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La Estética
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La Estética
Qué es Estética:
Estética es la disciplina que estudia la naturaleza de la belleza y la percepción de
la misma por parte de los individuos, por lo cual se relaciona estrechamente con el
arte.
Vea también Imitación.
Aristóteles, que había sido alumno de Platón, haría lo propio en obras como Arte
poética y Retórica y Política, pero dejaría de lado el idealismo platónico para
centrarse en un enfoque material. Será él quien desarrolle la idea de catarsis.
Estos dos autores representan, así, los dos principales enfoques de análisis sobre
la belleza que se han dado en Occidente. A partir de ellos, otros autores ha
discutido sobre el tema y sus implicaciones a lo largo de la historia.
Entre ellos podemos mencionar a Plotino, San Agustín, Santo Tomás de Aquino,
Leonardo Da Vinci, René Descartes, Joseph Addison, Shaftesbury, Francis
Hutcheson, Edmund Burke, David Hume, Madame de Lambert, Diderot, Lessing,
Voltaire, Wolff, Gottlieb Baumgarten, Inmanuel Kant, Friedrich Shlegel, Novalis,
Hegel, entre otros.
La Estética
que nos ayuda a entenderlas. Y en el arte como lenguaje se estudia la estética como el vehículo
para
compartir el conocimiento de los sentimientos, los proyectos y los valores en busca de la verdad y
de
la belleza.
Cuando se lee en el lenguaje del arte, se tiene una experiencia estética que es un conocimiento
sensible, una percepción que está en lo más profundo de la sensibilidad universal humana, como
lo
Uno de los factores que es importante tener en cuenta en estas reflexiones sobre la estética es la
variedad y riqueza de las emociones humanas que se expresan a través de las obras de arte. Este
mundo es rico y diversificado, similar al que se aprecia a través de efectos pictóricos de diferentes
gamas, “con muchos tonos, con los colores, las tonalidades y los matices con los que se puede
manifestar la naturaleza humana”. Se puede decir que la riqueza de la vida emocional del hombre
se
manifiesta en una gama infinita de colores, tonalidades y matices”. Sin embargo, la auténtica
intuición
artística, la sensibilidad estética, la percepción y la contemplación del arte va más allá de lo que
perciben los sentidos, es esa comunicación que ocurre en lo más íntimo del alma humana, “donde
la
aspiración a dar sentido a la propia vida se ve acompañada por la percepción de la belleza”. Lo que
se percibe y se contempla, “lo que se logra expresar en lo que pintan, esculpen, componen,
escriben
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o crean los artistas, los autores o los compositores es sólo un tenue reflejo del esplendor que
durante
unos instantes ha brillado ante los ojos del espíritu.” (Juan Pablo II, 1999:5).
Las personas pueden tener una experiencia estética que se manifiesta a través de las acciones que
realizan, también se puede decir que se expresan o se manifiestan a través de sus obras. Ellas
indudablemente constituyen uno de los medios más importantes donde se pueden conocer sus
ideas,
sus creencias y sus vivencias; conocer cómo se interpreta el ámbito que las rodea y de qué manera
han ido creando un lenguaje artístico, universal, mediante el cual se pueden comunicar con todos
los
demás hombres del mundo. Al respecto, sobre el lenguaje visual, decía Paul Cezanne “no hay más
que un camino para expresarlo todo, para interpretarlo todo, ... el color que da vida a todas las
cosas,
las hace vivas. El color tiene la misión de expresar el objeto, la luz y la envoltura de las cosas. De él
depende la forma, que se afirma con las relaciones y los contrastes de tonos” (Jalard, Michel
Claude.
1968:14).
Lo mismo que en un libro, en una obra de arte se encuentra un texto y un contexto, es decir, quien
la
observa o la contempla puede “leer” un relato, en el que conoce la forma de dialogar con el
artista, de
aproximarse a su obra, encuentra un potencial de significados, una gama de opciones que le sirven
semiótico que contribuye a la definición de los aspectos que convierten la obra en un testimonio
de
una cultura. También es importante considerar que es posible hacer un gran número de lecturas
de la
misma obra.
