Clase 9 Medida
Clase 9 Medida
Nos “toca” ahora, trabajar al interior del eje Medida fijándose, como futuras/os
docentes, la meta prioritaria de que las/os alumnas/os puedan lograr la realización
de estimaciones y mediciones efectivas.
- problemas en los cuales se trata de determinar una medida y donde hay que
construir o usar unidades de medida o bien recurrir a instrumentos
pertinentes;
- problemas de comparación de cantidades;
- problemas que involucran decidir acerca de las unidades de medida y
comenzar a establecer primeras equivalencias;
- problemas que abordan la idea de medida aproximada y el error como hecho
inherente al acto de medir;
- problemas que demandan la identificación o el reconocimiento de algunas
medidas convencionales de uso social;
- problemas que demandan anticipar una medida, antes de efectuar algún tipo
de medición;
- problemas que implican establecer estimaciones;
- problemas que involucran relaciones entre pesos y capacidades.
Todos los aspectos antes mencionados forman parte del complejo proceso de
construir una idea acerca del significado de medir, más allá de los atributos que se
traten.
Longitudes
Se entrega a cada grupo de niños cuatro tiras de papel o cartón de las siguientes
medidas: 30 cm, 12 cm, 6 cm y 3 cm sin informarles sus longitudes. El problema consiste
en determinar la medida de la tira de 30 cm usando como unidades de medida las tiras
más pequeñas: 12 cm (la grande), 6 cm (la mediana) y 3 cm (la chica).
Este problema tiene la intención de ser una oportunidad para que las/os alumnas/os
realicen una medición efectiva. Una de las cuestiones a resolver será cómo realizar
el control de “dónde apoyar” la unidad de medida, es decir garantizar que la iteración
de la misma sea lo más precisa posible y que las unidades seleccionadas no se
superpongan ni se deje espacio entre ellas. Las/os niñas/os podrán hacer marcas o
pliegues en la tira a medir (o en la tira que es la unidad de medida) para ejercer un
control durante el proceso de medición. Si combinan las unidades de medida podrán
obtener diferentes soluciones, por ejemplo: 2 tiras largas y 1 mediana; 2 largas y 2
chicas; 1 larga y 3 medianas; 1 larga, 2 medianas y 2 chicas; 1 larga y 6 chicas; etc.
Si no combinan las unidades de medida hay tres soluciones posibles: 2 tiras largas
y media; 5 medianas o 10 chicas. Podría ocurrir también que algunas/os alumnas/os
midan las tiras con la regla, transformen los resultados a cm y realicen la
equivalencia con las tiras dadas. Luego de que las/os alumnas/os han resuelto el
problema, la/el docente podrá organizar un espacio colectivo de difusión y análisis
de dos cuestiones. Por una parte, las maneras utilizadas para medir; y por la otra,
los resultados obtenidos. Respecto de la primera cuestión, la/el docente podrá
enfatizar la necesidad de realizar marcas para poder medir. En relación con la
diversidad de resultados obtenidos, la/el docente podrá promover la reflexión acerca
de que el mismo objeto a medir arroja resultados diferentes. Se espera que las/os
alumnas/os puedan empezar a validar las medidas obtenidas sin hacer nuevas
mediciones efectivas, y solo a partir de analizar las equivalencias entre las tres
unidades de medida.
Problema 2: Medir el escritorio u otra longitud con las mismas tiras de papel.
Se les solicita a las/os alumnas/os que averigüen cuántas tiras mide el escritorio (o dos
escritorios unidos) apelando a las mismas tiras (de 3 cm, 6 cm y 12 cm) que se usaron
en el problema anterior como unidades de medida. Las/os alumnas/os deberán escribir
las medidas obtenidas.
Se les presenta a los alumnos tres segmentos dibujados en una hoja sin informarles su
medida. Los segmentos podrán estar identificados con letras. Por ejemplo: Segmento A
(7 cm); Segmento B (7,4 cm); Segmento C (una medida entre 32,5 cm y 32,6 cm). Los
alumnos deberán determinar la medida de cada segmento usando la regla.
