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El Pecado

Este documento trata sobre la noción del pecado desde una perspectiva teológica. Explora cómo se ha perdido el sentido del pecado en la sociedad postmoderna y analiza diversas definiciones de pecado, incluyendo verlo como una mancha, abandono de Dios, transgresión de la ley, y ofensa a Dios. También discute las consecuencias de la pérdida del sentido del pecado y la importancia de comprenderlo adecuadamente.

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El Pecado

Este documento trata sobre la noción del pecado desde una perspectiva teológica. Explora cómo se ha perdido el sentido del pecado en la sociedad postmoderna y analiza diversas definiciones de pecado, incluyendo verlo como una mancha, abandono de Dios, transgresión de la ley, y ofensa a Dios. También discute las consecuencias de la pérdida del sentido del pecado y la importancia de comprenderlo adecuadamente.

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Teología Moral El pecado 124

8.1. El pecado, como respuesta


negativa del hombre
8.2. Pérdida del sentido del pecado
8.3. Noción de pecado
8.3.1. Diversas definiciones
de pecado
8.3.2. El pecado como 
negación del amor
8.4. Los pecados personales y su
 
mayor o menor gravedad

8.4.1. Pecado venial
8.4.2. Pecado mortal
8.5. La culpa y la pena
8.6. Dimensión social del pecado
8.6.1. Desprivatización del
pecado
8.6.2. Pecado personal y
pecado estructural
8.7. Jesús y los pecadores

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Teología Moral El pecado 125

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Teología Moral El pecado 126

8.1 EL PECADO, COMO RESPUESTA NEGATIVA DEL HOMBRE

Los tres temas anteriores (la libertad, la ley y la conciencia) corresponden al


llamado que Dios hace a cada hombre para que, conjugados armoniosamente, le
ayuden a vivir de acuerdo a su dignidad de persona y, en nuestro caso, de persona
cristiana. Esa llamada que Dios hace al hombre espera, naturalmente, una
respuesta, la cual puede darse en uno de estos dos sentidos:

 La negativa a seguir a Cristo (que reflexionaremos en esta unidad)


 La aceptación de su llamada (que reflexionaremos en la siguiente unidad)

La respuesta negativa al llamado que recibimos de seguir a Cristo, acaba


conduciendo al hombre al pecado.

8.2 PÉRDIDA DEL SENTIDO DEL PECADO

En el contexto de postmodernidad en el que estamos viviendo hoy, se ha


acentuado un fenómeno que, desde tiempos de Pío XII, fue calificado como el
“pecado del siglo”: se refiere a “la pérdida del sentido del pecado.”1 En la mente
del hombre actual, el asunto del pecado se le considera "cosa de antes"; sin
embargo, vale la pena preguntarse si efectivamente este asunto ha perdido
terreno, o estamos en una etapa de maduración.

Hoy es muy común escuchar, sobre todo entre los jóvenes,


El pecado
la expresión: “¿Qué tiene de malo?” Y esto no sólo en
separa de Dios
relación con conductas que en verdad pueden dar lugar a
y desune a los
dicha pregunta, sino en relación con conductas
hombres
verdaderamente graves, que es de suponerse que
cualquiera podría percibir como inadecuadas, moralmente indebidas o incluso
abiertamente pecaminosas; así, escuchamos planteamientos como: ¿Qué tiene de
malo abortar? ¿Qué tiene de malo mentir a nuestros padres? ¿Qué tiene de malo

1
Pío XII. Mensaje en el Congreso Catequístico de Boston, en 1946.

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Teología Moral El pecado 127

tomar algo que no nos pertenece? ¿Qué tiene de malo no ir a Misa el domingo?
¿Qué tiene de malo tener relaciones sexuales prematrimoniales? ¿Qué tiene de
malo que no le hable a mi hermano? ¿Qué tiene de malo tomar en exceso? ¿Qué
tiene de malo hacer bullying? ¿Qué tiene de malo subir a las redes sociales fotos
o “noticias” inadecuadas, mías o de algunas otras personas? ¿Qué tiene de malo
apropiarse de los bines públicos? Es como si te preguntaras: ¿Qué tiene de malo
hacer infelices a los demás y aun a nosotros mismos? ¿Qué tiene de malo olvidar
el amor y vivir en el desamor? Los ejemplos se pueden multiplicar muchísimo.
Consideremos, pues que estudiar el pecado es estudiarnos a nosotros mismos.

