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Síntesis de Los Grandes Concilios de La Antigüedad

Los grandes concilios de la antigüedad fueron fundamentales para definir la fe cristiana frente a herejías y cismas, abordando dogmas, moral y disciplina eclesiástica. Ocho concilios ecuménicos, incluyendo Nicea y Calcedonia, establecieron doctrinas clave como la consubstancialidad del Hijo con el Padre y la naturaleza dual de Cristo. La Iglesia evolucionó hacia una estructura más jerárquica y organizada, vinculándose al poder temporal y estableciendo cinco patriarcados importantes.
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Síntesis de Los Grandes Concilios de La Antigüedad

Los grandes concilios de la antigüedad fueron fundamentales para definir la fe cristiana frente a herejías y cismas, abordando dogmas, moral y disciplina eclesiástica. Ocho concilios ecuménicos, incluyendo Nicea y Calcedonia, establecieron doctrinas clave como la consubstancialidad del Hijo con el Padre y la naturaleza dual de Cristo. La Iglesia evolucionó hacia una estructura más jerárquica y organizada, vinculándose al poder temporal y estableciendo cinco patriarcados importantes.
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SÍNTESIS DE LOS GRANDES CONCILIOS DE LA

ANTIGÜEDAD
Hall Stuart G, La chiesa dei primi secoli.
Las herejías dieron lugar a una rica reflexión teológica,
tratada por los concilios para definir la fe verdadera y dar
directrices en temas de dogma, moral y disciplina
eclesiástica. También estaban los cismas, originados en
disputas por la posesión de un cargo u oficio, o por problemas
de disciplina. Algunas herejías de este tiempo fueron el
marcionismo, el gnosticismo, el montanismo, el maniqueísmo, el
monarquianismo, el teodosianismo, el donatismo, el arrianismo,
el nestorianismo y el apolinarismo entre otras. En ayuda de la
Iglesia vinieron apologetas como Justino mártir, Atenágoras,
Ireneo de Lion, Clemente de Alejandría, Teófilo de Antioquia,
Melitón de Sardes, Tertuliano y Ambrosio de Milán.
Según el autor mientras se acordaba la fe católica,
probablemente muchos apologistas cayeron en un cierto grado
de herejía, así mismo algunos herejes, tal vez no lo eran tanto,
como Ario o Nestorio, a quienes el autor, en su rol de historiador
e investigador, se esfuerza por reivindicar, quitándoles la mala
fama de declaraciones que nunca hicieron. Bástenos decir que
algunos apologetas, no concebían a un Dios trinitario sino
binario Dios y el logos (Teófilo de Antioquia y Tertuliano usaron
la palabra Trinidad, pero en otro sentido), o hablaban de Jesús
sin hacer referencia a Cristo. Solo Ireneo de Lion, el teólogo más
importante del II siglo, desarrollará la idea de un Dios que creó
al ser humano a su imagen y semejanza con cuerpo, alma y
espíritu, en conformidad con la imagen de su Hijo.

Aportes más significativos de los concilios ecuménicos de


la antigüedad a la ortodoxia cristiana
La Iglesia antigua celebró 8 concilios
ecuménicos, en los que debatió y definió los
principales dogmas de la religión cristiana.
No se incluye en esta lista de concilios
ecuménicos el concilio de Jerusalén (50
d.C), en el que los apóstoles se reunieron a
dirimir el tema de la admisión de gentiles al
cristianismo (Cf Hch 15).
C. de Nicea (325): convocado por el
emperador Constantino (para celebrar sus
20 años de ascenso al Imperio) durante el papado de Silvestre I,
este concilio definió la consubstancialidad de naturalezas entre
el Padre y el Hijo y elaboró el primer símbolo de fe (credo
niceno), además, condenó la doctrina de Arrio y pidió el celibato
para los eclesiásticos.
Constantinopla (381): convocado por el emperador Teodosio
durante el papado de Dámaso I, este concilio condenó la
doctrina de Macedonio (monarquianismo), que reconocía una
Trinidad en la que el Hijo era inferior al Padre y el Espíritu Santo
inferior a los dos, por lo que este concilio reconoció la
consubstancialidad del Espíritu Santo con el Padre, además
definió el dogma Trinitario y el Credo definitivo (símbolo niceno-
constantinopolitano).
Concilio de Éfeso (431): convocado por el emperador
Teodosio II durante el papado de Celestino I. En este concilio se
enfrentan dos corrientes teológicas, la antioquena y la
alejandrina por la definición del título de María como
“Theotokos”. Según Teodoro de Mopsuestia, el más grande
teólogo bíblico de Antioquía, es más
acertado decir Cristotokos, porque María no
era madre de Dios sino de Cristo Esta
misma doctrina fue defendida por Nestorio,
es decir, que Cristo no era Dios y que María
era madre de Cristo, no de Dios (difisismo
exacerbado). Éfeso definió que había dos
naturalezas en Cristo (humana y divina),
unidas perfectamente (unión hipostática),
también reconoció a María el título de
Madre de Dios, en cuanto madre de la naturaleza humana de
Cristo, condenando el nestorianismo.
Esta imagen representa uno de los problemas que se superaron
en los concilios de Éfeso y Calcedonia, acerca de las dos
naturalezas de Cristo.
Concilio de Calcedonia (451): convocado por el emperador
Marciano durante el papado de León Magno, de él participaron
más de 500 obispos en unas sesiones y 180 en otras. Calcedonia
condenó el monofisismo, profesado por el archimandrita
Eutiques, que reconocía solo una naturaleza en Cristo, y definió
el dogma de Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre
(proclamado ya por Orígenes): dos naturalezas una persona.

El papa León Magno


(440-461) reclamó
para sí el primado
de las iglesias
cristianas según el
rango civil y
religioso de Roma,
como no fue oído condenó este concilio llamándolo “latrocinio”.
Este concilio simplemente volvió a ratificar la fe nicena. En
resumen, todos estos concilios definieron las normas para la
religión del imperio y para la verdad católica en cuatro aspectos:
1. Que el Hijo es de la misma sustancia del Padre (Nicea)
2. Que el Espíritu Santo comparte el honor y la dignidad del
Padre y del Hijo (Constantinopla)
3. Que María debe ser honrada como Theotokos (Éfeso)
4. Que Jesús Cristo es completamente divino y
completamente humano (Calcedonia)
La Iglesia de finales del siglo V era muy distinta de la de sus
orígenes, ahora estaba más ligada al poder temporal, aunque
más organizada jerárquicamente y mejor administrada desde
cinco grandes patriarcados: Roma, Alejandría, Antioquía,
Constantinopla Y Jerusalén.

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