A través del arte como lenguaje se tiene una experiencia estética y el conocimiento de la manera
como el hombre expresa sus creencias, sus usos y costumbres; se sabe de qué forma ha satisfecho
un enriquecimiento personal y una satisfacción para el espíritu, es como leer un buen libro, o
realizar
un viaje donde el conocimiento de la historia permite compartir, dialogar y comunicar una vivencia
estética.
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En el libro, El Lenguaje en la sociedad urbana, dice Halliday que “el lenguaje es solo uno de los
modos en que la gente representa los significados inherentes al sistema social. ... por el modo de
andar de la gente, la ropa que usa, sus hábitos alimenticios y demás pautas de comportamiento...
el
lenguaje codifica, a un mismo tiempo, tanto nuestra experiencia de la realidad como nuestras
relaciones con los demás y las representaciones que se hacen de la realidad a través de las obras
de
arte.
Relacionando los significados del sistema social con el arte, se puede ver que en las obras de los
naturalistas, de los impresionistas, de los post-impresionistas y del arte urbano de finales del siglo
XIX, los artistas tratan los temas sociales y los conflictos humanos. Honore de Daumier deja un
testimonio de los problemas que vivía la gente pobre de París de su época a través de su obra
Pasajeros de vagón de tercera clase. Augusto Renoir se inspira en las reuniones cotidianas de
escenas parisinas. Se dedica a la expresión poética de los efectos de luz sobre diferentes grupos en
distintas actividades, como en El moullin de la Galette. Edgard Degás deja un testimonio del
mundo
del teatro, en el escenario y detrás del telón. Además, en su obra La bebedora de ajeno representa
el
problema de la soledad en el hombre. Vincent van Gogh crea un lenguaje mediante el color;
“pintaré
con el rojo y con el verde las terribles pasiones humanas”, dijo en una oportunidad en la
correspondencia que mantenía con su hermano Theo. Henrie de Tolousse Lautrec, el padre del
arte
gráfico, dejó en su obra un testimonio de París en la noche, la ciudad en las noches de la “bella
época”, un ejemplo es El Molino Rojo. George Roault pintó el drama del hombre de la postguerra
en
el rostro de un payaso que recuerda el poema de Garrick. Edward Munch, retrató el dolor y la
tragedia
través de un sistema de signos, que permite la percepción, estimula la sensibilidad y manifiesta los
sentimientos. A su vez, entender o leer en el lenguaje del arte es comprender el significado del
lenguaje artístico, es poder decodificar e interpretar las expresiones realizadas por la creatividad e
imaginación del hombre. Al respecto dice William Fleming que “la Historia del Arte es sólo un
espejo
del hombre, en el que se reflejan su presente y futuro, su pasado, sus triunfos y sus
potencialidades”.
Además, se puede recordar con Marco Tulio Cicerón que la Historia es la maestra de la vida, la
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su desarrollo.
El artista interpreta la naturaleza. Puede lograr que las cosas que no tienen mayor significado, al
pasar al mundo del arte, adquieran un sentido y una dimensión universal. Los objetos que se
exponen
en una galería o en un museo, que se pueden ver en la pantalla del computador o en los libros de
experiencia estética y en un medio para comunicarse. Entre quien lo crea y quien lo contempla se
establece un diálogo.
Para un gran artista el color es una fuerza que crea. Para los impresionistas el ángulo de visión, el
círculo cromático y los efectos de la luz del día eran fundamentales. Un ejemplo se puede ver en el
más clásico de los impresionista Claude Monet, en la serie de la catedral de Rouan donde “el
artista
quiso que la catedral fuera una esponja de luz que absorbiera en todos sus cimientos y todas sus
ornamentaciones el ocre de un sol poniente” (Jalard, Michel Claude. 1968:43). Así, en las obras de
estos artistas, se logra representar la luz real, la luz blanca que envuelve la composición, creando
una
atmósfera luminosa en el cuadro.
