[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
153 vistas16 páginas

Analisis de Suite Francesa Irene Nemirov

El documento resume el contenido de la novela Suite francesa de Irène Némirovsky, analizando el marco histórico de la Francia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial que sirve de telón de fondo a la obra. A continuación, presenta brevemente los perfiles de las familias protagonistas y algunos de los aspectos sociológicos tratados en la novela como la vida durante la guerra, los mitos y estereotipos, y las ideas de autores como Rousseau.

Cargado por

Gerardo Bravo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
153 vistas16 páginas

Analisis de Suite Francesa Irene Nemirov

El documento resume el contenido de la novela Suite francesa de Irène Némirovsky, analizando el marco histórico de la Francia ocupada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial que sirve de telón de fondo a la obra. A continuación, presenta brevemente los perfiles de las familias protagonistas y algunos de los aspectos sociológicos tratados en la novela como la vida durante la guerra, los mitos y estereotipos, y las ideas de autores como Rousseau.

Cargado por

Gerardo Bravo
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 16

Universidad de Lleida

Suite Francesa,
Irène Némirovski

Grado de Estudios Hispánicos. Lengua y Literatura.

Pensamiento y Cultura. Dra. Mari Carme Figuerola.

Mari Carmen Rando. Curso 2015-2016.


Índice
Índice........................................................................................................................................ 1
1. Marco histórico. ................................................................................................................ 2
2. Perfil de las familias protagonistas..................................................................................... 3
3. Aspectos sociológicos tratados en la asignatura.´ ............................................................... 5
3.1 Vida en tiempo de guerra ....................................................................................... 5
4. Mitos y estereotipos .......................................................................................................... 8
4.1 Los judíos .................................................................................................................. 8
4.2 Inocencia de los niños. ............................................................................................... 9
4.3 Sísifo y Caín y Abel:................................................................................................ 10
5. El imaginario judío. La figura del auto-odio. Némirovsky, Weil y Arendt. ....................... 11
6. Rousseau y el mito del buen salvaje. ................................................................................ 13
7. Conclusión. ..................................................................................................................... 14
8. Bibliografía. .................................................................................................................... 15

[1]
Comenzaremos el análisis de Suite francesa (2004) de Irène Némirovsky (1903-1942)
fijando nuestra atención en el marco histórico en el que transcurre la acción en la
novela. A continuación, se hará una breve semblanza de las familias protagonistas. Y
después, se pondrán de relieve algunos de los aspectos tratados en la asignatura de
Pensamiento y Cultura como el tema del imaginario judío, mitos y estereotipos, la vida
en tiempo de guerra (requisas, medios de transporte, medios de comunicación, papel de
la mujer, propaganda, balnearios, papel del escritor, del intelectual y vida cotidiana) y
como quedan las ideas de Rousseau sobre mito del buen salvaje con el episodio de la
muerte de Philippe Péricand.

1. Marco histórico.

El telón de fondo donde se desarrolla la novela Suite francesa es la Francia ocupada por
los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. En junio de 1940 Francia es invadida
por la Werhmacht, el ejército francés se derrumba, el mariscal Philippe Pétain asume el
poder, solicita un Armisticio con Alemania el 22 de junio de 1940 y se establece el
gobierno en Vichy al frente del cual se halla el lider derechista Pierre Laval. La primera
parte de la novela se denomina 'Tempestad en Junio'. Sobre esta tormenta, “hemos
nacido en un siglo de tempestades” dice Maurice Michaud (p. 220), metáfora del
cataclismo que sobreviene a la Europa de la primera mitad del siglo XX, comienza
Némirovsky a hacer sonar cada una de las diferentes danzas que componen esta
magnífica suite.

A lo largo de la novela observamos escenarios históricos no muy lejanos como la


omnipresente Primera Guerra Mundial que late en el corazón de muchos de los
protagonistas, ya sea vivida directamente en el campo de batalla en el caso de los
hombres, o a través de la dura espera de las mujeres en la “retaguardia” y la Guerra
franco-prusiana que enfrentó a Francia y a Prusia entre 1870 y 1871. Veámoslo con
algunos ejemplos: en el capítulo 24 en la casa donde se repone de sus heridas Jean
Marie Michaud se habla de los recuerdos de la Gran Guerra que siguen vivos en los
retratos que hay en el hogar y en las conversaciones donde “surgían continuamente
Verdún, Charleroi, el Marne...” (p. 167); en su delirio febril Jean Marie “recitaba las
palabras lentamente: 'Sedán, la derrota de Sedán... la desastrosa batalla de Sedán

[2]
decidió la suerte de la guerra'” (guerra franco-prusiana) (p. 169). Así, en el capítulo 28
encontramos otra alusión a la guerra del 14, “El conde había hecho una guerra muy
aparente, como se decía tras el armisticio de 1919”, donde se critica el oportunismo del
conde Furières que terminó la guerra “sin un rasguño” y que en 1939 “disfrutaba de una
posición social de primer orden: su mujer era una Salomon-Worms” (p. 211).

