Historia de la Violencia en Colombia
Historia de la Violencia en Colombia
PROPÓSITOS
Educar para la paz desde el conocimiento de la Historia de Colombia.
Ejercitar el pensamiento crítico reflexivo desde las experiencias vividas por el
estudiante.
COMPETENCIAS
Interpretación y análisis de perspectivas: Perspectivas sociales, análisis de fuentes de
información, interpretación de situaciones cotidianas.
INTRODUCCIÓN
La Violencia es la denominación del período histórico en Colombia, entre 1925 a 1958
(Según la fuente) en el cual se presentaron confrontaciones armadas entre partidarios
del Partido Liberal y el Partido Conservador que sin haberse declarado una guerra civil,
se caracterizó por ser extremadamente violento con asesinatos, agresiones,
persecuciones, masacres destrucción de la propiedad privada y terrorismo por la
afiliación política. El conflicto de la Violencia llegó a acentuarse con el asesinato del líder
liberal Jorge Eliécer Gaitán, hecho ocurrido el 9 de abril de 1948. Su muerte activó una
fuerte revuelta que tiene por nombre el Bogotazo. En este período varios personajes y
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grupos de ambos bandos enfrentados: los conservadores conocidos como "Los
Chulavitas" sus primeros miembros eran originarios de Boyacá, los "Pájaros" del Valle
del Cauca, y las "guerrillas de paz", se hicieron famosos por sus acciones atroces;45 y
los liberales conocidos como "Los Cachiporros", organizados en las guerrillas liberales.
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Durante 46 años los conservadores controlaron el Estado. En ese periodo, conocido
como la Hegemonía Conservadora, se con- solidaron unas estructuras tradicionales en
la política, la economía, la cultura y la sociedad. En un momento en el que gran parte del
continente vivía al ritmo de las ideas liberales y revolucionarias, Colombia vivía bajo el
signo de la cruz. La Constitución de 1886 centralizó al país y fortaleció el régimen
presidencialista. Restauró también los privilegios de la Iglesia, ratificados con el
Concordato firmado entre la Santa Sede y el gobierno nacional. Así, la Iglesia regresaba
a su redil tradicional y se convertía en la garante del orden moral de la nación.
Superada la Guerra de los Mil Días y establecida la separación de Panamá, Colombia
entró en una nueva dinámica económica y política, pues los gobernantes entendieron la
necesidad de propiciar un progreso acorde con las perspectivas del nuevo siglo.
Cambiaron su actitud sectaria al punto de que Rafael Reyes, con el lema de “más
administración y menos política”, incorporó liberales a su gabinete y buscó reformas
constitucionales que le permitieran al país articularse con el mercado internacional y
quebrar los núcleos de poder gamonalista en varias regiones.
Pero cuando Reyes mostró sus intenciones de quedarse en el poder de forma indefinida,
varios jóvenes liberales y conservadores propiciaron protestas populares que lo obligaron
a renunciar. Su grupo, llamado la Unión Republicana, apoyó a Carlos E. Restrepo, quien
fue nombrado Presidente por la Asamblea Constituyente. Sin embargo, este nuevo
partido, que se planteaba como una alternativa política innovadora ante el bipartidismo
imperante, duró poco. Para las elecciones de 1914 estaba bastante debilitado y en 1920
prácticamente había desaparecido.
Luego del interregno republicanista, subió al poder el conservador José Vicente Concha.
Durante su mandato la economía del país vivió un periodo difícil a causa de la Primera
Guerra Mundial, que redujo bruscamente las exportaciones a Europa. Los conservadores
mantuvieron la unidad y los liberales, su participación en el alto gobierno.
Después vino Marco Fidel Suárez, quien tuvo que enfrentar la fuerte oposición de su
copartidario, el joven Laureano Gómez, que lo obligó a dimitir en 1921, tras acusarlo de
vender su sueldo. La oposición hizo que los puestos del alto gobierno fueran entregados
a sus más allegados y la alta jerarquía eclesiástica participó constantemente en los
asuntos de Estado. Los conflictos sociales fueron duramente reprimidos y la imagen del
gobierno de Suárez resultó fuertemente criticada.
El punto más elevado de la prosperidad económica de Colombia durante la Hegemonía
Conservadora llegó en la década de 1920, cuando Estados Unidos pagó la
Indemnización de 25 millones de dólares por la separación de Panamá, con lo que el
crédito externo creció de manera inusitada. El gobierno de Pedro Nel Ospina logró
organizar las finanzas públicas al traer una misión dirigida por el economista Edwin
Kemmerer, que recomendó crear el Banco de la República y la Contraloría General de la
Nación. Los dineros se invirtieron en obras de infraestructura, con la idea de ampliar el
sistema ferroviario y de vías. El buen manejo fiscal de Ospina hizo que crecieran las
inversiones extranjeras y las exportaciones de café, lo que impulsó a su vez el desarrollo
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industrial.
No obstante, los años 20 también vieron surgir conflictos sociales caracterizados por las
protestas sindicales, campesinas y estudiantiles, que en la práctica avivaban al mismo
tiempo los enfrentamientos partidistas entre liberales, conservadores y socialistas, cuyo
resultado siempre cobraba vidas humanas. El último gobierno de la Hegemonía
Conservadora no estuvo determinado por el entusiasmo modernizador y los discursos de
progreso propios de los gobiernos de Rafael Reyes, Carlos E. Restrepo y Pedro Nel
Ospina. El exacerbado conservadurismo de Miguel Abadía Méndez no le permitió medir
las consecuencias de los cambios. Eso, unido a la ausencia de sensibilidad social, le trajo
consecuencias irreversibles a la hegemonía del conservatismo. A lo anterior se le sumó
la crisis estructural del capitalismo luego de la caída de la bolsa de valores de New York
y las consecuencias recesivas para la economía nacional.
