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Lectura 3 Corte 2 Hum II
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LA OBRA DE ARTE
Esta concepción del arte fue dominante desde el nacimiento de la cultura occidental (en
el siglo VII a.C.) hasta mediados del siglo XVIII de nuestra era. En efecto, en 1750 el
filósofo alemán Baumgarten propone por primera vez una idea más registrada del arte,
ya que para él la obra de arte es una expresión, una manifestación o un producto
caracterizado esencialmente por su belleza contenida en una obra humana la que le
hace pertenecer a la esfera del arte.
1
Cfr. Platón: La república. UNAM, México,1983
1
distintas actividades humanas; es decir, en este siglo existen actividades encaminadas
exclusivamente a crear lo útil para las necesidades humanas (esfera económica); actividades
encaminadas a crear el conocimiento (esfera de la ciencia); y un conjunto de actividades
encaminadas esencialmente a crear lo bello (esfera artística). De esta manera, las afirmaciones de
Baumgarten son consideradas como fuertemente influidas por la división del trabajo humano que
prevalece en la sociedad moderna.
Una vez que la obra de arte quedó definida con cierta claridad, el pensamiento estético se dio a la
tarea de clasificarla. Una de las maneras de hacerlo fue a través del uso de los conceptos de
modalidad, género y estilo artístico.
Así, entendemos por modalidad del arte a las principales formas en que éste se expresa. En este
sentido, son modalidades del arte: la música, la danza, la pintura, la escultura, la literatura, el teatro
o el cine.
Ahora bien, al interior de cada modalidad del arte se dan formas particulares de expresión que
denominaremos géneros. Así, por ejemplo, en la modalidad artística, que es la música,
encontramos los géneros de la música clásica, folklórica o popular. De igual forma, al interior de la
modalidad artística, del teatro existe el género del drama, de la tragedia o de la comedia. Como se
observa, los géneros son las expresiones particulares y diferenciables que se dan al interior de un
arte.
Por otra parte, cada artista ubicado en una modalidad y un género determinado imprime un sello
personal a su obra, sello que nos permite distinguirlo de la obra de otros artistas. Así,
diferenciamos con claridad la obra musical de los Beatles de la obra musical de los Rolling Stones,
por el hecho de que sus letras hablan de cosas diferentes o porque su ritmo es distinto. De esta
manera, decimos que el estilo constituye el sello propio que cada artista imprime a su obra
El objetivo principal de esta clasificación es presentar una visión ordenada del fenómeno artístico,
sin embargo, ésta no es la única manera de clasificar la obra artística. Es posible hacerlo también
de acuerdo con la relación que guarda la obra artística con la realidad.
Así, por ejemplo, una pintura que presente una puesta de Sol constituye un esfuerzo por resaltar la
belleza del paisaje; es decir, su intenso colorido; la extraordinaria armonía entre el Sol, el mar y el
cielo; la grandeza del océano, o la majestuosa presencia de la Naturaleza.2 De esta manera, el arte
imitativo tiende a ser bello en la medida en que logra representar la belleza que existe en la
realidad.
2
Cfr. Aristóteles: La poética. Porrúa, México,1983
2
El arte como expresión
Otro tipo de obras de arte se caracterizan no por reflejar la realidad del exterior (la Naturaleza o el
mundo), sino por reflejar la realidad interior. En este caso, la obra de arte es un medio a través del
cual el artista expresa su mundo interior; es decir, sus estados de ánimo, sus ideas sobre el mundo
y la vida, sus preocupaciones, sus sentimientos y emociones, o sus deseos.3
La novela La náusea de J.P. Sartre es un buen ejemplo del arte como expresión. En efecto, el
personaje central nos comunica su inmensa soledad, su profundo repudio por una vida rutinaria y
gris, la angustia que le produce la vida misma (debido a que no posee una razón, ni siquiera una
excusa para vivirla). Todas estas situaciones llevan al personaje a reflexionar sobre el significado
de la vida humana.
Así el arte como expresión aspira sobre todo a que el consumidor de la obra de arte viva las
emociones, preocupaciones o experiencias del artista: dolorosas o placenteras, buenas o terribles.
Cuando el espectador logra experimentar en sí mismo las emociones o hace suyas las
preocupaciones o experiencias del artista entonces el proceso artístico se completa.
