ISSN: 0210-1696
DOI: https://doi.org/10.14201/scero2022534149164
COMPETENCIAS SOCIOEMOCIONALES
EN PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN
Socioemotional Competencies in People
with Down Syndrome
Alan J. GONZÁLEZ MAYA
Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Psicología, México
Emma V. ROTH GROSS
Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Psicología, México
Octavio C. GARCÍA GONZÁLEZ
Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Psicología, México
ogarciag@unam.mx
Recepción: 1 de septiembre de 2021
Aceptación: 26 de abril de 2022
Agradecimientos: Este trabajo fue apoyado por DGAPA-UNAM proyecto PAPIME-PE302320.
RESUMEN: Las personas con síndrome de Down presentan diversas dificultades en
el manejo de habilidades socioemocionales, hecho que afecta de manera directa su autoestima y la toma de decisiones en la vida cotidiana, repercutiendo negativamente en
su desarrollo personal y social. Una forma de contrarrestar tales efectos es a través de la
enseñanza de competencias socioemocionales, sin embargo, las alternativas educativas
adaptadas y dirigidas a esta población son escasas. En el presente trabajo se analizan las
características y aportaciones de diversos programas enfocados a la promoción de educación e inteligencia emocional en personas con síndrome de Down. El análisis realizado
sugiere que estos tienen un efecto benéfico en esa población. Sin embargo, es necesario
continuar fortaleciendo la investigación y aplicación de los mismos, así como la construcción de instrumentos estandarizados para medir sus efectos. La puesta en marcha de
este tipo de programas favorecerá una mayor inclusión, así como el desarrollo integral
de las personas que viven con esta condición.
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PALABRAS CLAVE: síndrome de Down; competencias emocionales; educación emocional; inteligencia emocional; inclusión.
ABSTRACT: People with Down syndrome often struggle to achieve socio-emotional
skills, facts that directly affect their self-esteem and everyday decision-making, impacting negatively their personal and social development. Teaching socioemotional competencies is a way to deal with such effects, however, educational alternatives adapted and
directed to this population are limited. This paper analyzes the characteristics and contributions of some programs focused on emotional education and emotional intelligence
promotion for the Down syndrome population. Our results suggest that such programs
have beneficial effects on the population studied. Nevertheless, it is necessary to continue strengthening the research and application of those programs and the construction of
standardized instruments to measure their effects. Inclusion and overall development of
people with Down syndrome will be reinforced by the consolidation of socio-emotional
competencies programs.
KEYWORDS: Down syndrome; socio-emotional competencies; emotional education;
emotional intelligence; inclusion.
1. Introducción
E
L SÍNDROME DE DOWN es una condición de vida ocasionada por la presencia de
un cromosoma extra en el par 21 y representa el trastorno del neurodesarrollo
con mayor incidencia en el mundo, manifestándose entre 1 de cada 1000 nacimientos vivos (Sherman et al., 2007).
Las personas que viven con esta condición suelen presentar un mayor número de
problemas de salud comparado con la población general; sin embargo, los progresos
médicos y cuidados parentales en etapas tempranas han incrementado notablemente
su esperanza de vida, pasando de un promedio de entre 9 y 11 años a principios del
siglo pasado a más de 60 años en la actualidad (Antonarakis et al., 2020).
En contraste, el panorama no es tan alentador cuando se habla de los avances
en bienestar psicosocial, ya que la mayoría de las personas con síndrome de Down
han experimentado discriminación y exclusión en alguna etapa de su vida, así como
distintas barreras en su aceptación social y oportunidades de equidad (Huete, 2016).
Por otro lado, las características propias de su personalidad; formas de crianza sobreprotectoras, y una mala valoración en general de sus capacidades, cualidades y necesidades de apoyo (Ruiz, 2004) hacen que no se promueva de una manera adecuada
su desarrollo socioemocional, por lo que es imprescindible, al momento de planear
programas para esta población, no solamente centrarse en el aspecto médico, sino
también incluir el psicológico, educativo y social, en busca de una mejor atención
para este colectivo.
