Blanca Varela: panormica de una conciencia que despierta
Alberto Valdivia Baselli
Introduccin
La mayor poeta de la llamada promocin 45-50, Blanca Varela (Lima, 1926),
construy una vertiente inslita a inicios de ese lapso de consolidacin potica
peruana y tentativas post-vanguardistas. En medio de propuestas de aperturas y
experimentacin centrfuga, en las que se apostaba mucho ms por la
multiplicidad esttica que por la afirmacin personal, Varela fue edificando un
registro de auscultamiento mltiple de la realidad, bajo una marca personal, de
suave imaginario surrealista e intenso repaso a las realidades ms dolorosas o
efmeras. Este paradigma personal, empero, no supuso unidimensionalidad
esttica en Varela, sino nicamente una bsqueda singular por la coherencia
tcnica con la que pretendi aproximarse a la palabra; incluso, es posible advertir
en la trayectoria vareliana sutiles modificaciones estticas que contribuyeron a
modificar el tratamiento del lenguaje en el que se enmarcaron tanto signo como
sentido potico. Es el caso de la alternancia, por ejemplo, del verso y de la prosa
en todos sus poemarios (incluso, yuxtaponiendo prosa y verso dentro del poema)
con excepcin de los dos ms recientes: El libro de barro, escrito ntegramente en
prosa; y Concierto animal, escrito ntegramente en verso
1
.
Octavio Paz, que prolog su primer poemario, en 1959, sealaba de la entonces
novsima vate: Blanca Varela: El [canto] ms secreto y tmido, el ms natural
(10). El mbito de La poeta es, a pesar de sus espacios de figuracin onrica, una
zona de revelacin intensa, de reafirmacin de la realidad y de fuerza humana.
Desconcierto natural, secreto y tmido frente a lo nuevo usual, intensidad y
precisin tcnica son los dismiles elementos que construyen la potica de Varela,
tanto en sus versos ms orientales y tempranos, cuanto en los ms cruentos, o
en los ms densos y tardos:
Despierto.
Primera isla de la conciencia.
Un rbol (1996:71)
Convertir lo interior en exterior sin usar el
Cuchillo (1996:197)
esta maana soy otra
toda la noche
el viento me dio alas
para caer (1999:26)
Varela pasa revista a la realidad con los ojos de un reciente, pero con la piel de
quien ha visitado esa misma realidad hasta en sus ms dolorosos y oscuros
reveses. La inocencia de quien descubre es requisito indefectible para descubrir la
realidad en la poesa de Varela; pero tambin es requerible desenterrar de lo vital
la misma vida que crece y se desparrama por todos lados, destruyndolo todo:
Ahora pasa el mar, invertebrado y somnoliento. Deja extraas especies
revolvindose en el camino inclinado y resbaladizo. Los imbciles las
hincan con sus bastones, tratan de hacerlas rodar sobre sus traseros.
Al da siguiente amanecen muertos con las uas y los dientes ennegrecidos
(1996:63)
Anotemos el caso particular del poemario Canto Villano, en el que podramos sealar, entre los
poemas en verso, slo un poema escrito en prosa (sin puntuacin): fragmento V de Camino a
Babel.
Las cosas que digo son ciertas o la realidad desde la palabra.
Paz seal
en el mismo prlogo ya referido- que el tiempo en el que Varela
editaba su primer poemario era, refirindose a la zona de entreguerras, un mbito
de multitudes sin rostro, horizontes sin rostro; un tiempo en que perdimos el
alma y luego el cuerpo y la cara. Somos una mirada vida pero ya no hay nada
que mirar. Este puerto existe (1949-1959) es una afirmacin personal de la
realidad desde la palabra. Toda aquella existencia sin rostro, ajena y permutada
era sealada como real gracias a la poesa: el signo lingstico se invierte: la
realidad era lo nombrado, porque lo real haba perdido su condicin de
existencia para el hombre, perdido entre la decadencia de ideologas y la violencia
organizada. Este primer libro nos muestra una poeta ya formada en la precisin y
en la estrofa cerrada, trabajando universos abiertos de sentido, con un verso
atento a sus alcances, pero manteniendo el mito, la consecuencia de su propio
vuelo. En este universo inicial de la poeta, Varela construye una potica de la
memoria activa de la realidad; afirma que lo que muestra existe, que lo que seala
con el ndice de la palabra es cierto. En ese mismo prlogo, Paz sentencia: No
creamos en el arte. Pero creamos en la eficacia de la palabra, en el poder del
signo. Nada mejor para definir a esta primera Varela; la poeta recuerda (y hace
recordar) la realidad que exista, limpia y sin ambages, antes que el hombre las
pierda o las destruya. De esta manera la poeta, atenta a la retrica del mundo
participante, permite que la realidad interacte con la palabra designada a hacerla
renacer: la poesa gesta no una realidad sino la realidad. El cosmos potico se
construye y se muestra, se revela y, sobre todo, acta. Luego, esta accin no es
inocua sino que participa tanto de la gestacin de una nueva realidad olvidada
cuanto de aquella designada desde la destruccin, desde lo terrible, mostrada
incluso en lo cotidiano, incluso en lo efmero o aparentemente intrascendente.
