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El concepto de Mesías en los textos del Judaísmo clásico antiguo Adrián Herbst Analizado desde un punto de vista semántico, el mesianismo es un fenómeno que pertenece al área del liderazgo. El mesianismo no es otra cosa que una manifestación de liderazgo religioso. Por otro lado, el liderazgo es una expresión política; por lo tanto el mesianismo es un fenómeno político anclado en un contexto religioso. El mesianismo es una de las expresiones radicales de la traducción de la fe religiosa y de la vida religiosa en una actividad, en una acción histórico-política. El lenguaje del mesianismo es un lenguaje netamente político. En el centro de este fenómeno, por lo general, se encuentra un líder religioso, quien pretende traer por la fuerza de sus acciones un cambio de valores dentro de la realidad histórica. Él pretende transformar la realidad del pasadopresente, en una realidad futura compuesta de una dimensión histórica nueva y superadora. El término “Mesías” o “Mashiaj” (‫)משיח‬, literalmente en hebreo significa ungido con aceite; esta era una costumbre común y muy utilizada en las culturas antiguas para distinguir a sus líderes. La acción de ungir con aceite a una persona, equivalía al simbólico acto utilizado en la edad media de poner la corona al rey en el día de su asunción; o del traspaso del bastón y la faja presidencial en nuestros días. Este acto simbolizaba que la persona ungida era consagrada a Dios y por Dios. En hebreo consagrar se dice “Lekadesh” (‫)לקדש‬, un ser humano consagrado (mekudash ‫ )מקודש‬es metafóricamente separado del resto y elevado por encima de ellos. Por ejemplo, el hombre judío al contraer matrimonio consagra a su mujer, o sea simbólicamente la separa del resto de las mujeres y la eleva por encima de todas ellas. Lo mismo sucede con el Shabat y las festividades judías, alegóricamente el día es consagrado, o sea separado de los días comunes y elevado por encima de ellos. En la Biblia Hebrea la unción es generalmente utilizada para referirse al rey (principalmente en la escuela deuteronomista) y en ciertas ocasiones al sacerdote (principalmente en la escuela sacerdotal). Pero también hay algunos casos en los cuales se llama “Mesías” a algún profeta (Isaías 61:1), aunque no haya existido acto de unción, en estos casos “Mesías” es un término que distingue al profeta como enviado de Dios. Es importante mencionar y dejar en claro ya a esta altura, que en ningún lugar de la Biblia Hebrea cuando se utiliza el término “Mesías” se hace referencia al “Rey o Salvador del final de los días”, así como tampoco en los textos que se refieren al “final de los días” (ya sea que se refiera a una época o referente a algún personaje) se menciona el término Mesías (salvo en Daniel 9:24-27; pero este libro, a pesar de ser parte del canon de la Biblia Hebrea, temporalmente e ideológicamente pertenece a los textos intertestamentarios). Por lo tanto es válido afirmar que en la Biblia Hebrea no existe relación alguna entre el Mesías y el “Rey o Salvador del final de los días”. Incluso Jesús, en el Nuevo Testamento, hace mención del “Ben ’Adam” o “Bar ’Enosh” (‫)בן אדם – בר אנוש‬, el hijo del hombre, sin hacer uso del término Mesías. Sólo después de haber finalizado el período de la Biblia Hebrea, o sea con el inicio del período intertestamentario (o Literatura del Segundo Templo), el término “Mesías” se comienza a utilizar para referirse al “Rey o Salvador del final de los días”. Es en algunos textos encontrados en Qumrán, que somos testigos por primera vez en la historia de la realización de dicha relación, y luego se los continúa utilizando en ese mismo sentido en los Libros Apócrifos, en los Libros Pseudoepígrafos, en el Nuevo Testamento, etc. Es de esta nueva relación que nace el concepto de “la era mesiánica”. El Mesías de la Biblia Hebrea es un personaje que actúa en el presente; en cambio, el Mesías de la literatura del Segundo Templo o intertestamentaria es un personaje que actúa en el futuro. Esta idea surgida, en este nuevo período, de la relación de dos conceptos totalmente separados en la Biblia Hebrea, es completamente original y revolucionaria en la cultura antigua. Por ejemplo, los filósofos griegos describieron la historia como un ciclo en el cual no sucedía y no podía suceder nada radicalmente nuevo. Tampoco este conocimiento estuvo confinado a las culturas paganas antiguas, como los egipcios, asirios, sumerios, babilonios, fenicios, etc. Antes de continuar con el análisis del concepto de “Mesías” en los textos del Judaísmo clásico antiguo, quisiera aclarar dos conceptos que están intrínsecamente relacionados entre si, pero que muchas veces son utilizados como sinónimos a pesar de sus diferentes significados, generando así confusión y errores en el entendimiento de los textos. Me refiero a los conceptos de “Apocalipsis” y “Escatología”. Apocalipsis (άποχάλυψις) es un término judeo-griego que significa “revelación”, puede ser de Dios o de ciertos secretos. Esta revelación no tiene porque ser realizada en una era mesiánica. “El día de