En la segunda parte de la novela en 'Dolce' las citadas guerras de nuevo se hacen


presentes en el recuerdo de la modista de Lucile Angellier cuyo padre murió en la
guerra del 14 (p. 321), en la conversación entre Bruno y Lucile, el primero dice: “dos
millones de muertos en la otra guerra también se sacrificaron por el 'espíritu de la
colmena' (…) Seguramente el espíritu del pueblo está gobernado por leyes que se nos
escapan o caprichos que ignoramos” (p. 329). Cuando Lucile y Bruno van a casa de la
señora Perrin para rescatar objetos de su casa habitada por soldados alemanes, éste se
queja del destrozo del casa de sus padres en el Rin durante “la otra guerra” (p. 340).

La Guerra Civil española de 1936 se hace visible en el capítulo 27 cuando los Corte
llegan al Grand Hotel de Vichy en medio del caos de la clientela observan a “cuatro
españolas de pelo negro y cara empolvada” que pelean para tener un sitio en el hotel y
dicen: “¡Haber vivido la guerra de España, huir a Francia y vuelta a lo mismo!” (p.
204). Por otro lado, Charles Langelet manifestando su total falta de empatía por la
humanidad se refiere a la Guerra Civil de España en estos términos: “Lo terrible de la
guerra de España era que hubieran dejado que las obras de arte perecieran” (p. 224). Los
acontecimientos históricos que marcan la acción en la novela son de orden bélico la
Segunda Guerra Mundial que se vive en directo, la Primera Guerra Mundial, la Guerra
franco-prusiana que supuso la derrota de Francia y nuestra citada, de pasada, Guerra
Civil española, algunos de cuyos exiliados fueron pieza clave en la organización de la
Resistencia francesa contra el régimen nazi y la Francia de Vichy.

2. Perfil de las familias protagonistas.

Irene Némirovsky a la manera de Tolstoi, a quién tanto admiraba, compone un


excelente fresco de la Francia recientemente ocupada y, por extensión, de la condición
humana. A lo largo de la novela se muestra con claridad la actitud del ser humano en
unas circunstancias tan extremas y difíciles como las que rodean todo conflicto de

[3]
armas entre los pueblos. La obra es una novela coral que consta de dos partes
diferenciadas, la primera donde las diferentes familias huyen de París a consecuencia de
los bombardeos de los alemanes y la segunda centrada en el pueblo de Bussy donde los
alemanes hacen un parada en espera de su partida hacia Rusia. En la primera parte, la
autora nos introduce a las familias en una suerte de paralelismo de gradación. Los
primeros que aparecen a nuestros ojos son los Péricand, pertenecientes a la alta
burguesía, miembros de la poderosa familia Maltête-Lyonnais, matrimonio con cinco
hijos, el abuelo, el servicio ( ayuda de cámara, cocinera, doncella, chófer) y el gato,
Albert. Después aparecen los Corte, Gabriel, un escritor bien asentado y con contactos
con la alta burguesía y la aristocracia, y, Florence, su amante y sus perros.

A continuación, vemos a los Michaud, unos modestos empleados de banca que tienen a
su hijo Jean Marie en el frente, que trabajan para el conde Furières y el banquero
Corbin, casado y que cohabita con la bailarina Arlette Corail. Aquí divisamos una clara
antítesis entre la seriedad y dignidad de los Michaud frente a la avaricia y el egoísmo de
los banqueros, que a su vez se desprecian porque vienen de mundos diferentes, Furières
de la aristocracia y Corbin se ha hecho a sí mismo. Más tarde, contemplamos a Charles
Langelet, especie de misántropo, que a diferencia de las otras familias, solo vive
rodeado de objetos y del servicio a quien tiene en menor consideración que a sus figuras
de porcelana de Sèvres. Hablamos de gradación porque los Péricand son numerosos,
los Michaud son tres, los Corte dos y Angelet está solo. En la segunda parte, situada en
la población de Bussy, la aristocracia son los Montmort, las Angellier, cuya casa es “la
más hermosa de la región”, y los Perrin representarían a la burguesía bienestante, los
Labarie a los campesinos, éstos últimos han acogido en la primera parte de la obra a
Jean Marie Michaud como herido de guerra. Junto a ellos el teniente Bruno von Falk, el
teniente Bonnet y el resto de la soldadesca alemana.