Es a esta “anestesia de la conciencia” a la que llamamos La falta contra el


“pérdida del sentido del pecado”; a esta situación ha hombre es
contribuido en gran parte una falsa interpretación de ofensa a Dios
ciertas afirmaciones de la Psicología: so pretexto de
“higiene mental”, de una libertad sin límites ─borderless─, de una carga del
pasado que nos impulsa a actuar de determinada manera, de una serie de
condicionamientos hereditarios, familiares, somáticos, y/o del esfuerza por
liberarse de todo sentimiento de culpa ─que no es lo mismo que el sentido del
pecado─, so pretexto de todo esto, el hombre se resiste a reconocer sus faltas,
por muy inadecuada que haya sido su conducta.

O bien, se culpa a la sociedad de todo lo que hace el individuo, declarando que


este siempre es inocente (Cf. RP 18). Así, a fuerza de insistir en los innegables
condicionamientos psicológicos y sociológicos, se acaba por negar la libertad y
responsabilidad personal del hombre y por lo tanto la imputabilidad de sus actos.
Es curioso: actualmente se afirma como nunca la autonomía, la libertad y la
responsabilidad humanas; sin embargo, cuando se toca el tema del pecado,
parece como si se olvidase todo eso; se mira sólo a los condicionamientos y se
presenta al hombre como una pobre víctima, ¡casi completamente irresponsable!,
es decir, incapaz de responder por sus actos… pecaminosos. En todo caso habría
que decir que si no pudiésemos pecar, no seríamos personas libres y
responsables.

Se piensa, además, que admitir la realidad del pecado, es darle a la vida un tinte
pesimista, tristón, de intranquilidad, remordimiento y angustia, y si se trata de
disfrutar la vida y ser felices, pues este asunto no ayuda. La decadencia de este
sentido del pecado se ve favorecida por ciertas posturas extremistas:

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Teología Moral El pecado 128

Algunos, por ejemplo, tienden a sustituir actitudes exageradas del


pasado con otras exageraciones; pasan de ver pecado en todo, a no
verlo en ninguna parte; de acentuar demasiado el temor de las penas
eternas, a predicar un amor de Dios que excluiría toda pena merecida
por el pecado; de la severidad en el esfuerzo por corregir las
conciencias erróneas, a un supuesto respeto de la conciencia, que
suprime el deber de decir la verdad. RP 18

Las consecuencias de semejantes “oscilaciones pendulares” en cuestión tan


delicada han dado lugar a una confusión entre lo que es y no es pecado, y los
individuos acaban sometiéndose, más bien gustosos, a una ética permisiva que la
sociedad les propone, aunque choque con su propia conciencia individual. Y he
aquí que esta pérdida ─o al menos debilitamiento─ del sentido del pecado ha
producido un verdadero caos valoral; se ha pasado de la clandestinidad a la
permisividad y de ahí a la plausibilidad, pues conductas que se ocultaban
(clandestinidad) porque sabíamos que no eran correctas, pasaron a ser
permitidas (permisividad), pero no contentos con eso, ahora hasta se aplaude
(plausibilidad) a quienes cometen dichas faltas. En este contexto actual de
bienestar, de comodidad y de exaltación del hombre, el tema del pecado puede
resultar molesto y hasta humillante. Por eso habrá que afirmar que:

8.3 NOCIÓN DE PECADO

El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y por lo tanto, es un


ser radicalmente bueno, esencialmente bueno. Sin embargo, dicha bondad no
nos hace inmunes a la tentación de desentendernos del plan de Dios para el
hombre, haciendo un uso equivocado de la libertad, ignorando la Ley de Dios y
actuando de acuerdo a una conciencia viciada, errónea, mal formada; acabamos,
entonces, viviendo de una manera contraria a lo que nos dignifica, nos plenifica,
es decir, acabamos pecando.

