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UNIDAD 1
1-IBÁÑEZ GRACIA, T. (2004) El cómo y el por qué de la Psicología Social. En Ibáñez
Gracia, T. (Coord), Introducción a la Psicología Social, Cap. 1 pp 53-71. Barcelona. Editorial
UOC
EL CÓMO Y EL POR QUÉ DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Tomás Ibáñez Gracia
INTRODUCCIÓN
La psicología social (PS) es una disciplina que estudia cómo los fenómenos psicológicos
están determinados y conformados por procesos sociales y culturales. En su larga historia,
son muchas las temáticas tratadas con esta finalidad. De la misma manera, encontramos en
la disciplina una permanente reflexión sobre su aplicabilidad y la posibilidad de intervenir en
los problemas sociales.
Tres temáticas determinaron, en buena medida, la historia de la disciplina: en primer
lugar, la definición que se hace tanto de lo social como de lo psicológico. En segundo lugar,
la conceptualización que se proporciona de su relación. Y en tercer lugar, la propuesta
metodológica que se realiza para el estudio de esa relación.
De manera bastante consensuada, se admite que desde el nacimiento de la PS se
perfilan dos grandes perspectivas: la psicología social psicológica (PSP) y la psicología
social sociológica (PSS).
La primera admite que es posible proporcionar definiciones diferenciadas tanto de los
fenómenos psicológicos como de los sociales, admite que entre estos fenómenos hay
relación, pero que es de mera exterioridad y, finalmente, mantiene que es posible utilizar los
métodos de las ciencias positivas para analizar esta relación y encontrar leyes generales
que la regulen.
La segunda sostiene que lo psicológico y lo social son una suerte de tejido sin costuras,
por lo que resulta difícil poner un límite que marque dónde empieza un fenómeno y dónde el
otro. En consecuencia, la relación que se postula entre procesos psicológicos y sociales es
de mera interioridad y se apuesta por el uso de métodos interpretativos para entenderla.
Para esta perspectiva, la dimensión simbólica de la realidad es crucial a la hora de
comprender cómo lo psicológico se constituye a partir de los social.
En tanto disciplina científica y campo de estudio con identidad propia, su origen se
localizaría en la segunda mitad del siglo XIX en un amplio conjunto de estudios realizados
en diferentes países de Europa.
El capítulo está escrito desde la apuesta por una psicología social de corte
sociológica, cosa que tiene diversas consecuencias. En primer lugar, significa que en la
aproximación a la disciplina se enfatiza la importancia que tiene la historicidad de los
fenómenos sociales y del conocimiento que podemos elaborar sobre ellos, ya que
muestra el carácter cambiante de la realidad social y se aleja de la necesidad de considerar
los fenómenos psicosociales como acontecimientos universales prefijados y propios de una
naturaleza humana que trascendería sus determinantes culturales.
En segundo lugar, encontramos que se acepta sin ninguna reserva que los fenómenos
psicosociales están socialmente construidos, de manera que lo social y lo psicológico
son las dos caras de una misma moneda.
Finalmente, encontramos que a la hora de explicar y comprender la relación entre lo
social y lo psicológico, la dimensión simbólica aparece como factor determinante. Hasta tal
punto esto es así, que pasa a ocupar el primer plano de nuestro análisis.
1- LA DIMENSIÓN SOCIAL
Para llegar a reconocer el peso que tienen las circunstancias en nuestra propia manera
de ser, fue necesario elaborar, primero, la constatación de que las personas presentan un
amplio conjunto de características comunes según pertenezcan a una u otra de las
diferentes comunidades que coexisten en la sociedad. También fue necesario llegar a la
constatación de que las creencias y las maneras de ser de las personas son de un tipo o de
otro según los usos y las costumbres que imperan en las sociedades respectivas.
Así, la progresiva concienciación de la diferenciación social en el seno de una
misma sociedad y de la variabilidad de las culturas entre las diversas sociedad fue
dejando constancia de la inseparabilidad que hay entre la persona y sus
circunstancias o, cosa equivalente, entre lo psicológico y lo social. La PS se ha
constituído con la preocupación por construir respuestas que permitan entender mejor el
nexo mutuamente constitutivo entre lo psicológico y lo social.
Tanto los fenómenos psicosociales como el conocimiento que tenemos son
provisionales y cambiantes. Se forman mediante prácticas determinadas y se modifican
con la evolución de estas prácticas. La PS pretende construir respuestas y no
encontrarlas. Sus respuestas resultan de una actividad investigadora enmarcada en un
contexto social y cultural particular y situada históricamente. No podemos decir, por lo tanto,
que son literalmente objetivas; ni definitivas.
1.1 - LA SEPARACIÓN ENTRE LO SOCIAL Y LO PSICOLÓGICO
Nadie duda de que el ser humano es un ser plenamente social que necesita la
presencia y las aportaciones de los otros para poder desarrollarse satisfactoriamente desde
que es un bebé. Ni que este entorno social, cambiante a medida que la persona se va
desarrollando pero siempre presente y siempre indispensable, le marcará profundamente y
configurará progresivamente su propia manera de ser.
Sin embargo, aunque nadie pone en duda la importancia y la influencia que tienen los
factores sociales en la configuración psicológica de los seres humanos, no existe, en
cambio, ningún consenso en el grado en el que la dimensión social incide sobre los
procesos psicológicos y, todavía menos, en la manera en que esta incidencia se
produce.
Aún así, hay muchos que consideran que existen, sin embargo, dos realidades bien
diferenciadas: la realidad psicológica, por un lado, y la realidad social, por el otro. Se
trata de la idea de que la parte psicológica es primera y constituye la materia básica,
mientras que lo social viene después y alimenta lo psicológico con contenidos y dándole
formas particulares.
1.2 - EL IMPACTO DE LOS ESTÍMULOS SOCIALES SOBRE LOS PROCESOS
PSICOLÓGICOS
A partir de algunos experimentos se ha llegado a la conclusión de que los factores
sociales inciden no solo en la percepción, sino también en el resto de los procesos
psicológicos que configuran el ser humano. Esa idea está en la base de una concepción de
la PS que la sitúa como disciplina complementaria de la propia psicología. Según esta
concepción, la psicología estudia los procesos psicológicos básicos que se dan en el
individuo, mientras que la PS estudia la manera como estos procesos psicológicos se
ven afectados por los fenómenos sociales.
1.3 - LA INTERACCIÓN ENTRE SOCIOLOGÍA Y PSICOLOGÍA.
Hay otra disciplina, la sociología, que tiene por objeto estudiar los fenómenos sociales. La
PS se situaría, por lo tanto, en la frontera que separa la psicología de la sociología. Más
concretamente, en la interacción entre estas dos disciplinas. Allí se encuentran los
fenómenos psicológicos demasiado cargados de determinaciones sociales para que la
psicología los pueda analizar debidamente, y los fenómenos sociales demasiado cargados
de determinaciones psicológicas para que la sociología los pueda analizar; es decir, los
fenómenos cuyo estudio es competencia de la psicología social.
1.4 - LA FUSIÓN ENTRE LOS SOCIAL Y LO PSICOLÓGICO
La importancia creciente que se ha concebido al lenguaje en el desarrollo de la persona
ha contribuido decisivamente a difuminar la separación entre lo psicológico y lo social. El
lenguaje es un objeto eminentemente social, que se presenta, al mismo tiempo, como un
producto y como un elemento constitutivo de la cultura en la cual se desarrolla la
persona. Pieza clave para el desarrollo del pensamiento, es aquello que proporciona al niño
las categorías que le servirán para estructurar la percepción del mundo, para estructurar la
afectividad, para desarrollar las relaciones con los otros.
El lenguaje y el mundo: las categorías y los tipos que aislamos del mundo de los
fenómenos no los encontramos en la realidad, sino que el mundo se presenta como un
flujo de impresiones caleidoscópicas que nuestras mentes tienen que organizar, y
eso, en gran medida , significa que los sistemas lingüísticos de nuestras mentes lo
tienen que organizar.
1.5 - LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LO PSICOLÓGICO
Así pues, podemos afirmar con el lenguaje, que lo social está directamente presente en
el desarrollo mismo de los procesos psicológicos y, más generalmente, podemos considerar
que es por medio de la propia relación con los otros como lo social interviene, desde el
primer momento, en la construcción de los procesos psicológicos. Psique y sociedad
constituyen un todo inextricablemente entrelazado. La dimensión social no corre
paralelamente a la dimensión psicológica, sino que es constitutiva de ésta.
Esta idea no es fácil de asimilar porque, cuando pensamos en la sociedad, pensamos
habitualmente en una cosa en cuyo seno se encuentra el individuo y que, por lo tanto, le
influye. Para vencer esta dificultad, tenemos que abandonar esta separación entre individuo
y sociedad, y quizás la referencia al lenguaje nos puede ayudar a conseguirlo. Pasa lo
mismo con lo social: está dentro y fuera de nosotros, al mismo tiempo.
Desde esta perspectiva, el objeto que define la PS como disciplina deja de ser el estudio
del impacto que tienen los factores sociales en los procesos psicológicos y pasa a definirse
como el estudio de la construcción social de los procesos psicológicos.
2- LA GENEALOGÍA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
2.1 - LOS ANTECEDENTES: VICO Y LOS SIGNIFICADOS COMPARTIDOS
Por nuestra parte, nos parece que la obra del filósofo italiano del siglo XVIII, Giambattista
Vico, constituye un punto de partida interesante para ubicar los primeros pasos de la
disciplina. En efecto, Vico desarrolló una serie de conceptos que serán claves para la PS.
En primer lugar, desarrolló la idea según la cual las sociedades presentan una
dimensión histórica ineludible: se constituyen, evolucionan y cambian en el transcurso de
la historia. También, insistió en el carácter construido de la sociedad. Para él, la
sociedad es un producto puramente humano que resulta de la actividad desarrollada por los
individuos.
Pero Vico investigó, sobre todo, la manera en que se iban constituyendo las
significaciones compartidas que constituyen el fundamento de una sociedad y sin las
cuales no sería posible la interacción entre los que la integran. Vico nos explica, de una
manera que hoy podemos considerar simplista, pero que revela una profunda sensibilidad
psicosocial, cómo se constituyeron los primeros significados compartidos a partir de las
reacciones comunes que tenían los seres humanos ante los acontecimientos naturales.
2.2 - LA FORMACIÒN DE LA PS EN EUROPA DEL SIGLO XIX
La PS empieza a construirse como un campo de estudio claramente diferenciado, a partir
de una serie de estudios realizados en diferentes países europeos, durante la segunda
mitad del siglo XIX. Desde el primer momento, se entrevén dos grandes orientaciones: una
centrada en el individuo y en los determinantes innatos de las conductas sociales y la
otra centrada en las grandes colectividades humanas y en las mencionadas
conductas.
En el marco de la primera, se enfatizan los instintos sociales que empujan al individuo a
desarrollarse como ser social, buscando el contacto con sus congéneres (instinto gregario) y
aprendiendo las pautas del comportamiento social (instinto de imitación). La segunda pone
el acento en los factores culturales que regulan la socialización de las personas y marcan la
vida social, prestando una atención muy particular a la sedimentación de la historia de los
pueblos en sus lenguas, en sus creencias y en sus tradiciones culturales.
2.3 - EL DESARROLLO DE LA PS EN LOS EE.UU.
Aunque se irá perdiendo poco a poco el interés por unos supuestos instintos sociales,
gran parte de la PS mantendrá la preocupación por los fenómenos individuales, hecho
que dará lugar a la PSP, la cual conocerá un importante desarrollo en EE.UU durante el
siglo XX e influirá, a partir de este momento, sobre la PS desarrollada en otros lugares del
mundo.
Mientras la PSP recurre con frecuencia a la experimentación en laboratorio o a diseños
experimentales en situaciones naturales, la PSS se inclina por los estudios de campo, la
observación sistematizada y la recogida de datos en situaciones de la vida cotidiana.
La separación, y a veces el enfrentamiento, de estas dos perspectivas se ha atenuado
después de la importante crisis por la que pasó la PSP, a fines de los años sesenta. Como
consecuencia de esta crisis, parte de la PSP se ha acercado a los planteamientos de la PSS
y ha desarrollado una tercera vía que intenta superar la división disciplinar entre psicología y
sociología, restituyendo a la dimensión social toda la importancia que tiene en el
análisis psicosocial y rescatando el papel fundamental del lenguaje en la
construcción de los fenómenos psicológicos. Esta tercera vía ha recibido el nombre de
psicología social construccionista (PSC).
2.4 - LOS TEMAS FUNDACIONALES
a- Los instintos
En la segunda mitad del siglo XIX, la influencia de los escritos de Darwin era muy
importante. Este hecho explica que la PS prestara una gran atención a la cuestión de los
instintos e intentara explicar la conducta de los seres humanos en términos de
diferentes instintos sociales que mueven a las personas. Detrás de cada fenómeno
psicosocial se buscaba el instinto que lo producía. De aquí viene que se hable del instinto
gregario para explicar que las personas tienden a buscar la compañía de sus semejantes;
del instinto agresivo para dar cuenta de la hostilidad interpersonal o intergrupal, etc. La
tendencia a buscar la explicación de los fenómenos sociales en las características
innatas de las personas se encuentra, pues, muy presente en los primeros momentos
de la PS.
No obstante, la moda intelectual favorecida por los trabajos de Darwin fue perdiendo
fuerza poco a poco y la referencia a los instintos desapareció progresivamente de los
planteamientos psicosociológicos y, también, de los psicológicos en general.
b- La imitación
La observación de la conducta de los niños conduce a los primeros psicólogos sociales a
ver en el fenómeno de la imitación la manera en que los seres humanos aprenden a
desarrollar las conductas consideradas como “normales” y deseables en una
sociedad. Se trata de un primer intento de explicar el fenómeno de la SOCIALIZACIÓN, es
decir, el mecanismo mediante el cual los individuos que nacen en una sociedad interiorizan
los valores, las creencias, los esquemas relacionales y las pautas de comportamiento
propios de esta sociedad, de manera que, generación tras generación, se mantengan y se
reproduzcan las características básicas de la sociedad. El interés por la imitación
permaneció durante muchos años en la PS, pero fue dejando paso a planteamientos más
sofisticados en términos de aprendizaje social.
c- La sugestión
En los primeros estudios sobre la imitación, el papel desarrollado por el adulto es
esencialmente pasivo: se limita a figurar como un modelo que el niño intenta imitar, con más
o menos acierto. La sugestión invierte los papeles, ya que es el adulto quien pasa a tener el
rol activo, mientras que el niño se convierte en un receptor pasivo de las influencias
ejercidas por los que lo rodean. Pero el resultado es el mismo.
En la sugestión, el proceso que está en juego es un proceso de inducción, en el que el
sujeto no percibe que se le ha impuesto una conducta y mantiene el sentimiento de
que es dueño de sus propias actuaciones, aunque le hayan sido dictadas por otros.
Lo que se estudiaba, sin que quedara explícitamente formulado, era la manera como la
sociedad consigue imponer las pautas de actuación socialmente establecidas sin que las
personas sean realmente conscientes de esta imposición, conservando el sentimiento antes
mencionado.
La PS fue profundizando en este fenómeno aunque abandonó poco a poco el término
sugestión y lo sustituyó por el concepto más amplio de INFLUENCIA SOCIAL. De esta
manera, se abrió una de las líneas de investigación más importantes de la disciplina. Estos
estudios abrazaron progresivamente todas las situaciones en las que las personas
adoptan el punto de vista expresado por otros o se aproximan a él, y también las
situaciones en las que adoptan tanto las conductas desarrolladas por otros como su
manera de ser o se aproximan a ellas.
d- Los fenómenos colectivos
El estudio de los fenómenos colectivos dio lugar a la preocupación por conocer las
producciones colectivas de los pueblos. También manifestó una notable preocupación por
estudiar las conductas de las masas. Le Bon atribuía a las masas un efecto de
despersonalización de los individuos que los impulsa a liberar los instintos más primarios.
Convertido en un ser anónimo, el individuo se deja influir con mucha facilidad por los
estados anímicos y las conductas de las otras personas presentes en la masa, y también
por las consignas y las actuaciones de los líderes que emergen en la confusión de las
congregaciones masivas.
En el desarrollo posterior, la PS se alejaría progresivamente del interés por las masas, no
solo porque quedó patente que los estudios realizados por Le Bon y sus contemporáneos
contenían muchos prejuicios y reflejaban todos los estereotipos que tenía la
burguesía con relación a las manifestaciones populares, sino también porque la PS se
fue centrando cada vez más en unidades de análisis más reducidas. De esta manera,
bajó del ámbito de los fenómenos colectivos al de los pequeños grupos y de las relaciones
interpersonales hasta situarse, finalmente, en el campo de los fenómenos individuales.
3- LAS GRANDES ORIENTACIONES TEÓRICAS DE LA PS
Durante mucho tiempo coexistieron dos psicologías sociales, la PSP y la PSS y una
tercera PS se creó después de los años sesenta, la PSC. Sería una falacia creer que estos
tres bloques son homogéneos, pues dentro de cada uno se manifiestan orientaciones
diferentes que contribuyen a hacer más complejo el panorama de la PS, pero que también lo
enriquecen y lo aproximan a la complejidad de la realidad social .
3.1 - EL INTERACCIONISMO SIMBÓLICO
El interaccionismo simbólico (IS) es la corriente dominante en la PSS. El IS nació en los
trabajos de George Herbert Mead a comienzos del siglo XX y se asienta sobre tres premisas
básicas:
1. La importancia de los significados: es fundamental conocer cuál es la
interpretación subjetiva que una persona hace de una situación si queremos
entender su conducta en ella.
2. La importancia de la interacción social: los significados emergen a partir del
intercambio y de las relaciones con las otras personas. Es en esa interacción donde
se forja nuestra forma de interpretar la realidad.
3. La importancia del carácter activo de las personas: no son los otros quienes nos
indican o nos transmiten estos significados, sino que somos nosotros mismos
quienes los elaboramos, aunque para hacerlo sea necesario la interacción con los
otros. En efecto, la persona ejerce un papel activo seleccionando, transformando,
negociando los significados adecuados en función de las acciones que pretende
desarrollar en las diferentes situaciones.
Las tres orientaciones siguientes se enmarcan en la PSP
3.2 - EL SOCIO CONDUCTISMO
Es una rama experimental objetiva de la ciencia natural. Su objetivo teórico es la
predicción y el control de la conducta. La orientación conductista recoge un conjunto muy
diversificado de teorías, a veces bastante contrapuestas, pero que tienen en común una
misma insistencia sobre la necesidad de estudiar los comportamientos observables
de las personas y de explicarlos en función de fenómenos que sean también
observables.
Así, por ejemplo, para predecir la conducta que desarrollará una persona, hace falta
conocer, por una parte, las características concretas de la situación en la que se encuentra y
conocer, por otra, la experiencia previa que haya tenido la persona con estas características
o con características similares. La idea básica es que, mediante estas experiencias
previas, la persona aprende a establecer determinadas relaciones estables entre las
características de una situación (estímulo) y las conductas adecuadas a dichas
características (respuestas).
3.3 - LA ORIENTACIÓN PSICOANALÍTICA
Ésta se inspira en las formulaciones de Freud para explicar los fenómenos
psicosociales. El propio Freud desarrolló importantes análisis psicosociales sobre la
constitución de los grupos sociales, las relaciones interpersonales y los fenómenos de
liderazgo. Sus seguidores también realizaron contribuciones importantes a la PS,
estudiando, por ejemplo, la formación del autoritarismo como rasgo de personalidad.
Sin embargo, la principal aportación del psicoanálisis a la PS no proviene tanto de las
investigaciones realizadas por los seguidores de esta corriente teórica como de las huellas
que las formulaciones de Freud han dejado en los conocimientos de todos los
psicólogos sociales y en el conocimiento culto en general. “...de alguna manera, la
psicología individual es también desde el inicio una psicología social” (Freud).
3.4 - LA TEORÍA DE LA GESTALT Y EL SOCIOCOGNITIVISMO
En la Psicología, esta orientación se centra en el estudio de los procesos inferenciales
que caracterizan el pensamiento humano y, en el campo de la PS, analiza el impacto que
tienen los factores sociales en los mecanismos y en los resultados de la actividad
intelectiva.
“El término cognición se refiere a todos aquellos procesos mediante los cuales la entrada
sensorial se transforma, se reduce, se elabora, se almacena y se usa” (Ulrich Nelsser). En el
campo de la PS, esta formulación se traduce en: “el estudio de la cognición social [refiere] a
la manera como las personas dan cuenta de [los otros] y de sí mismas. Se centra en la
comprensión que tienen las personas de la vida cotidiana… Refiere, por lo tanto, a la
manera como las personas piensan sobre el mundo”.
3.5 - EL SOCIOCONSTRUCCIONISMO
Al final de los años sesenta, se empezaron a desarrollar una serie de enfoques
alternativos que pretendían situarse en una postura crítica con respecto a la PS en uso y
pretendían configurar una nueva forma de entender la disciplina. Gran parte de estos
enfoques se pueden recuperar bajo la denominación de PSC.
“El construccionismo se propone dilucidar los procesos mediante los cuales las
personas consiguen describir, explicar y dar cuenta del mundo en el que viven… Los
términos en los que se comprende el mundo son artefactos sociales que resultan de los
intercambios, siempre históricamente situados, entre las personas… El núcleo explicativo de
la acción humana deja de ubicarse en las interioridades de la mente para pasar a situarse
en la estructura y el proceso de intercambio humano. Las explicaciones ya no se
formulan aludiendo a un determinado estado o proceso psicológico, sino considerando las
relaciones entre personas” (Kenneth Gergen)
La PSC retoma las premisas del IS, concede gran importancia a la dimensión subjetiva
de la realidad social, a los significados y a la consideración de la actividad del individuo.
Pero acentúa el papel que ejerce el lenguaje en la formulación de la realidad psicológica, a
la vez que extiende la consideración de ese papel a las teorías elaboradas por los
psicólogos y muestra cómo inciden las convenciones puramente lingüísticas en los
conocimientos que elaboran las ciencias humanas y sociales.
El construccionismo social pone atención al hecho de que la realidad social, y todo
aquello que la compone, se constituye mediante las prácticas sociales concretas que
desarrollan las personas y los colectivos en la vida cotidiana. Al mismo tiempo, la
realidad social construida por estas prácticas revierte en ellas mismas y define el marco de
la posibilidad.
Esta interdependencia entre el marco social y las actividades ha sido teorizada por
Giddens con el nombre de DUALIDAD ESTRUCTURAL. La insistencia en el papel
constructivo de las prácticas sociales desemboca inmediatamente en el reconocimiento de
la historicidad de lo social, ya que éste emerge de unas prácticas que se modifican en el
transcurso de los acontecimientos sociales.
De esta perspectiva queda claro que, cambiando las costumbres, los seres humanos
tienen la posibilidad de cambiar a la sociedad y cambiarse ellos mismos.
4 - ¿PARA QUÉ SIRVE LA PS?
“La investigación básica apunta y se dirige hacia la acumulación de conocimiento en
torno a algunos principios, fundamentalmente de la conducta, mientras que la investigación
aplicada pretende suministrar alguna ayuda a la solución de un problema” (L. Bickman)
Sin embargo, no siempre es fácil mantener esa diferenciación en el campo de las
ciencias sociales y humanas. El propio Lewin desarrolló un planteamiento que, con el
nombre de investigación/acción, incitaba a los psicólogos sociales a involucrarse en la
resolución de los problemas sociales para hacer avanzar el conocimiento teórico.
4.1 - LA INTERVENCIÓN EN LOS PROBLEMAS SOCIALES
Se puede mantener una diferenciación entre el ámbito de las aplicaciones del saber y el
ámbito de la producción del saber, aunque solo sea para dar cuenta de la mayor o menor
implicación del psicólogo social en los problemas sociales concretos de su sociedad.
Además, la PS se preocupó desde los primeros momentos, no solo de producir
conocimiento sobre los fenómenos psicosociales, sino también de diseñar los
instrumentos para poder intervenir en la realidad social y contribuir a resolver
algunos de sus problemas.
4.2 - LAS APLICACIONES DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Los conocimientos que ha establecido la psicología social tienen un campo de aplicación
tan extenso que aquí difícilmente podemos ir más allá de una simple enumeración de
algunos temas.
4.3 - EL CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD SOCIAL Y LOS EFECTOS DEL SABER
PSICOSOCIAL
Las aplicaciones de los conocimientos psicosociales han ido favoreciendo, poco a poco,
la constitución de nuevos campos del saber, que han integrado aportaciones de otras
disciplinas y que han diversificado el mapa de las especializaciones posibles.
Es importante tener en cuenta que hay una diferencia fundamental entre los
conocimientos que producen las ciencias naturales y los conocimientos que versan sobre
los fenómenos humanos. Si una persona se entera de que su conducta obedece a una
influencia u otra, porque así lo ha establecido el conocimiento producido por los psicólogos
sociales, esta persona puede tomar las medidas oportunas para que dichas influencias no
tengan los efectos esperados y contradecir, de esta manera, las leyes establecidas por la
PS. Se puede hacer deliberadamente pero, en la mayoría de los casos, el conocimiento
que hemos adquirido de las ciencias sociales y humanas afecta a nuestra conducta
sin que ni siquiera seamos conscientes de ello. Dicho de otra manera, el mismo
conocimiento producido por los investigadores puede engendrar efectos sobre el fenómeno
estudiado, sin que haya que recurrir a ningún procedimiento de aplicación.
CONCLUSIONES
La presentación que hemos hecho aquí de la PS se ha ordenado en torno a tres
presupuestos fundamentales:
1. En primer lugar, la importancia que reviste la historicidad de los fenómenos
sociales y del conocimiento que somos capaces de elaborar sobre estos
fenómenos. Esta historicidad llama la atención sobre el carácter evolutivo y
cambiante de la realidad social y, por lo tanto, sobre la necesidad de alejarnos de
toda visión que tienda a considerar los fenómenos psicosociales como fenómenos
universales prefijados y propios de una naturaleza humana que trascienden sus
determinantes culturales.
Asimismo, la historicidad del conocimiento sobre los fenómenos psicosociales obliga,
por una parte, a la máxima prudencia en cuanto a la confianza que conviene
conceder a los fenómenos instituidos, y obliga, por la otra, a prestar siempre la
máxima atención a la genealogía de cualquier disciplina para entender debidamente
sus características presentes.
2. En segundo lugar, la naturaleza socialmente construida de los fenómenos
psicosociales. Ante la idea bastante generalizada, según la cual los aspectos
sociales impactan sobre un entramado psicológico, dándole forma y contenidos
particulares, señalamos la dificultad de separar lo social y lo psicológico y apuntamos
hacia la necesidad de considerar estas dos caras de una misma hoja.
3. Finalmente, el tercero gira en torno a esta peculiaridad del conocimiento sobre lo
social, que, en término de Enlightenment (Ilustración), hace referencia a las
repercusiones que tiene la propia investigación sobre los fenómenos
investigados.
2-PAULIN, H. (Comp.) (2013). Perspectivas teóricas contemporáneas en Psicología Social,
Cuaderno del Campo Psicosocial No 3- 1a ed. Teorías e intervenciones en Psicología
social,–Sección 1 . Psicología Social crítica 47-62 Córdoba: Brujas.
PSICOLOGÍA SOCIAL CRÍTICA
Horacio Paulín
INTRODUCCIÓN
La Psicología Social Crítica (PSC) se aboca fundamentalmente al análisis de la
construcción de la individualidad-subjetividad con relación a los espacios de poder
instituidos y las formaciones ideológicas hegemónicas en cada etapa histórica. Es decir, se
trata de una forma de hacer psicología social que enfatiza los aspectos de
dominación social que se hacen presentes en la construcción identitaria de las
personas, mostrando, desde sus supuestos de partida, los condicionamientos que los
grupos sociales poseen desde sus instancias de género, clase social y etnia.
Un aspecto importante de esta corriente teórica de la PS es su planteo crítico en el que
incluye a la misma disciplina psicológica, ya que concibe al quehacer científico como un
conjunto de prácticas sociales que también operan en la tensión libertad-dominio,
poder-contra poder (resistencia). En este sentido, se hace hincapié en sumar una
condición reflexiva a este cuestionamiento de las prácticas psicológicas, en tanto se
concibe que los supuestos metateóricos son los que finalmente tenemos que
explicitar frente a los otros y frente a nosotros. Esto incluye una dimensión ético política
siempre presente en el análisis crítico.
