[go: up one dir, main page]

100% encontró este documento útil (1 voto)
38 vistas4 páginas

Los 12 Grados Del Silencio

El documento describe los 12 grados del silencio como un camino espiritual hacia la unión con Dios, comenzando con la importancia de hablar poco a las criaturas y mucho a Dios. Cada grado representa un aspecto del silencio que permite al alma acercarse a lo divino, abarcando desde el silencio en el trabajo y la imaginación, hasta el silencio con Dios mismo. El silencio se presenta como una virtud esencial en la vida espiritual, facilitando la contemplación y la conexión con lo sagrado.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
100% encontró este documento útil (1 voto)
38 vistas4 páginas

Los 12 Grados Del Silencio

El documento describe los 12 grados del silencio como un camino espiritual hacia la unión con Dios, comenzando con la importancia de hablar poco a las criaturas y mucho a Dios. Cada grado representa un aspecto del silencio que permite al alma acercarse a lo divino, abarcando desde el silencio en el trabajo y la imaginación, hasta el silencio con Dios mismo. El silencio se presenta como una virtud esencial en la vida espiritual, facilitando la contemplación y la conexión con lo sagrado.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 4

Los 12 grados del silencio

1º Hablar poco a las criaturas y mucho a Dios


Este es el primer paso, pero indispensable, en los caminos solitarios del silencio.
En esta escuela es donde se enseñan los elementos que conducen a la unión divina.
Aquí el alma estudia y profundiza esta virtud, en el espíritu del Evangelio, en
espíritu de la Regla que abrazó, respetando los lugares consagrados, las
personas, y sobre todo este idioma en el cual tan frecuentemente descansa el
Verbo o la Palabra del Padre, el Verbo hecho carne. Silencio al mundo, silencio
las noticias, silencio con las almas más justas: la voz de un Ángel turbó
María...

2º Silencio en el trabajo, en los movimientos


Silencio en el puerto; silencio de los ojos, de los oídos, de la voz; silencio de todo
o ser exterior, que prepara al alma para pasar a Dios. El alma merece tanto
cuánto puede, por estos primeros esfuerzos en escuchar la voz del Señor. Que
bien recompensado es este primer paso! Dios la llama al desierto, y por
eso, en este segundo estado, el alma aparta todo lo que podría distraerla; si
distancia del ruido, y huye sola Aquel que solamente es. Allí ella saboreará
las primicias de la unión divina y el celo de su Dios. Es el silencio del
recojo, o el recogimiento del silencio.

3º Silencio de la imaginación
Esta facultad es la primera en llamar a la puerta cerrada del jardín del
Husband; with her come the emotions of others, the vague impressions, the sorrows.
Pero en este lugar apartado, el alma dará al Bien Amado pruebas de su amor.
Presentará a este poder, que no puede ser destruido, las bellezas del cielo,
los encantos de su Señor, las escenas del Calvario, las perfecciones de su Dios.
Entonces, también ella permanecerá en el silencio, y será la sirvienta silenciosa del
Amor divino.

4º Silencio de la memoria
Silencio al pasado... olvido. Hay que saturar esta facultad con la
recordatorio de las misericordias de Dios... Es el agradecimiento en el silencio, es el
silencio de acción de gracias.

5º Silencio a las criaturas


Oh, miseria de nuestra condición presente! Con frecuencia el alma, atenta a sí
la misma, se sorprende conversando interiormente con las criaturas,
respondiendo en su nombre. Oh, humillación que hizo gemir a los santos! En eso
momento esta alma debe retirarse suavemente a las más íntimas profundidades
de este lugar escondido, donde descansa la Majestad inaccesible del Santo de los
santos, y donde Jesús, su consolador y su Dios, se descubrirá a ella, le
revelará sus secretos, y la hará probar la bienaventuranza futura. Entonces le
dará un amargo desengaño para todo lo que no es Él, y todo lo que es de la tierra
dejará poco a poco de distraerla.

6º Silencio del corazón


Si la lengua está muda, si los sentidos se encuentran en la calma, si la
la imaginación, la memoria y las criaturas se callan y hacen silencio, si no al
redor, al menos en lo íntimo de esta alma de esposa, el corazón hará poco
ruido. Silencio de los afectos, de las antipatías, silencio de los deseos en lo que tiene
de demasiado ardiente, silencio del celo en lo que tiene de indiscreto; silencio
de fervor en lo que tiene de exagerado; silencio incluso en los suspiros... Silencio del
amor no que tem de exaltado, não dessa exaltação da qual Deus é autor,
sino aquella en la que se mezcla la naturaleza. El silencio del amor, es el amor
en el silencio...
Es el silencio ante Dios, suma belleza, bondad, perfección... Silencio
que no tiene nada de molesto, de forzado; este silencio no daña a
ternura, o vigor deste amor, de modo semelhante a como o reconhecimento
las faltas no dañan tampoco el silencio de la humildad, ni el golpe de los
asas de los ángeles de que habla el profeta el silencio de su obediencia, ni el fiat
el silencio de Getsemaní, ni el Sanctus eterno el silencio de los serafines...
Un corazón en silencio es un corazón de virgen, es una melodía para el
corazón de Dios. La lámpara se consume sin ruido ante el Sagrario, y el
el incienso asciende en silencio hasta el trono del Salvador: así es el silencio del
amor. En los grados precedentes, el silencio era aún la queja de la tierra; en este
alma, por su pureza, comienza a aprender la primera nota de este cántico
sagrado que es el canto de los cielos.

