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El discurso político de las elites peruanas en la prensa y su influencia en la
       lucha antisubversiva durante la insurgencia de Sendero Luminoso.
   Resumen
   Tras el cambio de régimen político del autoritarismo militar por la democracia liberal
representativa vía sufragio universal, la mayoría del país ingresó a una situación expectante por lo
que habría de hacer el gobierno elegido por elecciones (Arq. F. Belaúnde T.), pero, muy poco
duró esta ilusión, porque pronto fue quebrada tal expectativa por el inicio de la guerra interna,
convirtiéndose en uno de los problemas políticos de la década de 1980 y parte de la siguiente
década.
   Así el país, acompañado de la crisis económica, recurrente año tras año fue estremecida por la
incursión del grupo armado más conocido en la sociedad por Sendero Luminoso, que con su
accionar tendría en vilo al país por espacio de 14 años, en que fue derrotada, política y
militarmente.
   En esta lucha contra el accionar de Sendero Luminoso, un papel importante jugó la prensa
escrita, siendo uno de los voceros más representativos de las élites peruanas el grupo El
Comercio, y su diario insignia, del mismo nombre. Sus opiniones serían expresadas no solo al
cubrir la noticia, sino a través de su página editorial, incidiendo en la opinión pública
   Palabras claves
   Democracia representativa, crisis, guerra interna, Sendero Luminoso, prensa escrita.
   Raquel Diana Hidalgo Ascárate – Código 993006
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   Introducción
   La década de 1980 se inicia con una intensa y diversa campaña electoral en camino a retornar
al sistema de representación políticas de los partidos para ocupar las funciones y roles de
autoridad, tanto en el Legislativo, el gobierno central y los gobiernos subnacionales. De este
modo se pensó que iba a superar la crisis e inestabilidad política nacida en los estertores del
régimen dictatorial del gobierno militar, en virtud del cual los partidos y coaliciones que se
formaron en el proceso electoral se entregaron con ilusión y expectativa para recoger el apoyo de
la población, quien volvía al sufragio para elegir autoridades tras doce años de interrupción.
   Nadie preveía que pocos meses después la inestabilidad política de fines de 1970 se agravaría
en los 80´s con la insurgencia de Sendero Luminoso, un grupo político, bastante pequeño,
sumamente sectario, y muy extremista, pondría en cuestión no solo el régimen político, sino el
conjunto de sus instituciones, incluidos los partidos de izquierda, que por décadas habían sido
adversarios en la pugna por la hegemonía política a nivel de la región ayacuchana, en especial, su
capital Huamanga.
   La eclosión de la guerra interna no solo se explica por la crisis económica, como tampoco el
autoritarismo del gobierno militar saliente, sino, como dicen muchos investigadores; Degregori,
Favre, Manrique, por las múltiples crisis que castigaban el país; es decir, por la confluencia de
diversos factores, lo que Sendero Luminoso aprovechó para iniciar el cruento camino, de su
llamada “guerra popular” del campo a la ciudad, con una visión subjetiva sobre la realidad del
país, sus actores así como las supuestas demandas no resueltas, los cuales serían ellos quienes
darían la solución.
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   Este escenario salpicado de sangre, cuyos actores directos fueron; militares y senderistas,
expresaron, no solo los hondos abismos de un país con una historia compleja y muchas promesas
incumplidas, como por ejemplo; el de la República, al cual se sumaron los múltiples engaños de
los diferentes gobiernos; como el de la Reforma Agraria, o la nacionalización del Petróleo;
promesa, por ejemplo, del primer gobierno de Belaúnde Terry, o la democratización del país, en
la inclusión de un gran sector como la población analfabeta, cuya expresión más aguda, no fue la
exclusión del sufragio, sino el racismo persistente.
   Son estos hechos, los que explican, más no lo justifican, la eclosión de una de las guerras más
violentas de esta parte del continente, y la forma de conjurarla por parte de las Fuerzas Armadas,
celebradas por los sectores más conservadores del país, cuya voz fue los propietarios de uno de
los diarios más influyentes en la opinión pública del país; “El Comercio”, perteneciente a la
familia Miroquezada.