Sensibilidad indispensable
comunicación de los estados de emocionales. Para San Agustín, el arte y especialmente la música,
razón. Consideraba la vista y el oído como los sentidos que pueden percibir la medida, la belleza y
el
orden.
solamente en un ser que es capaz de percibir la apariencia sensible y la idea. La belleza es uno de
los grandes misterios de la naturaleza, todos percibimos su acción y podemos verla, pero no hay
una
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Indudablemente hay una maravillosa capacidad del arte de comunicar, relacionar y expresar los
sentimientos y las emociones. El paisaje de un cuadro habla con un lenguaje que no tiene en el
mundo real. El artista traduce el lenguaje de la naturaleza para que todos puedan comprenderlo,
entenderlo, gustarlo, valorarlo. El artista sabe sentir y convierte su obra en una nueva naturaleza.
Por ejemplo, Paul Gauguin viajó a Tahití por primera vez en 1891 y el paisaje del mundo maohí fue
para él como un sueño de un mundo ideal. Peter J. Gärner (2000:351) dice que “las tierras
paradisíacas de Tahití convirtieron a Gauguin en el artista del color, encontró una gama cromática
que lo identifica: naranjas, amarillos, rosados, violetas. Los colores vivos rojo y azul, púrpura y
amarillo conviven sin estridencias y crean una sensación de calma y armonía”. Hay varios mitos y
leyendas de la cultura mahoí reflejados en sus pinturas, Paul Gauguin dejó una visión ideal de un
mundo primitivo y natural, un mundo que él captó en sus pinturas, a las cuales llamaba "mis
documentos”, con las cuales quería representar la fuerza de la intensidad de la luz del trópico.
Sobre el lenguaje del color en Gauguin dice George Flannagan (1958:34) que fue uno de los más
grandes coloristas de su época. “Dotado de un notable sentido del color, combinó sus colores
excitantes con una delicada sutileza y un conocimiento de las relaciones de los matices, los valores
y
el contraste”. Para Paul Gauguin una pintura era una forma de transmitir experiencias
existenciales,
esto fue lo que quiso hacer con sus cuadros en los Mares del Sur donde logró captar la luz de los
También dice Gastón de Bachelard (1994:17) que el verdadero artista es el que como Marc Chagall
ama el mundo porque lo sabe mirar y sobre todo porque ha aprendido a mostrarlo. En sus obras
Chagall “habla sin descanso. Los colores se hacen palabras. Quien ama la pintura sabe muy bien
que
El arte ha respondido y seguirá respondiendo siempre a una filosofía, a una manera de concebir el
mundo y de dar un sentido a la vida porque en el arte se encuentra “una andadura enriquecida
con
Antigüedad clásica[editar]
El Diadumeno, de Policleto.
Grecia[editar]
Para los griegos preclásicos –como se puede percibir en la obra de Homero–, la belleza era
tanto la natural como la de un objeto hecho por el hombre, si bien no tenía una definición clara
y se asociaba generalmente con otras cualidades: lo bello (τò καλόν) es lo que gusta, lo que
resulta grato a la mirada del espectador. nota 54 El pensamiento preclásico era mitológico,
interpretaban el mundo a través de mitos y fábulas. El μύθος (mýthos) permitió la aparición de
otro tipo de pensamiento, el λόγος (lógos), más lógico y reflexivo, que interpretó el mundo
mediante conceptos físicos, dando lugar a la filosofía. Hesíodo representa el paso entre este
pensamiento mítico y el lógico, explicando el origen de los conceptos mitológicos de manera
racional. Por otro lado, el primero en plantearse el mundo de forma racional fue Tales de
Mileto, que comenzó a fijarse en la naturaleza, deduciendo sus leyes.
