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Domingo del Tiempo Ordinario
Año 23 No. 1096
Liturgia de las Horas: 3a. Semana del Salterio
“Síganme y yo los haré pescadores
de hombres” (Mt 4, 19)
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Intención de nuestro Arzobispo para el mes de
ENERO
Con profunda esperanza, confiemos en que la
Providencia de Dios atenderá las intenciones y
necesidades que le presentamos con fe, al inicio
de este año.
Por ser Domingo del Tiempor Ordinario utilizamos el color verde.
RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 95, 1. 6
Canten al Señor un cántico nuevo, hombres de toda la tie-
rra, canten al Señor. Hay brillo y esplendor en su presencia,
y en su templo, belleza y majestad.
ENTRADA
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
SALUDO
El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos
a Dios, esté con todos ustedes
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
Jesús nos hace un llamado permanente a la conversión y
a seguir atentos ante la llegada de su Reino, con humildad,
reconozcamos nuestras faltas, pidiendo perdón. (Silencio).
Señor, ten misericordia de nosotros.
Porque hemos pecado contra ti.
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Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Y danos tu salvación.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
GLORIA
Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor,
Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del
Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de
nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nues-
tra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú
Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en
la gloria de Dios Padre.
Amén.
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ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, dirige nuestros pasos de ma-
nera que podamos agradarte en todo y así merezcamos en
nombre de tu Hijo amado, abundar en toda clase de obras
buenas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y
reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Del libro de profeta Isaías 8, 23-9, 3
En otro tiempo, el Señor humilló al país de Zabulón y al país
de Neftalí; pero en el futuro llenará de gloria el camino del
mar, más allá del Jordán, en la región de los paganos.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre
los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció.
Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría. Se
gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se
alegran al repartirse el botín. Porque tú quebrantaste su
pesado yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro
de su tirano, como en el día de Madián.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Del Salmo 26
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
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El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle
miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá
hacerme temblar? R.
Lo único que pido, lo único que busco, es vivir en la casa del
Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y
estar continuamente en su presencia. R.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Ármate
de valor y fortaleza y en el Señor confía. R.
De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios
1, 10-13. 17
Hermanos: Los exhorto, en nombre de nuestro Señor
Jesucristo, a que todos vivan en concordia y no haya
divisiones entre ustedes, a que estén perfectamente unidos
en un mismo sentir y en un mismo pensar.
Me he enterado, hermanos, por algunos servidores de Cloe,
de que hay discordia entre ustedes. Les digo esto, porque
cada uno de ustedes ha tomado partido, diciendo: “Yo soy de
Pablo, yo de Apolo, yo de Pedro, yo de Cristo”. ¿Acaso Cristo
está dividido? ¿Es que Pablo fue crucificado por ustedes?
¿O han sido bautizados ustedes en nombre de Pablo?
Por lo demás, no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar
el Evangelio, y eso, no con sabiduría de palabras, para no
hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
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Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba la buena nueva del Reino y curaba a la
gente de toda enfermedad (Cfr. Mt 4, 23).
Aleluya, aleluya.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se
retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a
vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y
Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado
el profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado
del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en
tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de
sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo:
“Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”.
Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea,
vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés,
los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran
pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores
de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo
siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos,
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre
en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos,
dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.
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Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y
proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a
la gente de toda enfermedad y dolencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
PROFESIÓN DE FE (Credo Nicenoconstantinopolitano)
Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
(En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan).
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato,
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
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que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
ORACIÓN UNIVERSAL
Invoquemos la misericordia de Dios, manifestada en Jesús,
luz de amor para la humanidad, quien nos invita a estar pre-
parados ante la llegada de su Reino. Digamos con fe:
R. Te lo pedimos, Señor.
Para que todos los cristianos busquemos la unidad, el amor
y la concordia; anunciando el Evangelio de Jesús con el
testimonio de nuestra vida. Oremos.
Para que los pastores de la Iglesia sean auténticos maestros
de la fe y enseñen a los fieles a confiar plenamente en la
Providencia de Dios. Oremos.
Para que los pobres, enfermos, desprotegidos y personas
que sufren sean asistidos por la caridad y misericordia de la
comunidad creyente. Oremos.
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Para que el recuerdo y memoria de nuestros difuntos sea
motivo de esperanza para seguir trabajando por la edificación
del Reino de Dios. Oremos.
Escucha, Padre, nuestras súplicas, confiamos en tu gene-
rosidad y en tu gran amor que nos llama a seguirte para ser
pescadores de hombres y ganar hermanos para el Cielo. Te
lo pedimos, por Jesucristo, nuestro Señor.
LITURGIA EUCARÍSTICA
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, benignamente, nuestros dones, y santifíca-
los, a fin de que nos sirvan para nuestra salvación. Por Je-
sucristo nuestro Señor.
CONSAGRACIÓN
Después que el sacerdote pronuncia las palabras de consagración del
pan y del vino, se sugiere realizar la siguiente proclamación:
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este
cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
PADRE NUESTRO
Unidos en la fe, oremos con alegría al Padre Dios.
