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Joaquín Sorolla: Del Naturalismo al Postimpresionismo

Joaquín Sorolla, nacido en Valencia, se destacó en el contexto artístico nacional e internacional desde el naturalismo hasta el postimpresionismo, influenciado por su formación y viajes. Su obra evolucionó desde la pintura social hacia el luminismo, capturando la luz y la vida cotidiana, especialmente en escenas de playa y retratos. A lo largo de su carrera, Sorolla se convirtió en un referente de la burguesía, logrando un estilo personal que refleja su dedicación y trabajo arduo en la pintura.
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Joaquín Sorolla: Del Naturalismo al Postimpresionismo

Joaquín Sorolla, nacido en Valencia, se destacó en el contexto artístico nacional e internacional desde el naturalismo hasta el postimpresionismo, influenciado por su formación y viajes. Su obra evolucionó desde la pintura social hacia el luminismo, capturando la luz y la vida cotidiana, especialmente en escenas de playa y retratos. A lo largo de su carrera, Sorolla se convirtió en un referente de la burguesía, logrando un estilo personal que refleja su dedicación y trabajo arduo en la pintura.
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Tema 18.

Joaquín Sorolla en el contexto artístico nacional e


internacional, del naturalismo al postimpresionismo. Su papel en la
vida cultural de su tiempo

Intro

Joaquín Sorolla nació en Valencia y fue criado por sus tíos debido al fallecimiento de
sus padres. Con desinterés manifiesto por los estudios, su tío decido matricularle en las
clases nocturnas de Cayetano Capuz. Posteriormente ingresa en la Escuela de Bellas
Artes de San Carlos donde la da clase Gonzalo Salvá, quien había instaurado en
Valencia el plein air o la pintura al aire libre de la que Sorolla fue de sus primeros
seguidores. Entre sus maestros también se encuentra Francisco Domingo Marqués, de
quien dirá que fue “el farol que iluminó la juventud de mi tiempo”.

Joaquín Sorolla en el contexto artístico nacional e internacional

Según el catedrático de Historia del Arte Felipe Vicente Garin Llombart, la aparición de
Joaquín Sorolla se produce en un contexto bien complejo con una sociedad de la que si
hablamos desde un punto estrictamente artístico, se encuentra inmersa en un tránsito
profundo de una época con características bien definidas y caminos bien marcados,
hacia otra con múltiples alternativas, soluciones diversas y, muchas veces,
contrapuestas.

Etapas

Formación: 1878 – 1890

A los 16 años Sorolla ya es alumno de la escuela de Bellas Artes y se le presenta la


posibilidad de iniciar una carrera de pintor. Su dominio del color era lo suficientemente
reconocido como para que el fotógrafo Antonio García le contratara como iluminador
en el taller donde conoció a su futura esposa.

Al acabar su formación en la Escuela de Bellas Artes, comenzó a enviar sus obras a


concursos provinciales y exposiciones nacionales de Bellas Artes, como la de Madrid en
mayo de 1881, donde presentó tres marinas valencianas que no encajaban con la pintura
oficial, de temática histórica y dramática. Un año más tarde visitará el Museo del Prado,
donde Velázquez le fascinará y del que aprenderá a recrear la atmósfera, el aire, el
claroscuro, y el leve movimiento.
Bajo las influencias de los artistas que había visto en el Prado y los grandes
conocimientos que su amigo Pinazo, recién llegado de Italia, le transmite, Sorolla
maneja la luz y el color con una pincelada suelta de manera extraordinaria en la obra
Monja en oración, con la que obtiene en 1883 su primera Medalla de Oro en la
Exposición Regional de Valencia.

Consiguió un pensionado en Roma donde visitó monumentos y museos y conoció el


arte clásico y el renacentista.

En 1885, decide hacer con un amigo su primer viaje a París, donde entra en contacto
con las nuevas tendencias artísticas. Le asombra el impresionismo y sobre todo el
realismo, más acorde con su formación academicista.

Consolidación 1890-1899

Entre 1890 y 1894, desarrolla la pintura social y está presente el tema trágico,
plasmación de las miserias y de las desgracias humanas. De un patetismo absoluto, se
sublima en Y aún dicen que el pescado es caro, de un fatalismo contenido. Con este
cuadro gana por unanimidad la primera medalla de la Exposición Nacional de 1895.

Desde 1984 hasta 1899, Sorolla comienza a pintar al aire libre, dominando con maestría
la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea. Lo
que se ha llamado costumbrismo marinero. La vuelta de la pesca, composición que
realizó durante el verano de 1894, es un claro exponente de esta nueva etapa. Trabaja
febrilmente, con ansiedad, en una búsqueda constante, frenética, persiguiendo la luz,
que es donde su genio será más fecundo y único. Partiendo de la tradición, y no
renunciando a ella, rompe con las limitaciones de su entorno.

