LA FIESTA DEL SANTO Y DULCÍSIMO NOMBRE DE MARÍA.
Siempre fue el mayor recurso de los fieles en sus mayores necesidades la poderosa protección de la
santísima Virgen: ni se frustró jamás su confianza en esta Madre de misericordia cuando clamaron á ella
en las mas apretadas tribulaciones y calamidades. Constantemente experimentó siempre la Iglesia su
auxilio y su asistencia, sobre todo contra los mas formidables esfuerzos de los enemigos del nombre
cristiano*, y la institución de esta fiesta será eterno monumento de su protección todopoderosa.
Orgullosos los turcos con los felices sucesos de sus armas contra los imperiales en la campaña de 1683,
concibieron y formaron el soberbio intento de dilatar sus conquistas hasta mas allá de las márgenes del
Danubio y del mismo Rhin: amenazando con fiereza á toda la cristiandad, y penetrando por ella con un
ejército dedoscientos mil conbatientes, pusieron sitio á la imperial corte de Viena. Fue general la
consternación de todos ; y temiendo los pueblos caer en las bárbaras manos de los infieles, quedaron
desiertas las ciudades, abandonándolassus habitadores. Como el emperador no tenia fuerzas suficientes
para hacer resistencia al ejército otomano, se vio precisado á retirarse de su corte en compañía de las dos
emperatrices, de los archiduques y archiduquesas, lomando el camino de Linlz, mientras el príncipe
Cárlos de Lorena, temiendo ser cortado y envuelto por la muchedumbre, se venia retirando hasta cubrirse
con el cañón de la plaza. El dialá de agosto abrieron losturcos las trincheras por el lado de la puerta
imperial, y se alojaron en ella á pesar del vivo fuego que hacían los sitiados. Apoderándose despues del
labor, dejaron cerrada la ciudad por todas partes; y poniendo fuego al palacio de la favorita , quemaron las
casas de campo de los grandes en el arrabal de ieopolslad, y se llenaron de genízaros todos los puestos
exteriores. Sucedió un funesto accidente, que añadiendo mucho orgullo á los sitiadores, desmayó á
proporción el aliento délos sitiados. Prendióse DIA VIII. 205 luego en la iglesia de los escoceses:
consumió en breve tiempo aquel soberbio edificio, y ganando las llamas el arsenal, donde estaban los
almacenes de la pólvora y de las municiones, la ciudad iba ya á caer en manos de los turcos; cuando el
mismo dia de la Asunción, por una visible protección de la santísima Virgen, se paró como de repente el
fuego, dando tiempo á que se sacasen las municiones y la pólvora. A vista de tan notorio favor de la
Madre de Dios volvió á animarse el desmayado alíenlo del soldado y de los vecinos, encendiéndose mas
la confianza en su poderosa Protectora, por mas que los turcos hicie- ] on un terrible fuego el dia 22 contra
el bastión del Danubio. Llovían dentro de la plaza balas, granadas y bombas que echaban á tierra las
casas; mas no por. eso se acobardaban los vecinos, implorando dia y noche en las iglesias la asistencia
del cielo, ni los predicadores cesaban de exhortarlos á que, despues de Dios, pusiesen toda su confianza
en aquella Señora, cuya soberana protección habian experimentado tantas veces. El dia 31 se
adelanlaron los trabajos de los sitiadores hasta la contraescarpa, acercándose tanto á los imperiales, que
unos y otros peleaban ya dentro del foso con las estacas de la empalizada. Viena, aquel baluarte de la
cristiandad, apenas era ya mas que un prodigioso cúmulo de tierra y piedras, cuando el dia de la Natividad
de la Virgen, en que los Cristianos redoblaron sus oraciones, sn fervor, su devoción y sus votos,
recibieron, como por milagro, aviso cierto de que les venia marchando un pronto socorro, con cuya noticia
revivió en sus corazones lodo su espíritu y lodo su valor. Con efeclo, al amanecer el segundo dia de la
octava de la Natividad se registró cubierta de tropas auxiliarestoda la montaña de Kalemberg; vista
acompañadadel mayor consuelo, que llenando lospeehos ue inexplicable alegría, calmó las inquietudes y
los sobresaltos. Juan Sobieski, rey de Polonia, acudió el dia 12 de setiembre ála capilla de San Leopoldo
con el príncipe Carlos de Lorena, donde los dos generales asistieron al santo sacrificio de la misa, la que
quiso a\ udar el mismo Rey teniendo los brazos en cruz por toda ella, menos aquellos breves instantes
que el sacerdote lenia necesidad de su mmisleuo. Despues de haber comulgado, poniéndose bajo la