Varela suele construir un mundo minucioso desde el eje hostil y violento, no como
un aspecto ms del mundo circundante sino como un elemento esencial de una
nueva realidad viva y en pleno cambio, conocida, sobre todo, desde el mundo
interior de la poeta, que recin se descubre con ojos infantiles- y se revela real a
partir del acto potico.
Junto al pozo llegu,
mi ojo pequeo y triste
se hizo hondo, interior.
Estuve junto a m,
llena de m, ascendente y profunda,
mi alma contra m,
golpeando mi piel,
hundindola en el aire,
hasta el fin.
La oscura charca abierta por la luz (1996:50)
La introspeccin como fenmeno de asimilacin inversa de la realidad (la exterior
desde la interior) es un mecanismo de confrontacin con el lenguaje y con la
temtica usual en Varela. Ella es la realidad, el entorno es el protagonista. En el
poema El capitn, la poeta alegoriza una batalla onrica que avanza sin tropiezos
a marcar una lucha personal de arrastre del mundo todo, donde no es tanta la
batalla, el avance, sino lo que se debe arrastrar, lo contenido en el mundo aquello
que designa la realidad en ella, el yo potico: Slo el mar canta esta leyenda
(1996:58).
En otros poemas de este primer libro, como Historias de oriente La autora se
plantea la posibilidad del claroscuro que aglutina a la realidad y conforma su
orden. Este orden incierto pero siempre onrico desde la perspectiva de la poeta,
se ve infectado, casi sorprendido por su voz lcida y algo ajena a ese mundo, que
sin embargo conoce claramente. Otro registro trabajado en el poemario es una
sutil y negra irona: Primer baile es una terrible metfora de la condicin humana,
presentndola como una macabra danza entre el hombre y su propia existencia.
Destiempo es, probablemente, el poema arquetpico del espacio emocional que
el libro abre. En este poema, Varela ampla su visin del mundo recin
descubierto hacia al mundo mltiple que se embebe de s mismo, se sufre y se
sorprende:
Toda palidez inexplicable es el recuerdo
Travesa de muralla a muralla
el abismo es el prpado
all naufraga el mundo
arrasado por una lgrima (1996:71)
Estos "destiempos" elaboran sus engranajes y su visin desde aquello que
siempre llega tarde, como el hombre, a las preguntas que ignora o que quisiera
ocultar: la muerte y la trascendencia cierran este primer libro, tambin demasiado
tarde:
Y voy hacia la muerte que no existe
que se llama horizonte en mi pecho
Siempre la eternidad a destiempo (1996:72)
Primera isla de la conciencia: la luz.