La playa se convertirá en el ámbito donde su pintura encontrará su plenitud. Pinta obras


como Cosiendo la vela, derroches de sensibilidad y también de técnica en la
composición de las velas.

En 1899 conoce a Anders Zorn y P. S. Kröyer en París, artistas que influirán en su


abandono de la temática social y el giro luminista de su paleta.

Zorn y Kröyer son artistas formados en la contemplación de la naturaleza, artistas puros,


sin tradición y sin influencias, que trasmiten una nueva luz a Sorolla, como se puede ver
en la obra que hace después de conocerlos: Figura en blanco, inspirada en La tarde de
verano en la playa de Kröyer. El contacto con Zorn además trivializará sus temas,
abandonando el realismo social. La playa, los niños, las mujeres y los jardines serán
ahora los grandes protagonistas de sus obras, además de retratar a grandes personajes de
la sociedad.

El artista se encuentra en un momento pletórico; realiza cuadros en los que recrea la


magia de los niños jugando en la playa, los reflejos cristalinos sobre los cuerpos y el sol
que lo preside todo.

Durante su consolidación el pintor también produce retratos. A los años anteriores al


cambio de siglo pertenecen algunos retratos excepcionales como Madre, de 1895, con
una prodigiosa paleta en blancos y grises

Culminación 1900-1910

El Grand Prix que obtiene en la Exposición Universal de París de 1900 por el conjunto
de la obra presentada, aunque el cuadro predominante fuera Triste Herencia, condiciona
su futura producción. Sorolla se siente respaldado por la crítica y el público y se lanza
hacia una pintura mucho más personal. Sorolla se vuelve cosmopolita, viaja
constantemente a París y allí conoce los distintos movimientos de la vanguardia
Europea.

Los ismos irrumpen en su pintura, utilizando sus características ejecuciones en busca de


nuevas formulaciones de la luz; es el triunfo del luminismo que se inicia con Noria,
(1900), donde la luz lo inunda todo gracias a una paleta muy brillante, apoyada por la
sabia utilización de los blancos.

Es el inicio de su tercera etapa, que abarca desde 1900 hasta 1911. Esta etapa de
luminismo se puede dividir en dos periodos: el que abarca de 1900 a 1906 y el que
abarca de 1906 a 1911.

1900 – 1906. En el primero de la culminación predomina una paleta muy fuerte, que en
ocasiones roza la distorsión del color. También hay una preponderancia de las escenas
de costumbrismo marinero, en las que mezcla en muchas ocasiones temas de playa. Con
el nacimiento de sus hijos, el pintor comienza a interesarse por la atmósfera vital de la
familia y la infancia. Sus primeras obras son excesivamente luminosas y rotundas,
monumentales y de fuerte paleta. En este momento se enfrenta también con las primeras
versiones expresionistas, con el retrato al aire libre, y con el paisaje, iniciando sus
recorridos primaverales por el Norte de España: León, Asturias y Guipúzcoa, y por el
Este: Valencia, Jávea y Alcira durante el verano o el invierno.
1906 – 1911. En su segundo periodo de la culminación, Sorolla se encuentra cada vez
más seguro de sí mismo y de su estilo, e inicia sus exposiciones individuales. En 1906
se inaugura la primera en París, en la que obtiene un gran éxito. En 1908 expone en
Londres, donde algunos críticos encuentran resonancias de Constable y Turner en sus
ambientaciones paisajísticas, pero no aciertan a ver la originalidad de Sorolla. Más tarde
expone en Nueva York, Buffalo y Boston. El éxito es tan rotundo como inesperado y la
crítica intuye la grandiosidad de su obra. Unánimemente reconocen sus merecimientos
en cuanto al tratamiento de la luz y el aire. La admiración demostrada es enorme y por
ello en 1911 vuelve a exponer en Chicago y Saint-Louis.

Durante este tiempo Sorolla se ve precisado a pintar en gran cantidad para cubrir sus
compromisos. Además, al acompañar su exposición en París, tiene ocasión de
profundizar en la pintura contemporánea. Así su pintura se internacionaliza y son muy
frecuentes sus acercamientos a las distintas posturas de la vanguardia europea, si
exceptuamos el cubismo.

Se acerca al impresionismo en sus escenas de la playa de Biarritz pintadas en el verano


de 1906, al postimpresionismo en sus paisajes de Segovia del otoño del mismo año
como es Alrededores de Segovia. Las primeras experiencias fauvistas pertenecen al
final de 1907 con la obra El Puerto de Valencia. A partir de 1908, según esté tratando el
tema, utilizará ejecuciones diversas y muchas veces entremezcladas. No se olvidará del
expresionismo, muy presente en casi todas las composiciones de playa ejecutadas en
Valencia en 1908.

