1202 Def
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                                                                                                                      Chile         $ 15.000
                                                                                                                      Nº suelto     $ 3.750
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                                                                                                                      Aéreo          US $ 50
                                                                                                                      Enviar cheque
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                                                                                                                      nombre de Seminario
                                                                                                                      Pontificio Mayor, a la
                                                                                                                      Secretaría.
                                                                                                                      Para Sacerdotes
                                                                                                                      (Con alguna dificultad
                                                                                                                      económica)
                                                                                                                      Chile: 5 intenciones
                                                                                                                      América Latina:
                                                                                                                              7 intenciones
                                                                                                                      Europa: 9 intenciones
La Revista Católica
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Católica edita cuatro números al año. Portada: Montaje realizado por Enrique Pizarro De la Rosa - Composición y diagramación: Sr. Enrique
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Printed in Chile.
                                                                                               Sumario
Editorial............................................................................................................................145
Tecnología y Fe
 Albert Cortina
  Transhumanismo: Disrupción tecnológica y naturaleza humana....................................147
 COMECE
  La ética ante los nuevos desafíos.....................................................................................157
Doctrina Social
 Bruno-Marie Duffè, Pbro.
  Pensar y practicar un nuevo paradigma del desarrollo....................................................167
Derecho Canónico y abusos
 Papa Francisco
  Carta Apostólica a modo de «Motu Proprio» del Sumo Pontífice Francisco
  Vos estis lux mundi........................................................................................................174
 Davide Cito, Pbro.
  Vos estis lux mundi: Una renovada legislación para la protección de menores
  y personas vulnerables....................................................................................................184
 Marcelo Gidi,S.J.
  Vos estis lux mundi: Un paso más... hacia adelante...........................................................191
Obispos
 Mons. Patrick H. Daly
  Cuando un obispo predica............................................................................................201
 Lorenzo González, Pbro.
  Monseñor Angelelli: Un mártir con un oído en el pueblo
  y el otro en el Evangelio.................................................................................................210
Psicología
 Wenceslao Vial, Pbro.
  Armonía de la vida cotidiana............................................................................................229
Teología de la Ternura
 Mons. Basilio Petrà
  Perspectivas morales de la Teología de la Ternura...........................................................245
                                                                                                                                    143
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 Sumario
 Cristología
  Dr. Antonio Macaya
   Un latido en la tumba: Demostración histórica de la Resurrección.................................267
 Magisterio
  Daniel Irarrázaval, Pbro.
   Itinerario desde la Christus Vivit: Tutorial para entender a los jóvenes.............................275
 Educación
  Juan Pablo Espinosa
   Una pedagogía pastoral para la eclesiología de comunión...............................................288
 Libros Recomendados....................................................................................................298
 En Recuerdo y Ejemplo...................................................................................................302
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La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
                                                         EDITORIAL
           ¿Dónde están los confines del mundo?
La misión esencial de la Iglesia es el anuncio del Evangelio hasta los confines del mundo.
Esos confines que desde los comienzos del cristianismo y hasta hace pocos siglos se
comprendían como lejanía territorial, hoy más que nunca debemos entenderlos como
lejanía existencial, como “periferias”, en lenguaje del Papa Francisco.
    Los ejemplos de misioneros como san Francisco Javier, san Damián de Molokai o
santa Francisca Cabrini, que dejando sus hogares para siempre se aventuraron en latitudes
desconocidas del planeta, movidos por la pasión por comunicar a Jesucristo por todos los
rincones de la Tierra, hoy ya no nos interpelan desde una perspectiva heroica geográfica,
sino más bien cultural.
    Hoy la tierra de misión, también como lo fue desde el comienzo, es el corazón de
cada hombre y cada mujer, necesitados de Cristo para vivir en plenitud. Y así como
los primeros misioneros cristianos, lo mismo que los del Medioevo y la Modernidad,
enfrentaron las inclemencias climáticas y las enormes distancias geográficas, hoy nuestra
misión evangelizadora se enfrenta a una creciente distancia cultural. Las inclemencias que
dificultan nuestra misión contemporánea ya no son las tormentas en medio del mar, ni el
calor asolador del desierto, sino las brechas de los lenguajes, la falta de empatía, la pérdida
de credibilidad de nuestro anuncio y, sobre todo, la incapacidad de sintonizar con las
personas que constituyen esos confines.
    Y, lamentablemente, nos damos cuenta de que como Iglesia, especialmente importante
parte de su jerarquía, no hacemos más que alejarnos de aquellos a quienes deberíamos
estar sedientos de ir. La desconexión casi escandalosa que percibimos regularmente en el
discurso público de conocidos pastores y laicos católicos habla de una incomprensión de la
categoría de Iglesia en salida a la que el Santo Padre nos viene urgiendo desde el inicio de
su pontificado.
    Sería sano el ejercicio de preguntarnos habitualmente cómo nos paramos frente al
mundo, cómo nos dirigimos a aquellos a quienes Dios nos ha llamado a comunicarles el
amor que da la plenitud de la vida. ¿Los miramos como receptores ignotos y pasivos de una
fe monolítica que transmitir, o los consideramos interlocutores válidos y activos de una fe
que comunicar en un diálogo fecundo para todos? ¿Miramos la cultura contemporánea o,
                                                                                                  145
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 EDITORIAL
   mejor dicho, la pluralidad de culturas, como una suerte de masa uniforme que requiere ser
   formateada en clave de cristiandad, o como una rica diversidad de personas en cuyas vidas
   debemos descubrir el misterio de la Encarnación de Nuestro Señor?
       Muchos se urgen hoy porque creen que la Iglesia padece un problema comunicacional
   enorme, una carencia en sus habilidades de hablarle apropiadamente al mundo. Es cierto,
   eso es un problema importante, pero mucho antes hay que abordar una situación de grave
   disociación respecto de los signos de los tiempos que, eminentemente, se manifiestan ad
   extra ecclesiae y no ad intra ecclesiae. La autorreferencialidad nos está matando, tal como nos
   los ha advertido en reiteradas ocasiones el Papa Francisco.
       Los tropiezos ya cotidianos de la vida eclesial en el escenario público nos revela cómo
   seguimos predicándonos a nosotros mismos, un club de creyentes que necesitan recordar
   una y otra vez sus leyes fundamentales para no contaminarse con la sociedad a la que hemos
   sido llamados a evangelizar. Así, los confines del mundo parecieran haber retrocedido y
   ser hoy, para parte de nuestra Iglesia, aquellos límites que aseguran la aglutinación de la
   colectividad uniforme, creyente, practicante y condescendiente. Son límites que parece
   ser mejor no traspasar entrando en diálogo con lo cotidiano. Esto, en consecuencia, lleva
   a traicionar aquel ideal de Iglesia en salida discernida por los obispos latinoamericanos y
   presentado por el Santo Padre como modelo pastoral para la actualidad… una actualidad
   que, al menos, todavía se escandaliza de nuestras incoherencias. Aun es tiempo de
   reconsiderar los confines de la tierra, antes de que la indignación de la sociedad, católica y
   no católica, dé paso a una absoluta indiferencia respecto del anuncio cristiano, aquel que
   constituye la esencia de nuestra misión.
                                                               La Revista Católica
                                                                  Junio de 2019
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                                 Albert Cortina1
                                   Abogado y urbanista
                               Director del estudio DTUM
Este es el primero de una serie de artículos que el autor escribe especialmente para La
Revista Católica, con el fin de conocer las corrientes transhumanista y posthumanista,
identificar sus ideologías subyacentes y, a partir de una reflexión de la fe, ofrecer una
respuesta cristiana a este fenómemno que llegó para quedarse.
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   La Revista Católica, Abril/Junio, 2019 d
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TECNOLOGÍA Y FE
                    2. TRANSHUMANISMO Y POSTHUMANISMO
                    Según la World Transhumanist Association (Asociación Transhumanista Mundial),
                    podemos entender el transhumanismo como una manera de pensar en el futuro
                    basado en la premisa de que la especie humana en su forma actual no representa
                    el final de nuestro desarrollo, sino más bien una etapa relativamente preliminar.
                         El filósofo Nick Bostrom ha definido formalmente el transhumanismo como
                    “un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar
                    las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y aplicar al hombre las nue-
                    vas tecnologías, a fin de que se puedan eliminar los aspectos no deseados y no necesarios
                    de la condición humana: el padecimiento, la enfermedad, el envejecimiento e, incluso,
                    la condición mortal”.
                         Con estas premisas, los transhumanistas no dudan en pensarse a sí mismos
                    como una extensión del humanismo, ya que comparten su preocupación por
                    los seres humanos en general y por los individuos en particular. Consideran que,
                    aunque no se logre la perfección, si es posible mejorar las cosas promoviendo
                    un pensamiento racional. Su énfasis está centrado en el potencial de “llegar a
                    ser” del que disponemos. Por ello afirman que es necesario y deseable mejorar
                    la condición humana, y emplear medios racionales para lograrlo. Esa mejora no
                    queda restringida a lo externo y ambiental (la cultura, la educación, los métodos
                    humanistas tradicionales), sino que también se aplica al organismo humano. Y
                    esta aproximación permite pensar en ir más allá del humano actual.
                         En este sentido, el Manifiesto Posthumanista, en el que se exponen las princi-
                    pales tesis de esta ideología de signo tecnocéntrico, afirma por un lado que “todo
                    progreso de la sociedad humana se articula hacia la transformación de la especie
                    humana tal y como es entendida en estos momentos” y, por otro lado, se arguye
                    que “los cuerpos humanos no tienen límites”. Ante esa cosmovisión se impone
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   4.1 Superinteligencia
    Según el transhumanista Marco Santini “hay que tener en cuenta que en los
próximos años habrá una red de computación profundamente integrada en el
medio ambiente, en nuestros cuerpos y en nuestros cerebros. En última instan-
cia, seremos capaces de escanear todos los detalles más destacados del interior
de nuestro cerebro, utilizando miles de millones de nanobots (robots diminu-
tos). A continuación, se podrán realizar copias de seguridad de la información.
Utilizando la nanotecnología, podremos recrear el cerebro, o mejor aun, según as-
piran los transhumanistas, reinstalarlo en un sustrato de computación más eficaz.
                                                                                                   153
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TECNOLOGÍA Y FE
                    Nuestros cerebros biológicos utilizan señales químicas que sirven para trasmitir
                    información en solo unos pocos de cientos de metros por segundo. La electrónica
                    es ya millones de veces más rápida. Una pulgada cúbica de circuitos de nanotubos
                    sería alrededor de cien millones de veces más potentes que el cerebro humano. De
                    este modo, vamos a disponer de medios más potentes que la velocidad extrema-
                    damente baja interneuronales de nuestra inteligencia”.
                        El transhumanismo insiste en que toda esa explosión predictiva de la capacidad
                    de computación con el tiempo alumbrará una inteligencia artificial que tal vez lle-
                    gue a adquirir incluso una consciencia simulada en silicio. Si al final los humanos
                    nos integrásemos a las tecnologías emergentes podríamos, según ellos, llegar a estar
                    en contacto directo con esa inteligencia artificial siempre que lo eligiésemos. El re-
                    sultado sería que nos fusionaríamos efectivamente con la inteligencia artificial y sus
                    habilidades se convertirían en las nuestras. Eso impulsaría a la especie humana, en
                    opinión de los transhumanistas, a un periodo de superinteligencia.
                         4.2 Superlongevidad
                        Aubrey de Grey, experto en la investigación sobre el envejecimiento sostiene,
                    desde una visión transhumanista, que nuestras prioridades están fundamental-
                    mente sesgadas y que tenemos que empezar a pensar en serio acerca de prevenir la
                    enorme cantidad de muertes debido al envejecimiento, la mayor causa de enfer-
                    medades mortales en el mundo occidental.
                        Según este autor, hoy no se está tratando el envejecimiento como una priori-
                    dad mundial. ¿Estamos simplemente resignados a la muerte por envejecimiento?
                    Hoy en día tenemos el conocimiento y los equipos técnicos para comenzar a
                    desarrollar las tecnologías para combatir el envejecimiento. Desafortunadamente
                    muchas veces, según él, carecemos de la voluntad y del apoyo financiero para ha-
                    cerlo. La mayoría de nosotros, dice Aubrey de Grey, estamos acostumbrados a la
                    idea de envejecer, a que el envejecimiento sea una consecuencia normal de la vida.
                    No obstante, el envejecimiento según él es una enfermedad que puede curarse.
                        Siguiendo los argumentos del pensamiento transhumanista, si suponemos que
                    la medicina moderna es para mantenernos vivos y sanos durante el mayor tiempo
                    posible, entonces el movimiento anti-edad lleva a la medicina a su conclusión
                    lógica “el mayor tiempo posible” significa “siempre y cuando queramos”.
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    Para ello, por ejemplo, se prevé la utilización de los “killer app” (nano robots
destructores). Dichos robots, del tamaño de las células de la sangre, a criterio
de los transhumanistas, podrán viajar por el torrente sanguíneo destruyendo pa-
tógenos, removiendo desechos, corrigiendo errores del ADN, y revirtiendo los
procesos del envejecimiento.
    Pero, ¿Qué haría un mundo sin envejecimiento?, ¿Sería sostenible?, ¿Cómo
podríamos manejar el enorme crecimiento de la población?, ¿Cómo nos repar-
tiríamos los recursos naturales?, ¿Quién sería el propietario de las tecnologías
que lo hicieran posible?, ¿Sería la superlongevidad para toda la humanidad o solo
para una élite?, y ¿Cómo sería la supervivencia y la ancianidad para el resto de
la población?
    Un ejemplo concreto de la agenda transhumanista en relación a la superlon-
gevidad para alcanzar una “nueva humanidad” es el Proyecto Avatar 2045, impul-
sado por el magnate ruso Dmitry Itskov, que promueve el desarrollo del primer
ciborg de la historia, así como la inmortalidad cibernética.
    ¿Es todo esto ciencia ficción? Tal vez, pero eso no impide que los seguidores
del transhumanismo se lo tomen muy en serio y tengan como elemento fun-
damental de su corriente de pensamiento, de sus proyectos y de sus programas
de financiación, la superlongevidad, la tranferencia mental (mind uploading, en
terminología anglosajona) y la inmortalidad cibernética.
    Muchas son las preguntas que nos podemos seguir haciendo: ¿qué relación
tendrá en el futuro la superlongevidad con la calidad de vida de los seres hu-
manos?, ¿Hasta cuándo trabajaremos?, ¿Subsistirán los derechos y los servicios
sociales del actual Estado de Bienestar?, ¿No sería muy aburrido vivir tanto
tiempo? ¿Estaremos solos? y ¿qué papel desempeñarían la ética y el derecho en
todo esto?
    4.3 Superbienestar
    Una vez expuestos dos de los tres elementos clave de los postulados transhu-
manistas que hemos querido abordar en el presente apartado, cabría preguntarse:
¿en qué medida la superinteligencia y la superlongevidad nos harán más felices,
plenos y dichosos, individual y colectivamente? La respuesta del transhumanismo
sería la siguiente: en la medida en que nos conduzcan al superbienestar.
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                         Nota
                         1	 Abogado y urbanista. Director del Estudio DTUM. Coautor y coordinador de la trilogía de
                            libros ¿Humanos o posthumanos? Singularidad tecnológica y mejoramiento humano (2015),
                            Humanidad infinita. Desafíos éticos de las tecnologías emergentes (2016) y Singulares. Ética
                            de las tecnologías emergentes en personas con diversidad funcional (2016). Autor del libro
                            Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica (2017).
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   Nota de la redacción
   La irrupción de la robótica como instrumento cada vez más presente en distintos ámbitos de
   la vida, como la industria, la medicina, la agricultura, entre otros, junto con ofrecer enormes
   beneficios y potenciar las actividades, plantea un creciente cúmulo de preguntas éticas.
   ¿Qué pasa con el empleo cuando los trabajadores son reemplazados por una industria
   totalmente robotizada? ¿Que un robot sea autónomo, significa necesariamente también que
   sea libre y, por ende, responsable de sus acciones? ¿Es legítimo atribuir a los robots “personalidad
   electrónica” desde el punto de vista de la ley, haciéndolos sujetos de derecho y deberes? ¿Cuánto
   influye el transhumanismo y el posthumanismo en las agendas legislativas referentes a estas
   nuevas tecnologías? ¿Cómo se responde a este nuevo escenario?
   Los países más desarrollados ya están enfrentando estos temas, no como un adelanto de
   lo que vendrá, sino como respuesta a las situaciones que ya se están viviendo cada vez
   con más frecuencia, y que implicará un impacto profundo en la vida social. Los obispos
   católicos de las iglesias de la Unión Europea, a través de su oficina COMECE, ofrecieron
   una primera reflexión oficial sobre este tema desde una perspectiva antropológica cristiana,
   planteando algunos puntos que permiten iniciar una reflexión sobre el fenómeno mismo y
   las consecuencias que ya está teniendo.
A. OBSERVACIONES PRELIMINARES
    A.1. Alcance del análisis
    El desarrollo de la robotización está ligado a una serie de factores.
    1. Dada la complejidad de las tareas que deben realizarse en una sociedad, cada
vez se recurre más a herramientas tecnológicas sofisticadas (para la comunicación,
el transporte, el tratamiento de la información, etc.). Estas exceden la velocidad
y precisión de las acciones y reacciones humanas, así como las capacidades de
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B. CUESTIONES ÉTICAS
    B.1. Primacía de la persona, reconocimiento de la dignidad humana
    Algunos científicos y filósofos contemporáneos afirman que los robots tienen
cierto grado de autonomía en el sentido de que son sujetos que actúan. Por lo
tanto, pueden ser considerados dentro de ciertos límites como “agentes morales”,
en el sentido de que pueden tomar decisiones susceptibles de ser evaluadas como
buenas o malas. Esto daría lugar a problemas éticos.
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sobre los que toma sus decisiones. Es capaz de reflexionar críticamente y de tomar
decisiones éticas, como Adán en el Jardín del Edén (Gn 2).
    La persona humana es responsable de dar orden y sentido a la creación.
La antropología cristiana, arraigada en la sabiduría de la tradición bíblica
judeocristiana, articula y desarrolla una visión de la persona humana cuya tarea
primordial es preservar y cultivar la naturaleza. Esto fundamenta una ética que
no idealiza la naturaleza en un sentido sagrado o romántico. Va más allá de la
mera preservación para cultivar, desarrollar e incrementar, en términos prácticos,
la creación. Este sentido dinámico del papel de la humanidad en la creación no
apoya una ética conservadora, sino una ética orientada hacia el futuro, abierta
y responsable de la creación a medida que crece y se desarrolla. Esto promueve
una actitud hacia la ciencia y la tecnología que es fundamentalmente confiada y
acogedora de la innovación.
