Azul Pastel para mí es un testimonio de que el dolor,
puede resultar para algunas personas, una
convalecencia gozosa; un alto costo, si la degradación
humana sólo intensifica la ingenuidad de quienes la
sufren.
Puedo decir con satisfacción que esta obra, sobresale
de la mayoría de las propuestas que encuentro en
proyectos editoriales dirigidas a un público
contemporáneo, o cuando menos, ávido de disrupción
en sus lecturas.
Usualmente se cree que el nuevo hilo negro de la
literatura contemporánea recae en la reinvención del
lenguaje, transgresiones al canon, visibilizar temáticas,
poco exploradas o invisibilizadas, entre otros tópicos.
Como lector entusiasta, puedo entender cómo se llegan
a ese tipo de ideales y compartir sus motivaciones. Sin
embargo, suelo disfrutar mucho menos los productos
de tales inquietudes, de lo que disfruto mis afinidades
con reinventar la lectura desde esas perspectivas.
La temática novedosa sin rumbo estético ni una visión
capaz de escribir una obra, sin la apertura para
hospedar más de una capa de profundidad, de manera
consciente o inconsciente; puede parecer una labor
experimental y, por tanto, algo siempre a medias.
No todas las obras escritas y por escribirse, deben ni
tienen por qué destinarse a ser la próxima obra magna
de la lengua en que se escribe, pero es válido querer
que se escriban con la misma vehemencia con que se
reciben a las mejores obras del canon.
Querer que sea leída, releída, del modo en que se
come una fruta hasta continuarla exprimiendo,
encontrándole nuevas particularidades en sabor,
textura, aromas; es una de las directrices más nobles
del arte de cultivar y cosechar frutos para otros.
Hoy no vengo a romantizar ningún proceso creativo ni
a evangelizar a nadie acerca de la relación obra-autor,
porque siempre se sufre durante los procesos
creativos, incluso en circunstancias ajenas a la
actividad creativa.
Vengo a hablar sobre la convicción de que Azul Pastel
reconcilia varias búsquedas, las cuales, retoman algo
crucial: una novela para lectores.
Esto puede sonar un pleonasmo, pero si tomamos en
cuenta que, en la búsqueda de volver a hallar el hilo
negro, a veces podemos toparnos con estructuras y/o
temáticas inatendibles para el público en general.
Cuyo disfrute está reservado para los eruditos de la
literatura o quienes buscan nuevos retos cognitivos,
como quien ha resuelto un cubo de Rubik y desea un
acertijo siempre más complejo, elevando la apuesta.
Excluyendo a quienes leen por pasatiempo, para
encontrar nuevos conocimientos o motivaciones
personales distintas de la gimnasia mental.
La búsqueda de Azul Pastel, sin pretensiones, se ciñe a
la disciplina. Su redacción tiene un diseño pensado
para nuevos formatos de lectura, ahora cuando cada
vez se busca más la información compacta, en
formatos breves como un tweet o un video TikTok.
Usando párrafos ideales para leer, igual de bien en
papel, como una tablet o un smartphone, el Maestro
Renato Gómez Herrera, dota de una estética
sustanciosa en un par de líneas, que llamo prosa ligera.
No busca la brevedad por vanidad.
El lector de nuestros tiempos, siempre distraíble,
necesita su dosis de estímulo e impacto, sobre todo
cuando tus momentos de lectura, son el transporte
público, dos minutitos por la mañana. Así, la temática
impactante de la obra, cumple una función adicional a
atraer tu atención, quiere que te quedes hasta
terminarla.
La novela quiere conversar contigo sin desgastarte la
vida con descripciones abstractas ni complejas- En
escenas llega a la poesía sin abrumarte; en otras, te
lleva de la curiosidad al placer, al desconcierto o a
debates morales contigo mismo.