Dios” anunciado por varios profetas, es sin duda una revelación, pero en ningún texto se dice que será en un contexto mesiánico o que será al final de los días. Escatología (έσχατολογία del término έσχατος) es un término judeo-griego que significa “final de los días” o “los últimos días”, o sea la era mesiánica. Esta era mesiánica puede llegar sin ninguna revelación especial de Dios o de ciertos secretos. Hubo pensadores que creyeron que ésta era ya estaba prefijada, o que llegaría sólo por la acción humana; por lo tanto no habrá ninguna revelación de ningún tipo. En la Biblia Hebrea el término que se usa para temas escatológicos, o sea la era mesiánica, es “Ajarit Ha Iamim” (‫ )אחרית הימים‬que literalmente significa “El fin de los días”. Esta expresión tiene dos significados diferentes: 1) El término es interpretado como “los días venideros”. Se aplica para referirse a un futuro cercano, real y concreto. Esta es la utilización más frecuente (Génesis 49:1; Deuteronomio 31:29; 2° parte de Isaías; 1° parte de Zacarías, etc). Este mismo significado lo encontramos profusamente empleado en otras culturas antiguas mediante el término equivalente en Acadio (“ana ahrat ūmī” o “ina ahrāti”). 2) Se aplica para referirse a un futuro lejano e ideal, o sea la “era mesiánica” o “el final de los días”. Esta es la utilización menos frecuente del término. No encontramos dicha expresión con este significado en ninguna otra cultura antigua (egipcios, asirios, sumerios, babilonios, fenicios, etc.). La concepción de que el Mesías tiene que ser descendiente del Rey David, surge de una exégesis del texto de 2 Samuel 7 (y se añaden 2 Samuel 22: 44-51; 23:1-3; Salmo 18:44-51) en el cual se dice que David y sus herederos fueron elegidos por Dios para reinar sobre el Pueblo de Israel hasta el final de las generaciones. Esta idea no era la única existente, sino que era una de las tantas concepciones que existían en la antigüedad en referencia al linaje del Mesías. La mayoría de las ideas y conceptos que tenemos gran parte de nosotros sobre el Mesías son pos-bíblicas. Esto nos lleva a cometer un error “óptico”. Leemos los textos bíblicos con ideas y conceptos que son posteriores y por lo tanto ajenos a la misma. Examinamos la Biblia Hebrea con “lentes” posteriores y proyectamos sobre ella conceptos que le son extraños. Al no aparecer el término “Mesías” (o similares) en los textos escatológicos, muchas veces es subjetiva la definición de que texto es mesiánico y cual no. A lo largo de la historia se han forzado muchos textos, que hoy sabemos (por diferentes técnicas y metodologías académicas) que no tienen ningún significado mesiánico (Génesis 49:10; Números 24:17; Isaías 7:14, etc.). El pensamiento mesiánico, ya sea de un Mesías persona o de una era mesiánica, es completamente ajeno a los autores del Pentateuco. La idea escatológica es fruto del pensamiento profético, aunque tampoco debemos equivocarnos y creer que ésta ocupa un lugar central en la concepción del mundo de estos líderes. Hay substancialmente cuatro temas que se insinúan en los textos de los Profetas de Israel al referirse a Ajarit Ha-Iamim, o sea al final de los días: 1) Las desgracias que acontecerán sobre los transgresores del Pueblo de Israel (Amos 5:18; Sofonías 1:15; Isaías 66:24; Daniel 12:2); 2) Las desgracias que sucederán sobre las naciones malvadas (Joel 4:12; Daniel 7:9; Isaías 2:12); 3) La redención del Pueblo de Israel y su felicidad (Isaías 29:18; Jeremías 30:17; Oseas 14:5; Zacarías 1:14; Hageo 2:9); 4) La paz universal (Isaías 2:1; Miqueas 4:1; Oseas 2:23; Joel 4:18). En general, en la Biblia Hebrea, el “Rey o Salvador del final de los días” es un ser humano común y corriente sin ningún tipo de poderes especiales. Esta persona común (aunque consagrado) será el Rey nombrado y elegido por Dios en el final de los días para que ejecute los 4 temas antes mencionados. Los poderes para realizar las acciones extra naturales vendrán y serán pura y exclusivamente de Dios, el rey será netamente humano, y no será un redentor por facultades propias. También debemos mencionar que hay ciertos textos bíblicos y pos-bíblicos que hablan del final de los días sin mencionar la participación de ningún rey o salvador, solamente expresan la llegada de una era especial sin referirse a ninguna persona especial. Dios creador del mundo será el único Rey de esa época. No debemos olvidar que este pensamiento pertenece esencialmente a la escuela profética, por lo tanto no podemos saber hasta que punto fue una idea popular y aceptada por las masas, ya que debemos recordar que los profetas fueron personajes sumamente impopulares. Existe una notable paradoja en la concepción antigua del mesianismo. Muchas de las teorías mesiánicas conllevan la idea de un regreso a un pasado ideal, pero por medio de técnicas y herramientas totalmente futuristas. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en el texto de Qumrán “La guerra entre los hijos de la luz contra los hijos de la oscuridad”, ahí la guerra se desarrolla con las armas y técnicas más modernas, para lograr una vuelta al pasado ideal. Origen de la idea mesiánica Hace algunos años atrás aún se discutía si el origen de este fenómeno que cambió el rumbo de la humanidad, había surgido adentro o afuera de la antigua cultura del Pueblo de Israel. Había teorías que le asignaban el origen de la idea mesiánica a diferentes pueblos de la antigüedad, o sostenían que la Biblia Hebrea en este tema había sido influenciada por alguna de estas antiguas civilizaciones (egipcia, asiria, persa, babilónica, etc.). Hoy la mayoría de los investigadores aseguran que la idea es propia y originaria del Pueblo de Israel. Es muy difícil señalar un momento histórico específico para indicar el nacimiento de la idea mesiánica. Lo que si podemos sostener es que hay épocas históricas más fértiles y hay otras menos fértiles para recepcionar el paradigma mesiánico. Es por eso que a lo largo de la historia, hubo momentos donde el pensamiento mesiánico tuvo una gran presencia y hubo otros momentos en los cuales pasó desapercibido. La época intertestamentaria (con la victoria de los Macabeos, la oposición esenia, la conquista romana de Israel, etc.) fue uno de los momentos más fértiles de la historia de la humanidad para esta concepción (fueron muchos los que se creyeron que eran el Mesías, como enseña Flavio Josefo, y Hechos de los Apóstoles 5:34-38), al igual que lo fueron los años posteriores a la destrucción del Segundo Templo. Veamos algunas de las teorías existentes de cómo se originó la idea mesiánica: a) La teoría “traumática-histórica”.Según esta teoría la idea mesiánica comenzó como respuesta a la falta de esperanza del pueblo en algún momento de profunda crisis nacional (es muy difícil definir cuál fue el acontecimiento específico; pudo haber sido la separación de Israel en dos reinos, la caída del reino del norte, la destrucción del Primer Templo, etc.). Es como la teoría de la zanahoria atada con un palo en la cabeza del burro, el cuadrúpedo constantemente sigue adelante con todas sus fuerza convencido que está cerca de alcanzar su tan ansiada recompensa. Esta idea da esperanza y fuerzas para seguir adelante ante cualquier situación de crisis. En los momentos en los que hay ruptura de los paradigmas conocidos, se generan profundas incertidumbres e inseguridades; es en estos instantes que la creencia en épocas mesiánicas “conocidas” transmite la seguridad que las personas necesitan. La desilusión del presente trae la idea de proyectar un futuro ideal, surgen pensamientos como “en el futuro las cosas serán como nosotros queremos”. La crisis es tan profunda que las personas creen que ellos no pueden lograr el cambio, por eso Dios ayudará. b) La teoría del “despertar de la esperanza”. Esta teoría a diferencia de la anterior, cree que la idea mesiánica comenzó en algún momento de profunda esperanza e ilusión del pueblo. Esta idea fue la concretización de una sensación colectiva de esperanza y bonanza. Esta suposición es la antítesis de la teoría “traumática-histórica”. c) La teoría de “la esperanza monárquica”. Según esta línea de pensamiento, la era mesiánica comenzó con el inicio del período de la monarquía. Es muy común que el ser humano compare ciertas situaciones de la vida con la percepción ideal de dicha situación. Se comparaba al rey real con la imagen ideal del rey, luego esta imagen se proyectó a un futuro lejano. Las ilusiones de una etapa nueva trajo consigo la creación de ideales que se fueron proyectando hacia el futuro, dando inicio a la idea mesiánica. d) La teoría de “la desilusión de la monarquía”. Esta hipótesis supone que la idea mesiánica comenzó al final del período de la monarquía. Al perderse la misma surgió un profundo sentimiento de idealización de lo perdido. Por lo tanto, el rey del final de los días será como Adam (Urmensch) y como David, el gran rey de Israel. La desilusión del presente trae la idea de proyectar un futuro ideal, que a la vez nos une con un pasado “perfecto”. e) La teoría de “la oposición a la monarquía”. Esta conjetura sostiene que la idea mesiánica comenzó en el sector de la sociedad israelita que se oponía a la monarquía. Hubo un sector del Pueblo de Israel que pensaba igual que Samuel (ver 1 Samuel 8) y creían que el único rey posible y confiable es Dios, y sólo Él decidirá cuando el pueblo tendrá un rey enviado por Él que será diferente a los reyes elegidos por los humanos. Es probable que esta línea de pensamiento sea la base para la creencia en una era mesiánica sin la figura de un Mesías. f) La teoría de “la idealización del Éxodo de Egipto”. Cualquier persona que conozca en profundidad el texto de la Biblia Hebrea notará que existe una idealización del Éxodo de Egipto. Este acontecimiento se convirtió en un hito fundante de la historiografía bíblica (y posteriormente del Pueblo Judío), opacando a sucesos tan importantes como la Revelación del Sinaí, o el ingreso a la Tierra Prometida. Uno de los productos de esta exacerbación fue la que originó la idea mesiánica; la concepción de la redención de Egipto se idealizó y se transformó en el ícono de la futura y definitiva redención del Pueblo de Israel. En