Posteriormente, Pitágoras interpretó la naturaleza en función de relaciones matemáticas: en
su estudio de la música se dio cuenta de que ésta depende de proporciones matemáticas,
según la longitud de las cuerdas tensadas en los instrumentos musicales. Partiendo de aquí
creó una teoría terapéutica de la música, la cual opinaba que es capaz de restaurar la armonía
del alma del ser humano.5
Durante la era de Pericles, en el llamado periodo clásico griego, el arte gozó de un gran
esplendor, generando un estilo naturalista de interpretar la realidad: los artistas griegos se
inspiraban en la naturaleza obedeciendo unas proporciones y unas reglas (κανών, canon) que
permitiesen la captación de esta realidad por parte del espectador, recurriendo si era
necesario al escorzo. Se perseguía un concepto de belleza basado en la realidad natural pero
idealizado con la incorporación de una visión subjetiva que reflejaba la armonía de cuerpo y
alma, equiparando belleza con bondad (καλοκαγαθία, kalokagathía).nota 6
Uno de los primeros filósofos en ocuparse de temas relacionados con la estética –sobre todo
el arte y la poesía– fue Demócrito, quien bajo una actitud empírica estudió el arte de forma
más descriptiva que conceptual, considerándolo reflejo de la obra natural del hombre, basado
en la naturaleza y con un objetivo tendiente al placer. Más tarde, los sofistas –
como Protágoras y Gorgias– consideraron la belleza como «lo que produce placer por medio
del oído y de la vista», relativizando el concepto de belleza como algo diferente para cada
individuo. Sócrates opinó que el arte es la idealización de la naturaleza, y que cuando
representa al ser humano no lo hace tan solo en cuerpo sino también en el alma,
estableciendo por primera vez el concepto de belleza espiritual, contrariamente al de belleza
física que había defendido hasta entonces la filosofía griega. 6
Platón[editar]
Platón.
Platón fue el primero que trató sobre conceptos estéticos como centro de muchas de sus
reflexiones, sobre todo en temas relativos al arte y la belleza. En el Protágoras habló del arte
como la capacidad de hacer cosas por medio de la inteligencia, a través de un aprendizaje.
Para Platón, el arte (τέχνη, téchnê) tiene un sentido general, es la capacidad creadora del ser
humano. Entendía el arte como «destreza» o «habilidad», tanto en el terreno material como en
el intelectual. En el Sofista distinguió entre habilidades «adquisitivas» y «productivas»,
dividiendo a su vez estas últimas en productivas de objetos o de imágenes (εἴδωλα, eídôla).
Introdujo el concepto de mímesis (μίμησις), ya que para él las imágenes son imitaciones de
objetos reales, aunque sin desempeñar la misma función que sus originales. Estas imitaciones
pueden ser «genuinas» (εἰκών, eikón), si guardan las mismas propiedades que su modelo; o
«aparentes» (ϕάνταὓμα, phántasma), si solo se parecen al original. Sin embargo, Platón
mismo consideraba esta diferencia difícil de dilucidar, ya que toda imitación debe por fuerza
diferir de su original en alguna cosa, ya que si fuese idéntica nos encontraríamos con un
objeto igual al representado. Para Platón, todas las creaciones artísticas son «conjeturas»
(εἰκασία, eikasía), ya que su carácter imitativo las aleja de la realidad de las formas, y les
confiere incluso un sentido peyorativo, ya que son «apariencias engañosas», ya que los
artistas no representan las cosas como son, sino como parecen. Así, califica a los artistas de
«pseudoartífices», ya que su habilidad no es auténtica. 7
La belleza la trató en diversos diálogos: en Hipias mayor habló de la belleza de los cuerpos;
en Fedro, de la belleza de las almas; y en El banquete, de la belleza en general.
