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El Problema de La Incredubilidad

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EL PROBLEMA DELA INCREDULIDAD EN EL SIGLO XVI LA RELIGION DE RABELAIS Traduccibn al expat Gon seis léminas fuera de texto Pancens notin mn asPaRon ‘UXON TIOGRAFICR EOTORAL HSPAND AMERICA Exta obra es a traduecién al espaiiel de la publicade originalmente en francés por Editions Albin Michel, Paris, Francia, bajo el titulo de LE PROBLEME DE L'INCROYANCE AU XVIt SIBLE LA RELIGION DE RABELAIS pe ore 2Odpr THY O17 1919. S ; Fae = IS(PRESO BY MEXICO PRINTED IN MEXICO 270.6 2296 26939-1 Eja TT PROLOGO PSICOLOGIA COLECTIVA Y RAZON INDIVIDUAL Nadie conoce mejor que Lucin Febore la historia det siglo XVI. Fue bie su estudio inicial y siguid sienda el campo predilecto investigaciones. Precitando mds atin, poderaas decir que el comienzo de elles se concentré de manera personal en el Franco Condado. Alli, con erudicién extraida directamente de las fuentes, adguirié su método y su doctrina, Proviito de tal paracaida: —experiencia y reflesié omprondié su vuclo el historiador. Fncesantemente dilaté su inguictud por comprender. Nada de cwanto se relaciona con los kechios humanos del pasado con los acontecimientos de todo orden —politica, economia, teligiés, Rlesofia, ciencia—, nada, y menor todavta el ambiente en que se desarraltan los kechos,! te ka sido extrafio; nada de cuanto actual- mente sbarca el saber enciclopédico, eccapa por completo a la curion sidad del divactor de la “Encyclopédie francaise”. Nadie tuvo en grado mds alto que él esa preocupacién de sintesis que inspiré también muestra propia empresa. Asl, pues, es fécilmente comprensible cudnto puede gonar la historia del siglo XVI af ser tratada por un espiritu de tal calidad yy preparacién. El volumen presente —al que precedan otraz dos— difiere tanto ‘ex su fondo como en su forma de los volimenes habituales de La Evo Incién de la Humanidad, Al comensar la obra colectiva dije que lo que le daria unidod p autoridad iba a ser, por un lado, ol programa, destinado a contener en su red los grandes problemas explicativos, los elementos orgdnicos de ta historia; y, por ote, la solide: de fa erudi- cién y a competoncia, tan grande y tan reconacida cuanto fuere posible, de tos autores. Pero dije también que todos los voliimenes no serian femejantes de una manera absolute: gue, una vez salvadae tar condi. clones primordiales, cada colaborador expondrla Uibremente su propio temperamcnto, su manera personal y, en cada caso, su talento. Si jpu- diesa concar con la colaboracién de Michelet, la acogerla con satisfaceién Dues bien, aqui tenemos ofv0 Michelet, aungue con mayor arsenal, con un espirita erltico mejor y que, siondla tarabitn intuitive, no ve deja arrebater por el genio creader. Por original que sea este libro, por animady » pleno de iméyenes que se nor presente su exile, cuando ce trata del fondo histérico Febore obserun en sus paginas una extra {Ver tomo IV de “Ly Evoluciéa de ta Humanidad”: Le Tierra 9) Ia svolucita humana (Inizoduecién geogriticn @ te Litsoria v wu PROLOGO mada predoncia (ya insistiré sobvo esto), A toda costa quicre “ovitar el pecado mayor de todas lor pecados, ef més irremisible de todas: et anacronisma” (pdg. 4). Quiere enitarlo; Ia arroja en la cuenta de otras; y con frecuancia reitera a4 pluma la expresisn peyorativa® Aungue no iemre emplee esa expresién, contra tal pecado “esté divigido sada eite bro” Ahera bion, evitar el anacronirmo, lograr la realidad de un tiempo 9 de un espacio detsrminados, “comprender y hacer comprender” su “manera de querer, de sentir, de pensar y de creer” es empefio par- Hetlarmente dificil, “Historiador mo es el gue sabe, sino ol gue investiga” (pg. 1). “Cuando se trata de hechos histéricos, no tenemos munca convieciones absolutas, ... investigames, realizamos biisquedas, legundo Unicamente a la razin como guia y luz” Boliemos lo simplista, Descon- cosas enteramence diferentes En consecuencia, gcudl 2% en este caso, y por lo que respecte al siglo XVI, al propéiite de ete historiadar tan prendado de su ciencia y tan convencido de la dificultad de su saber? Se plantea ahora una pregunta: ¢oémo concebir exactamente la actitud del siglo con respecto a la religisn? El tomo LXXXII de esta telecciém eitd destinado a exponer sut creencias y sus luchas por las creencias, pero efue caper de la