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Kabalah II Clase 1

El Árbol de la Vida en la Kabalá es un modelo que representa la manifestación de la energía divina a través de diez sefirot y veintidós senderos, reflejando tanto el cosmos como la estructura interna del ser humano. Cada sefirá corresponde a aspectos de la experiencia humana y su equilibrio permite una mejor conexión con lo trascendente. La aplicación práctica de estas enseñanzas se centra en cómo equilibrar la materia y el espíritu en la vida diaria, promoviendo la conciencia y el propósito en las acciones cotidianas.

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Kabalah II Clase 1

El Árbol de la Vida en la Kabalá es un modelo que representa la manifestación de la energía divina a través de diez sefirot y veintidós senderos, reflejando tanto el cosmos como la estructura interna del ser humano. Cada sefirá corresponde a aspectos de la experiencia humana y su equilibrio permite una mejor conexión con lo trascendente. La aplicación práctica de estas enseñanzas se centra en cómo equilibrar la materia y el espíritu en la vida diaria, promoviendo la conciencia y el propósito en las acciones cotidianas.

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Kabalah II

El arbol de la vida aplicado


Rabino Max Godet

Clase I:

Introducción

El Árbol de la Vida, Etz haJaim, es una representación central en la Kabalá, que


ilustra la manifestación de la energía divina en el universo y en el ser humano.
Se compone de diez sefirot (emanaciones) y veintidós senderos, que
corresponden a las letras del alfabeto hebreo. Cada sefirá representa un aspecto
específico de la divinidad y de la experiencia humana, y los senderos describen
las interconexiones entre estas esferas. Este esquema sirve como un mapa para
comprender el proceso de creación y el camino de retorno espiritual hacia la
fuente divina.

La primera mención del Árbol de la Vida se encuentra en el Génesis, donde se


describe: "Y el Eterno Dios hizo brotar del suelo todo árbol deseable a la vista y
bueno para comer, y el Árbol de la Vida en medio del jardín, y el Árbol del
Conocimiento del Bien y del Mal" (Génesis 2:9). En la Kabalá, el Árbol de la Vida
se interpreta como un símbolo de las sefirot, las diez emanaciones divinas a
través de las cuales Dios creó y gobierna el mundo. Estas sefirot están
dispuestas en una estructura que refleja el flujo de la energía divina desde lo
infinito hacia lo finito y sirven como un mapa para la comprensión espiritual y la
meditación.

En la Kabalá, el concepto de Adam Kadmon se refiere al "Hombre Primordial" o


"Hombre Supremo", que representa la primera manifestación espiritual tras la
contracción de la luz infinita de Dios. Adam Kadmon es considerado la síntesis
del Árbol de la Vida cabalístico que emana del Ein Sof, la infinita esencia divina.
Este arquetipo espiritual simboliza el estado más elevado de la existencia,
anterior a la creación física, y es visto como el modelo divino para el universo y
para el hombre.

El Árbol de la Vida no es solo una representación del cosmos, sino también un


reflejo de la estructura interna del ser humano. Cada sefirá corresponde a
aspectos de la experiencia humana: desde la voluntad y la sabiduría hasta la
disciplina y la acción. Comprender y equilibrar estas esferas permite administrar
mejor las emociones, la mente y la conexión con lo trascendente. Este equilibrio
se logra mediante la integración consciente de las diferentes sefirot, permitiendo
que la energía divina fluya sin obstáculos a través del ser.

El anhelo del alma por la plenitud, conocido en la Kabalá como hishtokekut, es


lo que impulsa la búsqueda de estabilidad y orden. Esta armonía, llamada
shalom, solo se alcanza cuando las sefirot están en equilibrio, permitiendo que
la energía divina fluya sin bloqueos. Al trabajar en este balance, el ser humano
desarrolla mayor claridad y dominio sobre su vida.

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"Las sefirot son los medios a través de los cuales la esencia de Dios interactúa
con el mundo. Se refieren a los recipientes a través de los cuales la luz infinita
de Dios nos alcanza; sin embargo, los distintos recipientes a través de los cuales
la luz emana hacen que la recibamos en diferentes grados de intensidad. La
palabra sefirot proviene de sfar, que significa ‘límite’, en referencia al hecho de
que sirven como fronteras dentro de las cuales la luz divina es contenida; o de
sapir, que significa ‘emanación de luz’." – Sha’arei Zohar, p. 370.

Las tres columnas del árbol:

En el Génesis se describe la creación del ser humano con las palabras:

"‫"וִַיּיֶצר י ְהוָה ֱא@ִהים ֶאת ָהאָָדם‬


“Y formó Dios (Yud-He-Vav-He - Elo-him) al hombre”.
(Génesis 2:7),

Sin embargo, la palabra "Vaiatzar" está escrita con dos letras Yud (‫)ִיִּיּ‬, lo que es
inusual. Los kabalistas explican que esta duplicación no es un error ni un detalle
menor, sino una clave que revela la dualidad fundamental del ser humano: las
dos inclinaciones que lo habitan.