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Teología Moral El pecado 129

8.3.1 DIVERSAS DEFINICIONES DE PECADO

Hay una diversidad de maneras de entender lo que es el pecado; 2 unas más


adecuadas que otras, e incluso unas francamente inadecuadas; haremos una
sencilla enumeración de algunas, para pasar luego a hacer una propuesta
recapituladora. El pecado se puede ver…

 Como una mancha que tiene que ser ”lavada” mediante un rito purificativo
(en este caso la confesión), para obtener aquella “pureza ritual” sin la cual
no es posible acercarse a la comunión. Esta es una de las conceptualizaciones
que urge superar, pues no corresponde a la realidad teológica del pecado El
arcaico simbolismo de la “mancha” y la “blancura” ya no debe utilizarse en la
catequesis, ni siquiera para hablar del pecado original.
 Como “Abandono de Dios y conversión a las criaturas.” Definición
agustiniana. Dado que el hombre es un conjunto de
deseos, vive en una constate búsqueda de El pecador puede
satisfactores; el pecado consistiría en el goce parecer próspero;
lo cual es una
ilícito de un ser creado y en el cual el deseo se ve
ilusión. En el fondo es un
satisfecho, aunque eso implique abandonar a Dios.
enfermo que corre serio peligro
Esta es una interpretación individualista del
pecado, que parecería no tener repercusiones sociales.
 Como un desorden o una transgresión de la ley; así lo plantea San Agustín:
“Es toda palabra, acto o deseo contrario a la Ley de Dios;”3 aquí se percibe
el enfoque jurídico, que hace de la ley el criterio de valoración del
comportamiento, en detrimento de hacer de la persona y de su
intencionalidad, el centro de dicha valoración.
 Como “Una ofensa a Dios.” (CEC 1871) Se deduce de la idea de pecado como
acción contraria a la Ley de Dios, pues la referencia a la Ley eterna cobra
toda su fuerza cuando en la Ley se descubre al legislador; de la idea de un
orden transgredido se pasa entonces a la de una persona ofendida. Romper
una ley de Dios es ofender a Dios.
 Como “Un acto contrario a la razón. Lesiona la naturaleza del hombre y atenta
contra la solidaridad humana”. (CEC 1872) Se pone de manifiesto la
centralidad de la persona ─y no de la ley─, pero si separamos esta definición
de las demás, vemos que no se percibe la dimensión religiosa del pecado.

2
El CEC trata ampliamente el tema del pecado en los Nos. 1846 - 1876.
3
S. Agustín, Contra Faustum I, 22, c. 27

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Teología Moral El pecado 130

8.3.2 EL PECADO COMO NEGACIÓN DEL AMOR

Es la dimensión religiosa la que da el horizonte de trascendencia a nuestras


acciones y por lo tanto, la que nos permite aquilatar la seriedad del
comportamiento moral pecaminoso. Esto implica que la concepción de pecado que
el creyente asume, debe considerar no sólo la dimensión propiamente ética, es
decir el contenido moral de sus actos, la coherencia o transgresión de la ley, la
coherencia o incoherencia con su propia conciencia, sino también, explícitamente,
su incidencia en sus relaciones con Dios, que se basan en una vínculo de amor; así
lo plantea la Sagrada Escritura:

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el más grande y el primer mandamiento. El
segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo. De
estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,37-40).

Esta enseñanza de Jesús muestra que el amor es el mandamiento, la ley en la que


se sintetizan todas las demás leyes, luego…

Esta perspectiva personalista supera el mero legalismo moral ─en el que incurren
algunas concepciones del pecado señaladas anteriormente─. Todo pecado es,
pues, faltar al amor (Cf. CEC 1849), es un “no” al amor; al amor a Dios, al amor
al prójimo, al amor a nosotros mismos, al amor a la naturaleza; es una múltiple
ruptura. Nadie que ame verdaderamente a Dios, atentará contra su próximo, a
quien ha de amar, y por lo tanto, no va a buscar la manera de herirlo, de
lastimarlo, de calumniarlo, de desprestigiarlo, de ignorarlo, de robarle sus
bienes, de utilizarlo sexualmente, etc.; la ofensa al hombre es ofensa a Dios.
Por eso, reconocer el propio pecado es reconocer la propia infidelidad a Dios, a
la comunidad social y eclesial y a sí mismo.