   De cómo fue encarada y narrada por este grupo editorial, la guerra interna más importante de
la historia del siglo XX del Perú, es la que trata el presente ensayo.
   Cuerpo
                                               La seriedad del conflicto armado -su capacidad,
                                           conjuntamente con el errático desempeño económico y las
                                           agudas caídas en los salarios reales, para destruir la
                                           efectividad del presidente Fernando Belaúnde (1980-1985) y
                                           devolver a las fuerzas armadas un papel prominente en la
                                           vida política nacional- desafiaba las expectativas de
                                           contención regional y política. ¿Por qué fue que una secta
                                           maoísta históricamente arcaica, tan contrapuesta a la
                                           dirección del cambio en la mayoría de las izquierdas
                                           latinoamericanas y peruanas, resultó ser tan capaz para librar
                                           una guerra, organizar una base de respaldo social y leer el
                                           flujo de la historia?
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                                              Steve Stern. “Los senderos insólitos del Perú”, 17: 1999.
   El Perú fue soliviantado cuando en la ciudad de Lima la mañana del 26 de diciembre de 1980
fue despertada por la noticia que daban cuenta los medios, de una información aparentemente, la
cual hacía referencia a canes muertos colgados en postes de alumbrado público en diferentes
calles céntricas de la ciudad capital; dichos perros llevaban una inscripción: “Teng Siao Ping hijo de
perra”. Sin duda, además de ser un mensaje, detrás de ello había una actitud comunicativa, la de
un grupo, nacida de los desgajamientos del antiguo Partido Comunista, y de uno de esos
desprendimientos, bajo la denominación Partido Comunista del Perú, por el Sendero Luminoso
de Mariátegui.
   Cuando dichos actos fueron llevados a cabo por el grupo Sendero Luminoso, este grupo ya
tenía actuando alrededor de ocho meses, siendo su principal teatro de operaciones el llamado
“trapecio andino”, espacio que comprendía varios departamentos, entre los cuales se hallaban:
Ayacucho, Apurímac, Huancavelica, partes altas y provincias de la actual región Arequipa y
Cusco. Mientras que en la ciudad capital, las acciones de S.L. se hallaban en el ámbito de la
propaganda, los perros colgados eran parte de ella, una manera de publicitar un modo de hacer
sentir su presencia en la ciudad capital.
   En contraposición a éste modo de publicidad, existía una gama diversa de medios de
comunicación, dentro los cuales se hallaba los medios escritos, además de medios audiovisuales
por cierto. Ellos jugaron un papel importante en la lucha contra los alzados en armas, y “por el
modo en que este periódico de referencia dominante en el Perú elaboró el tratamiento noticioso
de Sendero Luminoso”(Peralta: 1996).
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  Pero, para entender el modo como se desarrolló esta batalla en los medios, y como asumió,
uno de los referentes periodísticos más importantes del Perú, como El Comercio, se hace
necesario entender, algunas cuestiones como: ¿cuál era el problema político más importante de
entonces?, ¿qué cuestiones estaban en disputa? ¿Por qué el decano de la prensa escrita peruana,
expresión de las élites políticas del Perú, ocupó ese lugar frente a la guerra interna? Por eso, se
hace necesario identificar las cuestiones arriba señaladas, para finalmente, entender ¿cuál fue la
resultante de esa postura, a propósito del diario El Comercio?
  Un pequeño grupo político, ubicado en el espectro de la extrema izquierda, nacida de las
varias divisiones internas sufridas, siendo, la más importante, como origen y punto de partida, la
división en el antiguo Partido Comunista Peruano, allá por 1964, como expresión, no solo las
divisiones en el campo del comunismo internacional, conocida como la disputa chino-soviética
(Gorriti: 1990, Manrique: 2002, Portocarrero: 2012, Gorriti: 2017, Zapata: 2018), sino, también
por la creciente oleada campesina contra el orden terrateniente, convirtiendo al problema agrario,
como uno de los problemas centrales en el Perú en perspectiva de su desarrollo.
