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Francisco de Quevedo. Obra Poética

El documento habla sobre la vida y obra poética de Francisco de Quevedo. Describe sus estudios, su carrera política y sus problemas legales. Explica que su poesía se puede dividir en tres grupos: poemas petrarquistas, poemas éticos y religiosos, y poemas satíricos, siendo estos últimos los más numerosos. También analiza brevemente cada uno de estos grupos.

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Francisco de Quevedo. Obra Poética

El documento habla sobre la vida y obra poética de Francisco de Quevedo. Describe sus estudios, su carrera política y sus problemas legales. Explica que su poesía se puede dividir en tres grupos: poemas petrarquistas, poemas éticos y religiosos, y poemas satíricos, siendo estos últimos los más numerosos. También analiza brevemente cada uno de estos grupos.

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FRANCISCO DE QUEVEDO

Biografía. Francisco de Quevedo y Villegas nació en Madrid en 1580, de familia noble. Sus
padres servían a la familia real. Estudió en el Colegio Imperial de los Jesuitas; luego, lenguas
clásicas y modernas en Alcalá y Teología en Valladolid. Llego, así, a adquirir una vasta cultura
humanística y teológica. Ocupó la secretaría de Hacienda del duque de Osuna, virrey de Nápoles,
y llevó a cabo comprometidas misiones políticas en Italia. Destituido el duque de Osuna, fue
desterrado a la Torre de Juan Abad, pero, a la muerte de Felipe III, volvió de nuevo a la corte. Se
casa, a instancias de la reina, con una viuda, de la que se separa pronto. Un suceso no bien
conocido, de índole política, hace que sea encarcelado en San Marcos de León donde permaneció
cuatro años sin juicio ni cargos contra él. A la caída del privado, queda en libertad y muere un año
después, en 1645 sin haber dado fin a la planeada publicación de su poesía completa.

Obra poética. Su producción poética es extensa y variada; en él se da esa disociación


chocante entre el sarcasmo desengañado y amargo y la hondura poética e intelectual. El escritor
argentino Jorge Luis Borges dijo de él que su obra equivale a toda una literatura.
Su obra poética, recogida a su muerte en dos libros Parnaso español (1648) y Las tres
últimas musas (1670) se puede dividir temáticamente en tres grupos centrales:
Dejando a un lado las dificultades que plantea una clasificación, y de las que el propio
González de Salas se hace eco en los preliminares del Parnaso, puede observarse en el variado
corpus poético de Quevedo tres grupos centrales:
• los poemas que continúan la tradición petrarquista y recrean motivos y tópicos del discurso
amoroso renacentista;
• los poemas que rehacen motivos y tópicos de raigambre ética, comunes al discurso religioso
cristiano y a las corrientes neoestoicas de la filosofía moral en el Renacimiento; y
• los poemas que recrean figuras y situaciones características del discurso satírico.
De estas tres tradiciones, la satírica es la más representada cuantitativamente, con 363 poemas, más
del 40%.
El universo serio de los poemas morales y religiosos
La poesía moral complementa a la satírica: su finalidad sería mejorar el ser humano. Ahora
bien, la poesía moral presenta estilo grave y elevado, sin matices cómicos, coloquiales ni vulgares.
Muchos motivos son tópicos senequistas como la miseria y la brevedad de la vida, la
inevitabilidad de la muerte y la necesidad de prepararse para ella, la defensa de la virtud, el rechazo
de los bienes materiales, el engaño de las apariencias. Podemos incluir, pues, en este apartado
aquellos poemas que reflexionan sobre el sentido de la existencia humana, la presencia de la
muerte, la fugacidad o la fragilidad de la vida, que han sido rotulados como metafísicos. En este
grupo destaca el tema de la identificación vida/muerte que expresa la vanidad de las glorias
mundanas y la debilidad de todo lo terreno: “en el hoy y mañanay ayer junto”
Una pieza clave en la poesía moral es la Epístola satírica y censoria, dirigida al Conde Duque
de Olivares, a quien le expresa la confianza en su poder regenerador, que aparte a los castellanos de
la molicie presente y los reintegre a una nueva edad dorada, de heroísmo medievalizante y arcaico.
Dentro de este grupo entraría la poesía religiosa, como el conjunto de poemas titulado
Heráclito cristiano, cancionero religioso o libro de oraciones poéticas donde el poeta canta sus
arrepentimientos y expresa el deseo de acercamiento a Dios; e también la poesía encomiástica a los
grandes héroes de su época: reyes y nobles con que Quevedo expresa su ideología que le hacía
añorar un pasado imperial más brillante. En la Historia se hallan los modelos que imitar.
Poemas amorosos
El conjunto de la poesía amorosa de Quevedo aparece definido por el rasgo de la multiplicidad
o variedad. Las distintas interpretaciones de la crítica han subrayado el amor cortés o el
petrarquismo, o han señalado la presencia de la tradición de la poesía erótica latina (Ovidio). En el
cancionero Canta sola a Lisi, se aprecia la tradición neoplatónica. La belleza de la amada es reflejo
de la hermosura del alma, de su bondad, que a la vez trasunta la perfección divina… El tópico de la
descriptio puellae puede servir también para hacer una demostración del propio ingenio lingüístico
(A Aminta que se cubrió los ojos con la mano,
El sentimiento dominante en la dama, desde la percepción del amante, es el desdén. Este
amante es el protagonista más acusado de la poesía quevediana: voz quejosa y dolorida sometida a
los embates de la cruel enfermedad amorosa. El dolor es el rasgo que define sobre cualquier otro al
amante. La violencia, la frustración, la destrucción, la hipérbole del sentimiento negativo marcan las
metáforas: abundan símbolos de violencia como volcanes, prisiones y cárceles, infierno…

