Espectralidades tendenciales:
Sobre el Marx de Derrida y la pregunta por la historia1
Alejo Stark2
¿Qué es relevante de Espectros de Marx a veinticinco años de su publicación?
Hacer esta pregunta ya presupone la problemática derrideana: la cuestión
ontológica (el significado del ser implícito en la pregunta ¿qué es?) y, relacionado a
esto, la cuestión de lo que sobrevive como también lo que está por venir (el
problema de la traza, de lo no-presente del presente, y de la promesa). Es decir,
esta pregunta ya presupone una cierta relación entre ser e historia. Más allá de eso,
como también Derrida escribe en un texto sobre Walter Benjamin titulado “Qu’estce qu’une traduction ‘relevante’?”, la cuestión de lo relevante es también la
cuestión del relève, de levantar, o del enderezar. Lo relevante es quizás, ahora
suscitando al Hamlet de Espectros de Marx, también la pregunta por lo que significa
“ajustar” un tiempo (en su multiplicidad de significados: le temps, l’histoire, le
monde) que está dislocado (“the time is out of joint”). Relève es el modo en el cual
Derrida trata de traducir el movimiento Hegeliano del Aufhebung. Es decir, como
se repite una y otra vez, para Derrida, relève es ese movimiento dialéctico que
levanta al mismo tiempo que preserva y niega.3 Es precisamente ese movimiento
dialéctico, normalmente asociado no sólo con el nombre de Hegel, sino que
también con el de Marx, que la différance viene a limitar, interrumpir, e incluso
(ahora en clave heideggeriana) a “destruir”.4 En resumen, la cuestión de lo
relevante como tal, es decir, de la relevancia de Derrida como también la
relevancia de Espectros de Marx para lo que tentativamente podríamos llamar
“nuestra” coyuntura dislocada (disjointed conjuncture), es una cuestión que
concierne la relación Derrida-Marx como también la relación entre ser e historia.
Esta problemática, como veremos, concierne la promesa de un cierto encuentro
entre Derrida y Marx (como también la relación filial con sus “hijos” e “hijas”).
Traducción: Claudio Aguayo y Alejo Stark.
University of Michigan (Ann Arbor). The author would like to thank the DerridaHeidegger reading group at the University of Michigan, especially the critical feedback and
vital commentary of Sergio Villalobos-Ruminott and Claudio Aguayo, as well as the
contributions of Matías Beverinotti and Juan Leal. Last, but not least, the author would also
like to thank Antoine Traisnel at the University of Michigan, whose Winter 2018 graduate
seminar on Derrida provided the occasion for this essay.
3 La aufhebung (relève) “es más o menos implícitamente, el concepto dominante de todas
las historias de la escritura, incluso actualmente. Es el concepto de la historia, y de la
teleología” (Derrida, J. De la gramatología México: Siglo XXI, 1971, p. 34).
4 “La différance nombra la historicidad de la historia” (Derrida, J., Positions, Entretiens avec
Henri Rose, Julia Kristeva, Jean-Louis Houdebine, Guy Scarpetta. París, Monuit, 1972, p. 56).
1
2
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La promesa de este ensayo es la siguiente: nos enfocaremos en poner en
escena este encuentro entre Marx y Derrida en relación a la pregunta por la
historia para pensar, desde ese encuentro, ciertas fracturas o vacilaciones en el
texto derrideano en torno a la espectralización como la historicización de la
historia. Llegando ya al final del ensayo, y suscitando el concepto marxiano de
tendencia, trabajaremos lo que provisionalmente llamo espectralidades
tendenciales como una manera posible de pensar la relación entre los elementos
dislocados de la problemática derrideana de la espectralización de la historia.
Tentativamente, mi propuesta, que aparece en la forma de una pregunta, es
la siguiente: ¿cómo desvelar cierta tensión o vacilación implícita en el texto
derrideano que piensa, por un lado, la necesidad de demarcar ciertas
transformaciones, distancias, y posiciones, y al mismo tiempo propone una
espectralización de la historia? Mi hipótesis es que, para pensar esta tensión sin
tratar de resolverla o de cerrarla, se necesita pensar un concepto ajustado al
problema que ella suscita. Espectralidades tendenciales sería un intento a nombrar
tal concepto. En este sentido, la posibilidad de unas espectralidades tendenciales
mantiene abierta la posibilidad de un porvenir (un futuro que no necesariamente
llegará), pero que al mismo tiempo toma en cuenta la efectividad de los espectros
que ya siempre acechan una coyuntura dislocada como, por ejemplo, las “diez
plagas” que Derrida menciona en Espectros de Marx. Este concepto provisional nos
puede ofrecer una manera de pensar el cierto impasse entre la teoría de
temporalidad plural que enfatiza la articulación de diferentes temporalidades, y la
desarticulación o, como dice el propio Derrida citando a Hamlet, la out-of-jointness
que está presupuesta en la hauntologie (fantología) de lo espectral.
No obstante, lo que sigue no será solamente una “lectura” de Espectros de
Marx. Más bien, pondré en escena tres instancias del texto derrideano en las cuales
el espectro de “Marx” aparece en relación a la cuestión de la historia. La primera de
estas apariciones es en el seminario del 1964-5 titulado Heidegger: The Question of
Being and History. La segunda instancia es la famosa entrevista de 1971 publicada
como Posiciones. Y, por último, la tercera instancia es la conferencia titulada
Espectros de Marx: El trabajo de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva
internacional. Cabe también mencionar que en estas páginas no se encontrara una
lectura exhaustiva del problema de la historia en Jacques Derrida sino que, más
bien, mi estrategia de lectura pasa por poner en escena estas tres instancias, para
marcar con ello ciertas tendencias frente a las cuales tomamos posición.
* * *
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En 1964, Derrida tenía planeado escribir un libro acerca de Heidegger
titulado La cuestión de la historia.5 Si bien el libro nunca fue escrito, lo que
sobrevive de este proyecto son las lecturas de un seminario de un año de duración,
titulado Heidegger: La cuestión del ser y la historia. Este fue el primer seminario de
Derrida como caïman de la Ecole Normale Supérieure de la calle Ulm, una posición
que, como se sabe, tuvo también Louis Althusser --quien precisamente le entregó
ese puesto.6 Es importante señalar que este seminario fue enseñado el mismo año
en que se desarrollaron las famosas sesiones de Althusser que serán publicadas en
Lire le Capital.
Como veremos, este último punto es crucial: el encuentro con la
problemática althusseriana (el cual fue para Derrida, en parte, un intento de
heredar cierto espíritu de Marx, más allá del historicismo) al mismo tiempo
distanció a Derrida de la posibilidad de desplegar la problemática de la historia
desde el punto de vista marxiano. Específicamente, en la entrevista que sostuviera
con Michael Sprinker en 1989, Derrida señala que, para esa época (a mediados de
los 60’), la problemática althusseriana era “demasiado insensible a las preguntas
trascendentales, ontológicas y críticas que me parecían necesarias --aún necesarias
contra Husserl y Heidegger, pero, en cualquier caso, a través de ellos”. Incluso iba
más allá, señalando que “muchas preguntas me parecían dejadas de lado, y
especialmente aquellas a propósito de la historicidad de la historia o el concepto
de historia.”7 Precisamente, la pregunta por la historia es para Derrida una
pregunta vinculada con la pregunta por la ontología, es decir, la cuestión del ser -preguntas en cualquier caso “dejadas de lado” por Althusser y sus estudiantes.