“La PSC debe ayudar a desarrollar prácticas que debiliten los efectos de poder de la
institución científica sin reproducir nuevamente sus estructuras de dominación” (Ibañez)
REFERENTES TEÓRICOS EPISTEMOLÓGICOS
Para Anastasio Ovejero Bernal (2000), puede situarse los orígenes de esta posición
crítica en el marco del desarrollo de una PS alternativa y posmoderna, que se da en el
contexto de los movimientos de liberación de los años sesenta y setenta y en la crisis que se
produjo en la disciplina en la década de los setenta y parte de los ochenta. Se produce una
“crisis de confianza de la disciplina” y el núcleo de los reclamos se centra en hacer una
PS más relevante para la vida de la gente y que fuera aplicable a los apremiantes
problemas sociales de la cultura contemporánea. También incluía una crítica de la teoría y
las prácticas establecidas y el cuestionamiento fundamental a la PS tradicional por su
aceptación acrítica de las relaciones sociales existentes, que tendían a fomentar y
mantener el STATUS QUO.
La teoría en términos de “crítica” se entendió como la posibilidad de movilizar y
promover valores y derechos sociales básicos. Los desarrollos de los "críticos" se
realizaban como "una estrategia concreta y temporal" donde se buscaba la
deconstrucción y problematización para elaborar un caudal de nuevos recursos que
resguardara de los "abusos" de la disciplina psicológica.
ESCUELA DE FRANKFURT
En 1923, grupos de neomarxistas alemanes insatisfechos con el estado de la teoría
marxista, y en particular, con su tendencia hacia el determinismo económico, se agruparon
en lo que se llamó la Escuela de Frankfurt de Alemania, como Instituto de Investigación
Social. Se puede señalar que está escuela tuvo como fin, por un lado, la crítica al
capitalismo y a la cultura consumista de la sociedad occidental y, por otra parte, a las
formas empiristas y positivistas de la sociología norteamericana.
"La teoría crítica es una de las perspectivas teóricas que orienta al estudio de las bases
ideológicas de la PS … intentaron integrar el marxismo con el psicoanálisis para conseguir
una comprensión más abarcadora de la interacción entre la psicología y las condiciones
sociales. El método utilizado fue la crítica del conocimiento, que intenta saber de qué
forma influye la ideología en la teoría y se pone así al servicio de los intereses de la clase
gobernante". De este modo, se pueden mencionar los desarrollos de Pichón Riviere, quien
además también guarda la intención de integrar el psicoanálisis con el legado marxista del
materialismo histórico. Este autor realiza, a partir de 1960, desarrollos vinculados al estudio
de la vida cotidiana, a partir de lo cual, se esboza una PS como crítica de la vida cotidiana.
DESARROLLOS POSMODERNISTAS Y POSESTRUCTURALISTAS
Centrándonos a partir de 1960, los teóricos críticos fueron agrupados bajo el nombre de
“posmodernistas”. Consideramos que los desarrollos de autores como Derrida y Foucault
son los que más han influido en las bases de una PSC desde 1970 en adelante. La lectura
de los textos de Foucault nos sitúa en un universo donde la relación entre objeto y discurso
es íntima, la relación entre saber y poder es inevitable y es posible analizar los objetos
sociales a partir de las prácticas que los constituyen.
CONCEPCIÓN DE SUJETO
Centrándonos en la concepción de sujeto de la PSC, se entiende, al mismo tiempo, como
un producto fragmentario, histórico, relacional, construido en el seno de las prácticas
sociales que lo constituyen.
“Se podría afirmar que las contribuciones de la PSC se distancian de la noción
Cartesiana en donde el sujeto se entiende como un universo motivacional y cognitivo
compacto, único y más o menos integrado, un centro dinámico de conciencia, emoción,
juicio y acción, organizado en una totalidad peculiar y en contraste con otras totalidades
semejantes y con un trasfondo social y natural” (Bruner).
El planteo de esta teoría apunta, entonces, a reconocer la presencia del contexto
social e histórico en el devenir del mismo y sus realizaciones; por lo que, la idea de
separación del sujeto de la sociedad y su autosuficiencia aparece como “ficticia”.
“En este sentido, la noción de sujeto, como plantea Foucault, es la de un “sujeto
sujetado”, pero siempre con la posibilidad de interpretar y abrir nuevas interpretaciones con
sus límites institucionales, morales, disciplinarios, etc.” (Gordo López)
Entonces, se considera un proceso que comprende un sujeto construyendo su
subjetividad en relación continua con la sociedad, enfrentando a limitaciones
diversas que condicionan su dinámica pero, a la vez, con posibilidad de apertura a
nuevas lecturas, interpretaciones y prácticas de emancipación de dichas condiciones.
CONCEPCIÓN DE CONOCIMIENTO
Para la teoría crítica, el conocimiento es una producción social que genera
consecuencias sociales y está marcado por la historicidad. Es decir, se refiere a un
conocimiento socio-culturalmente anclado: que se constituye en las prácticas
sociales. Los teóricos de esta corriente proponen el carácter “reflexivo” de las ciencias
sociales (las propias disciplinas como objetos de investigación). “La PS debe proceder a
una constante deconstrucción de todos los supuestos acríticamente asumidos que
infiltran de forma subrepticia sus conceptualizaciones, sus teorías y sus
procedimientos” (Ibañez). Esta necesidad de deconstruir planteada por el autor, se
emparenta con el criterio de “elucidación crítica” que describe Ana María Fernandez,
como ejercicio de autorrevisión y de análisis sobre la práctica realizada.
“La reflexividad, entonces, se ha convertido en un elemento primordial en la PSC
proporcionando una opción ética, política y metodológica, para las prácticas de
investigación y la construcción del conocimiento científico, así el investigador queda
incorporado y comprometido con los resultados que produce, y jerarquizando el valor del
conocimiento local y ubicado históricamente como oposición al conocimiento
trascendental y ahistórico propios de la modernidad” (Barroeta). Esta jerarquización implica
que, en la construcción de conocimiento, adquieren valor los procesos dialógicos
involucrados de los profesionales con los participantes de la investigación y el carácter
reflexivo de dichos procesos.
En relación al carácter histórico de los fenómenos y las prácticas sociales, se plantea la
historicidad como constitutiva o intrínseca de lo social. Por ello, se define a la PS como
una ciencia histórica y, siguiendo a Ibañez, esto tiene dos implicaciones: “... las
propiedades presentes de los objetos sociales … no son desliables del proceso que
los ha constituido y no pueden ser explicados sin hacer referencia a ese proceso”. De
este modo, se llega a la idea de que los objetos sociales no pueden ser investigados
omitiendo lo sucedido anteriormente, como tampoco alejándose del contexto y las
condiciones socioculturales en las que están inmersos.
Otro aspecto que caracteriza la concepción del conocimiento en la PSC es que asume
una estrecha relación entre la producción de conocimiento en la actividad
investigadora y la metateoría. Ibañez sostiene que el punto de partida para la elección del
método es “el problema que se quiere resolver” y que “la naturaleza del conocimiento
producido por un investigador no depende tanto del método, ni de la teoría que haya
utilizado como de la metateoría que haya sustentado su actividad investigadora”.
Por metateoría se refiere a los principios epistemológicos y supuestos de base que
sustentan y atraviesan el conocimiento científico y la producción teórica. Desde este
punto de vista, reconoce que la reflexividad, la historicidad y la dimensión hermenéutica de
las ciencias son los sostenes de una perspectiva teórica crítica en PS.
La dimensión hermenéutica del conocimiento se refiere a la imposibilidad de un
afuera del lenguaje, ya que la interpretación es siempre situada y atraviesa a todas las
ciencias sociales. Es así que ”los datos no son nunca puros… ni hablan por sí solos, puesto
que lo que dicen depende de las teorías y conceptos a las que recurre para interpretarlos”
(Ibañez).
Por último, cuestiona el lugar de mímesis de las ciencias sociales con las ciencias
naturales.
Como vemos, la PSC apuesta, desde su concepción de conocimiento, a la elaboración
de teorías generativas que cuestionen las asunciones dominantes de la cultura y que
propicien la reconsideración de todo aquello que se presenta como evidente, generando así
nuevas alternativas de acción social.
CONCEPCIÓN DE REALIDAD
La concepción de la realidad, para la PSC, se presenta bajo la idea de una relación
constante con los grupos e intereses que, a su vez, participan en su construcción. Desde
aquí, se sostiene esta concepción atendiendo al carácter histórico de la misma, que la
presenta en términos de “producción histórica”. Es decir, sujeta a ser modificada en
cualquier momento en función a las formas dialécticas que la caracterizan.
Otro aspecto a considerar es la necesidad de evitar reduccionismos en el concepto
de lo social. Feliú y otros (1998) definen lo social como “lo consustancial a lo simbólico,
aparece en el momento en que se constituye un mundo de significados compartidos entre
varias personas. Por su vinculación con la dimensión simbólica y con la construcción y
circulación de significados, queda claro que cualquier cosa que denominemos social está
íntima y necesariamente relacionada con el lenguaje y la cultura”.
Esta concepción de la realidad lleva a ir más allá del individuo como unidad de análisis;
“abarca las prácticas sociales, la intersubjetividad, la construcción de significados
sociales y la continua reproducción y transformación de las estructuras sociales”.
LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN E INTERVENCIÓN Y OPCIONES METÓDICAS
● Psicología cultural: se parte del supuesto del relativismo cultural. La temática de la
diversidad cultural y de las distintas configuraciones subjetivas impregnadas por dicha
diversidad es otro espacio de trabajo en la perspectiva de la PSC.
● Feminismo y género: se resaltan los análisis deconstruccionistas y
reconstruccionistas de categorías relacionadas con la diferencia sexual, como también de
las disciplinas que han contribuido a generar dichas conceptualizaciones. Estos análisis
buscan desenmascarar cómo las distintas disciplinas, en tanto discursos, constituyen
significaciones de los sexos, de las diferencias sexuales y de género, ocultando relaciones
desiguales y de dominación entre los sujetos.
● Relación saber-poder, prácticas e ideología: “la ideología refleja las relaciones de
poder, que crean tensiones y conflicto potencial entre los que gobiernan y los que están
sometidos a la opresión”. En relación al estudio de la ideología y el poder, surgen en Francia
dos figuras centrales que pertenecen al post estructuralismo: Derrida y Foucault.
Derrida desarrolla la idea de "deconstrucción" para cuestionar la importancia primera
dada a las palabras y a las interpretaciones convencionales; dando importancia a descubrir
"significados alternativos ocultos", y a partir del análisis de las fisuras y contradicciones
del pensamiento. En este sentido, los textos escritos pueden adquirir un nuevo
significado cada vez que se leen o se releen.
Foucault, por su parte, va a reemplazar en principio la palabra "texto" por "discurso"
para analizar las relaciones entre cultura y discurso. Su preocupación está en mostrar de
qué forma las formaciones discursivas afectan a la cultura en tanto dispositivos de
producción de subjetividades acordes a ciertas claves sociopolíticas imperantes. "El
poder se basaba tradicionalmente sobre el control directo de una persona por otra; se
relaciona ahora con los diversos sistemas del discurso que gobiernan las vidas de las
personas".
A partir de estas formulaciones se observa que la teoría crítica, al reunir estás
perspectivas, no se quedó conforme con identificar las ideologías dominantes y las
relaciones de poder, sino que dirigió su enfoque hacia el cuestionamiento de las formas
convencionales y los mecanismos discursivos arraigados en las teorías científicas y
en las prácticas sociales para pensar en alternativas de cambio.
Existe una recuperación de la metodología cualitativa para la investigación psicosocial.
Los psicólogos sociales críticos, al trabajar con métodos cualitativos como la etnografía o el
análisis del discurso, subrayan el contraste de éstos con los cuantitativos en tanto que, los
primeros, les permiten atender a los significados intersubjetivos, situados y construidos que
se dan en la interacción humana, obviando así todo intento de buscar hechos objetivos o
leyes que los expliquen.
PLANTEOS CRÍTICOS A LA PSC
Correa Salinas (2003) cuestiona la presencia de una sola PSC. Más bien, se estaría en
presencia, no de una sola PS como crítica, sino de una “disposición”. Como señalan
Doménech e Ibañez (1998), la misma conduce a la elaboración de otras teorías que
cuestionen el orden dominante, para dar lugar a “alternativas de acción social”.
En el mismo sentido, se plantea una crítica a la tendencia a hegemonizar los trabajos de
la PSC, considerando que esto puede hacer caer en el error de no problematizar la propia
línea de conocimiento y su reproducción. Correa Salinas señala la necesidad de reflexión
sobre la propia PSC para evitar el acomodamiento a una ciencia normal.
Además, reconoce la idea de que la PSC reúne en sí misma herramientas que le
permitirían transformar esos obstáculos en alternativas de desarrollo, a partir de reconocer
la importancia en la complementariedad con otras perspectivas. Desde esto, surge una
última crítica a la “metafísica negativa” planteada por Foucault, atendiendo a que
aparece la lucha ideológica contra el poder tomando como único camino la
resistencia al mismo.
En definitiva, lo que podemos resaltar es que el énfasis de la PSC en los aspectos de
alienación del sujeto, los proceso de dominación social y la normalización en la producción
de subjetividades, no debe impedirnos el análisis de los procesos psicosociales en los
cuales emergen rasgos de solidaridad, asociatividad y potenciación de los lazos
colectivos que generan prácticas subjetivantes en y por los sujetos.
3-TOMASINI, M. (2021) Notas introductorias al campo de la Psicología Social. Constitución
y desarrollo respecto a las demandas sociales, teorías referentes y orientaciones
Psicológica y Sociológica.
NOTAS INTRODUCTORIAS AL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL.
Marina Tomasini
INTRODUCCIÓN
Desde sus comienzos la PS se caracteriza por un desarrollo complejo tanto en los
trabajos europeos como americanos donde se va recortando distintos temas de interés,
desde una diversidad de perspectivas teóricas y metodológicas.
Enfocar la constitución de un campo científico desde el concepto de demanda social
implica pensar la relación entre los conocimientos producidos en una disciplina y un
entramado político, económico, ideológico. Desde tal perspectiva crítica, se puede
sostener que la PS ha formado parte de los dispositivos de normalización en la trama de la
dominación que se desarrolla a partir del binomio poder-saber. La idea de disciplinas
normalizadoras proviene del pensamiento de Foucault, quien señala la incorporación de la
ciencia en la organización del Estado. A partir del siglo XX y a medida que se desarrolla el
capitalismo, se transforman los mecanismos de dominación. Así, la psicología ha
desarrollado dispositivos de individualización e identificación que han servido para
marcar exclusiones y facilitar así el proceso de vigilancia de sujetos y grupos.
LA PS EN PERSPECTIVA HISTÓRICA
Los campos de conocimiento se forman en el contexto de una época en la cual se
formulan determinadas preguntas y se producen determinadas respuestas. La PS es
producto del siglo XIX, cuando el individuo y la sociedad aparecen como objetos de
reflexión científico y la formulación de problemas sociales alcanza una magnitud
inusitada. Por ende, la construcción de la PS se ubica en el desarrollo de la psicología y de
las ciencias sociales del siglo XIX.
Tomás Ibáñez señala que la PS "aparece como disciplina específica tras un largo
proceso, durante el cual la sociedad deja de ser concebida como un objeto 'natural' y
pasa a ser considerada como una producción histórica, es decir, como un objeto que es
a la vez cambiante e inmanente a las propias actividades humanas". El hombre se ubica
como sujeto de conocimiento y en el lugar central de la historia. La verdad deja de ser
revelación divina y pasa a ser certeza. Es la conciencia del hombre la que puede
explicar el resto de la realidad.
Lo expuesto va a ser el trasfondo de época de lo que llamaremos como "paradigma
individualista" en la comprensión de los fenómenos psicosociales. Podría decirse que, en
la modernidad, el individuo adquiere relieve y se recorta como figura. Aunque hay que tener
en cuenta que hay más de una figura: el hombre ilustrado como sujeto de la razón, el
ciudadano como unidad política y el alma sensible como matriz estética del yo.
El relieve del individuo se despliega en varios planos: por un lado, se trata de una
categoría del pensamiento filosófico y científico; aparece, en segundo lugar, como la
definición del actor moderno, representable y detectable en su eficacia social; incorpora, en
tercer término, un contenido de valor, la autonomía y la autorrealización, particularmente
resultante en la constitución de la conciencia moderna.
Junto con ubicar el surgimiento de la Psicología en relación a la modernidad y sus
valores -subjetividad, autonomía e individualismo-, es necesario mirar la nueva
estructura de la sociedad a partir de la Revolución Industrial. Ésta comportó un gran cambio
para la historia del trabajo y de los trabajadores. Abarcó un periodo histórico entre la
segunda mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX, en el cual se producen
transformaciones socioeconómicas y culturales, en Inglaterra primero, y el resto de Europa
después. Con las nuevas formas de trabajo, hay nuevas estructuras sociales.
La ciencia moderna coincide con el impulso del comercio y la manufactura, cuando, a la
vez, los intereses de los hombres se trasladan de los fines teológicos hacia los fines
utilitarios. El proceso de industrialización, el movimiento migratorio del campo a la ciudad, la
urbanización y el hacinamiento en las ciudades -entre otros- plantean un escenario de
crisis y conflictividad social.
Se puede establecer una correlación entre estas condiciones sociales, históricas y
políticas con la delimitación del objeto de estudio de la PS que fue definido en torno a
temas como el comportamiento de grupo y el desarrollo del espíritu de pertenencia a
determinado orden social. Hay una preocupación por conocer e intervenir en las relaciones
humanas en la fábrica con el fin de aumentar el rendimiento de los trabajadores. En este
contexto, se desarrollan una serie de estudios que dan lugar a un conjunto de saberes y
temáticas de investigación considerados como propios de la PS.
De modo que la conformación de la PS tiene que ver con la necesidad de dar respuestas
a fenómenos que no pueden ser abordados desde la Psicología y la Sociología, en un
contexto de demandas sociales en cuanto al adelanto industrial, la racionalización del
trabajo, el aumento de la producción. Siguiendo a Marx, "cada sociedad se pregunta lo
que puede responder y, así, esa PS oficial respondía a las demandas de una sociedad de
industrialización que necesitaba justificar comportamientos y soslayar conflictos que
incomodaban en el ajuste de los agentes en el proceso productivo".
Con la Segunda Guerra Mundial se produce lo que Correa Jesús y otros llaman la
norteamericanización de la PS. En el contexto de la guerra, se trasladaron muchos
intelectuales a EE.UU. Asimismo, la generalización de la economía de mercado favoreció
la emergencia de la PS mediante un conjunto de exigencias que pasaban por "conocer la
necesidad de los consumidores, crear las necesidades pertinentes y competir para
conquistar las preferencias de los consumidores" (Ibañez).
Desde inicios del siglo XX hasta los años setenta, en el período marcado por la
norteamericanización de la PS, la pregunta que se intentó responder es: "¿qué nos integra
al orden establecido?" Se asume que el sistema social es el representante de un orden
social incuestionable y la sociedad un todo unificado. Este periodo se caracteriza por el
énfasis en lo psicológico y en el individuo como unidad de análisis. Es él quien debe
adaptarse a la estructura; y no la estructura la que debe cambiar.
A partir de los sesenta del siglo XX, se produce la crisis de confianza de la PS. Se vincula
con la fuerte crítica al interior de la PS sobre su papel como disciplina normalizadora. En
conexión con ello, ciertos sectores dentro de la disciplina cuestionan el sistema social y se
reconoce "la complicidad de la psicología en general con el proyecto de dominación y
de control social". Una parte de la PS -centralmente en América Latina- gira su interés
hacia los procesos de emancipación y liberación del orden establecido. La PS empieza a
estudiar la manera como el hombre construye y es construido por su sociedad.
LA PS DE TENDENCIA INDIVIDUALISTA Y LA PS DE TENDENCIA SOCIOLÓGICA
En el campo psicosocial, la principal disyuntiva es la que involucra la distinción entre el
individuo y la sociedad:
● Una postura defiende que se debe empezar por una descripción de los fenómenos
sociales y, sobre esa base, analizar la acción individual o generar el análisis del
funcionamiento psicológico.
● La otra postura supone que la forma de comprender los fenómenos sociales empieza
por los procesos psicológicos llevados a cabo por el individuo.
Ambas posiciones piensan la relación individuo-sociedad desde criterios antagónicos y
resuelven el modo de pensar las relaciones desde criterios disyuntivos: por un lado, al
individuo, por el otro, a la sociedad, quedando formulada una verdadera antinomia.
Entre los diversos autores que aportan a la superación de esta dicotomía, destaco la
teoría de las representaciones sociales porque introduce una categoría que es una nueva
unidad de enfoque de fenómenos múltiples que se observan y estudian a variados niveles
de complejidad, individuales y colectivos, psicológicos y sociales.
La tendencia individualista: La PSP
● Aún cuándo se examinan grupos de personas, la unidad explicativa es el individuo y
sus características individuales.
Se bosqueja una PS tradicional o psicológica que, además de individualista, se
caracteriza por el énfasis en el estudio de la conducta como manifestación observable a
partir de diseños experimentales del comportamiento. La PSP definió su quehacer desde el
laboratorio de PS Experimental para analizar las variables de la influencia social sobre
el comportamiento, preocupada por establecer leyes generales de conducta social, a
partir de las condiciones más o menos controladas de laboratorio.
Hay acuerdo entre distintos autores en las críticas dirigidas a la PSP por centrarse en el
estudio del individuo e ignorar el contexto social. Más aún, se objeta la pretensión
reduccionista de explicar fenómenos sociales a base de características puramente
psicológicas. El reduccionismo consiste en reducir la explicación de fenómenos o procesos
complejos al nivel más elemental posible.
Estos planteos derivan en una concepción restringida de lo social como suma de sus
partes individuales; limitan la incidencia del entorno a la interacción entre individuos. Se
abstrae a la relación entre individuos de cualquier contexto institucional, socio-político o
cultural. Tampoco se tiene en cuenta el universo simbólico que constituyen las tramas
sociales en las que tienen lugar las acciones e interacciones de los sujetos.
Hoy podemos decir que las existencias individuales o los procesos grupales no se
explican por sí mismos: es necesario mostrar las estructuras sociales en las que los
individuos y sus interacciones están inscriptos para entender su significación.
Para pensar los contextos se requiere ubicar las vidas individuales en sociedades
estratificadas, no solo debido a la existencia de clases sociales que configuran grupos
sociales jerarquizados y asimétricos, en cuanto a la posición social y al uso de los recursos;
sino también por género, raza, etnia, entre otros, que constituyen formas de estratificación
de las que resulta la formación de grupos y la subordinación social y/o económica, política y
cultural de unos a otros.
La tendencia sociológica: Mead y el interaccionismo simbólico
Con su afirmación "el grupo es más que la suma de sus partes", Lewin quiere decir
que el grupo es una realidad que no se puede reducir a los individuos que la componen. De
esta manera, incorpora una nueva forma de análisis de los fenómenos humanos que da
primacía al todo antes que las partes.
Uno de los temas más importantes en sus investigaciones y las de sus colaboradores es
la unidad del grupo y su permanencia como totalidad dinámica (que se refleja en
estudios sobre cohesión grupal, las relaciones de los miembros entre sí, los procesos de
interacción, entre otros), cómo también las relaciones dinámicas entre elementos y las
configuraciones de conjunto (finalidad del grupo, normas, división de roles, status, etc.).
Por otra parte, la Escuela de Chicago plantea una idea fundamental para una PSS: el
hombre no nace humano, se transforma en humano en la sociedad. George Mead es
un autor pionero en el desarrollo de una PS sustentada en una concepción compleja de lo
social y de un modelo de constitución de la persona a partir de una matriz de relaciones
sociales. Su visión de lo social se basa en una concepción simbólica de la realidad social
que constituye nuestros pensamientos e identidades; el individuo es emergente de un
proceso social y la comunicación simbólica es el mecanismo constitutivo en su
surgimiento. Esboza una teoría que permite comprender cómo se va "construyendo la
sociedad dentro de la mente y de sí mismos a través de la interacción: lo social no es lo que
ocurre cuando se junta gente, sino algo más profundo, implicado en nuestros pensamientos
e identidades". La persona se construye en la interacción.
Las respuestas que la otras personas ofrecen a nuestro comportamiento construye
nuestra identidad/self. Lo crucial es que la identidad se construye necesariamente desde
los otros, en y para las demandas que presentan las diferentes interacciones en las que
estamos inmersos. Desde este modelo, propone que la atribución de sentido a nuestros
actos se realiza siempre en diálogo (real o imaginario) con las perspectivas de los otros.
Asimismo, no hay una determinación absoluta del comportamiento, más bien la
respuesta o la posición que cada quien tomará en una situación no es algo que pueda
determinarse de antemano, sino que hay un margen de incertidumbre en la acción.
LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA: EL RECONOCIMIENTO DE LA DIMENSIÓN
IDEOLÓGICA
Pese a sostener presupuestos epistemológicos distintos, ninguna de estas tradiciones
tematizaron la dimensión política como parte del proceso de producción de conocimiento, ni
reconocieron suficientemente la influencia de la ideología en la práctica científica.
En la década del setenta, surgirán importantes reflexiones críticas focalizando tanto en la
naturalización de los fenómenos psicológicos como la despolitización de la disciplina.
Desde América Latina, fueron publicadas obras como las de Martin Baró sobre estas
focalizaciones, con una connotación singular por ser hechas desde el punto de vista de los
dominados. En ese contexto, se ha objetado una forma de hacer ciencia y de interpretar a
los seres humanos en relación con su ambiente, de modo estrecho y descontextualizado.
Maritza Montero señala en particular el surgimiento de la psicología comunitaria
latinoamericana en los años setenta, imbuida de los aportes de la sociología y de la
educación popular. Desde aquí, se aboga por reconocer la inserción social del psicólogo y la
toma de conciencia de los intereses a los que se sirve. Esto se conecta con la asunción de
un rol que supone un compromiso que en América Latina se define con las mayorías
oprimidas, con la liberación, y en Europa se pronuncia por el punto de vista de la resistencia.
"La psicología debe trabajar para que sus sujetos de estudios, seres humanos, en uso
de sus capacidades y potencialidades, adquieran conciencia y control sobre sus
vidas y circunstancias vitales".
PSC: La relación lenguaje, ideología y ciencia
La PSC asume que los fenómenos y los procesos psicosociales, así como la manera de
comprenderlos a través de las teorías, están marcados por la HISTORICIDAD; es decir, que
son el resultado de prácticas sociales históricamente situadas. Decir que la realidad social
es histórica, es afirmar que resulta en buena medida de las peculiaridades culturales, de las
tradiciones y del "modo de vida" que una sociedad ha ido construyendo.
Además, la PSC asume el carácter interpretativo del ser humano. Esto es, el modo de
participación del ser humano en el mundo es interpretativo, pasa por la comprensión.
Nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos está vinculado a la interpretación
que realizamos desde el marco lingüístico y cultural en el que nos desenvolvemos.
Una interpretación adquiere su significado en un contexto determinado, en un
marco interpretativo al que ese significado se incorpora y que está condicionado por
nuestras preconcepciones. Pero, estás preconcepciones no son construcción de un
individuo aislado, sino que son colectivas, históricas y culturales. Lo que consideramos
"realidad" son versiones construidas colectivamente en el seno de las distintas
sociedades y culturas. Pero que sea una construcción no quiere decir que no tenga
eficacia práctica para la gente en su vida cotidiana. En base a esas versiones y creencias,
podemos interpretar los sucesos y orientar nuestras acciones.
Asimismo, desde la PSC se han planteado fuertes cuestionamientos a la relación que la
ciencia tradicional ha concebido entre el lenguaje y el mundo que representa. Como lo
propone Gergen (1994), se plantea un desafío a la suposición de que "el lenguaje puede
representar, reflejar, contener, transmitir o almacenar el conocimiento objetivo". El carácter
FORMATIVO del lenguaje implica que nuestras concepciones del mundo no tienen como
punto de origen la "realidad objetiva", sino las interacciones que mantenemos en el día a
día, así como las que mantuvieron quienes nos antecedieron en el tiempo.