Más aún, si reflexionemos acerca del deseo que tenemos todos los seres humanos
de ser felices, vemos que dicho deseo sólo se puede satisfacer auténticamente

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Teología Moral El pecado 131

por el amor, dado que somos personas nacidas por amor para amar. Luego
entonces:

¿Por qué el hombre se empeña en dañarse a sí mismo, dañar a los demás y ofender
a Dios? ¿Por qué seguir actuando como si el pecado fuera la fuente del amor y la
felicidad? Si el pecado es un “no” al amor es un “no” a la propia felicidad y la del
otro, y es, por lo tanto, una frustración del ser humano.

8.4 LOS PECADOS PERSONALES Y SU MAYOR O MENOR GRAVEDAD

Para traducir a categorías pastorales el tema del pecado, es necesario precisar


que no todos los pecados son igualmente graves. A lo largo de la historia de la
teología, vemos que los pecados han sido clasificados desde diversos ángulos o
criterios; aquí sólo vamos a recordar la clasificación que se refiere a los pecados
según sus efectos, es decir, en cuanto que nos separan definitivamente o
no, de nuestro fin último, que es Dios; desde este ángulo, los pecados se
pueden clasificar en veniales y mortales, aunque es casi imposible, en la práctica,
trazar una línea divisoria evidente entre unos y otros.

8.4.1 PECADO VENIAL

Ciertamente no todo pecado destruye al hombre hasta el extremo de causarle


la “muerte espiritual” y la condenación eterna, por ello la Iglesia ha distinguido
siempre entre pecado mortal y pecado venial. Sin embargo, no porque el pecado
venial no cause los estragos del pecado mortal, vamos a dejarlos pasar
desapercibidos o a hacer como si no existieran, pues si bien no rompen la amistad
con Dios, es decir, no privan de la gracia santificante, si la dañan.

El hombre sabe bien, por experiencia, que en el camino de fe y justicia


que lo lleva al conocimiento y al amor de Dios en esta vida y hacia la

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Teología Moral El pecado 132

perfecta unión con Él en la eternidad, puede detenerse o distanciarse,


sin por ello abandonar la vida de Dios; en este caso se da el pecado
venial que, sin embargo, no deberá ser atenuado como si
automáticamente se convirtiera en algo secundario o en un pecado
de poca importancia. RP 17

El pecado puede ser venial por dos razones: Cada cristiano


 porque la materia sea leve que peca, hace
 porque siendo la materia grave, la advertencia o pecadora a la
el consentimiento no han sido plenos Iglesia.

Estas faltas, si bien de menor gravedad, van debilitando de tal manera la


voluntad que facilitarán que se lleguen a cometer faltas más graves; además,
disminuyen el fervor de la caridad, nos van alejando paulatinamente de Dios y
aumentan la expiación que hemos de cumplir en el purgatorio. Parte importante
de nuestra delicadeza en el amor es no permitir estas faltas.

8.4.2 PECADO MORTAL

En el camino de la vida, el hombre puede caminar en el sentido opuesto al que


Dios ha señalado, alejándose así de Él y rechazando su amor (Cf. RP 17). Estas
faltas no se dan por casualidad, sin que el sujeto sepa ni cómo ni cuándo fue que
sucedió; al contrario, supone una participación activa de las facultades que hacen
al hombre imagen y semejanza de Dios: la inteligencia y la voluntad.

Siguiendo la tradición de la Iglesia, llamamos pecado mortal al acto,


mediante el cual un hombre, con libertad y conocimiento, rechaza a
Dios, su ley, la alianza de amor que Dios le propone, prefiriendo
volverse a sí mismo, a alguna realidad creada y finita, a algo contrario
a la voluntad divina. RP 17

Es pecado mortal lo que tiene como objeto una


materia grave y que, además, es cometido con pleno
conocimiento y deliberado consentimiento. RP 17

El pecado mortal implica que la acción moral en el tiempo tiene significación para
la eternidad; la salvación eterna se pone en juego aquí y ahora. Luego este pecado

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Teología Moral El pecado 133

es “mortal”4 porque causa la muerte espiritual, la muerte a la vida de la gracia y


nos aparte de Dios que es nuestro fin último. Para que sea tal, debe reunir los
tres requisitos señalados (si falta uno, ya no es mortal, sino venial), que
involucran precisamente las tres categorías señaladas en las reflexiones
anteriores: la libertad, la conciencia y la ley.