esta escuela de pensamiento se idealizó también la figura de Moisés como redentor pasado y futuro de su pueblo. ¿Cuántos Mesías hay? Para la mayoría de nosotros la respuesta a la pregunta ¿Cuántos Mesías hay? es obvia, nuestra tendencia es responder que hay sólo uno, pues hace siglos que los cristianos esperan el regreso de Jesús y los judíos esperamos la llegada del Mesías; en los dos casos en singular. Pero además de la idea de un sólo Mesías, existieron otras concepciones. En varios textos de Qumrán (por ejemplo Serej Ha Iajad) y en el Libro del Testamento de los Doce, escuchamos por primera vez hablar de dos Mesías: Mashiaj Aaron, el Mesías descendiente de Aarón, o sea el Mesías- Sacerdote; y el Mashiaj Israel, el Mesías descendiente de Israel (no era ni sacerdote ni levita), o sea el Mesías-Rey. Es interesante ver que al referirse al Mesías-Rey, no hay ningún tipo de mención al Rey David. Este Mesías no tenía ningún linaje especial, no pertenecía a ninguna tribu ni familia o sector especial del Pueblo de Israel (la única condición era que no fuera ni sacerdote ni levita). Por otro lado, el Mesías-Sacerdote sí debía tener un linaje especial, debía ser descendiente directo del Sumo Sacerdote Sadoc (Sumo Sacerdote del Rey David) quien a la vez era descendiente directo del primer Gran Sumo Sacerdote, Aarón hermano de Moisés. En contraposición con lo que nuestra intuición actual nos hubiera indicado (influenciada por el paradigma mesiánico creado por el Cristianismo antiguo y por los textos rabínicos), es el Mesías-Sacerdote el que ocupa el lugar central y de mayor importancia. Al Mesías-Rey se le asigna un lugar secundario y totalmente eclipsado por la imagen del Mesías-Sacerdote. Esta lógica se debe a que la sociedad judía de esta época (y en especial la de Qumrán), era una sociedad con un fuerte énfasis sacerdotal. Con el surgimiento y desarrollo de las corrientes religioso-políticas en el Pueblo Judío (fariseos, esenios, saduceos, etc.) la relación entre estos dos roles mesiánicos entra en conflicto (esta tensión se replicará luego entre el Papa y el rey). Debemos también mencionar otro dato interesante que muestra la multiplicidad de concepciones que existían acerca de la cantidad de Mesías y de las características de la era mesiánica en la época intertestamentaria. En ciertos textos de Qumrán (Serej HaIajad 9:11), como así también en el Libro de los Macabeos 1 (4:44-46; 14:41) se menciona la existencia de dos Mesías y un tercer personaje denominado el profeta de la era mesiánica. Este profeta será quien acompañará a los dos Mesías en su llegada a este mundo durante la era mesiánica. Los dos Mesías en la Literatura Rabínica Años más tarde, la Literatura Rabínica tomará esta idea y hablará también de 2 Mesías: Mashiaj Ben Iosef, Mesías hijo de José (ya no es sacerdote), y Mashiaj Ben David, Mesías hijo de David, el Mesías-Rey. Debemos recordar que el rabinismo es la continuación de la corriente farisea, y por ende opositores a los saduceos-sacerdotes. En esta extensa literatura, el Mesías-Sacerdote de Qumrán es reemplazado por el Mesías hijo de José (se elimina la centralidad e importancia del sacerdocio) y además se invierte el orden de importancia de los dos Mesías; el Mesías-Rey, descendiente de David, pasa a ser el central y el más importante. Más aún, en la mayoría de los textos de la literatura rabínica el Mashiaj Ben Iosef, Mesías hijo de José es reemplazado por la imagen del profeta Elías, disminuyéndole así el rango de Mesías por el de profeta. ¿Cuál es el rol del Mashiaj Ben Iosef? No está del todo claro cual es la función de este Mesías, como tampoco lo está en los textos de Qumrán la función del Mesías-Rey. Aparentemente este Mesías es quien peleará la última y definitiva guerra contra las fuerzas del mal y preparará el camino para la llegada del Mashiaj Ben David. El Mesías hijo de José se encargará de los primeros dos (de los cuatro) temas que se insinúan en los textos de los Profetas de Israel al referirse a Ajarit Ha-Iamim, o sea al final de los días, y que mencionamos más arriba: 1) Las desgracias que acontecerán sobre los transgresores del Pueblo de Israel; 2) Las desgracias que sucederán sobre las naciones malvadas. Una vez realizada esta labor, quedará el camino allanado para que el Mesías hijo de David se encargue de los dos puntos restantes: 3) La redención del Pueblo de Israel y su felicidad; 4) La paz universal. ¿Por qué se creó la imagen del Mesías hijo de José? Existen tres teorías diferentes para explicar la creación de esta idea: A) La primera teoría sostiene que la idea de la existencia de dos Mesías estaba arraigada en el Pueblo Judío de la época intertestamentaria (como comprobamos con los textos de Qumrán y el Libro del Testamento de los Doce), por lo tanto era imposible, para aquellos que no simpatizaban con esta ideología, descartarla abruptamente. Había que convivir con este pensamiento, y generar un lento proceso para poder suavizarlo hasta lograr su extinción. La primera etapa del proceso fue sacarle a esta figura su rol sacerdotal, luego se la ubicó por debajo