El hundimiento del Titán: Futilidad o el hundimiento del Titán
Por Morgan Robertson
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El Titánic se parece de manera desconcertante al Titán que Robertson creó en la ficción: coinciden incluso en peso, longitud y capacidad de pasajeros. También en que el Titán era un buque con exceso de lujos que llevaba una cantidad insuficiente de botes salvavidas. Algunos creen que se trata de una mera casualidad y otros que el autor escribió un libro premonitorio de lo que sucedería años después, lo que dota al texto de un claro interés histórico.
Morgan Robertson fue un visionario, como Jules Verne, a quien sin duda nos recordará estilísticamente esta novela.
"Es una historia conocida: el barco más grande jamás construido, apodado "el Insumergible" por sus propietarios británicos y la prensa, choca con un iceberg. Debido a la falta de botes salvavidas, la mayor parte de los pasajeros perece en el Atlántico Norte. Una historia idéntica a la del Titán, salvo que este es un transatlántico de ficción y que su creador publicó el libro catorce años antes del hundimiento del RMS Titanic"
The Portland Press Herald
Morgan Robertson
Morgan Robertson (Oswego, 1861 - Atlantic City, 1915). Fue un oficial estadounidense de la marina mercante, además de escritor y posible inventor del periscopio. Popularmente es conocido como el hombre que escribió en 1898 la novela Futilidad o El hundimiento del Titán. Del mismo modo, escribió en 1914 la novela titulada Más allá del espectro, pronóstico de una futura guerra entre Estados Unidos y Japón, incluyendo un ataque furtivo de los japoneses. La historia coincide con el enfrentamiento de USA y Japón en la Segunda Guerra Mundial y el ataque a Pearl Harbor por parte de ese país asiático, hechos ocurridos años después de la publicación del libro. El 24 de marzo de 1915, Robertson fue encontrado muerto en su habitación en el hotel Alamac en Atlantic City, Nueva Jersey. Tenía 53 años de edad. Se cree que murió de una sobredosis de protiodide (yoduro de mercurio).
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Comentarios para El hundimiento del Titán
65 clasificaciones5 comentarios
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Mar 20, 2012 This book has been called "a nineteenth-century prophecy" due to its striking similarities to the actual wreck of the Titanic, which occurred fourteen years after this story was published. I had been wanting to read this book for some time to see for myself the "prophetic" story of an 'unsinkable' liner named the Titan which struck an iceberg in the Atlantic one April, whose passengers perished due to a lack of lifeboats. This book wasn't exactly what I thought it'd be, probably since I had books like "A Night to Remember" in mind, where most of the action focused on the time immediately before and after the iceberg was struck. This story, on the other hand, wasted little time (a paragraph?) sinking the ship, and the rest of the book focused on the story of a survivor who beats the odds and rescues the small child of his former love interest.
 Despite not meeting my expectations, I actually really liked the story that did take place, as it was a story of personal survival and redemption for the protagonist, who showed a lot more character than I had taken him for initially.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Feb 9, 2012 Not very well written, if memory serves, but interesting in its historical juxtaposition to the sinking of the RMS Titanic. Like the Titanic, Robertson’s Titan is, prophetically, the largest ship of its day and is carrying some of the wealthiest people in the world when it strikes an iceberg on its maiden voyage and sinks with a great loss of life and property. Unlike Titanic, Titan is powered by steam and sail and some of the survivors seek refuge on the icebergs with, of all things, polar bears, again if memory serves. It’s just another one of those mysterious “happenings” and circumstances surrounding the Titanic’s loss, adding to the mythology surrounding it. A must have for Titanic buffs but not for much else.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Jul 6, 2010 Quite a famous story purely because, published in 1898 and featuring the collision of a luxury liner, the Titan, with an iceberg, it presaged the Titanic collision by 14 years. The similarities in terms of ship size, speed and lack of lifeboats are startling. Beyond this curiosity, however, it is a rather pedestrian story of nautical insurance fraud, an unlikely hero and improbable coincidences.
- Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Jun 20, 2010 Since I heard about the short story that seemly predicted the sinking of the Titanic I wanted to read it. It's bizarre how close the ship details and the description of the sinking of the Titan and Titanic. If the Titanic had never sunk this would have been an interesting obscure short story published in 19th century. Nevertheless it is an entertaining short story on its own.
- Calificación: 3 de 5 estrellas3/5May 13, 2010 Been a long time since I read this book. I remember i bought it around 97or 98 when James Cameron's Titanic was out. This book was written only a few years before the actual Titanic Tragedy occurred. Same story - an unsinkable ship winds up sinking because of an iceberg in the north Atlantic with a bunch rich and poor folk on the ships maiden voyage.
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El hundimiento del Titán - Morgan Robertson
FUTILIDAD O EL NAUFRAGIO DEL TITÁN
Morgan Robertson
Traducción de Íñigo Jáuregui
Título original: Futility, or The Wreck of the Titan
© de la traducción: Íñigo Jáuregui
Edición en ebook: diciembre de 2014
© Nórdica Libros, S.L.