Como si eso fuera poco, la Gran Depresión mundial de 1929 secó las fuentes de crédito
internacional. Esto generó en Colombia una crisis en el empleo, el sector financiero y en
la rentabilidad de los negocios y de las transacciones comerciales. A ello se le añadió
que las élites conservadoras hicieron caso omiso de las reivindicaciones sociales de las
nuevas clases trabajadoras, y más bien se empeñaron en incorporar al país la tecnología
propia del desarrollo capitalista, sin cambiar la estructura tradicional donde la Iglesia y la
religión eran las garantes del orden social. Este factor fue la causa principal de la crisis
de legitimidad que privó a los conservadores del poder en las elecciones de 1930.
LA IGLESIA Y LA POLITICA
Desde finales del siglo XIX, tras la firma del Concordato en 1887 que le otorgó el control
de la educación, de las misiones y la autoridad moral del país, la Iglesia católica se puso
del lado del Partido Conservador. Desde los púlpitos o en sus cartas pastorales, los
párrocos y obispos llamaban al pueblo conservador a votar y apoyar al partido azul, e
incluso invitaban a los feligreses a atacar a los liberales y condenaban el programa del
partido rojo como anticlerical y masón. Era tal el poder de la Iglesia, que los candidatos
conservadores a la Presidencia debían contar con el visto bueno del Arzobispo Primado
de Bogotá, quien se aseguraba de que el hombre escogido fuera católico practicante y
que mantuviera el compromiso de preservar los principios cristianos en el gobierno.
En 1929, Monseñor Ismael Perdomo, Primado de Bogotá, actuó de forma ambigua
apoyando sucesivamente al general Alfredo Vásquez Cobo y luego a Guillermo León
Valencia,lo cual, unido a los apoyos divididos de los congresistas conservadores entre
los dos candidatos, originó la división conservadora que permitió el triunfo del liberal
Enrique Olaya Herrera.
LA REPUBLICA LIBERAL
En la República Liberal se abrieron manifestaciones políticas, culturales y sociales que
hasta entonces eran censuradas. Crecieron las diferencias con la Iglesia, que perdió
parte de su influencia en el país. El Partido Liberal en el poder se enfrentaba al hecho de
que el fascismo progresaba con fuerza en Europa, mientras el comunismo soviético
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prometía la revolución mundial.
Esta última amenaza pesó más y el nuevo gobierno decidió reconocer el movimiento
obrero en Colombia, despenalizar las huelgas y crear la Confederación de Trabajadores
de Colombia (CTC). La Ley 200 de 1936 fue una intención real de Reforma Agraria, y al
mismo tiempo se concretó el proyecto de Seguridad Social más importante de la primera
mitad del siglo XX. También se desarrolló el segundo proyecto de modernización
industrial y productiva del país, con la llegada de empresas extranjeras, y de
modernización de la agricultura extensiva en distintas regiones del país, entre otras
reformas y cambios.
El primer gobierno de la República Liberal, a cargo de Enrique Olaya Herrera, tuvo que
afrontar la crisis económica heredada del último mandato de la Hegemonía
Conservadora. Además, al desplazar a los conservadores de los cargos públicos y
liberalizar la administración del Estado, debió manejar la crisis política resultante.
Asimismo, tuvo que enfrentar una guerra con el Perú en 1932, que exaltó los sentimientos
nacionales, postergó el estallido de la violencia partidista y terminó por precisar los límites
territoriales de las dos naciones en el trapecio amazónico. Muchos historiadores han
magnificado el gobierno de Alfonso López, ignorando que las bases de la Revolución en
Marcha se encuentran en Olaya Herrera. Ejemplo de ello es la reforma educativa que se
inició en 1932.
El siguiente presidente liberal, Alfonso López Pumarejo, lanzó la Revolución en Marcha,
un paquete de reformas destinadas a modernizar las estructuras económicas y sociales
para la expansión del capitalismo. Además, propuso una Ley de Tierras (Ley 200 de
1936), para democratizar las propiedades rurales y disminuir los conflictos agrarios. No
obstante, a lo largo de su mandato debió enfrentar la oposición de la dirigencia
conservadora en cabeza de Laureano Gómez y de un sector del liberalismo.
El político y periodista liberal Eduardo Santos reorganizó la deuda pública, el catastro,
estableció un modelo económico de cooperación con los Estados Unidos a partir de la
regulación de las deudas y de la política cambiaria por el Banco de la República, y creó
el Instituto de Crédito Territorial para favorecer a la población rural del país. El gobierno
adoptó posturas convergentes con Estados Unidos en materia de política exterior, pero
sobre todo en el marco de la tensa calma que presagiaba vientos de guerra en el mundo.
El segundo mandato de López Pumarejo estuvo inscrito en el marco de la Segunda
Guerra Mundial y sus efectos para la economía nacional. En este periodo abandonó los
presupuestos de la Revolución en Marcha y debió enfrentar la contrarrevolución iniciada
por el conservatismo y algunos sectores del liberalismo. Desde el Congreso, la voz de
Laureano Gómez y de otros líderes conservadores criticaban al gobierno de López de
socialista, masón y asesino.
El clima de polarización política llegó a su clímax cuando López fue apresado por un
movimiento militar en Pasto. El levantamiento de la soldadesca no prosperó, y los
golpistas fueron arrestados y juzgados.
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Sectores populares y comunistas apoyaron al presidente y él, en contraprestación, realizó
la más importante de las reformas laborales que se han hecho en el país.