Para el primer segmento es esperable que la mayor parte de las/os niñas/os diga 7
cm. Tal vez sea necesario, con algunas/os alumnas/os, identificar cómo usar la
regla: por ejemplo, hacer coincidir el 0 con el inicio del segmento. Luego se repite la
actividad, y el segmento a medir es el B que tiene 7,4 cm. Se busca presentar una
nueva complejidad asociada a la determinación de los milímetros. Hay varios
aspectos a considerar en este problema. Por un lado, esta medida puede provocar
un cierto margen de duda ya que algunas/os podrán considerar que mide 7,3 cm o
7,5 cm. La/el maestra/o podrá aceptar las diferentes medidas posibles. Otro aspecto
será nombrar como milímetros a las 4 “rayitas”; y por otro lado, cómo escribir dicha
medida. Posiblemente algunas/os alumnas/os escriban “7 cm y 4 rayitas”, o “7 cm y
4 mm”, o bien “7,4 cm”. La/el maestra/o, a partir de generar un debate en torno a
estas cuestiones, podrá mostrar escrituras convencionales, informar el término
milímetros y las equivalencias entre cm y mm o entre metros, cm y mm. Será
interesante retomar la idea del problema 2, acerca de que en el acto de medir se
trabaja con medidas aproximadas y hay un cierto margen de error inevitable. Por
último, se repite la actividad con el segmento C, cuya longitud está entre 32,5 cm y
32,6 cm. Este segmento trae dos nuevos problemas. Por un lado, la necesidad de
iterar la regla ya que la longitud del segmento probablemente sea mayor que ella.
Para resolver esta cuestión las/os alumnas/os podrán hacer marcas en el segmento
y seguir midiendo para luego sumar las dos partes medidas. Esta técnica puede
aumentar los márgenes de error. La segunda cuestión que trae aparejada este
tercer segmento es que se requieren las décimas de milímetro. Es esperable que
algunas/os alumnas/os propongan como medida “32,5 y medio milímetro más” o
expresiones similares. La/el maestra/o puede, a partir de este problema, mostrar
que determinar un intervalo es un recurso válido para medir. Por ejemplo: “No
sabemos cuánto mide pero sí podemos afirmar que está entre 32,5 cm y 32,6 cm”.
a) La/el docente plantea a las/os alumnas/os que deberán estimar la longitud del patio.
Las/os alumnas/os deberán estar ubicadas/os en un extremo del patio y no podrán
desplazarse.
b) Luego de haber hecho la estimación, deberán determinar su medida utilizando
diferentes instrumentos (cintas métricas de costura, metros de carpintería, sogas, etc.).
La/el docente plantea a cada grupo de alumnas/os que es necesario averiguar cuántos
metros de zócalo hay que comprar si se quiere colocar en todo el borde del patio (menos
en las aberturas de las puertas).
Pesos
Se solicita a las/os alumnas/os que registren cuánto creen que pesan o si conocen su
peso. Luego la/el docente ofrece una balanza para pesar personas y propone a las/os
niñas/os que se pesen y registren su peso por escrito.
Este problema permitirá a las/os alumnas/os enfrentarse con la dificultad de registrar
numéricamente sus pesos. Seguramente algunas/os alumnas/os utilizarán
expresiones con kg y g (34 kg y 500 g), otras/os usarán expresiones fraccionarias
(34 kg y medio o 34 1/2 kg), expresiones decimales (34,5 ó 34,500 kg) y algunas/os
redondearán (casi 35 kg). Si no hubiera balanza se podrá solicitar a las/os
alumnas/os que se pesen en una farmacia. La/el docente podrá hacer circular estas
diferentes escrituras informando de su equivalencia y establecer que 1 kilogramo =
1.000 g.
La/el docente presenta a las/os alumnas/os una balanza de cocina y productos, para
determinar si la información dada en cada uno de ellos con relación a su peso es
verdadera. Este problema se llevará a cabo en dos partes, en función de ciertas
características de los objetos que se entregarán y que habilitarán la discusión sobre
aspectos específicos relativos a cada parte.
Este problema apunta a dos cuestiones: identificar que al pesar algunos objetos se
requiere de un recipiente que lo contenga y que tiene su propio peso (esta cuestión no
es evidente de entrada para todas/os las/os alumnas/os) y poner de manifiesto una
diferencia entre las previsiones calculadas de una medida y el resultado efectivo de la
medición. Para muchas/os alumnas/os esta diferencia implicará tal vez cuestionar su
propia técnica utilizada para determinar la medida a través de los cálculos.
Primera parte: se llena un vaso con agua y se vuelca este contenido en el recipiente. Se
propone a las/os alumnas/os que anoten en una hoja el peso que creen se obtendrá al
poner el recipiente con agua en la balanza. A continuación se pesa efectivamente el
recipiente con agua en la balanza. Se anotan en el pizarrón las anticipaciones realizadas
por las/os alumnas/os y la medida obtenida.
