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1ª Reunión Grupo de Trabajo ALCSH 2025 Nota

Informativa

Organización de las
Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación

HAMBRE, DEMOCRACIA Y DESARROLLO ECONÓMICO


Introducción

El hambre afecta a más de 850 millones de seres humanos en el mundo, tiene efectos devastadores en quienes la
sufren y enormes repercusiones en el desarrollo económico de los países afectados, interfiriendo en la
gobernabilidad y el funcionamiento de las democracias. Si somos capaces de enviar costosas misiones de
exploración a Marte y tratar enfermedades hasta ayer incurables, deberíamos ser capaces de alimentar a todos
los habitantes del planeta. Es una cuestión de principios y voluntad política de los dirigentes y de la sociedad en su
conjunto. Una sociedad sin hambre es una sociedad mejor desde todos los puntos de vista.

El hambre no puede ser percibida únicamente como un tema técnico, social o humanitario, sino como un auténtico
“problema” con profundas raíces políticas y como una anomalía de los sistemas económicos de producción,
distribución y acceso al alimento. La existencia de tantos millones de personas que no comen tres veces al día
supone no tanto un reto técnico si no, sobre todo, un reto político.

Vivimos en un mundo que produce comida para alimentar a más del doble de la población actual, y sin embargo
ese alimento no es asequible para todos. Sólo si hay voluntad política de los Gobiernos, apoyados por el poder
legislativo y judicial, y con la colaboración, el empuje y la vigilancia constante de la sociedad civil, el sector privado
y la comunidad internacional, podremos erradicar el hambre y la desnutrición crónica.

Además de la acción política, se necesita una serie de acciones de amplia escala, sostenidas en el tiempo, con
amplia participación social, y que estén sustentadas en marcos institucionales sólidos con su respectivo apoyo
presupuestario. El posicionamiento del hambre en la agenda política nacional de aquellos países con mayores
tasas de desnutrición es un enorme paso adelante, pues conlleva un reconocimiento del problema.

Posicionamiento del hambre en la agenda mundial

Desde la Conferencia Internacional de Nutrición, celebrada en Roma en 1992, y la Cumbre Mundial de la


Alimentación, celebrada también en Roma en 1996, la preocupación global por el hambre se ha instalado en la
agenda mundial. Fue en la Cumbre de 1996 donde la FAO retomó con fuerza la seguridad alimentaria como eje
central de su accionar. Allí se reunieron más de 170 países que se comprometieron formalmente a reducir a la
mitad el número de hambrientos en el mundo para el año 2015.

No obstante, cinco años después, en el 2002, la FAO convocó una segunda Cumbre para analizar el por qué de la
falta de avances significativos. La conclusión estableció que no existía suficiente voluntad política y liderazgo para
reducir el hambre.

De manera lenta pero gradual, la lucha contra el hambre ha venido haciéndose espacio en las agendas políticas
de los gobiernos, los medios de comunicación, la opinión pública y las organizaciones internacionales de
desarrollo, teniendo como máximo exponente al Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y el programa
Fome Zero: desde que iniciara el programa hace cuatro años, se han invertido casi diez mil millones de dólares,
beneficiado a más de 40 millones de personas.

Iniciativa “América Latina y Caribe sin Hambre 2025” 1 27-28 Octubre 2006,
Guatemala
1ª Reunión Grupo de Trabajo ALCSH 2025 Nota
Informativa

Las causas del hambre

La Seguridad Alimentaria como disciplina científica nació en los años setenta a raíz de la crisis mundial del
petróleo, que produjo una crisis de cereales y productos alimenticios a escala mundial. Desde entonces se han
sucedido diferentes paradigmas explicativos sobre el origen y las causas del hambre. Recientemente, ha tomado
fuerza la explicación causal de naturaleza política, relacionada con las políticas de largo plazo, la voluntad de los
dirigentes, la necesidad de acuerdos de concertación que creen capital social en el seno de los estados y la
realización del derecho a la alimentación. Según este último paradigma, las víctimas del hambre en muchos casos
se caracterizan no tanto por la pobreza de recursos como por la falta de poder político para exigir el respeto a sus
derechos y para ejercer presión política ante el Estado que se supone los representa.

Hambre y Desarrollo Económico

Las implicaciones económicas que tiene la desnutrición crónica y aguda son, por un lado, los costes de los
sistemas de salud en el tratamiento de las enfermedades relacionadas con la desnutrición; y por otro, la pérdida
de productividad ocasionada por un desarrollo intelectual y físico menor a causa de una alimentación deficiente
durante gran parte de la vida. A esto habría que añadir los costes adicionales al sistema público de educación ,
puesto que la inversión que se hace en educación no rinde lo mismo si el alumno está bien alimentado que si está
desnutrido.

