La Constitución Política de Colombia de 1991 es un hito fundamental en la historia del país, marcando el
inicio de una nueva era en términos de democracia, derechos y participación ciudadana . Su creación se dio
en un contexto de crisis social, violencia y desigualdad que afectaba profundamente al país. El proceso que
condujo a su promulgación fue producto de una demanda urgente de reformas que respondieron a las
complejas realidades de Colombia a finales del siglo XX.
Origen de la Constitución de 1991
El origen de la Constitución de 1991 se remonta a los años 80, una década caracterizada por el auge del
narcotráfico, el incremento de la violencia armada por parte de guerrillas y grupos paramilitares, y una crisis
institucional que dejó al país en un estado de inestabilidad. . La constitución anterior, la de 1886, no reflejaba
las necesidades de un país moderno ni garantizaba suficientemente los derechos de los ciudadanos.
El detonante principal del cambio fue el movimiento estudiantil conocido como la "séptima papeleta", una
iniciativa ciudadana que impulsó la convocatoria de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva
constitución. Este movimiento, nacido del deseo de una generación joven por lograr un cambio real, sumó
apoyo popular y político, y llevó a que en 1990 el presidente César Gaviria convocara oficialmente la
Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente fue conformada por una diversidad de sectores políticos, incluidos grupos
tradicionales excluidos como las comunidades indígenas, los movimientos de izquierda y otras minorías.
Finalmente, el 4 de julio de 1991, Colombia adoptó su nueva Constitución Política, cuyo enfoque principal
era garantizar los derechos fundamentales, la descentralización del poder y la creación de una estructura
más inclusiva y participativa.
 la Constitución de 1991 representa un avance significativo para Colombia. En un país que había vivido
décadas de exclusión política y desigualdad social, este texto fue un respiro de esperanza, ya que reconoció
por primera vez los derechos fundamentales de todos los ciudadanos, garantizando la igualdad ante la ley, el
acceso a la justicia y la participación en la vida política.
Uno de los aspectos más importantes es que la Constitución de 1991 amplió los derechos civiles y sociales.
Estableció derechos fundamentales como el derecho a la vida, la educación, la salud, el trabajo y el debido
proceso. Además, reconoció los derechos colectivos, como la protección del medio ambiente, la paz y el
acceso a una vida digna, lo que significó un avance hacia una sociedad más equitativa.
Sin embargo, aunque consideramos que la Constitución de 1991 sentó las bases para un Estado más
moderno y democrático, es evidente que su implementación ha enfrentado desafíos. La corrupción, la
desigualdad persistente y los problemas estructurales, como la inseguridad y el narcotráfico, siguen siendo
obstáculos importantes para que los ideales de la constitución se hagan realidad en la vida cotidiana de los
colombianos. A pesar de estas dificultades, la constitución sigue siendo una herramienta poderosa para la
defensa de los derechos y la participación de los ciudadanos.
Reflexión final
La Constitución de 1991 no solo fue una respuesta necesaria a una crisis institucional, sino que marcó el
camino hacia un país más inclusivo, reconociendo la pluralidad y diversidad de sus ciudadanos. Aunque su
implementación aún tiene fallas, creo firmemente que la Constitución de 1991 sigue siendo una guía
esencial para avanzar hacia una Colombia más justa, democrática y equitativa. La clave está en fortalecer las
instituciones, combatir la corrupción y garantizar que los principios de la constitución se materialicen para
todos los ciudadanos.
La actual Constitución Política de Colombia, promulgada en 1991, surgió en un contexto histórico y social
marcado por una profunda crisis institucional, el incremento de la violencia y la necesidad urgente de
reformas políticas que respondieran a las demandas de distintos sectores de la sociedad colombiana. E
La década de los 80 en Colombia estuvo marcada por una serie de conflictos sociales, políticos y armados
que generaron una fuerte inestabilidad en el país. El narcotráfico, encabezado por carteles como el de
Medellín, había permeado las estructuras del Estado, y la violencia causada por grupos armados ilegales,
tanto guerrilleros como paramilitares, crecía exponencialmente. La sociedad civil también se vio afectada por
el aumento de la pobreza y la desigualdad. Además, la Constitución vigente hasta entonces, la de 1886, se
percibía como obsoleta y no respondía a las nuevas realidades sociales y políticas del país.
Una de las principales iniciativas que promovieron la necesidad de una nueva constitución fue la
movilización estudiantil de 1990, conocida como el Movimiento de la Séptima Papeleta. Esta iniciativa,
impulsada por jóvenes universitarios, consistió en incluir una papeleta adicional en las elecciones legislativas
de ese año para exigir la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. La papeleta pedía la
creación de una nueva Constitución que pudiera enfrentar los desafíos que la nación estaba atravesando.
En respuesta a esta demanda popular, el gobierno del entonces presidente César Gaviria accedió a convocar
una Asamblea Constituyente, integrada por distintos sectores políticos y sociales. Esta asamblea se encargó
de redactar lo que se convertiría en la Constitución de 1991, un texto innovador y progresista que buscaba la
inclusión de diversas voces, la consolidación de los derechos humanos y la modernización del Estado
colombiano.