En su siguiente libro, Luz del da (1960-1963), observamos una poeta ms atenta
al foco que del objeto a descubrir, o, mejor, ms consciente de las modificaciones
reveladas por el objeto desde el ojo que observa, desde la inclinacin de la
mirada: desde la arcada de la luz. Como en un sueo lcido y minucioso, Varela
instala sus frutas de cristal en el espectro de un microscopio, provista de la
prdiga luz de su propio vrtice de cuestionamientos. El ttulo precisa el
significado: lo claro, lo mostrado, lo incuestionable, que se cuestiona: Instalemos
bajo la lupa aquello que se ve desde la luz que los objetos desprenden. En la
primera parte de este libro, la poeta trabaja versos en prosa que pretenden ser
amplios bodegones de la realidad. El primer tema es el orden (o desorden) de lo
creado/por crear; el proceso, lo que se nos muestra. Luego la poesa observa las
relaciones emocionales y el viaje mnmico-sentimental, lo perdido. La segunda
parte de este libro (Muerte en el jardn) construye un universo ms intenso,
menos disgregado; imprime un pequeo microcosmos de interaccin, de violencia
y de prdida. Los poemas Bodas y Parque evidencian ese rito:
La retama est viva
arde en la niebla
habitada ( 1996:88)
El jardn es la muerte
tras la ventana (1996:89)
Y entre toda esta maraa cerrada de criaturas subversivas de s mismas, de su
mundo, siempre aparecida como un espectro de testigo, la voz de la poeta,
representante de aquel que existe y atestigua: Casa, rbol, dolor, / ventana, pan,
baile, temor. / Siempre yo. / Siempre salindome al paso. (1996:93)
En la ltima parte del libro, Frente al pacfico, Varela erige una incgnita nueva:
la bsqueda explcitamente metafsica:
Por el mismo camino del rbol y la nube
ambulando en el crculo rodo por la luz y el tiempo
de qu perdida claridad venimos? (1996:99)
Lo interior en exterior sin usar el cuchillo o la carne confesional.
Probablemente el libro de Varela ms concurrido por la crtica, Valses y otras
falsas confesiones (1964-1971), sea el ms abierto en tcnica y actitud. La autora
usa en este poemario no slo el poema en prosa y en verso ms equitativamente,
sino que los empata en un dilogo de enfoques que emparientan dos universos
que se conocen y que, en ese coloquio, se explican y se cuestionan. El ttulo del
libro, meldico y sugerente, alude irnicamente al melodrama del vals criollo (la
falsa confesin) frente al poema que, logrado, es todo menos una confesin
efectista. La poeta, lcida y ldica, baila con el concepto. Esta confesin, como
acto personal de revelacin o de catarsis, es tambin un acto de presentacin de
s mismo, un muestra sin atenuantes y sin sombra: aireando la carne en pblico.
La posibilidad de que esta revelacin sea "falsa", indica una incertidumbre frente a
s misma, frente al mundo interior que se nos muestra como cosmos a parte,
ajeno a nuestro total control o conocimiento. A partir de esa idea, Varela construye
este confesionario incierto y se precisa en el canto, que no es otra cosa que la
bsqueda de un huidizo s mismo, que an guarda esperanzas, en lo incierto, de
recoger cristales interiores que revelen, ajenos a la falacia, el mundo y la identidad
propia.
No me parece demasiado distante la posicin planteada de la de Roberto Paoli
(Una visin lcida y desencantada), ensayista de Varela, que interpreta la
confesin "falsa" no en relacin con una incertidumbre frente a lo propio sino
frente al lenguaje: la palabra, el artificio, ropaje inevitable de lo que pretende ser
confesin. Sea esta falsedad frente al yo o frente al lenguaje (o ambos), la poeta
expone en este notable poemario al poema como problemtica de la
comunicacin entre el objeto y el sujeto de la poesa.
La primera parte del libro, Valses, arrastra el estigma poderoso de toda la
potica vareliana: la relacin violenta con el entorno y el rescate de valores
negativos que marcan la consecuencia de existir sin ser destruido: En una
hoguera extinguida/esa mujer sacrificada/cerraba los ojos y nos negaba la dicha
de su agona 1996:119). Esta potica, en donde los valores negativos son
transmutados en mecanismos de defensa frente a una realidad hostil: convertido
en un fantasma cruel besas mil mujeres/acaricias sus senos para los otros/me das
asco/y es esta nusea lo mejor de mi vida (1996:120). Adems de esta
concurrencia temtica obsesiva a lo largo de su potica (que, sin embargo, Varela
diversifica en aproximacin y enfoque), encontramos en este poemario un
ejercicio de precisin en donde la constante es el testimonio o la inevitable
condena a la ignorancia, lo incierto de la percepcin. Este interesante ejercicio es
encabezado por un ncleo potico de cuatro partes llamado Ejercicios y los
poemas siguientes hasta alcanzar la segunda parte del libro: Falsas confesiones.
Es en esta ltima parte donde la poeta busca la introspeccin personal como
ejercicio de autoconfesin, trabajada en relacin con el tiempo, su percepcin y
las marcas oscuras de lo humano (desde lo cotidiano). Esta sensacin marginal
frente a la "vida que siempre bulle en otra parte" fundamenta el internarse en lo
esencial, para descubrir al otro lado de la madeja a Tnatos creciendo desde los
suburbios de lo conocido hacia las conciencias despiertas, insomnes:
Porque t gusano, ave, simio, viajero, lo nico que no sabes es
morir ni creer en la muerte, ni aceptar que eres t mismo tu vientre
turbio y caliente, tu lengua colorada, tus lgrimas y esa msica loca
que se escapa de tu oreja desgarrada. (1996:141)
El viento me dio alas para verme caer y la bsqueda del mal.
