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Simbolos en Freud PDF

Este documento discute los diferentes niveles de símbolos y signos, incluyendo señales e índices, simbolización y sistemas de signos. Propone tres niveles: 1) señalización o indicación que muestra pero no sustituye, 2) simbolización que representa lo ausente a través de analogías, y 3) sistemas de signos como el lenguaje donde la relación entre signo y significado es convencional y arbitraria. El autor analiza cada nivel y sus características para aclarar confusiones conceptuales sobre símbol

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Este documento discute los diferentes niveles de símbolos y signos, incluyendo señales e índices, simbolización y sistemas de signos. Propone tres niveles: 1) señalización o indicación que muestra pero no sustituye, 2) simbolización que representa lo ausente a través de analogías, y 3) sistemas de signos como el lenguaje donde la relación entre signo y significado es convencional y arbitraria. El autor analiza cada nivel y sus características para aclarar confusiones conceptuales sobre símbol

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Los smbolos en Freud

* EIsa del Valle Echegaray

l. En 1979 publiqu en la REY. DE PSICOANLISIS un artculo titulado


"Algunas consideraciones generales acerca de los smbolos". Pro-
meta entonces retomar el tema, estudindolo en distintos autores
psicoanalticos.
Ha pasado mucho tiempo, y el contexto de mi trabajo de entonces ha
cambiado. Tena tres opciones: abandonar el propsito, actualizarlo
totalmente o seguir fiel al esquema all propuesto. Eleg esta ltima
alternativa, porque si bien la clasificacin de signos, adems de adole-
cer de todas las carencias resultantes de su simplicidad, me resulta
ahora a mi propia lectura impregnada de un espritu taxonmico muy
clsico, sigo sin embargo creyendo que es til para despejar confusiones
semnticas y conceptuales. Hoy ms que nunca se hace urgente una cla-
sificacin conceptual. Se refuerza en m cada vez ms la impresin de
que el uso indiscriminado de los trminos "smbolo" o "capacidad simb-
lica", derivado de distintas corrientes de pensamiento, psicoanalticas o
no, conlleva una confusin alarmante. Es sobre todo a partir de los apor-
tes de la escuela inglesa (Bion, Meltzer) sobre la capacidad de simboli-
zacin, de Winnicott y de la teora de Lacan sobre el "orden simblico",
que el discurso psicoanaltico habitual se ha impregnado de una poli-
semia tan marcaba alrededor de estos trminos, que es dificil hoy, en
muchos trabajos, comprender lo que se quiere significar con ellos.
Decid por estas razones proseguir aquella tarea de 1979, repasando la
clasificacin entonces propuesta (esquema de Wallon), y aclarando que
al hablar de smbolos en sentido general me refiero simplemente a todo
referente que remita a otra cosa comoreferencia. En este sentido amplio,
smbolo sera todo aquello que, por su presencia (material o psquica)
frente a alguien, seala, indica, alude o evoca otra cosa para l.

Direccin: Serrano 2485, 2" "B", (1425) Capital Federal, R. Argentina.


Los smbolos en Ereud 877

En este trabajo no voy a hacer de entrada ninguna distincin entre


los smbolos de produccin consciente o inconsciente. Esta actitud con-
trara la vieja propuesta de E. Jones, quien consider smbolos ver-
daderos slo a aquellos que aludan a algo reprimido en el inconsciente
(1918). Creo que esta postura fue errnea. Demarc en tal forma el
significado del simbolismo como coto exclusivo del psicoanlisis, que
cre un abismo dificil de franquear frente a otras disciplinas. Por
otra parte, el aislamiento presupuesto de nuestra disciplina fue ilu-
sorio, ya que los avances en semitica, lingstica y aun en filosofia
contaminaron siempre las supuestas pureza y exclusividad, contribu-
yendo por tanto a las confusiones sealadas. Esto no significa obviar
la necesidad, en segundo trmino, de estudiar la especificidad que el
psicoanlisis brinda al smbolo.Pero mi propuesta hoy busca caracteri-
zar objetivamente los smbolos, con independencia de los procesos
generativos individuales o sociales que les han dado origen, y de su
operatoria e instrumentacin, para ensayar luego una articulacin
con el psicoanlisis.
Deca en 1979, y remito a mi trabajo de entonces, que podan distin-
guirse tres niveles en la caracterizacin de smbolos o signos en sentido
general: al sealizacin o indicacin, b] simbolizacin propiamente
dicho y c] sistemas de signos.

al Nivel de sealizacin o indicacin (seales o ndices, llamados tam-


bin "signos" por algunos autores), de funcin eminentemente mostra-
tiva, que coincide con lo que Bhler llama funcin dectica (1934) del
lenguaje, cuyo paradigma son los pronombres demostrativos (esto, eso,
aquello), y cuyo emblema sera la flecha o el ndice extendido.
Las caractersticas de las seales e ndices son la inmediatez y la
presencia. Ejemplos clsicos del campo no psicoanaltico son el ladrido
del perro, el estampido del arma, el humo del fuego,el trueno o las nubes
que presagian la tormenta, la huella de un animal, la campanilla que
anuncia la comida del perro condicionadode Pavlov, la fiebre que delata
un proceso infeccioso.
No existe para el sujeto que reacciona frente a ellos una discriminacin
adecuada entre la seal y lo sealado, entre el ndice y lo indicado.
Frente a un elemento destacado -una parte del todo- l evoca una
estructura global perceptivo-motora y reacciona comoante la presencia
de ese todo (el perro saliva como si estuviese frente a la comida, nos
sobresaltamos al escuchar el estampido, tomamos el paraguas antes de
salir, llamamos al mdico frente a la fiebre). Se ha producido una
identificacin ms o menos completa entre esa parte y el todo.
Entre ambos elementos no hay una verdadera relacin de significa-
cin. La seal y el ndice (en cuyas diferencias no vaya entrar) son
entonces hechos inmediatamente perceptibles que anuncian o delatan
otros hechos no perceptibles con los que configuran un todo.
Las seales o ndices entonces no' remplazan, no sustituyen nada.
De ah que no sean patrimonio exclusivo del hombre; tambin los
animales pueden guiarse por ellos, pues denotan una proximidad
878 Elsa del Valle Echegaray

concreta. Por ello U. Eco dice que a este nivel estamos recin en el
umbral de la semitica (1968).