El protagonismo de las mascotas es otro elemento que llama la atención y que denota el
estilo de vida de las familias más acomodadas. Los Péricand tiene un gato, Albert, al
que la autora dedica el capítulo 20 de la primera parte (pp. 139-142). Los Corte tienen
unos perros, “a su lado tenía a unos íntimos, muy bien educados, sus grandes perros
blancos” (p. 42). Lucile Angellier es dueña de Bubi, un terranova que la acompaña en
medio de la soledad de la “mejor casa del pueblo” (p. 296).

[4]
3. Aspectos sociológicos tratados en la asignatura.´

3.1 Vida en tiempo de guerra


En el año 1940 en Europa, entre la clase alta, observamos que medios de comunicación
como el teléfono están plenamente instaurados, Gabriel Corte posee tres líneas en su
casa (p. 42), la radio también forma parte de dichos hogares (p. 45). La BBC de Londres
se escucha a través de la radio del vecino de Lucile Angellier (p. 302). En cuanto a
medios de transporte, las familias adineradas como los Péricand (p. 59), los Corte (p.
72), Langelet (p. 149) o el banquero Corbin (p. 69) se desplazan en vehículos privados y
los Michaud a pie o en camiones militares (pp. 71, 78 y 89). El tren tiene importancia
crucial en el desplazamiento de tropas, heridos y pasajeros (p. 93).

La filantropía moderna que se desarrolla a partir del siglo XVIII con la ilustración se
manifiesta en la novela en la institución “Obra para los Pequeños Arrepentidos” que,
entre otros, financia la familia Péricand, y a cuyos pupilos acompañará el padre
Phillippe Péricand hacia un refugio fuera de París (pp. 48 y ss). La institución de la
Cruz Roja, fundada por el suizo Henry Dunant en 1863 y que actúo ya en la guerra
franco-prusiana, es citada en dos ocasiones: cuando la vizcondesa de Montmort recoge
el “paquete del prisionero” que es enviado al frente a través de la dicha institución (p.
284) y en la página final cuando se describe la salida de los alemanes del pueblo de
Bussy (p. 414). Al lado de las aludidas instituciones advertimos otra, el Asilo del
Santísimo Sacramento, donde por ironía del destino, fallecerá el patriarca de la familia
Péricand, abandonado a su suerte por sus ilustres vástagos (pp. 159 yss).

La escasez, como no podía ser de otra forma, se enseñorea como uno de los personajes
principales del drama que supone toda guerra, si bien no afecta a todos por igual. El
dinero ya no lo compra todo (p. 100). En el capítulo 10 de la primera parte los Péricand
están más protegidos pues, “no había rincón de provincias donde les fuera imposible
encontrar algún amigo o pariente con una gran casa, un hermoso jardín y la despensa
llena” (p. 77). Frente a ellos y en el mismo lugar, cerca de Nevers, “Aquella multitud
miserable ya no presentaba rasgos humanos; parecía una manada en estampida” (p.78).
En las segunda parte contemplamos a los Montmort y las Angellier mejor abastecidos
que la granja Labarie o que otros arrendatarios a los que ni tan solo les quieren vender

[5]
animales u otras provisiones (pp. 355 y ss). El mercado negro hace su aparición como se
constata en la conversación entre la vizcondesa y la anciana Angellier (p. 306).

Las requisas, embargo que se realiza sobre la población en tiempo de guerra, son el pan
nuestro de cada día, “Los subían a camiones, a coches militares y a civiles requisados a
toda prisa” (p. 91). En otro momento se afirma, “Los campesinos callaban. Les habían
quitado a los jóvenes, les habían quitado el pan, el trigo, la harina, y las patatas; les
habían quitado la gasolina y los coches, y ahora les quitaban los caballos” (p. 366). Las
propiedades de los que huían de un lugar a otro, como la casa de los Perrin, o de los que
permanecían en su domicilio, como las Angellier eran también requisadas. Éstas
últimas son obligadas a dar alojamiento al teniente Bruno von Falk, sin embargo, los
vizcondes de Montmort quedan eximidos de dicha obligación.