    Además, hace hincapié en el valor de la libertad de la persona y en la no
dependencia de la tecnología a su disposición. Esto se expresa por medio de una
actitud críticamente reflexiva y evaluativa de una persona hacia el uso (o mal uso)
de la tecnología.
    El robot, al menos en su fase actual de desarrollo, no es capaz de hacer esto.
Solo puede seguir los procedimientos para los que ha sido programado. En
consecuencia, solo la persona humana puede ser considerada una “persona” en el
sentido propio, y en su plena dignidad.
    B.2. Derechos de los robots
    La amplia y variada gama de desafíos éticos que se derivan del uso de los
robots por parte de la sociedad se pone de relieve en el debate en curso sobre
si se debe conceder a los robots un estatuto jurídico específico y los derechos
correspondientes.
    El Parlamento Europeo lo ha recomendado en su Resolución sobre normas de
Derecho civil en materia de robótica4. Propone que los robots más sofisticados y
autónomos tengan el estatus de “personas electrónicas”, responsables de reparar
cualquier daño que causen. Recomienda además que la “personalidad electrónica”
se aplique a los casos en que los robots tomen decisiones autónomas o interactúen
de otro modo con terceros de forma independiente.
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                        Hay que decir, sin embargo, que la construcción de un estatuto jurídico para
                    los robots no es convincente. La persona humana es el fundamento y el centro de
                    todo ordenamiento jurídico. Para una persona natural, la personalidad jurídica
                    se deriva de su existencia como ser humano. Esa personalidad implica derechos y
                    deberes que se ejercen en un marco que reconoce, respeta y promueve la dignidad
                    humana. Por lo tanto, la equiparación de los robots a los seres humanos es
                    contraria al artículo 6 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,
                    que establece que “todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento
                    de su personalidad jurídica”.
                        La petición de que se amplíe la personalidad jurídica a los robots va en contra
                    y socava el concepto mismo de responsabilidad, tal como surge en el contexto de
                    los derechos y los deberes humanos. La responsabilidad basada en la personalidad
                    jurídica solo puede ejercerse cuando existe la capacidad de libertad, y la libertad
                    es algo más que autonomía.
                        La personalidad jurídica se asigna a una persona natural (como consecuencia
                    natural de su condición de ser humano) o a una persona jurídica (en este caso,
                    aunque una ficción, la personalidad jurídica presupone la existencia de una
                    persona natural o de personas que actúan detrás de la ficción). La personalidad
                    jurídica de los robots rompe las fronteras entre los seres humanos y las máquinas,
                    entre lo vivo y lo inerte, lo humano y lo inhumano5.
                        Algunos sostienen que las normas de responsabilidad podrían extenderse a
                    los robots de manera análoga a las normas que rigen la responsabilidad asociada
                    a los animales. Esto representaría un cambio peligroso hacia el reconocimiento
                    de los robots como parte del mundo de los seres vivos. No obstante, los marcos
                    jurídicos existentes que prevén la personalidad física y jurídica ya tienen a su
                    disposición soluciones jurídicas viables, en particular disposiciones sobre
                    productos defectuosos, así como normas sobre la responsabilidad por daños y
                    perjuicios causados por cosas que se encuentran bajo el cuidado de una persona.
                    C. ENFOQUE PARTICULAR
                        C.1. ¿Cómo cambiará el futuro del trabajo?
                        Los campos de aplicación de la robótica son múltiples y variados. Algunos
                    problemas éticos surgen en relación con determinados ámbitos de aplicación,
                    mientras que otros son básicos y siguen siendo comunes a todos. Como ya se ha
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señalado, un ámbito que merece especial atención es, sin duda, el mercado laboral
y el impacto personal y social de la robotización. El desarrollo del mercado laboral
y la perspectiva de un aumento de los despidos humanos lo convierten en un
tema controvertido.
    El uso de robots causará un profundo cambio social. Esto será más evidente
en el contexto del mercado laboral, donde es probable que las condiciones sufran
cambios radicales. Los robots podrán ampliar, incluso sustituir, el trabajo que
antes realizaban las personas. Este fenómeno ha sido descrito como la Cuarta
Revolución Industrial y está en curso, configurando de manera significativa los
patrones de empleo actuales y futuros6.
    Los estudios también predicen enormes cambios en los perfiles de trabajo.
Para integrar a los robots, el entorno de trabajo requiere una reorganización y
reestructuración que, a su vez, genera nuevos puestos de trabajo que difieren de
los perfiles de empleo existentes. Una ventaja del uso de robots en estos nuevos
trabajos es que minimiza la exposición humana a procesos de trabajo peligrosos
e inhumanos.
    No obstante, también hay que señalar que, si bien los robots en el lugar de
trabajo traen consigo oportunidades y ventajas, también afectan (a menudo
negativamente) a los grupos más vulnerables de la sociedad, en particular a los
jóvenes y a las personas con menos educación.
    Los robots pueden realizar fácilmente secuencias de trabajo simples y
automatizadas que tradicionalmente eran realizadas por trabajadores jóvenes que
entraban en el mercado laboral o por trabajadores no cualificados. Esto puede dar
lugar a una disminución de la seguridad laboral de estos grupos y a una mayor
polarización del mercado laboral.
    Las necesidades de la sociedad contemporánea exigen un compromiso
renovado con la configuración y regulación del uso de los robots en el lugar de
trabajo. Esto requiere que los legisladores estén atentos a una serie de factores: hay
que garantizar la seguridad del mercado laboral, hay que respetar el bien común
y hay que proteger los derechos de los trabajadores.
    El marco jurídico europeo existente establece que el trabajo es un derecho
humano y que deben proporcionarse condiciones de trabajo favorables. La
dignidad humana, la libertad individual y la solidaridad son fundamentales para
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                    estos derechos y dan lugar a la obligación de configurar para el futuro una visión
                    acerca del trabajo centrada en el ser humano.
                        C.2. ¿Cómo la justicia social y el bien común
                             se convierten en criterios éticos decisivos?
                        Todo análisis ético debe realizarse teniendo en cuenta tanto las perspectivas
                    individuales como las colectivas. La responsabilidad moral y ética que debe
                    ejercerse en el uso de la robótica se refiere no solo a la primacía de la persona,
                    al respeto de su dignidad y a la salvaguardia de su libre elección, sino también a
                    consideraciones más amplias de justicia social.
                        La justicia social no se refiere únicamente a la meta final del bien común, sino
                    a cuestiones de distribución equitativa y acceso justo a los recursos del mundo,
                    y aquí la robótica tiene un papel que desempeñar. El peligro con el crecimiento
                    y desarrollo de la robótica es que las diferencias sociales ya existentes se estén
                    exacerbando, las injusticias y desigualdades estén aumentando (especialmente
                    para los más vulnerables) y el logro del bien común se esté frustrando.
                        La visión antropológica cristiana es una visión basada en la solidaridad y en
                    sí misma proporciona una base para minimizar, incluso superar, los impactos
                    negativos de la robótica, especialmente para los pobres. La idea del bien común
                    no es abstracta. Más bien, toma forma histórica concreta en la percepción, según
                    el contexto, de las necesidades y expectativas de individuos y grupos libres que
                    poseen derechos y deberes.
                        Por lo tanto, es necesario promover y facilitar un debate abierto sobre
                    el desarrollo de la robótica que considere de manera reflexiva y crítica sus
                    intenciones, aplicaciones y consecuencias7. Este debate requiere una participación
                    amplia y variada que tenga en cuenta adecuadamente los diferentes intereses y
                    responsabilidades de los actores clave. No se debe subestimar la contribución vital
                    de la perspectiva basada en la fe cristiana a esta ética pública en desarrollo.
                    D. Conclusión
                       En vista de las complejas consideraciones que la robótica presenta para la
                    humanidad, las respuestas simples no son útiles. No puede haber una aceptación
                    incondicional o enfática de estas nuevas tecnologías, ni puede haber un rechazo
                    absoluto de las mismas, con todas sus posibilidades.
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    Los desafíos del desarrollo científico y tecnológico exigen una revisión del
actual horizonte de principios, un nuevo análisis y una reevaluación de lo que antes
se consideraban normas “establecidas” de comportamiento y práctica. Esto haría
que la humanidad reconsiderase sus opciones y prioridades al dirigir las opciones
individuales y sociales, la inversión de recursos, así como las oportunidades
presentes y futuras.
    La primacía de la persona humana basada en el reconocimiento de la dignidad
humana constituye la parte central de esta revisión. Es esencial un respeto
equilibrado de los avances tecnológicos y una visión clara del compromiso de la
responsabilidad humana con el bien común.
    Es necesario estar atentos a este campo en desarrollo de investigación e
innovación y acompañar a sus actores y procesos de una manera críticamente
reflexiva y constructiva, que busque cultivar una ética pública y promover el
bien común.
    Esto requiere algo más que un mero análisis de coste-beneficio utilitario de las
nuevas tecnologías en sus dimensiones sociales, medioambientales y económicas.
Es esencial fomentar el desarrollo de una cultura humanista que discierna los
vínculos entre la ciencia y la tecnología y los aspectos antropológicos, culturales y
éticos8. Solo esta consideración multidisciplinaria de la robótica puede ayudar a
aprovechar el potencial de esas innovaciones científicas y tecnológicas de manera
que se respete la dignidad humana y se promueva el bien común.
   Notas
   1	 COMECE, la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (UE), está
      formada por obispos delegados por las Conferencias Episcopales Católicas de los 28 Esta-
      dos miembros de la Unión Europea. Su misión es supervisar el proceso político de la UE en
      todos los ámbitos de interés para la Iglesia, y establecer un diálogo con sus diversos actores.
      La COMECE está asistida en su misión por una serie de Comisiones y Grupos de Traba-
      jo formados por expertos designados por las Conferencias Episcopales nacionales y por
      organizaciones católicas que trabajan en los campos pertinentes. Su sede está en Bruselas,
      Bélgica, junto a la sede de la Comisión Europea, el ente ejecutivo de la UE.
   2	 La Humanización de los Robots y la Robotización de la Persona Humana. Perspectivas éticas
      sobre los sistemas de armas letales autónomos y los soldados aumentados (con una selección de
      textos del compromiso de la Iglesia con los sistemas de armas letales autónomos), Ginebra,
      Documentos de trabajo de la Fundación Caritas in Veritate, 2017.
                                                                                                                  165
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DOCTRINA SOCIAL
                   humano integral, que hace referencia a la esperanza que Jesús ha dado anunciando
                   la buena noticia del Evangelio a los pobres, a los cautivos de libertad y a los que
                   carecen la alegría.
    Aquel “grito de la tierra” y aquel “grito de los pobres”, dice el Papa Francisco6,
nos llaman a considerar que la ecología auténtica es también una consideración
de la realidad social, y que el desafío hoy es dar cuidado al planeta y a la relación,
al encuentro, a la solidaridad.
Notas
   1	 Sacerdote de la diócesis de Lyon, Francia. Doctor en Filosofía del Derecho y en Ética Social,
      profesor de Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia. Cofundador del Instituto de los
      Derechos Humanos de la Universidad Católica de Lyon. El presente artículo corresponde
      a una síntesis de su conferencia inaugural durante IV Congreso Social “Patria, un lugar de
      encuentro”, realizado en octubre de 2018 en la Pontificia Universidad Católica de Chile.
   2	 Laudato si’ n. 112.
   3	 Populorum progressio n. 14. Cf. L.J. Lebret, dominico francés que ha fundado el movimien-
      to de reflexión y acción “Economía y Humanismo”.
   4	 Laudato si’ n. 112.
   5	 Cf. Ricoeur, Paul, Sí mismo como otro. 1996.
   6	 Laudato si’ n.49.
   7	Cf. Evangelii Gaudium nn. 222-237.
   8	 Cf. Misión del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
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DERECHO CANÓNICO Y ABUSOS
                   «Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de
                   un monte» (Mt 5,14). Nuestro Señor Jesucristo llama a todos los fieles a ser un
                   ejemplo luminoso de virtud, integridad y santidad. De hecho, todos estamos lla-
                   mados a dar testimonio concreto de la fe en Cristo en nuestra vida y, en particular,
                   en nuestra relación con el prójimo.
                   Los delitos de abuso sexual ofenden a Nuestro Señor, causan daños físicos, psico-
                   lógicos y espirituales a las víctimas, y perjudican a la comunidad de los fieles. Para
                   que estos casos, en todas sus formas, no ocurran más, se necesita una continua
                   y profunda conversión de los corazones, acompañada de acciones concretas y
                   eficaces que involucren a todos en la Iglesia, de modo que la santidad personal y
                   el compromiso moral contribuyan a promover la plena credibilidad del anuncio
                   evangélico y la eficacia de la misión de la Iglesia. Esto sólo será posible con la gra-
                   cia del Espíritu Santo derramado en los corazones, porque debemos tener siempre
                   presentes las palabras de Jesús: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).  Aunque
                   ya se ha hecho mucho, debemos seguir aprendiendo de las amargas lecciones del
                   pasado, para mirar hacia el futuro con esperanza.
                   Esta responsabilidad recae, en primer lugar, sobre los sucesores de los Apóstoles,
                   elegidos por Dios para la guía pastoral de su Pueblo, y exige de ellos el compromi-
                   so de seguir de cerca las huellas del Divino Maestro.  En efecto, ellos, por razón de
                   su ministerio, «como vicarios y legados de Cristo, gobiernan las Iglesias particulares
                   que se les han confiado, no sólo con sus proyectos, con sus consejos y con sus ejemplos,
                   sino también con su autoridad y potestad sagrada, que ejercen, sin embargo, única-
                   mente para construir su rebaño en la verdad y santidad, recordando que el mayor
                   ha de hacerse como el menor y el superior como el servidor» (Conc. Ecum. Vat. II,
                   Const. Lumen gentium, 27). Lo que compete a los sucesores de los Apóstoles de
                   una manera más estricta, concierne también a todos aquellos que, en diversos
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                                TÍTULO I
                        DISPOSICIONES GENERALES
                                                                                                      175
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                      b) atención espiritual;
                      c) asistencia médica, terapéutica y psicológica, según sea el caso.
                   § 2. La imagen y la esfera privada de las personas implicadas, así como la confi-
                   dencialidad de sus datos personales, han de estar protegidas.
                                                   TÍTULO II
                                     DISPOSICIONES RELATIVAS A LOS OBISPOS
                                          Y LOS EQUIPARADOS A ELLOS
                                                                                                     179
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Francisco
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                                                          Davide Cito1
                                             Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Roma
                    habéis sufrido abusos en los internados debéis haber sentido que no había manera
                    de escapar de vuestros sufrimientos” (Carta de Benedicto XVI a los católicos de
                    Irlanda, 19 de marzo de 2010, n. 6).
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EL INFORME
El objeto del informe son dos grupos de conducta: los delitos enumerados en la
letra a), que incluyen una gama de causas penales más amplia que la indicada
en el c. 1395 §2 CIC y en el motu proprio Sacramentorum sanctitatis tutela art.
6 §1. La mayor parte está dada, en primer lugar, por los sujetos incluidos, que
no solo son clérigos, sino también miembros de Institutos de Vida Consagrada
o de Sociedades de Vida Apostólica, en cuyo caso se trata de personas de ambos
sexos.
    Las víctimas pueden ser adultos en caso de violencia, amenazas o abuso de
autoridad (c. 1395 §2 se limita a indicar violencia o amenazas, pero no abuso de
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                   LA OBLIGACIÓN DE INFORMAR
                   En la letra b) del apartado 1 del artículo 1, no se hace referencia expresa a los
                   delitos, sino a la “conducta”, “que consiste en acciones u omisiones destinadas a
                   interferir o eludir las investigaciones civiles o canónicas, administrativas o penales
                   contra un clérigo o religioso en relación con los delitos a que se refiere la letra
                   a) del presente parágrafo”. En este caso, los sujetos activos de tal conducta, que
                   a veces pueden tener las connotaciones precisas de los delitos indicados en el c.
                   1389 sobre abuso de poder o ministerio, y negligencia culpable en detrimento de
                   otros en el ejercicio de sus funciones, son los indicados en el art. 6 sucesivo, es
                   decir, todos aquellos, desde los Cardenales hasta los Moderadores Supremos de los
                   Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica de Derecho
                   Pontificio, que, a título diverso, ejercen el poder eclesiástico directo sobre los fieles
                   o gozan de jurisdicción eclesiástica. En esencia, se trata de una disposición en la
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línea del artículo 1 del motu proprio Como una madre amorosa del 4 de junio de
2016, que lo precisa y refuerza posteriormente al incluir en él a otros sujetos que
gozan de la potestad de gobierno en la conducción de comunidades de fieles. De
ello se deduce que la obligación de informar indicada en el artículo 3 incluye no
solo los delitos a que se refiere la letra a) sino también la conducta a que se refiere
la letra b).
    Respecto de la obligación de informar, con todos los problemas que implica
en especial la denuncia de la “conducta” indicada en la letra b), se deduce que el
motu proprio se presenta sobre todo como una legislación de tipo “procesal” en
el sentido disciplinar, con los inevitables límites de una legislación universal, pero
destinada a situaciones eclesiales muy diferentes. La dinámica de estos informes,
tanto desde el punto de vista de su recepción como desde el punto de vista de
su tratamiento posterior, se dirige a que la obligación no quede como una mera
declaración de intenciones, aunque importante y encomiable, sino que sea un
instrumento eficaz, aunque obviamente perfectible.
    El primer punto, relativo a la recepción de los informes, está dedicado prin-
cipalmente a los artículos 2 a 4 del motu proprio, que se centran principalmente
en dos aspectos: la accesibilidad y la exhaustividad del informe; la protección de
la persona que presenta la denuncia. En este sentido, el art. 2 establece que: “las
Diócesis o las Eparquías, individual o conjuntamente, deben establecer, dentro
de un año a partir de la entrada en vigor de las presentes normas, uno o más
sistemas estables y fácilmente accesibles al público para presentar los informes,
incluyendo eventualmente la creación de un oficio eclesiástico específico”. Al
mismo tiempo: “El informe recoge los elementos de la forma más detallada posi-
ble, como indicaciones del tiempo y lugar de los hechos, de las personas involu-
cradas o con conocimiento de los mismos, así como cualquier otra circunstancia
que pueda ser útil para asegurar una valoración precisa de los hechos” (Art. 3
§4). Se trata, en efecto, de promover la responsabilidad en la Iglesia, no de fo-
mentar rumores incontrolados que pueden causar graves daños si no se verifican
adecuadamente.