A la PSC le interesa poner de manifiesto la relación entre el lenguaje, la ideología y el
conocimiento científico. Lejos de la idea de neutralidad del lenguaje, los filósofos del giro
lingüístico proponen que hay una lengua que nos precede.
Así como el análisis crítico empieza a develar aspectos ideológicos, morales o políticos
en el seno de explicaciones aparentemente objetivas o neutras del mundo, de la sociedad o
del sujeto, queda en cuestión la idea de que la ciencia puede proporcionar
descripciones objetivas y exactas del mundo: "el profesional siempre inevitablemente
afecta la vida social tanto para bien como para mal, mediante cierto criterio valorativo".
Se reconoce que lo que tomamos como la realidad de los objetos, sus cualidades y
atributos, son objetivaciones que resultan de nuestras convenciones y prácticas discursivas
y de nuestras características. Igual, los "objetos que componen la realidad psicológica" no
provienen de una supuesta naturaleza humana en la cual estarían prefigurados de forma
natural, sino que resultan de prácticas de objetivación que nosotros mismos hemos
desarrollado. Al decir nosotros, Ibáñez quiere decir los psicólogos, y al decir prácticas de
objetivación, se está refiriendo al conocimiento científico como una de sus dimensiones.
En la perspectiva crítica, el conocimiento que se produce en la PS ya no es pensado
como neutral y objetivo por al menos dos razones:
● Los supuestos culturales se filtran en los conceptos que manejan las teorías,
dado que están hechas de lenguaje, y las categorías lingüísticas conllevan valores.
● El conocimiento de la ciencia modifica los objetos sobre los que refiere. Es decir, el
conocimiento induce modificaciones sociales: los discursos de las teorías
científicas circulan entre el "ámbito de la ciencia" y "el sentido común" y penetran en
las construcciones simbólicas de las personas.
Finalmente, un aspecto clave de la PSC es la idea según la cual hay que ejercer la
condición de REFLEXIVIDAD y CRÍTICA sobre las mismas teorías y prácticas psicológicas.
UNIDAD 2
4-MONTERO M. (1994). Un Paradigma para la Psicología Social. Reflexiones desde el
quehacer en América Latina, en Construcción y Crítica de la Psicología Social Anthropos.
UN PARADIGMA PARA LA PSICOLOGÍA SOCIAL: REFLEXIONES
DESDE EL QUEHACER EN AMÉRICA LATINA
Maritza Montero
LA NOCIÓN DE PARADIGMA
El concepto de paradigma parece formar parte de la cotidianidad científica y nada parece
más sencillo que referirse a su existencia. Sin embargo, definirlo no ha resultado sencillo
debido a su pluralidad de significados.
Una interpretación de interés para el campo de la psicología es la de Mumné (1989), para
quien los paradigmas derivan de modelos del hombre, los cuales se ubican en las
concepciones de la ciencia o metaparadigmas, cuyo referente último es el ámbito
disciplinario entendido como un marco epistemológico sustantivo. Ese metaparadigma
constituye un modelo de conocimiento de la realidad, no separable de la concepción que se
tiene de ésta.
Para Mumné, un paradigma es un conjunto coherente y relativamente autónomo de
premisas referentes a un determinado modelo del hombre, que proporciona un
fundamento a teorías de alcance medio y, eventualmente, a varios marcos teóricos. Lo
propio del paradigma, entonces, será su carácter fundamentante, su condición de modelo
organizador y suministrador de una orientación epistemológica, a la cual Mumné considera
como un producto histórico, en cuanto es acumulativo.
Entenderemos entonces como paradigma un modelo constituido por un conjunto
sistemático de ideas que presenta relaciones e interpretaciones acerca de la actividad
humana, de sus productores, de su génesis, de sus efectos sobre los seres humanos
y sobre la sociedad, señalando modos preferentes de hacer para conocerlos. Al hablar
de actividad humana, adoptaremos la posición de Mumné sobre los "modelos del hombre".
EL PARADIGMA DOMINANTE DE LA PSICOLOGÍA
A fines del siglo XIX, la posición intermedia de la psicología la lleva, por una parte, a
adoptar el modelo o paradigma metodológico que había conducido a las ciencias naturales a
obtener grandes logros y a hacer rápidos avances y, por otra parte, a adoptar
simultáneamente modelos o paradigmas de explicación de la actividad humana
provenientes del campo de la filosofía. Para lograr la aplicación práctica, faltaba crear los
modelos procedimentales, los artefactos, las construcciones metodológicas adecuadas a
ellos. Ese modelo será definitivamente adoptado como paradigma de ciencia, de manera
dominante, hasta principios de la década de los ochenta.
Este paradigma se caracteriza de la siguiente manera:
1. Predominio del método hipotético-deductivo, considerado como el método científico
por excelencia.
2. Atemporalidad, expresada en el predominio de los estudios sincrónicos.
3. Predominio de un modelo metodológico experimentalista
4. Debe haber una clara separación entre el investigador y el sujeto de conocimiento
5. Se supone la existencia de una estructura de equifinalidad. El objetivo que orienta a
la investigación y que proviene de alguna teoría será alcanzado a pesar de que haya
causas que tiendan a evitarlo.
6. Se supone la existencia, en los fenómenos psicosociales, de variables
homeostáticas. Estás han sido definidas como aquellas que tienden a ser estables
en la realidad empírica, aunque haya fuerzas que tienden a modificarlas.
Por tal razón, puede expresarse que, conocido un fenómeno, de él pueden deducirse
sus causas. Y deducidas éstas, puede suponerse que han existido siempre. Por ende,
no hay necesidad de introducir la dimensión histórica. La historia es el presente.
La inconformidad de este paradigma se venía haciendo sentir desde la década del
setenta, a través de voces críticas contra sus postulados, contra una forma de ver la ciencia
y de interpretar a los seres humanos en relación con su medio ambiente.
PSICOLOGÍA COMUNITARIA LATINOAMERICANA: Se inicia en la década de los
setenta en varios países de Latinoamérica, coincidiendo paralelamente en estructurarse
sobre unas bases epistemológicas muy diferentes a las existentes, y que surgen a partir de
cambios paradigmáticos provenientes de la sociología y de la educación popular.
PSICOLOGÍA POLÍTICA: Se da una evolución del paradigma dominante coincidente con
el que venía desarrollando la psicología comunitaria. Finalmente, la crisis de la PS por fin da
frutos en el sentido de estructurar un nuevo paradigma que coincide con los postulados que
se venían proponiendo en América Latina.
EL PARADIGMA EMERGENTE
El nuevo paradigma que se ha venido construyendo durante las dos últimas décadas está
construido por los siguientes postulados:
1. El carácter histórico de la psicología: debe reconocerse como ciencia histórica.
Los fenómenos psicosociales se dan en realidades específicas, por lo tanto, teoría y
método deben relacionarse con los cambios socioculturales. Esto supone:
● La impredictibilidad de la conducta humana
● No se puede hablar de verdad. El conocimiento es histórico y transitorio.
2. La realidad social como orientadora de los estudios psicológicos, lo cual indica que:
● La realidad es una construcción cotidiana
● Debe ser entendida en una perspectiva dialéctica. Persona y sociedad se
construyen mutuamente.
● La naturaleza de la realidad social supone un carácter simbólico que permite
la construcción subjetiva de esa realidad y que se expresa en la
comunicación, la cual permite la construcción intersubjetiva de la realidad.
● La psicología debe reflexionar los problemas de la realidad en que se hace;
considerar la estructura económica y social y sus efectos en la formación del
ser social; ubicar la conducta en su contexto, sin reducirla a particularidades.
3. La psicología no es una ciencia "objetiva", ya que su objeto es diferente y, como
dice Mumné, sus paradigmas provienen de modelos del hombre, no de modelos del
mundo. Esto significa que:
● El principio fundamental es que el método sigue al objeto y no viceversa, por
lo cual debe ser generado en función de la realidad estudiada.
● No existe "neutralidad" ni en el modo de producir conocimiento, ni en los
resultados que produce.
● Se abre la posibilidad y se reconoce la necesidad de producir métodos
alternativos.
● Se reconoce un nuevo rol para el psicólogo: agente y facilitador del cambio
social, lo cual supone una toma de conciencia de su inserción social y los
intereses históricos a los que sirve. Supone la adquisición de un compromiso,
que en América Latina se define con las mayorías oprimidas, con la
liberación, y en Europa se pronuncia por el punto de vista de la resistencia.
4. Reconocimiento del carácter activo de los seres humanos, que son considerados
como actores y constructores de su realidad. Por lo tanto:
● Quienes van a ser estudiados deben participar en la formulación de los
objetos de la investigación, así como en otras fases.
● Los sujetos de la investigación tienen derecho a conocer sus resultados, en
tanto co-productores de conocimiento
● Se debe incluir la autogestión y participación en los modelos metodológicos
● Su investigación tiene dos sujetos: el investigador externo y el investigador-
investigado, interno. Entre ambos debe darse una relación horizontal.
5. Necesidad de incluir en el estudio psicológico el punto de vista de los oprimidos,
lo cual supone no adoptar únicamente el punto de vista de quienes tienen el poder y
en función de sus intereses. De aquí deriva que:
● Los resultados de la investigación deben ser evaluados en función de sus
efectos sobre la realidad y no de lo que manifiestan sus realizadores.
● La investigación está medida por significados compartidos socialmente y
construidos culturalmente.
● El estudio de las formas de conciencia y del saber popular son parte del
objeto de la PS.
● La psicología puede y debe incluir formas de intervención psicosocial que le
den relevancia social, mediante las cuales pueda fortalecer, rescatar y
potenciar las virtudes y potencialidades de los desfavorecidos.
6. El conflicto es parte de la acción humana, por lo tanto, su estudio debe incluirse en
el objeto de la psicología.
● Inclusión del estudio de la rebeldía y la desviación.
● No privilegiar la "normalidad". Admitir las disparidades.
● Reconocer e incluir en las teorías el interés político y las resistencias que se
dan fuera de la psicología.
7. Se reconoce la importancia del estudio de la ideología cómo fenómeno humano y
producto psicosocial, en la cual el sujeto es tanto activo como pasivo. La ideología
es asumida en su carácter ocultador de la realidad.
8. De la incorporación de una conciencia dinámica y dialéctica de los seres humanos y
de su relación con la sociedad por ellos construida, se desprende la necesidad de
estudiar el cambio social en tanto producto de grupos y comunidades.
9. La psicología debe trabajar para que sus sujetos de estudio adquieran conciencia y
control sobre sus vidas y circunstancias vitales. Debe estudiar los procesos mediante
los cuales pueden devenir en dueños de sus destinos.
10. Inclusión de los estudios sobre la relación entre individuo y vida cotidiana, de cómo
se da sentido al mundo en ese proceso diario. De aquí se deduce que:
● Se reconoce el carácter generador de conocimiento del sentido común
● Los hallazgos y teorías de la psicología contienen, al igual que el sentido
común, datos contradictorios y conflictivos.
11. Carácter engañoso de la percepción, la cual se organiza dentro de interpretaciones
mediadas y mantenidas por el lenguaje.
12. Rechazo de la noción de progreso como elemento básico del paradigma de la
psicología, lo cual le da un carácter restrictivo.
EVOLUCIÓN, EROSIÓN Y CAMBIO DE PARADIGMAS
Algunas de las características del paradigma emergente se inician o tienen su
fundamento inicial treinta o cuarenta años atrás. Surgen ante la dificultad o incapacidad del
paradigma dominante para explicar satisfactoriamente ciertos fenómenos bajo estudio.
La INVESTIGACIÓN-ACCIÓN tiene sus inicios en uno de los últimos trabajos de Kurt
Lewin. Éste es el primer planteamiento de un modelo metodológico -aún incipiente,
esquemático, poco sistematizado e incompleto- con el cual, su autor, quería corregir la
separación entre proceso de investigación, resultados e incidencia de éstos sobre el
fenómeno o situación estudiada. No se le escapó la brecha entre estudio y acción y propuso
hacer investigación-acción. Un procedimiento en el cual se fuese interviniendo a medida
que se fuese investigando, acortando así la distancia.
Tal novedosa idea, sin embargo, no produjo la revolución que era de esperar.
Particularmente la psicología fue bastante indiferente ante la innovación y es la sociología
quien la acoge primero. A partir de allí, y durante los años sesenta y setenta, son muchos
los trabajos que con este modelo metodológico cada vez más rico, más preciso, se realizan
en los campos de la sociología y de la educación popular. Para entonces, la psicología ha
comenzado a incorporarlo aunque aún no se sabe cómo nombrarlo.
Los aires del nuevo modelo que se había venido gestando en las ciencias afines llegaban
en un momento en que la psicología, por lo menos en una de sus ramas -la social- se sentía
incómoda, insatisfecha a disgusto con el paradigma dominante. Pero es solo en los años
ochenta cuando el elemento participativo es incorporado.
Las aplicaciones de la IAP fueron calificadas durante mucho tiempo de "acientíficas", de
"testimoniales", "anecdóticas". Sus propugnadores, conscientes de ello, se esforzaron por
sustentar y justificar su método. A la vez, señalaban las deficiencias e inoperancias del
método tradicional para investigar una realidad que cambia y cuyo cambio se desea orientar.
Es interesante señalar cómo, al iniciar la búsqueda de nuevos métodos, esa indagación
transitó por los siguientes pasos:
● Rechazo de las explicaciones y métodos tradicionales y conciencia de la distancia
entre investigador e investigado, como un factor de distorsión y de pérdida de
legitimidad y significación.
● Revisión de la literatura psicológica y de las ciencias afines
● Introducción de nuevos conceptos y modos de actuar
● Ausencia de claridad respecto de la existencia o inicio de un nuevo paradigma.
● Adquisición gradual de la conciencia de estar planteando una interpretación
alternativa para la realidad social y sus actores y para la acción de la psicología en
su estudio.
● Reconocimiento y adopción claros del nuevo paradigma.
Formas alternativas vienen coexistiendo aún bajo la férula de un paradigma dominante.
Hablemos, pues de erosión, agotamiento y cambio, no de revolución, pero aceptemos, sí,
la crisis y saludemos su existencia y reconocimiento como problema, pues de la conciencia
de ella, de sentirla, es que no solos surgen nuevas ideas, nuevos problemas, sino que los
modelos emergentes obtienen reconocimiento.
5-BERNARDO GIMENEZ DOMINGUEZ, B. (2004) La Psicología social comunitaria en
América Latina como Psicología Social Crítica, Revista de Psicología, Vol. 13, 1 , 133
142.Universidad Chile
LA PSICOLOGÍA SOCIAL COMUNITARIA EN AMÉRICA LATINA
COMO PSICOLOGÍA SOCIAL CRÍTICA
Bernardo Jiménez Domínguez
HISTORIAS DIVERSAS Y DIVERSAS PSICOLOGÍAS
Cuando se hace la historia de la PS comunitaria se suelen mezclar e identificar la
psicología comunitaria en los EE.UU. en condiciones sociales, políticas y académicas bien
definidas, con la psicología social comunitaria que se debe considerar como algo
específicamente derivada de la PS latinoamericana en sus varias vertientes.
La psicología comunitaria surge del esfuerzo de llevar los servicios de salud a la
comunidad, con instrumentos derivados de las vertientes clínicas y educativas.
Mientras que la PS comunitaria se encuadra en la PS, redefinida en función del trabajo con
grupos para la formación de la conciencia crítica y la construcción de una identidad
social basada en una ética humanista.
La autoorganización solía ser la señal que anunciaba la llegada eventual de programas
de desarrollo comunitario desde los años sesenta. Los movimientos populares primero son
reprimidos por la fuerza y luego sepultados en un diluvio de programas comunitarios, que no
suelen resolver casi nada, pero tranquilizan a la gente con las promesas de cambio.
Se suele contar como fecha fundacional de la psicología comunitaria el año 1965 y la
conferencia de Swamppscott, en la que se cuestiona el carácter individual de la intervención
y se plantea el nivel de lo comunitaria como el más adecuado. Pero no se acostumbra citar
el antecedente inmediato de la aparición de una psiquiatría y psicología comunitarias en
EE.UU., dirigida a resolver problemas de presupuesto a nivel institucional y, de paso,
pacificar a las poblaciones más empobrecidas del país, implementando los Centros de
Salud Mental Comunitaria que buscaban proporcionar servicios de hospitalización,
tratamiento ambulatorio, urgencias, programas educativos y asesoría a instituciones. El
objetivo planteado era que los costosos, inefectivos y cuestionados hospitales
psiquiátricos fueran sustituidos por estos centros más económicos y operativos.
Pero, ¿cuáles son los factores adicionales que están detrás de ello? Algunos son:
1. Las denuncias y críticas contra los hospitales psiquiátricos, las psicoterapias, el
modelo médico en ese campo y la rotulación estigmatizante derivada de las pruebas
psicológicas, aumentan y se encarnan en el público a través de los medios.
2. Aparecen los psicotrópicos y se comienzan a poner en práctica alternativas grupales,
comunitarias, se replantea el entrenamiento de los psicólogos clínicos y psiquiatras y
aparecen experiencias de desinstitucionalización, así como movimientos en contra
de prácticas que atentan contra los derechos de los pacientes.
3. A finales de los años setenta, había medio millón de pacientes de más en estos
hospitales psiquiátricos, que afectaban los presupuestos estatales y el costo de su
construcción resultaba elevado, así como nula su eficiencia.
Una de las consecuencias de los nuevos programas comunitarios consiste en
generar una apariencia de desinstitucionalización, ya que en realidad era más bien
cooptación de la participación comunitaria. Ello da lugar a una política de Puerta
Giratoria, a través de la cual los pacientes volvían a ingresar cíclicamente.
LA DIFERENCIA DESDE EL SUR
Santiago, Serrano y Perfecto (1983) describen la aparición de una PS comunitaria en
Puerto Rico. Para ellos, lo social comunitario implicaba un marco interdisciplinario
comprometido con la acción social. Definían el rol del psicólogo social comunitario como un
facilitador, concientizador y promotor de un cambio social que debe ser coordinado,
planificado e implementado por la misma comunidad.
Por otro lado, se apoyaban en los principios de la teología de la liberación y su
compromiso con el pensamiento transformador y las luchas de los oprimidos en el
continente latinoamericano. Se hace uso de la metodología participativa y la búsqueda de la
justicia y la solidaridad, a partir también de la problematización planteada por Freire. En esta
propuesta, lo interdisciplinario y el compromiso social se planteaba como una
alternativa al rol tradicional cientificista de neutralidad valorativa.
UNA EVALUACIÓN CRÍTICA Y UNA ALTERNATIVA
Según Ibañez, la PS crítica debe definirse en términos de nuevas prácticas, que debiliten
los efectos de poder del objetivismo, pero sin reproducir sus estructuras de dominación. O,
como lo planteaba Heather, no debe ser una ciencia hecha por alguna gente -los expertos-,
sobre otra gente -los no expertos-, para el beneficio de otra gente -los que tienen el poder
de emplear a los psicólogos-. Ibañez dice a ese respecto, que una forma de definir a la PS
es como la actividad de una comunidad de trabajadores pagados por diversas instituciones.
La PS crítica en la que podríamos encuadrar a la PS comunitaria latinoamericana, así
planteada, se puede resumir en tres características: deconstrucción, pensamiento crítico
y transdisciplinariedad y el estar situada simultáneamente en el plano conceptual y en
la esfera práctica.
EL PARADIGMA DE LA ACCIÓN
La propuesta de Lewin fue un buen intento de responder el dilema con la simultaneidad
teórico-práctica de la investigación-acción. Pero, por el peso de la psicología dominante,
alejada del contexto de desarrollo de las ciencias sociales, su redefinición no fue hecha
dentro de la PS, sino por fuera de ella, en la Sociología militante de los años sesenta. De
aquí es donde, por interacción transdisciplinaria, es retomado este nuevo enfoque.
Montero (1996) ubica varias áreas que, según ella, comprenden los ámbitos de
intervención de la psicología comunitaria: la salud comunitaria, la educación comunitaria, el
trabajo comunitario en organizaciones y, aquí, ubica a la PS comunitaria, como una de estas
áreas pero que sirve como encuadre de las anteriores, como una subdisciplina. Por PS
comunitaria entiende el énfasis en el desarrollo comunitario, en la organización
popular y en los procesos psicosociales ligados a ellos. En su obra más reciente dice
que el enfoque psicosocial comunitario incluye aspectos ligados a la salud mental y la salud
comunitaria bajo la premisa de que los problemas no son de carácter individual, sino
que residen en las relaciones interpersonales, contextuales y sociales. El método es la
Investigación Acción Participativa (IAP) que permite adoptar diferentes enfoques y
estrategias metodológicas en la psicología comunitaria. Actualmente, la IAP es reconocida
mundialmente como un aporte hecho desde el Sur y su influencia se ha generalizado
a muy diferentes contextos y espacios.
FALS BORDA reconoce que el antecedente disciplinario de la investigación-participación
es la tradicional observación participante de la antropología que él replantea como
observación intervención y se sintetiza en observación inserción bajo la influencia del
marxismo dominante en ese momento en las universidades latinoamericanas.
LA PARTICIPACIÓN ES CUESTIÓN DE GRADOS
La participación en el aspecto político es el factor que posibilita que los dos supuestos
que caracterizan a la democracia se cumplan: que todas las personas tengan una
participación real en el poder y que los gobernantes estén sometidos al control
efectivo y permanente de los gobernados. La democracia participativa sería aquella en la
que la esfera estatal y la sociedad se superponen parcialmente, dando lugar a una
intersección que representa el espacio público de la participación.
Otra forma de distinguir entre diferentes formas de participación es pensar en términos de
los niveles de participación. Estos pueden ser entendidos a lo largo de un continuo y
pueden variar desde la participación como un acto de manipulación a un nivel en el
que la gente se hace partícipe en el desarrollo de iniciativas, asumiendo el control de
su manejo. Cuando se va más allá de la información y se adopta una perspectiva de
consenso, se puede hablar de participación auténtica y horizontal.
DE LA COOPTACIÓN A LA VIVENCIA
La participación ciudadana se refiere, en concreto, al asunto del poder y su ejercicio por
parte de diferentes actores sociales en los espacios creados para la interacción entre los
ciudadanos y las autoridades locales. En América Latina, el grado de centralización no
ofrece, en general, un espacio real para la participación de los movimientos sociales, porque
la cuestión del poder no se trata. Lo cual supone, en la práctica, que las élites y los
gobiernos locales, así como diversos tipos de instituciones que manejan programas de
asistencia, investigación e intervención comunitaria, no tienen problema en cooptar a las
comunidades y organizaciones populares con el fin de llevar a cabo sus programas.
La única forma de contrarrestar está situación está directamente relacionada con
asesorías solidarias, la experiencia organizacional y la vivencia en procesos de planificación
y acción participativa. Lo cual refiere al asunto del conocimiento como poder, al necesario
aprendizaje autogestivo de habilidades de negociación política, a partir de una movilización
efectiva de las organizaciones y comunidades de base para lograr cambios e influencias en
las decisiones, que permitan contrarrestar los mecanismos de cooptación. El marco más
adecuado para lograr este conocimiento es el de la IAP.
Como lo señala Montero (1996), no siempre que se habla de participación, se habla de
un proceso de cooperación, solidaridad, construcción y apropiación del objeto por los
actores sociales partícipes. La cooptación en la participación se refiere, en general, al
mantenimiento de una asimetría en la interacción. La ruptura de la asimetría implica la
vivencia participante horizontal, que permite una relación auténticamente dialógica.
Todo esto plantea no solo la necesidad de profundizar la participación ciudadana a partir
de los movimientos sociales que la representan y a través de alianzas y consensos que la
fortalezcan y defiendan de la represión y cooptación desde el poder, sino también la
urgencia de un mayor énfasis en la educación ciudadana, en experiencias participativas y
aprendizajes liberadores que contribuyan a crear las condiciones y tecnología ciudadana
como prácticas que preparen a la ciudadanía y despierten su interés en la gestión pública
como un asunto de todos, tanto a nivel comunitario, social y político en la marcha sin furia
hacia una democracia participativa, como hacia una ciudadanía global.
COMENTARIOS FINALES
El paradigma de la acción y los conceptos de participación marcaron en América Latina
una PS comunitaria que respondió, y aún intenta responder, a la promoción de un cambio
social sostenido en metodología de orden participativo y de justicia social. En la medida que
existan prácticas que intenten responder a las orientaciones de la PS comunitaria, es
necesario mantener y promover la discusión sobre qué disciplina se construye y sus
implicancias. En este sentido, conceptos como la participación invitan a que está reflexión
se realice reconstruyendo prácticas y saberes que, muchas veces, se dan por aceptados.
6-MONTERO, M (2014). Algunas premisas para el desarrollo de métodos analécticos en el
trabajo psicosocial comunitario. Jorge Osorio (Coord.) En Repensar la psicología y lo
comunitario en América Latina, p. 87-104 Tijuana: Universidad de Tijuana CUT y Centro
Latinoamericano de Investigación, Intervención y Atención Psicosocial.
ALGUNAS PREMISAS PARA EL DESARROLLO DE MÉTODOS
ANALÉCTICOS EN EL TRABAJO PSICOSOCIAL COMUNITARIO
Maritza Montero
En la primera mitad de la década del noventa comenzó a estructurarse un movimiento
que dio lugar al nacimiento de una psicología comunitaria estructurada en función de las
realidades y necesidades de nuestro continente. La base de ese movimiento respondía a los
avances que se hacían desde una perspectiva crítica y de la convicción de que solo
trabajando con la gente se podría producir un modo de hacer psicología que respondiese a
las necesidades presentes en nuestros países. Un nuevo paradigma se estaba formando.
LA IDEA DE OTREDAD
La noción de otredad propone que esas personas otras, vistas pero dejadas de lado,
sean incluidas, no solo en la práctica, sino en la concepción epistemológica de lo que se
suele llamar como sujeto de conocimiento y en su relación con el objeto de
conocimiento. La idea de otredad ya se venía construyendo; ya afirmaban la necesidad de
participación de esos Otros de los cuales se habla como si fuesen conceptos abstractos, y
no "gente como uno", que comparten una cotidianidad marcada para ellos por la
desigualdad respecto de un nosotros, que los mira sin verlos.
LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN Y SU INFLUENCIA
Desde inicios de los setenta, dos filósofos en nuestro continente, J. C. Scannone y E.
Dussel, también habían comenzado a trabajar sobre las ideas de la otredad, de la inclusión,
de la liberación y de la relación. Dussel introduce el concepto de analéctica, emparentado
con los conceptos de exterioridad y de trascendencia del Otro.
¿QUÉ ES LA ANALÉCTICA?
La analéctica, según Dussel, es un método y, más precisamente, una corrección y
ampliación de la dialéctica hegeliana y de su sucesora, la dialéctica marxista. Este autor
considera que la posición de quien plantea la tesis, que en términos filosóficos es definido
como el Uno, al ser el punto de partida para la producción de un conocimiento, puede estar
presentando una posición dominante, proveniente de su mundo de vida. Está concepción
cerrada de la totalidad es limitante y genera lo que se llamó como dialéctica negativa.
La analéctica es, entonces, una posición que crítica al método dialéctico negativo,
pero que no pretende destruir la dialéctica, sino enriquecerla generando en ella un
avance metodológico y ético, pues incorpora a seres humanos que pueden estar
siendo objeto de discriminación, cuyas ideas no se conocen, cuyas voces no se oyen. Es
decir, es una extensión de la dialéctica que permite la inclusión de la diversidad y lo extraño,
de un Otro no imaginado, dentro de la totalidad integrada por tesis, antítesis y síntesis; cuya
entrada en esa totalidad la expande y enriquece.
Un resumen de los elementos que comprenden el método analéctico muestra una
primera condición: se trata de un método práctico y político, que es responsabilidad de
todos. Su aspecto fundamental es la inclusión del Otro incorporado desde la opresión que
lo reduce a la exterioridad. Esta exterioridad niega la opresión.