El papel de la mujer en la obra está muy centrado en las mujeres de la clase alta,
principales protagonistas. La señora Péricand, madre y esposa, que acaba perdiendo en
circunstancias crueles a Philippe, el hijo sacerdote, está dibujada como una mujer a
ratos templada y ratos desbordada por una situación que le supera. La señora Michaud
es retratada como persona mesurada siempre y con un alto grado de dignidad. Las
acompañantes de Corte y Corbin son pintadas como mujeres frívolas y egoístas carentes
de toda moral. La vizcondesa Montmort aparece como una avara y vengativa que
denuncia a Benoît Labarie y que organiza los llamados “paquetes del prisionero” que
serán distribuidos por la Cruz Roja y que se permite dar lecciones de moral a todo el
mundo. Las Angellier, obligadas a vivir con el enemigo, acaban realizando una acción
heroica dando cobijo a Benoît Labarie y ayudándolo a salir de Bussy. Con respecto a las
mujeres que trabajan en el servicio o en las granjas como Madelaine Labarie tienen un
papel sostenedoras de sus respectivas familias cuando sus hombres están en el frente.
En el capítulo 15 de la primera parte nos relata con precisión el papel de la mujer
corriente en tiempo de guerra, “ Los privilegios, las exenciones, los enchufes, todo eso
era para los burgueses, pensaba ella. En el fondo de su corazón había capas de odio que
se superponían sin confundirse: la de la campesina que instintivamente detesta a la
gente de la ciudad, la de la criada cansada y amargada por haber vivido en casas ajenas,
y finalmente, la de la obrera, porque durante aquellos últimos meses había sustituido a
su marido en la fábrica. No estaba habituada a aquel trabajo de hombre que le había
endurecido los brazos y el alma” (p. 103).

[6]
La propaganda en tiempo de guerra se manifiesta en momentos puntuales como en la
conversación de Florence y una mujer herida que se expresa en estos términos, “Mi
cuñada, que viaja conmigo dio a luz, hace tres semanas, no ha comido nada desde ayer y
tiene que amamantar a su hijo. Y aún te dicen: ¡tened hijos! ¡Qué poca vergüenza!
¡Hijos sí! ¡Qué risa me dan!” (pp. 99 y 100). La propaganda se muestra otras veces por
medio de carteles que prohíben determinadas actividades como los repetidos Verboten
(Prohibido) que empapelan el pueblo de Bussy. Allí mismo se colocan carteles que
representan a militares alemanes repartiendo pan con mantequilla a los niños y la frase,
“Civiles abandonados, confiad en los soldados del Reich” (p. 254).

Los balnearios que constituyen una de las formas de ocio de la alta burguesía y la
aristocracia en el siglo XIX tienen una representación en el texto. A pesar de hallarse
Francia ocupada algunos de estos establecimientos siguen funcionando. La ciudad a la
que llega Gabriel Corte, “la reina de las estaciones termales”, es Vichy, sede del
gobierno que firma el armisticio con Alemania (p. 196). La vida en el Grand Hotel de la
citada ciudad sigue como si el país no se encontrara en estado de guerra. Vemos a Corte
recibiendo un masaje, “Una vez le masajearon las piernas con el guante de crin y el
agua de colonia, se sintió mejor” (pg 201).

La figura del intelectual está representada en la poco grata persona de Gabriel Corte
y en la del esteta coleccionista Charles Langelet. Corte siempre se queja de la ordinariez
de la gente que tiene alrededor en su escapada de París y se compara con lord Byron
mostrando una falta de empatía absoluta con los que sufren (p. 98). Langelet no queda
mejor parado, “aunque los happy few a los que se enorgullecía de pertenecer
reaccionaban con la misma cobardía y la misma estupidez que los humildes ante los
golpes del destino”, él se sentía como un “romano huyendo de los lavabos de
Pompeya”. Así piensa en, “la catedral de Ruan, en los castillos de Loira, en el Louvre
(…) Una sola de sus venerables piedras vale más que mil vidas humanas” (p. 150).
Percibimos, por tanto, que el escritor, el intelectual es presentado en un retrato poco
favorecido.

La vida cotidiana, alterada por la guerra, palpita, se abre paso entre las ruinas y la
devastación y nos enseña que la condición humana se compone de luces y sombras. Los
odios de clase y las injusticias que se derivan de la situación bélica son puestos en
evidencia por Némirovsky en muchas situaciones a lo largo del relato. Algunas se ha

[7]
apuntado más arriba al hacer mención de otras cuestiones aquí tratadas. Los aristócratas
desprecian a la burguesía, ésta a ellos y a los que tienen por debajo. Los banqueros se
odian cordialmente. El servicio abomina de sus señores. Los “intelectuales” sienten
desdén por el pueblo. Al leer la novela tenemos la sensación que por debajo de la guerra
“real” brota otra guerra soterrada con la misma ferocidad que la que precisa de las
armas.