    La persona que hace la denuncia está específicamente protegida por el art. 4
para evitar, salvo en el caso de denuncias calumniosas o difamatorias según los
cánones 1390 CIC y 1452-1454 CCEO, represalias o discriminación contra ella.
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                   religiosos y religiosas, y II) las investigaciones por las denuncias de actos sexuales
                   y por negligencia y encubrimiento de parte de la autoridad en relación a esos
                   delitos. La carta apostólica, en esta materia, junto con especificar y/o modificar
                   algunos delitos, ofrece procedimientos e indicaciones para saber qué se debe hacer
                   cuando llega una denuncia de este tipo.
                       Teniendo presente, entonces, la necesidad de adoptar en la Iglesia a nivel
                   universal procedimientos dirigidos a prevenir y combatir estos crímenes que
                   causan daños físicos, psicológicos y espirituales a las víctimas, perjudican y
                   traicionan la confianza de los fieles, el Papa Francisco promulga Vos estis lux
                   mundi, del cual señalo algunas de sus novedades, las claves de su comprensión y
                   los criterios para su justa aplicación.
                       Antes de presentar esta nueva ley creo necesario, considerando la situación
                   de la Iglesia en Chile, referirme a un aspecto importante y que demostraría el
                   respeto de la Iglesia por la soberanía de los Estados. El art.19, el último de esta ley
                   pontificia, establece una norma sumamente importante y que dice relación con la
                   autonomía y complementariedad legislativa entre el Estado de Chile y la Iglesia
                   Católica. Afirma el artículo: “Estas normas se aplican sin perjuicio de los derechos y
                   obligaciones establecidos en cada lugar por las leyes estatales, en particular las relativas
                   a eventuales obligaciones de información a las autoridades civiles competentes”.
                       En este campo, en relación a la situación legislativa de la Iglesia en Chile,
                   cabe recordar que de acuerdo al artículo 19 N° 6 de la Constitución de 1980, se
                   le reconoce a la Iglesia Católica, la personalidad jurídica de derecho público, el
                   derecho de ejercer su misión apostólica y la garantía del libre y público ejercicio de
                   las actividades que le son propias, en especial las de culto, jurisdicción y magisterio.
                   De este modo, y en lo que nos interesa señalar, se le reconoce a la Iglesia Católica
                   la posibilidad de dictar leyes, independientemente del Estado chileno, pero no en
                   contradicción a la misma y en total respeto de la Constitución. Es decir, el Estado
                   de Chile reconoce a la Iglesia Católica la capacidad legislativa en los ámbitos y
                   materias propias, como por ejemplo, dictar leyes propias, determinar sanciones o
                   medidas disciplinarias internas por delitos eclesiásticos, sin por eso quedar exenta
                   de la ley chilena en las mismas materias (cf. art. 20 Ley 19.638)5.
                       Teniendo presente lo anterior, analicemos las nuevas disposiciones eclesiásticas
                   en esa materia.
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                              tual y terapéutica que necesiten. Las presuntas víctimas no solo deben ser
                              tratadas con respeto, sino que también se les debe ofrecer diversos tipos
                              de asistencia (Art. 5 § 1), y a quienes se les debe garantizar que su infor-
                              mación será tratada de modo que se garantice su seguridad, integridad y
                              confidencialidad (art. 2 §2).
                         9.	 Este documento se hace cargo, además, de establecer un modo universal
                              y claro de cómo proceder delante a una denuncia al momento de realizar
                              la investigación previa (art.1717). Establece formas seguras de abordar
                              informaciones potencialmente criminales y para verificarlas sin demora
                              por medio de una investigación adecuada, y así poder iniciar los proce-
                              dimientos canónicos. Se trata de proporcionar procedimientos sobre lo
                              que se necesita hacer para denunciar y luego para la investigación. Esta-
                              bleciendo normas claras, la ley señala que, cuando la denuncia es contra
                              clérigos o miembros, varones o mujeres, de Institutos de vida consagrada
                              o Sociedades de vida apostólica, por delitos contra el sexto mandamiento
                              del Decálogo (art.1 §1, a) que consistan en: I) obligar a alguien, con
                              violencia o amenaza o mediante abuso de autoridad, a realizar o sufrir
                              actos sexuales; II) realizar actos sexuales con un menor o con una perso-
                              na vulnerable; III) producir, exhibir, poseer o distribuir, incluso por vía
                              telemática, material pornográfico infantil, así como recluir o inducir a
                              un menor o a una persona vulnerable a participar en exhibiciones porno-
                              gráficas), se hace ante el Ordinario propio de ellos o ante otra autoridad,
                              quien lo comunicará sin demora al Ordinario del lugar donde habrían
                              tenido lugar los hechos, así como al Ordinario propio de la persona se-
                              ñalada si ha sido otro quien haya recibido la denuncia. El procedimiento
                              para la investigación previa en estos casos se rige por la normativa ya
                              vigente de acuerdo con lo previsto para el caso específico (art. 2 §3).
                         10.	 También el Motu proprio se hace cargo de establecer todo el procedi-
                              miento para realizar las investigaciones previas cuando sean denuncia-
                              dos los obispos, cardenales, legados pontificios, clérigos que hayan teni-
                              do a su cargo el gobierno pastoral de una iglesia particular o de una pre-
                              latura personal, moderadores supremos de Institutos de vida consagrada
                              o de Sociedades de vida apostólica de derecho pontificio, así como de los
                              Monasterios sui iuris, por los hechos cometidos durante el ejercicio de
                              su cargo. Estos hechos son los delitos de naturaleza sexual (art.1 §1, a),
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                                                            DERECHO CANÓNICO Y ABUSOS
                                                                                                199
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DERECHO CANÓNICO Y ABUSOS
                        Notas
                        1	 Sacerdote jesuita, doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana
                           de Roma, donde actualmente es profesor. Este artículo fue publicado recientemente en la
                           Revista Mensaje, edición 679 de junio de 2019, Chile.
                        2	http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2019/february/documents/papa-
                           francesco_20190224_incontro-protezioneminori-chiusura.html
                        3	http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2019/february/documents/papa-
                           francesco_20190224_incontro-protezioneminori-chiusura.html
                        4	http://www.vatican.va/resources/resources_puntidiriflessione-protezionemino-
                           ri_20190221_sp.html
                        5	 Artículo 20. “El Estado reconoce el ordenamiento, la personalidad jurídica, sea esta de de-
                           recho público o de derecho privado, y la plena capacidad de goce y ejercicio de las iglesias,
                           confesiones e instituciones religiosas que los tengan, a la fecha de publicación de esta ley,
                           entidades que mantendrán el régimen jurídico que les es propio, sin que ello sea causa de
                           trato desigual entre dichas entidades y las que se constituyan en conformidad a esta ley”.
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                                                                                                     201
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OBISPOS
                   EL OBISPO SANTO
                   Una vez que en la Alta Edad Media se reconoció oficialmente la canonización de
                   los santos por parte del Papa como un proceso legal, un gran número de obispos
                   fueron elevados a los altares y honrados con fiestas en el calendario romano. La
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LA SEDE
La Misa Crismal se celebra en la catedral, iglesia madre de la diócesis, iglesia
que es hogar y lugar de reunión por igual de todos los miembros de la familia
de la iglesia local. Es el centro de la vida diocesana, es el edificio eclesiástico en
que se realiza la iglesia local, con todos sus componentes y miembros. El obispo
está sentado en su sede: los dispensadores de conocimiento, justicia y educación
habitualmente se sientan en una sede. En esta sede o cathedra, nadie más está au-
torizado a sentarse, ningún obispo visitante ni cardenal, siendo la única excepción
el Obispo de Roma.
    La sede está ubicada en el espacio más sagrado de la catedral, siendo el lugar
apropiado para que el obispo imparta la enseñanza sagrada. Decimos de un pro-
fesor universitario que lo que ocupa es una “cátedra de filosofía/historia/lingüísti-
ca”, y la cátedra del obispo juega un rol análogo, pues lo ubica, lo muestra y lo
identifica como alguien que profesa la fe con el fin de enseñar a los fieles. Se puede
decir más sobre el significado de la cathedra, pero queda clara su importancia en
la Misa Crismal.
    La Misa del Crisma, con todos los sacerdotes de la diócesis en el santuario
reunidos en torno al obispo, da testimonio de una expresión corporativa de iden-
tidad sacerdotal y hace visible la relación entre los sacerdotes y su obispo. Cuando
el obispo habla a sus presbíteros en este contexto, es el padre hablando a sus hijos,
es el maestro que se dirige a sus discípulos, e incluso podemos decir que es un
capitán animando a su equipo. Lo que hace tan especial y significativa la homilía
del obispo en la Misa Crismal, única durante el año, es que él habla a sus sacer-
dotes plenamente consciente de que todos lo están escuchando. Les habla acerca
de su ministerio, ejercido en su nombre, en medio del rebaño de bautizados que
                                                                                                      207
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OBISPOS
                   EL BÁCULO
                   El obispo, con el báculo recordándoselo, es el pastor y habla por medio de sus
                   colaboradores, los sacerdotes, a aquellos para quienes se trabaja y se sirve, es decir,
                   los fieles, el rebaño. Por supuesto, él puede utilizar la ocasión para hablar del Mis-
                   terio Pascual que está por celebrarse durante el Triduo Santo, puede abordar otros
                   temas de fe y costumbres, u otro hecho candente de interés cristiano respecto de
                   la sociedad contemporánea, por ejemplo, la migración. Este tema podría desa-
                   rrollarse más, pero basta con decir que el obispo, como buen pastor, está siempre
                   atento a la voz de sus ovejas y él, a su vez, se dirige a ellas con una voz que ellas
                   reconocen. El obispo, como pastor, se esfuerza en dirigirse a su rebaño respecto de
                   las preocupaciones que tengan, en advertirles acerca del peligro y en protegerles
                   del error. El corazón humano siempre se conmueve con palabras de amor y soli-
                   citud provenientes de una voz que les es familiar e inmediatamente reconocible.
                   Ese es el efecto que el obispo celoso espera alcanzar.
                       Consideremos un aspecto final de la asamblea congregada en la Misa Crismal
                   y su relación con el obispo diocesano que la preside, sobre todo porque también
                   constituye la respuesta a las palabras evocadas por el obispo. Todos los bautizados
                   en una familia diocesana tienen una relación eclesial con el obispo, del mismo
                   modo en que los hijos en una familia tienen una relación con sus padres. El clero
                   tiene promesas solemnes de obediencia con su obispo, mientras que a los fieles lai-
                   cos –por ser el obispo su padre en Dios debidamente designado– se les pide escu-
                   char las palabras del obispo, cuando él les habla en materias de fe o los aconseja en
                   temas éticos o morales, y hacerlo con una sagrada deferencia y una sumisión de la
                   voluntad acorde con la dinámica de una relación parental. Así, el sermón del obis-
                   po es escuchado y sus contenidos acogidos con una disposición dócil, basados en la
                   convicción de que un padre siempre querrá lo mejor para sus hijos (Lc 11,11-13).
                       El contexto eclesial de la Misa Crismal en el que el obispo diocesano predica y
                   enseña como doctor, pastor y padre, se revela en su mayor relieve y casi en perfec-
                   ta simetría, por sobre cualquier otra celebración del año de la Iglesia. La singula-
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ridad del rol del obispo determina el carácter único del cual goza su predicación.
La identidad cristológica de aquel que está dotado con la plenitud del orden, su
posición exclusiva como pastor de la diócesis o iglesia local (que posee todas las
características de la Iglesia Universal), y las relaciones que su ordenación episcopal
engendra a lo largo de la Iglesia, se combinan para hacer que su predicación esté
particularmente en sintonía con la articulación de su triple vocación episcopal
como sacerdote, rey y, sobre todo, profeta. Puede ser que san Francisco de Sales
no haya usado este lenguaje, pero su comprensión acerca de lo que la gracia del
orden le confirió cuando se convirtió en obispo el 8 de diciembre de 1602, fue
asombrosamente perceptiva.
A MODO DE CONCLUSIÓN
No se puede negar que no todos los obispos son excelsos predicadores, consi-
derando que muchos de ellos lo son y lo han sido desde los tiempos patrísticos.
Juan de Ávila, un sacerdote secular, ciertamente fue más efectivo en sus esfuerzos
homiléticos que cualquiera de los obispos del siglo XVI de Andalucía. El desa-
parecido padre Leonard Shield sj, incansable misionero parroquial, fue sin duda
más seguro de sí mismo y más elocuente en el púlpito que cualquier obispo de
Irlanda de los años 50; o el padre C.C. Martindale sj y Monseñor Ronald Knox
lo mismo respecto de los obispos católicos ingleses en el periodo entre guerras.
Pero la predicación del obispo, cuando es el diocesano hablando en cuanto doctor
fidei a su pueblo, cuando convergen los criterios destacados en esta reflexión sobre
cómo su oficio condiciona el alcance de la transmisión y recepción de su mensaje;
y cuando él como pastor actúa en la plenitud del orden, merece un respeto y una
consideración tal que solo es debida a quienes han recibido el oficio episcopal.
   Notas
   1	 Patrick H. Daly es un sacerdote de origen irlandés perteneciente al clero de la Diócesis de
      Birmingham, Inglaterra. Es Doctor en Historia Medieval y Licenciado en Teología. El pre-
      sente artículo fue publicado originalmente en inglés en mayo de 2016 bajo el título “When
      a Bishop Preaches” en The Furrow, revista mensual sobre la Iglesia contemporánea editada
      por el Saint Patrick’s College de Dublín, Irlanda. La traducción es de La Revista Católica.
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pública defensa de los derechos humanos, con una clara opción de promoción y
protección de los más indefensos. La noche del 4 de agosto de 1976, regresaba a
La Rioja tras haber asistido a una de las oraciones de la novena tras los funerales
de los sacerdotes Murias y Longueville. Su auto fue embestido por otro vehículo
en la ruta en el sector de “Punta Los Llanos”, donde fue encontrado su cadáver.
    Sin mayores investigaciones ni insistencia de la Iglesia de la época, su caso fue
rápidamente caratulado de accidente y archivado. No obstante, tras casi 40 años
de perseverancia de algunos sectores eclesiales y de derechos humanos, junto con
el apoyo del Papa Francisco que manifestó su interés por que fuera esclarecido
este hecho, en 2014 la Justicia Argentina determinó que hubo una acción preme-
ditada para hacer volcar su vehículo, y que tras el impacto Angelelli fue golpeado
reiteradas veces en el cráneo mientras yacía en la carretera. Dos personas fueron
condenadas a cadena perpetua por el crimen.
    El cardenal Becciu manifestó que «los cuatro Beatos desarrollaban una acción
pastoral abierta a los nuevos desafíos pastorales; atenta a la promoción de los es-
tratos más débiles, a la defensa de su dignidad y a la formación de las conciencias,
en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia. Todo esto, para intentar ofrecer
soluciones a los múltiples problemas sociales».
    La siguiente reflexión es fruto del testimonio del padre Lorenzo González so-
bre el beato obispo que lo ordenó sacerdote en la diócesis de La Rioja en 1973.
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                   “prójimo de todos los hombres y que se acercó al que estaba caído en el camino”
                   (cf. Lc 10, 30-37); y que se identificó “con los pobres, hambrientos, sedientos,
                   enfermos, presos” (cf. Mt 25, 31-46); y que, enviado por su Padre y lleno del Es-
                   píritu Santo se vino del cielo para anunciar el Evangelio a los pobres, la liberación
                   a los cautivos, la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos, y proclamar
                   un año de gracia del Señor” (Lc 4, 16-19).
                       Hemos de notar que todos estos textos del Evangelio eran citados y comenta-
                   dos con mucha frecuencia por Monseñor Angelelli, y que le marcaban el camino
                   a seguir en la tarea pastoral. Solía decir que nunca hay que apagar la “mecha hu-
                   meante” (Is 42,3), ni echarle agua a un poquito de “rescoldo” que puede quedar
                   en un corazón y que sea un signo de esperanza.
                   2. AMOR A LA IGLESIA
                   La identidad de la Iglesia fue estudiada y reflexionada magistralmente por el Con-
                   cilio Vaticano II, del que Monseñor Angelelli fue padre conciliar. A esa Iglesia
                   amó, a la que es Pueblo y Familia de Dios, Comunidad de salvación, que nace del
                   corazón de Dios, que proviene del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, fundada
                   por Jesucristo sobre el cimiento de los apóstoles con Pedro a la cabeza y constitui-
                   da en “Sacramento universal de salvación”, que debe anunciar el Reino de Dios
                   a todos los pueblos.
                       Angelelli tenía en alta estima el rol de los tres sectores de la Iglesia: sacerdotes,
                   religiosos y religiosas, y laicos, valorando el aporte de cada sector al servicio de la
                   evangelización y con amplitud de criterio.
                       Amó a la Iglesia y sintió preocupación por la misma. Era consciente de la
                   verdad sobre la Iglesia, que es “santa y pecadora al mismo tiempo” (cf. LG 8).
                   Angelelli tenía una fina sensibilidad para escuchar a Dios. Era un hombre de ora-
                   ción. En la meditación y oración frecuente fue profundizando en el misterio de la
                   Iglesia con sus numerosos problemas. Le ayudaron mucho las dos Cartas de San
                   Pablo a los Corintios, que reflejan los conflictos de esa comunidad joven venida
                   del mundo griego y que ayudaron al Apóstol a tener una profunda comprensión
                   del misterio de la Iglesia. Corinto era una comunidad muy conflictuada. Se sabe
                   que el obispo Angelelli leía y rezaba con esas cartas en el camarín de la Cate-
                   dral aprovechando la experiencia y sabiduría de san Pablo para lograr una mayor
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OBISPOS
                   todo el hombre. Así, mostraba que el anuncio del Evangelio debía señalar los cami-
                   nos de Dios por medio del amor fraterno, corrigiendo las injusticias que ofenden
                   a Dios porque ofenden a los hombres, como lo afirmó santo Tomás de Aquino: El
                   pecado ofende a Dios porque ofende al hombre.