proteccion de a Madre Dios, y recibida la bendición, que se echó á todo el ejéicito , el Monarca se levantó
con denodado despejo, y dijo en alta voz : Ahora ya podemos marchar, bajo la protección de la santísima
Virgen, con entera seguridad de que no nos negará su asistencia. Bajó entonces de las montañas el
ejército de los Cristianos, y se fué avanzando al campo de los turcos, los cuales los recibieron bien, y 206
SETIEMBRE sostuvieron por algún tiempo el combate; pero luego se retiraron de la otra parle del Danubio
con tanta precipitación, que dejaron en el cuartel del gran visir el estandarte del imperio otomano y las
colas de caballo, que son lasinsignias de su dignidad, tan inseparables de él, que le acompañan y le
preceden aun en presencia de Su Alteza. No hubo victoria que costase menos sangre, ni que fuese mas
completa. Los turcos abandonaron todas sus tiendas, la mayor parte de su equipaje, todas las municiones
de boca y guerra, toda su artillería, que ascendia á ciento y ochenta cañones ó morteros, y cien mil
hombres muertos en el campo de batalla. No pudieron los dos generales seguir el alcance , por estar
fatigado el ejército cristiano. Veíanse los soldados entrar en la ciudad cargados de botín, y llevando
delante de sí manadas enteras de bueyes que los turcos se habían dejado en el campo, enriquecidos con
sus preciosos despojos. Informado de la rota de los turcos el emperador Leopoldo Ignacio, mas ilustre por
su esclarecida piedad que por su gran valor y celebrada prudencia, volvió á Viena el mismo día, y mandó
cantar el Te Deum... con toda la solemnidad posible; reconociendo que una victoria tan no esperada era
efecto visible de la asistencia del cielo, y singularmente de la descubierta protección de la santísima
Virgen. Mandó el religioso Príncipe que se llevase á la iglesia mayor el estandarte del imperio otomano
que se halló en la tienda del gran visir. Era de crines de caballo marino, trabajado á aguja, y bordado de
llores á lo arabesco, la manzana de bronce dorado , y el palo todo cubierto de hojas de oro. El estandarte
de Mahoma, que siempre se enarbola en medio del campo junto á la tienda del gran visir, era de brocado
de oro, fondo encarnado, y bordado todo de plata y verde, los flecos de brocado rojo y plateado, bordados
de letras árabes. El asta ó palo del estandarte remataba en una manzana de cobre dorado con borlas de
seda verde. Este estandarte se envió a Roma, donde fue presentado ai papa Inocencio XI, que bien
persuadido á que tan célebre victoria se debia singularmente á la protección de la santísima Virgen,
ordenó que la fiesta de su dulcísimo inombre, introducida mucho tiempo antes en varias provincias de la
cristiandad, se celebrase de allí adelante en toda la Iglesia universal, fijándola á la Dominica infraoctava
déla Natividad. Ála verdad , despues del santo nombre de Jesús, era muy justo que se celebrase también
el nombre de María, el cual siendo tan res* petable á los mismos Ángeles, no debia serlo menos á todos
los hombres. Niel ciclo nila tierra, ó bienaventurada VirgenMaría (exclama san Francisco), conocen otro
nombre despues del de tu querido Hijo, de quien reciban los fieles mayores gracias, en quien depositen
mayor confianza, ni de quien reciban mayor dulzura que de tu santísimo nombre: Postsingulare illud dilecti
Filii tui, ó Maria, non aliud nomen cadum, et terra nominat, unde tantum gratice, tantum spei, tantum
suavitatis piesmentes accipiant. (In Psalt. Virg.). Dichoso aquel que respeta, que ama tu santo nombre, ó
Virgen santa (exclama san Buenaventura), Sostendrale tu favor en todos sus trabajos, y producirá en él
copiosos frutos, regados con las vivas aguas de la gracia del Redentor. Beatus gui diligit nomen tuum,
Maria; gratia tua animam ejus confortabit, tanquam fontibus irrigatum, ineo fructum propagabit. ¡ Oh
augusto nombre de María! (añade el mismo Santo) ¡ cómo puede dejar de ser tu nombre
gozosísimamente celebrado, pues no es posible pronunciarle sin grande utilidad del mismo que le
pronuncia! O celeberrimum nomen Marrioe l quomodo posset nomen tuum non esse celebre, quod etiam
nominari non potest sine nominantis- utilitate? ¡ Qué glorioso, qué admirable es este nombre, ó Virgen
pura! pues los que le invocan con devoción y confianza, ni se asustan , ni dan lugar al temor en la hora de
la muerte. Gloriosum et admirabile cst nomen tuum; qui illud retinent non expavescunt in puncto-mortis.
