República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA
Magistrado Ponente
SC12323-2015
Radicación n.° 41001-31-03-004-2010-00011-01
(Aprobado en Sala de veintinueve de julio de dos mil quince)
Bogotá, D. C., once (11) de septiembre de dos mil quince
(2015).
Se decide el recurso de casación de Elisa Murcia de
Molina contra la sentencia de 2 de agosto de 2013, proferida
por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Neiva, Sala
Civil-Familia-Laboral, en el proceso ordinario de la
recurrente contra la sociedad Ávila Gordillo Hermanos y Cía.
S. en C., en liquidación, y personas indeterminadas.
1. ANTECEDENTES RELEVANTES
1.1. El petitum. La demandante solicitó se declarara
haber adquirido por el modo de la prescripción
extraordinaria, el derecho de dominio del inmueble rural Las
Brisas, sito en el municipio de Rivera, Huila, paraje El
Albadán, identificado como aparece en la demanda genitora.
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1.2. La causa petendi. La actora fundamenta lo
anterior en la posesión material por más de veinte años,
sumada la de su antecesora y la propia.
La primera ejercida por la sociedad interpelada, en
calidad de propietaria del fundo, desde el 2 de septiembre de
1989, hasta el 29 de marzo de 2001; y la segunda, a partir
de esta última data, cuando aquella, en virtud de una “(…)
promesa de compraventa o de permuta (…)”, le hizo entrega
real del ánimo de señora y dueña.
1.3. El escrito de réplica. La sociedad demandada se
opuso a las pretensiones, en lo esencial, frente a la nulidad
absoluta del referido acto preparatorio, pues el apartamento
permutado por el predio reclamado, se encontraba fuera del
comercio en virtud de un embargo judicial.
En adición, por cuanto el Juzgado Quinto Civil del
Circuito de Neiva, Huila, mediante sentencia de 15 de julio
de 2005, negó la pretensión de la ahora accionante, dirigida
a obtener la suscripción del contrato prometido, al
encontrarla reo de incumplimiento.
1.4. El fallo de primera instancia. El 16 de enero de
2012, el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de la citada
ciudad, accedió a la pertenencia, al hallar demostrada la
posesión material alegada, tanto la “indirecta” o antecedente,
como la “directa” o actual, por el término superior a 20 años.
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1.5. Contra lo decidido, la parte convocada interpuso
recurso de apelación.
2. LA SENTENCIA IMPUGNADA
2.1. Niega la suma de posesiones, por ser distintas la
ejercida de hecho, por lo tanto, endeble, al abdicar frente a
acciones reales, y la de propietario, al corresponder a un
estatus jurídico protegido a ultranza por el ordenamiento.
2.2. Para el Tribunal, la “(…) posesión de propietario sólo
puede ser trasmitida con fines dispositivos (…) aplicable al
sistema del que es parte y no es posible hacerla extensible a
figuras como la suma de posesiones de la cual solamente se
pueden beneficiar los simples poseedores de facto (…)”.
La diferencia, dice, es ostensible, pues en la posesión
regular, ejercida en virtud de la entrega del dueño de la cosa,
la ley autoriza la merma del término prescriptivo, pero no la
facultad de agregación. Y en la relación poseedor de hecho y
propietario, aquel sólo puede hacerse a la propiedad, en la
medida que discuta el derecho del último.
De ahí, “(…) si la intención del demandante era
desconocer el derecho de dominio que le asistía al
demandado, no puede ahora beneficiarse de algo que no
reconoce, como es la posesión del propietario (…)”.
En ese orden, ante la imposibilidad jurídica de sumar
una y otra posesión, la actora lo es desde el 29 de marzo de
2001. Por esto, con referencia a la fecha de la demanda, el 4
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de diciembre de 2009, el “(…) plazo exigido por la prescriptiva
extraordinaria se encuentra insatisfecho (…)”.
2.3. El ad-quem, en consecuencia, revoca la decisión
apelada y no accede a la pertenencia.
3. LA DEMANA DE CASACIÓN
3.1. En el único cargo formulado se denuncia la
violación directa de los artículos 762, 764, 770, 775, 778,
2512, 2518, 2521 y 2531 del Código Civil.