b] Nivel de eimbolizacion propiamente dicha, que seala el acceso a la


capacidad humana de evocar y representar lo ausente, o de recrearlo.
Las verdaderas relaciones de significacin aparecen a partir de los sm-
bolos. Requieren, a diferencia de las seales e ndices, representaciones,
imgenes o conceptos de los objetos simbolizados.
Desde la poca de los estoicos se distingui el denotatum o referente
presente, la representacin mental mediadora y el objeto o cosa denota-
da y ausente. La significacin resulta aqu de la relacin entre el smbolo
y lo representado. Es por esencia, entonces, una relacin mediada que
difiere de la inmediatez existente en los casos de seales e ndices. Pero
esta relacin es intrnseca, motivada (no arbitraria) (de Saussure, 1968).
La relacin clsica, tpica, entre el smbolo y lo simbolizado es la
semejanza o analoga de forma, tamao, cualidad, funcin, ritmo, etc.
Ejemplos clsicos son la balanza para la justicia, la paloma para la paz,
y, en psicoanlisis, los famosos smbolos onricos "universales" (el rey y
la reina para los padres; los animalitos e insectos para los bebs; las
armas, los objetos puntiagudos, la vbora para el pene; la mesa, la casa,
los cajones para los rganos femeninos; el subir o bajar escaleras para
el coito, etc.).
La relacin, entonces, est justificada, y la funcin es de sustitucin de
un elemento por otro que viene a remplazarlo y a evocarlo o aludirlo a
travs de la mediacin representativa.
Es obvio que en estos casos de verdadera simbolizacin existe para
el sujeto -a nivel consciente o inconsciente-e- una discriminacin entre
el smbolo y lo simbolizado. Esta distancia puede, sin embargo, borrarse,
en el caso por ejemplo de las ecuaciones eimbolicas, en que el smbolo
produce el mismo efecto que lo simbolizado (Segal, 1957). No voy a ocu-
parme de la problemtica que esto plantea, sobre todo en psicoanlisis,
ni tampoco voy a considerar las diferentes posibilidades simblicas,
desde el grado nfimo imitativo o icnico (la fotografia, la estatua, la
imagen mental como smbolo interno del objeto externo, etc.), pasando
por las representaciones en escala (grficos, mapas), hasta los smbolos
multvocos donde el sentido surge de una fractura en el uso habitual de
un objeto, para deslizar ms o menos subrepticiamente un otro sentido
agregado (por ejemplo, la vbora deviene smbolo en la medida en que se
produce el deslizamiento hacia una extraterritorialidad de sentido
sobreaadida). Tampoco me ocupar del tema de los usos de la funcin
sustitutiva simblica (la retrica, la potica, la sntesis, el nfasis re-
velador, o, por el contrario, a travs de la represin en psicoanlisis, la
ocultacin esquiva al desciframiento), ni de su real eficacia.

el Nivel de significacin. por sistemas de signos, cuyo prototipo es el


lenguaje. Hay aqu tres caractersticas importantes:
- Se trata de elementos discretos, articulados en sistemas, y desarro-
llados en secuencias temporales.
Los smbolos en Freud 879

- La relacin entre el significante o signo y lo significado es convencio-


nal y arbitraria y surge de un aprendizaje social. En efecto, no existe
semejanza, analoga alguna entre el objeto del que se habla y la palabra
empleada (salvo en vocablos onomatopyicos).
- La tercera caracterstica es esencial: los signos o significantes se
articulan en sistemas complejos que forman estructura. Con ello se
cortan las amarras con los objetos o situaciones reales mencionadas,
ya que la relacin de significacin surge del juego de oposiciones y
diferencias entre los trminos del discurso, o sea, del valor de los tr-
minos en el conjunto (valor especficamente posicional). Esto se determi-
na segn los dos ejes del discurso: el sintagmtico (diacrnico), segn
el lugar que ocupan en la oracin, y el paradigmtico (sincrnico), se-
gn la eleccin que el hablante ha hecho de un trmino en detrimento de
otros del campo semntico correspondiente. La combinatoria de los ele-
mentos y las reglas formales de construccin del discurso son los
efectores del significado, que se determina por el lugar que el trmino
ocupa y sus relaciones con los dems, y por la oposicin o diferencia que
lo distingue de otros trminos. Es pues la estructura en s, en relacin
con los dos ejes mencionados, la que determina el significado, diluyn-
dose as la relacin mediada entre cada elemento aislado y su referencia.
La distincin entre los tres niveles no es unvoca y existen muchos
grados de imbricacin entre ellos. Pero sigo pensando que este esque-
ma es til. Ms aun, se me ocurre que corresponde a distintos niveles
del conocimiento humano que se han ido desarrollando en el transcurso
de los siglos.