La palabra Vaiatzar no solo significa "formó", sino que también está relacionada
con la palabra "Yetzer", que significa inclinación. Esto hace referencia a los dos
impulsos básicos de la existencia humana: Yetzer HaTov (la inclinación al bien)
y Yetzer HaRa (la inclinación al mal). Estas no son meras categorías morales,
sino fuerzas reales dentro del ser humano, representadas en la estructura misma
del Árbol de la Vida.

En el Árbol, estas dos fuerzas forman las dos columnas:

La columna derecha, asociada a la expansión y la misericordia, está regida por


el nombre divino Yud-He-Vav-He (‫)יהוה‬, que representa la manifestación
expansiva e ilimitada del Ein Sof. Es la energía de la creación sin restricciones,
la fuerza que da y expande sin límites.

Por otro lado, la columna izquierda está gobernada por Elo-him (‫)אלהים‬, el
aspecto de Dios que establece las reglas, el juicio y la contracción. Si la energía
de la derecha es la del impulso creativo sin restricciones, la de la izquierda es la
que da forma y límites a la creación, permitiendo que la existencia tenga
estructura y orden dentro de las leyes naturales.

Pero ninguna de estas fuerzas puede actuar sola. La expansión sin límites lleva
al caos. La contracción sin flexibilidad lleva a la parálisis.

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El equilibrio entre ambas está en la columna central, que representa la
armonización de estas fuerzas opuestas. En esta columna están las cinco
grandes consciencias del Árbol de la Vida:

• Maljut – La conciencia biológica, donde la existencia se materializa y se


expresa en la vida cotidiana.
• Yesod – La conciencia egoica, que gestiona los impulsos, deseos y la
identidad personal.
• Tiferet – La conciencia contemplativa, donde se equilibra el ego con la
percepción de un orden superior.
• Daat – La conciencia del pleno intelecto, la integración del conocimiento
en una percepción unificada.
• Keter – La conciencia del espíritu, el punto más alto de conexión con la
fuente.

Cuando estas cinco dimensiones están equilibradas y la energía fluye sin


obstrucciones a través de los veintidós senderos del Árbol, la vida se ordena de
manera natural y la persona experimenta claridad, dirección y propósito.

El Árbol de la Vida no solo ha sido un pilar en el pensamiento místico, sino que


también ha influido en el desarrollo de la psicología moderna. Tanto Sigmund
Freud como Carl Jung encontraron en su estructura conceptos que se reflejan
en sus teorías. Freud, al desarrollar el modelo del ello, yo y superyó, estructuró
la psique de manera similar a la jerarquía del Árbol, donde las fuerzas
inconscientes, el juicio racional y la conciencia superior interactúan en un
sistema dinámico. Jung, por su parte, incorporó la idea de los arquetipos y el
inconsciente colectivo, conceptos que resuenan con las sefirot como
manifestaciones de principios universales que operan en la mente humana.

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Más allá del psicoanálisis, también se han identificado paralelismos entre el Árbol
de la Vida y modelos en neurociencia, como el modelo de los cuadrantes de
Herrmann. Esta teoría divide el cerebro en hemisferio derecho e izquierdo y
en cuatro cuadrantes funcionales, cada uno con características específicas:

El Árbol de la Vida, al igual que el modelo de Herrmann, representa una


integración de racionalidad, emoción, estructura y creatividad, con una
columna central que unifica y equilibra estas fuerzas. Ambos sistemas proponen
que el desarrollo personal y la plenitud se alcanzan cuando estas dimensiones
trabajan en armonía. Estos paralelismos sugieren que la estructura del Árbol de
la Vida no solo es un modelo espiritual, sino también un esquema aplicable a la
mente y al funcionamiento cognitivo del ser humano.

El árbol de la vida aplicado:

En este estudio nos enfocaremos en la aplicación práctica de cada sefirá,


entendiendo cómo se manifiesta en el día a día y cómo se puede fortalecer a
través de la actitud, las prácticas y los hábitos que generan equilibrio. No se trata
de conceptos abstractos o especulaciones teóricas, sino de cómo puedes aplicar
esta estructura en tu vida.

Empecemos desde abajo, donde todo se materializa: Maljut. Aquí es donde las
ideas, las emociones y las decisiones se transforman en realidad. Todo lo que
existe en tu vida es una manifestación de esta esfera. Si no hay orden en Maljut,
nada de lo superior puede sostenerse. El trabajo comienza aquí, en lo tangible,
en lo concreto, en la base sobre la que se construye todo lo demás.