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1.1. Dificultades en la vivencia emocional de personas con síndrome de Down
Las personas que viven con este síndrome pueden tener una vida emocional tan
rica como la de cualquier otra, por lo que no habría razón para no fomentar en ellas
un mejor conocimiento sobre sus emociones. Sin embargo, la falta de atención a este
aspecto de su desarrollo se ha reflejado en distintas dificultades que impactan de
manera importante en su relación consigo mismos, así como en sus oportunidades
de inclusión social y su calidad de vida en general (Gray, 2015). En este sentido,
Robles-Bello et al. (2014) encontraron que personas jóvenes con síndrome de Down
presentaban menores puntuaciones en habilidades intra- e interpersonales, manejo
de estrés, adaptabilidad y en general en su cociente emocional, respecto a jóvenes con
desarrollo típico, señalando la necesidad de incorporar entrenamiento en habilidades
emocionales de los primeros con el fin de disminuir tales desventajas.
En concordancia, existe evidencia de que la capacidad de personas con síndrome
de Down para reconocer emociones tiende a disminuir a partir de los 4 años
(Channell et al., 2014). En esta misma dirección, se han observado déficits en la
distinción de emociones, especialmente cuando se asocian a la comprensión de
etiquetas verbales, lo que da lugar a un doble inconveniente dadas las dificultades
comunes que presentan en su lenguaje expresivo (Pochon y Declerq, 2014). Esta
dificultad se ha vinculado particularmente con la identificación de emociones
negativas como miedo, enojo y tristeza (Pochon y Declerq, 2013). Lo anterior cobra
especial relevancia en ambientes sociales, donde el reconocimiento de expresiones
faciales juega un papel crucial para el desarrollo de comunicación socioemocional y
relaciones interpersonales (Denham y Wissberg, 2004), significando un obstáculo
más para quienes viven con esta condición.
Además de lo anterior, se ha identificado que las necesidades de apoyo en
comunicación lingüística propia de estas personas pueden condicionar la expresión
de sus emociones, ya que el no querer o poder verbalizar las mismas no significa
que no las estén sintiendo. Como consecuencia, se ha detectado que cuando esta
limitante no es correctamente identificada y tratada puede desembocar en depresión
(Ruiz, 2004).
Conforme a lo anterior, es común que las personas con síndrome de Down,
incluso con retraso moderado del lenguaje, experimenten desafíos relacionados
con la comunicación expresiva de sus emociones (Chapman, 1997; Leonard et al.,
2002; Ruiz, 2004), que les llevan a tener un déficit generalizado en su vocabulario
emocional y les ponen en desventaja en situaciones que involucran reconocimiento y
expresión emocional (Pochon y Declerq, 2014).
Al mismo tiempo, la dificultad que muchas de estas personas presentan en la
comprensión del lenguaje abstracto puede significar un motivo importante de
ansiedad al momento de tener que responder a demandas que exigen más de lo que
en ocasiones logran entender, lo que las coloca en riesgo de presentar episodios de
bloqueo en los que no son capaces de tomar una decisión o reaccionar de forma
adecuada ante la situación (Ruiz, 2004), por lo que es conveniente enseñarles a
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superarlos, o al menos permanecer en ellos el menor tiempo posible, apoyándoles
para que sus vivencias cotidianas no se vean limitadas.
Adicionalmente, existen también factores sociales originados a partir de estigmas
culturales, que repercuten en la integración plena de las personas con síndrome
de Down, como ejemplo, el hecho de que presenten rasgos faciales característicos
hace más visible su discapacidad, lo que puede afectar negativamente sus relaciones
interpersonales y promover su aislamiento social (Betancor et al., 2016).
1.2. Relevancia de la promoción de competencias socioemocionales
Una de las alternativas para reducir y prevenir los efectos negativos descritos es
a través del entrenamiento en competencias socioemocionales, mismo que, en el área
de la educación, se fomenta principalmente por medio del diseño, implementación
y evaluación de programas que impulsan la enseñanza de inteligencia y/o educación
emocional; mismos que han vivido un auge muy relevante en las últimas dos décadas
(Garrote et al., 2021).