Canto Villano (1972-1978) marca un cambio importante en la produccin
vareliana: el afianzamiento en la exploracin de los valores negativos como
esencia o inevitabilidad vital. Emergen stos como valores ponderados, ejercidos
por el hombre o desde l -inclusive en l fuera de volicin-, ya no nicamente
como violentos u hostiles acechos del mundo externo que en el poema se
enfrentan o se resuelven, sino como ejes inherentes o registros ingnitos de la
conducta ms coloquial o trascendente del hombre.
La primera parte, Ojos de ver, trabaja con la usual precisin tcnica de Varela,
magra en palabras y amplsima en sugerencia, juegos precisos de sentido en la
que la realidad se percibe a s misma, se delata. REJA. cul es la luz/cul la
sombra (1996:145). JUEGO. entre mis dedos/ardi el ngel (1996:146). En el
siguiente segmento, Varela reconquista sus ambientes de referencia negativa del
espacio para sobrellevar el espacio vital: ni una lnea para asirse/ni un punto/ni
una letra/ni una cagada de mosca/en donde reclinar la cabeza (1996:158). Varela
siempre reivindica la palabra, y en este poemario lo hace como una evidencia de
las posibilidades de confrontacin de identidad que la poesa extiende al ser
humano, incluso en el mbito genrico: Va Eva: animal de sal/si vuelves la
cabeza/en tu cuerpo te convertirs/y tendrs nombre/y la palabra/reptando/ser tu
huella. (1996:163)
En el siguiente libro, Ejercicios materiales (1978) Varela se impone a s misma
una evolucin de bestiario, de smbolos ms sugerentes dentro de una tcnica
ms abierta. Como resultado, tenemos en las manos un poemario un poco
recurrente y algo desordenado que, sin embargo, trabaja sus mecanismos
negativos, desgarradores sobre la materia humana, con la efectividad y el
preciosismo de una tragedia griega. Por supuesto, con todo este imaginario
tantico en contra, luchando y arrastrando derrotas, se adjunta una tremenda
carga de desencanto productivo, de creacin frente a la misma decadencia que
nos engendra y engendra la creacin: el lmite entre lo corrodo y lo intacto se
difumina: construye el ojo atento del hombre, su vrtice dual: como en los viejos
cuadros/el mundo se detiene/y termina donde el marco se pudre (1996:209)
El libro de barro (1993-1994) es, a pesar del cariz oscuro del libro anterior,
el texto potico ms crptico de la autora. Poesa exclusivamente en prosa que
marca sus lmites siempre desde lo onrico, con una delgada y mnima ruta que
conduce a lo reconocible; ruta que algunas veces se tuerce en un lejano o
deslumbrador enigma. El barro en este libro, es la materia prima desde donde se
construye el mundo, y el mundo a partir del hombre: el barro viviente. Esta
interaccin que descansa frente a frente entre las dos existencias: lo que existe y
lo que nos existe (y existe desde nosotros) se enmarcan entre el yo que estudia
de cerca ese proceso creativo y enriquecen el mbito de lo vivido y lo que se
espera. La existencia est, en este libro, endurecida bajo la arena, recuperada
siempre y vuelta a perder; es minuciosa hasta en el azar, asible slo en el
ejercicio atento y metafsico del que ingresa en sus resmenes (en cada huella
que se aleja) y aprende.