3.2. Según la recurrente, el juzgador de segundo grado
incurrió en un desafortunado entendimiento jurídico sobre la
agregación sucesiva de posesiones, pues al requerirse un
título para su encadenamiento, en la actualidad, sin ninguna
cortapisa probatoria, cual lo rectificó la Corte a partir de la
sentencia de 5 de julio de 2007, se entiende, en el caso de ser
singular, consentida con el antecesor.
Por esto, un título cualquiera es suficientemente
justificativo de traslación, al margen de si la posesión es
jurídica o de facto, no así para la transferencia del dominio
tratándose de bienes raíces. De ahí, se ignora, ante el silencio
de la ley y de la jurisprudencia, de dónde, al decir del
Tribunal, la primera, la posesión de propietario, “(…) no
puede tenerse en cuenta para la suma de posesiones (…)”.
En sentir del juzgador acusado, solamente pueden
anudarse posesiones de facto, ante la imposibilidad de
mezclarlas con cuestiones jurídicas. La postura, empero,
echa por tierra la nueva doctrina, puesto que lo reprobado
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por la Corte fueron formalidades de demás, verbi gratia,
exigir con ese propósito escritura pública, cuando como se
enseñó en el antecedente citado “(…) para su protección no
hay necesidad de vincularla o atarla a derecho alguno (…)”.
Es más, agrega la censura, en el mismo precedente se
admitió en veces la imperiosa relación y no la imposibilidad
de relacionar ambas cosas. Cuando el poseedor de facto
pretende sacar ventaja especial, por ejemplo, sumar
posesiones, expuesto queda a justificar el apoderamiento de
la cosa y de provenir “(…) directamente del propietario, ¿cómo
no poder sumar la posesión de éste?”. Y si se actúa a la vista
de todos, a la luz del día, lejos está pensar que el “(…) obrar
rectilíneo pueda acarrear perjuicio (…)”.
Añade, transferidas la propiedad y la posesión no se ven
dificultades del adquirente para reclamar la usucapión, si
todo lo tiene. El interés surge en el caso de no haber llegado
al poseedor el dominio, por cualquier circunstancia, y
observa la necesidad de reclamar la pertenencia. En ese
evento, nada obsta sumar la posesión del otrora propietario,
al no haber actuado de modo indebido.
Es cierto, afirma, un poseedor de facto desconoce el
derecho del dueño sobre la cosa controvertida. El juzgador,
sin embargo, pierde de mira que las posesiones a sumar son
sucesivas y no coetáneas, cada una con su respectivo cuadro
espacio-temporal. El poseedor, por supuesto, reconoce el
dominio del antecesor cuando detentaba el bien como
propietario, pero no está diciendo que actualmente posee,
sino que poseyó en algún tiempo pasado.
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3.3. Concluye la recurrente, cuando el ad-quem “(…)
cayó en el distingo entre posesiones de facto y posesiones de
propietarios, para entender que estas últimas no cabían en la
agregación de posesiones, estuvo equivocado (…)”, llevándolo
a violar el derecho sustancial en la materia.
4. CONSIDERACIONES
4.1. Denunciada la comisión de errores iuris in
iudicando, implica para la censura aceptar las conclusiones
sentadas por el juzgador acusado en el campo de los hechos
y de las pruebas.
4.1.1. En concreto, si el Tribunal negó la suma de
posesiones, esto supone su existencia sucesiva. La de la
prometiente vendedora del derecho de dominio, ahora
demandada, desde el 2 de septiembre de 1989, hasta el 29
de marzo de 2001, y la de la actora, entre esta última data y
el 14 de enero de 2010, fecha de la demanda.
Del mismo modo, ningún reparo acerca del título o
negocio jurídico que eslabona una y otra posesión, en el caso,
una promesa de compraventa; ni respecto de la conducencia
de la prueba de su adquisición cuando es convencional,
punto en el cual existe libertad demostrativa, como así lo
precisó esta Corporación en sentencia 083 de 5 de julio de
2007, expediente 00358, citada en el cargo.