Primeramente, la inteligencia emocional es comprendida como aquellos procesos
implicados en el reconocimiento, la comprensión y el manejo de los estados emocionales de uno mismo y de otros, para resolver problemas y regular conductas, con el
objetivo de favorecer el crecimiento emocional e intelectual (Mayer y Salovey, 1997).
Por su parte, la educación emocional significa dar un paso adelante, pretendiendo
proporcionar no solo conocimiento acerca de lo valioso que es el desarrollo emocional, sino también herramientas para promover estas habilidades, con la convicción de
que pueden enseñarse y aprenderse de manera formal mediante programas sistematizados y accesibles (González, 2021).
En ese sentido, Bisquerra (2000) define la educación emocional como un proceso
educativo, continuo y permanente, cuya finalidad es potenciar el desarrollo emocional
como complemento indispensable del cognitivo; siendo ambos elementos esenciales
de la personalidad integral y teniendo como objetivo la adquisición de conocimientos
y destrezas sobre las emociones con el fin de capacitar al individuo para afrontar de
mejor modo los retos que se le plantean en la vida cotidiana. A tal conjunto de capacidades se les denomina competencias emocionales (Bisquerra, 2009), cuyo correcto
desarrollo beneficiará la promoción de mejores relaciones con uno mismo y con el
entorno. Al respecto, Bisquerra y Pérez (2007) proponen una categorización de tales
habilidades a través de un “Modelo Pentagonal” que incluye los rubros siguientes:
Conciencia Emocional, Regulación Emocional, Autonomía Emocional, Competencia Social y Habilidades de Vida y Bienestar.
Las competencias socioemocionales son tan vitales como cualquier otro tipo de
aprendizaje. Las evidencias sugieren que las personas pueden volverse cada vez más
hábiles emocionalmente a través del tiempo (Izard et al., 2001; Morgan et al., 2010),
lo que contribuye no solo a su bienestar durante los años de la infancia temprana, sino
también a lo largo de la vida, como podría ser en el ajuste personal, académico, social y laboral (Denham, 2003). Así mismo, un adecuado desarrollo socioemocional se
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traduce en conductas de autorregulación apropiadas e interpretaciones más precisas
de los estados emocionales de los demás, dando lugar a interacciones exitosas con el
ambiente (Denham, 2003). Este conocimiento es la llave de la creación y mantenimiento de amistades sanas, relaciones agradables en el salón de clases, bienestar en la
familia y espacios de trabajo enriquecedores (Channell et al., 2014).
En el caso de las personas con síndrome de Down, una adecuada promoción de
competencias socioemocionales podría aumentar su desenvolvimiento de manera armónica y eficiente en diferentes contextos, brindarles mayor autonomía y satisfacción
personal, ampliar sus interacciones sociales y favorecer un mayor autocontrol, repercutiendo positivamente en sus vidas. Lo anterior puede representar una oportunidad
no solo para su desarrollo individual, sino también para apoyar una transformación
de la visión estereotipada que otros han creado hacia esta población, de modo que la
sociedad pueda verlos como seres únicos y valiosos, impactando directamente en sus
posibilidades de inclusión plena.
Estos datos resultan especialmente útiles para familias de personas con síndrome
de Down, a quienes no solo les interesa que sus hijos vivan más años, sino que también les preocupa que sean bien acogidos por sus compañeros, que sepan relacionarse
e integrarse, que se sientan cómodos consigo mismos, que acepten su discapacidad y
convivan con ella y, sobre todo, que sean felices (Ruiz, 2004); todas estas son habilidades socioemocionales que les permitirán mejorar sustancialmente su calidad de vida
(Ruiz, 2016).