Una Constitución para la Inclusión y la Paz
La Constitución de 1991 significó un cambio estructural profundo en la forma de concebir el Estado y sus
relaciones con los ciudadanos. Uno de sus aspectos más destacados fue su enfoque en los derechos
fundamentales. El nuevo texto incluyó un extenso catálogo de derechos que protegían a todos los
ciudadanos, con especial énfasis en los derechos sociales, económicos y culturales, y creó mecanismos
innovadores para su protección, como la acción de tutela, que permite a cualquier persona interponer una
demanda. para exigir el respeto inmediato de sus derechos.
Otro aspecto relevante fue la apertura del sistema político a nuevas formas de participación ciudadana. Se
habilitan mecanismos como el referendo, el plebiscito y la consulta popular, que permiten a la ciudadanía
tener una voz directa en las decisiones de trascendencia nacional. Además, la Constitución reconoció la
diversidad étnica y cultural de Colombia, otorgando derechos especiales a las comunidades indígenas y
afrodescendientes, algo que estaba ausente en el texto constitucional anterior.
La Constitución también buscó sentar las bases para la paz en un país que había sido aislado por décadas de
conflicto armado. De hecho, durante el proceso constituyente, algunos grupos guerrilleros como el M-19
depusieron las armas y participaron activamente en la redacción del nuevo texto. Este esfuerzo por incluir a
distintos actores sociales y políticos reflejaba el deseo de construir una Colombia más incluyente y pacífica.
La constitución política de Colombia de 1991 surge en un contexto histórico de crisis social, violencia y
desigualdad, fue creado en respuesta a las demandas urgentes de nuevas reformas en los distintos sectores
de la sociedad. La nueva constituyente es un hito en la historia nacional, pues gracias a ella sucedieron
transformaciones que eran necesitad desde muchos años atrás.
El origen de la constitución se remonta en la década de los 80, un periodo que estaba marcado por una
fuerte inestabilidad nacional, una crisis institucional caracterizada por el aumento exponencial de la violencia
a causa de los grupos armados ilegales y guerrillas y también por el auge del narcotráfico que permeaba casi
totalmente las estructuras del estado. Además, la constitución que estaba vigente en ese entonces, la de
1886, el pueblo la sentía obsoleta e inservible, porque no respondía a las realidades sociales y políticas del
país.
Frente a estos acontecimientos y la necesidad de un cambio, se da en 1990 una movilización estudiantil de
jóvenes universitarios apoyados publica y políticamente, conocida como la Séptima Papeleta, que convocaba
a una Asamblea nacional Constituyente para redactar una nueva constitución. En respuesta a esta petición
popular, el gobierno de Cesar Gaviria accede a la solicitud y se integra por distintos sectores políticos y
sociales, incluyendo grupos tradicionales, movimiento de izquierda, comunidades indígenas y otras minorías,
que redactan lo que conocemos actualmente, la constitución de 1991, un texto innovador y progresista que
buscaba la inclusión de diversas voces, la consolidación de los derechos humanos, la descentralización del
poder y la modernización del estado colombiano.
 La Constitución de 1991 representa un avance significativo para Colombia, es un verdadero acto de
renovación democrática. En un país que estaba sumido en la violencia y desigualdad, la creación de una
nueva carta magna fue un respiro de esperanza, pues se reconocen los derechos fundamentales de todos los
ciudadanos, garantizando la igualdad ante la ley, el acceso a la justicia y la apertura de espacios de
participación para sectores históricamente excluidos. Uno de los aspectos a destacar es su enfoque en los
derechos fundamentales como el derecho a la vida, la educación, la salud y el trabajo, derechos que
protegen a los colombianos, enfatizando en los derechos sociales, económicos, culturales y colectivos, como
la protección del medio ambiente, la paz y el acceso a una vida digna, creando mecanismos para su
protección, como la acción de tutela que permite a cualquier persona interponer una demanda en caso de
vulneración a sus derechos y exigir su inmediato respeto.
Pero, aunque la constitución ha progresado en términos de derechos y participación, también es de notar
que la implementación de sus reformas ha encontrado múltiples obstáculos. A más de tres décadas de su
promulgación, persisten muchos de los problemas que se pretendían resolver, como la corrupción, la
violencia, la desigualdad, la falta de oportunidades en ciertos sectores y el narcotráfico. Esto no quiere decir
que la constitución haya fracasado, sino que su plena implementación depende no solo de las instituciones,
sino también de la voluntad política y de la sociedad en su conjunto.
A pesar de estas dificultades, considero que la constitución de 1991 sigue siendo un pilar fundamental en la
construcción de una Colombia más justa, democrática y equitativa, ya que marcó el camino hacia un país
más inclusivo, reconociendo la pluralidad y diversidad de sus ciudadanos. Si, es cierto que tiene alguna que
otra falla, pero sigue siendo una guía para avanzar hacia el ideal que todos anhelamos como colombianos,
esperanza de paz. La clave está en fortalecer las instituciones, combatir la corrupción y garantizar que los
principios de la constitución se implementen para todos los ciudadanos.