4.1.2. El problema, estrictamente jurídico, se reduce a
establecer si esas posesiones, en palabras del Tribunal, de
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propietaria, la primera, y de facto, la segunda, cuya duración,
según se observa, supera veinte años, son compatibles, cual
en términos generales sostiene la censura; o si, al decir del
Tribunal, la derivada de la titular del dominio, únicamente
tiene “(…) fines dispositivos (…)” en la medida que se aúna a
la transmisión del derecho.
En esa línea, si la pertenencia solicitada fue abatida por
razones distintas a exigencias probatorias, menos en punto
de la idoneidad del medio de enlace de las posesiones
blandidas, al margen de la sustantividad de una y otra, salta
a la vista, el juzgador acusado lejos estuvo de echar por tierra
el precedente de la Corte. Ninguna rectificación, entonces,
cabe hacerse en esa estricta materia, cual lo solicita la
censura.
4.2. La actuación de la actora, es incontrastable, no fue
inopinada, sino motivada por carecer de la titularidad del
derecho de dominio, vale decir, de la facultad de disponer
jurídicamente del inmueble, así ostente el poder material del
mismo, con ánimo de señora y dueña.
4.2.1. Esto significa, mientras la pretensora, a raíz de
su posesión, se comporta como dueña, sin serlo en la
realidad, la demandada, quien lo es, paradójicamente, no
puede usar -ius utendi-, ni gozar -ius fruendi- la cosa, no
obstante otrora haber tenido ese goce y disfrute. Como se
observa, el atributo del poderío, como facultad dispositiva, a
la vez, material y jurídico del fundo -ius abutendi-, por uno u
otro contendiente, es lo que en últimas hace la diferencia.
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4.2.2. En todo caso, la posesión es el elemento común.
La sociedad Ávila Gordillo Hermanos y Cía. S. en C., en
liquidación, la ejercía en calidad de dueña, y Elisa Murcia de
Molina, como si lo fuese. Ahora, si aquélla la entregó a ésta,
se repite, despojada del dominio, en virtud de una promesa
de contrato, significa que la relación posesión de la
demandante es convencional, por tanto, al provenir del
legítimo propietario, es la misma de éste.
El artículo 778 del Código Civil, al instituir la suma de
posesiones, así lo establece, al decir que cuando el sucesor a
título singular opta por agregar a la suya (accesio
possessionis), la posesión material de su antecesor, “(…) se
le apropia con sus cualidades y vicios (…)”. En ese orden, la
posesión que puede agregar la demandante, es la del
verdadero dueño y no la ejercida en contra de éste.
4.3. En ese orden, al remplazar la demandante al titular
del dominio en el goce y disfrute del inmueble reclamado,
pasa a examinarse, al invocar la suma de posesiones, si la
del verus domino, al margen de la ejercida por ella, resultaba
hábil para usucapir extraordinariamente.
4.3.1. Esta Corte ha construido una vasta y profunda
línea jurisprudencial, sobre los distintos tópicos relacionados
con la naturaleza y alcance jurídico de la prescripción
adquisitiva de dominio. En particular, en repetidas
providencias, ha puntualizado que la posesión puede ser
ejercida directamente por actos propios o a través de la
figura de la suma de posesiones, reconocida en el
ordenamiento civil, en los artículos 778 y 2521 del Código
Civil, como una forma benéfica de proyección del poder de
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hecho de las personas sobre las cosas; y puede tener su
fuente en la accessio possessionis por acto entre vivos o en
la succesio possessionis, cuando el causante fallecido
transmite la posesión a sus herederos. Al poder agregar el
tiempo de su antecesor o antecesores, el último poseedor
podrá beneficiarse, y ganar por prescripción un bien
determinado.
En la accessio possessionis, modalidad sumatoria que
ocupa la atención en este asunto, se ha precisado que para
que tenga ocurrencia el fenómeno de la incorporación fáctica
es necesaria la afluencia de las siguientes condiciones: “(…)a)
que haya un título idóneo que sirva de puente o vínculo
sustancial entre antecesor y sucesor; b) que antecesor y
sucesor hayan ejercido la sucesión de manera ininterrumpida
y c) que haya habido entrega del bien, lo cual descarta
entonces la situación de hecho derivada de la usurpación o el
despojo”1.