                       Angelelli enseñaba que desde todos los sectores sociales, gobernantes, evange-
                   lizadores, educadores, trabajadores de la salud, administradores de justicia, y di-
                   rigentes sociales, de todos los ámbitos, debíamos trabajar para elevar la dignidad
                   de la persona, y ofrecer las condiciones necesarias para que “el hombre llegue a
                   ser el artífice de su propio desarrollo”. También insistía en que hay que entregar
                   los grandes valores que apuntalan la vida, y nunca olvidar que “la razón más alta
                   de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con
                   Dios” (GS 19).
                       Esta visión del hombre es la que impulsó al Obispo Angelelli a predicar el
                   Evangelio con todas sus energías y gastar su vida por sus hermanos.
                   4. PASTORAL DE CONJUNTO
                   Al llegar a la diócesis de La Rioja en 1968, monseñor Angelelli propuso la apli-
                   cación de los Documentos del Concilio Vaticano II, y de Medellín del Episco-
                   pado Latinoamericano. La herramienta utilizada fue la práctica de una pastoral
                   de conjunto, que requería aunar esfuerzos y voluntades para un trabajo pastoral
                   compartido y en común, con criterios que buscan una misma dirección.
                       Entonces, surgieron reuniones, conferencias, encuentros de estudios, asam-
                   bleas, etc. Y así como el viejo Aristóteles supo decir que “el hombre es un animal
                   racional”, Angelelli, en forma parecida, decía: “el hombre es un animal reunible”,
                   “los curas somos animales reunibles”. Y es que la reunión es necesaria para “ver,
                   pensar y actuar”, para hablar, discurrir juntos y ayudarnos mutuamente, para
                   lograr acuerdos alumbrados por la Palabra de Dios, y hacer un camino juntos
                   para acrecentar la unidad y la fraternidad, y aumentar la corresponsabilidad en el
                   trabajo pastoral.
                       Hemos de notar que la palabra “corresponsabilidad” no se la usaba mucho
                   hace unos 50 o 60 años, pero Angelelli le dio un fuerte impulso. Ahora ese tér-
                   mino está llegando a ser un lugar común en el lenguaje y en los documentos de
                   la Iglesia.
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                   sidad popular de nuestra gente y la enriqueció con la Palabra de Dios. Así orientó
                   a muchos sacerdotes y evangelizadores en ese sentido.
                       A veces partía de las más simples realidades, por ejemplo, miraba la imagen de
                   san Nicolás que lleva un libro en su mano, y decía: “El Santo nos está mostrando
                   el Evangelio y nos invita a seguir a Jesucristo; miraba a Santa Rita con el Crucifijo
                   en la mano y decía: “la Santa nos invita a compartir la pasión de Cristo”. Hay
                   muchos ejemplos.
                       Una vez, por el año 1975, visitando los Llanos con la imagen de san Nicolás
                   vio en una velada de oración a un hombre campesino que leía el Martín Fierro
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                      Es muy seguro que este talante y estas cualidades NO las vamos a encontrar
                   en un guerrillero y matón. Seamos inteligentes, no nos dejemos engañar. Como
                   dice el Papa Francisco, “No nos dejemos robar la esperanza”.
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    6.3 Amistad
    Amigo sincero y fiel, se interesaba por los demás, preguntaba por las dificul-
tades, cuidaba y defendía a los curas, los veía con frecuencia y los visitaba. Con-
sideraba que no hay que renunciar a la amistad porque es algo sagrado. Mostraba
cordialidad con toda persona, y de un modo muy particular con los pobres, a
quienes escuchaba y tenía en cuenta. El hombre valoraba la persona y quería a la
gente. Todos encontraban eco en su corazón. Era amigo en serio y no por conve-
niencia alguna.
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                       6.8 Generosidad
                       Angelelli no se reservaba nada para sí mismo, no guardaba ni mezquinaba
                   cosa alguna. Su esfuerzo permanente fue para favorecer a los demás. Ya dijimos
                   las pocas cosas que tenía, solamente lo necesario e indispensable. Su estilo de
                   vida y sus opciones giraban en torno a la causa y al seguimiento de Cristo y a su
                   generosidad. Al respecto, san Pablo dice: “Ya conocen la generosidad de Nuestro
                   Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para enriquecernos
                   con su pobreza” (2Co 8,9). Imitar y seguir a Cristo: esa es la cuestión, y el camino
                   hacia la santidad.
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table toma de conciencia para la celebración de la misa. Sentía una gran alegría
cuando predicaba en las novenas y fiestas patronales de los pueblos. Las homilías
eran fruto de mucha meditación. A veces las preparaba considerando algunos
misterios cristianos con los curas que estaban cerca.
    Recuerdo puntualmente que cuando fue el sepelio de los dos sacerdotes ase-
sinados en Chamical (Longeville y Murias), en julio de 1976, conversó cerca de
una hora con los sacerdotes que estábamos y pedía que tiremos ideas para armar
la homilía del caso. Al hombre le gustaba compartir, escuchar a los demás y apre-
ciaba el aporte de todos. Angelelli ayudaba y se dejaba ayudar.
7. CAUSAS DE SU MARTIRIO
    7.1 Signo de contradicción
    Las décadas de 1960-1970 eran tiempos de revoluciones, naciones recién in-
dependizadas, las juventudes hacían muchos reclamos y barullos, el marxismo-
comunismo pegaba fuerte, aparecieron muchos ideales revolucionarios, cambios
de estructuras y sueños de libertad. En ese tiempo yo estaba en Córdoba y per-
cibía una cierta ‘candidez’ en algunos sectores. Este ambiente fácilmente podía
despertar algunas confusiones.
    El Concilio Vaticano II (un milagro del Papa Juan XXIII), con las Encíclicas
Sociales y el notable aporte de los teólogos suscitaron importantes cambios hacia
adentro y fuera de la Iglesia. Se vino una mirada más consciente y exigente sobre
la dignidad de la persona humana y sus múltiples necesidades, como la cuestión
del hambre y los sufrimientos de los pobres en muchos países.
    Era necesario revisar con franqueza las relaciones políticas, económicas y so-
ciales, y el uso correcto y con justicia de los bienes de la tierra, que tienen un
destino universal, para promover la paz y una sana convivencia.
    En Argentina estábamos cruzando trágicos momentos de nuestra historia:
subversión y represión indiscriminada, secuestros, detenciones arbitrarias, tortu-
ras, desapariciones, muertes violentas.
    Así las cosas y, motivados por la situación y las enseñanzas del Concilio Va-
ticano II, muchos predicadores del Evangelio, hablando desde el púlpito, de-
nunciaron las injusticias y las faltas de caridad con los pobres y marginados de
la sociedad y los atropellos contra la vida. El obispo Angelelli también levantó la
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                       En lo que hacía al diario “El Sol” y a otros confabulados en contra del Obis-
                   po, daba la impresión de que se hubieran impuesto como lema: “mentir, mentir,
                   mentir”, porque cuando hay mucha mentira, siempre queda algo.
                       Es una pena, pero muchos riojanos de la Capital y del interior conocieron al
                   obispo a través de la difamación y la calumnia, y quedaron con una idea errónea y
                   falsa. Pienso que nuestra gente no es culpable por esto. Los culpables son los que
                   mintieron. Ellos tendrán que arreglar esa cuestión con su conciencia y con Dios.
                   Nosotros creemos en el perdón de los pecados, y hemos de orar por los persegui-
                   dores, como manda el Evangelio.
                       De todos modos, de nada sirve estar en el error. ¿Qué hacer en este caso? Sim-
                   plemente buscar una buena información en fuentes fidedignas y corregir el error.
                   Seamos inteligentes, hagamos funcionar bien el sentido común, sintamos aprecio
                   por la verdad y no nos dejemos engañar.
                       Y sucedió que la figura de monseñor Angelelli molestaba a muchos. La sola
                   presencia del justo irrita a los que se andan portando mal. Los que obran mal no
                   quieren que nadie los cuestione. Esto es fulero porque es señal que la conciencia
                   puede estar adormecida por el hábito del pecado y la injusticia.
                       El profeta Jeremías, por ejemplo, experimentó la persecución de las clases di-
                   rigentes del pueblo. Es un caso típico. “Los malvados decían: ¡Vengan, tramemos
                   un plan contra Jeremías. Inventemos algún cargo contra él, y no prestemos aten-
                   ción a sus palabras!” (Jr 18, 18). Es que la raza de Adán es pecadora. Cuando el
                   hombre orienta mal su vida y su libertad, y se empeña en sus propósitos perversos,
                   hasta puede “correr el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios”, como dijo
                   Gamaliel al Sanedrín judío (cf. Hch 5,39).
                        Lamentablemente, los militares no estuvieron suficientemente evangelizados;
                   faltó la enseñanza del Concilio Vaticano II y la Doctrina Social de la Iglesia; hubo
                   mucha confusión en ideas y palabras, por ejemplo: los que hablaban de los “po-
                   bres”, de la “justicia”, de la “promoción de la dignidad de la persona humana”, de
                   la necesidad de “compartir el pan” eran considerados comunistas y subversivos; el
                   temor del comunismo caló hondo en la mente de muchos.
                       Por otra parte, la incitación de algunos sectores demasiado acomodados en
                   sus ambiciones desmedidas y en sus intereses egoístas, contribuyó para que los
                   militares se largaran a una represión descontrolada.
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8. MARTIRIO
Los cuatro mártires murieron por la misma causa: servir a Jesucristo en la persona
de los pobres y excluidos. Ellos lucharon por la justicia. En el pasaje del Evangelio
sobre el Juicio final (Mt 25), y en la parábola del buen samaritano (Lc 10,29-37)
queda clarísimo que la salvación pasa por el hermano. El encuentro con Dios pasa
por el hermano. Resulta que “es imposible amar a Dios a quien no vemos si no
amamos al hermano a quien vemos” (1Jn 4,20). Por algo san Pablo dice: “El que
ama al prójimo ha cumplido toda la ley” (Rm 13,8).
    Los estudiosos de estos temas afirman: “El hombre es un lugar teológico”,
vale decir, la persona humana es la clave para el encuentro con Dios. Jesucristo
se identifica con los hambrientos, sedientos, enfermos, etc. Por ello las obras de
misericordia tienen tanta importancia. Está en juego el encuentro con Dios y
nuestra salvación.
    Y, ¿qué hicieron monseñor Angelelli y sus compañeros mártires? Practicaron
las obras de misericordia; procuraron imitar a Jesucristo que “vino a traer la Bue-
na Noticia a los pobres y el consuelo a los afligidos”. Y sin excluir a nadie de su
amor, trataron de practicar un “amor preferencial por los pobres”, y prestaron su
voz a “los que no tienen voz”. Ellos guardaron fidelidad a Dios, lo escucharon y
le prestaron obediencia. En ellos se cumplió el ideal que propone el profeta Mi-
                                                                                                     225
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                   toyevski: “yo no creo en ese cielo donde la víctima y el victimario pueden estar
                   sentados compartiendo la misma mesa, como si nada hubiere pasado”.
                       La justicia es necesaria en este mundo y en el mundo del más allá. La justicia
                   en este mundo a veces podría quedar fallida por engaño, mentiras, acomodos y
                   soborno. Pero la justicia de Dios en el mundo futuro no podrá ser engañada ni
                   burlada. No olvidemos que “nadie se burla de Dios” (Ga 6,7).
                       Después del primer crimen de la historia, cuando Caín mató a su hermano
                   Abel, Dios llega y pregunta: “¿Dónde está tu hermano?” (Gn 4,9). Esta pregunta
                   se prolonga a lo largo de la historia. Y hay que decir que todos los crímenes que-
                   dan registrados en el Libro de Dios. De hecho, Dios sigue preguntando: “¿Dónde
                   está tu hermano?”. Y nadie puede hacerse el loco y responder a Dios como Caín:
                   “No lo sé, ¿soy yo, acaso guardián de mi hermano? (Gn 4,9).
                       La realidad es que somos responsables unos de otros. “Todos somos inevitable-
                   mente guardianes de nuestros hermanos”, como dijo Martin Luther King.
                       Cuidemos las relaciones humanas con respeto, sabiduría y prudencia. Cuide-
                   mos y honremos la vida de nuestros semejantes. San Pablo nos educa diciendo:
                   “Quien ama no hace mal al prójimo, por eso el amor es el cumplimiento pleno
                   de la ley” (Rm 13,10). Por su parte el apóstol Santiago nos advierte: “Miren que
                   el Juez ya está a la puerta” (St 5,9).
                       Notas
                       1	 Sacerdote de la Diócesis de La Rioja, ordenado por monseñor Enrique Angelelli en 1973.
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A partir del presente número y durante las próximas tres ediciones publicaremos los
contenidos del curso “Hacia la madurez psicológica y espiritual” del sacerdote y médico
Wenceslao Vial. La instancia formativa, efectuada el 7 y 8 de mayo de 2019, fue or-
ganizada por la Vicaría para el Clero de la Arquidiócesis de Santiago junto al Centro
de Encuentros Sacerdotales.
INTRODUCCIÓN
 «La vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a otros»2
En una reunión de psicólogos católicos sobre la imagen de Dios en el hombre,
planteamos una breve pregunta: ¿qué esperas encontrar en un sacerdote? Las res-
puestas no tardaron en llegar, agudas y prácticas: que no se proyecte ni se disocie,
que su personalidad esté integrada, que esté en contacto consigo mismo, que
sea flexible, capaz de viajar en el tiempo, integrando el pasado, el presente y el
futuro… Una madre de familia contestó: «Que vea el ser sagrado del otro, confir-
mándolo en su valor».
    Esta última afirmación servirá de fundamento para nuestras reflexiones sobre
la figura del sacerdote, su identidad y su misión. Ayudar a otros –ser cura o cui-
dador–, ser capaz de compadecerse de ellos, resulta imposible sin un buen cono-
cimiento propio. El sacerdote está llamado a encontrar a sus semejantes en las di-
versas etapas de sus itinerarios individuales y únicos. Recibe el poder de perdonar,
de curar heridas, de llenar soledades, sabiéndose él mismo pecador y, en ocasiones,
                                                                                                      229
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PSICOLOGÍA
paciencia se encarga de sacarlos de nuevo del error: «El Hijo del Hombre no ha
venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos» (Mt
20, 28).
    Veamos ahora las notas de madurez y las capacidades personales que se estruc-
turan en una sublime unidad. Es frecuente encontrar personas para las que lo úni-
co importante es el equilibrio: la homeostasis imperturbable del medio interno,
la tranquilidad o estado fisiológico de bienestar, para el que se recurre al yoga y a
diversas fórmulas de relajación y de meditación. Algunas religiones orientales atraen
especialmente al prometer este equilibrio: la paz interior que todo el mundo anhela.
El punto de referencia es el propio yo. Pocos quieren oír hablar de tensión.
    La vida cristiana va más allá del equilibrio. Supone tensión, pues la meta, lo
que unifica el actuar, es el amor. Cualquiera que ame sabe que el amor verdadero,
que no usa al otro, requiere sacrificio, capacidad de darse, una sana tensión hacia
los demás, que lleva a salir del propio yo. Jesucristo lo expone en el sermón de
la montaña, con las bienaventuranzas. Vivir las bienaventuranzas es una tarea
espléndida, que requiere esfuerzo, dar la tensión justa a cada cuerda, para produ-
cir la sinfonía deseada. Se pasa de una búsqueda desesperada del equilibrio, a la
búsqueda esperanzada de la armonía. Cada ser humano es imagen de Dios, que
se refleja en su alma y en su cuerpo. El sacerdote está llamado a serlo de un modo
muy particular, cuidando también de su alma y de su cuerpo.
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Dios y los demás. Está llena de esperanza y es algo querido. Se da a lo largo del día
en múltiples situaciones, en la oración, y se reserva para ella algunos espacios más
amplios, como son los ejercicios o retiros espirituales.
    La soledad triste es de otro estilo. No tiene sentido, empobrece y deja a oscu-
ras, no da luz sino oscuridad. Es aburrida y cansa pues se oye solo la voz del pro-
pio yo. No hay diálogo sino monólogo. Lleva a la desesperación y tal vez a con-
siderar, como el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, que la vida no es más que
un péndulo entre el aburrimiento y la desesperación. Este tipo de soledad no es
para Dios y no es libre pues no nace del amor, se acompaña de rutina. La soledad
alegre se refleja más en la palabra inglesa solitude, la soledad triste, en loneliness, o
aislamiento y melancolía. En la primera uno es consciente de una vocación; en la
segunda, esa conciencia se nubla o se pierde: falta el empeño por corresponder, no
se oye ni se ve, es como un viaje al fin del mundo en solitario.
    La pregunta que surge espontánea es: ¿me siento solo?, ¿estoy solo? Un sacer-
dote que cuide su ministerio, se dé a los demás y busque el encuentro con otros
hermanos suyos, nunca estará solo. La responsabilidad es de todos, buscando
formas de acompañar a los mayores y enfermos, a los más necesitados, en pri-
mer lugar entre los propios sacerdotes. Pero también los jóvenes se enriquecen
compartiendo con otros. En muchos lugares se organizan con éxito encuentros
de oración, momentos de estudio, puestas en común de ideas para homilías, etc.
    Un medio para dejar de lado la soledad triste es el acompañamiento espiri-
tual, necesario también al sacerdote: «Teniendo como fin la docibilitas al Espíritu
Santo, el acompañamiento espiritual representa un instrumento indispensable de
la formación»3. Dando a conocer nuestras alegrías y tristezas, desvelos y preocu-
paciones; preguntando y dejándonos guiar se consigue mayor libertad interior, se
advierten mejor las señales del camino y es más fácil recorrerlo sin extraviarse. La
dirección espiritual es fundamental sobre todo en los primeros años de la voca-
ción sacerdotal4.
    Como en la vida de cualquier cristiano, el sacerdote necesita estrellas que le
guíen en la noche y en medio de las tormentas. Alguien que, a través de su vida
y su conducta le muestre la imagen de Cristo: «También para los presbíteros vale
–recordaba Benedicto XVI– lo que escribí en la encíclica Deus caritas est: “No se
comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el en-
cuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la
vida y, con ello, una orientación decisiva”»5.
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tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés sentado en casa y al ir de camino, al acos-
tarte y al levantarte. Las atarás a tu mano como un signo, servirán de recordatorio
ante tus ojos. Las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portones» (Dt 6, 4-9).
    No significa esto que la única actividad que haya que realizar sea la de orar, o
que solo sea posible rezar con entusiasmo, como enseñaban los monjes Euquitas
(entusiastas), del siglo cuarto. El consejo de los santos es otro: «Se me ha pasado
el entusiasmo, me has escrito. -Tú no has de trabajar por entusiasmo, sino por
Amor: con conciencia del deber, que es abnegación»12. Y si no sabemos de qué
tratar en la oración, tampoco nos faltan sus sugerencias: «Me has escrito: “orar es
hablar con Dios. Pero, ¿de qué?” -¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y
fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos
de gracias y peticiones: y Amor y desagravio. En dos palabras: conocerle y cono-
certe: “¡tratarse!”»13.