A fin de cuentas, el arte como expresión es una forma de comunicación en donde un sujeto (el
artista) comunica su vida interior a otro sujeto (el espectador).
Hasta aquí hemos experimentado dos tipos de arte que están estrechamente conectados con la
realidad, tanto exterior como interior. No obstante, existe un conjunto de artistas que parten de la
idea de que si bien la realidad contiene elementos positivos, bellos y valiosos, también está
salpicada de aspectos negativos: errores, deficiencias, e inclusive de aspectos viles y bajos; en
consecuencia, se asume la idea de que la obra de arte no debe imitar o reproducir la realidad sino
corregirla y perfeccionarla.4
En buena parte de la poesía romántica se presentan numerosos ejemplos del arte como
idealización de la realidad. La amada aparece desprovista de todo defecto y engalanada, incluso
en la conquista del ser amado se elimina toda aspereza, como en el poema “Táctica y estrategia”
de Mario Benedetti:
3
Cfr. Dewey: El arte como experiencia. FCE. México, 1949.
4
Cfr. Schiller: La educación estética del hombre. (Colección Austral) España-Calpe, Buenos Aires, 1943
3
es quedarme en tu recuerdo, no sé cómo, ni sé con qué
pretexto, pero quedarme...
Mi estrategia es que un día cualquiera, no
sé cómo ni sé con que pretexto, por fin me
Necesites.
No solamente el amor es idealizado sino también muchos otros aspectos de la realidad. E l goce
experimentado por el espectador frente a ese tipo de obras de arte consiste en que se satisface,
aun cuando solamente sea en el plano de la imaginación, las aspiraciones que todo individuo tiene
de un modo y de una vida mejor; es decir, aun cuando sea por breves momentos y de manera
imaginaria, suele ser maravilloso que el mundo aparezca como debiera ser.
Una de las manifestaciones del arte como creación es conocida como Surrealismo. Los pintores
surrealistas intentan pintar sus sueños nocturnos, lo mismo que sueños encantadores, o sus más
terribles pesadillas. Toda vez que en el proceso del sueño la mente se abandona al proceso de
fantasía, las escenas que plasma el pintor surrealista son escenas extrañas e insólitas que poco
tienen que ver con la realidad común y cotidiana.
En suma, la obra de arte se clasifica según la manera como se relaciona con la realidad,
reproduciéndola en algunos casos, corrigiéndola en otros, o simplemente evadiéndola; pero más
allá de los problemas relativos a la clasificación de la obra de arte, el pensamiento estético adopta
como problema de investigación la relación que establece el hombre con el arte.
LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Cuando el hombre se relaciona con una obra de arte para disfrutar la belleza que contiene vive una
experiencia estética. En consecuencia, cada vez que en nuestra vida cotidiana disfrutamos de un
poema, una melodía, una obra teatral, o cualquier otra manifestación artística, vivimos una
experiencia estética.
5
Cfr. Bretón A.: Antología (1913-1966). Siglo XXI Editores, México, 1978.
4
personajes, así como nuestros sentidos de la vista y del oído y, desde luego, la sensibilidad para
ser capaces de sentir alegría, tristeza o la ira que nos produce la obra.
En el extremo, como diría el filósofo alemán Federico Nietzsche, el propio cuerpo participa en la
experiencia en la medida en que, a juicio de este pensador, el verdadero arte es el que es capaz
de afectar las vísceras o los órganos corporales; es decir, el buen arte es capaz de provocarnos
reacciones orgánicas desde el sudor, la elevación de la presión cardiaca, la agitación de la
respiración, perturbaciones nerviosas, llanto, o la excitación de nuestros apetitos sexuales.6
En este sentido, decimos que la estética es una experiencia humana integral. Una experiencia en la
que participa todo lo que somos: nuestra mente, nuestros sentidos, nuestra sensibilidad y nuestro
cuerpo; y aunque no toda la obra de arte convoca a todo nuestro ser, el buen arte implica este
compromiso.
Por otra parte, es característico de esta experiencia el ser una experiencia individual, en el sentido
de que cada individuo tendrá una impresión intelectual, emocional y orgánica propia, acerca de
cada obra de arte. Impresión que determina que la valoración o calificación de la obra de arte sea
igualmente personal o subjetiva.