7º Silencio de la naturaleza, del amor propio


Silencio a la vista de propia corrupción, de propia incapacidad. Silencio de
alma que se compraz en su bajeza. Silencio a los elogios, a la estima.
Silencio ante los desprecios, las preferencias, los murmullos; es el
silencio de la dulzura y de la humildad. Silencio de la naturaleza ante las alegrías
O dos placeres. La flor se abre en el silencio y su perfume alaba en silencio
al creador: el alma interior debe hacer lo mismo. Silencio de la naturaleza en
pena o en la contradicción. Silencio en los ayunos, en las vigilias, en las fatigas, en el
frío y en el calor. Silencio en la salud, en la enfermedad, en la privación de todas las
cosas: es el silencio elocuente de la verdadera pobreza y de la penitencia; es el
silencio tan amable de la muerte a todo lo creado y humano. Es el silencio del yo
humano transformándose en el querer divino. Los estremecimientos de
la naturaleza no podría perturbar este silencio, porque está por encima de la naturaleza.

8º Silencio del espíritu


Hacer callar los pensamientos inútiles, los pensamientos agradables y naturales;
só estes danificam o silencio del espíritu, y no el pensamiento en sí mismo,
que no puede dejar de existir. Nuestro espíritu quiere la verdad, y nosotros le
¡damos a mentira! Ahora bien, la verdad esencial es Dios! ¡Dios es el
bastante a su propia inteligencia divina, y no basta a la pobre inteligencia
humana!
No que concierne a una contemplación de Dios perenne e inmediata, no es
posible en la debilidad de la carne, a no ser que Dios conceda un puro don
de su bondad; pero el silencio en los ejercicios propios del espíritu consiste,
en relación a la fe, en contentarse con su luz oscura. Silencio a los
raciocinios sutiles que debilitan la voluntad y disecan el amor. Silencio en
pureza, simplicidade; silêncio às buscas pessoais; na meditação,
silencio a la curiosidad; en la oración, silencio a las propias operaciones, que no
hacen más que obstaculizar la obra de Dios. Silencio al orgullo que se busca
en todo, siempre y en todas partes; que quiere lo bello, lo bueno, lo sublime; es
el silencio de la santa simplicidad, del desprendimiento total, de la rectitud.
Un espíritu que combate contra tales enemigos es similar a esos ángeles
que ven sin cesar la Faz de Dios. Esta es la inteligencia, siempre en
silencio, que Dios lo eleva a sí.

9º Silencio del juicio


Silencio respecto a las personas, silencio respecto a las cosas. No juzgar, no
dejar ver la propia opinión. No tener opinión a veces, es decir, ceder con
simplicidad, sin nada que se oponga a él por prudencia o por caridad. Es el
silencio de la bienaventurada y santa infancia, es el silencio de los perfectos, el
silencio de los ángeles y de los arcángeles, cuando siguen las órdenes de Dios. Es el
silencio del Verbo encarnado!

10º Silencio de la voluntad


El silencio a los mandamientos, el silencio a las santas leyes de la regla, no es, por
decir así, más que el silencio exterior de la propia voluntad. El Señor tiene
algo que enseñarnos de más profundo y de más difícil: el silencio del
esclavo bajo los golpes de su amo. Pero, feliz esclavo, ¡pues el Amo es Dios!
Este silencio es el de la víctima sobre el altar, es el silencio del cordero que es
despojado de su piel, es el silencio en las tinieblas, silencio que impide pedir a
luz, al menos la que alegra.
Es el silencio en las angustias del corazón, en los dolores del alma; el silencio de una
alma que se vio favorecida por su Dios, y que, sintiéndose rechazada por
Él, ni siquiera pronuncia estas palabras: ¿Por qué? ¿Hasta cuándo? Es el
silencio en el abandono, el silencio bajo la severidad de la mirada de Dios, bajo el
peso de su mano divina; el silencio sin otra queja que la del amor. Es el
silencio de la crucifixión, es más que el silencio de los mártires, es el silencio de
agonia de Jesús Cristo. Si este silencio es su silencio divino y nada es
comparable a tu voz, nada resiste a tu oración, nada es más digno de Dios
que esta clase de louvor en el dolor, que este fiat en el sufrimiento, que este
silencio en el trabajo de la muerte.
Mientras esta voluntad humilde y libre, verdadero holocausto de amor, se
despedaza y se destruye para la gloria del nombre de Dios, Él la transforma en
su voluntad divina. Entonces, ¿qué falta para su perfección? ¿Qué requiere?
¿Todavía para la unión? ¿Qué falta para que Cristo sea completado en esta alma?
Dos cosas: la primera es el último suspiro del ser humano; la segunda es una
doce atención al Bien Amado cuyo beso divino es la inefable recompensa.

11º Silencio consigo mismo


No hablarse interiormente, no escucharse, no quejarse ni consolase.
En una palabra, callarse consigo mismo, olvidarse de sí mismo,
dejarse solo, completamente solo con Dios; huir, separarse de uno mismo.
Este es el silencio más difícil, y sin embargo es esencial para unirse a
Dios tan perfectamente como pueda hacerlo una pobre criatura que, con la
gracia, llega con frecuencia hasta aquí, pero se detiene en este grado, porque no
o comprende y lo practica aún menos. Es el silencio de la nada. Es más
heróico que el silencio de la muerte.

12º Silencio con Dios


Al principio Dios decía al alma: "Habla poco a las criaturas y mucho conmigo".
Aquí te dice: "No me hables más". El silencio con Dios es adherirse a Dios,
presentarse y exponerse ante Dios, ofrecerse a Él, aniquilarse
delante de Él, adorarlo, amarlo, escucharlo, oírlo, descansar en Él. Es el
silencio de la eternidad, es la unión del alma con Dios.
Fuente: Traducción libre del artículo 'Los doce grados del silencio' de 'Sor
Amada de Jesús" publicado en "Cuadernos de La Reja" número 2 del
Seminario Internacional Nuestra Señora Corredentora de la FSSPX.

También podría gustarte