La analogía que permite trabajar con la distinción y la innovación es otro principio de este
método, que afirma la inclusión del conocimiento popular a la par de la creencia, que
reflexiona y delibera, que permite la toma de decisiones y el llevar a cabo lo decidido, y que
es un proyecto con fines estratégicos que hace de aquellos que habían sido excluidos
plenos sujetos de derechos y de ciudadanía. El eje fundamental correspondiente a la
inclusión de esos Otros ignorados y reducidos a más allá del cinturón marginal de la
totalidad, ha sido el punto de partida de esa PS comunitaria, que comenzó a ser hecha,
con ese nombre, entre fines de los setenta e inicios de los ochenta.
El desarrollo de métodos psicológico-comunitarios se ha alimentado de prácticas
metodológicas desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX, en ciencias sociales tales
como la Sociología y la antropología crítica, en la educación popular, en la etnometodología
y, también, a partir de la hermenéutica, pero porque en su constitución inicial esa psicología
se estructuró sobre la base de una conciencia ética y política.
CONDICIONES BÁSICAS DE LOS MÉTODOS ANALÉCTICOS
● Ser críticos: no anclar el saber en una sola posición, en una sola decisión
establecida. La crítica es un juicio o exámen que produce cambios en el modo
establecido de ver y entender, mostrándonos nuevos aspectos antes no vistos.
● La totalidad como categoría fundamental: sus métodos no pueden centrarse en
aspectos parciales de un fenómeno.
● Partir de la identidad y de la diferencia: tomar en cuenta no solo lo que hace único
y distinto a lo que se estudia, sino también aquello en lo cual puede asemejarse a
otros fenómenos o casos.
● Ser explicativos: a partir de la totalidad buscar y presentar sus relaciones con
fenómenos sociales, concretos, propios del ámbito social en el cual ocurren
● La apertura hacia los Otros: se trabaja con la gente y entre la gente. Las personas
con las cuales se investiga o interviene tienen VOZ, VOTO Y VETO. Ellas participan
en la demanda de explicación y en el cuestionamiento y modificación a lo que hacen
las/os interventores/as-investigadores/as, como parte de su trabajo en la comunidad.
● La exterioridad de los Otros es una razón para estos métodos
● Se trabaja a partir de las peculiaridades y singularidades de esas personas
● Principio ético del respeto del Otro
● El primer sujeto es el Otro dominado o excluido: la comunidad es reconocida, a
partir de su complejidad y diversidad, como el otro afectado.
● Relación dialógica de igualdad entre quien interviene o investiga y las
personas con la cuales lo hace: diálogo es preguntar y responder, opinar y
contradecir y llegar a acuerdos discutidos conjuntamente. Es también comunicación.
● Praxis desarrollada por todos los agentes interviniendo: internos y externos.
Los puntos antes señalados son las coordenadas fundamentales que definen el giro
analéctico en las intervenciones e investigaciones que hacemos en la práctica de las
profesiones cuyo ámbito es lo social.
LA ANALÉCTICA EN LA PRÁCTICA METODOLÓGICA DE LA PSICOLOGÍA
COMUNITARIA
Veamos cuáles son algunos aspectos que deben ser observados y que, de hecho, han
estado siendo usados por las ciencias sociales en América Latina desde hace tres décadas.
EL DIÁLOGO
Señalado por Freire como pilar metodológico y punto de partida de la relación de
producción de conocimiento, el diálogo es reconocido y utilizado cuando se quiere trabajar
con el otro. Supone un mínimo de dos personas que se escuchan, que se preguntan y
responden una a la otra u otras, tratando temas de mutuo interés.
Si no escuchamos, estamos ignorando al Otro. No escuchamos cuando damos
respuestas que no aluden a lo que los Otros dicen, cuando solo hablamos por insistir sobre
nuestros propios intereses y conocimientos y/o cuando tratamos de convencer por encima
de toda argumentación.
La escucha genera al menos dos preguntas metodológicas: ¿cómo escuchamos? y
¿por qué escuchar? La respuesta a la primera es escuchar conociendo al Otro,
aprendiendo del Otro y sobre el Otro. Es escuchar pensando en lo que se oye. Se escucha
a la vez que se observa y se percibe, de manera global, con todo el cuerpo, viendo y
sintiendo lo que las personas (nos) dicen. Sin embargo, no basta solo escuchar, pues tal
cosas sería apropiarse de lo dicho, sin dar de sí. No se estaría generando una relación de
igualdad, sino de extracción. Esa relación es necesaria para poder generar acciones y
reflexiones transformadoras. Y esa es la segunda respuesta: escuchamos para poder
trabajar con los Otros; para ayudarlos, para contribuir con nuestro saber y generar nexos
útiles con el saber de ellos, que nos enriquece, colaborando con nuestras capacidades.
LA PARTICIPACIÓN
La participación es otro de los pilares analécticos. Es ella la que introduce al Otro
exiliado/a de la totalidad, puesto que ya no es solo palabra, sino que es además la
multiplicación de la acción y, con ella, la toma de decisiones y la puesta en práctica de las
reflexiones.
La participación transforma a las personas que participan para transformar algo
que les interesa o que es necesario hacer. Ella es una condición para el fortalecimiento y
para la libertad. Participar supone llevar a cabo acciones, analizando y tomando decisiones
con otras personas; incluye, además, producción e intercambio de conocimiento; puede dar
lugar a expresiones de creatividad; da lugar a relaciones compartidas, contribuye a generar
organización, responsabilidad, reflexividad, una normatividad creada por la personas
participantes; solidaridad; patrones democráticos de interacción y a dar y recibir.
Es un proceso dinámico y comprometido, que es organizado, libre e incluyente, en
el cual hay una variedad de actores, actividades y grados de compromiso, orientado
por valores y objetivos compartidos en el cual se producen transformaciones
colectivas e individuales. Hay momentos de alto compromiso y los hay también de baja
participación, de descanso. Ello es natural. Lo más importante es conservar el sentido de
ser parte, de hacer parte, de tener parte y activarlo cuando las circunstancias lo exigen sin
que ello sea producto del capricho, sino de la organización.
TRANSFORMACIÓN, CAMBIOS Y RITMOS
Nuevamente nos encontramos ante un proceso que tiene su propio ritmo, que es fijado
por el compromiso participativo, o participación-comprometida, y por la conciencia de las
personas participantes, tanto agentes externos como internos. Esto produce desajustes
entre la planificación del trabajo y las etapas que, a veces, en el caso de la Psicología
comunitaria, son programas con la comunidad y eso se debe a los temores y dudas, a los
mitos y creencias, a la ignorancia de la propia fortaleza y a la exageración o menosprecio de
la capacidad ajena. Por tales razones, la palabra del Otro debe ser no solo escuchada, sino
además buscada y, por eso, el diálogo es fundamental. Esos tiempos y ritmos deben ser
respetados porque ellos son parte de la peculiaridad del Otro.
LAS VÍAS METODOLÓGICAS DE LA REFLEXIÓN
La reflexión aparece como parte de un método en las ciencias sociales, en la educación
popular freiriana. Acción-reflexión-acción ha llegado a ser algo así como el mantra de
los métodos participativos. En efecto, el momento reflexivo es fundamental no solo en
esas formas de investigación e intervención, sino también en la aplicación de métodos
biográficos y métodos para la concientización. Estos métodos pueden usarse tanto sucesiva
como simultáneamente en un mismo o varios trabajos, y en todos ellos el aspecto reflexivo
está presente cuando se los emplea con un sentido concientizador, liberador y crítico.
Una forma específica que se suele usar en la psicología comunitaria es la de las
reuniones de discusión-reflexión en las cuales participan agentes internos y externos en
igualdad de condiciones. En ellas, es la comunidad y el carácter participativo y
comprometido de sus miembros lo que determina la asistencia. Tales reuniones son un
ámbito para la crítica de acciones y planes, de programas y de su gestión, de
generación de ideas, de solución de problemas, de confrontación, problematización y
concientización. Estás reuniones suelen generar inclusión, tanto de personas como
de grupos.
LA MOVILIZACIÓN DE LA CONCIENCIA Y SU CARÁCTER CRÍTICO
La sumisión, la opresión, la discriminación, la exclusión pueden llevar a las personas a
elaborar autoconceptos, imágenes de sí mismas, marcadas por la minusvalía. Tales
concepciones generan en esos Otros dudas acerca de sus capacidades e incluso la
convicción de que no son capaces de decir algo importante, de considerar que ni ellos ni sus
ideas son importantes o de que todo saldrá mal, pues así ha sido su experiencia pasada.
Nuevamente es Freire quien acuña el concepto liberador: la concientización. Un
proceso movilizador de la conciencia, de carácter liberador respecto de situaciones,
hechos o relaciones, causas y efectos hasta ese momento ignorados o inadvertidos,
que inciden de una manera considerada negativa por los sujetos de ese proceso.
La concientización es la adquisición de conciencia de sí como agente transformador/a
capaz de construir, de mejorar, de defender, de oponer y lograr resultados transformadores
como persona en una sociedad con la cual está o puede estar comprometida. Es la
conciencia del carácter dinámico de las relaciones que se tiene con el mundo, de la propia
capacidad crítica que se tiene respecto de ellas y de la situación negativa en que se vive.
Ese proceso es la suma de muchos otros procesos que van desde los modos a partir de
los cuales es construida la condición de otredad hasta los que la deconstruyen, rompiendo
la cadena de ignorancia, sufrimiento y exclusión. Los procesos excluyentes se inician a
partir de la naturalización de condiciones de vida que no deberían existir, pero que
son consideradas como los modos de ser de las cosas, cómo algo inmanente a la
condición de las personas que las sufren. Esa naturalización se define como el proceso
mediante el cual ciertos fenómenos y pautas de comportamiento son considerados como el
modo de ser de las cosas en el mundo, como parte esencial de la naturaleza de la sociedad.
Ese proceso se basa en el hábito (habitus) que no requiere ser pensado ni planificado,
pues se efectúa de manera casi automática, aplicando pautas sociales y culturales no
expresas, unidas a expectativas sociales implícitas, que facilita la vida social al liberar de la
planificación, reflexión y decisión, pero que puede llevar a reproducir irreflexiva y
acríticamente circunstancias de vida que pueden ser perjudiciales para las personas.
El problema reside en que aspectos negativos pueden convertirse en habituales,
pasando a ser considerados como modos esenciales de ser y de hacer. Esa conversión
debe ser desechada por la persona mediante su contrastación con modos de ser opuestos,
con posibilidades que pueden y deben experimentarse y que ocurren en la persona, no
desde un agente externo insistente. El método de problematización ha sido creado para
generar oportunidades desnaturalizadoras.
La desnaturalización consiste en un examen crítico de nociones, creencias y
procedimientos que sostienen modos de hacer y de comprender en la vida cotidiana de
personas y grupos específicos, de tal manera que lo naturalizado sea desprovisto de su
naturalidad mostrando su carácter construido. En ese sentido, es parte del proceso de
problematizar y concientizar. Pero no es el único aspecto en ese proceso, la
desideologización y la desalienación también son necesarias y, de hecho, estos tres
subprocesos pueden superponerse, complementarse.
La desideologización ha sido definida como la construcción y reconstrucción de una
conciencia integral, no fraccionada, mediante la cual se produzca una comprensión del
mundo en que se vive y de las circunstancias de vida, en tanto que totalidad, a la vez que
buscan las causas y las conexiones entre las circunstancias, a fin de erradicar la ignorancia
que mantiene la hegemonía.
La desalienación es el proceso en el cual la persona logra establecer la relación entre
sus acciones y sus creencias y la sociedad a la cual pertenece, encontrando el valor de sus
actos, de sus productos y de su ser en esa sociedad y en el mundo, al poner de manifiesto
el origen de la relación de poder que lleva a considerar que las cosas son más importantes
que las personas. El resultado de ese poner en evidencia es una ruptura entre la
persona y la consideración alienada que la hacía tomar en cuenta como lo natural lo
que responde a intereses sociales; cómo lejano e inaccesible, lo que es parte de su
existencia y de su lugar en la sociedad.
Desnaturalización con su condición desencializadora, desideologización y desalienación
son parte del proceso que Freire bautizó como problematización y es un método para la
movilización de la conciencia crítica, de condición mayéutica, pues de basa en preguntas
que conducen a duda de algo considerado como parte del ser en el mundo, cómo algo
inamovible, inmodificable. Su base, asentada en la duda, genera desacuerdos, discusiones,
sospecha y la consiguiente búsqueda de información y de nuevo saber.
De acuerdo con Freire, la problematización se produce en el diálogo, cuya estrategia es
producir personas críticas a través de acciones y reflexiones que sensibilizan a las personas
que participan en el proceso, sobre aspectos cognitivos y afectivos, conducentes a cambios
en el modo de pensar y de entender el mundo de vida en relación con la sociedad.
LA PROBLEMATIZACIÓN Y SU ESPECIFICIDAD
Sus aspectos específicos son: la consideración de que el proceso problematizador, que
conducirá a la concientización, comienza en el diálogo, pero se desarrolla en la conciencia
de las personas. No hay respuestas buenas o malas, precisas o imprecisas, lo importante
es que revelan las contradicciones y relaciones hasta entonces no percibidas por las
personas.
Otra condición específica es que tiene que referirse a hechos o situaciones reales
existentes en el entorno de las personas, ya que va siempre unida a acciones y
condiciones realizadas o expresadas en la vida cotidiana de los participantes. La
problematización permite el desarrollo de la conciencia posible que lleva a la transformación,
ya que otorga a la situación o hecho problematizado la condición de inaceptable o
insoportable. En ese sentido, es posible definirla como el desarrollo dialógico de una
situación límite, ya que en el momento en que la duda causa ruptura con la creencia antes
habida, ya no es posible volver atrás.
La problematización motiva las acciones de cambio necesarias para lograr
transformaciones destinadas a superar los aspectos negativos. La transformación
puede ser parcial o más o menos lenta, según las condiciones que rodean a cada caso y
según los recursos que puedan movilizarse.
CONCLUSIÓN
La base ética de estos métodos y estrategias no permite que el/la sujeto externo corrija e
imponga, ni insinúe o insista. Solo puede preguntar y mostrar. Si insistiese y obligarse, toda
liberación estaría dejada de lado, no sé habría avanzado en el proceso de conocer, de
decidir de entender por sí misma. El RESPETO DEL OTRO impide la imposición de
ideas. Por el contrario, genera el derecho a la discusión, a la diversidad de opiniones, a
la inclusión del Otro desde la conciencia; que cada uno/a dialogue, participe y que
colectivamente se construyan nuevas formas individuales de conocimiento que puedan ser
conocidas por todos.
UNIDAD 3
7-QUIROGA, A. (1986.) Psicología Social y crítica a la Vida Cotidiana, en Enfoques y
perspectivas en Psicología Social. Buenos Aires: Ediciones Cinco.
PSICOLOGÍA SOCIAL Y CRÍTICA DE LA VIDA COTIDIANA
Ana P. de Quiroga
Lograr un conocimiento objetivo de la unidad bio-psico-social que es el hombre requiere
que nuestro punto de partida en el análisis sean los sujetos en su realidad inmediata, en sus
condiciones concretas de existencia, en su cotidianidad. Solo este tipo de indagación nos
permitirá el acceso a la complejidad de relaciones que determinan la emergencia y el
desarrollo de la subjetividad como fenómeno social e histórico.
Por su carácter de ser de necesidades, su vida depende de que, a partir de esas
necesidades y en función de ellas, establecen entre sí relaciones en las que producen, en
una acción planificada y social a la que se denomina trabajo, los bienes destinados a
satisfacerlas. Por esto, el hecho más esencial e inmediato -a la vez histórico y
cotidiano- es que los hombres producen y reproducen su vida en una doble relación:
con la naturaleza y con los otros hombres.
Las formas concretas que revisten la vida de los hombres están directamente
relacionadas con las modalidades en que la existencia material se produce y se reproduce.
Su interpretación de lo real es distinta, como lo son sus emociones, su posición ante la
vida y la muerte, sus estilos de aprendizaje y vinculación, sus significaciones, etc. Estas
diferencias surgen de las diversas formas que revisten su vida cotidiana, ya que
producen y reproducen su vida con modalidades distintas de inserción en el proceso
productivo y bajo diferentes formas y relaciones de producción.
Desde la PS jerarquizamos la producción de la vida como hecho fundante en tanto es
condición de existencia, y desde allí fundante y condicionante de toda experiencia. Esa
práctica es la que da lugar a la emergencia de los procesos psíquicos, al nacimiento y
desarrollo de la subjetividad, la que se configura en el interior de esas relaciones.
No hay actividad psíquica desvinculada de la práctica, ni procesos y contenidos psíquicos
que no estén determinados desde las condiciones concretas de existencia. De esta manera,
queda planteado el carácter social e histórico de lo psíquico. De aquí también surge la
caracterización que Enrique Pichón Riviere hace del sujeto como emergente, producido en
una complejísima trama de vínculos y relaciones sociales. Producido y emergente en
tanto determinado, pero a la vez productor, actor, protagonista. Es por eso que la PS se
plantea el abordaje del sujeto en la interioridad de sus vínculos, en el seno de las tramas de
relaciones en las que sus necesidades emergen, son decodificadas y significadas,
cumpliendo su destino vincular y social de gratificación o frustración.
La PS que postulamos se define como crítica de la cotidianidad. La crítica de la vida
cotidiana consiste en el análisis del destino de las necesidades de los hombres en
una organización social determinada. Ese análisis apuntará a determinar de qué manera
esa organización social y material de experiencia de los sujetos promueve en ellos el
aprendizaje, la salud mental, o, por el contrario, se constituye en un obstáculo para una
adaptación activa a la realidad, para el desarrollo de una relación dialéctica, de
transformación recíproca entre el sujeto y el mundo. La indagación de la cotidianidad
permite develar los mecanismos por los cuales un sistema de relaciones sociales
configura los sujetos aptos para sostener esas relaciones y desarrollarlas.
¿QUÉ SE ENTIENDE POR VIDA COTIDIANA?
Cotidianidad es la manifestación inmediata en un tiempo, en un ritmo, en un espacio, de
las complejas relaciones sociales que regulan la vida de los hombres en una época histórica
determinada. Es decir, es el modo de organización material y social de la experiencia
humana, en un contexto histórico-social determinado. A ella subyace, entonces, el tipo
de relación que los hombres guardan con sus necesidades. Se desarrolla a partir de las
modalidades de reconocimiento de éstas, su encodificación, las formas de satisfacerlas, las
metas socialmente disponibles para esas necesidades. Son hechos múltiples y
heterogéneos, de difícil clasificación, en los que toma cuerpo y se patentiza, en forma
fragmentaria e inmediata, la organización social de la relación entre necesidades y metas.
La vida cotidiana es la forma de desenvolvimiento que adquiere día tras día nuestra
historia individual. Implica reiteración de acciones vitales, en una distribución diaria.
Nos muestra un mundo subjetivo, que yo experimento. Pero, a la vez, ese mundo es
intersubjetivo, social, compartido. En esa particular organización témporo-espacial, el modo
de vivir se transforma en un mecanismo irreflexivo, inconsciente, de acción. Los hechos se
aceptan como parte de un todo conocido, autoevidente, como lo "que simplemente
es"; se nos presentan como algo que no tiene sentido cuestionar ni problematizar,
que no requiere examen ni verificación, ya que constituyen lo real por excelencia.
Dicha interpretación tiene su origen y fundamento en un sistema social de
representaciones o ideología que encubre lo cotidiano, lo distorsiona, en tanto lo muestra
como la "realidad", la única forma de vida de lo posible. La ideología dominante mistifica
lo cotidiano en tanto oculta, desde los intereses de los sectores hegemónicos, la esencia
de la vida cotidiana, su carácter de manifestación concreta de las relaciones sociales
de la organización social, de las relaciones entre necesidades de los hombres y metas
disponibles, formas de acceso a la satisfacción. Este encubrimiento y distorsión se da a
través de un mecanismo peculiar, por el que se naturaliza lo social, se universaliza lo
particular y se atemporaliza lo que es histórico. La familiaridad, el pseudo-conocimiento vela
los hechos, los sustrae a la problematización y desde allí al conocimiento objetivo, científico.
La realidad social se muestra y se oculta a la vez en la vida cotidiana. Se muestra en
los hechos y se oculta en la representación social de los hechos.
En la medida en que la realidad social e histórica se muestra y oculta a la vez, la vida
cotidiana reclama una crítica. Esta implica una interpretación de los hechos, su
problematización. Una consecuencia de la crítica es la desmitificación , la superación
de ilusiones o ficciones en relación a los hechos. La crítica es un interrogar a los
fenómenos y las relaciones, en la búsqueda de sus leyes internas, de su esencia. Introduce
una distancia adecuada entre el hecho y el sujeto, que se transforma así en sujeto
cognoscente. Incluye la conciencia y la reflexión allí donde había mecanismos de
acción irreflexiva y representación acrítica.
¿Cómo realizar esta crítica de la cotidianidad? En primer lugar, experimentándola,
viviéndola, ya que la práctica se constituye como primer momento de todo proceso de
conocimiento. En segundo término, estableciendo una ruptura con la familiaridad acrítica,
con el mito de lo obvio y lo natural, con el sistema de representaciones que la muestra como
lo real y autoevidente.
La PS indagará las leyes que rigen la configuración del sujeto a partir del interjuego entre
necesidad y satisfacción, ya que es en esta dialéctica, entre sujeto y contexto, que tiene su
anclaje toda representación, toda significación social, toda ideología. En ese interjuego
se organiza el sistema perceptivo, el universo de conocimiento, dándose en él la posibilidad
y las formas de acceso a ese orden de significación histórico-social, simbólico, humano.
Por último, los hombres han intentado indagar desde distintas modalidades del
conocimiento, en la profundidad sin misterio de la vida cotidiana. Esto ha sido en los
momentos de CRISIS, que implican un quiebre de lo cotidiano, se proponen desocultar
lo oculto, penetrar en la apariencia para alcanzar la esencia de los hechos.
8-REGUILLO R. (2000). La clandestina centralidad de la vida cotidiana, en LINDON A.
(Coord.) La vida cotidiana y su espacio-temporalidad. Barcelona: Anthropos.
La clandestina centralidad de la vida cotidiana
Rosana Reguillo
La vida cotidiana se constituye en un lugar estratégico para pensar la sociedad en su
compleja pluralidad de símbolos y de interacciones, ya que se trata del espacio donde se
encuentran las prácticas y las estructuras, del escenario de la reproducción y,
simultáneamente, de la innovación social. Armada sobre la certeza de su repetición, la
cotidianidad es, ante todo, el tejido de tiempos y espacios que organizan, para los
practicantes, los innumerables rituales que garantizan la existencia del orden constituido.
Una manera de definirla es mediante una operación de oposición y, al mismo tiempo, de
complementariedad: de un lado, lo cotidiano se constituye por aquellas prácticas,
lógicas, espacios y temporalidades que garantizan la reproducción social por la vía de
la reiteración, es decir, el espacio de lo que una sociedad particular, un grupo, una cultura,
considera como "lo normal" y "lo natural"; de otro lado, la rutinización normalizada
adquiere "visibilidad" para sus practicantes tanto en los periodos de excepción como
cuando alguno o algunos de los dispositivos que la hacen posible entran en crisis.
La vida cotidiana está indisociablemente vinculada a lo que en un momento específico y
en una cultura particular se asume como legítimo, como normal, necesario para
garantizar la continuidad. Por lo tanto, la vida cotidiana es histórica, es decir, no puede
pensarse al margen de las estructuras que la producen y que son simultáneamente
producidas y legitimadas por ella. Además, es simultáneamente habitante y constrictiva.
Sus mecanismos y lógicas de operación, al ser rutinizadas, constriñen a los actores
sociales, les imponen unos límites, fijan unos márgenes y unos modos de operación. Sin
embargo, hay una franja de indeterminación relativa que deja el espacio para la
improvisación. Es en esta franja de indeterminación donde los poderes y los actores
sociales libran la batalla simbólica por la definición del orden social, del proyecto societal.
Asimismo, mediante astucias y ardides cotidianos, los actores sociales socavan el orden
de la legitimidad, erosionan el poder, lo obligan a diseñar nuevos mecanismos de control.
Para muchos artistas, la vida cotidiana es el mejor lugar desde el que puede mirarse y
hacerse la crítica de lo real. Puede decirse entonces, que el ámbito de la cotidianidad no es
penumbra prereflexiva en la que todo ha sido domesticado y es, por eso, previsible,
controlable. Bajo ciertas condiciones, la vida cotidiana puede pensarse como un espacio
clandestino en el que las prácticas y los usos subvierten las reglas de los poderes.
Estas condiciones son la dimensión asociativa y el desanclaje espacio-temporal.
MODOS COLECTIVOS DE GESTIÓN
La primera condición de la vida cotidiana es esencialmente la comunicación, en la
medida en que sus estructuras y lógicas de operación se hacen visibles, no por la repetición
o habituación, sino por el sentido subjetivo de la acción que deviene intersubjetividad
en la medida en que el actor social va construyendo, en colectivo, la inteligibilidad de
la acción. Cada pequeña acción individual encuentra así una interpretación social que
provisoriamente puede definirse como "discursos cotidianos para nombrar la vida".
Discursos que se nutren simultáneamente de las prácticas y de la cultura depositadas en las
instituciones en un flujo continuo de producción de sentido.
Así, estos discursos cotidianos tienen como función "proteger contra el acontecimiento",
es decir, contra aquellos eventos disruptivos que trastocan el continuo de la vida
cotidiana. Protección que se opera mediante dos vías: repetición y ruptura como elementos
ordenadores de la vida cotidiana.
Sin embargo, como se ha dicho, la vida cotidiana es histórica y, de acuerdo a la teoría de
Bourdieu, las prácticas y estructuras se articulan mediante el habitus en una dinámica
garantizada por las estructuras de plausibilidad, es decir, por las condiciones que
hacen posibles las prácticas. Cuando estas estructuras de plausibilidad fallan o entran en
crisis, se produce un desajuste o una ruptura en los esquemas de percepción, valoración y
acción sobre el mundo social. La práctica queda desanclada, pierde su referencia en el
universo simbólico. No puede existir, sin embargo, una vida cotidiana sin un discurso que
la explicite y la fundamente, por lo que, lo social, lo colectivo, tenderá a restituir el
sentido a través de una intersubjetividad que busque nuevos postulados
socioculturales asibles en el nivel de lo cognitivo-lingüístico, para garantizar la
continuidad y sobrevivencia del grupo o sociedad.
Esta búsqueda puede reconocerse en dos grandes tendencias. De un lado, en la
reemergencia de ciertos discursos totalitarios o intolerantes que interpelan la
subjetividad mediante argumentos centrados en la "recuperación" de lo perdido: las
costumbres, la centralidad de la familia, los valores religiosos, el exacerbamiento de los
nacionalismos. De otro lado, el desdibujamiento de los referentes, al debilitar el significado
compartido, ha hecho posible la emergencia de relaciones horizontales en las que es
posible establecer una comunicación centrada en la selección de códigos que tienen
como base la definición en común de la situación.
Desde los ámbitos de la vida cotidiana, estos acuerdos implican la aceptación de la
diferencia y la reflexividad en la medida en que "obligan" a los actores a poner en cuestión la
autoevidencia de la vida cotidiana. Se abre la posibilidad de una nueva forma de gestión
colectiva capaz de incorporar, respetando, los distintos significados que pueden caber en
una definición orientadora. Es posible, entonces, construir puentes entre lo cotidiano y la
esfera pública, porque las pretensiones de validez para legitimar la propia acción dejan
de extraerse de unos órdenes superiores y se viven más como resultado de un
proceso de entendimiento, de consenso.
Hoy, la posibilidad de la palabra colectiva en torno a la vida cotidiana abre un debate
social en torno a las prácticas y a los discursos que la legitiman. Este debate implica la
posibilidad de nuevos acuerdos, en la medida en que demandan de los actores sociales
un replanteamiento entre lo acertado y lo verdadero.
Sin poner en cuestión que en la vida cotidiana los actores tienden a operar a partir de una
serie de presupuestos pragmáticos que funcionan "hasta nuevo aviso", lo que aquí se quiere
argumentar es que el hecho de que estos presupuestos funcionen como elementos
orientadores de la acción colectiva, no implica necesariamente que los actores
sociales los asumen "sin más". Ante la amenaza de presuposiciones distintas a la mía, el
actor individual o colectivo podrá reaccionar cerrándose a la duda y oponiendo su verdad a
la verdad de los otros. Sin embargo, la interculturalidad propiciada por la sociedad
contemporánea demanda ejercicios de tolerancia que pueden resultar menos costosos,
simbólicamente hablando, que sostener una verdad de carácter universal.
