UNIVERSIDAD NACIONAL HERMILIO VALDIZÁN
MAESTRÍA EN DERECHO CIVIL Y COMERCIAL
MAESTRANDO: ERICKSON JUNIOR PEREZ MARIN
TEMA: SOBRE LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA
SEMESTRE: I
DOCENTE: DR. EDUARDO LAVADO IGLESIAS
TRABAJO A REALIZAR: RESUMEN
                    HUANUCO - PERU
SOBRE LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA
La primera de dichas modalidades insiste en que la conducta
prevaricadora      del   juez    o    fiscal   se     presenta     cuando
ellos, conscientemente, deciden un caso jurídico en contra del texto
«expreso y claro de la ley. Aquí, el texto de la ley debe ser expreso, lo
cual es una verdad de Perogrullo, en el contexto de un ordenamiento
basado en los principios de constitucionalidad y legalidad. La naturaleza
lingüística del derecho no ha estado ausente de críticas. Se ha dicho, por
ejemplo, que el empleo del sentido común de las palabras ordinarias del
lenguaje, introduce un conjunto de problemas de interpretación para los
técnicos legales.
Master en Derecho en Teoría Legal, Master en Sociología
Jurídica, Profesor de Teoría General del Derecho en la Pontificia
Universidad Católica del Perú, la Universidad San Ignacio de Loyola y la
Academia de la Magistratura. Diversos integrantes de la profesión
jurídica, un lenguaje, en fin, que sea suficientemente disciplinar. Sin
embargo, estas tentativas de «tecnificación del lenguaje legal usualmente
han fracasado, al menos en el ámbito de la legislación. Y tales tropiezos
se deben a una irrevocable vocación del derecho por normar conductas
sociales, las mismas que son realizadas por una ciudadanía sin mayor
formación en cuestiones legales.
La tecnificación y consecuente sofisticación del lenguaje de la ley atenta
contra su eficacia social. No obstante, en el plano de la doctrina jurídica
se    ha     intentado   nuevamente     construir   un    lenguaje    para
especialistas. Dicho lenguaje académico tiene que ver con la satisfacción
de las necesidades de mejor comprensión e interpretación de normas
legales, en contextos nacionales donde vienen siendo aplicadas por
jueces nacionales. En el esfuerzo de los dogmáticos por aclarar los
contenidos normativos, y mejor orientar la actividad aplicativa de los
intérpretes, el     lenguaje    legal     construye     conceptos, realiza
descripciones, distingos, matices.
En el plano de la aplicación del derecho, los jueces se encuentran a mitad
de camino entre el empleo de un lenguaje técnico y un lenguaje
ordinario. Y el problema puede plantearse, entonces, como uno de tipo
comunicativo, en el que el emisor no tiene la misma fidelidad para
transmitir eficientemente su mensaje a los receptores, pues éstos son
diferentes y tienen niveles de competencia lingüística también
diferentes. Ante esta suerte de «drama comunicativo el juez deberá hacer
un esfuerzo adicional por fijar un «auditorio ideal que se encuentre a
mitad de camino entre el receptor culto y especializado, y el lego en
derecho, para buscar una formulación lingüística de compromiso que
alcance la comprensión de ambos tipos de receptores. Como podemos
apreciar, la relación existente entre las diversas fuentes del derecho y su
naturaleza propiamente lingüística ya nos plantea serios problemas sobre
la comprensión de las normas legales positivas y su posterior
comunicación entre los operadores del sistema jurídico.
Problemas de ambigüedad y vaguedad
La naturaleza esencialmente lingüística del derecho provoca, en
consecuencia, que se encuentre contaminado «de algunas de las
características de la relación planteada entre la expresión y la
significación. El lenguaje, como el derecho, es un sistema de
signos. Cuando un hablante desea comunicar un mensaje, los contenidos
mentales en los que piensa los organiza al interior de un determinado
idioma, escoge las palabras adecuadas, y luego expresa «el mensaje. El
hablante a codificado «el mensaje, pues a la línea de contenido mental ha
sumado la línea de expresión lingüística.
El receptor deshará «el proceso, pues a la expresión que escuche
atribuirá un contenido determinado.
La vaguedad en el lenguaje ha sido ampliamente estudiada por
teóricos tan importantes como
El autor señala que muchos textos jurídicos tienen una textura abierta que
permite al intérprete una amplia flexibilidad para incluir o no dentro de
determinadas expresiones lingüísticas contenidos de diverso
alcance. Propone como ejemplo la interpretación de una prohibición que
reza prohibido el ingreso de vehículos en este parque, cuando en la loza
central del mismo está colocado un enorme tanque de guerra que
participó en la batalla que da su nombre al parque. Ante cada
duda, recurriremos a un criterio extra normativo, que no está anunciado
en el texto de la prohibición, que nos permitirá juzgar la calidad del
vehículo. Sucede que nuestro problema interpretativo está vinculado al
alcance semántico de la expresión vehículo.