Fedro: en este texto Platón explicó de forma mítica el origen del ser humano, así como
su teoría del conocimiento basado en las «ideas». Sócrates cuenta a Fedro que el alma es
como un carro tirado por dos caballos, uno manso y otro bravo, dirigidos por la razón. Esta
alma se encuentra originariamente en el mundo de las ideas, pero al encarnarse en un
cuerpo las olvidan en mayor o menor grado. Para Platón, el conocimiento es el recuerdo
de estas ideas. La materia es «sombra de las ideas», que a través del estímulo que
ofrecen pueden conducirnos a ellas, a través de un procedimiento que identifica como
«amor» (ἔρως, érôs). Así, el amor por las cosas bellas puede conducirnos a la idea de
belleza, a la belleza perfecta, ideal.9
El banquete: en esta obra Platón manifiesta que el hombre tiene inclinación a buscar la
perfección, la belleza, y que ésta se puede conseguir a través del amor, que es un camino
de conocimiento, una energía que nos orienta. Platón distinguía dos clases de amor: el
«popular», relacionado con el cuerpo, las formas y las acciones; y el «celestial», asociado
a la virtud y el intelecto. El amor es la búsqueda de la belleza –que relaciona con la
verdad–, primero la belleza física (amor de los cuerpos), y después la belleza espiritual
(amor de las acciones), llegando por fin a la belleza ideal, al amor por la ciencia. Se pasa
pues del cuerpo a la virtud, y de aquí a la esencia. El amor ideal –el llamado «amor
platónico»– es infinito, no tiene tiempo ni forma.10
Se percibe pues una clara evolución: de la búsqueda de una noción general de belleza
del Hipias, utilizando el sistema socrático de comparación, dedujo en el Fedro que la belleza
está más allá de la realidad que nos envuelve; por último, en El banquete, identificó la
búsqueda de la belleza con la propia vida humana, siendo el amor la forma de acceso. Platón
fue el origen de dos de las teorías sobre la belleza más defendidas a lo largo del devenir
histórico: la belleza como «armonía y proporción» y la belleza como «esplendor». Postuló que
la belleza es independiente de su soporte físico, así como que no depende de la visión, que a
menudo nos engaña: la visión sensible es superada por la visión intelectual, que es la que
proviene de la filosofía.11 El concepto de belleza de Platón era muy amplio, abarcando tanto la
belleza física como espiritual, la moral y cognoscitiva, la belleza de los cuerpos, de los objetos
artísticos, tanto como la de colores, sonidos, leyes, actitudes morales, etc. Igualmente,
relacionaba belleza con bondad, que para él eran sinónimos: el subtítulo de El banquete, que
trata ampliamente la belleza, es Sobre el bien.12
Si es que hay algo por lo que vale la pena vivir, es por contemplar la belleza.
Platón, El banquete 210 E-211 D13
Aristóteles[editar]
Aristóteles.
Escuelas helenísticas[editar]
Estoicismo: esta doctrina se centró en los problemas del hombre, defendiendo como
mejor solución ante la vida la búsqueda del equilibrio interior, que se consigue a través de
la «autarquía», la autosuficiencia. El bien más preciado para el hombre es la felicidad, que
encuentran en el ejercicio de la virtud, en la figura del hombre moderado, que domina sus
pasiones.22 Los filósofos estoicos se ocuparon esencialmente de cuestiones relacionadas
con la lógica y la semántica, pero también trataron la poesía, principalmente Zenón de
Citio y Crisipo. Para los estoicos, la belleza era la relación entre un objeto y la naturaleza,
es decir, la armonía entre ellos («analogía estoica»). Relacionaban la belleza con la moral,
con vivir la vida de forma correcta y decorosa, practicando la virtud. Así, la poesía era un
vehículo para la elevación espiritual, que podía conllevar tanto un placer racional como
irracional, interpretando la poesía como una alegoría de la filosofía.23 Los estoicos veían la
belleza como una presencia innata al mundo, tanto en su totalidad como en sus partes
constitutivas, en los objetos y en los seres vivos. Sostenían que «la naturaleza es el mayor
artista», así como que «la naturaleza ama la belleza». Creían igualmente que la fealdad
sirve para realzar la belleza mediante el contraste. Distinguían entre belleza absoluta, que
viene de la proporción (συμμετρία), y belleza relativa, definida en términos como
«conveniente» o «adecuado» (πρέπον, prépon, en latín decorum). Asimismo, introdujeron
un nuevo concepto en la psicología de la belleza: así como hasta entonces se distinguía
entre ideas y sentidos, los estoicos plantearon una nueva categoría basada en la
imaginación, la «fantasía» (φαντασία).24
La estética romana era heredera de la griega, si bien no fue muy desarrollada por los autores
romanos, al menos hasta la llegada del cristianismo. Las principales aportaciones vinieron del
terreno de la literatura: Horacio trató en su poesía temas como el elogio de la vida tranquila
(beatus ille) y la invitación a gozar de la vida (carpe diem). En Arte Poética señaló las reglas
de la poesía, que está sometida a un control racional. Lucrecio fue autor del poema De la
naturaleza de las cosas (De rerum natura), donde reflejó su visión atea del mundo, influido por
el epicureísmo y el atomismo de Demócrito. Opinaba que la naturaleza está compuesta
de átomos y de vacío, y que el alma es material y no sobrevive al cuerpo. Intentó liberar al
hombre del miedo a la muerte y a los dioses, que según él causan la infelicidad
humana.32 Plutarco aportó una concepción intelectualista del placer estético, opinando que el
arte es conocimiento. En su obra Vidas paralelas, serie de biografías comparadas de
personajes griegos y romanos, introdujo la descripción psicológica del individuo, analizando
sus virtudes y defectos, así como la influencia del carácter sobre la vida del hombre.