La vida cotidiana no es un contenido estático en el tiempo, sino un proceso
dinámico y necesariamente histórico. Su especificidad no están las prácticas reiterativas,
sino en los sentidos que esas prácticas representan y de los modos en que son
representadas, para y por los grupos sociales, en un contexto histórico y social.
En buena medida, la posibilidad de darle espesor al entramado social a partir de la vida
cotidiana, dependerá de entender y potenciar los múltiples espacios y proteicas formas de
comunicación y el papel desempeñado por los diferentes actores e instituciones en la
configuración y circulación de las visiones del mundo.
EL ESPACIO Y EL TIEMPO, EL DESANCLAJE
El tiempo y el espacio son constitutivos fundantes de la vida cotidiana. Organizan y
marcan, para los actores sociales, los diferentes ciclos y lugares para el desarrollo de
las prácticas. Así, el diario transcurrir de la vida está organizado por un CUÁNDO y un
DÓNDE, establecidos socialmente y diferencialmente apropiados por los distintos colectivos
que conforman una sociedad. El calendario social otorga la seguridad y la certeza de la
sucesión de puntos reconocibles, pero es en la actualización cotidiana, anclada en matices
culturales e históricos, donde este calendario adquiere sus contenidos específicos.
El tiempo de lo cotidiano se constituye a partir de la relación entre una dimensión social y
una dimensión subjetiva. Puede hablarse de un tiempo social y de una temporalidad
cotidiana definida por los usos y los contextos.
Para Giddens, una de las principales consecuencias de la modernidad ha sido la
separación del tiempo y del espacio, operada por lo que él denomina "vaciado temporal" y
"vaciado espacial", qué puede entenderse como la uniformación y estandarización de estas
dimensiones a través de unidades de medida. Indudablemente, la objetivación de las
dimensiones espacio-temporales, traducida a unidades de medida entendibles por "todos"
los actores sociales en el mundo moderno de Giddens, repercute en la asunción colectiva
de estos mecanismos orientadores.
Y, si la vida cotidiana es el escenario de la reproducción y la imposición de un orden
constituido, es también el punto de ruptura de ese orden. El "vaciamiento" generado en
las categorías espacio-temporales, generan la posibilidad de una mayor libertad y una
mayor capacidad de negociación e impugnación en los poderes que definen el tiempo y el
espacio.
Desancladas de unas coordenadas espacio-temporales fijas y rígidas, las prácticas
cotidianas pueden ser objeto de reflexión y crítica, en la medida en que el actor recibe
la evidencia de que el nuevo orden social no solo tolera sino fomenta el
trastocamiento de las rutinas cotidianas, entre otras cosas porque la alta diversificación y
especialización de la sociedad contemporánea requiere para su mantenimiento de múltiples
temporalidades y de diversas espacialidades.
La diferenciación en las percepciones y usos del tiempo-espacio genera diversos
programas de acción, que a su vez definen regiones de interacción. Siguiendo este
planteamiento, puede decirse que en la vida cotidiana hay tantas regiones como
interacciones o encuentros entre programas se den. Entendida la vida cotidiana como
constituida por regiones ancladas en dimensiones espacio-temporales diferenciadas, se
coloca en el centro de la problemática los cruces, los préstamos, las negociaciones,
los intercambios, los enfrentamientos y aún el conflicto entre los significados
diversos con los que se asume la vida cotidiana.
Tanto el tiempo como el espacio en relación con la vida cotidiana, deben ser entendidos
simultáneamente como DELIMITACIÓN que equivale al tiempo social y como una
MOVILIDAD que refiere a las apropiaciones y usos diferenciales del tiempo y del espacio.
LAS REVANCHAS
Despojada de una definición esencialista, es posible ver en la vida cotidiana el lugar
estratégico para observar el cambio social. La mirada densa sobre sus formas de
estructuración, sus rituales, sus horizontes espacio-temporales, revelan las interfaces entre
las fuentes de donde se nutren las prácticas cotidianas y las propias prácticas situadas de
los agentes sociales en una dinámica de producción-reproducción de significados.
En la diversidad con que los actores asumen y despliegan los sentidos dados a lo
cotidiano, no se encuentran necesariamente los elementos reflexivos que supondría la
apropiación crítica de las prácticas, pero, si se acepta que a todo poder se opone otro poder
en sentido contrario, según el planteamiento de Foucault, puede pensarse que en la vida
cotidiana se articulan, mediante las prácticas, unos micropoderes que se enfrentan a
la intención normalizadora del poder. Se trata de pequeñas "revanchas" con las que los
actores subvierten lo programado y afirman su existencia como autores al imprimir la huella
de su propio hacer en las prácticas socialmente compartidas.
La reflexividad es la competencia del actor para pensar su propio pensamiento, para
objetivar el sentido de su estar y de su actuar en el mundo o, en otras palabras, es la
capacidad de referirse al mundo en actitud objetivante. Esta competencia reflexiva se
inscribe en dos ámbitos: en el lingüístico y en el cognitivo. De una parte, lo que el actor
es capaz de decir sobre su propia acción y, de otra, lo que el actor es capaz de comprender
acerca no solo del curso de su acción, sino de los marcos y normas que la orientan. Estas
operaciones requieren de un distanciamiento del actor con respecto a sus
condiciones de existencia. Sin embargo, los actores realizan PERMANENTEMENTE
evaluaciones y, por lo tanto, calificaciones de su acción cotidiana.
9-RODIGOU NOCETTI, M. (2022) Vida Cotidiana: Reproducción y Transformación social.
(Inédito)
VIDA COTIDIANA: REPRODUCCIÓN Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Maite Rodigou Nocetti
INTRODUCCIÓN: LA VIDA COTIDIANA COMO FENÓMENO SOCIAL Y COMO CAMPO
DE CONOCIMIENTO.
Adentrarnos a este tema se pone hacer una primera distinción: por un lado, la vida
cotidiana pensada como la cotidianeidad, esa instancia de realidad social en la que vivimos
todos los días y que ha sido "naturalizada" hasta que "algo" le pone en cuestión, y, por otro
lado, la vida cotidiana como categoría teórica-analítica sobre la que han discurrido cientistas
sociales de diversas disciplinas, a fin de entender la constitución de aquellas sociedades y
sus transformaciones. Particularmente, interesa pensar y analizar esta vida cotidiana
como ámbito privilegiado en que se construyen las subjetividades y la sociedad
simultáneamente, en gran medida de modo naturalizado y acrítico.
LA VIDA COTIDIANA: ENTRE LA REPRODUCCIÓN Y LA INNOVACIÓN.
Heller definirá la vida cotidiana como el conjunto de actividades que caracteriza la
reproducción de los hombres particulares, los cuales, a su vez, crean la posibilidad de la
reproducción social. Para esta autora, es la vida de todo hombre, del hombre entero,
señalando que nadie escapa de vivir la vida cotidiana y participamos de ella con todos los
aspectos de nuestra individualidad.
Se entiende entonces el lugar clave que ocupan las necesidades y sus modos de
satisfacción en las teorías de la vida cotidiana. Las necesidades son pensadas como
construidas socialmente, referidas a la misma existencia social de los sujetos, los grupos y
las comunidades. Son inescindibles de los modos de satisfacción que ofrece la
organización social de acuerdo al lugar social que ocupan los sujetos, que pueden ser
accesibles o inaccesibles.
Es ahí, en ese vínculo naturalizado entre necesidad y modo de satisfacción que aparece
como dado en una sociedad capitalista, dónde Pichón Riviere y Quiroga postulan que se
debe realizar la crítica de la vida cotidiana. Deshacer ese vínculo, a través del análisis del
destino de las necesidades de los hombres en una organización social determinada,
posibilita pensar otras alternativas de lo deseable, de aquello que puede satisfacer de
otro modo nuestras necesidades.
Para León Vega, dicha visión remitió a que la reproducción social deviniera "concepto
fuerza" y "marco interpretativo" de la vida cotidiana. La autora recupera otros enfoques en
donde la vida cotidiana puede ser pensada también en relación a la renovación,
quiebre o surgimiento de nuevas estructuras sociales. En esa misma dirección de
pensamiento, Rossana Reguillo postula que la vida social se puede pensar como
simultáneamente habilitante y constrictiva, donde se encuentran prácticas y estructuras
que componen tanto la reproducción como la innovación social.
Para ello, analiza dos condiciones que posibilitan la inscripción de esas prácticas sociales
en este sentido, y no en el de la reproducción social: las formas asociativas de gestión y
el desanclaje del espacio y tiempo. Entiende así, por una parte, que la emergencia de
nuevas formas asociativas más horizontales y democráticas, han puesto en jaque la
reproducción sin más de las estructuras sociales, asentadas en relaciones verticales y
jerárquicas, y por otra parte, tiempo y espacio, aquellas coordenadas, ordenadoras por
excelencia de la vida cotidiana, se encuentran alteradas y desancladas del modo en que
estructuraron la modernidad occidental.
LA(S) VIDA(S) COTIDIANA(S): MATERIALIDADES Y ORDEN SIMBÓLICO
La cotidianeidad ha tendido a ser definida en el marco de los procesos que aseguran las
condiciones de existencia a los miembros de una sociedad. Marx y Engels argumentan que
la propia acción que se desarrolla para la satisfacción de necesidades, y los instrumentos
necesarios para ello, conduce a la creación de nuevas necesidades. A través de los
procesos de división de trabajo, se da la distribución tanto del trabajo como de sus
productos de una manera desigual. Si la producción de la vida es lo que necesita cumplirse
en la vida cotidiana, es necesario atender a las condiciones en que se encuentran las
personas y cuál vida es la que necesita producirse/reproducirse.
Es interesante realizar una aproximación a qué se entiende por condiciones de vida de la
población. Dichas condiciones fueron pensadas desde los estudios sociológicos como
determinadas por los ingresos económicos de las personas y las familias. La insuficiencia
explicativa de este único elemento hizo que los estudios se complejizaran, advirtiendo la
necesidad de incorporar el análisis de las especificidades de los territorios en los que
viven las personas, desde las diferencias en el "desarrollo" socioeconómico de los
países, hasta las situaciones de marginalidad o centralidad de territorios.
Asimismo, también se empieza a tomar en cuenta que los análisis de las condiciones de
vida de los distintos grupos sociales no se restringen a dimensiones materiales y sociales,
sino a la interrelación entre Estado, Sociedad Civil y mercado que varía y es específica
en cada contexto sociohistórico.
Actualmente, cuando nos referimos a condiciones de vida de los sectores sociales, éstas
son pensadas desde una multiplicidad de dimensiones: ambientales, políticas, económicas,
físicas, culturales, sociales, relacionales. En torno a estas condiciones de vida, se expresan
las desigualdades socioeconómicas y los diferentes reconocimientos de la valía de
las existencias humanas que están presentes en nuestras sociedades occidentalizadas.
En síntesis, no es posible pensar la vida cotidiana por fuera de las condiciones en
que transcurre nuestra existencia, de las condiciones concretas de existencia, que
dependen de los lugares sociales que ocupamos.
Cabe aquí entonces hacer una advertencia ética-política. Nuestra propia vida cotidiana se
nos aparece como la vida cotidiana, especialmente si esa representación es convalidada y
reafirmada por distintas instituciones sociales, los medios hegemónicos de comunicación y
las redes sociodigitales en que participamos.
Sin embargo, cuando abordamos la vida cotidiana como categoría teórica, la misma da
cuenta en realidad de la existencia de múltiples vidas cotidianas. No se trata de la vida
cotidiana de cada quien, como individualidad desgajada, sino de esas articulaciones
sociales en que nos movemos junto a otros, una intersubjetividad en la que somos
afectados y en la que afectamos a otros, en el marco de ciertas condiciones
socioeconómicas y simbólico-culturales.
A la vez, la vida cotidiana es una realidad interpretada por los seres humanos,
interpretación que se impone a la conciencia como "la realidad", un mundo que se da
por establecido, anterior a la existencia de cada quien, y compartido con otros. Es en este
sentido que la dimensión simbólica de la vida cotidiana es sustancial para entender nuestras
acciones cotidianas, es decir, los sentidos que adquieren una serie de actividades para los
propios sujetos que la llevan a cabo, y que se construyen socio históricamente.
ACCIÓN COLECTIVA, MOVIMIENTOS SOCIALES Y FEMINISMOS: LA VIDA COTIDIANA
AL CENTRO
Los movimientos sociales y las acciones colectivas de Nuestramérica ponen de relieve la
vida cotidiana como centro y motor de su acción. La mirada de los propios actores sociales
pasa a ser nodal en razón de la comprensión de la realidad que los afecta y de las prácticas
y acciones que llevan a cabo, y que dan cuenta de resistencias, rupturas, transformaciones.
Es en ese hacer cotidiano que emergen nuevas formas de lo social, nuevas
prácticas que resignifican lo planteado desde la mera reproducción social. Ese hacer
permite otros vínculos y relaciones, y el propio disfrute de las personas en el trabajo
o la valoración social de la actividad.
Los colectivos sociales realizan un trabajo de resignificación simbólica y política, al definir
sus necesidades compartidas como demandas, reivindicaciones o derechos, en su aparición
en la escena política. Como señala Torres Carrillo, en la cotidianeidad es donde advertimos
discursos y prácticas hegemónicas, que reproducen el orden social existente, pero también
donde emergen acciones de resistencia y de protesta, así como la creación de
imaginarios sociales que se traducen en relaciones y prácticas sociales novedosas.
Cuando los colectivos sociales se ubican en esta posición, la de actores políticos, es
cuando utilizan según Heller, el lenguaje de los derechos, que define como la autorización
legal para tener una necesidad de ese tipo. En ese sentido, para los feminismos, la vida
cotidiana aparece como el ámbito donde se evidencian las desigualdades que
atraviesan las condiciones concretas de existencia de las mujeres, desigualdades que
fueron naturalizadas y que se evidencian, por ejemplo, en una organización y distribución
falaz del tiempo diario.
Los feminismos también pusieron de relieve una política que desborda las
fronteras entre lo público y lo privado. La vida cotidiana aparecía, en el pensamiento de
las ciencias sociales y políticas, como ajena y extraña al orden de la política. Cuando las
feministas muestran cómo algunas problemáticas pensadas como personales y
pertenecientes al orden de lo privado, en realidad, son estructuradas por factores de orden
público, la vida cotidiana se politiza y la política se hace también en la vida cotidiana.
Por último, cabe hacer otra acotación en la relación entre los movimientos sociales, la
acción colectiva y la vida cotidiana que deviene en la visibilidad que adquieren los
movimientos sociales a través de la protesta callejera. Si bien la protesta en las calles
condensa los momentos de mayor visibilidad de los movimientos sociales, sería erróneo
confundir esos momentos con la existencia misma de los movimientos sociales.
Luego de la intensidad emocional política de la experiencia colectiva callejera, es posible
afrontar en soledad los problemas que se nos plantean en la cotidianidad. También,
sabemos que las experiencias colectivas se reapropian y producen las transformaciones
sociales, culturales y políticas en esa misma vida cotidiana, donde se conforman otra
subjetividades y relaciones.
Es allí, en la vida de todos los días, en donde no aparece lo extraordinario a simple
vista, donde acontece también lo novedoso y se conforman otras formas de vida,
otros relacionamientos, se dan cuenta de la invención de nuevos imaginarios
sociales, nuevas formas de lo social, en búsqueda de una vida más vivible, más justa
y más placentera.
10-MONTENEGRO, M. (2011) Conocimientos, agentes y articulaciones. Una mirada
situada a la intervención social. Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación
social, Número 0, abril
CONOCIMIENTOS, AGENTES Y ARTICULACIONES: UNA MIRADA SITUADA
A LA INTERVENCIÓN SOCIAL
Marisela Montenegro
La intervención social abarca una amplitud de prácticas (profesionales) relacionadas con
promover acciones sistemáticas sobre "la realidad", a partir de demandas provenientes de
diferentes entes sociales. Por lo tanto, el ámbito de la intervención produce espacios que
buscan tomar acciones, desde las capacidades teóricas, técnicas y profesionales, para
transformar estados de cosas que son vistas como problemáticas.
Buscamos en lecturas de las tradiciones funcionalista, marxista y anarquista cuál era la
idea de cambio que se sostenía para así delimitar qué entendíamos como intervención
social y cuáles eran los aspectos de estas teorías que se han tomado para pensar y
practicar la intervención social.
Ideas que cada una tiene sobre el orden social
● Funcionalista: en el pensamiento de la sociedad vista como sistema social, se
estudia la función que tienen diversas prácticas sociales e instituciones en el mantenimiento
de la sociedad. En este sentido, el cambio social es posible porque las cosas varían
para establecer el equilibrio del sistema. La intervención es posible o bien para la
integración de lo desviado a la norma general, o bien para hacer planes de transformación
con el objetivo de que ciertas instituciones puedan equilibrar los desperfectos del sistema.
Así, la intervención está planteada como transformación de elementos, disfuncionales
al sistema, que deben ser estudiados y tratados para que se vuelvan funcionales.
● Marxismo: la sociedad como conflicto de clases. La clase trabajadora, justamente
por su condición de grupo explotado, es la que puede emprender la transformación social
hacia una sociedad sin relaciones de dominación. El cambio social es posible a partir de
un movimiento político organizado, desde la clase trabajadora y con intelectuales que
acompañen su causa. Este movimiento tiene como objetivo principal el cambio en el modo
de producción capitalista y las relaciones de dominación propias de éste.
● Anarquista: la transformación social debe tener como objetivo fundamental la
abolición de la propiedad privada y del Estado como formas de explotación de las
mayorías por parte de una minoría dominante. La sociedad ideal se caracteriza por
formas de autoorganización, bien sea en cooperativas de trabajo o en negociaciones entre
individuos libres de la autoridad.
Ideas fundamentales para la posibilidad de pensar en la intervención social
● Cierto descontento con el orden social: para poder intervenir hacia la
transformación social, es necesario pensar en que existe algún desperfecto con el
orden social que debe ser transformado.
● Posibilidad y deseabilidad del cambio social: idea de que es posible lograr
cambios a partir de acciones humanas sistemáticas y, además, es deseable que
ocurra dicha transformación.
● Acción colectiva: como motor de la transformación social. Una de las bases de la
intervención social es que la acción hacia transformaciones concretas se haga
colectivamente.
● El conocimiento como guía de la acción: el conocimiento guía definiciones de
problemas y de acciones hacia la transformación.
● Intervención como diálogo entre diferentes actores: hay ciertas personas que por
su conocimiento son diferentes a quienes sufren los problemas o aquellos grupos
privilegiados para promover el cambio social. Es necesario el diálogo entre estos dos
entes colectivos para poder lograr una acción efectiva de transformación.
Distinguimos dos grandes líneas de desarrollos en intervención social: (1) intervención
social dirigida porque son intervenciones que mayoritariamente son planificadas y llevadas
a cabo por parte de quienes son definidos/as como profesionales o expertos/as; y (2)
intervenciones participativas porque explícitamente incorporan dentro de sus
planteamientos la participación de las personas afectadas en la solución de sus propios
problemas y enfatizan en la importancia del trabajo conjunto entre personas que intervienen
y personas de las comunidades o grupos afectados por los problemas sociales identificados.
INTERVENCIONES DIRIGIDAS
Se desarrolla un análisis a partir de los siguientes ejes: (1) cómo se construyen los
problemas sociales (diagnóstico de la sociedad); (2) cómo se construyen las soluciones, (3)
cuáles son los entes relevantes para la solución y (4) el cambio social posible y deseable.
El diagnóstico que se presenta desde los modelos de intervención dirigida es el de la
desigualdad social. Hay colectivos que se encuentran excluidos o en riesgo de exclusión de
los recursos económicos, sociales y culturales de la sociedad. Es necesario intervenir en
los problemas sociales para lograr mayores niveles de calidad de vida para estas
personas y colectivos. Esta intervención se hace a partir de demandas sociales.
La transformación social se da a través de la injerencia en ciertos contextos definidos
como problemáticos, a partir de la lectura hecha por parte de los sistemas de
intervención, de dichas demandas. La intervención busca adecuar o normalizar los
espacios problemáticos haciendo uso de los conocimientos y técnicas desarrollados en
los ámbitos científicos y de experiencia profesional. Estas intervenciones no se plantean
la transformación de la lógica de la sociedad, sino la de integrar a colectivos con carencias.
Los principales agentes involucrados son, por un lado, el proceso, persona, grupo o
institución que necesita de una transformación; y, por otro lado, los sistemas de
intervención definidos como capaces de planificar y ejecutar acciones sistemáticas con la
finalidad de provocar esta transformación en el primero.
El cambio social deseable es lograr una mayor calidad de vida para las personas
beneficiarias de la acción interventiva. Se propone ayudar a integrar a quienes están
excluidos a los mecanismos de la sociedad. Se interviene en lo imperfecto, lo marginal.
La posibilidad de este cambio es a través de la intervención en diferentes contextos
locales. Se hacen intervenciones a través de proyectos de escala microsocial en las que se
definen las acciones necesarias para paliar algún problema social o para ayudar a algún
colectivo o persona en desventaja. Estos proyectos son planificados desde los centros
de decisión y conocimiento a partir de la lectura de las demandas de diferentes entes
sociales y afectan en colectivos específicos definidos como problemáticos desde
aquellos centros de decisión.
Las intervenciones dirigidas buscan atacar aspectos que son vistos como
problemáticos de modo que se puedan equilibrar los desperfectos ocasionados por el
sistema a través de mecanismos e instituciones sociales preparadas y legitimadas para
realizar esta intervención.
INTERVENCIONES PARTICIPATIVAS
Las perspectivas participativas conceptualizan al grupo afectado por algún problema
social como interlocutor y actor privilegiado para la transformación social. Ellas hacen
énfasis en que las personas que están afectadas por los problemas sociales deben ser
parte de la solución de aquellos problemas. Por lo tanto, el diseño, ejecución y
evaluación de los programas y acciones se hace a partir del diálogo entre aquellas personas
que intervienen y las personas afectadas por problemas concretos.
Para el desarrollo de este análisis se utilizan los siguientes ejes: (1) construcción del
diagnóstico de la sociedad; (2) construcción de las soluciones; (3) entes relevantes para
estas soluciones y (4) cambio social posible y deseable.
Los problemas sociales están definidos como producto de estructuras sociales donde
se dan relaciones de opresión. Esta opresión está enmascarada por mecanismos de
ocultación que funcionan como contenidos ideológicos.
Para la solución se busca promover la participación en trabajos en los que se busquen
vías de acción para trabajar las problemáticas en conjunto. Tanto el conocimiento
científico como el conocimiento popular deben ser igualmente relevantes. El diálogo permite
elaborar una comprensión en sus formas de vida y, al mismo tiempo, producir procesos de
concientización en el que se den cuenta de las relaciones de opresión. También,
incorpora la voz de aquellas personas que usualmente están al margen de las
decisiones políticas y económicas de la sociedad, logrando cada vez mayores grados de
control y poder sobre sus vidas y el medio ambiente que las rodea.
Los agentes sociales relevantes son, por un lado, las personas de la comunidad y,
por el otro, los interventores. Se trata de personas que son parte de algún grupo o
comunidad y que quieren participar en procesos de transformación social. Participar
implica también la toma de decisiones. Los profesionales actúan como catalizadores
sociales de procesos de transformación
El cambio social deseable es la transformación de las situaciones de injusticia
estructural y asimetrías presentes en la sociedad. Mientras que en el cambio social
posible se plantea la transformación social a pequeña escala.
UNA PERSPECTIVA SITUADA PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL
Desarrollamos una forma alternativa de definir aquello que es necesario transformar. La
principal crítica que formulamos a las propuestas de intervención social estudiadas es que
los problemas sociales se definen básicamente a partir del conocimiento experto.
En una perspectiva situada para la intervención social, aquello digno de transformación
se define en fijaciones (temporales y precarias) de significados a partir de las
articulaciones de diferentes posiciones de sujetos. Estas articulaciones adquieren su
significado en contextos específicos. Así, la definición de aquello digno de transformación se
da en las alianzas, negociaciones, posiciones contrarias, etc. de diferentes agentes sociales
tales como equipos de intervención, personas afectadas, asociaciones con intereses en
juego, instituciones, etc. imbuidas en relaciones de poder, autoridad y legitimación.
En esta perspectiva situada, cobra relevancia la noción de posición de sujeto como
concepto que, por un lado, critica la idea de sujeto unitario y coherente y, por otro,
trabaja con las posiciones que se construyen a través de articulaciones enmarcadas
en contextos sociales. En estas articulaciones, se dan procesos en los que se fijan
significados con relación a las propias posiciones y también a los contenidos a trabajar.
Hemos utilizado sobre todo la noción de conocimientos situados para proponer que, en
las articulaciones de posiciones de sujetos, cada una de estas posiciones entra en relación
con las otras a partir de un conocimiento situado que luego es transformado por efecto
de dicha articulación. Este conocimiento es contingente a cada una de las posiciones
involucradas, lo cual trae como consecuencia que cada agente se debe responsabilizar
por este conocimiento parcial; por tanto, lo que se busca es la discusión en torno a
acuerdos y fijaciones momentáneas, más que procesos de descubrimiento de la realidad
o de concientización.
UNIDAD 4
11-BERGER, T. y LUCKMAN, P. (1994). La sociedad como realidad subjetiva, en La
construcción social de la Realidad. Buenos Aires: Amorrortu.
LA SOCIEDAD COMO REALIDAD SUBJETIVA
INTERNALIZACIÓN DE LA REALIDAD
Berger y Luckman
SOCIALIZACIÓN PRIMARIA
La sociedad se entiende en términos de un continuo proceso dialéctico compuesto de
tres momentos: externalización, objetivación e internalización. Los tres caracterizan
simultáneamente a la sociedad y cada sector de ella, de manera que cualquier análisis que
se ocupe solo de uno o dos de ellos no llena su finalidad. Estar en la sociedad es
participar en su dialéctica.
Sin embargo, el individuo no nace miembro de una sociedad: nace con una
predisposición hacia la socialidad y, luego, llega a ser miembro de una sociedad. En la
vida de todo individuo, por lo tanto, existe verdaderamente una secuencia temporal, en cuyo
curso el individuo es inducido a participar en la dialéctica de la sociedad. El punto de partida
de este proceso lo constituye la internalización: la aprehensión o interpretación
inmediata de un acontecimiento objetivo en cuanto expresa significado, o sea, en
cuanto es una manifestación de los procesos subjetivos de otro que, en consecuencia, se
vuelven subjetivamente significativos para mí.
La internalización, en este sentido general, constituye la base, primero, para la
comprensión de los propios semejantes y, segundo, para la aprehensión del mundo en
cuanto realidad significativa y social. Esta apreciación no resulta de las creaciones
autónomas de significado por individuos aislados, sino que comienza cuando el individuo
"asume" el mundo en el que ya viven otros. En su forma compleja, yo no solo
"comprendo" el mundo en el que él vive, sino que también ese mundo se vuelve mío.
Además, no solo comprendemos nuestras mutuas definiciones de las situaciones
compartidas: también las definimos recíprocamente.
Solamente cuando el individuo ha llegado a este grado de internalización, puede
considerarse miembro de la sociedad. El proceso ontogenético por el cual esto se realiza, se
denomina socialización. La socialización primaria es la primera por la que el individuo
atraviesa en la niñez; por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad. La
socialización secundaria es cualquier proceso posterior que induce al individuo ya
socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad. Se advierte, a primera
vista, que la socialización primaria suele ser la más importante para el individuo, y que
la estructura básica de toda socialización secundaria debe asemejarse a la de la primaria.
Él nace no solo dentro de una estructura social objetiva, sino también dentro de un
mundo social objetivo. Los otros significantes que mediatizan el mundo para él, lo
modifican en el curso de esa mediatización. Seleccionan aspectos del mundo según la
situación que ocupan dentro de la estructura social y también en virtud de sus idiosincrasias
individuales, biográficamente arraigadas. El mundo social aparece "filtrado" para el
individuo mediante esta doble selección.