Segunda parte: se llena nuevamente el vaso con agua y se vuelca este contenido en el
recipiente que conserva aún el agua del vaso anterior. Se propone a las/os alumnas/os
anticipar el peso del recipiente lleno con los dos vasos de agua y anotarlo en una hoja.
Posteriormente, se pesa en la balanza el recipiente (que contiene el agua de dos vasos)
y se comparan las anticipaciones realizadas por las/os alumnas/os con el valor que arroja
la balanza. Se anotan en el pizarrón las anticipaciones hechas por las/os alumnas/os y
el peso obtenido.
Tercera parte: se vuelve a llenar el vaso con agua y se vuelca este contenido en el
recipiente que conserva aún el agua de los dos vasos anteriores. Se propone a las/os
alumnas/os anticipar el peso del recipiente lleno con el contenido de los tres vasos de
agua y anotarlo en una hoja. Posteriormente, se pesa en la balanza el recipiente (que
contiene ahora el agua de tres vasos) y se comparan las anticipaciones realizadas por
las/os alumnas/os con el valor que arroja la balanza. Se anotan en el pizarrón las
anticipaciones hechas por las/os alumnas/os y el peso obtenido.
Cuarta parte: esta vez se vacía el recipiente que contenía los tres vasos de agua y se
solicita a las/os alumnas/os que anticipen cuánto pesará el recipiente vacío. Se anotan
en el pizarrón dichas anticipaciones sin que la/el docente organice un debate en torno a
la validez de las estrategias utilizadas ni de los resultados obtenidos. Posteriormente se
pesa en la balanza el recipiente vacío. En una instancia colectiva se comparan las
diferentes anticipaciones realizadas por las/os alumnas/os con el valor que arroja la
balanza analizando tanto las estrategias utilizadas como los resultados obtenidos.
En la segunda parte, las/os alumnas/os podrán recurrir para esta previsión al dato
obtenido en la primera. Muchas/os alumnas/os realizarán una previsión de un
número mayor, elegido al azar. Otras/os alumnas/os, en lugar de recurrir al azar o
a la estimación global, es posible que realicen un cálculo a partir de considerar que
se trata del doble del peso anterior. Por ejemplo, si el recipiente lleno ha arrojado
en la medición efectiva de la primera parte 600 g, anticiparán entonces una medida
de 1,200 kg producto de no considerar el peso del recipiente. Al realizarse la
medición efectiva las/os alumnas/os que han anticipado el doble de peso se verán
sorprendidas/os porque la medida es menor a lo calculado y no entenderán tal vez
el origen de esta diferencia, especialmente aquellas/os que no han recurrido a la
estimación o al azar, sino al cálculo. Por ejemplo, podría obtenerse en la balanza
1,100 kg suponiendo que el recipiente pesara 100 g. Algunas/os niñas/os
conjeturarán que esa diferencia de 100 g se origina en errores esperables en la
medida como producto de la poca precisión de la balanza, o de la lectura. Otras/os
alumnas/os se quedarán con la duda respecto del origen de la diferencia entre la
medida obtenida mediante el cálculo y la medida obtenida mediante la balanza. Se
sugiere que la/el maestra/o no de pistas a las/os alumnas/os de esta cuestión ya
que se dirime en actividades siguientes. En la tercera parte, es probable que
algunas/os alumnas/os continúen estableciendo una relación de proporcionalidad
entre la cantidad de vasos y el peso, desconociendo una vez más el peso del
recipiente vacío. Para ellas/os, un posible cálculo será dividir por dos el valor
obtenido anteriormente en la medición realizada, y sumar esta cantidad al peso de
los dos vasos (por ejemplo, realizar 1,100 kg : 2 = 550 g y 1,100 kg + 550 g = 1,650
kg). Otras/os alumnas/os podrán multiplicar por 3 el primer valor obtenido con el
agua de un vaso (por ejemplo 600 g x 3 = 1,800 kg). Algunas/os alumnas/os que
hayan empezado a identificar que hay un peso del recipiente tal vez disminuyan un
poco “a ojo” el valor obtenido, estableciendo un hipotético peso para restar, por
ejemplo: si el peso obtenido para el recipiente con el agua de un vaso era 600 g,
ahora para tres vasos pensarán que es “algo menos” que 1,800 kg, por ejemplo
1,700 kg o 1,600 kg. Otras/os alumnas/os identificarán la diferencia entre el primer
valor obtenido (del recipiente con el agua de un vaso) y el segundo (del recipiente
con el agua de dos vasos), y reconocerán que esa diferencia informa el peso del
agua de un vaso sin el recipiente (calcularán 1,100 kg - 600 g = 500 g). Sumarán
entonces dicho valor al obtenido para los dos vasos (por ejemplo 1,100 kg + 500 g
= 1,600 kg). Estas/os alumnas/os pondrán en juego la idea implícita de que no es
una relación proporcional y considerarán el peso del recipiente. Tanto unas/os como
otras/os deberán confrontar sus anticipaciones obtenidas a través de los cálculos
con el resultado obtenido mediante la balanza. En todas/os, independientemente de
la estrategia utilizada, habrá necesariamente un margen de diferencia, pero podrá
ser menor en aquellas/os que han considerado el peso del recipiente. Posiblemente
también la sorpresa sea mayor para aquellas/os que han considerado las diferentes
variables y creen haber controlado el peso del recipiente y el peso del agua de cada
vaso.