de la figura del Mesías hijo de David, después se le quitó el rango de Mesías, y así lentamente fue perdiendo fuerzas hasta casi extinguirse. B) La segunda teoría asegura que el rol del Mesías hijo de José se creó para liberar al Mesías hijo de David de la carga de negativa que se le había asignado a la idea mesiánica. No era una buena imagen para el Mesías hijo de David ser el responsable de la guerra, el sufrimiento, el castigo a los malvados, etc. C) La tercera teoría formula que esta imagen fue creada como un sarcasmo dirigido a los cristianos por la figura de Jesús. Este Mesías, es en realidad un “No Mesías”, ya que no pudo redimir a la humanidad, por ende no es un verdadero Mesías. En paralelo al proceso descripto arriba en la Literatura Rabínica, hubo un desarrollo de esta idea también en el Cristianismo primitivo. En este caso se fusionarán y se le asignará a Jesús la función de estos dos Mesías. En su primera llegada, Jesús cumple el rol del Mesías hijo de José, pero regresará en la figura del Mesías hijo de David (Parusía). La jurisdicción del Mesías Algunas de las preguntas que nos surgen al hablar de este tema son: ¿Cuál es la jurisdicción del Mesías? ¿Cuáles serán sus tareas? ¿Sus quehaceres serán diferentes a los del rey? ¿Tendrá alguna labor sacerdotal? ¿Existirá alguna relación entre el Mesías y la profecía? Estos interrogantes son planteados y respondidos por la literatura intertestamentaria y luego por la literatura rabínica; el Mesías concentrará en una sola persona tres poderes que siempre estuvieron y debían estar separados: Keter Kehuna – La Corona del Sacerdocio, Keter Meluja – La Corona de la Monarquía y Keter Nebua – La Corona de la Profecía. En otras palabras, el Mesías será el rey, el sumo sacerdote y el profeta del Pueblo Judío; roles que nunca estuvieron reunidos en una sola persona (salvo el intento no muy exitoso de algunos Macabeos). En términos modernos, es como si le otorgáramos al Mesías la máxima y única autoridad del poder ejecutivo, del poder legislativo y del poder judicial. Es por esta razón que Malkitzedek (ver Salmo 110) – rey justo o rey de la justiciaes una figura tan importante en la Literatura del Segundo Templo, ya que es el único personaje de la Biblia Hebrea que fue rey y también sacerdote. Esta literatura también creó la figura opuesta (que no existe en la Biblia Hebrea), la de Malkiresha – rey malvado o rey del mal-, que luego será reemplazada por el anti Mesías. La visión mesiánica del Pentateuco y de los Profetas Al examinar nuestro tema a lo largo de toda la extensión de la Biblia Hebrea, podemos considerar la existencia de dos corrientes ideológicas dentro del texto. Estas dos tendencias son contemporáneas entre si y como en muchos otros temas, discuten entre si en forma intra-textual. La corriente del Pentateuco o anti-mesiánica: En esta línea de pensamiento no hay visión escatológica. Su preocupación no está depositada en el futuro, sino que su inquietud pasa por el presente. Esta escuela de pensamiento no posee ninguna aspiración de cambiar la realidad existente o la naturaleza. No se cree en que existirá una era de paz universal ni tampoco que todo el mundo reconocerá al Dios de Israel como el único Dios existente. La idea de “los días venideros” (Ajarait Ha Iamim) se refiere a un futuro dentro de la historia. Los integrantes principales de esta corriente son los sacerdotes y las personas relacionadas al Templo (levitas, etc.). Esta escuela ideológica la encontramos principalmente en los textos del Pentateuco. La corriente mesiánica: En esta línea de pensamiento sí existe una creencia escatológica. Su preocupación está depositada principalmente en el futuro, el presente es efímero y pasajero. Esta escuela de pensamiento posee una profunda aspiración de cambiar la realidad existente y la naturaleza. Se Cree fervientemente en el arribo de una era de paz universal en la cual todo el mundo reconocerá al Dios de Israel como el único Dios del universo. La idea de “los días venideros” (Ajarait Ha Iamim) se refiere a un futuro posthistórico. Los integrantes principales de esta corriente son los profetas y el círculo de los reyes. Esta corriente aparece principalmente en los textos de los Profetas y en algunos Salmos (47, 93-99, 110, etc.). A la vez la corriente mesiánica posee dentro de si misma, diferentes escuelas de pensamiento. Esto se debe a que cada sector del pueblo en una misma era, y cada época (de los aproximadamente 1000 años que encontramos encerrados dentro de la literatura bíblica, más los años de la era intertestamentaria) describirá al Mesías en base a sus propios ideales. En otras palabras, proyectarán en la figura del Mesías sus propios valores e ideales. Es así como encontraremos descripciones del Mesías con diferentes tendencias: más espiritual, sacerdote, guerrero, juez, con grandes poderes mágicos, sabio, creado antes que el mundo, dos Mesías, época mesiánica sin Mesías, etc. En paralelo a lo mencionado en el párrafo anterior, convivieron a lo largo de la historia de la corriente mesiánica, dos fuerzas poláricas: La redención