Recuérdese, centenariamente en una bien decantada
doctrina probable2, esta Sala, incluyendo la memorada
sentencia citada por el censor3, ha reiterado con claridad
meridiana que para la concurrencia de la anexión válida de
posesiones, el núcleo del instituto sumatorio “intervivos” se
forja con la presencia de: i) negocio jurídico válido, esto es,
que haya pleno consentimiento entre el poseedor que se
despoja de la materialidad de la cosa y de quien la adquiere
en su condición de causahabiente; ii) homogeneidad en la
posesión, vista como identidad o uniformidad en la cosa
1 CSJ. Civil. Sentencia 011 del 6 de abril de 1999, expediente 4931.
2 Art. 4 de la Ley 169 de 1896, CConst. Sent. C-836 de 2001.
3 CSJ. Casación civil, sent. del 5 de julio de 2007.
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poseída con sucesión cronológica ininterrumpida; de modo
que el antecesor o antecesores, hayan sido poseedores del
mismo bien formando una cadena de posesiones
ininterrumpidas; y, ii) entrega de la cosa poseída.
Con relación al primer elemento pergeñado, la
Corporación ha mantenido la tesis según la cual, es
necesario que exista un pontón traslativo que permita la
creación de un vínculo sustancial entre el sucesor y el
antecesor; como la compraventa, permuta, donación, aporte
de sociedad, etc.; sin que necesariamente se requiera para su
demostración escritura pública, porque ha modulado la
antigua tesis, según la cual el título con virtualidad para
anudar posesiones debía corresponder con la naturaleza
jurídica del bien de que se tratara:
"(…) Ahora bien, por su particular relación con el asunto
que se examina resulta conveniente reiterar el aspecto de
título singular generador de la sucesión de posesiones,
que no puede perfeccionarse y, por ende, producir los
efectos de agregación, sin que se cumpla con las
formalidades legales señaladas para el acto respectivo,
es decir, por medio de público instrumento si se trata de
la traslación del hecho de la posesión en inmuebles (…)"4.
Precisamente, a partir del año 2007, flexibilizó esta
doctrina, para admitir que un título cualquiera es suficiente.
En este sentido, sostuvo:
4 CSJ. Civil. Sentencia del 26 de junio de 1986. También puede encontrarse en
sentencias del 26 de junio de 1951 (LXX, pág. 408); 15 de febrero de 1966 (CXV, p.
123); 26 de agosto de 1969 (CXXI, p. 180); 21 de agosto de 1978; 13 de septiembre
de 1980.
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“(…) ¿Qué es lo que se negocia? Simplemente la posesión;
o si se prefiere, los derechos derivados de la posesión. Y
transmisión semejante no está atada a formalidad
ninguna. (…)”.
“(…).
“(…) Por lo demás, requerir que en tales casos, para
poder sumar posesiones, exhiba una escritura pública,
es demandarle cosas como si él alegase ser poseedor
regular, donde tal exigencia sí está justificada del todo.
Una cosa es aducir suma de posesiones y otra alegar que
se es poseedor regular”5 (Sublíneas fuera de texto
original).
Ahora bien, la no exigencia de la posesión regular, no
elimina el requisito del vínculo o negocio jurídico que debe
mediar entre sucesor y antecesor para que se verifique la
suma de posesiones; de manera que el título debe contar con
la idoneidad suficiente para demostrar que la posesión fue
convenida, evitando así que la unión de posesiones provenga
de ladrones o de usurpadores: “(…) Por consecuencia, un título
cualquiera le es suficiente. Nada más que sea idóneo para
acreditar que la posesión fue convenida o consentida con el
antecesor. (…)”6.
Sin embargo, la posesión de quien se reputa dueño sin
serlo, supone el desconocimiento frontal de los derechos del
5 CSJ. Civil. Sentencia del 5 de julio de 2007, citada.
6 Ibídem.
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propietario, por cuanto traduce rebelarse en un todo contra
el verus domini, y a fortiori, cuando su derecho tiene como
antecedente inmediato un negocio jurídico consistente en
una promesa de contrato de compraventa celebrado con el
mismo propietario inscrito y demandado, como eventual
pontón para sumarla.