 La inteligencia, que ha de tener pleno conocimiento, saber que aquello es


una falta, darse cuenta de lo que se está haciendo. Aquí interviene la
conciencia y el conocimiento que tiene de lo que es bueno y lo que es malo.
 La voluntad que da su deliberado consentimiento para cometer la falta,
querer cometer la falta; aquí interviene la libertad.
 Además ha de ser respecto de una materia grave, establecida como tal
en la Ley que lo que se va a hacer, sea grave (matar, robar, calumniar,
adulterar…).

La afirmación del concilio de Trento no considera solamente la materia


grave del pecado mortal, sino que recuerda también, como una
condición necesaria suya, el pleno conocimiento y consentimiento
deliberado. Por lo demás, tanto en la teología moral como en la práctica
pastoral, son bien conocidos los casos en los que un acto grave, por su
materia, no constituye un pecado mortal por razón del conocimiento no
pleno o del consentimiento no deliberado de quien lo comete. VS 70

Cuando el hombre incurre en una falta de esta gravedad,


Entregarse al obviamente está expresando con este hecho que su
pecado es optar amistad con Dios ha sido rota; pronto experimentará
por la propia
las consecuencias, pues el pecado acaba por volverse
ruina, por la
auto-destrucción. contra quien lo comete con una poderosa fuerza de
destrucción (Cf. RP 17).

El pecado mortal no sólo se comete cuando se hace una opción fundamental


contra Dios, sino también cuando se hacen opciones parciales5 contrarias a la
voluntad de Dios expresada en sus mandamientos (Cf. VS 69-70).

4
Cf. VS 70, donde se reafirma una vez más la concepción de pecado que ya nos había presentado el Papa San
Juan Pablo II Exhortación Apostólica Reconciliación y Penitencia (RP), siguiendo siempre la doctrina
tradicional de la Iglesia.
5
Cf. supra 5.5.1; tema de la opción fundamental corroborada o debilitada por las opciones parciales.

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Teología Moral El pecado 134

Conviene tener en cuenta que sentir no es consentir (pasiones humanas como la


ira, deseos de venganza, pulsiones sexuales…). Es importante distinguir entre
“sentir” una tentación y “consentirla”. Las tentaciones son pecado no cuando
las sentimos sino sólo cuando voluntariamente las consentimos. La tentación
sólo puede incitar a pecar, pero nunca obliga a la voluntad, que permanece
siempre dueña de su libre albedrío. Las tentaciones en sí mismas no constituyen
pecado, pero inclinan a él.

Los medios a los que podemos recurrir para vencer las tentaciones son:
 Los medios sobrenaturales: Son los más importantes; la oración, la
frecuencia de los sacramentos, la devoción a la Sma. Virgen…
 La mortificación de los sentidos: Fortalece la voluntad para que pueda
resistir en el momento de la tentación.
 Evitar la ociosidad: Pues origina muchas dificultades en la lucha contra el
pecado.
 Huir de las ocasiones de pecado: Nunca es lícito exponerse
voluntariamente a peligro próximo de pecar.

Cuando el hombre peca gravemente se pierde para sí mismo y para Dios: se


encuentra sin sentido y sin dirección en la vida, pues el pecado desorienta
esencialmente en relación al fin sobrenatural eterno, que es Dios mismo.

8.4.3 ANÁLISIS DE CASOS

 Si alguien “sabe” que matar es pecado (= materia grave), y sin embargo,


deliberadamente “quiere” hacerlo, decide hacerlo, estamos ante un pecado
mortal; por ejemplo, la eutanasia. Pero si la muerte se ocasiona por accidente, al
atravesarse la calle un peatón imprudentemente, no hay pecado mortal en el que
la atropella, pues aunque la materia es grave y hay el conocimiento de que matar
es grave, falta el “consentimiento”, es decir, no había el deseo o la voluntad de
matar a aquella persona.
 Si alguien “sabe” que cometer adulterio es pecado (= materia grave), y sin
embargo, deliberadamente “quiere” hacerlo, decide hacerlo, estamos ante un
pecado mortal.

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Teología Moral El pecado 135

 Si alguien “sabe” que robar es pecado (= materia grave), y sin embargo,


deliberadamente “quiere” hacerlo, decide hacerlo, estamos ante un pecado
mortal. Pero no es lo mismo “robar” unas monedas de la bolsa de tu mamá (pecado
venial) que robar a “gran escala”, robándose impuestos, o pagando salarios
injustos, o tranzando en una operación comercial…

8.5 LA CULPA Y LA PENA

Todo pecado cometido, produce dos consecuencias: la culpa y la pena.

