberinto etimologico, conceptual y figurativo
la pragmatica literaria, asi como en tendencias marxistas , de dicho texto us. c) El caracter no conflictivo de la lectura
como lade Edward Said-, semantico y sincictico -pense- del tema o del contenido. Para de Man ella Ilevaria a pensar
mos tambien en la lingiiistica textual- de la obra literaria. el texto literario como una dimension con elementos no
Tendrian cabida en este apartado formas de criticas surgidas retoricos o con una retorica limitada a la literalidad de una
al socaire de la semiotica como el semanalisis y la teoria de oposicion entre lo literal y lo figurado. El tema o el conte-
la intertextualidad); 6) hermeneutica (nuclearizada en torno nido solo pueden ser nombrados a traves de una tropologia
ala idea de la interpretacion como hecho fundamental del que los escinde y que vuelve err6neos)) lo literal (que, desde
ser, privilegia o bien la idea de que todo decir, incluido el ahara, se divide en lo literal y lo figurado) y lo figurado
literario, es un decir sabre el mundo y sabre el ser -caso de (que, desde ahara, se divide en lo figurado y en lo literal), y
Paul Ric~ur-, o bien la idea de la recepcion como paso asi indefinidamente. d) La practica de una separacion entre
basico e insoslayable de la critica -caso de Jauss, por el significante y el significado que, en ultima instancia,
ejemplo- , o bien la idea de la interpretacion como destruc- lleva a trascender la escritura hacia un mas alia de conte-
cion de la tradicion -caso de Spanos- ). nido ode tema y que, en ocasiones, pone entre parentesis el
Si, como deciamos, hacemos esta division (que, como propio hecho de la escritura. La deconstrucci6n entiende
toda divisoria es susceptible de ser reordenada e incluso que tanto el aspecto significante como el significado son, en
si mismos, huellas que no remiten mas que a si mismas, a
otra cosa distinta de si (la huella, la huella otra) y a si (la
11 5 Vid. AMADO ALONSO, Materia y forma en poesla, Madrid, Credos,
1969.
Vid. TzvETAN TODOROV, Teorias del slmbolo, Buenos Aires, Monte-
11 6 111 La doble secuencia>>, pag. 375.
11
Avila, 1979. 8 En Stevens ' Rock and Criticism as Cure>>, op. cit., pag. 30.
58 MANUEL ASENSI CRJTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA 59

huella como repeticion). Por esa razon, atiende mas bien a truccion como el estructuralismo han bebido en fuentes
como se produce en el texto una especie de exceso de sinta- nietzscheanas. El segundo aspecto se refiere a la concepcion
xis que vuelve imposible el transito hacia un mas alia de de la obra literaria como una totalidad organica. Por ser este
contenido o de tema. un aspecto nuclear de una buena parte de las tendencias cri-
Todas las razones que se acaban de dar para que Ia ticas lo trataremos mas tarde al hablar de la relacion entre la
deconstruccion se desmarque de cierta forma de critica tema- deconstruccion, el estructuralismo y Ia semiotica.
tica sirven igualmente para explicar el conflicto entre Ia Aunque entre en conflicto con la nocion de tema o de
deconstruccion y criticas sintomaticas como Ia estilistica. contenido hay que apuntar que la deconstruccion noes un
Habria que afiadir dos aspectos insoslayables de esta ultima formalismo. Acepta la nocion de tema o de contenido a
con los que rozaria Ia deconstruccion. Se trata, por un !ado, condicion de no concederle un locus especifico y de no
de Ia conocida base hermeneutica de Ia estilistica fundamen- reducirlo a una presencia decidible (lo que, en realidad, es
tada, segun Ia tradicion de Scheleiermacher, en Ia idea de un no~tema). Podriamos llegar a decir incluso que Ia decons-
una recuperacion de Ia presencia individual de Ia figura del truccion necesita presuponer un tematismo determinado y
autor o de sus ideas o afectos. Es conocida Ia idea segun Ia delimitado para, a continuacion, hallar la fisura (que puede
cual el critico debe, mediante un acto intuitivo, colocarse en ser una disposicion sintactica o fonica, como en el caso de
Ia situacion del autor, es decir, hacer el camino inverso que Mallarme 121 , o puede ser un termino, como en el caso de
este hizo en el momento de la creacion. El caracter repetitivo Shelley 122 ) por donde ese tematismo se fuga, se vuelve con-
o iterativo de todo signo hace que para Ia deconstruccion el tradictorio e indecidible y, sobre todo, no unitario viendose
texto no funcione sino rodando de mano en mano (por uti- en Ia obligacion de remitir a otra huella-tema que es un
lizar la metafora platonica) separado de su querer-decir ori- no-tema. Pensemos, por ejemplo, en las deconstrucciones de
ginal y sin posibilidad de recuperarlo. La deconstruccio,n Derrida, de Miller o de de Man. Derrida parte de una dispo-
derridiana de los planteamientos husserlianos podria, sin sicion tematica entregada por una tradicion, por ejemplo
duda, ser traducida a este ambito: el querer-decir, la presen- Saussure o Mallarme, y reconoce, en ese inicio, un sentido
cia de la conciencia del emisor, estan mediatizados por una determinado de las nociones de escritura y habla, o de la
dimension material que no solo nos los aleja, sino que, nocion de suplemento, o del termino blanco. A continua-
ademas, los convierte en efectos. A Ia vez, ~como hablar de cion hace vacilar los contenidos de esos conceptos-temas-
particularidad psiquica, de individualidad, cuando el signo guia a partir de la deteccion de grietas (margenes, detalles)
se caracteriza -incluso la conciencia como signo-huella- 119 internas: en el corpus saussureano se detecta el rasgo dife-
por su repeticion e iterabilidad?, ~como hablar de una vo- rencia que trastoca la oposicion habla/ escritura y que con-
luntad, de un querer-decir mas alla de esa repeticion, es- duce hasta otro termino que no se puede identificar, en
paciamiento, diferenciacion o diseminacion? Como se ve,
las objeciones de la deconstruccion a la estilistica no son
duccion literaria es una lucha de voluntades (Ia del escritor con respecto a
distintas de las que en su dia llevo a cabo el estructuralismo Ia de los escritores anteriores, Ia del escritor con respecto al tiempo y Ia
en el sentido de la critica de la nocion de sujeto ( y este seria muerte, etc.). Vid . A Map of Misreading, Oxford University Press, 1975; y
uno de los aspectos que separarian a Harold Bloom del The Anxiety of Influence: A Theory of Poetry, Oxford University Press,
estructuralismo y la deconstruccion) 120 Tanto Ia decons- 1973.
12 1 Vid. La doble secuencia>> y Mallarme>>, en ;,Como no hablar? y

otros textos, op. cit.


119 Vid. Freud y Ia escena de Ia escritura>>, La escritura y Ia diferencia, 122
Vid. <<The Critic as host>>, segunda version ampliada del texto publi-
op. cit. cado en este volumen, en Deconstruction and Criticism, op. cit., pags.
12o Como se sabe, Ia teoria de Bloom se basa en Ia idea de que Ia pro- 217-253.
~
jl''
,,
!,