Por regla general, quien obrando como propietario pleno
celebra promesa de contrato en esas condiciones, sigue
conservando el derecho de dominio; apenas contrae
obligación de hacer, esto es, la de celebrar el contrato
prometido, pero no ejecuta la tradición, tampoco la promesa
envuelve la ejecución de una obligación de dar el derecho de
dominio, simplemente apareja la de celebrar el contrato;
apenas entrega la tenencia mas no la posesión de quien es
dueño. Ni aun señalando que transfiere la posesión material
al prometiente comprador y asentando que desde ese
momento lo torna poseedor, puede éste reclamar la
adjunción de esas posesiones porque el solo el hecho de
demandar el derecho de dominio a su favor implica psíquica
y conceptualmente combatir abiertamente al verus domini, y
esta confrontación significa la ruptura automática y de pleno
derecho del consentimiento que supone el negocio jurídico, y
por supuesto, del conector, como elemento estructural de la
suma de posesiones para que esta resulte válida. Esto es así,
por cuanto el usucapiente al demandar al verdadero
propietario o a quien se crea con derechos inscritos, desde
una perspectiva objetiva como subjetiva, desquicia y rompe
el consentimiento ínsito en el contrato, negocio o convenio
que serviría para anudar las posesiones aditadas con aquél.
Como corolario, quien en estas circunstancias demanda la
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declaración de pertenencia, rehúsa “in radice” cumplir lo
pactado en el contrato que ha prometido celebrar.
En tal caso, si el prometiente comprador se quiere
postular como poseedor material, en franca insurrección
contra su prometiente vendedor, sólo puede tenerse como tal
desde el momento en que interversa abrupta y efectivamente
su condición jurídica, o, a lo sumo desde cuando recibe la
cosa del prometiente vendedor bajo tal condición.
La agregación de posesiones entre tradentes y
sucesores de la misma, supone armonía y consenso,
debidamente establecidos, elementos ausentes en quien se
encuentran en directo amotinamiento y en sedición contra
su causahabiente en la eventual posesión transferida; por
ello sentenciosa, ha dicho esta Corte: “(…) a la unión de
posesiones no puede llegar quien a otro desposeyó. De tan
notable preeminencia no podrán disfrutar ni los ladrones ni
los usurpadores. Estos no cuentan con más posesión que la
suya. Unos y otros no reciben de nadie nada. Y, claro, así no
puede considerarse al usurpador, por ejemplo, sucesor, ni
antecesor a la víctima del despojo, toda vez que eliminada de
un tajo queda toda relación de causante a causahabiente”7.
7 CSJ. Civil. Sentencia de casación del 5 de julio de 2007. Ya en providencia de 1993
había expresado esta Sala: “Finalmente, es indispensable la presencia de un título
justificativo de la adquisición de las sucesivas posesiones, habida consideración que,
en mérito de razones éticas obvias, los usurpadores no pueden sacar ventaja ninguna
de la posesión que tenía la persona a quien despojaron, así como tampoco de la que
ostentaron sus antecesores (…)” (subrayas ex texto) (CSJ, Cas. Civil, sent. ene.
22/93, exp. 3524. Antes, había afirmado: “Siendo, entonces, indispensable la
existencia del vínculo jurídico entre el sucesor y su antecesor, es por lo que se explica
y aparece como obvio, que quien ha hurtado una cosa, así se convierta en poseedor,
no pueda sumar a su posesión la de la persona o víctima de la cosa sustraída, porque
en este evento, como lo ponen de manifiesto los tratadistas, la víctima no es
jurídicamente antecesor de aquel. Otro tanto ocurre con el usurpador o invasor,
porque estos no son causahabientes de los antecesores, por carecer de vínculo
jurídico” (CSJ. Civil sent. de casación del 25 de septiembre de 1992).
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De tal manera, que constituye un rotundo
contrasentido sustantivo y lógico pretender agregar la
posesión del propietario demandado con la posesión material
del no propietario demandante. Los dos prometientes, ahora
oponentes, se encuentran en dos extremos antitéticos de la
relación jurídica, como el agua y el aceite, lo blanco y lo
negro, el ser y el no ser, la posesión de propietario
demandado y la posesión material del poseedor demandante,
la tesis y la antítesis, A y no A, pues al paso que uno es
demandado y antagonista, el otro es demandante y pretenso
adquirente; porque de inmediato queda fraccionado el
vínculo jurídico, e inexistente aparecerá la causa legal que
permite anejar las dos posesiones sucesivas, cuando el
sucesor desconoce el contrato por medio del cual, el
antecesor le transmite la posesión.