inmediata y nacional del Pueblo Judío, o la redención final y universal. Dependiendo, entre otros factores, del contexto, del nivel de integración de los judíos a la sociedad en la cual vivían, de la situación socio-económica; tomaba mas fuerza una fuerza o la otra. La sistematización del concepto de “Mesías” o “era mesiánica” Según el investigador del mesianismo Iosef Dan, no existía una filosofía, una teoría mesiánica sistemática, desarrollada y elaborada antes del Cristianismo; sino que fue el Cristianismo mismo el principal elaborador de esta idea. Él sostiene que el error en la concepción mesiánica existente surge de una visión equivocada de la historia que tuvieron los primeros cristianos y que aún es el paradigma vigente hasta hoy en día en la investigación del mesianismo. El paradigma errado se nutre de la concepción de que en el Pueblo de Israel antes de Jesús ya existía una teoría sistemática, elaborada y desarrollada de la idea mesiánica, y que la mayoría de los judíos creían en la misma. Esta teoría mesiánica sirvió de base para la aparición y las acciones de Jesús. En otras palabras, Jesús fue la concretización práctica de las creencias e ideas mesiánicas que tenían la mayoría de los judíos de esa época. Según este modelo, el Cristianismo no creó esta teoría, sino que fue el implementador de una teoría judía ya existente. Este paradigma, que ya aparece en el Nuevo Testamento, es una de las bases de la crítica y persecución del Cristianismo hacia el Judaísmo por no aceptar a Jesús como el realizador de las visiones proféticas acerca del Mesías (“los judíos niegan sus propias creencias y no aceptan a Jesús”). Lo curioso e interesante es que este paradigma fue aceptado, ya desde la Edad Antigua, por el Judaísmo. La forma de defenderse del Judaísmo fue decir que Jesús fue un falso Mesías ya que no cumplió con las profecías bíblicas acerca del Mesías, o sea que no fue el concretizador de la teoría mesiánica existente. La ruptura de este paradigma exige una difícil madurez teológica de parte de las dos religiones. Según Iosef Dan, no hay ninguna prueba de la existencia de una teoría mesiánica sistemática, desarrollada y elaborada antes del Cristianismo. Antiguamente, existía un abanico compuesto de muchas tradiciones y fragmentos pequeños, dispersos y sin desarrollo acerca de la idea mesiánica. Incluso, muchas de estas tendencias se contradecían entre sí. Lo poco que podemos extraer de la Biblia Hebrea y de la literatura intertestamentaria, y en una forma no muy clara ni precisa, es que el Mesías será un rey guerrero que liberará al Pueblo de Israel. La Biblia Hebrea no responde a preguntas básicas como: ¿Cuándo vendrá el Mesías? ¿Cómo será? ¿Qué hará? ¿Cuál será el contenido de su liderazgo? ¿Cómo podremos comprobar su veracidad? La hipótesis de Iosef Dan, es que los primeros cristianos (que no debemos olvidar que eran judíos) absorbieron del Judaísmo ciertos principios, algunas tradiciones, algunas ideas no desarrolladas acerca del Mesías; y crearon una teoría sistemática, desarrollada y profunda del Mesías. Utilizando una metáfora, los materiales para la construcción (ladrillos, arena, cemento, pintura, etc.) todos dispersos y sin lógica unificada ya existían; fue el Cristianismo quien diseñó el plano, juntó los materiales y construyó la obra. Esta conjetura de Iosef Dan fue apoyada con algunas variantes por Iaakob Licht, otro de los principales investigadores del mesianismo antiguo. Licht sostiene que la secta de Qumrán era el único sector del Pueblo Judío que tenía una idea sistemática y desarrollada de la era mesiánica, aunque no de la figura del Mesías persona. Ellos creían estar viviendo en una era de transición entre esta era en la cual domina el espíritu del mal y los hijos de la oscuridad, y la era mesiánica que está por comenzar, en la cual ellos, los hijos de la luz, dominarán al mundo por medio de la palabra de Dios. Esta creencia influenció mucho en Juan el Bautista, en Jesús, y en sus alumnos, quienes la adoptan y desarrollan su propia visión de esta teoría. Este sector del Pueblo Judío creía que la era mesiánica estaba irrumpiendo ahora mismo. Otra idea relacionada con el mesianismo que surge de Qumrán y luego pasa al Nuevo Testamento vía Juan el Bautista, es que así como hoy existe el bautismo con agua, en la era mesiánica los justos serán bautizados con fuego por medio del espíritu santo (Ruaj Ha-Kodesh). Esto es un símbolo de que en la era mesiánica todos tendrán el don de la profecía. La creencia en el “Olam Haba” el mundo venidero Una creencia importante que surge en esta época intertestamentaria es el concepto de “Olam Haba”, el mundo venidero. Esta idea sufrió un proceso de transformación sumamente interesante. Al principió era un concepto sinónimo al “final de los días” o “era mesiánica”. El mundo venidero llegará luego de la destrucción de este universo, y será un mundo en el cual todos los ideales que no se pueden llevar a cabo en nuestra realidad, debido a la imperfección humana, se verán realizados. El mundo venidero será perfecto, será el mundo de la redención. Estos dos