Cicerón recibió la influencia estoica, desarrollando una filosofía cercana al eclecticismo.
Definió la belleza basándose en conceptos postulados anteriormente, como orden (ordo) y
proporción (convenientia partium), pero introdujo la noción de «aspecto» (aspectus), concepto
que hace que la belleza conmueva, atraiga. Así, distinguía la apariencia, la belleza sensorial
(pulchrum), puramente estética, de la belleza espiritual (decorum), presente en los caracteres,
las costumbres y las acciones, de índole moral. Además, basándose en Platón, estableció
otros dos tipos de belleza: «dignidad» (dignitas) y «gracia» (venustas), otorgando a la primera
un carácter masculino y a la segunda uno femenino. Para Cicerón, el arte es imitación de la
realidad, si bien no llega a captar su esencia: «la verdad vence a la imitación» (vincit
imitationem veritas). Por otra parte, consideraba que la captación del arte proviene tanto del
artista como del espectador, poseyendo el hombre un sentido especial (sensus) de la belleza
y el arte. Cicerón fue el primero en estudiar el arte desde aspectos sociológicos y evolutivos.33
Vitruvio escribió el tratado sobre arquitectura más antiguo que se conserva, De Architectura.
Su descripción de las formas arquitectónicas de la antigüedad greco-latina influyó
poderosamente en el Renacimiento, siendo a la vez una importante fuente documental por las
informaciones que aporta sobre la pintura y la escultura griegas y romanas. El famoso dibujo
de Leonardo da Vinci sobre las proporciones del hombre –el Hombre de Vitruvio– está basado
en las indicaciones dadas en esta obra. Según Vitruvio, el artista debe poseer tres cualidades
esenciales: capacidades innatas (natura), conocimiento (doctrina) y experiencia (usus).
Asimismo, la obra artística debe tener solidez (firmitas), utilidad (utilitas) y belleza (venustas).
Vitruvio entendía la belleza como un concepto amplio que abarca tanto el goce visual
proveniente de la proporción y el color, como el que proporciona la finalidad, la conveniencia y
la utilidad. La belleza puede ser verdadera y objetiva, teniendo su origen en las leyes de la
naturaleza, que el hombre interpreta en la creación artística. 34
Cabe señalar que Galeno introdujo en el siglo II una clasificación de las artes que llegó hasta
la era moderna, divididas en «artes liberales» y «artes vulgares», según si tenían un origen
intelectual o manual. Entre las liberales se encontraban: la gramática, la retórica y
la dialéctica –que formaban el trivium–, y la aritmética, la geometría, la astronomía y
la música –que formaban el quadrivium–; las vulgares incluían la arquitectura, la escultura y la
pintura, pero también otras actividades que hoy consideramos artesanía.35
Con Pseudo-Longino –en su obra Sobre lo sublime– apareció una nueva categoría estética,
lo sublime (ὕψος, ýpsos), que tuvo un gran desarrollo durante el romanticismo. Para Longino,
una obra de arte bella persuade, convence, se dirige a la razón, aunque podemos discrepar;
en cambio, una obra sublime tiene grandeza, no depende de la forma, prescinde de opiniones,
se dirige más al interior, a una actitud psicológica. Así, es igual de buena para todo el mundo,
no depende de las variaciones temporales del gusto. Lo sublime se relaciona con la belleza
porque sobrepasa sus límites: la belleza es contención (magnitud y orden aristotélicos), lo
sublime es incontinente; la belleza guarda las formas, lo sublime las pierde; lo bello convence
y agrada, lo sublime involucra y sorprende; la belleza está en los objetos a la vista, en lo
sublime el objeto desaparece. Lo sublime corresponde según Longino al último estadio del
amor platónico, en que no se ve la belleza, sino que se sumerge en ella, está en un «océano
de belleza».36