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Efectos del Alcohol en el Cuerpo

El alcohol afecta al cuerpo actuando como depresor del sistema nervioso central, haciendo más lenta la actividad cerebral y pudiendo causar problemas de memoria, coordinación y control. Los efectos del alcohol varían dependiendo de factores como la cantidad ingerida, la velocidad, la alimentación, la edad y el estado físico. El consumo prolongado puede generar dependencia alterando los receptores cerebrales y requiriendo más alcohol para mantener el equilibrio.

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Efectos del Alcohol en el Cuerpo

El alcohol afecta al cuerpo actuando como depresor del sistema nervioso central, haciendo más lenta la actividad cerebral y pudiendo causar problemas de memoria, coordinación y control. Los efectos del alcohol varían dependiendo de factores como la cantidad ingerida, la velocidad, la alimentación, la edad y el estado físico. El consumo prolongado puede generar dependencia alterando los receptores cerebrales y requiriendo más alcohol para mantener el equilibrio.

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¿Cómo el alcohol afecta al cuerpo?

El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, es decir, es una droga


que hace más lenta la actividad cerebral. Puede cambiar su estado de ánimo,
comportamiento y autocontrol. Puede causar problemas con la memoria y
pensar con claridad. También puede afectar su coordinación y control físico.

Además, el alcohol tiene efectos en otros órganos del cuerpo. Por ejemplo,
puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Si bebe demasiado de
una vez, puede causar vómitos.

¿Por qué los efectos del alcohol son diferentes de persona a persona?
Los efectos del alcohol varían de persona a persona, dependiendo de una
variedad de factores, incluyendo:

 Cuánto bebió
 Qué tan rápido bebió
 La cantidad de comida que consumió antes de beber
 Su edad
 Su sexo
 Su raza o etnia
 Su estado físico
 Si tiene o no antecedentes familiares de problemas con el alcohol
Efectos del consumo prolongado de alcohol
En el momento en que nos embriagamos, se acumulan otras sustancias tóxicas
tales como metanos, acetaldehídos e histaminas produciendo los síntomas
típicos de una resaca o “cruda” como coloquialmente decimos en México.
Existe un término popular en países de habla inglesa conocido como “bender”,
este término se asocia con la ingesta de alcohol durante períodos prolongados
de más de 48 horas. En esta situación el individuo bebe, se duerme y cuando
despierta evita la resaca al seguir bebiendo.
En México, es muy común en fiestas maratónicas de varios días consecutivos,
como el famoso maratón Guadalupe-Reyes, entre otros. Esta actividad es muy
riesgosa, debido a que genera una dependencia y la abstinencia repentina de
alcohol puede provocar la muerte.
A medida que la ingesta se vuelve crónica, el alcohol va sustituyendo a unas
proteínas conocidas como “receptores” los cuales estimulan el GABA y el
glutamato. De tal manera que cuando dejamos de consumir alcohol ya no
existen suficientes receptores que estimulen la producción de GABA y
glutamato para adormecer o suprimir el sistema nervioso, entonces se
manifiestan los síntomas típicos del síndrome de abstinencia, tales como:
temblores, ansiedad, alucinaciones y un deseo obsesivo por volver a ingerir
alcohol.
Es en este punto, es cuando el consumo de alcohol se convierte en una
adicción con consecuencias irreversibles. El consumo prolongado provoca una
modificación en la estructura del sistema nervioso alterando los receptores de
neurotransmisores clave para su funcionamiento. En pocas palabras, se
produce un desequilibrio que solo el alcohol puede suprimir, es por ello que
las personas que padecen alcoholismo requieren una mayor cantidad de
alcohol para mantener su estado de calma o relajación al mismo tiempo que lo
necesitan para eliminar los efectos de la “cruda”. 
El alcoholismo como enfermedad
El alcoholismo se considera un desorden neurofisiológico, es decir la persona
que lo padece es consciente de su problema, sin embargo, con gran frecuencia
es incapaz de dejar de beber porque su cuerpo se ha acostumbrado a la
presencia de alcohol y lo necesita para mantener ese estado de equilibrio u
homeostasis.
Con frecuencia, lo anterior no es bien conocido en la sociedad y se asocia el
alcoholismo con un vicio, calificando a las personas que lo padecen como
irresponsables. El meollo del asunto es que cuando una persona se vuelve
dependiente del alcohol, se requiere de apoyo familiar y profesional constante
para evitar recaídas con consecuencias desafortunadas.  Existen personas con
un mayor riesgo de volverse dependientes del consumo de alcohol, es posible
que en algunos casos se tenga alguna predisposición genética. Al respecto,
existen estudios donde indican que 7 de cada 10 personas con alcoholismo
tienen antecedentes familiares que han padecido esta enfermedad.
El alcoholismo no es un vicio, es una enfermedad y requiere apoyo
profesional (Imagen tomada de la web Salut A Prop, 2017).
Gran parte del origen del alcoholismo reside en las primeras etapas de
desarrollo como la infancia o la adolescencia, es en esta última en la que la
gran mayoría de las personas que serán alcohólicas consumen por primera vez
esta droga. De tal manera que al estar el sistema nervioso y el cerebro en
desarrollo, los cambios neurofisiológicos que provoca el consumo prolongado
de alcohol son más grandes y con frecuencia afectarán su dependencia al
consumo de alcohol en la edad adulta.
Entonces, el consumo de alcohol es también una cuestión ética y social en
donde la etapa crítica para evitar tener una adicción en el futuro es durante la
adolescencia, es por ello que en esta etapa de la vida se incentiva a los jóvenes
a practicar otras actividades que les provoquen satisfacción y eliminan estrés,
como el deporte.
El consumo de alcohol es riesgoso y muy peligroso cuando se ingiere
constantemente o durante la adolescencia. Durante la edad adulta el consumo
de alcohol ocasional debe realizarse de una manera responsable, tomarse una
cerveza o una copa de vino de vez en cuando no causa mayor problema,
siempre y cuando no se haya padecido o tenga antecedentes de alcoholismo.
Recuerda siempre la famosa y certera frase de un buen sabio griego conocido
como Solón de Atenas:
“nada con exceso, todo con medida”.

El alcohol interfiere con las vías de comunicación del cerebro y puede afectar
la forma en que este se ve y funciona. El alcohol hace que sea más difícil para
las áreas del cerebro que controlan el equilibrio, la memoria, el habla y el
juicio hacer su trabajo, lo que resulta en una mayor probabilidad de lesiones y
otros resultados negativos. El consumo excesivo de alcohol a largo plazo
provoca alteraciones en las neuronas, como reducciones en su tamaño. A
continuación, se presentan algunos temas clave relacionados con el alcohol y
el cerebro.

El cerebro de los adolescentes


El cerebro de los adolescentes es más vulnerable a los efectos negativos del
alcohol que el cerebro de un adulto. El consumo indebido de alcohol durante
la adolescencia puede alterar el desarrollo del cerebro, lo que podría resultar
en cambios duraderos en la estructura y función del cerebro.

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