Poemas satíricos y burlescos


El estilo satírico viene marcado por la lengua coloquial y vulgar por el propósito es producir
risa en el receptor. La fórmula burlesca más frecuente es desarrollar una serie de ingeniosas
relaciones para degradar al objeto imaginario descrito.
La poesía satírica funciona, como la prosa de los Sueños o la Hora de todos, en las
convenciones de la sátira de estamentos sociales; encontramos una galería de retratos: oficios de
pasteleros, taberneros, sastres, zapateros; jueces corruptos, escribanos, corchetes y alguaciles;
médicos y boticarios. Se incluyen además una serie de tipos que representan figuras de la
marginalidad y del hampa: pícaros, proxenetas, prostitutas, caballeros falsos, etc. Jaques y
prostitutas, en concreto, son protagonistas de las jácaras, romances que narran su vida y milagros
con un lenguaje que integra el léxico de germanía o argot de la delincuencia.
Hay otros tipos que resultan de la figuración de vicios: la hipocresía, por ejemplo, que es
central porque atañe a la problemática de la oposición esencia-apariencia y genera una serie de
máscaras como el viejo teñido o la mujer afeitada, con los que se denuncia la pérdida de los valores
tradicionales y su reemplazo por formas del engaño y la corrupción. Encabeza la lista de estas
figuras atacadas, la mujer en todas las variantes: viejas, dueñas, pícaras, prostitutas, pidonas,
alcahuetas, brujas, figuras que compendian la misoginia del género satírico.
La parodia es un ingrediente fundamental: de versos de Lope o Góngora, por ejemplo, de
versos del romancero, etc; de fábulas y temas mitológicos, o de motivos y tópicos amorosos, como
el retrato de la vieja en el soneto «Rostro de blanca nieve, fondo en grajo»; de la temática
caballeresca.
Por la experimentación expresiva, la poesía satírica es pilar fundamental de la obra quevediana.
Desde la fonética burlesca a la onomástica ridícula, del neologismo a la metáfora ingeniosa, de la
parodia de lenguajes y jergas múltiples a todas las clases de juego de palabras, Quevedo explora
todas las formas del ingenio y todos los mecanismos de la lengua.

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