El 19 de julio de 1945, López Pumarejo presentó renuncia de su cargo al Congreso de la
República, que fue aceptada el 31 del mismo mes, y como primer designado fue elegido
Alberto Lleras Camargo, quien ocupó la Presidencia para lo que restaba del periodo.
El gobierno interino de Lleras les dio participación a los conservadores en tres carteras y
solicitó al Congreso adelantar una reforma constitucional para planificar el desarrollo
económico del país. Fue el último presidente de esa racha de gobiernos liberales, pues
en 1946 el liberalismo se dividió y fue elegido el conservador Mariano Ospina Pérez.
NUEVAS CARAS, VIEJAS PRÁCTICAS
Una vez los liberales llegaron al poder, realizaron las mismas prácticas de exclusión
política que habían aplicado los conservadores durante 44 años. Despidieron a los
funcionarios públicos de origen conservador, nombraron alcaldes liberales en pueblos
conservadores y obstaculizaron el proceso de cedulación de los militantes del partido
azul. En respuesta, el Partido Conservador declaró la abstención electoral en las
elecciones presidenciales de 1934, denunció las trabas en la entrega de las cédulas a
sus partidarios, y consideró el hecho como un fraude electoral que hacía ilegítimo el
triunfo de los liberales. Frente a esto, los conservadores organizaron convenciones,
dictaron conferencias y dieron declaraciones a través de la prensa; además, crearon
fuertes debates en el Congreso, y llamaron a sus seguidores a hacer “invivible la
República”.Como resultado, la violencia estalló en regiones como Boyacá y Santander.
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La época de la violencia política
Colombia se vio atravesada por una guerra civil no declarada entre los partidos, que se
convirtió en el principal hito del siglo xx. Las consecuencias del funesto periodo aúnse
sienten.
Con el nombre de la Violencia se conoció una época de la historia nacional en que la
barbarie se apoderó de campos y poblados del país. Una era en la que guerrilleros,
campesinos, ‘pájaros’, policías y simples ciudadanos se dieron licencia para matar,
masacrar,violar, destruir y robar, por el simple hecho de ser liberal o conservador.
Se trata de uno de los fenómenos más dramáticos e incomprensibles, pero
también más estudiados y desconocidos de la historia reciente delpaís.
Aunque sus causas inmediatas se remontan a la caída de la Hegemonía Conservadora
en 1930, cuando el gobierno de Enrique Olaya Herrera emprendió la liberalización del
aparato estatal, la Violencia llegó a su clímax a partir de 1946, con los con Laureano
Gómez, la conflagración política se tomó los campos y las ciudades.
En una segunda oleada, de 1949 a 1954, grupos guerrilleros y autodefensas campesinas
liberales se enfrentaron a la policía y a grupos de civiles conservadores armados. En esta
orgía de sangre, que enfrentó a familias, pueblos y regiones, el país entró en una espiral
de barbarie en la que cada agresión era correspondida por otra aún peor, a tal punto que
no se sabía por qué se mataba y por qué se moría.
La tercera etapa se dio después del golpe de Gustavo Rojas Pinilla, cuando a pesar de
que se desmovilizaron la mayoría de guerrillas liberales, en 1955 aparecieron nuevos
focos de resistencia a la dictadura y a sus políticas de paz. Se desarrolló un servadores
de nuevo en el poder. Entre ese último año y 1965 se generalizó una guerra civil no
declarada en gran parte del país, que enfrentó a los militantes de ambos partidos y dejó
más La barbarie Aunque no hay cifras oficiales, se calcula que durante la Violencia
murieron entre 150.000 y 230.000 personas y hubo cientos de miles de víctimas.
La Violencia es tan compleja y difícil de definir, que ni siquiera los estudiosos se han
puesto de acuerdo sobre la forma como comenzó y terminó. Sin embargo, según la
interpretación del historiador Darío Betancourt, tuvo al menos tres grandes momentos.
Uno, a partir de 1946, cuando los conservadores regresaron al poder después de 26
años, con Mariano Os- pina Pérez, para gobernar un país de mayorías liberales. Esto,
unido al afán del partido por aferrarse al país y regresarlo a la época dorada de la
Hegemonía, desató en regiones como Santander, Tolima, Valle, Cauca y Antioquia, entre
otras, brotes de violencia entre seguidores de ambos partidos. Después, con el asesinato
de Jorge Eliécer Gaitán y la candidatura de caracterizadas por una marcada sevicia y
atrocidad, reflejaban una patología social en la que predominaba el desprecio por lo
establecido y por el orden.
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Las dificultades para entender la Violencia radican en quepor el
enfrentamiento entre los partidos se expresaron varios
conflictos que permanecían latentes en la Colombia de
mediados del siglo XX. Por ejemplo, en unas zonas del país
respondía a odios ‘heredados’ que aún palpitaban en el
corazón de las élites dirigentes y de las masas de cada partido.
En otras, fue la expresión del problema agrario que había
surgido a principios del sigloXX.
Además, su desarrollo fue desigual. En las regiones de reciente
colonización –Antioquia, Valle del Cauca, Tolima y
Santanderes–, la confrontación fue mucho más intensa,
mientras que en la costa Atlántica y en algunas partes del sur
del país la Violencia pasócasi desapercibida.
UNA HISTORIA DE SANGRE
Terminada la Guerra de los Mil Días, a comienzos del siglo XX, los gobiernos
conservadores se dedicaron a extender los mecanismos de control del Estado con una
fuerte participación de la Iglesia. Tras la separación de Panamá, las élites buscaron un
acuerdo para modernizar la economía nacional y buscar el progreso como fórmula
salvadora, lo que permitió una larga y tensa paz. Pero en las tres primeras décadas, la
estructura social y productiva del país se fue transformando paulatinamente, aparecieron
en escena los obreros industriales, nuevos actores sociales y, con ellos, nuevas
cuestiones. Durante los años 20 surgieron organizaciones obreras, campesinas y
estudiantiles, de las que nacieron movimientos políticos como el Partido Socialista
Revolucionario, más tarde Partido Comunista. Como era de esperarse, todos ellos fueron
objeto de la represión problemas sociales.