Padre nuestro...
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 33, 6
Acudan al Señor; quedarán radiantes y sus rostros no se
avergonzarán.
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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Concédenos, Dios todopoderoso, que al experimentar el
efecto vivificante de tu gracia, nos sintamos siempre dichosos
por este don tuyo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
RITO DE CONCLUSIÓN
(Inclinen la cabeza para recibir la bendición).
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Dios nuestro, muéstrate propicio con tu pueblo y no prives
de los consuelos temporales a los que deben luchar por
alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo + y
del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca
para siempre.
Amén.
Vayamos a trabajar por el Reino de Dios, pueden ir en paz.
Demos gracias a Dios.
Oración por los sacerdotes
Oremos por todos los sacerdotes, para que todos los
días escuchen la Palabra de Dios, y así tengan el valor
de echar las redes al mar, confiando en la Divina
Providencia, que les dará los medios para ser pescadores
de hombres, y para que esa pesca sea abundante.
La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes
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Reflexión
Fue a Cafarnaúm y
se cumplió la profecía
de Isaías
Pbro. Gustavo Eugenio Elizondo Alanís
Hoy es el Domingo de la Palabra de Dios, que nos debe
recordar a todos el valor de la Sagrada Escritura para
la vida cristiana, así como la relación entre la Palabra de Dios
y la liturgia. Que nos sirva a todos este día dedicado a la Biblia
para proponernos entablar un constante trato de familiaridad con
la Sagrada Escritura.
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La Palabra que hoy escuchamos en la Santa Misa recoge los
primeros pasos de la vida pública de Jesús, cuando caminaba por
la ribera del mar de Galilea. Dice Mateo que el Señor “comenzó
a predicar”. Y lo siguió haciendo durante tres años, apacentando
a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Qué fuerza tenían las palabras del Maestro, que producían en el
alma de los oyentes grandes deseos de conversión, como le su-
cedió al mismo Mateo, a Zaqueo, a la mujer samaritana, al buen
ladrón y a muchos otros.
Qué impacto tenía su palabra, que producía en el alma deseos
sinceros de entrega a Dios, como les sucedió a Pedro y Andrés,
que dejaron las redes, y a Santiago y Juan, que dejaron a la barca
y a su padre para seguir a Jesús.
Qué autoridad tenía la palabra de Jesús, que arrojaba a los
demonios, curaba enfermos y resucitaba muertos. Era la gracia
de Dios que la acompañaba para sanar los cuerpos, sanando
primero el alma.
Aquellos hombres enviados con el fin de llevar preso a Jesús no
lo hicieron, y dieron como explicación: “nunca nadie ha hablado
como ese hombre”. Su palabra cautivaba el corazón. Y lo sigue
haciendo, porque Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre.
Jesucristo es el Verbo de Dios, la Palabra hecha carne. Nunca
nos vamos a cansar de leer y meditar el Evangelio, porque el
Espíritu Santo nos explica todas las cosas, y nos ayuda a sacar
del tesoro de Dios cosas nuevas y cosas viejas.
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Que la Virgen Santísima nos ayude a meditar el evangelio,
guardando, como ella, todas las cosas en nuestro corazón. Que
interceda por nosotros para que también formemos parte de la
familia de Jesús, quien dice que su madre y sus hermanos son
los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.
“El Señor nos busca donde estamos, nos ama como somos
y con paciencia acompaña nuestros pasos. Como a aquellos
pescadores, nos espera en la orilla de la vida. Con su Pala-
bra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos
de ir tirando y vayamos mar adentro en pos de él. Por esto,
no renunciemos a la Palabra de Dios. Es la carta de amor
escrita para nosotros por Aquel que nos conoce como nadie
más. Leyéndola, sentimos nuevamente su voz, vislumbra-
mos su rostro, recibimos su Espíritu. La Palabra nos acerca
a Dios; no la tengamos lejos. Llevémosla siempre con noso-
tros, en el bolsillo, en el teléfono; démosle un sitio digno en
nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar donde
nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al
final de la jornada, de modo que entre tantas palabras que
llegan a nuestros oídos llegue al corazón algún versículo de
la Palabra de Dios. Pidamos al Señor la fuerza de apagar
la televisión y abrir la Biblia; de desconectar el móvil y abrir
el Evangelio” (Francisco, Homilía 24.I.21).
Directorio
S.E. Mons. Raúl Gómez González L.L.L. Edith Muciño Martínez Ventas:
Arzobispo de Toluca Cuidado de la Edición Tels. (01 722) 213 01 81
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“Mensajero de la Palabra” es una publicación semanal de la Arquidiócesis de Toluca que, a través de la Comisión Diocesana
para las Comunicaciones Sociales, (CODICOSOC) e integrantes de la Pastoral Litúrgica editan para facilitar la participación consciente,
activa y plena de los fieles en la celebración eucarística. Las oficinas de la CODICOSOC están ubicadas en Belisario Domínguez No. 103,
Col. Centro, C.P. 50000 Toluca, México. Registro en trámite.
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