El niño se identifica con los otros significantes en una variedad de formas emocionales;
pero sean éstas cuales fueren, la internalización se produce solo cuando se produce la
identificación. El niño acepta los "roles" y actitudes de los otros significantes, o sea que los
internaliza y se apropia de ellos. Y, por esta identificación con los otros significantes, el
niño se vuelve capaz de identificarse él mismo, de adquirir una identidad subjetivamente
coherente y plausible. Este no es un proceso mecánico y unilateral: entraña una dialéctica
entre la autoidentificación y la identificación que hacen los otros.
Lo que más importa es el hecho de que el individuo no solo acepta los "roles" y las
actitudes de otros, sino que en el mismo proceso acepta el mundo de ellos. La identidad
se define objetivamente como ubicación en un mundo determinado y puede asumírsela
subjetivamente solo junto con ese mundo. Es decir, todas las identificaciones se realizan
dentro de los horizontes que implican un mundo social específico. Las apropiaciones
subjetivas de la identidad y del mundo social son nada más que aspectos diferentes del
mismo proceso de internalización, mediatizados por los mismos otros significantes.
La socialización primaria crea en la conciencia del niño una ABSTRACCIÓN
PROGRESIVA que va desde los "roles" y actitudes de otros específicos, a los "roles" y
actitudes en general. Esta abstracción de los "roles" y actitudes de otros significantes
concretos se denomina el OTRO GENERALIZADO. Su formación dentro de la conciencia
significa que ahora el individuo se identifica no solo con otros concretos, sino con una
generalidad de otros, o sea, con una sociedad.
La formación, dentro de la conciencia, del otro generalizado señala una fase decisiva en
la socialización. Implica la internalización de la sociedad en cuanto tal y de la realidad
objetiva en ella establecida y, al mismo tiempo, el establecimiento subjetivo de una identidad
coherente y continua. La sociedad, la identidad y la realidad se cristalizan
subjetivamente en el mismo proceso de internalización. Esta cristalización se
corresponde con la internalización del lenguaje.
Se establece una relación simétrica entre la realidad objetiva y la subjetiva. Lo que es
real "por fuera" se corresponde con lo que es real "por dentro". La realidad objetiva puede
"traducirse" fácilmente en realidad subjetiva y viceversa. El lenguaje es el vehículo
principal de este proceso continuo de traducción en ambas direcciones.
Ningún individuo internaliza la totalidad de lo que se objetiva como realidad en su
sociedad, ni aún cuando esa sociedad y su mundo sean relativamente simples. Por otra
parte, siempre existen elementos de la realidad subjetiva que no se han originado en la
socialización. Por ende, la biografía subjetiva no es totalmente social. Es decir, la relación
entre el individuo y el mundo social objetivo es como un acto de equilibrio continuo.
En la socialización primaria no existe ningún problema de identificación, ninguna elección
de otros significantes. La sociedad presenta al candidato a la socialización ante un grupo
predefinido de otros significantes a los que debe aceptar en cuanto tales, sin posibilidad de
optar por otro arreglo y con los cuales se identifica casi automáticamente. Aunque el niño no
sea un simple espectador pasivo en el proceso de su socialización, son los adultos quienes
disponen las reglas del juego. De esta manera, el niño internaliza el mundo de sus otros
significantes como EL mundo, el único que existe y que se puede concebir. Por esta
razón, el mundo internalizado en la socialización primaria se implanta en la conciencia con
mucha más firmeza que los mundos internalizados en socializaciones secundarias.
Los contenidos específicos que se internalizan en la socialización primaria varían, claro
está, de una sociedad a otra. Sin embargo, es, por sobre todo, el lenguaje lo que debe
internalizarse. Con el lenguaje, y por su intermedio, diversos esquemas motivacionales e
interpretativos se internalizan como definidos institucionalmente.
Estos esquemas proporcionan al niño programas institucionalizados para la vida
cotidiana; algunos que le resultan de aplicación inmediata y otros que le anticipan el
comportamiento socialmente definido para etapas biográficas posteriores. Estos programas
establecen la diferencia entre la identidad propia y la de otros. Además, existe
internalización de los rudimentos del aparato legitimador: el niño aprende "por qué" los
programas son lo que son.
La socialización primaria comporta secuencias de aprendizaje socialmente definidas. A la
edad A, el niño debe aprender X y, a la edad B, debe aprender Y, y así sucesivamente. Todo
programa de esa clase entraña cierto reconocimiento social del crecimiento y la
diferenciación biológicos. No obstante, existe más allá de esto, una gran variabilidad
histórico-social en la definición de las etapas del aprendizaje y las implicaciones sociales de
la niñez pueden variar mucho de una sociedad a otra.
El carácter de la socialización primaria también resulta afectado por las exigencias del
acopio de conocimiento que debe transmitirse. Ciertas legitimaciones pueden requerir
un grado más alto de complejidad lingüística que otras para ser comprendidas.
La socialización primaria finaliza cuando el otro generalizado se establece en la
conciencia del individuo. Pasa a ser miembro efectivo de la sociedad y está en posesión
subjetiva de un yo y un mundo. Pero esta internalización de la sociedad, la identidad y la
realidad no se resuelven así como así. La socialización nunca es total y nunca termina.
SOCIALIZACIÓN SECUNDARIA
La socialización secundaria es la internalización de "submundos" institucionales o
basados sobre instituciones. Su alcance y su carácter se determinan, pues, por la
complejidad de la división del trabajo y la distribución social concomitante del conocimiento
especializado. Podemos decir que es la adquisición del conocimiento específico de
"roles", que están directa o indirectamente arraigados en la división social del trabajo.
Requiere la adquisición de vocabularios específicos de "roles", lo que significa la
internalización de campos semánticos que estructuran interpretaciones y comportamientos
de rutina dentro de un área institucional. Al mismo tiempo, se adquieren "comprensiones
tácitas", evaluaciones y coloraciones afectivas de estos campos semánticos.
Los "submundos" internalizados en la socialización secundaria son, generalmente,
realidades parciales que contrastan con el "mundo de base" adquirido en la
socialización primaria. Sin embargo, también ellos constituyen realidades más o menos
coherentes, caracterizadas por componentes normativos y afectivos a la vez que
cognoscitivos. Además, los submundos también requieren, por lo menos, los rudimentos de
un aparato legitimador acompañados con frecuencia por símbolos rituales o materiales;
puede existir una variedad de ceremonias y objetos físicos representativos.
El carácter de una socialización secundaria depende del status del cuerpo de
conocimiento de que se trate, dentro del universo simbólico en conjunto. Así pues, existe
una gran variabilidad histórico-social en las representaciones que comporta la socialización
secundaria. Sin embargo, en la mayoría de las sociedades, la transición de la primaria a la
secundaria va acompañada de ciertos rituales.
Los procesos formales de la socialización secundaria se determinan por su problema
fundamental: siempre presupone un proceso previo de socialización primaria, es decir,
que debe tratar con un yo formado con anterioridad y con un mundo ya internalizado. Esto
presenta un problema porque la realidad ya internalizada tiende a persistir. Existe, pues, un
problema de coherencia entre las internalizaciones originales y las nuevas, problema que
puede resultar más o menos arduo de resolver en los diferentes casos. Establecer y
mantener la coherencia en la socialización secundaria presupone ciertos procedimientos
conceptuales para integrar los diferentes cuerpos de conocimiento.
Algunas de las crisis que se producen después de la socialización primaria se deben
realmente al reconocimiento de que el mundo de los propios padres no es el único mundo
que existe, sino que tiene una ubicación social muy específica, quizás hasta con una
connotación peyorativa.
En la socialización secundaria, las limitaciones biológicas se vuelven cada vez menos
importantes en las secuencias del aprendizaje, el cual ahora llega a establecerse en
términos de propiedades intrínsecas del conocimiento que ha de adquirirse, o sea, en
términos de la estructura fundacional de ese conocimiento. Las secuencias del aprendizaje
pueden también manejarse según los intereses creados por quienes administran el cuerpo
de conocimiento.
Mientras que la socialización primaria no puede efectuarse sin una identificación con
carga emocional del niño con sus otros significantes, la mayor parte de la socialización
secundaria puede prescindir de esta clase de identificación y proceder efectivamente
con la sola dosis de identificación mutua que interviene en cualquier comunicación
entre los seres humanos. Además, los roles de la socialización secundaria comportan un
alto grado de anonimato, vale decir, se separan fácilmente de los individuos que los
desempeñan. Cualquier funcionario de su tipo podría enseñar ese tipo de
conocimiento. Los funcionarios individuales pueden, por supuesto, diferenciarse
subjetivamente de diversas maneras, pero, en principio, son intercambiables.
Su consecuencia más importante consiste en atribuir al contenido de lo que se aprende
en la socialización secundaria una inevitabilidad subjetiva mucho menor que la que poseen
los contenidos de la socialización primaria. Por lo tanto, el acento de realidad del
conocimiento internalizado en la socialización secundaria se descarta más fácilmente.
Resulta relativamente fácil dejar a un lado la realidad de las internalizaciones secundarias.
Esto posibilita separar una parte del yo y su realidad concomitante como algo que atañe
solo a la situación específica del "rol" de que se trata. El individuo establece una distancia
entre su yo total y su realidad, por una parte, y el yo parcial específico del rol y su
realidad por la otra.
El acento de realidad del conocimiento internalizado en la socialización primaria se da
casi automáticamente; en la socialización secundaria debe ser reforzado por técnicas
pedagógicas específicas, debe hacérselo sentir al individuo como algo "familiar". Esta
palabra resulta sugerente porque la realidad original de la niñez es el "hogar" y se plantea
por sí sola en cuanto tal, inevitablemente y, por así decir, "naturalmente". En comparación
con ella, todas las realidades posteriores son "artificiales". Cuanto más logren estas
técnicas volver subjetivamente aceptable la continuidad entre los elementos originarios del
conocimiento y los elementos nuevos, más prontamente adquieren el acento de realidad.
Aquellos hechos de los cuales los procesos de la socialización secundaria no presuponen
un alto grado de identificación, y cuyos contenidos no poseen la cualidad de inevitable,
pueden resultar de utilidad pragmática, porque permiten aprender secuencias
racional y emocionalmente controladas. Pero, como los contenidos de este tipo de
internacionalización poseen una realidad subjetiva frágil y no confiable, se hace necesario,
en algunos casos, elaborar técnicas especiales para producir la identificación y la
inevitabilidad requeridas. La necesidad de dichas técnicas puede considerarse intrínseca
en términos del aprendizaje y de la aplicación del contenido de la internalización, o tal vez
se presente a causa de los intereses creados de quienes administran el proceso de
socialización de que se trate. Una circunstancia importante que puede plantear una
necesidad de dicha intensificación es la COMPETENCIA entre los encargados de definir la
realidad en diversas instituciones.
La distribución institucionalizada de tareas entre la socialización primaria y la secundaria
varía de acuerdo con la complejidad de la distribución social del conocimiento. En los casos
de gran complejidad, tendrán que crearse organismos especializados en socialización
secundaria, con un plantel exclusivo y especialmente adiestrado para las tareas educativas
de que se trate. Existen, por lo tanto, sistemas sumamente diferenciados de
socialización secundaria en las instituciones complejas, en ocasiones ajustados muy
sensiblemente a los requerimientos diferenciales de las diversas categorías de elencos
institucionales.
12-PAULÍN. H. (2014). Socialización, subjetivación y sociabilidad. Tres categorías claves
para el estudio de la subjetividad en Psicología Social. Ficha. Cátedra de Psicología Social,
Facultad de Psicología . UNC
SOCIALIZACIÓN, SOCIABILIDAD Y SUBJETIVACIÓN. TRES
CATEGORÍAS CLAVES PARA EL ESTUDIO DE LA SUBJETIVIDAD EN
PS
Horacio Paulín
LA SOCIALIZACIÓN
Habitualmente el concepto de socialización ha sido central para explicar la integración
social y las relaciones entre las instituciones y los sujetos. Un primer tratamiento teórico del
tema se ha realizado desde una tradición sociológica clásica que ha hecho prevalecer la
idea de socialización como proceso de inducción social que supondría como resultado cierta
equivalencia entre las normas sociales y las conductas de los individuos.
Estas teorías funcionalistas y culturistas conciben a la socialización como un proceso de
integración social a partir de la internalización de un individuo de valores, normas,
creencias y corporalidades mediante un condicionamiento inconsciente y desde el
supuesto de una unidad del mundo social carente de diversidad cultural. Como
modelo de esta visión, la teoría de la socialización de Talcott Parsons postula que la
sociedad puede ser pensada como un sistema funcional compuesta por tres subsistemas: el
social, el cultural y el de la personalidad. La socialización consiste, entonces, en un
proceso de construcción de conformidad inducido por vía de la motivación al actor a que
cumpla las expectativas y prescripciones de rol orientadas culturalmente, expresadas en las
interacciones sociales cada vez más diferenciadas en el mundo moderno.
En cambio, las teorías de socialización de George Mead (1934) y los desarrollos
posteriores de Berger y Luckman (1966), se ubican entre las teorías que van a rechazar el
supuesto de la unidad social y la homogeneidad cultural en las sociedades
contemporáneas. Mead construye una teoría de la socialización cuyo logro central es la
identidad personal y social del individuo. En su obra clásica, coloca el proceso de
comunicación como conjunto de acciones significativas intencionales de los individuos en
las que los otros significativos señalan, mediante sus operaciones de valor, expectativas y
actitudes, las premisas culturales transmitidas a las nuevas generaciones.
Pero, además, ese proceso se completa con la internalización de dichos valores,
expectativas y actitudes por parte del individuo socializado, a modo de una
aprehensión significativa, es decir, principalmente mediante la función simbólica del
lenguaje. En la interacción comunicativa de la socialización, se va constituyendo en el niño
un sí mismo (self) primero como objeto de significación de los otros (mí) para luego abrir
paso a intereses y aspiraciones propias (yo). Se conforma como individuo con una identidad
personal que, al participar como miembro de su grupo social, contribuye a la construcción de
la sociedad porque se siente perteneciente y se afirma en ella.
En la concepción de Mead, hay margen cada vez mayor para la toma de decisiones del
"yo" en tensión con los imperativos sociales. Por su parte, desde que Berger y Luckman
desdoblan el proceso de socialización en dos momentos, se le entiende como un proceso
abierto y múltiple de constitución de la subjetividad que va más allá de los enrolamientos
tradicionales. Se le otorga temporalidad histórica y contexto cultural a un modelo de
socialización hasta entonces definido atemporalmente.
Berger y Luckman siguen a Mead para formular su planteo en torno a la socialización
como el proceso de inducción amplia y coherente del individuo en el mundo objetivo. La
socialización primaria se realiza en circunstancias de carga afectiva con sus figuras
parentales, lo que se constituirá en motor de la identificación del niño con sus otros
significantes. Ésta culmina luego de la constitución del otro generalizado medeano: una
abstracción de roles y actitudes correspondientes a los otros significantes que forman parte
del grupo de sus referentes sociocomunitarios. Este logro conlleva el aprendizaje de
pautas culturales, roles sociales y la comprensión del mundo desde el punto de ellos.
Las socializaciones secundarias implican la internalización de submundos
institucionales en los que su alcance y su carácter se determinan, pues, por la complejidad
de la división del trabajo y la distribución social concomitante del conocimiento. Esta tarea
implica la adquisición de conocimientos específicos, de cada vez mayor número de roles, en
contextos sociales cada vez más diferenciados y dotados de diversidad cultural, en donde
las experiencias personales toman distancia de los roles prescritos institucionalmente.
Por ello, plantean que los devenires de la socialización dependen del grado de
articulación o ruptura entre los mundos de la socialización primaria y secundaria, lo cual
impacta en la construcción de identidad personal y social de los individuos.
En el análisis de las socializaciones secundarias será importante reconocer aquellos
conflictos que se producen entre el conjunto de experiencias sociales, mandatos
institucionales e imperativos familiares a los que los sujetos deben responder, preservando
en mayor o menor medida sus identidades, expectativas y aspiraciones.
En convergencia con estos desarrollos, hemos definido la socialización desde una
perspectiva psicosocial como un interjuego entre la inducción/imposición y la
apropiación/recreación considerando tres supuestos:
1. El papel constructivo y protagónico del sujeto en su actividad cognitiva y emocional
en la construcción, reconstrucción y resignificación normativa.
2. El papel de los procesos interactivos e intersubjetivos en procesos de relaciones
sociales con niveles simétricos y asimétricos (pares y adultos).
3. La idea de diversidad de intereses e identidades en el proceso de socialización que
ponen en escenario al conflicto como horizonte esperable.
Más allá de la socialización: sociabilidades y subjetivación
A partir de las relecturas de Mead y Berger y Luckman, distintos autores contemporáneos
enfatizan el papel de la EXPERIENCIA como espacio de separación entre la socialización y
los modos de individualizarse de los sujetos, ya no como personalidades o personajes
sociales, sino como instancias de subjetivación y de individuación.
Socialización, familia y escuela
En este contexto de discusiones sobre la socialización, se expresan distintas lecturas del
papel de la escuela y la familia como agencias socializadoras. Dubet y Martucceli proponen
la noción de EXPERIENCIA ESCOLAR como eje de sus indagaciones, en una extensión de
la hipótesis de experiencia social, como conjunto de tres lógicas de acción:
● La internalización de normas o roles como socialización.
● El desarrollo de una subjetividad personal en forma de gustos y de intereses, que
conducen a los individuos a establecer una distancia con su socialización como
subjetivación.
● La actuación instrumental, cifrada por un cálculo de utilidad de inversión en las
tareas escolares con vista a proyectos futuros, considerando sus recursos y
recorridos escolar previo como estrategia.
Postulan una primacía distinta de cada una de estas lógicas en el transcurso de la
escolaridad. Mientras que en los primeros años de la escuela primaria la lógica
predominante es la socialización, en la enseñanza secundaria se daría la emergencia de
conflictos de otro orden al comenzar a desplegar, los sujetos jóvenes, su subjetividad entre
sí y con los adultos. Al final de la escuela, los jóvenes se ubicarían más como estrategas
actuando instrumentalmente por la obtención de sus titulaciones. También postulan que hay
más condiciones para una diversidad de las esferas de justicia. El adolescente percibe
las contradicciones adultas en el ejercicio de la disciplina y la evaluación escolar, a
diferencia de cuando era niño.
En el caso de la institución familiar, podemos hoy distinguir el pasaje de formas históricas
de las familias, como la tradicional, la nuclear y las actuales. La familia llamada
TRADICIONAL se concibe como una alianza entre familias que asegura las herencias
económicas y la firme regulación de los sujetos a través de una diferenciación de los roles
sexuales y las generaciones. Los hijos y las mujeres eran considerados bienes a disposición
de los hombres y solo bajo ciertas condiciones podían tener derechos.
Por otra parte, la familia llamada NUCLEAR, caracterizada por la presencia de un
matrimonio heterosexual monogámico y sus hijos en un espacio doméstico de convivencia,
en la que coinciden "privadamente" la práctica sexual y la procreación, vino a constituirse en
el modelo ideal de la familia en la historia occidental de los últimos dos siglos. En el modelo
de la socialización clásica está implícito este modelo naturalizado de familia, que se ha
construido como "normal" y como referencia para determinar las desviaciones, patologías y
disfuncionalidades familiares, las cuales "explican" por qué no se cumple correctamente la
función de integración social en ciertas situaciones construidas como problemáticas.
Para Dubet y Martucceli (2000), la multiplicidad de formas de familia -ACTUALES- se
complementa con los diferentes cursos de experiencia que los sujetos recorren y revela la
menor capacidad de regulación y homogeneización social que la institución tiene sobre las
cuestiones de la sexualidad, la procreación y la convivencia.
Los distintos enfoques que venimos planteando, la concepción psicopatológica de Mead
sobre el self, la sociología fenomenológica de Berger y Luckman y la sociología de la
experiencia de Dubet y Martucceli contribuyen a construir un enfoque psicosocial de la
socialización que admite el conflicto entre subjetividades e instituciones y la acción
de los sujetos como agentes dotados de reflexibilidad en sus prácticas cotidianas.
La posibilidad de pensar la socialización, entonces, no solo como modelado meramente
inductivo de normas sociales permite ingresar al nivel intersubjetivo reconsiderando el papel
que tienen las relaciones sociales y vínculos afectivos que se dan con cierta elasticidad con
respecto a la influencia en la construcción de la experiencia de los sujetos.
LA SUBJETIVACIÓN
Para Dubet y Martucceli, la subjetivación comprende una posibilidad de trabajo activo del
individuo sobre las prescripciones de rol que lo inducen a comportarse de determinada
manera en los distintos momentos de su vida. Enfatizan en el papel que las interacciones
significativas juegan en el proceso de socialización y de la subjetivación como operación
activa de una distancia entre ideales e imperativos sociales y la construcción de su
autonomía. La subjetivación implica un abanico de procesos, aspectos y modos de
comprender la construcción de subjetividad que son subrayados de distintas formas por
diferentes autores y recorridos disciplinarios en ciencias sociales.
● La internalización de normas y valores: enfatizan en el papel constructivo y
protagónico del individuo. Aquí, los sujetos no siguen mecánicamente reglas y
pautas sociales, sino que las interpretan para situarse en forma activa frente a las
relaciones con el mundo social.
● La reflexión sobre las expectativas y actitudes sociales de los "otros
generalizados". La capacidad de reflexionar es logro de un proceso de constitución
subjetiva en la teoría psicosociológica del self. Capacidad de iniciativa del yo frente a
las distintas demandas.
● La agencia con capacidad de actuar del yo que implica poder, es decir, ser
autores de alguna dirección del curso de su actividad social con cierta capacidad de
maniobra.
● La construcción identitaria como trabajo narrativo sobre sí mismo. Jerome
Bruner aduce que los sujetos participan en la vida social construyendo
narrativamente su identidad (como autores).
● La apropiación de la cultura. Alude, por un lado, al sentido de naturaleza activa
transformadora del sujeto y, a la vez, del carácter coactivo, pero también
instrumental de la herencia cultural.
● La emancipación de las orientaciones e imposiciones de valor y la emergencia
de pautas, reglas y moralidades propias y alternativas a las dominantes.
● La resistencia como resto y exceso frente a la sujeción. Aquí también podemos
incluir el análisis de Foucault sobre la sugestión al indicar el significado diferente que
le otorga dicho proceso según sea considerado en términos de positividad y
negatividad con respecto a la sujeción o emancipación de los sujetos.
En la subjetivación, entendida como un término positivo, lo importante es ser sujeto; en
la subjetivación, como proceso negativo, ser sujeto es estar sujeto a, o sea, dominado.
En su relectura de Foucault, Ana Fernández establece que la producción de subjetividad
es tributaria de diferentes modos históricos de subjetivación que contribuyen al
"policiamiento de una sociedad" (dispositivo disciplinario). Sin embargo, los modos de
subjetivación como actividad sobre sí mismo no se someten solo a una lógica de
sujeción, sino que también hay múltiples formas de resistencia.
LA SOCIABILIDAD
La sociabilidad tiene diversos sentidos y su origen se remonta a los desarrollos de
George Simmel. Este autor se refiere a las formas lúdicas de la asociación, es decir, las
relaciones entre sujetos, miradas como modos de ser y estar con otros, analizando los
múltiples efectos de dar y recibir, suponiendo un abanico de relaciones estables y/o
fugaces, más allá de formas de regulación social como el Estado y las instituciones.
El concepto de sociabilidad desarrollado por Maffesoli -quien recupera a Simmel- destaca
un revivir de la comunidad, un actuar juntos guiados más por la emoción que por la razón, el
predominio de un paradigma estético en la sensibilidad colectiva y la importancia de
elementos lúdicos y dionisíacos en el vibrar juntos de un neo-tribalismo. Es un marco
orientador propio de experiencias compartidas por la multiplicidad de redes formadas
por pequeños grupos. Maffesoli considera la sociabilidad como el motor de la vida social,
ya que expresa el juego de la diferencia y el dinamismo social existentes en la sociedad.
Para Martucceli, la sociabilidad incluye un sistema de reglas para construir una relación
con otros, pero se encuentra resquebrajada por diferentes grietas. Para este autor, el
análisis actual de la sociabilidad pasa por comprender las formas de construcción del
RESPETO que dan confirmación social al individuo en sus distintas formas de relacionarse
en la convivencia cotidiana con otros cercanos y lejanos
Juventudes y sociabilidades
Distintos enfoques de investigación vienen señalando la importancia del estudio de la
sociabilidad juvenil para comprender las relaciones entre los jóvenes y las instituciones de la
modernidad. Los estudios de juventud han dejado de mirar al joven desde los imperativos de
integración social como estudiante, como futuro profesional o como militante social, para
migrar la mirada hacia la subjetividades juveniles, en referencia a los nuevos modos de
estar juntos y la importancia de la sociabilidad juvenil.
De esta forma, la sociabilidad puede pensarse como procesos múltiples, a partir de
relaciones, intercambios y significaciones sobre el estar juntos y convivir donde los sujetos
son activos en dichos procesos de participación social construyendo la sociedad no solo a
partir del desempeño de roles en las instituciones.
Como plantea Weiss, se puede destacar el papel de la EXPERIENCIA de la sociabilidad
juvenil en la escuela como un espacio de búsqueda, a veces de encuentro con otros
significativos, y en los que se construyen regulaciones y reflexividad sobre sus
preocupaciones, además del aprendizaje de conocimiento, roles y del establecimiento de
estrategias escolares. La sociabilidad juvenil, es decir, la participación en los grupos que
conforman el proceso identitario y las formas de apropiarse de un espacio social, es muchas
veces obstaculizada y negada por el orden escolar.
Las sociabilidades permiten construir identidad social, entendida como algo
complejo y contradictorio porque el actor se construye en varios niveles de la práctica, de los
cuales cada uno tiene su propia lógica y remite a tipos específicos de relaciones sociales. A
su vez, en éstas, las prácticas de sociabilidad de los jóvenes pueden entrar en tensiones
múltiples con la socialización escolar, familiar y comunitaria.
Jóvenes como sujetos de la sociabilidad implica mirar los circuitos de recorrida, las
relaciones de amor y de amistad que construyen, entre otros, y que buscan a firmar un yo y
un nosotros distintivos frente a un mundo adulto. Dubet y Martucceli señalan agudamente
cómo el amor y la amistad van a constituirse en relaciones de sociabilidad claves en la
subjetividad de adolescente. En la amistad, a partir del pasaje de ciertas pruebas: la
construcción de la confianza y la confidencia que establece un carácter conflictivo en las
relaciones de aceptación y crítica del otro como amigo. En el amor, también las pruebas se
juegan en la emocionalidad de querer ser amado y reconocido versus el temor al abandono
o a la indiferencia. En ese sentido, el logro de la confianza en las relaciones juveniles es
señalado por varios investigadores locales como un indicador importante de la calidad.
Las prácticas de sociabilidad juvenil incluyen esquemas de acción y de valoración que
provienen de ciertas esferas sociales que, en principio, estructuran dicha participación
(socialización) pero, a la vez, los sujetos pueden desempeñarse con cierta capacidad de
decisión y reflexión sobre los dilemas y conflictos vitales de sus experiencias. Es decir,
sujetos que al ser agentes construyen también su identidad y se subjetivan.
SÍNTESIS
SOCIALIZACIÓN: es el proceso de integración de las nuevas generaciones a la
sociedad, no exento de contradicciones y conflictos entre distintas versiones de "sociedad"
que se tratan de inducir. Implica un conjunto de prácticas de transmisión de valores, saberes
y pautas de interacción, que ofrecen certeza y que son apropiadas en forma significativa por
los sujetos, a la vez que les procura ciertos soportes identitarios que serán puestos en
cuestión en el transcurso de sus biografías. Como proceso social, no tiene un momento de
cierre determinado en la constitución de la subjetividad y está atravesado por condiciones
socioestructurales específicas en cada momento histórico.
SOCIABILIDAD: es el conjunto de prácticas y vínculos asociativos que incluyen la
reunión entre sujetos que se visualizan como "pares", en torno al disfrute compartido y los
afectos, la participación informal en redes de ayuda y solidaridad que se activan en
situaciones críticas y se constituyen en formas de convivir cotidianas atravesadas y en
tensión con las lógicas de las instituciones más formalizadas. Participa, junto con la
socialización, en la construcción social de identidades personales y sociales.