incredulided? “Hay que voluer a re- flexionar’ todo un siglo” gues se trata de descubrir su sentido y su espiritu! Diversos son las opiniones; y Febure las expone. Lo indica respacto @ Rabelais, juzgado de manera tan diverse. Knumera tos Rex belais ef de ta tradicién, el de tos historiadores, et de tos crtticus.? Ahora bien, s¢ refiere de manera particular, por lo mismo que le proporcions cl “aleria’ de que surgié este libro, a la tesis de Abel Lefranc, para quien desde 1592 Rabelais es un “enemigo de Cristo, un ateo militante” (dg. 10), émato de Luciano “que jue mds lejox que todos los ezeritores contemporénens en el camino de ta oposicién filosdtica » religiosa” (pa- gina 172). Asi, pues, para tratar el dificil problema, Febure centra su investi- gacién en Rabelais. ¥ no cause sorpresa si, en una obra destinada estudiar la evolucién de la humanidad, hayamos admitido que un hombre sea ol “centro” de todo un volumen, Fsta obra pretende ser explicatia 2 Ver plus. 65, 248, 282, $15, 266, 398 2 Ver, ‘bor efeinplo, pigs. 28, 294 4 Di. gy 1 1B, oven Ae BER, 7y 182 198, $815 y on conto to aye fala a eroy Mina S82 loutad vaya tm oro ljor a ede! cuanda dict oe een: &:Ne se Mk initio por tte dara eat vane ave yo hay a ta toed Bh Suisun para labors ta Nsoria ee Heat adeno” Nota Sena ae 8, + Ver cf, nds, 2, 6, 9. ‘BOY signy'9, 599, 5-75, 97, 172 fiemos de la hipstesis: hipsiesis seductora y verdad demostrada son‘ PROLOGO vu puns bion, ta explioacon conten ot estudio del papel de indivi, se vio ildrprate de une fpoce, ya coma tnciaor del futuro. Y aged . No hagamos como si las conclusiones de los historiadores no estuvieran bajo la gravita: eign de lo contingente. La mis estiipida frase es la del liseo “que ya 00 volverd @ escribirse”, porque corre el peligro de ser la mis estipida, © mejor dicho: no e¢ volvers a escribir ya exe libro, no porque logre lo absoluto de la perfeccin, sino porque es hijo de su tiempo. La historia, es hija del tiempo. No Io digo, en verdad, para rebajarla, También la Filosofia es hija del tiempo. Incluso Ia Fisica es hija de au tiempo: ia de Langevin ya no es 1a de Galileo, que no es tampoco ya la de Aristételes iHubo progreso de una a otra? Quiero creerlo, Por tanta, los histor dores deber:os hablar sobre todo de adaptacién al tiempo. Cada epoca se forja mentalmente su universo. No Jo clabora tinicamente con todos los materiales de que dispone, con todos lo hechor (verdaderos. 0 falsos) que heredS 0 que kta ido adguiriendo. Lo elabora con sus 1 2 INTRODUGCION GENERAL propias dote con eu ingenio especifico, sus cualidades y sus inclina- clones, con todo lo que la distingue de las 6pocas anteriores De igual manera, eaca época se elabara mentalinente su represen- tacién del pasado hist6rico. Su Roma y sa Atenas; su Edad Media y su Renacimiento. gDe qué manera? Con los materiales o datos a su Aleance, y por ahi puede introducirse subrepticiamiente un elemento de progreso en la labor histérica. Mas hechos y mas diversos y mejor controlados: la ganancia no es despreciable. A igualdad de talento rho ef igual Ja casa que el arquitecto edifica con viejo morrillo y dos o tres vigae usadas, que aguella que construye con abundancia de hes mosas y buenas piedras talladas y con excclentes maderas labradas y Cispuestas 2 ser ensambladas, Pero no s6lo cuentan los cnateriales, sino también as dotes naturales, que varlan, y las cualidades del espfrite: y los métodos intelectuales; y hay que tener presente, sobre todo, las inelinaciones y los motives de interés, tan dispuesios a transformarse ¥ que proyectan la atenciéa de los hombres de una época hacia deter- Iminados aspectos del pasado que por mucho tiempo estuvieron en pentabra y a los que mafiana volverén a cubrir las tinieblas. No diga- mos que esto es humane, pero si que es la ley del saber hurnano, Nuestros padres se elaboraron su Renacimiento. Ya no era el Renacimiento de sus padres. De ese Renaciniento hemos heredado algo: a los quince aiios tanto mis compaferos de estudio como yo felamos el Voyage en Italie y Ia Philosophie de Art, de Taine; a los Gieciocho nos alimentaba Burckhardt. Y por mucho tiempo el Rabe- Jais que yo concebfa era el mismo de Gebhart. Sin embargo, desde 1900 2 194 jcudntas tragedias y derrumbamientos! Si no me hubiera. dado cuenta de esto por mi mismo (no hago ironia: e) hombre tiene tal necesidad de estabilidad y halla en Ia estabilidad un tan grande