En la novela las armas, los bombardeos y las escenas crudas de guerra no son lo nota
predominante aunque es la guerra el motor que origina la acción, la que causa el
desplazamiento de las familias la que, en definitiva, produce la historia. A pesar de que
la mirada de la autora se fija más en la cotidianidad de la vida hay momentos de la
novela donde el conflicto “vivo” aparece en su crudeza. Así, cuando los Corte marchan
con el resto de los desplazados un “avión surgió súbitamente sobre sus cabezas” (p. 74).
En el capítulo 21 de la primera parte se habla del estallido de una bomba incendiaria (p.
143). Las bombas incendiarias compuestas de ácido nafténico (obtenido por destilación
del petróleo mezclado con caucho) son utilizadas contra la población civil provocando
una gran destrucción en vidas y haciendas. Este tipo de arma genera un efecto
psicológico de miedo permanente. En este conflicto armado comienzan los ataques
directos sobre población civil que, por cierto, tenían antecedentes en la Guerra Civil de
España. Veáse Guernica, por ejemplo, donde se prueba armamento alemán que más
tarde será usado en la guerra que nos ocupa. En el capítulo 22 de la primera parte se
dice, “en esta guerra corren tanto peligro los civiles como los militares. Dicen que
algunas ciudades han quedado reducidas a cenizas y llenas de cadáveres” (p. 154). Es
importante señalar que la Segunda Guerra Mundial se decide tanto en el campo de
batalla como en los ataques aéreos a las ciudades tanto por parte de la Luftwaffe como
de las fuerzas aliadas.

4. Mitos y estereotipos

4.1 Los judíos


Cuando leemos novelas o cualquier texto que haga referencia a la II Guerra Mundial
rápidamente nos viene a la mente el horror del Holocausto y todos los estereotipos y
persecuciones vinculadas a los judíos desde el inicio de nuestra historia. El signo más
evidente de ello es el triste final de la autora de Suite francesa, deportada a Auschwitz y

[8]
muerta en 1942. La figura y el estereotipo del judío en la novela aparece de una forma
un tanto velada, “El señor Péricand es va girar cap a la seva dona amb una cara que de
mica en mica recuperava el color rosa, però un rosa mat, com el dels porcs acabats de
matar” (p. 42). Los judíos solo comían carne de mamíferos rumiantes con pezuña
partida, basándose en la palabra del Levítico. Por lo que respecta al cerdo hay un pasaje
muy esclarecedor sobre la ofensa tan grande que es para un judío tener cara de cerdo
recién muerto, “De la carne de ellos no comeréis ni tocaréis su cuerpo muerto; los
tendréis por inmundos”. (Levítico 11-8) En cuanto a la idea de marca, de distinción,
hallamos, “…opinava la senyora Péricand, perquè considerava que cada categoria social
havia de portar a sobre algun signe distintiu de la seva condició per evitar que es
produís cap error d’avaluació, de la mateixa manera que a les botigues marquen els
preus” (pg 159). Esta frase, en realidad, va dirigida a las sirvientas que deben llevar
uniforme, pero tiene un trasfondo mucho más importante que evoca la obligación que
tenían los judíos de llevar la Estrella de David Amarilla, trozo de tela con fines
segregacionistas y discriminatorios. A su vez, también recuerda los números que los
nazis tatuaban a los judíos en los campos de concentración, no solo para identificarles y
eliminar su identidad, sino que era una forma más de humillarles, ya que sus creencias
prohíben dichas marcas en su piel. Los siguientes fragmentos ponen de relieve la
creencia de que los judíos son el origen de diferentes males y que ser judío puede
convertirse en un problema, “… ell no era ni jueu ni francmaçó, gràcies a Déu, va
pensar amb un somriure de menyspreu” (p. 244) y “… caricatures o gràfics, il·lustraven
la dominació anglesa del món i la tirania odiosa del jueus” (p. 279).