Volvamos al seminario de 1964-5, en el cual Derrida despliega este punto.8
En general, podemos señalar que Heidegger: La cuestión del ser y la historia,
constituye una lectura de Ser y tiempo, así como de otros textos auxiliares como la
Carta sobre el humanismo de 1947. A través de estos materiales, la lectura de
Derrida toma distancia de ciertas aproximaciones de Ser y tiempo que leen esta
obra “inconclusa” como un intento denodado por fundar una nueva ontología.9
Diferenciándose de esta tendencia, Derrida entiende Ser y tiempo como un ejercicio
5 Derrida,
J. et al. Heidegger: the Question of Being and History. The University of Chicago
Press, 2016, p. 19.
6 Sprinker, M. “Politics and Friendship: An Interview with Jacques Derrida,” E. Ann Kaplan
and Michael Sprinker, The Althusserian Legacy, London: Verso, 1993, p. 186.
7 Ibid., p. 187.
8 Nótese que, para Derrida, el nombre “historia”, aparece como pregunta, como un
problema a ser pensado. Por tanto, no hay una identificación simple que podamos realizar
con tal nombre. Tengamos en cuenta, por ejemplo, la distinción compleja realizada por
Heidegger entre la historia como historiografía (Historie) y la historia de la historicidad
del Dasein (Geschlichte y Geschlichtlichkeit). En fin, cuando digo aquí historia no hablo del
sentido vulgar de la historia, sino que, más bien, de esa historia en cuestión. A propósito de
esta distinción entre Historie y Geschichte en el seminario 1964-65 de Jacques Derrida,
véase Villalobos-Ruminott, “Infrapolitical Historicity”, p. 3 (en prensa).
9 Derrida, J. (2016) op. cit., p. 13.
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destructivo de la propia historia de la ontología, o también, en otros términos, de la
historia de la filosofía, de la ontología como tal.10 Digamos esquemáticamente, que
es a partir de tal Destruktion en curso que Heidegger puede “despejar el terreno” o,
en otros términos, proponer la pregunta por el ser sin erigir otro suelo metafísico
que derive el significado del ser desde una esencia o fundación presupuesta.
En el intento de heredar un Heidegger no ontológico (lo cual, como
veremos, es análogo al intento de heredar a un Marx no ontológico en Espectros de
Marx) Derrida se pregunta: “¿cómo relacionamos la historia con la pregunta por el
ser, en el sentido en que Heidegger parece entenderla?” La respuesta es una amplia
declaración acerca de la historia de la filosofía: “nunca en la historia de la filosofía
ha habido una afirmación radical de este vínculo esencial entre ser e historia”. La
filosofía --lo mismo que la ontología, en este caso-- ha estado “siempre constituida
a partir de un gesto que la desgarra, llevándola lejos de la historicidad y la
temporalidad”. 11 Es aquí donde Derrida se vuelve hacia la Carta sobre el
humanismo, y por tanto hacia Marx y la concepción marxista de la historia -o al
menos, hacia cierta herencia de la problemática marxiana. Para Heidegger (y
Derrida) la concepción de la historia de Marx es un intento señero por pensar la
historicidad del ser. Parafraseando la Carta sobre el humanismo, Derrida
argumenta que “el intento más serio de pensar la historicidad del ser, después de
Hegel, es el intento de Marx”.12 De acuerdo a Heidegger, sin embargo, “nunca ha
sido tomado seriamente como tal”13.
En este punto, podríamos preguntar: ¿en qué medida Espectros de Marx es
un intento por tomar las sugerencias de Heidegger, y por tanto al propio Marx, de
forma “seria”? ¿En qué medida Espectros de Marx intenta elaborar estas
sugerencias heredadas de Heidegger? No podemos desplegar esta cuestión ahora,
pero al menos, deberíamos señalar que, tal como el propio Derrida argumenta en
Posiciones, para que este encuentro sea fructífero primero hay que “encontrar”
ciertos protocolos de lectura para leer a Marx.14 La promesa derrideana nos señala
que tal encuentro está por venir15.
10
Derrida evoca aquí el sentido heideggeriano de la Destruktion, que explica
tempranamente en el seminario, y que también llama con lo que hoy entendemos por
deconstrucción. Para Derrida, la destrucción heideggeriana no es una mera refutación ni la
crítica a cierto “error”. Más bien, señala “es una destrucción, una deconstrucción, una desestructuración, el sacudimiento necesario para hacer saltar las estructuras, las
estratificaciones, el sistema de depósitos” (Ibíd., p. 9).
11 Ibid., p. 21.
12 Ibid., p. 30.
13 Ibid., p. 21.
14 Derrida, J. (1972) op. cit., p. 86.
15 El problema de la lectura es, como se sabe, central en la problemática althusseriana
desarrollada en Lire le Capital. Leer es “transformativo”, dice Derrida, directamente
evocando a Louis Althusser.
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Volvamos ahora a lo que Heidegger demarca como los límites de la
concepción de la historia en Marx -concepción con la que Derrida, en su seminario,
parece estar de acuerdo. Heidegger argumenta que, aunque la concepción de la
historia de Marx es, por lejos, el intento más radical de pensar la relación entre ser
e historia (y por tanto la historicidad como tal), es todavía una historicidad
restringida. Derrida reitera esta lectura heideggeriana señalando que “al alcanzar
la esencia de la historicidad sobre la base de la esencia del trabajo, Marx
permanece prisionero de una concepción hegeliana metafísica del trabajo”.16 Más
aún: trabajo, pero también producción, argumenta Derrida (y Heidegger) son
conceptos “originarios”. Más explícitamente: es el trabajo, la producción y la lucha
lo que “hacen” la historia posible. Por tanto, la historia es derivable de una esencia
(específicamente humana), y consecuentemente de un sujeto, lo que es lo mismo
decir, de la metafísica. El humanismo, la subjetividad y la metafísica (el trío
“indisociable” que opera en la concepción marxiana de la historia) producen esta
historicidad restringida. Más específicamente, el concepto de trabajo en Marx, para
Heidegger, es fundamentalmente el concepto hegeliano de trabajo.17 De ahí que
dichos conceptos pertenezcan a la “historia de la metafísica” que la Destruktion
heideggeriana solicita.18 Esto es crucial para Derrida, porque si el “intento de
radicalizar el pensamiento sobre la historia” es todavía “incapaz de escapar de la