Para resolver las cuestiones planteadas, es necesario hacer una
definición sobre el alcance de la expresión interpretar. Para los que
respondan afirmativamente la primera cuestión, interpretar es atribuir
significado, es lo mismo que comprender un texto. En nuestra
perspectiva, la interpretación es un esfuerzo sistemático, metódico y
racional por comprender el mejor sentido de una norma determinada a la
luz de los valores, principios y reglas del ordenamiento legal en su
conjunto. Sin embargo, debemos admitir que, si a un texto corresponde
un significado pacífico, no discutido al interior de la comunidad jurídica, la
actividad cesará ante la claridad evidente del texto.
Para los que sostienen que interpretar es siempre comprender un
significado, el método literal es el primero que debe aplicarse, y su ayuda
es fundamental para llegar a la deseada claridad lingüística del texto. Sin
embargo, para quienes consideran que interpretar implica resolver la duda
razonable del intérprete, dicho método no es más que el natural proceso
de decodificación lingüística aludido en el acápite anterior. Problema de
perspectiva, sin duda, que exige una toma de posición respecto a la
naturaleza de todo acto de interpretación. Por la generalidad y abstracción
del lenguaje legal, que debe ser especificada por el juez ante cada caso
concreto.
Por la incoherencia entre textos normativos, cuando se presentan las
llamadas «antinomias jurídicas, las mismas que producen dudas en el
intérprete respecto a qué norma aplicar. Por errores en la técnica
legislativa, cuando un legislador elegante que no desea repetir
expresiones ya utilizadas en el texto, recurre constantemente a sinónimos
que generan dudas de comprensión en el intérprete, o expresiones
polisémicas que tienen más de un significado.
Modelos teóricos respecto a la interpretación
Conocidos algunos de los supuestos para realizar el trabajo
interpretativo, es necesario plantearse la interrogante respecto a la validez
de la aplicación de diversos métodos de interpretación para dilucidar el
sentido de una norma. Sin duda, «conducta deshonrosa es una expresión
indeterminada o vaga, cuyo sentido debe ser determinado por el juez del
caso concreto, al mismo tiempo que la vida común insoportable es otro
estándar jurídico, al que las partes apelarán como causal de divorcio, pero
que dependerá de la particular apreciación, costumbres y estilo de vida de
las partes litigantes. Podríamos intentar justificar un «patrón de conducta
sugerido o deseado por el legislador histórico, eventualmente opuesto a
una interpretación sistemática de esta causal de divorcio. Y aquí el
problema interpretativo se agrava, pues, en principio, no contamos en
nuestro ordenamiento con unas reglas de conflicto que nos permitan
jerarquizar los métodos de interpretación.
La escogencia de los métodos depende, en buena cuenta, del modelo de
interpretación     que    el     operador     abrace      consciente o
inconscientemente. Podríamos hablar, incluso, de modelos fuertemente
institucionalizados, como las formas correctas de hacer interpretación
legal. Como es obvio, si reconocemos este modelo como el
válido, usualmente preferiremos el uso del método histórico. El modelo
objetivo, en cambio, se preocupa por la búsqueda de la intención de la
norma, considerada al interior del ordenamiento jurídico.
Se dice que este esfuerzo es objetivo en la medida que ya no recae en la
subjetividad del legislador sino en la objetividad que ofrece el texto
normativo. Si escogemos este modelo, el método de la ratio legis y el
sistemático por comparación o ubicación de normas serán
privilegiados. Al mismo tiempo, el rol del operador se torna más activo, en
la medida que aporta en el proceso de construcción del sentido de la
norma, en su esfuerzo por encontrarle límites objetivos. Es asunto de
cada operador ubicarse teóricamente en el marco que considere más
adecuado para el mejor cumplimiento de su función en el sistema judicial.
La pregunta que cabe hacernos inmediatamente es ¿acaso no hay una
única respuesta correcta en los casos de difícil interpretación?. Ambas
garantías salvan el peligro de la arbitrariedad, con lo cual podemos
concluir que la interpretación jurídica, al menos en sede judicial, es
eminentemente institucional y, desde este punto de vista, sí puede ser
sostenida               como                 «la                correcta.