    Transformando el día en oración, el sacerdote ha de tener también momentos
de descanso. Muy importante resulta aprender a descansar, con un descanso salu-
dable. La más antigua referencia bíblica al descanso es: «Terminó Dios en el día
séptimo la obra que había hecho, y descansó en el día séptimo de toda la obra que
había hecho» (Gn 2, 2). De aquí surgirá el deber de respetar el sábado que Dios
impone a su pueblo.
    En un próximo artículo mencionaremos el agotamiento o Burnout, al que se
puede llegar si no se cuida. Pero no todo tipo de descanso previene los problemas
o de verdad descansa.
    La primera característica de un descanso saludable es que sea en el Señor
y con el Señor. Es experimentar esa compañía continua del que prometió que
estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (cfr. Mt 28, 20). Es
abandonar nuestras miserias en las manos de Dios, y poner también en esas
manos las preocupaciones y miserias ajenas, que el sacerdote conoce bien y
pueden robarle la paz.
    El descanso eficaz es coherente con la propia identidad. No todos los medios
son igualmente adecuados para todo tipo de personas. Es fácil comprender que
sería poco apropiado que un sacerdote descansara asistiendo a bailes, pero tam-
bién daría tristeza verle en actividades como el juego en los casinos, o en apuestas,
o apurando hasta la última gota de trago en una fiesta. Cada uno ha de descubrir
si es apropiado a su condición aquello que en teoría le descansa, aunque sea en sí
bueno. Por ejemplo, ver si y cuándo es apropiado ir al cine: ¿no sería preferible ver
una película con otros, en la propia casa?
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                        Otra nota del descanso saludable es hacerlo por los demás y con los demás.
                   No suele ser apropiado el descanso en solitario, la búsqueda exclusiva del propio
                   bienestar. Esto no significa que no se pueda leer un libro solo, o escuchar música
                   solo, o hacer deporte solo. En estas y cualquier otra actividad, sin embargo, se
                   tendrá en cuenta por qué se hace, intentando que sea por deseos de servir a Dios
                   y los demás.
                        El mejor modo de cuidar este tema es integrarlo a lo largo del día: descansar en
                   la vida normal, sin convertirlo en una obsesión. Descansar incluso con el trabajo
                   habitual lleno de sentido, entretenerse con las labores, como preparar una homi-
                   lía, atender a alguien, intentar resolver una dificultad de otro, hacer el bien. Hay
                   que buscar, además, momentos de pausa y cambios de actividades a lo largo de la
                   jornada. Y no dejar para última hora del día asuntos muy complejos que quiten
                   el sueño, como seguiremos viendo en el siguiente apartado.
                        Para el sacerdote resuenan más fuertes las palabras que el Papa Francisco ha
                   propuesto en alguna ocasión a los jóvenes: repetir con frecuencia, como un santo
                   y seña: «¿Qué haría Cristo en mi lugar?»14. Como resumen, qué útil le será volver
                   de continuo a pensar en la misa, como su mayor fuente de inspiración, de orgu-
                   llo, de grandeza. El santo Cura de Ars, contemplaba especialmente al Señor en la
                   Eucaristía, y decía a sus fieles: «Todas las buenas obras juntas no son comparables al
                   Sacrificio de la Misa, porque son obras de hombres, mientras la Santa Misa es obra
                   de Dios».
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ejemplo del alcohólico: no consigue dejar de beber, aunque lo desee; quien se es-
fuerza por ser templado, permanece libre incluso para emborracharse, si quisiera.
    Estas fuerzas que facilitan obrar bien y que llamamos virtudes no están com-
pletamente separadas entre sí, sino interrelacionadas; unas tiran para arriba de
las otras. En cuanto a las virtudes cardinales, que se llaman así porque de ellas se
desprenden todas las demás, se descubren algunos paralelismos con los rasgos de
la personalidad madura.
    La prudencia dispone a la razón para discernir cuál es el verdadero bien y
escoger los medios adecuados para alcanzarlo. Se asocia en cierto modo a la auto-
nomía, que permite obrar con independencia, a la seguridad para decidir en cada
momento, y a la coherencia que mantiene en el tiempo la decisión hecha, sin
cambiar de rumbo, sin volver atrás. La prudencia necesita de otras virtudes y a su
vez las guía a todas, pero requiere conocer: saber los particulares o circunstancias
concretas, para dar un juicio práctico.
    La justicia lleva a dar a los demás lo que es debido. Se relaciona por tanto con
las características que nos hacen salir de nosotros: la sociabilidad, el diálogo, la
tolerancia y una sana autoestima que es fuente del amor al prójimo. Cuando es a
Dios a quien nos referimos, no hablamos de justicia, sino de religión. Y el primer
paso de la religiosidad, psicológicamente hablando, es la búsqueda del sentido de
la existencia.
    La fortaleza asegura la constancia y la firme voluntad en la búsqueda del bien,
con valentía y sacrificio. Es fácil por esto vincularla al equilibrio, a la perseveran-
cia, y a la meta de la identidad personal.
    La templanza, por último, modera los placeres y las fuerzas más instintivas.
Nos une como la fortaleza al equilibrio, y también al autodominio, al sentido
del humor, a la creatividad y espontaneidad. Nos llena de alegría y nos aleja del
mundo animal y de sus reglas.
    Es evidente que las virtudes hacen atractiva la vida humana, aunque el sujeto
no tenga fe. Sabemos que sobre ellas construye Dios, y que la gracia que las facilita,
las convierte en virtudes cristianas. Es clara la conclusión: «Las emociones y los
sentimientos pueden ser asumidos por las virtudes, o pervertidos en los vicios»18.
Y es un buen panorama lo que nos dice san Josemaría, refiriéndose a la Santísima
Virgen: «la vida sobrenatural comporta siempre la práctica atractiva de las virtudes
humanas: María lleva la alegría al hogar de su prima, porque “lleva” a Cristo»19.
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                       El sacerdote llamado a ser otro Cristo, no olvida que Jesús era perfecto hom-
                   bre y perfecto Dios. Era claramente hombre, que come, se cansa, llora, duerme,
                   se angustia, etc. Nace y muere en un momento concreto y bien documentado
                   de la historia. Sus enseñanzas son elevadas, su generosidad y valentía quedan de
                   manifiesto. Pero si solo hubiese sido un hombre, se nos presentaría como una
                   persona sabia tal vez, pero extraña: un arrogante, o un impostor. Decía que era
                   necesario comer su carne, que no había que preocuparse por qué comer y vestir;
                   y resucitaba muertos, al menos en apariencia. Afirmó de él mismo que era Dios y
                   que quien creyera en él tendría la vida eterna. Ningún otro personaje célebre de la
                   Antigüedad llegó a decir este tipo de cosas. Por esto, algunos han intentado negar
                   su existencia terrena, lo que es más coherente quizá que negar su divinidad, pero
                   resulta imposible20. Santo Tomás apóstol, viendo a ese hombre resucitado, creyó
                   y confesó su divinidad.
                       Creer y confesar esa divinidad nos eleva a una vida que nos supera, la vida so-
                   brenatural. Es esta la vida que el sacerdote debe mostrar y buscar, la vida que vale
                   la pena. Si usamos la imagen de una pirámide, que hemos llamado pirámide de la
                   madurez cristiana21, en la base tenemos la fe, que permite una identidad fuerte y
                   reconocer que somos creaturas limitadas, con un alma inmortal. Es el humus o el
                   terreno que nos sustenta y del que brota la humildad para seguir construyendo. Es
                   claro, por otra parte, que si falta la fe en el sacerdote, tiembla toda su estructura y
                   su identidad: su relación esencial con lo sagrado se esfuma, al desaparecer lo sagra-
                   do. En el bloque central podemos ver la esperanza, clave para seguir construyendo
                   el propio proyecto y sustento de la autonomía: solo si se espera alcanzar una meta
                   se buscan y ponen los medios para llegar a ella.
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padecen física o moralmente. Parece que los niños, para quienes la ternura es un
medio natural de manifestar el amor (no solamente para ellos, por otra parte) tie-
nen un derecho particular al cariño. Es, por consiguiente, más necesario aplicar a
estas manifestaciones, sobre todo exteriores, una sola y única medida, la del amor
de la persona. Hay, en efecto, el peligro de excitar el egoísmo por una ternura
exagerada que contribuye a ello –en la medida en que sirve para satisfacer sobre
todo nuestra propia afectividad, sin tener en cuenta la necesidad objetiva y el bien
del otro. Por esto el verdadero amor humano, el amor de la persona y el amor
entre personas, ha de reunir’ en sí dos elementos: la ternura y una cierta firmeza.
En otro caso, se convertirá en enternecimiento y debilidad. No se ha de olvidar
que el amor humano es también una lucha, lucha por el hombre y por su bien”29.
    Estas palabras, que muestran cierta sospecha respecto de una ternura dejada
a sí misma y olvidan las imperfecciones éticas del ser humano, especialmente en
la relación entre hombre y mujer, están iluminadas por las siguientes páginas en
las que Wojtyla muestra cómo “ciertas formas de ternura pueden apartarse del
amor de la persona y acercarse al egoísmo de los sentidos o de los sentimientos.
Además, las manifestaciones exteriores de cariño pueden crear las apariencias del
amor”30. También da algunos ejemplos: el seductor, la prostituta; además, obser-
va que la distancia entre los datos objetivos y la tensión subjetiva puede llevar
a ensanchar prematuramente de un derecho a la ternura, a exigir su expresión
“demasiado pronto, cuando la afectividad y la sensualidad se despiertan, pero
cuando todavía el aspecto objetivo del amor y la unión de las personas no están
presentes. Semejante ternura prematura en las relaciones entre el hombre y la
mujer destruye muchas veces el amor, o por lo menos impide que se constituya
en amor verdadero y objetivo”31.
    El propio autor, sin embargo, después de notar la necesidad de vigilancia32,
vuelve a subrayar la importancia de la ternura para el amor entre el hombre y
la mujer, para el matrimonio y su estabilidad. Las palabras que añade son muy
bellas. “Hace falta mucha ternura en el matrimonio, en esa vida común en la que
no solamente un cuerpo tiene necesidad del otro cuerpo, sino, sobre todo, un ser
humano del otro ser humano. Ahí es donde tiene un gran papel que jugar. Estre-
chamente ligada a un verdadero amor de la persona, desinteresada, puede salvar
al amor de los diversos peligros debidos al egoísmo de los sentidos o a la actitud
de placer. La ternura es el arte de ‘sentir’ el hombre todo entero, toda su persona,
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2, 21), en la alianza nueva sellada por Jesús. La ternura de Dios, venida a ser la del
Hijo de Dios hecho hombre, puede, pues, la de los hombres renacidos hijos de
Dios en Jesús. San Pablo solo tiene un deseo: apropiarse los sentimientos de Cris-
to (Flp 1,8; Flm 20). Así puede invitar a los cristianos a “revestirse de las entrañas
compasivas” de Dios y de su Hijo (Col 3,12; Ef 4,32; cf. 1Pe 3,8). Los evangelistas
hablan en el mismo sentido: cerrar las propias entrañas a los hermanos es excluirse
del amor del Padre (1Jn 3,17); negar el perdón al prójimo es negarse uno mismo
el perdón de Dios (Mt 18,23-35). Todos los hijos de Dios deben imitar a su Padre
(Lc 6,36), teniendo como él un corazón movido a compasión para con sus próji-
mos (Lc 15,20.31), es decir, para con todos los hombres sin excepción, según el
amor ejemplar, no solo afectivo, sino también efectivo, del buen samaritano (Lc
10,33). Así es como entran en el movimiento de la ternura divina, que les viene
del Padre, por Jesús, gracias al Espíritu de amor (Flp 2,1) y que los lleva a la felici-
dad sin fin, más allá del pecado y de la muerte, según la esperanza expresada en la
oración eucarística del Misal romano: “Y a nosotros, pecadores, que exponemos
nuestra esperanza en tu misericordia (en tu ternura) inagotable...”36.
    En otras partes, en la misma voz, Bonnard entreteje la ternura con el amor
paterno y materno en Dios37. Lo evidencio sobre todo porque esta textura tiene
una especie de paralelismo en la esfera filosófica francesa: pienso en particular en
las breves consideraciones sobre la ternura que Roland Barthes presenta en los
Fragmentos de un discurso amoroso38, a mediados de los años setenta, y en parti-
cular en sus cursos contemporáneos en el Collège de France (1977-1978)39. La
reflexión muy evocadora de Barthes también ha favorecido una apertura cultural
a la ternura no solo en la cultura francesa, sino también más allá de ella. No es
casualidad que el colombiano Luis Carlos Restrepo haya colocado en la portada
de su famoso y difundido libro de 1994: El derecho a la ternura40, una cita del
fragmento de R. Barthes sobre la ternura (“Là où tu es tendre, tu dis ton pluriel”,
es decir, “Ahí donde tú eres tierno, tú dices tu plural)41.
    No voy más allá en este punto. Solo añado que Bonnard tuvo ciertamente,
con su voz en el Vocabulario, un fuerte impacto en la posterior atención bíblica al
lenguaje de la ternura, dada la vasta influencia y el uso generalizado del Vocabula-
rio. Para el desarrollo bíblico posterior y contemporáneo sobre la ternura hay que
referirse al volumen de Carlo Rocchetta y Rosalba Manes42.
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                    tido que él mismo dice: ‘si una madre se olvidase de sus hijos, yo no me olvido
                    de ti’, el mayor amor es el de la madre”. El Papa insiste: ‘La ternura es cercanía,
                    y la cercanía es tocar, abrazar, consolar, no tener miedo de la carne, porque Dios
                    ha tomado la carne humana, y la carne de Cristo son hoy los descartados, los
                    desplazados, las víctimas de la guerra’; por eso ‘las propuestas de espiritualidad
                    son demasiadas teóricas, son formas de gnosticismo’. Hoy, ‘en esta cultura del
                    descarte, en esta ideología del dios dinero, creo que la gran enfermedad es la
                    cardioesclerosis’”52.
                        Así como el Hijo manifiesta la ternura del Padre haciéndose cercano en la
                    carne, así también el cristiano revela la ternura del Hijo haciéndose cercano a la
                    carne de los descartados, que es la carne de Cristo mismo.
                        “Pero Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne
                    sufriente de los demás. Espera que renunciemos a buscar esos cobertizos perso-
                    nales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de
                    la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la
                    existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura” (EG 270).
                        La ternura se manifiesta en la presencia material y física junto al hermano,
                    especialmente el que sufre y está enfermo. Es decir, pasa del corazón a las manos:
                    “Estando con los enfermos y ejerciendo vuestra profesión, vosotros mismos
                    tocáis a los enfermos y, más que cualquier otro, cuidáis de su cuerpo. Cuando
                    lo hagáis acordaos de cómo Jesús tocó al leproso: de una manera que no fue
                    distraída, indiferente o molesta, sino atenta y amorosa, que le hizo sentirse res-
                    petado y cuidado. Haciéndolo así, el contacto que se establece con los pacientes
                    les da como una reverberación de la cercanía de Dios Padre, de su ternura por
                    cada uno de sus hijos. Precisamente la ternura: la ternura es la «clave» para en-
                    tender a los enfermos. Con la dureza no se entiende al enfermo. La ternura es
                    la clave para entenderlos y también es una medicina preciosa para su curación.
                    Y la ternura pasa del corazón a las manos, pasa por un «tocar» las heridas lleno
                    de respeto y amor”53.
                        La mano es el órgano principal a través del cual la ternura se hace carne y la
                    carne expresa ternura, como decía el Arzobispo de Buenos Aires al hablar del
                    Señor Jesús como buen samaritano: “se oculta lleno de ternura en esos pequeños
                    gestos, gestos de projimidad, donde toda la palabra está hecha carne: carne que
                    se acerca y abraza, manos que tocan y vendan, que ungen con aceite y restañan
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con vino las heridas, carne que se acerca y acompaña, que escucha, manos que
parten el pan”54.
    La ternura se hace carne y la carne se vuelve “llena de ternura”. La ternura no
es simplemente una actitud interior, no es el jardín de la satisfacción de un alma
hermosa, sino una disposición sólida a la proximidad, al sentimiento de empatía
y a la acción por el otro, al cuidado. Hay una especie de intrínseca disposición
política en la ternura vivida.
    Para que todo esto sea posible, sin embargo, es necesario que la ternura no se
detenga en la carne, sino que capte y respete el misterio personal hecho carne,
evitando cualquier actitud dominante y posesiva.
    Es sobre todo en algunos textos de Amoris Laetitia que el Papa Francisco hace
hincapié en el respeto: “En la sociedad de consumo el sentido estético se em-
pobrece, y así se apaga la alegría. Todo está para ser comprado, poseído o con-
sumido; también las personas. La ternura, en cambio, es una manifestación de
este amor que se libera del deseo de la posesión egoísta. Nos lleva a vibrar ante
una persona con un inmenso respeto y con un cierto temor de hacerle daño o de
quitarle su libertad. El amor al otro implica ese gusto de contemplar y valorar lo
bello y sagrado de su ser personal, que existe más allá de mis necesidades. Esto
me permite buscar su bien también cuando sé que no puede ser mío o cuando
se ha vuelto físicamente desagradable, agresivo o molesto” (AL 127). “Alguien se
enamora de una persona entera con una identidad propia, no sólo de un cuerpo,
aunque ese cuerpo, más allá del desgaste del tiempo, nunca deje de expresar de al-
gún modo esa identidad personal que ha cautivado el corazón. Cuando los demás
ya no puedan reconocer la belleza de esa identidad, el cónyuge enamorado sigue
siendo capaz de percibirla con el instinto del amor, y el cariño no desaparece.
Reafirma su decisión de pertenecerle, la vuelve a elegir, y expresa esa elección en
una cercanía fiel y cargada de ternura” (AL 164).
    El Papa Francisco, por tanto, parece ver la ternura como la clave para com-
prender el dinamismo mismo de la Encarnación y, al mismo tiempo, en la Encar-
nación, la forma concreta en que la ternura se manifiesta y está presente concre-
tamente en la historia humana.