metafísica y la historia de la ontología”, ¿qué otro intento puede haber?19
16 Derrida,
J. (2016) op. cit., p. 22.
retorna a este punto en la sección 8 del seminario, en relación a la lectura de
Kojève (Ibíd., p. 195). Ahí, Derrida esquematiza la concepción hegeliana de la historia, que
Marx --para Derrida-- todavía sigue (en este punto sigue al pie de la letra la lectura
heideggeriana de Marx), en su relación con el trabajo, la lucha y la muerte. Más aún,
derrida sugiere que podría ser fructífero pensar en el trabajo más allá de Hegel. Escribe así
que “todo Sein und Zeit y varios trabajos más tardíos, podrían ser leídos como obras sobre
el trabajo”. Nótese que esta sesión comienza con lo siguiente: “La historicidad no puede
ser pensada mientras la Presencia sea la forma absoluta del significado” (Ibíd., p. 178), lo
cual ata el problema de lo que en De la gramatología, Derrida llamará la “metafísica de la
presencia”, a la pregunta por la historia. Justo antes, Derrida presenta lo que para
Heidegger son las cuatro significaciones dominantes de la historia. Para Derrida,
Heidegger “hace manifiesta la unidad oculta que se difracta en estas cuatro direcciones”, lo
cual es que, todas estas concepciones de la historia pertenecen “al ser humano como
‘sujeto’ de acontecimientos” (Ibíd., pp. 169-170). Implícitamente, podríamos señalar, este
es también el propio problema de Heidegger con la concepción de Marx. Una vez más, en
cuanto esta concepción de la historia está atada a la noción de trabajo, está por tanto atada
a una clase de humanismo subjetivista.
18 Ibíd., p. 23. Como es conocido, el problema, que de acuerdo a Heidegger y Derrida no es
tenido en cuenta por Marx, concierne a la determinación del ser por la tecnología. Ver:
Carta sobre el humanismo pp. 39-40, y también el seminario de Derrida mencionado
(2016), p. 24-26.
19 “Si los más serios intentos por radicalizar el pensamiento de la historia fueron incapaces
de escapar de la metafísica y de la historia de la ontología, entonces deberíamos
preguntarnos si esto y lo que vincula la cuestión del ser y la historia en profundidad han
17 Derrida
Dossier | Demarcaciones
De nuevo, en este punto podríamos interrogar hasta qué punto este es el
proyecto de Derrida. Si seguimos su argumento, radicalizar la historicidad como
historia del ser mismo al parecer implicaría, al menos, leer a Marx. ¿Cuáles son
entonces los protocolos de lectura a ser desarrollados por Derrida? El desafío que
Derrida pone aquí en juego, son las implicancias del lenguaje de la Destruktion
heideggeriana. Para avanzar en la pregunta por el ser, es necesario proponer una
clase de pregunta o cuestionamiento metodológico: “¿de dónde vamos a extraer los
conceptos, los términos, las formas de vinculación necesarias, para el discurso de
la Destruktion, para el discurso destructivo?”20. Ciertamente, no se trata de borrar,
refutar o abandonar los conceptos de la tradición metafísica (es decir, del logos).
En cierta medida el gesto de la Destruktion está también inscrito en la cuestión de
la herencia (de nuevo, un tema que Derrida desarrollará en Espectros de Marx). La
pregunta parece ser, para Derrida: ¿cuál Marx heredamos? En otras palabras: la
pregunta por la historia es --en un sentido derridiano-- la pregunta acerca de la
herencia de Marx.
Sin embargo, debemos señalar brevemente que la vía en la que Derrida
parece heredar la problemática heideggeriana en el seminario de 1964-5, nos
muestra un solo Marx. Se trata, presumiblemente, del Marx de las Tesis sobre
Feuerbach, La ideología alemana o los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 -lo que da cuenta, al mismo tiempo, del concepto de trabajo y producción que está
en juego, como también el tipo de historicidad que está implicada. En este punto
cabe preguntar si este no es el Marx del que Heidegger habla en la Carta sobre el
humanismo. ¿Pero hay solamente ese Marx? ¿Se trataría del Marx de Heidegger?
¿Del Marx que está metafísicamente atado a Hegel?
Como subraya Balibar en La filosofía de Marx, cuando Marx se refiere a la
esencia humana (por ejemplo, en las Tesis sobre Feuerbach), está de hecho
desplazando radicalmente la forma en que esos dos términos --esencia y humano-han sido entendidos a la luz de la filosofía.21 En particular, Marx usa el galicismo
ensemble para describir la esencia humana. Pero la esencia humana es la realidad
de las relaciones sociales, un ensamble social. Podemos leer esta sentencia
analizada por Balibar contra Heidegger: Marx no produce ninguna esencia
derivable como arche, sino que más bien, una esencia humana que envuelve las
“relaciones múltiples y activas que los individuos establecen entre sí”; relaciones
que no son reducibles al trabajo como tal, sino que al “lenguaje, el trabajo, el amor,
la reproducción, la dominación, el conflicto, etc”.22 En resumen: contra Heidegger,
este ensemble es por tanto no una esencia propiamente dicha (en el sentido
metafísico que puede implicar el término), sino más bien, lo que podríamos llamar
estado siempre cerrado --esto es, presupuesto pero impensado ¿Cómo entonces
permanecer entre la cuestión del ser y la historia?” (Ibíd., p. 23).
20 Ibíd., pp. 23-24.
21 Balibar, Étienne, et al. The Philosophy of Marx. Verso, 2017, p. 29.
22 Ibid., p. 30.
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una cadena sin clausura. Para decirlo con mayor claridad, lo que necesitamos es
establecer una línea de demarcación entre cierto sentido de la “esencia humana”
que Heidegger pretende ver en Marx (y con él Jacques Derrida) y otro concepto de
“esencia humana” que está vinculado las relaciones (ensemble) sociales y que está,
por tanto, sobredeterminado. Lo que está en juego en este punto es que, si la
historicidad restringida del concepto de historia de Marx es precisamente
restringida debido a su anclaje metafísico en el trabajo como esencia humana,
entonces todo el problema podría ser desplazado enfatizando que ni lo humano ni
la esencia, como muestra Balibar, son para Marx lo que la filosofía y la ontología
entienden habitualmente.23 El propio concepto de social ensemble no es reductible
al trabajo, o a la producción. Digámoslo de la forma más clara posible, pero a partir
de una pregunta: ¿si el concepto de historia de Marx no está necesariamente
anclado a una esencia originaria (por ejemplo, el trabajo), sino que más bien se
encuentra relacionado con las especificidades del conjunto de relaciones sociales y
con las relaciones entre sus diversos “momentos” o “términos” (social ensemble),
entonces qué nos queda del discurso heideggeriano?24
A través de este comentario, no quiero eludir las dificultades y matices del
texto heideggeriano, como si hubiésemos “resuelto” el problema. Sin embargo,
debemos enfatizar que cualquier respuesta posible a Heidegger expresa la
necesidad del desarrollo de otro concepto de historia. De muchas maneras, esto es
lo que Derrida parece heredar de Heidegger. En otros términos, si la problemática
heideggeriana implica la existencia de cierto humanismo productivista o cierto
concepto subjetivista de trabajo en el concepto de historia de Marx, lo que nos lleva
hacia una historicidad restringida, nuestra pregunta es más bien: ¿qué implicaría
pensar la historicidad en relación a un conjunto de relaciones sociales (social
ensemble) sobredeterminadas, las cuales no presuponen un origen simple sino una
cadena sin clausura, un cierto entrecruzamiento diferencial de tiempos que ha sido
llamado, justamente, temporalidad plural? 25 ¿En qué medida la herencia
derrideana de la problemática heideggeriana le permite (o no) pensar esta
temporalidad plural? En una entrevista de 1971, Derrida menciona, de pasada, que
siempre se ha suscrito a algo así como una concepción plural de la historia, sin
haber desarrollado nunca propiamente este concepto 26 . También, en dicha
entrevista Derrida se distancia del heideggerianismo, mencionando la posibilidad
de heredar un Marx no atado por Hegel.