La división del Partido Conservador y el descrédito al que cayó su gobierno en 1929
debido a la Masacre de las Bananeras y a los escándalos de corrupción de la Presidencia
de Abadía Méndez hicieron posible que el candidato liberal Enrique Olaya Herrera, con
un programa de Concentración Nacional, alcanzara la primera magistratura. El ascenso
del régimen conservador, que optó por esa del Partido Liberal produjo descontento en vía
en lugar de tratar de solucionar los nuevos amplios sectores del conservatismo y de la
Iglesia. En departamentos como Boyacá, Antioquia y los Santanderes, los conservadores
decretaron la desobediencia civil, se opusieron al nombramiento de alcaldes liberales y
decidieron desconocer al nuevo régimen.
En efecto, los conservadores consideraban que, con la Constitución de 1886, sus
gobiernos habían salvado a la sociedad colombiana de la anarquía y la barbarie gestada
por el Olimpo Radical en el siglo XIX. Era lógico que, con ese criterio, las masas
conservadoras vieran en la llegada del liberalismo al poder el advenimiento mismo del
mal y la violencia para el país. En esos términos, cualquier mecanismo de defensa era
justificable.
Pero además, el gobierno liberal puso su parte al adelantar un proceso de liberalización
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por el cual fueron reemplazados los alcaldes, policías y otros funcionarios de tendencia
conservadora por miembros del ala roja. Estas y otras circunstancias condujeron al
enfrentamiento armado. Una de las regiones más afectadas durante esta primera etapa
de la Violencia fue la provincia santandereana de García Rovira. Allí, el nombramiento de
alcaldes liberales en zonas conservadoras, la conformación de guardias cívicas alservicio
del liberalismo, los odios partidistas y otros factores revestidos por la política originaron
enfrentamientos que, generalmente, culminaron con muertes de lado y lado. Pero cuando
los conservadores llegaron al poder, la violencia se hizo aún más frecuentey mostró el
nivel al que había llegado la intolerancia, estimulada desde las altas esferas de los
partidos políticos, que mientras en privado convivían en los clubes de Bogotá, en público
exhibían una retórica violenta que conducía a la sangre.
En este escenario, a partir de 1945, el ala más radical del liberalismo, dirigida por Jorge
Eliécer Gaitán, se volvió cada vez más popular. Desde 1947 la mayoría de los
departamentos registraban hechos violentos, en las ciudades se reprimían
manifestaciones obreras y las concentraciones gaitanistas también cosechaban víctimas.
El 9 de abril de 1948 Gaitán fue asesinado en Bogotá y estalló una sangrienta revuelta
que destruyó el centro de la capital, lo que sería recordado como el Bogotazo. En ese
fatídico día murieron al menos 1.500 personas y 20.000 quedaron heridas.
A finales de 1949 ocurrieron verdaderos genocidios como los de Belalcázar, en el Cauca;
El Playón, en Santander; Betania, Ceilán y San Rafael, en el Valle del Cauca, y Arauca,
en Caldas. Así, vastas zonas del territorio nacional se sumieron en un paroxismo de
muerte y barbarie que jamás había experimentado el país. No bastaba con desalojar
pueblos enteros, ni con violar y decapitar con los medios más grotescos.
Lo que se quería era la desaparición física del otro con tal alevosía y sevicia que, bajo la
anuencia del gobierno y de los dirigentes conservadores en el Valle del Cauca y el Eje
Cafetero, se crearon escuadrones de la muer- te. Estos grupos sembraron el terror y la
desolación en esos departamentos y también en el norte del Huila y el Tolima, a través
de los llamados ‘pájaros’, y de la denominada policía ‘chulavita’ en los departamentos de
Boyacá, Cundinamarca y los santanderes.
La Violencia crecía de parte y parte. Los campesinos
liberales y algunos de sus dirigentes en provincia
organizaron la ‘chusma’, que hizo lo propio con familias y
poblaciones conservadoras en los departamentos de
Antioquia, el sur de Bolívar, Santander, Tolima, Huila, Eje
Cafetero, Valle, Boyacá y Cundinamarca. De los
desplazamientos de familias y pueblos enteros hacia el pie
de monte llanero resultaron a comienzos de los años 50 las
guerrillas liberales de los Llanos, bajo la comandancia de
Guadalupe Salcedo, que llegaron a tener más de 10.000 hombres en armas.
Establecieron la Ley del Llano y, conla orientación de algunos dirigentes liberales en la
capital, consideraron la posibilidad de tomarse el poder.
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El golpe de Estado de Rojas Pinilla en 1953 fue vistocomo el advenimiento de la paz y, en
la práctica, que fuera considerado el salvador del país. Su propuesta de pacificar y
rehabilitar las zonas más afectadas por la Violencia y otorgar amnistía e indulto para los
guerrilleros a lo largo y ancho del territorio nacional, trajo consigo la desmovilización de
las guerrillas delos Llanos y de las cuadrillas de liberales en otros sectores del país.
No obstante, un buen número de combatientes o ‘chusmeros’ liberales no entregaron sus
armas y sededicaron a delinquir, lo que dio paso a un fenómeno que ha sido llamado
bandolerismo Esta práctica violenta revestida de distintos matices se extendió a todo
el interior del país, especialmente en zonas de Boyacá, los santanderes y de colonización
antioqueña de losdepartamentos del Valle, el Tolima y el Viejo Caldas.