agrace que, incluso si e3 clarividente por maturaleza o por profesiéa, sucle rechaiar serlo por instinto y cerrando los ojos a la realidad s6lo intra Jo que vié antafio), si no me hubiera dado cuenta personalmente, Ta lectura en 1922 de ln gran Inteoduccién que puso Abel Lefranc en cabecera del Pantagruel, en la edicién critica de las Obras, me lo hu- biera advertide, Me produja ua impacto, y de ese impacto nacié este libro, este libro que quisiera plantear, por reacciém, los dificiles prow blemas de la incvedulidad. Ante nosotros tenemos algunos de los grandes espiritus del siglo xv Y en primer lugar a Rabelais. ¢Qué fue, en verdad, ex su fueto interno este hombre? ;Un turenés burlén que hered6, sin mis, Ia inspiracién Qnticlerical y la imaginaciéa bromista y aguda del orleanés Jusa de Meung? ;O fue un profundo filésofo que ganando en agilidad y sutileza a ‘sus contempordneos se les adelanté de tal modo en la critica y en In incredulidad que ninguno pudo seguirle? fue el escéptico INTRODUCCION GENERAL 3 Anatole France proponiendo en su siglo “la fe més necesaria al hombre, Ia mas conforme con su naturalera, la mis adeevada para hacerle dichoto: Ia dda"? ¢O al contrario, fue como el fanitieo Abel Lefranc, un hombre decidido a guiar a los otros hacia las certezas laicas de una cioncia sin limites? Mas sosegados que el arrebatado exéyeta de Pan- tagruel gveremcs en Rabelais a uno de eros medio cristianon que colocan en el altar del Dios de los humildes a ua Cristo despojado totalmente de aureola, 0 le insuflaremos una pasion reformista. pronto sofrenada por miedo a ler supliciss? Se trata de autoridades y detris de cada una de estas opiniones contrarias hay, apoyandolas, diez de las mis respetadas Rabelais: pero aqui tenemos a Des Périers; et desconocido Des Périers; humanista entusiasta del pensamiento platénieo; servider de la Margarita de las Margaritas, que unas veces le fue favorable y otras lo tuvo en desgracia; militante del animoso grupo que proparcions a la Reforma francesa su primera Biblia “en leagua vulga:”; colaborador de Etienne Dolet, principe de los litvepensadores, en los Comentarios de la Lengua latina; autor, sin duda, de poemas pesimistas y, probable, de narraciones joviales y algo verdes; y misterioso autor de un Cymbalurt Mundi cuya inspiracién y origen fueron enigmas por expacio de cuatro siglos: entre todos estos aspecro: de un mismo hombre zcudl elegire- tos? {Géme hemos de reconstituir la figura de aquel a quien’ los criticos han ido colocando sucesivamente cerca ce la Reforma, del libre _pensamiento, del misticismo del relato picante? Des Périers, si, pero cy su protectora Margarita de Navarra? La cristiana del Espejo del alma pecadora (Mircir de Came pecheresse); la mundana de los cuentot del Heptameron; la mistica de les epistolas a Brigonnet; la luterana que tradujo en versos franceses co] Comentario de Martin Lutero sobre fa Oracién dominical; que ayudé en sus co mionzos al futuro autor de la Jnstitucién; la espiritual que protegié a Pocques y a Quentin contra los furoves del picardo convertide en ginebrino; 1a sedienta de amor divino, © owe amour a dowe regned ‘Qui ime transperce do" ton dud. Hiss, 21 peur ‘De nlaimer point Wasser bon coour. Con rasgos tan diversas (y seria intento vano pretender clasificar por épacas), geémo srazar una fisonomia animada y coherence? Des Périers, si, pero gy su modelo Doler? Si hemes de creer la opinin de Copley Christi, fue un martin del Renacimicntas Qué tonalidad tenen actualmente en nuestros cidos, ofdes de hombres del siglo 2c, algunos libros redactados entre 1530 y 1550, por un Rabelais, un Dolet, una Margarita de Navarra? El problema ho est ahi, sino que contiste en saber de qué manora entendieron, pudieron entender y comprender, los hombres del 1532 el Pantagruet ¥ el Cymbalum Mundi: pero invirtamos la frase: consiste mucho mis ‘in en saber emo los mismos hombres 110 pudieron, seguramente, ni fentenderlos ni comprendertos. Detris de estos textos colocamos de ma- era instintiva nuestras ideas, nuestros sentimientos, el fruto de nues- tras investigaciones efentifieas, de nuestra: oxperiencias politicas y de mucstras realizaciones sociales. Pero aquellos que los hojearon por primera ver como una novedad, debajo del told © del cobertizo del Librero, en Lyon, en la calle Merciére, o en Paris, en Ie calle Saint- Jacques, ¢qué fie lo que leyeron entre las apretadas