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La Concepción de Salud- Enrique Saforcada (1990)
La definición de salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que la caracteriza como un “…un estado de
completo bienestar físico, psíquico y social, y no sólo ausencia de enfermedad”, al ser enunciada en 1948 tuvo el
valor de brindar un criterio integrador al incluir lo psíquico y lo social; al mismo tiempo que descentró el
concepto desplazando la atención y los sistemas cognitivos-valorativos del campo exclusivo de la enfermedad al
área de la salud y su manifestación subjetiva implicada en el concepto de bienestar con lo cual obliga a incluir,
entre los problemas a encarar, el de malestar, independientemente de la vinculación de este con los indicadores
clínicos de enfermedad. Esta concepción tiene hoy especial vigencia, pero es necesario profundizar críticamente
sus alcances, dado que se plantea en términos absolutos, a-históricos, indeterminados y estáticos.
De estas reflexiones surge la definición que postulamos: Salud es la situación de relativo bienestar físico, psíquico
y social – el máximo posible en cada momento histórico y circunstancia social determinada-, considerando que
dicha situación es producto de la interacción permanente y recíprocamente transformadora entre el individuo
(entidad bio-psico-social-cultural) y su ambiente (entidad físico-química-psicosociocultural y económica-política).
Otro aspecto a tener en cuenta en la relatividad del concepto de bienestar se refiere, tal como se señaló
anteriormente, a su naturaleza subjetiva. A tal punto es así que los términos antitéticos bienestar/malestar,
salud/enfermedad, implican tantos aspectos subjetivos (individuales y colectivos) como objetivos, del mismo
modo que una multiplicidad de ligazones (personas enfermas que se sienten bien; personas que se sienten mal
estando sanas; personas “enfermas” en una cultura que son “sanas” en otra; manifestaciones consideradas
“patológicas” en un momento histórico o en una situación, que dejan de serlo en otro; etc).
Estas ligazones dependen de los criterios que se tomen en cuenta y de las definiciones operativas que se
efectúen.
La conceptualización de lo que es la salud y la definición operativa de sus indicadores constituye una tarea
permanente a desarrollar junto con la práctica específica –casi inexistente hoy- de protección y promoción de la
salud.
Debe tenerse en cuenta que aun hoy se mantiene el uso exclusivo de indicadores provenientes sólo del campo
de la enfermedad: tasas de mortalidad, de prevalencia, de incidencia, etc. Si bien no se los puede descartar dada
su utilidad, se debe encarar el desarrollo de indicadores de salud lo cual lleva a elaborar una teoría de la salud
que complemente las actuales teorías de la enfermedad.
Otro aspecto a tener en cuenta es que las conceptualizaciones, desarrollos y acciones en el campo de la salud-
enfermedad deben evidenciar el reconocimiento de la dimensión ética, inherente a dicho campo, dado que la
salud forma parte de los aspectos básicos que acuñan el concepto de “derechos humanos”. Es así que la salud
trasciende el campo de las responsabilidades individuales, para constituirse en responsabilidades del conjunto de
la sociedad.
-En torno de los conceptos de Salud Pública y Salud Mental
En la medida en que se toma conciencia, por un lado, del anacronismo que implica mantener y fomentar una
concepción dualista del ser humano –la yuxtaposición de dos entidades: cuerpo y psiquismo- y, por otro lado, de
la inevitable integración de los determinantes socio-económicos y psicosocioculturales como componentes de
los fenómenos que se dan en el continuo de salud-enfermedad, las líneas de Salud Pública y Salud Mental se
hacen evidentes sólo en su convergencia e inevitable integración.
Además, teniendo como referencia la definición de salud de la OMS y su reformulación histórico-social y
dinámica planteada en este texto, puede afirmarse que no existe ningún problema de salud mental que no sea
además un problema de salud general, y viceversa, perdiéndose así los límites entre salud mental y salud no-
mental.
