VIVIR Y SERVIR SEGÚN LA ECONOMÍA DE DIOS
CON RESPECTO A LA IGLESIA
Mensaje Tres
Cómo conducirnos en la casa de Dios:
ejercitarnos para la piedad
Lectura bíblica: 1 Ti. 3:15a, 16a; 4:7b-8; 6:3; 2 Ti. 1:7; 4:22; Tit. 1:1
I. “Escribo para que sepas cómo uno debe conducirse en la casa de Dios”—1 Ti. 3:15a:
A. Lo que Pablo ministró a Timoteo tenía que ver completamente con cómo condu cirse
en la iglesia—1:3-5, 18-19.
B. La manera de conducirnos en la iglesia consiste en llegar a ser alguien que ama la
Palabra de Dios—3:15a; cfr. Jn. 6:63, 68.
C. Respetar la autoridad de Cristo como Cabeza y portar la verdad son dos principios
rectores que debemos seguir para saber cómo conducirnos en la vida de iglesia—
Col. 2:19; Ef. 4:15.
D. A fin de conducirnos apropiadamente en la casa de Dios, la iglesia, necesitamos
ocuparnos de la sana enseñanza—2 Ti. 4:3-4.
E. Debemos vivir y actuar en nuestro espíritu a fin de que Dios pueda manifestarse en la
iglesia como el Dios viviente—Jn. 4:23-24; 1 Co. 6:17; 1 Ti. 3:15-16.
II. “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad”—v. 16a:
A. La palabra importante piedad se usanueve veces en 1 y 2 Timoteo—1 Ti. 2:2; 3:16;
4:7-8; 6:3, 5-6, 11; 2 Ti. 3:5.
B. La piedad es un misterio porque es real y viviente, pero a la vez invisible—1 Ti. 3:16a;
6:11.
C. El pleno conocimiento de la verdad es según la piedad—Tit. 1:1. D. La verdad, la
realidad, de la economía eterna de Dios es según la piedad, la cual es Dios manifestado
en el hombre—v. 1; 1 Ti. 3:16a.
E. La piedad consiste en ser semejante a Dios, ser como Dios, expresar a Dios—Col.
1:15; 3:10.
F. La piedad no es meramente un asunto externo; la palabra manifestado en 1 Timo teo
3:16 indica que la piedad es una vida interna con una expresión externa. G. Como
creyentes en Cristo, deberíamos seguir la piedad; seguir la piedad equivale a llevar una
vida diaria que manifieste a Dios—6:11.
H. A fin de que Dios sea manifestado en la carne, la piedad necesita ser expresada en
todo nuestro vivir—1 Jn. 3:2; 2:28.
I. La economía de Dios consiste en que Dios entre en nosotros, y la piedad consiste en
que Dios salga de nosotros—1 Ti. 1:4; 3:16a:
1. La vida cristiana consiste simplemente en que Dios entre y que Dios salga— Jn.
4:14; 7:29.
2. Puesto que la piedad es la expresión de Dios, la vida cristiana debería ser una
vida que exprese a Dios y que tenga la semejanza de Dios en todas las cosas—
He. 1:3; 2 Co. 3:18.
3. En 1 Timoteo 2:2 se nos dice que necesitamos llevar una vida tranquila y sose
gada en toda piedad; incluso en las cosas pequeñas, necesitamos llevar una vida
en toda piedad, por todas partes y en todo.
4. Nuestra vida de iglesia, nuestra vida diaria y nuestra vida familiar simple mente
consisten en que Dios entre y Dios salga durante todo el día—2 Co. 13:14; 3:18.
J. La iglesia del Dios viviente es el máximo misterio de la piedad porque la vida
de iglesia apropiada es la manifestación corporativa de Dios en la carne—1 Ti.
3:15-16; Col. 1:15.
III. “Ejercítate para la piedad”—1 Ti. 4:7b:
A. La manera de conducirnos en la vida de iglesia es ejercitarnos para la piedad— 3:15a;
4:7b; 2:2.
