I.
TITULO
Ensayo: “Humanismo”
HOLA AMIGUITO
II. INTRODUCCION
El humanismo es una corriente filosófica y cultural que pone al ser humano en el
centro de su reflexión. Su enfoque se basa en la dignidad humana, el valor intrínseco de
la persona, y su capacidad para razonar y conocer el mundo. A diferencia de otras
filosofías que priorizan fuerzas sobrenaturales o externas como principios rectores, el
humanismo resalta la importancia del individuo y su potencial para tomar decisiones
libres y responsables.
Históricamente, el humanismo surge como una respuesta a las rígidas estructuras
del pensamiento medieval, especialmente durante el periodo del Renacimiento, en los
siglos XIV y XV. Esta era estuvo marcada por un retorno al estudio de los textos
clásicos griegos y romanos, los cuales enfatizaban el potencial y la creatividad humana.
Los pensadores renacentistas, como Petrarca y Erasmo de Róterdam, abogaron por una
educación integral que promoviera tanto el desarrollo intelectual como moral del
individuo. El humanismo renacentista promovía una visión del mundo en la que los
seres humanos podían transformar su destino a través del esfuerzo, la curiosidad y la
búsqueda de la verdad, superando la dependencia en las explicaciones divinas o
sobrenaturales que habían dominado la Edad Media (Álvarez, 2023).
El objetivo de este ensayo es explorar los principios fundamentales del
humanismo, analizar su impacto en la cultura y la sociedad de su época, y reflexionar
sobre su relevancia en la actualidad. En un mundo moderno donde la tecnología avanza
rápidamente y las relaciones humanas se ven constantemente desafiadas, el humanismo
ofrece una perspectiva que valora el respeto por la dignidad humana y la autonomía
personal.
III. MARCO TEORICO
III.1. Orígenes del humanismo
Los orígenes del humanismo están estrechamente relacionados con el contexto
histórico del Renacimiento, un periodo que se destacó por el resurgimiento de los
valores y conocimientos de las culturas clásicas de Grecia y Roma. Durante este tiempo,
se produjo una transformación en la forma en que los seres humanos se veían a sí
mismos y al mundo que los rodeaba. El humanismo surgió como una respuesta al
pensamiento medieval, que había estado dominado por dogmas religiosos estrictos y
una visión teocéntrica del universo, donde Dios era el centro de todas las cosas
(Álvarez, 2023).
El humanismo, por el contrario, se caracterizó por poner al ser humano en el
centro del universo. Los humanistas renacentistas rechazaban la idea de que el
conocimiento y la verdad solo podían obtenerse a través de la fe religiosa y los textos
sagrados. En su lugar, abrazaron el estudio de los clásicos griegos y romanos,
redescubriendo obras de filósofos como Platón y Aristóteles, quienes enfocaban su
pensamiento en la razón, la ética y el potencial humano. Este retorno a los clásicos
permitió a los humanistas recuperar un enfoque más racional y secular, valorando la
dignidad humana y el poder de la razón para comprender y mejorar el mundo (Álvarez,
2023).
El artículo de Álvarez (2023) resalta cómo el humanismo del Renacimiento
transformó la forma en que las sociedades veían la realidad social. Álvarez Pitaluga
menciona que el humanismo se convirtió en un modelo interpretativo de la realidad
social, orientado hacia el mejoramiento de las sociedades y los individuos que las
conforman. Este modelo se construyó a partir de la crítica social y la búsqueda de la
emancipación humana, un concepto clave del pensamiento humanista.
En esencia, el humanismo del Renacimiento supuso una ruptura con el pasado
medieval, promoviendo una visión más optimista de la capacidad humana para alcanzar
el conocimiento y la virtud a través de la educación, la razón y la libertad. El rechazo a
los dogmas religiosos estrictos y el redescubrimiento de los textos clásicos fueron
fundamentales para esta transformación, y sentaron las bases de muchos de los
principios que aún perduran en el pensamiento moderno (Álvarez, 2023).
III.2. ¿Qué es el humanismo?
Desde una perspectiva crítica y humanista, Morey (1985) plantea que el
humanismo es una esencia vital que nos permite cuestionar las dinámicas dominantes
que limitan la diversidad tanto individual como colectiva. Autores como Anderson
(2004) y Mihyang (2015) han retomado esta idea, cuestionando el humanismo
tradicional, al cual consideran dogmático y alienante para la naturaleza humana. En su
estudio, Mihyang (2015) expone cómo este humanismo liberal y dogmático
predominaba en los currículos y prácticas educativas, generando un racismo
inconsciente que favorecía la perspectiva sociocultural británica y dejaba de lado otras
voces. Esto provocaba tensiones emocionales y físicas en estudiantes con orígenes
diversos, al no ajustarse a los estándares dominantes.