Sea grave o sea leve, el pecado entraña siempre una desobediencia a


Dios que hace al hombre culpable de dicha transgresión. Por otra
parte, en cuanto culpable, lo hace merecedor de una pena o castigo,
que será tanto mayor cuanto más grave sea la culpa en que incurrió.
Así el hombre al pecar contrae culpas y merece penas. Ambos
efectos se producen siempre y van unidos de tal manera que no hay
culpa sin pena, ni pena sin culpa.6

Mientras que la culpa es perdonada por el Sacramento de la Reconciliación, la


pena (o castigo) merecida por muestras faltas, en algún sentido podemos decir
que es acumulativa; o sea que no basta con confesarse para que las faltas
cometidas vayan a quedar sin su merecido castigo, que puede ser temporal,7 y le
llamamos purgatorio o puede ser eterno, y le llamamos infierno.

Seguramente es producto de la ignorancia de estas cuestiones, que algunas


personas digan: “no importa que esto que hago sea pecado, total, después me
confieso.” ¿No saben acaso que si bien se les perdona la culpa, no sucede
así con la pena? Ya llegará el día en que lleguemos a la presencia del Señor, que
si bien es infinitamente misericordioso, también es juez justo y nos dará el
premio a nuestros méritos, pero también el castigo merecido por nuestras faltas.

Otra expresión que denota desconocimiento de esta situación es que se suele


decir: “En esta vida, el que la hace, la paga”. Pues eso no siempre es así; cuántas
veces personas que hicieron mucho mal, deliberadamente, mueren sin haber

6
I. Campero. Las Indulgencias. p. 28
7
La pena temporal o purgatorio, puede ser perdonada total o parcialmente, mediante las indulgencias, tema
que no podemos desarrollar aquí por la brevedad de este curso.

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Teología Moral El pecado 136

padecido, sin haber pagado las consecuencias de sus actos; mueren incluso en
excelentes hospitales, bien atendidos, rodeados de sus seres queridos y, tal vez,
hasta recibieron los sacramentos (Reconciliación, Eucaristía, Unción de los
Enfermos); pues eso, ¡atención!, no elimina la “pena”, es decir, no anula el castigo
merecido por los pecados cometidos y al llegar el momento de su juicio “personal”
tendrán que dar cuentas de todo el daño cometido, cuenta que será más grande
cuanto más se halla pecado. Por eso es algo tan serio esto de pecar, pues nos
estamos jugando en ello ni más ni menos que la vida eterna.

8.6 DIMENSIÓN SOCIAL DEL PECADO

8.6.1 DESPRIVATIZACIÓN DEL PECADO

El pensamiento occidental se ha caracterizado siempre por una marcada


tendencia al individualismo, acentuada por el sistema neoliberal en el que ahora
estamos. Esta la óptica individualista se nota también en el concepto de pecado,
que se suele considerar como un asunto individual, con consecuencias únicamente
personales, sin mostrar suficientemente su dimensión histórico-social-eclesial.
Sin embargo, poco a poco está siendo fuertemente revalorizada la dimensión
social del pecado; se advierte una creciente sensibilidad del hombre actual por
la repercusión histórico-social de su vida y de sus actos. Se diría que ha ido
avanzando la desprivatización del pecado.

La solidaridad humana y la pertenencia a un mismo cuerpo,


¿Cuál es
el “Cuerpo Místico” de Cristo que es la Iglesia, hace que el
tu actitud pecado de cada uno afecte de alguna manera a los demás,
ante las es decir, el pecado es siempre un acto de la persona, pero
consecuencias tiene una “dimensión social.” Al respecto, el Santo Padre
nos presenta, en el documento que hemos venido citando,
sociales de
La Reconciliación y la Penitencia, tres acepciones de pecado
tus pecados? social. Aquí sólo reflexionaremos sobre la primera:

No existe pecado alguno, aun el más íntimo y secreto, el más estricta-


mente individual, que afecte exclusivamente a aquel que lo comete. Todo
pecado repercute con mayor o menor intensidad, con mayor o menor
daño, en todo el conjunto eclesial y en toda la familia humana. RP 16

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Teología Moral El pecado 137

No tenemos derecho, pues, a vivir de cualquier manera, en una disposición de


negligencia espiritual y de conciencia anestesiada que, con la muletilla de “¿qué
tiene de malo?”, se dedique a debilitar el “Cuerpo Místico” al que pertenece. Un
miembro de nuestro cuerpo infectado enferma a todo el cuerpo; de igual manera,
un miembro del cuerpo espiritual al que todos pertenecemos, que esté enfermo,
enfermará, debilitará y privará de vitalidad a todo el cuerpo.