Con la llegada del Frente Nacional, los líderes de los partidos consideraron que debido a
la reconciliación de ambas colectividades el problema de la Violencia quedaba superado.
Por eso, además de acordar repartirse los puestos burocráticos en partes iguales, los
líderes prácticamente se dieron a la tarea de olvidar el nefasto periodo. Pese al número
de muertos y de barbarie, fue poca la verdad, la justicia y la reparación. Y nunca se
elevaron lugares de memoria y de culto para recordar a las nuevas generaciones que
Colombia había vivido una época oscura que nunca debería regresar.
Sin embargo, la Violencia no solo era un enfrentamiento entre liberales y conserva- dores,
sino la expresión de varios conflictos sociales, en especial el agrario, que no fueron
solucionados por el Frente Nacional. Estos cabos quedarían sueltos y serían el alimento
de nuevas violencias.
En este contexto, los grupos armados han justificado el uso de la violencia por
considerarla el único método para poder transformar la sociedad y con la intención de no
permitir cambios considerados como ilegítimos. Así pues, la fractura creada por las
desigualdades, el uso de la violencia y la lucha por el poder ha marcado las dinámicas
sociales y políticas que han tenido lugar en Colombia desde que se instauró la República
(S.XIX) hasta el día de hoy, cuando Colombia abre un nuevo capítulo en su historia con
los actuales procesos de paz.
Una de las características del conflicto en Colombia es la pluralidad de actores que han
alimentado y transformado el conflicto armado en el país. Aunque los principales actores
del conflicto siempre han sido, en su mayoría, los partidos políticos tradicionales y los
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movimientos guerrilleros, el surgimiento de diferentes grupos revolucionarios,
paramilitares y la influencia del narcotráfico han tenido mayor o menor predominancia
según el período que se estudie. Además, cabe recordar que, en líneas generales,
Colombia se ha caracterizado por una brecha social entre una élite política con una fuerte
presencia regional, latifundista y monopolizadora y por otro lado, grupos minoritarios
como los indígenas, afro descendientes y campesinos que no han contado con el mismo
acceso a los derechos de propiedad ni a los servicios de Estado.
Entre 1974 y 1990 la historia de Colombia se encuentra marcada por varias reformas
constitucionales que, a pesar de presentar algunos avances, mantendría serias
deficiencias sociales de carácter estructural. Entre ellas destaca la promulgación de una
reforma agraria con el objetivo de permitir el acceso a las tierras. En 1978 la represión
política y armada ejercida bajo la legislatura del Presidente Julio César Turbay Ayala
(1978-1982) del Partido Liberal fue conocida por la promulgación del controvertido
Estatuto de Seguridad bajo el objetivo de apaciguar las revueltas sociales que
desencadenó numerosas violaciones a los derechos humanos. En paralelo, a lo largo
dela década de 1970 se realizaron cambios drásticos en política económica: se redujo la
intervención estatal dando lugar a los procesos de liberalización económica. El resultado
fue el deterioro de la estructura social, el aumento de las tasas de interés, aumento de la
especulación y la concentración empresarial.
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Pueblo (FARC-EP)" al nombre y aclaran la concepción operacional táctica y estratégica.
A nivel geográfico este grupo armado ha sido más extenso en las regiones sudorientales
de la selva y en las llanuras de la base de la Cordillera de los Andes. En el año 2000 el
movimiento controlaba casi el 40 por ciento del territorio colombiano, con cerca de
12.000combatientes y en 2007 con 18.000 según las declaraciones de la organización.
En el año 2008, Tirofijo murió a causa de un infarto cardíaco y dejó en el mandato a
Alfonso Cano quien falleció en manos del Ejército en 2011. Rodrigo Lodoño Echeverri,
conocido como Timochenko quedó después dirigiendo el movimiento con cerca de 8.000
integrantes.
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como fruto una nueva Constitución en 1991. En este año se desmovilizaron también el
EPL, Partido Revolucionario de Trabajadores (PRT) y el Movimiento Armado Quintín
Lame (MAQL).
Paramilitarismo
Son grupos de extrema derecha, que se multiplicaron en la década de 1980 y tienen su
origen en la promulgación de la Ley 48 de 1968 a través de la cual el Estado colombiano
permitió la privatización de la lucha armada a manos de civiles protegidos por los
intereses de las élites regionales. En la década de los ochenta, el ingreso en escena de
los narcotraficantes volvió aún más complejo el conflicto con las guerrillas. Los traficantes
empezaron a invertir sus extraordinarias ganancias en propiedades rurales, por lo cual
se convirtieron en blancos de extorsión. Los paramilitares se extendieron gracias al apoyo
de ricos hacendados y pequeños industriales. Un evento que marcó de forma decisiva la
conformación del paramilitarismo en estos años fue el secuestro por parte del M-19 de
Martha Nieves Ochoa, familiar de miembros del cártel de Medellín.
En los años noventa se creó el grupo Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que unió
a diversos grupos paramilitares. La AUC se disolvió entre 2003 y 2006 en un proceso de
desmovilización emprendido por la Ley de Justicia y Paz (Ley 975 del 2005) impulsada
por el entonces presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez. En los primeros dos años
se desmovilizaron 23 grupos en los cuales participaban cerca de 14.000 personas. No
obstante, algunas facciones no adscritas al proceso de desmovilización han formado lo
que hoy se conoce como las BACRIM o bandas criminales.