1.3. Programas de inteligencia y educación emocional
En los últimos años se ha incrementado el interés por desarrollar planes educativos
que fomenten el desarrollo socioemocional a través de programas como Promoting
Alternative Thinking Strategies (PATHS), Positive Action, Second Step, Ruler, 4R’s,
Caring School Community, Social and Emotional Aspects of Learning (SEAL), Kids
Matter y Bienestar y Aprendizaje Socioemocional (BASE), entre otros (Durlak et al.,
2017; Marchant et al., 2015), los cuales han probado tener un efecto favorable no solo
en el rendimiento académico del estudiantado, sino también en sus habilidades sociales y emocionales, favoreciendo de igual forma su mundo interpersonal.
Ahora bien, a pesar de la variedad de programas de inteligencia y educación emocional enlistados, una limitante importante es que ninguno cuenta con aplicación en
personas con síndrome de Down, pues las actividades en su mayoría contienen un
marcado componente de abstracción –imaginar situaciones, ponerse en el lugar de
otros, prever acontecimientos– (Ruiz, 2004), lo cual, dada su condición, dificulta su
correcta implementación.
La población con síndrome de Down, al igual que las personas en general, requiere
de programas escolares encaminados a mejorar sus competencias emocionales, pero
estos precisan adecuaciones pertinentes de acuerdo con sus características y estilos de
aprendizaje (Casero y Pérez, 2014). Contar con esa capacitación es esencial, ya que
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aumentaría sus herramientas para resolver los retos que se les presenten en los diversos entornos de su vida cotidiana y con ello vivir con mayor bienestar.
En esa dirección, pocos estudios se han dirigido a trabajar el desarrollo emocional
a través de programas educativos para personas con alguna discapacidad intelectual
(Garrote et al., 2021), y en mucha menor medida específicamente para personas con
síndrome de Down (Moore, 2001), dando como resultado un campo de investigación
mayoritariamente inexplorado.
Por los motivos expuestos, el objetivo del presente trabajo consistió en realizar
una revisión documental que permitiera analizar la literatura científica disponible con
respecto a la promoción de competencias socioemocionales para personas con síndrome de Down, a través de programas de inteligencia emocional y/o educación emocional. Lo anterior, con el fin de describir sus características y aportaciones, a manera de
presentar un panorama actual acerca de la investigación en el tema, así como posibles
retos de cara al futuro.
2. Método
La forma de localizar los programas, los resultados y su análisis se presentan en
los apartados siguientes.
2.1. Recolección de datos
Se realizó una búsqueda de información a través de las bases de datos “Pubmed”,
“Psycinfo”, “SpringerLink”, “Ebsco”, “Science Direct”, “Scielo”, “Dialnet”, “Redalyc”, y “Google Académico”. Los términos de búsqueda incluyeron las palabras
clave síndrome de Down, competencias emocionales, educación emocional, inteligencia
emocional y aprendizaje socioemocional, tanto en español como en inglés. Las palabras fueron combinadas y se localizaron en los títulos, resúmenes y/o índices de los
trabajos. Siguiendo las recomendaciones de Garrote et al. (2021) se decidió no llevar
a cabo restricciones de tipo temporal, a consecuencia de lo poco que lleva investigándose el tema. Una vez ubicados los documentos se realizó el análisis de su bibliografía
y se utilizó la técnica de Bola de Nieve (Hernández-Sampieri, 2018), con el fin de
detectar algún otro material que cumpliera con los rubros mencionados.
2.2. Criterios de inclusión
La selección de trabajos incluyó artículos científicos y trabajos profesionales de
titulación, siempre y cuando presentaran con claridad su sustento teórico, método y
resultados. Los documentos tenían que estar publicados por alguna revista científica,
institución educativa o fundaciones en favor de la inclusión de personas con síndrome
de Down.
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2.3. Criterios de exclusión
Se descartaron los materiales cuya información no mostrara consistencia teóricometodológica, es decir, aquella derivada de blogs, foros, vídeos, redes sociales o todo
aquel medio en donde los datos se presentaran de manera anecdótica o como una
opinión personal y, por ende, sus hallazgos pudieran verse sesgados.