El humanismo, según Miguel Morey (1985), puede ser entendido de dos formas
principales. Primero, como un movimiento cultural que surge como respuesta al
escolasticismo y, sobre todo, al logicismo y fisicalismo, acercándose más al ser humano
a través de su lenguaje, poesía, mitos, artes y ciencias, algo que tuvo su auge en el
Renacimiento. En segundo lugar, como una postura intelectual que defiende la dignidad
humana, el valor de la razón, la democracia social, la ciencia y el progreso. Es, en
esencia, una reivindicación del ser humano hecha por el propio ser humano, siempre
con la promesa de una nueva forma de humanidad. Este enfoque se desplaza hacia el
análisis de cómo los individuos se sitúan en sus circunstancias, prácticas, instituciones y
en su vida diaria. Morey se refiere a esto como “una carta humanista”:
I) Afirmación de que el ser humano es completamente intramundano,
siendo el origen y fin de todo valor.
II) Afirmación de un sujeto conformado por fuerzas esenciales: defensa de
la libertad y dignidad del ser humano concreto.
III) Defensa de la formación y realización personal del individuo: autonomía
y liberación en el curso de la historia; confianza en el avance (p. 112).
Lo humano en el mundo, o el ser en el mundo, puede comprenderse, de alguna
manera, como señala Heidegger, como un proyecto lanzado. Es decir, un ser que, a
través de su dignidad, autonomía y libertad, en su condición humana y de sujeto, va
moldeando su existencia tanto personal como colectiva, construyendo lo que desea
llegar a ser, formándose constantemente, configurándose a sí mismo y alcanzando su
realización personal.
El humanismo se opone, incluso de manera autocorrectiva, a los humanismos
rígidos, así como a cualquier forma de alienación de lo humano. Rechaza tanto la
sobrevaloración de lo humano como su devaluación, es decir, cualquier cosa que
menosprecie nuestra naturaleza y condición como seres humanos. También desafía
aquello que debilita nuestra capacidad como sujetos en la historia, la comunidad, la
sociedad y la cultura. Desde esta perspectiva, como afirma Hugo Zemelman (2012) en
“Necesidad de conciencia”, se trata de un humanismo crítico que nos permite ir más allá
de las limitaciones de nuestras propias circunstancias. Nos impulsa a cuestionar la
insatisfacción inherente al misterio que representamos, así como a enfrentar las
promesas que, en muchas ocasiones, dejamos sin cumplir, tal como menciona Sousa
(2011).
El humanismo crítico nos ayuda a entendernos a través del encuentro con todos
aquellos seres humanos a quienes, debido a un humanismo doctrinal centrado en
Europa, se les ha negado su humanidad, según afirma Zea (2003). Hoy en día, el
humanismo no es exactamente una doctrina idealista, sino más bien una actitud
fenomenológica, existencial y crítica, en una escala puramente humana, que sitúa lo
humano en sus verdaderos límites y contexto, reconociendo su propia falibilidad, como
añade Morey. Se encuentra en una pluralidad de situaciones, en lo que coincide con las
ideas de Zea, Zemelman, y apoyado en el pensamiento de Jean-Paul Sartre, quien
convierte el humanismo crítico en uno con enfoque histórico y existencial, admitiendo
que la humanidad no reside únicamente en el hombre, y mucho menos como lo ha
proclamado Occidente.
III.3. El humanismo y la sociedad actual
El humanismo sigue siendo relevante en la sociedad actual, sobre todo porque, a
lo largo de los años, ha brindado una serie de principios que abogan por el respeto y la
dignidad del ser humano. En un mundo que está cada vez más dominado por la
tecnología y la globalización, el humanismo ofrece una perspectiva equilibrada que
coloca al ser humano en el centro de las decisiones éticas, políticas y sociales. De
acuerdo con Monroy (2023), el humanismo en la sociedad contemporánea enfrenta un
desafío importante: la sociedad actual prioriza la ganancia y el capital, dejando en
segundo plano lo verdaderamente trascendental, como la subsistencia de la naturaleza y
del ser humano mismo.
Uno de los principales principios humanistas es el reconocimiento de la dignidad
intrínseca de todas las personas, independientemente de su origen o condición social.
Este principio cobra especial importancia hoy en día, en un mundo donde las
desigualdades sociales, económicas y políticas persisten. Además, el humanismo
promueve la racionalidad como una herramienta esencial para el progreso. A medida
que las tecnologías avanzan y las decisiones éticas se vuelven más complejas, el
pensamiento humanista recuerda que, aunque las innovaciones sean cruciales, deben
estar al servicio de la humanidad y no viceversa (Monroy, 2023).
Finalmente, el humanismo también aboga por una visión ética de la convivencia
social, enfatizando la importancia de la empatía, el respeto por la diversidad y la
promoción de los derechos humanos. En la actualidad, donde los conflictos sociales y
las divisiones políticas son frecuentes, estos valores ofrecen un marco para construir
sociedades más justas y equitativas, donde la dignidad de cada persona sea respetada y
protegida (Monroy, 2023).
III.4. El humanismo ante los desafíos actuales
El humanismo enfrenta hoy en día importantes desafíos, particularmente en un
mundo marcado por la globalización, los conflictos sociales y el avance tecnológico.