Como bien lo hace notar M. Foucault (1966), los antiguos "lean" di-
rectamente el universo como un libro de imgenes, que valan como
indicios (nivel a) de la presencia divina. El conocimiento era entendido
como hermenetica o desciframiento de aquello oculto en las cosas,
suerte de revelacin divina, huellas del lenguaje de Dios. En las mani-
festaciones artsticas del medioevo, por ejemplo, hasta el ms mnimo
detalle arquitectnico, escultrico, pictrico, vala como mostracin re-
ligiosa. Las catedrales se exponan a la mirada del pueblo para que s-
te se ilustrase; mostraban, sealaban, y aun la utilizacin de las ms
oscuras alegoras tena su fundamento en la creencia filosfica de que
reflejaban en espejo el ordenamiento divino del universo, y, que al ha-
cerlo, participaban en la misma articulacin universal (Duby, 1966-67).
Todo lo que hoy se nos aparece como complicado simbolismo, era en
general para los filsofos, los telogos y los sabios de la antigedad y del
medioevo, mostraciones directas, seales divinas, huellas misteriosas
de un ordenamiento universal.
Entiendo por ello que valan en general, por su funcin, como seales
o ndices, o a lo sumo, como el escaln ms bajo de los smbolos: el de los
iconos, reproducciones simplemente imitativas.
Es recin durante el siglo XVII que se plantea el problema del smbolo
en relacin con la representacin. Un nuevo mbito del saber se recorta
en el horizonte del conocimiento. La re-presentacin ya alude a un
880 EIsa del Valle Echegaray

proceso que ha perdido su inmediatez y su espontaneidad. Slo en


este contexto puede entenderse el smbolo como funcin de sustitucin
mediada por la representacin.
En nuestro siglo el discurso en cambio adquiere total autonoma,
desprendindose de las cosas, a travs de la vigencia de las estructuras
a nivel del conocimiento. Como objeto de conocimiento el lenguaje es un
sistema autnomo de significacin, donde cada elemento remite al otro
y donde el significado emerge de la estructura del discurso.
Quiz podramos pensar que hoy en da, con el posmodernismo,
se anuncian nuevos enfoques, el del signo como elemento prxico, de
accin (Lyotard, 1989), y el de las connotaciones subyacentes que mar-
can la descontruccin del discurso (Derrida, 1987). Pero no voy a
referirme a ellas, porque an no se ha elaborado suficientemente la
articulacin entre el psicoanlisis yesos nuevos universos semiticos
y del conocimiento.
El tema de este trabajo ser, entonces, apoyndome en el esquema
propuesto, rastrear en los trabajos de Freud las articulaciones del
mismo con el psicoanlisis, especialmente en los niveles a y b. Creo
importante marcar una lnea demarcatoria entre las seales e ndices
por un lado, y los smbolos y significantes por el otro. Seales e ndices
(nivel a), al operar en la inmediatez de una presencia, o de una no-
presencia que an no es ausencia, configuran relaciones de contigi-
dad espacio-temporal o relaciones de causalidad (conectan lo que apa-
rece con algo cercano, o con su causa o su efecto). Tienen en general
una vinculacin especial con la expresin y con la accin, y en psi-
coanlisis aparecen ms ligados al plano de la afectividad, por ejem-
plo, a la angustia.
Los verdaderos smbolos (nivel b), en cambio, tienen una funcin
esencialmente sustituiva de algo ausente o reprimido y en general se
basan en relaciones analgicas. En psicoanlisis podemos pensarlos
como ms ligados a los sntomas, y, naturalmente al material onrico.

11. En Freud, de acuerdo con el contexto histrico en que se mova, las


menciones explcitas al simbolismo se refieren, segn mi entender, a los
niveles a y b (ndices y smbolos propiamente dichos). Pero, ms all de
lo explcito, en sus estudios sobre los sueos, los actos fallidos y el chiste,
por ejemplo, Freud inaugura la temtica del discurso autnomo como
estructura segn principios de combinatoria, que hacen a las relaciones
formales de los signos entre s.
En sus primeros trabajos Freud habla de los sntomas conversivos y
distingue dos tipos de "simbolismo".
En el primer tipo:

"El nexo suele ser tan claro que es bien visible cmo el suceso
ocasionador produjojustamente este fenmeno y no otro. Este ltimo,
entonces, est determinado de manera totalmente ntida por su
ocasionamiento. As, para tomar el ejemplo ms trivial: un afecto
Los smbolos en Freud 881

dolorido, generado en el curso de una comida, pero sofocado, produce


luego naseas y vmitos, y estos ltimos duran meses como vmitos
histricos. Una muchacha que en martirizadora vela ante el lecho de
un enfermo, cae en un estado crepuscular y tiene una alucinacin
horrorosa en el momento en que se le adormece el brazo, pendiente del
respaldo de la silla, desde ah se le desarrolla una paresia de ese brazo
con contractura y anestesia" 2. (Las bastardillas son mas.)

Hablando de Lucy R. y su sntoma de sentir con frecuencia olor de ha-


rina quemada, dice Freud (1893-95) que hubo de suponer que este olor
haba sido realmente el que haba olido en ocasin del suceso traumti-
camente eficaz. '

"En otros casos el nexo no es tan simple; slo consiste en un vnculo


por as decir simblico entre el ocasionamiento y el fenmeno patol-
gico, como el que tambin las personas sanas forman en el sueo: por
ejemplo, si a un dolor anmico se acopla una neuralgia, o vmitos al
efecto del asco moral". 2

En el historial de Isabel de R., Freud se refiere a dos tipos de parlisis


sintomticas: parlisis asociativa psquica y parlisis funcional simb-
lica. La primera tiene lugar cuando quedan asociadas dos o varias
representaciones por su simultaneidad en la conciencia. As, por ejem-
plo, los dolores en las piernas se producan, entre otras razones, por la
circunstancia de que el padre enfermo apoyaba sus piernas hinchadas
cotidianamente sobre las de su hija, que le cambiaba los vendajes, en el
momento en que ella se senta afligida y conflictuada. En cambio el
segundo tipo de parlisis de Isabel, la simblica, lo ilustra Freud con
la astasia-abasia: sta no poda mantenerse en pie porque "estaba
[stehen = estar y estar de pie, parado] muy sola"; y porque se senta
impotente y no lograba avanzar un solo paso en sus propsitos.