¡Qué paz, qué abundancia de gracias disfrutan los que honran sin cesar tu santo nombre! Fax mulla
observantibus nomen tuum, Mater Dei. Es de tanta virtud este nombre, dice el sabio idiota Raimundo
Jordán , abad de Celles, es de tanta excelencia, que el cielo le aplaude, la tierra se regocija, y los Ángeles
saltan de gozo siempre que le pronuncian*: Tantee virtutis et excellentia: est hoc nomen, ut coelum rideat,
terra betetur, angeli congaudeant cum Maria nominatur. Sí por cierto (añade este venerable varón), toda la
santísima Trinidad tedió este respetable nombre, para que al oirle doblen la rodilla todas las potestades
del cielo, de la tierra y del infierno : Dedit tibi, Maria, tota Trinitas nomen, ut in nomine hoc, omne
gemjlectatmr coelestium, terrestrium, et infernorum, k la verdad, dice san Bernardo, ningún otro nombre
podia convenir mejor a la Madre de Dios que el de María ; ni era posible hallar otro que mejor explicase su
grandeza, su dignidad y su excelencia, ±somen VirginisMañee, quod interpretatum
marisstelladicitur,etMatri Virginiconvenienteraptatur. (Hoin. supet Missus est ). Es María aquella hermosa y
brillante estrella que se registra elevada sobre el espacioso mar del mundo: ipsa estprmclara, et eximia
stella, super hoc mare magnum etspatiosum necessario elevata. Elia es la que guia á, los que navegan
engolfados en este mar proceloso. SETIEMBRE Lo mismo es perder de vista esta estrella, que exponerse
a la funesta necesidad de desviar del rumbo, dar en escolios , y correr á un lastimoso naufragio: Ne
avertas oculos a fulgore hujus syderis, sinonvis obruiprocellis. Son frecuentes en este inquieto mar las
tempestades ; está sembrado de escollos; no hay puerto donde se pueda ancorar al abrigo de los vientos;
ninguno que no esté expuesto á furiosos huiacanes; si quieres librarte del naufragio, respice stellam, voca
Manam; mira á esta estrella, invoca este nombre de María. Si las desgracias te atropellan, si las
adversidades le combaten y medio te uliban ; si los adversos acasos de esta vida van como á sumergirte y
ahogarle, mira á esa estrella, invoca el santo nombre de María, éo. adre)sítales tribulationum te jactent, et
superantes te, quasi prosternant ; invoca Mariam. (ín cap. i Luc.). El nombre de María, decía san Antonio
de Padua, llena de gozo y de consuelo á cuantos le pronuncian con devoción y con respeto. Es mas dulce
al paladar que la miel; mas grato al oido que la mas armoniosa melodía; mas üdicioso al corazón que el
júbilo mas exquisito. Nomen Virginis Mana*, mel in ore, melos in aure, jubilas in corde. Despues del
dulcísimo nombre de Jesús, dice el célebre Alano de Cisler uno de los mas ilustres ornamentos de la
universidad de París, ¿qué otro nombre debe ser mas frecuente en la boca de ios fieles que el de María?