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Hacer hincapié en diferenciar Salud Pública y Salud Mental es adoptar una posición errada, que frecuentemente
lleva a ineficiencias y deformaciones burocráticas e implica retacear el campo de acción.
La concepción que postulamos es la misma que subyace al planteo de integración de acciones propuesto en las
estrategias y lineamientos programáticos de la OMS planteados en los postulados de Atención Primaria de la
Salud, “Salud para todos en el año 2000” y “Salud por el pueblo”. En estas estrategias y lineamientos
programáticos se plantea la integración de los contenidos de Salud Mental en las acciones generales de Salud, así
como la capacitación de los agentes primarios de salud para acciones que incluyen lo mental, fundamentalmente
con sentido preventivo.
-Algo más con respecto al concepto de Salud Pública
El uso de la expresión Salud Pública para denominar al correspondiente campo disciplinario y de acciones de
salud es inconveniente dado que ha sido generado primero, por una realidad indebidamente inexistente y
segundo, por la inexistencia de un ámbito de práctica que confunde y obstaculiza la necesaria explicitación de la
verdadera naturaleza de las acciones de salud.
En relación al primero de los determinantes de la inconveniencia del uso de dicha expresión , puede brevemente
señalarse que el concepto de salud pública implica necesariamente el de salud privada, lo cual es una realidad
tangible en muchos países y, con particular evidencia, en la Argentina.
La coexistencia de ambas prácticas (pública y privada) en definitiva se apoya en las concepciones liberales que
sostiene que, en último término, la salud es una responsabilidad individual; a partir de lo cual es dable
incorporarla al sistema de interacción social llamado “mercado” en el cual el eje fundamental de racionalidad es
la acumulación de riquezas o, si se quiere, la multiplicación del capital invertido.
Esta incorporación de los problemas salud/enfermedad a la dinámica y racionalidad del mercado ha
desembocado en la siguiente situación (sumamente agravada en la Argentina): la eficacia y calidad técnico-
científica y humana de las prestaciones destinadas al cuidado de la salud de cada persona o grupo familiar queda
determinada por su inserción en la estructura socio-económica, dado que la racionalidad de este sistema lleva a
que las personas no sean evaluadas por sus necesidades de salud si no por su capacidad de pago. De este modo
la buena atención privada es para quienes pueden pagarla y la mala atención es para quienes obligatoriamente
dependen de un tipo de hospital público intencionalmente degradado.
En relación al segundo de los determinantes de la inconveniencia señalada anteriormente, es necesario hacer
notar que el término Salud Pública denomina una instancia de Gobierno y un área administrativo-laboral en las
cuales no todas las acciones están orientadas por los preceptos disciplinarios de la Salud Pública. Por el contrario,
en Argentina son pocas las acciones así orientadas, lo cual explica la elevada ineficiencia que se observa en el
sector.
Por estas razones afirmamos que todo el quehacer en salud debe ser público dado que, como se dijo
anteriormente, los problemas que plantea la salud y sus soluciones trascienden el campo de las
responsabilidades individuales para constituirse en responsabilidad y derecho del conjunto de la sociedad; y que
para evitar equívocos y lograr claridad conceptual es conveniente hablar de Sanitarismo para denominar la
disciplina, reservando el de Salud Pública para referirse a la instancia de Gobierno y al área administrativo-
laboral.
Sanitarismo es el conjunto de principios, teorías científicas y tecnológicas, tecnologías y prácticas por medio de
las cuales, en forma planificada, el Equipo (interdisciplinario) de Salud con la comunidad encaran la preservación
y aumento de la salud y las acciones preventivas de la enfermedad actual y potencial, y de sus secuelas.
Toda definición denota y connota significados; en relación con los connotados, un aporte importante para su
comprensión proviene de la contextualización que se hago del concepto definido. En tal sentido, afirmamos que
la eficacia y eficiencia de las acciones que orienta el sanitarismo, están determinadas por las políticas nacionales
integralmente consideradas (áreas de salud, trabajo, educación, vivienda, alimentación).