"La conversin sobre la base de una simultaneidad, preexistiendo ya


un enlace asociativo, parece plantear mnimos reclamos a la predispo-
sicin histrica; en cambio la conversin por simbolizacin parece
requerir un alto grado de modificacin histrica ... "lo

As nos habla de Cecilia M. como prototipo de disposicin histrica. El


trauma original de su neuralgia facial fue una ofensa actuada por el
marido C'para m eso fue como una bofetada"); el dolor en el taln derecho
que le impeda andar se remontaba a la poca en que, estando en un
sanatorio extranjero, la dominaba el miedo a no entrar con buen pie
entre los dems huspedes del sanatorio; el dolor penetrante en la
frente, entre ambos ojos, se vinculaba a una poca de su adolescencia,
cuando la abuela la mir tan fijamente que sinti que su mirada le
penetraba en el cerebro; el bolo histrico en la garganta vala por "me lo
tengo que tragar"; el dolor de cabeza corresponda a un problema que "se
me ha metido en la cabeza".
882 Elsa del Valle Echegaray

Estos ejemplos, y algunas consideraciones del mismo Freud,. sirven


tambin para sealar cierta ambigedad propia de toda clasificacin
semitica, con el borramiento de lmite entre los niveles.
El caso de Cecilia M. parece prestarse a la polmica, ya que aparente-
mente se trata de una simbolizacin clsica o de un sistema discursivo
expresado a nivel del cuerpo (Freud lo llamar "lenguaje de rgano"),
privativo de los niveles b o c. Sin embargo, Freud ensaya la hiptesis
opuesta, pues seala que quizs arcaicamente estas manifestaciones
corporales fueran acompaantes expresivas de las emociones. As dice:

"Pero yo sostengo que el hecho de que la histrica cree mediante


simbolizacin una expresin somtica para la representacin de tinte
afectivo es menos individual y arbitrario de lo que se supondra. Al
tomar literalmente la expresin lingstica, al sentir la 'espina en el
corazn' o la 'bofetada' a raz de un apstrofe hiriente comoun episodio
real, ella no incurre en abuso de ingenio, sino que vuelve a animar las
sensaciones a que la expresin lingstica debe su justificacin. Cmo
habramos dado en decir, respecto del afrentado, que 'eso le clav una
espina en el corazn', si la afrenta no fuese acompaada de hecho por'
una sensacin precordial interpretable de ese modo, y se la reconocie-
ra en sta? Y no es de todo verosmil que el giro 'tragarse algo', apli-
cado a un ultraje al que no se replica, se deba de hecho a las sensacio-
nes de inervacin que sobrevienen en la garganta cuando uno se
deniega el decir, se impide la reaccin frente al ultraje? Todas estas
sensaciones e inervaciones pertenecen a la 'expresin de las emocio-
nes', que, como nos lo ha enseado Darwin (1872), consiste en opera-
ciones en su origen provistas de sentido y acordes a un fin; por ms que
hoy se encuentren en la mayora de los casos debilitadas a punto tal
que su expresin lingstica nos parezca una transferencia figural, es
harto probable que todo eso se entendiera antao literalmente, y la
histeria acierta cuando restablece para sus inervaciones ms intensas
el sentido originario de la palabra. Y hasta puede ser incorrecto decir
que se crea esas sensaciones mediante simbolizacin; quiz no haya
tomado al uso lingstico como arquetipo, sino que se alimentajunto
con l de una fuente comn"."

Esta hiptesis, a mi entender, es bien problemtica en la mayora de los


sntomas de conversin, pero, si lo aceptramos as, tendramos que
reubicarlos en el nivel a de seales, es decir lo ms primitivo y alejado' .
del lenguaje (nivel e).
Lo mismo vale apuntar para las hiptesis de L. Chiozza (1991), ya que
el sntoma orgnico, entendido como dislocacin de un complejo afectivo
con represin del contenido ideatorio y sobrecarga de la inervacin
secretiva-motora, perdera su carcter de verdadero smbolo, y sera s610
un ndice promovido por su carcter acompaante de la emocin aludida
(parte por el todo).
Otra vez Freud nos recuerda la ambigedad de los lmites entre
diversos tipos de simbolizacin, cuando piensa que en su origen muchas
Los simbolos en Freud 883

veces un ligero dolor orgnico coincidente con la situacin traumtica


("locus minore resintentiae": simultaneidad) puede independizarse
para devenir sntoma histrico a travs de sucesivas asociaciones de
contigidad espacio-temporal, y finalmente, por una conversin simbo-
lizante, en que el cuerpo recurre a un verdadero "lenguaje orgnico".
En "La etiologa de la histeria" (1896) insiste en que la escena
traumtica est ligada al sntoma por asociaciones de simultaneidad, de
causalidad, de analoga, de contenido o alegrica, etc.
Recordemos que tanto en el "Proyecto de psicologa" (1895), como en el
captulo VII de La interpretacin de los sueos (1900) Freud seala que
las representaciones de cosa en el inconsciente estn ligadas por simul-
taneidad, causalidad, analoga, oposicin, etc.
Una vez establecidos la naturaleza sexual de las escenas traumticas
y el concepto de represin, la representacin originaria pasa a ser
inconsciente, en tanto sus concomitantes asociativos contiguos temporal
o espacialmente, o sus sustitutos analgicos, pasan a ser los represen-
tantes conscientes de la referencia reprimida. Se trata de smbolos
mnmicos, propios de la histeria ("El histrico sufre de reminiscencias").
En rigor de verdad, slo las sustituciones analgicas seran verdaderos
smbolos (nivel b), y, en efecto, Freud reserva para stos el carcter de
relacin simblica o verdadero simbolismo. Sin embargo, muchos de sus
ejemplos clsicos, al analizarlos, se revelan como pertenecientes al nivel
a. As, en Psicoanlisis: cinco conferencias (1909) refirindose a los sn-
tomas histricos los llama smbolos conmemorativos como las estatuas
y los monumentos, pero en los ejemplos vemos que estos monumentos
valen por su ubicacin y no por su contenido, o sea que son relaciones
asociativas, como las llamaba en el historial de Isabel de R.