23 Véase
también Althusser, L. Pour Marx, pp 251-252
a este punto, véase por ejemplo, Carlos Casanova, Estética y Producción en Karl
Marx, p. 50.
25 Véase, al respecto, Morfino, V. “Escatología a la cantonade: Althusser más allá de
Derrida” en El materialismo de Althusser. Santiago: Palinodia, 2014, pp. 126-127. También
véase la última sección de la introducción (titulada “Tempora Multa.”) en Morfino, V. and
Peter D. Thomas. The Government of Time: Theories of Plural Temporality in the Marxist
Tradition. Brill, 2018.
26 Derrida, J. (1972) op. cit., p. 58.
24 Respecto
Dossier | Demarcaciones
* * *
La entrevista de 1971 se titula Posiciones, y fue conducida por Guy Scarpetta
y Jean-Louis Houdebine -ambos miembros de la revista Tel Quel. Justo después de
esta entrevista, Tel Quel rompió relaciones con el Partido Comunista francés y
abrazó una línea marxista “menos ortodoxa”.27 Sostengo la necesidad de enfatizar
la relevancia de este hecho; es precisamente el contexto en el que Derrida es
llevado a la elaboración de una posición clara, en torno a la relación entre
materialismo dialéctico y deconstrucción, y a comentar cómo esta posición se
vincula con su concepto de historia. Es también en esta entrevista, justo antes de
que el nombre de Marx haga su aparición, que Derrida marca su distanciamiento de
la problemática heideggeriana, particularmente en lo concerniente al problema del
tiempo. Derrida señala que mientras “Heidegger es extremadamente importante
para mí, constituyendo un avance irreversible”, él mismo ha “marcado bastante
explícitamente, en todos mis ensayos, una distancia con la problemática
heideggeriana”. En particular, añade, la “distancia” está relacionada con los
conceptos de origen y caída que, entre otros, han sido analizados en lo
concerniente al problema del tiempo en Ser y tiempo.28 Aún más: en lo tocante a
Heidegger el “punto más difícil es el del significado, el presente y la presencia”.29
Inmediatamente después de esta declaración de distanciamiento de la
problemática heideggeriana, Scarpetta pregunta a Derrida acerca de lo que ha
dicho “sobre la historia”30.
Derrida comienza su respuesta remitiendo a lo que ha elaborado en La
Gramatología, a saber, que la palabra historia se encuentra frecuentemente
asociada, “sin lugar a dudas, con un esquema lineal del desenvolvimiento de la
presencia, ya sea que su línea relacione la presencia final a la presencia originaria
según la recta o según el círculo”.31 Contra este concepto metafísico de historia,
inscrito dentro de una problemática que “no está sólo vinculada con la linealidad”,
sino que “concierne también a la teología, a la escatología, elevando e
interiorizando la acumulación de significado” (en resumen, se trata del
movimiento de la Aufhebung hegeliana, de lo que él llama el concepto de historia)
Derrida propone pensar “otro concepto u otra cadena conceptual para la
‘historia’”.32 Es en este momento, precisamente, en el intento de delinear lo que
Smith, Jason, “Jacques Derrida, ‘Crypto-Communist’?” Critical Companion to
Contemporary Marxism, edited by Jacques Bidet and Stathis Kouvelakis, Brill, 2008, p. 630.
28 Ibid., p. 55. Is this not Derrida’s focus later on, as well, in that lecture about the spirit,
Geist, History, and Heidegger’s Nazism titled Of Spirit: On Heidegger and the Question?
29 Derrida, J. (1972) op. cit., p. 55.
30 Ibíd., p.56.
31 Derrida, J. (1971) op. cit., p. 113.
32 Derrida, J. (1972) op. cit., p. 79 (la cursiva es nuestra).
27
Dossier | Demarcaciones
una cadena conceptual podría querer decir, que Derrida vuelve a Althusser,
especialmente a su “crítica del concepto ‘hegeliano’ de historia”, afirmando aquella
crítica como un intento de mostrar que “no hay una sola historia, una historia
general, sino las historias, diferentes en su tipo, su ritmo, su modo de inscripción,
historias cortadas o seccionadas, diferenciales, etc.”.33 Es precisamente ello lo que
hemos llamado, siguiendo a Morfino, la temporalidad plural del conjunto de
relaciones sociales, como una cadena abierta, articulada y sobredeterminada.
Derrida enfatiza, de hecho, haber “suscrito siempre a este concepto de historia”
althusseriano, el cual, por cierto, deriva de cierta lectura de El Capital.34 Podemos
observar que esto marca aún otra distancia, aún otro alejamiento respecto de la
problemática heideggeriana. Encontramos ahora un Marx “más allá” de Hegel. Pero
este más allá, para la deconstrucción, no constituye de ninguna manera un
exorcismo. En otros términos: para Derrida un Marx exorcizado de los tormentos
del Espíritu es imposible, precisamente porque no se sabe que implicaría matar a
un fantasma.
Al mismo tiempo que afirma el concepto althusseriano de historia, Jacques
Derrida advierte que al darle a la historia los contenidos de lo “plural y
heterogéneo”, no podemos evadir la cuestión de la propia historicidad de la
historia. Lo que quiere decir que, en cuanto nombramos esas “historias” (histories
differéntes), “somos provocados a dar cuenta de una definición de esencia, de
quididad, a reconstruir un sistema de predicados esenciales, y nos vemos
conducidos a restaurar (réaménager) el fondo semántico de la tradición
filosófica”.35 Claramente, mientras Derrida está de acuerdo en que el intento
althusseriano de elaborar un concepto de historia más allá de su versión
“hegeliana” (es decir, la Aufhebung, el relevo), moviéndonos hacia un concepto
plural de historia, es inscribir el problema en un nuevo campo, ello no significa que
hayamos dejado, de un modo u otro, el terreno de la metafísica de la presencia, ni
los presupuestos fundamentales de toda ontología. En otros términos: para
Derrida, el concepto de historia, aún en la forma de la temporalidad, permanece
dentro de la metafísica. Derrida argumenta entonces que debemos preguntar no
sólo por cuál es la “esencia de la historia”, sino también por cuál es “la historia de
la esencia” en general.36 Más aún: lo que debe ser preguntado es “la cuestión de la
historia de la esencia y del concepto, en fin, la historia del significado del ser”.37
Pareciera como si distanciandonos de Heidegger, estamos al mismo tiempo más
cerca de la problemática que el heideggerianismo, sin embargo, inaugura: este
doble movimiento es quizás, el gesto par excellence de la Destruktion
heideggeriana, y deberíamos preguntar si no es también el gesto par excellence de
33 Ibíd., p.
80.
