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Reseña de Azul Pastel de Renato Gómez Herrera

Reseña de azul pastel

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Azul Pastel para mí es un testimonio de que el dolor,

puede resultar para algunas personas, una

convalecencia gozosa; un alto costo, si la degradación

humana sólo intensifica la ingenuidad de quienes la

sufren.

Puedo decir con satisfacción que esta obra, sobresale

de la mayoría de las propuestas que encuentro en

proyectos editoriales dirigidas a un público

contemporáneo, o cuando menos, ávido de disrupción

en sus lecturas.

Usualmente se cree que el nuevo hilo negro de la

literatura contemporánea recae en la reinvención del

lenguaje, transgresiones al canon, visibilizar temáticas,

poco exploradas o invisibilizadas, entre otros tópicos.

Como lector entusiasta, puedo entender cómo se llegan

a ese tipo de ideales y compartir sus motivaciones. Sin

embargo, suelo disfrutar mucho menos los productos

de tales inquietudes, de lo que disfruto mis afinidades

con reinventar la lectura desde esas perspectivas.

La temática novedosa sin rumbo estético ni una visión

capaz de escribir una obra, sin la apertura para

hospedar más de una capa de profundidad, de manera

consciente o inconsciente; puede parecer una labor

experimental y, por tanto, algo siempre a medias.


No todas las obras escritas y por escribirse, deben ni

tienen por qué destinarse a ser la próxima obra magna

de la lengua en que se escribe, pero es válido querer

que se escriban con la misma vehemencia con que se

reciben a las mejores obras del canon.

Querer que sea leída, releída, del modo en que se

come una fruta hasta continuarla exprimiendo,

encontrándole nuevas particularidades en sabor,

textura, aromas; es una de las directrices más nobles

del arte de cultivar y cosechar frutos para otros.

Hoy no vengo a romantizar ningún proceso creativo ni

a evangelizar a nadie acerca de la relación obra-autor,

porque siempre se sufre durante los procesos

creativos, incluso en circunstancias ajenas a la

actividad creativa.

Vengo a hablar sobre la convicción de que Azul Pastel

reconcilia varias búsquedas, las cuales, retoman algo

crucial: una novela para lectores.

Esto puede sonar un pleonasmo, pero si tomamos en

cuenta que, en la búsqueda de volver a hallar el hilo

negro, a veces podemos toparnos con estructuras y/o

temáticas inatendibles para el público en general.


Cuyo disfrute está reservado para los eruditos de la

literatura o quienes buscan nuevos retos cognitivos,

como quien ha resuelto un cubo de Rubik y desea un

acertijo siempre más complejo, elevando la apuesta.

Excluyendo a quienes leen por pasatiempo, para

encontrar nuevos conocimientos o motivaciones

personales distintas de la gimnasia mental.

La búsqueda de Azul Pastel, sin pretensiones, se ciñe a

la disciplina. Su redacción tiene un diseño pensado

para nuevos formatos de lectura, ahora cuando cada

vez se busca más la información compacta, en

formatos breves como un tweet o un video TikTok.

Usando párrafos ideales para leer, igual de bien en

papel, como una tablet o un smartphone, el Maestro

Renato Gómez Herrera, dota de una estética

sustanciosa en un par de líneas, que llamo prosa ligera.

No busca la brevedad por vanidad.

El lector de nuestros tiempos, siempre distraíble,

necesita su dosis de estímulo e impacto, sobre todo

cuando tus momentos de lectura, son el transporte

público, dos minutitos por la mañana. Así, la temática

impactante de la obra, cumple una función adicional a

atraer tu atención, quiere que te quedes hasta

terminarla.
La novela quiere conversar contigo sin desgastarte la

vida con descripciones abstractas ni complejas- En

escenas llega a la poesía sin abrumarte; en otras, te

lleva de la curiosidad al placer, al desconcierto o a

debates morales contigo mismo.