Un político, un empresario, un comerciante… que cometen un pecado “personal”


puede traer consecuencias sociales, económicas, políticas, culturales… que dañan
a muchísimas personas. Pero aun el más “privado” de los pecados personales,
implica consecuencias sociales, pues así como un miembro de nuestro cuerpo que
está enfermo, infectado, acaba debilitando, infectando, enfermando todo el
cuerpo, así sucede con el Cuerpo Místico al que todos pertenecemos.

8.6.2 PECADO PERSONAL Y PECADO ESTRUCTURAL

Consecuencia de la “desprivatización” del pecado, es


¿Puede un
verlo “en clave de estructuras” de las “estructuras de
hombre que
pecado,”8 que son fruto de la institucionalización de la
vive a un nivel
injusticia social que priva a las personas sistemática-
mente de los satisfactores básicos y por lo tanto, de plenamente consciente,

una vida digna del ser humano, llena de sentido. Hay ser feliz, aunque le falte
que afinar nuestra sensibilidad ante las estructuras la felicidad de sus
opresoras, fruto del pecado de algún individuo, pues semejantes que
las estructuras no surgen o se sostienen por sí mismas. padecen injusticia?

No basta con luchar contra los pecados personales, hay que luchar también por
unas estructuras moralmente dignas, que no permitan que la sociedad viva en
estado de pecado. El creyente debe ser un abogado elocuente contra las
estructuras de pecado deshumanizadoras, haciendo las veces de una especie de
conciencia moral pública, so pena de que su silencio y pasividad, le vuelvan
cómplice.

Las repercusiones no sólo eclesiales, sino sociales derivadas de la interdepen-


dencia de los hombres resultan obvias en todos los niveles, ¿menos en el del
pecado?

8
Cf. Sollicitudo Rei Socialis (SRS), 36.37. Encíclica de San Juan Pablo II sobre la Preocupación Social.

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Teología Moral El pecado 138

8.7 JESÚS Y LOS PECADORES

Tan serio es el asunto del pecado, que la salvación realizada por Cristo es la
redención de nuestros pecados y negar la realidad del pecado es negar la obra
redentora de Cristo. El mensaje cristiano asume la realidad del pecado y lucha
contra él, lo denuncia para superarlo. Contemplar el actuar de Jesús y escuchar
sus palabras, nos muestra que su actitud ante los pecadores no es de rechazo,
sino de misericordia.

 Jesús dice a los fariseos: “No he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores. No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos”. Mt 9,12-13
 Frecuentaba el trato con ellos: “Mientras Jesús estaba comiendo en su casa,
muchos publicanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos.”
Mc 2,15
 A la adúltera le dice: “«Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha
condenado?». Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le
dijo Jesús. Vete, no peques más»”. Jn 8,10-11
 Como corolario de la parábola de la oveja perdida dice: “Les aseguro que
habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por
noventa y nueve justos que no necesitan convertirse”. Lc 15,7
 A los enfermos no sólo los cura, sino que les perdona sus pecados. Le dice al
paralítico: “Hombre, tus pecados te son perdonados.” Lc 5,20
 Cristo no reservó para sí el poder de perdonar los pecados, sino que lo ha
transmitido a la Iglesia: “Sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu
Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y
serán retenidos a los que ustedes se los retengan»”. Jn 20,22-23
 Cuando le dice a Zaqueo, jefe de publicanos, que lo invite a su casa, la gente
murmura diciendo: “Se ha ido a alojar en casa de un pecador”. Lc 19,7

Tendríamos que copiar aquí prácticamente todo el Evangelio para constatar como
los pecadores fueron destinatarios privilegiados de la atención de Jesús.

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