Existen cada vez más estudios que establecen las relaciones económicas entre ciertas manifestaciones concretas
de la desnutrición (deficiencia de vitaminas, anemia, bajo peso de los niños al nacer, desnutrición crónica los
primeros dos años de vida) y la falta de crecimiento o la oportunidad perdida del Producto Interior Bruto de un país
determinado. Si todo ello se compara con las inversiones necesarias para reducir o erradicar la desnutrición se
llega a la conclusión de que la inversión necesaria para acabar con el hambre en el mundo es, al menos, diez
veces menor que los gastos derivados de su mera existencia. Económicamente es más rentable llevar a cabo
acciones para erradicar el hambre que no hacer nada.

Hambre y democracia

El mundo contemporáneo paulatinamente está reconociendo otro peligro que se manifiesta de manera gradual
pero creciente: el hambre y la desigualdad social contribuyen a desestabilizar las democracias y ocasionar
desordenes públicos y conflictos civiles, desembocando en una situación de ingobernabilidad que por otro lado
impide al país de recibir mayores inversiones extranjeras. En ese sentido, la democracia y la seguridad alimentaria
tienen una relación de retroalimentación/sinergia positiva.

Por otro lado, existe una clara relación entre el conflicto, la subproducción agrícola, la escasez de recursos
naturales y el hambre. El conflicto destruye la tierra, el agua y los recursos biológicos y sociales para la producción
alimentaria, en tanto que el gasto en operaciones militares reduce la inversión en salud, educación, agricultura y
protección ambiental. El ciclo negativo se cierra porque el hambre y la falta de acceso a medios para atender las
necesidades básicas suelen a su vez ser la raíz de conflictos violentos.

Hambre y Política: el reciente giro “social” en América Latina

En América Latina, la causa principal de la desnutrición no está en la falta de capacidad para producir alimentos
en cantidad suficiente. En general, la región es ampliamente excedentaria en el comercio internacional de
alimentos, con países que figuran entre los mayores exportadores mundiales. El problema principal para lograr la
seguridad alimentaria radica en las posibilidades de acceso al alimento por parte de los hogares más vulnerables.

El contexto político de América Latina está cambiando (entre 2005 y 2006 ha habido diez países con elecciones
presidenciales), siendo evidente un establecimiento de gobiernos liberales-progresistas que promueven una mayor
inversión en políticas sociales, colocando el combate al hambre y la pobreza como uno de los temas importantes
de sus agendas políticas. Además, estos países están llevando sus ideas más allá de sus fronteras. Al respecto,
vale la pena mencionar la Iniciativa Regional “América Latina y Caribe sin Hambre-ALCSH” y a nivel mundial, las
iniciativas del “Quinteto contra el Hambre”, formado por los Presidentes de España, Francia, Chile, Brasil y el
Secretario General de Naciones Unidas.

Iniciativa “América Latina y Caribe sin Hambre 2025” 2 27-28 Octubre 2006,
Guatemala
1ª Reunión Grupo de Trabajo ALCSH 2025 Nota
Informativa

La mayoría de los países de América Latina están notablemente integrados en el mercado internacional y están
viendo los precios de sus principales productos de exportación -agrícolas, petróleo y gas- crecer de una manera
inesperada, lo que incrementa la cantidad de recursos que pueden destinar a inversiones sociales y de
infraestructura. De otra parte, los pobres y los marginados están tomando conciencia de sus derechos como
ciudadanos y están empezando a formar parte de las agendas políticas de muchos gobiernos.

Lógicamente, la acción política es un elemento previo al logro de resultados apreciables tanto en seguridad
alimentaria como en otras cuestiones. Para conseguir dichos resultados, se tienen que desarrollar medidas
específicas tales como la aprobación de leyes y políticas de estado que permitan acciones coherentes de mediano
y largo plazo, sin depender de las orientaciones del gobierno del momento. Así mismo, se requiere una fuerte
acción de coordinación de esfuerzos y recursos a nivel nacional que involucre a todos los actores sociales; una
adecuada inversión en las áreas rurales y en agricultura y la formación de capital humano que valore, gestione y
difunda la cultura y las iniciativas de seguridad alimentaria.

Según estimaciones de FAO, si todos los países de la región cumplieran con la meta 2 del primer Objetivo de
Desarrollo del Milenio-ODM todavía quedarían 41 millones de personas desnutridas en América Latina y el Caribe
en el 2015. En vista de esta perspectiva, los gobiernos de Guatemala y Brasil lanzaron en septiembre de 2005 en
Guatemala la Iniciativa América Latina y Caribe Sin Hambre 2025. Esta iniciativa, consciente de la capacidad
de la región para erradicar el hambre, plantea un desafío mayor pero más específico que el de los ODM, marco
general en el cual se inserta y al cual complementa. Poniendo un esfuerzo suplementario en un periodo de tiempo
un poco más largo, se puede conseguir que todos los habitantes de la región puedan comer tres veces al día,
todos los días del año. Con el fin de lograr esta meta, se considera fundamental un decidido compromiso político
no sólo de los gobiernos sino también de la sociedad en su conjunto. Asimismo, es esencial traducir ese
compromiso en políticas públicas y programas que apunten a la solución de los principales problemas
identificados.

Iniciativa “América Latina y Caribe sin Hambre 2025” 3 27-28 Octubre 2006,
Guatemala

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