3. Resultados
Una primera búsqueda arrojó un total de 72 trabajos a través de las palabras clave.
No obstante, después de aplicar los criterios establecidos, se seleccionaron únicamente 23 publicaciones, mismas que se enumeran en la Tabla 1.
TABLA 1. Literatura seleccionada después de aplicar
los criterios de selección y exclusión
N
Nombre
Autores
Procedencia
Año
1
Educación emocional en personas con
síndrome de Down
Abecia, I.
España
2014
2
Habilidades sociales para niños y niñas
con síndrome de Down
Arroyo, I.
España
2015
3
Programa de Inteligencia Emocional en
Síndrome de Down
Barrios, M.
España
2016
4
Propuesta de intervención: la inteligencia
emocional en niños/as con síndrome de
Down
Benítez, S.
España
2018
5
Propuesta de un programa de intervención en educación emocional para alumnado con síndrome de Down
Bernabé, A.
España
2016
6
Propuesta de un Programa de Educación
Emocional para niños/as de Educación
Infantil con síndrome de Down
Collazos, T.
España
2018
7
Propuesta de Programa de intervención
en niños de 5 años con síndrome de Down
Díaz, M.
España
2018
8
Programa de intervención en educación
emocional dirigida a jóvenes con síndrome de Down: “Soy lo que siento”
Fernández, M.
España
2014
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9
Educación emocional en personas con
síndrome de Down.
Galeano, M.
España
2016
10
Habilidades socioemocionales en niños
con síndrome de Down
García, I.
España
2019
11
Entrenamiento en habilidades sociales
para identificar y controlar emociones
básicas en preadolescentes con Síndrome
de Down
Hernández, P.
España
2020
12
Inteligencia emocional en niños con síndrome de Down
Jiménez, M.
España
2015
13
Educación emocional en alumnado con
síndrome de Down
Miranda, A.
España
2018
14
Educación emocional en los niños con
síndrome de Down
Monedero, C.
España
2018
15
Estrategias para el desarrollo de la inteligencia emocional en estudiantes con síndrome de Down
Morales, M.
Ecuador
2022
16
Programa de intervención para la mejora
emocional en personas con síndrome de
Down: “Me quiero como soy”
Morchón, R.
España
2021
17
Programa de educación emocional para
niños y niñas con síndrome de Down
Ocaña, M.
España
2017
18
Programa de intervención para el control
emocional en menores con síndrome de
Down
Peña, A.
España
2018
19
Programa de intervención para desarrollar la inteligencia emocional en personas
con síndrome de Down
Puchol, A.
España
2020
20
Programa de intervención en inteligencia
emocional en personas con SD
Romero, S.
España
2019
21
Programa de educación emocional. Aplicación práctica en niños con síndrome de
Down
Ruiz, E.,
Álvarez, R.,
Arce, A.,
Palazuelos, I. y
Schelstraete, G.
España
2009
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EN PERSONAS CON SÍNDROME DE DOWN
ALAN J. GONZÁLEZ MAYA, EMMA V. ROTH GROSS Y OCTAVIO C. GARCÍA GONZÁLEZ
22
EMOCIONA-DOWN: Programa de
Educación Emocional
Ruiz, E.
España
2017
23
“Desde tu emoción”: una comparativa
sobre la adquisición de la inteligencia
emocional en dos grupos de niños y niñas con síndrome de Down
Samano, L.
España
2020
Nota: N: Número de publicación.
Fuente: Elaboración propia.