Fuerzas de seguridad
Las Fuerzas de seguridad comprenden las Fuerzas Militares (Ejército, Armada y Fuerzas
Aéreas) y la Policía Nacional. Estos organismos iniciaron la lucha contra de los grupos
insurgentes con la adopción de la Doctrina de Seguridad Nacional que tenía como
objetivo la erradicación de la amenaza comunista a través de la creación de cuerpos de
seguridad antiterroristas y de asistencia para el desarrollo. En los últimos años, las
fuerzas de seguridad han pasado por un proceso de reestructuración y modernización a
través de programas como el Plan Colombia que ha contado con el apoyo de Estados
Unidos y que ha tenido como objetivo reafirmar el Estado de Derecho y acotar la red de
narcotráfico y tráfico de armas que alimenta la violencia guerrillera y de otras
organizaciones armadas. Sin embargo, según el informe de Human Rights Watch de
2015, hasta julio de 2014 la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía ha investigado
más de 3.500 casos de ejecuciones ilegales presuntamente perpetradas por 785
miembros del Ejército (soldados de bajo rango y suboficiales) entre 2002 y 2008.
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se vendía a Estados Unidos. Esta estructura se volvió más compleja cuando los
gobiernos de Perú, Colombia y Ecuador decidieron controlar las fronteras. Sin embargo,
en el momento en que en Perú y Bolivia apareció un hongo que acabó con el área
cultivada, Colombia pasó a controlar también el cultivo. Las FARC-EP acogieron gran
parte de las hectáreas de cultivo, lo que provocó que su capacidad militar también se
incrementara y pasó a controlar 150 mil hectáreas de cultivos de hoja de coca localizados
en dos millones de hectáreas de selva en el sur del país.
El informe ¡Basta Ya! del Centro de Memoria Histórica, publicado en 2013 señala que
entre 1958 y 2012 el conflicto causó la muerte de 40.787 combatientes y 177.307 civiles
.El número de desaparecidos entre 1981 y 2010 fue de 25.000, el de secuestrados 27.023
y el de asesinatos 150.000. De esta última cifra el 38,4 por ciento fue responsabilidad
delos paramilitares, el 16,8 por ciento de la guerrilla y el 10,1 por ciento de la Fuerza
Pública (Centro de Memoria Histórica, 2013).
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Por otro lado, la organización ACNUR sostiene que desde 1997 se han producido 3,9
millones de desplazamientos forzosos en Colombia (ACNUR, 2013). La sociedad civil ha
resultado afectada en su mayoría por el conflicto armado y desde hace muchos años
realiza protestas en contra de la violencia ejercida por todos los involucrados en el
conflicto. Las comunidades de mujeres, afro descendientes e indígenas, entre otros,
representan un papel crucial en las demandas ciudadanas, desde 1998 (el año en el que
se creó el Consejo Nacional de Paz) aportan en el diálogo de paz, dirigiendo sus
peticiones tanto a las guerrillas como a los grupos paramilitares y al gobierno.
En cuanto al número de personas desplazadas el informe ¡Basta Ya! reporta 5,7 millones
de víctimas entre 1985 y 2012 (Centro de Memoria Histórica, 2013). En 2011, el
presidente Santos aprobó la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, que incluía la
restitución de millones de acres a personas desplazadas y la recompensa financiera para
víctimas de violaciones de los derechos humanos. Según el informe de Human Rights
Watch, este proceso está ralentizado por los grupos sucesores de los paramilitares,
quienes continúan creciendo, cometiendo atrocidades generalizadas y manteniendo
extensos vínculos con los miembros de las fuerzas de seguridad pública y los grupos
políticos locales (Human Rights Watch, 2015).
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Por otro lado, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez se tomó la decisión de negar la
existencia de un conflicto armado. Esta estrategia complicó la aplicación del derecho
internacional humanitario, la aplicación de algunos mecanismos en términos de
cooperación al desarrollo, debilitó las relaciones de Colombia con Venezuela y Ecuador.
Según el Observatorio de Política Exterior Colombiana, la ambigüedad del Estado a la
hora de calificar a los grupos armados y de establecer su vínculo con el narcotráfico ha
dificultado la posición de la Comunidad Internacional frente al conflicto en ciertas
instancias. A modo de ejemplo, si al inicio del gobierno de Pastrana se diferenciaba al
grupo armado del tráfico de narcóticos, al final del mandato para el Presidente Pastrana,
ambos actores eran considerados uno solo.
Por otro lado, la posición de Estados Unidos y de la Unión Europea ha sido
tradicionalmente dispar. En 2002 la Unión Europea decidió incluir a las FARC-EP en la
lista de organizaciones terroristas y en 2004 al ELN. Este acto confirmó que la guerra
contra el terrorismo había causado un efecto en Europa. El bloque ha adoptado posturas
conjuntas, como por ejemplo con la ley de Justicia y Paz para la desmovilización
(individual o colectiva) de paramilitares (ley 795/2005), pero en paralelo Francia ha jugado
un rol individual sobre todo por el intercambio humanitario y la liberación de la candidata
presidencial Ingrid Betancourt en 2008.
En el contexto regional, las posiciones de los países vecinos pueden clasificarse en tres
grupos: primero aquellos que consideran abiertamente a los movimientos subversivos
como agrupaciones beligerantes (Venezuela); segundo, aquellos países que los
catalogan como un grupo terrorista (Estados Unidos, Canadá, Chile, Perú, Costa Rica,
Honduras, entre otros); y tercero, los que condenan sus acciones violentas y exigen la
liberación de los secuestrados, pero prefieren abstenerse de calificarlos (Ecuador,
Argentina, Bolivia, Brasil, México, por citar algunos).