Final. 1911 - 1920

Hispanic Society of America

Cuando viaja en 1911 para exponer en Chicago, el éxito obtenido es clamoroso y la


Hispanic Society of America, con sede en Nueva York, encarga a Sorolla la decoración
del gran salón de su biblioteca con el tema Visión de España, sobre las diferentes
provincias del país.

Es un gran proyecto que le agotará física y mentalmente. Sorolla viaja por toda España
con la intención de captar la pluralidad del país y la singularidad de cada región. Pinta
con la inquietud y ansiedad de antaño luchando contra el tiempo y contra su
inexperiencia en la pintura mural, aunque se realice en óleo sobre lienzo. Al aire libre
confecciona multitud de bocetos, pero es imposible abarcar todas las expresiones
populares y costumbres de cada región. El resultado de todo este trabajo fue una serie de
catorce estampas típicas.

Su labor como retratista se incrementa durante esta etapa, consiguiendo imponerse


como el retratista de moda en los salones madrileños.

Sus retratos intentan captar la psicología de las personas, aunque en los femeninos guste
del boato y de lo artificioso, siempre en busca de agradar al modelo. Más sinceros son
los masculinos, muy sobrios de paleta y siguiendo los postulados del realismo español
del siglo XVII. Característicos son los de Aureliano de Beruete, Alfonso XII, Alfonso
XIII con uniforme de húsares, (ejecutado al aire libre) y su autorretrato, donde la huella
velazqueña queda patente. De los femeninos podríamos destacar el de su hija María en
el Pardo, el de su mujer y sus hijas en el jardín o el de su mujer Clotilde con traje de
noche.

Aunque pinta algunos retratos muy representativos, como los de Menéndez Pelayo,
Pérez Galdós o Pío Baroja, son sus propios autorretratos y los retratos de su mujer y de
sus hijos donde se encuentra más inspirado en esta faceta pictórica y donde obtiene
mayor calidad artística, siempre construidos con una especial ternura y fascinación.

El papel de Sorolla en la vida cultural de su tiempo

La figura de Sorolla está muy alejada del estereotipo del artista bohemio, de vida
desordenada, que pinta sólo bajo el impulso de una fuerte inspiración. Al contrario,
Sorolla fue un pintor de vida personal y social muy ordenada, que seguía los cánones de
la moral burguesa entonces imperante y con una importante vida familiar. Fue un
trabajador empedernido que vivió para pintar y se sacrificó para triunfar. Dedicaba
numerosas horas al día a esta actividad.

Sus viajes de veraneo los aprovechaba para pintar los paisajes mediterráneos o
atlánticos por lo que ni siquiera entonces se desvinculaba de la pintura. Por ello su
producción es ingente y podía presentar en sus exposiciones de París o Berlín medio
millar de obras.

Fue el pintor de la burguesía y nunca pretendió atacarla ni cambiar el orden social


establecido por el régimen conservador de la Restauración en el que vivió toda su vida
adulta y cuyos personajes retrató. Aunque sus cuadros de mar denotan una vinculación
con los más humildes, es más que nada nostalgia de sus orígenes y no una preocupación
social.
Conclusión

Es un ejemplo de cómo la laboriosidad, la constancia y el método riguroso conducen a


un estilo personal que puede producir también obras geniales.

La actividad artística de Sorolla no solo le reportó prestigio, posición económica y


múltiples discípulos y seguidores sino que dentro del amplio abanico que va desde el
nacimiento del impresionismo hasta los primeros “ismos” de la vanguardia pictórica, su
vida y su obra hablan con nombre propio a través de la vibrante luz de sus cuadros.

No obstante Sorolla no pretende ser un iniciador pictórico. Su impaciencia creadora y su


falta de refinamiento, lo que valle Inclán llamará “pintura bárbara”, puede explicarnos
que para él el arte no es un resultado cultural sino un hecho natural. En este pintor no
podemos hablar de esa técnica impresionista que, paralela a los descubrimientos físicos
en el estudio de los colores y en el funcionamiento de la visión, elabora una pintura
comedida y pensada. Por otro lado, el catedrático Garin Llombart dice de él que era un
impresionista heterodoxo en el que la luz, el movimiento y lo fugaz pasan al lienzo por
el camino más corto. Sorolla llegará a decir en alguna ocasión “Me sería imposible
pintar al aire libre despacio aunque quisiera… El movimiento del sol cambio
constantemente de color las cosas… ¡Hay que pintar deprisa!”.

Sorolla es, pues, con todas sus imperfecciones y limitaciones un protagonista importante
pintor en el arranque de la modernidad valenciana y española.

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