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Maljut: El Reino en la Materia

Maljut es la manifestación final de las energías divinas en el mundo físico. No es


una sefirá que genera luz propia, sino que recibe, canaliza y expresa la influencia
de las sefirot superiores en la realidad material. Es la base sobre la que todo se
concreta, el punto en el que la energía espiritual se transforma en acciones, en
decisiones, en lo que realmente vives.

La Torá dice "Veasuli Mikdash veShajanti Betojam" (Éxodo 25:8),


"Constrúyanme un santuario y habitaré dentro de ustedes". No dice "dentro de
él", sino dentro de ustedes. Esto significa que la divinidad se encuentra en cada
aspecto de la materia, en cada acción que realizas, en cada objeto que tocas y
en cada experiencia que atraviesas. La espiritualidad no es evasión, es
integración. Maljut representa el reinado, porque en ella se manifiesta la
soberanía del espíritu en la realidad.

Dar al espíritu la mejor experiencia humana posible

Maljut equilibrado no significa rechazar la materia, sino administrarla con


inteligencia y propósito. Si la materia es solo un fin en sí mismo, se convierte en
un peso, en una trampa. Pero si es un medio para manifestar el espíritu, se
convierte en una plataforma de crecimiento.

Cuando Maljut está en equilibrio y libre de klipot (envolturas de impureza), la


energía fluye y asciende a las dimensiones superiores, amplificando el ser y
fortaleciendo el espíritu. No hay conflicto entre lo físico y lo espiritual, porque la
materia es el canal que revela la luz.

La clave está en vivir con "Bejol Derajeja Deehu", "En todos tus caminos,
conócelo" (Proverbios 3:6). La materia no es un obstáculo para la conexión
espiritual, sino el escenario donde esta ocurre. La práctica de mitzvot
(observancia y respeto a las leyes espirituales) y los actos de bondad no solo
purifican Maljut, sino que también permiten que la energía ascienda y nutra toda
la estructura del Árbol de la Vida.

Cómo generar equilibrio en la materia

Desafío: No estar atrapado en la materia

Maljut está desequilibrado cuando la materia gobierna sobre el espíritu. Es


cuando las posesiones definen la identidad, cuando el placer es el centro de
todo, cuando la mente está atrapada en la preocupación por lo material. El
equilibrio se logra cuando el espíritu gobierna la materia, cuando hay orden,
límites y propósito en la forma en que usas los recursos del mundo.

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1. Conciencia en la materia

Honrar la materia significa presencia y gratitud. Comer sin conciencia, consumir


sin freno, moverse en automático, son señales de desconexión.

• Estar presente al comer: No es solo alimento, es energía que recibes y


transformas. Masticar despacio, agradecer, ser consciente del acto de
nutrirse.
• Estar presente al caminar: Cada paso es una oportunidad de conexión
con el momento. Sentir el suelo, la respiración, el cuerpo en movimiento.
• Generar momentos de pausa y contemplación: El Shabat, en la tradición
judía, es el máximo ejemplo de esto. No es descanso pasivo, es recuperar
la conciencia sobre la materia, liberarte de la inercia del hacer constante
y recordar que la vida no es solo producción.

2. Toma lo necesario de la materia

No es la materia la que atrapa, es el exceso. "El justo come hasta saciar su alma,
pero el vientre de los malvados quedará vacío" (Proverbios 13:25). La materia
debe ser utilizada con sabiduría. Cuando hay descontrol, se convierte en un
obstáculo.

Prácticas para equilibrar el uso de la materia

• Ayuno (lunes y jueves): No es solo abstenerse de comida, es un ejercicio


de dominio. Le dices a tu cuerpo "yo decido, no mis impulsos".
• Taanit Dibur (Ayuno de palabra): Pasar un día sin hablar
innecesariamente. La palabra es materia sutil. No derrocharla es un
ejercicio de autocontrol.
• Prishut (Abstinencia - Ayuno de dopamina): Reducir la estimulación
artificial, evitar distracciones innecesarias, apagar las notificaciones,
limitar el consumo de redes sociales. El cerebro necesita espacio para
recuperar el equilibrio.

Pregúntate: ¿Cuánto de lo que tienes realmente necesitas?

"Ohev Kesef lo Isbaa Kesef", "El que ama el dinero, nunca se saciará de dinero"
(Eclesiastés 5:9). Cuando dependes de la materia para sentir plenitud, siempre
habrá algo más que perseguir. El equilibrio en Maljut se da cuando aprendes a
estar alegre con tu porción. No significa conformismo, significa libertad.