SUBJETIVACIÓN: ya sea por el énfasis puesto en los procesos activos del conocimiento
y aprehensión de la realidad, la capacidad de reflexión de las expectativas y orientaciones
normativas que permitan al actor tomar distancia al rol y construir sus estilos de actuación,
la posibilidad de apropiación y agencia como capacidades humanas de emplear recursos
simbólicos de la cultura para construir su identidad y las iniciativas de emancipación y logro
de autonomía personal y colectiva, la noción de subjetivación conserva un hilo en común: un
devenir subjetivo que aloja una capacidad de autonomía relativa, en una práctica social y
cultural activa, entramada en la intersubjetividad, que proyecta a los sujetos en el futuro de
sus horizontes de vida.
UNIDAD 5
13- CRISTIANO, J. (2009) La teoría de la sociedad de Castoriadis. Una visión de conjunto
en Autor, Lo social como institución imaginaria. Villa María: EDUVIM
LA TEORÍA DE LA SOCIEDAD DE CASTORIADIS: VISIÓN DE
CONJUNTO
Javier Cristiano
Hablar de la "teoría social de Castoriadis" es hablar de una construcción, algo que no
está explícito como tal en sus textos. Voy a presentar y desarrollar una serie de afirmaciones
que responden, grosso modo, a las preguntas qué es una sociedad y cómo funciona.
Las afirmaciones son (de más a menos abstracción):
1. Lo social es un cosmos que se erige sobre un caos
2. Lo social es cosmos de sentido
3. "Sentido" en tanto significaciones sociales imaginarias
4. Significaciones imaginarias que tiene dos formas de existencia: como realidad
instituida
5. Y como realidad instituyente
6. Lo social incluye también a la psique
7. Lo social incluye también a la Praxis.
1- Decir que lo social es un cosmos sobre caos quiere decir que no hay nada que
fundamente lo social por fuera o más allá de lo social mismo. Y quiere decir, también, que lo
social es una construcción siempre precaria por cuánto descansa sobre el abismo y la nada.
Esto implica desechar de entrada toda una serie de teorías que comparten el gesto de
remitir la "explicación" de lo social a lo que está fuera de sí mismo.
Ahora bien, por lo menos desde Durkheim sabemos que lo social se explica por lo social
o lo social es autorreferencial. Pero la idea de cosmos/caos implica algo más: que cada
sociedad histórica es un cosmos y no ya "lo social" en general, es decir, cada una
crea un mundo propio inconmensurable con el mundo propio que crean otras
sociedades. Puesto que no hay "afuera" de lo social, toda "comunicación" temporal y
espacial con otras sociedades tiene frente a sí una barrera y un límite.
2- El propio Castoriadis habla de la acción humana como un esfuerzo por "crear sentido
al borde mismo del abismo". "Sentido" en dos de sus múltiples acepciones: cómo
significado ordenador y como impulso y valor. El cosmo social ordena el mundo, le da
un sentido. Pero, además, da sentido en la segunda acepción, sentido para la vida y para
la muerte de los seres humanos. El cosmos de la sociedad en la que nacemos nos ofrece
sentido, a veces un único sentido, a veces varios; a veces sentidos categóricos e
indiscutibles, a veces sentidos débiles y abiertos a la duda.
Un corolario importante de esta segunda tesis es que la frontera social, lo que nos
permite hablar de "esta" sociedad y no de otra, es una frontera de sentido. Con lo que
rompemos la asociación de "lo social" con lo territorial o lo político (Estado). Otra cuestión es
la dificultad empírica de establecer esa frontera de sentido. Castoriadis suele no detenerse
en este tipo de problemática empírica.
3- Dos de las tres palabras que forman esta expresión no requieren mucha elucidación:
son "significaciones" porque son sentido y son "sociales" porque existe en y por lo
social. Por otro lado, el sentido en que Castoriadis usa la palabra "imaginarias" es el
siguiente: lo imaginario es la capacidad de creación que permite ordenar y de algún
modo dar existencia a lo real; es aquello que no puede derivarse ni de lo real ni de lo
racional. Es decir, aquello que no surge de nada que podamos "ver" o percibir con los
sentidos, con nada que podamos argumentar o razonar.
Castoriadis también dice que las significaciones imaginarias sociales son "más reales
que la realidad misma". Son lisa y llanamente, las que construyen la realidad tal y como
resulta accesible a los individuos de cada sociedad histórica. Las "cosas", incluidas las
"materiales", nunca existen para la percepción como tales y solo en tanto tales. Las
significaciones imaginarias sociales "no denotan propiamente nada y connotan
prácticamente todo".
Por último, cuando hablamos de significaciones imaginarias sociales no hablamos, en la
inmensa mayoría de los casos, de algo que "sabemos" en el sentido de una conciencia
lúcida. Aunque ese saber sea posible, y sea crucial para la autonomía individual y social, lo
habitual es que las significaciones imaginarias habiten el trasfondo de la creencias
conscientes, sean el marco y la trama que sostiene esas creencias por detrás y sostiene por
debajo también a las acciones humanas.
4- Instituido: esas significaciones imaginarias sociales tiene una existencia fijada
en instituciones, cristalizada, relativamente quieta y estable. "Relativamente" por el
carácter inestable del cosmos social, pero también por el carácter dinámico de la vida social
e institucional. Quiero destacar una distinción que hace Castoriadis. Las significaciones
centrales son aquellas que conforman el núcleo de identidad de la sociedad en cuestión.
Todo cosmos socialmente creado descansa en unas articulaciones de sentidos últimas, más
sustantivas que las demás, en el sentido de que están en la base de la otras y presupuestas
por las otras. A partir de esas significaciones centrales, se pueden comprender las
"significaciones segundas", ya que estás tienen su base en las primeras.
5- Instituyente: aquello que crea las significaciones imaginarias; aquello que crea
el cosmos social. Lo que crea las significaciones es la fuerza creadora de lo social. ¿Qué
es? El colectivo anónimo: allí donde existe un grupo humano, allí donde una pluralidad de
seres humanos "se reúnen", tiene lugar una suerte de energía colectiva que crea
significaciones, sentidos y formas sociales. De modo que las significaciones imaginarias no
son nunca imputables a seres humanos individuales, sino siempre producto de un
colectivo anónimo, que es el único capaz de crearlas.
Castoriadis no habla de simple "emergencia", de algo que surge como novedad de la
combinación de elementos, sino de "creación". Es decir, lo social es un tipo de ser, una
región ontológica específica, irreducible a cualquier otra región y definible en lo
esencial por su capacidad CREADORA. Por último, Castoriadis concibe a lo social como
institución -como instituido e Instituyente- de significaciones sociales que son creación
imaginaria, es decir, no derivables de lo "real" ni de lo "racional".
6- La psique de Castoriadis es, grosso modo, la de Freud, enriquecida por las décadas
de reflexión, discusión e investigación que median entre Freud y Castoriadis. Pero, ¿cómo
entra la psique en el esquema de su teoría social? En lo esencial como (1) realidad
ontológica irreducible a la realidad ontológica del colectivo anónimo; (2) como materia prima
sobre la que se apoya la institución y más significaciones; (3) cómo sustrato nunca
totalmente domeñado por la institución y, por lo tanto, cómo fuerza de potencial
resquebrajamiento de la institución social.
● Realidad ontológica irreducible a la realidad ontológica del colectivo anónimo:
la psique es un tipo de ser que no se reduce ni a la vida biológica ni a las
instituciones sociales, aunque esté estrechamente tramada con ellas y aunque en
muchos sentidos dependa de ellas para existir. No hay psique sin cuerpo biológico,
ni psique sin un entorno social que le proporcione sus recursos.
● Así como la psique requiere de lo social, lo social requiere de la psique. El lugar
de anclaje de las significaciones imaginarias, su fuente de dinamización y su medio
de existencia es la psique de los seres humanos complejos. La psique es una suerte
de materia prima inicial de la institución social, que, como tal, desafía, en el sentido
de que, siendo sociable, "cargarle" con contenidos socialmente constituidos,
conserva siempre un elemento propio, revulsivo a lo social instituido, que está
anclado en el subconsciente.
● La imagen que podemos hacernos es la de un sustrato de lo social, del que lo
social depende y desde el que lo social se ve amenazado; una suerte de fluido
que lo social contiene y forma pero que en un punto escapa siempre a su cauce.
Ahora bien, si la psique es una suerte de sustrato de lo social, ¿por qué formaría
parte de "lo social" y de una teoría de lo social? Primero: los seres humanos como
tales, una vez socializados, son también parte de la institución social. En palabras de
Castoriadis: "los seres humanos son fragmentos ambulantes de la institución social".
Son parte de lo instituido, producto directo de las significaciones imaginarias fijadas
por el cosmos social de una época, y en este sentido, la psique y los seres humanos
singulares no están "determinados desde afuera" por las instituciones: son ellos
mismos instituciones. Además, la psique tiene la capacidad de convertirse en lo
que Castoriadis llama "subjetividad reflexiva y deliberante". Es decir, la capacidad de
tomar conciencia de sí misma, tomar conciencia de su relación con la institución
social, alterar su propia realidad y producir realidad en forma más o menos
deliberada y consciente (no ocurre siempre).
7- En palabras simples, podemos vincular a la acción política, en el amplio sentido de
prácticas sociales individuales y colectivas, orientadas deliberadamente a modificar las
instituciones. La presencia de este fenómeno depende de condiciones también
institucionales. La principal para el autor es la existencia de una significación imaginaria
específica, surgida en concretas sociedades históricas, que es la significación de la
"autonomía". La "idea" de que podemos cuestionar el orden establecido, y de que el orden
institucional es producto de un nosotros que puede reflexionar, deliberar y reordenar lo
establecido, es una significación, un arbitrario social que corresponde a un cosmos
particular. Sobre el proyecto de "autonomía" descansa el sentido en que la teoría social
puede ser teoría crítica.
Significado global: lo social encierra cuatro fuerzas, cuatro motores que hacen a su
historicidad: lo instituido como realidad social dada; lo instituyente como fuerza creadora del
colectivo anónimo; la psique en su doble faz de medio de existencia y fuerza desafiante de
lo instituido; y la praxis en tanto acción social deliberadamente orientada al cambio.
Ninguna de ellas está aislada de las otras; todas operan en consonancia y en
complejas relaciones mutuas. (Ver imagen, pág 35.)
14-FERNÁNDEZ, A. & DE BRASSI, J.C. (1993). De lo imaginario social a lo imaginario
grupal.En Tiempo histórico y campo grupal. Masas, grupos e instituciones. Nueva visión.
69-91
DE LO IMAGINARIO SOCIAL A LO IMAGINARIO GRUPAL
Ana María Fernández
INTRODUCCIÓN
La unidad de una sociedad, en el plano de la subjetividad colectiva, se mantiene a través
de la consolidación y reproducción de sus producciones de sentido. Imaginario social:
sentidos organizadores (mitos) que sustentan la institución de normas, valores y lenguaje,
por los cuales una sociedad puede ser visualizada como una totalidad. De conformidad con
sus formas, la institución de la sociedad produce individuos, quienes, a su vez, están en
condiciones de reproducir dicha sociedad. En tal sentido, la institución de una sociedad
está hecha de múltiples instituciones particulares, qué hacen que una sociedad -aún
en crisis- sea esa misma sociedad.
Si esta dimensión de lo Imaginario Social es lo que mantiene unida a una sociedad,
queda abierta la cuestión histórica por excelencia: la génesis de sentido, es decir la
producción de nuevos sistemas de significación. Se alude aquí a los procesos de
transformación -en el plano de la subjetividad- de una sociedad.
Esta doble dimensión de lo Imaginario Social, su capacidad de conservar lo instituido,
pero también su potencialidad instituyente de transformación, da cuenta por un lado de la
complejidad de análisis necesaria para la elucidación de esas cuestiones, por otra
parte sitúa la dimensión de la producción de significaciones colectivas, y por ende la
construcción de subjetividad, como una temática inseparable del problema de poder.
PODER E IMAGINARIO SOCIAL
Ubicar la naturaleza social de poder supone interrogar sobre la inscripción de sus
dispositivos no solo en la organización de una sociedad y sus instituciones, sino también
su inscripción en la subjetividad de hombres y mujeres. Si el poder, según Spinoza, es la
capacidad de afectar en mayor grado que se es afectado y puede pensarse tanto para
situaciones de macro como de micropoderes, pensar el poder como dispositivo permite
articular cuestiones generales de su ejercicio con análisis más particularizados o más
puntuales sin perder de vista sus ramificaciones en el conjunto del universo social.
Es decir, la incorporación de una mirada micro del poder permite abrir visibilidad a
estrategias específicas, pero también exige el análisis de las conjunciones, de las
articulaciones, de las complicidades y mediaciones, entre macro y micropoderes.
Si los actos de fuerza producen poder, a partir de allí el discurso del orden y el
imaginario social consolidan las condiciones reproductivas del poder producido; es decir
garantizan la continuidad del poder conquistado o instituido. Discurso del orden e
imaginario social, transforman la fuerza en verdadero poder en tanto cohesionan las
tensiones sociales y aseguran la presencia del poder aún cuando la fuerza ya esté ausente.
Hablar del dispositivo del poder es, entonces, poner de manifiesto estos tres elementos
básicos que hacen que el poder funcione: la fuerza o violencia; el discurso del orden y el
imaginario social. Están articuladas entre sí agrupadas, e interceptadas dentro del
dispositivo en forma variable.
El discurso del orden es un espacio de racionalidad. Pertenece al ámbito del
conocimiento, de la teoría y las representaciones racionales. Es el lugar de emisión de los
enunciados normativos y de las reglas de justificación. Los dispositivos de poder exigen
también prácticas extra discursivas: necesita de soportes mitológicos, emblemas, rituales
que hablen a las pasiones y, en consecuencia, disciplina en los cuerpos. Este universo de
significaciones (Imaginarios Social) hace que el poder marche haciendo que los miembros
de una sociedad enlacen y adecuen sus deseos al poder. El imaginario social interpela las
emociones, voluntades, sentimientos; sus rituales promueven las formas que adquirirán los
comportamientos de agresión, de temor, de amor, de seducción que son las formas en que
el deseo se anuda al poder. Suministra esquemas repetitivos, crea marcos de
preceptos y pone en conexión regularidades de los comportamientos con los fines y
metas del poder; la función del Imaginario Social es fundir y cincelar las llaves de los
cuerpos para el acceso a la ley y la continuidad y reproducción del poder.
INSTITUIDO-INSTITUYENTE
Puede inferirse que las connotaciones del imaginario social pertenecerían a la
significaciones imaginarias que consolidan lo instituido y, en tanto tal, anudan los deseos al
poder; en esta dimensión los universos de significaciones imaginarias sociales operan como
organizadores de sentido de los actos humanos estableciendo las líneas de
demarcación de lo lícito y de lo ilícito, de lo permitido y lo prohibido, etcétera.
Pero entonces queda abierta la cuestión histórica por excelencia: la producción de
nuevos sistemas de significación. ¿Qué inventa una sociedad cuando se instituye como
tal? Inventa significaciones; estas producciones de sentido no están ahí para representar
otra cosa, sino que estos esquemas organizadores son condición de representabilidad
de aquello que esa sociedad puede darse. Aquello que mantiene unida a una sociedad es
su institución, es decir, el proceso por el cual la sociedad se instituye como totalidad.
La urdimbre inmensamente compleja de significaciones orienta y dirige toda la vida de
los individuos concretos que corporalmente constituyen una sociedad. Estas
significaciones son imaginarias porque están dadas por creación o invención, es decir, no
corresponden a elementos estrictamente reales, y son sociales porque solo existen siendo
objeto de participación de un ente colectivo o anónimo.
En el término imaginario social, lo imaginario remite a otro orden de sentido, como
capacidad imaginante, como invención o creación incesante social-histórica-psíquica, de
figuras, formas, imágenes, en síntesis, producción de significaciones colectivas.
Una sociedad es también un sistema de interpretación del mundo; es decir, de
construcción, creación, invención de su propio mundo; en tanto tal, puede percibir como
peligro cualquier desmentida a su sistema de interpretación del mundo; estas situaciones
suelen ser vividas como ataques a su identidad y las diferencias son entonces imaginadas
como amenazantes.
Cuando las diferencias se instituyen como peligro, puede advertirse que el principio de
conservación de esa sociedad es conservación de sus atributos arbitrarios y específicos, o
sea es conservación de su significaciones imaginarias sociales. Por lo tanto, las
transformaciones de sentido, lo instituyente, operan siempre con la resistencia de
aquello consagrado, instituido que, hasta tanto no se ha trastocado, opera como
régimen de verdad.
No hay sociedad sin mito. El mito es, para Castoriadis, un modo por el que la sociedad
caracteriza como significación el mundo y su vida en ese mundo. Los mitos que una
sociedad instituye son cristalizaciones de significación que operan como organizadores de
sentido en el accionar, pensar y sentir de los hombres y mujeres que conforman esa
sociedad, sustentando a su vez la orientación y legitimación de sus instituciones.
Pero lo histórico-social no crea o inventa de una sola vez y para siempre significaciones
imaginarias; el desorden social se despliega cuando aparecen nuevos organizadores
de sentido. Los nuevos organizadores de sentido y las prácticas sociales que los hacen
posibles refieren a lo imaginario social no instituido, radical, instituyente siempre, utópico a
veces, que da cuenta de la existencia de deseos que no se anudan al poder, que
desordenan las prácticas, desdisciplinan los cuerpos, deslegitiman sus instituciones y en
algún momento instituyen nueva sociedad. Si las utopías dan cuenta de deseos que no se
anudan el poder, habrá que pensarlas como actualidad radical, actualización de deseo,
denegación de finalidades, que opera resignificación y produce realidad.
Los mitos sociales en tanto cristalizaciones de sentido son una pieza clave en el
sostenimiento de lo instituido, en tanto cada uno con sus narrativas particularizadas,
pero muy entrelazadas entre sí, da forma al universo de significaciones imaginarias que
instituye cada institución. Por lo tanto, los mitos sociales constituyen piezas clave en el
disciplinamiento y policiamiento de una sociedad.
La “institución” de las instituciones de una sociedad y su continuidad es posible no solo
por las condiciones materiales económicas que la producen, sino por la eficacia simbólica
de sus mitologías, emblemas y rituales que la sostienen y reproducen. En tal sentido es
importante diferenciar, pero también articular, un orden de determinaciones y un orden de
significaciones. La institución de una sociedad y las significaciones incorporadas a ella se
despliegan en ambas dimensiones en forma indisociable.
Los mitos sociales: violencia y eficacia
Se hace mención de algunos mecanismos a través de los cuales los mitos sociales
logran su eficacia en el disciplinamiento social y, en consecuencia, en la legitimación y el
orden de las instituciones que involucran:
1. Repetición insistente de sus narrativas: se gestiona a través de formas reticulares
y difusas, produciendo discursos que, con pequeñas variaciones de enunciabilidad,
según los focos institucionales, sostienen al infinito una misma trama argumental.
Repetición argumental y múltiples focos en la gestión de sus enunciados crean los
caminos de su eficacia simbólica.
2. Violencia simbólica: no da lugar, se apropia, tritura, invisibiliza las diferencias de
sentido, la diversidad de prácticas y posicionamiento subjetivos de los actores
sociales; homogeniza y por lo tanto violenta lo diverso.
3. Invisibilización de lo diverso: se invisibiliza el proceso sociohistórico de su
construcción, presentando como realidades naturales, universales, ahistóricas e
inmodificables, aquello que es producto de su eficacia. Organizan regímenes de
verdad de gran poder de sanción o enjuiciamiento de cualquier práctica,
pensamiento o sentimiento que transgreda, dude o cuestiones sus verdades.
4. Deniegan las estrategias biopolíticas: operan en forma muy diferente según las
clases sociales o grupos étnicos o culturales que conforman una sociedad.
5. Deslizamientos de sentido: vuelven equivalentes cuestiones muy disímiles, por
ejemplo, vuelven equivalentes los conceptos de mujer y madre.
6. Exaltaciones y negaciones articuladas: en un mismo acto semántico delimitan
superlativamente sus visibles y vuelven inexistentes por denegado, innominado, todo
posicionamiento o práctica que desdiga algún aspecto del mito. Invisibilizan por tanto
toda contradicción posible entre la realidad y el mito.
7. Institucionalizan tanto las relaciones materiales como las subjetivas de las
personas: prescriben en forma explícita e implícita cómo deben ser desde los
contratos laborales hasta las relaciones sentimentales entre géneros sexuales.
En tanto organizadores de sentido, los mitos sociales se inscriben en una dimensión
sociohistórica de gran relevancia: la producción de los sistemas de significación que hacen
posible la producción de consensos de una sociedad.
En síntesis, en estilos narrativos que recurren persistentemente a la naturalización y a la
temporalidad, los mitos sociales obtienen su eficacia simbólica a través de la
repetición-insistencia de sus tramas argumentales, que se multiplican en
innumerables focos del tejido social. A través de sus enunciaciones totalizadoras y
totalizantes, deslizamientos de sentido, producción de invisibles y eliminación de
contradicciones, gestionan su violencia simbólica.
Las luchas simbólicas, en tanto espacios de confrontación, necesitan del análisis de los
procesos de producción y apropiación de las significaciones imaginarias sociales. Dicha
producción de subjetividad se inscribe en las luchas simbólicas por el poder de conservar o
transformar el mundo conservando o transformando sus significaciones.
LOS GRUPOS Y LA PRODUCCIÓN DE SIGNIFICACIONES IMAGINARIAS
Un grupo no solo es tributario de los producciones de significación más generales que la
sociedad instituye; si fuera pertinente hablar de un imaginario grupal, habría que
pensar en las figuras y formas que ese número numerable de personas inventa a lo
largo de su historia común, para dar cuenta de sus razones de ser como colectivo.
Es necesario resaltar que un pequeño grupo produce significaciones imaginarias
propias. Esta labor implica también momentos instituyentes: invención de sus creencias y
etapas de consolidación de sus mitos (cristalizaciones de sentido que van dando forma a su
propio instituido). Podría decirse que un grupo se instituye como tal cuando ha
inventado sus significaciones imaginarias.
UNIDAD 6
15-PAULIN, H. (2018). Prejuicio y discriminación: algunas claves de lectura en Psicología
Social.(inédito)
PREJUICIO Y DISCRIMINACIÓN: ALGUNAS CLAVES EN LA
LECTURA DE LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Horacio Paulín
GORDON ALLPORT Y EL PREJUICIO COMO ACTITUD NEGATIVA HACIA UNA ETNIA.
Allport es un referente clásico en el tema desde el enfoque psicosocial característico de
la Psicología Social norteamericana. Define el prejuicio como "una actitud suspicaz u
hostil hacia una persona que pertenece a un grupo, por el simple hecho de pertenecer
a dicho grupo, y a la que, a partir de esa pertenencia, se le presumen las mismas
cualidades negativas que se escriben a todo el grupo". El interés central en esta época
es el estudio del prejuicio racial, "el problema negro" aunque enfocado en la persona que
tiene prejuicios más que en la víctima.
Allport construye una definición de prejuicio a partir de una frase de sentido común muy
frecuente en su época: "pensar mal de otras personas sin motivo suficiente". Reconoce que
siempre se ha referido al prejuicio negativo contra grupos étnicos y no del prejuicio a favor
de tales grupos. Por eso cuando se refiere a "pensar mal" subraya que esa definición
incluye sentimientos de desprecio o desagrado, miedo y aversión. También incluye las
acciones tales como comportamiento hostil, algún tipo de acción discriminatoria e incluso de
ejercicio de la violencia. Además,la noción de prejuicio se completa con la expresión "sin
motivo suficiente" y añade que cierta distancia social y cultural con el grupo objeto de
prejuicio étnico es el que juega a favor de que se construya una apreciación a modo de
"generalización categórica".
La concepción psicológica del prejuicio de Allport subraya claramente su dimensión
cognitiva. La generalización excesiva como modo de pensamiento es el aspecto central de
la construcción del prejuicio, aunque Allport justifique la presencia de un pensamiento
generalizador porque "existe una base natural para tal tendencia" afincada en la necesidad
humana de una adaptación rápida a la vida ordinaria que lleva a que "nuestra ignorancia
nos detenga en los asuntos cotidianos". Esta diferenciación entre los prejuicios y las
concepciones erróneas que son propias del pensamiento cotidiano, le va a permitir definir
que existe prejuicio cuando no son reversibles bajo la acción de nuevos conocimientos.
Pero el prejuicio no es solo "pensar mal", sino también un constructo que combina
actitudes y creencias. En tanto el prejuicio es entendido como actitud negativa, Allpord
supone que se da un interjuego acomodaticio entre las creencias que acompañan a las
actitudes que permite, a través de la racionalización, la consolidación de dicha actitud
negativa. Por otra parte, el prejuicio en acción constituirá la discriminación, entendiendo que
no siempre se desprende de una actitud étnica hostil un comportamiento discriminatorio
hacia un grupo determinado.
Propone un modelo de etapas o grados de discriminación entendida como "acción
negativa". En primer lugar, hablar mal, como acción hostil moderada. Luego la evitación del
contacto social. Posteriormente se pasa a la segregación como la tarea de excluir a otros de
los puestos de empleo, residencia, derechos políticos o educativos. Y finalmente el ataque
físico y el exterminio.
A continuación, nombraremos los aportes centrales del enfoque psicológico del prejuicio
de Allport:
1. El hombre tiene una propensión natural al prejuicio: es argumentada a
través de la tendencia humana a la categorización en tanto capacidad del pensamiento de
realizar generalizaciones, nociones y conceptos con relativa simplificación de su mundo de
experiencia. Alega que lo nuevo siempre se aloja primero en esquemas y estructuras viejas,
es decir, aquellos agrupamientos de categorías y conceptos construidos en la socialización.
Se explica en parte el pensamiento prejuicioso como una suerte de "pereza cognitiva".
2. Personalidad prejuiciosa: sostiene que el prejuicio es un problema de
formación y desarrollo de la personalidad. Ésta se caracteriza por un sentido de
ambivalencia hacia los padres, rigorismo moral, tendencia a la dicotomización en el
pensamiento, necesidad de definición constante, el externalismo como propensión, la
proyección de las cualidades propias en los demás. Finalmente, completa el cuadro de la
personalidad prejuiciosa con el autoritarismo en tanto característica de adhesión a
liderazgos que aseguren el control.
La "personalidad tolerante" es la contracara de los rasgos de la personalidad
prejuiciosa, y supone una capacidad empática que consiste en poder ubicarse en una
posición comprensiva del otro, a diferencia de la persona que por su inseguridad recurre a
estereotipos, la autocomprensión como capacidad de autoconocimiento, y la intropunitividad
como contraria a la externalización de culpas y la proyección en los demás de los aspectos
críticos de sí mismo. Y por supuesto, la tolerancia a la ambigüedad como rasgo psicológico
general que explica cierta seguridad personal frente a los demás.
3. Políticas y acciones a favor de reducir las tensiones entre los grupos:
sostiene que las leyes que evitan la exclusión de vivienda, educación, trabajo, etc., al
sancionar las prácticas discriminatorias provocarían que se eleve el nivel de vida de las
minorías y, entonces, el círculo vicioso de la discriminación se revertiría hacia atrás,
incidiendo en la generación de mayores intercambios y amistades interétnicas y cierta
modificación del pensamiento prejuicioso. Allport asevera que, independientemente de que
exista juicio moral o reprobación ética sobre los efectos del prejuicio en una sociedad,
"existe como problema psicológico, sin importar el grado de indignación moral que engendra
como respuesta". Es muy importante detenerse en la necesidad de Allport de diferenciar la
dimensión moral de los juicios negativos, de la dimensión cognitiva comportamental que
postula.
HERBERT BLUMER Y ERVIN GOFFMAN. EL PREJUICIO RACIAL EN TANTO
RELACIÓN INTERGRUPAL Y LENGUAJE DE NORMALIDAD Y ANORMALIDAD
En 1950, Herbert Blumer critica la visión individualista de la teoría de la personalidad
prejuiciosa de Allport. "El locus propio del prejuicio racial no es el área de los sentimientos
individuales, sino el de la definición de las posiciones respectivas de los grupos raciales".