4.2 Inocencia de los niños.


Otro de los mitos que aparece en esta obra es el de la infancia, pero con una
particularidad. Si bien la niñez se asocia a la pureza, la inocencia y la bondad, Irène
Némirovsky nos exhibe la cara opuesta de la moneda. En el capítulo 25 (pp. 188-199) se
nos muestra a unos niños desalmados, crueles y despiadados, en una de las escenas más
impactantes y crudas de la novela. Un grupo de niños y adolescentes emprende la huida
desde su orfanato a otro más seguro. En este viaje les acompaña el padre Philippe.
Una de las noches decidieron acampar en un prado situado justo al lado de un castillo.
Mientras todos dormían, algunos de los chicos se dispusieron a asaltar el castillo, pero
el cura, que se dio cuenta, fue tras de ellos para impedírselo. Una vez dentro del castillo

[9]
el padre Philippe les recriminó su comportamiento y estos en respuesta se tiraron
ferozmente contra él. Le pegaron de una forma brutal y le tiraron al lago. El sacerdote
trataba de llegar a la orilla para salvarse aunque le fue imposible, los chicos no dejaron
de tirarle piedras hasta acabar con el pobre hombre. Veamos el final de la escena para
hacernos una idea de la crueldad de la misma, “Va intentar arribar a l’altra riba però les
pedres no paraven de caure-li al damunt. Finalment va alçar els braços, es va tapar la
cara, i els nois van veure com s’esfonsava ben dret, amb la sotana negra. No s’havia
ofegat: era presoner del llot. Així va morir, amb l’aigua a la cintura, el cap tirat enrere,
un ull rebentat d’una pedrada”. Es así como la autora le da la vuelta al mito de la
infancia.

4.3 Sísifo y Caín y Abel:


En la novela se hace alusión a otros dos mitos que son el resumen de la obra y de la
historia de la humanidad en general. Uno de ellos aparece de forma clara, ya al final de
la obra, se trata del mito de Caín y Abel (p. 362), los hermanos enemigos, presente en la
literatura desde la antigüedad así como en nuestra historia. Ejemplos claros son las
diferentes guerras que han azotado la humanidad y las revueltas y conflictos vividos en
diferentes épocas y sociedades. El otro mito del que hablamos, vinculado con el
anterior, es el mito de Sísifo (pág. 44), que nos muestra como los humanos repetimos
nuestros pasos una y otra vez y, por extensión, nuestros errores. Éste aparece al
principio de la obra, “Per remoure tot aquest llast, Sísif, em caldría el teu braó. No em
falta pas desició, però la meta és lluny i el temps escás”. En este mito se inspira Albert
Camus para construir un ensayo filosófico donde reflexiona sobre el valor de la vida y
el suicidio. El mito de Sísifo, (condenado a perder la vista y a empujar una roca hasta
llegar a la cima de una montaña, una vez arriba la roca cae y Sísifo tiene que volver a
empezar), aparece como metáfora de la vida que obliga a los hombres, tal como a los
antiguos héroes, a soportar duras pruebas, a estar dispuestos siempre como el castigo de
Sísifo a volver a empujar montaña arriba una pesada roca. Pero igualmente es una
metáfora del coraje para decir la verdad.

[10]
5. El imaginario judío. La figura del auto-odio. Némirovsky, Weil y
Arendt.

“En el mes de junio de 1942, un oficial alemán se acerca a un joven y le dice: «usted
perdone, ¿dónde está la plaza de la Estrella?» Y el joven señala el lado izquierdo de su
pecho”

(Chiste judío).

La figura del auto-odio fue estudiada por Theodor Lessing (1872-1933) donde examinó
las biografías de algunos judíos que repudiaban su ascendencia, entre ellos estaba el
poeta Heinrich Heine (1797-1856) o el filósofo Otto Weininguer (1880-1903). El tema
judío sobrevuela en Suite francesa. Sabemos que su autora Irene Némirosvsky es
descendiente de una acaudalada familia de origen ucraniano que tuvo que emigrar con
la Revolución bolchevique y cuyos bienes fueron confiscados por las autoridades
comunistas. Su familia se instaló en Francia en el año 1919. Las leyes antisemitas
dictadas por el gobierno nazi del año 1933 al 1939 y su posterior aplicación en la
Francia ocupada, hicieron que la escritora fuera objeto de persecución a pesar de estar
integrada en una familia judía asimilada y convertida al catolicismo en el año 1939. Por
otro lado, en su obra se muestra especialmente crítica con el pueblo al que pertenece
haciendo retratos poco edificantes de la figura del judío como en el caso de David
Golder (1929). En El baile (1930), su madre es perfilada como una mujer egoísta y
superficial y en Los perros y los lobos (1940), novela en la que aparece una fotografía
de la sociedad judía de Ucrania, no salen los judíos excesivamente bien parados en su
descripción. El marido de Némirovsky, Michel Epstein, en una carta dirigida al
embajador alemán con motivo de la detención de su mujer argumenta el desapego y
poco aprecio de ella por los judíos tal como se refleja en sus novelas. Textualmente en
la carta declara, “si bien mi mujer es judía, en sus libros habla de ellos sin el menor
afecto (…), el periódico en el que colabora en calidad de novelista, Gringoire nunca se
ha mostrado favorable ni a los judíos ni a los comunistas”. Entendemos las
circunstancias que llevan a Epstein a redactar la citada carta en esos términos, pero
también parece evidente por su obra que no había una identificación excesiva con el
pueblo al que pertenecía.

