La Torá y el Bitajón
“El objetivo principal de la entrega de la Torá a Israel es que tengan bitajón en Dios... Y la razón
de esto es porque lo más importante de todo es tener un bitajón completo; y esto constituye la
esencia de todas las mitzvot”
(Comentario del Gaón de Vilna sobre Mishlé 22:19).
A modo de prólogo de lo que es el bitajón, consideramos apropiado citar algunas frases del libro
Kad Hakémaj (bitajón) de Rabenu Bejayé ben Asher (España, siglo XIV), uno de los más
grandes Sabios de nuestro pueblo, que vivió aproximadamente 250 años después de Rabenu
Bejayé Ibn Pekuda, el autor de nuestro libro.
Basándose en el libro Emuná y Bitajón del Rambán, Rabenu Bejayé ben Asher explica la
diferencia y la relación entre dos conceptos parecidos: emuná –fe— y bitajón –confianza—. Él
dice que la emuná está incluida en el bitajón, ya que todo aquel que confía en Dios es claro que
también tiene fe en Él, pues el hombre sólo deposita su confianza en quien cree que tiene el
poder de realizar lo que él pide.
Sin embargo, puede suceder que una persona tenga fe en Dios pero no tenga bitajón en Él; por
ejemplo, cuando una persona considera que no es merecedora de que Dios le conceda un pedido
porque ella ha pecado en Su contra o porque ya ha recibido la recompensa de Dios por sus
buenas acciones a través de milagros que Dios hizo con ella. Y por cuanto que esta persona no
considera que tiene suficientes méritos como para que Dios le conceda su pedido, ella no piensa
que, de todas formas, debe procurar tener bitajón en que Dios lo salvará de sus sufrimientos y sus
tribulaciones o que le realizará su pedido, y por eso tratará de obtener lo que quiere o necesita a
través de los medios que tiene a su disposición en el mundo, poniendo toda su confianza
solamente en ellos y no en Dios para que le ayude a tener éxito en su esfuerzo. Entonces
diremos que esta persona tiene emuná pero no bitajón(3).
En cambio, todo aquel que tiene bitajón indudablemente también tiene emuná, pues el bitajón se
compara con el fruto de un árbol y la emuná con el árbol en sí; y así como el fruto es una señal
evidente de la existencia del árbol, el bitajón que la persona tiene en que Dios lo ayudará
concediéndole su pedido demuestra la existencia de la emuná, pues evidentemente ella cree que
Dios tiene el poder de ayudarlo.
Respecto de la esencia del concepto de bitajón, Rabenu Yoná, en su comentario sobre el libro de
Mishlé (3:26), explicó que el bitajón consiste en que la persona esté convencida en su corazón de
que todo está en manos de Dios, que Él puede cambiar la naturaleza y el mazal –la suerte de la
persona—, y que no hay nada que le impida a Dios salvar a la persona de sus problemas y
tribulaciones, incluso si el sufrimiento está muy cerca de él, pues los caminos de Su providencia
son ilimitados.
Y concluye Rabenu Bajayé ben Asher diciendo: “Y por cuanto que el bitajón es un principio
fundamental de entre todos los principios de la Torá, encontramos que la Torá está basada en él”.
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(1) Véase lo que escribieron sobre el tema Rabí Moshé ben Najmán, el Rambán, cuando detalla
los preceptos que considera que el Rambam se olvidó de enumerar (mitzvat asé 8); y Rabí
Eliézer Azcari, en su Sefer Jaredim, en la sección donde enumera las mitzvot asé que dependen
del corazón (mitzvá 21).
(2) Véase como ejemplo Yeshaiahu 12:2, 26:3-4, 50:10; Yirmiahu 17:5-7, 39:18; Tehilim 4:6,
9:11, 13:6, 21:8, 22:5-6, 28:7, 32:10, 33:21; Mishlé 3:5, 16:20, 28:25.
(3) Y si no fuera por estas razones que la persona piensa que no merece que Dios escuche su
pedido, es decir, porque tiene temor de haber pecado en Su contra o de haber recibido ya la
recompensa de Dios por sus buenas acciones a través de milagros que Dios hizo con él, nosotros
diríamos que esta persona tampoco tiene emuná –porque se dedica a obtener lo que desea o
necesita mediante medios materiales—; pero por cuanto que piensa que ella no es merecedora de
la misericordia de Dios, sólo diremos que esta persona no tiene bitajón, pero sí que tiene emuná