oí tanto, con mucha mas razón se compara á un suavísimo óleo derramado, cuya fragancia se difunde por
todas partes. Cujus nomen prwconizatur in mundo, nisi Virginis hujus ? Cujus laus celebratur m ore populi
fidelis, nisi Virginis Mariae? Unde eleganter fama et gloria nominis ejus oleo effuso comparatur. Aun
adeianta mas san Anselmo la veneración de este santo nombre. Muchas veces, dice, se consigue la
gracia y la misericordia con mas prontitud invocando el nombre de María que invocando el nombre de
Jesús: Velocior est nonnumquam salus, memorato nomine Mariae, quam invocato nomine Jesu. (Lib. de
excellent. Yirg.). Luego que se pronuncia el nombre de María, dice el sabio Pedro tilesense, hinca la
Iglesia la rodilla, y lo mismo es pronunciarle, que renovarse en los pueblos la devoción. hcelesta, audito
nomine Mariae, genua terrae infigit, quia prae nominisreverentia quasi mare confragosum sonant vota
populorum. Desde el piincipio de lareligion cristiana, desde los primeros tiempos de la iglesia se
acostumbraron piadosamente los fieles á no separar ios augustos nombres de Jesús y de Mariq, no
invocando el uno sm el otro desde aquellos felices siglos del primitivo fervor. Nunca envejeció en la Iglesia
la Religión. Así como los verdaderos Crislia- DIA VIII. 209 nos de nuestros tiempos profesan al Hijo el
mismo amor y el mismo respeto, así también profesan á laMadrela misma ternurayla misma veneración.
Por eso andan juntos de ordinario estos dos santísimos nombres en el corazón y en la boca de los
Cristianos. Por eso con alguna proporción se puede decir de María lo que dice san Pablo del } erbo
encarnado en sus entrañas; que María es tanto mas superior á las celestiales inteligencias, cuanto el
nombre que se la concedió en señal de su grandeza es para nosotros prueba concluyente de su mayor
distinción : Jauto melior angelis, quanto differentius mas illis nomen hwreditavit. Dice san Pedro Crisólogo
que el nombre de María significa en latín señora: Maria latine domina nuncupatur. Por ser la Soberana de
los Ángeles y de los hombres, se llama por excelencia JSuestra Seriora, siendo esta prerogativa especial
suya, de suerte que así la apellida comunmente la Iglesia y todas las naciones. En todas ellas retiene este
nombre el mismo carácter de grandeza y de soberanía, pues en todas significa Nuestra Soberana, así
como hablando de su Hijo significa JSuestro Soberano el nombre de Nuestro Señor. San Bernardo, que
no malogra ocasión de manifestarlos ardores y los tiernos afectos de su corazón para con esta Madre de
bondad y de misericordia, aludiendo al sonido y significado de su nombre, como también á lo mucho que
sirve á los navegantes la estrella que llaman del Norte, siendo ella la que dirige sus rumbos, explica
elocuentemente lo mucho que debemos esperar de la asistencia de María, prolesando tierna y afectuosa
devoción á su santo nombre. Et nomen virginis Maria. ¡ Oh, y qué admirablemente conviene este santo
nombre á la santísima Virgen María! Este nombre, dice, fuera de significar reina, señora y soberana,
significa también estrella del filiar: Quod interpretatum maris stella dicitur. (Hom. 2 super Missus e?d). Es
María aquella resplandeciente, aquella brillante, aquella célebre estrella de Jacob, cuya luz bañaá lodo el
mundo, cuyo resplandor se eleva hasta el mismo cielo, penetra los abismos, y derramando sus benignas
influencias sobre toda la tierra, calienta los coiazones mas que los cuerpos, fomenta las virtudes, y deseca
el vicio asta dejarle sin vida. No puedes ignorar, seas quien fueres (continua e mismo Santo), que
mientras vives en este mundo, navegas en esteboirascoso mar, combatido perpétuamenle délas