"Si dais un paseo por Londres hallaris ante una de sus mayores
estaciones ferroviarias, una columna gtica ricamente ornamen-
tada y a la que se le da el nombre de Charing Cross. En el siglo XIII,
uno de los reyes de la dinasta de Plantagenet, mand erigir cruces
gticas en los lugares en que haba reposado el atad en que eran
conducidos a Westminster los restos de su amada esposa, la reina
Eleanor. Charing Cross fue el ltimo de estos monumentos que de-
ban perpetuar la memoria del fnebre cortejo. En otro lugar de la
ciudad, no lejos del Puente de Londres, existe otra columna ms
moderna, llamada simplemente' The Monument' por los londinenses,
y que fue erigida en memoria del gran incendio que estall en el ao
1866 en aquel punto y destruy una gran parte de la ciudad." 16 (Las
bastardillas son mas.)

El histrico, contina diciendo Freud, procede como un ciudadano actual


de Londres que sollozara sin saber por qu al pasar junto a esos monu-
mentos; la emocin surge por asociacin inconsciente con el lugar en que
tuvo efecto el episodio originario.
Para completar estas referencias clnicas recordemos a Emma, la
paciente fbica del "Proyecto" (1895). No puede entrar sola a ninguna
884 Eisa del Valle Echegaray

tienda, por la angustia que surge en ella ante el temor de que los em-
pleados del negocio se burlen de sus vestidos. Grfico mediante y todo,
Freud rastrea el suceso traumtico originario: el pastelero que, en el
negocio, la ha toqueteado tras los vestidos cuando ella tena ocho aos.
El toqueteo sexual, episodio traumtico reprimido, desplaza su signifi-
cacin a elementos insignificantes concomitantes y contingentes: tien-
da, vestidos, y risa sardnica del pastelero, elementos simultneos al
trauma. Sin ninguna vacilacin, Freud llama "smbolo" a este proceso de
nivel a: dice que hubo represin acompaada desimbolizacion, e incluso
la considera una sustitucin (lo que creo es abusivo tratndose de una
asociacin por simultaneidad). Lo explica as:

"Antes del anlisis, A es una idea hipertensa que irrumpe dema-


siado frecuentemente a la conciencia y que, cada vez que lo hace,
provoca el llanto. El sujeto no sabe por qu A lo hace llorar, consi-
dera que es absurdo, pero no puede impedirlo. Despus del anlisis,
se ha descubierto que exista una idea B, que con toda razn es mo-
tivo de llanto y que con toda razn se repite a menudo, mientras el
sujeto no haya realizado contra ella cierta labor psquica harto
complicada. El efecto de B no es absurdo, le resulta comprensible al
sujeto y aun puede ser combatido por l. B guarda cierta relacin
particular con A, pues alguna vez hubo una vivencia que consista en
B+A. En ella, A era slo una circunstancia accesoria, mientras que B
era perfectamente apta para causar dicho efecto permanentemente.
La reproduccin de este suceso en el recuerdo se lleva a cabo ahora
como si A hubiese ocupado el lugar de B. A se ha convertido en un
sustituto, en un smbolo de B".1l

En el mismo trabajo, al referirse a la formacin normal de sm-


bolos, Freud pone como ejemplos el soldado que se sacrifica por la
bandera, o el caballero que se bate por el guante de su dama. Aqu
Freud claramente homologa los niveles a y b, pues si bien podemos
admitir que el guante debe su valor al hecho de haber estado en con-
tacto con la piel de la amada (nivel a) no se puede entender del mismo
modo el valor simblico de la bandera, que pertenece sin duda a los
niveles b o e (1895).
Freud indica ac con claridad la diferencia entre el smbolo normal y
el patolgico, pues subraya que el soldado o el caballero saben que el
smbolo representa a la patria o a la amada, en tanto el histrico ignora,
a nivel consciente, el motivo del valor afectivo de su sntoma, ya que ha
mediado una represin (1895).
Las consideraciones de Freud sobre distintos tipos de smbolos no se
agotan en las relaciones con los sucesos traumticos, pues las sigue
aplicando cuando ya ha reconocido la prioridad de la realidad psquica
a travs de la fantasa.
As en ''Recuerdos encubridores" (1898) comenta cmo el desplaza-
miento y la sustitucin estn a favor de la defensa contra una imagen
mnmica displacentera.
(
Los smbolos en Freud 885

"Entre los muchos casos posibles de sustitucin de un contenido


psquico por otro, comprobables en diversas constelaciones psicolgi-
cas, ste que se desarrolla en los recuerdos infantiles, y que consiste
en la sustitucin de los elementos importantes de un suceso por los
ms insignificantes del mismo, es uno de los ms sencillos. Constituye
un desplazamiento por contigidad asociativa, o, atendiendo a la
totalidad del proceso, en una represin seguida de una sustitucin por
algo contiguo (local y temporalmente)". 13