Sugiero tener la mente abierta, porque la novela se

encarga de deshacerse de los lectores que se resisten

a leerla. Quizás busca entretenerte, tomar la realidad

de unos jóvenes en cualquier país del continente

americano y explorar temáticas como la industria del

entretenimiento para adultos, “libre de corporaciones”,

a través de internet.

También puede proponerse, poner a tu disposición esta

historia que acontece en una realidad parecida a la

nuestra, pero suficientemente diferenciada para que no

sientas que el escritor se dedica a calcar nuestra

realidad. Él sabe escribir historias ficticias, no copiarlas

de la realidad.

Renato Gómez Herrera, logra la ficción sin que te des

cuenta, porque tiene consciencia de lo que es el ser

humano en circunstancias difíciles, y así se limita a

mostrarlos, tal cual son, a través de sus personajes sin

querer darles un tratamiento moral ni querernos

aleccionar.
Esta reconciliación de las carencias y abundancias de la

humanidad de nuestro tiempo nos muestra toda clase

de virtudes y vicios, logrando proyectar a los humanos,

como un prisma de historias, emociones y relaciones,

muchísimo más complejas que las concepciones

tradicionales del bien y del mal.

Podemos empatizar con gente dañada sin justificarlos,

aunque siguiendo una pauta lógica para que nos

expliquemos sus emociones, motivaciones y carencias.

Podemos cotejar esta lógica bien definida de las

emociones de sus personajes, con personas, que tal

vez podríamos conocer, viviendo en circunstancias

similares a los personajes de la obra.

Esto no sólo refleja el cariño de Renato por sus

personajes. Igual puede hablarnos del amor y la

fascinación de Renato Gómez Herrera por lo humano,

tal cual, sin falsas dicotomías o moralismos.

En esta lectura, no necesitamos compadecer a alguien

para empatizar, ni tampoco odiarlos para sentirnos

desagradados. Sí, casi todos los personajes tienen un

trasfondo, pero no siempre necesitan una explicación

para hacernos entender que hay siempre personas,

que simplemente son como son.


Especialmente en estas épocas donde la virtud parece

siempre en constante debate, y todavía más en México,

donde el heroísmo no encaja con nuestra realidad; es

que Azul Pastel se decanta por las figuras del antihéroe

para contarnos una historia muy humana.

Porque a pesar de que sintamos empatía por los

protagonistas, no significa que sintamos afinidad por lo

que hacen o pretenden hacer. Y aunque se pueda

sentir parcial o completa afinidad con ellos, siempre

podemos criticar, cuestionarlos, sin dejar de

entenderlos.

A partir de este punto es cuando la novela se adentra

en complejidades, ¿hasta dónde eres capaz de dejar de

lado, tus prejuicios morales para continuar la lectura?

¿Hasta qué punto puedes acompañar a los

protagonistas, sin sentirte acongojado, excitado o

cómplice de sus travesías?

La sensaciones incómodas o estimulantes pueden

llegar a acontecerte en contra de tu voluntad, de tus

ideas preconcebidas o severidad moral. Tarde o

temprano, la novela intenta incomodarte sin importar

quién seas y qué tan dura tengas la piel para los temas

difíciles. ¿Serás capaz de continuar?


A la luz de esta lectura no encontrarás apología a la

industria del entretenimiento para adultos ni al

comportamiento caótico de muchos de los personajes

de la novela. Tampoco verás ningún discurso ético ni

moralejas, sólo verás cómo caen las cosas por su

propio peso, independientemente de lo que pienses.

En esa tesitura, Renato, siempre nos deja evidencia de

lo que ocurre, de lo que puede llegar a pasar o de lo

que pasó mucho antes del comienzo de la obra. Es

transparente. Aquí no le da preferencia a nadie: todos

reflejan placer y sufrimiento de igual modo.