En primer lugar, se encontró que la gran mayoría del material disponible consistía en propuestas de programas sin aplicación práctica (Abecia, 2014; Arroyo, 2015;
Barrios, 2016; Benítez, 2018; Bernabé, 2016; Collazos, 2018; Díaz, 2018; Fernández,
2014; Galeano, 2016; García, 2019; Hernández, 2020; Jiménez, 2015; Miranda, 2018;
Monedero, 2018; Morchón, 2021; Ocaña, 2017; Peña, 2018; Puchol, 2020; Romero,
2019), cuyo objetivo principal estaba dirigido al fortalecimiento de las competencias
de Conciencia y/o Regulación Emocional de población infantil y adolescente con síndrome de Down, enfatizando en general la utilidad de metodología lúdica, así como
los posibles beneficios que podrían tener sobre las habilidades socioemocionales de
los participantes.
En dichas propuestas se enfatizó la intención de favorecer el aprendizaje para reconocer, nombrar, distinguir, expresar y regular emociones, así como la identificación
de situaciones y lugares adecuados para realizarlo. De igual modo, se buscó que lo anterior se reflejara en un mejor manejo de estrés y soluciones asertivas de problemas en
los participantes, con el fin de mejorar sus interacciones en distintos contextos como
son el aula, sus hogares y la propia comunidad.
Del mismo modo, tales investigaciones sugerían el uso de cuestionarios como
Mayer-Salovey-Caruso Emotional Intelligence Test (MSCEIT) (Brackett y Salovey,
2006), Trait Meta-Mood Scale (TMMS-24) (Salovey et al., 1995), Network of Relationships Inventory (Furman y Buhrmester, 1985), Emotion Regulation Questionnaire (ERQ) en su versión en español (Cabello et al., 2013), y algunas mediciones cualitativas a través de diarios de campo y rúbricas, con la intención de obtener evidencia
acerca de los efectos de estos programas.
Por otro lado, se encontraron solamente 4 programas que, además de un planteamiento teórico, contaban con aplicación práctica que incluía actividades y evaluaciones.
El primero de estos fue el desarrollado por Ruiz et al. (2009), quienes realizaron
un estudio en niños de 6 a 10 años con síndrome de Down en el que se implementó
una intervención grupal e individual con sesiones que comenzaban con ejercicios activos, para después pasar a actividades de relajación; en el transcurso realizaban una
revisión constante de hechos cotidianos, finalizando con un dibujo en una pancarta
emocional que servía como evaluación diaria. Al término de la aplicación llevaron a
cabo una sesión de detección de cambios a través de fotografías, encontrando mejoras
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en las habilidades de vocabulario emocional, expresión de sentimientos, así como en
el manejo de emociones y capacidad para relajarse.
Para valorar los efectos del programa, los autores no consideraron viable un análisis cuantitativo a falta de pruebas estandarizadas para medir habilidades emocionales
en esta población, por lo que elaboraron rúbricas cualitativas en las que registraron
la consecución observable de objetivos relacionados con las competencias trabajadas,
encontrando una marcada diferencia en el entendimiento de los temas y enrolamiento
en las clases entre los alumnos que participaron a lo largo de los tres cursos y aquellos
que se incorporaban al programa cada año, mostrando un mayor fortalecimiento de
los primeros en tanto a la autoconciencia emocional, control emocional, aprovechamiento productivo de las emociones y empatía (Ruiz et al., 2009).
Las actividades que tuvieron mejor respuesta fueron la lectura de libros, el teatro,
el role playing y los ejercicios de relajación (especialmente con música y tonos de voz
suaves) aunque, usualmente, les costaba volver a estados basales después de haber llegado a la misma debido, probablemente, a la hipotonía muscular propia de su condición (Ruiz et al., 2009). Por otra parte, entre las que representaron mayor dificultad se
encuentran los ejercicios de respiración consciente y atención plena, sin embargo, con
el debido entrenamiento y práctica se encontró que podían ser capaces de realizarlas.