79.
35 Ibíd., p. 81.
36 Ibíd., p. 82.
37 Id.
34 Ibíd., p.
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la propia deconstrucción derrideana. No hay un “más allá” de Hegel, de Heidegger,
de Marx, en la medida en que los espectros no pueden ser eliminados, refutados,
“lanzados al vertedero de la historia”. Lo que explica, quizás, por qué Derrida
refiere inmediatamente en esta entrevista al “doble gesto” de la deconstrucción.38
Dado esto, ¿qué podría significar la distancia derrideana de Heidegger y la
problemática heideggeriana?, ¿no es esta una pregunta que pertenece al orden de
la efectividad de lo espectral?, ¿no es implicar una distancia también implicar una
tendencia a movernos en otra dirección, nunca dejando el punto de partida de un
modo definitivo, pero al mismo tiempo difiriendo una posición que es previa y que
pertenece a la dinámica del propio distanciamiento? Mientras que Derrida,
después de Althusser, asume la posibilidad de heredar otro Marx por medio de la
crítica de Hegel, en 1971 esta crítica está todavía por venir.39 Todavía una promesa,
todavía un porvenir, parece ser que hay, sin embargo, una tendencia, una cierta
dirección, en un sentido dado, hacia un encuentro con Marx que pertenece al
problema de la historia.
* * *
De una manera intempestiva como también oportuna, la promesa
derrideana devino “actual” en las secuelas del llamado “Fin de la Historia,” tras la
publicación de la conferencia titulada Espectros de Marx: El trabajo de la deuda, el
trabajo del duelo y la nueva internacional.40 En tanto que Espectros de Marx es un
texto que asume como hilo conductor la pregunta por el ser, ó más bien, la
presencia no-presente de lo espectral (es decir, el espectro de Marx, el espectro de
Hamlet, y tantos otros espectros), es un texto acechado por la problemática de la
presencia.
¿Cuál es el modo de presencia de lo espectral? Es decir, ¿cuál es el modo de
presencia de lo que sobrevive, del porvenir (l’avenir), de la traza, de la historia?
Para Derrida, el carácter aporético de la espectralidad es precisamente una manera
de reescribir la pregunta por la historia. Espectros de Marx es un texto que se
70-72. También en p. 81: “Debemos elaborar una estrategia de trabajo textual,
que a cada instante le tome prestada una palabra a la filosofía para, en seguida,
demarcarla. Esto es lo a lo que yo he hecho alusión todo el tiempo, al hablar de doble gesto
o de doble estratificación. Será necesario, de una parte, derrocar (renverser) el concepto
tradicional de historia y al mismo tiempo marcar el corte (écart), cuidando que, en virtud
del derrocamiento y por el simple hecho de conceptualización, el corte no pueda ser
reapropiado”.
39 Ibíd., p. 100.
40 Nótese que no es que hubiera dos décadas de largo silencio en relación a Marx, por
parte de Derrida. Como nota Jason Smith, a través de los 70’, Derrida desplegó una lectura
de los escritos de Marx. Por ejemplo, en 1972-73, en un curso titulado “religión y filosofía”
donde “gran parte del análisis del primer capítulo de El Capital”, es reproducida en
Espectros de Marx casi sin modificaciones. También, el seminario de 1975-1976 “Teoría y
práctica” está enfocado en Marx, Althusser y Lenin -Smith, J. (2008) op. cit., pp. 631-634-.
38 Ibíd., pp.
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preocupa por desactivar el triunfalismo del llamado “Fin de la Historia” y el triunfo
“final” (esa palabra, que como menciona Derrida, aparece una y otra vez) del
capitalismo y de la democracia representativa burguesa. En relación a esta
coyuntura dislocada, este “presente” out of joint, Derrida propone una hauntologie
y despliega el concepto de lo espectral41.
Lo espectral remite a lo presente no-presente que aparece de una manera
inesperada. Es un nombre para cierto ser que escapa al “sentido del ser” de la
ontología (tradicionalmente entendida en términos filosóficos), precisamente
porque remite a un pasado (en un sentido vulgar del tiempo) pero también a un
presente que, como la promesa, siempre está por venir, pero puede ser que nunca
llegue. Dentro de este campo y de esta estrategia, el protocolo de lectura derridiano
hereda a un Marx que está fascinado y acechado por múltiples espectros: el
espectro del comunismo en el Manifiesto, el espectro de la “tradición de todas las
generaciones de los muertos [que] oprime como una pesadilla el cerebro de los
vivos” en el El 18 Brumario, el espectro de Max Stirner en La Ideología Alemana,
como también el espectro del fetichismo de la mercancía en el Capital. Pero el
problema para Derrida es que Marx quiere exorcizar estos espectros, para dejar
atrás su campo de aparición y de apariencia respectivo.42 Derrida menciona que
este movimiento imposible que intenta matar a los espectros es la estrategia
ontológica por excelencia, es decir, aquella estrategia que sentencia y juzga lo que
es y lo que no es. El Marx de Derrida es entonces un Marx de lo que “viene después
de [la] deconstrucción de la ontología de Marx.” Podríamos llamarlo un Marx
“fantológico”. 43 Marx, el “ontólogo liberado”, escribe Derrida, es como un
“marrano” que sonríe en su disfraz, que habla el lenguaje de la ontología que, sin
embargo, no le pertenece, como el “inmigrante clandestino” que Marx siempre
fue.44 ¿Pero, a dónde nos remite este Marx “no ontológico” que hereda Derrida?
¿Qué queda, que sobrevive, del problema en torno al concepto humanista de
trabajo y producción y su relación a la pregunta por la historia que Derrida elabora
en el seminario del 1964-5? ¿Qué nos queda de su esbozo del concepto de la
historia de temporalidad plural que afirma en Posiciones?
en inglés como en francés, “hauntology” suena muy similar a “ontology,” lo cual
expresa tanto una distancia como una proximidad entre ontología y hauntology, sin que la
segunda supere a la primera.
42 Sobre el significado de la apariencia en Marx, véase, por ejemplo, Oscar del Barco:
Esencia y apariencia en El capital.
43 Derrida, J. en Michael Sprinker. Ghostly Demarcations: a Symposium on Jacques Derrida's
Specters of Marx. Verso, 2008, p. 221. En este punto, véase la contribución de Antonio
Negri al libro compilatorio, aparecido primariamente en inglés, Ghostly Demarcations (hay
traducción española en Akal: Demarcaciones espectrales). Negri observa que la noción
derrideana de presencia es anticuada, o que al menos, Derrida no se ha “actualizado” con
las transformaciones experimentadas por su uso. Ver también la respuesta de Negri en el
trabajo final del libro, pp. 257-262.