lineas tipograe iadas? V'porque su manera de encadenar ideas confiera a tales textes, al menos para nosotros, una especie de eternidad en la certeza, zpodemos sacar la conclusién de que cn todas las épocas son igualmeate posibles todas las actitudes intelectuales? Tremendo problema de historia del eepiritt: humano. Viene a duplicar el del método y a proporcionarle wgular amplitud “De igual manera que los demés elementos de su histori Tas creenciog oomalza de in Humanided han side, ea cada momento, todo io que poilan ser. Bn, conecuoncin, ls vordadea anorles actuals, fun'en el caso” de haberlas odio presontir mAs" pronto, habean Gstado enfoncer dasprovisias de todo valor prictico, Y aquel que lat hubieraafirmado no hubiera tenido rax6n contra sus contemporaneos™ ‘A planteaba Fredrik en 1908, dentro del eamnpo moral el gran problema, ‘del_ recursos del hombre que no esti, jutieado Fr ndlo alguno por’ el hecho de haber adivinado 0 coluibrado el ponerie. ¥ agregaba, al hablar de Jo que actualmente ot para nos Boot "ls verdad tora el hombre no hubiera pod realize antao; tisigulecs hubiera debido realaris “vo incbiera podido. imaginary tofarla": Hlormeso textimonio de esprit histsloo nos -olreds ext mralista egamost. de paso. Tl primero de rueteespropbsitos presents es transferic estos concepts desde el plano ino al de as creencins. Un propbaio que taut de. acuerdo con alguna de las prohundas tendencat Ge nuestra fyoca, Ne hnce mucho, nuestro macttro Lévy-Bruhl ingutia en qu P por qué razopan les prmivos de manera diferente a ks cllzadon Poo dig a i vee, boron por mucho Gepe prinlihen En. modo alguno ni on todas’ lar pects wsaron, de Tavera. indutinta gules hubs de ctzonanionto para fosmar sus sistemas de idess y de ereeme as ata tna verdad algo burda, fonnulada de esta tanetas pero 6 INTRODUCCION GENERAL, por qué los historiadores, en vez de matizarla al aplicarla a lor hechos de su jurisdecién, suelen ceder s6lo a los fil6solos el euidado de expre- sarla? ;Ser‘a tan’ mediocre, en verdad, la empresa? ‘Al watar de reconstituie el estado espiritual de nuestros ante- ppasados respecto a las cosas do la Religion solemos plantear todo asi Faqui la Razin y alld la Revelaciéa, Hay que elegir.” ¢Elegie? Pero qué siqnifica en realidad para el hombre real, para el'horbre vivo, fsa disputa de abstracciones: razin, revelacion? Al hacer consiar Re- nan en ot Avenir de la science (pg. 41) que frecuentemente hay entze los mis. sinceros ereyentes hombres “que proporcionan ala ciencia eminentes servicio”, obtenfa esta consecuercia: que la matur ralea humana, “mis vigorosa y potente en el fondo gue todos. los "sabe deseubrir secretos para tomar su desquite” sistemas religiosoe", Y , que no ignoraba en modo alguno lo que pueden ocultar los repliegues dle una conciencia avida de fe, agregaba: “Kepler, Newton, Descartes y la mayoria de los fundadores del mundo moderno eran ereyente:.” Los fundadores, pero ey los precursores? Descartes, pero Rabelais con él? La pregunta tiene mucha importancia. ;C6mo 20 sorprenderse de [a forma en que nucstras contemporinecs se obstinan, con el Pretexto de justificarlos, en cegradar a lee grandes hombres a los que. no sin caz6n, atribuyen la génesis del mundo moderno? No estan atisfechos hatta no convertirlos en gentes mediocres, en hacerles os, ‘imicos hombres sin valor en un siglo poblado de héroes que pagaron con su vida, gozosamente, su adhesién a verdades que, por lo demas, eran centradiciorias. Algunos saborean ura alegria que no saben disirau. Jor, al exbibir cea supuesta cobardia, satisfaciendo de esa manera su odio instintivo al espiritu y a su grandeza. Necssitan a un Lelévre, contenido en la pendience resbaladiza de la herejia por su sola pru- dencia de anciano timorate. Necesitan de un Erastno, negindose a dar su adhesin a un hombre y a unas doctrinas contra los que —como sabemar— se sublevaba todo su temperamento de hombre, tinieamente es lo que dicen por amor 2 su eosiego y para evitare duras per- secuciones, 2Y con qué sono altanero, muchas que como hombres pa~ ecen poco acostumbrados a las osidias del espfritu, reprochan al protezida de Margarita y al amigo de Tomis Moro, lo que, cuando a veces s2 inclinan a la indulgencia, se dignan llamar sus simideces? En ol extrema opuesto de aquella centuria, les hace faltz un Mon- taigne cobarde, pusilanime, que huye do la peste y de los peligras pablicos, Y