C/ Fuerte de Navidad, 11, 1.º B 28044 Madrid (España)
www.nordicalibros.com
ISBN DIGITAL: 978-84-15564-08-9
Diseño de colección: Filo Estudio
Corrección ortotipográfica: Juan Marqués y Ana Patrón
Maquetación ebook: Caurina Diseño Gráfico
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Contenido
Portadilla
Créditos
Autor
Ilustraciones
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Contraportada
Morgan Robertson
(Oswego, 1861 - Atlantic City, 1915)
Fue un oficial estadounidense de la marina mercante, además de escritor y posible inventor del periscopio. Popularmente es conocido como el hombre que escribió en 1898 la novela Futilidad o El hundimiento del Titán.
Del mismo modo, escribió en 1914 la novela titulada Más allá del espectro, pronóstico de una futura guerra entre Estados Unidos y Japón, incluyendo un ataque furtivo de los japoneses. La historia coincide con el enfrentamiento de USA y Japón en la Segunda Guerra Mundial y el ataque a Pearl Harbor por parte de ese país asiático, hechos ocurridos años después de la publicación del libro.
El 24 de marzo de 1915, Robertson fue encontrado muerto en su habitación en el hotel Alamac en Atlantic City, Nueva Jersey. Tenía 53 años de edad. Se cree que murió de una sobredosis de protiodide (yoduro de mercurio).
CAPÍTULO I
Era el barco más grande del mundo que surcara los mares y la más fabulosa máquina creada por el hombre. En su construcción y mantenimiento habían intervenido todas las ciencias, profesiones y oficios conocidos. En su puente había oficiales que, además de ser elegidos por la Armada Real, habían superado rigurosos exámenes de todas las materias relacionadas con vientos, mareas, corrientes y geografía marina. No solo eran hombres de mar, sino también científicos. El mismo criterio profesional se aplicó al personal de la sala de máquinas, y el equipo de sobrecargos era equiparable al de un hotel de primera.
Dos bandas de música, dos orquestas y una compañía de teatro entretenían a los pasajeros durante las horas de vigilia; un cuerpo de médicos cuidaba del bienestar temporal y otro de capellanes atendía el bienestar espiritual de todos los pasajeros, mientras una brigada de bomberos bien entrenada calmaba a los más inquietos y contribuía al entretenimiento general con prácticas diarias.
De su puente majestuoso corrían, disimuladas, líneas de telégrafo hasta la proa, la sala de máquinas, la cofa de vigía y a todas las partes del barco donde se realizaba el trabajo. Cada cable terminaba en un dial visible con un indicador móvil que contenía todas las órdenes y respuestas necesarias para gobernar el inmenso casco, tanto en el muelle como en el mar, lo que eliminaba en gran medida los gritos roncos y exasperantes de los oficiales y marineros.
Las noventa y dos puertas de los diecinueve compartimentos estancos podían cerrarse en medio minuto girando una palanca desde el puente, la sala de máquinas y desde otros doce puntos de la cubierta. Esas compuertas también se cerrarían automáticamente en caso de detectar agua. Aun con nueve compartimentos inundados el barco seguiría flotando y, puesto que ningún accidente marítimo conocido podía anegar tantos, el Titán se consideraba prácticamente insumergible.
Construido íntegramente de acero, y únicamente para el transporte de pasajeros, no llevaba ningún cargamento inflamable que amenazara destruirlo con un incendio. Eso había permitido a sus diseñadores renunciar al fondo plano de los cargueros y darle la elevación del fondo —o inclinación de quilla— de un yate de vapor, lo que mejoraba su comportamiento en las rutas marítimas. Tenía una longitud de 245 metros, un desplazamiento de 70.000 toneladas y una potencia de 75.000 caballos, y en su viaje de prueba había navegado a una velocidad media de 25 nudos por hora, en medio de fuertes vientos, mareas y corrientes. Resumiendo, era una ciudad flotante que contenía entre sus paredes de acero todo lo que tiende a minimizar los peligros e incomodidades de una travesía atlántica y hace la vida agradable.
Insumergible e indestructible, el Titán llevaba el mínimo número de botes exigido por la ley. Estos, en un total de veinticuatro, estaban bien cubiertos y amarrados a sus pescantes en la cubierta superior y, en caso de ser lanzados, podían transportar a quinientas personas. El Titán no llevaba pesados e inútiles botes salvavidas, pero, puesto que la ley así lo exigía, cada una de las trescientas literas de los camarotes de los pasajeros, oficiales y tripulantes contenía un chaleco de corcho, y había unas veinte boyas salvavidas repartidas a lo largo de la barandilla.
En vista de su absoluta superioridad sobre el resto de embarcaciones, la compañía naviera anunció que se aplicaría una regla de navegación en la que creían firmemente varios capitanes, aunque todavía no la siguieran abiertamente. El barco avanzaría a toda máquina en medio de nieblas, tormentas o de un sol radiante, siguiendo la ruta septentrional, en invierno y en verano, por las siguientes y buenas razones: primero, porque, de ser embestido por otra embarcación, la fuerza del impacto se distribuiría sobre un área mayor si el Titán avanzara a toda máquina, siendo el otro barco el que llevaría la peor parte. Segundo, porque si el agresor fuera el Titán, no hay duda de que destruiría a la otra embarcación aunque avanzara a velocidad media, y puede que él también sufriera desperfectos; mientras que a toda máquina partiría al otro barco por la mitad, sin sufrir ningún daño que no pudiera repararse con una brocha. En uno u otro caso, y como mal menor, era preferible que sufriera el casco más pequeño. La tercera razón era que a