B. Todos tenemos que ejercitar nuestro espíritu porque el misterio de Dios está con
nuestro espíritu—Ef. 1:9; 3:3-4, 9; 5:32; Col. 1:26-27; 2:2; 2 Ti. 4:22. C. Nuestra vida
cristiana es una vida de piedad, la cual proviene de que Dios se im parta a nuestro
interior; esto depende de que nuestro espíritu esté plenamente ejercitado—2 Co. 13:14;
2 Ti. 4:22; Flm. 25.
D. Necesitamos desarrollar el hábito de ejercitar nuestro espíritu—1 Ti. 4:7b; 1 Co. 6:17;
Ef. 2:22:
1. Una vida piadosa que sea el resultado de la impartición de Dios depende de que
ejercitemos nuestro espíritu—1 Ti. 4:7b; Jn. 4:23-24.
2. Si no ejercitamos resueltamente nuestro espíritu a fin de cooperar con el Señor,
Dios no puede impartirse en nosotros—2 Co. 13:14; 1 Co. 6:17; Ro. 8:4, 9. E. La palabra
ejercicio implica obligarse—1 Ti. 4:7b:
1. Ejercitarnos siempre requiere que nos obliguemos.
2. Cuando nos encontremos en una situación difícil, tenemos que obligarnos a
ejercitar nuestro espíritu—cfr. Ro. 8:28.
3. Si nosotros que somos cristianos queremos ser fuertes y crecer en el Señor,
debemos obligarnos a usar nuestro espíritu—2 Ti. 4:22; Ap. 1:10; 4:2; 17:3; 21:10;
Ro. 8:16.
F. Ejercitar nuestro espíritu equivale a poner nuestra mente en el espíritu—v. 6; Mal.
2:15-16:
1. Cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, tenemos el sentir interior de vida
y paz, el sentir de fortaleza, satisfacción, descanso, liberación, vivaci dad, riego,
resplandor y consuelo.
2. Cuando ponemos nuestra mente en la carne, tenemos el sentir interior de muerte,
el sentir de debilidad, vaciedad, inquietud, desasosiego, depresión, sequedad,
oscuridad y dolor.
3. Nuestra vida cristiana no es conforme al estándar de lo correcto e incorrecto,
sino conforme al espíritu, y conocemos el espíritu por el sentir interior de vida y
paz—Ro. 8:6, 16; 9:1; 2 Co. 13:14.
G. Ejercitar nuestro espíritu es discernir nuestro espíritu de nuestra alma—He. 4:12:
1. Siempre deberíamos estar alertas para discernir y negarnos a todo aquello que no
procede del espíritu, sino del alma, el yo—Mt. 16:25; cfr. Lc. 9:25. 2. Todo el tiempo
necesitamos mantener nuestro espíritu separado de nuestra alma—He. 4:12; 1 Ts.
5:23.
3. La estrategia del enemigo siempre consiste en mixturar nuestro espíritu con
nuestra alma.
4. Todo lo que somos, todo lo que tenemos y todo lo que hacemos debe estar en el
espíritu; todo cuanto Dios es para nosotros está en nuestro espíritu—2 Ti. 4:22.
H. A fin de demostrar que el ejercicio para la piedad es el ejercicio del espíritu, nece
sitamos ir a 2 Timoteo, donde Pablo dice que Dios nos ha dado un espíritu que es
fuerte, amoroso y cuerdo; tal espíritu tiene una voluntad fuerte, una parte emo tiva
amorosa y una mente sobria—1:7:
1. La palabra espíritu en 2 Timoteo 1:7 denota nuestro espíritu humano, rege
nerado y habitado por el Espíritu Santo—Jn. 3:6; Ro. 8:16.
2. Avivar el fuego del don de Dios está relacionado con nuestro espíritu regene
rado—2 Ti. 1:6.
3. De poder se refiere a nuestra voluntad, de amor a nuestra parte emotiva, y de
cordura a nuestra mente—v. 7.
I. Ejercitarnos para la piedad equivale a ejercitar nuestro espíritu para vivir a Cristo en
nuestra vida diaria con miras a la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo—1
Ti. 4:7b; Ef. 2:20-22; 4:12, 16; 1 Co. 14:4, 12.
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