44 Ibíd., p. 262.
41 Tanto
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Con este breve esbozo de Espectros de Marx, podemos notar cómo aquello
que llamamos lo espectral realiza un trabajo conceptual considerable. Como la
forma en la cual aparece el trabajo en el capital, es decir, como trabajo abstracto,
parecería que lo espectral tuviese la capacidad de hablar a (y por) una
considerable heterogeneidad de instancias.45 De hecho, la espectralización, como
menciona Werner Hamacher en Ghostly Demarcations, es una manera de nombrar
la historización de la historia como tal. En ese mismo dossier, Derrida acepta y
condesciende la caracterización de Hamacher.46 Pasamos ahora a esbozar cómo el
sentido de la pregunta por la historia puede ser leído en relación a dicha
espectralización.
En el capítulo de Espectros de Marx titulado “Conjurar - el marxismo,”
Derrida recuerda y clarifica su protocolo de lectura,
cierta andadura deconstructiva, por lo menos aquella que he
creído deber emprender, consistía desde el comienzo en poner en
cuestión el concepto onto-teo-, pero también arqueo-teleológico
de la historia, en Hegel, en Marx o incluso en el pensamiento
epocal de Heidegger. No para oponerles un fin de la historia o una
ahistoricidad sino, por el contrario, para demostrar que esta ontoteo-arqueo-teleología bloquea, neutraliza y, finalmente, anula la
historicidad47
De esa manera, una de las tareas de la deconstrucción ha sido demostrar que cierto
concepto de historia sigue atrapado en una metafísica de la presencia que anula la
historicidad como tal. Se trataría del mismo concepto de historia arqueoteleológico involucrado en la Aufhebung hegeliana. Parece importante recalcar la
cadena conceptual que despliega Derrida. En contraste con su posición previa, esta
misma incluye ahora la teología pero ya no la escatalogia.48
Volveré sobre este punto más adelante. En esa misma parte de Espectros de
45 Esta
es la distinción radical entre el espíritu y el espectro. El espectro necesita un cuerpo,
el espectro como el “devenir-cuerpo” y como “incorporación paradójica”, Derrida, J.
Espectros de Marx: El trabajo de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional.
Editorial Trotta, 1998, p. 20.
46 Derrida, J. en Sprinker, M. (2008) op. cit. p. 195. En Ghostly Demarcations, Derrida
escribe: “Ya que me encuentro muy de acuerdo con Hamacher, y estoy preparado para
seguirlo en todos los caminos que él ha abierto, no puedo más que expresar aquí un simple
y agradecido homenaje” (Ibíd., p. 224).
47 Derrida, J. (1998) op. cit., p. 89.
48 Ver Derrida, J. (1972) op. cit., p. 80. Mientras que no podemos elaborar el debate (o el
“diálogo suspendido”) entre Althusser y Derrida a propósito del marxismo, o en relación a
la complicación entre teología y escatología, es crucial pensar este debate a fondo. Ver, por
ejemplo, el ensayo de Balibar, É. “Eschatology versus Teleology: the Suspended Dialogue
between Derrida and Althusser” Derrida and the Time of the Political, edited by Pheng
Cheah et al, Durham: Duke University Press, 2009, y también, en este mismo número, la
contribución de Claudio Aguayo “Althusser-Derrida: Contra el origen, la estrategia”.
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Marx, Derrida clarifica que poner en cuestión el concepto onto-teo-lógico, pero
también arqueo-teleológico la historia, implica entreverse tanto con Marx y Hegel
como también Heidegger. Frente a esto, Derrida afirma la tarea de la
deconstrucción,
Se trataba, entonces, de pensar otra historicidad -no una nueva
historia ni menos aún un new historicism, sino otra apertura de la
acontecibilidad como historicidad que permite no renunciar sino,
por el contrario, abrir el acceso a un pensamiento afirmativo de la
promesa mesiánica y emancipatoria como promesa: como
promesa y no como programa o proyecto onto-teológico o teleoescatológico. Pues, lejos de que haya que renunciar al deseo
emancipatorio, hay que empeñarse en él más que nunca, al
parecer, como aquello que, por lo demás, es lo indestructible
mismo del “es preciso.” Esa es la condición de una repolitización,
tal vez de otro concepto de lo político49
La apertura de cierto concepto de historia restringido, es entonces un movimiento
hacia la historicidad. Para Derrida, entonces, la historicidad se juega en la apertura
al evento mesiánico, a una escatologia sin teleología, a lo que en Espectros de Marx
llama lo mesiánico sin mesianismo50. La estructura mesiánica de la promesa, de lo
que está por venir pero puede no llegar, como la misma relación de fascinación y
terror marxiana con lo espectral, es precisamente el Marx “no ontológico” que
Jacques Derrida hereda. Estamos hablando entonces de la escatologia mesianica,
de la promesa que trabaja en y por el cuerpo (corpus) de Marx, es decir, la promesa
emancipatoria del comunismo como también su espectro. Derrida afirma que la
posibilidad misma de la promesa está basada en su indecibilidad,
Pero, hasta cierto punto, la promesa y la decisió n, es decir, la
responsabilidad, deben su posibilidad a la prueba de la
indecidibilidad que seguirá siendo siempre su condició n. Y las
serias apuestas a que hemos aludido en pocas palabras se
resumirían en la cuestió n de qué es lo que se entiende, con Marx y
despué s de Marx, por la efectividad, el efecto, la operatividad, el
trabajo [Wirklichkeit, Wirkung, trabajo, operació n], el trabajo vivo
en su supuesta oposició n a la ló gica espectral que rige tambié n los
efectos de virtualidad, de simulacro, de “trabajo del duelo”, de
fantasma, de (re)aparecido, etc.51
Es en esta instancia de Espectros de Marx que podemos reconocer ciertas trazas de
Derrida, J. (1998) op. cit., p. 89.
ese mesianismo “desértico (sin contenido ni mesías identificables),” véase
Espectros de Marx p. 42.
51 Ibid., p. 89.
49
50 Sobre
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la lectura derrideana a propósito de la Carta sobre el humanismo de Heidegger, en
tanto que la estructura de la promesa se resume en lo que se entiende, entre otros
elementos, con los conceptos de trabajo y efectividad. Recordemos que en el
seminario del 1964-5, Derrida afirma la lectura de Heidegger que mantiene que la
historicidad de Marx sigue siendo una historicidad restringida precisamente
porque está sujetada a un concepto metafísico de trabajo. Al mismo tiempo,
empero, podemos observar cierta distancia respecto a esa posición heideggeriana
ya que, en Espectros de Marx, Derrida ya no afirma la sentencia heideggeriana al
concepto de trabajo de Marx. Al contrario, Derrida ahora abre la posibilidad de
interpretar a Marx (una interpretación que implica, para el Marx de Althusser,
cierta transformación). Es en este punto que se vuelve plausible y comprensible la
afirmación, realizada por Derrida, de los “espectros de Marx”. Hay más de uno.
¿Pero cuál sería la relación entre tales espectros? ¿Cuál sería la efectividad relativa
de ellos? ¿Hasta qué punto este gesto de la apertura desplaza radicalmente la
posibilidad de pensar su articulación?
