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Absoluto

El documento explora el pensamiento filosófico de Hegel, enfatizando la noción del absoluto como fundamento de todas las cosas y la importancia de la articulación entre el resultado y su principio. Se menciona la simbología del Ouroboros como representación del ciclo de la existencia y la conexión entre lo eterno y lo temporal. Además, se aborda la ética del trabajo según Kant, destacando la buena voluntad como el único bien en sí mismo y la importancia del trabajo como expresión creativa del ser humano.

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Absoluto

El documento explora el pensamiento filosófico de Hegel, enfatizando la noción del absoluto como fundamento de todas las cosas y la importancia de la articulación entre el resultado y su principio. Se menciona la simbología del Ouroboros como representación del ciclo de la existencia y la conexión entre lo eterno y lo temporal. Además, se aborda la ética del trabajo según Kant, destacando la buena voluntad como el único bien en sí mismo y la importancia del trabajo como expresión creativa del ser humano.

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El concepto de arte denominado como modernismo nació en parís, con

Hola, espero te sirvan estos datos.

Hegel decía: El todo es espíritu absoluto, es el absoluto.


Esto quiere decir que nada tiene ser, ni es, por tanto, verdaderamente
conocido (puesto que conocer es saber lo que una cosa es).
Si no es entendido en su última raíz en ese espíritu absoluto; por tanto, si no es
entendido como un momento de él. La verdad nunca se encuentra en la cosa,
nunca se encuentra en el resultado.

El resultado es el cadáver que ha dejado en pos de sí la tendencia que lo


engendró.

Lo verdadero no es el resultado—dice Hegel—, sino el todo; aquello que


vincula el resultado a su principio.
La verdad definitiva es una cosa, la verdad última de su ser, se halla, por tanto,
para Hegel, en esa articulación que cada cosa concreta tiene con el espíritu
absoluto, con la realidad fundamental del universo.
A esa articulación interna es a lo que Hegel llama sistema. Por eso dice Hegel
que la verdadera figura bajo la cual aparece la verdad filosófica es el sistema.
Sistema no significa un conjunto de proposiciones ordenadas, sino esa interna
articulación que cada cosa, ella en su ser, tiene con el ser absoluto del
universo.
Decir que una cosa se apoya en el espíritu absoluto equivale a decir que
permanece en él como momento suyo.
Por esto dice Hegel: La verdadera sustancia es el sujeto.
Este es el punto de partida de la filosofía de Hegel: el absoluto como sujeto.

Pero, bien entendido, en que no se trata de un absoluto como cosa absoluta,


sino del absoluto como fundamento absoluto de todas las cosas; principio, por
tanto, inclusive, de las que ulteriormente se llamarán pensamientos.

De ahí que resulte un completo error histórico y metafísico decir que Hegel
comienza con el pensar. Propiamente hablando, la filosofía hegeliana no
comienza con el pensar. No se trata de que la naturaleza esté en el pensar, ni
de que ese poseerse del absoluto transcurra en un pensar, sino justamente al
revés: el hecho de que el absoluto sea transparente a sí mismo es lo que
constituye el pensamiento. No es el pensamiento razón de la inmediatez, sino
la inmediatez razón del pensamiento.

El problema de Hegel nace justamente en este momento, cuando se trata de


hacer ver, de una manera eficaz y actual, cómo el absoluto es, en efecto, el
fundamento absoluto de todo cuanto hay, esto es, cómo el absoluto tiene que
brotar de sí mismo para engendrar la totalidad de las infinitas cosas que luego
llamaremos naturaleza y espíritu.
Hegel no comienza, pues, ni con la naturaleza ni con el espíritu, sino con el
absoluto, nada más que con el absoluto. Por esto es su comienzo absoluto
también. ¿Qué quiere decir esto?
Desde luego, hay que huir de la tentación natural que nos impulsa a pensar
demasiado en el absoluto.
Lo difícil, para captar el absoluto de Hegel, no es pensar mucho, sino
justamente el no pensar nada.