Sugiero tener la mente abierta, porque la novela se
encarga de deshacerse de los lectores que se resisten
a leerla. Quizás busca entretenerte, tomar la realidad
de unos jóvenes en cualquier país del continente
americano y explorar temáticas como la industria del
entretenimiento para adultos, “libre de corporaciones”,
a través de internet.
También puede proponerse, poner a tu disposición esta
historia que acontece en una realidad parecida a la
nuestra, pero suficientemente diferenciada para que no
sientas que el escritor se dedica a calcar nuestra
realidad. Él sabe escribir historias ficticias, no copiarlas
de la realidad.
Renato Gómez Herrera, logra la ficción sin que te des
cuenta, porque tiene consciencia de lo que es el ser
humano en circunstancias difíciles, y así se limita a
mostrarlos, tal cual son, a través de sus personajes sin
querer darles un tratamiento moral ni querernos
aleccionar.
Esta reconciliación de las carencias y abundancias de la
humanidad de nuestro tiempo nos muestra toda clase
de virtudes y vicios, logrando proyectar a los humanos,
como un prisma de historias, emociones y relaciones,
muchísimo más complejas que las concepciones
tradicionales del bien y del mal.
Podemos empatizar con gente dañada sin justificarlos,
aunque siguiendo una pauta lógica para que nos
expliquemos sus emociones, motivaciones y carencias.
Podemos cotejar esta lógica bien definida de las
emociones de sus personajes, con personas, que tal
vez podríamos conocer, viviendo en circunstancias
similares a los personajes de la obra.
Esto no sólo refleja el cariño de Renato por sus
personajes. Igual puede hablarnos del amor y la
fascinación de Renato Gómez Herrera por lo humano,
tal cual, sin falsas dicotomías o moralismos.
En esta lectura, no necesitamos compadecer a alguien
para empatizar, ni tampoco odiarlos para sentirnos
desagradados. Sí, casi todos los personajes tienen un
trasfondo, pero no siempre necesitan una explicación
para hacernos entender que hay siempre personas,
que simplemente son como son.
Especialmente en estas épocas donde la virtud parece
siempre en constante debate, y todavía más en México,
donde el heroísmo no encaja con nuestra realidad; es
que Azul Pastel se decanta por las figuras del antihéroe
para contarnos una historia muy humana.
Porque a pesar de que sintamos empatía por los
protagonistas, no significa que sintamos afinidad por lo
que hacen o pretenden hacer. Y aunque se pueda
sentir parcial o completa afinidad con ellos, siempre
podemos criticar, cuestionarlos, sin dejar de
entenderlos.
A partir de este punto es cuando la novela se adentra
en complejidades, ¿hasta dónde eres capaz de dejar de
lado, tus prejuicios morales para continuar la lectura?
¿Hasta qué punto puedes acompañar a los
protagonistas, sin sentirte acongojado, excitado o
cómplice de sus travesías?
La sensaciones incómodas o estimulantes pueden
llegar a acontecerte en contra de tu voluntad, de tus
ideas preconcebidas o severidad moral. Tarde o
temprano, la novela intenta incomodarte sin importar
quién seas y qué tan dura tengas la piel para los temas
difíciles. ¿Serás capaz de continuar?
A la luz de esta lectura no encontrarás apología a la
industria del entretenimiento para adultos ni al
comportamiento caótico de muchos de los personajes
de la novela. Tampoco verás ningún discurso ético ni
moralejas, sólo verás cómo caen las cosas por su
propio peso, independientemente de lo que pienses.
En esa tesitura, Renato, siempre nos deja evidencia de
lo que ocurre, de lo que puede llegar a pasar o de lo
que pasó mucho antes del comienzo de la obra. Es
transparente. Aquí no le da preferencia a nadie: todos
reflejan placer y sufrimiento de igual modo.
Porque en las circunstancias de los juegos de poder,
relaciones interpersonales destructivas, la ambición, la
riqueza y la pobreza, cada uno se lleva su cuota
proporcional de sufrimiento. Por ejemplo, el machismo,
acontece de manera implícita a como ocurre en la vida
cotidiana de las familias de cualquier clase social en
México o país de América.