Parece ser que la afirmación de la supuesta apertura de una historicidad no
restringida gira en torno a lo indecidible. Esta cuestión también está relacionada a
esa pregunta ambigua que circula con Espectros de Marx: whither marxism?52 Es
decir, una pregunta que interroga tanto el (supuesto) marchitamiento del
marxismo como también su dirección ¿Hacia dónde va la “historia” (o cierto
concepto de historia)? Parece ser que tal formulación del problema, basada en una
indecibilidad radical, vendría a impedir cualquier tipo de caracterización de
dirección, o de la posibilidad de demarcar ciertas tendencias. Lo que es más
chocante de esta concepción espectralizada de la historia no es que nos haga mirar
directamente al abismo (un abismo que, como el espectro por su visera, devuelve
la mirada), sino el hecho de que parece estar en tensión con cierta lectura
derrideana de las transformaciones producidas por lo que se suele llamar
“globalización.” Es decir, podemos notar una vacilación entre lo que Derrida
caracteriza como la “mundialización del mundo” y la afirmación de la apertura de
este presente dislocado.53 Es decir, una tensión entre lo que Derrida describe como
las “plagas” del “nuevo orden mundial,” y tal concepción de una apertura radical.
Parece ser que Derrida traza una clara línea de demarcación que enfatiza las
profundas transformaciones del “nuevo orden mundial” al mismo tiempo que
afirma que ya no se pueden tener certezas sobre la presencia del presente.54 Entre
las secuelas de este acontecimiento, Derrida enfatiza que “[r]egimientos de
52 El
texto que hoy se conoce como Espectros de Marx fue leído por Derrida en una
conferencia en la Universidad de California (Riverside) titulada “Whither marxism?” En
estas páginas mantenemos “whither” en inglés para preservar su ambigüedad. “Whither”
puede significar tanto “marchitamiento” (withering away) como también puede interrogar
la dirección del marxismo -es decir, hacia dónde va como también hacia dónde se dirige el
marxismo.
53 Derrida, J. (1998) op. cot., p. 91.
54 Ibíd., pp. 95-98.
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fantasmas han reaparecido” así como todo tipo de guerras.55 Entonces Derrida
marca un cierto cambio de posición, una cierta borradura de una presencia por
otra, al mismo tiempo que afirma la indecibilidad de la concepción espectralizada
de la historia.
Dada esta problematización, podríamos preguntarnos si se podría hablar de
espectros que hayan envejecido, de espectros débiles, fuertes, activos, reactivos, o
incluso de espectros resentidos y vengativos (como el espectro de Hamlet). Si,
como afirma Derrida, lo espectral es siempre ya múltiple, quedaría entonces la
tarea de elaborar un cierto protocolo de lectura que tome en cuenta los varios
ritmos de lo espectral, como también la fuerza y efectividad relativa de la
multiplicidad de espectros, es decir, tomar en cuenta sus tendencias y
contratendencias. ¿O será que el preguntarse por las efectividades relativas de lo
espectral es caer ya en una historicidad restringida? Parece ser que lo espectral a
veces existe más allá de cualquier proceso de producción y circulación. Esto es
precisamente lo que hace que el concepto sea tan atractivo (su capacidad de
escapar cualquier demarcación, de desmarcarse de toda operación ontológica),
pero al mismo tiempo algo tramposo. Si lo espectral viene a espectralizar la
historia, también parece ser incapaz de vérselas con cierta facticidad del ensemble
social, debido a que Derrida desplaza la cuestión de la efectividad relativa entre
espectros, sus tendencias, y termina afirmando la imposibilidad de una
demarcación,
En primer lugar, hay que dudar de la contemporaneidad a sí del
presente. Antes de saber si se puede diferenciar entre el espectro
del pasado y el del futuro, del presente pasado y del presente
futuro, puede que haya que preguntarse si el efecto de
espectralidad no consiste en desbaratar esta oposició n, incluso
esta dialé ctica, entre la presencia efectiva y su otro56
¿Pero, si no es posible demarcar la efectividad relativa de los espectros en esta
coyuntura dislocada, cómo es posible que Derrida pueda demarcar tales
transformaciones? Este gesto es lo que Derrida parece reprocharle a Marx, a saber,
la suposición misma de un social ensemble en el cual domina la forma-mercancía,
imponiendo su presencia sobre otras formas. Para Derrida este es el gesto
ontológico por excelencia, aquel que demarca las efectividades relativas y parece
cerrar o restringir la apertura al porvenir. La vacilación de Derrida parece insinuar
que el concepto mismo de lo espectral no permite demarcar ningún umbral
¿Entonces que implicaría espectralizar la historia? En Ghostly Demarcations
Derrida parece reconocer esta vacilación en relación al problema de la ideología,
debido a que lo espectral es en “su raíz, tanto indestructible como no delimitable,”
55 Ibíd.,
56
p. 94.
Ibíd., p. 53.
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y esta es “su parte más dificultosa.”57 Lo que queda por ser pensado es: si lo
espectral resiste toda demarcación, ¿como sería posible tener en cuenta los grados
de efectividad de tales espectros sin caer en una historicidad restringida?
* * *
¿Cómo mantener la estructura mesiánica de la promesa, la apertura de una
historicidad no restringida, y al mismo tiempo tomar en cuenta la efectividad
relativa de los espectros que acechan la coyuntura dislocada? (es decir, sus
intensidades y direcciones, como también sus tendencias) ¿Whither los espectros?
¿Whither el social ensemble? Lo que sigue es una demarcación de un concepto
propio a este problema, que opera como síntesis disyuntiva de la problemática
marxiana-althusseriana y la derrideana. A este concepto le daremos el nombre
tentativo de espectralidades tendenciales.
Con tendencia, un concepto al cual hemos recurrido una y otra vez pero al
cual llegamos a definir recién ahora, quizás un poco tarde, nos referimos a aquello
que es elaborado por Marx en su crítica a la economía política. Muy rápidamente,
en el tomo tres del Capital, Marx elabora cierta noción de tendencia para tratar de
tomar en cuenta las influencias contrarrestantes a la ley de la tendencia
decreciente de la tasa de ganancia58. En su contribución publicada en Lire le
Capital, Balibar profundiza a propósito de este concepto de tendencia y escribe que
para Marx, “la ‘tendencia’ está definida por una restricción, una disminución, un
aplazamiento o un travestimiento de su eficacia”, y más aún, que “la tendencia es
una ley donde la realización integral está detenida, debilitada, lentificada por
causas que la contrarrestan (entgegenwirkende Ursachen) o aun cuyos efectos
(Wirkug, Verwiklichung, Durchführung) están suprimidos (aufheben) por estas
causas adversas”.59 Como tal, el problema de la tendencia es el problema del
whither, de la direccionalidad y de la instancia en la cual cierta efectividad
(eficacia) es reducida. Si esta cierta noción de tendencia remite a cierta estructura
escatológica es porque opera como una excepción a cierta norma. Por eso se
suplementa con el concepto de lo espectral. Al mismo tiempo, ya que lo espectral
no puede demarcar y tomar en cuenta los múltiples ritmos y efectividades
relativas de los elementos de la ensemble social, hemos decidido insertar un
suplemento: tendencial. La espectralidad tendencial entonces no es un destino, sino
más bien lo que ocupa el espacio entre el porvenir y el Futuro.