Comprobamos que, psicoanalticamente, Freud justifica el uso del tr-


mino "sustitucin transaccional" a favor de la defensa contra el afecto
penoso, porque un elemento contiguo indiferente viene a tomar el lugar
de emergencia en la conciencia, en vez del ncleo conflictivo de la escena
originaria, como en Emma.
Pero semiticamente, al ser un mecanismo de "parte por el todo" y no
un verdadero desplazamiento simblico en funcin del sentido, no cabra
hablar en rigor de sustitucin, sino slo de desplazamiento.
En el mismo trabajo, Freud tambin se refiere a sustituciones simb-
licas por el contenido:

"... entre infinitas escenas anlogas o distintas de su vida, la ha ele-


gido usted por prestarse su contenido -indiferente en s- a la repre-
sentacin de las dos fantasas importantes. A tales recuerdos que
adquieren un valor por representar en la memoria impresiones y
pensamientos de pocas posteriores, cuyo contenido se halla enlazado
al suyo por relacin simblica, les damos el nombre de recuerdos
encubridores"."

En los recuerdos infantiles Freud encuentra as huellas mnmicas de


sucesos efectivos, representaciones intermedias modificatorias de estas
huellas y representaciones metforicas simblicas, ejemplos: quitar las
flores a la nia como smbolo de "desfloracin" (1899).
Pero tambin en un trabajo tan posterior como ''Fetichismo'' (1927),
hay una clara referencia a estos dos tipos de procesos "sustitutivos" del
falo femenino.

"Cabra esperar que, en sustitucin del falo femenino que se ech de


menos, se escogieran (fetiches) aquellos rganos u objetos que tam-
bin en otros casos subrogan al pene en calidad de smbolos. Acaso ello
ocurra con bastante frecuencia, pero sin duda no es lo decisivo. En la
instauracin del fetiche parece serlo, ms bien, la suspensin de un
proceso, semejante a la detencin del recuerdo en la amnesia traum-
tica. Tambin en aquella el inters se detiene como a mitad de camino;
acaso se retenga como fetiche la ltima impresin anterior a la
traumtica, la ominosa"."

En esa cadena proximal o contigua quedan entonces como "ndices" del


pene esperado, el pie o el zapato, prendas interiores, o incluso las pieles
886 Elsa del Valle Echegaray

o el terciopelo (procedimiento mixto, donde se alude al vello pbico, que


a su vez se simboliza por las pieles o las telas), etc. *

m. Si comparamos estas finas discriminaciones que aparecen en los


trabajos de Freud, vemos que las representaciones simblicas en sentido
amplio pueden agruparse en dos tipos:

- La evocacin de la representacin reprimida a travs de otra repre-


sentacin que en el origen le estaba asociada por simultaneidad (conti-
gidad espacio-temporal) (nivel a).
- La sustitucin de la representacin reprimida a travs de otra repre-
sentacin que se busca porque tiene con la primera una relacin de
analogta (nivel b).

Aqu la asociacin es creada; no existi de entrada como una circuns-


tancia contingente y accesoria, sino que es producto de un trabajo
psquico inconsciente que busca activamente el enlace a travs de una
analoga de sentido.
Esta doble conceptualizacin del simbolismo es la que aparece comen-
tada en el captulo tercero, "Animismo, magia y omnipotencia de las
ideas", de Ttem y tab (1912-13).
Freudhabla aqu de dos tipos de magia: la magia imitativa u homeop-
tica y la magia contagiosa (Frazer).
En el primer caso, el ejemplo ms sencillo es la reproduccin de la efigie
del enemigo para herirlo a travs de la misma (magia negra). Tambin
las prcticas mgicas para provocar la lluvia o una buena cosecha
(imitar la tormenta por los tambores que resuenan como truenos, tener
relaciones sexuales sobre la tierra en los ritos dionisacos para propiciar
la fecundidad de la misma).
"No podemos, en efecto, dudar de que el factor al que se atribuye
mxima eficacia en todos estos actos mgicos es la analoga entre el
acto realizado y el fenmeno cuya produccin se desea"."
Aqu el smbolo analgico operara a su nivel ms bajo, el de iconicidad.
En el segundo caso, se trata por ejemplo de lograr cabellos, limaduras
de las uas o incluso jirones de los vestidos del enemigo -o del amado-,
o de usar por invocacin el nombre de una persona como elemento
esencial de su personalidad. "En estos casos, queda remplazada la
analoga por la sustitucin de la parte al todo"16(de ah el nombre de
magia contagiosa, ya que se refiere a algo que ha estado en contacto con
lo simbolizado).
Como los destacados son de Freud -analogia y parte por el todo-,
no cabe duda de que estas discriminaciones sobre los procesos ps-
quicos no son casuales.
* Debo esta observacin a una gentileza del Dr. Jos Treszezamsky.
Los stmbolo en Freud 887

Tenamos entonces en los sntomas:


-asocacones por simultaneidad o contigidad;
-relacin simblica analgica o metafrica;

y hablando de la magia:
-parte por el todo;
-sustitucin imitativa o analgica.
Pienso que estas tipificaciones se superponen.
l. Los "smbolos" por simultaneidad o contigidad son metonmicos
(es decir que toman una parte por el todo; un aspecto destacado de una
escena, situacin o complejo sensorio-motor se destaca como sealo
ndice del mismo)*.
En el caso de los sntomas la "parte" es una circunstancia accesoria que
acompa al hecho reprimido.
2. Los smbolos por analoga o metafricos son verdaderos smbolos,
conectados con lo simbolizado por una relacin motivada de sentido.
Si transladamos estos tipos al esquema clasificatorio de smbolos que
propuse, tenemos:
1] Los "smbolos" metonmicos son indices o indicios (nivel a).
2] Los smblos verdaderos por sustitucin analgica son simbolos en
sentido estricto (nivel b).