entre ambos extremos, necesitan un Rabelais que sea copia exacta de su Penurgo: payaso o bufén astuto y taimado, gorrén cinco, inerédula total, aunque disimulando para rendir a la Tglesia los respatos obligados, © bien (sta es la nueva versién}, un Rabelais fandtico, violentamente rebelde no sélo contra Ia Iglesia catdlica, sino contra INTRODUCGION GENERAL 7 Ta creencia cristiana como tal: aunque disfrazado por miedo, Come si el miedo fuera, aqui, el compafiero natural (y loable) ée Ja inteli- geneia y de la razén. He aqui, pues, sentenciados por una justicia sumaria, algunes hom- bres que, sin embargo, asediaban el Misterio, hombres que de un extremo al otro de la vida lucharon con lo Desconocido y que pen- aaron lo universal no a la manera de sus hijos del siglo xvi, como un mecanismo, como un sistema de papirotes y de desplazamientos sobre un plano conocido, sino como un organismo vivo, animado, regio por fuerzas secretas, por misteriosas y profunas influencias, A estas fanzasias de una historia mediocre, fantasias dictadas con frecuencia por preocupaciones personales de hombres perdidos en el detalle infinizo, debe substituir una concepcién més verdaderamente humana {el micda es del hombre, pero mas es todavia e! triunfo sobre el miedo) y las concepciones espiriwwales de un siglo heroico. Y tal es el ambicioso propésito de este bro mio. ¢Biografia de un hombre, de Rabelais? Por grande que ese hombre fuera no la hubiera escrito. Me hha parecido que bien vale el esfuerzo de diez afios la investigacién de un método 0, con mayor precisién, el examen eritico de un complejo de problemas hist6rices, psicolégicos y metodolégices. YY ahora, una pregunta: zhice bien en dejar subsistentes en Tas pliginas que siguen los rastros de mis investigaciones? Hubiera podide derribar ini primer andamiaje, el rabelesiano, renunciar a la disca- sién de los textos publicados por mis predecesores y no dejar sino la segunda parte, o incluso Gnicamente la tercera, Pero ;no se habria hecho totzlmene arbitraria, quedando flotante, sin realidad? Este. libro —este libro de partes desiguales que se alinean por masas decre- lentes: la mis material debajo, con su pesantez critica; [a segunda, més ligera ya, en el centro; y la tercera que cubre a las owas das—y teste libro que, por su misma estructura, marca lo que fue la trayece toria de un espirity (quiero hacerlo constar_ ante el lector), no nacié de una opinién teérica, de una de esas convicciones a priori que tanto dafio hacen a nuestros estudios. Me doleria mucho que se viera en él la tentativa de un ensayista, un brillante esboro, una improvisacién. Para mi ha sido un compaiiero desde el ya lejano dia en el que, en Esurasburgo, delante de Hemsi Pirenne, me enfrensé a brazo partido, por vez primera, con Ja elocuente teoria de Abel Lefranc, hasta que me decidi a publicarlo tal como esti, como una profesién de fe en los destinos de! espitiiu independiente y libre, como una afirmaciin de esa valuntad de comprensién y de “hacer comprender” con Ta que me gusta definic la funciéa de la Historia y la fecunda tarea del historiador. PARTE PRIMERA gRABELAIS, ATEO? NOTA PRELIMINAR EL PROBLEMA Y El, METODO Y, claro esti, hay un problema de métedo. Cosa convenida es que siempre resulta muy dificil conocer a un hombre, el verdadero restr de un hombre, Pero referir esto al siglo xvi, a sus eseritores y a sus opiniones religiosas, creemos ciertamente que es exagerado. Se pone excesiva desenvoltura, segiin Ios temperamentos, en hacerlos pasar de la incredulidad agresiva a la creencia mis tradicional. ¢No se debei esto a que estos problemas de opiniones —que hemos solide proclamar insolubles— los hemos creado Gnicamento nocotros? gNo_habremos substituido su pensamiento por el nuestro y deirds de las palabras que emplean no pondriamos significados que ellos no pensaron en modo alguno que tuvieran? De este medo el problema mal planteado puede hacerse un pr blema mejor planteado, Pero se trata de enjuiciar toda Ia concepeiéa del siglo xvt huranista. En una palabra, hay que volver a reflexionar todo un siglo. zDebiamos hacerlo en forma didietica? Tratindose det fuero interior, de las luchas de Ja conciencia con las verdades revelzdas como con las dudas nacientes, semejante decisién hubiera sido esleal. Se imponia el camino que vamos a seguir: centrar la informacién 0 pro- ceo en un hombre, elegido no sélo porque sigue siendo