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2 La Liturgia en La Economía de La Salvación

La liturgia en la Iglesia manifiesta el plan de salvación de Dios a través de signos visibles como la eucaristía. La liturgia completa la misión de Cristo al actualizar el misterio pascual en cada celebración a través del don del Espíritu Santo. De esta forma, la liturgia une el pasado y presente salvífico en un solo acontecimiento que hace presente la salvación.
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La liturgia en la Iglesia manifiesta el plan de salvación de Dios a través de signos visibles como la eucaristía. La liturgia completa la misión de Cristo al actualizar el misterio pascual en cada celebración a través del don del Espíritu Santo. De esta forma, la liturgia une el pasado y presente salvífico en un solo acontecimiento que hace presente la salvación.
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La liturgia en

la economía
de la
salvación
Por: David Jacob Romero García
Introducción
La reforma conciliar de la liturgia no sigue el esquema escolástico, sino que recurre al
lenguaje bíblico y patrístico para conectarlos sacramentos y la vida de la Iglesia dentro del
plan salvífico de Dios.
La Iglesia existe gracias a la acción del misterio pascual. Este es el origen de la liturgia en
la Iglesia y el motivo de cada una de sus celebraciones, especialmente la eucaristía.
“Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que
fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este es mi cuerpo que
se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» Asimismo también la copa después de
cenar diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis,
hacedlo en recuerdo mío.» Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa,
anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la
copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese,
pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin
discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo. Por eso hay entre vosotros muchos
enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos. Si nos juzgásemos a nosotros mismos, no
seríamos castigados. Mas, al ser castigados, somos corregidos por el Señor, para que no
seamos condenados con el mundo. Así pues, hermanos míos, cuando os reunáis para la
Cena, esperaos los unos a los otros” (1 Cor 11,26).
La liturgia en la economía de la salvación

Los signos en la liturgia deben manifestar el ámbito externo e histórico


de la manifestación visible del Hijo (San Agustín, Ep 187,34). Se trata de
la doctrina de la presencia de Cristo en la acción litúrgica (SC 7).
Una de las figuras doctrinales del Concilio Vaticano II es comprender a
la Iglesia como sacramento universal de salvación (LG 48). La Iglesia
debe ser el primer signo sacramental por medio del cual se hace
presente la visibilidad histórica de la salvación en las condiciones
cotidianas del mundo (GS 40), especialmente en sus carismas,
funciones y ministerios.
Por el don del Espíritu, la Iglesia tiene la certeza de que Cristo vive en
su Iglesia; por ello, la Iglesia actúa en nombre de Cristo (Jn 20,19-23).
La liturgia en la economía de la salvación

La liturgia de la Iglesia se nutre de la revelación bíblica y de todas las


manifestaciones salvíficas que se desarrollan dentro del pueblo de Dios,
desde el misterio escondido revelado por Dios hasta la manifestación
plena de su Hijo (1 Pe 1,10-12), que conlleva sus palabras, signos y
prodigios, su misterio pascual hasta la actual y permanente presencia
salvífica en el mundo. En todo esto gira la vida litúrgica.
En este sentido, la liturgia es la última etapa de la historia de la salvación
(SC 8, LG 50), donde el pasado, presente y futuro se sintetiza en una
celebración y acontecimiento salvífico.
En modo fundamental, la liturgia sigue la fórmula paulina (2 Cor 13,13-
14): saludo-gracia, amor, comunión y bendición. Por tanto, la liturgia es
teocéntrica y antropológica.
La liturgia en la economía de la salvación

La liturgia confiere a la eucaristía como presencia sustancial de Cristo,


no por exclusión, sino por antonomasia.
Bajo la guía y el impulso del Espíritu, la Iglesia ora (Rom 8,26-27), canta
y celebra al Padre (Ef 5,18-20, Col 3,16-17), confiesa a Jesús como
Señor (1 Cor 12,3b, Flp 2,11) y lo invoca en la espera de su retorno (1
Cor 11,26, 16,12, Ap 22,17 20).
Hay que tener mucho cuidado en convertir la liturgia como un acto
donde el laico solo observa pasivamente, pero no participa.
Repasemos las partes fundamentales de la Eucaristía y designe en qué
momento el pueblo no participa…
La liturgia en la economía de la salvación

El pueblo de Dios debe analizar los acontecimientos históricos como


momentos oportunos para responder a la economía de la salvación y
conjugarlos con los hechos epháfax (irrepetibles). Por lo cual, discernir
entre el kairoi salvífico y le kairoi histórico.
«La liturgia cristiana no solo recuerda los acontecimientos que nos
salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes El misterio pascual de
Cristo se celebra, no se repite, son las celebraciones las que se repiten, en
cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el
único misterio» (Catecismo de la Igl. Cat., 1104).
La liturgia completa la misión de Cristo: “Haced esto en conmemoración
mía” – un anamnesis (presencia real). Un signo que reúne el pasado con
el presente.
Bibliografía
López Martín, Julián, La Liturgia de la Iglesia, teología, historia,
espiritualidad y pastoral, 2ª edición, BAC, Madrid, 1996.

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