60 MANUEL ASE:\Sl CRiTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRiTICA 61

cuanto a su monosemia o polisemia, con los anteriores. El reaccion o una reduccion simetricas podrian ya dibujarse:
proceso deconstructivo puede incluso partir de una pluriva- consistiria en aislar, para ponerla al abrigo, una especifici-
lencia tematica para hallar en ella una fisura que indica dad formal de lo literario que tendria una esencia y una
una pobreza tematica o no-tem<itica. Tal es el caso del verdad propias, que ya no haria falta articular a otros cam-
pliegue o del blanco en Mallarme. Derrida, refiriendose pos, teoricos o practicos 125 Cuando Miller se refiere a que
al trabajo de J. Pierre Richard sabre Mallarme, anota: El el critico deconstructor debe ir de concepto en concepto, de
pliegue, pues, y el blanco: que nos impediran buscar un figura en figura, de motivo mitico en motivo mitico a traves
tema 0 un sentido total mas alla de las instancias textuales de las capas laberinticas del texto, esta, tambien, oponien-
en un imaginario, una intencionalidad o un vivido. Richard dose a una critica tematica y a una critica formal. ~Que otra
ve en el blanco yen el plieque temas de una plurivalen- direccion puede tener el concepto demaniano de alegorza?
cia particularmente fecunda o exuberante. Lo que no ve, en Evidentemente, las deconstrucciones hacen un quiasmo con
la abundancia de su observacion, es que:,esos efectos de texto los conceptos romanticos de Simbolo y alegoria.
son ricos por una pobreza, diria casi una monotonia muy Hemos vista hasta el momenta el trabajo de desestabili-
singular, muy regular tambien. Nose ve porque se cree ver zacion y perturbacion que los procesos de las deconstruc-
temas en el Iugar en que el no-tema, lo que no puede con- ciones realizan a proposito de una critica tematica, sintoma-
vertirse en tema, aquello mismo que no tiene sentido, se tica, formal y hermeneutica. Naturalmente, nuestro reco-
observa sin cesar, es decir, desaparece 123_ rrido es, dado el caracter introductorio de este espacio,
Lo que podriamos denominar la transitividad ilimitada sucinto, eliptico y, por ella, escaso en cuanto al desarrollo
de la escritura hacia la (otra) escritura deconstruye tanto el de los diferentes aspectos. Nuestro prop6sito es, de todos
tematismo como el formalismo, pues si aquel presupone un modos y por el momenta, establecer el conjunto general de
mas alla de la escritura que no es escritura y que, en cierto ideas medulares latentes en la pareja teoria literaria-decons-
modo, la gobierna (en este sentido la critica del tematismo truccion. Dos son los puntas que quedan por ilustrar: por
es tambien, y a la vez, la critica de una hermeneutica que ve una parte, la relacion de la deconstruccion con las nociones
el texto como el media de referirse intencionalmente al de estructura e intertextualidad; por otra, la relacion de la
mundo o al ser) 12 4, este corta cualquier otro mas alla escri- deconstruccion con la problematica del contexto.
tural en la escritura y reduce el texto a la presencia de su
wI
significante. A esta forma de reducir el signa se ha referido III. Ya nadie pone en duda la fortuna, la productividad
Derrida tanto en La Voz y el Fenomeno como en Qual cual y la expansion del termino estructura, tanto en el ambito
!I
LJ'' o en Posiciones. U nas pal a bras de este ultimo texto nos de la linguistica como en el de la teoria literaria. Dicho ter-
muestran la postura de la deconstruccion rente al forma- mino (sefia de identidad de un movimiento tan complejo
lismo ruso o al New Criticism: La emergencia de esta cues- como el estructuralismo) signific6 hasta el siglo XVII cons-
tion de la literalidad ha permitido evitar un cierto numero truccion en el sentido arquitectonico del termino. Fueron
de reducciones y de desconocimientos que siempre tendran los formalistas rusos los que, a partir de la nocion de sim-
tendencia a resurgir (tematismo, sociologismo, historicismo, bolo tramada por los romanticos alemanes de Jena, comen-
psicologismo bajo las formas mas disfrazadas). De ahi la zaron a perfilar para la teoria literaria la nocion de estruc-
necesidad del trabajo formal o sintactico. Sin embargo, una tura tal y como la conocemos. Junto a la consideraci6n
inmanente (en si) de la obra literaria, dicha nocion aparece
En La doble secuencia>>, pag. 376.
123
definida como forma verbal, como integracion dinamica de
Apane de La metlifora viva, op. cit., puede consultarse Hermeneu-
12 4
1 5
tica y estructuralismo, Buenos Aires, Megalopolis, 1988. 2 Posiciones, op. cit., pags. 91-92.
=;--

-1:4 MANUEL ASF.:\SI


CRiTICA LiMJTE/ EL LiMITE DE LA CRJTICA
45
al horizonte hermeneutico que, en tanto al menos que hori- 91
zonte de sentido, se deja estallar por la escritura; 3) la nece- <<serio . Necesidad que se extiende a la presencia cons-
sidad de separar, de alguna manera . del concepto de polise- ciente de la intencion del sujeto hablante y de una determi-
mia lo que he llamado en otra parte diseminacion y que es nada recepcion. La oposicion acto de habla serio/ acto de
tambien el concepto de la escritura; 4) la descalificacion o el habla ficticio remite a la diferencia entre uso y mencion de
limite del concepto de contexte, "real" o "lingiiistico", del un signo o una marca. El termino privilegiado por Austin
que la escritura hace imposibles la determinacion teorica o es, naturalmente, el acto de habla serio, que esta constante-
Ia saturacion empirica o insuficientes con todo rigor) 88 , si se mente amenazado por el acto de habla ficticio (aquel que
atiende a estas consecuencias en relacion tambien con el tiene lugar durante una representacion teatral o en el inte-
habla efectiva y presente, llegamos a la conclusion de que rior de un poema, como nos dice el propio Austin). La
tales caracteristicas y tales consecuencias son extrapolables y estructura de repeticion perteneciente a todo signa subvierte
aplicables a todo signo en general. ~Acaso un signo o marca esa oposicion y la reinscribe: solo una citacionalidad gene-
92
no necesita, como su condicion de posibilidad, ser recono- ral hace posible la existencia de un acto de habla serio y
cido a pesar de cualquier tipo de transformacion que sufra de un acto de habla ficticio, de modo que el primero no es
en el proceso comunicativo actual? ~y no esta necesitado ese mas que un derivado del segundo entendido como un doble
reconocimiento de una iteracion que preserve su idealidad? citacional que viene a escindir, disociar de si misma la sin-
gularidad pura del acontecimiento 93_
Ciertamente y, ademas, esa iterabilidad supone la separa-
cion de la forma significante del referente, asi como de toda El discurso derridiano es una arquitectura cuyas bases
intencion de significacion actual, de todo emisor, receptor o estan dispuestas de forma logica y ordenada para producir,
contexte. ... Escritura, es decir (... ), posibilidad de funcio- sin embargo, movimientos sismicos que, sin derrumbar
namiento separado, en un cierto punto, de su querer-decir dicha arquitectura, la vuelven inasible. Los, por otra parte,
"original" y de su pertenencia a un contexte saturable y bien conocidos pasos que acabamos de sefialar constituyen
obligatorio 89 Y, a continuacion, unas palabras a menudo los puntas de arranque (asi como los resultados) de lo que
soslayadas cuando se habla de la relacion entre la decons- podriamos denominar la teoria del injerto de Derrida y que
resumimos de la siguiente forma:
truccion y el contexte: Esto no supone que la marca valga
fuera de contexte, sino al contrario, que no hay mas que
contextos sin p.ingun centro de anclaje absolute>> 90 a) La differance, la repetici6n, la citabilidad general
Asi las casas, problematizada la oposicion entre uso efec- del signa (que ya noes mas el signo de determinada semio-
tivo y uso ficticio del signo, se transita logicamente a una tica), hacen que la escritura no envie hacia ningun exterior
deconstruccion de la oposicion acto de habla serio/acto de de ella misma, a ningun afuera al que ella representa. La
habla ficticio. Como han demostrado los analisis de Austin escritura no es, pues, representaci6n de una supuesta reali-
!'
y de Searle, una nocion fundamental para la pragm:itica dad (o verdad) exterior que la dominaria en calidad de sig-
lingiiistica es la de contexte, o mejor, la posibilidad de obje- nificado trascendental o de sintoma privilegiado sobre el
tivar y enmarcar el contexte que permite establecer las con- indicia. La critica de Derrida a la lectura lacaniana de la
diciones necesarias para que pueda suceder un acto de habla narracion de Poe La carta robada va precisamente en esa

I ' 91
En <<Signature evenement contexte>>, Marges de la philosophie, op.
88 Vid.). L. AusTIN, How to Do Things with Words, Oxford, TheCla-
I' cit., pags. 357-358. rendon Press, 1962 (trad. espanola en Buenos Aires, Paidos, 1971); de). R .
1:l SEARLE, Aetas de habla, Madrid, Catedra, 1980.
89 Ibid., pag. 361.
n Ibid. 367.
90 Ibid., pag. 362. 93
Ibid.
:1
ii

J
J!!ll!"""