57 Derrida,
J. en Spriker, M. (2008) op. cit., p. 256.
Capital, Vol. III, 339. No estamos desprevenidos a propósito de las complicaciones
que tiene invocar la ley, y las formas en las que este término (“ley”, en su sentido más
abstracto) es deconstruido en el ensayo “Fuerza de Ley” y en otros lugares. Baste con decir
que, para Marx, la ley nunca es universal y siempre es socavada por las fuerzas
tendenciales que pueden no devenir actuales. Esta es la vía de Marx para dar cuenta de
grados de eficacia y efectividad diferenciales.
59 Balibar, É. Lire le Capital II. Paris: Maspero, 1973. p. 195 (la cursiva es nuestra).
58 Marx
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Lo que hemos tratado de hacer es simplemente seguir las vacilaciones del
texto derrideano, seguirle los pasos a Derrida por cierto camino o senda
(Holzwege), precisamente atendiendo a la circunstancia de que, en sus propias
formulaciones, la deconstrucción a veces parece cubrir sus propias huellas, lo cual
tiene el efecto de borrar cierta consistencia, cierta posibilidad de demarcación o
incluso ciertas tendencias. Siguiendo estas vacilaciones y borraduras notamos
cierto distanciamiento tendencial del nombre de Heidegger, en particular en torno
a la herencia de Marx, y la pregunta por la historia, como hemos demostrado. Se
podría decir que el distanciamiento tendencial de Heidegger es inversamente
proporcional a su aproximación a Marx. Esta tendencia se hace legible en la
constelación de los tres textos que trabajamos en estas páginas: el seminario del
1964-5, Espectros de Marx, como también Posiciones. El problema de esta
“distancia” es al fin y al cabo el problema de la efectividad de lo espectral, lo cual
parece acechar la problemática derrideana. Por la misma razón por la cual Derrida
no puede “exorcizar” a Hegel de Marx (a esto apunta la crítica implícita a Althusser
en Espectros de Marx), tampoco es posible para Derrida que se exorcise, él mismo,
Jacques Derrida, del espectro de Heidegger. Sin embargo, un cierto cambio de
posición es percibible, se puede demarcar cierta tendencia, se puede notar una
cierta variación en la efectividad de estos espectros (el marxiano y el
heideggeriano) sobre el texto derridiano. Con “distancia” entonces nos referimos a
la atenuación-intensificación relativa de los efectos de ciertos espectros en
relación a otros. Es decir, las vacilaciones derrideanas expresan ciertas tendencias
incluso en su desistencia la demarcación. Expresan ciertas tendencias espectrales.
El modo en el cual Derrida desiste la demarcación como también la
elaboración de un concepto propio que piense la relación (o articulación) entre los
varios espectros y sus efectividades relativas es recalcado por Vittorio Morfino en
su ensayo titulado “Escatología a la cantonade: Althusser más allá de Derrida”. El
argumento de Morfino es el siguiente: en Espectros de Marx Derrida parece
proponer otro concepto de la historia que “resulta del todo insuficiente
precisamente a la luz del proyecto presentado en Posiciones”.60 En Posiciones
Derrida afirma una concepción plural de la temporalidad (la althusseriana) e
incluso propone pensar la articulación de esas múltiples instancias, de esos
múltiples espectros. Pero en Espectros de Marx, Derrida parece abandonar ese
proyecto. Morfino establece una fuerte línea de demarcación entre la posición de
Derrida en Posiciones y su posición en Espectros de Marx, un cambio tendencial que
termina desplazando el problema de la articulación de las diferentes
temporalidades que conforman la totalidad compleja (es decir, esa cadena sin
clausura del ensemble social), y termina afirmando una cierta desarticulación de la
“alteridad de cada evento histórico singular” (es decir, el mesianismo sin mesías).61
60 Morfino,
61 Id.
V. (2011) op. cit., p. 116.
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Siguiendo esta línea, Morfino argumenta que la espectrología derrideana se niega a
trazar una línea de demarcación “entre la temporalidad simple y singular de la
imaginación y aquella compleja y plural de la historia”62 Derrida se niega a
demarcar, escribe Morfino, lo “verdadero” de lo “imaginario”.63 Este carácter de la
espectrología derrideana, como marcaba antes, parece ser un síntoma de un
problema que Derrida desplaza, a saber, el tomar en cuenta los varios grados de
efectividad de los espectros que el mismo conjura. En este sentido, lo que hemos
llamado tentativamente la espectralidad tendencial trata de tomar en cuenta la
articulación entre estas singularidades (la coyuntura dislocada) sin caer en un
concepto de historicidad restringido. Es decir, hemos pensado el problema
inmanentemente a las vacilaciones del texto derridiano.
Por último, me gustaría sugerir una metáfora para pensar esto que
llamamos espectralidades tendenciales, como un gesto que trata de pensar la
historicidad de la historia, evocando a lo que en la estadistica matematica se llama
procesos de cadena de Márkov. No podemos desarrollar esto en detalle, pero cada
“paso,” o instancia, en la cadena (o cadenas) de Márkov es calculado en su
singularidad. Es decir, la probabilidad del próximo “paso” en la cadena, es decir, de
la dirección en la cual el “caminante” tomará en la cadena de Márkov, solamente
depende en el estado en cual se encuentra. Es decir, es contingente en la
coyuntura. Lo que emerge de este proceso es una cadena en la cual el “futuro” no
depende del pasado, pero el estado actual sigue estando “articulado” con otros
pasos. En ese sentido, se produce una cierta cadena serializada de singularidades
que siguen estando articuladas. Una coyuntura dislocada. Podríamos pensar esta
metáfora de manera paralela a lo que Althusser llama un materialismo aleatorio del
encuentro. La espectralidad tendencial y la cadena de Márkov de manera pensado
paralelamente a lo que Althusser expresa en su diálogo con la filósofa mexicana
Fernando Navarro: “hay que pensar la necesidad como el devenir-necesario del
encuentro de los contingentes64.
Lo que está en juego en este trabajo es pensar los ritmos plurales de lo
espectral, sus direcciones, y sus intensidades en relación a una estrategia en la cual
la promesa de una re-politización pueda ser habitada. Es decir, el habitar la
fascinación por la promesa de una Nueva Internacional que ya siempre está acá.
Invocando al Derrida de Espectros de Marx, “una promesa debe prometer ser
cumplida, es decir, no limitarse só lo a ser ‘espiritual’ o ‘abstracta’, sino producir
acontecimientos, nuevas formas de acció n, de prá ctica, de organizació n”.65 Es este
Derrida que deseamos heredar en esta coyuntura dislocada, un Derrida que, en sus
múltiples espectros, sus múltiples voces, tiende a vacilar entre la desarticulación
62 Ibíd., p.
121.
63 Id.
64 Althusser,
L. Filosofía y Marxismo entrevista por Fernanda Navarro. Siglo XXI, 1988, p.
32.
65 Derrida, J. (1998) op. cit., p. 103.
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de la mesianidad sin mesianismo y la articulación de la temporalidad plural.