Ésto no significa que una obra de arte determinada no sea capaz de inspirar un conjunto de
impresiones similares o parecidas entre los individuos, sin lo cuál resulta inexplicable el goce
colectivo de los jóvenes, por ejemplo, de frente a un concierto de rock. Lo que se enfatiza es el
hecho de que a pesar de la posibilidad de compartir impresiones parecidas con otros individuos, la
impresión global que nos sugiere la obra de arte siempre tendrá un sello personal, que es
característico de la experiencia estética.
Al carácter subjetivo de la experiencia estética hemos de agregar otra característica que está en la
base misma de la experiencia. En este sentido, si el hombre que contempla una obra de teatro no
fuera capaz de simular, de fingir o de hacer como si lo que contempla es real y verdadero,
entonces la obra teatral aparecería simplemente como una grotesca mentira e impediría todo goce
estético posible.
Toda posibilidad de que tengamos una experiencia estética depende estrechamente de nuestra
capacidad de simular que lo irreal es real, la mentira una verdad y lo imaginario un hecho cierto.
Esta capacidad es la capacidad lúdica o capacidad de jugar, la cual se desarrolla en la infancia. De
esta manera, participamos en multitud de guerras, matamos y fuimos muertos docenas de veces, y
docenas de veces resucitamos y, cansados, acudimos con nuestras compañeras de juego a
disfrutar el pequeño banquete que –en su propio juego- nos habían preparado, pero todos
sabíamos que no habíamos matado, ni muerto, ni comido realmente, pero hacíamos como si fuera
cierto.
6
Cfr.Nietsche: El origen de la tragedia. (colección Austral) Espasa-Calpe, Madrid,1980.
7
Crf. Braunschvig, M.: El arte y el niño. Jorro, Madrid, 1954
5
Desde luego no pretendemos agotar lo que se puede decir de la experiencia estética, pero si
enfatizar un hecho: siendo una experiencia vivida por el hombre en el contacto con una obra de
arte, le son indispensables las características de ser una experiencia integral, subjetiva y lúdica.
Durante siglos la función básica del arte fue la de proporcionar placer, esparcimiento y goce
espiritual al hombre, algo así como un alimento para el espíritu.
Aun cuando esta fuera su función central, el arte ha sido capaz de desarrollar otro tipo de servicios,
por ejemplo, ser utilizado para transmitir conocimientos a través del teatro, del cine o de pinturas-
para hacer posible un aprendizaje mas placentero-, para emitir mensajes, favorables o críticos,
sobre un sistema social determinado-, y por la moral a través de un conjunto de obras artísticas,
valores principios que la fortalezcan.
Estos beneficios que el arte proporcionaba a la sociedad se cumplieron durante casi toda la historia
de la cultura occidental, pero en la época contemporánea-en el siglo XX-, estos beneficios han sido
severamente amenazados, por lo cual la función del arte se ha convertido en un problema o en un
motivo de preocupación para el pensamiento estético.
A lo largo del siglo XX han surgido gran cantidad de formas artísticas que, en conjunto, se conocen
como Modernismo. Característico de este tipo de arte es que sus cuadros, poemas o novelas no se
refieren a la realidad social ni mucho menos a problemas que cabe encontrar en ella. Un ejemplo
patente de todo ello es el llamado arte abstracto, cuyos cuadros son habitados casi exclusivamente
por figuras geométricas, puntos y líneas, manchas y bosquejos.
Al divorcio del arte moderno con la realidad es necesario agregar que este tipo de arte dificultaba la
propia experiencia estética, y esto porque aun cuando la obra modernista contuviera una belleza y
ofreciera mensajes al hombre, la posibilidad de entenderla o disfrutarla requería, en todos los
casos, de una educación o preparación previas.
Un arte desvinculado de la realidad, y por añadidura complicado, sólo podía ser entendido y
disfrutado por un grupo restringido, es decir, por una élite. Se trataba de un arte hecho por un
pequeño grupo: los artistas, para otro pequeño grupo: la élite; por tal motivo, el pueblo difícilmente
podía entender o disfrutar dicho arte.8
Esto configuraba una crisis en la función social, que el arte debe cumplir; si el arte no podía dar
alimento espiritual al hombre en general, si no podía garantizar el disfrute de la obra al hombre
común, entonces no cumplía la función social que cabía esperar de él .