En la cuarta parte, nuevamente habrá muchas maneras de resolver el problema.
Para aquellas/os alumnas/os que hasta aquí no han identificado peso alguno para
el recipiente, el pedido explícito de calcularlo las/os obligará a volver sobre los datos
obtenidos en las diferentes anticipaciones y mediciones. Algunas/os, tal vez realicen
restas que les permitan averiguar la diferencia entre sus anticipaciones y los datos
que ofrece la balanza, obteniendo, en lugar del peso del recipiente, el desvío entre
anticipación y medición efectiva. Otras/os alumnas/os retomarán sus cálculos en los
que habían considerado el peso del recipiente, y podrán identificar aquellos que
creen que permiten atrapar el peso del mismo. Para ello pueden considerar la
diferencia entre el primero y el segundo pesado efectivo, lo cual dará el peso del
agua de un vaso; ese valor puede restarse dos veces a la segunda pesada y obtener
así un posible peso del recipiente. O bien, a la tercera pesada restarle tres veces el
peso del agua de un vaso (surgido de la diferencia entre pesadas). Ahora bien, es
bastante posible que el valor del peso del agua de un vaso arroje diferentes valores
según se considere la diferencia entre primera y segunda pesada, o entre segunda
y tercera, o entre tercera y primera dividiendo por 2. Esos tres posibles modos de
obtener el peso del agua de un vaso incidirán en el supuesto peso del recipiente.
Una vez que las/os alumnas/os hayan determinado cuál podría ser el peso del
recipiente se anotarán en el pizarrón los diferentes resultados obtenidos. Luego se
pesará el recipiente vacío. Y nuevamente va a ser una fuente de sorpresas la
diferencia entre las anticipaciones realizadas y el peso obtenido. Será necesario,
ahora sí, retomar de manera colectiva varias cuestiones: socializar los métodos
utilizados por las/os alumnas/os para anticipar el peso del recipiente; analizar la
validez de dichos métodos más allá de la proximidad o la lejanía de los resultados
anticipados respecto del resultado que surge de la medición con la balanza; analizar
las diferencias asociadas a la cuestión del error como un fenómeno inherente e
inevitable a todo proceso de medición efectiva, así como a la lectura de la misma;
identificar que no todas las diferencias entre anticipación y medición pueden
justificarse por errores de medida, ya que algunas se originan en dificultades en el
método o estrategia usada. La/el docente podrá explicitar aquí que se ha elegido
intencionalmente una balanza no digital para aumentar el margen de dicho error. Si
fuera posible, se realizarán las mediciones con una balanza digital para analizar si
disminuye o no este margen y recuperar relaciones y cálculos puestos en juego en
cada parte de este problema. La complejidad de este problema requerirá que en
otra clase se retomen de manera colectiva las cuatro partes del mismo, de manera
que aquellas/os alumnas/os que recién hayan comprendido cómo determinar el
peso del recipiente vacío (y que no se trata de una relación de proporcionalidad),
tengan otra oportunidad para volver sobre estas cuestiones. Será interesante que
la/el docente registre en el pizarrón y las/os alumnas/os en sus carpetas
conclusiones y diferentes estrategias válidas para este problema.