Pero hay que advertir que esta definición se realiza "a través de una compleja interacción y
comunicación entre los miembros del grupo dominante". Es decir que, desde un punto de
vista interaccionista, es clave analizar el sentido de la posición de grupo, entendiendo que el
punto de vista de los grupos sociales dominantes prevalece sobre el grupo social objeto del
prejuicio racial.
Goffman, en 1963, conceptualiza la discriminación (no solo racial) como las prácticas que
legitiman la exclusión social pero que nacen y se expresan en un lenguaje de relaciones
estigmatizadoras, en las ideologías y/o teorías de sentido común que lo sustentan y
justifican. "Construimos una teoría del estigma, una ideología para explicar su inferioridad y
dar cuenta del peligro que representa esa persona, racionalizando a veces una animosidad
que se basa en otras diferencias". El concepto de estigma revela el carácter arbitrario de los
contenidos negativos sellados en las personas estigmatizadas y los aspectos positivos o
"normales" en los demás, siempre en un marco de relaciones sociales.
Tanto el enfoque interaccionista, como la teoría del estigma de Goffman, abren paso a las
definiciones relacionales de la discriminación como acción de un conjunto social, que busca
hacer frente a la diferencia cultural que expresa otro conjunto social, de una manera que
busca su borramiento, debido a que su presencia amenaza su existencia.
Desde un enfoque fenomenológico, el sociólogo argentino Carlos Belvedere la
discriminación se juega a una lógica elusiva, ya que al denostar a los otros a través de
estereotipos negativos para luego rechazarlos, se logra eludir o evitar las inseguridades e
insuficiencias personales y sociales del grupo de referencia. Al construir simbólicamente
a la diferencia como lo peligroso y deleznable, se regulan las interacciones en
circuitos sociales cada vez más restringidos consumando el control y la segregación
social.
VAN DIJK: EL PREJUICIO POPULAR SE CONSTRUYE DESDE EL RACISMO DE LAS
ÉLITES.
El lingüista holandés Teun Van DIjK desarrolla los conceptos del racismo popular, racismo
cotidiano y racismo de élite y propone un enfoque socio discursivo en el que combina el
análisis del discurso, de la interacción y de la cognición social para establecer las relaciones
entre los enfoques micro y macro en el estudio del prejuicio racista y la discriminación
étnica. Van Dijk incluye en el racismo al etnicismo entendido como "el sistema de
predominio de un grupo étnico que se basa en la categorización mediante criterios
culturales, la diferenciación y la exclusión entre los que se encuentran en lenguaje, la
religión, las costumbres o las concepciones del mundo".
Su hipótesis central es que las élites blancas forjan los cimientos desde los cuales se
produce e interpreta el racismo en las vivencias y conversaciones cotidianas. Es decir, se
enfoca en los procesos discursivos y mecanismos sociales por los cuales los estamentos
construyen y controlan los principales eventos comunicativos y/o discursivos en los cuales la
población participa con mayor o menor grado de pasividad. Propone un análisis crítico de
las formas sutiles del racismo de las élites que se despliegan desde arriba hacia
abajo. Este enfoque se centrará en indagar las estrategias discursivas por las cuales las
élites premoldean y preparan las motivaciones y prejuicios racistas cotidianos. Despliegan
las bases ideológicas que conforman un racismo cotidiano y popular y que permiten que
algunos grupos sociales justifiquen la humillación y la violencia a aquellos sectores y
comunidades consideradas inferiores y subhumanas.
GILBERTO GIMÉNEZ. LA DISCRIMINACIÓN EN TANTO CONFLICTO POR EL
RECONOCIMIENTO DE IDENTIDADES
Gilberto Giménez propone, desde una perspectiva psicosocial, considerar los procesos
de discriminación como conflictos por el reconocimiento en relación a la lucha por la
defensa de identidades sociales. Para este psicólogo social, la discriminación se inserta
en una trama de relaciones de poder que trasciende el nivel interindividual para ingresar a
un orden social intergrupal basado en relaciones de desigualdad social entre sectores y
clases sociales. En este aspecto coincide con Blumer en que el prejuicio racial se trata de
posiciones sociales de grupo. También acordaría con Van Dijk en cuanto a la importancia del
poder de influencia mayoritaria de los grupos dominantes sobre los grupos dominados.
De todas formas, Giménez construye un enfoque psicosocial del prejuicio y la
discriminación desde la teoría de las identidades, en el contexto del surgimiento de los
nuevos movimientos sociales orientados hacia una política del reconocimiento. El "problema
racial" pasa a ser pensado como un conflicto social, es decir, un conflicto entre grupos y
sectores sociales situados en una estructura de relaciones de poder desiguales. Se
disputan centralmente bienes "intangibles", como el respeto por las configuraciones
identitarias y estilos culturales que los grupos y minorías étnicas defienden.
Para Giménez, en la discriminación social, étnica y sexual operan conjuntamente
procesos de denominación y connotación positiva y negativa entre actores sociales que
ocupan posiciones dominantes y dominadas en el espacio social. Los que ocupan
posiciones de dominación imponen definiciones sobrevaluadas de sí mismos según la
dimensión identitaria puesta en disputa y atribuyen, desde un diferencial de poder,
identidades devaluadas que estigmatizan a los dominados. Y en ese acto logran la
"supremacía" de su condición.
REFLEXIONES FINALES: APOSTAR A LA CONVIVENCIA INTERCULTURAL EN
TIEMPOS DEL ODIO RENOVADO A LA DIFERENCIA
La lectura de Allport fue la definición psicosocial más pregnante como pensamiento
erróneo que enfatiza los aspectos cognitivos del prejuicio como problema "psi" más allá de
las referencias culturales. Por ello, descree de los avances legales antirracistas de su
época y aboga por una redistribución de bienes y oportunidades para las minorías y los
programas instructivos de cambio de actitudes de la personalidad de prejuiciosa.
Este acento de Allport puesto en el estudio de la personalidad descentra el análisis
relacional de la discriminación y el prejuicio que constituye un principio teórico central de los
enfoques contemporáneos en ciencias sociales y humanas. Blumer y Goffman
comprendían a la construcción negativizada del otro en clave relacional e intergrupal.
El aporte de estas perspectivas asigna importancia a la dimensión simbólica en la
construcción social de la discriminación.
Por otra parte, los estudios provenientes del Análisis del Discurso ilustrados a partir de la
obra de Van Dijk, toman posición con respecto al problema del prejuicio racista y la
discriminación a partir de la ya conocido hipótesis de que el racismo se construye de arriba
hacia abajo, es decir, que el racismo cotidiano está premoldeado desde el discurso de
las élites blancas.
Finalmente, quisimos balancear este enfoque con el que proporciona Gilberto Giménez
con su análisis del prejuicio étnico desde la acción afirmativa de los movimientos sociales
para contrarrestar los efectos devastadores de la discriminación. Abogar por lecturas
como la de Giménez permite un análisis bidireccional de estos procesos
psicosociales, en tanto que la lucha por el reconocimiento de las identidades de parte
de las minorías y los nuevos movimientos sociales construye la otra vía para
comprenderlos.
16-PÁEZ, D., Y PÉREZ, J. (2020). Representaciones sociales del COVID-19.
International Journal of Social Psychology.
REPRESENTACIONES SOCIALES DEL COVID-19
Páez y Pérez
Las representaciones sociales (RRSS) son concebidas como formas de afrontamiento
simbólico colectivo. Se conceptualizan como un sistema de información, creencias,
opiniones y actitudes sobre un objeto determinado. Están orientadas a la comunicación,
la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal. Además, presentan
características específicas de nivel de contenido, operaciones mentales y lógicas. Las
representaciones sociales como producto son los modelos mentales compartidos en los
grupos, mientras que como proceso son la forma en que se generan y modifican a través
de la comunicación interpersonal y grupal. Como marco teórico, describe los procesos de
creación de sentido por los cuales los grupos sociales interpretan eventos novedosos, como
puede ser catástrofes o nuevas enfermedades, que cuestionan sus visiones del mundo.
En la perspectiva de las RRSS no hay una separación entre emisor, mensaje, canal y
receptor, como suele ser habitual en los clásicos enfoques cognitivos de la persuasión.
Según las RRSS, el mismo proceso de la elaboración del mensaje por parte del emisor
está influenciado por el receptor o público al que va dirigido. Además, el mensaje será
elaborado teniendo en cuenta la relación social que mantiene o se pretende mantener con el
receptor al que se dirige y de si lo que se pretende es: influir en la formación de su opinión,
una actitud, un estereotipo o una acción concreta. Moscovici (1976) diferencia así tres
grandes modalidades de comunicación: la difusión, la propagación y la propaganda.
La modalidad de difusión se caracteriza por pretender que una información llegue al
mayor público posible. Para ello, el emisor tiene que depurar su mensaje de tal modo que
atraviese las barreras que segmentan al público. El objetivo es que el público forme una
opinión sobre el tema. Un problema con esta estrategia suele ser que, como los mensajes
van tan depurados de identidad social, corren el riesgo de resultar insignificantes para el
receptor. La modalidad de difusión favorece la imitación inconsciente de lo que hagan u
opinan los demás. Amplifica la presión al conformismo, creándose un ethos colectivo de
rechazo social de todo aquel que se comporte u opine de modo diferente. De esta
forma, se crea una opinión mayoritaria que reduce la incertidumbre, da solución a un
problema, refuerza la cohesión social y la solidaridad colectiva.
La propagación es la comunicación que trata de incrementar la implicación del
individuo en las creencias propias de un grupo ya constituido, del que forma parte,
que ajusta los nuevos acontecimientos a la ideología de éste. El contenido del mensaje
no está aquí adaptado al receptor, sino a la ideología del grupo. La información no interesa
por sí misma, sino en tanto que resulte pertinente para reforzar la militancia de sus
miembros y es reescrita en forma y contenido según el estilo y el lenguaje del grupo. El
análisis de la información se hace para que pueda ser asimilada por el grupo. Cada grupo
dispone así de sus "expertos doctrinales" que hacen de transformadores entre las
contingencias exteriores y la ortodoxia del grupo. El grupo es como un holograma que, sin
perder nada de su identidad, se reconstruye una y otra vez en realidades nuevas y reflejan
en él los nuevos eventos. De este modo, también inscribe en el objeto una parte de su
representación y, por lo tanto, contribuye a elaborar la representación colectiva del objeto.
El sistema de comunicación cuyo objetivo es crear o mantener las diferencias sociales
es la esencia de la propaganda. Su principal característica es acentuar las diferencias
sociales conflictivas entre dos grupos, partidos, comunidades, países, religiones, etcétera.
Para ello, aplica una representación maniquea de los grupos: el bueno (el mío) y el malo (el
otro). Crea así una representación estereotipada del propio grupo y del otro grupo. La
puesta en escena siempre es la misma: transmitir una representación de fuerza y
superioridad del propio grupo recurriendo a simplificaciones, generalizaciones, afirmaciones
muy extremas. Se utiliza una imagen estereotipada del "enemigo", se controla y se
contamina la información para mantener la desinformación, aspecto clave para que la
propaganda sea eficaz y lleve a la acción.
Es así como, desde la teoría de las RRSS, se plantean distintas modalidades de
influencia social sobre las opiniones, actitudes, creencias, imágenes y orientaciones de
conductas compartidas. A su vez, el contenido de una representación se elabora a través de
dos procesos socio cognitivos: el anclaje y la objetivación:
1. El proceso de anclaje consiste en asimilar lo nuevo a lo que ya existe. El objeto
extraño es reconstruido mediante un marco de interpretación familiar. Al hacer que lo
desconocido sea más familiar, eventualmente lo hace menos amenazador. El anclaje
también sirve para defender la autoestima colectiva.
2. El proceso de objetivación se refiere a la esquematización y materialización de
las creencias, transformando una idea en algo tangible. En general, se
seleccionan y se integran algunos atributos en un núcleo figurativo. Las metáforas
juegan un papel importante. Dentro de la objetivación se sitúa la personalización, es
decir, una persona o grupo social personifican una idea o problema.
17-GONZALEZ PEREZ, M. A. (2013). Representaciones sociales, en Introducción a la
Psicología Social. México: Universidad Autónoma Metropolitana.
REPRESENTACIONES SOCIALES
Marco Antonio González Pérez
APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA TEORÍA DE LAS REPRESENTACIONES
SOCIALES
Hace casi medio siglo que surgió la teoría de las representaciones sociales con la
aparición del libro de Serge Moscovici El psicoanálisis: su imagen y su público. La noción de
representación social fue propuesta por su creador como una ruptura con el concepto de
representación colectiva elaborado por Durkheim. La representación social es un
concepto psicosocial propio de la modernidad que conforman sistemas de
pensamientos grupales, que no son estáticos y que tienden a mutar constantemente.
Esta realidad cambiante es una característica de la sociedad actual en la que intervienen
los medios de comunicación y las nuevas tecnologías cuyos mensajes fluyen de manera
incesante y masiva. Ahora los individuos sociales poseen múltiples identidades y pueden
cambiar de manera intempestiva sus pertenencias grupales, integrando y desintegrando
nuevas colectividades.
Moscovici heredó planteamientos de diversas teorías de las ciencias sociales y posturas
de varios científicos contemporáneos. La lista de los antecesores intelectuales de la
representación social reconocidos por Moscovici y sus discípulos es larga. Reflexionando
sobre los precursores intelectuales de la teoría de la representación social, Moscovici
identifica a los siguientes pensadores:
1. Vico y Marx, para quienes la gente conduce la sociedad porque la ha creado.
2. Heisenberg, para quien el principio de incertidumbre enseña que el conocimiento de
los fenómenos naturales depende del observador.
3. La experiencia del mundo del sentido común definido por algunos fenomenólogos,
Heider incluido.
La teoría de las representaciones sociales posee fundamentos sólidos, ya que es
heredera de las tradiciones más importantes de investigación en ciencias sociales. Ha
tendido puntos de contacto con las más diversas aproximaciones al comportamiento social
originadas en la psicología social, la sociología y la antropología.
EL CONCEPTO DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES
Hasta ahora no existe una definición única. Moscovici ha argumentado que es preferible
que no exista tal enunciación, ya que al ser una teoría de expansión podría verse limitada
por la imposición de una sola interpretación.
De acuerdo con Castellotti y Moore (2002), son tres los aspectos interdependientes que
comparten las definiciones más aceptadas sobre la representación social en la psicología
social: que se desarrollan y circulan a través de la comunicación; que construyen y
reconstruyen realidades sociales; y que le dan forma a la realidad externa que
circunda a los grupos.
Se ha identificado la representación social como una forma específica de conocimiento:
la del sentido común. Se edifican, comparten y circulan en los espacios en los que
interactúan las personas. Su teoría se enfoca a entender las características del medio
comunicativo, de las interacciones sociales entre los individuos y la forma como se
construye el conocimiento grupal en la vida cotidiana.
Las representaciones sociales se emancipan en cierto momento y pasan a formar parte
de un mundo intersubjetivo en el que fluyen libremente. Es importante reconocer la
forma como los sujetos sociales, dentro de sus grupos o en contraposición a otros grupos, le
dan sentido a los objetos de representación. De esta manera, la representación social
juega un papel determinante en la configuración de la realidad.
Para la teoría que estamos abordando, el sujeto es un ser social que posee distintas
pertenencias grupales, diversas identidades sociales y que desempeña un papel activo en la
construcción de su realidad social. Una característica de las representaciones sociales es
que es siempre, y de forma simultánea, la representación de un objeto y un sujeto social
que la construye.
Hay un acuerdo mayoritario en considerar al sentido común como el ámbito en el que se
construyen y comparten las representaciones sociales. El sentido común no exige
credenciales para participar en él, ya que todas las personas expresan sin cortapisas las
ideas que les vienen en gana. El universo del sentido común no opera mediante un método
formal, sino que hace uso de sesgos interpretativos, percepciones selectivas, reducciones
categoriales y atribuciones de causalidad, entre otras.
Son varias las funciones que cumplen las representaciones sociales de acuerdo con
Abric. Algunas de ellas son:
● Función de conocimiento: facilita a los miembros del grupo la comprensión y
explicación de la realidad.
● Función de identidad: provoca que los miembros del grupo conserven su identidad
social, apreciando las características propias de su colectivo con base en normas y
valores que tienen una determinación histórica.
● Función de orientación: toda vez que determina los comportamientos y las
prácticas sociales propias del grupo.
● Función de justificación: permite validar las posturas y conductas correctas del
propio grupo.
Estas funciones nos indican que las representaciones sociales se concretan en
formas de pensamiento práctico que activan sujetos y grupos en la vida diaria.
Las investigaciones actuales de las representaciones sociales están orientadas a
entender problemas sociales concretos dentro de las áreas de la psicología social de la
salud, la psicología social de la cotidianeidad y la psicología de género. En la investigación
de representaciones sociales pueden distinguirse al menos tres campos fundamentales:
1. La ciencia popularizada, que caracteriza la perspectiva de investigación original de
las representaciones como conocimiento del sentido común que populariza y se
apropia de la divulgación científica.
2. La imaginación cultural, que aborda la construcción cultural de los objetos que
pueblan el mundo social, centrándose en el análisis de objetos con una larga
historia.
3. Condiciones y acontecimientos sociales, que trata sobre condiciones y
acontecimientos sociales y políticos, donde las representaciones que prevalecen
tienen un corto plazo de significación para la vida social.
La investigadora brasileña Ángela Arruda sintetiza las principales características de la
teoría de las representaciones sociales:
● La realidad es socialmente construida, por lo tanto, se disipan los límites entre el
sujeto y el objeto
● Esta realidad construida está basada en el proceso de interacción-comunicación
● Las formas de conocimiento, que construyen la realidad y que igualmente
constituyen formas de comunicación, son diferentes unas de otras, aunque
equivalentes. El sujeto que conoce es activo y creativo y hace uso de su almacén de
nociones así como de sus valores, intereses y proyectos para descifrar cualquier
cosa que sea nueva para él.
● La representación social es característica de la organización del pensamiento social
LOS NIVELES DE EXPLICACIÓN DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES
Se pueden identificar la existencia de tres niveles de aproximación al estudio de las
representaciones sociales:
1- La representación social como una teoría social del conocimiento
Esta perspectiva describe los procesos de comunicación y simbólicos que ocurren en
el medio social y que determinan la generación de representaciones propias de los grupos
sociales. Moscovici señaló que las representaciones sociales pueden llevarnos hacia una
psicología social del conocimiento que nos permita comparar a los grupos y las culturas.
Para la teoría de las representaciones sociales, los sujetos interactúan para crear
significados compartidos y dotar de sentido a su vida cotidiana. Para lograr este
objetivo, los individuos deben interactuar sistemáticamente con miembros de sus grupos, así
como con representantes de exogrupos. Vivimos, pues, en una sociedad pensante en la que
sus integrantes se comunican todo el tiempo.
Los espacios para esa interacción son aquellos en los que se manifiesta el sentido
común y que están abiertos para la libre comunicación. Es ahí donde los individuos
intercambian nociones, procesan significados e interpretan eventos inesperados.
Es importante tener en cuenta que las representaciones sociales se encuentran tanto
dentro de nuestras cabezas como en el medio intersubjetivo de significados. Este
último se constituye mediante la emancipación de ciertas representaciones que trascienden
a los grupos sociales que las edificaron y que se encuentran disponibles para que los
individuos puedan acudir a ellas con el objetivo de manejarse en el medio social. Moscovici
afirma que en todo momento nos encontramos rodeados de imágenes, debates, ideologías,
informaciones y reflexiones que transitan alrededor y que se adentran en nosotros de
manera imperceptible, sin requerir anuencia alguna. Las representaciones autónomas se
incorporan, simbólicamente, en un mundo intersubjetivo, el cual es característico de las
sociedades contemporáneas.
Los medios de comunicación e información masivas se encargan, entre otras tareas, de
divulgar los conocimientos provenientes de la investigación científica, para popularizarlos en
el universo del sentido común. De acuerdo con Moscovici, esta función es la más importante
en la creación de representaciones sociales, ya que pone a disposición de los individuos
significados aceptables del objeto de representación a compartir. Los sujetos
dependen cada vez más de los medios de comunicación, ya que estos proporcionan los
significados de los objetos de representación que son necesarios para construir o analizar el
sentido común.
Las representaciones sociales cumplen con dos importantes papeles en el mundo de
significado en el que participan: uno de ellos es el rol convencionalizador y el otro el
prescriptivo. Es convencionalizador ya que logra que los objetos, personas o conceptos se
incluyan en categorías sociales previamente establecidas facilitando la comprensión y el
manejo de nuevas realidades. La prescripción se refiere a la fuerza que las
representaciones tienen para imponer interpretaciones a la realidad. Serán más intensas si
son generadas por una representación social hegemónica que ha permanecido
vigente durante mucho tiempo en la cultura de determinados grupos sociales.
2- Procesos sociocognitivos participantes en la construcción de RRSS
La teoría de las representaciones sociales explica los mecanismos cognitivos que
construyen formas compartidas de pensamiento social. Son dos los procesos que se activan
para generar en los grupos sociales nociones compartidas sobre objetos, personas o
conceptos. Uno de ellos es la objetivación y el otro el anclaje.
La objetivación es el proceso que encarna los conceptos abstractos, es el que se
encarga de hacerle comprensible a los sujetos aquello que resulta inasible o borroso. Su
función es otorgarle una imagen a una entidad intangible para hacerla real, por lo que le da
existencia y voz a todos los conceptos que no han sido incorporados a la red previa de
nociones. Este proceso sociocognitivo de construcción de lo real está comprendido por tres
subprocesos: la construcción selectiva, la esquematización estructurante y la
naturalización
La primera de ellas se refiere al subproceso a través del cual los sujetos que edifican las
representación social filtran el objeto a representar, con base en intereses particulares del
grupo de pertenencia. Este subproceso tiene como función principal lograr una
descontextualización del discurso o concepto en el que se abstrae de sus condiciones de
producción y de su sentido ideológico.
La esquematización estructurante refiere a la elaboración gráfica del concepto de
representar, en el que se incluyen los principales elementos que lo integran. Moscovici
afirma que en las sociedades contemporáneas existe una mayor creación de estructuras
icónicas que sostienen la elaboración de símbolos propios de la objetivación.
Posterior a la creación de las esquematizaciones figurativas, se hace necesario dotarlas
de sentido, humanizarlas. A este subproceso de la objetivación se le denomina
naturalización. Los objetos son cosas a las que se les ha asignado un sentido humano y
que, en consecuencia, objetan algo a las personas ya que poseen un significado particular.
La naturalización es dotar de dimensión humana a los objetos de representaciones sociales.
A la objetivación, que es hacer concretos los conceptos de la representación
social, le sigue el anclaje que es el proceso que busca insertar las nuevas nociones
en la red de conceptos previos, lo que determina, en última instancia, el sentido del
objeto de representación.
De esta forma el significado del concepto se otorga por la relación significativa que dan
los conceptos ya introyectados pero, al mismo tiempo, la nueva inserción modifica la
representación social configurada por los otros conceptos ajenos. El anclaje es el proceso
que actualiza y modifica de manera dinámica las representaciones a través de los
mecanismos de la clasificación y el nombramiento.
La clasificación es el subproceso que tiene como resultante que el nuevo concepto a
representar se incluya dentro de una categoría social establecida. Siempre se realiza una
evaluación positiva o negativa del concepto, producto de la identidad social del grupo que
genera la representación social. La prototipicalidad es el fenómeno que guía esta
clasificación, misma que se puede observar siguiendo dos caminos: la generalización y la
particularización. En la generalización, los sujetos sociales que están incorporando un
nuevo concepto intentan reducir las distancias entre éste y el prototipo perteneciente a la
categoría en la que se pretende insertar. La particularización ocurre cuando el concepto de
representar no se ajusta a las categorías sociales existentes, por lo que se establece una
distancia entre el concepto y el prototipo. La singularidad de la representación es el
producto de este subproceso.
El anclaje es un proceso importante que determina y sostiene las relaciones
sociales intergrupales, ya que los sistemas de pensamiento grupales o ideologías son los
que determinan la red de conceptos previos en los que se incluyen nuevos elementos de
representación social, determinando, de esta manera, las relaciones entre los diferentes
grupos en la sociedad.
3- La representación social como un producto sociocultural
Es importante tener en cuenta que las representaciones sociales son, al mismo tiempo,
un proceso y un producto. Como producto sociocultural se pueden identificar las
dimensiones de actitud, nivel de información y campo representacional. La actitud se
refiere a la evaluación positiva o negativa que el sujeto social hace del objeto de
representación a constituir, la cual se determina por valores, afectos, normas y sistemas de
creencias del grupo de pertenencia.
La información puede ser analizada con base en su cantidad y calidad. De acuerdo con
Tomás Ibáñez, el nivel de información refleja la inserción social de los grupos que detentan
la representación social, ya que la clase social determina las prácticas sociales y, en buena
medida, la accesibilidad a las fuentes de información.
El campo representacional muestra la forma en que se interrelacionan las nociones que
componen una determinada representación social. En el campo de representación se
identifican el núcleo central y los elementos periféricos.
LA ESTRUCTURA DE LAS REPRESENTACIONES SOCIALES Y LA TESIS DEL
NÚCLEO CENTRAL
La tesis fundamental es que existe un núcleo central que determina la permanencia o
modificación de toda representación. La importancia de la estructura que conforman los
elementos periféricos en su relación con el núcleo central consiste, principalmente, en una
serie de funciones que, de acuerdo con Araya, son:
● De concreción: son dependientes del contexto, anclan la representación en la
realidad social de los sujetos y la hacen transmisible, además de que expresan el
presente y los contenidos relevantes para las personas
● De regulación: la flexibilidad de los elementos periféricos facilitan la adaptación de
las representaciones sociales a nuevos contextos, ya que dejan estable al núcleo
central, mientras incorporan nuevos elementos periféricos de representación.
● De defensa: la organización de las nociones periféricas sirven de contención a las
presiones y modificación del núcleo central, ya que hace operar diversos
mecanismos para detener la modificación.
Este planteamiento es importante ya que diferencia entre los elementos periféricos
que definen, en buena medida, el sentido de la representación y su núcleo central, de
la que depende su permanencia. Los elementos periféricos se modifican constantemente
pero la representación social solo cambiará cuando el núcleo central deje de operar. Este
núcleo central garantiza dos funciones esenciales:
● Una función generadora: es el elemento mediante el cual se crea y se transforma
la significación de los otros elementos constitutivos de la representación.
● Una función organizadora: es el núcleo central que determina la naturaleza de los
lazos que unen, entre ellos, los elementos de la representación.
Al identificar los elementos estructurales, conocemos las características que son
relevantes de la representación social de un grupo. En cada caso, el investigador debe
identificar la estructura significante, aludiendo a una estructura que tiene importancia
funcional para un determinado grupo.
Por otra parte, es importante señalar que existe tanto una determinación social, como
otra lateral en la estructura de las representaciones sociales. La determinación social está
relacionada con aspectos socioculturales y determina el contenido histórico de la
representación, mientras que la determinación lateral tiene un origen en las experiencias
propias del sujeto.
LOS GRUPOS Y LA REPRESENTACIÓN SOCIAL
Existen varias opiniones académicas que sostienen que las representaciones sociales
solo se constituyen como tales cuando forman parte de la identidad social de un grupo y que
es en situaciones de conflicto intergrupal cuando se manifiestan representaciones sociales
más claras, con mayor consenso y una mejor estructura. La importancia de los grupos como
generadores de representaciones es fundamental ya que son construcciones de
pensamiento llevadas a cabo por individuos sociales que pertenecen a grupos
sociales específicos, los cuales comparten una visión común de la realidad.
LA IMPORTANCIA DE LAS PRÁCTICAS SOCIALES
Las representaciones sociales están determinadas por prácticas concretas que llevan a
cabo sujetos sociales pertenecientes a grupos determinados. Esto define las condiciones
sociales que hacen que surjan de manera natural, por lo que resulta equivocado abstraerlas
de la actividad de los grupos que las construyen. El discurso y la comunicación que crean
las representaciones sociales tienen lugar en los grupos reflexivos, que son aquellos
definidos como grupos por sus miembros.
Se puede afirmar, entonces, que las representaciones sociales son el producto de la
interacción social de individuos pertenecientes a diversos grupos sociales, y que en
ella se observa la marca de su actividad social. Las representaciones sociales transmiten
y actualizan las prácticas sociales de los grupos.