MANUEL ASENSI C:RITJCA LIMIT/ EL LiMIT DE LA CRITICA 47


46
ser descompuesto en unidades minimas al modo de un ana-
direccion 94 Al contrario, la escritura que no remite mas lisis distribucional 0 de un analisis estructuralista, pues lo
que a si misma nos traslada ala vez, indefinida y sistemati- que denominariamos unidad minima del injerto seria ya
camente, a otra escritura. A la vez: es de lo que hay que otro injerto.
darse cuenta. Una escritura que no remite mas que a si
misma y una escritura que remite indefinidamente a otra b) La citabilidad general del signa, que desliga a este
escritura, eso puede parecer no-contradictorio (... ). Es pre- de todo centro de anclaje absoluto, recuerda que los valores
ciso que remitiendo cada vez a otro texto, a otro sistema de propiedad, en cualquier ambito en el que se presenten,
determinado, cada organismo no remita mas que a si misma 95 son deconstruibles. Y ~no se basa la metafora - y la tropo-
como estructura determinada: a la vez abierta y cerrada .
logia en general- en ese valor de propiedad o de usuali-
La escritura no manda mas que ala escritura, es decir, a si
dad? 96 Tanto en El suplemento de copula como en La
misma y a lo otro; la escritura no engendra mas que escri-
mitologia blanca, Derrida se ha referido a la articulacion e
tura sin posibilidad de fin. Y aqui podemos recuperar otro
implicacion indisociable entre el dominio filosofico y el
aspecto del parergon>>: recuerdese que este no esta ni dentro dominio lingiiistico: en este caso, en el de la estructura de la
ni fuera, es el interior y el exterior. Pues bien, ahara nos
metafora, se observa claramente su vinculacion al campo de
encontramos ante otra razon para cuestionar la simple opo- la ontologia aristotelica, primero por pertenecer a una teo-
sicion entre el lenguaje objeto y el metalenguaje: la escri- ria del nombre como <pffivi) CHJJ..LUVHKrl y al principia de
tura, como pro-gramacion, como gramo-fono, incluye den-
analogia; segundo porque al asentarse sabre el principia de
tro de la interioridad de su campo tanto al lenguaje (que se
la analogia se une a toda la cadena de la mimesis y de la
repite) como al metalenguaje (que, de igual modo, se re-
homoiosis, asi como al problema de la verdad ontol6gica.
pite), de forma que este no podra nunca saturar a aquel,
dado que la huella remite siempre a otra huella sin que ese
proceso tenga nunca fin. La escritura asi entendida nos hace
Todo ello refuerza un valor de propiedad de la metafora que
huye del movimiento potencialmente infinito de la epifora il"'\ ,f
del nombre y que se une, en cambia, al modelo logico aris-
pensar el texto como una red sin principia ni final (crisis
totelico. Evidentemente, esta concepcion heliocentrica de la
l dellibro y de los blancos marginales y gestaltianos), una red
metafora choca con la concepcion de una escritura en la que
de impurezas, de injertos dentro de injertos sin origen ni
se privilegia fundamentalmente los valores de perdida de
final (sin arqueologia ni escatologia), una red constituida
relacion con los elementos ajenos a la propia escritura. Por
por un conjunto de capas de unas historias desconocidas que
ese motivo, Derrida enfrenta por una parte ese heliocen-
se nos ofrecen como tales desconocidas sin posibilidad de
trismo que sujeta la escritura y le atribuye determinadas
salvar la distancia temporal que las separan de nosotros.
dependencias, y, por otro, aquellos movimientos desen-
Una red de injertos que afectan tanto al lenguaje como al
mascarantes que pretenden desvelar, reducir, acabar con la
metalenguaje, una red de injertos que, como veremos, no
metafora arrojando luz en donde antes habia un velo ocul-
debe ser identificada con la intertextualidad tal y como ha
sido teorizada desde Bajtin a Jenny pasando por Julia Kris-
96 Para un analisis de la discusion entre ]. Derrida y Paul Ricceur a
teva. Sabre todo, debe tenerse en cuenta que el injerto -del
proposito de !a metafora, vid. La mitologia blanca>>, Mtirges de la jiloso-
que no escapan ni la literatura, ni la teoria literaria, ni la jia, op. cit.; La mettijora viva, op. cit. de PAUL RICOEUR, y tambien de
filosofia, ni ellenguaje de la historiografia, etc.- no puede DERRIDA, La retirada de Ia metafora>>, en La deconstruccion en las fronte-
ras de la jilosojia, Barcelona, Paidos, 1989. Hemos propuesto un analisis de
este debate en MANUEL ASENSI, La metafora en Paul Ricceur: un debate
9< Le facteur de !a verite>>, en La Carte postale, Paris, Flammarion,
entre hermeneutica y deconstruccion>>, de proxima aparicion en el volumen
,,\ 1980.
95 De La doble secuencia>>, en La Diseminacion, pags. 305-306.
de Ia revista mexicana Semiosis dedicado a Ia figura de Paul Ricceur.

\
!!!!!""7

MANUEL ASL:\'>1 C:RlTICA LlMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA 49


48
obligar a cambios en la critica literaria la deconstruccion
tador, arrojar la luz de lo literal sobre lo figurado. Los limi-
de una oposicion jerarquica 100 Culler utiliza ejemplos
tes de ese proyecto serian los siguientes: La metafora sigue
siendo por todos sus rasgos esenciales, un filosofema cb1- que, presentados de ese modo, no parecen ciertamente tener
mucha aplicacion. Al igual que hicimos en el anterior apar-
sico, un concepto metafisico (... ). Es resultado de una red de
tado, trataremos de demostrar que no es asi.
filosofemas que corresponden en si mismos a tropos o a
Comencemos constatando que existe una variante de-
figuras y que son contemporaneos o sistematicamente soli-
constructiva de critica literaria, y que tal variante ha sido
darios de ellos. Este estrato (... )nose deja dominar (... ). Si se
criticada -en diferentes sentidos, clara esta- por autores
quisiera concebir y clasificar todas las posibilidades metafo-
como W. Godzich (1983), Paul A. Bove (1983), Silvano
ricas de la filosofia, una metafora, al menos, seguiria siendo
Petrosino (1983) y Rodolphe Gasche (1979 y 1986), entre
excluida, fuera del sistema: aquella, al menos, sin la cual no
otros. Nos interesa especialmente la tesis de este ultimo, que
seria construido el concepto de metafor>> 97.
encontramos resumida en las siguientes palabras: La no-
cion derridiana de escritura y de huella presupone una
reduccion fenomenologica de todos los campos ordinarios
2.1. La deconstruccion y las criticas
de la sensibilidad (pero tambien de lo ininteligible). Al ser
Hemos querido hacer un repaso por algunos de los pun- anterior (todavia no como esencia) a las distinciones entre
los diferentes campos de la sensibilidad y, en consecuencia,
tos claves del pensamiento derridiano (sin duda, el mas ela-
a cualquier experiencia de presencia, no podemos afirmar
borado entre los deconstruccionistas) para finalmente pre-
que la huella o escritura esten presentes en todos los discur-
gun tar: ~es aplicable ese discurso a la teoria literaria? La
respuesta no puede ser simple. Por un lado, la aplicacion es sos. Los campos de la sensibilidad de la presencia son
solo los campos donde la escritura como archi-escritura
posible - como vamos a tener ocasion de comprobar-,
aparece como tal, se hace presente ocultandose a si misma.
pero por otro debemos volver a nuestra tesis de que la apli-
De este modo, la manifestacion en cuestion, puesto que con-
cacion se hace a costa de una tension, una paradoja y un
'1:
~, limite. Tal vez por esa razon no estemos de acuerdo con funde e ignora distinciones tan importantes (... ), supone un
I

J. Culler cuando afirma que las implicaciones de la decons- retroceso hacia una comprension fenomenologica de la es-
truccion en el estudio de la literatura quedan lejos de estar critura como algo legible, visible y significativo en un
claras 98, rase con la que quiere indicar una incertidumbre. medio empirico abierto a la experiencia 10 1
Nosotros, por el contrario, pensamos que la rase de Culler Se comprende que Gasche no quiera admitir la identifi-
es una certidumbre en la medida en que si esas implica- cacion entre la escritura como archiescritura, huella o difje-
ciones estuviesen claras tendriamos entonces que hablar de rance, y la escritura en su sentido vulgar y empirico. Cier-
una teoria literaria deconstructiva sobre la base de los cuatro tamente, no podemos identificar la archiescritura ni con la
vertices generales a los que nos hemos referido, y no sucede poesia o la literatura ni con cualquier otra manifestacion
asi. Culler, ademas, alude al ejemplo demaniano segun el discursiva concreta. Como no se puede ignorar tampoco
cual toda lectura es incorrecta y afirma que no parece tener una cierta pertenencia de la deconstrucci6n al debate especi-
consecuencias logicas que obligarian a los criticos a proce- ficamente filos6fico. Pero ello obvia dos aspectos fundamen-
der de manera diferente 99 , como tampoco ve que pueda tales: en primer lugar, y noes esta la ocasi6n mas adecuada
para desarrollar esta idea, que la deconstrucci6n no puede

[ 97 En Marges de la filosofia, op. cit., pag. 259.