Porque en las circunstancias de los juegos de poder,

relaciones interpersonales destructivas, la ambición, la

riqueza y la pobreza, cada uno se lleva su cuota

proporcional de sufrimiento. Por ejemplo, el machismo,

acontece de manera implícita a como ocurre en la vida

cotidiana de las familias de cualquier clase social en

México o país de América.

¿La novela pretende concientizarnos? No, no es un

tratado de psicología ni ninguna reivindicación social.

Sólo rima con lo que nos podemos topar en la realidad.

El autor no pretende salvar a nadie, así como nadie te

salva en circunstancias parecidas a las de los

protagonistas en la novela, pero nos permite empatizar


con sus personajes, porque en algunas ocasiones,

dejando de lado que no existen, es lo único

humanamente posible para ellos.

Con esto no me refiero a una visión pesimista o

resignada para nosotros. La novela también deja paso

a considerar en que a pesar de que el sistema, la salud

mental, las condiciones familiares e históricas de un

sitio (entre otros factores), condicionan en gran

medida, tu destino, también hay una posibilidad de que

exista algo parecido “a la individualidad” que te haga

abrazar tu destino.

No obstante, no se confundan, Azul Pastel no dice

“cada quien busca su destino”, sino algo mucho más

disruptivo en un momento de la historia en que nos

debatimos: las circunstancias materiales definen tu

pensamiento (materialismo), contra que el cambio

viene, primero, de uno mismo y eso permea en la

realidad material (idealismo).

Ese algo es: ¿qué pasaría si las condiciones materiales

de un individuo coinciden, con la tendencia de un

individuo a ser afín a ciertas ideas o modos de ser, y

sus desgracias no hacen sino detonarlas? ¿Habrá

alguien que quiera abrazar el abuso, las relaciones de

poder, la humillación, por algo que no sea un trauma?


O mucho más desafiante aún, ¿no habrá alguien que

quiera hacer de sus daños y huellas de abandono, una

industria con mucho potencial económico? ¿Los

personajes de la novela, son simplemente víctimas de

sus propias condiciones materiales, o personas que

simplemente, con o sin desgracias, encuentran lo suyo?

Alguien podría decir, ¿no estaríamos revictimizando a

nuestros protagonistas, por simplemente hacernos esa

pregunta? Azul Pastel y Renato Gómez Herrera, al

margen de ese cuestionamiento, solamente pueden

respondernos: queridos lectores, no lo sabemos, eso

respóndanselo ustedes.

Tanto la obra y su autor no tienen la intención ni el

deber de educarnos sobre la realidad humana, así

como la propia realidad humana tampoco está obligada

a ser entendible para nosotros.

Del mismo modo en que los pintores, solían encontrar

la belleza replicando los equilibrios de la naturaleza,

Renato, busca el caos humano en el arquetipo de las

relaciones humanas más frecuentes en nuestros

tiempos, y nos lo narra.

Este libro da pie a la discusión, al debate. ¿Quieres

entretenerte un rato, sin pensar mucho? El libro te lo

permite. ¿Deseas encontrar la crudeza de algunos


aspectos de una realidad parecida a la nuestra, mirarla

de cerca, horrorizarte o sonrojarte por sus formas de

explorar el placer? Léela, no pares.

¿Quieres acercarte de manera entretenida a los ejes de

poder y dominación, con relación al sexo y la industria

del porno? ¿O presenciar a través de la lectura, cómo

unos jóvenes incursionan, ingenuamente, en la

industria pornográfica, sin comprender la magnitud de

la vorágine a la que se adentran? Aquí puedes.

La obra nos sugiere reflexiones sobre el poder en las

relaciones humanas, a través del sexo; formas de

dominación, abandono y abuso junto a sus secuelas; la

cosificación más allá de su expresión femenina;

intereses o modos de depredación que pueden haber

detrás de la industria y cómo la ingenuidad, hace que

te relamas, por ambición, las heridas, sin saber que

estás por desangrarte.