famoso, sino por el estado de los documentos que permiten reconstituir su pensa- miento, por las declaraciones que esa obra contiene, por los mismos significados de ella que parecen calificarla de mantra especial para tun estudio semejante, Este hombre es Francisco Rabelais. Ex primer lugar, Rabelais ha dejado en sus obras p: dedieadas a los protlemas Giidian a mus contemporinees, Problemas sobre el alma y eu inmovialidad, sobre Ja resurreccién y Ia otra vide. Problemas sobre el milagro, sobre la omnipotencia det Creador, sobre Iss resistencias del orden natural a la libre volintad de la divinicad, e LAMINA Frincigco Rabelais, Pintura dal siglo xv Musoo de Religin de Revel, whe. sales BL PROBLEMA ¥ EL METODO 9 Esto por Jo que hace a lo esencial. En su torno se agrupan clentos fe alusiones 2 otras disputar no menos interesantes, Y todo esté expucsio pot un escritor nato, el mayor artista de la. prosa que hubo en siv época, En segundo lugar, y aunque el cimulo de documentos personales ¥ directos que poseemos de Rabelais esté lejos de satisfacer toda nues tra curiosidad, ese conjunto es, sin embargo, tan considerable como los més imponentes expedientes personales que not haya dejado el sie glo xvi respecto a uno cualquiera de sus grandes escritores. La vigo- rosa, Ja muy potente personalidad del primero de los grandes novelis+ tas modernos, suscité, atin en vida de éste, violentas reacciones. De ahi la multitud de eceritos, latinos y franceses, en claro o en cifra {aunque se ba perdido la clave), que recogemes con una curiosidad vivamente excitada, naturalmente. ‘Curiotidad peligrosa y decepcio- ante: por un lado, nos empuja la tendencia @ aumentar el nimnero de tales documentos y, por tanto, de afiadir al expediente Rabel toda una serie de piezas que le son extrafias; pero, por otra parte, aqué debemos extraer de tales documentas y eémo hemos de tratarlos? gDebemos aceptarlos Jiteralmente o interprotarlos, uadueirlos? Fs un problema de sentido comin, que es Jo que siempre se dice; y deseo juego es natural l2 preeaucién, sin duda, de separar las amistades de los odios, Ios razonamientos intencionales y los zescntimientos o ren= cores. Pere Io dificil y lo importante para el historiador es volver a Tear con ojos de 1530 0 de 1540 estos textos excritos por hombres de 1930, de 1540, que en modo alguno escribian como nosotros; leer asi esos textos pensados por cerebros de 1530, de 1540, que no pen- saban en modo alguno como nosotros. En suma: gpor qué Rabelais? Porque todo estudio detenide de Ia novela y del pensamiento rabele~ sianos hace enjuiciar, allende la obra misma, la ovolucién total del siglo que los vio nacer, que les dio macimiento, Hace mucho tiempo nos dijeron: ¢Quieres reconstituir Ia evo= lucién espiritual del padre de Gargania sin desviarte demasiado? Comienza por trazar la curva de su época y volver a leer el hermo- so articulo que en 1897 publies Henri Hauser en la Revue Historique. En él deseribia con mano sequra Ja evolucién paralela del Husnanismo y de la Reforma, ‘Tres tiempos. Primero, unién intima de las fusrsas innovadoras contra las supervivencias de la Edad Media; y los hombres que rerao- zaban su pensamiento al contacto del peramiento antiguo se figura ban ingenuamente que les primeret zeformados participaban de sus anhelos y seguian sus mismos earines, Tlusién de duracién breve; ya desde 1534, desde 1535, muchos renacientes vacilan. Dalante de sus ojos, contemplan en Francia los cambios del rey Francisco, las pri- meras persecuciones gravee, Ja hostil actitudl de los préceres, Ia viow 10 aRABELAIS, ATHO? lencia de un clero belicoso enviscado por los golillar; fuera de Francia, agrias disputas teoldgicas, violentos anatemss contra la investigacién Iibre y la cultura... Cuando frente a freate y en campat opiestos se encendieron Ia hoguera de Servet y la de Doles, aquellos optimistas decepeionados se retiraron de un combate cuyo ebjetivo les resultaba totalmente ajeno. Entre el Huranismo y la Reforma parece consu- mada la ruptura. Lo mismo ocurria con Rabelais que con su. siglo. Cada uno ce sus libros mide ritmicamente uno de loa tiempos de una evolucion que registra y que acelera, Pantasruel, 1592; Gerpantia, 1534: dos manifestacfones del primer humanism, de aquel que cre: yendo estar ayudado por la primera Reforma la servia y la ayudaba am voz. En el Libro Tercero (Tiers Livre} todo cambia: el Rabelais