Es esta segunda y acotada conceptualizacin de smbolos la que va a


desarrollar Freud en sus aportes sobre simbolismo onrico, por todos
conocidos. No voy a extenderme sobre ellos. Como sabemos, segn
Freud, pertenecen a un acervo inconsciente y tienen carcter universal
(ya sea por recurrencia a una herencia filogentica, ya sea por la
universalidad de los conflictos a los que se refieren). Este carcter
universal, que los desvincula de la historia individual, los extraa de la
red de asociaciones del paciente, obligando a la intervencin del analista
para desentraar su sentido. El nmero de temas es limitado: los padres,
los hermanos o hijos, los rganos genitales, el acto sexual, el nacimiento
y la muerte. La simblica es clsica (el rey y la reina, los insectos o
animalitos, los objetos puntiagudos, la vbora, la madera, la casa, las
habitaciones, las mesas, el subir o bajar escaleras, etc.) y se encuentra
tambin en la mitologa y el folclore.

No puedo terminar esta resea de los aportes freudianos sin referirme


al concepto de angustia seal. El yo genera arigustia frente a situaciones
de peligro que amenazan con el desencadenamiento de una angustia
traumtica como monto de excitacin que el aparato psquico no podr
tramitar.

Utilizo el nombre de metonimia, porque se ha hecho clsica esta denominacin, aunque


en rigor, en retrica, el tropo que nombra la parte por el todo o viceversa se llama
sincdoque.
888 Elsa del Valle Echegaray

De este modo, como una sirena de alarma, la angustia avisa la


proximidad de la situacin traumtica y el yo pone as en juego sus
mecanismos de defensa para evitar la situacin de peligro. La angustia
obra pues a nivel a, seal directa, anticipatoria, que remite al peligro
presente (Freud, 1926).
Otra mencin a considerar es, en el "Proyecto" (1895), la reaccin
inespecifica de descarga general del beb frente al displacer, que sirve
de seal a la madre, a quien notificndola de ese malestar moviliza para
ponerle remedio.
Estas dos ltimas consideracioes sobre los aportes de Freud al tema
sirven para pensar que las seales (nivel a) son en esencia manifestacio-
nes expresivas del afecto que movilizan directamente.
En el caso de los ndices (tambin de nivel a) encontramos ya un es-
bozo de discriminacin -y por tanto de relacin de sentido- entre el
ndice y lo indicado, tanto que en algunos casos, como lo hace Freud,
podramos plantearnos un comienzo de sustitucin.

Mi inters en este trabajo es mostrar cmo, sobre todo en sus primeros


trabajos, Freud diferencia y destaca el nivel a de la semitica. Como dice
Lorenzer (1972), en estas acepciones:

"'smbolo' slo designa el sealamiento de un acaecer, la mera indi-


cacin de un decurso psquico, de un estmulo psquico, pero no el
'representante' [Reprasentanz] de un contenido biogrfico. Aqu se
trata de la datacin de un hecho, no de la aprehensin de un sentido'f"

Su funcin es mostrar, sealar, funcin dectica y no simblica, en


que hay

"una atribucin enteramente contingente del signo a lo designado. La


relacin es unvocamente de uno a uno ..." 20

El abandono del concepto metonmico seala el paso, pues, de un lazo


asociativo arbitrario y contingente, desprovisto de significacin, y actual
(es decir, coinciden te con el momen to de la causacin psquica), a un lazo
lgico de sentido por analoga, donde la preponderancia de lo traumtico
en s queda relegada por una comprensin biogrfica, y en que los
ordenamientos de significado tejen en la fantasa una red potencial-no
actual- de asociaciones sustitutivas. Asociaciones que, por otra parte, el
inconsciente busca activamente en su acervo mnmico urgido por la
angustia, es decir que son fruto de un trabajo por as decir creativo.
Esta plasticidad y dinmica individual de la simblica vuelve a obtu-
rarse a favor de smbolos universales y congelados, desligados de la his-
toria significativa del sujeto, con el predominio de los smbolos onricos.
Finalmente, dije ya que Freud tambin da lugar en su obra a la
combinatoria de los significantes lingsticos, dislocados a veces en
fonemas, como se ve en el anlisis de los sueos y, por ejemplo, en el
Los smbolos en Freud 889

famoso caso del olvido del nombre de Signorelli. Pero ste es tema de otro
trabajo. Mi objetivo hoyes rescatar el valor de aquellos procesos
psquicos cuya trabazn pasa por:
1] funciones de sealamiento o mostracin, que nos remiten a la
importancia de los niveles preverbales, expresivos,
2] funciones de conexin de sentido estrictamente semnticas, que
hacen referencia al contenido como relacin significativa entre el sm-
bolo y lo simbolizado.
Si bien ambos niveles pueden expresarse a nivel lingstico, y en
general los segundos lo hacen, no es lo mismo estudiar la naturaleza
del lenguaje como estructura cuya esencia radica en las relaciones
formales de significante a significante, que estudiar las posibilida-
des de este lenguaje como instrumento o vehculo de relaciones se-
mnticas de origen preverbal.
Vuelvo a sealar que el uso de esquemas impone una simplificacin.
No se trata de polemizar. Es por ello que dejo de lado la discusin de
este gran tema: la posibilidad, en el psiquismo humano, de la aparicin
y uso de seales, ndices y aun de smbolos extralingsticos y pre-
verbales, con sus operatorias particulares, y con autonoma de las
estructuras significantes. Es obvio que ya la apertura del problema
pone en cuestin la organizacin originaria del psiquismo y la constitu-
cin misma del sujeto.
S610quiero terminar recordando lo denunciado por Baudrillard, para
quien se han liquidado ya todos los referentes y, peor aun -dice- han
resucitado artificialmente en los sistemas de signos,

"... materia ms dctil que el sentido, en tanto que se ofrece a todos los
sistemas de equivalencias, a todas las oposiciones binarias, a toda el
lgebra combinatoria" 1.