¿La novela pretende concientizarnos? No, no es un
tratado de psicología ni ninguna reivindicación social.
Sólo rima con lo que nos podemos topar en la realidad.
El autor no pretende salvar a nadie, así como nadie te
salva en circunstancias parecidas a las de los
protagonistas en la novela, pero nos permite empatizar
con sus personajes, porque en algunas ocasiones,
dejando de lado que no existen, es lo único
humanamente posible para ellos.
Con esto no me refiero a una visión pesimista o
resignada para nosotros. La novela también deja paso
a considerar en que a pesar de que el sistema, la salud
mental, las condiciones familiares e históricas de un
sitio (entre otros factores), condicionan en gran
medida, tu destino, también hay una posibilidad de que
exista algo parecido “a la individualidad” que te haga
abrazar tu destino.
No obstante, no se confundan, Azul Pastel no dice
“cada quien busca su destino”, sino algo mucho más
disruptivo en un momento de la historia en que nos
debatimos: las circunstancias materiales definen tu
pensamiento (materialismo), contra que el cambio
viene, primero, de uno mismo y eso permea en la
realidad material (idealismo).
Ese algo es: ¿qué pasaría si las condiciones materiales
de un individuo coinciden, con la tendencia de un
individuo a ser afín a ciertas ideas o modos de ser, y
sus desgracias no hacen sino detonarlas? ¿Habrá
alguien que quiera abrazar el abuso, las relaciones de
poder, la humillación, por algo que no sea un trauma?
O mucho más desafiante aún, ¿no habrá alguien que
quiera hacer de sus daños y huellas de abandono, una
industria con mucho potencial económico? ¿Los
personajes de la novela, son simplemente víctimas de
sus propias condiciones materiales, o personas que
simplemente, con o sin desgracias, encuentran lo suyo?
Alguien podría decir, ¿no estaríamos revictimizando a
nuestros protagonistas, por simplemente hacernos esa
pregunta? Azul Pastel y Renato Gómez Herrera, al
margen de ese cuestionamiento, solamente pueden
respondernos: queridos lectores, no lo sabemos, eso
respóndanselo ustedes.
Tanto la obra y su autor no tienen la intención ni el
deber de educarnos sobre la realidad humana, así
como la propia realidad humana tampoco está obligada
a ser entendible para nosotros.
Del mismo modo en que los pintores, solían encontrar
la belleza replicando los equilibrios de la naturaleza,
Renato, busca el caos humano en el arquetipo de las
relaciones humanas más frecuentes en nuestros
tiempos, y nos lo narra.
Este libro da pie a la discusión, al debate. ¿Quieres
entretenerte un rato, sin pensar mucho? El libro te lo
permite. ¿Deseas encontrar la crudeza de algunos
aspectos de una realidad parecida a la nuestra, mirarla
de cerca, horrorizarte o sonrojarte por sus formas de
explorar el placer? Léela, no pares.
¿Quieres acercarte de manera entretenida a los ejes de
poder y dominación, con relación al sexo y la industria
del porno? ¿O presenciar a través de la lectura, cómo
unos jóvenes incursionan, ingenuamente, en la
industria pornográfica, sin comprender la magnitud de
la vorágine a la que se adentran? Aquí puedes.
La obra nos sugiere reflexiones sobre el poder en las
relaciones humanas, a través del sexo; formas de
dominación, abandono y abuso junto a sus secuelas; la
cosificación más allá de su expresión femenina;
intereses o modos de depredación que pueden haber
detrás de la industria y cómo la ingenuidad, hace que
te relamas, por ambición, las heridas, sin saber que
estás por desangrarte.
Hay escenas, momentos, personajes memorables que
pueden predisponernos a la crítica más mordaz, así
como seducirnos a cuestionar algunos aspectos de
nuestra moralidad, hacernos sentir culpables, cuando
se cae bajo el hechizo del ambiente brillante y
seductor, como toda fantasía.