Menos de 200g Entre 500g y 3kg Entre 10 y 50kg Entre 100 y Más de 1000kg
500kg
La/el docente presenta dibujos o fotografías de objetos y seres vivos (algunos con la
indicación del peso y otros sin la indicación del peso). Los datos del peso de algunos
objetos o seres vivos podrán servir de punto de apoyo para estimar el peso de otros. En
cada caso, se trata de estimar los pesos que faltan. Luego de que las/os niñas/os hayan
estimado el peso de las personas, animales u objetos que no tenían indicado su peso, se
organizará un momento colectivo de intercambio en torno a estrategias y resultados.
Se espera que las/os alumnas/os puedan utilizar como puntos de apoyo las
informaciones provistas en el problema, sus conocimientos o experiencias
extraescolares y apelar a relaciones de proporcionalidad, aunque de manera
intuitiva, para establecer los posibles pesos no informados. En la puesta en común
se promoverá un intercambio para que circulen y se analicen las relaciones
utilizadas por las/os niñas/os, quienes deberán explicar cómo hicieron para estimar
cada peso apuntando a poner en juego relaciones de proporcionalidad (“es más que
el doble”, “entra como veinte veces”, “es el triple de alto pero como cuatro veces
más ancho”, etc.). Si fuera necesario, la/el docente promoverá la consulta de
información en fuentes confiables para contrastar con las anticipaciones realizadas.
Si bien los problemas 4 y 5 exigen realizar estimaciones, en el primero de ellos se
trata de ubicar en un rango dado. Estimar implica en esta actividad ponderar de
manera aproximada una unidad de medida (gramos o kilos en este caso) y para ello
cada niña/o podrá apoyarse en referentes, intuiciones o interiorizaciones sobre las
unidades de medida. En la segunda actividad, en cambio, se estima a partir de tener
como referencia un elemento de la misma clase pero de diferente tamaño.
Capacidades
Se les presenta a las/os alumnas/os una jarra con agua llena hasta aproximadamente
2/3 de su capacidad y una botella vacía, que admita la misma cantidad de agua que hay
en la jarra. También pueden ser dos botellones diferentes o dos jarras bien diferentes,
una llena hasta 2/3 y la otra vacía. Se organiza la clase en grupos de tres o cuatro
alumnas/os y se les propone que inventen una manera de poner en la botella la misma
cantidad de agua que hay en la jarra, pero sin traspasar la que hay en la jarra
directamente a la botella. El agua de la jarra tendrá que quedar finalmente en la jarra y el
agua de la botella tiene que ser “nueva”. Al presentar el problema no se ofrece ningún
objeto que pueda dar idea de unidad de medida como vasos, botellas, jarras graduadas,
etc. Cada grupo deberá escribir los pasos que seguiría para resolver el problema.
La/el docente entrega a cada grupo de alumnas/os algunos recipientes (botellas, jarras,
baldes, etc.) y envases más pequeños que puedan ser usados como unidades de medida
(vasos, tazas, botellitas, etc.). Se trata de determinar cuál es la capacidad de cada
recipiente usando los diferentes envases como unidades de medida.
Este problema busca que las/os alumnas/os identifiquen que una misma capacidad
puede ser expresada con diferentes medidas según la unidad de medida usada (por
ejemplo: 1 botella = 4 vasos; 1 botella = 5 tazas; 1 botella = 8 vasitos de yogur). Por
otra parte, se busca iniciar a las/os alumnas/os en el establecimiento de algunas
equivalencias. Posiblemente identifiquen que 1 vaso de los grandes es equivalente
a 2 vasitos de yogur, por ejemplo. Este conocimiento les permitirá averiguar su
medida usando como información la equivalencia obtenida en lugar de realizar las
mediciones efectivamente. Podrá retomarse la idea de que la variación de la unidad
de medida provoca una variación en el número de la medición que se obtiene, por
ejemplo, si la unidad de medida se reduce a la mitad, el resultado obtenido será el
doble en términos numéricos, idea que posiblemente ya se haya tratado en relación
con las longitudes y pesos. Se trata de una primera aproximación de manera muy
intuitiva a la idea de relaciones entre magnitudes inversamente proporcionales.
Para resolver este problema, las/os alumnas/os tendrán que usar jarras o vasos
medidores. Si las jarras o vasos tuvieran la información en cc (o cm3), la/el docente
podrá informar acerca de la equivalencia entre mililitros y centímetros cúbicos: 1ml
= 1 cc (o cm3), o entre litros y centímetros cúbicos: 1 litro = 1.000 cc (o cm3),
aclarando que es válida para los líquidos. Una cuestión a determinar será identificar
si la información corresponde al envase lleno o a un envase en el que se considera
una parte sin llenar. Podrá instalarse un debate en torno a los límites de mirar la
altura exclusivamente para determinar la capacidad de un envase. Tal vez para
algunas/os alumnas/os aún no sea evidente que un envase puede ser más alto que
otro y sin embargo tener menos capacidad que uno más ancho y de menor altura.