100 I bid.
li 9s Sabre la deconstruccion, op. cit., pag. 159.
l
101 <<La deconstruccion como critica, en este volumen.
99 Ibid.
~"I

:n~ ~ a
~::: <

f'il:''
~'!!!"""'

so MANUEL ASE:\SI C:RiTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA 51

comprenderse sin tener en cuenta una mezcla, la debida a la que lo tornan fragmentario y lo separan de toda pretendida
inyeccion de determinadas pr<kticas teorico-literarias (que autonomia y unidad de sentido.
se remontan al romanticismo aleman de Jena y pasan por ~Cual es el conflicto entre la teoria del injerto y la teoria
Flaubert, Valery, Mallarme y Blanchot) en la filosofia - cuyo litera ria?
efecto es, eso si, un (no)concepto que no habita en lo empi-
rico de una manifestacion discursiva- , y la debida a la I. Establezcamos el siguiente punto de partida: la teoria
inyeccion del debate filosofico (mas concretamente, y como y critica literarias, desde el formalismo ruso hasta la prag-
se sabe, el debate con Aristoteles, Platon, Husser!, Heideg- matica y la estetica de la recepcion, ha producido una con-
ger, Levinas, Nietzsche, etc.) en las ciencias del espiritu o ceptualidad consecuencia del marco que surge a partir del
del texto. En segundo lugar, y directamente relacionado con enfrentamiento entre la estructura predicativa S es P y el
el primero, que si el efecto de la primera inyeccion es un objeto literario. Dicha conceptualidad supone un intento
(no)concepto que no permanece en lo empirico, el efecto de explicito de dominio tecnico de la obra, incluso en aquellos
la segunda (en interacci6n con la anterior) es una determi- casas, como, par ejemplo, la estilistica idealista, en que se
nada teoria del texto que podriamos denominar del injer- - reconoce la imposibilidad cientifica de apresar la esencia
to o parergonica o himenal. Si no tenemos en cuenta inefable de la literatura. La conexion entre el es (el meta-
esa cadena de efectos nos vemos obligados a ver y a pensar el lenguaje) y la tecnica fue sefialada ya por Heidegger: al
texto concreto como algo cristalizado, presente y delimitado. comprender el ente -en este caso, el ente literario- como
~No contradice este hecho las lecturas que Derrida hace de un es presente se hace posible (se le deja disponible para)
Rousseau -corpus irreductible a su propio querer-decir-, su dominio tecnico 102 . Los formalistas forjan conceptos
de Mallarme -textualidad no reducible ala presencia tema- como lengua poetica, literaturiedad, funcion, extra-
tica o formal-, de Joyce -que manifiesta la gramofonia de fiamiento, forma, niveles de analisis (fonico, fono-
la escritura-, etc.? ~No contradice este hecho las lecturas logico, <<metrico, morfologico, etc.), leyes de funcio-
que Miller efectua sobre Shelley -textualidad que circula namiento del texto, rasgos distintivos, motivo, cons-
ll sin poder parar por los textos de nuestra tradicion occi-
'I truccion en escalera, construccion en circulo, procedi-
dental - o las que de Man realiza sobre las lecturas de miento literario>>, elementos de construccion, fabula,
Derrida o las de Heidegger sobre Rousseau o Holderlin - tex- asunto, y un largo etcetera 103 . La linguistica del texto
tos alegoricos entre los que se situa una tropologia que (tambien del texto literario) inscribe conceptos como cone-
vuelve erronea la interpretacion-? Desde nuestro punto de xi on, conectivos (lengua natural, cinjuncion, dis-
vista, nos encontramos ante un hecho evidente e imposible
de ignorar, mas aun cuando esa teoria del injerto afecta a
todo el campo de la textualidad, sin olvidar, por supuesto, I02 Heidegger escribe: Ultimamente, Ia investigaci6n cientifica y filo

la filosofia. Con ello, no estamos diciendo que todo sea s6fica de las lenguas tiende, cada vez mas resuelta, a Ia producci6n de lo
que se llama "metalenguaje". La fi losofia cientifica que persigue Ia pro-
literatura, sino que todo texto posee unas fisuras entre su
ducci6n de este "superlenguaje" se entiende consecuentemente a si misma
querer-ser (no podemos, desde luego, olvidar, como advierte como metalingiiistica. Esta expresi6n suena a metafisica, pero no solo
el propio Derrida, la especificidad deseada por determinados suena como ella: es como ella; porque Ia metalingiiistica es Ia metafisica de
discursos: la filosofia como discurso transparente, la litera- Ia tecnificaci6n universal de todas las lenguas en un solo y unico instru-
'f mento operativo de informacion interplanetaria. Metalenguaje y sau!lites,
tura como ficcion, el metalenguaje como exterioridad) y su
metalingiiistica y tecnologia espacial son lo mismo, en La esencia del
I
otro (la filosofia como un genero de escritura-ficcion, la habla, De Camino al habla, Barcelona, Serbal, 1987, pag. 144.
d literatura como discurso epistemologico, a veces formaliza- 103
TZVETAN ToooRov, Theorie litteraire des formalistes russes, Paris,
I
I j: dor y metalinguistico, el metalenguaje como interioridad) Seuil , 1965.
I ~
, I;
j,,,li
IH
=-

MANUEL ASENSI CRITICA LIMITE/ EL LiMITE DE LA CRiTICA 35


34
lo que no esta necesitado de mayores comentarios) 63 Lo
tifico 5 8. Para la deconstruccion, la ciencia es, ademis, un
escribe el propio Derrida: La deconstruccion no debe ni
texto perteneciente a nuestra tradiccion occidental suscepti-
volver a enmarcar ni soiiar la ausencia pura y simple de
ble de ser analizado en los mismos tt~rminos de lo que ella
marco. Esos dos gestos aparentemente contradictorios son
analiza. Ademis, y junto a lo que se acaba de exponer, la
iguales, y sistematicamente indisociables de lo que aqui se
deconstruccion vuelve la teoria literaria (y su aliada, la reto-
deconstruye 64 De ahi que cuando J. V. Harari afirma que
rica) hacia la filosofia para seiialarle su textualidad, su
la actitud post-estructural es literalmente impensable sin el
caricter de escritura 59 , correlate logico de la idea de la no
estructuralismo 65 , este diciendo algo mas de lo que pre-
exterioridad y no invisibilidad del metalenguaje. Volvere-
tende decir porque, al menos en lo que afecta a la decons-
mos sabre este aspecto. truccion, en ningun momenta se tiene la pretension de
Por ultimo: que la deconstruccion derridiana se aplique
situarse en una posicion radicalmente exterior respecto al
al marco, al paratexto o al metatexto, no significa en abso-
edificio deconstruido: se piensa contra el estructuralismo,
luto que piense y practique un discurso mas alli del marco,
pero con el estructuralismo a traves de un double bind, del
del paratexto o del metatexto. Si asi lo hiciera estaria per-
mismo modo que, como anota Derrida en respuesta a Fou-
maneciendo simplemente en el interior de una delimitacion.
cault, contra ella [contra la razon, pero tambien contra
En este caso, mas alli del marco significa, tal y como
todo aquello que se pretenda deconstruir, el estructura-
quiere Jurgen Habermas, la confusion babelica de todos los
lismo, por ejemplo] solo se puede apelar a ella( ... ), solo se
limites y discursos. El titulo-parergon del trabajo de Ha-
puede protestar contra ella en ella, que solo nos deja, en su
bermas demuestra claramente su tesis a este respecto: Ex-
propio terreno, el recurso a la estratagema y a la estrate-
curse sabre la disolusion de la diferencia de generos entre
gia 66 Y por eso mismo debemos tamar con mucha precau-
Filosofia y Literatura 60 Una lectura medianamente atenta
cion la tesis de Rodolphe Gasche (1979); seglin la cual la
;;;1
de los textos derridianos deshace esa confusion haberma-
critica literaria deconstructiva no supone una ruptura epis-
III siana (y mis general de lo que parece), pues no se trata de
"' temologica con respecto a la critica literaria anterior, en
acabar con los generos discursivos 61 ni con unas determina-
concreto respecto al New Criticism 6 7.
~~' ciones retorico-historicas entregadas por toda una tradicion.
62 Si bien la diferencia (e indiferencia) entre el metatexto y
Se trata, como se ha insistido ya tantas veces, de leer y de
el texto no se limita a los rasgos interioridad/exterioridad,
hacer funcionar de un modo concreto esos discursos (modo
II' que no excluye la filosofia y la literatura en sentido estricto, la perspectiva arrojada por el parergon (con las conse-
i\ aunque, Nue es la literatuia y la filosofia en sentido estric- cuencias seiialadas en los puntas anteriores) situa bastante
l\~. to? El propio Habermas condena la confusion deconstruc- adecuadamente el problema para poder proseguir en la
tiva en nombre de las sustancias especificas de los generos,
63 He aqui Ia rase: La falsa asimilaci6n de una empresa a la otra [se

entiende de la critica literaria a Ia filosofia] hurta a ambas su sustancia,


\.
:--, En ellibro de entrevistas a J. Derrida Posiciones, Valencia, Pretextos, op. cit., pag. 252.
58 64
Parergon, op. cit., pag. 85.
1977, pag. 45. 65
En Critical Factions/ Critical Fictions, introduccion a Textual
59 Vid. Quel, quel, en Marges de la philosophie, op. cit.
60 Publicado en El discurso filosofico de la modernidad, Madrid, Tau-
Strategies ... , op. cit., pag. 30.
66
En L 'ecriture et la difference (1967), version espanola de PATRICIO
rus, 1989, pags. 225-254. PENALVER, La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, 1989, pag.
61 Vid. La loi du genre, Glyph, num. 7, 1980.
62 Resulta muy interesante el trabajo de PATRICIO PENALVER, ]. Derrida:
54.
67
la clausura del saber, introducci6n a su traducci6n de La voz y el feno- Vid. La deconstrucci6n como critica>>, en este volumen, y tambien
The lain of the mirror. Derrida and the philosophy of reflection, op. cit.
meno, Valencia, Pretextos, 1985.
II