Nada sirve de garante final, salvo Dios.


"Pero, y si Dios mismo puede ser simulado, es decir reducido a los
signos que dan cuenta de l? Entonces, todo el sistema queda flotando,
convertido en un gigantesco simulacro -no en algo irreal, sino en
simulacro, es decir, no pudiendo trocarse por lo real pero dndose a
cambio de s mismo dentro de un circuito ininterrumpido donde la
referencia no existe" 1.

En esta combinatoria de signos, al perderse toda referencia a lo real,


naufraga el concepto de verdad objetiva, pues nada es verdadero o falso
sino en trminos de ecuacin correcta o incorrecta.
Como uno en el fondo est siempre ah para brindar testimonios, yo
lo doy ahora desde mi posicin que, sin negar el poder engendrador de
las combinatorias del discurso, busca rescatar aquello que resiste y
nos remite a la magia primitiva del sentido, y a travs de l, al contenido
psquico de las representaciones de cosa y sus desplazamientos y sus-
tituciones, como mediadoras de lo real.
890 Elsa del Valle Echegaray

Resumen

Este trabajo contina la lnea de un primer artculo sobre simbolismo publicado en la


REv. DE PSICOANLSIS (XXXVI, 6, 1979).
Me propuse retomar y repasar la clasificacin general de smbolos de entonces
(esquema de Wallon), y rastrear en Freud el uso del trmino y del concepto, de acuerdo
con este esquema:
a. Nivel de seales e indices: La relacin del referente con lo denotado no es de sentido,
sino de contigidad espacio-temporal. Se ubican, a decir de U. Eco, en el umbral de la
semitica. La correspondencia es metonmica (parte por el todo), o sea que para el sujeto
la seal o el ndice remiten a una realidad presente o prxima, en la cual quedan
englobados por una relacin de pertenencia.
b. Nivel de stmbolos propiamente dichos: La relacin entre el smbolo y lo simbolizado
es de sentido, y se basa generalmente en una analoga de forma o contenido (metfora).
Existe discriminacin entre el smbolo o refente y lo simbolizado.
c. Nivel de significante o sistemas de signos: La relacin es sistmica, de significante
a significante; que resultan as organizados en sistemas por combinatorias formales en
los planos diacrnicos (sintagma) y sincrnicos (paradigma), tal como sucede en el
lenguaje.
En Freud, pueden encontrarse explicitamente referencias a dos tipos de sustitucin,
que permitirn la aparicin en la conciencia, por desplazamiento, de aquello reprimiddo
e el inconsciente. De ese modo se explican los struomas histricos y la construccin de
fantasias.
En los primeros trabajos sobre la histeria, Freud se refiere a la aparicin de sntomas
por dos mecanismos:
1) El asociativo.
2) El verdaderamente simblico.
1) El elemento reprimido es sustituido por una circunstancia fortuita ligada al episodio
reprimido (circunstancia de tiempo o de lugar).
2) El elemento reprimido es sustitutivo por otro que guarda con l una cierta analoga.
Esta discriminacin es sostenida por Freud en otros trabajos, como "Proyecto de
psicologa" (1895) (caso Emma), Cinco conferencias (1909); "Recuerdos encubridores"
(1899); T6tem y tab (1913) y "Fetichismo" (1927).
En Ttem y tab se refiere a dos tipos de magia; por contacto (se toma la parte por el
todo) e imitativa (se utiliza la semejanza o analoga).
Propongo que las simbolizaciones asociativas, as como ekmecanismo de la magia por
contacto, pertenecen al nivel semitico a de ndices, y que las simbolizaciones "verdade-
ras", as como el mecanismo de la magia imitativa, corresponden al nivel b de smbolos
analgicos.
En cuanto a los smbolos oniricoe estudiados por Freud en La interpretacin de los
sueos (1900), son sin lugar a dudas simbolos analgicos.
El rastreo termina haciendo mencin al mecanismo de la angustia seal (1926) ya la
descarga ineepectfico del beb actuando a modo de seal para la madre (1895).
Finalmente sealo la importancia que en muchos trabajos (los sueos, el chiste,
el olvido de nombres), Freud atribuye a las combinatorias fonemticas (nivel de sig-
nificantes).
Es importante recordar la importancia y el alcance que en la teora psicoanaltica
signific el pasaje de la concepcin puramente asociativa del smbolo (relacin meton-
mica), tan conectada a la situacin traumtica (donde la asociacin denota un desplaza-
miento asignificativo y puramente mostrativo del suceso a un hecho contingente que lo
acompaaba), hacia la concepcin realmente simblica, donde la sustitucin referida al
Los smbolos en Freud 891

significado del suceso, es activamente buscada o creada por el trabajo del inconsciente,
en una fantasa enlazada con la historia del sujeto. Esta actualizacin y dinmica del
smbolo vuelve a perderse cuando Freud nos remite al acervo de los smbolos onricos que,
aunque claramente metafricos, desmienten la creatividad y la individualidad histrica
del tr~ inconsciente.
Concluyo mencionando la problemtica que se abre frente al planteo de la posibilidad
de smbolos extralingsticos y aun prelingsticos, problemtica que atae a la teora
sobre la constitucin misma del sujeto psquico.

, DElICIUPI'ORES:
seales - ndices - smbolos - significantes - metfora - metonimia -
magia.

Biblio(l'8fa

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