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3. Vivir en equilibrio con la naturaleza

"Al pi derej Hateva" – según el camino de la naturaleza. La materia tiene sus


reglas, y vivir en armonía con ella significa respetarlas. La Torá dice "Ki haadam
etz hasade", "el hombre es un árbol del campo" (Deuteronomio 20:19). Un árbol
necesita raíces fuertes, suelo fértil, agua y luz para crecer. Lo mismo ocurre con
el ser humano: si su equilibrio en la materia es deficiente, toda su estructura se
debilita.

El equilibrio en Maljut no es solo una cuestión de control sobre la materia, sino


de vivir de acuerdo con las leyes naturales. Esto implica:

• Alimentación consciente – La forma en que comes afecta tu cuerpo, tu


mente y tu energía. La comida no es solo combustible, es materia que
integras en tu ser. Comer con conciencia, sin excesos ni negligencia, es
una forma de equilibrio.
• Descanso adecuado – El cuerpo necesita ciclos. Forzar su rendimiento
sin darle recuperación es ignorar su diseño. El descanso no es pereza, es
restauración.
• Horas de trabajo bien administradas – El esfuerzo es necesario, pero
el desbalance lleva a la fatiga y la desconexión. Trabajar sin medida no
es productividad, es autoexplotación.

Ignorar estas reglas crea agotamiento, enfermedad y bloqueos en el flujo de


energía en Maljut. Respetarlas fortalece el canal que sostiene toda la estructura
del Árbol de la Vida.

4. Oír tu cuerpo

El cuerpo es el primer canal de comunicación con la materia. Si no lo escuchas,


difícilmente podrás escuchar algo más. Aprender a interpretar sus señales te
permite entender también tus emociones y tu espíritu. Cada síntoma es un
mensaje, cada sensación es una respuesta.

• Un cuerpo que no descansa, se rebela con fatiga.


• Un cuerpo que no se nutre bien, se expresa con malestar.
• Un cuerpo que vive en tensión, somatiza el estrés.

Cuando la conexión con el cuerpo es clara, también lo es con los niveles


superiores del ser.

Pero así como el desbalance interno afecta, también lo hace el externo. Evitar
generar desequilibrios en la materia es parte de la corrección de Maljut. Esto
incluye:

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• Robo de conciencia: Manipular, engañar o hacer que otros actúen sin
plena claridad.
• Desperdicio: Derrochar comida, tiempo, recursos o energía. La materia
tiene propósito, y su mal uso genera caos.
• Causar malestar: Cuando generas desorden a tu alrededor, la materia
misma responde.

Correspondencias de Maljut

• Planeta: Tierra – La base donde todo ocurre. No es casualidad que Maljut


esté asociada a la tierra, porque es el lugar donde lo divino se concreta.

• Arquetipo: David – El rey que lidió con los aspectos más mundanos de
la existencia: guerras, conquistas, deseos y pasiones. No solo tuvo que
gobernar un reino físico, sino también gobernarse a sí mismo. David es el
símbolo de la gestión de la materia, de quien enfrenta los desafíos del
mundo sin perder la conexión con lo superior. Escribió los Salmos, y la
tradición lo llama "el amigo de Dios". Ser rey no lo alejó de la
espiritualidad, sino que lo hizo consciente de su responsabilidad.

• Arcángel: Sandalfón – Protector del mundo material y encargado de


elevar las oraciones hacia las esferas celestiales. Representa el puente
entre lo físico y lo espiritual, recordando que la materia no es un límite,
sino un canal.
Sandalfon es conocido como el Ángel de la música. La música es orden
dentro del sonido, armonía en el caos. Maljut está conectada con la
melodía de la vida, con la capacidad de manifestar las dimensiones
superiores a través de la vibración, la estructura y el ritmo.

• Color: El color de Maljut en el Árbol de la Vida es generalmente asociado


con el negro o el marrón.

1. Negro – Representa la materia en su estado más denso, la manifestación


final de la energía en el mundo físico. Es el color de la absorción total, ya
que el negro absorbe toda la luz sin reflejarla. Esto simboliza el papel de
Maljut como la sefirá que recibe la energía de todas las demás y la
concreta en la realidad. También representa la humildad de esta esfera,
ya que no brilla por sí misma, sino que refleja la luz que recibe.
2. Marrón – Está asociado con la tierra, la base sobre la que todo se
construye. Maljut es el elemento más tangible del Árbol de la Vida, el que
sostiene y da estabilidad. El marrón también simboliza la conexión con la
naturaleza y la responsabilidad de administrar lo material de manera
equilibrada.

El trabajo espiritual en Maljut requiere que seas consciente de que el verdadero


reinado no es acumular, sino gobernarte a ti mismo. Lo que controlas, te sirve.
Lo que te controla, te esclaviza.

Rabino Max Godet

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