    Vivir la ternura hace posible la autenticidad del sentimiento de unión con
todos los demás seres vivos: “No puede ser real un sentimiento de íntima unión
                                                                                                   257
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                        La ternura no es la virtud del débil; al contrario, es una virtud que indica fuer-
                    za de espíritu, capacidad de pro-existencia para el otro, capacidad de compasión
                    y de verdadera apertura al otro, capacidad de amor.
                        Precisamente porque la ternura es una virtud de los fuertes, es también una
                    “virtud combativa”, capaz de oponerse al mal: “El triunfo cristiano es siempre una
                    cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con
                    una ternura combativa ante los embates del mal” (EG 85).
                        Es la virtud de todo hombre que quiera ser verdadero guardián de la creación
                    y de la vida humana, cuidándola y apartándola del mal. Una imagen de esto la da
                    san José, el hombre ejemplar de la custodia, el cuidado y la ternura.
                        Esta presentación de san José como imagen humana ejemplar no se debe sim-
                    plemente a la coincidencia de la primera misa del Papa Francisco con la fiesta de
                    san José. Vuelve sobre ello en un importante documento dedicado al cuidado de
                    la creación, es decir, en la encíclica Laudato si’: “Junto con ella, en la familia santa
                    de Nazaret, se destaca la figura de san José. Él cuidó y defendió a María y a Jesús
                    con su trabajo y su presencia generosa, y los liberó de la violencia de los injustos
                    llevándolos a Egipto. En el Evangelio aparece como un hombre justo, trabajador,
                    fuerte. Pero de su figura emerge también una gran ternura, que no es propia de
                    los débiles sino de los verdaderamente fuertes, atentos a la realidad para amar y
                    servir humildemente. Por eso fue declarado custodio de la Iglesia universal. Él
                    también puede enseñarnos a cuidar, puede motivarnos a trabajar con generosidad
                    y ternura para proteger este mundo que Dios nos ha confiado” (LS 242).
                        Este texto permite también que surja otra imagen personal de la ternura que
                    el Papa Francisco recuerda a menudo: la Virgen María.
                        “Hay un estilo mariano en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Porque
                    cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura
                    y del cariño. En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los
                    débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse impor-
                    tantes. […] Esta dinámica de justicia y ternura, de contemplar y caminar hacia los
                    demás, es lo que hace de ella un modelo eclesial para la evangelización” (EG 288).
                        No es de extrañar que la ternura sea una virtud que en José y María encuentra
                    imágenes ejemplares. Es una forma de ser y actuar que acompaña en la experien-
                    cia humana de modo especial el amor materno y paterno. “La madre, que ampara
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8. CONCLUSIÓN
El Papa Francisco, como se desprende de lo que se ha dicho hasta ahora, parece
por tanto considerar la ternura como un modo de existencia y de relación con el
otro, que coincide con el modo de ser cristiano en el mundo, porque es el modo
de la manifestación divina al mundo. Este modo de ser se caracteriza por la cer-
canía empática, la proximidad, por convertirse en carne entregada y compartida,
por el contacto real con el otro y con su sufrimiento, por cuidar de una modo
paterno-materno.
    En la medida en que la teología moral tiene por objeto la perspectiva de la
autenticidad de la existencia cristiana en los lugares concretos de la vida humana,
hay que decir que después de la enseñanza del Papa Francisco ya no es posible
hacer una teología moral que prescinda de la posición “cardinal” de la virtud de
la ternura.
    De alguna manera, de hecho, el Papa Francisco introdujo una peculiar virtud
cardinal más allá de las cuatro clásicas (prudencia, justicia, fortaleza, templanza),
que es precisamente la ternura, una virtud que se extiende a todas las áreas de las
relaciones humanas intersubjetivas y sociales, y tiene una íntima consonancia y
coherencia con la forma divina de existencia, que es la caridad. En este sentido,
el impacto de la ternura en los diversos contextos humanos se convierte en un
campo notable de trabajo ético, así como la formación de las generaciones más
jóvenes en un estilo de existencia marcado por la ternura se convierte en un com-
promiso educativo fundamental.
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16	 M. Scheler, Essenza e forme della simpatia, Città Nuova Editrice, Roma 1980 (ed. origi-
    nal, 1923), 258.
17	E. Fuchs, Le désir et la tendresse. Sources et histoire d’une éthique chrétienne de la sexualité
    et du mariage, 2a edición, Labor et fides, Ginebra 1979, 194-195. Cita la segunda edición
    de F. Chirpaz, Le corps, PUF, París2 1969, 72 ss. La primera edición había aparecido en el
    1963.
18	E. Fuchs, Le désir et la tendresse, p.194.
19	 E. Fuchs, Le désir et la tendresse, p.200.
20	 X. Lacroix, Il corpo di carne. La dimensione etica estetica e spirituale dell’amore, EDB, Bolo-
    gna 1997 (ed. original París 1992), 84.
21	 Aquí cita la áagina 263 de la traducción italiana de Totalité et infini: Totalità e infinito.
    Saggio sull’esteriorità, Jack Book, Milano 19902.
22	 Ibídem.
23	 X. Lacroix, Il corpo di carne, 59. Sobre la ternura en Lévinas véase G. Salmeri, L’altro e la
    misericordia. L’itinerario del femminile in Levinas en Dialegesthai 2003 (ISSN 1128-5478):
    https://mondodomani.org/dialegesthai/gs03.htm
24	 Si bien el autor del presente artículo utiliza una edición en italiano para citar esta obra,
    nosotros optamos por la siguiente traducción al español, de donde se han tomado todas las
    referencias: K. Wojtila, Amor y Responsabilidad. Estudio de moral sexual, con prefacio de
    Henri de Lubac, Editorial Razón y Fe, EAPSA, Madrid 1978, tercera edición.
25	 G. Colombo, Prefazione en C. Wojtyla Amore e responsabilità. Morale sessuale e vita inter-
    personale, Marietti, Casale Monferrato 1968,7.
26	K. Wojtila, Amor y Responsabilidad, p.102
27	 Ídem, p.103
28	 Ibídem
29	K. Wojtila, Amor y Responsabilidad, p.103-104
30	 Ídem, 104
31	 Ibídem
32	 La posible manipulación de la ternura está bien presente en Wojtyla, como se puede ver.
    A menudo no se hace referencia a este aspecto. En textos recientes solo encontré en Um-
    berto Galimberti el indicio de “ternura simulada hasta el punto de parecer cierta” (Le cose
    dell’amore, Opere XV, Feltrinelli, Milano 2013, 148).
33	K. Wojtila, Amor y Responsabilidad, p.105
34	 Sin embargo, en la primera mitad del siglo XX hay importantes autores franceses que tocan
    la ternura de una manera diferente. Son autores profundamente marcados por el cristia-
    nismo. Pienso en particular en Charles Peguy que, según H.U. von Balthasar, descendió
    “al fondo de su corazón”, un descenso que le permitió “penetrar en la habitación secreta
    de la caridad, donde ya no se llama ágape, sino ternura”: N. Faguer, Un approfondissement
    constante du coeur. L’unité de l’oeuvre de Charles Peguy selon Hans Urs von Balthasar, LIT
    Verlag, Berlín 2013, 354. También estoy pensando en S. Weil. Véase, S. WEIL, Attesa di
    Dio, Rusconi, Milán 1972 (ed.original en francés, La Colombe, París 1949), 131: “La
    belleza de la creación es la sonrisa de ternura que Cristo nos dirige a través de la materia. Él
                                                                                                                263
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TEOLOGÍA DE LA TERNURA
                             está verdaderamente presente en la belleza del universo. El amor por esta belleza viene de
                             Dios que descendió a nuestra alma y regresa a Dios, que está presente en el universo. Por
                             lo tanto, también es similar a un sacramento”. Puede verse también el texto en francés: “La
                             beauté du monde, c’est le sourire de tendresse du Christ pour nous à travers la matière. Il
                             est réellement présent dans la beauté universelle. L’amour de cette beauté procède de Dieu
                             descendu dans notre âme et va vers Dieu présent dans l’univers. C’est aussi quelque chose
                             comme un sacrement”.
                         35	 En el contexto hispano, la ternura ha sido objeto de especial atención por parte de Juan
                             Rof Carballo (1905-1994), autor de una obra que ha sido reeditada varias veces, como
                             Violencia y Ternura (1967). La urdimbre original en la que cada ser humano se hace hu-
                             mano es la del amor materno, caracterizado por la ternura. Véase sobre la obra de Carballo:
                             N. Bombaci, Juan Rof Carballo tra medicina e antropologia filosofica. La tenerezza, «ordito»
                             primario dell’uomo, Morcelliana, Brescia 2015.
                         36	X. Léon-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, Barcelona, 1982, p. 885-886.
                             (El texto original cita de la versión italiana del mismo diccionario).
                         37	 Cuando ofrece la descripción inicial de la ternura, Bonnard escribe lo siguiente: “Las entra-
                             ñas (rahamim), plural de intensidad de rehem, el seno materno, significan la ternura: de las
                             mujeres para con el fruto de su propia carne (1Re 3,26), de todos los humanos a sus hijos
                             o a sus parientes (Gn 43,30), sobre todo la de Dios mismo para con sus criaturas”. Luego
                             titula el punto 1: La ternura de Dios. El punto comienza con estas palabras: “Dios es, en
                             efecto, padre (Sal 103,13) y madre (Is 49,14; 66,13)…!”.
                         38	 R. Barthes, Frammenti di un discorso amoroso, Einaudi, Torino 1979, 201-202.
                         39	 Véanse estas palabras de R. Barthes: “Quizás sería necesario llegar a esto (creo que mal ex-
                             plorado): no confundir necesariamente madre y mujer. En este caso, ‘el andrógino sería el
                             sujeto en el que se encuentra la madre’. Todavía podemos especificar, derivar, soñar, evocar
                             la figura del padre-madre, el padre materno, el padre provisto de senos: el padre tierno:
                             una figura ausente en nuestra mitología occidental, una carencia significativa. Recuerdo
                             en Japón, en el tren, la ternura de un padre por su hijo de cuatro años. Y Guerra y Paz: la
                             muerte del viejo Bolkonski, su despedida de su hija Marie : escenas muy vívidas, para mí
                             abrumadoras”: R. Barthes, Le Neutre. Notes de Cours au Collège de France 1977-1978, ed.
                             Thomas Clerc, Seuil/Imec, París 2002, 111. Hay que decir, sin embargo, que en el uso de
                             la lengua francesa, la ternura paterna a menudo se cita junto a la ternura materna. En el
                             Dictionnaire de l’Academie française (edd. 1835,1935), por ejemplo, la ternura se describe
                             así: “Calidad de aquello que es tierno. Se dice solo respecto de la sensibilidad en la amistad,
                             el amor, los afectos de la naturaleza. La ternura de un padre por sus hijos. Ama con ternura.
                             La ternura del corazón. Ternura materna…”.
                         40	L.C. Restrepo, El derecho a la ternura, Arango Editores, Bogotà 1994.
                         41	 El impacto del libro de Restrepo en el ámbito latinoamericano (y más allá) ha sido notable.
                             Tuvo una influencia particular en el desarrollo de la pedagogía de la ternura del peruano
                             Alejandro Cussiánovich Villarán. Desde 1990 Cussiánovich ha estado prestando atención
                             a la perspectiva de la ternura, pero es sin duda el volumen de Restrepo el que le da un im-
                             pulso notable. Así habla de ello en su volumen Aprender la condición humana. Ensayo sobre
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                                                                                    TEOLOGÍA DE LA TERNURA
    pedagogía de la ternura, Ifejant, Editora Diskcopy S.A.C., Lima 2010 (primera edición,
    2007), 63: “No fue hasta 1994 que el psiquiatra colombiano Luis Carlos Restrepo se invo-
    lucró en un contexto similar de violencia política en su país y en su ciudad que Medellín,
    que publicó este bello y esclarecedor libro El Derecho a la ternura”. Sobre la pedagogía y la
    actividad educativa de Cussiánovich en Perú, véase la tesis doctoral en la Universidad de
    Padua (Departamento de Ciencias de la Educación), presentada en 2011 por Manlio Chia-
    rot, Cum-munus…Contributi per una comunità orientata pedagogicamente, 177ss. Sobre la
    pedagogía de la ternura en Bolivia, véase la tesis doctoral presentada en 2013 en la Facultad
    de Educación de la Universidad Complutense de Madrid por Martha Camargo Goyene-
    che, La intervención educativa en la educación inicial en zonas de riesgo y alto riesgo social en
    Bogotá, Colombia. Elaboración y aplicación del programa “pedagogía de la tierra y resiliencia
    para educar jugando”.
42	 C. Rocchetta, R. Manes, La tenerezza. Grembo di Dio amore. Saggio di teologia biblica,
    EDB, Bologna 2015 (Nuova edizione, 2016). Destacan, sobre la ternura bíblica, las fuer-
    tes palabras que Mons. Matteo M. Morfino, obispo de Alghero-Bosa, le dedica: M.M.
    Morfino, Panim, un plural muy singular. Rostro de rostros y rostros del rostro humano en la
    Biblia hebrea y en algunos textos midráshicos en Il volto nel pensiero contemporaneo, editado
    por Daniele Vinci, Il pozzo di Giacobbe, Trapani 2010, 13-46. En algunas páginas apa-
    sionadas escribe entre otras cosas: “El hesed divino, su syn-patheia, que es la ternura, es el
    núcleo ardiente de la Biblia. En efecto, yo diría que toda la Página Sagrada canta que al
    rostro humano le compete principal, eminente y definitivamente, la ternura” (40). Cita larga-
    mente a Restrepo acerca de la caricia. Morfino retoma y amplía esta referencia a la ternura
    donde, hablando de los “índices reveladores de la autenticidad de las relaciones”, pone en
    primer lugar “la capacidad de ternura en las relaciones”; lo hace en el texto publicado por la
    Conferencia Episcopal sarda: Mauro Maria Morfino, Obispo de Alghero-Bosa, Delegado
    para el Clero y la Vida Consagrada, Facciamo come il Signore. Pensare una regola di vita del
    presbitero, [Alghero] 2017, 57-59.
43	 C. Rocchetta, Teologia della tenerezza. Un «vangelo» da riscoprire, Presentazione di G.Ra-
    vasi, EDB, Bologna 2000.
44	 G. Anzalone, Etica delle tenerezza. Stile di vita cristiana di fronte al fenomeno mafioso,
    Centro Studi Cammarata, S.Cataldo 1998.
45	 Me limito a dos textos. Norberto Bobbio en su bello Elogio de la mansedumbre recuerda
    muchas virtudes, pero no aparece la ternura: N. Bobbio, Elogio della mitezza e altri scritti
    morali, il Saggiatore, Milano 2014, 29-42. El Elogio apareció por primera vez en 1994.
    1994 es el año en que se publica también el libro de G. Angelini, Le virtù e la fede, Glossa,
    Milán 1994, en el que se busca inútilmente una llamada a la ternura.
46	 Cito solo un pasaje de Restrepo: “Somos tiernos cuando abandonamos la arrogancia de
    una lógica universal y nos sentimos implicados por el contexto, por los otros, por la va-
    riedad de especies que nos rodean. Somos tiernos cuando nos abrimos al lenguaje de la
    sensibilidad, capturando en nuestras entrañas el dolor del otro. Somos tiernos cuando re-
    conocemos nuestras limitaciones y entendemos que la fuerza viene de compartir la con
    los demás el alimento afectivos. Somos tiernos cuando fomentamos el crecimiento de la
                                                                                                                 265
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TEOLOGÍA DE LA TERNURA
                             diferencia, sin tratar de aplastar lo que nos contrasta. Somos tiernos cuando abandonamos
                             la lógica de la guerra, protegiendo los nichos afectivos y vitales para que no se contaminen
                             por las exigencias de funcionalidad y productividad a ultranza que pululan en el mundo
                             contemporáneo”. Estas son las palabras que extraigo del pequeño capítulo dedicado a la
                             ecoternura: L.C. Restrepo, El Derecho a la ternura, 91.
                         47	 Clardy, Justin Leonard, https://www.academia.edu/11819041/Civic_Tenderness_A_
                             First_Approximation; Idem, Civic Tenderness: Love’s Role in Achieving Justice (2017). Theses
                             and Dissertations [University of Arkansas]. 2399; http://scholarworks.uark.edu/etd/2399
                         48	 I. Guanzini, Tenerezza. La rivoluzione del potere gentile, Ponte alle Grazie, Firenze 2017
                         49	 Catecismo de la Iglesia Católica: 239 dice que “Esta ternura paternal de Dios puede ser
                             expresada también mediante la imagen de la maternidad”; 1611 recuerda que “Los libros
                             de Rut y de Tobías dan testimonios conmovedores del sentido hondo del matrimonio, de la
                             fidelidad y de la ternura de los esposos”; 2350 alude a los gestos sexuales propios de los no-
                             vios: “Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas
                             del amor conyugal”; 2335 dice que “Cada uno de los dos sexos es, con una dignidad igual,
                             aunque de manera distinta, imagen del poder y de la ternura de Dios”.
                         50	 “En el horizonte del amor, central en la experiencia cristiana del matrimonio y de la familia,
                             se destaca también otra virtud, algo ignorada en estos tiempos de relaciones frenéticas y su-
                             perficiales: la ternura. Acudamos al dulce e intenso Salmo 131. Como se advierte también
                             en otros textos (cf. Ex 4,22; Is 49,15; Sal 27,10), la unión entre el fiel y su Señor se expresa
                             con rasgos del amor paterno o materno” (Amoris Laetitia, 28).
                         51	 El 30 de septiembre de 2017, en un discurso a la ANCI (Asociación Nacional de Munici-
                             palidades de Italia), el Papa Francisco enumeró formalmente la ternura como una virtud:
                             “Entonces la ciudad se convertirá en un anticipo y un reflejo de la Jerusalén Celeste. Será
                             un signo de la bondad y de la ternura de Dios en el tiempo de los hombres. El alcalde debe
                             tener la virtud de la prudencia para gobernar, pero también la virtud de la valentía para
                             avanzar y la virtud de la ternura para acercarse a los más débiles”.
                         52	http://www.lastampa.it/2016/11/17/vaticaninsider/il-mondo-ha-la-cardiosclerosi-serve-la-
                             rivoluzione-della-tenerezza-vitcCl773rKEJlHCHx6xnO/pagina.html
                         53	Papa Francisco, Discurso del Santo Padre a los miembros de la Federación de Colegios de
                             Enfermeros, Asistentes Sanitarios, Cuidadoras de Niños (IPASVI), 3 de marzo de 2018.