En uno de sus ms recientes poemarios, Concierto animal (1999), la autora no
olvida su verso exacto y su acuciosa introspeccin. El silencio, sin embargo, la voz
ms queda, el tono ms confesional logra en este texto un desgarro potico
ejercido en un susurro. Dicotomas y claroscuros (en tcnica y en sentido)
conjugan este breve libro de salvaje encuentro entre el placer y el dolor. El animal
es tan humano como el hombre frente a la muerte. El placer, como elemento
aglutinante incluye a los tres: animal, hombre y muerte son tonos de la misma
armona, hacia la misma margen:
El animal que se revuelca en barro
est cantando
amor grue en su pecho
y en sucia luz envuelto
se va de fiesta
de all que el matadero
sea el arco triunfal
de esta aventura
y en astrosa apariencia
se oculten la salud y la armona
y la negra avellana
sepulta en el gargero
lance rayos azules a los vientos
engastado en la mugre
diamante singular astro en penumbra
encuentra y pierde a dios
en su pelambre
connubio de atragantada meloda
y agona gozosa
se necesita el don
para entrar en la charca (1999:47)
En su ms reciente poemario, incluido en la edicin espaola de su poesa
reunida Donde todo termina, abre las alas (2000), su gesto potico es el amparo
de lo ilusorio, que es, adems, lo ms real. En el poemario indito que este
volumen incluye, El falso teclado, Varela se instruye de msica interior para velar
por la exterior. Como aquel personaje casi autista de Felisberto Hernndez (en
Nadie encenda las lmparas) que toca el piano ensimismado, para que los
objetos en derredor desplieguen su msica, Varela toca el piano en una mesa (o
tipea un poema en una mquina de escribir inexistente), toca la madera para or la
msica que los objetos han depositado en ella misma, como un encuentro de
existencias que ahora intercambian mensajes o se revelan sbitamente al
contacto con el ritual (musical o potico) de la evocacin.
Poema
Ciegas en el fondo de m
haces blanco en el blanco y pasas
hacia dentro navegan
carne y peladura
son alas de lo mismo
gravitan en el cieno
momento como tumba o nacimiento
lugar de encuentro (2000:262)
ltima (falsa) confesin.
La leccin de Varela es, a lo largo de su trayectoria, amplia e inslita: El mundo
est construido de realidades aparentes y detrs de ellas est la validacin del
mismo; su crueldad y su esencia dictan el mismo verso, y este descubrimiento
potico es siempre dudable, como la realidad de la que se pretende alguna
reminiscencia cotejable. El poema es el descubrimiento que slo valida la
inutilidad fctica de una existencia fallida, pero imprescindible:
digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jams escuchaste vtores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu nica
y desleal competidora (1996:164)
Blanca Varela (la voz femenina ms reconocida de la poesa peruana) ha
sido clasificada como una de las poetas "puras" de la generacin del '50,
surrealista tanto para Escobar, para Gonzlez Vigil como para Martos;
parasurrealista para Paz y Paoli. Probablemente, el surrealismo de Varela sea
ms esencial que tcnico, enormemente ms actitudinal que militante. A la poeta
no le interesan los experimentos lgicos explcitos, la bsqueda inconsciente
formal, la escritura automtica. Su bsqueda constante es de la piel para dentro,
consciente de sus marcos diminutos de realidad, atenta a lo mgico que nos
revela, al enorme cosmos de realidad que se ocultan en un cuerpo, plegada a ese
espacio de evidencias y propuestas que nos conocen mejor, porque nos describen
con la alucinada precisin de un smbolo o de un sueo.
BIBLIOGRAFA
Escobar, Alberto. Antologa de la poesa peruana. 2 Tomos. Lima: Peisa, 1973.
Gonzlez Vigil, Ricardo. Poesa peruana siglo XX. 2 Tomos. Lima: Cop, 1999.
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reunida de Blanca Varela, 1949-1994. Mxico: FCE, 1996
Paz, Octavio. Destiempos. En: Canto Villano. Poesa reunida de Blanca Varela,
1949-1994. Mxico: FCE, 1996
Varela, Blanca. Ese puerto existe (y otros poemas). Veracruz: Universidad
Veracruzana, 1959.
---Luz del da. Lima: Edt. La Rama Florida, 1963.
---Valses y otras falsas confesiones. Lima: INC, 1972.
---Canto villano. Lima: Arybalo, 1978.
---Ejercicios materiales. Lima: Jaime Campodnico / editor, 1993.
---El libro de barro. Madrid: Ediciones del Tapir, 1993.
---Canto villano. Poesa reunida, 1949-1994. Mxico: FCE, 1996
---Concierto animal. Valencia: Pre-textos / PEISA, 1999
---El falso teclado. En: Donde todo termina, abre las alas. Poesa reunida 1949-
2000. Barcelona: Crculo de Lectores S.A. y Galaxia Gutenberg S.A., 2001.
---Donde todo termina, abre las alas. Poesa reunida 1949-2000. Barcelona:
Crculo de Lectores S.A. y Galaxia Gutenberg S.A., 2001.