En los últimos años el presidente Juan Manuel Santos ha sabido mostrar la importancia
de Colombia al mundo a través de mecanismos de cooperación, intensificación y el
redirección de las relaciones entre países, el fortalecimiento de las políticas de desarrollo
fronterizo y la inserción del país a nuevos mercados a través de Tratados de Libre
Comercio (TLC). Además, el Presidente Santos ha mostrado liderazgo en las discusiones
sobre el cambio de perspectiva en la lucha contra las drogas sobre todo a nivel regional.
De esta manera Colombia ha intentado demostrar el fortalecimiento de sus relaciones
exteriores mediante estrategias que buscan mejorar el desarrollo económico y social, y
la construcción de una política exterior eficiente y creíble.
Los Estados Unidos han jugado un papel central en el desarrollo del conflicto en
Colombia. En 1999 el Presidente Bill Clinton, en alianza con su homólogo Andrés
Pastrana, crearon un programa de colaboración militar antinarcótico dentro del cual se
diseñó el Plan Colombia, que consistía en la creación de unidades militares fuertes y
entrenadas para tomar el control de las zonas cocaleras y proteger a la Policía en sus
labores de erradicación de cultivos. El control de estas zonas se convirtió en prioritario,
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pero la Policía Antinarcóticos no tenía capacidad plena para enfrentar a las guerrillas, que
protegían esas áreas, por lo que se hizo necesaria la participación del Ejército.
En Febrero de 2016, el Plan Colombia fue renovado, entre otras cosas por los nuevos
retos que el avance en los diálogos de paz entre las FARC–EP y el Gobierno Nacional
planteaban. Así, durante la celebración de los 15 años del Plan Colombia, el presidente
Barack Obama anunció el inicio del nuevo Plan “Paz Colombia”, confirmándose como
uno de los principales socios para la paz en el país. El monto total consistiría en un primer
desembolso de 450 millones de dólares en 2017 con destino directo al presupuesto
nacional colombiano. Los 450 millones de dólares (de los cuales 390 millones son
administrados por el Departamento de Estado y 60 millones por el Departamento de
Defensa estadounidenses) estarían invertidos en cuatro áreas principales: seguridad y
antinarcóticos, desarrollo rural, víctimas y justicia, y desminado.
En junio de 2016 fueron aprobados por el Senado los 390 millones que serían
administrados por el Departamento de Estado. Sin embargo, el Senado estipuló que se
daría la dotación de este monto siempre y cuando, antes de ser entregados los fondos el
Secretario de Estado, se pueda certificar que:
• El Tribunal creado en los Acuerdos de Paz para juzgar las violaciones de derechos
humanos, sea independiente y cuente con las facultades para imponer sanciones y penas
privativas, acciones de reparación y garantías de no repetición.
• Que los militares responsables de ornar, cometer o encubrir los falsos positivos esté
siendo investigados, sancionados y retirados de sus cargos.
• La entrega de los Fondos constituye una prioridad para los intereses en seguridad
nacional de los Estados Unidos.
De manera paralela, la ayuda para Colombia hace trámite en la Cámara de
Representantes, en donde se han diferenciado el monto dirigido al combate del
narcotráfico y el terrorismo (300 millones de dólares), y los fondos destinados al
posconflicto (191 millones de dólares). Así, el monto total debe alcanzar unos 491
millones de dólares, 50 millones más de lo pedido por Colombia y lo estipulado en el
proyecto original presentado por el Presidente Obama (450 millones).
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país.
El Plan Colombia ha visto muchas críticas por su ineficacia y su impacto negativo sobre
la salud humana, los derechos humanos y el medio ambiente. Sin embargo, gracias a
esta estrategia se le han otorgado a Colombia aproximadamente US$9.600 millones en
apoyos centrados en la reducción de las hectáreas de cultivos de coca para debilitar las
finanzas y capacidad operacional de los grupos armados ilegales (DNP, febrero 2016).
Del monto invertido, cerca del 71% ha beneficiado a las Fuerzas Armadas y la Policía. El
restante 29% apoyó proyectos productivos en el campo, atención a la población
desplazada, fortalecimiento de unidades de la Fiscalía y del sistema de justicia,
reintegración de excombatientes, y las unidades de víctimas y de restitución de tierras.
De acuerdo al director del Departamento de Planeación Nacional, de cada 10 Dólares 7
fueron invertidos en componentes militares (85% en la lucha contra el narcotráfico) y 3
en desarrollo económico y social.
Uno de los factores a tener en cuenta al analizar el conflicto colombiano es el rol que han
adoptado los países vecinos. El fenómeno que los expertos han catalogado como el
“derrame” del conflicto colombiano en la región ha hecho de éste un problema de
seguridad regional en el que, aunque unos países tengan mayor participación que otros,
todos tienen algo que decir. Los estados de Venezuela y Ecuador, y en menor medida
Brasil y Perú, han sido los más afectados por este “derrame”, y por lo tanto han sido
quienes han cumplido roles más activos tanto en el transcurso del conflicto como en los
procesos de negociación con las guerrillas. Parece paradójico que al ser los más
afectados, son también con quienes más dificultades se han tenido en términos políticos
y diplomáticos debido a su ambigüedad frente a la posición y apoyo a los grupos
guerrilleros y a su oposición a la intervención de Estados Unidos en las políticas de
seguridad de la región y de Colombia específicamente.
Con Venezuela las relaciones diplomáticas se empezaron a deteriorar a partir del año
2004, cuando el gobierno colombiano inició la denuncia internacional de la presencia de
guerrilleros de las FARC-EP en territorio venezolano. Durante todo el gobierno de Uribe
las tensiones diplomáticas fueron evidentes e incluso las disputas llegaron a instancias
internacionales. Con la llegada de Juan Manuel Santos al poder en 2010 se normalizaron
las relaciones. Sin embargo, desde que Maduro asumió la presidencia de Venezuela, la
diplomacia entre los dos países se ha vuelto discursivamente reactiva y llena de altibajos.