Repugna al raciocinio la existencia de consenso
recíproco en el negocio jurídico posesorio, quienes en la
relación jurídica procesal exponen dos posiciones
antinómicas ante el Estado, en sede jurisdiccional. Ello,
encierra una evidente contradicción lógica, epistemológica y
ontológica, como atrás quedó ejemplificado, porque a la vez
que el propietario demandado ostentó la posesión hasta la
fecha de la negociación y de entrega de la cosa, en ese
interregno la ejerció como verdadero dueño, con venero en el
auténtico derecho de propietario; mientras la del ahora actor
se edifica sobre los hechos, en lo fáctico, en conspiración
contra la del propietario, arrinconando el derecho y la calidad
jurídica de su antecesor, y de paso, quebrando el elemento
consentimiento que demanda la negociación de posesiones
cuando una y otra se quieran sumar.
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No puede existir enlace interno y necesario, entre
quienes ostentan dos posiciones irreductibles, diferenciadas
y polarizadas. Cuando el sucesor de la posesión se alza
contra el antecesor, la historia de la propiedad queda rota
integralmente, porque el poseedor demandante reniega de su
causante al promocionarle el conflicto y al rechazar desde
todo ángulo el contrato de promesa de compra venta. En
situaciones de este talante, se presenta un corte y una
discontinuidad jurídica que repugna a la continuidad, a la
homogeneidad y a la uniformidad que reclama la suma de
posesiones. Uno reclama victoria y otro derrota, el poseedor
de hecho procura la exclusión del propietario, su sustitución
en el registro del devenir del derecho registral de la tradición,
mientras que el propietario demandado opugna.
El poseedor demandante procura sustituir la voluntad
del propietario promitente vendedor, busca aniquilar el
derecho de éste y todo acto dimanante del mismo, para en su
lugar recubrirlo con el sello del poseedor de facto, pero
paradójicamente se escuda en el derecho de aquél.
Acepta la existencia de la promesa de contrato como
instrumento para edificar la suma de posesiones reclamada,
pero al mismo tiempo, negativamente la desecha para
deshonrar y desobedecer su ejecución. Reclama efectos
jurídicos para demostrar la existencia del tiempo suficiente
para usucapir merced al de quien poseyó la cosa como
propietario, postulando su útil añadidura; pero niega del
todo el gobierno del negocio jurídico inserto en la promesa,
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para desconocer los derechos y obligaciones que la misma
convención le impone frente al propietario.
En esas condiciones, el vínculo jurídico que reclama la
accessio possessionis queda íntegramente arruinado, porque
el poseedor quiere beneficiarse de lo que ahora desconoce,
pues procura que el juez le declare el derecho de dominio
rehusando la promesa que antes firmó.
Por ese camino, fácilmente se desquicia en la tradición
jurídica el derecho de propiedad, porque bastará con pocos
días de posesión por parte de un promitente comprador
insurrecto, para sumar el tiempo de su promitente vendedor
en su condición de propietario ahora desconocido, para
despojar irregularmente el derecho de dominio; forzando por
causa de una equívoca interpretación de la doctrina de la
suma de posesiones, una declaración de pertenencia por
parte del juez, con apoyo en un marco infundado y sofístico.
Quien deriva por virtud del negocio jurídico, derechos
del verus domini y se pretende poseedor, debe mostrar sin
penumbra alguna que interversó su condición de tenedor por
la de poseedor. Muy por el contrario, si pretende el
cumplimiento del contrato, debe aceptar expresamente la
existencia del mismo y pregonar que su tradente es
verdaderamente propietario para que haya tradición válida;
ahora, si repudia el negocio jurídico para amotinarse contra
la convención debe aportar prueba convincente de su
disentimiento de los derechos del causahabiente,
demostrando la transformación de tenedor por la de
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propietario. Solamente rechazando ese negocio jurídico
puede tornar su condición de tenedor en poseedor.