Según Rivas (2019), una crítica recurrente al humanismo es que coloca al ser humano
en el centro de toda la creación, lo que podría interpretarse como una forma de
antropocentrismo excesivo. Este enfoque debe ser reevaluado en el contexto actual,
donde los problemas globales como la crisis ambiental, la desigualdad social y la
violencia de clases, culturas y religiones exigen una perspectiva más inclusiva y
colectiva del humanismo.
En el siglo XXI, es fundamental adoptar una visión renovada del humanismo,
una que no se quede solo en lo teórico, sino que busque transformar la sociedad. Rivas
(2019) argumenta que el humanismo debe centrarse en construir una sociedad basada en
valores universales, como el respeto, la solidaridad y la convivencia pacífica. Esto cobra
particular importancia en un contexto donde los derechos humanos y la dignidad de las
personas se ven amenazados diariamente por la corrupción, la violencia y la falta de
ética en diversas esferas de la vida social.
En este sentido, el humanismo debe servir como una herramienta para que las
personas recuperen la fe en su capacidad de razonar y crear, promoviendo el arte, la
ciencia y otras expresiones que contribuyan al bienestar colectivo. Como señala Pico
Della Mirándola, citado por Rivas (2019), cada individuo tiene el poder de plasmarse en
la obra que elija, lo que implica una responsabilidad colectiva para crear condiciones de
vida dignas para todos. La educación humanista, por tanto, se convierte en un pilar
fundamental para cultivar estos valores y rechazar prácticas deshumanizadoras como la
corrupción y la violencia.
III.5. Educación humanista en la universidad
La tradición pedagógica humanista en la universidad se basa en la firme creencia
en la dignidad intrínseca de cada individuo, el fomento del pensamiento crítico, la
inventiva, la curiosidad intelectual, el interés por los dilemas éticos, y una perspectiva
global que prevalece sobre el conocimiento especializado y fragmentado.
La educación humanista parte de una visión de la persona como un ser
consciente, libre y racional, y plantea que la enseñanza es un proceso deliberado que
implica entender, reafirmar y transformar tanto el mundo como al propio individuo. En
este sentido, López Calva (1996) destaca que el aprendizaje es, ante todo, un "encuentro
humano", en el que se lleva a cabo un diálogo atento, inteligente y razonado, junto con
una valoración libre de los diferentes aspectos de la realidad que se analizan, con el
objetivo de expandir el "horizonte de comprensiones, significados y valores que se
ponen en juego".
En la UIA, el humanismo se concibe a partir de sus documentos fundamentales:
el Ideario, emitido en 1968, y la Filosofía educativa de 1985. En su Ideario, la
universidad se compromete con los valores humanos universales y con la formación
integral de los alumnos, considerándolos aspectos esenciales de su labor cultural.
Además, promueve el diálogo con "todas las corrientes ideológicas" y destaca un
"profundo y activo sentido de justicia social".
En el ámbito de la Filosofía educativa, la educación se describe como "un
proceso social" mediante el cual "el ser humano, como protagonista de su propio
crecimiento, aspira a alcanzar la plena realización de sus capacidades". De esta manera,
se apoya la idea del ser humano como un ente en constante autoconstrucción, un
proyecto en desarrollo que persigue su realización al activar seis dinámicas
"esenciales": creatividad, libertad, pensamiento crítico, solidaridad, integración o
armonización de su mundo emocional y "conciencia de sus propias acciones".
IV. CONCLUSIONES
El humanismo coloca a la dignidad humana en el centro de su reflexión,
defendiendo el valor intrínseco de las personas y su capacidad de razonar. Esta
corriente filosófica rechaza la dependencia en explicaciones sobrenaturales,
promoviendo en su lugar una visión más secular y racional de la existencia
humana. A través del humanismo, se busca fomentar la libertad, la
responsabilidad y la capacidad de los seres humanos para tomar decisiones
autónomas que beneficien tanto a la sociedad como a ellos mismos.
Una de las principales aportaciones del humanismo fue la ruptura con las
rígidas estructuras del pensamiento medieval, dominado por el teocentrismo. En
su lugar, los humanistas renacentistas impulsaron un enfoque centrado en el ser
humano y su potencial para transformar el mundo mediante el conocimiento y
la virtud. Este cambio promovió una educación más integral y crítica que ha
sentado las bases para los sistemas educativos modernos que siguen valorando
la razón y el progreso.
En la actualidad, el humanismo enfrenta el reto de adaptarse a un mundo
globalizado y tecnológicamente avanzado. Según Rivas (2019), el humanismo
debe superar el antropocentrismo para ser más inclusivo y abordar problemas
como la crisis ambiental y las desigualdades sociales. El humanismo sigue
siendo necesario para promover valores como la solidaridad, el respeto y la
convivencia pacífica, recordando que el ser humano debe estar en el centro de
las decisiones éticas y sociales.
La educación juega un papel crucial en la promoción del humanismo, pues
permite a las personas desarrollar una visión crítica y responsable de su entorno.
La educación humanista, según López Calva (1996), debe fomentar no solo el
conocimiento técnico, sino también el desarrollo de la creatividad, la empatía y
el compromiso con la justicia social.
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