El segundo estudio encontrado fue el de Sámano (2020), en el que se reclutaron
16 niños de entre 9 y 15 años con síndrome de Down, con quienes se implementó
un programa de educación emocional que utilizó un enfoque metodológico basado
en el constructivismo, el conductismo y el juego, tomando como base para su realización las experiencias, la observación, las ejemplificaciones, la dramatización y el
uso de materiales tangibles. En general se reportó una mejora en el desarrollo de la
inteligencia emocional de los participantes, específicamente en las variables de atención y claridad de sentimientos, mientras que en la habilidad de regulación emocional
no mostraron cambios, e incluso en uno de los grupos disminuyó. Se trata de una
investigación que recalca la importancia de fomentar un ambiente que privilegie la
libre expresión de emociones y la responsabilidad de saber regularlas, en dirección de
transmitirle eso al alumnado.
Al respecto del mismo, una de las principales limitantes es la forma en que midió
los resultados, pues su instrumento consistió en una adaptación de la escala TMMS24 valorada a través de las docentes del grupo, siendo esta una escala autoaplicable, lo
que implicó que se sustituyera el papel de los participantes en su reporte de impactos.
Al igual que el programa anterior (Ruiz et al., 2009) sus evaluaciones cualitativas son
las que le dan al trabajo mayor solidez, destacando a través de conductas observadas
que el programa efectivamente tuvo un efecto positivo.
El tercer trabajo localizado se refiere a un programa titulado Emociona-Down
(Ruiz, 2017), el cual consistió en la aplicación de dos guías de trabajo en educación
emocional para niños, niñas y adolescentes con síndrome de Down y su profesorado.
Ambos materiales contaban con un apartado teórico en el que se explicaba la relevancia del tema y uno práctico conformado por las actividades a realizar. La planeación se
encontró basada en las recomendaciones previas de Ruiz et al. (2009) y las actividades
siguen la línea de dicho trabajo, es decir, en general estuvieron compuestas por juegos,
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cuentos, música, relajación, tareas para casa, evaluaciones constantes, entre otras. No
obstante, este programa actualmente continúa en fase de ejecución y, durante la presente búsqueda, no se encontraron documentos que reportaran resultados.
El último estudio localizado fue el elaborado por Morales (2022), quien llevó a
cabo una intervención enfocada en el mejoramiento de la Conciencia Emocional de 3
alumnos con síndrome de Down durante 20 sesiones. Al igual que el trabajo anterior,
basó sus actividades prácticas en las directrices mencionadas en Ruiz et al. (2009),
aunque destaca el uso de técnicas cognitivas con contenido abstracto y sustento procedimental lingüístico, difiriendo con lo que comúnmente ha sido reportado como
estrategias útiles en investigaciones previas (Ruiz, 2004).
Para su valoración la autora se sirvió de un enfoque cualitativo, realizado a través
de encuestas y entrevistas a los tutores legales de cada niño. Los resultados indicaron
una mejora en los estudiantes en cuanto a conciencia del propio estado emocional, capacidad de nombrar e identificar las emociones, así como comprender su significado,
tanto en sí mismos como en los demás.
Este programa transcurrió durante la emergencia sanitaria por COVID-19, por lo
que se llevó a cabo en el hogar de cada alumno, con un plan de acción personalizado.
Así mismo, basada en tal experiencia, la autora finalizó su trabajo proponiendo una
guía de estrategias dirigida a profesionales, con el propósito de servir como directriz
en la implementación de actividades de promoción de Inteligencia Emocional de estudiantes con síndrome de Down.
En general, estos cuatro programas resaltaron la participación de profesores, padres y tutores en la enseñanza de las competencias socioemocionales y, del mismo
modo, enfatizaron lo primordial que es contar con estimaciones adecuadas en tanto al
tiempo de sesiones, horas, días, semanas y/o años de aplicación, dependiendo del grupo a quien se dirigieran las propuestas; así como la recomendación sobre el uso de distintos cuestionarios para una medición más confiable de la eficacia de dichos planes.
Sin embargo, como menciona Hernández (2020), a diferencia de los estudios para
población con desarrollo típico, o incluso de otros trastornos del neurodesarrollo, en
el caso del síndrome de Down el interés para la promoción de programas aplicados
de inteligencia emocional y educación emocional ha sido limitado. Este dato coincide
con lo encontrado en la presente investigación, siendo que los programas referidos
fueron escasos, de años muy recientes y la gran mayoría provenientes de un solo país.