mundos no conviven en el mismo tiempo, sino que el mundo venidero es la continuación de este mundo. Esta concepción es cosmológica y grupal. Con el correr del tiempo este concepto recibió un nuevo significado sin perder el sentido anterior; o sea las dos acepciones, la nueva y la antigua continúan existiendo paralelamente. El mundo venidero fue entendido como el espacio al cual se traslada el ser humano luego de la muerte física. Esta concepción, a diferencia de la anterior, es biográfica e individual. Desde la última etapa de la Edad Antigua, estas dos concepciones diferentes y contradictorias convivieron entre si e influenciaron en el concepto del mesianismo generando grandes confusiones e interrogantes: ¿La redención es individual o grupal?; ¿Hay que trabajar para traer la era mesiánica, o esta ya existe y es el “cielo” (Olam Haba) al cual arriban los justos después de la muerte?; etc. ¿Cuándo llegará la era mesiánica? Existen dos voces diferentes dentro del Judaísmo antiguo que intentan responder a este interrogante según su propia concepción del mundo. La teoría radical o revolucionaria: Según esta escuela de pensamiento hay una discontinuidad radical entre este mundo y el mundo de la era mesiánica. La era mesiánica será una nueva era, es un período post-histórico en lugar de la culminación de la historia. En el centro de este escenario escatológico hay un evento cataclísmico que destruirá el orden conocido de la historia y de la naturaleza, y que creará uno nuevo a partir de las ruinas. Hay una nueva creación del mundo con reglas y lógica diferente a las relatadas en los primeros capítulos del Libro de Génesis. La teoría gradual o evolutiva: Según esta escuela de pensamiento, la era mesiánica emergerá lenta e imperceptiblemente del mundo tal como lo conocemos. La era mesiánica será la culminación natural de un proceso histórico. No hay ninguna dicotomía ni ruptura entre ambas eras. No hay ningún tipo de modificaciones en la naturaleza. El mundo actual seguirá existiendo, el cambio pasará por los valores y por el reconocimiento de que Dios es uno y único, y sólo a Él deberemos alabar. ¿Cómo será el final del Mesías? No existen muchos escritos que se preocupen por responder a esta pregunta, ya que para la mayoría el Mesías no tendrá un final. Pero, en un fragmento de un texto de Qumrán denominado “La Regla de la guerra”, que se cree que es un agregado al “Rollo la Guerra de los hijos de la luz contra los hijos de la oscuridad”, o también conocido como 4Q285; se relata que el Mesías (el único, este texto desconoce la idea de los dos Mesías) morirá trágicamente en un pelea con el “rey malvado”, y luego de esta muerte comenzará la era mesiánica. Este texto es muy interesante ya que separa a la figura del Mesías de la era mesiánica. En este fragmento de Qumrán, se nos presenta una descripción “vicaria” de este único Mesías. Hay quienes sostienen que es la fuente utilizada por los autores del Nuevo Testamento para la idea vicaria de Jesús. El investigador del mesianismo antiguo Israel Knohl, en su libro “Be-Ikvot HaMashiaj” – “Tras los pasos del Mesías” - tiene una teoría acerca de la muerte del Mesías y su influencia en el Cristianismo antiguo, totalmente documentada en textos de Qumrán. Según Knohl hubo una persona en el siglo I a.e.c. con una gran tendencia mística, que se creyó el Mesías y se autodeclaró o lo declararon como tal. Estas ideas están reflejadas en los himnos mesiánicos del Rollo de los Himnos de Glorificación 1QH (Meguilat Ha-Hodaiot) y en 4Q471, 4Q491, 4Q427. Los fariseos, y entre ellos el gran sabio y líder Hilel, no lo aceptaron y lo separaron a él y a sus seguidores de la Comunidad Judía de entonces. Este Mesías excomulgado perdió la vida en un enfrentamiento contra los soldados romanos en lo que para él era la “Guerra de la Redención” o “La guerra de los hijos de la luz contra los hijos de la oscuridad”. Luego de su muerte, sus seguidores elaboraron la teoría del “mesianismo catastrófico”; según la cual el rechazo, excomulgación y muerte del Mesías, son parte inseparable del proceso de la Redención. En estos textos de Qumrán del “mesianismo catastrófico” encontramos por primera vez en la historia mesiánica los siguientes elementos: la idea de un Mesías sufriente; la idea de un ser humano con atributos divinos; la idea de relacionar al Mesías con el esclavo sufriente de Isaías 53. Esta corriente de pensamiento fue la fuente que se encuentra en la base de la consciencia y del accionar de Jesús. En paralelo, el Judaísmo también fue influenciado por este pensamiento y creó la idea del sufriente y trágico Mesías hijo de José, el guerrero que pierde su vida en la lucha contra el rey malvado para allanarle el camino al Mesías hijo de David. El mesianismo en la mística judía antigua Un capítulo aparte es la visión mesiánica de la mística judía antigua. En esta rama de la filosofía judía antigua, el Mesías y el mesianismo en general ocupan un lugar importante. Mencionaremos sólo dos textos de los muchos que componen esta literatura. Para el “Sefer Ha Ietzira” - “Libro de la Creación” (siglo