4.3.2. En el caso, la censura reclama contra la negativa
de sumar la posesión que viene directamente del propietario,
porque a su juicio, su derecho es claro, por hallarse en
“inmejorable situación” quien “negocia con el dueño de las
cosas”, infiriendo ligeramente, “(…) lejos de pensar que el
obrar rectilíneo puede acarrear perjuicio”. Pero el
razonamiento es deleznable porque no advierte que cuanto
mancha esa posibilidad incorporativa estriba en la deslealtad
del promitente comprador con el promitente vendedor, al
pretender anexar la posesión de su antecesor y que otrora
ejerció, reversando del todo las acciones contractuales frente
a las acciones reales.
Claro, aparentemente no infringe el postulado de no
contradicción al tratarse de posesiones sucesivas y no
simultáneas, pero la cuestión yace esencialmente en la
ruptura del asenso, del acuerdo, de la autorización, del
conector, del compromiso, de la buena fe, del nexo que
demanda el acto jurídico que traslada la posesión del
antecesor al sucesor, fatalmente quebrado cuando una de las
partes de ese negocio se alza contra el otro contratante,
perdiendo toda idoneidad jurídica para acumular una y otra
posesión.
4.3.3. La posesión material, suficientemente es
conocido, se erige en presupuesto de la prescripción
adquisitiva del dominio, en cuanto asegura el derecho de
propiedad radicada en personas distintas del poseedor, para
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quienes se extingue, luego de ejercida durante el tiempo
dispuesto en el ordenamiento positivo.
Por esto, en los términos del artículo 2512 del Código
Civil, la “(…) prescripción es un modo de adquirir las cosas
ajenas, o de extinguir las acciones y derechos ajenos, por
haberse poseído las cosas y no haberse ejercido dichas
acciones y derechos durante cierto lapso de tiempo, y
concurriendo los demás requisitos legales”.
El fundamento de la usucapión, al decir de la Corte,
descansa en el “(…) abandono del dueño (…)”8 del uso y
disfrute de la cosa. Se trata de una especie de sanción contra
el titular del derecho, precisamente, al no reivindicarlo
oportunamente.
Si la prescripción adquisitiva tiene por mira el dominio
“ajeno”, en coherencia con lo arriba argumentado, inane
resulta al legítimo titular, fundado en su posesión, reclamar
un derecho suyo, evocando el mismo lenguaje de la censura,
“(…) si todo lo tiene (…)”. La posesión del propietario, por el
contrario, se erige en instrumento para impedir que otro
adquiera el bien por el fenómeno de la usucapión.
Corresponde, en referencia a la clasificación tripartita
del proyecto de Código Civil de 1853 de don Andrés Bello, a
la posesión “(…) unida al dominio, que es la ejercida por el
verus domino (…)”, también conocida, para entonces, como
8 CSJ. Civil. Sentencia de 9 de octubre de 1963 (CIII-189). Reiterada en fallos de 4 de
julio de 2002, expediente 7187, y 22 de julio de 2010, expediente 00855, entre otros.
Trasuntos de esa posesión inscrita son los artículos: 764, 785, 789, 790 y 2526 del
Código Civil.
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posesión inscrita, cual tiene precisado la Corte9. En todo
caso, como allí mismo se anotó, distinta a la de “(…) quien no
es dueño pero tiene justo título y buena fe, denominada
posesión civil (…)”; y a la de “(…) quien ni es dueño mi tiene
justo título o buena fe, llamada posesión natural (…)”.
Estas últimas, en su orden, conocidas como posesión
regular e irregular (artículo 764 del Código Civil). En
correlación, únicas estatuidas para adquirir el dominio ajeno
por el modo de la prescripción ordinaria (artículos 2527 y
2528) o extraordinario (artículo 2531), según el caso.
4.3.4. En suma, frente a lo discurrido, la posesión de la
sociedad demandada, Ávila Gordillo Hermanos y & S. en C.,
ejercida en su calidad de titular del derecho de dominio, no
sería apta para prescribir, en el interregno comprendido
entre el 2 de septiembre de 1989 y el 29 de marzo de 2001,
pues resulta contrario a lógica adquirir un derecho que es
suyo. Por lo mismo, con ese mismo propósito, la demandante
Elisa Murcia de Molina, no la podría agregar a la suya.
