HORA SANTA EUCARISTICA
SANTA MARÍA DE GUADALUPE
“Yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María,
Madre del verdadero Dios por quien se vive”
Nican Mopohua
Exposición del Santísimo Sacramento.
Canto
Monición: Cuando oramos ante el Santísimo Sacramento, estamos amando a Jesús con
el Corazón de María. Cuando oramos ante Jesús en el Santísimo Sacramento,
ofrecemos a Jesús la perfecta adoración de María. Unimos nuestro amor a Jesús con el
perfecto amor y la alabanza de María. Jesús recibe nuestra adoración como si María
misma la estuviera haciendo, porque no importa lo débil que sea nuestra fe o la pobreza
de nuestro amor; María nos une a su corazón y Jesús acepta nuestra adoración como si
viniera directamente del corazón de su propia Madre. Yo estoy aquí vuestra piadosa
Madre.
Monición: En el Cenáculo María, reina augusta, se arrodilla como adoradora y sierva
del Santísimo Sacramento. Ahora nosotros, de rodillas y al lado de nuestra Madre,
oremos con ella para continuar su vida Eucarística en la tierra.
Guia: ¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del Salvador, que con la carne y sangre que tomó
en tu castísimo seno nos alimenta en la divina Eucaristía, nosotros te aclamamos bajo el
título de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, porque fuiste la primera en practicar
los deberes de la vida eucarística, enseñándonos con tu perfecto ejemplo a participar del
Santo Sacrificio de la Misa y a comulgar dignamente, como también a visitar a menudo
y con piedad al Augusto Sacramento del Altar; haz que siguiendo tus huellas podamos
cumplir estos sagrados deberes de un modo más perfecto y merecer así la recompensa
eterna.
Todos: Amén.
ADORACIÓN
Todos: Oh Jesús, que pusiste como medianera, entre Ti y los hombres, a
tu Madre y Madre nuestra, María Inmaculada.
Coro 1 Te adoramos en la Hostia bendita, como tu Madre te adoraba en tu
vida mortal.
Coro 2 Te agradecemos con el mismo reconocimiento que tu Madre lo
hizo cuando entonó el Magníficat en acción de gracias.
Coro 1 Te pedimos con la misma eficacia con que tu Madre lo hizo cuando
obtuvo de Ti, en las bodas de Caná, el convertir el agua en vino.
Coro 2 Te servimos y aceptamos tu voluntad como tu Madre lo hizo
cuando dijo: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según
tu palabra”.
Coro 1 Te llevamos en nuestro pecho y en nuestra alma, con la misma
pureza con que tu Madre te llevaba.
Coro 2 Te acompañamos siempre, aún hasta el Calvario, del mismo modo
que tu Madre te acompañó.
Coro 1 Te acompañamos en el sagrario, como en vida te acompañaba tu
madre.
.
Permanecemos unos minutos en silencio en actitud de Adoración.
Canto. Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre
Lector: Fue María la primera en adorar al Verbo Encarnado, cuando, ignorado de todo
el mundo, se hallaba encerrado en su seno virginal. ¡Oh qué homenaje tan digno recibió
nuestro Señor en ese primer tabernáculo animado!... ¡qué bien servido se vio mientras
habitó en él! ...¡jamás ha hallado desde entonces un copón de oro más precioso ni más
puro!... Jesús se complacía en esta adoración de María más que en la de todos los
ángeles del cielo. El Señor ha colocado su tabernáculo en el sol. Dice el salmista: este
sol no es más que el corazón de María...
Dejemos un breve momento de silencio
Canto. María primer sagrario
Lector: También en Belén fue María la primera en adorar a su divino hijo reclinado sobre
el pesebre. Ella adoró con un amor perfecto de virgen madre, con un amor de
predilección, según la expresión del Espíritu Santo, sólo después de ella se acercaron
a adorar San José, los pastores y los magos. María abrió ese místico surco que había
de bifurcarse luego y ramificarse por todo el mundo.
Breve silencio
Lector: Qué pensamientos tan sublimes, tan divinos, debía desarrollar en su adoración.
María continuó adorando a nuestro Señor en su vida oculta en Nazaret, luego en su vida
apostólica y hasta en el Calvario, donde su adoración fue el sufrimiento. Reflexionemos
sobre la naturaleza de la adoración de María. Ella adora a nuestro Señor siguiendo sus
diversos estados, adapta su adoración al estado de Jesús, el estado de Jesús determina
el carácter de su adoración.
Breve silencio
Lector: María no permaneció en una adoración invariable, sino que le adoró, primero
anonadado en su seno, luego pobre en Belén, artesano en Nazaret y más tarde
evangelizando y convirtiendo a los pecadores. Lo adoró, en su agonía en el Calvario,
sufriendo con Él, su adoración seguía todos los sentimientos de su divino Hijo, que le
eran bien conocidos y manifiestos. Su amor le hacía vivir en una perfecta conformidad y
armonía de pensamiento y de vida.
Breve silencio
Canto.
No existe un corazón que ame más que aquel que dijo sí hasta el final,
no descansó, nunca dudó, lo hizo todo con fe y con amor.
Desde el principio recibió la gracia que viene solo de Dios. Con su
pequeñez y su humildad nos muestra el camino a la santidad.