[11]
El caso de Irene Némirovsky sería parecido al de la filósofa Simone Weil (1909-1934),
otra judía asimilada y convertida al catolicismo que en su obra tampoco revela un afecto
excesivo por “el pueblo del que forma parte”. No obstante en sus Cuadernos nos
describe a la perfección la idea del chivo expiatorio que encaja a como un guante con el
papel que a menudo le ha tocado representar al pueblo judío, “El mal que llevamos
dentro lo proyectamos fuera de nosotros (…) había que poner el mal de uno en algo que
desapareciera” (p. 711). Los judíos con frecuencia han sido acusados falsamente, han
sido chivos expiatorios como lo fueron en la época de la Alemania nazi. En otro lugar
de sus Cuadernos Weil se expresa en estos términos acerca de los judíos, “Los judíos,
ese puñado de desarraigados, provocaron el desarraigo en todo el globo terráqueo (…) y
la Europa desarraigada desarraigó al resto del mundo mediante la conquista colonial. El
capitalismo y el totalitarismo forman parte de este proceso de avance en el desarraigo
(...)” (pp. 787 y 788). En este punto Simone Weil se manifiesta como militante de la
izquierda, sabemos que participó en la “Columna Durruti” en el frente de Aragón en la
Guerra civil española y trabajó en Inglaterra como redactora en los servicios de la
Francia Libre.

Quince años después de la Segunda Guerra Mundial, la filósofa judía Hannah Arendt
(1906-1975) publica Eichmann en Jerusalén (1961) donde afirma que el teniente
coronel nazi Adolf Eichmann, detenido y juzgado en 1960 en Israel, no mostró ningún
rasgo de antisemitismo. En su informe sobre el juicio contra Eichmann expone, “Él
cumplió con su deber (…) no sólo obedeció las órdenes, que también obedeció la ley”.
Arendt explica mediante argumentos de peso que los que fueron capaces de crear,
desarrollar y ejecutar un régimen como el nazi eran gente normal y no psicópatas
criminales. Ésta es la tesis básica de su teoría sobre la banalidad del mal donde razona
acerca de la complejidad humana y de la necesaria alerta ante esta situación si queremos
evitar sucesos como los que originó el régimen nazi. Esta posición de la filósofa generó
posturas encontradas entre la comunidad judía, sobre todo en el movimiento sionista.

[12]
6. Rousseau y el mito del buen salvaje.

El mito del buen salvaje es un tópico común en la literatura y el pensamiento moderno


que arranca con la obra Décadas Orbe Novo de Pedro Mártir de Anglería (1457-1526)
recogida en la Primera Historia General de las Indias donde se habla de un “filósofo
desnudo” y se atribuye todo tipo de bondades a los indígenas o naturales de las tierras a
las que llegaron las expediciones de Colón. En las utopías del siglo XVI, Elogio de la
locura de Erasmo de Rotterdam; Utopía de Tomás Moro y en obras como El Criticón
de Baltasar Gracián o Leviatán de Thomas Hobbes en el XVII, se cuestiona si el
hombre es bueno o malo por naturaleza. En la Ilustración John Locke y, sobre todo,
Jean-Jacques Rousseau retoman la idea del buen salvaje. Michel de Montaigne en el
XVI ayuda a reforzar la idea de la “candidez original” del ser humano que influyó más
tarde en la formación del pensamiento ilustrado.