Interpretación y argumentación jurídicas
Cuando realizamos la interpretación de un texto normativo, sea cual fuere
el resultado al que lleguemos, no sólo basta satisfacer nuestra curiosidad
de intérpretes y «decidir por escoger uno u otro sentido que ofrece el texto
de la norma, sino que es de vital importancia para el sistema jurídico y las
garantías del debido proceso legal que tal escogencia sea
suficientemente sustentada. Lo que ha venido sucediendo desde antiguo
en nuestra práctica jurídica y judicial es que tal motivación o
argumentación no han estado suficientemente presentes en el
razonamiento       de     quienes     toman      decisiones     jurídicas. En
consecuencia, se hace necesaria y urgente una transformación de
nuestro paradigma jurídico, para que se alimente de la exigencia que
supone el dar razones legales convincentes y coherentes cada vez que se
escoge determinada interpretación y, en base a ella, se toma una decisión
legal. De lo contrario, estaremos auténticamente sometidos a una
discrecionalidad judicial que, sin anunciar sus razones, pueda caer en una
arbitrariedad    indeseable      para    el    sistema    legal     peruano.
PERUANO, A PROPÓSITO DE LOS ÓRDENES CONSTITUCIONAL Y
CIVIL
La Constitución Política de 1993 trae un conjunto de disposiciones
relativas a la supremacía en la aplicación de las leyes, su aplicación en el
tiempo y algunas pautas sobre conflictos normativos y de interpretación
en                                                                  general.
Constitución postula a una interpretación sistemática de los derechos
constitucionales, a la luz de los tratados sobre la materia en los cuales el
Estado peruano es parte . En materia laboral reconoce la interpretación
favorable al trabajador en caso de duda insalvable sobre el sentido de una
norma. Aunque no reconoce la misma facultad interpretativa en el Poder
Judicial, al establecer que los jueces administran justicia sujetos a la
Constitución y la Ley, y al mencionar en el texto constitucional casos de
duda sobre el sentido de las normas, defectos o vacíos de las
mismas, podemos entender cierta atribución implícita en el sentido
que, aplicando el derecho positivo, el judicial puede hallarse frente a
problemas de interpretación o integración normativas, que debe resolver
inexorablemente. Para ello, la Constitución reconoce como principio
que, al no poder dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la
ley, los jueces deben aplicar los principios generales del derecho y el
derecho                                                    consuetudinario.
Al mismo tiempo regula los casos de laguna jurídica, en los cuales los
jueces deben aplicar principios generales del Derecho, en especial los del
Derecho peruano. El Código Civil trae algunas regulaciones específicas
en materia de interpretación jurídica. El artículo 169 sugiere una
interpretación sistemática de las cláusulas del acto jurídico, mientras que
el 170 plantea que las expresiones con sentido dudoso deben entender
en el más adecuado a la naturaleza del acto. Igual estrategia sistemática
plantea el artículo 2055, al disponer que las regulaciones del derecho
extranjero se interpretan de acuerdo al sistema al que pertenezcan.
En materia de derecho de servidumbre, el artículo 1043 del Código Civil
establece que la duda sobre la existencia de una servidumbre, se
interpreta en el sentido menos gravoso para el sirviente. Como podemos
apreciar, sin    existir   demasiadas     referencias    explícitas    a     la
interpretación, el ordenamiento jurídico civil peruano prioriza los principios
de buena fe, común intención de las partes, e interpretación sistemática
de las cláusulas convenidas en el acto jurídico de que se trate. Uno de los
límites más claramente establecidos para la interpretación normativa es el
propio texto a ser interpretado.
Ello nos recuerda el texto de la primera modalidad del tipo penal
prevaricato regulado por nuestro ordenamiento penal, según una
interpretación a contrario de dicho texto, el juez no puede dictar resolución
que vaya en contra del sentido «expreso y claro de la ley. El texto es el
límite más reconocible de la interpretación.
Decisiones absurdas o aberrantes
En ocasiones, algunos jueces se han amparado en el rigor de la
deducción lógica para afirmar que la decisión tomada por ellos estaba
compelida por la norma jurídica aplicable, que no «había otra salida
legal, aunque la misma sea aberrante o afecta valores preeminentes del
ordenamiento constitucional y legal. Es directa responsabilidad del
operador controlar la verdad jurídica de las premisas de las cuales derive
su                                                             conclusión.
La cultura jurídica del intérprete
Esto supone que un intérprete altamente informado y experimentado verá
los problemas de interpretación con bastante más amplitud que un novato
en la materia. Inclusive, algunos de los problemas de interpretación más
debatidos en la jurisprudencia o la dogmática pueden relacionarse no a la
capacidad intelectual de los intérpretes, sino a sus particulares visiones
de la vida, lo que introduce algún nivel de subjetividad en el razonamiento
de los operadores legales. Sin embargo, sin negar tal subjetividad, no
debemos caer en un subjetivismo que relativice toda interpretación
jurídica. Si en vía interpretativa los operadores no se ponen de
acuerdo, serán las autoridades más preeminentes en la materia, las
integrantes del sistema judicial nacional, las encargadas de definir la
mejor interpretación institucionalmente válida, asumida como correcta por
las demás instancias.