Por lo anterior, resulta de suma importancia la necesidad de incrementar la puesta
en marcha de este tipo de programas, así como la utilización de formas estandarizadas
para la medición de sus efectos (Robles-Bello et al., 2014). En tanto a ello, lo que más
se ha acercado a ello ha sido el uso de algunas escalas cuantificables, no obstante, dichos instrumentos suelen estar sistematizados solamente para población con desarrollo típico, y no para personas con síndrome de Down; incluso, en algunos estudios se
les ha sustituido en el proceso de evaluación pues se creía que, dada su condición, no
podrían informar acerca de su propio estado emocional (Berástegui y Corral, 2020).
Al respecto, se ha documentado la búsqueda de adaptaciones válidas y confiables
de algunas escalas (Robles-Bello et al., 2014; Sánchez-Teruel et al., 2020), inclusive
a través del uso de herramientas digitales (Jameel, 2017) para poder analizar los reEdiciones Universidad de Salamanca / CC BY-NC-ND
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sultados de modo más holístico; no obstante, es todavía muy escasa la investigación
en este rubro, y más aún su uso práctico en programas educativos. El dato anterior
podría significar una nueva línea de investigación que ratifique las intervenciones,
representando una oportunidad de conocer y proponer novedosas maneras de establecer niveles base que, en conjunto con los rubros cualitativos ya de uso común,
pudieran resultar en planes más completos y eficaces para la creación de programas de
inteligencia y/o educación emocional.
4. Conclusiones
El objetivo del presente trabajo fue realizar una revisión documental que permitiera analizar la literatura científica disponible con respecto a la promoción de competencias socioemocionales para personas con síndrome de Down, a través de programas de inteligencia emocional y/o educación emocional. En ese sentido, a pesar de
que en los últimos años se ha notado un auge importante respecto a esta temática para
personas con desarrollo típico, en el caso de quienes viven con síndrome de Down,
el trabajo práctico es todavía escaso, pues la mayoría de los programas constituyen
únicamente propuestas.
Por su parte, las pocas intervenciones que sí reportan aplicación y resultados sugieren un efecto positivo (Morales, 2022; Ruiz, 2017; Ruiz et al., 2009; Sámano, 2020).
No obstante, es imperante la necesidad de continuar fortaleciendo este campo de
intervención máxime en contextos tan complejos como los derivados a partir de la
pandemia de COVID-19 y sus posibles efectos en el bienestar de todos, en específico
aquellos en situación vulnerable como lo son quienes viven con síndrome de Down.
Con respecto a la evaluación del efecto de los programas, se encontró que aquellos
aplicados basan sus interpretaciones en métodos preferentemente cualitativos que, a
pesar de ser una fuente importante de información, bien podrían complementarse con
el uso de instrumentos cuantitativos de medición de competencias socioemocionales
adaptados a las características de personas con síndrome de Down. Será necesario enriquecer las intervenciones actuales a partir de enfoques más completos de planeación
y medición, en orden de dotar de mayor solidez los resultados que de ellas surgiesen.
En resumen, la revisión realizada sugiere una limitación importante en la investigación sobre el tema de competencias socioemocionales para personas con síndrome
de Down. Los pocos programas aplicados, si bien otorgan información valiosa, no
son suficientes ante las necesidades actuales a las que se ven expuestas diariamente estas personas. Así mismo, se requiere su constatación no solo teórica, sino igualmente
práctica, de modo que realmente se favorezca este campo de trabajo.
Lo anterior puede ser muy útil a la hora de unir esfuerzos para lograr la disminución de brechas de desigualdad que vive actualmente este colectivo. El acceso a la
atención de la salud, programas de intervención temprana, enseñanza inclusiva, promoción de competencias socioemocionales, así como la investigación y su difusión de manera
adecuada, serán vitales para el desarrollo íntegro de las personas con síndrome de Down.
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