Madre de Dios, llena de gracia, Reina de paz, Consuelo del alma,
María cuídame, con tu manto cúbreme, sé mi puente al cielo, llévame a
Dios. y así como Tú quiero llenarme de su gracia que se refleje en mi
alma la alegría de su amor, De su amor, de su amor.
Escuchemos el texto bíblico del profeta Zacarías (2, 10-13).
“¡Alégrate y goza, hija de Sión!, que yo vengo a habitar dentro de ti… Aquel día se unirán
a Sión muchos pueblos, y serán pueblo mío. Habitaré en medio de ti, y tú comprenderás
que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor tomará posesión de Judá sobre
la tierra santa y elegirá de nuevo a Jerusalén. ¡Calle toda carne ante el Señor cuando se
levanta de su santa morada!”. Palabra de Dios.
Reflexión
María, Mujer llena de gracia, escogida por Dios, Él la llama. Antes de ponerse en camino
se entera de que Dios la quiere, de que Él esta con ella. Saberse amada fue para ella
fundamental para vivir feliz y para trabajar, para vivir una vida agraciada, introducida en
el misterio de Cristo a través del acontecimiento de la llamada: Anunciación.
Sí conocieras el don de Dios. Hay una criatura que no desperdicio ni una sola partícula
de ese don; una criatura tan pura y luminosa, que parecía ser la misma luz, una criatura
cuya vida fue tan sencilla y tan perdida en Dios, que apenas puede decirse algo de ella
(comenta la beata Isabel).
La riqueza de María no está fuera, sino dentro, María refleja la belleza divina. Es la toda
hermosa. Vivió en su corazón, su oración, como la de Jesús, es: Aquí está la esclava del
Señor. Es un silencio que Dios llena, una pequeñez engrandecida.
Dios busca alguien que le escuche, que tenga la capacidad de atención y docilidad y
silencio. María es la mujer oyente de la Palabra.
Momento de Silencio
Guía: Unámonos a María para proclamar la grandeza del Señor.
De pie.
EL MAGNIFICAT
( recitado)
Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras
grandes por mí; su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación.
Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a
los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los
ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su misericordia como lo había prometido
a nuestros padres, en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
NUESTRA MIRADA HACIA EL TEPEYAC.
Lector: El Tepeyac, morada santa.
“Sabe y ten entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen
Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; del Creador cabe quien está
todo; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo para
en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra
piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás
amadores míos que me invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos y remediar sus
miserias, penas y dolores.
Reflexión contemplativa.
Canto.
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA
LA GUADALUPANA, LA GUADALUPANA,
LA GUADALUPANA BAJÓ AL TEPEYAC
Suplicante juntaba sus manos (2) y eran mexicanos (3) su
porte y su faz.
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA...
Su llegada llenó de alegría (2) de luz y armonía (3) todo el
Anáhuac.
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA...
Junto al monte pasaba Juan Diego (2) acercóse luego (3) al oír
cantar
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA...
A Juan Diego la Virgen le dijo (2)
“Este cerro elijo (3) para hacer mi altar”
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA...
Y en la tilma entre rosas pintada (2) su imagen amada (3) se
dignó dejar.
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA...
Desde entonces para el mexicano ser guadalupano (3) es
algo esencial.
DESDE EL CIELO UNA HERMOSA MAÑANA...
En sus penas se postra de hinojos (2) y eleva sus ojos (3) hacia el Tepeyac.
PLEGARIAS
Guia: Recurramos, a nuestra Madre, Madre de la Eucaristía, para que por su intercesión
Dios atienda nuestras súplicas y pidámosle:
Todos: Madre de Guadalupe, escúchanos.
Sí, aunque el desaliento por el poco fruto o por la ingratitud nos asalte, aunque la
flaqueza nos ablande, aunque el furor del enemigo nos persiga y nos calumnie,
aunque nos falte el dinero y los auxilios humanos, aunque vinieran al suelo nuestras
obras y tuviéramos que empezar de nuevo.
Todos: Madre de Guadalupe, escúchanos.
Firmes, decididos, alentados, sonrientes siempre, con los ojos fijos en el prójimo para
socorrerlos y con los ojos del alma fijos en Jesús para amarlos.
Todos: ¡Nada de volver la cara atrás!
¡Nada de cruzarse de brazos!
¡Nada de estériles lamentos!
Mientras nos quede una gota de sangre que derramar, unas monedas que repartir, un
poco de energía que gastar, una palabra que decir, un aliento de nuestro corazón, un
poco de fuerza en nuestras manos o pies que puedan servir para dar gloria a Él y a
Ti, y para hacer un poco de bien a nuestros hermanos.
Todos: Madre de Guadalupe, escúchanos.
Guía: ¡Oh Virgen María de Guadalupe! portadora del Dios por quien se vive, gloria del
pueblo cristiano, alegría de la Iglesia universal y salud del mundo, ruega por nosotros y
despierta en todos nosotros la devoción hacia la Santísima Eucaristía, haznos
verdaderos adoradores en espíritu y en verdad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Canto.
María mírame, María mírame si tú me miras, Él también me mirará. Madre mía
mírame, de la mano llévame muy cerca de Él que ahí me quiero quedar.
María cúbreme con tu manto, que tengo miedo, no sé rezar. Que por tus ojos
misericordiosos tendré la fuerza, tendré la paz.
Madre consuélame de mis penas, que tengo miedo, no sé rezar. Que por tus ojos
misericordiosos quiero ir al cielo y verlos ya.