  Es precisamente, alrededor de la solución agraria, vale decir, la liquidación de los restos de la
semifeudalidad para democratizar la propiedad de la tierra en las zonas rurales, en especial, del
llamado “Perú profundo” donde dominaba el latifundio en manos de los “señores de horca y
cuchillo”, más conocido como gamonales, que urgía cambiar este orden social.
  La oleada campesina contra el orden terrateniente conmovió al país, no solo por lo dramático
de su lucha, sino la forma como respondían las clases propietarias, en especial, los terratenientes
aliados de las capas empresariales, tanto comerciantes, banqueros e incluso industriales. Ellas
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eran conocidas como la oligarquía nativa, constituida por 40 familias, como indicaba cierto
político de izquierda, quienes bloqueaban cualquier reforma, como solución a este problema. Y,
cuando, la ofensiva campesina amenazó el orden terrateniente con la toma de tierras en la región
central, así como las provincias cusqueñas de La Convención y Lares, la élite peruana, a través de
su representación política, vía el Parlamento, nombraron la Comisión de Reforma Agraria,
durante el gobierno conservador de Manuel Prado, más como no tuvo pasos decididos, en los
primeros años de la década de 1960, intensificaron el asedio campesino, iniciando la Reforma
Agraria con sus propias manos. De este episodio nació la figura del líder campesino; el mítico
luchador llamado Hugo Blanco G.
  El antiguo Partido Comunista peruano (a partir de ahora, por sus siglas PCP) había pugnado
por conducir la rebeldía campesina, y bajo sus auspicios e impulsos se fundó la Confederación
Campesina del Perú, allá por los años de 1947 (Kapsoli; 1974), y desde entonces, el problema
agrario se había convertido en un elemento de tensión interna en las filas de esta organización
política, presionando cada vez más, en correspondencia a lo que sucedía en el sector rural
peruano.
  De este modo, tanto el problema internacional, y sobre todo el problema nacional alrededor
del tema agrario fue el elemento agitador de las contradicciones en las filas del antiguo PCP, más
aún cuando había ingresado a militar en sus filas ex campesinos o descendientes de campesinos,
ubicados en las ciudades, representados, principalmente por una nueva juventud universitaria.
  Así, en 1964, se produjo la primera gran división en las filas del PCP, bajo la forma de la
división entre moscovitas con pekineses. Los más jóvenes liderados por el abogado de la
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Confederación Campesina del Perú (Saturnino Paredes), expulsaron al “revisionismo” de sus filas
fundando el Partido Comunista Peruano, cuyo órgano de publicación lo representaba su vocero
“Bandera roja”. Abimael Guzmán, joven catedrático de la reciente reabierta universidad San
Cristóbal de Huamanga, responsable político de la región de Ayacucho de este partido
(Degregori: 1990), más tarde el ideólogo de la “fracción roja”, como solía decir, a los integrantes
de su agrupación, como parte de su propia narración y argumentación, como necesidad política, y
a la vez justificación ideológica.
   De este modo, luego de participar en diferentes controversias internas en la agrupación
Bandera Roja, la coalición liderada por el abogado Saturnino Paredes, nacía, de otro
desprendimiento, en lo que después se conocería como Sendero Luminoso, la organización de
extrema izquierda; caracterizada por su sectarismo, intolerancia, muy voluntarista en sus
acciones. Todos estos rasgos se acentuarían cuando iniciaron la lucha armada de su “guerra
popular”, y cuanto más insistían en sus acciones, cada vez más violentas, y con alta dosis de
irracionalidad, para legitimar ideológicamente y cohesionar sus filas, afirmaban: “la rebelión se
justifica”.
   Estas características, de su comportamiento político, así como su argumentación ideológica, se
explicaban por muchos factores, pero, dos de ellos, son las que se hacen más evidentes; su
estructura dirigente y su militancia, por un lado, y por otro, su aislamiento de las otras tantas
organizaciones de la izquierda peruana. Su cuadro dirigencial, muchos de ellos pertenecientes o
descendientes de antiguas capas terratenientes en declive, o miembros de la aristocracia
provinciana venida a menos, y por otro; su militancia, hijos de campesinos o descendientes de
esta clase social, cuya emergencia y movilidad social los condujo acceder a la universidad o
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escuelas Normales de Educación, ellos fueron la vanguardia del senderismo, son quienes
ejecutaron los planes de su dirigencia “sin dudas ni murmuraciones”. Y, por último, al pertenecer
a capas sociales privilegiadas (sus dirigentes), fueron incapaces de “mezclarse” con otros
miembros del espectro de la izquierda. Su militancia, se incapacitó para interactuar por “abajo”,
al igual que por arriba sus dirigentes, estaba cancelada la posibilidad de interactuar con miembros
de otras organizaciones de izquierda.