II
r
36 MANUEL ASE:\SI
CRiTJCA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRiTICA
37
siguiente direccion: la indecibilidad del parergon trastoca
y vuelve extremadamente compleja la relacion entre el len- na (desde el Formalismo, el New Criticism y el Estructura-
guaje de la teoria y el lenguaje de la literatura. Ya nada se lismo, pasando por muchas formas de semiotica) no escapa
da en ella por supuesto, ya se recalca la urgencia de una a esa oposicion entre el lenguaje primero y el lenguaje
revision de todo lo que ella implica. No vamos a entrar en segundo, podemos considerar que el planteamiento de de
la discusion acerca del caracter derivado de las deconstruc- Man pone en entredicho (deconstructivamente) esos movi-
ciones norteamericanas en relacion a los textos de Derrida 68 mientos metalingiiisticos. A partir de las caracteristicas que
Nos interesan mas los puntos de convergencia y de diver- de Man atribuye al lenguaje literario (y que tendremos oca-
gencia entre una deconstruccion tildada en ocasiones de sion de ver unas paginas mas adelante), caracteristicas que
filosofica (calificacion con la que no estamos de acuerdo) alcanzan tanto allenguaje primero como allenguaje segun-
y otra deconstruccion denominada frecuentemente litera- do, se entiende el proceso de lectura como un acto de malin-
ria (apelacion con la que tampoco estamos de acuerdo) 69 terpretacion. Lo que interesa poner de relieve ahora es que
Tocante a este asunto hay que reconocer que la complica- su propuesta. base afecta de forma total a esa oposicion
cion del engatce lenguaje de la teoria-lenguaje de la litera- interioridad/ exterioridad que configura uno de los ejes de
tura es uno de los puntos de int~rseccion entre Paul de la teoria literaria moderna, lo cual determina su practica
Many Derrida, entre J. Hillis Miller y G. Hartman, entre J. deconstructiva consistente en analizar el proceso de lectura
H. Miller y P. de Man. Elijase el ejemplo de este ultimo: no de posiciones teoricas)): el New Criticism, Binswanger, ].
se descubre nada al conceder que sus dos obras principales, Derrida, Lukacs, Poulet, Heidegger, Blanchot, el estructura-
7
Blindness and Insight (1971) y Allegories of Reading (1979), lismo, etc. 2, asi como el proceso de lectura de textualidades
estan plenamente dedicadas al problema del enfrentamiento habitualmente leidas)>: Rilke, Proust, Rousseau, Holderlin,
entre el lenguaje de la critica y el de la literatura, es decir, al Nietzsche, etc. Es decir, la epistemologia de la lectura en
general.
problema de la lectura.
En Caution! Reader at Work!, Wlad Godzich refiere En de Man el parergon)> se traduce por una articulacion
que habia una vez en que todos pensabamos que sabiamos en la que el lenguaje pretendidamente exterior (el metalen-
como leer, y entonces llego De Man 70 Estas palabras inci- guaje) comparte una serie de rasgos pertenecientes al len-
den en que para De Man es necesario, como paso previo, guaje supuestamente interior (el lenguaje de la literatura),
discutir la relacion entre el lenguaje primero (el objeto, la de donde se desprende que tanto uno como otro pertenecen
literatura) y el lenguaje segundo (el metalenguaje), funda- al mismo campo de la textualidad, y que la escritura critica
mentalmente porque esa relacion asi dispuesta para teorizar no es la descripcion, repeticion, identificacion o representa-
~ sobre la literatura debe, antes que nada, leer el texto litera- cion del texto literario (idea esta ultima tambien desarro-
rio, y la posibilidad de la lectura no esta nunca garanti- llada por Derrida tanto en De la Gramatologza como en La
73
zada 7 1 Si, como estamos presuponiendo en nuestro estudio Doble Sesion) Si volvemos ahora los ojos hacia Geoffrey
y como reconoce el propio Godzich, la teoria literaria moder- Hartman observaremos que tres de sus principales obras,
Beyond Formalism (1970), The Fate of Reading (1975)
68 El propio Derrida da su opinion sobre este problema en Memorias . y Criticism in the Wilderness (1980), estan dedicadas, en-
( para Paul de Man, op. cit. tre otras cosas, al problema del marco. En Ia medida en
I 69 La razon de este desacuerdo se ira viendo a lo largo de esta introduccion.

I 1o Introduc. a Blindness and Insight. Univ. of Minnesota Press, 1983, 16.


71 En Retorica de Ia ceguera>>, en este volumen. Esa no garantia
72
De ahi que Vincent B. Leich, por ejemplo, denomine, desde nuestro
I
1: alcanza incluso al concepto de lector implicito tal y como lo entiende punto de vista no muy acertadamente, metacritica>> a Ia practica dema-
!li'i_l: WO!.FANG ISER en The Implied Reader, John Hopkins U. P., 1974. niana, y tambien a Ia de Hartman, Miller y R. Barthes.
!} 73
En La Diseminaci6n, Madrid, Fundamentos, 1972.
38 MANUEL ASE!'\SI
CRiTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRITICA
39
que distingue entre dos tendencias extremas en la critica
moderna, por una parte la que ei denomina la del scholar- ejemplo, nos dice (sin ahorrar los indicios de sus preferen-
critio> y, por otra, la del philosopher-critio>, una dedicada cias ideol6gicas) que mientras (... ) Heidegger engalana el
a definir la literatura en terminos 1ormales -es decir, en fatalismo de su historia del Ser, a] estilo de Schultze-Naum-
terminos de la exterioridad metalingiiistica- y a limitar su burg, con las imagenes sentimentales y hogarefio-puebleri-
lenguaje a los hilos de la especializaci6n -es decir, al ideal nas de un contramundo preindustrial y campesino, Derrida
de la transparencia denotativa prototipica dellenguaje cien- se mueve mas bien en el mundo subversivo de Ja lucha de
tifico-, la otra a subordinar la literatura al pensamiento o los partisanos, y mas adelante que Derrida se halla mas
al conocimiento -es decir, a entender el texto literario, el cerca del deseo anarquista de hacer saltar el continuo de la
texto interior, como mediaci6n o sintoma de un pretendido historia,
77
que del mandata autoritario de plegarse a] des-
exterior- 74 , deciamos que en la medida en que hace esa tina . Sin querer entrar en polemicas gratuitas, pretende-
distinci6n y propane una mezcla no sintetica de ambas des- mos hacer un repaso por algunos textos importantes de
tinada a cortar la referencialidad del lenguaje literario y el Derrida, De Man, Miller y Hartman para determinar lo mas
de la critica y a forjar un tipo de discurso critico estetico 75 , rigurosamente posible esa complicada relaci6n de la decons-
es facil apreciar que el objetivo de Hartman es, claramente, trucci6n con el sentido, asi como sus diversas implicaciones,
poner entre parentesis el resultado de la delimitaci6n ope- todo ello siguiendo el hilo de nuestra hip6tesis acerca del
rada por uno de los ejes de la teoria literaria. Que d resul- caracter conflictivo, parad6jico y liminar de la union decons-
trucci6n- teo ria li teraria.
tado de la deconstrucci6n del parergon ofrezca unos resul-
tados distintos, y a veces contrarios, entre Derrida, Miller, de Husser!, en la primera de sus investigaciones l6gicas,
Many Hartman, noes mas que una consecuencia de lo que distingue a prop6sito del signo entre la expresi6n
en ultima instancia nos propane la deconstrucci6n. (Bedeutung o querer-decir) y el indice (signo privado de
Bedeutung) con la finalidad expresa de delimitar el querer-
decir de la expresi6n en su pureza plena 'Y presente. Ella
2. LA DECONSTRUCCION Y EL MARCO: TECNICA, supone eliminar todo aspecto de mediaci6n -material,
ORGANISMO Y SEN~IliDO significante-, que implique la noi}i>resencia plena del que-
rer-decir. Por supuesto, el ,primer elemento degradado de la
Se ha dicho que la deconstrucci6n es una critica del sen- oposici6n expresi6nlindice es el segundo, por su carac-
i; ter absolutamente mediador y de ausencia marcada. Y es
~ tido, un discurso d mismo sin sentido reservado paJJa seiia-
lar el sinsentido de todo texto y para convertir la actividad preciso tomar nota de que incluso la expresi6n, cuando es
f critica en un ejercicio de mera manipulaci6n arbitraria de manifestada y actualizada por un sujeto, tiene que pasar por
las significaciones. Tal vez por esa raz6n se ha acusado a la mediaci6n de la cara fisica. Asi pues, la unica modalidad
Derrida de terrorista intelectual (como hace Booth) 76 o se en donde se presenta plenamente la presencia pura del
le ha tildado de partisano o anarquista. Habermas, por querer-decir es, segun Husser!, el mon6logo, lugar en el que
se soslaya la existencia mundana empirica y en el que es
74En Criticism in the Wildernees, Yale University Press, pags. 214-225.
posible, por fin, una autorreflexividad pura de ese querer-
75Vid. MICHAEL SPRINKER, Aesthetic Criticism: Geoffrey Hartmann>>. decir. Como reconoce de Man, Husser! estableci6 que el
en The Yale Critics, op. cit., pags. 43-65. Tambien P. CARRAVElTA, Malin- conocimiento filos6fico solo puede existir en la medida en
conia bianca . L'intermedium di Yale>>, en P. CARREVETA y P. SPEDICATO
(editores), Postmoderno e letteratura, Milan, Bompiani, 1984. 77