tempestades , llevándote a todas parles la violencia de las olas. Ne avertas oculos it fulgore hujus syderis,
si non vis obrui procellis : No desvies los ojos de este resplandeciente astro, si no quieres ser sumergido
en las borrascas. Siinsurgant ventitentatiomm, si soplaren furiosos los vien- 210 SETIEMBRE tos de las
tentaciones; si incurras scopulos tribulationum, si fueres ya como á estrellarle contra los escollos de las
tribulaciones y de las adversidades, levanta los ojos á esta estrella, invoca el nombre de María , respice
stellam, voca Mariam. Si te consume el fuego déla cólera ; si el maligno espíritu de la avaricia te devora ;
si el orgullo excita en tu corazón peligrosas tempestades; si la concupiscencia te poneá riesgo de padecer
triste y miserable naufragio: Sijactarissuperbiae undis, si carnis illecebra naviculum concusserit mentis,
recurre á María, respice ad Mariam. Si te conturba el horror de tus pecados ; si tu conciencia se estremece
á vista de su gravedad y de su número ; si el temor de los terriblesjuicios de l)ios te induce á
desesperación, y á vista de él desmaya en tu corazón la confianza, cogita Mariam, pon la consideración
en María: este santo nombre sosegará tus sobresaltos, y dispertará tu confianza y tu amor, in periculis, in
angustiis, in rebus dubiis. En todos los peligros de la vida, en todos los tropiezos de esta peligrosa carrera,
en los negocios espinosos , en los mas azarosos accidentes, Mariam cogita, Manam invoca, acude á
María, invoca á María: no se caiga de tus labios este santo nombre, y esté perpéluamente grabado en el
centro de tu corazón : Non recedat ab ore, non recedat ¿i corde. Ten por cierto que mientras no pierdas de
vista á María no te descaminarás: Ipsam cogitans, non erras; mientras estés debajo de su protección, no
tienes de que temer: Ipsa protegente, non metuis; y una dichosa experiencia te enseñará que con mucha
razón tiene el nombre de María, es decir, de madre de misericordia, de estrella del mar, de señora , y
refugio de pecadores : Et sic in temetipso experieris quam merito dictum sit: et nomen virginis Maria.
Llenad, ó divina María, llenad toda la extensión de este magnífico nombre. Seáis honrada en el cielo,
reverenciada en la tierra, y respetuosamente temida en el infierno. Reinad despues de Dios sobre todo lo
que está debajo de Dios; pero mas que lodo reinad en mi corazón. Vos seréis mi consuelo en mis
trabajos, mi fortaleza en mis desmayos, mi consejera en mis dudas. Solo con pronunciar el nombre de
María se animará toda mi confianza, y se encenderá todo mi amor. ¡Oh, y si yo pudiera grabar
profundamente este santo nombre en todos los corazones! ¡ Oh si le pudiera colocar en la boca de todos
los mortales, moviéndolos á todos á que me ay udasén á celebrarle ! María: ¡ ohnombreconcuya dulce
invocación ninguno debe desesperar! María: ¡ oh nombre tantas veces combatido, pero siempre victorioso,
siempre triunfante! María: ¡ oh nombre siempre gra- DIA VIH. 211 lo, siempre dulce, siempre saludable á
mi alma! Nombre que me serena en mis temores, que me anima en mis desalientos, que me sostiene en
mis empresas. Pronunciaréle todos los dias de mi vida, v siempre que le pronuncie irá acompañado con el
sagrado nombre de Jesús. El Hijo me acordará á la Madre, y la Madre me traerá á la memoria el Hijo.
Jesús, María; esto es lo que mi boca repetirá mil veces á la hora de la muerte, jesús, María; esto es lo que
no dejará de repetir interiormente mi corazón cuando no puedan los labios pronunciarlo. Me repetirán
hasta mi último suspiro este nombre de Jesús y este nombre de María; y hasta el último suspiro serán
para mí dos nombres de confianza, de ternura, de bendición y de salvación eterna. Así sea.