de 1546 es un filésofo al que irrita el confficto de los cateciemos, aunque ya no le interesa directamente, Ye] Rabelais de 1552 es un galicano nacionalisia: su Libro Cuarto (Quart Livre) apoya la causa, del rey de Francia contra Roma; no defiende para nada el credo. Aqui esti Putherbe, el furieso, allé Calvino, el demoniaco: rebeladas igualmente por sus rivales fanatismos, pero, a veces, concordantes, Rabelais se aparta de sus rabiosos furores y, come auténtico platénico, se sumerge en Ja contemplacién de la Belleza y de la Armonia, Por mucho tiempo se nos dijo ser asi... De pronto, en 1923, uma reonante Introducciin al Pantagruel vino a turbar la concordia, 4Rabelais reflejo de su fpoca? De ningin modo. Se trata de un espiritu marginal, fuera de toda catalogacién, Ex el precursor de los librepensadores del siglo xvi, Cosa enceramente distinta del Rabelais de Gebhart, prefigura del de Anatole France, Rabelals es un ereyente de la incredulidad, Y su obra una llamada a reunién y afiliacién de lor auda- ces que, a través de! mundo, iban ya entonces sofiando con la emanci- pacin religiosa integral. . ‘A la muy natural y obligada pregunta: zeual fue ol verdadero propésito u objetivo de Rabelais cuando redacté su Pantagrucl: hacer reir a sus contemporineos o proseguir cierto misterioso designio?, Abet Lefranc, ro:npiendo el hueso medular, contesta sin vacilar: “el” autor del libro se adhiere, al comienio de su vida literaria, a la fe racio- nalista”; hay mis: aliment$ en su interior un “pensamiento secreto”. Ver en Macse Alcofribas a un buen cristiano, seducido un instante {como tantos otros) por las primeras manifestaciones de una Reforma gue tendia Ia mano al Humanismo, es un grave error. Este error ha des Pojado de toda curiosidad a los exiticos y ninguno de ellos se ha Preguntado "si, on iitimo andlisis, no habia dajado de ser cristiano Rabelais” (pag. XLI}. Pues bien, para Abel Lefranc no cabe duda alguna. Ya desde 1552, el padre expiritual de Panurgo era un enemigo de Cristo, un ateo militante. gAdepto, mis o menos timido, de la EL PROBLEMA Y EL METODO n Reforma? jDe_ningtin modo! Segtin esta opinién, st era un émulo de Luciano y de Lucrecio “que fue mis lejos que todos los escritores contemporinest en el camino de la oposiciSn filosifiea y religioss” (LI). ¥ como “la més tigera mudanza hubiera constituido una. con- fesién que podria descubricle”, mantuvo coa_ imperturbable.tranquic lidad sus alusiones prometeicas y jamés las toed. “| Qué vigor de ironia latente y contenida! Este aspecto desconocido de! genio del escritor todavia reserva numerosas sorpresas a los estudioxes, aun sia comtar Ing ideas sometidas a juicio y su aleance histérico” (pag, LIL). En 1877 la conelusiin de Gebhart era que Rabelais fue un exeép- fico puro y que su espirity fue sucesivamente pasando por doctrinas aiferentes que solictaron el examen de su razbn. "ZQué valor tiene fen realidad Ia adhesin que mortrd mas tarde a la religiSn catSliea? Ez un enorme Quizé imposible de resolver.” A esto replica Abel Le- frane que no hubo tal gran Quiz y que Rabelais nonea fue un eseép= tico, sino un ereyente.-. un ereyente de la incredulidad y que su credo fue el de les espiritus potentes, vigorosos, radicalmente rebeldes 2 la revelacién, ;Su originalidad? Consiste en haber pretendido reunir fen su torno a todos los iniciadas, a todos aquelios a quienes su eefle- sida incliaaba ya hacia les ideas de libertad, “a todos aquellos. que, por tado el mundo, sofaban en una total emancipacién”religiosa”™ Poro ademis, get que no hubo alguien en eu época que lo compren diera y lo expresara con tanta claridad como se podia decir: el enig- mético autor del no menos enigmatico Cymbalur Mundi de 1537? Er el dislogo cuarto de los que forman la obra de Des Périers, ef perro Hylactor, a quien se ha eoncedido el don de la palabra, pero que no sera entendido por ningmo de sus congéneres hasta el dia fen que encuentre a su antiguo compaiero el perro Pamphagus, 720 es el propio Des Périers que incita vanamente a. Rabelais Parnphagus para que, al fin, abra sx mano lena de verdades erftioas y moriferas? No hay que dejarse engafiar por “la carcajada enorme ‘del gran sa- tirico”, bajo ella "Se disimulan las més audaces intenciones, La mi cara de la locura es tan s6lo un expediente del que se sirve Rabelais para lanzar a todo el mundo las verdades y las negaciones que le era imnposible