Facultad de Psicología
EE Psicología política
    Actividad 1.1 Reflexión personal sobre la
relación existente entre la Psicología y la Política
      Facilitadora: Yaneli González Vargas
  Alumno: Ángel Ignacio Martínez Armengol
                           Psicología y Política: una reflexión
Introducción
La comprensión del comportamiento humano en contextos sociales ha sido una
preocupación compartida por la Psicología y la Ciencia Política, disciplinas que destacan
por abordar este objeto de estudio desde enfoques complementarios. Mientras la primera se
ocupa de los procesos internos que orientan las acciones individuales, la segunda analiza las
estructuras, normas e instituciones que organizan la vida política y colectiva. Reconocer y
articular ambas perspectivas resulta indispensable para entender fenómenos políticos
contemporáneos, como la formación de opinión pública, la movilización social o el
comportamiento electoral. Como comunicólogo y politólogo, como formaciones
profesionales previas, y actualmente como estudiante de Psicología, el tema me resulta
relevante para afrontar este diálogo interdisciplinario.
Desarrollo
El interés por los vínculos entre lo psicológico y lo político no es reciente, aunque su
reconocimiento académico formal sí lo sea. Desde finales del siglo XIX y principios del
XX, autores como Gustave Le Bon, con sus estudios sobre las masas, Kurt Lewin, al
investigar las dinámicas de liderazgo, y Theodor Adorno, a través de su teoría sobre la
personalidad autoritaria, sentaron las bases para lo que hoy se reconoce como Psicología
Política. De manera más institucionalizada, Gordon Allport impulsó a partir de 1924 la
enseñanza de la Psicología Social y Política, evidenciando que estas preocupaciones llevan
varias décadas en construcción, a pesar de que el campo se haya consolidado de manera
visible hasta tiempos recientes.
La relación entre Psicología y Política se manifiesta de manera bidireccional. Por un lado,
las creencias, emociones, prejuicios y sesgos cognitivos de los individuos pueden influir en
comportamientos políticos concretos, como ir a votar o abstenerse, participar en
manifestaciones o adherirse a líderes carismáticos. Por otro lado, las normas sociales, los
roles colectivos y las instituciones políticas contribuyen a moldear la identidad, la
autoestima y los procesos de socialización de las personas. Esta interacción constante
evidencia que ningún análisis político puede prescindir de los factores psicológicos, así
como ningún estudio psicológico puede obviar las condiciones sociopolíticas que enmarcan
la vida cotidiana.
En este sentido, Michael Billig (1986) realizó una distinción fundamental entre dos
enfoques posibles: la “Psicología de la Política” y la “Psicología Política”. La primera
consiste en la aplicación neutral de teorías psicológicas a fenómenos políticos, sin
cuestionar el contexto ni las implicaciones ideológicas subyacentes. La segunda, en cambio,
asume un compromiso crítico, reconociendo que toda interpretación psicológica lleva
implícita una postura política. Esta distinción invita a reflexionar sobre el nivel de
compromiso ético y político que deben asumir quienes investigan el comportamiento
humano en contextos sociales y políticos.
Uno de los principales retos de este diálogo interdisciplinario es superar los recelos
históricos entre ambas disciplinas. La creación de espacios académicos de debate, la
promoción de investigaciones conjuntas y el diseño de metodologías que articulen enfoques
cualitativos y cuantitativos son pasos necesarios para evitar que la Psicología incurra en
ingenuidad política o que la Ciencia Política desestime los procesos subjetivos y
emocionales que atraviesan las decisiones colectivas. En lo personal, después de haber
egresado de la licenciatura en Ciencia Política, desconocía sobre los estudios del
comportamiento político desde una perspectiva psicológica pues el enfoque de la política
tiende a soslayar la psique de su ámbito u objeto de estudio más formal (el
institucionalismo o lo estatal).
Finalmente, cualquier acercamiento desde la Psicología Política debe considerar las
implicaciones éticas de sus hallazgos. Es indispensable evitar naturalizar prejuicios sociales
o presentar como universales procesos que son producto de contextos históricos y culturales
específicos. Solo desde esta perspectiva crítica y contextualizada será posible contribuir a
intervenciones sociales responsables que, entre otras cosas, ayuden a prevenir fenómenos
como la polarización social y a promover formas de ciudadanía activa y reflexiva.
Conclusión
La Psicología y la Ciencia Política comparten más de lo que a primera vista podría
suponerse. Ambas buscan comprender la conducta humana, aunque desde ángulos distintos,
y su articulación resulta indispensable para abordar los desafíos de las sociedades
contemporáneas. La Psicología Política, como espacio de encuentro entre ambas, ofrece
una herramienta valiosa para desentrañar las relaciones entre subjetividad e instituciones,
entre emociones y estructuras de poder. No obstante, este diálogo requiere de compromiso
ético, rigor metodológico y una mirada crítica que evite simplificaciones y generalizaciones
abusivas. Solo así será posible contribuir a una comprensión más profunda de los procesos
sociales y políticos que configuran nuestras sociedades.
Fuente de información:
Rodríguez Hernández, G. (2015). Psicología política. Centro Universitario UAEM
Ecatepec. http://ri.uaemex.mx/handle/20.500.11799/33755