76 Asi lo hace W. BoOTH en Critical Understanding. The powers and En El discurso filosofico de Ia modernidad, optig. cit., pags. 198 y
limits of pluralism, Chicago U. P., 1979. 220. Vid., ademas, Ia nota 43 de l capitulo 7 en que p ara apoyar su idea del
<<anarquismo>> de Derrida cita unas frases ex traidas de <<La Differa nce>>.
"''
40 MANUEL ASENSI
C:RfTICA LfMITE/ EL LIMITE DE LA CRiTICA
41
que vuelva sabre si mismo 78 Derrida responde al plantea-
miento general husserliano que el mismo Husser! nos da tanto lenguaje, Yo soy el que soy es la confesion de un
1
los medias para pensar contra el mismo. En efecto, cuando mortal 8 . No es extrafia la alusion a El extrafio caso del
me sirvo efectivamente, como se dice, de palabras, lo haga o doctor Valdemar de Poe 82 o a las palabras de Bloom des-
no con fines comunicativos (situemonos aqui antes de esta pues del entierro de Dignam en el capitulo 5 del Ulises:
distincion y en Ia instancia del signa en general), debo, Ademas, ~como podria uno recordar a todo el mundo?
desde el comienzo, operar (en) una estructura de repeticion Ojos, andares, voz. Bueno, la voz, si; un gramofono. Tener
cuyo elemento no puede ser mas que representativo. Un un gramofono en cada tumba o guardarlo en casa. Despues
signa no es jamas un acontecimiento, si acontecimiento de la comida, el domingo. Pon al pobrecillo bisabuelo.
quiere decir unicidad empirica irremplazable e irreversible. jCraahaarc! jHolaholahola mealegromuchisimo craarc mea-
Un signa que no tuviera Iugar mas que "una vez" no seria legromuchisimodeverosotravez holahola gromuchisi copzsz 83.
un signa. Un significante (en general) debe ser reconocible Mas aun: la estructura repetitiva de todo signa compromete
en su forma, a pesar y a traves de Ia diversidad de los carac- la distinci6n entre un uso ficticio y un uso efectivo de este,
teres empiricos que pueden modificarlo. Debe permanecer el lo que tiene consecuencias importantes en la lingiiistica y
mismo y poder ser repetido como tal a pesar y a traves de las en la teoria de la literatura. Dejando de !ado, por el momen-
deformaciones que lo que se llama acontecimiento empirico ta, estas consecuencias, subrayemos que la posibilidad de la
le hace sufrir (... ). Esta identidad es necesariamente ideal. repetici6n (asi como la de cualquier oposicion) viene dada
por el movimiento pasivo-activo de la dzfferance.
Implica, pues, necesariamente una representacion: como
Vorstellung, Iugar de Ia idealidad en general, como Verge- Como se sabe, en De la Gramatologza Derrida afronta la
genwartigung, posibilidad de la repeticion reproductiva en deconstrucci6n del binomio HablaI Escritura a traves de
general, como Reprasentation, en tanto que todo aconteci- un tenso y estrategico dialogo con Saussure, Levi-Strauss y
miento significante es sustituto (del significado tanto como Rousseau. El resultado es la modificaci6n del concepto de
de Ia forma ideal del significante) 79 escritura que hasta ese momenta habia sido un concepto
Y es en virtud de esa estructura de repeticion como todo que designaba un elemento suplementario, limitado y deri-
un sistema de oposiciones y diferencias es deconstruido: vado con respecto al habla. Dicha modificacion se realiza de
significante/ significado, represen tante/representado, presen- un modo similar a como se trastrocaba la pareja expresi6n/
cia simple/su reproduccion, etc. Ademas, dicha estructura indicia, es decir, oponiendo su autor - una textualidad-
introduce de forma obligatoria Ia cuestion de Ia muerte, del a si mismo (es necesario oponer decididamente Saussure a
84
pro-grama o del gramo-fono: si el signa es gracias a Ia repe- si mismo) Repitiendo el fragmento del Coursen el que
ticion (Ia escritura - nombre corriente de signos que fun- Saussure advierte que en ei sistema solo hay diferencias,
cionan a pesar de Ia ausencia total del sujeto, por (mas alia Derrida reinscribe este ultimo como fuente (no) originaria,
de) su muerte) 80 entonces su posibilidad es Ia de Ia relacion productora de y anterior a todo lo que se denomina signa
con Ia muerte de su alrededor empirico: el yo o el tu empiri- (significado/ significante, contenido/ expresion) 85. Que solo
cos, el aqui o el alla empiricos. Yo soy quiere decir (... ), hay diferencias significa, en Derrida, la imposibilidad,
originariamente, yo soy mortal. Yo soy inmortal es una
proposicion imposible. Se puede ir, pues, mas lejos: en 8! I bid., pags. 104-105.
8
2
83
En el mismo La voz y el jen6meno, loc. cit.
78 En Blindness and Insight, op. cit., pag. 16. En Ulises gramojono, en este volumen. La traduccion de]. M. Val-
79 La voz y el jen6meno, Valencia, Pretextos, 1985, pags. 99-100. verde en Barcelona, Lumen, 1989, pag. 160.
8
' De la gramatologia, op. cit., pag. 68.
80 Ibid., pag. 155. 85
Ibid., pag. 82.
I
UziTICA LlMITE/ EL LIMITE OE LA CRiTICA 25
MANUEL ASF.:\Sl
24
pero siempre 0 casi siempre dentro del ambito que reline
aristotelico, un significado central, propio o usual. El hecho literatura y no-verdad.
de que lo que se dice - con determinado sentido- este unido
a Ia relacion voz-estado del alma se debe a que lo dicho es 3. La relacion entre Ia voz y los estados del alma es una
dicho por alguien y no por nadie, a que alguien ha querido relacion arbitraria . En el arte, en Ia poesia, ellenguaje esta al
decir algo y no otra cosa (es lo que los Iatinos designan con la servicio de una mimesis (concepto complejisimo en Platon)
palabra voluntas), a que ha sido dicho por alguien y para que instituye Ia precedencia absoluta de lo imitado con res-
alguien (la reflexion sobre los efectos de la poesia en el recep- pecto a lo imitante y refleja el punto de encuentro exterior al
tor, asi como sobre la comprension, es continua tanto en discurso hablado o poetico entre el autor y el receptor. La
P laton como en Aristoteles). Es bien conocida Ia preocupa- prioridad de los estados del alma con respecto a los sonidos es
cion platonica por la orfandad de la escritura: El que piensa manifiesta, su funcion es basicamente representativa y, en el
.. transmitir un arte, consignandolo en un libro, y el que cree a caso del arte, la representacion es doble: Ia poesia imita Ia
su vez tomarlo de este, como si estos caracteres pudiesen darle realidad (en el sentido del deber ser) en Ia que el sonido es ya
alguna instruccion clara y solida, me parece un gran necio; y una representacion. Deese modo, la ligazon entre Ia escritura
seguramente ignora el oraculo de Ammon, si piensa que un y Ia poesia se hace patente. Ademas, la dependencia de lo
escrito pueda ser mas que un medio de despertar reminiscen- imitante en relacion con lo imitado es lo que fundamenta,
38
__fias en aquel que conoce yael objeto de que en ei se trata . tanto en Platon como en Aristoteles, toda una teoria de los
En el Protagoras, Platon nos hace ver habilmente que Ia generos ode los modos discursivos. Mas aun: ello indica que
unidad de sentido de un discurso poetico - del discurso, en Ia base historica de Ia teoria de los generos esta regulada
general, podria afiadirse- depende de la presencia de su sobre el principia moral (bondad o maldad de Ia mimesis) y
creador, de su autor. sobre el principia metafisico (su valor cognitivo o no
cogni ti vo) 39
2. En el lenguaje hay una doble semiotica: Ia primera,
representada por el habla o Ia voz (sonido+sentido), y Ia 4. Ellenguaje natural y ellenguaje artistico de Ia poesia
segunda constituida por la escritura que es un simbolo de la no son identicos, pues mientras en aquel Ia voz tiene una
realidad fisico-fonetica. La primera es un signo; la segunda, funcion mediadora y el sentido una determinacion univoca,
un signo de signo (y aqui primera y segunda tienen un en este (segun, por ejemplo, el cap. 21 de Ia Poetica) Ia voz .
valor jerarquico: el del privilegio occidental del habla sobre adquiere un matiz elocutivo y el sentido puede estar despla- ~
Ia escritura); la primera posee un valor de presencia de la voz zado. Ello implica una determinada concepcion de Ia meta-./'
viva, la segunda carece de ese valor y esta ralacionada con la fora como nombre desplazado alrededor del significado
muerte. Naturalmente, la jerarquia existente entre el habla y unico, propio o usual. Implica, ademas, que mientras ellen~
la escritura es valida tambien para Ia literatura, pues esta guaje natural puede (a traves de la filosofia primera en Aris-
recibira, intimamente relacionada con ella, todos los atribu- toteles y a traves de la dialectica en Plat6n) conocer Ia reali-
tos de Ia escritura (logografia, retorica), bien para negativi- dad, ellenguaje de Ia poesia o bien se encuentra con barreras
zarla (pensemos en Platon o en la Edad Media como ejemplo o bien no accede a ello. En Arist6teles, Ia poesia adquiere un
de ello), bien para positivizarla (recordemos el pensamiento cariz epistemologico que, aunque superior al de Ia historia,
estructuralista para el que la literatura se caracteriza, rente al es inferior al de Ia filosofia. En Plat6n, sin embargo, Ia poe-
lenguaje natural o el cientifico, por la ausencia referencial),
39 Vid. GERARD GENETTE, Introduction a l'architexte, Paris, Seuil, 1977;
y ]. M . SHAEFFER, Qu'est-ce qu'un genre litteraire?, Paris, Seuil, 1989.
38 Ibid. , pag. 659.
26 MANUEL ASE~SI CRiTICA LiMITE/ EL LiMITE DE LA CRiTICA 27