                         54	 J.M. Bergoglio, Homilía del Arzobispo de Buenos Aires en la Misa de Clausura del Con-
                             greso Nacional de Doctrina Social de la Iglesia, 8 de mayo de 2011. http://www.arzbaires.
                             org.ar/inicio/homiliasbergoglio.html
                         55	 Hay un texto de Roland Barthes que nos hace pensar mucho desde este punto de vista:
                             “No es solo necesidad de ternura, sino también necesidad de ser tierno con el otro: nos
                             encerramos en una bondad mutua, nos maternizamos recíprocamente, volvemos a la raíz de
                             toda relación, ahí donde se conjugan necesidad y deseo”: Frammenti di un discorso amoroso,
                             p.201.
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1. 	CONSENSO DE MÍNIMOS
La primera parte del libro explora los argumentos a favor de la Resurrección. La
segunda, las teorías contrarias. La tercera parte intenta una cronología detallada
de lo que sucedió entre el 5 de abril y el 14 de mayo del año 33. Siempre en clave
histórica, pues una teología sana parte de aquello que realmente sucedió.
                                                                                                   267
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CRISTOLOGÍA
explicación es que ese grupo de judíos consideraban que el Sepulcro era más
importante que el Templo5.
    El hallazgo del sudario plegado como cuando fue cubierto el Rostro de Jesús
y el resto de los lienzos son incomprensibles si el cadáver fue robado o si el relato
es una invención mítica tardía.
    La historicidad del sepulcro vacío se complementa con la de las apariciones de
Jesús. Podríamos decir que las aportaciones recientes más interesantes al respecto
son tres: una mejor comprensión de la teología del II Templo, el papel de los
testigos oculares y la “explosión” de una Cristología casi totalmente desarrollada
anterior al año 40. Estos tres elementos restan peso a las hipótesis del desarrollo
tardío de teologías que fueron reelaborando ciertas interpretación de los hechos,
por parte de “comunidades de creyentes” (Gesichteforme).
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                   han hallado bañeras rituales o mikvaot, piedras para redes de pescar, un puerto
                   y dos sinagogas. ¿Estuvo allí María Magdalena anunciando la Resurrección?
                   No tenemos constancia. Pero probablemente conocía la piedra sobre la que se
                   proclamaba la Torá, en la que estaba representada la merkabá, el carro de Ezequiel
                   en que la Gloria de YHWH abandonó su Templo. Sabía lo que significaba, y
                   por eso la Resurrección fue para ella y para el resto de primeros cristianos, no
                   una conversión a una nueva religión, sino la plenitud de la suya. Era un nuevo
                   mundo. Un final feliz que cerraba el círculo tras la expulsión del Jardín del Edén,
                   del cual el II Templo era una representación. Mediante la Pascua de Jesucristo,
                   Dios y el hombre habían recuperado una armonía mejorada.
                                                                                                    271
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                        Notas
                        1	 Dermatólogo, licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona. Licen-
                            ciado en Ciencias Religiosas, diácono permanente de la diócesis de Tarrasa (Cataluña) y
                            padre de familia. Autor de “Un latido en la tumba”.
                        2	 Compendio de la DSI, n.56. El n.170 dice que la Pascua de Jesús «ilumina en plenitud la
                            realización del verdadero bien común de la humanidad».
                        3	 C.J. Humphreys. The mystery of the last supper, Cambridge University Press, Cambridge
                            2011, p. 20. H.W Hoehner. The chronology of Jesus. En T. Holmén - S.E. Porter (eds).
                            Handbook for the Study of the historical Jesus, Brill, Leyden-Boston 2011, pp. 2350-6.
                        4	F. Díez Fernández, El Calvario y la cueva de Adán, Verbo Divino, Estella 2004, pp. 144ss.
                        5	 B. Pixner, Church of the Apostles found on Mount Zion. BAR 1990; 16 (3): 23-30.
                        6	 Las citas de este autor serían interminables: véase The resurrection of the Son of God; Paul and
                            the faithfullness of God; Jesus and the victory of God.
                        7	 Lo sucedido significó el clímax de la historia, un jubileo de jubileos. El Apocalipsis animal
                            de 1 Enoc 85-90; El Libro de los Jubileos, las Antigüedades Bíblicas, el Testamento de Moi-
                            sés, los Salmos de Salomón, el documento de Damasco, 41MMT y muchos otros muestran
                            que se esperaba una intervención divina en la historia, a la luz de Dn 9 y especialmente de
                            Dt 30.
                        8	 Richard Bauckham (ed.), Magdala of Galilee, Baylor, Waco 2018.
                        9	 Richard Bauckham, Jesus and the eyewitnesses (2ª ed). Eerdmans, Cambridge-Grand Rap-
                            ids 2017.
                        10	 David Capes, The divine Christ. Baker, Grand Rapids 2018, pp.24.26.59-70.110.
                        11	 Larry Hurtado, How on earth did Jesus became God? Eerdmans, Grand Rapids 2005.
                        12	 Catequesis de 9/3/1989 durante la Audiencia General. Creo en Jesucristo, p.421-422. Pala-
                            bra, Madrid 1997.
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                   exponer las causas ni el camino para poder resolver el problema, esto nos debería
                   remover el corazón para usar todos los medios posibles con el fin que, en su len-
                   guaje, sepan que la única vida verdadera la encontrarán en Cristo.
                       El Papa propone nuevos pero antiguos influencers4 jóvenes del Antiguo y Nue-
                   vo Testamento como testimonio de jóvenes que tienen vida. Por ejemplo, José,
                   el joven capaz de comunicar cosas grandes; Gedeón, el sincero; Samuel, el de la
                   escucha atenta; David, el joven al que Dios lo conoce de corazón; Salomón, el
                   perdido que encuentra en Dios sabiduría; Rut, la generosa. En todos ellos pode-
                   mos descubrir un corazón joven, capaz de amar sin importar la edad, que no se
                   irrita ni desanima (cf. Col 3, 21), abierto a respetar y valorar a los ancianos y que
                   crece dando vida al ser bueno.
                       A fin de cuentas, es necesario desafiar al joven a no ser un zombie5 que vive
                   cansado por las distracciones y superficialidades, sino que está vivo porque expe-
                   rimenta la vida en Cristo.
                                                                                                    277
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MAGISTERIO
                       b)	 Los árboles adultos ayudan a los pequeños: así como los árboles se ayudan
                           compartiendo alimento por medio de las raíces así tendría que ser la rela-
                           ción del anciano con el joven. No se tiene que estar de acuerdo con todo lo
                           que piensan o hacen, pero sí es sano tener siempre una actitud de escucha
                           mutua. Como dice el refrán: “si un joven supiese y el viejo pudiese, no
                           habría cosa que no se hiciese”.
                       c)	 Que el árbol crezca en altura y follaje: los sueños son la altura y las visiones
                           son el follaje que necesitan los jóvenes aprender de los ancianos. Si los an-
                           cianos vuelven a soñar, iluminan el crecer de los jóvenes.
                       d)	 Crecer en los límites del bosque: es la necesidad de arriesgar, pero juntos.
                           Nuestras raíces no nos pueden atar a otra época, sino que tienen que ser el
                           inicio para continuar y adentrarse en nuevos desafíos.
                       e)	 La imagen del bosque es sugerente. Un árbol nuevo no crece cuando está
                           ahogado por otros mayores, es necesario que tenga su espacio para recibir
                           la energía solar. Pero un árbol nuevo es difícil que crezca solo, necesita de
                           los demás para hacerlo. La comunicación por medio de las raíces ayuda a
                           que pueda crecer. De la misma manera tiene que ser el crecimiento de los
                           jóvenes para que tengan raíces y puedan arriesgarse a soñar y visionar en
                           relación con todos, en especial, con los ancianos.
                       6)	 ¿En qué ámbitos les presentamos al Señor? Los jóvenes son capaces y nece-
                           sitan contemplar, en el silencio, la intimidad con Dios, pero hay que ofre-
                           cer más y mejores modalidades que puedan ayudarlos en esta experiencia.
                           También son necesarios momentos sacramentales de vida cotidiana. Otra
                           manera es el crecimiento de la caridad por medio del servicio. Sin excluir las
                           expresiones artísticas como teatro, música, pintura, danza, etc. El deporte
                           también puede ser un lugar de pastoral. De la misma manera, la naturaleza
                           es un lugar de encuentro con Dios que requiere de nuestro cuidado.
                       7)	 ¿Buscamos y animamos liderazgos que se originen y ayuden al pueblo?
                           Una pastoral popular busca que se desarrolle el liderazgo de los jóvenes
                           con libertad, acompañados y estimulados a trabajar por el pueblo y su
                           promoción, que incluya a todos y no a un grupo cerrado. Esto se piensa
                           como un proceso lento, respetuoso, incansable, que se desarrolla en pie-
                           dades populares y peregrinaciones, atrayendo a quienes no se identifican
                           directamente con la Iglesia.
                       8)	 ¿La pastoral de jóvenes es misionera? Más que un tiempo de misión, el ser
                           cristiano joven implica ser siempre misioneros. La pastoral juvenil misio-
                           nera suscita la vocación.
                       9)	 ¿La pastoral es acompañada por adultos preparados y dispuestos a ello?
                           Es preciso tener sacerdotes, consagrados y consagradas, laicos y laicas que
                           acompañen y se preparen para ello. Que sean auténticos cristianos, com-
                           prometidos con la Iglesia, que busquen la santidad, que comprendan sin
                           juzgar, que escuchen activamente, respondan con gentileza, bondadosos y
                           conscientes de sí mismos reconociendo sus límites. No deberían llevar a
                           los jóvenes a ser pasivos, sino que, respetando su libertad, confíen en sus
                           capacidades y les den herramientas para que lo hagan bien. Para ello es
                           fundamental la formación permanente en el acompañamiento.
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MAGISTERIO
                   discernir adecuadamente:
                       1.	 Es necesario la formación de la conciencia para reconocer la propia voca-
                           ción. Qué es lo que me dice, qué es lo que me muestra, dónde ha pasado
                           Dios, etc. El examen del día es una práctica básica para discernir.
                       2.	 Para discernir la vocación es necesario la soledad y el silencio, para así inter-
                           pretar el significado real de las inspiraciones, no dentro de un aislamiento,
                           sino como un encuentro. Estas preguntas ayudan a dar pasos: primero ¿me
                           conozco? ¿conozco lo que me alegra o entristece? ¿cuáles son mis fortalezas y
                           debilidades? Después, ¿cómo puedo servir mejor? ¿cuál es mi lugar en
                           la tierra? ¿qué podría ofrecer yo a la sociedad? Para luego preguntarse,
                           ¿tengo las capacidades necesarias para ello? ¿podría adquirirlas? Siempre el dis-
                           cernir la vida se tiene que hacer en referencia a los demás: ¿para quién soy yo?
                       3.	 Tener confianza del llamado. Así como el amigo siempre regala lo mejor,
                           Dios regala nuestra vocación como el mejor don para ser pleno. Pero esto
                           no significa que no sea exigente y arriesgado.
                       4.	 Estar dispuestos a acompañar y dejarse acompañar. Tanto consagrados
                           como laicos pueden acompañar en su discernimiento, pero es necesario
                           tener la cualidades y capacidades para ello. Este acompañamiento tiene
                           que tener 3 atenciones especiales:
                           a.	 Atención a la persona para que sepa que mi tiempo es suyo, que escu-
                               cho incondicionalmente, sin ofenderme, sin escandalizarme, sin moles-
                               tarme, sin cansarme.
                           b.	 Atención discernidora para distinguir entre la gracia o la tentación, y
                               así ayudar al otro a reconocer la verdad de los engaños o excusas.
                           c.	 Atención a escuchar los impulsos que el otro experimenta “hacia de-
                               lante” para reconocer hacia dónde quiere ir verdaderamente, lo que
                               quisiera ser de corazón.
                       De esta manera el discernimiento se convierte en un instrumento esencial para
                   seguir al Señor, como camino de libertad. Esto da una importancia única para
                   suscitar y acompañar procesos y no imponer caminos.
                       En conclusión, este tutorial nos debería animar a renovarnos constantemente
                   en la relación que tenemos con los jóvenes. No hay nada peor que el “siempre
                   se ha hecho así” porque siempre va a impedir que brote lo nuevo. Pero tampoco
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podemos desechar lo antiguo. Nuestro desafío es ser una Iglesia joven al estilo de
Jesús, en cuyo rejuvenecer tema arriesgar por amor.
   Notas
   1	 Sacerdote de la Arquidiócesis de Santiago, actualmente vicario de la Parroquia Cristo Resucita-
       do de Maipú.
   2	 YouTube es un portal del Internet que permite a sus usuarios subir y visualizar videos.
   3	 Cf. Exhortación Apostólica Christus Vivit (CV) 1-21.
   4	 “Influencer” es un neologismo inglés que se refiere a una personalidad pública que se hizo fa-
       mosa a través de Internet y que encuentra en el ámbito digital su principal ámbito de influencia
       social.
   5	 Un muerto en vida.
   6	 Cf. CV 22-63
   7	 Según la INJUV en la encuesta del 2015, el 73% de los jóvenes (15 a 29 años) residen en la casa
       de sus padres.
   8	 Viralizar es la acción que describe un difusión vertiginosa y masiva de un contenido digital a
       través de la red.
   9	 Cf. CV 64-110
   10	 Según la encuesta del INJUV 2015, el 92% de las y los jóvenes indica conectarse a Internet por
       medio del teléfono celular o Smartphone. Las actividades que realizan con más frecuencia en
       Internet son chatear (73%), buscar información relacionada con sus estudios o el trabajo (33%)
       y enviar/ recibir e-mails (33%).
   11	 La encuesta del INJUV 2015 muestra que el 71% de las y los jóvenes se encuentra sexualmente
       activos (mismo porcentaje que el año 2012), con una edad promedio de iniciación de 16,6
       años.
   12	 Fake news o noticias falsas son un tipo de información que consiste en un contenido seudo-
       periodístico difundido a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes
       sociales y cuyo objetivo es la desinformación.
   13	 Considerando la encuesta INJUV 2015, 4 de cada 10 jóvenes con nacionalidad extranjera se ha
       sentido discriminado por su nacionalidad en el último mes.
   14	 Cf. CV 111-133
   15	 Cf. CV 134-178
   16	 Es interesante ver que hay participación en voluntariado pero sigue siendo un desafío. Según la
       encuesta de la INJUV 2015, en los últimos 12 meses el 10% de la población joven señala haber
       participado en alguna organización de voluntariado o ayuda a la comunidad. La mayoría lo hizo
       en agrupaciones que se dedican a la organización de eventos deportivos (9%), al cuidado de
       niños (8%) y al auxilio en situaciones de emergencia (7%). El 18% de la población joven indica
       haber participado en una marcha, el 13% en un paro y el 7% en una toma durante los últimos
       12 meses.
   17	 Cf. CV 179-201
   18	 Cf. CV 202-247
   19	 Cf. CV 248-277
   20	 Cf. CV 278-299
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       mas prótesis culturales, y ello genera que nuestras pedagogías también sean
       creativas, plásticas y lúdicas en cuanto nuestros interlocutores son variados.
   2) 	En segundo lugar, la importancia de considerar distintos modelos de Igle-
       sia. Aunque la Iglesia de Jesucristo es una y está vinculada por la fe, el bau-
       tismo, la confesión de fe en Cristo y en su Padre (Cf. Ef 4,5-7), los modos
       de relacionarnos, los contextos donde nos ubicamos, las programaciones
       pastorales, los itinerarios formativos son variados y es justamente esa va-
       riedad la que enriquece la experiencia eclesial. El cardenal Walter Kasper
       indica que la Communio, como forma de ser de la Iglesia, se mueve en la
       tensión de la unidad en la diversidad6, con lo cual la comunión no es una
       uniformidad, sino que es la riqueza de la multiplicidad de expresiones y
       formas eclesiales. En palabras de Kasper “solo como unidad en la diversi-
       dad puede la Iglesia ser signo de la unidad, la paz y la reconciliación en el
       mundo”7.
   3) 	En tercer lugar, la creación de espacios de convivencia donde todas las ma-
       nifestaciones eclesiales puedan darse cita. Por ello, las pedagogías pastorales
       deben ser transversales, propositivas, más herramientas de dirección que
       planes finalizados. Lo que podamos ofrecer como itinerarios formativos
       debe responder a las búsquedas de criterios de discernimiento de la acción
       evangelizadora en sintonía con el Evangelio, el primer y fundamental cri-
       terio e itinerario. Todo emana del Evangelio.
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decir y celebrar a Dios que no se vean como amenaza por ser diferentes, sino que
como complementarias y abiertas a la unificación estructural, en palabras de Pikaza,
pero que no es uniformidad, sino unión en la diferencia.
    Ahora bien, si consideramos esta ecología de saberes como opción metodológi-
ca para acoger otras formas de entendimiento pastoral, quisiéramos proponer una
opción pedagógica que permitiría ampliar el concepto de la eclesiología de comu-
nión desde la educación de la fe y de su transmisión. Estamos haciendo mención
a la projimología la cual está en la base de la propuesta de Patricio Alarcón20. Ya el
concepto del prójimo y del acercamiento a los demás en cuanto creación de una
comunidad atenta a los procesos formativos, nos pone en la perspectiva de la Iglesia
de comunión. Jean Vanier y a propósito de la comunidad indica que “una de las
señales de vida de una comunidad es la creación de lazos. Una comunidad que se
encierra en sí misma muere por asfixia. Por el contrario, las comunidades que viven
se unen a otras, constituyendo una vasta red de amor por el mundo (…) es una se-
ñal de madurez de la comunidad ligarse, mediante la amistad, con otras (…) las co-
munidades se complementan dentro de la Iglesia y necesitan unas de otras”21. Con
ello la projimología no se establecería solo entre sujetos aislados, sino que también
hay projimología dentro de las comunidades más amplias. Entonces, ¿qué caracte-
rísticas tendrían los educadores de la fe o la pedagogía pastoral projimológica dentro
de la eclesiología de comunión? ¿Es la educación projimológica una posibilidad de
ampliar la eclesiología de comunión? ¿Constituye la projimología una experiencia
significativa que es resultado de la apertura y el tanteo?