Rousseau en su obra Emilio o De la educación (1762), tratado sobre la naturaleza del


hombre que aborda el tema de la bondad natural del ser humano, sostiene que es la
sociedad la que hace malo al hombre. En el capítulo 25, el relato de la cruel muerte del
padre Philippe Péricand, como se detallado más arriba, se pone en cuestión el citado
mito. Némirovsky en este episodio no nos ahorra detalles atroces y parece querer
ahondar en la maldad humana de la que no se escapan ni los “cándidos niños del
orfanato”. Llama la atención en algún otro lugar de la novela el tono despectivo con que
se refiere a los niños, “unos críos churretosos pasaron junto a ella” (p. 321) o “enjambre
de críos de mugrientos delantales” (p. 345). Todo parece corroborar la tesis de que la
escritora era escéptica en cuanto a la bondad natural del hombre. Ello es visible en toda
la novela, muy pocos se salvan de la quema. La descrita actitud contrastaría con la idea
roussoniana del buen salvaje. Esta teoría vendría a significar, tal y como la plantea
Rousseau, una contradictio in terminis pues, si el hombre es bueno por naturaleza y es
la sociedad la que lo pervierte, formándose la sociedad por hombres buenos por
naturaleza, no se entiende cómo el hombre es malo.

Dados los ejemplos con los que la historia nos ilustra, de maldad permanente y
continua, pues la historia del hombre es la historia de sus guerras y conflictos
constantes, habrá que concluir que el hombre es una mezcla de claroscuros. A pesar de
todo como bien indicó el sabio Marco Aurelio habrá que confiar en la educación, como

[13]
también Rousseau creía, y acabar con sus palabras, “Los hombres han nacido los unos
para los otros; edúcales o padécelos”.

7. Conclusión.
Irene Némirovsky a la manera de Tolstoi, a quién tanto admiraba, compone un
excelente fresco de la Francia ocupada por los alemanes en el año 1940. A lo largo de la
novela se muestra la actitud del ser humano en unas circunstancias tan extremas y
difíciles como las que rodean todo conflicto de armas entre países. La Ilustración en el
XVIII trae la razón, la clarté, pero no elimina la pulsión de muerte que parece conducir
a los pueblos a lo largo de la historia. En Suite francesa tres conflictos militares
conviven, bien en directo o bien en la memoria de los personajes de la narración. La
vida de las familias acomodadas y de las más humildes se ve alterada y pone al
descubierto conflictos soterrados de clase, egoísmos particulares, actos nobles y
conflictos de todo orden. Nos ha parecido interesante poner el foco de nuestra atención,
aunque de forma muy somera, en un aspecto del imaginario judío poco tratado como es
la figura del auto-odio. Quizá en los casos de las escritoras citadas no sea del todo
concluyente. Lo que sí es cierto es que judíos europeos asimilados e integrados en todos
los órdenes de la vida hay muchos cuando se dictan las leyes antisemitas en los años
treinta. El escritor belga Jean Améry nos explica en Más allá de la culpa y la expiación
(1964) que fue consciente de su condición de judío cuando se dictan tales las leyes. No
había practicado nunca la religión judía y, como Stefan Zweig, no podía prever las
terribles penalidades que se abatirían sobre los judíos de 1933 a 1945.

El siempre polémico “mito de buen salvaje” tratado por Rousseau podría entenderse
como refutado en el texto con la introducción del feroz suceso de la muerte del padre
Péricand. Los causantes de la muerte del sacerdote son unos adolescentes, unos niños
huérfanos que Rousseau consideraría víctimas pero que las consecuencias de sus actos
los convierten en bárbaros verdugos. A través del relato la autora expone su
escepticismo y remarca, a menudo, la indigencia y la dignidad que acompañan nuestra
condición de mortales, le notre misérable condition humaine a la que se refería Michel
de Montaigne, sometidos a todo tipo de contingencias y la guerra como una de las más
terribles. Aunque tal vez no deberíamos considerarla una contingencia sino el fruto de
voluntades erróneas o malentendidos si queremos ser más benévolos en nuestro juicio.

[14]
8. Bibliografía.

• Améry Jean (1964), Más allá de la culpa y la expiación. Tentativas de


superación de una víctima de la violencia, Valencia, Pretextos, 2001.
• Arendt, Hannah, Eichmann y el Holocausto, (1963), Barcelona, Círculo de
Lectores, 2013.
• Marco Aurelio, Meditaciones, Barcelona, Círculo de Lectores, 1998.
• Martínez Teixidó, Antonio, Enciclopedia del arte de la guerra, Barcelona
Planeta , 2001.
• Modiano, Patrick (1968), El lugar de la estrella, Barcelona, Círculo de Lectores,
2012.
• Montaigne, Michel de (1580), Ensayos, Madrid, Cátedra, 2006.
• Némirovsky, Irene, Suite francesa [Suite française, 1942], Barcelona, La
Magrana, 2006.
• Weil, Simone, Cuadernos, Madrid, Editorial Trotta, 2001.

[15]

También podría gustarte