Hay escenas, momentos, personajes memorables que

pueden predisponernos a la crítica más mordaz, así

como seducirnos a cuestionar algunos aspectos de

nuestra moralidad, hacernos sentir culpables, cuando

se cae bajo el hechizo del ambiente brillante y

seductor, como toda fantasía.


Tal vez, la ficción, proteja a algunos lectores de sentir

cruda moral tras dejarse llevar en deslices, ¿aunque de

no ser una historia imaginada, realmente lo harían?

Bajo los parámetros de esta lectura, la reivindicación

sigue el camino del antihéroe, por eso, no es

complaciente para quienes tengan ideas preconcebidas

acerca de grupos históricamente vulnerables o vejados.

En esta lectura, la reivindicación de los personajes es

salir del molde de lo que se espera de ellos o de lo que,

para nosotros, pueda parecernos lo mejor para ellos. Si

no obedecen a nadie, ni siquiera a sus madres, ¿acaso

deberíamos esperar a que sigan nuestros gustos?

Un ejemplo, es Blue, de quien obtenemos el nombre de

la novela, quien sin miedo a parecer un estereotipo

irreal que se busca erradicar a través de la lucha por la

liberación y reivindicación femenina, aparece a

contracorriente, para avivarse en algo que, a juicio de

más de una experta, tendría que ser abolido: la

pornografía.

Es probable que esté lejos de representar una figura de

empoderamiento para muchas de sus congéneres, o

igual para muchas de ellas sí lo sea. Sin embargo, de

ser real, Blue, para emoción de algunos y desagrado de

otros, también tendría derecho a existir.


El perfil de Blue refleja también, la investigación en

torno a la psicología de las personas involucradas en la

industria de la pornografía. Si esperan que su

ficcionamiento sea solo imaginación del autor, no se

equivoquen, incluso su personalidad y modos de ser,

tienen colindancias con nuestra realidad.

Cada personaje responde a un arquetipo de

personalidad, o por qué no decir también, arquetipo de

género, que incomodará, enfurecerá o hará sentir

compasión a más de un lector. No para darnos, repito,

alguna lección de moral o denunciar una realidad, sino

ofrecernos una historia llena de sensaciones y

circunstancias más allá de las convenciones morales.

Son producto del amor que Renato Gómez Herrera

tiene por la humanidad en toda su expresión más

imperfecta y caótica, incluyendo los aspectos odiosos y

peligrosos para la racionalidad y los ideales de lo que

las personas deberían ser.

Probablemente nosotros también suframos con cada

personaje, sin poder hacer nada para ayudarlos. Y en la

medida de que seamos testigos de sus odiseas,

podemos ser capaces de apreciarlos de esos

convencionalismos morales que dictan, que en un


mundo perfecto como el de una historia literaria, ni

siquiera deberían existir.

El anti-heroísmo adquiere mayor fuerza, si

consideramos que lejos de ser una sátira o una farsa, el

descaro y la acidez de nuestros personajes, reflejan

mucho más una forma de pensar la realidad que de

distorsionarla, ocasionando gracia, no por el absurdo,

sino lo preciso que puede ser esa otra realidad

parecida a la nuestra.

Por estas razones, considero Azul Pastel, una propuesta

válida, irreverente, con valor literario, preocupaciones

estéticas y capaz de transportarnos a una realidad

incómoda, provocativa y rodeada de morbo.

Su mayor acierto, a mi juicio de lector, es plasmar lo

humano, en un contexto tan deshumanizante como

puede ser la pornografía. Humaniza el desenfreno, los

excesos, sin incentivarlos en nosotros. Nos muestra

que detrás de cámara de dos personas grabando una

escena pornográfica, hay almas en una cámara que

desenfoca algo más grande que ellos mismos.

Del final, soy incapaz de hablar sin sugerir algo acerca

de su brutalidad. Nada más diré que si para cierto

punto de la novela no has despertado del halo de

ingenuidad que permea en la historia, créeme que lo


harás, a través de una agonía disfrazada de placer

insano y orgiástico hasta que simplemente ya no

puedas más.

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