En los años sesenta se vislumbró una posible solución de la crisis a través del movimiento del Arte
Pop, el cual pretendía elaborar un arte que se vinculara con la realidad social o con sus problemas,
y que resultara, por su forma,. Accesible al hombre medio. Es la época del florecimiento de la
música Pop-Rock, de la música de protesta, de los murales pintados en las paredes, y del teatro
callejero. Y es también la época de Andy Warhol quien se atreve a ofrecer un cuadro donde
aparece una lata de sopa en un claro deseo de vincular el arte con la vida cotidiana.9
8
Cfr. Ortega y Gasset J.: “La deshumanización del arte”, en Revista de occidente, Madrid, 1925.
9
El término Pop es una abreviatura de la palabra “popular”. Alude a un arte sin rebuscamientos, simple, capaz de ser
6
Sin embargo, los defensores del Modernismo insistían en otro tipo de solución del problema; para
ellos no se trataba de empobrecer al arte, de bajarlo al nivel de las masas, sino de que las masas
se elevaran al nivel de él. Para que esto fuera posible se requería todo un plan de educación
artística que preparara al hombre medio para el nuevo arte. Ambas tentativas de solución: construir
un arte más popular o educar al pueblo para que entienda formas más elevadas del arte, han
coexistido en las últimas décadas.
Si bien es cierto que la función central del arte es la de proporcionar un goce espiritual, también
puede adoptar otro tipo de servicios que coexisten con su función básica.
Una de las funciones adicionales del arte es su capacidad de ser un medio para expresar la
verdad. Esto es particularmente propio del arte como representación y como expresión,
empeñados ambos en ofrecernos imágenes y descripciones de la realidad natural y social, o de la
realidad interior del hombre. En todo caso, a diferencia de la Ciencia y la Filosofía que nos
presentan la verdad de manera precisa y rigurosa, pero fría, el arte es la capacidad de decir la
verdad con belleza, de ofrecer la verdad de manera tal que produzca gozo.
Es de esta forma como podemos hablar de un tipo de arte que nos descubre las verdades
pequeñas y grandes, simples y profundas de nuestro mundo: el arte como descubrimiento de la
realidad.10
Lamentablemente esta función ha sido obstaculizada a través de los siglos, incluyendo el periodo
capitalista de la historia. En este punto cabría preguntarse: ¿por qué las formas sociales
capitalistas llegan a ser tan hostiles a la difusión de la verdad a través del arte?.
Asimismo, tendría que hablarnos de los cuestionables principios que mueven la maquinaria social:
en lugar de la colaboración humana, la competencia; en lugar de la solidaridad, el egoísmo; en
lugar del crecimiento espiritual, la mera acumulación de bienes de consumo; y en lugar de poner la
riqueza al servicio del hombre, poner al hombre al servicio de la riqueza.
De ser así, al leer poesía o contemplar un cuadro del arte contribuiría a generar una conciencia
verdadera del mundo; más aún: una conciencia crítica, en cuanto el arte nos entrega una imagen
de las deficiencias, de las lacras y de la decadencia del orden establecido. Si la obra de arte puede
ser uno de los medios para despertar la conciencia crítica y predisponer las voluntades hacia la
transformación social entonces, obviamente, será rechazada y obstaculizada por los grupos
poderosos de la sociedad capitalista.
7
Por otro lado florece un arte que actúa en sentido inverso. En efecto, existe un grupo de
manifestaciones artísticas que genera imágenes armónicas y elogiosas de la sociedad capitalista a
condición de ocultar sus aspectos dolorosos y criticables; es decir, de ocultar la realidad y deformar
la verdad. Este es el arte como descubrimiento.
La lucha que cabe suponer entre un arte que encubre y otro que descubre la realidad no se da en
igualdad de condiciones, ya que el arte como verdad ha de enfrentarse permanentemente con los
límites de la censura; a la ausencia de financiamiento que fortalezca su acción; y las dificultades de
acceso con los medios de difusión, lo mismo las salas de cine, las editoriales, las galerías o la
televisión. En consecuencia, el arte en su función de canal de transmisión de la verdad se
encuentra actualmente sometido en una problemática importante.
Tras la conquista a sangre y fuego de la América prehispánica el imperio español impuso sus
formas de organización económica, política y social a los pueblos conquistados, así como las
formas de vida espiritual, como se religión y su arte.
A pesar de todo, la resistencia de los pueblos indígenas hizo posible que durante la colonia se
hablara todavía de manifestaciones artísticas propias. En efecto, junto a las formas artísticas
importadas de España y Europa, coexisten formas artísticas mestizas, producto de la fusión de las
dos culturas.