Aun así, el apoyo del gobierno venezolano al proceso de paz ha sido expresado desde
sus inicios.
Por otro lado, con Ecuador las relaciones fueron amistosas y de apoyo en las políticas de
seguridad y defensa de Colombia en contra de las FARC- EP y el ELN, hasta que Rafael
Correa asumió la presidencia (2007). Entonces, iniciaron una serie de tensiones debido
a la declaración de neutralidad del gobierno ecuatoriano frente a la lucha contra las
guerrillas en Colombia, rehusándose a declarar a la guerrillera como terrorista o
beligerantes, y absteniéndose de participar en operaciones conjuntas con Colombia.
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Estas tensiones fueron detonadas por hechos como la incursión de aviones de
fumigación con glifosato a territorio ecuatoriano, en el marco del Plan Colombia; y la
incursión militar en territorio ecuatoriano en persecución de miembros de las FARC-EP,
en el marco de la “Operación Fénix”, que terminó en el bombardeo al campamento en el
que se encontraba Raúl Reyes. Ambos hechos resultaron en la retirada del cuerpo
diplomático de cada uno de los países y acciones ante instancias internacionales, la
primera con una demanda contra el Estado colombiano ante la Corte Internacional de
Justicia (Aspersiones aéreas con herbicida); y la segunda con la presentación del caso
ante la OEA y la CAN por violación de soberanía nacional de parte de Colombia. La
llegada de Juan Manuel Santos a la presidencia también significó la recomposición de
las relaciones con Ecuador.
Tanto Venezuela como Ecuador han sido aliados clave en la resolución del conflicto
armado colombiano debido no solo a su cercanía geográfica, sino también a su afinidad
ideológica con los grupos guerrilleros colombianos, facilitando los acercamientos, la
construcción de confianza entre las partes y la mediación. De hecho Venezuela fue
garante del proceso de paz con las FARC - EP, y Ecuador lo es actualmente en el proceso
con el ELN que se llevaba cabo en Quito. Aparte de la turbulencia política que se haya
podido tener con estos dos países todos los países de la región han expresado en
múltiples ocasiones, tanto a nivel personal como miembros parte de organismos
multilaterales (CELAC, OEA, CAN, etc.) su apoyo al proceso de paz y el beneficio que
esto implica para la estabilización de la región.
TEXTO TOMADO DE
https://www.cidob.org/publicaciones/documentacion/dossiers/dossier_proceso_d
e_paz_en_colombia/dossier_proceso_de_paz_en_colombia/conflicto_en_colombi_ante
cedentes_historicos_y_actores
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El 19 de noviembre de 1982, el presidente Betancur sancionó la Ley 35 sobre Amnistía.
Su aplicación conllevó la libertad de la mayoría de los presos de las guerrillas. Se trató
de una amnistía general relacionada con los delitos políticos y conexos, con excepción
de los crímenes atroces, límite en el beneficio que fue debatido con claridad en el proceso
de aprobación y que implicó consecuencias en el margen de aplicación a los delitos de
particular gravedad y contrarios a los principios y normas humanitarias.
La primera tentativa de paz ayudó a desatar una guerra sucia que fue facilitada por la
convergencia de varias tendencias que se desarrollaban entonces en Colombia: el
surgimiento del boom del narcotráfico, la fundación de ejércitos paramilitares por los
narco-terratenientes y la oposición de las Fuerzas Armadas a las tentativas de paz que
los llevó a trabajar en llave con los paramilitares. Los hechos se adelantaron a las
audaces y originales políticas de Betancur. Él no tuvo la autoridad individual para
implementar o decretar un cambio unilateral, ni para negociar la reincorporación de los
movimientos guerrilleros a la nación. A nivel interno no tenía suficientes aliados. La
comunidad internacional estuvo ausente del proceso. El proceso de paz pasó las duras
y las maduras y finalmente se ahogó en un creciente mar de violencia.
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recuperación de la acción estatal en el conjunto del territorio nacional.
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Zona de Distensión con las FARC-EP.
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Gobierno de Colombia (en representación del Estado) y la guerrilla de las FARC. Estos
diálogos tuvieron lugar en Oslo y en La Habana y que tuvieron como resultado la firma
del Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto en Bogotá el 24 de noviembre de
2016.
La firma del acuerdo de paz estuvo antecedida por los diálogos tuvieron lugar en Oslo y
en La Habana. El primer acuerdo de Paz, firmado en Cartagena, según la ley debía
refrendarse en un plebiscito en el que los ciudadanos debían votar "si" o "no" al Acuerdo.
El resultado final fue una victoria para el «no». El resultado del plebiscito obligó al
Gobierno a "renegociar" el acuerdo tomando en consideración las objeciones de los
opositores del acuerdo, a la vez que creó incertidumbre sobre la aplicación legal de los
acuerdos. Tras un periodo de negociación con los promotores del No el gobierno y las
FARC acordaron un nuevo texto para el acuerdo de paz el cual se firmó el 24 de
noviembre en el Teatro Colón de Bogotá. Este nuevo acuerdo fue ratificado por el
Senado de Colombia y la Cámara de Representantes, el 29 y 30 de noviembre de 2016.
TALLER
1. Lea atentamente la Guía #1 y explique con sus propias palabras ¿cuáles han sido los
gobiernos que más han contribuido con el progreso de Colombia y por qué?
2. Explique con sus propias palabras ¿cuáles fueron los gobiernos que más han
influido en la violencia política en Colombia y por qué?
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