En coherencia con lo dicho, si en ese período la citada
sociedad era propietaria, mas no cobijada por la presunción
del ánimo de señorío, aludida en el artículo 762 del Código
Civil, su posesión no puede equipararse a la ejercida por
quien se encuentra desprovisto del dominio. Por esto, el
poseedor con causa en ese derecho, prevalido del título y el
modo, por tanto, carece de legitimación para demandar la
prescripción adquisitiva de algo asido en su patrimonio.
9CSJ. Civil. Sentencia 109 de 21 de julio de 2002, expediente 6889, reiterada en fallo
116 de 23 de septiembre de 2004, expediente 7362.
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Desde luego, como se avizoró, en la accesión de
posesiones se requiere que éstas sean, en palabras de la
Corte, “(…) uniformes o idénticas en cuanto a su objeto, entre
sí enteramente homogéneas, lo que conlleva a afirmar, por
ejemplo, que no es admisible sumar a la posesión sobre cosas
corporales, aquella que recae sobre puros derechos (…)”10.
Por esto, la demandante Elisa Murcia de Molina, en la
hipótesis de poder ganar el dominio del inmueble pretendido,
por el modo de la prescripción, ya ordinaria, ora
extraordinaria, nada puede agregar de su adversaria, no sólo
por cuanto ésta no era una poseedora carente del derecho de
dominio, sino porque su posición de contradictora entraña
no reconocerle la condición que realmente tiene, la de
propietaria, precisamente al disputarle el respectivo derecho.
4.3.5. En lo demás, al resultar pacífico que la relación
de la pretensora con el fundo involucrado emana de una
convención ajustada con el verus domino, mientras el
acuerdo de voluntades no sea aniquilado, la disputa, en
principio, corresponde darse en el ámbito contractual.
Mayormente, si media un precontrato, porque al decir
de la Corte, “(…) cuando el prometiente comprador de un
inmueble lo recibe por virtud del cumplimiento anticipado de la
obligación de entrega que corresponde al contrato prometido,
toma conciencia de que el dominio de la cosa no le corresponde
aún; que de este derecho no se ha desprendido todavía el
promitente vendedor, a quien, por tanto el detentador
10 CSJ. Civil. Sentencia de 22 de enero de 1993 (CCXXII-18), primer semestre.
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considera dueño, a tal punto que lo requiere para que le
transmita la propiedad ofrecida (…)”11.
En esa línea, como recientemente se indicó, a propósito
de igual controversia entre las partes en este mismo proceso
enfrentadas, “(…) al prescribiente no le es dado invocar, para
la bienandanza de su reclamación dirigida a obtener el
dominio, un vínculo contractual ajustado con el propietario
(…)”12.
4.4. El cargo, por lo tanto, no puede abrirse paso,
porque frente a lo expuesto, la decisión de negar la suma de
posesiones, se acompasa con la normatividad denunciada
como violada, al ser incompatible para el efecto la posesión
de quien ostenta el título y el modo del derecho de dominio.
5. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,
Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de
la República de Colombia y por autoridad de la Ley, NO CASA
la sentencia de 2 de agosto de 2013, emitida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Neiva, Sala Civil-Familia-
Laboral, en el proceso ordinario promovido por Elisa Murcia
de Molina contra Ávila Gordillo Hermanos y Cía. S. en C., en
liquidación, y personas indeterminadas.
Las costas en casación corren a cargo del demandado
recurrente. En la liquidación respectiva inclúyase la suma de
seis millones de pesos ($6’000.000), por concepto de agencias
11 CSJ. Civil. Sentencia de 30 de julio de 2010, expediente 00154, reiterando doctrina
anterior.
12 CSJ. Civil. Sentencia de 8 de septiembre de 2014, expediente 00298.
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en derecho, teniendo en cuenta que la demanda de casación
fue replicada por la inicial parte demandada.
Cópiese, notifíquese y cumplido lo anterior,
devuélvase el expediente a la oficina de origen.
LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA
(Presidente de la Sala)
MARGARITA CABELLO BLANCO
ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ
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