La/el docente propone a las/os alumnas/os que completen en grupos de cuatro o cinco
un cuadro similar al siguiente, en el que deberán determinar qué objetos ubicarían en
cada caso según la capacidad indicada.
La/el docente presenta folletos con publicidades de diferentes objetos en los cuales se
deberá ocultar la información sobre la capacidad de cada uno. Por ejemplo, folletos que
contengan dibujos o fotografías de diferentes tamaños de termotanques, piletas de lona,
latas de pintura, etc. Las/os alumnas/os deberán estimar la medida de la capacidad de
cada uno de ellos y luego de una puesta en común la/el docente informará los datos
ocultos.
Se espera que las/os alumnas/os puedan utilizar como puntos de apoyo tanto las
informaciones analizadas en el problema anterior como sus conocimientos
extraescolares. Luego de que las/os alumnas/os hayan establecido la estimación en
cada caso, la/el docente podrá organizar un espacio colectivo de intercambio para
que circulen y se analicen las relaciones utilizadas. A continuación de este debate
la/el docente podrá ofrecer la información que estaba oculta para corroborar las
anticipaciones. Es esperable que en algunos casos haya una distancia importante
entre la estimación y la medida informada, especialmente en aquellos objetos que
implican grandes magnitudes (por ejemplo para la pileta de 1.500 litros
posiblemente los alumnos dirán 500 litros o 1.000 litros).
Segunda parte: la/el docente recuerda a las/os alumnas/os cuánto pesa el envase vacío
(de la parte anterior) y cuánto pesa el mismo envase lleno de agua. Las/os alumnas/os
deberán anticipar en cada caso cuál será el peso del envase lleno con: a) arena o
piedritas muy pequeñas, b) bolitas de telgopor, plumas o goma espuma. Luego de la
anticipación se procederá a verificar pesando el envase con cada contenido.
La primera parte apunta a establecer una primera relación entre 1 litro de agua y 1
kilo de agua. Esta idea posiblemente sea generalizada por las/os alumnas/os a
cualquier contenido y será puesta en cuestionamiento en la segunda parte. Luego
de que las/os alumnas/os han realizado la anticipación y verificado empíricamente
el peso en cada caso, se intentará que elaboren algunas primeras explicaciones
que permitan dar cuenta de “por qué pasa lo que pasa”, en este caso por qué pesa
más el recipiente con arena o piedras que con telgopor o plumas. Los materiales
seleccionados intentan poner en evidencia que el peso del contenido de un mismo
envase varía según la clase de material que se vierte en él. No se trata de poner en
discusión cuestiones vinculadas a la densidad de los materiales, aunque esta idea
se juegue de manera intuitiva (“lo mismo de arena pesa más que lo mismo de
telgopor”). La/el docente podrá compartir con sus alumnas/os la clásica pregunta:
“¿Qué pesa más: un kilogramo de plumas o un kilogramo de plomo?". También
podrá proponerles investigar si 1 kilo de helado (comprado en heladería) es
equivalente a 1 litro de helado (tal como figuran en las etiquetas del helado industrial
envasado). Se busca con estas actividades identificar que el peso y el tamaño no
son proporcionales cuando se trata de materiales diferentes. Se apuntará a dejar
explícito que 1 litro de agua pesa 1 kilo (sin necesidad de aclarar a esta altura
cuestiones relativas a la presión o a la temperatura), pero que esta relación no se
verifica para cualquier contenido o sustancia. Si la/el docente considera oportuno,
se podrá recuperar la equivalencia entre 1 litro = 1.000 cm3 incluyendo 1 kilo = 1
litro = 1.000 cm3 aclarando que es una equivalencia para el agua y en ciertas
condiciones específicas.
Les sugiero que además de leer detenidamente el análisis de cada uno de los
problemas citados, aborden ustedes las actividades de Cuadernos para el Aula 4;
en ellas encontrarán propuestas didácticas para ampliar la presente clase.
Cuadernos para el aula:
https://cedie.neuquen.gov.ar/wp-content/uploads/2017/03/nap-matem-4.pdf
(páginas 153 a 172).