Escuela de Artes

Proponemos hacer una primera aproximación desde las imágenes en movimiento para pensar la proposición que da nombre a este posible encuentro. Comenzar por los filmes “A film, Reclaimed” de Ana Vaz y  Tristan Bera (2015, 19min) y “Entre-Vidas: Bruno Latour” de nuestra propia autoría (2015, 7min). La proposición – deseo de alianza – que aquí nos convoca trae implícita la triste herencia que nos ha dejado la modernidad, un habito por dividir como nos recuerda Stengers, consecuencia de lo que Whitehead llama bifurcación de la naturaleza y que ha alimentado nuestra creencia de que estamos solos en el mundo, de que el solipsismo es el único modo posible de estar en el mundo. Queremos resistir a esta herencia de las luces con ecologías de prácticas que afirman que no estamos solos y que, antes que estar en el mundo, estos tiempos catastróficos nos imponen estar con los mundos. Para quien nunca perdió una intimidad y conexión efectiva con el mundo como el pueblo indígena Yanomani, el cielo se puede caer – como nos dice Davi Kopenawa –  justamente porque nosotros, los blancos, nos sentimos ajenos al cielo y a todas las posibles relaciones que de él se desprenden. Infinitas líneas por donde la vida prolifera, fuerzas anímicas que se agencian con las nubes, pero también con la lluvia, la selva, el rio, los cantos y el propio pensamiento. Este aliarse con las nubes es un aliarse con todo aquello que no deja caer lo vivo, disponiéndose como superficie de contacto e intersección para que lo vivo continúe en movimiento. Una alianza que ocurre como posibilidad constructiva de los más impensados encuentros multiespecies y de la emergencia de modos de existencia, donde lo humano se abre a una cierta liviandad, transmutabilidad y multirelacionalidad, haciendo de la potencia de pensar un gesto menor y pluri-ontologico – entre artes, ciencias y filosofías –. Una invitación a estar a cielo abierto, sin miedo a que el cielo se caiga.

Los escritos que aquí reunimos se proponen hacer resonar y continuar por otros medios el desbordamiento afirmativo que la radicalidad de la imagen, como fórmula constituyente de un cine singular, compone no solo, pero sobre todo en las latitudes amerindias. Así, des-bordando latitudes latinoamericanas, es el frágil modo en el que realizamos este ejercicio editorial, donde insistimos en lo singular sin reponer lo identitario. Cuando la fuerza de lo audiovisual se desborda, transformándose siempre en resto de resto, solo nos queda inventar modos tangenciales, sinuosos y delicados de bordear la materia-cine siempre evanescente. Esta materia, como la fuerza del río abre nuevos caudales, donde quién está abierto a delirar puede hacer de la percepción una Pororoca. Es decir, un encuentro entre aguas, un encuentro de fuerzas. Pororoca, de la lengua tupí-guaraní –pororó-ká– quiere decir “gran estruendo”, lo que escuchamos cuando por decenas de kilómetros el río Amazonas se encuentra con el océano Atlántico. El centelleo de esos pequeños grandes estruendos es lo que deseamos reunir en esta primera publicación de Hambre.

A arte é uma experiência de invenção que se desdobra infinitamente. Criar novos possíveis na percepção é sempre um desafio da experimentação. O cinema que aqui convocamos, desconhece a prioris e se joga no abismo para arriscar tudo num gesto que renova e descoloniza o olhar e a escuta. Imagens que, antes de interpretar ou verificar a realidade, a experimentam. Nesse sentido, longe de entendermos o Experimental como gênero ou movimento que possa se ancorar numa historicidade, apelamos a um Experimental como aquilo que faz mover o pensamento do cinema em trajetórias aberrantes que almejam trazer sempre o acontecimento à superfície. Experimental como um modo radical de aproximação e apreensão do real, onde a imagem é sempre um processo dinâmico e instável de variações energéticas. Pensar o cinema nas dobras é ficar na superfície da imagem, é fender sua materialidade, é solicitar uma poética das forças mais que das formas, é afrouxar os sentidos e dispô-los em novas conexões, onde, como nos lembra Stan Brakhage, a imagem é anterior ao verbo.

DOBRA afirma-se como um espaço de resistência que quer compartilhar com o público uma micropolítica da percepção, que vai na direção contrária dos clichês que a grande mídia corporativa e a lógica da comunicação de massa impõem. Linhas de fuga para o que Peter Pál Pelbart chama de vida besta, e que nós poderíamos chamar de percepção besta. Acolher então essas percepções menores, que pervertem as ordens pré-estabelecidas em movimentos que recusam qualquer vontade de completude ou totalidade. Percepções menores, imagens sempre abertas e precárias que desviam de qualquer clausura ou finitude.

Sem apelar para identidades, mas convo – cando suas forças, DOBRA se diz um espaço latino-americano, que almeja colocar em diálogo as produções destas latitudes com as do contexto internacional. Um entre-mundos que espera abrir redes de colaboração e encontro entre obras, seus realizadores e o público.