hacer oir de otra manera (pig. LXVIIL). Todo esto se relieve al propio Rabelais; pero, al mismo tiempo, se jurga a su siglo. La publicacién en Lyon el 1532'de un manifesto de ateismo redaczada en francés y, ya por ello, destinado no a la selcc~ cin latinizante, sino a la gran masa de gentes para las que casi conse tancemente los téreules de los Nourry y de los Arnoullet impeimian novela: de eaballeria en prora abueguesada o almanaques y cuentos alegres y plcantes, significarfa nada menos que todo un crastorno de Ja Historia intelectual y religiosa del sigio xv feaneés, tat como lo afirman slgunas generaciones de historiadores y de eruditos, Béstenos abrir la vaste exposicién de las fuentes y del desarrollo del Racions Tismo en ta literatura francesa, que se publicé al cuidado de enti 2 ERABELAIS, ATEO? Busson el mismo afio en que Abel Lefranc editaba su Introduction au Pantagruel: de las fechas-limite que aparccen en la cublerta Ta primera no es la de 1532 —afio en gue se imprimié el Pantagruel—, sino 1593, fecha del primer discurso de Dolet en Toulouse. Y Buston precisa: ningin autor anterior 2 1533 se le habla ocurrido jamas construir un sistema de metafisica o de moral fuera de la religién, 'Y 1539 no es sino un punto de arranque; s6io Ienta, prudente y tale madamente si se quiere, en el curso de los diez aios siguientes fyeron los disefpulos de los faduanos introduciendo en Francia sus sospechosas Aocirinas, doctrinas que “ni Rabelais en sus dos primezos libres, ni Des Périers en el Cymbalum parecen haber conocido”. Ag se expresa Busson (Avant-Propes, pig. XIV). En cambio, Abel Lefranc afir- ma que el Pantagruel de 1532 ¢8 el primer toque de elarin Ilamando al ataque librepensador... Y coa esto ya tenemes planteado el problema. aks cierto que Rabelais, en el insurgents silencio de su conciencia, allmenié ya deide 1532 ef designio conscionte y peligroso de combatir 2 fondo el cristianismo como religi6n revelada? ¢Es eicrto que en una Epoca en la que el violento conllieto de las confesiones aun no habia hundido en modo alguno a tantos moderados en un escepticismno pre- fiado de novedades extraiias, y que antes, mucho antes del asunto de Jes Placards, on Ia Francia de 1530 a 1535 totalmente poblada de evan- selicos, de ‘erasmistas y de ficles, puede el historiador colocar un Tejuelo que diga “Libre pensamiento” debajo del cual se inseribirian, despufe de un Rabelais isimuladamente resuelto, todo un conjunto de hombres dominados por un mismo sentimiento: el odio a Cristo, tan adio feroz, implacable pero razonado? “Es cierto que...”, la frase trasciende a jusgado de instruccién. Y, on verdad, se trata ‘ni mis ni menos que de instruir un proceso, 2 justipreciar testimonies: los de los arsigos y los de los enemigos do Rabelais; a ellos hay que unir los del propio Rabelais declaravido juntamente con su vida y con sus obras, Vamos @ incoar tal pro- ‘eeso. Pero una vez reconstituide éte ghemes de sentenciar si 0 no? ¢No puede llevarnos el examen eritico de los hechos a substituir la frase del magistrado: “es cierto que”, por la del historiadoe: “cémo se explica que...”? ExpresiOn ésta humana; expresién eel que sabe que en cada momento de su desarvello las ereeacias de Ia humanidad son lo que pueden ser. Y, por tanto, el problema no eonsiste en pre= fguntar si al leer determinados pasajes de Rabelais nos sentimas tentades a exclamar: “jQué Rabelais! ya librepensador!”; el problema estriba fen preguntarse si al leer esos mismos pasajes, los contempordneos de Rabelais (me refiera a fos mis perspieaces) experimentaron 0 90 una tentacién igual; y, finalmente, el problema radiea en saber si el propio Rabelais y, con mayor generalizacién, un hombre de eultura equiva EL PROBLEMA Y BI, METODO 3 fente a ta suya, podtia o ho alimentar en aquel tiempo el propéxito de revelar una doctrina euyo aspecto de negacién se ‘Nor sehala, sin Guda, pero de la cual se nos oculta —explicablemente— a4 conteside original En suma, gno nos condueiria a an callej6n sin salida en la prictica de la hivtoria religion el métoda del Es cierto que? En cam bio, el del Es posible que eno lievard al historiador a ese fin white ‘gue debe propanerse toda historia y que no es el de Saber, sino el de Coniprender? Con este inimo vamos a tatar de nuevo el problema ys ante toda, procederemes @ examinar testinonios y testiges

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