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Dualismo Antropológico. Mecanicismo y Libertad.

Descartes propuso una antropología dualista que dividía al ser humano en dos sustancias distintas: el cuerpo (materia extensa) y el alma (pensamiento). Esto planteaba el problema de cómo estas sustancias forman un único ser humano, lo que Descartes explicó a través de la glándula pineal. Sin embargo, surgía la cuestión de cómo conciliar el mecanicismo del cuerpo con la libertad humana, a lo que Descartes respondió que es el alma y su capacidad de razonar los que dan la libertad.
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Dualismo Antropológico. Mecanicismo y Libertad.

Descartes propuso una antropología dualista que dividía al ser humano en dos sustancias distintas: el cuerpo (materia extensa) y el alma (pensamiento). Esto planteaba el problema de cómo estas sustancias forman un único ser humano, lo que Descartes explicó a través de la glándula pineal. Sin embargo, surgía la cuestión de cómo conciliar el mecanicismo del cuerpo con la libertad humana, a lo que Descartes respondió que es el alma y su capacidad de razonar los que dan la libertad.
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DUALISMO ANTROPOLÓGICO. MECANICISMO Y LIBERTAD.

Descartes fue un filósofo del siglo XVII , que pertenecía al movimiento filosófico racionalista que
defiende la idea de que el conocimiento humano proviene de la razón y de nuestra capacidad para razonar
y la existencias de las ideas innatas. Al contrario que el empirismo, que defiende que las ideas y el
conocimiento provienen de la experiencia, negando la existencia de ideas innatas.
Descartes destacó por su obra El Discurso del Método (1637) donde exponía la necesidad de crear un
método (basado en un ideal matemático) aplicable a cualquier disciplina para alcanzar la verdad. El
método de Descartes se basó en los principios del conocimiento humano : la intuición y la deducción.

La antropología es, a grandes rasgos, el estudio del ser humano. Descartes era dualista antropológico porque no
tomaba al ser humano como un todo sino que lo dividía en materia extensa y pensamiento, es decir, cuerpo y alma.

Sabemos que Descartes ya ha demostrado que somos seres pensantes (pienso, luego existo), la cual es la primera
verdad universal a la que le atribuye el nombre de sustancia pensante. Además existe la sustancia infinita (atribuida a
Dios y que demuestra con una serie de argumentos) y la extensa que posee dos tipos de cualidades distintas: las
primarias (se perciben con claridad y distinción, y son las que existen objetivamente independientemente del sujeto
analizado: extensión, volumen, figura y movimiento) y las secundarias son de menor importancia al ser apreciaciones
subjetivas sobre el objeto (ejemplos: color, sabor, olor).

La duda que surge ante la división que Descartes realiza sobre el ser humano es la siguiente: Si cuerpo y alma son dos
sustancias distintas, ¿cómo puede ser que ambas conformen algo que reconocemos como un único elemento?

Descartes establece que estas dos sustancias se unen mediante la glándula pineal, una parte concreta del cerebro
(aunque realizó un estudio para demostrarlo, este se considera uno de los puntos más débiles de su filosofía).
Descartes explica la unidad de estas sustancias de la siguiente manera: si cuerpo y alma no estuvieran unidos y yo me
pinchara, no sentiría dolor sino que solo recibiría, como ser pensante, la información de la herida y no el sufrimiento.
Es necesario recalcar que para Descartes, aunque cuerpo y alma están unidos, no mantienen una relación de necesidad
sino de complementariedad, lo que quiere decir que no se necesitan para existir pero que, una vez unidos, se
complementan pues como ya sabemos la sustancia es un elemento ontológico que no necesita para existir nada más
que su propia existencia. Para Descartes es muy importante incidir en la independencia de la sustancia pensante y la
extensa para poder explicar el funcionamiento mecánico de la segunda pues el filósofo pensaba que nuestra sustancia
extensa funcionaba como una especie de reloj que, según el filósofo, se formaría por una serie de engranajes como
una máquina de relojería, los cuales le harían funcionar pero, si esto es así, ¿dónde queda la libertad del ser humano?
Para Descartes la respuesta residía en el alma que, con su capacidad de razonamiento, nos puede dar la libertad,
liberándonos de las pasiones.

Para Descartes todas las pasiones se originan en el cuerpo, de acuerdo a nuestro funcionamiento mecanizado, pero
afectan al alma. Estas pasiones son involuntarias, porque no dependen del alma racional y por ende, también son
irracionales pero no han de ser necesariamente malas ni tampoco buenas aunque su exigencia de ser satisfechas con
inmediatez obligan a gestionarlas mediante la razón para vivir de la mejor manera posible. Esto se relaciona
directamente con la visión de Descartes sobre la libertad. Para el filósofo, el alma tiene dos funciones principales: la
voluntad y el entendimiento. El entendimiento nos permite intuir verdades claras y evidentes y la voluntad nos hace
elegir cuáles lo son y cuáles no. Paradójicamente, para Descartes, ser libre no es hacer lo que se desee ya que
podríamos movernos por la inmediatez de las pasiones, lo cual nos convertiría en esclavos de las mismas; ser libre
sería, por tanto, someter tu voluntad a tu entendimiento, a lo claro y evidente, y dejar que tu racionalidad te guiara.
Aunque también es cierto que Descartes contempla la posibilidad del error al intentar alcanzar la libertad, es decir:
puedo elegir y me puedo equivocar por fruto de la voluntad, de esta forma sabré que no he tomado el camino
correcto. Esto es lo mismo que ocurre cuando trato de buscar una verdad clara y evidente: puedo caer en la
precipitación (tomar como verdadero algo que no lo es) o en la prevención (no tomar algo como verdadero cuando si
lo es) pero cayendo en el error sabré que ese no es el camino a seguir.

Con esta visión del ser humano y, al separar el cuerpo del alma pensante, puede afirmar que el pensamiento es
independiente de nuestro cuerpo mecanizado, que sigue su camino propio en la búsqueda de las verdades universales.

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