sia, aunque sea este un pun to bastante ambiguo en su teoria, cuenta de todas las escuelas te6rico-literarias del siglo XX
carece por completo de valor epistemico y aparece unida ala analizando la forma como han dado respuesta a los cuatro
ret6rica, a la logografia, a las practicas huerfanas y sofisticas puntos del marco de la teoria literaria 41 .
que conducen a la mentira. Solo la dialectica, la psicagogia,
posee un verdadero valor ~ognitivo.
l. LA DECONSTRUCCI6N Y EL MARCO DEL MARCO
Los cuatro puntos que brevemente (debido a las exigen-
cias obvias de una introducci6n) acabamos de indicar confi- La deconstrucci6n guarda una relaci6n de conflicto (en la
guran el marco general de la teoria literaria occidental. Noes acepci6n que antes dabamos a esta palabra) con la teoria
necesario insistir en el hecho de que esos cuatro vertices, con literaria porque nose situa en el interior del marco al abrigo
sus correspondientes marcos internos, han sufrido variacio- del resultado de una delimitaci6n, sino que parte de una
nes a lo largo de la historia. Noes necesario reparar tampoco reflexi6n sobre Ia pro pia delimi taci6n y se inscribe en el
en que la historia de las poeticas y de la teoria literaria refleja marco mismo. Ahora bien, la deconstrucci6n no permanece,
intentos de eliminar o barrer algunos de esos puntos. Si es, en por esa razon, fuera del cuadro de la teoria literaria, bien en el
cambio, aconsejable advertir que la teoria literaria, lo que sentido de una negacion pasiva (no hacer teoria literaria),
hist6ricamente se arrastra con ese nombre y lo' que desde la bien en el sentido de una negacion activa (destruir la teoria
modernidad se quiere significar con el, ha pensado el resul- literaria). Ya Heidegger, en el paragrafo seis de Ser y tiempo,
tado de la delimitaci6n de ese marco 40 Dicho marco ha esta- aclara que la destruccion de Ia historia de Ia ontologia no
blecido unas pautas, unos temas, unos referentes, unas tiene un sentido negativo, sino positivo y delimitativo, de
preocupaciones, unas lineas de investigaci6n: el resultado es forma que su funci6n negativa resulta indirecta y tacita. El
lo que conocemos, dejando de lado ahora determinadas dis- propio Derrida, por ejemplo, en How to avoid speaking
cusiones terminol6gicas, como teoria y/o critica literarias. El ( 1986) y en Ia Lettre a un ami japonaisse ( 1987) 42 -asi como
formalismo ruso, a partir de algunas de las premisas estable- en Ia mayor parte de su obra desde La voz y el fenomeno-,
cidas por la teoria literaria del romanticismo aleman de Jena ha insistido en que Ia deconstruccion no es ni una teologia
y de la fenomenologia husserliana, ofrece respuestas a la negativa ni un nihilismo consistente en un terrorismo des-
especificidad del hecho literario (perceptibilidad de la forma, tructivo 43 Tam poco se trata de que la deconstrucci6n per-
extrafiamiento ), a la relaci6n entre la literatura y las estructu- manezca simplemente dentro del marco de la teoria literaria
ras sociales (la liberaci6n del significante en una primera (o de la metafisica general) en pacifica convivencia con el
epoca y la reincorporaci6n posterior de la semantica), a la resto de posiciones y escuelas. Y no esta ni fuera ni dentio (
problematica de la especificidad de una ciencia literaria, a la porque, siendo Ia oposicion interior/ exterior uno de los
cuesti6n de la funcionalidad de los elementos en el interior principios fundantes de Ia metafisica, lo somete a decons-
del sistema de la obra, etc. El lector sabe que es posible dar truccion. ______.
Es, pues, necesario comenzar reconociendo que el marco
40 Jose Vidal Beneyto centraba en 1981 lo que decimos con las siguien- de Ia teoria literaria, como todo marco (el de una pintura, por
tes palabras: A esta perspectiva [Ia de describir las propiedades de Ia litera-
tura] es a la que una linea de estudiosos del hecho literario que comienza 41
J. DoMfNctn:zCAPARROs asi lo hace en su libro pedag6gico (y rico en
en Arist6teles y llega hasta Jakobson ha llamado Poetica, linea que coin- ideas y desarrollos), Critica literaria, Madrid, UNED.
i! cide sustancialmente con lo que Valery, Roland Barthes y ultimamente y 42 Vid. el suplemento n.Q 13 de Ia revista Anthropos, op. cit.

'I entre nosotros Garrido Gallardo entienden como ciencia de Ia literatura. 43 Vid., por ejemplo, el reciente libra de CRISTINA DE PERETTI, jacques
I: ~
En Ia introducci6n a Posibilidades y llmites del analisis estructural, Ma- Derrida, texto y deconstruccion, Barcelona, Anthropos, 1989, pags. 125 y
~'

1
drid, Editora Nacional, pag. 36. sigu ien tes.