Tal vez, la ficción, proteja a algunos lectores de sentir
cruda moral tras dejarse llevar en deslices, ¿aunque de
no ser una historia imaginada, realmente lo harían?
Bajo los parámetros de esta lectura, la reivindicación
sigue el camino del antihéroe, por eso, no es
complaciente para quienes tengan ideas preconcebidas
acerca de grupos históricamente vulnerables o vejados.
En esta lectura, la reivindicación de los personajes es
salir del molde de lo que se espera de ellos o de lo que,
para nosotros, pueda parecernos lo mejor para ellos. Si
no obedecen a nadie, ni siquiera a sus madres, ¿acaso
deberíamos esperar a que sigan nuestros gustos?
Un ejemplo, es Blue, de quien obtenemos el nombre de
la novela, quien sin miedo a parecer un estereotipo
irreal que se busca erradicar a través de la lucha por la
liberación y reivindicación femenina, aparece a
contracorriente, para avivarse en algo que, a juicio de
más de una experta, tendría que ser abolido: la
pornografía.
Es probable que esté lejos de representar una figura de
empoderamiento para muchas de sus congéneres, o
igual para muchas de ellas sí lo sea. Sin embargo, de
ser real, Blue, para emoción de algunos y desagrado de
otros, también tendría derecho a existir.
El perfil de Blue refleja también, la investigación en
torno a la psicología de las personas involucradas en la
industria de la pornografía. Si esperan que su
ficcionamiento sea solo imaginación del autor, no se
equivoquen, incluso su personalidad y modos de ser,
tienen colindancias con nuestra realidad.
Cada personaje responde a un arquetipo de
personalidad, o por qué no decir también, arquetipo de
género, que incomodará, enfurecerá o hará sentir
compasión a más de un lector. No para darnos, repito,
alguna lección de moral o denunciar una realidad, sino
ofrecernos una historia llena de sensaciones y
circunstancias más allá de las convenciones morales.
Son producto del amor que Renato Gómez Herrera
tiene por la humanidad en toda su expresión más
imperfecta y caótica, incluyendo los aspectos odiosos y
peligrosos para la racionalidad y los ideales de lo que
las personas deberían ser.
Probablemente nosotros también suframos con cada
personaje, sin poder hacer nada para ayudarlos. Y en la
medida de que seamos testigos de sus odiseas,
podemos ser capaces de apreciarlos de esos
convencionalismos morales que dictan, que en un
mundo perfecto como el de una historia literaria, ni
siquiera deberían existir.
El anti-heroísmo adquiere mayor fuerza, si
consideramos que lejos de ser una sátira o una farsa, el
descaro y la acidez de nuestros personajes, reflejan
mucho más una forma de pensar la realidad que de
distorsionarla, ocasionando gracia, no por el absurdo,
sino lo preciso que puede ser esa otra realidad
parecida a la nuestra.
Por estas razones, considero Azul Pastel, una propuesta
válida, irreverente, con valor literario, preocupaciones
estéticas y capaz de transportarnos a una realidad
incómoda, provocativa y rodeada de morbo.
Su mayor acierto, a mi juicio de lector, es plasmar lo
humano, en un contexto tan deshumanizante como
puede ser la pornografía. Humaniza el desenfreno, los
excesos, sin incentivarlos en nosotros. Nos muestra
que detrás de cámara de dos personas grabando una
escena pornográfica, hay almas en una cámara que
desenfoca algo más grande que ellos mismos.
Del final, soy incapaz de hablar sin sugerir algo acerca
de su brutalidad. Nada más diré que si para cierto
punto de la novela no has despertado del halo de
ingenuidad que permea en la historia, créeme que lo
harás, a través de una agonía disfrazada de placer
insano y orgiástico hasta que simplemente ya no
puedas más.