Si digo del absoluto que es, por ejemplo, espíritu humano, o que es sustancia,
en el sentido de Grecia, digo del absoluto algo, pero algo distinto de él,
porque, si no lo fuera, no podría decir de él que es esa otra cosa. De donde
resulta que todo intento de pretender decir algo concreto del absoluto es
sencillamente salirse de él. De ahí que el comienzo radical de la filosofía ante
el absoluto no pueda ser, para Hegel, otra cosa sino ese instalarse en él,
encontrarse inmediatamente en él.

¡Podemos recurrir a la simbología para confirmar estas ideas!:


La serpiente o el dragón formando un círculo, representada desde antiguo
como el animal mordiéndose la propia cola, recibía el nombre de Ouroboros
-de ouro, "rey" en lengua copta y ob, serpiente en hebreo-. En esa forma
anillada veían el transcurso de los años y el retorno al origen, según consigna
Michael Maier en Atalanta fugiens (Openheim, 1618).
La noción de un retorno, asociado a la idea de energía cósmica, no es idea
original; antes que eso, Nietzsche se ubica en la línea de una larga
tradición.
A veces, el Ouroboros está integrado por la unión de dos serpientes que
simbolizan lo masculino y lo femenino dando forma a un círculo que es
tanto lo eterno como un sugestivo cero; la serpiente o dragón superior es el
espíritu universal que todo lo anima pero todo lo mata y es capaz de asumir
todas las formas de la naturaleza.
Todo y nada al mismo tiempo. Al separarse, el cero o infinito se rompe
iniciándose la serie: aparecen dos, que luego son tres y después cuatro.
En el Código de Flanel (antiguo tratado de química), su primera lámina es una
vara y dos serpientes que se devoran mutuamente; encarnan la rotación cíclica
de la destilación y la condensación, en tanto las dos serpientes que
entrelazadas rodean el caduceo de Mercurio, otorgan poder y capacidad de
tomar la forma que se quiera; el símbolo pasó a representar a la medicina.
Horapolo, sabio egipcio del siglo V d.C., responsable del primer
desciframiento de los jeroglíficos en lengua griega, escribe: "Cuando
representan el universo, dibujan una serpiente con escamas multicolores
que se devora la cola...".

La interpretación de la forma de trascendencia filosófico-culturales o religiosa,


sobre el sentido final y el valor del trabajo para la existencia terrenal, o si es el
caso “celestial” de los seres humanos, esta dada por: La Ética del Trabajo o
laboral.
Esta nos dicta el camino por donde exista una perfecta armonía entre el
trabajo, los contenidos de la educación para el trabajo, los principios morales
fundamentales de las relaciones y organizaciones laborales.
Kant plantea el problema de la ética como la cuestión del bien supremo, los
bienes pueden ser buenos para otra cosa o buenos en sí mismos, y Kant dice
qué la única cosa que es buena en sí misma es la buena voluntad.
El problema fundamental aquí queda trasladado no a las acciones, sino a la
voluntad que las mueve. Kant hace una ética del deber ser; y una ética
imperativa que obligue, pero la mayoría de los imperativos no sirven para
fundamentar la ética porque son hipotéticos; es decir, dependen de una
condición. Por tanto, Kant busca un imperativo categórico que mande sin
ninguna condición, pues la obligatoriedad del imperativo categórica ha de
encontrarse en él mismo.
Por otro lado, la buena voluntad es la que quiere por puro respeto al deber: "Si
yo hago una acción buena porque me gusta o por temor, no tiene valor moral."
El imperativo categórico se expresa de diversas formas, pero la fundamental
es: obra de modo que puedas querer que lo que haces sea ley universal de la
naturaleza.
El trabajo ha de ser la expresión creativa del ser humano. Trabajar es expresar
las capacidades que hay dentro, es un medio para ir desarrollando toda la
inmensa capacidad que hay en las personas. El trabajo puede ser la expresión
de la vocación acompañada de un espíritu de servicio, y de utilidad a los
demás.

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