:l''
,j'
} l
28 MANUEL ASE.NSI CRiTICA LiMITE/ EL LIMITE DE. LA CRiTICA
29
ejemplo, o el de la obra de arte entre la que se incluiria la der instala en una presuposici6n fundamental (... ), prede-
poesia), crea un interior y un exterior, recoge un interior y termina masivamente el sistema de la combinaci6n de las
excluye un exterior. La Poetica de Aristoteles es, ya lo hemos 47
respuestas . Respuestas que van, logicamente, en la direc-
visto, el gesto inaugural de esa demarcacion, gesto que se cion de una demarcacion.
repetira en la teoria literaria contemporanea. Cuando el for- El marco es, desde luego, Ia armadura o adorno que
malismo ruso (y sigue siendo un ejemplo paradigmatico), en refuerza los hordes de una cosa; por ejemplo, de un espejo o
su primera etapa, considera que el objeto de la ciencia litera- un cuadrm> (Maria Moliner). Y ese es uno de los referentes
ria no es el texto literario sino lo que hace literario a un kantianos que Derrida analiza. Pero un marco es tambien lo
texto, la literaturiedad en suma; cuando Klebnikov, Jakob- que encuadra un libro, un texto, y asi lo demuestra el pro-
son, Sklovski, Jakubinski, etc. siguen el postulado de la pio Derrida cuando estudia el parergon no de un cuadro
palabra autosuficiente y situan como objeto de su estudio el pictorico, sino el de Ia propia Critica del ]uicio que pro-
sonido y no el significado, ~acaso no estan produciendo una viene de la analitica de los conceptos de la Critica de la
delimitacion segun la cual se puede distinguir rigurosamente razon pura especulativa y que esta constituido por titulos,
entre un interior y un exterior del texto literario o del mismo subtitulos y notas a pie de pagina. Descubrimos ahi por lo
discurso cientifico? Cuando el estructuralismo o la semiotica menos tres acepciones de Ia palabra marco: I) como reali-
crean unos modelos sistematicos pretendidamente capaces de dad fisica; 2) como aquello que G. Genette denominaba ei
explicar la mayor parte de decursos; cuando estratifican el paratexto (titulo, subtitulo, intertitulos, prefacios, epilogos,
texto literario, filmico o dramil.tico con el fin del amilisis, ~no prologos, notas al margen, a pie de pagina, etc. N6tese la
se presupone ahi un interior y un exterior del modelo en su semejanza entre Ia palabra parergon y Ia palabra para-
idealidad, un interior y un exterior de lo que participa en la 48
texto ; 3) como aquello que se afiade a Ia obra literaria
estratificacion? desde un supuesto exterior y que conocemos como meta-
El interior y el exterior de la obra literaria (de la obra de texto. En todos estos casos el marco tiene Ia funci6n de
arte en general, de todo ser) viene determinado en primer delimitar un interior y un exterior: ei metatexto delimita y
Iugar por la estructura predicativa S es P, es decir, por la encuadra en Ia medida en que se afiade a una alta existente
pregunta explicita o implicita ~que es la literatura? y sus en el interior del texto y que consiste en que ignoramos
diferentes respuestas mas concretas 0 mas generalizadoras. como es, que es, como esta constituido dicho texto. 0 si
En los primeros compases de Parergon 44 , J. Derrida tomamos una acepcion de Ia critica literaria mas clasica
escribe que esa pregunta referida al arte (no olvidemos que diremos que delimita y encuadra en la medida en que posee
Parergon es un texto escrito al hilo de la Critica del ]ui- una funcion mediadora entre ei texto literario y el publico.
cio de Kant) comienza por implicar que el arte -la pala-
bra, el concepto, la cosa- posee una unidad y, mejor, un
La critica guia una lectura, la teoria presenta, expone los I
sentido originario, un etymon, una verdad una y desnu-
CHOT, El espacio literario, Buenos Aires, Paidos, 1969. Vid. tainbien
da ... 4s. El analisis que Derrida hace del eS como lo que
DONALD G. MARSHALL, <<His tory, Theory and Influence: Yale Critics as
expone, manifiesta y hace presente se remite naturalmente a Readers of Maurice Blanchot, en jONATHAN ARAC et alii (ed.), The Yale
Heidegger y a Blanchot 46 , y desvela que esa forma de proce- Critics ... , op. cit., pags. 135-155; y ANTONIO GARCfA BERRIO, Teoria de la
literatura, op. cit., en concreto las pags. 277-297.
47
Ibid.
48
Publicado en La verite en peinture, Paris, Flammarion, 1978.
14
Vid . Palimpsestes, Paris, Seuil, 1962. Version espanola: Palimpsestos,
45 Ibid. pags. 24-25. La literatura en segundo grado , Madrid, Taurus, 1989, pag. II. En este sen-
<6 De Heidegger interesa fundamentalmente a este respecto el conjunto
tido Ia lectura que Damaso Alonso haec de Gongora en Gongora y el Poli-
de ensayos De camino al habla, Barcelona, Serbal, 1987; y de M. BLAN - femo (Madrid, Credos, 1960) es un ejemplo ilustrativo de lectura-marco.
CRiTICA LiM!TE / EL LIMITE DE LA CRiTICA 31
MANUEL ASEr\Sl
30
La parergonalidad entra en conflicto con una de las
mecanismos de funcionamiento de Ia textualidad. Asi pues, bases del marco de Ia teoria literaria. Recuerdese que el
del mismo modo que el marco como realidad fisica se situa gesto inaugural de Arist6teles (como el de cualquier teoria
entre el interior de Ia obra pict6rica y lo totalmente exterior literaria) en su Poetica consiste en delimitar el interior y el
(Ia pared, lo real fenomenico), el paratexto y el metatexto exterior tanto de Ia poesia como de Ia poetica, asi como el
hacen lo propio entre el interior del texto literario y lo radi- interior y el exterior entre Ia obra poetica y el lenguaje que
calmente exterior, suplementan en relaci6n con el texto, el habla, contempla y estudia dicha obra poetica. La parergo-:
lector y Ia realidad. nalidad comienza, sin embargo, por cuestionar Ia estabili-
Derrida se pregunta d6nde comienza y d6nde acaba un dad simple y no problematica de esa divisoria y se pregunta /
parergon, d6nde se encuentra su Iugar. El marco, el p~r el estatuto d~ ~se acto ~ue consist~ ~n separa~ el discu_rso 1 ;;f. . v
parergon, acuden a una necesidad planteada por Ia obra m1smo de Ia poenca del d1scurso poet1co, del d1scurso fllo- \
interior tanto en el sentido de Ia necesidad de una delimi- s6fico, del ret6rico, del politico. En definitiva, lo que de un '
_...--'
taci6n como en Ia de una falta. Ello quiere decir que modo peculiar se pone en tela de juicio es la no problema-
marco, paratexto y metatexto separan Ia obra de un exterior, tica separaci6n entre el lenguaje y el metalenguaje, entre el
pero tambien que se separan ellos mismos del exterior de Ia texto y el metatexto. El metatexto no escapa de determina-
obra, de donde Ia pregunta ~d6nde se encuentra el parergon? das caracteristicas del texto y viceversa. Cuales son esas
No esta en el interior de Ia obra (es su exterior), pero tam- i::aracteristicas, cuales son las de ese discurso deconstructivo,
poco se halla en el exterior (puesto que es el interior de lo lo veremos a lo largo de esta introducci6n. Por el momenta,
totalmente exterior, es lo que delimita y se delimita con res- enfaticemos los puntas siguientes. Por una parte, lo ya
pecto a una exterioridad, es lo que como suplemento hace dicho: que el acto inicial, desde Arist6teles, de toda teoria
alta al interior) 49 De ahi que esa forma paleonimica de literaria (Ia delimitaci6n de un interior y un exterior) es
utilizar el termino parergon produzca dos efectos comple- deconstruido, diseminado, puesto entre interrogantes.
mentarios: por una parte, Ia palabra parergon ya no signi- Por otra: que uno de los efectos de Ia deconstrucci6n al
fica ni totalmente exterior ni totalmente interior, ni acci- entrar en conflicto con Ia teoria literaria es el de indagar en
I'
\\r dente ni esencia, significa interior y exterior, esencia y acci- el estatuto metafisico-filos6fico de la teoria literaria. Advier-
f dente sin sintesis. Del mismo modo, Ia palabra metat~X:to ya tase que Ia configuraci6n de una teoria literaria de caracter
\
~~
p, no significa un interior o un exterior del texto literario, sino cientifico (a! menos a partir del formalism a ruso) va de Ia
' un interior y un exterior. No es solo que el parergon no
'II mano del rechazo explicito de todo lo que suene a metafi-
i pueda ser considerado como interior o exterior, es que, sica. Y nose puede ignorar lo que supuso el formalismo y
!~ ademas, contamina lo que queda en sus inmediaciones.
" sus continuadores en cuanto a Ia liberaci6n de Ia teoria lite-
Este marco es problematico. No se lo que es esencial y raria respecto de dependencias tales como el psicologismo o
accesorio en una obra. Y, sabre todo, no se lo que es esta el tematismo. En cambia, Ia deconstrucci6n, al menos en
cosa, ni esencial ni accesoria, ni propia ni impropia, que uno de sus pasos, se propane demostrar que ese rechazo de
Kant denomina parergon, por ejemplo, el marco. (D6nde lo metafisico (el desvelamiento de lo metafisico) es una
tiene Iugar el marco? ~Tiene Iugar? ~D6nde comienza?- actitud propiamente metafisica, por no decir el acto inaugu-
(D6nde acaba? (Cual es su limite interno? (Cual el ex- ral de toda metafisica 51 , y que, por Ia misma raz6n, las opo-
terno? 5o.
Sl Vid. <<La mythologie blanche (Ia metaphore dans le discours philo
I
i\
<9Para la noci6n de suplemento, vid. De la grammatologie, Paris, sophique)>>, en Marges de la philosophie, Paris, Minuit, 1972. Vers. espa
Minuit, I 967, sobre todo el capitulo dedicado a Rousseau. nola . Margenes de la jilosojia, Madrid, Catedra, 1989.
so <<Parergon, pag. 73.

,~ ,,

También podría gustarte