   Esta organización tuvo al país por espacio de casi 20 años, en especial, desde 1980 hasta 1992,
tuvo al país en inestabilidad y zozobra política al país, siendo más acusado, en los primeros años
de la década de 1990, cuando Sendero Luminoso, luego de su primer congreso, realizado en
1988, acordara materializar el plan para conquistar el poder, porque, según ellos, contaban con
paridad de fuerzas con el estado, es decir, según ellos habían logrado un equilibrio estratégico.
   El atentado de Tarata (Miraflores), en julio de 1992, aterrorizó a la élite peruana. Miraflores,
simbolizaba a este grupo social y los medios, en especial, el referente de las élites peruanas; el
diario del Comercio, “que nunca aceptó la categoría de guerrilla para Sendero Luminoso y, más
bien, reservó para éste el calificativo de banda compuesta por delincuentes y
genocidas”(Peralta: 1996), cuando se produjo dicho atentado, no solo lo condenó, sino la
desacreditó, poniendo énfasis y “máximo relieve a la naturaleza demencial, criminal, resentida y
polpotiana de la violencia senderista”. Y, como afirma el historiador Víctor Peralta: el diario
siguió haciendo suya la información gubernamental sobre Sendero Luminoso, en tanto la
información permaneció en los predios militares y policiales. En ese contexto, es de destacar
asimismo que la elite empresarial de El Comercio otorgó un papel pasivo a sus periodistas y
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corresponsales, quienes debían limitarse a informar sobre los hechos de violencia sin incorporar
ningún tipo de comentario”.
  Era la expresión, no solo de los sentimientos de la élite empresarial de El Comercio, sino,
también expresaba los deseos y sentimientos de la elite peruana en su conjunto. Cerrada,
sumamente intolerante, agresiva y excluyente. Desde esa postura juzgaba los hechos políticos, y
por cierto el hecho político que había puesto en vilo al país, como era la guerra interna. Sin
aceptar disidencias y fracturas, como era la elite dirigente de Sendero Luminoso, la elite peruana,
expresada, a través del vocero, o como dice otro investigador; el referente periodístico, El
Comercio, coincidía con el espíritu emocional de las elites en general y las elites peruanas. La
guerra interna, no hizo más que expresar dramática y aguda dicha situación.
  Conclusiones
  Bibliografía:
Acevedo, Jorge (2002) Prensa y violencia política (1980-1995).
DESCO (1989) Violencia política en Perú. 1980-1988.
Degregori, Carlos (2000) Discurso y violencia política en Sendero Luminoso. Boletín
del Instituto francés de estudios andinos.
Kalyvas, Stathis (2010) La lógica de la violencia en la Guerra Civil.
IEP (1996) Rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso.
Manrique, Nelson (1993) Nota sobre las condiciones sociales sobre la violencia
política en el Perú. Revista de neuropsiquiatría 56: 235-240.
Congreso de la República (1993) El tiempo del miedo. Racismo y violencia política
      en el Perú (1980-1996).
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Marzal, Manuel (1994) Etnicidad y violencia en el Perú.
       https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/9323/CC-012_art_5.pdf?
       sequence=1&isAllowed=y
Peralta, Víctor (1996) Prensa, opinión pública y terrorismo en Perú (1980-1996).
       Tesis para optar el grado de doctor. Universidad Complutense de Madrid.
       Facultad de Ciencias de la información, Departamento de Sociología.
Uriarte, Augusto (2019) La prensa ante la violencia terrorista en el Perú. 1980-1988.
Tesis. Universidad de Salamanca
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