II - III e.c.), el Mesías será el patriarca Abraham, primer reconocedor del único Dios que existe en el mundo. Abraham es, fue y será el místico más importante de la historia de la humanidad. La era mesiánica será el regreso al pasado ideal, o sea a la época del patriarca Abraham en la cual gran parte de la humanidad conocía los misterios místicos de la creación y del funcionamiento del mundo. Otro texto muy interesante de la mística judía antigua, y más específicamente de la apocalíptica judía es el libro de “Zerubabel Ben Shealtiel” – “Zorobabel hijo de Salatiel” (siglo VI e.c.). Zorobabel fue el sacerdote que regresó de Babilonia, luego de la conquista Persa, con parte del Pueblo Judío a la Tierra de Israel para reconstruir el Segundo Templo de Jerusalem (Ver libros de Esdras y Nehemías). Este escrito relata la visión del protagonista, quien pide ver qué sucederá al final de los días, o sea cómo será la vida y las acciones del Mesías. En respuesta a su pedido, se le muestra un complejo drama histórico apocalíptico, en el cual aparecen al lado de los dos Mesías (Hijo de José e Hijo de David) dos personajes nuevos: Jeftziba, la mamá del Mesías; y Armilos, el representante del mal (parecido al anticristo), hijo del diablo y de Venus. Armilos conquista todo el mundo, menos un pequeño espacio de Jerusalem. En ese espacio se esconde Jeftziba, y de ahí sale el Mesías a liberar al mundo del dominio del malvado Armilos. Luego, el libro describe minuciosamente los pasos de la redención final: la reunión de todos los dispersos de la casa de Israel de todos los lugares en donde se encuentren, la resurrección de los muertos y la construcción del Tercer Templo de Jerusalem. Estos dos libros de la mística judía antigua, son uno de los tantos ejemplos de cómo se ramificó y se desarrolló en muchas líneas de pensamiento totalmente diferentes, la idea del Mesías y de la era mesiánica. Algunas diferencias entre el mesianismo en el Judaísmo y Cristianismo antiguos No pretendemos en estas líneas poder desarrollar, ni mucho menos realizar un análisis abarcativo acerca de la gran diferencia existente entre el concepto de mesianismo en el Judaísmo y en el Cristianismo. Nuestra intención es simplemente marcar algunas discrepancias que existían en la antigüedad y que son importantes para nuestra comprensión general. Es muy disímil el concepto de Mesías o mesianismo en el Cristianismo y en el Judaísmo. Estas diferencias generan muchas veces confusiones entre los teólogos y entre los académicos al querer analizar este fenómeno en alguna de las dos religiones, utilizando los conceptos válidos solamente para la otra. Como ya mencionamos previamente, cada cultura debe ser estudiada con sus reglas, o sea con sus propios “lentes”, y no extrapolar lógicas válidas de una cultura hacia otra. En el Cristianismo el mesianismo es la creencia en un Mesías específico, único y eterno, o sea Jesús. La figura del Mesías es más importante que la idea de la era mesiánica. Mientras que en el Judaísmo el mesianismo es un concepto general y amplio, a veces se refiere a una persona (con descripciones muy diferentes) y otras veces a una era (también con descripciones muy diferentes). Esta idea a veces tiene relación con la mística y a veces con el racionalismo; a veces tiene relación con la utopía y otras veces tiene una descripción más concreta y realista. La figura del Mesías es menos importante que la idea de la era mesiánica y la salvación, incluso existen corrientes que creen en una era mesiánica y la salvación sin la figura del Mesías. Palabras finales No hay pruebas concretas, ni datos claros de que haya existido el concepto mesiánico en alguna cultura anterior al Pueblo de Israel, o sea que según las investigaciones académicas más actualizadas, se cree que esta idea es una creación de este pueblo. Pero lo que si es muy interesante mencionar, es que de manera directa o indirecta, este pensamiento influyó a lo largo de la historia en la mayoría de las culturas; inclusive en las más remotas a nivel espacial y temporal. Por ejemplo: Los indígenas norteamericanos creían en el siglo XVIII, que con ayuda de sus dioses vencerían a los hombres blancos de EEUU y en ese momento la tierra volvería a ser como en el pasado; o sea, no habrán más armas de fuego, los bisontes volverán a pastar libres por las llanuras, etc. Somos testigos de procesos de culturización muy interesantes, o sea de la penetración de conceptos de cierta cultura dentro de una cultura ajena. Como final de esta breve exposición, y continuando con la idea del párrafo anterior acerca de la gran influencia que tuvo la idea mesiánica sobre otras culturas, quería mencionar que la idea más pura del Mesías también ingreso al Islam en su forma shiíta. Para esta corriente de la religión musulmana hay un Mahdi (el guiado), que al igual que el Rey Mesías de la época bíblica, es un rey netamente humano. Este 12° Imán se llamó Muhamad al Muntazar. Este líder se mantiene oculto hasta que llegue el momento indicado en que habrá de retornar al mundo para darle al Islam el poder sobre toda la humanidad.