    La projimología es una pedagogía del encuentro y de la intersubjetividad, de la
reciprocidad y no del colectivismo, el cual omite la identidad del sujeto individual
en razón de la masa. Alarcón Carvacho indica que “el concepto de reciprocidad está
ligado al de intersubjetividad, porque hace referencia a una antropología que tiene
como punto de partida que el ser humano es en relación, y no simplemente está en
relación, el yo solo es posible en relación con un tú”22. En la pedagogía de la coexis-
tencia y de la reciprocidad el yo ayuda al tú a crecer, a desarrollarse, a transformar su
vida. En la eclesiología de comunión es la comunidad de hermanos y hermanas de
Jesús la que favorece el encuentro con Dios en vistas a la transformación tanto del
sujeto individual como de toda la comunidad. No es una absorción de la identidad
en el colectivismo, sino que es lograr una recuperación de la historia y personalidad
concreta de cada miembro en vistas a ponerla al servicio de la comunidad.
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Notas
1	 Académico Instructor Adjunto Facultad de Teología UC. Contacto: jpespinosa@uc.cl
2	 María Josefina Llach, “La Iglesia que dialoga con el mundo y Jesucristo que funda la an-
    tropología: la red de sujetos teológicos puestos en juego por el Vaticano II”, en Azcuy,
    Caamañp y Galli (eds), La Eclesiología del Concilio Vaticano II: memoria, reforma y profecía
    (Ágape, Buenos Aires 2015), 473-504, 478.
3	 Cf. Edward Schillebeekx, Revelación y teología (Sígueme, Barcelona 1968), 105.
4	 Paulo Freire, El maestro sin recetas: el desafío de enseñar en un ambiente cambiante (Siglo XXI,
    Argentina 2016), 121.
5	 Roger Bartra, Antropología del cerebro: conciencia, cultura y libre albedrío (FCE, México
    2018), 234.
6	 Cf. Walter Kasper, La Iglesia de Jesucristo (Sal Terrae, Santander 2013), 273-274.
7	Kasper, La Iglesia de Jesucristo, 275.
8	 Cf. Xabier Pikaza, Experiencia religiosa y cristianismo: introducción al misterio de Dios (Sígue-
    me, Salamanca 1981), 33-36.
9	 Paulo Freire en su Pedagogía de la autonomía indica que como seres humanos debemos
    comprender que “somos seres condicionados pero no determinados. Reconocer que la His-
    toria es tiempo de posibilidad y no de determinismo, que el futuro, permítanme reiterar,
    es problemático y no inexorable” (Paulo Freire, Pedagogía de la autonomía: saberes necesarios
    para la práctica educativa (Siglo XXI, Buenos Aires 2015), 20.
10	 Xabier Pikaza, Experiencia religiosa, 29.
11	 Xabier Pikaza, Experiencia religiosa, 33.
12	 Byung-Chul Han, El aroma del tiempo: un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse (Herder,
    Barcelona 2018), 103.
13	 Xabier Pikaza, Experiencia religiosa, 34.
14	 Andrea Alliaud, Los artesanos de la enseñanza: acerca de la formación de maestros con oficio
    (Paidós, Buenos Aires 2017), 121.
15	 Andrea Alliaud, Los artesanos de la enseñanza, 121.
16	 Xabier Pikaza, Experiencia religiosa, 34.
17	 Andrea Alliaud, Los artesanos de la enseñanza, 43.
18	 Xabier Pikaza, Experiencia religiosa, 35.
19	 Boaventura de Sousa Santos, Descolonizar el saber, reinventar el poder (LOM, Santiago de
    Chile 2013)
20	 Patricio Alarcón Carvacho, Coexistencia y educación: aproximación a una projimología para
    la felicidad y la salud (Cuarto Propio, Santiago de Chile 2015).
21	 Jean Vanier, La comunidad: lugar del perdón y la fiesta (Ágape, Buenos Aires 2011), 196.
22	 Patricio Alarcón Carvacho, Coexistencia y educación, 44.
23	 Patricio Alarcón Carvacho, Coexistencia y educación, 72.
24	 Patricio Alarcón Carvacho, Coexistencia y educación, 73.
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                     El autor, sacerdote palencia-        la Iglesia ni de un Papa en particular. Es una su-
                          no, doctor en teología por      cesión de hechos biográficos relatados en forma
                          la Universidad Gregoriana       entretenida en las 826 páginas del libro en las que
                          cuya tesis acerca de la uni-    no hay letra ni espacio ocioso.
                          dad de la Iglesia, lo intro-    Como biografía es potente pero precisamente en
                          dujo en el estudio del Papa     eso está su debilidad. Por abordar todos lo temas
                          del Concilio. Dedicó cinco      que vivió el papa Montini en sus 81 años, no lo-
                          años a la preparación del       gra profundizar. Los hechos se van sucediendo en
                          texto y, de paso a otros dos:   el relato sin reflexión. Por ejemplo, a la encíclica
                          Pablo VI, timonel de la uni-    Humanae vitae (1968), con todo lo que significó
                          dad (Zamora, 1998) y Pablo      para Pablo VI y para la cristiandad, apenas recibe
   VI, al encuentro de las grandes religiones (Bilbao,    siete páginas dedicadas a los acontecimientos que
   2001).                                                 desembocaron en su publicación sin profundizar
   No es necesario recordar que, si el siglo XX estu-     en los debates, contenidos ni discusión posterior.
   vo tan colmado de acontecimientos importantes,         Lo mismo ocurre con la exhortación apostólica
   cuánto más lo estuvo para la Iglesia y particular-     Evangelii nuntiandi (1975) o con otros temas tan
   mente para la curia romana por la cual pasaron         importantes, como las difíciles gestiones en torno a
   como por el punto donde se cruzan como los             la ostpolitik o el quiebre que significó la postura de
   rayos de una esfera, el Concilio Vaticano II, los      Monseñor M. Lefevre. A cambio, tiene a su favor
   grandes cambios sociales, culturales, morales y        la cantidad de referencias bibliográficas para que el
   religiosos de esos años, y los violentos aconteci-     investigador pueda profundizar.
   mientos de 1968. Es fácil comprender porqué            No ocurre lo mismo con algunos temas con los
   una biografía bien documentada de Pablo VI             que el autor tiene más cercanía, como son la uni-
   -como la que presentamos-, nos sitúa en el vértice     dad de la Iglesia, el trabajo ecuménico o la co-
   de los grandes acontecimientos del siglo XX.           munión del colegio episcopal y la tensión con
   Con un estilo ameno y casi cinematográfico (p.         su cabeza, el sucesor de Pedro, que se cruzan en
   xxxv), el autor va relatando rítmica y cronológica-    forma transversal, sobretodo durante el Concilio
   mente ordenados los 25 capítulos de cinco apar-        y el posconcilio.
   tados cada uno, y de tres actos cada apartado, las     El autor dice claramente en la Introducción, que
   etapas de la vida y ministerio del gran Giovanni       su intención es adentrarse en la persona de Pablo
   Bautista Montini Alghisi. Con ágiles descripcio-       VI más que en el eclesiástico o en el intelectual.
   nes y dataciones que se van descolgando de los he-     Lo logra maravillosamente. Transmite su admi-
                                                          ración por el personaje y lo hace sin aspavientos
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ni recurriendo a adjetivos que adornan sin agre-        «EL DESEO DE SUMO BIEN. LA NO-
gar nada. Al contrario, logra que el lector sinto-      CIÓN DE DESIDERIUM EN LA AN-
nice con el sacerdote formador de jóvenes, con          TROPOLOGÍA DE SAN BUENAVEN-
el oficial de la curia romana, con el arzobispo de      TURA Y SU RELEVANCIA ACTUAL
Milán o el sumo pastor en la Iglesia.                   PARA LA TEOLOGÍA MORAL». Fernan-
Más aún, el texto despierta logra que el lector sien-   do Valdivieso,Pbro., Anales de la Facultad
ta con Montini la alegría de sus primeros años de       de Teología LXVII Nº 10, Santiago de Chi-
sacerdote al calor de su familia bresciana, los fríos   le 2018. 407pp.
años de la academia diplomática o los primeros                                Pese a que no soy especialis-
años en Roma. Así, el lector empatiza con el talante                          ta en teología moral, acepté
humilde y sensible de Montini, pero simultánea-                               con gusto la invitación de
mente se va adentrando en la firmeza de carácter y                            introducir a ustedes en la
en la capacidad de decisión del leal colaborador de                           lectura de este excelente li-
Pío XII durante la II Guerra mundial, en la discre-                           bro desde mi competencia
ta e inteligente colaboración en la Secretaría de Es-                         sistemática dogmática. En
tado Vaticana, en la actividad pastoral, misionera y                          efecto, después de haber in-
social en Milán, hasta llevar el timón del Concilio                           vestigado el deseo de sumo
Vaticano II a la muerte de Juan XXIII.                                        Bien en Orígenes, Gregorio
Durante los años ’68 al ’78 que lo sumieron en el                             de Nisa y el Vaticano II y
dolor de sentir en los crujidos de la barca de Pedro    estudiado con ahínco a Buenaventura, me impre-
las tensiones que atentaban contra la unidad de la      siona encontrarme con el desiderium naturale, in-
Iglesia, el lector llega a sentir la debilidad de su    terpretado en este libro con finura y profundidad,
vida que se va apagando inmersa en la humildad          en su proyección moral, tan bien articulada como
y en el dolor del deber de mantener el timón hasta      integración de nuestro ser en el mundo en cuan-
el fin. Es sumamente expresivo el saludo que re-        to “uno en espíritu y cuerpo”, Gaudium et Spes
coge el autor, el día previo a su muerte, de Paulo      14, y contextualizado por un método novedoso
VI a su secretario, el P. Magee: “… soy débil, pero     (45-62) en diálogo con las tendencias actuales de
soy Pedro” (p. 5). Ese fue Pablo VI.                    la Teología Moral, mediadas por la escolástica y
En resumen, recomendable para quien tenga               Kant (289-323) .
interés de conocer la Iglesia del siglo XX a través     De hecho, el deseo de Sumo Bien emerge de la
de la vida de un pastor santo, canonizado hace          obra de Buenaventura a partir de la racionalidad
apenas unos meses, fiel a Cristo, débil como            propia de un pensar exigente, que sabe unir el
todos, sabio en su humildad y valiente en la            rigor de la razón humana con el dinamismo del
misión de ser el sucesor de Pedro. Francisco            afecto del corazón, en continuidad discontinua
Javier Manterola C, Pbro.                               con los aportes novedosos de un Alberto Magno
                                                        y Tomás de Aquino, provenientes de la filosofía
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LIBROS RECOMENDADOS
   clásica árabe, pasando por la Sagrada Escritura        la libertad una libertas gratiae (177), es decir,
   y los Padres de la Iglesia, –aportes a los cuales      necesita “ser puesta en libertad por Cristo”.
   el Doctor Seráfico impregna un sorprendente            De ahí la relevancia de la consideración de
   énfasis práctico pedagógico moral en cuanto            Buenaventura sobre el deseo de Sumo Bien hacia el
   aproximación sapiencial afectiva al Misterio de        cual se dirige la vida del hombre (con su condición
   Dios (cf. 40). Para comprender, adecuadamente,         moral), que es Dios, abrazado en Jesucristo.
   la relevancia de tal racionalidad, constituida         Lo cual conlleva un decisivo carácter personal
   por el deseo de sumo Bien, me limito a resaltar        en el Sumo Bien (315), que no significa una
   algunos aspectos filosóficos, importantes, según       identificación con una autorrealización personal,
   mi parecer, para la Teología moral hoy: 1) la          ni con una relación utilitarista o intelectualista
   centralidad del sujeto, 2) la relación en cuanto       (315). Se trata más bien de una relación personal
   realidad y 3) la presencia del misterioso tercero      y afectiva, en la cual se pueden enmarcar los
   al interior una argumentación extremadamente           mandamientos, consejos y enseñanzas, que, por la
   rigurosa.                                              fe, el sujeto moral reconoce como orientaciones de
                                                          ese Sumo Bien para el camino hacia su encuentro
   1. EL SUJETO                                           por el amor (316).
   El sujeto emerge con fuerza desde las primeras
   páginas (13) hasta las últimas del presente libro      2. LA RELACIÓN
   (316) en su centralidad como sujeto libre. Tal         Si bien para Buenaventura la realidad es
   centralidad constituye por cierto un contrapunto       “relación”, este accidente a menudo es decisivo
   importantísimo al “dilema deontológico” de             para la constitución objetiva del espíritu humano,
   una Teología moral (315), basada en un sujeto          lo cual lleva al Doctor Seráfico a no exagerar la
   objetivado por el “mero cumplimiento de                objetividad de la realidad ni tampoco admitir su
   ciertas normas”(315) o un sujeto exagerado,            producción por el sujeto. Los deseos humanos
   desconectado de la realidad, por un “relativismo       más profundos brotan, más bien, del corazón allí
   laxista”, al cual todo está permitido (315). Pero si   donde intelecto y afecto se unen para constituirse
   a través de dicho sujeto libre, configurado por el     en “sentidos espirituales” por el Espíritu Santo
   deseo de Sumo Bien, “latente en todas sus acciones”,   (158-159). Esto conduce a Buenaventura a
   trasciende incesantemente una loable sintonía          distanciarse tempranamente de la filosofía de
   con el esfuerzo filosófico de Husserl por rescatar     Aristóteles, en los puntos concernientes a la
   la inclinación connatural del “yo” hacia el “otro ”    “Verdad del Verbo Encarnado” (29-31) –aunque
   en un “sentir a una”, de uno con el otro y del otro    volverá a ella (115s)–, pero también a rechazar
   en el uno, no cabe duda que la racionalidad del        decididamente un misticismo subjetivista
   Doctor Seráfico se constituye por la afectividad y     que niega hasta “la misma posibilidad de la
   como tal es el fundamento decisivo del actuar del      especulación como hace Kant” (238). De hecho,
   ser humano en el mundo, siendo, sin embargo,           la genuina importancia de la realidad, constituida
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por el deseo de Sumo Bien, es fundamental para          interpersonales” (149s) y el “sujeto en quien se
Buenaventura, en cuanto el ser de todo cuanto           sostienen las potencias es análogo al Padre, la
existe es relación.                                     potencia intelectiva al Verbo, la potencia afectiva
Tal ser-en-relación posibilita en el Doctor Seráfico,   al Espíritu Santo” (163), de tal modo que el
en efecto, una significativa superación del pensar      Padre nunca es Hijo y el Hijo nunca es Padre,
substancialista abstracto y lo lleva a proponer         porque ambos emergen del Tercero, el Espíritu
una “metafísica de la relación” (206-208), es           Santo. Todo el esfuerzo riguroso de pensar es
decir, una “metafísica del amor”. Tal metafísica        así trinitario, a la vez que impregna su forma
no espanta hoy como a Nietzsche, ni “se expresa         mentis al Breviloquium y Itinerario Mentis, obras
tanto en conocer a Dios, quien desborda nuestras        estudiadas con preferencia meticulosa desde el
capacidades cognoscitivas”, sino que consiste           deseo de Sumo Bien.
“en comunicarse con Él, de amarlo” (207), en            Si tal Deseo revela su singular repercusión desde
“Jesucristo todo deseable”, crucificado, muerto         el origen trinitario, el Tercero por excelencia, el
y resucitado (208-213). De ahí que el ser como          Espíritu Santo, se puede confiar que la Teología
realitas , en definitiva, es “donación” –en términos    Moral encontrará respuestas novedosas a
de Marion–, lo cual, según mi opinión, resulta          problemas tan complejas como el aborto, abusos
decisiva para una Teología Moral, desafiada por         y adopciones homoparentales, donde, según mi
los problemas acuciantes de la sociedad hoy.            opinión, hoy escasean explicaciones teológicas
                                                        adecuadas. Esto significa atreverse a pensar
3. EL MISTERIOSO TERCERO                                dichos problemas con el rigor profundo de la
La “donación” en cuanto ser hace descubrir un           racionalidad de Buenaventura a la luz de una rica
misterioso tercero entre un polo y otro, más            Tradición dispuesta siempre a la Innovación por
allá del entre, reflexionado por los pensadores         el Espíritu Santo. Anneliese Meis W., SSpS.
griegos. De ahí que para Buenaventura la
realidad tiene una “estructura triple”, lo cual
no lleva al Doctor Seráfico como a Hegel a
una Fenomenología del espíritu fascinante,
pero desarraigado de la realidad, y tampoco
como a pensadores recientes –Vattimo– a una
fragmentación del ser en múltiples perspectivas
del “pensamiento débil” (319), sino que lo lleva
al Misterio de Dios Trino y Uno, identificado
con el Sumo Bien y revelado por Jesucristo
en el Espíritu Santo (193). Este Misterio
atestigua el origen último de la racionalidad
por constituirse la Trinidad “por las relaciones
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EN RECUERDO Y EJEMPLO
                         P. Walter Heckemeier
                         Fundador de la Obra de Kolping en Chile
                         *29-10-1937 =23-06-2019
                          El Padre Walter Heckemeier nació un 29 de Octubre de 1937 en la ciu-
                       dad de Mastholte Alemania, realizó sus estudios en la Escuela Industrial de
                       Rheda. Arribó a Chile en el año 1961 para estudiar en el Seminario Santo
       Cura de Ars de San José de la Mariquina. Fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de
       1966, llegando a la ciudad de Villarrica ese mismo año para apoyar el trabajo como Vicario
       en la Catedral de Villarrica. Dentro de sus tareas desempeñadas fue párroco de la Parroquia
       El Sagrario, hoy Sagrado Corazón de Jesús; y director de la Escuela San José de Villarrica.
       Construyó más de 40 capillas en los sectores rurales y urbanos, además de la Capilla Sagrada
       Familia y la Gruta a la entrada Norte de la ciudad de Villarrica. Fue capellán de los Scout
       en la diócesis.
           Fundador en el año 1976 de Kolping en Chile, hoy esta Asociación se encuentra en 20
       diócesis del país. Por más de 25 años acompañó a las Familias de Villarrica todos los domin-
       go con un programa radial llamado “Parroquia El Sagrario”. Fue un periodista innato e hizo
       más de 100 publicaciones en libros grandes y pequeños, sobre 300 películas en diapositivas
       para niños, jóvenes y comunidades, además de otros 100 videos educativos, desempeñán-
       dose por décadas como Profesor de Religión. También fue un gran tallador, pues era mue-
       blista. Fue arquitecto y jefe de obra en cada construcción de capilla o ampliación de colegio.
       Después de ser Párroco en la Parroquia el Sagrario, asumió como párroco en Lican-Ray, que
       comprende lugares como Pucura, Coñaripe y Liquiñe. Falleció durante la noche del 22 de
       junio. Fuente: Kolping Chile.
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