La esperanza de un arte hecho por los latinoamericanos para los latinoamericanos fue más fuerte
que nunca; sin embargo, esta esperanza se diluyó a medida que apareció, en la realidad
internacional, un nuevo fenómeno socioeconómico: el neocolonialismo.
En los siglos XIX y XX es evidente la presencia de grandes potencias políticas y militares como
Inglaterra y Estados Unidos, las cuales poseen una clara voluntad de dominio económico, político y
espiritual sobre el resto del mundo. Los pueblos americanos, pueblos jóvenes al fin y al cabo, no
pudieron sustraerse al enorme poderío de las potencias internacionales y acabaron, de un modo o
de otro, sojuzgados balo el nuevo poder. Se habló entonces de la tragedia latinoamericana: el
drama de la historia es haber salido de las guerras del imperio español para caer en las de un
imperio aún más poderoso; es decir, de haber salido de una situación colonial con prácticas
bárbaras para caer en una nueva situación colonial, pero con prácticas “civilizadas”.
La poderosa influencia de estas potencias generó rápidamente una situación de dependencia. Ellos
inventaban las tecnologías, nosotros las aplicábamos; ellos producían los objetos necesarios para
la vida moderna, nosotros los comprábamos; ellos hacían la ciencia, nosotros simplemente la
estudiábamos; ellos tomaban las grandes decisiones políticas, nuestros gobernantes las
ejecutaban, y así en casi todos los terrenos, América Latina se convirtió en una copia mal hecha de
la vida de las grandes potencias.11
11
Cfr. Marini Ruy M.: Dialéctica de la independencia. Siglo XXI Editores, México, 1978.
8
El arte no fue la excepción; la vida artística latinoamericana asumió una actitud dependiente en el
sentido de que la sociedad se dedicó, en buena parte, a consumir obras del extranjero, en tanto
que los artistas se dedicaron, en una buena parte, a copiar los géneros y estilos, las modas y las
expresiones artísticas de otros pueblos.
Sin embargo, no debemos olvidar que en América Latina se dieron formas de arte independientes,
es decir, manifestaciones artísticas hechas por latinoamericanos con temas relativos con nuestra
propia realidad, e incluso, con formas de expresión altamente originales. En el caso de México
podemos citar, por ejemplo, la novela costumbrista; el muralismo; la Época de Oro del cine
mexicano; la permanencia en la música popular, de la música campirana, o más recientemente, el
desarrollo del rock en español.
Como vemos, se habla de dos tipos de arte: uno como arte dependiente y otro como arte nacional.
Pero en realidad el problema no consiste en cerrar las puertas al arte mundial, tarea por demás
imposible dadas las relaciones de América Latina con el resto del mundo, el problema es otro.
El primer término –arte dependiente-, implica la necesidad de fomentar una actitud diferente en el
hombre latinoamericano frente al arte exterior. Este cambio de actitud implica aceptar una obra de
arte, no por el hecho de ser extranjeros sino por el hecho de ser valiosa: e implica también, recoger
nuevas formas de expresión artística, no por que estén de moda sino porque permiten enriquecer
efectivamente el oficio del artista. Solamente de esta manera el hombre latinoamericano
permanece abierto al arte del mundo, pero con una actitud digna, crítica e independiente que
supera la costumbre de inclinar la cabeza ante el arte extranjero, que no es en el fondo más que la
actitud de inclinar la cabeza ante el poder.
ACTIVIDAD DE REGULACIÓN
1. Analiza la pintura (El estudio Picasso, Museo de Arte Moderno, Nueva York 1 La Noche
Estrellada Van Gogh Museo de Arte Moderno Nueva York, La Tempestad Kokoschka
Museo de Arte de Basilea, Diego Rivera (1886-1957) Sueño de una Tarde Dominical en la
Alameda Central (1947-1948) ,) y clasifícala, anotando su modalidad genero y estilo.
2. Elige dos canciones significativas para ti y clasifícalas identificando su modalidad, género y
estilo.
3. Proporciona diferencias entre actividad estética y otras actividades humanas.
4. Elige alguna película que te haya impactado de manera especial y relata tu experiencia
estética. Explica cuál es la dimensión integral, subjetiva y lúdica que te transmitió.